CALDERON- Guárdate del agua mansa






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Guárdate del agua mansa

Pedro Calderón de la Barca






PERSONAJES
                                
CLARA, dama.
EUGENIA, dama.
BRÍGIDA, criada,
MARI-NUÑO, dueña.
HERNANDO, criado.
OTÁÑEZ, escudero, vejete.
DON FÉLIX, galán.
DON JUAN DE MENDOZA, galán.
DON PEDRO, galán.
DON TORIBIO CUADRADILLOS.
DON ALONSO, viejo.




La acción pasa en Madrid.



Jornada primera
            
 
Sala en casa de DON ALONSO, junto a los pozos de la nieve.
 
Escena I
 
DON ALONSO, OTÁÑEZ.
 
OTÁÑEZ                                Una y mil, veces, señor,
vuelvo a besarte la mano.
DON ALONSO Y yo una y mil veces vuelvo
a pagarte con los brazos.
OTÁÑEZ ¿Posible es que llegó el día 5
para mí tan deseado,
como verte en esta corte?
DON ALONSO No lo deseabas tú tanto
como yo; pero ¿qué mucho,
si en dos hijas dos pedazos 10
del alma me estaban siempre
con mudas voces llamando?
OTÁÑEZ Aun en viéndolas, señor,
mejor lo dirán tus labios.
¡Oh sil mi señora viera 15
este día!
DON ALONSO               No mi llanto
ocasiones con memorias
que siempre presentes traigo.
Téngala Dios en el cielo;
que a fe que he sentido harto 20
su muerte; que desde el día,
que su Majestad, premiando
mis servicios, en el reino
de Méjico me dio el cargo
de que vengo, a no más ver 25
me despedí de sus brazos.
No quiso pasar conmigo
a Nueva España, no tanto
por los temores, del mar,
como porque en tiernos años 30
dos hijas eran estorbo
para camino tan largo.
Criándolas quedó en casa:
fue Dios servido que al cabo
de tantos años faltó. 35
A cuya causa, abreviando
yo con mi oficio, dispuse
volver para ser reparo
de su pérdida; que no
estaban bien sin amparo 40
de padre y madre.
OTÁÑEZ                           Es muy justo,
señor, en ti ese cuidado;
pero si alguno pudiera
no tenerle, eras tú. Es llano,
porque el día que faltó 45
mi señora, ambas se entraron
seglares en un convento,
sin más familia ni gasto
que a Mari-Nuño y a mí,
donde en Alcalá han estado 50
con sus tías hasta hoy,
que obedientes al mandato
tuyo, vuelven a la corte.
Y habiéndolas yo dejado
ya en el camino, no pude 55
sufrir del coche el espacio;
y así, por verte, señor,
me adelanté.
DON ALONSO                      Unos despachos
que para su Majestad
traje, demás del cuidado 60
de tener puesta la casa,
tiempo ni lugar me han dado
de ir yo por ellas; demás
que el camino es tan cosario,
que perdona la fineza, 65
pues es venir de otro barrio.
¿Cómo vienen?
Voces dentro.
                           Para, para.
OTÁÑEZ Ya parece que han llegado:
ellas lo dirán mejor.
DON ALONSO A recibirlas salgamos. 70
OTÁÑEZ Excusado será, pues
están ya dentro del cuarto.
 
 
Escena II
 
CLARA, EUGENIA y MARI-NUÑO, de camino.-DON ALONSO, OTÁÑEZ.
 
CLARA Padre y señor, ya que el cielo,
enternecido a mi llanto,
me ha concedido piadoso 75
la dicha de haber llegado
adonde, puesta a tus pies,
merezca besar tu mano,
cuanto desde hoy viva, vivo
de más; pues no me ha dejado 80
ya que pedirle, si no es
sólo el eterno descanso.
EUGENIA Yo, padre y señor, aunque
logre en estas plantas cuanto
me prometió mi deseo... 85
más que pedir me ha quedado
al cielo, y es que tal dicha
dure en tu edad siglos largos;
porque esto del morir, no
lo tengo por agasajo. 90
DON ALONSO No en vano, mitades bellas
del alma y vida, no en vano
al corazón puso en medio
del pecho el cielo, mostrando
que con dos afectos puede 95
comunicarse en dos brazos.
Alzad del suelo: llegad
al pecho, que enamorado
vuelva a engendraros de nuevo.
CLARA Hoy puedo decir que nazco, 100
pues hoy nuevo ser recibo.
EUGENIA Dices bien, que tal abrazo
infunde segunda vida.
DON ALONSO Entrad, no quedéis al paso:
tomaréis la posesión 105
desta casa en que os aguardo,
para que seáis dueño della,
hasta que piadoso el hado
traiga a quien merezca serlo
de dos tan bellos milagros; 110
si bien en mí, esposo, padre
y galán tendréis, en tanto
que os vea como deseo.
¡Brígida!   (Llamando.)
 
 
Escena III
 
BRÍGIDA.-Dichos.
 
BRÍGIDA            Señor.
DON ALONSO                      Su cuarto
enseña a tus amas.
BRÍGIDA                              Todo 115
limpio está y aderezado;
pero ¿qué mucho es, si tales
dueños espera, el estarlo
como un cielo, con dos soles?
CLARA ¡Feliz yo que a ver alcanzo 120
este día, aunque a pensión
de haber, Eugenia, dejado
las paredes del convento!
EUGENIA ¡Feliz yo, pues he llegado
a ver calles de Madrid, 125
sin rejas, redes, ni claustros!
 
(Vanse CLARA, EUGENIA, BRÍGIDA y OTÁÑEZ.)
 
 
Escena IV
 
DON ALONSO.-MARI-NUÑO.
 
MARI-NUÑO Ya, señor, que el alborozo
de dos hijas ha dejado
algún lugar para mí,
merezca también tu mano. 130
DON ALONSO Y no con menor razón
que ellas, el alma y los brazos,
pues por vuestra buena ley,
en lugar de madre os hallo.
Y ya que ausentes las dos, 135
solos, Mari-Nuño, estamos,
decidme sus condiciones;
que como las dos quedaron
niñas, mal puedo hacer juicio
que no sea temerario, 140
para que prudente y cuerdo
pueda, como maestro sabio,
gobernar inclinaciones
que pone el cielo a mi cargo.
MARI-NUÑO Con decir, señor, que son 145
hijas tuyas, digo cuanto
puedo decir; mas porque
no presumas que te hablo
sólo al gusto, aunque de entrambas
la virtud y ejemplo es raro, 150
de lo general verás
que a lo particular paso.
Doña Clara, mi señora,
mayor en cordura y años,
es la misma paz del mundo: 155
no se ha visto igual agrado
hasta hoy en mujer. Pues ¿qué
su modestia y su recato?
Apenas cuatro palabras
habla al día: no se ha hallado 160
que haya dicho con enojo
a criada ni a criado
en su vida una razón:
es, en fin, ángel humano,
que a vivir solo con ella, 165
pudiera uno ser esclavo.
Doña Eugenia, mi señora,
aunque en virtud ha igualado
sus buenas partes, en todo
lo demás es al contrario. 170
Su condición es terrible:
no se vio igual desagrado
en mujer: dará, señor,
una pesadumbre a un santo.
Es muy soberbia y altiva, 175
tiene a los libros humanos
inclinación, hace versos;
y si la verdad te hablo,
de recibir un soneto
y dar otro, no hace caso. 180
Pero no por eso...
DON ALONSO                              Basta,
que en eso habéis dicho harto.
Yo os lo estimo, como es justo,
que, prevenido del daño,
sepa adónde he de poner 185
desde hoy desvelo y cuidado.
Y así, aunque en edad menor,
sea primera en estado;
que el marido y la familia
son los médicos más sabios 190
para curar lozanías,
flores de los verdes años.
Desde el día que llegué,
a la montaña he enviado
por un sobrino, que hijo 195
es de mi mayor hermano;
y en él quiero de mis padres
y abuelos el mayorazgo
aumentar: pobre es; yo rico,
y es bien que el caudal fundamos 200
de la sangre y de la hacienda,
porque conservemos ambos
el solar de Cuadradillos
con más lustre. Así, en llegando,
será Eugenia esposa suya: 205
veamos si el nuevo cuidado
enmienda las bizarrías
de los verdores lozanos.
 
 
Escena V
 
OTÁÑEZ, DON ALONSO, MARI-NUÑO.
 
OTÁÑEZ Un hombre espera allí fuera.
DON ALONSO ¿Quién es? -Que ese breve espacio 210
tardaré, a las dos decid-.
¿Versos? ¡Gentil cañamazo!
¿No fuera mucho mejor
un remiendo y un hilado?   (Vase.)
OTÁÑEZ ¿Qué le has dueñado a señor, 215
que es lo mismo que chismeado,
que ya va tan desabrido?
MARI-NUÑO ¿Ahora sabes, mentecato,
que apostatara una dueña,
si supiera callar algo? 220
 
(Vanse.)
 
Sala en casa de DON FÉLIX.
 
 
Escena VI
 
DON FÉLIX, vistiéndose; HERNANDO.
 
HERNANDO ¡Bravas damas han venido,
señor, a la vecindad!
DON FÉLIX El agasajo, en verdad,
perdonara por el ruido,
pues dormir no me han dejado. 225
HERNANDO La una es dada.
DON FÉLIX                          ¿Qué importó,
si a la una duermo yo,
que haya dado o no haya dado?
Mas ¿qué género de gente
es?
HERNANDO        De lo muy soberano: 230
las hijas de aqueste indiano,
que compró el jardín de enfrente,
que dicen, señor, que lleno
de riquezas para ellas,
a solamente ponellas 235
viene en estado.
DON FÉLIX                           Eso es bueno.
¿Son hermosas?
HERNANDO                           Yo las vi
al apearse, y a fe
que por tales las juzgué.
DON FÉLIX ¿Hermosas y ricas?
HERNANDO                                 Sí. 240
DON FÉLIX Buenas dos alhajas son:
dirémoslas al momento
todo nuestro pensamiento,
por gozar de la ocasión,
con estar cerca de casa; 245
que estoy cansado de andar
lo que hay desde aquí al lugar.
HERNANDO Un vejete cuanto pasa
me dijo: y al padre igualo
al hombre de más valor, 250
pues dice que por su honor
matara al Sofí.
DON FÉLIX                         Eso es malo;
que aunque yo no soy Sofí,
en extremo me pesara
que para que él me matara, 255
por él me tuviera aquí.
Y de las hijas ¿qué dijo?
Que escudero que empezó
a hablar, nada reservó.
HERNANDO Diversas cosas colijo 260
de ambas que apruebo y condeno,
porque hay del pan y del palo.
Una es callada.
DON FÉLIX                         Eso es malo.
HERNANDO Otra es risueña.
DON FÉLIX                          Eso es bueno.
Para la alegre, por Dios, 265
habrá sonetazo bello;
y para la triste aquello
de «ojos, decídselo vos».
HERNANDO Alegre o triste, me holgara
de verte, señor, un día, 270
con una galantería,
que decirla te costara
desvelo.
DON FÉLIX               ¿A mí? Harto fuera
que alabarse, vive el cielo,
de que me costó un desvelo 275
ninguna mujer pudiera.
Eso no, pues sabe Dios
que si las hiciere ya
algún terrero, será
por estar cerca y ser dos. 280
Aunque a cualquiera me inclina
ya fuerza más poderosa.
HERNANDO Será ser rica y hermosa.
DON FÉLIX No es sino el estar vecina,
que es mayor perfección, pues 285
nada la iguala.
(Llaman.)
                         Mas di,
¿llaman a la puerta?
HERNANDO                                   Sí.
DON FÉLIX Ve y mira, Hernando, quién es.
 
 
Escena VII
 
DON JUAN, en traje de camino.-DON FÉLIX, HERNANDO.
 
DON JUAN Yo soy, don Félix; que estando
la puerta abierta, no fuera 290
bien, que más me detuviera.
DON FÉLIX Mal llamar ha sido, cuando
sabéis que puertas y brazos
están siempre para vos
de una suerte.
DON JUAN                        Guárdeos Dios, 295
que ya sé que destos lazos
el estrecho nudo fuerte
que en nuestras almas está,
sin romperle, no podrá
desatárnosle la muerte. 300
DON FÉLIX Seáis bien venido; que aunque
en la jornada de Hungría,
que veníades sabía,
no tan presto os esperé.
DON JUAN Fuerza adelantarme ha sido 305
para un negocio, en razón,
don Félix, de mi perdón.
DON FÉLIX ¿Habéisle ya conseguido?
DON JUAN Sí, y habiendo perdonado
la parte, gozar quisiera 310
del indulto que se espera
por las bodas; y así, he dado
priesa a venir, para que,
en vuestra casa escondido,
me halle a todo prevenido. 315
DON FÉLIX Dicha es mía. Y ¿cómo fue?
DON JUAN Ya sabéis que por la muerte,
Félix, de aquel caballero,
fui a Italia. Pues, lo primero,
dispuso mi buena suerte 320
ser ocasión que el señor
duque excelso y generoso,
de Terranova famoso,
iba por embajador
a Alemania. Acomodado 325
con él a Alemania fui;
y hallándose allá de mí
bien servido y obligado,
a España escribió, porque
conocimiento tenía 330
con la parte: y así un día,
sin saberlo yo, me hallé
con el perdón, en un pliego
que de su mano me dio.
DON FÉLIX El lance fue tal, que erró 335
la parte en no darle luego,
pues fue casual la pendencia
que dio la conversación.
DON JUAN Ésa es, Félix, la opinión
común; pero mi impaciencia 340
de mayor causa nacía,
que la que ocasiona el juego.
DON FÉLIX Eso es lo que yo no llego
a saber.
DON JUAN               Pues yo servía
(ya que decirlo no importa) 345
a una dama rica y bella
para casarme con ella;
y no con suerte tan corta,
que esperanzas no tuviese;
aunque me las dilataba 350
que ausente su padre estaba,
y la madre no quisiese
tratar su estado sin él.
En este tiempo entendí
servirla el muerto; y así, 355
ocasionado de aquel
lance que el juego nos dio,
con capa de otros desvelos
venganza tomó a mis celos,
con que todo se perdió; 360
pues fueran necios engaños,
confiado de mi estrella,
pensar hoy que aún viva en ella
memoria de tantos años.
DON FÉLIX Vos estáis bien persuadido; 365
que en Madrid, cosa es notoria
que en las damas, la memoria
vine a espaldas del olvido.
Su favor y su desdén
ya en ningún estado no 370
hizo fe: ¡bien haya yo,
que en mi vida quise bien!
DON JUAN ¿Todavía dese humor?
DON FÉLIX Sí, pues aunque ellas son bellas,
me quiero a mí más que a ellas; 375
y así tengo por mejor,
a la que me ha de engañar,
engañarla yo primero;
que yo por amigo quiero
al gusto más que al pesar. 380
Y para que no se crea
que lo es para vos mi humor,
ni para mi vuestro amor,
otra la plática sea,
¿Cómo en la jornada os ha ido? 385
DON JUAN Como a quien viene de ver
darse poder a poder
desempeños a partido;
Porque tal autoridad,
pompa, aparato y riqueza 390
como ostentó la grandeza
de una y otra majestad,
el día que la hija bella
del águila soberana,
generosamente ufana 395
trocó el Norte por la estrella
del hispano (en cuya acción,
llanto a gozo competido,
dejó del águila el nido
por el lecho del león), 400
no la vio otra vez el día.
DON FÉLIX De paso no estoy contento
de oírla.
DON JUAN                Pues estadme atento
porque a la relación mía
los afectos cortesanos 405
paguéis.
DON FÉLIX              Yo os la ofrezco brava.
DON JUAN Deudora Alemania estaba...
 
 
Escena VIII
 
DON PEDRO, vestido de color.-DON FÉLIX, DON JUAN, HERNANDO.
 
DON PEDRO Don Félix, bésoos las manos.
DON FÉLIX Seáis, don Pedro, bien venido
Por esta puerta en un punto 410
hoy se entra el bien todo junto.
Pues ¿qué venida ésta ha sido?
¿Acabóse el curso?
DON PEDRO                                No.
DON FÉLIX Pues ¿qué os trae?
DON PEDRO                              Yo os lo diré.
DON JUAN Si yo embarazo, me iré. 415
DON PEDRO No, caballero; que yo,
hallándoos con Félix, fío
mucho de vos, porque arguyo
que baste que amigo suyo
seáis, para ser dueño mío. 420
Demás, que aquí es mi venida
(que en decirlo no hago nada)
una dama celebrada,
que a mi amor agradecida
pude en Alcalá servir; 425
vino hoy a Madrid, y a vella
Vengo, don Félix tras ella.
DON FÉLIX ¿Y qué más?
DON PEDRO                     Que por huir
de mi padre, aquí escondido
dos días habré de estar. 430
DON FÉLIX Albricias me podéis dar
de haber a tiempo venido,
que en ella don Juan también
puede haceros compañía.
DON JUAN Será gran ventura mía 435
que en mí conozcáis a quien
serviros desea.
DON PEDRO                           Los cielos
os guarden.
DON FÉLIX                  Pues vive Dios
que no habéis de hablar los dos
tocados de amor y celos. 440
Haz que nos den de comer,
(A HERNANDO, que se va.)
y pues no hemos de salir
de casa, por divertir
el tiempo que puede haber,
la relación me decid, 445
don Juan, de la real jornada.
 
 
Escena IX
 
DON FÉLIX, DON JUAN, DON PEDRO.
 
