Ireneo, Contra herejes Liv.2 ch.11

2. Refutación de la doctrina sobre el Pléroma

2.1. Teoría de los treinta Eones



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2.1.1. Errores de la doctrina por defecto


12,1. Ante todo respecto a su Treintena, diremos que toda ella se viene abajo por dos lados: por defecto y por exceso. Ellos la basan en el hecho de que el Señor se hizo bautizar a los treinta años (
Lc 3,23). (738) Una vez que caiga este argumento suyo, será claro que todos los demás vendrán abajo.

Sobre el error por defecto diremos lo siguiente: En primer lugar, ellos cuentan al Protopadre entre los demás Eones. Mas el Padre no debe enumerarse con el resto de lo que ha sido emitido, porque él no fue emitido junto con los demás seres, ni el ingénito con lo que fue engendrado, al que nadie puede abarcar con lo que él abarca y por tanto él es inabarcable, el que no tiene forma con los seres dotados de forma. Siendo él superior a todos los demás seres, no tiene por qué enumerarse entre ellos; el impasible e incapaz de errar no puede contarse con el Eón pasible y caído en el error. En el primer libro expusimos cómo ellos empiezan a contar la Treintena a partir del Abismo y terminan en la Sabiduría, a la que llaman el Eón extraviado. Ya hemos descrito el nombre de todos los demás Eones. Si no contamos al Padre entre ellos, ya no serán treinta los Eones emitidos, sino veintinueve.

12,2. En seguida dicen que la primera emisión fue del Pensamiento al que también llaman Silencio, y de éste a su vez fueron emitidos la Mente y la Verdad. Yerran en ambas teorías. Porque es imposible concebir como un ser separado el pensamiento o el silencio de alguien que, una vez emitido, tenga su propia figura. Si en cambio afirman que el Pensamiento no fue emitido hacia fuera, sino adherido al Protopadre ¿por qué lo han de enumerar con los demás Eones ya que éstos no están adheridos (al Protopadre), y por este motivo ignoran su grandeza? Si por otra parte admitimos su teoría de que está unido (al Protopadre): de este matrimonio inseparable tendrá que brotar también una emisión inseparable y unida, puesto que no puede ser sino semejante a aquel que la emitió. De ahí se seguiría que siempre serán uno y el mismo el Abismo y el Silencio, así como la Mente y la Verdad, siempre unidos el uno al otro, puesto que el uno jamás podrá entenderse sin el otro. Algo así como el agua no puede existir sin la humedad, ni el fuego sin el calor, ni la piedra sin la dureza, pues siempre están unidos y son inseparables uno del otro, sino que siempre coexisten: de modo semejante el Abismo y el Pensamiento tendrán que estar unidos, así como la Mente y la Verdad. Lo mismo se diga del Verbo y la Vida, emitidos por Eones unidos, (739) tendrán que estar unidos y formar uno solo. Y siguiendo el mismo argumento, el Hombre y la Iglesia, así como la emisión de cada una de las parejas, tendrá que mantenerlos unidos y coexistir siempre el uno con la otra. Según sus teorías, también tendrán que estar unidos el Eón femenino y el Eón masculino, puesto que éste es su complemento.

12,3. Si todo sucede como hemos dicho (puesto que ésta es su doctrina), es desvergüenza suya enseñar que el más joven de la Docena de Eones, al que llaman la Sabiduría, sin unirse (en matrimonio) con su pareja, al que llaman el Deseado (Theletòs), ha caído en una pasión y de modo independiente, prescindiendo de él, engendró un fruto al que llaman "mujer nacida de mujer". Tan grande es la locura en que han resbalado, que de modo evidente profesan dos doctrinas entre sí contrarias. Pues si el Abismo se unió con el Silencio, la Mente con la Verdad, el Verbo con la Vida, y así sucesivamente, ¿cómo podía la Sabiduría, sin unirse a su marido, experimentar la pasión y engendrar fuera del matrimonio? Porque si ésta pudo sufrir una pasión sin su pareja, por fuerza también las demás parejas podrán separarse y apartarse entre sí. Esto es absurdo, como arriba dijimos. Porque es imposible que la Sabiduría se haya sometido a la pasión sin el Deseado. Con esto queda deshecho todo su argumento: porque han puesto el inicio de la composición de todo el resto de su tragedia precisamente en la pasión que, según dicen, ella experimentó sin unirse a su marido.

