Fdez-Carvajal: Antologia - MISERICORDIA DIVINA

MISERICORDIA DIVINA

Citas de la Sagrada Escritura

Sed misericordiosos como también vuestro Padre es misericordioso. Lc 6,36.

Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de toda consolación. 2Co 1,3.

Dios es rico en misericordia. Ep 2,4.

Dios ejercita con todos su misericordia: Rm 11,32.

La misericordia de Dios se derramará de generación en generación: Lc 1,50.

Os ruego encarecidamente, por la misericordia del Señor, que le ofrezcáis vuestros cuerpos, como una hostia viva, santa y agradable. Rm 12,1.

Por su misericordia Dios nos ha salvado. Tt 3,5 1P 1,3.

Clemente y misericordioso es Yavé, lento a la ira y de muy gran piedad. Ps 144,8.

Pues es más grande que los cielos tu misericordia, y llega hasta las nubes tu fidelidad. Ps 107,35.

Tengo siempre ante mis ojos tus misericordias, y ando en tu verdad. Ps 25,3.

Por eso os está esperando Yavé, para haceros gracia; por eso se levanta, para tener misericordia de vosotros, que es Yavé Dios justo, y cuantos se le acogen son bienaventurados. Is 30,18.

cados de los hombres para traerlos a penitencia. Sg 11,24.

A todos perdonas, porque son tuyos, Señor amador de las almas. Sg 11,27.

En todas las cosas está tu espíritu incorruptible. Y por eso corriges poco a poco a los que caen, y a los que pecan los amonestas, despertando la memoria de su pecado, para que apartándose de la maldad crean, Señor, en ti. Sg 12,1-2.

Como benigno es un padre para sus hijos, tan compasivo eS Dios para con los que le temen. Ps 102,13.

Himno a la misericordia divina: Jon 7,18-20.

Y justicia: Ez 33,12-19.

La tierra está llena, ¡oh Yavé!, de tu piedad: enséñame tus mandatos. Ps 118,64.

¡Cuán grande es la misericordia

¡Qué grande es la misericordia del Señor, y su perdón para los que a él se convierten! (Eclesiástico (Sirácida) Si 17,28.

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Supera cualquier medida humana


3560 (La misericordia es) lo propio de Dios, y en ella se manifiesta de forma máxima su omnipotencia (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,2-2, q. 30, a. 4).


3561 Dios se mostró magnánimo ante la caida del hombre y dispuso aquella victoria que iba a conseguirse por el Verbo. Al mostrarse perfecta la fuerza en la debilidad, se puso de manifiesto la bondad y el poder admirable de Dios (SAN IRENEO, Trat. contra las herejías,3).


3562 Os aseguro que habrá en el cielo gran alegría por un pecador que se convierta. Con este fin, a aquel hombre que cayó en manos de los ladrones, que lo desnudaron, lo golpearon y se fueron dejándolo medio muerto, El lo reconfortó, vendándole las heridas, derramando en ellas acite y vino, haciéndole montar sobre su propia cabalgadura y acomodándolo en el mesón para que tuvieran cuidado de él, dando para ello una cantidad de dinero y prometiendo al mesonero que, a la vuelta, le pagaria lo que gastase de más (SAN MÁXIMO, Carta 11).


3563 Se da prisa en buscar la centésima oveja que se había perdido [. . . ] ¡Maravillosa condescendencia de Dios que así busca al hombre; dignidad grande la del hombre, así buscado por Dios! (SAN BERNARDO, Sermón I Dom. Adviento,7).


3564 Como nuestros pecados nos impiden en ocasiones dirigirnos a El, viene El a nosotros: viene a sembrar su palabra misericordiosa, y lo hace copiosamente (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. IV, p. 95).