DON JUAN Con calidad, que acabada,
la prevención de Madrid
diréis después.
DON FÉLIX                        Soy contento.
DON PEDRO Yo vengo a buena ocasión, 450
que una y otra relación
nueva es para mí.
DON JUAN                             Oíd atento.
Deudora Alemania estaba
a España de la más rica,
de la más hermosa prenda, 455
desde el venturoso día
que María nuestra infanta,
generosamente altiva,
trocó la española alteza
por la majestad de Hungría. 460
Deudora Alemania estaba.
(otra vez mi voz repita)
de tanto logro al empeño,
de tanto empeño a la dicha,
sin esperanzas de que 465
pudiese su corte invicta
desempeñarse con otra
de iguales méritos digna,
hasta que piadoso el cielo
ilustró su monarquía 470
de quien, al no la excedió,
pudo al menos competirla,
para que nos restituya
en Marïana su hija
tan una misma beldad, 475
que parece que es la misma.
Pues si de las dos esferas
vamos corriendo las líneas,
y en florida primavera
le dimos la maravilla, 480
la maravilla nos vuelve
en primavera florida,
que apenas catorce abriles
bebió del alba la risa.
Si la real sangre de Austria 485
sus hojas tiñó en la tiria
púrpura, en ella también
quiso que esotras se tiñan.
Si prudencia, si virtud,
si ingenio y partes divinas 490
la dimos, ésas nos vuelve,
porque de todas es cifra.
Después de capitulado
el rey, que mil siglos viva,
se dilataron las bodas 495
más tiempo del que quería
la ansia de los españoles;
mas no fueran conocidas
las dichas, si no vinieran
con su pereza las dichas. 500
Fue causa a la dilación
esperar que la festiva
tierna edad de la niñez
creciese, hasta ver que hoy pisa
de la juventud la margen: 505
¡Buen defecto es el de niña,
pues se va, aunque ella no quiera,
enmendando cada día!
Llegó, pues, el deseado
de que feliz se despida 510
el águila generosa
del real nido que la abriga,
porque saliendo a volar,
el cuarto planeta diga
que imperial águila es, puesto 515
que de hito en hito le mira,
y porque no sin decoro
deje la corte que habita,
llegó la nueva a Madrid,
de que allí el rey se despida 520
de su hermana, hasta la entrega,
mezclando el llanto y la risa;
que siempre en bodas de infanta
el pesar y el alegría
se equivocan, hasta que 525
de gala el dolor se vista,
saliendo de ellas casada.
Ferdinando, rey de Hungría
y Bohemia, ínclito joven,
que no vanamente aspira 530
que heredada la elección,
Roma su laurel le ciña,
en nombre del rey con ella
se desposa, y ejercita
tan amante sus poderes, 535
que sin perderla de vista,
hasta Trento la acompaña
con la pompa más lucida,
con el fausto más real
que vio el sol; pues a porfía 540
españoles, alemanes
y italianos, con su vista
se compitieron de suerte,
que era gloriosa la envidia,
Porque unos y otros hicieron 545
en costosas libreas ricas,
tratable el oro en sus venas,
fácil la plata en sus minas,
agotando de una vez
todo el caudal a las Indias. 550
Y porque por mar y tierra
halle siempre prevenida
quien por la tierra y el mar
de parte del rey la sirva,
el cargo del mar al duque 555
de Túrsis (de esclarecida
generosa casa de Oria,
siempre afecta y siempre fina
a esta corona) le dio,
porque de nuevo repita 560
en servicios y finezas
obligaciones antiguas.
La reina estuvo en Milán
detenida algunos días,
por ocasión de que el mar 565
embarazó con sus iras
de España el pasaje; pero
¿quién de su inconstancia fía,
que no motive de culpa
lo que no es más que desdicha? 570
Del mar y del viento, en fin,
las condiciones esquivas
o vencidas o templadas
(aténgome a que vencidas),
llegó el día de embarcarse; 575
y apenas la vio en su orilla
el mar, cuando convocó
todo el coro de sus ninfas
para que corriendo a tropas
la campaña cristalina, 580
tan sólo en ella dejaran
aquella inquietud tranquila,
que no bastando a temerla,
baste a hermosearla y lucirla.
Entró la reina en la Real, 585
cuya popa era encendida
brasa de oro, que a despecho
de tanta agua, estaba viva.
La chusma, toda de tela
nácar y plata vestida, 590
con camisolas de holanda,
que su gala es estar limpias,
velamen, jarcias y velas
a su modo guarnecidas
de mil colores, formaban 595
un pensil, a quien matizan
de flores los gallardetes
y las flámulas, que heridas
del aire que las tremola
y el agua que las salpica, 600
venganza daban al aire
y el agua de la ojeriza
que tenían con las salvas,
por ver que de ver les quitan
las negras nubes de humo 605
que dejó la artillería,
la más pura, la más bella,
la más noble y más divina
Venus que sobre la espuma
flechas de constancia vibra. 610
Aquí al compás de las piezas,
clarines y chirimías,
a leva tocó la Real,
cuya seña, obedecida,
aun primero que escuchada 615
fue de todos, con tal prisa,
que a un mismo tiempo la boga
arrancó; y siendo la grita
segunda salva vocal,
nos pareció, cuando se iba 620
de la tierra, una vistosa
primavera fugitiva.
Cuarenta galeras fueron
las que siguieron su quilla,
que más que rompen las olas, 625
las encrespan y las rizan.
El golfo tomó la nao,
aun sin tocar en las islas
Mallorca, Ibiza y Cerdeña;
no a causa de la enemiga 630
oposición de los puertos
de Francia; que bien podía,
viniéndose tierra a tierra,
tomar puerto en sus marinas,
porque en las enemistades 635
de las coronas, militan
en la campaña las armas,
y en la paz la cortesía:
y así, con salvoconducto
general en sus milicias, 640
Francia esperó a nuestra reina.
¡Qué bien lidian los que lidian
para vencer, cuando vencen,
aun menos que-cuando obligan!
-mas no puedo detenerme 645
en referir las festivas
demostraciones que Francia
la tenía prevenidas-.
El golfo tomó la nao,
trayendo siempre benigna 650
en los vientos y los mares
la fortuna, porque mira
que con sólo este festejo
que hace a España, se desquita
de otras penas que la debe 655
la vanidad de su envidia.
En fin, con serena paz
la vaga ciudad movida,
ya del remo que la impele,
ya del viento que la inspira, 660
los mares surca de España,
y de sus campos divisa
los celajes, que quisieran
que el mar en sus ondas frías
huéspedes los admitiese, 665
porque una vez se compitan
golfos de verde esmeralda
con montes de nieve riza.
Ya el mar saluda a la tierra,
ya la tierra al mar se humilla, 670
siendo la primera que
sus reales plantas pisan,
Denia. ¡Oh tú, mil veces tú
felice, pues en tu orilla
hoy de la concha de un tronco 675
sacas la perla más rica!
Querer que yo diga ahora
la majestad de las vistas,
el séquito de su corte,
las galas, las bizarrías, 680
el amor de sus vasallos,
de sus reinos la alegría,
no es posible, si no es que
con la voz de todos diga
que este repetido lazo, 685
en quien de esposa y sobrina
el nudo apretó dos veces,
con propagada familia,
para bien común de España
venturosos siglos viva. 690
DON FÉLIX No tuve gusto mayor.
Estad ahora vos atento.
-Con el general contento
digno a su lealtad...
 
 
Escena X
 
HERNANDO.-Dichos.
 
HERNANDO                                    Señor.
DON FÉLIX ¿Qué dices?
HERNANDO                   Que las dos bellas 695
damas que al barrio han venido
a la ventana han salido,
y desde ésta puedes vellas.
Perdone la relación,
pues dice a voces la fama: 700
«Antes que todo es mi dama»,
y después habrá ocasión
para ella; que ver deseo
qué cosa son mis vecinas.
(Asómase a la ventana.)
¡Vive Dios, que son divinas! 705
DON JUAN Veámoslas todos.
 
(Llega DON JUAN a mirar.)
 
                             (Aparte. ¡Qué veo!
Ella es.)
DON PEDRO              Pues las visteis vos,
a mí me dejad llegar.
 
(Llega DON PEDRO.)
 
DON FÉLIX A fe que hay bien que admirar
en cualquiera de las dos. 710
DON PEDRO (Aparte. ¿Qué es lo que veo? Ella es, ¡cielos!)
Gran dicha ha sido venir (A DON FÉLIX.)
a vuestro barrio a vivir.
DON JUAN (Aparte. Disimulen mis desvelos.)
Bizarra cualquiera es. 715
DON PEDRO (Aparte. Finja mi pena amorosa.)
Cualquiera es dellas hermosa.
 
(Vase HERNANDO.)
 
DON FÉLIX ¿Oyen vuesarcedes? Pues
bizarras y hermosas son,
quítense de aquí, porque 720
son muy tiernos para que
les dé mi jurisdicción.
A su dama cada uno,
pues están enamorados:
déjenme con mis cuidados, 725
sin alabarme ninguno
bellezas ni bizarrías;
que aquestas damas, les digo
que son cosas de un amigo.
DON JUAN (Aparte. ¡Qué poco mis alegrías 730
duraron!) Ya se quitaron
de la ventana. (Aparte. Porque
yo llore su ausencia fue.
La primer cosa que hallaron,
¡cielos!, mis penas, ha sido 735
dellas la causa. ¡Ay de mí!)
DON PEDRO (Aparte.) La primer cosa que vi,
es por la que aquí he venido.
 
(Sale HERNANDO.)
 
HERNANDO La mesa espera, señor.  (Vase.)
DON FÉLIX Vamos a comer, que aunque 740
tan enamorado esté,
tengo más hambre que amor.
DON JUAN (Aparte a DON FÉLIX.)
Aunque de burlas habláis,
sabed que de mi fortuna
una es la causa.
DON FÉLIX (Aparte.)          Adiós, una. 745
DON PEDRO Aunque tan de humor estáis,
por sí o por no, sabed que
una de las dos, por Dios,
es la que sigo. (Vase.)
DON FÉLIX                         Adiós, dos.
¡Qué corta mi dicha fue! 750
Si no es que una misma sea
(que aún peor que esto sería)
la que uno y otro quería.
¡Plegue a Dios que no se vea
empeñado en los desvelos 755
de dos amigos mi honor,
y pague celos y amor
quien no tiene amor ni celos. (Vase.)
 
 
Sala en casa de don Alonso.
 
 
Escena XI
 
CLARA y EUGENIA.
 
CLARA Por cierto, casa y adorno,
todo, Eugenia, está extremado. 760
EUGENIA A mí no me ha parecido
sino de la corte el asco.
CLARA ¿Por qué?
EUGENIA                   Cuanto a lo primero,
porque éste, Clara, es el barrio
donde de la corte habitan 765
los pájaros solitarios.
A los pozos de la nieve
casa mi padre ha tomado:
¡Fresca vecindad! Agosto
le agradezca el agasajo. 770
CLARA Por la quietud y el jardín
lo haría.
EUGENIA                 ¡Lindos cuidados!
¿Quietud y jardín? Para eso
Yuste está juntico a Cuacos.
Pero en Madrid, ¿qué quietud 775
hay como el ruido? y ¿qué cuadro,
aunque con más tulipanes
que trajo extranjero mayo,
como una calle que tenga
gente, coches y caballos, 780
llena de lodo el invierno,
llena de polvo el verano,
donde una mujer se esté
de la celosía en los lazos,
al estribo de un balcón, 785
a todas horas paseando?
Pues ¿qué los adornos?
CLARA                                    ¿No es
de terciopelo este estrado
y sillas y con su alfombra,
de granadillo y damasco 790
estas camas, los tapices
de buena estofa, y los cuadros
de buen gusto, y el demás
menaje, Eugenia, ordinario,
limpio y nuevo? Pues ¿qué quieres? 795
EUGENIA Buenos son; pero diez años
de Indias son mucho mejores.
Yo pensaba que el adagio
de tener el padre alcalde,
era niño comparado 800
con la suma dignidad
de tener el padre indiano.
Fuera de que entre estas cosas
que tú me encareces tanto,
la mejor cuadra y mejor 805
alhaja es la que no hallo.
CLARA ¿Cuáles son?
EUGENIA                         Coche y cochera,
que ella en invierno y verano
es la mejor galería,
y el más hermoso trasto. 810
¿Qué Indias hay donde no hay coche?
¡Aquí de Dios y sus santos!
¿Qué ensayados trae, no ha escrito
muchos pesos? Pues veamos,
si no han de hacer su papel, 815
¿para qué se han ensayado?
CLARA ¿Ni aun a tu padre reserva
la sátira de tus labios?
¡Jesús mil veces!
EUGENIA                              ¡Mala hija!
Vivir quisiera mil años, 820
sólo por ver si me logro.
CLARA Advierte, Eugenia, que estamos
ya en la corte, y que el despejo,
el brío y el desenfado
del buen gusto, aquí es delito; 825
que aquí dan los cortesanos
estatua al honor, de cera,
y a la malicia, de mármol.
No digo que no sea bueno
lo galante y lo bizarro; 830
pero ¿qué importa si no
lo parece? Y no es tan malo
no ser bueno y parecerlo,
como serio y no mostrarlo.
El honor de una mujer, 835
y más mujer sin estado,
al más fácil accidente
suele enfermar, y no hay ampo
de nieve que más aprisa
aje su tez al contacto 840
de cualquiera: planta no hay,
que padezca los desmayos
más presto; que sin el cierzo,
basta a marchitarla el austro.
Cuantos tus versos celebran, 845
cuantos tus donaires, cuantos
tu ingenio, son los primeros,
Eugenia, que al mismo paso
que te lisonjean el gusto,
te murmuran el recato, 850
rematando en menosprecio
lo mismo que empieza aplauso.
Y una mujer como tú
no ha de exponerse a los daños
de que parezca delito 855
nada, ni le sea notado
hacer profesión de risa,
que tan presto ha de ser llanto
¿Hasta hoy en carta de dote,
Eugenia, ha capitulado 860
la gracia?
EUGENIA                  Quam mihi et vobis
praestare se te ha olvidado,
para acabar el sermón
con todos sus aparatos.
Y para que de una vez 865
demos al tema de mano,
has de saber, Clara, que
los non fagades de antaño
que hablaron con las doncellas
y las demás deste caso, 870
con las calzas atacadas
y los cuellos se llevaron
a Simancas, donde yacen
entre mugrientos legajos.
Don Escrúpulo de honor 875
fue un pesadísimo hidalgo,
cuyos privilegios ya
no se leen de puro rancios.
Yo he de vivir en la corte
sin melindres y sin ascos 880
del qué dirán, porque sé
que no dirán que hice agravio
a mi pundonor; y así,
derribado al hombro el manto,
descollada la altivez, 885
atento el desembarazo,
libre la cortesanía,
he de correr a mi salvo
los siempre tranquilos golfos
de calle Mayor y Prado, 890
cosaria de cuantos puertos
hay desde Atocha a Palacio.
Uso nuevo no ha de haber
que no le estrene mi garbo:
¿Amiga sin coche? Tate; 895
y ¿sin chocolate estrado?
No en mis días; porque sé
que es el consejo más sano
el mejor amigo el coche,
y él el mejor agasajo. 900
Las fiestas no ha de saberlas
mejor que yo el calendario:
desde el Ángel a San Blas,
desde el Trapillo a Santiago.
Si picaren en el dote 905
los amantes cortesanos,
que enamorados de sí
más que de mí enamorados,
me festejen, has de ver
que al retortero los traigo, 910
haciendo gala el rendirlos,
y vanidad el dejarlos.
Todo esto quiero que tengas,
Clara, entendido; y si acaso
vieres en mí...
CLARA                         ¿Qué he de ver, 915
si aun de escucharte me espanto?
 
 
Escena XII
 
DON ALONSO, muy alegre.-CLARA, EUGENIA.
 
DON ALONSO ¡Eugenia! ¡Clara!
LAS DOS                               Señor.
DON ALONSO Pediros albricias puedo.
LAS DOS ¿De qué?
DON ALONSO                De la mejor dicha,
mayor bien, mayor contento 920
que sucederme pudiera,
después de llegar a veros.
Don Toribio Cuadradillos,
hijo mayor y heredero
de mi hermano, mayorazgo 925
del solar de mis abuelos,
llegará al punto: una posta
que se adelantó, me ha hecho
relación de que ahora queda
muy cerca de aquí.
EUGENIA                               Por cierto 930
que pensé que había venido,
según tu encarecimiento,
algún plenipotenciario
con la paz del universo.
DON ALONSO (Llamando.) Mari-Nuño.
 
 
Escena XIII
 
MARI-NUÑO; después BRÍGIDA y OTÁÑEZ.-Dichos.
 
MARI-NUÑO ¿Qué me mandas? 935
DON ALONSO Aderécese al momento
aquese cuarto de abajo,
y esté aliñado y compuesto.
Tú, ¡Brígida!.   (Llamando.)
 
(Sale Brígida.)
 
                        Saca ropa
de la excusada.
BRÍGIDA                        Ya tengo 940
un azafate, que pueden
beber su holanda los vientos.
 
(Vanse MARI-NUÑO y BRÍGIDA.)
 
DON ALONSO (Llamando.)   ¡Otáñez!

 
(Sale OTÁÑEZ)
 
OTÁÑEZ Señor...
DON ALONSO           Buscad
algo de regalo presto,
para que coma en llegando. 945
 
(Vase OTÁÑEZ.)
 
Y a las dos, hijas, os ruego
le agasajéis mucho Ved
que es vuestra cabeza; y creo
que será la más dichosa
la que le tenga por dueño, 950
pues será escudera suya
la otra. (Aparte.) Así inclinar pretendo
a Eugenia.
EUGENIA                  Yo desa dicha
pocas esperanzas tengo,
que Clara es mayor.
CLARA                                ¿Qué importa, 955
si es más tu merecimiento?
EUGENIA ¿Falsedad conmigo, Clara?
DON ALONSO Ya en el portal hay estruendo.
Oíd.
 
 
Escena XIV
 
DON TORIBIO, OTÁÑEZ.- DON ALONSO y sus hijas.
 
DON TORIBIO (Dentro.)   ¿Vive aquí un señor tío
que yo en esta corte tengo, 960
con dos hijas, por más señas
con quien a casarme vengo,
de dos la una, como apuesta?
OTÁÑEZ (Dentro.)   Ésta es la casa.
DON ALONSO                                          Yo creo
que es él sin duda. Llegad 965
conmigo al recibimiento.
 
(Pasan los tres desde la sala al recibimiento, que está en el fondo del teatro.)
 
DON TORIBIO (Dentro.)   ¿Y está acá?
OTÁÑEZ (Dentro.)   En casa está.
DON TORIBIO (Dentro.)                        Pues
ten ese estribo, Lorenzo.
 
(DON ALONSO va a encontrarse con don TORIBIO; EUGENIA y CLARA miran por la puerta hacia afuera.)
 
EUGENIA ¡Jesús!, ¡qué rara figura!
CLARA Tú tienes razón por cierto. 970
EUGENIA ¡Ay, que consintió mi hermana
en murmuración!
 