12,4. Quizás, a fin de salvar desvergonzadamente sus vanas teorías, dirán que también las demás parejas se separaron entre sí, por culpa de la última pareja. En primer lugar, sería una afirmación imposible: pues ¿cómo podrán separar de su Pensamiento al Protopadre, de la Verdad a la Mente, de la Vida al Verbo, y de modo parecido el resto? Porque, si ellos mismos siempre recurren a la unidad, y dicen que todos los Eones son una sola cosa, ¿cómo es posible que las mismas parejas que están dentro del Pléroma no conserven la unidad, sino que pueden separarse entre sí, al punto de que uno de los Eones puede sufrir la pasión y engendrar sin el matrimonio con el otro, como una gallina sin el gallo?

12,5. He aquí una última manera de hacer caer su Ogdóada primigenia. En el mismo Pléroma se hallarían sobre todo el Abismo y el Silencio, (740) la Mente y la Verdad, el Verbo y la Vida, el Hombre y la Iglesia. Pero es imposible que el Verbo (166) coexista con el Silencio, o al revés, que el Silencio esté presente donde está el Verbo: porque uno a otro se descartan, así como la luz y las tinieblas no pueden coexistir en el mismo sitio, ya que donde hay luz no hay tinieblas, sino que la llegada misma de la luz disuelve las tinieblas. De manera semejante ahí donde hay Silencio no hay Verbo (Palabra); y donde hay Verbo no hay Silencio. Pero si dicen que el Verbo es interior (endiáthetos), entonces también el Silencio deberá serlo, y de igual modo el Silencio interior sería disuelto por el Verbo interior. Pero que no sea un Verbo interior, su misma teoría de la emisión (hacia fuera) lo está diciendo.

12,6. Que no digan, pues, que la primera y primigenia Ogdóada consta de Verbo y Silencio, sino que dejen fuera al Verbo y al Silencio. De este modo queda derruida su Ogdóada primera y primigenia. Porque, si enseñan que la unidad se da por parejas, su argumento cae por tierra por sí mismo: pues ¿cómo, estando unidas en matrimonio las parejas, la Sabiduría emitió sin su marido el fruto de la penuria? Mas si por el contrario afirman que cada uno de los Eones tiene su propia substancia, ¿cómo pueden coexistir en el mismo (Pléroma) el Verbo y el Silencio? Estos son sus errores por defecto.

2.1.2. Errores de la doctrina por exceso


12,7. También por exceso se destruye su Treintena, de esta manera. Dicen que, así como los demás Eones, el Límite fue emitido por el Unigénito. Y lo llaman con muchos nombres, como hemos descrito en el libro primero. Unos afirman que el Límite fue emitido a su semejanza por el Unigénito, otros que por el Protopadre. El Unigénito también habría emitido al Cristo y al Espíritu Santo, a los cuales no enumeran entre los Eones del Pléroma, así como el Salvador, a quien también llaman el Todo. Hasta un ciego podría ver que no sólo fueron emitidos treinta Eones, sino junto con estos treinta otros cuatro. Ellos cuentan en el Pléroma al mismo Protopadre y a todos los demás que se emitieron sucesivamente unos a otros.

¿Por qué, entonces, no se van a enumerar junto con ellos a los que existen en el mismo Pléroma, emitidos de modo semejante? ¿Qué motivo plausible podrán alegar, (741) para no enumerar con los demás Eones al Cristo, el cual, según dicen, fue emitido por el Unigénito por voluntad del Padre, ni al Espíritu Santo, ni al Límite también llamado la Cruz, ni al Salvador que vino a auxiliar y a formar a su Madre? ¿Acaso porque éstos sean más débiles que aquéllos, y por ese motivo indignos de llamarse Eones y contarse entre éstos, porque éstos son mejores y distintos? ¿Pero cómo pudieron resultar tan inferiores, si fueron emitidos para reafianzar y aun corregir a los otros? Sin duda no pueden ser superiores a la primera y primigenia Cuaterna, pues por ella fueron emitidos, y dicha Cuaterna se cuenta en la Treintena. Sería, pues, necesario contarlos también a éstos en el Pléroma de los Eones, o quitar a estos Eones el honor de su nombre.

12,8. De esta manera, como hemos demostrado, su Treintena queda deshecha, tanto por exceso como por defecto. Porque, tanto si falta como si sobra algo al número, éste no se mantiene, ¿cuánto más si es tan grande el exceso? Luego su fábula sobre la Ogdóada, como sobre la Docena, es absurda, así como toda su teoría, una vez que su base misma ha sido hecha añicos y ha sido precipitada en su Abismo, quiero decir disuelta en la nada. Mejor que se pongan a investigar otras causas por las cuales el Señor recibió el bautismo a los treinta años, por qué los Apóstoles fueron doce, por qué el flujo de sangre que padeció la mujer, y la solución de tantos delirios por los cuales se fatigan.

(166) O sea la Palabra.