3565 Si recorréis las Escrituras Santas, descubriréis constante- mente la presencia de la misericordia de Dios: llena la tierra (Sal 32,5), se exiende a todos sus hijos, super omnem carne". (Si 18,12), se multiplica para ayudarnos (Sal 35,8), y continuamente ha sido confirmada (Sal 116,2). Dios, al ocuparse de nosotros como Padre amoroso, nos considera en su misericordia (Sal 24,7): una misericordia suave (Sal 108,21), hermosa como nube de lluvia (Si (35,26) (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,7).


3566 Debemos comprender, si no somos insensatos, los sentimientos de bondad de nuestro Padre; El nos habla, enseñándonos cómo debemos acercarnos a El, porque no quiere que le busquemos por caminos desviados (Epístola de Bernabé,2).


3567 El mismo Jesucristo, que conocía la malicia de los fariseos, condescendió con ellos para ganarlos, a semejanza de los buenos médicos, que prodigan más remedios a los enfermos más graves (SAN CIRILO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 46).


3568 ¡ Qué grande es la misericordia de nuestro Creador! No somos ni siervos dignos y nos llama amigos. ¡Qué grande es la dignidad del hombre al ser amigo de Dios! (SAN GREGORTO MAGNO, Hom. 27 sobre los Evang. ).


3569 La suprema misericordia no nos abandona ni aun cuando la abandonamos (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 36 sobre los Evang. ).


3570 En ocasiones, Dios no desdeña visitarnos con su gracia, a pcsar de la negligencia y relajamiento en que ve sumido nuestro corazón [. . . ]. Tampoco tiene a menos hacer nacer en nosotros abundancia de pensamientos espirituales. Por indignos que seamos, suscita en nuestra alma santas inspiraciones, nos despierta de nuestro sopor, nos alumbra en la ceguedad en que nos tiene envueltos la ignorancia, y nos reprende y castiga con clemencia. Pero hace más: se difunde en nuestros corazones para que siquiera su toque divino nos mueva a compunción y nos haga sacudir la inercia que nos paraliza (CAS1ANO, Colaciones,4).

Acudir siempre a la misericordia de Dios. Confianza


3571 Todos los que vivimos esta vida mortal tenemos nuestras aflicciones. Vosotros tenéis vuestras pesadumbres; pero cuando estéis afligidos y las olas parezcan elevarse y estar prontas a sumergiros, haced un acto de fe, un acto de esperanza en vuestro Dios y Salvador. Os llama Aquel que tiene su boca y sus manos llenas de bendiciones para vosotros. Dice: Venid a Mi todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré (Mt 11). Todos los que estais sedientos-dice por su profeta-venid a las aguas. . . Nunca entre en vuestra mente la idea de que Dios es un amo duro, severo. Dia llegará, es verdad, en que vendrá como justo Juez, pero ahora es tiempo de misericordia. Beneficiaos de él, aprovechad el tiempo de gracia. Mirad que ahora es el tiempo grato, mirad que ahora es el día de la sa/vación (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón para el Domingo IV después de Epifanía).


3572. . . En los momentos de angustia he invocado al Señor. . . Libra, oh Señor, mi alma de los labios mentirosos, de las lenguas que engañan. ¡Señor!, me refugio en ti (Sal 119,12 yPs 7,2). Conmueve esta insistencia de Dios, nuestro Padre, empeñado en recordarnos que debemos acudir a su misericordia pase lo que pase, siempre (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Hom. Lealtad a la Iglesia,4-6-1972).


3573 Recordáis que el endemoniado dijo: ¿Qué hay entre ti y nosotros, Hijo de Dios? ¿ Has venido aquí a destiempo para atormentarnos? (Mt 8). La venida de Cristo no era confortadora para ellos [. . . ] Porque a los hombres les destina bienes y, sabiendo y sintiendo esto, los hombres son atraidos hacia El. No Irán a Dios hasta estar serguros de esto. Deben creer que es no sólo omnipotente, sino también misericordioso. La fe está fundada en el conocimiento de que Dios es omnipotente; la esperanza lo está en el conocimiento de que Dios es misericordioso. Y la presencia de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos mueve a esperar tanto como a crcer, porque su nombre, Jesús, significa Salvador, y porque fue tan amante, dulce y bondadoso cuando estuvo en la tierra (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón para el Domingo I V después de Epifania).