(Vuelve DON ALONSO con DON TORIBIO, vestido de camino ridículamente.)
 
DON ALONSO                             Contento,
sobrino y señor, de ver
que haya concedido el cielo
esta ventura a mi casa, 975
salgo alegre a conoceros
por mayor pariente della.
DON TORIBIO Pues bien poco hacéis en eso;
que en el valle de Toranzos,
desde tamañito, tengo 980
el ser cabeza mayor
adonde quiera que llego
DON ALONSO Llegad: ved que vuestras primas
desean mucho conoceros,
y han salido a recibiros. 985
DON TORIBIO Razonables primas tengo.
CLARA Vos seáis muy bien venido.
DON TORIBIO Tanto favor agradezco.
DON ALONSO ¿Cómo venís?
DON TORIBIO                       Muy cansado;
que traigo un macho, os prometo, 990
de tan mal asiento, que
me ha hecho a mí de mal asiento.
 
(Pasan del recibimiento a la sala.)
 
DON ALONSO Mientras de comer os dan,
sentaos.
DON TORIBIO                 ¿No será más bueno
el trocarlo, y que me den 995
de comer mientras me siento?
Pero por no ser porfiado,   (Siéntase.)
que os sentéis los tres os ruego;
que yo de cualquier manera
estoy bien.
CLARA (Aparte.)   ¡Lindo despejo! 1000
EUGENIA (Aparte a CLARA.)   ¿Ésta es mi cabeza?
CLARA                                                                    Sí.
EUGENIA En aqueste instante creo,
cierto, que soy loca, pues
tan mala cabeza tengo.
DON TORIBIO Finalmente, primas mías, 1005
como digo de mi cuento,
parece que sois hermosas,
ahora que caigo en ello;
y tanto, que ya me pesa
que seáis a la par tan bellos 1010
ángeles.
LAS DOS               ¿Por qué?
DON TORIBIO                                 Porque...
Mas explíqueme un ejemplo.
Escriben los naturales
que puesto un borrico en medio
de dos piensos de cebada, 1015
se deja morir primero
que haga del uno elección,
por más que los mire hambriento;
yo así en medio de las dos,
que sois mis mejores piensos, 1020
no sabiendo a cuál llegue antes,
me quedaré de hambre muerto.
DON ALONSO ¡Oh sencillez de mi patria,
cuánto de hallarte me huelgo!
CLARA ¡Buen concepto y cortesano! 1025
EUGENIA (Aparte.)   De borrico es, por lo menos.
DON TORIBIO Mas remedio hay para todo.
¿No ha de traerse, a lo que entiendo,
tío, una dispensación,
por razón del parentesco, 1030
para la una?
DON ALONSO                      Claro está.
DON TORIBIO Pues traigan dos, que yo quiero
dar el dinero doblado;
y desa suerte, en teniendo
para cada una la suya, 1035
casaré con ambas. Pero,
¡ah sí!, que se me olvidaba.
¿Cómo estáis, saber deseo,
vos y mis señoras primas?
DON ALONSO Muy alegre y muy contento 1040
de ver mi casa y mis hijas,
y a vos, para que seáis dueño
del fruto de mis trabajos.
DON TORIBIO Eso y mucho más merezco
Si vierais mi ejecutoria, 1045
primas mías, os prometo
que se os quitarán mil canas.
¡Vestida de terciopelo
carmesí, y allí pintados
mis padres y mis abuelos, 1050
como unos santicos de Horas!...
En las alforjas la tengo.
Esperad, iré por ella,
para que veáis que no os miento.
 
 
Escena XV
 
MARI-NUÑO.-Dichos.
 
MARI-NUÑO La comida está en la mesa. 1055
(Espántase DON TORIBIO de ver a MARI-NUÑO.)
DON TORIBIO ¡Ay, señor tío!, ¿qué es esto?
¿Trajisteis este animal
de las Indias?, que no creo
que es hombre ni mujer, y habla.
DON ALONSO Es dueña.
DON TORIBIO                ¿Y es mansa?
MARI-NUÑO (Aparte, a EUGENIA.)  Ingenio 1060
cerril tiene el primo.
EUGENIA                                No es,
sino tonto por extremo.
DON ALONSO Cómo queda vuestro padre
y su casa, saber quiero.
DON TORIBIO No me haga mal hijodalgo 1065
de comedias, si me acuerdo.
MARI-NUÑO La mesa está puesta.
DON TORIBIO                                  ¿Y dónde
tenéis la mesa?
MARI-NUÑO                        Allá dentro.
DON TORIBIO No sé si lo crea.
MARI-NUÑO                            ¿Por qué?
DON TORIBIO Porque la instrucción que tengo 1070
es, que no me crea de dueñas.
Pero yo lo veré presto.
Perdonadme, que no soy
amigo de cumplimientos.
 
(Vase.)
 
 
Escena XVI
 
DON ALONSO, CLARA, EUGENIA, MARI-NUÑO.
 
CLARA (Aparte.)   ¡Lindo primo, por mi vida! 1075
MARI-NUÑO (Aparte.)   Él no es galán; pero es puerco.
EUGENIA (Aparte.)   Las guardas de peste ¿cómo
entrar le dejaron dentro?
DON ALONSO ¿De qué estáis tristes las dos?
LAS DOS Yo de nada.
DON ALONSO                    Ya os entiendo. 1080
¡Os habrá el estilo y traje
desagradado! Pues esto
es lo más y lo mejor
que tiene: veréis cuán presto
le mejoran corte y trato. 1085
Los más vienen así, y luego
son los más agudos. Mas
explicaros cuán contento
y alegre estoy, no es posible,
de ver que vuelva a mis nietos 1090
la casa de mis mayores.
Don Toribio, ¡vive el cielo!,
se ha de casar con la una,
sin pensar la otra por eso
que no ha de casar con otro 1095
como él; porque no quiero
que lo que a mí me ha costado
tanta fatiga y anhelos,
me malbarate un mocito
que gaste en medias de pelo 1100
más que vale un mayorazgo.
Si viera por un sombrero
de castor dar veinte o treinta
reales de a ocho yo a mi yerno
sacados de mi sudor, 1105
perdiera mi entendimiento;
y así no hay que hablar, sino
persuadiros desde luego
que éste y otro como éste
han de ser esposos vuestros. (Vase.) 1110
CLARA Primero pierda la vida.
EUGENIA La vida no; mas primero
me quedaré sin casar,
que es más encarecimiento.



Jornada segunda
 
Sala en casa de don Félix.
 
 
Escena I
 
DON FÉLIX, DON JUAN, HERNANDO.
 
DON FÉLIX                               ¿Cómo habéis, don Juan, pasado
la noche?
DON JUAN               ¿Cómo pudiera,
don Félix, en vuestra casa,
sino muy bien, puesto que ella
de mi tristeza no tiene 5
la culpa?
DON FÉLIX                 Pues ¿qué tristeza
ea la que ahora os aflige?
DON JUAN No sé cómo os la encarezca
Desde el instante que vi
esa divina belleza 10
que aún en mi memoria vive
a pesar de tanta ausencia,
todas aquellas cenizas,
que entre olvidadas pavesas,
aún no juzgué que eran humo, 15
llama han sido: de manera
que conocí que han estado
en ocioso fuego envueltas,
tibias, pero no apagadas;
calladas, pero no muertas. 20
No volví a verla ayer tarde,
porque no volvió a la reja;
y así, hoy con la esperanza
de que siendo día de fiesta
no dejará de salir, 25
he madrugado por verla.
A la puerta de la calle
voy a esperar que amanezca
segundo sol para mí.
Vos haced, por vida vuestra, 30
puesto que no importa el caso,
que nada don Pedro entienda. (Vase.)
DON FÉLIX ¿Habrá hombre tan necio como
el que hallar memorias piensa
en una mujer, al cabo 35
de tantos años de ausencia?
HERNANDO Déjale que con su engaño
viva.
DON FÉLIX          Un cortesano, que, era,
decía, el engaño la cosa
que más y que menos cuesta 40
Veamos estotro doliente
en qué estado está, ya que esta
casa, de locos de amor
se ha vuelto convalecencia.

 
Escena II
 
DON PEDRO.-DON FÉLIX, HERNANDO.
 
DON FÉLIX ¿Qué hay, don Pedro? Buenos días. 45
DON PEDRO Fuerza será que lo sean,
recibiéndolos de vos
y en vuestra casa, por vuestra,
y por la dicha de estar
mis esperanzas tan cerca. 50
No creeréis cuánto gozoso
y ufano estoy de que sea
vuestra vecina esta dama;
pues con eso, cosa es cierta
que para verla, don Félix, 55
dos mil ocasiones tenga;
y por no perder ninguna
voy a esperarla a la puerta,
pues sin duda que hoy a misa
habrá de salir por fuerza. 60
DON FÉLIX En ella don Juan aguarda.
DON PEDRO Así se hará la deshecha
mejor, paseándonos todos.
Vos, aunque llevaros quiera
a otra parte, no vais; pero 65
de suerte que nada entienda.
 
(Vanse.)
 
Calle.
 
 
Escena III
 
DON FÉLIX y DON PEDRO, encontrándose con DON JUAN.
 
DON FÉLIX ¿Qué hacéis, don Juan?
DON JUAN                                        Esperaros
para saber a qué iglesia
queréis que vamos a misa.
(Aparte a él. De aquí no hagamos ausencia) 70
DON PEDRO Lo mismo le decía yo
Vamos adonde os parezca.
No os vais, don Félix, de aquí. (Aparte a él.)
DON FÉLIX (Aparte.) (Desta suerte fácil fuera
servir un hombre a dos amos, 75
mandando una cosa mesma.)
Vuesarcedes, caballeros
muy enamorados, ¿piensan
que no hay más que irse y llevarme
cada cual a su querencia? 80
Pues no, ¡vive Dios!, que hoy
se han de estar donde yo quiera;
que quiero yo enamorar
también un día en conversa.
Y así, hasta que mis vecinas 85
salgan y vamos tras ellas,
para ver la que me toca
festejar (pues cosa es cierta
que yo la que quiero más,
es la que tengo más cerca), 90
no se ha de ir de aquí ninguno.
DON PEDRO Por mí sea norabuena.
DON JUAN Por mí también.
DON PEDRO (Aparte a DON FÉLIX.)
                           ¡Lindamente
habéis hecho la deshecha
con don Juan!
DON JUAN (Aparte a DON FÉLIX.)
                      ¡Bien con don Pedro 95
desmentido habéis mis penas!
DON FÉLIX (Aparte.)   Mas lo hago por saber
si es que es la dama una mesma.
Y si es la que de las dos...
Mas no prosiga mi lengua; 100
que es tarde para que a mí
beldad alguna me venza.
DON JUAN Pues ya que queréis, don Félix,
que os asistamos, no sea
tan de balde, que no os cueste 105
el pagarnos una deuda
que no debéis.
DON PEDRO                       Es verdad,
y es famosa ocasión ésta,
pues sólo para hacer hora
son las relaciones buenas. 110
DON FÉLIX Yo me huelgo, pues así
hablaré un rato siquiera,
sin que a la mano me vayan
con amor, celos y ausencia.
-Con el general contento, 115
Madrid, digno a su fineza,
a su lealtad y su amor,
oyó las felices nuevas
de las bodas de su rey;
y más cuando supo que era 120
la divina Mariana...
DON JUAN Tened, que dejar es fuerza
otra vez la relación
para otra ocasión suspensa.
DON FÉLIX ¿Por qué?
DON JUAN                 Porque sale gente. 125
DON FÉLIX ¿Cuánto va que se me queda
la relación en el cuerpo,
y vienen otros a hacerla?
DON PEDRO Un criado es el que sale,
que a su amo sin duda espera. 130
DON JUAN Bien podéis ya proseguir.
DON FÉLIX Digo que en gozosa muestra
del alegría de todos...
-Pues todos juntos quisieran
significar los afectos 135
en regocijos y fiestas;
y aunque, como vos dijisteis,
caminan con su pereza
las dichas, y no es el gusto
correo a toda diligencia; 140
con todo eso...- llegó el día
de saberse que en Viena
el rey desposado estaba,
remitiéndole que ejerza
sus poderes Ferdinando, 145
rey de Hungría y de Bohemia:
Ferdinando, ínclito joven,
en quien la sacra diadema
de rey de romanos, presto
hará la elección herencia. 150
Él, pues, no del poder sólo
usó, más de la fineza:
Con que sirviendo a su hermana,
hizo de la corte ausencia.
Dejemos en el camino 155
las dos majestades (que ésta
no es la acción que a mí me toca,
ya que vos con la agudeza
de vuestro ingenio dijisteis
el aparato y grandeza), 160
y vamos a que Madrid,
desvelada, fiel y atenta
al servicio de sus reyes,
que es de lo que más se precia,
en tanto que prevenía 165
la usada lid de sus fiestas,
convidó lo más ilustre
de la española nobleza,
para una máscara; haciendo
(fuese acaso o diligencia) 170
a propósito de bodas
ceremoniosa la fiesta;
porque si a la antigüedad
revolvéis humanas letras,
hallaréis cómo en las nupcias 175
aun menos ilustres que éstas,
con antorchas en las manos
corrían tropas diversas
a quien llamaban preludios,
invocando la suprema 180
deidad del sacro Himeneo,
a cuyas aras las teas
sacrificaban, cantando
epitalamios, en prendas
de que a aquellos casamientos 185
favorable a asistir venga.
Y así de la antigüedad
tomando Madrid aquella
parte festiva, y dejando
la gentílica depuesta, 190
usó el regocijo sólo,
mejorando ilustre y cuerda
el rito, pues que fue dando
al cielo gracias inmensas
de sus dichas, cuyas voces 195
variamente lisonjeras,
fueron el epitalamio
que España cantó contenta,
en música, que es confusa,
más dulce, si no más diestra. 200
En toda mi vida vi
tan hermosa tropa bella,
como la máscara junta,
cuando al compás de trompetas,
clarines y chirimías 205
empezaron a moverla
los dos polos que de España
y de Alemania sustentan
la política, bien como
dando generosas muestras 210
de que Alemania y España
por todo, el tiempo interesan,
una en que tal prenda da,
y otra en que admite tal prenda
Bien quisiera yo pintarlos; 215
pero aunque más lo pretenda,
no es posible, si no es
que la retórica quiera,
en sus figuras prestarme
el uso de sus licencias, 220
cometiendo una que llaman
tropo de prosopopeya,
que es cuando lo no posible
bajo objeto de la idea,
o callando se imagina, 225
o hablando se representa.
Porque si no es que finjáis
allá en la fantasía vuestra
bajar de púrpura un monte,
arder de plata una selva, 230
y de selva y monte luego
formáis un monstruo, que a fuerza
de nuevo metamorfosis
todo en fuego se convierta,
no podréis imaginar 235
cómo aquel peñasco era
de luz y nácar y plata,
en cuya abrasada selva
fueron las plumas las flores,
y las hachas las estrellas. 240
Tan iguales todos juntos
y cada uno, que no hubiera
pareja que poder darles,
si ellos mismos no se hubieran
antes convenido a ser 245
ellos mismos sus parejas.
Cuando del un puesto al otro
corrían las tropas, eran
disueltas exhalaciones
y dilatados cometas. 250
Tan hermosa fue la noche,
que el día entre pardas nieblas
sucedió por muchos días
la faz de nubes cubierta,
llorando lo que llovía, 255
o de envidia o de vergüenza.
Hasta que desempeñada
vio su luz con la belleza
del día, que vio la plaza
para los toros dispuesta. 260
Porque aunque su hermoso circo
siempre ha sido heroica afrenta
de cuantos anfiteatros
Roma en ruina nos acuerda,
nunca con más causa, pues 265
nunca se vio su grandeza,
a fuer de dama, ni más
despejada ni más bella
ser, que cuando vio que a tropas
ocupaban la palestra 270
de los lucidos criados
las adornadas catervas,
que como a triunfo trajeron
los grandes héroes, que en ella
la suerte han hecho precisa; 275
porque ya el acaso deja
de ser acaso, pues ya
no viene a ser sino fuerza
el que ha sacado al acierto
del nombre de contingencia. 280
A ninguno he de nombraros,
y es justo; que no quisiera
que habiendo ya tantas plumas
pintado a sus excelencias,
los desluciesen ahora 285
cortedades de mi lengua.
Sólo os diré que no hubo
bruto que armada la testa,
la piel manchada, arrugado
el ceño, hendida la huella, 290
dilatado el cuello, el pecho
corto, la cerviz inhiesta,
de una vez escriba osados
caracteres en la arena,
como quien dice: «Ésta es 295
o vuestra huesa o mi huesa»,
que no fuese triunfo fácil
del primor y la destreza,
del que más hidalgo bruto
soberbio con la obediencia, 300
dócil con la lozanía,
sus amenazas desprecia
al tacto del acicate,
o al aviso de la rienda;
pues ya el asta y ya la espada 305
en ambas acciones diestra,
airosamente mezclaban
la hermosura y la fiereza.
Feliz acabó la tarde,
quedando Madrid contenta 310
con ella y con la esperanza
de que su deidad se acerca:
y así, sólo en prevenciones
desde entonces se desvela,
porque siendo, como es, 315
la corte el centro y la esfera
que ha de merecer lograrla
más suya, desaire fuera,
habiendo de paso tantas
ciudades héchola fiestas, 320
exceder ella en las dichas,
y las otras en finezas:
y más estando a su aplauso
las naciones extranjeras,
o de envidiosas pendientes, 325
o de curiosas atentas.
Y así, la prolijidad
de las horas de la ausencia
gastó sólo en disponer
aparatos, que ahora es fuerza 330
que yo remita a mejor
pluma que nos los refiera,
diciendo ahora solamente
que la señora condesa
de Medellín, de Cardona 335
ilustre familia excelsa,
a Denia fue a recibirla
como mayor camarera,
adonde esperó hasta el día
de la deseada nueva 340
de que ya su Majestad
(que Dios guarde) estaba en Denia.
Aquí el señor almirante
a darla la enhorabuena
de parte del rey salió; 345
y aunque salió a la ligera,
fue con aquel lucimiento
digno a ser quien es; que fuera
en su excelencia muy tibia
la disculpa de la priesa. 350
De deudos, criados y amigos
fue el séquito de manera,
que a no hacer particular
elección, pienso que fuera
dejar sin gente a Castilla; 355
que de un almirante della,
¿quién de ser deudo, o amigo,
o criado se reserva?
¡Oh felice casa, adonde
entre todas tus grandezas, 360
el afecto es patrimonio,
y lo bien visto es herencia!
En este intermedio, pues,
hizo Madrid diligencias
más afectivas en orden 365
a que todo se prevenga
con majestad y aparato,
para la entrada a la reina,
asistida dignamente
del que tío la festeja, 370
del que esposo la merece,
del que amante la celebra,
poniendo a sus pies dos mundos;
pues como cuarto planeta,
cuanto ilumina, la postra, 375
cuanto dora, la sujeta,
coronándola tres veces,
esposa, sobrina y reina.
Con que hasta el felice día
que nuestros ojos la vean 380
entrar triunfante en su corte,
mi relación se suspenda,
divertida en la esperanza
de que generosa venga
a ser fin de nuestras ansias, 385
término de nuestras penas,
logro de nuestros deseos,
y a par de las dichas nuestras,
con felice sucesión
nos viva edades eternas. 390
DON JUAN La relación con el tiempo
se ha medido de manera,
que acabarla y salir gente,
ha sido una cosa mesina.
DON PEDRO Sí, mas no la que esperamos. 395
DON FÉLIX No, porque es el padre dellas.
DON JUAN No le conocí hasta ahora,
(Aparte.) que en mi tiempo estaba fuera.
DON PEDRO Nunca hasta ahora le vi,
(Aparte.)   que yo siempre amé en su ausencia. 400
DON JUAN ¿Quién es el que con él viene?
HERNANDO Yo podré dar esa cuenta.
Es un sobrino asturiano,
con quien el padre desea
casar una de las dos. 405
DON JUAN (Aparte.)   Quiera el cielo, que no sea
la novia la que yo adoro.
DON PEDRO (Aparte.)   Plegue a Dios que no sea Eugenia.
 