2.2. Las sucesivas emisiones



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2.2.1. Emisión de la Mente y la Verdad


13,1. Ahora demostramos que es errada la primera serie de sus emisiones. (742) Dicen que del Abismo y de su Pensamiento han sido emitidos la Mente y la Verdad. Esto es contradictorio. Porque la mente es el primero y más elevado elemento, principio y fuente de toda producción interior; el pensamiento, en cambio, brota de ella, como un movimiento que se refiere a un objeto cualquiera. Luego no es posible que el Abismo y su Pensamiento hayan emitido la Mente. Mucho más verosímil habría sido decir que ambos vienen del Protopadre, y que de la Mente fue emitido el Pensamiento como hijo: pues el Pensamiento no es padre de la Mente, como ellos dicen, sino que ésta es madre del Pensamiento.

¿Y cómo pudo ser emitida por el Protopadre la Mente? Esta mantiene la dirección del proceso escondido e invisible del cual se generan el sentimiento, el pensamiento, la reflexión y los demás frutos de este tipo, que no son otra cosa que la misma mente; pero, como acabamos de decir, en cuanto son movimientos enderezados hacia un objeto particular, reciben distintos nombres según sean más duraderos e intensos (pero no porque se muden en algo distinto). Estos actos se originan en el pensamiento, después se les atribuye un nombre y se expresan mediante la palabra; en cambio la Mente se mantiene en el interior, creando, disponiendo y gobernando libremente y por propia decisión, y tal como quiere, todos los movimientos que hemos indicado.

13,2. Pensamiento se le llama, efectivamente, al primer movimiento de la mente hacia un objeto. Si dura y se incrementa e invade el alma, es llamado reflexión; si dicha reflexión se detiene mucho tiempo en una cosa y la saborea, es llamada sensación; esta sensación, si se prolonga, es llamada consejo; cuando el consejo se prolonga e intensifica el movimiento, es llamado discurso interior; cuando este discurso se desenvuelve en la mente, con toda propiedad es llamado palabra (verbo interior), la cual, una vez expresado, es llamada palabra (verbo) pronunciada.

(743) Sin embargo, todos los movimientos que acabamos de describir son una y la misma actividad que se origina en la mente y según se desarrolla va adquiriendo nombres diversos. Así como el cuerpo humano: primero es un cuerpo infantil, luego adulto, y finalmente senil. Recibe distintos nombres según su duración y desarrollo; pero no porque cambie su substancia ni porque desaparezca el cuerpo. De modo semejante la mente: cuando alguien contempla una cosa, piensa en ella; cuando piensa en ella, la valora; cuando la valora, reflexiona; cuando reflexiona, produce un discurso interior; y cuando produce este discurso, habla. Y, como arriba dijimos, la mente controla todo este proceso, siendo ella invisible; y ella es la que, mediante el proceso descrito, emite la palabra como su irradiación; pero no es la palabra la que emite a la mente.

13,3. Todo lo anterior se afirma cuando hablamos del hombre compuesto por naturaleza de cuerpo y alma (167). Pero decir que de Dios se engendró el Pensamiento, del Pensamiento la Mente, de ésta el Verbo, es tratar estas emisiones de modo incorrecto; porque es describir las actividades internas, las pasiones y decisiones del ser humano, ignorando a Dios; pues aplican el proceso que siguen los seres humanos para hablar, al Padre de todas las cosas, al que luego llaman el desconocido de todos, incluso le niegan que haya creado el mundo (744) (dicen que para no rebajarlo), y sin embargo le atribuyen todas las actividades interiores y las pasiones de los hombres.

Si conociesen las Escrituras y se dejaran educar por la verdad, aprenderían que Dios no es como los seres humanos, ni sus pensamientos son como los del hombre (
Is 55,8-9). Pues el Padre de todas las cosas dista mucho de las acciones y pasiones humanas, es simple, no es compuesto, no consta de miembros diversos, todo su ser es igual a sí mismo; es todo intelecto, todo espíritu, todo sentimiento, todo pensamiento, todo verbo, todo oído, todo ojo, todo luz y todo bien de todos los bienes, como afirman de Dios los hombres de fe y piadosos (168).

13,4. El está sobre todas las cosas, y por eso es inefable. Se puede afirmar con rectitud y justicia que es un intelecto que abarca todas las cosas, pero no de modo semejante al intelecto de los seres humanos. También se le puede llamar luz, pero no a la manera de nuestra luz. Y así sucesivamente: el Padre de todas las cosas no es en nada igual a la pequeñez humana; y, aunque nosotros podemos hablar de estas cosas en él por motivo de su amor, sin embargo hemos de entender que siempre nos supera en grandeza. Así pues, aun en el ser humano su mente no es emitida ni se separa de él mientras viva; ella emite las demás actividades, pero éstas no son sino movimientos y disposiciones interiores que se manifiestan; mucho más tratándose de Dios, (745) que es todo intelecto: éste no se separa de él, ni éste lo emite como un ser distinto.