3574 No conviene a una Misericordia tan grande como la vuestra olvidarse de una tan grande miseria como la nuestra (SAN ALFONSO M. a DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento,16).


3575 Pedid y recibiréis. . . (cfr. Mt 7,7-8): lo repite para recomendar a justos y pecadores la confianza en la misericordia de Dios, y por eso añade: todo el que pide recibe; es decir, ya sea justo, ya sea pecador, no dude al pedir, para que conste que no desprecia a nadie [. . . ]. No puede concebirse que Dios, cuando manda la gran obra de caridad de hacer bien a los enemigos, imponga a los hombres el deber de que hagan lo que El no hiciera, siendo bueno (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, pp. 428-429).


3576 Ninguno es suficientemente fuerte por sus solas fuerzas, sino que está seguro por la misericordia de Dios (SAN CIPRIANO, en Catena Aurea, vol. 1P 360).


3577 Para caer había muchos amigos que me ayudasen; para levantarme, hallábame tan sola que ahora me espanto cómo no me estaba siempre caída, y alabo la misericordia de Dios, que era solo el que me daba la mano (SANTA TERESA, Vida,7,8).


3578 Te ves tan miserable que te reconoces indigno de que Dios te oiga. . . Pero, ¿y los méritos de María? ¿Y las llagas de tu Señor? Y. . . ¿acaso no eres hijo de Dios?Además, El te escucha "quoniam bonus. . . , quoniam in saeculum misericordia ejus": porque es bueno, porque su misericordia permanece siempre (J. ESCRiVÁ DE BALAGUER, Camino, n. 93).


3579 De la misma forma que los cuidados del médico se manifiestan en los enfermos, así Dios se manifiesta en los hombres (SAN IRENEO, Trat. contra /as herejias,3).


3580 ¿Dónde me esconderé de Dios? ¿Dónde te esconderás, hermano? En su misma misericordia. Nadie puede huir de Dios más que refugiándose en su misericordia (SAN AGUSTIN, Sermón 351).


3581 Mi único mérito es la misericordia del Señor. No seré pobre en méritos mientras El no lo sea en misericordia. Y porque la misericordia del Señor es mucha, muchos son también mis méritos. Y aunque tengo conciencia de mis muchos pecados, donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (SAN BERNARDO, Sermón sobre el Cantar de los Cantares,61).

El pecador y la misericordia divina


3582 La profundidad del pozo de la miseria humana es grande;y si alguno cayera allí, cae en un abismo. Sin embargo, si desde ese estado confiesa a Dios sus pecados, el pozo no cerrará su boca sobre él [. . . ]. Hermanos, hemos de temer esto grandemente [. . . ]. Desdeñada la confesión de los pecados, no habrá lugar para la misericordia (SAN AGUSTIN, Coment. sobre el Salmo 68).


3583 Dios, el pastor supremo y verdadero agricultor, es podero- so tanto para hacer volver a la oveja al buen camino, como para injertar el sarmiento desgajado (SAN AGUSTIN, Sermón 46, sobre los pastores).


3584 No dudéis del perdón, pues por grandes que sean vuestras culpas, la magnitud de su misericordia perdonará, sin duda, la enormidad de vuestros muchos pecados (SAN JERÓNIMO, Coment. sobre el profeta Joel).


3585 He aquí que llama a todos los que se han manchado, desea abrazarlos, y se queja de que le han abandonado. No perdamos este tiempo de misericordia que se nos ofrece, no menospreciemos los remedios de tanta piedad que el Señor nos brinda. Su benignidad llama a los extraviados, y nos prepara, cuando volvamos a El, el seno de su clemencia. Piense cada cual en la deuda que le abruma, cuando Dios le aguarda y no se exaspera con el desprecio. El que no quiso permanecer con El, que vuelva; el que menospreció estar firme a su lado, que se levante, por lo menos después de su caída [. . . ]. Ved cuán grande es el seno de su piedad, y considerad que tenéis abierto el regazo de su misericordia (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 33 sobre los Evang. ).