 
Escena IV
 
DON ALONSO; DON TORIBIO, vestido de negro, ridículo.-
DON FÉLIX, DON JUAN, DON PEDRO, HERNANDO
 
DON FÉLIX Pasémonos.
DON TORIBIO                   Como digo,
¿qué hacen, tío, a nuestra puerta 410
estos mocitos?
DON ALONSO                        ¿No están
en la calle? ¿Qué os altera?
DON TORIBIO ¡En la calle de mis primas,
sin más ni más, se pasean!
DON ALONSO Pues ¿por qué no?
DON TORIBIO                             Porque no 415
me ha de haber paseante en ella
ni piante, ni mamante;
y más éstos de melena,
que Filenos de golilla,
de candil y bigotera, 420
andan cerrados de sienes
y trasparentes de piernas.
DON ALONSO ¿Qué habemos de hacer, si son
vecinos?
DON TORIBIO                Que no lo sean.
DON ALONSO ¿Cómo, si tienen aquí 425
sus casas?
DON TORIBIO                  Que no las tengan.
DON FÉLIX Fuerza es hablarle. Yo llego,
pues buena ocasión es ésta.
Dadme, señor don Alonso,
aunque de paso, licencia 430
para besaros la mano
y daros la enhorabuena
de haber al barrio venido;
que aunque excusarlo debiera
hasta estar en vuestra casa 435
y visitaros en ella,
el alborozo de ver
que tan buen vecino tenga,
dilatar no me permite
que a su servicio me ofrezca 440
DON PEDRO Todos lo mismo decimos.
DON TORIBIO (Aparte.)   ¡Qué ceremonia tan necia!
DON ALONSO Guárdeos Dios por la merced
que me hacéis; que si supiera
la dicha de mereceros 445
tantos favores, hubiera
cumplido mi obligación,
visitandoos en la vuestra.
Conoced a mi sobrino,
que quiero que desde hoy sea 450
vuestro servidor.
DON TORIBIO (Aparte a DON ALONSO)   ¿Yo había
de ser alhaja tan puerca?
DON ALONSO Ésta es acción cortesana.
DON TORIBIO Mas me huele a corte-enferma.
DON ALONSO Llegad, don Toribio: ved 455
que estos señores esperan
conoceros.
 
(Llega DON TORIBIO.)
 
DON JUAN                   En nosotros
tendréis a vuestra obediencia
hoy amigos y criados.
DON TORIBIO Guárdeos Dios por la fineza. 460
DON FÉLIX ¿Venís con salud?
DON TORIBIO                              Al cielo
gracias, ni mala ni buena,
sino así así, entreverada,
como lonja de la pierna.
DON ALONSO Más despacio besaré 465
vuestras manos: dad licencia...
DON FÉLIX Vos la tenéis.
DON ALONSO                     Don Toribio,
venid.
DON TORIBIO (Aparte a DON ALONSO.)
              ¿Aquí te los dejas?
DON ALONSO ¿Qué he de hacer?
DON TORIBIO                                Yo lo sé.
DON ALONSO                                             ¿Adónde
vas?
DON TORIBIO        A dar a casa vuelta. 470
DON ALONSO ¿A qué?
DON TORIBIO              A decir a mis primas
que en todo hoy no salgan fuera
DON ALONSO ¿Han de quedarse sin misa?
DON TORIBIO ¿Qué dificultad es ésa?
Mi ejecutoria les basta 475
para ser cristianas viejas.
DON ALONSO ¡Jesús, y qué disparate!
Venid, venid: no lo entiendan
esos hidalgos.
DON TORIBIO                       Por Dios,
que si por mi voto fuera, 480
no habían de salir de casa,
quisieran o no quisieran
 
(Vanse DON ALONSO y DON TORIBIO.)
 
DON FÉLIX No sé cómo fue posible...
DON JUAN ¿Qué?
DON FÉLIX            Que la risa detenga,
viendo al primo.
DON PEDRO                           ¡Qué figura 485
tan rara!
DON JUAN                 Extraña presencia
de novio.
 
 
Escena V
 
CLARA y EUGENIA, con mantos; OTÁÑEZ delante, y BRÍGIDA y MARI-NUÑO detrás.- DON FÉLIX, DON JUAN, DON PEDRO, HERNANDO.
 
HERNANDO                   Ya las dos salen.
DON FÉLIX Desde aquí podremos verlas,
como acaso.
CLARA                     Échate el manto,
que hay gente en la calle, Eugenia. 490
EUGENIA ¿Qué he hecho yo para no andar
con la cara descubierta?
OTÁÑEZ ¡Tomad! ¡Luego la faltara
a la hermanica respuesta!
MARI-NUÑO Callad, que no os toca a vos 495
hablar en estas materias.
BRÍGIDA Ni a vos en éstas ni esotras,
y habláis en esotras y éstas.
DON FÉLIX Pasemos ahora al descuido.
DON JUAN (Aparte.)   ¡Oh, permita amor que en ella 500
al verme, estén sus memorias,
ya que no vivas, no muertas!
DON PEDRO (Aparte.)   ¡Oh, plegue a Dios que se obligue
de ver que he venido a verla!
CLARA Advierte que llega gente. 505
EUGENIA Y bien, la gente que llega,
¿qué se lleva por llevarse
hacia allá esta reverencia?
(Saluda EUGENIA. Trae un lienzo en la mano.)
(Aparte. Mas ¡cielos! ¿Qué es lo que miro?
Don Juan es. Ya de su ausencia 510
debió de cesar la causa;
y no es mi duda sola ésta,
sino estar con él don Pedro.
Aquesta es la vez primera
que ha sido por ignorancia 515
amiga la competencia.)
DON FÉLIX (Aparte a él.)   ¿Cuál es de las dos, don Juan,
la que tanto amor os cuesta?
DON JUAN (Aparte a DON FÉLIX. La del pañuelo en la mano.
No volváis tan presto a verla; 520
no advierta que de ella hablamos.
Y porque tampoco advierta
don Pedro mi turbación...)
Voy a esperar a la iglesia.   (Alto.)
(Aparte a DON FÉLIX. Quedaos vos con él.)
DON FÉLIX                                                           Sí haré. 525
 
(Vase DON JUAN.)
 
Don Pedro, ¿cuál es de aquéllas?
DON PEDRO La que, en la mano un pañuelo,
descubierta va, es Eugenia.
No volváis tan presto; no
conozca que hablamos della. 530
Quedaos, que porque no dé
mi amor a don Juan sospecha,
tras él voy.   (Vase.)
DON FÉLIX (Aparte.)   Ya sé, a lo menos,
que la dama es una mesma.
CLARA Sin pañuelo me he venido, 535
el tuyo, hermana, me presta;
que ir tapada me congoja   (Destápase.)
EUGENIA A mí el venir descubierta,
pues por si fue encuentro acaso,
que me hayan visto me pesa. 540
(Tápase y da el pañuelo a CLARA.)
DON FÉLIX (Aparte.)   Ya puedo ver, pues que tengo
nombre, seña y contraseña,
cuál es la dama que adoran.
CLARA No a mirar el rostro vuelvas.
EUGENIA ¡Jesús, y qué condición! 545
Lástima es que no seas suegra,
según te pudres de todo.
 
(Vanse las damas, OTÁÑEZ, BRÍGIDA y MARI-NUÑO.)
 
 
Escena VI
 
DON FÉLIX, HERNANDO.
 
DON FÉLIX ¡Oh, cuánto he sentido verla!
Que aunque estoy con el cuidado
de que aquesta competencia, 550
el día que se declare,
ha de parar en pendencia;
siendo la dama una misma,
ya para mí se acrecienta
ver que de las dos ha sido, 555
aunque entrambas son tan bellas,
la que me lo pareció
más, cuando la vez primera
vi a las dos en la ventana.
Pero esto ahora no es de esencia, 560
que yo acabaré conmigo
que mi honor a mi amor venza,
sino acudir a estorbar
que a desengañarse vengan,
en tanto que yo a la mira 565
discurro de qué manera
entre dos amigos que hacen
de mí confianza, deba
prevenir el lance, haciendo
a su estorbo diligencia. 570
 
(Vase.)
 
 
Escena VII
 
DON TORIBIO y DON ALONSO.
 
DON ALONSO ¿A qué volvéis aquí?
DON TORIBIO                                 ¿A qué
he de volver, ¡pese a mí!,
sino a escombrarlos, si aquí
están los que aquí dejé?
DON ALONSO Pues ¿qué os va en eso?
DON TORIBIO                                       ¿Qué más 575
queréis que a un hidalgo vaya,
que ver que holgazanes haya
adonde hay primas?
DON ALONSO                                 Jamás
tan necia locura vi.
En Madrid, ¿quién reparó 580
si hay gente en la calle?
DON TORIBIO                                        Yo.
DON ALONSO Y vos ¿por qué?
DON TORIBIO                              Porque sí.
DON ALONSO Aun bien que se han ausentado,
y ya nadie aquí se ve.
DON TORIBIO Acertáronlo, porque 585
venía determinado.
DON ALONSO Pues ¿qué era vuestra intención?
DON TORIBIO Sólo ver si la anchicorta,
como en caperuzas, corta
en sombreros de castrón. 590
DON ALONSO Vos ¿qué tenéis que temer,
para llegar a ese extremo?
DON TORIBIO Mucho tengo y nada temo;
que desde que llegué a ver
de mis primas los dos cielos, 595
si verdad digo, señor,
tengo a Eugenia tanto amor,
que aun los hombres me dan celos.
DON ALONSO Aunque esas cosas me dan
enfados, he agradecido 600
que os entréis a ser marido
por las puertas de galán.
Pero ha de ser con cordura;
que celos no ha de tener
un hombre de su mujer. 605
DON TORIBIO Pues ¿de cuál?, ¿de la del cura?
DON ALONSO Dejad delirios, por Dios,
y baste saber de mí,
si es Eugenia la que aquí
os agrada de las dos, 610
que Eugenia vuestra será...
(Aparte. Que es lo que yo deseaba.)
DON TORIBIO Con eso el rencor se acaba,
que el verlos aquí me da
a nuestra calle volver 615
en tanta conversación.
DON ALONSO Pues yo la dispensación
haré al instante traer.
Venid ahora, que quiero
ganar las albricias yo 620
de ser la que prefirió
vuestro amor.
DON TORIBIO                      Oíd primero.
La dispensación, señor,
¿de Roma no ha de venir?
DON ALONSO Por ella a Roma se ha de ir. 625
DON TORIBIO Pues siendo así, ¿no es mejor
abreviarlo de otro modo?
DON ALONSO ¿Qué modo?
DON TORIBIO                      Uno que yo sé.
DON ALONSO ¿Qué es?
DON TORIBIO                 Desposarnos, y que
vamos a Roma por todo. 630
 
(Vanse.)
 
 
Escena VIII
 
DON FÉLIX, DON JUAN.
 
DON FÉLIX Yo estimo la confianza.
DON JUAN Pues habiendo reparado
que al verme el color mudado,
hizo su rostro mudanza,
que no la hizo, sospecho, 635
su amor, y que está constante,
porque es el rostro volante
del reloj que anda en el pecho.
Y así, pues que sólo ha sido
mi dicha el haber llegado 640
donde de vos amparado
sea amor tan bien nacido;
lo que habéis de hacer por mí
(puesto que entablada ya
la amistad del padre está), 645
es proseguir desde aquí
de suerte, que con entrar
vos en su casa, me dé
ocasión amor en que
pueda escribir, ver y hablar. 650
DON FÉLIX (Aparte.)   ¡En buen empeño de amor
estoy!, pues en lance igual,
si a un amigo soy leal,
soy a otro amigo traidor.
DON JUAN ¿No me respondéis?
DON FÉLIX                                   No sé 655
qué os diga, don Juan, pues no
soy hombre tan bajo yo,
que ocasión procuraré
con nadie para engañarle.
DON JUAN ¿Cuál es amigo mayor? 660
 
 
Escena IX
 
DON PEDRO.-DON FÉLIX, DON JUAN.
 
DON PEDRO Don Félix, si de mi amor...
DON FÉLIX (Aparte. Que prosiga he de estorbarle.)
A buen tiempo habéis venido,
y luego proseguiréis
lo que decirme queréis; 665
que quiero que prevenido
de una porfía en que estamos,
seáis juez. (Aparte. Así, vive Dios,
tengo de hablar con los dos.)
DON PEDRO El argumento esperamos. 670
DON FÉLIX Si un grande amigo os pidiera
que trabaseis amistad
con hombre de calidad,
para que fuese tercera
en su casa de su amor, 675
¿hiciéraislo vos?
DON PEDRO                          Yo sí.
DON FÉLIX Yo no.
DON PEDRO            ¿Por qué?
DON FÉLIX                            Porque en mí
fuera escrúpulo traidor;
pues el día que llegara
de traición a otro que fuera 680
mi amigo, preciso era
lo lograra o no lograra.
Si no lo lograra, ¿en qué
a mi amigo le servía?
Y si lo lograra, hacía 685
una gran ruindad, porque
el que engañado de mí,
se daba ya por mi amigo,
ya lo era, y yo su enemigo:
Es cierto; pues siendo así, 690
¿cómo es posible que yo
sea enemigo del que ya
por mi amigo se me da?
Luego si en no serlo no
es nada lo que consigo, 695
y en serlo consigo ser
su amigo, ¿cómo he de hacer
yo traición al que es mi amigo?
DON PEDRO Siendo esa vuestra opinión,
ya no tengo que os decir.   (Vase.) 700
DON JUAN Yo tampoco, y habré de ir
a buscar otra ocasión.
 
(Vase.)
 
 
Escena X
 
DON FÉLIX ¿Habrá desdicha mayor?
¿Que no me baste el no amar,
para saberme librar 705
de impertinencias de amor?
¿Qué haré entre uno y otro amigo,
que cada uno en su esperanza
hace de mí confianza?
Pues nada enmendar consigo, 710
viendo tan cerca a los dos
de la dama, ¿qué podré
de mi parte hacer? No sé
que haya medio, vive Dios,
si ya no es que a ver alcance 715
que las damas solas son
las que en cualquiera ocasión
hacen bueno o malo el lance.
Mas ¿cómo podré atrevido
hablar en materia tal 720
a una mujer principal,
ni darme por entendido?
Cara a cara he de saber
si a los dos quiso o no quiso;
pero hasta dar el aviso, 725
un papel lo podrá hacer;
que a su opinión no se atreve
quien por salvar su opinión,
la advierte de una ocasión.
Ahora falta quien le lleve... 730
Pero ¿ha de faltarme modo,
sin que lo llegue a fiar
de otro, de poderle dar?
Ahora bien, salir a todo
me toca, haciendo testigos 735
los cielos, que aventurar
yo un empeño, es por sacar
de otro empeño a dos amigos.
 
(Vase.)
 
 
Sala en casa de don Alonso.
 
 
Escena XI
 
EUGENIA, CLARA, BRÍGIDA, MARI-NUÑO.
 
CLARA Ten, Mari-Nuño, este manto.
¡Oh, quién en casa tuviera 740
capellán, para no ir fuera,
y más a concurso tanto!
EUGENIA Mucho me holgara venir
ahora de buen humor,
para poder con mejor 745
título que tú, decir:
¡quién la parroquia tuviera
diez leguas, para tener
más que andar y más que ver!
MARI-NUÑO Aténgome a la primera. 750
BRÍGIDA Yo a la segunda.
MARI-NUÑO                            ¿Por qué?
BRÍGIDA Porque no he visto en mi vida
escrupulosa aturdida,
que al primer lance no dé
de ojos.
 
(Vanse MARI-NUÑO y BRÍGIDA.)
 
 
Escena XII
 
DON ALONSO; DON TORIBIO, que se queda a la puerta.-CLARA, EUGENIA.
 