13,5. Si Dios emitió un Intelecto (sensus) (169), según ellos dicen tendría que haberlo emitido como algo corporal y compuesto, a fin de que pudiera tratarse de dos seres separados: el Dios emisor y el Intelecto emitido. Tampoco pueden decir que el Intelecto emitió un Intelecto, porque entonces dividirían y separarían en partes el Intelecto de Dios.

Además, ¿de dónde lo habría sacado o en qué lo habría emitido? Porque, cuando alguien emite algo, lo emite en algún sujeto. ¿Y qué sujeto había anterior al intelecto de Dios, para que en él Dios lo hubiese emitido? ¿Hubo algún lugar capaz de contener el intelecto de Dios? Tal vez se les ocurra compararlo con el rayo de luz; pero éste recae sobre el aire que existe antes que el rayo y puede recibirlo: entonces que ellos indiquen algo que haya existido antes que el intelecto de Dios, y capaz de recibirlo. Y en seguida, así como vemos al sol bastante pequeño por la distancia desde la que emite sus rayos, sería preciso que también dijeran que el Protopadre emite su rayo fuera de sí y a larga distancia. ¿Qué pueden aducir ellos como lo que está fuera y distante de Dios, sobre lo cual pueda emitir su rayo?

13,6. Podrían también decir que no fue emitido fuera del Padre, sino dentro del mismo Padre, lo cual mostraría una emisión superflua: ¿cómo puede ser emitido algo preexistente dentro del mismo Padre? Pues la emisión es una manifestación al exterior, de aquello que ha sido emitido. Además se seguiría que, una vez emitido el Intelecto, también el Verbo emitido por él quedaría dentro del Padre, y de modo semejante todas las demás emisiones del Verbo. Tampoco podrían ignorar al Padre si estuvieran dentro de él; ni lo conocerían cada vez menos, a medida que se sucediera una emisión de otra, puesto que todas ellas quedarían envueltas por igual dentro de los confines del Padre. También serían todas ellas impasibles, estando en el interior del Padre, ni podrían algunas de ellas ser diferentes entre sí, pues en el Padre no hay diferencias.

A menos que se les ocurra decir que existen en el Padre (746) como en un círculo mayor otro menor, y en seguida otro más pequeño dentro de éste; o como una esfera o un cuadrado: el Padre contendría dentro de sí las emisiones de los Eones como esferas o cuadrados: cada uno de ellos estaría rodeado del inmediato mayor que lo envolvería como a uno menor; de esta manera el menor de todos quedaría en el centro y muy separado del Padre: por eso no conocería al Protopadre. Pero si dicen esto, entonces tienen que incluir a su Abismo, al mismo tiempo circundante y circundado. Se verían forzados a admitir que hay algo fuera de él que lo abraza, y de esta manera tendrían que multiplicar al infinito los que contienen y los contenidos. Siendo así, los Eones serían concebidos como cuerpos encerrados en sus límites.

13,7. Además, o confiesan que el Padre es vacío, o bien que todo cuanto en él se encuentra, de modo igual participa del Padre. Sucedería como en el agua: alguien puede producir figuras redondas o cuadradas, pero todas ellas participarán del mismo modo del agua; así también las figuras dibujadas en el aire o en la luz participarían igualmente del aire o de la luz. No de otra manera los que estuvieran dentro del Padre participarían de él de modo semejante, y la ignorancia no tendría lugar en ellos, pues ¿dónde cabría la ignorancia si todo lo llena la participación el Padre? Y si el Padre lo llena todo, no deja lugar para la ignorancia. Así queda también disuelta su teoría sobre las obras producidas por disminución (progresiva) y la emisión de la materia junto con el resto de las cosas creadas, a las que según ellos la pasión les proveyó de una substancia producto de la penuria. En cambio, si confesaran que el Padre es vacío, lanzarían la mayor de las blasfemias, pues le negarían su naturaleza espiritual. ¿Cómo puede ser espiritual aquel al cual se le niega incluso que pueda llenar lo que está en su interior?

2.2.2. Emisión del Verbo y la Vida


(747) 13,8. Lo que acabamos de decir sobre la emisión de la Mente, vale también contra los que siguen a Basílides y contra los demás Gnósticos, de los cuales éstos (los valentinianos) recibieron la doctrina de las emisiones, como ya hemos demostrado en el primer libro. Hace un momento hemos probado claramente que la emisión de la Mente o Intelecto que alegan, es imposible y absurda. Volvamos ahora la atención a las otras emisiones.