3586 El nos ha prometido el perdón de los pecados y no puede faltar a su palabra, ya que, al enseñarnos a pedir que sean perdonados nuestras ofensas y pecados, nos ha prometido su misericordia paternal y, en consecuencia, su perdón (SAN CIPRIANO, Trat. sobre la oración,18).


3587 Te contemplo, Señor, en aquel patíbulo en el que parecías hallarte sin auxilio alguno, y considero de qué manera envías delante a tu reino al buen ladrón en virtud de tu sublime potestad. Con esta elección nos enseñas de un modo bien manifiesto cuánto provecho has producido en los desamparados, de entre los cuales éste fue el primero que, coronado de gloria, fue constituido, en el mismo día, ciudadano del paraíso y amigo de la curia celestial (PSEUDOCIPRIANO, De cardinalibus operibus Christi).


3588 (Dios a todos) los pecadores les promete misericordia para que se animen a levantarse (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 34 sobre los Evang. ).


3589 Consideremos cuán grandes son las entrañas de su misericordia, que no sólo nos perdona nuestras culpas, sino que promete el reino celestial a los que se arrepienten de ellas (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 19 sobre los Evang. ).


3590 Este cometió muchos pecados, y se hizo gran deudor; el otro hizo pocos por haberle llevado Dios de la mano. Si, pues, el uno le atribuye la remisión de los cometidos, atribúyale también el otro el no haberlos cometido (SAN AGUSTIN, Sermón 99).


3591 Salió un sembrador a sembrar. . . Se acercó a nosotros vistiéndose de nuestra carne. Como no podíamos penetrar donde El se hallaba, porque los pecados oponían un muro a nuestro acceso, hubo de venir El a nosotros. Y, ¿a qué salió? ¿A destruir la tierra plagada de espinas? ¿A castigar a los labradores? De ningún modo. Salió a labrarla, a cuidarla y a sembrar la palabra de la piedad (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo,44).


3592 ¡Qué cercano está Dios de quien confiesa su misericordia! Si; Dios no anda lejos de los contritos de corazón (SAN AGUSTIN, Sermón 11).


3593 No suelen los ricos ir a casa de los pobres, aunque tengan la intención de hacerles algún bien. Eramos nosotros los que teníamos que ir a Jesús; pero se interponia un doble obstáculo. Nuestros ojos estaban ciegos [. . . ]. Nosotros yaciamos paralizados en nuestra camilla, incapaces de llegar a la grandeza de Dios. Por eso nuestro amable Salvador y Médico de nuestras almas descendió de su altura (SAN BERNARDO, Sermón I Dom. Adviento,78).

Maria, Madre de la misericordia


3594 Nadie ha experimentado como la Madre del Crucificado el misterio de la cruz, el pasmoso encuentro de la trascendente justicia divina con el amor: el "beso" dado por la misericordia a la justicia. Nadie como Ella, Maria, ha acogido de corazón ese misterio: aquella dimensión verdaderamente divina de la redención, llevada a efecto en el Calvario mediante la muerte de su Hijo, junto con el sacrificio de su corazón de madre, junto con su "fiat" definitivo. (JUAN PABLO II, Enc. Dives in misericordia,9).


3595 Maria, pues, es la que conoce más a fondo el misterio de la misericordia divina. Sabe su precio y sabe cuán alto es. En este sentido la llamamos también Madre de la misericordia: Virgen de la misericordia o Madre de la divina misericordia; en cada uno de estos titulos se encierra un profundo significado teológico, porque expresan la preparación particular de su alma, de toda su personalidad, sabiendo ver primeramente a través de los complicados acontecimientos de Israel, y de todo hombre y de la humanidad entera después, aquella misericordia de la que "por todas las generaciones" nos hacemos participes según el eterno designio de la Santísima Trinidad (JUAN PABLO II, Enc. Dives in misericordia,9).