DON ALONSO                  En tu cuarto espera, 755
que yo la llegaré a hablar.
DON TORIBIO Sí haré. (Aparte. Desde aquí escuchar
lo que responde quisiera)   (Quédase al paño.)
DON ALONSO (Aparte. Saber que a Eugenia eligió
ha sido ventura extraña: 760
llévesela a la montaña,
porque lo menos que yo
en la corte he menester,
es una hija discreta,
retórica ni poeta, 765
y no de mal parecer.)
Eugenia, yo vengo a hablarte;
no tienes, Clara, que irte;
que albricias he de pedirte   (A EUGENIA.)
del pésame que he de darte.   (A CLARA.) 770
EUGENIA ¿Albricias a mí, señor?
CLARA ¿Pésame, señor, a mí?
DON ALONSO Pésame y albricias, sí.
LAS DOS ¿De qué?
DON ALONSO                 Efectos son de amor.
Don Toribio, enamorado, 775
me ha dicho cuánto desea
que Eugenia su mujer sea;
y aunque ponerte en estado
a ti, por ser la mayor,   (A CLARA.)
primera obligación era, 780
él elige de manera,
que del gozo y del dolor,
pésame tuyo a ser pasa.
Hoy tu parabién, por ver   (A EUGENIA.)
que pierdes, y ganas, ser   (A las dos.) 785
la cabeza de tu casa.
CLARA Aunque pérdida es penosa,
yo estimo que el bien posea
Eugenia, para que sea
mi hermana la venturosa, 790
feriando el pesar a precio
del parabién que la doy.
Gócesle mil años. (Aparte. Hoy
sólo hizo gusto el desprecio.)
 
(Vase.)
 
 
Escena XIII
 
DON ALONSO, EUGENIA; DON TORIBIO, oculto.
 
DON TORIBIO (Aparte al paño.)
¡Qué triste va de perderme 795
la escudera de su hermana!
Veamos ella qué ufana
responde de merecerme.
EUGENIA (Aparte.)   Esto sólo me faltaba
que añadir (confusa estoy) 800
a las novedades de hoy.
DON ALONSO ¿Qué me respondes? Acaba
de dudar.
EUGENIA                 Que agradecida
una y mil veces, señor,
rindo por tanto favor 805
a tu obediencia mi vida.
Que aunque no me toca a mí
elegir, pues no he de hacer
nunca más que obedecer,
haré mal, si viendo en ti 810
gusto, en mi primo amor fiel,
no respondo agradecida...
(Aparte. ¡Mal haya mi alma y mi vida,
si me casare con él!)
DON ALONSO No en vano esperaba yo 815
de tu mucho entendimiento,
Eugenia, ese rendimiento.
DON TORIBIO . (Aparte.)   Yo también
DON ALONSO                                        Él esperó
en su cuarto, y ganar quiero
con él las gracias también.   (Vase.) 820
DON TORIBIO (Aparte.)   Que a mí las gracias me den,
será más razón.
EUGENIA                          Hoy muero,
pues tras mis penas, he sido
objeto de un ignorante.
 
 
Escena XIV
 
DON TORIBIO, que sale de donde estaba.-EUGENIA.
 
DON TORIBIO (Aparte. ¡Qué airoso sale un amante, 825
cuando está favorecido!)
Sea muy enhorabuena
el ser, prima, tan dichosa,
que merezcáis ser mi esposa.
EUGENIA (Aparte.)   ¡Esto faltaba a mi pena! 830
 
(Vuelve la espalda.)
 
DON TORIBIO ¿Por qué adorándome...
EUGENIA (Aparte.)                      ¡Ay Dios!
DON TORIBIO me desadoráis?
EUGENIA                        Porque,
si antes con mi padre hablé,
ahora he de hablar con vos.
Señor don Toribio, yo, 835
por no responder aquí
resuelta a mi padre, di
una palabra, que no
he de cumplir, si supiera
perder mil veces, rendida 840
a sus enojos, la vida.
Y siendo desta manera
que no he de casar con vos,
de la elección desistid
que habéis hecho, y advertid 845
que estamos solos los dos:
y si de lo que aquí os digo,
algo a mi padre decís,
he de decir que mentís.
DON TORIBIO ¿Cómo se habla eso conmigo, 850
escudera de mi casa,
ingrata, desconocida,
falsa, aleve y fementida?
EUGENIA No deis voces; que esto pasa
entre los dos, y no es, no, 855
para que salga de aquí.
DON TORIBIO ¿Vos no sois mi prima?
EUGENIA                                        Sí.
DON TORIBIO ¿No soy vuestro esposo?
EUGENIA                                         No.
DON TORIBIO Decidme, ¿no soy galán?
EUGENIA No lo dudo.
DON TORIBIO                     ¿Y entendido? 860
EUGENIA ¿Pues no?
DON TORIBIO                ¿Hidalgo?
EUGENIA                               Cierto ha sido.
DON TORIBIO ¿Airoso?
EUGENIA                 Mucho.
DON TORIBIO                            ¿Y amante?
EUGENIA También.
DON TORIBIO                Pues de mis cuidados
¿en qué estriban los desvelos?
EUGENIA Preguntádselo a los cielos, 865
a los astros y a los hados,
que no inclinan mi albedrío.
DON TORIBIO Pues en algo está el busilis.
EUGENIA En que vos no tenéis filis
para ser esposo mío. 870
 
(Vase.)
 
 
Escena XV
 
DON TORIBIO ¿Cómo que filis no tengo?
¿Tal a un hombre se le dice,
que tiene un solar con más
de tantísimos de filis,
que no hay otra cosa en él, 875
por do quiera que se mire,
sino filis como borra?
Que aunque yo qué es no adivine,
bien lo puedo asegurar;
pues siendo algo que sea insigne, 880
es preciso que no deje
de estar allá entre mis timbres.
¡A mí, que filis no tengo
¿Esto los cielos permiten?
¿Esto consienten los hados? 885
Prima, ved lo que dijisteis:
más filis tengo que vos.
 
 
Escena XVI
 
DON ALONSO.-DON TORIBIO.
 
DON ALONSO ¿Adónde, sobrino, os fuisteis,
cuando os busco para daros
mil norabuenas felices 890
de que vuestra prima ya
agradecida y humilde,
sabiendo vuestra elección,
no hay cosa que más estime?
DON TORIBIO Mi prima (si es que es mi prima) 895
es una mujer terrible,
con todos sus aderezos
de sirena, áspid y esfinge.
Aquí me ha dicho una cosa,
que no pudiera decirse 900
a un barquillero asturiano
de los de quite y desquite.
DON ALONSO ¿A vos?
DON TORIBIO               En toda esta cara.
DON ALONSO Fuerza será que me admire.
¿Qué fue?
DON TORIBIO                 Que filis no tengo 905
Y para que se averigüe
si los hombres como yo
tienen o no tienen filis,
por no obligarme a retarla
en extranjeros países, 910
haced que me compren luego
cuantos filis sean vendibles,
y cuesten lo que costaren.
DON ALONSO Ésa es locura terrible.
DON TORIBIO ¿Tan caros son? Pues no importa. 915
Dónde se venden, decidme,
o yo lo preguntaré;
que volver no se permite
a su vista, hasta volver
todo cargado de filis. (Vase.) 920
DON ALONSO ¿Hay delirio semejante?
Sobrino, escuchad, oídme.
 
 
Escena XVII
 
CLARA, EUGENIA.-DON ALONSO.
 
CLARA ¿Qué es esto? ¿Con quién das voces?
EUGENIA ¿Con quién te enojas y rifles?
DON ALONSO Contigo, ingrata.
EUGENIA                            ¿Conmigo, 925
el día que más humilde
sólo trato obedecerte?
DON ALONSO Ven acá: ¿qué le dijiste
a tu primo, que enojado,
no hay quien con él se averigüe? 930
EUGENIA ¡Yo a mi primo! En todo hoy
ni le hablé ni vi.
DON ALONSO                          ¿Qué dices?
EUGENIA Lo que es cierto.
DON ALONSO                             ¡Vive Dios,
si disimulada finges,
y es verdad que le has hablado 935
bachilleramente libre,
que te he de hacer!...-Tras él voy,
por si puedo reducirle
a que no ande preguntando
adónde se venden filis.   (Vase.) 940
 
 
Escena XVIII
 
CLARA, EUGENIA.
 
EUGENIA Yo a mi primo, ¿qué pudiera,
que fuese ofensa, decirle?
CLARA No te disculpes conmigo,
pues sé, aunque no llegué a oírte,
que perderás tu remedio, 945
sólo por decir un chiste.
EUGENIA Aunque eso de mi remedio
con falsedad me lo dices,
lo oigo yo como lisonja,
viendo que hasta un tonto, un simple, 950
aun el alma que no tiene,
a mi vanidad la rinde.
CLARA ¿Qué quieres decirme en eso?
¿Que nadie hay que a mí se incline,
neciamente imaginando 955
que a méritos me compites?
Pues no es sino que no hay nadie
que sin respeto me mire,
porque sé yo hacer que todos
de otra manera me estimen 960
que a ti, siendo solamente
lo que a las dos nos distingue,
el verte a ti no sé cómo,
pero a mí como a imposible.
EUGENIA ¡Ay!, que no es eso.
CLARA                                Pues ¿qué? 965
EUGENIA Obligarásme a decirte
lo que a mi primo.
CLARA                              ¿Qué es?
EUGENIA                                              Que
tampoco tú tienes filis.   (Vase.)
CLARA No lo dirás, porque yo
a responder no me obligue, 970
que cuando... Pero ¡qué miro!
¿Quién hay que esta cuadra pise,
para estorbar el que lleguen
mis enojos a sus fines?
 
 
Escena XIX
 
DON FÉLIX.-CLARA.
 
CLARA ¿A quién buscáis, caballero? 975
DON FÉLIX (Aparte. ¡Ay amistad!, pues que vine
a hacer por ti una fineza,
a una infamia no me inclines;
pues vi hermosura, a quien mal
mi libertad se resiste.) 980
Viendo a vuestro primo ir fuera,
a quien vuestro padre sigue,
me atreví a llegar a hablaros.
CLARA ¿A mí?
DON FÉLIX               A vos.
CLARA                             Hombre, ¡qué dices!
¿A mí hablarme?
DON FÉLIX                              Sí, señora, 985
porque sé que en esto os sirve
mi deseo, y no os ofende.
CLARA (Aparte.)   ¡Plegue a Dios, que no me obligue
una necia a que me huelgue
de que!... Pero no es posible. 990
 
 
Escena XX
 
EUGENIA, al paño.-CLARA, DON FÉLIX.
 
EUGENIA (Aparte.)   ¿Con quién hablará mi hermana?
Desde aquí es bien que lo mire.
CLARA ¿A mí (dejadme dudarlo
mil veces) (Aparte. Mal reprimirme
puedo.) me buscáis?
DON FÉLIX                                   A vos. 995
CLARA Pues antes que oséis decirme...
EUGENIA (Aparte.)   ¡Oh, si fuera algo de aquello
de posible y de imposible!
CLARA Quién sois y qué me queréis,
que os vais es bien que os suplique, 1000
sin decirlo; que a mí nada
hay que a buscarme os obligue.
DON FÉLIX Sin decíroslo, me iré,
si en eso mi pecho os sirve;
mas no sin que lo sepáis; 1005
que en este papel se escribe,
para que con esto llegue
a saberse, sin decirse.
EUGENIA (Aparte.)   ¡Oh, si tomara el papel,
porque hubiera qué decirle! 1010
DON FÉLIX Tomad, y adiós.
CLARA                            ¡Yo papel!
DON FÉLIX Y porque a verle os anime,
sólo os diré que el honor
vuestro en leerle consiste,
y que don Pedro y don Juan 1015
no arriesguen y precipiten,
no digo su vida, que ese
es peligro muy humilde,
sino vuestro honor, que fuera
pérdida más infelice. 1020
EUGENIA (Aparte.)    Si toma el papel, soy muerta.
CLARA Hombre, mira lo que dices.
Ni a ti, a don Juan, ni a don Pedro
conozco yo.
EUGENIA (Aparte.)   ¡Ay de mí triste!
Que todo esto sobre mí 1025
viene, si el papel recibe.
Mas por engaño la habla.
CLARA (Aparte. ¿Que sola una vez que quise
yo no ser yo, no he podido?)
¿Qué aguardas, pues, para irte? 1030
DON FÉLIX Aunque tan desentendido
vuestro decoro porfíe,
y agradecer no pretenda
la fineza de que os dije
mi empeño y el de los dos; 1035
ya que lo que debo hice
a amigo y a caballero,
me iré. Adiós.
CLARA                      No os vais, oídme.
(Aparte. Sin duda que aquí hay engaño,
y así, es bien que le averigüe.) 1040
¿Con quién presumís que habláis,
porque la fineza estime?
DON FÉLIX ¿No sois doña Eugenia?
CLARA                                        Sí.
EUGENIA (Aparte.)   ¿Hay mujer más infelice?
CLARA Dad ahora el papel, y adiós. 1045
EUGENIA (Aparte. Que le deje es bien que evite,
barajando el lance.) (Sale.) Hermana...
CLARA ¿Qué tienes? ¿De qué te afliges?
EUGENIA Mi padre y mi primo vienen,
y porque tú no peligres, 1050
vengo a avisarte; que yo
ya tú ves cuánto estoy libre.
Mira lo que hemos de hacer.
DON FÉLIX (Aparte.)   ¿Quién vio empeño tan terrible?
CLARA ¿Qué se ha de hacer, sino que entren 1055
y que todo se averigüe,
para que no quedes vana
tú de que por mí lo hiciste?
¡Padre! ¡Señor! ¡Primo! ¡Otáñez!
EUGENIA (Aparte.)   Si fuera cierto el venite, 1060
muy buen lance hubiera echado.
CLARA ¿No hay nadie que pueda oírme?
 
 
Escena XXI
 
ALONSO, y luego DON TORIBIO, BRÍGIDA, MARI-NUÑO y OTÁÑEZ.-Dichos.
 
DON ALONSO (Dentro.)   Voces de Clara.
EUGENIA (Aparte.)                           ¡Ay de mí!
Que ya es verdad lo que dije
por fingimiento.
CLARA                          Llegad 1065
todos.
EUGENIA            No a voces publiques
que está aquí este hombre.
CLARA                                           Sí quiero.
DON FÉLIX Aquí es bien que me retire,
por asegurar la espalda.
 
(Escóndese DON FÉLIX, y salen DON ALONSO, DON TORIBIO, BRÍGIDA, MARI-NUÑO y OTÁÑEZ.)
 
TODOS ¿Qué es esto?
CLARA                         Que un hombre...
EUGENIA (Aparte.)                                    ¡Ay triste! 1070
CLARA Dentro está de nuestra casa:
yo desde aquesos jardines
le he visto en el corredor
del desván: por un tabique
saltó. Subid allá todos 1075
quedarse no solicite
a robarnos esta noche.
DON ALONSO Aquesos serán sus fines.
MARI-NUÑO En casa de indiano, ¿quién
duda que eso solicite? 1080
DON TORIBIO Nadie primero que yo
el primer escalón pise;
que a mí me toca el asalto,
si fuese el desván Mastrique
Vea mi prima que tenga 1085
pujanza, ya que no filis.   (Vase.)
DON ALONSO Contigo voy.   (Vase.)
CLARA                      Subid vos,
Otáñez.
OTÁÑEZ            Ya a los dos siguen
los filos de la tizona.
Conmigo van dos mil Cides.   (Vase.) 1090
CLARA Vosotras, desde allá dentro,
ved que entrar no solicite
por otra parte a esconderse.
MARI-NUÑO Un Argos seré.
BRÍGIDA                         Yo un lince.
 
 
Escena XXII
 
CLARA, EUGENIA; DON FÉLIX, oculto.
 
CLARA Todas tu s bachillerías 1095
mira de lo que te sirven,
que al primer lance te pasmas,
y al primer susto te rindes.
 
(Llega adonde se escondió DON FÉLIX.)
 
Ya tienes franca la puerta,
hombre: ya bien puedes irte. 1100
 
(Sale DON FÉLIX.)
 
Déjame el papel, y adiós.
DON FÉLIX Él os guarde: y pues difícil
no es lo que os advierto, ved
lo que importa.   (Dale el papel.)
EUGENIA (Aparte.)         ¡Ay de mi triste!
¿Que no pudiese estorbarlo? 1105
DON FÉLIX (Aparte yéndose.)
Amor, no me precipites,
que aunque ingenio y hermosura
todo en ella se compite,
es dama de mis amigos,
y adorarla es imposible   (Vase.) 1110
CLARA (A voces.)   ¡Señor!, ya el hombre a otra casa
pasado ha; no solicites
buscarle.
 
 
Escena XXIII
 
DON ALONSO, DON TORIBIO.-CLARA, EUGENIA.
 
DON ALONSO                      Forzoso era,
pues no fue hallarle posible
DON TORIBIO Nigromántica es su dicha, 1115
pues me le ha hecho invisible.
CLARA Digo que pasó a otra casa,
que yo le vi sano y libre.
DON ALONSO Con todo eso, a verla toda
vamos.
DON TORIBIO (Vase.)   Y ahora, ¿qué dices? 1120
¿Tengo o no filis?
EUGENIA                              No sé,
que ahora no estoy para filis.
 
 (Vase DON TORIBIO.)
 
CLARA Esto, necia, presumida,
he hecho, para que mires
que tener valor y ingenio, 1125
es tenerle y no decirle:
Y vete de aquí, que quiero
ver lo que el papel me dice.
EUGENIA (Aparte.)    No sosegaré (¡ay de mí!)
hasta ver lo que la escribe. 1130
 
(Vase.)
 
 
Escena XXIV
 
CLARA De aquí la envié, porque
si este hombre este engaño finge
para escribirme a mí, ella
no lo entienda, ni imagine.
(Lee.) No se atreve a vuestro honor, 1135
quien por vuestro honor se atreve
a presumir que os obliga
con lo mismo que os ofende.
Y así, en esta confianza
de pensar que errando acierte, 1140
lo que hay que culparme vaya
por lo que hay que agradecerme.
Don Juan, más enamorado
que fue de vos de vos vuelve,
y don Pedro os sigue, más 1145
fino cuanto más ausente.
Que dejen de declararse,
no es posible, ni que dejen
de remitir al acero
la competencia, de suerte 1150
que a dar escándalo pase;
y pues podéis fácilmente
remediarlo con mandar
a don Pedro que se ausente,
o a don Juan que se retire, 1155
quedando vos dueño siempre
del desdén y del favor,
quitad el inconveniente;
que a mí el aviso me toca,
procediendo desta suerte 1160
con vos, conmigo y con ellos,
caballero, amigo y huésped.
¡Válgame Dios! ¡Qué de cosas
tan varias, tan diferentes,
en un punto me combaten, 1165
y en un instante me vencen!
En lo que dice y no dice,
es muy cierto que me ofende
este papel: es verdad,
que si aqueste papel viene 1170
a Eugenia, que cuando pensaba,
que papel para mí fuese,
solicitando aquel medio
que me ha obligado a leerle,
he sentido que no sea 1175
su intento aquél, sino éste.
¿Cómo puedo yo decirlo,
si no es ya que en mí reviente
no sé qué callada mina,
que amor en el alma enciende? 1180
¿Amor dije? Pues no siento,
sino haber tan neciamente
persuadídome que a mí
me buscase; y es de suerte
la vanidad de una dama, 1185
persuadida a que la quieren,
que aunque la ofenda el amor,
más el engaño la ofende:
y más cuando está a la mira
una necia, una imprudente, 1190
una loca...
 