Dicen que de la Mente fueron emitidos el Verbo y la Vida, los hacedores de este Pléroma (inferior); y que el Logos o Verbo fue emitido al modo de la actividad mental humana; y, haciendo conjeturas ofensivas a Dios, dicen haber descubierto que el Verbo ha sido emitido por la Mente. Todos sabemos que esta afirmación es cierta cuando hablamos de la actividad humana; pero si hablamos de Dios, que es todo Mente, todo Verbo, como ya dijimos, nada se puede hipotizar que sea anterior o posterior, más nuevo o más antiguo en él; sino que todo lo que él es sigue siendo siempre igual, semejante y uno. De ahí que no pueda descubrirse en él una emisión que suponga etapas sucesivas.

Si alguien afirma que Dios es todo ojo y todo oído (pues en cuanto ve oye, y en cuanto oye ve), no yerra. Lo mismo se diga si alguien sostiene que él es todo Mente y todo Verbo, de modo que en su Mente está el Verbo, y el Verbo es su Mente (170). Todavía se estará hablando de un modo muy insuficiente sobre el Padre de todas las cosas, pero al menos de manera más decente que aquellos que atribuyen al Verbo eterno de Dios la generación de la palabra pronunciada por los seres humanos; éstos asemejan al origen del Verbo el origen y la emisión propias de su propia palabra humana. ¿Y en qué diferiría el Verbo de Dios, más aún el mismo Dios (que es Verbo), de la palabra de los seres humanos, si ambos han sido engendrados con el mismo sistema?

(748) 13,9. También erraron sobre la Vida, cuando dijeron que fue emitida en sexto lugar; en cambio es preciso ponerla en primer lugar, porque Dios es Vida, Incorrupción y Verdad. Y estos atributos no han sido emitidos en forma descendente; sino que se trata de nombres que atribuimos a las cualidades eternas de Dios, en cuanto es posible y digno para el ser humano hablar y oír acerca de Dios. Porque en el nombre de Dios también están comprendidos la Mente, el Verbo, la Vida, la Incorrupción (171), la Verdad, la Sabiduría, la Bondad y todos los atributos semejantes. Nadie puede afirmar que la Mente de Dios sea anterior a su Vida, pues su Mente es su Vida; ni la Vida es en él posterior a la Mente, puesto que aquel que es la Mente de todas las cosas, o sea Dios, nunca ha existido sin Vida. Mas si algunos de ellos dicen que en el Padre existía la Vida, pero que la emitió en sexto lugar para que el Verbo viva, deberían haber puesto su emisión mucho antes, en cuarto lugar, para que pudiese vivir la Mente y antes de ella su Abismo. Cuando enumeran al Protopadre junto con el Silencio, y a éste le adscriben una cónyuge, y en cambio no enumeran la Vida, ¿no están diciendo la mayor de las tonterías?

2.2.3. Emisión del Hombre y la Iglesia


13,10. Acerca de la siguiente emisión en sus teorías, o sea del Hombre y la Iglesia, los mismos padres de los Gnósticos disputan entre sí para probar sus propias invenciones, pero con ello se muestran los peores impostores. Dicen que sería más conveniente decir que el Verbo fue emitido por el Hombre, y no el Hombre por el Verbo, puesto que el Hombre existe antes que la Palabra (Verbo), y además éste es el Dios sobre todas las cosas.

Hasta aquí, en todo cuanto hemos expuesto, ellos han teorizado sobre la actividad interior, los movimientos de la mente, (749) los orígenes de la voluntad, la emisión de las palabras y cosas semejantes de los seres humanos, de manera que podría parecer verosímil; pero no son igualmente verosímiles sus aplicaciones que hacen a Dios. Pues cuando aplican al Verbo Divino las actividades humanas y las pasiones que ellos sienten dentro de sí mismos, para traducir por medio de estas pasiones humanas el significado, origen y emisión del Verbo (que habría tenido lugar en quinto lugar), pretenden enseñar misterios maravillosos, elevados e inefables que nadie más conoce, de los cuales habría dicho el Señor: "Buscad y hallaréis" (Mt 7,7). Por eso, dicen, investigan quiénes fueron engendrados por el Abismo, el Silencio, la Mente y la Verdad; y en seguida si de éstos provienen el Verbo y la Vida, y luego si del Verbo y la Vida proceden el Hombre y la Iglesia.

(167) Sobre la antropología de San Ireneo, ver D 2: "El hombre es un ser viviente compuesto de alma y cuerpo", y II, 28,4; IV, Pr 4 16,3; V, 3,2; 9,3. V, 1,3: "El hombre es un animal racional".