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MORTIFICACION

Citas de la Sagrada Escritura

En verdad, en verdad os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, quedará solo; pero si muere, llevará mucho fruto. Jn 12,24.

Os digo, pues: Andad en espíritu y no deis satisfacción a la concupiscencia de la carne. Ga 5,16.

Si padecemos con El, también con El viviremos. Si sufrimos con El, con El reinaremos. 2Tm 2,11.

Mejor que el valiente es el que aguanta, y el que sabe dominarse vale más que el que conquista una ciudad. Pr 16,32.

Cuanto a mí, jamás me gloriaré a no ser en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. Ga 6,14.

El que ama su vida, la pierde; pero el que aborrece su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna. Jn 12,25.

Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y concupiscencias. Ga 5,24.

Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a si mismo, tome cada día su cruz y sígame. Lc 9,23.

Llevando siempre en el cuerpo la Cruz de Cristo, para que la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. 2Co 4,10.

Si viviereis según la carne, moriréis; mas si con el espíritu mortificáis las obras de la carne, viviréis. Rm 8,13.

Castigo mi cuerpo y lo esclavizo, no sea que habiendo predicado a los otros venga yo a ser reprobado. 1Co 9,27.

Mortificad, pues, vuestros miembros de hombre terreno. Col 3,5.

Necesidad de mortificar la carne y todas las concupiscencias para tener la vida del espíritu: Rm 6,12 Rm 8,12-13.

La verdadera caridad impone privaciones para socorrer al prójimo: 2Co 8,2-5.

Mortificación de la lengua: Jc 1,26 Jc 3,3-12.

La mortificación es principio de paz: Jc 4,1-10.

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Necesidad de la mortificación


3596 (La penitencia) purifica el alma, eleva el pensamiento, somete la carne propia al espíritu, hace al corazón contrito y humillado, disipa las nebulosidades de la concupiscencia, apaga el fuego de las pasiones y enciende la verdadera luz de la castidad (SAN AGUSTIN, `Sermón 73).


3597 Tomar la cruz-el cumplimiento costoso del deber o la mortificación cristiana asumida voluntariamente-es [. . . ] componente indispensable del seguimiento de Jesucristo. Si alguno quiere venir en pos de mí-dice el Señor-niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígueme (Lc 9,23). Estas palabras de Jesús conservan hoy su vigencia de siempre porque son palabra-s dichas a todos los hombres de todos los tiempos, y expresan una condición inexcusable del seguimiento de Cristo: y el que no toma su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo (Lc 14,27). Un Cristianismo del que pretendiera arrancarse la cruz de la mortificación voluntaria y la penitencia, so pretexto de que esas prácticas serían hoy residuos oscurantistas, medievalismos impropios de una época humanista, ese Cristianismo desvirtuado lo sería tan sólo de nombre; pero ni conservaría la doctrina del Evangelio ni serviría para encaminar en pos de Cristo los pasos de los hombres. J. ORLANDIS, Las bienaventuranzas, Pamplona 1982, pp. 71-72).


3598 Al ser, pues, nocivo para el cuerpo el demásiado cuidado y un obstáculo para su alma, es una locura manifiesta servirle y mostrarse sumiso con él (SAN BASILIO, Discurso a los jóvenes).


3599 Este gusto por la virtud no se adquiere sino a trueque de una profunda contrición del corazón y una perfecta mortificación de los sentidos (CASIANO, Colaciones,5).


3600 La pureza del alma está en razón directa de la mortificación del cuerpo. Ambas van a la par. No podemos, pues, gozar de la perpetua castidad si no nos resolvemos a guardar una norma constante en la temperancia (CASIANO, Instituciones,5).