 
Escena XXV
 
EUGENIA-.CLARA.
 
EUGENIA (Aparte, quedándose al paño.)
                   Ésta soy yo.
CLARA De tan varias altiveces,
que presume que ella sola
todo cuanto mira vence.
¡Oh envidia, oh envidia! ¡Cuánto 1195
daño has hecho a las mujeres!
Pues por vengarme de Eugenia,
diera...
 
(Sale EUGENIA.)
 
EUGENIA              ¿En qué Eugenia te ofende,
para pensar a tus solas
el cómo della te vengues? 1200
CLARA Ese papel te lo diga,
que acaso a mis manos viene
por las tuyas.
EUGENIA                       Ya lo sé.
CLARA Pues si lo sabes, y tienes
tan a riesgo tu opinión, 1205
que estriba sólo en que lleguen
a declararse dos hombres;
mira si es justo que piense
cómo he de vengar, ingrata,
falsa, atrevida y aleve, 1210
la ocasión en que...
EUGENIA                                   Oye, aguarda,
que para que consideres
tanta amenazada ruina,
cuán fácil remedio tiene,
me huelgo de haber venido 1215
a esta ocasión.   (Llega a una ventana.)
CLARA                            ¿Pues qué emprendes?
EUGENIA (Llamando.)
¡Señor don Pedro!
CLARA                              ¿Qué haces?
EUGENIA Hablar un instante breve
a un caballero, que está
en la calle.
CLARA                  ¿A eso te atreves? 1220
EUGENIA Sí, que en su cuarto mi padre
está ya con su accidente
de la gota, que hoy le ha dado,
y don Toribio no puede
ver desde el suyo esta reja; 1225
y así he de satisfacerte.
¡Señor don Pedro!
 
 
Escena XXVI
 
DON PEDRO, a la reja.-Dichas.
 
DON PEDRO                                 Bien fue
menester oír dos veces
mi nombre, para que alguna
creyera que dél se acuerde 1230
vuestra memoria; que un triste
no cree su bien fácilmente.
EUGENIA No prosigáis, que esta reja
es de otras tan diferente,
cuanto hay de no serlo a ser 1235
ahora de las paredes
de mi padre; y si allí pudo
la seguridad hacerme
usar de algunas licencias;
mi honor prisionera tiene 1240
su libertad ya, y tan otra
habéis de ver que procede,
cuanto hay de que otros me guarden
a guardarme yo Así, hacedme
merced de volveros luego 1245
donde otra vez no os encuentre
ni en mi calle ni en mi reja,
suplicandoos que prudente
deis de mano a una esperanza
que no hay sobre qué se asiente. 1250
DON PEDRO Oíd.
EUGENIA          Perdonad, que no puedo.
DON PEDRO Cuando por veros...
EUGENIA                                  Haréisme
ser, sobre ingrata, grosera.
DON PEDRO ¿Vos?
EUGENIA            Sí.
DON PEDRO                 ¿Cómo?
EUGENIA                                Desta suerte.
CLARA Y al otro ¿qué has de decirle? 1255
EUGENIA Haz cuenta que si le viere,
le diré lo mismo al otro,
Clara; porque las mujeres
como yo, puestas en salvo,
si se esparcen y divierten, 1260
es para aquesto no más;
que amor bachiller no tiene
más fondo que sólo el ruido.
Aquel emblema lo acuerde
del perdido caminante, 1265
a quien de noche acontece
que avisado del estruendo
con que del monte desciende
pequeño arroyo, le asusta,
le perturba y estremece; 1270
y huyendo dél, da en el río:
porque a todos les parece
que es manso cristal aquel
que aun las guijas no le sienten
y en su agua perecen. Pues 1275
que no tiene riesgo advierte
la ruidosa, porque el riesgo
el agua mansa le tiene:
y así fue del agua mansa
lo mejor guardarse siempre 1280
 
(Vase.)
 
 
Escena XXVII
 
CLARA ¡Qué escucho, cielos!, ¡qué escucho!
«Que no tiene riesgo, advierte
la ruidosa, porque el riesgo
el agua mansa le tiene:
y así fue del agua mansa 1285
lo mejor guardarse siempre».
Sin duda (¡ay de mí!) que oyó
cuanto dije, o lo parece,
según el concepto habla
de lo que mi pecho siente. 1290
Pues ya que el acaso hizo
en las respuestas que ofrece,
lo que el cuidado debiera;
ya que por ella me tiene
el caballero que trajo 1295
el papel, lograr intente
la ocasión, que con su nombre
amor a mi amor ofrece;
porque con más verdad pueda
decir que riesgo no tiene 1300
la ruidosa, porque el riesgo
el agua mansa le tiene:
y así fue del agua mansa
lo mejor guardarse siempre.






















Jornada tercera
 
 
Escena I
 
CLARA, MARI-NUÑO.
 
CLARA                                              Esto pasa, y sólo a ti
lo dijera.
MARI-NUÑO                  Ya tú tienes
experiencia de lo mucho
que fiar de mi amor puedes.
Pero deja que me admire 5
de oír que a tal extremo lleguen
los despejos de tu hermana.
CLARA Dos caballeros pretenden
su favor, y a mí me toca
que el escándalo remedie, 10
ya que llegó a mi noticia;
y así es fuerza hablar a éste
que me dio el aviso. Y para
hacer que el daño se enmiende,
tú has de darle un papel mío 15
en su nombre, porque llegue,
ignorando que soy yo,
a hablarme más claramente
esta noche, y... Pero luego
proseguiré; que parece 20
que anda gente ahí fuera: mira
quién es.
 
(Vase MARI-NUÑO.)
 
                 Bien de aquesta suerte
con la verdad se ha engañado
Mari-Nuño, que ha de hacerme
lugar para conseguir 25
hablarle de noche y verle,
ya que mi pena...
 
 
Escena II
 
DON TORIBIO, que quiere entrar y MARI-NUÑO lo impide.-CLARA.
 
MARI-NUÑO                                    Esperad,
que no es bien que nadie entre,
sin avisar, a este cuarto.
DON TORIBIO Dos veces para mí eres 30
dueña hoy.
MARI-NUÑO                 ¿De qué manera
se entiende eso de dos veces?
DON TORIBIO Una en la que estorbas, y otra
en lo que un cuarto defiendes.
MARI-NUÑO ¿Será justo, si no están 35
decentes, que a verlas lleguen?
DON TORIBIO ¿Pues cómo pueden no estar
siempre mis primas decentes?
CLARA ¿Qué es eso?
DON TORIBIO                        Que esa estantigua
a mí el paso me defiende. 40
CLARA Hace muy bien, porque aquí,
sin mi padre, nadie puede
entrar.
DON TORIBIO               Sí puede, y ya sé
de qué ese ceño procede,
y así no quiero enojarme, 45
porque sé también que tienen
licencia las desvalidas
de llorar amargamente.
CLARA Yo confieso que lo estoy;
y pues la dichosa en este 50
cuarto no está, no tenéis
qué hacer en él: brevemente
dél os id, o yo me iré,
porque de mí no se piense
que me vengo en estorbaros, 55
cuando hay más en que me vengue.
DON TORIBIO Eso es poco y mal hablado.
CLARA Ven, Mari-Nuño. (Aparte. Que tienes
que hacer por mí esta fineza.)
MARI-NUÑO Tuya soy y seré siempre. 60
(Llaman.)
Pero aguárdate, veré
quién llama.
 
(Vanse CLARA y MARI-NUÑO.)
 
 
Escena III
 
DON TORIBIO                           ¡Cielos, valedme!
que este remoquete, sobre
aquella sospecha fuerte,
que áspid del pecho, a bocados 65
todo el corazón me muerde,
es, ahora que caigo en ello,
un bellaco remoquete.
Cuando buscamos la casa,
vi... Lengua mía, detente: 70
no lo digas, sin que antes
te haya dicho yo que mientes.
Vi que detrás de la cama
de Eugenia, ¡oh malicia aleve!...
Estaba detrás...
 
 
Escena IV
 
MARI-NUÑO, saliendo apresurada.-DON TORIBIO.
 
MARI-NUÑO                             Señora, 75
albricias, que este billete
con coche y balcón...
DON TORIBIO                                    Mujer,
en lo que dices advierte;
que balcón, billete y coche,
sobre dueña, me parece 80
es traer todo el yerro armado.
MARI-NUÑO (Aparte. Mal encuentro fuera éste,
si importara.) Mi señora...
DON TORIBIO (Aparte.)   Memoria, no me atormentes
MARI-NUÑO ¿Aquí no estaba?
DON TORIBIO                               Aquí estaba 85
un poco antes que se fuese.
MARI-NUÑO A buscar a entrambas voy
con este papel.
DON TORIBIO                         Detente,
que antes he de verle yo
que ellas.
MARI-NUÑO                  ¿Qué llama verle? 90
Que aunque no importara nada,
no le he de dar, por no hacerle
tan dueño de casa ya.
DON TORIBIO ¿Qué va...
MARI-NUÑO                  ¿Qué?
DON TORIBIO                              Que de un puñete
te abollo sesos y toca? 95
MARI-NUÑO ¿Qué va que no es mayor que éste?
(Dale una puñada.)
DON TORIBIO Los dientes debieron de irse,
pues he perdido los dientes.
MARI-NUÑO (A voces.)
¡Ay, que me matan! ¡Señores,
acudan a socorrerme! 100
DON TORIBIO Sólo me faltaba ahora
ser ella la que se queje.
MARI-NUÑO ¡Que me matan!
 
 
Escena V
 
EUGENIA, CLARA, DON ALONSO, BRÍGIDA.-DON TORIBIO, MARI-NUÑO.
 
DON ALONSO                      ¿Qué es aquesto?
CLARA ¿Qué ha sucedido? ¿Qué tienes?
MARI-ÑUÑO Don Toribio, mi señor, 105
colérico e impaciente,
porque no le quise dar
aqueste papel, que viene
para las dos, puso en mí
las manos.
LAS DOS                   ¡Jesús mil veces! 110
DON ALONSO Por cierto, señor sobrino,
vuestro enojo, sea el que fuere,
es muy sobrado. ¡A criada
de mis hijas desta suerte
se ha de tratar!
DON TORIBIO                       Vive Dios, 115
que soy yo...
DON ALONSO                     No habléis.
DON TORIBIO                                       Quien tiene
de qué quejarse...
DON ALONSO                              Ya basta.
Dadme vos, dadme el billete;
que quiero ver la ocasión
que tuvo para ofenderse. 120
EUGENIA (Aparte.)   ¡Ay de mí, si fuese acaso
de alguno de los ausentes!
CLARA (Aparte a EUGENIA.)
Quiera el cielo que no sea
que algo de tus cosas cuente.
DON ALONSO    (Lee.) Sobrinas mías, yo tengo balcón en que esta tarde veáis la entrada de la reina nuestra señora: el coche va por vosotras; que no dude que mi primo...
Ahora de nuevo vuelvo 125
a enojarme y ofenderme
de que escrúpulo haya habido
en vuestro juicio. En aqueste,
doña Violante, mi prima,
hijas, os dice que quiere 130
que con ella vais adonde
veáis la entrada excelente
de la reina, cuya vida
el cielo por siglos cuente.
Tomad, leedle vos; veréis 135
cuán necio, cuán imprudente
habéis pensado otra cosa;
que no quiero que se ausenten,
hasta que vos le leáis.
DON TORIBIO Mostrad.
(Toma el papel.)
                 Dice desta suerte: 140
(Lee.) Sobrinas mías, yo tengo
balcón... Tío, finalmente,
¿hasta que yo lea, no han de ir?
DON ALONSO No.
DON TORIBIO    Pues muy bien me parece;
que no irán de aquí a dos años. 145
DON ALONSO ¿Por qué?
DON TORIBIO                  Porque no sé leerle,
y ésos habré menester
para aprenderlo.
DON ALONSO                            ¿Que llegue
a tanto vuestra ignorancia?
DON TORIBIO ¿Pues qué defecto es aqueste? 150
Como desos leer no saben,
y lo saben todo. Esténse,
hasta que lo aprenda, en casa,
y entonces irán.
DON ALONSO                         Mal pueden,
si hoy es la entrada.
DON TORIBIO                                  ¿Habrá más 155
de que la entrada se quede,
hasta que yo sepa leer?
DON ALONSO Hijas, aquesto sucede
una vez en una edad:
verlo es justo. Brevemente 160
os poned los mantos, y id.
 
(Vase BRÍGIDA.)
 
O pésele o no le pese
a don Toribio; que yo,
a causa de mi accidente,
no saldré de casa, y basta 165
que vuestra voz me lo cuente,
cuando volváis.
CLARA                         A tu gusto
humilde estoy y obediente.
EUGENIA Si me das licencia a mí,
contigo es bien que me quede. 170
DON ALONSO No, hija, ambas habéis de ir.
 
(Vuelve BRÍGIDA.)
 
BRÍGIDA Aquí ya los mantos tienen.
CLARA Ponme, Mari-Nuño, el mío.
(Aparte a ella. Toma, y lo que digo advierte.)
(Dala un papel, y habla bajo con ella.)
EUGENIA (Aparte.)   Sola esta vez salgo triste, 175
porque alguno no me encuentre
destos dos necios amantes.
CLARA (Aparte.)   Sola esta vez salgo alegre,
por si en las fiestas, por dicha,
a este caballero viese. 180
MARI-NUÑO (Aparte a CLARA.)
Ve segura, y fía de mí.
DON TORIBIO (Aparte.)   Aunque desairado quede,
me huelgo, que quedo en casa,
entre la reina o no entre,
por si puedo averiguar 185
a mis solas esta fuerte
sospecha, que en vivos celos
amor en el alma enciende.
 
(Vanse.)
 
Sala en casa de DON FÉLIX.
 
 
Escena VI
 
DON FÉLIX, HERNANDO.
 
HERNANDO ¿Sin ver la fiesta te vienes,
señor, hasta casa?
DON FÉLIX                                Sí, 190
que no hay fiesta para mí
donde no hay gusto.
HERNANDO                                  ¿Qué tienes,
que estás tan triste, señor?
DON FÉLIX ¿Qué más tu lengua quisiera
de que yo te lo dijera? 195
HERNANDO Ya me has dicho que es amor,
con sólo eso.
DON FÉLIX                     ¿Por qué?
HERNANDO Porque obligarte a callar,
sólo puede ser estar
enamorado.
DON FÉLIX                       No sé 200
cómo te diga que sí,
y que una rara belleza
es causa de mi tristeza:
tan imposible, que vi
en el primero deseo 205
el primero inconveniente.
HERNANDO ¿Cómo?
DON FÉLIX                A quien don Juan ausente
ama, y a don Pedro veo
venir siguiendo, es la dama
que mi libertad robó; 210
y aunque siempre he de estar yo
de la parte de mi fama,
aún no estriba mi cuidado
en esta especie de celos,
sino que de sus desvelos 215
uno y otro me han fiado
el secreto; de manera,
que obligado a embarazar
su empeño estoy, y a callar.
 
 
Escena VII
 
MARI-NUÑO, en la calle.-DON FÉLIX, HERNANDO.
 
MARI-NUÑO (Llamando por una reja.)
Señor don Félix.
DON FÉLIX                             Espera. 220
¿A quién han llamado?
MARI-NUÑO                                       A vos.
DON FÉLIX ¿Pues qué es lo que me mandáis?
MARI-NUÑO Doña Eugenia, que leáis
aqueste papel, y adiós.
 
(Arrójale un papel, y vase.)
 
DON FÉLIX (Lee.) Agradecida al aviso que me disteis, he empezado ya a obedeceros; y para ejecutarlo mejor, me importa hablaros. Venid esta noche, que yo os estaré aguardando. El cielo os guarde.
¿Quién vio confusión más fiera, 225
puesto que ni ir ni dejar
de ir puedo ya excusar?
 
 
Escena VIII
 
DON JUAN.-DON FÉLIX, HERNANDO.
 