(168) S. Ireneo arguye contra los gnósticos: es verdad que la Escritura y los cristianos usamos imágenes para hablar de Dios de modo análogo a lo que conocemos (por ejemplo la expresión "el Verbo" para indicar al Hijo); pero ellos objetivizan y divinizan esas analogías, de modo que enseñan como seres diferentes al Hijo, al Unigénito, al Verbo, etc. También los cristianos usamos expresiones análogas, como el ojo, el oído, la Palabra, etc. para hablar de Dios; pero somos conscientes de la unicidad y absoluta simplicidad divina (ver II, 13,8 28,4-5; IV, 11,2), y de que se trata sólo de pluralidad de imágenes nuestras, que en nuestra pequeñez usamos para modestamente tratar de comprender su grandeza, como S. Ireneo afirma en el párrafo siguiente.

(169) El mismo texto latino (y no existen ni el original griego ni su restauración) algunas veces habla de Nous (que hemos traducido Mente) y otras de Sensus (que traducimos Intelecto).

(170) Adviértase que, aun a duras penas, S. Ireneo trata, por una parte, de afirmar la distinción al interior del Ser divino, y, por otra, la absoluta unicidad y simplicidad de Dios. Lo que rechaza es el modo de proceder de los valentinianos: su distinción desemboca en multiplicidad dentro del Ser divino. Nótese el mismo proceso en el párrafo siguiente.

(171) La incorrupción, más aún la incorruptibilidad y la inmortalidad (V, 3,1), son atributos de Dios, incluidos en su mismo Nombre. Siendo el Padre incorruptible por naturaleza, nos otorga la incorrupción como un don: ver III, 20,2; IV, 6,20; 14,1; 20,5; 38,2-3; V, 13,1.3; 15,1; 21,3, por nuestra unión con el Verbo: ver III, 19,1; D 7, 31, 40.


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2.2.4. Origen de estas ideas en los antiguos poetas


14,1. Con mucha más verosimilitud y de modo más digno habló sobre el origen de todas las cosas Aristófanes, uno de los antiguos poetas cómicos, en su teogonía. El dice que de la Noche y el Silencio nació el Caos; en seguida, del Caos y la Noche nació el Deseo, y de éste la Luz, y de esta manera se produjo el primer origen de los dioses. Después vino de ellos una segunda generación de dioses, y entre ellos el Demiurgo del mundo: estos segundos dioses habrían plasmado a los seres humanos (172).

Ellos (los valentinianos) apropiándose de esta fábula han elaborado su doctrina sobre la naturaleza, cambiándoles solamente los nombres, (750) pero manteniendo el mismo origen de todas las primeras emisiones: a la Noche y el Silencio llamaron el Abismo y el Silencio; al Caos llamaron la Mente; en lugar del Deseo, por el cual según el poeta cómico fueron hechas todas las cosas, ellos pusieron al Verbo; en lugar de primeros y supremos dioses dieron forma a los primeros Eones; sustituyeron a los segundos dioses por su Madre que salió del Pléroma, y que según ellos dio origen a toda la Economía a la que llaman Ogdóada: de ésta habría salido la hechura del mundo y la plasmación de los seres humanos. ¡Y todavía presumen de ser los únicos que conocen los misterios inefables y desconocidos, cuando por todas partes los comediantes disfrazados recitan estas cosas en los teatros con voces más brillantes! Lo único que hacen es transferir las mismas fábulas a sus enseñanzas, o mejor dicho enseñan las mismas fábulas, cambiando solamente los nombres.

14,2. Y no sólo han recogido las ideas de los cómicos, para probarlas y proponerlas como propias; sino también han plagiado los dichos de los llamados filósofos que nada saben de Dios, los reúnen, los cosen como parches en vestidos desgastados, para fabricarse con palabras sutiles un fingido artificio. Piensan introducir de este modo una nueva doctrina, cuando lo único que están haciendo es sustituir con nuevas ficciones las mismas viejas e inútiles enseñanzas recosidas con retazos que huelen a impiedad e ignorancia.

(751) Tales de Mileto, en efecto, dijo que el agua es el principio de la generación de todos los seres: es lo mismo decir agua que Abismo. El poeta Homero enseñó que el Océano engendró a los dioses y que Tetis es la Madre (173): ellos los cambiaron por el Abismo y el Silencio. Anaximandro supuso el Infinito como principio de todas las cosas, pues contiene en sí como en semilla el origen de todo, y de él brotaron infinitos mundos: ellos transformaron esta teoría en el Abismo y los Eones. Anaxágoras, a quien se le dio el mote de el ateo, enseñó que los seres vivientes brotaron de semillas caídas del cielo sobre la tierra: ellos lo han traducido en semen de su Madre, y han añadido que ellos mismos son esta semilla: para quienes tienen sentido común, su afirmación no significa otra cosa sino que ellos son esas semillas ateas de Anaxágoras.