3601 El resultado de la mortificación debe ser el abandono de las malas acciones y de las voluntades injustas. Y esto no excusa de practicarla a quienes están enfermos, pues en un cuerpo débil puede encontrarse un alma sana (SAN LEÓN, en Catena Aurea, vol. 1, pp. 281-282).


3602 ¡ Desde el momento en que un cristiano abandona las lágrimas, el dolor de sus pecados y la mortificación, podemos decir que de él ha desaparecido la religión! Para conservar en nosotros la fe, es preciso que estemos siempre ocupados en combatir nuestras inclinaciones y en llorar nuestras miserias (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la penitencia).


3603 Donde no hay mortificación no hay virtud (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, n. 180).


3604 Al decir porque son pocos los que la encuentran (la senda estrecha), manifiesta la desidia de muchos; y por eso advirtió a los que le escuchaban que no atendiesen al bienestar de muchos, sino a los trabajos de los pocos (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. I, pp. 438-439).


3605 El sacrificio del cuerpo y su aflicción es acepto a Dios, si no va separado de la penitencia; ciertamente es un verdadero culto a Dios (CLEMENTE DE ALEJANDRIA, Stromata,5).


3606 La Iglesia exige la mortificación externa corporal para declarar las virtudes de un siervo de Dios (BENEDICTO XIV, cfr. De boatificocione Sanctorum, III).


3607 Quien a Dios busca queriendo continuar con sus gustos, lo busca de noche y, de noche, no lo encontrará (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual,3,3).


3608 Si queremos guardar la más bella de todas las virtudes, que es la castidad, hemos de saber que ella es una rosa que solamente florece entre espinas; y, por consiguiente, sólo la hallaremos, como todas las demás virtudes, en una persona mortificada (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la penitencia).


3609 El que no es perfectamente mortificado en sí, pronto es tentado y vencido en cosas bajas y viles (Imitación de Cristo, I,ó,1).

La oración acompañada de mortificación


3610 Creer que admite a Su amistad a gente regalada y sin trabajos es disparate (SANTA TERESA, Camino de perfección,18,2).


3611 Si no eres mortificado, nunca serás alma de oración (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, n. 172).

"Mortificaciones pequeñas>>. Algunos ejemplos y detalles


3612 Es necesario [. . . ] ser muy generosas [. . . ] y tener gran valor para despreciar nuestras malas inclinaciones, nuestro mal humor, nuestras rarezas y sensiblerías, mortificando continuamente todo esto en todas las ocasiones (SAN FRANCISCO DE SALES, Plática XIV, Del juicio propio,1. c. ).


3613 En la comida no debes sentir disgusto cuando los alimen- tos no sean de tu agrado; haz, más bien, como los pobrecitos de Jesucristo, que comen de buen grado lo que les dan, y dan las gracias a la Providencia (J. PECCI-León Xlll- Práctica de la humildad,24).


3614 Difícilmente se refrenarán las pasiones ocultas y más violentas de la carne, si [. . . ] se es incapaz de mortificar siquiera un poco las delicias del paladar (CASIANO, Colaciones,5).


3615 Un buen cristiano no come nunca sin mortificarse en algo (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la penitencia).


3616 Debe ponerse en guardia contra estas tres especies de gula mediante una triple observancia. Ante todo, deberá esperar, para comer, la hora fijada; luego, se contentará con una cantidad prudente, no permitiéndose llegar hasta el exceso; por último, comerá de cualesquiera manjares y especialmente de los que puedan obtenerse a un precio módico (CASIANO, Instituciones,5).


3617 Los cotidianos, aunque ligeros, actos de caridad: el dolor de cabeza o de muelas; las extravagancias del marido o de la mujer; el quebrarse un brazo; aquel desprecio o gesto; el perderse los guantes, la sortija o el pañuelo; aquella tal cual incomodidad de recogerse temprano y madrugar para la oración o para ir a comulgar; aquella vergüenza que causa hacer en público ciertos actos de devoción; en suma, todas estas pequeñas molestias, sufridas y abrazadas con amor, son agradabilísimas a la divina Bondad, que por solo un vaso de agua ha prometido a sus fieles el mar inagotable de una bienaventuranza cumplida. Y como estas ocasiones se encuentran a cada instante, si se aprovechan son excelente medio de atesorar muchas riquezas espirituales (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, lll. 35).