DON JUAN (Aparte al salir.)
¡Cielos!, ¿qué haré?
HERNANDO (Aparte a su amo.)   Considera
que viene don Juan aquí.
DON FÉLIX ¿Si vio arrojar el papel? 230
HERNANDO No.
DON JUAN (Aparte.)  ¡Qué sospecha tan cruel!
DON FÉLIX Don Juan, pues ¿qué hacéis aquí?
¿No sois de fiestas?
DON JUAN                                 No sé
lo que os diga...
DON FÉLIX (Aparte.)          ¡Muerto quedo!
DON JUAN Que ni hablar ni callar puedo. 235
DON FÉLIX ¿Callar ni hablar?
DON JUAN                                Sí.
DON FÉLIX                                    ¿Por qué?
DON JUAN Porque os ofendo en hablar,
y en callar me ofendo a mí:
con que es preciso que aquí
no pueda hablar ni callar. 240
DON FÉLIX No os entiendo.
DON JUAN                         Yo tampoco;
mas si entenderme queréis,
como licencia me deis
(propia dádiva de un loco),
diré el dolor que me aqueja. 245
DON FÉLIX Sí doy. (Aparte. ¡Empeño cruel!)
DON JUAN Pues enseñadme un papel
que os dieron por esta reja.
DON FÉLIX Sólo eso en el mundo hubiera,
siendo quien somos los dos, 250
que yo no hiciera por vos;
y no haciéndolo, quisiera
que el crédito de mi fe
os debiese creer de mí
que soy vuestro amigo.
DON JUAN                                         Así 255
lo creo; mas ¿no podré
(viendo que habéis excusado,
con pretexto de otro honor,
ser tercero de mi amor,
y que habiéndome llamado 260
Eugenia en el coche ahora,
muy enojada me diga
que ni la vea ni siga
más), no podré (¿quién lo ignora?)
entrar en temor de que 265
vuestra excusa y su crueldad
nacen de otra novedad?
Y más viendo que llegué
a tiempo que daros vi
por esa reja un papel, 270
y que los secretos dél
tanto recatáis de mí,
que turbado lo escondáis,
habiendo yo el nombre oído
de Eugenia, y que ella ha sido 275
la que os dice que leáis.
DON FÉLIX (Aparte.)   ¡Válgame el cielo! ¿Qué haré?
Que el papel me llama a mí,
y si me disculpo aquí,
a don Pedro culparé. 280
DON JUAN ¿Qué me respondéis?
DON FÉLIX                                    Ya os tengo
respondido con saber
que soy, don Juan, y he de ser
amigo, y callar prevengo.
DON JUAN Confieso que sois mi amigo, 285
y que vuestro huésped soy;
pero el empeño en que estoy,
vos le sabéis: y así, os digo
sólo que me aconsejéis
en este lance, por Dios. 290
¿Qué hicierais conmigo vos?
DON FÉLIX Aunque contra mí tenéis
alguna razón, si yo
en el empeño me viera,
que erais mi amigo creyera, 295
y no os apurara.
DON JUAN                            No
es tan fácil de tomar
como de dar un consejo,
y así de admitirle dejo,
volviéndoos a suplicar 300
que me enseñéis el papel.
DON FÉLIX Si otra causa no tuviera
que la vuestra, yo lo hiciera.
DON JUAN Pues ¿hay otra causa en él
más que ser suyo y venir 305
a vuestra mano?
DON FÉLIX                             Sí hay,
pues la causa que le tray
es la que no he de decir.
DON JUAN ¿No fiáis de mí un secreto?
DON FÉLIX Sí, mas no aqueste.
DON JUAN                                 Mirad 310
que puede nuestra amistad
dilatar en mí el efeto
de verle, mas no excusalle.
DON FÉLIX Pues mirad cómo ha de ser,
porque no le habéis de ver. 315
DON JUAN Saliéndonos a la calle.
DON FÉLIX Guiad donde quisiereis vos,
que a guardarle estoy dispuesto.
 
(Vanse.)

Calle.
 
 
Escena IX
 
DON PEDRO, que se encuentra con DON FÉLIX, DON JUAN y HERNANDO, al salir de la casa.
 
DON PEDRO ¡Don Juan, don Félix!, ¿qué es esto?
¿Dónde vais así los dos? 320
DON FÉLIX Paseándonos vamos.
DON PEDRO                                   No
es la deshecha bastante
a desmentir el semblante;
y habiendo llegado yo
a tiempo que ya empuñadas 325
de ambos las espadas vi,
no habéis de pasar de aquí.
DON JUAN Prevenciones excusadas
son las vuestras, vive el cielo.
HERNANDO No son, que mi amo y don Juan 330
a reñir, don Pedro, van.
DON FÉLIX Calla, pícaro.
 
(Vase HERNANDO.)
 
DON PEDRO                     ¿Qué duelo
hay, que entre amigos lo sea
que no se pueda ajustar,
Félix, antes de llegar 335
al último trance? Vea
yo que hacéis esto por mí,
y sepa la causa.
DON FÉLIX                           Yo
no he de decirla, que no
me está a mí bien.
DON JUAN                               A mí sí, 340
que no quiero que se diga
que sobre la obligación
de huésped, es sinrazón
la que a este trance me obliga.
Y pues que sois caballero, 345
que nos dejaréis reñir,
la ocasión he de decir...
DON FÉLIX No diréis, porque primero
yo...
DON PEDRO       Tened.
DON FÉLIX (Aparte.)   ¡Oh quién pudiera
su discurso suspender! 350
DON JUAN Que quiero con vos hacer
lo que con otro no hiciera
yo, don Pedro, he fiado
de don Félix que estoy enamorado
de una dama; y habiéndome valido 355
dél, no sólo(1) ayudarme ha pretendido,
pero contra su honor, contra su fama,
sé que festeja aquesta misma dama.
Ved si es justa mi queja,
pues dándole un papel por esta reja... 360
DON PEDRO (Aparte.)   ¡Qué es lo que escucho, cielos!
DON JUAN Oí (que oyen mucho contra sí los celos)
que dijo la tercera
que el dueño suyo doña Eugenia era.
Su nombre dije, poco habrá importado 365
el haberla nombrado,
siendo quien sois.
DON FÉLIX (Aparte.)   Con nuevas penas lucho.
DON PEDRO Esperad, que no importa, sino mucho,
porque aquese desvelo 370
me toca a mí con ambos, ¡vive el cielo!
Con vos, pues habéis sido
de Eugenia amante, que es la que he seguido;
y con él, pues de vos a oír he llegado
que está don Félix de ella enamorado: 375
de suerte que en los dos vengar prevengo
la razón que tenéis y la que tengo.
DON JUAN Si vos os declaráis de Eugenia bella
amante, cuando yo muero por ella,
ya con vos es mayor empeño el mío, 380
pues ya son dos de quien mis penas fío,
y dos los que me ofenden.
DON FÉLIX Dos son también los que agraviar pretenden
mi amistad, presumiendo
que, siendo yo quien soy, a ambos ofendo, 385
cuando en mi valor hallo
que al uno por el otro su amor callo,
y excusar el empeño solicito,
pasando la fineza a ser delito.
DON JUAN ¿Fineza es, cuando impío...
DON PEDRO                                         Cuando ingrato... 390
DON JUAN Con falsa fe...
DON PEDRO                            Con fementido trato...
LOS DOS ofendéis mi amistad?
DON FÉLIX                                    Oídme primero,
pues a los dos satisfacer espero.
DON JUAN Pláticas acortemos,
y puesto que tenemos 395
nuestro duelo empezado,
venid conmigo.
DON PEDRO                          Habiendo yo llegado
a tiempo que he sabido
que los dos me ofendéis, ¿cómo he podido
dejar de ir con los dos?
DON FÉLIX                                        Y ¿cómo puedo 400
yo dejar que los dos con tal denuedo
presumáis que traidor puedo haber sido?
LOS TRES De ambos está ofendido
mi valor.
DON FÉLIX                Por mi honor volver espero.
DON JUAN Calle la lengua pues, y hable el acero. 405
 
(Riñen los tres.)
 
 
Escena X
 
DON ALONSO, DON TORIBIO.-DON FÉLIX, DON JUAN, DON PEDRO.
 
DON TORIBIO (Dentro.)
¡Pendencia hay a la puerta de mi casa!
 
(Salen DON ALONSO y DON TORIBIO con espadas desnudas.)
 
DON ALONSO ¿Cómo entre tres amigos eso pasa?
DON JUAN Guárdeos Dios, que ya el duelo está acabado.
 
(Vase.)
 
DON ALONSO Esperad, porque habiendo yo llegado,
ofendéis mi valor...
DON PEDRO                               Nada esto ha sido. 410
(Aparte. Seguir quiero a don Juan, pues ya se ha ido.)
 
(Vase.)
 
DON TORIBIO Tenedlos, tío; que para ajustarlo,
sobre mi ejecutoria han de jurarlo.
Aguardar; que ya vengo,
mientras voy a sacarla; que la tengo 415
metida en las alforjas, como vino,
porque no se me ajase en el camino.
DON ALONSO Merezca yo saber qué furia airada
os ha obligado aquí a sacar la espada.
DON FÉLIX Nació esta competencia 420
sobre una diferencia
que en el juego los tres hemos tenido;
y habiendo vos venido
a tan buena ocasión, no fuera justo
que entre amigos durara este disgusto. 425
Perdonadme, señor, y dad permiso
que los siga.
DON ALONSO                     Será muy cuerdo aviso.
Id, don Félix, con Dios, que sabe el cielo
que siento no cumplir hoy con el duelo,
habiéndome aquí hallado. 430
 
(Vase DON FÉLIX.)
 
(Aparte. Pero es tal mi cuidado,
que no entre don Toribio en mi sospecha,
que más con él me importa la deshecha.)
 
(Vanse.)
 
Cuarto de EUGENIA en casa de DON ALONSO.
 
 
Escena XI
 
DON TORIBIO, muy preocupado, trayendo a DON ALONSO de la mano.
 
DON ALONSO ¿De qué tan pensativo
habéis quedado?
DON TORIBIO                               Imaginando vivo, 435
si nuestra solariega sangre acierta
en que riñendo, tío, a nuestra puerta,
se vayan atufados,
sin ir los dos muy bien descalabrados,
y aun los tres.
DON ALONSO                       ¡Qué notable desvarío! 440
Pues ¿qué nos toca su disgusto?
DON TORIBIO                                                       ¡Ay, tío!
¡Si hablara yo!...
DON ALONSO                             ¿De qué es el sentimiento?
DON TORIBIO De mucho.
DON ALONSO                   Pues hablad
DON TORIBIO                                         Estadme atento.
Cuando yo iba a buscar filis
y fuisteis vos a traerme, 445
desengañado de que
burla de mi prima fuese,
siendo hablilla que las damas
decir por donaire suelen;
al volver a casa, oímos 450
voces, diciendo impaciente
Clara que un hombre había en ella.
DON ALONSO Es verdad, y yendo a verle,
no le hallamos, aunque toda
la anduvimos.
DON TORIBIO                         Pues de aquese 455
examen que en ella hicimos,
todo mi dolor procede,
todas mis penas se causan,
y todos mis celos penden.
DON ALONSO ¿Por qué?
DON TORIBIO                  Fáltame el aliento, 460
la voz duda, el labio teme...
porque como no dejamos
nada por ver diligentes,
detrás de la cama (¡ay triste!)
de Eugenia...
DON ALONSO (Aparte.)      ¡Cielos, valedme! 465
DON TORIBIO Vi...
DON ALONSO        ¿Qué? ¿Al hombre?
DON TORIBIO                                          ¡Mas nonada!
¿Verle y no darle la muerte?
¿No bastó ver...
DON ALONSO                             Proseguid.
DON TORIBIO una clara seña, un fuerte
indicio de que a deshora 470
en el cuarto salga y entre?
DON ALONSO Ved, sobrino, qué decía:
no algún engaño os empeñe
a decir...
DON TORIBIO              ¿Cómo que engaño,
si lo vi más claramente 475
que cinco y cinco son diez,
y diez y diez serán veinte?
DON ALONSO Pues ¿qué visteis?
DON TORIBIO                               Una escala
que Eugenia escondida tiene.
DON ALONSO ¿Escala escondida?
DON TORIBIO                                  Sí, 480
y de hartos pasos, con fuertes
cuerdas y hierros atada.
DON ALONSO ¡Vive Dios, si verdad fuese
que había!...
DON TORIBIO                    ¿Cómo verdad,
si sólo porque la vieseis, 485
os traigo aquí, cuando solo
está el cuarto? Un punto breve
esperaos: veréis cuán presto
aquí la miráis patente.
 
(Vase.)
 
DON ALONSO ¡Ay de mí! No en vano, cielos, 490
previne ausentar prudente
de la corte a Eugenia. Pero
si ya don Toribio tiene
tan vivas sospechas, ¿cómo
es posible que la lleve? 495
Pues ya...
 
(Vuelve DON TORIBIO con un guardainfante.)
 
DON TORIBIO                   Mirad si es verdad...
Con más de dos mil pendientes
de gradas, aros y cuerdas.
DON ALONSO ¡Necio, loco, impertinente!
¿Ésa es escala?
DON TORIBIO                           Y escala 500
que si se desdobla, debe
poderse escalar con ella,
según las revueltas tiene,
la torre de Babilonia.
Esto es para quien lo entiende. 505
No la sé armar.
DON ALONSO                          ¡Vive Dios,
que no sé cómo consiente
mi cólera no deciros
mil pesares! Porque ése
es guardainfante, no escala. 510
DON TORIBIO ¿Guarda... qué?
DON ALONSO                           ¡Qué impertinente!
Guardainfante.
DON TORIBIO                        Peor es eso
que esotro. ¿Qué infante tiene
mi prima, que éste le guarde?
DON ALONSO Hablar con vos es hacerme 515
perder el juicio. No entienda
aquesto nadie: volvedle
donde estaba, y estimadme,
bárbaro, y agradecedme
que no os digo mil locuras. 520
 
(Vase.)
 
DON TORIBIO Escalado seas mil veces,
guardainfante de mi prima,
quien quiera que fuiste y fueses:
¡Bueno me han puesto por ti
de bárbaro impertinente!... 525
Y hasta saber el oficio
que en casa de mis primas tienes,
no he de parar.
(Voces dentro.)
                     Para, para.
DON ALONSO (Dentro.)
Pues que ya mis hijas vienen,
poned luces en su cuarto. 530
 
 
Escena XII
 
MARI-NUÑO.- DON TORIBIO.
 
MARI-NUÑO ¡Ay de mí!, que en él hay gente.
¿Quién es?
DON TORIBIO                   Yo soy, que no es nadie.
MARI-NUÑO ¿Qué haces aquí desta suerte,
con aquese guardainfante?
DON TORIBIO Aquí, si saberlo quieres, 535
me estaba pensando cosas...
MARI-NUÑO Sitio habrá donde las pienses.
Suelta, y mira no te hallen
aquí dentro cuando lleguen,
que ya vienen.
DON TORIBIO                           Mira tú 540
no me obligues a que vengue
el pasado mojicón.
MARI-NUÑO Mejor será, si lo adviertes,
no quieras que te dé otro.
DON TORIBIO ¿Qué va que no es mayor que éste? 545
(Dala una puñada.)
¡Ay, que me han muerto! ¡Señores,
acudid a socorrerme!
¡Ay, que me matan!
 
 
Escena XIII
 
EUGENIA, CLARA, DON ALONSO, BRÍGIDA.-DON TORIBIO, MARI-NUÑO.
 
DON ALONSO                                   ¿Qué es esto?
CLARA ¡Qué voces!
EUGENIA                     ¿Qué ruido es éste?
DON TORIBIO Mari-Nuño, mi señora, 550
estando en este retrete,
porque la dije no más
que buenas noches tuviese,
puso las manos en mí.
MARI-NUÑO Mas me dijo...
(Aparte a DON ALONSO, oyéndolo don Toribio.)
                           Pues pretende 555
que le favorezca yo,
porque dice que no quiere
señora de guardainfante,
y trae por testigo éste,
de quien está haciendo burla. 560
DON TORIBIO ¡Qué testimonio tan fuerte!
MARI-NUÑO (Aparte.) A un traidor, dos alevosos.
DON ALONSO (Aparte a MARI-NUÑO.)
Advertid vos que no lleguen
a entender nada las dos,
(Aparte a DON TORIBIO.)
que de vuestras sencilleces, 565
o ignorancias o locuras,
estoy cansado de suerte...
Pero hablemos de otra cosa,
no sean delirios siempre.
(A las damas.)
¿Cómo en la fiesta os ha ido? 570
EUGENIA Como a quien viene, señor,
de ver el triunfo mayor
que nuestra España ha tenido
desde que su monarquía
a ser la mayor llegó. 575
DON ALONSO Ya que no lo he visto yo,
de algún consuelo sería
oírlo de las dos aquí.
EUGENIA Yo, señor, te contaré
lo que me acuerdo. (Aparte. Veré 580
si desvelar puedo así
la pena en que me ha tenido
la competencia cruel
que vio Clara en su papel.)
CLARA (Aparte a MARI-NUÑO.)
¿Viste a Félix?
MARI-NUÑO                         Y advertido, 585
no dudo que venga.
CLARA                                Pues
vele a abrir.
MARI-NUÑO                      ¿Cómo, si aquí
todos están?
CLARA                      Mira, así.
(A su padre. Como atento nos estés,
lo que ella olvide, señor, 590
yo acordárselo pretendo.)
(Aparte a MARI-NUÑO.)
¿Entiéndesme?
MARI-NUÑO                         Ya te entiendo.
EUGENIA Oirás la fiesta mayor,
que habrás oído en tu vida.
CLARA Y vos oíd también.
DON TORIBIO                                ¿Pues no? 595
CLARA (Aparte a MARI-NUÑO.)
Ve por él, mientras que yo
les doy con la entretenida.
 
(Vase MARI-NUÑO.)
 
 
Escena XIV
 
DON ALONSO, CLARA, EUGENIA, DON TORIBIO, BRÍGIDA.
 