14,3. De Demócrito y Epicuro tomaron la sombra y el vacío, y los acomodaron a su doctrina. Estos filósofos fueron los primeros que hablaron de vacío y de átomos, y los llamaron, al primero, no ser y, al segundo, ser. También éstos (los Gnósticos) llaman ser a lo que está dentro del Pléroma, como aquéllos a los átomos, y no ser a lo que está fuera del Pléroma, como aquéllos lo llaman vacío. Por consiguiente ellos mismos, al situarse fuera del Pléroma, se han colocado en el mundo que no existe.

Además, cuando dicen que las cosas de este mundo son imágenes de las realidades superiores, han asumido las ideas de Demócrito y de Platón: Demócrito, en efecto, fue el primero que afirmó que muchas y diversas figuras salieron del todo para descender a este mundo; Platón, por su parte, llamó a la materia ejemplar y Dios. Siguiendo a dichos filósofos, éstos llamaron a las figuras (de este mundo) imágenes y ejemplares de aquellas realidades superiores: sólo cambiaron los nombres, y sin embargo se glorían de haber inventado y elaborado una ficción tan imaginaria.

(752) 14,4. También dicen que el Demiurgo sacó el mundo de una materia preexistente; mas antes de ellos lo dijeron Anaxágoras, Empédocles y Platón, inspirados, como se puede suponer, en su misma Madre. También enseñan que todas las cosas retornan a los elementos de que fueron hechas, y que aun Dios está sujeto a este destino, de modo que lo mortal no puede recibir la inmortalidad ni lo corruptible la incorrupción; sino que cada ser ha de volver a la substancia de su naturaleza: es lo mismo que afirman los poetas y escritores Estoicos, que se llaman así por motivo de la puerta (174), los cuales ignoran a Dios. Estos, tan incrédulos como aquéllos, asignaron la región que está dentro del Pléroma a los seres pneumáticos, la Región Intermedia a los psíquicos, y la tierra a los materiales. Contra este orden, dicen ellos, nada puede hacer Dios, porque cada uno de los seres antedichos tiene que volver al lugar que corresponde a su substancia.

14,5. También enseñan que cada uno de todos los Eones, para emitir al Salvador, puso en él como la flor de sí mismo. Esta teoría nada nuevo añade a la Pandora de Hesíodo: aquéllos aplican al Salvador lo mismo que éste a ella. De este modo los Gnósticos hacen del Salvador otra Pandora, cuando cada uno de los Eones le dio lo mejor que tenía. Su pretensión acerca de las comidas y de todas sus demás acciones (las cuales para ellos serían indiferentes; pues como nadie puede mancillarlos dada la bondad de su substancia (pneumática), coman lo que coman y hagan lo que hagan), no es otra cosa que cuanto se atribuyen a sí mismos los Cínicos, con los cuales comparten el mismo destino. Igualmente tratan de introducir en la fe las argucias y sutilezas de las cuestiones, propias de Aristóteles.

14,6. Su empeño por traducir en números todo el universo, no es sino una transferencia de los pitagóricos. Estos, en efecto, fueron los primeros que pusieron los números al inicio (753) de todas las cosas, postulando como principios el par y el impar, de donde, según ellos, derivan todas las cosas sensibles y no sensibles. En su opinión, de los impares vinieron los seres materiales y de los pares los mentales y las substancias: de estos dos elementos provinieron todas las cosas, así como una estatua proviene del bronce y la forma. Los Gnósticos aplicaron esta teoría a los seres existentes fuera del Pléroma.

El comienzo de lo mental sería aquello donde reside el primer significado que capta la inteligencia, el que ésta busca hasta que, fatigada, reposa en el uno indivisible. Así pues, el Uno sería el inicio de todas las cosas y la substancia de toda generación: (755) de él provienen la Díada, la Tétrada (Cuaterna), la Péntada (Quinteto) y todas las otras múltiples generaciones. Los Gnósticos atribuyen esto mismo a su Plenitud y a su Abismo: tratan de atribuirles sus matrimonios a partir del Uno. De este modo Marco, orgulloso de una doctrina que él presumía como propia, como si hubiese inventado algo más nuevo que los demás, lo único que hace es aplicar la Cuaterna de Pitágoras al origen y Madre de todas las cosas.

14,7. ¿Qué decir contra los Gnósticos? Todos esos de los que acabamos de hablar, y con los cuales éstos comparten sus teorías, ¿conocieron o no conocieron la verdad? Porque si la conocieron, entonces la venida del Salvador a este mundo fue superflua. En efecto, ¿para qué había de venir? ¿para dar a conocer a los seres humanos una verdad que ya sabían? Pero, si no la conocieron, y vosotros compartís sus ideas, ¿cómo podéis presumir de ser los únicos que poseen la verdadera y suprema gnosis, que no es diversa de la que gozan quienes no conocen a Dios? Usando una expresión contradictoria, llaman gnosis a la ignorancia de la verdad, a la que bien nombra Pablo "la vana palabrería de la falsa ciencia" (
1Tm 6,20). ¡De verdad su gnosis se desenmascara como falsa!

Algunos desvergonzadamente dicen que los seres humanos no conocían la verdad; entonces su Madre o el Semen del Padre (175) ha revelado los misterios de la verdad por medio de tales hombres, como por sus profetas, sin que lo supiera el Demiurgo. En primer lugar, tales invenciones no son de tal categoría que no pudiera entenderlas alguna persona: esos hombres sabían lo que decían, así como también sus discípulos y sucesores. En segundo lugar, si la Madre o el Semen conocían y daban a conocer la verdad, siendo el Padre la verdad, el Salvador (según su teoría) habría mentido cuando dijo: "Nadie conoce al Padre sino el Hijo" (Mt 11,27). Pues si lo conocía su Madre o su Semen, entonces no tiene ningún valor ese dicho: "Nadie conoce al Padre sino el Hijo"; a menos que ellos reconozcan que su Madre y su Semen son nadie.

2.2.5. Origen de la Decena y la Docena


14,8. Hasta aquí han usado la actividad interior humana como una analogía con la cual enredar a mucha gente ignorante de Dios. Parece que arrastran a algunos con la apariencia de verdad: los engañan poniéndoles comparaciones con las cosas a las que están habituados para explicarles cómo de Dios y de la Mente nacieron el Verbo de Dios, (756) la Verdad y la Vida: transforman estas emisiones en partos divinos. Sobre los (Eones) que emanaron de los susodichos, ninguna teoría verosímil, ninguna prueba, sino pura mentira. Se comportan como aquellos que usan de cebo el alimento que le gusta a un animal para atraerlo y atraparlo: se lo presentan poco a poco para que, acostumbrándose, llegue a recibirlo de su mano; pero una vez que logran atraparlo, lo atan fuertemente para poder arrastrarlo a donde les place.

Así hacen éstos. Poco a poco los persuaden por medio de discursos atrayentes para que se traguen la doctrina de las emisiones; pero en seguida les introducen los otros tipos de las demás emisiones incongruentes y absurdas. Les dicen que el Verbo y la Vida emitieron diez Eones, y otros doce fueron emitidos por el Hombre y la Iglesia. No tienen para sustentar esa doctrina ningún argumento, testimonio o razón verosímil en absoluto, sino que los imponen ciegamente, forzándolos a creer que de los Eones Verbo y Vida, que ya existían, fueron emitidos el Abismo y la Confusión, el Engendrado y la Unidad, el Innato y la Felicidad, el Inmóvil y la Mezcla, el Unigénito y la Beatitud. De modo semejante, del Hombre y la Iglesia habrían sido emitidos el Paráclito y la Fe, la Paternidad y la Esperanza, la Maternidad y el Amor, el Eterno y la Conciencia, el Eclesiástico y el Feliz, el Deseado y la Sabiduría.

14,9. Ya expusimos en el primer libro cómo narran las pasiones y el error de la Sabiduría, y cómo pasó por peligros y pereció buscando al Padre; también las obras realizadas fuera del Pléroma, y cómo el Demiurgo del mundo fue emitido por la penuria; asimismo hablamos del Cristo, (757) al que llaman el último de los Eones emitido, y del Salvador, que según ellos emanó de los Eones caídos. Si de nuevo los hemos mencionado por su nombre, lo hicimos para que vuelva a mostrarse con claridad lo absurdo de sus mentiras y la confusión de los nombres que han inventado. Insultan a sus Eones con todos estos nombres, más que los paganos. Estos al menos les ponen nombres creíbles y verosímiles a sus doce dioses, en los cuales los Gnósticos pretenden ver como imágenes de los doce Eones; aunque aquéllos (dioses) de los que son imágenes tienen nombres mucho más dignos y más significativos por su etimología, para designar a la divinidad.

(172) ARISTOFANES, Los pájaros, 700.

(173) HOMERO, La Ilíada 14, 201.

(174) Epectivamente, la palabra Estoico viene de stoà = puerta. Son los filósofos que acostumbraban enseñar en la plaza pública, junto a la puerta de la ciudad.

(175) Recuérdese que la Madre (Sabiduría inferior, Achamot), según los valentinianos, ha salido del Padre como semilla de todas las cosas inferiores (ver I, 7,3; II, 19,3 y IV, 35,1).

3 Estructura del Pléroma


Ireneo, Contra herejes Liv.2 ch.11