EUGENIA Llegó el día que trocando
la divina Marïana
en felices posesiones 600
perezosas esperanzas,
de Madrid amanecieron,
para su dichosa entrada,
en felices aparatos
cubiertas calles y plazas. 605
Todas las vimos, porque
transcendiendo por las vallas
fingidas de jaspe y bronce,
llegamos adonde estaba
en el Prado un arco excelso 610
que a las nubes se levanta.
CLARA Aquí en el nacional traje
Madrid de su antigua usanza,
esperó a su nueva reina,
vestida de blanco y nácar; 615
y para significar
de sus afectos las ansias
con que liberal quisiera
poner el mundo a sus plantas,
ya que no la puso el mundo, 620
puso, por lo menos, tantas
significaciones dél,
que en este arco y los que faltan
representó de sus cuatro
partes las coronas varias 625
que en él amante la ofrece
quien la mereció monarca;
y así esta parte fue Europa,
como principal estancia,
donde sus imperios tienen 630
las demás por tributarias.
EUGENIA Querer pintar que en él vimos
en casi vivas estatuas
a Castilla y a León,
por los reinos; Alemania 635
por la cuna, y por la fe
de la religión a Italia,
sin otras muchas señales,
imposible es ya, pues basta
que en este arco y los demás 640
apelemos a la estampa,
cuando lo expliquen sus letras
latinas y castellanas.
CLARA Sólo por mayor diremos
que a las cuatro dilatadas 645
partes del mundo, en quien tuvo
dominio el planeta de Austria,
correspondieron los cuatro
elementos, siendo en claras
significaciones, doctos 650
reversos de sus fachadas:
y así a Europa se dio el aire,
por ser en quien más templadas
sus influencias se gozan
dulces süaves y blandas. 655
EUGENIA Y como del aire es
el águila remontada
emperatriz, cuyo nido
favorable aspira el aura,
el águila coronó 660
este elemento, adornada
de jeroglíficos que
todos del aire se sacan.
CLARA A esta puerta pues, la Villa
(la ceremonia acabada 665
del besamano), empezó
(haciendo al compás la salva,
no sólo de los clarines,
las trompetas y las cajas,
sino de la voz del pueblo, 670
que es la más sonora salva)
a caminar con el palio,
con tanto aplauso, con tanta
majestad, que no se vio
en términos de vasalla, 675
nadie con más causa humilde,
ni soberbia con más causa.
EUGENIA De aquí pues a la carrera
de San Jerónimo pasa,
donde no menos vistoso 680
la recibió el triunfo de Austria
CLARA De sesenta y dos coronas
que en la India rinden a España
feudo, los bultos de algunas
significaron las ansias 685
de servir su buena reina
con dones y empresas cuantas
mide este imperio al Oriente,
donde su poder alcanza.
EUGENIA Y como Asia es la mayor 690
parte del mundo, que abraza
Ganges, Nilo, Éufrates, Tigris,
señora de tierras tantas,
fue su elemento la tierra,
en quien se vio coronada 695
la melena del león,
como su mayor monarca.
CLARA Llegó, pues, el Sol, del Sol
a la Puerta, en cuya estancia
África en el triunfal arco, 700
a vista suya se planta.
Y así, todas sus pinturas
fueron las fuerzas y plazas
que España en África goza,
desde que dos reinas santas, 705
política una en Madrid,
victoriosa otra en Granada,
arrancaron las raíces
desta venenosa planta.
A África correspondiendo 710
el fuego, o por su abrasada
Libia, o porque ha de ser hoy
la Puerta del Sol su estancia,
el Sol, planeta de fuego,
entre pirámides altas 715
se vio colocado, bien
como exaltado en su casa.
EUGENIA Siguióse la Platería,
de tal manera adornada,
que sólo un arte tan noble 720
así pudiera ilustrarla;
pues casi desde este arco
se corrieron dos barandas
de bichas y de columnas,
que empezándose desde altas 725
pirámides, prosiguieron,
hasta que en otras rematan,
poblando sus corredores,
por una y por otra banda,
aparadores cubiertos 730
de diamantes, oro y plata.
CLARA La América en otro arco
a Santa María estaba,
en cuyo templo el fiel culto
el Te Deum laudamus canta. 735
Fueron divinas empresas
cuantas dio el agua a sus aras,
siendo perennes milagros
Manzanares y Jarama.
EUGENIA En la plaza de Palacio 740
animados en dos basas,
que de Himeneo y Mercurio
sostenían las estatuas,
dos triunfales carros vi,
de cuya fábrica rara 745
fue la significación,
si es que me atrevo a explicarla,
que Mercurio, de los dioses
embajador, su jornada
a la vista de Palacio 750
feneció; y así, acabada
la fatiga del camino,
a Himeneo se la encarga,
porque uno su culto empiece,
donde otro su culto acaba. 755
CLARA Con este acompañamiento,
al compás de voces varias,
que del esposo y la esposa
decían las alabanzas...
EUGENIA En un bruto que parece 760
que sabía que llevaba
todo un cielo sobre sí,
según la noble arrogancia
con que obedecía soberbio
al impulso que le manda, 765
llegó nuestra invicta reina
a las puertas de su alcázar.
DON ALONSO Tal la relación ha sido,
que aunque el no verlo da enojos,
el deseo de los ojos 770
se suple con el oído.
DON TORIBIO No a mí, que aquese deseo
nunca tuve.
DON ALONSO                     ¿Por qué no?
DON TORIBIO Como esas bodas vi yo.
DON ALONSO ¿Dónde?
DON TORIBIO               En Cangas de Tineo, 775
cuando los concejos todos
se juntan para llevar
las novias a otro lugar,
entonando varios modos
de bailes y de cantares, 780
que es una fiesta bien rara.
Si de alguno me acordara,
se os quitaran mis pesares.
DON ALONSO Dejad locuras, por Dios.
Brígida, a alumbrarme ven, 785
que ya recogerme es bien.
 
(Vanse DON ALONSO y BRÍGIDA.)
 
 
Escena XV
 
CLARA, EUGENIA, DON TORIBIO.
 
CLARA ¿Por qué no os recogéis vos?
DON TORIBIO Porque para recogerme,
falta salir de un cuidado.
CLARA ¿Qué cuidado?
DON TORIBIO                          No he cenado; 790
y tras esto, otro ha de hacerme
perder el juicio.
CLARA                         ¿Qué es?
DON TORIBIO Vos dijisteis que había en mí
más en que vengaros.
CLARA                                    Sí.
DON TORIBIO Decidme la causa, pues. 795
CLARA (Aparte a él.)   La causa es que Eugenia, a quien
(Aparte. Dél asegurarme quiero
para la ocasión que espero.)
vos decís que queréis bien,
a otro favoreció.
DON TORIBIO                             ¡Ay cielos! 800
CLARA Si averiguarlo queréis,
bien fácilmente podéis...
DON TORIBIO Si esto oyeran mis abuelos,
¿qué dijeran?
CLARA                       Pues estando
un rato en ese balcón, 805
oiréis la conversación
que tiene en la calle, hablando
con un hombre por la reja
de su cuarto.
DON TORIBIO                     ¿Cómo qué?
En el balcón me estaré, 810
si acaso el dolor me deja,
sin chistar, de penas lleno.
 
(Disimuladamente abre un balcón, métese en él y cierra.)
 
CLARA (Aparte. Ya éste no me estorbará,
pues cerrado se estará
toda la noche al sereno.) 815
Eugenia. (Aparte. Bueno será
engañarla.)
 
 
Escena XVI
 
CLARA, EUGENIA.
 
EUGENIA                         ¿Qué me quieres?
CLARA Avisarte cuánto eres
infeliz.
EUGENIA            ¿En qué?
CLARA                             En que está
mi padre tan sospechoso 820
(pues no sé qué, que ha pasado,
Mari-Nuño le ha contado
acerca de que celoso
uno y otro amante tuyo
hoy a esta puerta riñeron), 825
que sus sospechas le hicieron
desvelar, según arguyo,
que no se acuesta por Dios,
que si tienes que temer,
me lo digas, para hacer 830
como hermana.
EUGENIA                           Si a los dos
en el coche y en la reja
viste que los despedí,
y que no ha quedado en mí
ni aun el ruido de la queja, 835
¿qué más de mi parte puedo
haber hecho, ni saber
puedo ahora qué he de hacer?
CLARA Yo, sí.
EUGENIA           ¿Qué es?
CLARA                          Perder el miedo,
puesto que inocente estás, 840
y cerrada en mi aposento,
desvelar tu pensamiento;
que yo, desvelando más
tu inocencia, allá entraré,
diciendo que estás dormida, 845
y mostrándome ofendida
a su enojo, le diré
muy bien dicho que no tiene
razón, si en sospechar da
de quien tan segura está. 850
EUGENIA Mi vida, hermana, previene
tu amistad; y porque más
de mí asegurarse quiera,
ciérrame tú por defuera.   (Éntranse.)
CLARA ¿Eso había de hacer? (Cierra.) Ya estás 855
conmigo en campaña, Amor.
Aquesta es la vez primera
que te vi el rostro: no quieras
vencer tan presto el rigor
de tus iras,¡Mari-Nuño! 860
 
 
Escena XVII
 
MARI-NUÑO; después, DON FÉLIX.-CLARA; DON TORIBIO, encerrado en un balcón.
 
CLARA ¿Dónde está aquel caballero?
MARI-NUÑO En mi aposento, señora,
rato ha que oculto le tengo,
mientras que la relación
a todos tenía suspensos. 865
CLARA Esto por Eugenia hago.
MARI-NUÑO Por eso yo te obedezco.
CLARA Dile, que salga a esta cuadra.
MARI-NUÑO Voy.   (Vase.)
 
(Sale DON FÉLIX.)
 
DON FÉLIX Aunque rendido vengo
a serviros, es mayor 870
mi pena que el rendimiento.
CLARA ¿De qué?
DON FÉLIX                   De ver que mi aviso
ni vuestra cordura han hecho
el efecto que esperamos,
sino tan contrario efecto, 875
que los dos conmigo hoy
a vuestra puerta riñeron;
y saliendo vuestro padre
y vuestro primo a este tiempo,
queriendo acudir a todo, 880
a nada acudí, supuesto
que ni a uno ni otro alcanzar
pude; y estoy con recelo
de que se hayan encontrado,
puesto que ninguno ha vuelto, 885
siendo ambos huéspedes míos.
Y aunque por ellos lo siento,
lo siento por vos con más
ventajas, pues si os confieso
una verdad, me debéis 890
vos mayor fineza que ellos.
CLARA ¿Yo mayor fineza?
DON FÉLIX                                 Sí.
CLARA ¿Cómo?
DON FÉLIX               Perdonad, os ruego,
porque no puedo decirlo,
aunque ya dicho lo tengo. 895
CLARA ¡Dicho lo tenéis, y no
podéis decirlo! No entiendo
tan nuevo enigma.
DON FÉLIX                              Yo, sí.
CLARA Declaraos más.
DON FÉLIX                        No puedo,
que si el sentimiento es 900
por ser mis amigos, cierto
será, por ser mis amigos,
el callar mi sentimiento.
 
(Ruido dentro.)
 
 
Escena XVIII
 
DON JUAN, y después, MARI-NUÑO.-Dichos.
 
DON JUAN (Dentro.)   ¡Válgame el cielo!
DON FÉLIX ¿Qué voces
son las que estamos oyendo? 905
CLARA En el jardín fue.
 
(Sale MARI-NUÑO.)
 
MARI-NUÑO                             ¡Señora!
CLARA ¿Qué hay Mari-Nuño? ¿Qué es eso?
MARI-NUÑO Por las tapias del jardín
se ha arrojado un hombre dentro, 910
a cuyo ruido, tu padre
baja ya de su aposento.
CLARA ¡Triste de mí! ¿Qué he de hacer,
si os ven aquí?
DON FÉLIX                         Buen remedio:
yo por aqueste balcón 915
saldré a la calle primero
que me vea.
CLARA                     No le abráis.
DON FÉLIX ¿No es mejor?
 
(Abre un balcón, y halla a DON TORIBIO.)
 
DON TORIBIO                           Esténse quedos,
no hagan ruido, que ya el hombre
a la reja llega, y quiero 920
oír lo que habla.
DON FÉLIX                            Hombre, ¿quién eres?
DON TORIBIO ¿Quién os mete a vos en eso?
¿Métome yo en quién sois vos?
Agradecedme que tengo
que hacer aquí, que si no, 925
a fe que había de saberlo.
 
(Enciérrase en el balcón.)
 
DON FÉLIX ¿Quién vio tan extraño lance?
MARI-NUÑO Ya en el jardín se oye estruendo.
CLARA Apartémonos de aquí.
 
(Abren la puerta por donde se retiró EUGENIA, y vanse por ella CLARA y MARI-NUÑO; DON FÉLIX se esconde, como DON TORIBIO, en otro balcón.)
 
 
Escena XIX
 
DON PEDRO.-DON FÉLIX, y DON TORIBIO, ocultos.
 
DON PEDRO Viendo mis rabiosos celos 930
que abriendo la puerta entró
mi enemigo hasta aquí dentro
sin poderlo yo estorbar,
que llegar no pude a tiempo,
por las tapias del jardín 935
a entrar me atreví resuelto
a vengar... Pero ¡qué miro!
Que es su padre, vive el cielo,
y brioso, con otro hombre
riñendo sale a este puesto. 940
 
 
Escena XX
 
Sale DON ALONSO, riñendo con DON JUAN.-DON PEDRO; DON FÉLIX, oculto; DON TORIBIO, en el balcón.
 
DON ALONSO Al esfuerzo de mi brazo,
de mis iras al aliento,
pues me han hecho dos agravios
tu voz y tu atrevimiento,
los dos vengaré. ¡Ay de mí! 945
Que van mis penas creciendo,
pues cuando pensé de uno,
dos de quien vengarme tengo.
DON FÉLIX (Saliendo del balcón donde estaba escondido.)
Tened la espada, don Juan.
Don Alonso, deteneos. 950
DON JUAN Mira si traidor amigo
eres, pues aquí te encuentro.
DON FÉLIX Oíd, sabréis que enemigo
no soy, ni suyo, ni vuestro.
DON ALONSO ¡Dentro de mi casa dos 955
enemigos!
DON FÉLIX                  Deteneos.
DON PEDRO (Aparte. Aunque estorbar aquí deba
de don Alonso el empeño,
primero venganza pide
lo rabioso de mis celos.) 960
Si por aquese balcón
(A DON FÉLIX, que se ha quedado delante del balcón donde está DON TORIBIO.)
te pasó el atrevimiento
de aquesa ingrata a mis ojos,
en ti he de vengar primero
los celos con que te busco. 965
Baja abajo, o vive el cielo
que esta pistola...
DON TORIBIO (Saliendo del balcón.)
                             ¿Pistola?
Hombre del diablo, está quedo,
que no es eso lo que yo
te dije Pero ¡qué veo! 970
¿Qué es esto, tío?
DON ALONSO                              A mi lado
os poned.
DON PEDRO (Aparte.)   Pues que le abrieron
la ventana, llegaré
a matarle; que no temo,
ya que estoy muerto a su dicha, 975
quedar a sus manos muerto
DON JUAN Traidor, tras ti. Mas ¿qué miro?
¿Por la ventana resuelto
así os entráis?
DON PEDRO                        ¿Qué os admira?
Si tanto ruido me ha puesto 980
en obligación de entrar
a saber lo que es.
DON ALONSO                              Suspenso
en repetidos agravios,
no sé a cuál he de ir primero.
DON FÉLIX Teneos, señor, don Alonso, 985
que trances de honor, el cuerdo
los venga con su prudencia,
antes que con el acero:
y si me escucháis, no dudo
quedéis honrado y contento. 990
DON ALONSO Uno entró por mi jardín,
otro por mi reja; pero
vos que aquí dentro os halláis,
¿por dónde entrasteis primero?
Que haciéndome el mismo agravio, 995
me venís a dar consejo.
DON TORIBIO Entraría por la escala,
que escala había para ello.
DON FÉLIX Yo soy tan interesado
en este lance, que pienso 1000
que vine a serviros más
a todos, que no a ofenderos,
pues fue a excusarle; mas ya
que conseguirlo no puedo
de una manera, de otra 1005
lo intentaré: estadme atentos.
Doña Eugenia me ha tenido
en aqueste cuarto, a efecto
de estorbar entre los dos...
 
 
Escena XXI
 
EUGENIA, CLARA.-Dichos.
 
EUGENIA (Dentro.)   ¿Qué escucho? Dejar no puedo 1010
de salir, al oír mi nombre.
CLARA (Dentro.)   Tente, no salgas.
 
(Salen CLARA y EUGENIA.)
 
EUGENIA                                          Sí quiero,
que ya me importa saber
qué es aqueste fingimiento.
¡Yo te he tenido (¿qué dices, 1015
hombre?) en mi cuarto!   (A DON FÉLIX.)
DON FÉLIX                                        Teneos,
que yo doña Eugenia he dicho,
no vos.   (Señala a CLARA.)
DON ALONSO               ¿Cómo, cómo es eso?
¿Luego tú eras la que un hombre
escondido tenías dentro? 1020
EUGENIA ¿Luego tú con nombre mío,
Clara, la traición has hecho?
DON TORIBIO ¿Luego tú por eso a mí
me tenías al sereno,
hecho avestruz del amor? 1025
LOS TRES ¿Qué es esto, ingrata? ¿Qué es esto?
CLARA Esto es que por estorbar
de Eugenia yo los empeños,
no pude estorbar el mío;
y pues que sois caballero,     (A DON FÉLIX.) 1030
no en el riesgo me dejéis,
cuando a otra sacáis del riesgo.
DON FÉLIX ¿Qué es dejaros? Con mil vidas
habéis de ver que os defiendo;
pues no amando la que es dama 1035
de mis amigos, bien puedo.
DON JUAN Pues supuesto que ya quedan
desvanecidos mis celos,
yo os ayudaré.
DON PEDRO                        Yo y todo.
DON ALONSO ¿Hay tan grande atrevimiento? 1040
DON TORIBIO ¡Quién tuviera aquí un lanzón
de tres que en mi casa tengo!
DON ALONSO A mis ojos y en mi casa,
nadie a mis hijas (¡ay cielos!)
defenderá que no sea 1045
su esposo.
DON FÉLIX                  Si basta eso,
yo lo soy suyo.
CLARA                            Y yo suya.
DON ALONSO ¿Quién creyera que en el yerro
mayor, fuera quien cayera
la mesurada más presto? 1050
DON TORIBIO ¿Quién no lo creyera?, pues
siempre en el mundo lo vemos,
que las aguas mansas son
de las que hay que fiar menos,
y tienen mayor peligro 1055
porque sin duda por eso,
Guárdate del agua mansa
dijo un antiguo proverbio.
EUGENIA Pues yo, señor, a tus plantas
humildemente te ruego 1060
me des estado a tu gusto;
que yo con mi primo quiero
irme a la montaña, donde
te asegure, por lo menos,
de que nunca delincuentes 1065
fueron mis esparcimientos.
DON TORIBIO ¿A la montaña? Eso no,
porque allá llevar no quiero,
ni filis, ni guardainfantes:
y así, con mi alforja al cuello, 1070
donde esta mi ejecutoria,
habéis de ver que me vuelvo
sin casar.
DON ALONSO                  Ni yo tampoco;
que no tengo de dar dueño
tan bruto a una hija mía 1075
a quien más atención debo,
sino darla a quien su madre
la había dado en casamiento,
y esperando mi licencia,
se quedó hasta ahora suspenso. 1080
DON JUAN A vuestras plantas humilde
os digo que soy el mesmo,
pues soy don Juan de Mendoza.
DON ALONSO Con esto es del mal el menos.
DON PEDRO Pues quedo sin esperanza 1085
de mi amor, lograrla intento
en pedir que perdonéis
de nuestras faltas los yerros.
DON TORIBIO Porque con la moraleja
del Agua mansa y su ejemplo, 1090
dando principio a serviros,
fin a la comedia demos.



CALDERON- Guárdate del agua mansa