3618 También es muy cierto que aquel que ama los placeres, que busca sus comodidades, que huye de las ocasiones de sufrir, que se inquieta, que murmura, que reprende y se impacienta porque la cosa más insignificante no marcha según su voluntad y deseo, el tal, de cristiano sólo tiene el nombre; solamente sirve para deshonrar su religión, pues Jesucristo ha dicho: Aquel que quiera venir en pos de mi, renúnciese a si mismo, lleve su cruz todos los días de su vida, y sigume (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la penitencia).


3619 Prepárate [. . . ] a sufrir por nuestro Señor muchas y grandes aflicciones, y aun también el martirio; resuélvete a sacrificarle lo que más estimas si quieres recibirle, sea el padre, la madre, el hermano, el marido, la mujer, los hijos, tus mismos ojos y tu propia vida, porque a todo ello ha de estar preparado tu corazón; pero en tanto que la divina Providencia no te envía tan sensibles y grandes aflicciones, en tanto que no exige de ti el sacrificio de tus ojos, sacrifícale a lo menos tus cabellos, quiero decir que sufras con paciencia aquellas ligeras injurias, leves incomodidades y pérdidas de poca consideración que ocurren cada día, pues aprovechando con amor y dilección estas ocasioncillas, conquistarás enteramente su corazón y le harás del todo tuyo (SAN FRANCISCO DESALES, Introd. a la vida devota,3,35).


3620 Donde más fácilmente encontraremos la mortificación esen las cosas ordinarias y corrientes: en el trabajo intenso, constante y ordenado; sabiendo que el mejor espíritu de sacrificio es la perseverancia por acabar con perfección la labor comenzada; en la puntualidad, llenando de minutos heroicos el día; en el cuidado de las cosas, que tenemos y usamos; en el afán de servicio, que nos hace cumplir con exactitud los deberes más pequeños; y en los detalles de caridad, para hacer amable a todos el camino de santidad en el mundo: una sonrisa puede ser, a veces, la mejor muestra de nuestro espíritu de penitencia. . . Tiene espíritu de penitencia el que sabe vencerse todos los días, of reciendo al Señor, sin espectáculo, mil cosas pequeñas (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, en Gran enciclopedia Rialp 16,336).

La mortificación interior


3621 Mas, me diréis vosotros, ¿cuántas clases de mortificaciones hay? Hay dos: una es interior, otra es exterior, pero las dos van siempre juntas (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la penitencia).


3622 Si la salud poco firme u otras causas no permiten a alguno mayores austeridades corporales, no por ello le dispensan jamás de la vigilancia y de la mortificación interior (Pio Xll, Enc. Sacra virginitas,25-3-1954).


3623 Así, aunque viva en la soledad o retirado en una celda, la vanidad le hace deambular con la mente por casas y monasterios, y le muestra en su fantasía una multitud de almas que se convierten al imperio y eficacia de su palabra. El desgraciado, juguete de tales quimeras, parece sumergido en un profundo sueño. De ordinario vive seducido por la dulzura de estos pensamientos. Absorto en tales imágenes, ni advierte lo que hace ni se da cuenta de lo que sucede en torno. Ni siquiera repara en la presencia de sus hermanos. El infeliz va meciéndose, cual si fueran verdad, en las fantasías que soñó despierto (CAS1ANO, Instituciones,11).


3624 Si haces alguna mortificación extraordinaria, procura preservarte del veneno de la vanagloria, que destruye a menudo todo su mérito (J. PECCI-León XIII-, Práctica de la humildad,34)


3625 Es ciertamente imposible que la mente no se vea envuelta en múltiples pensamientos; pero aceptarlos o rechazarlos sí que es posible al que se lo propone. Aunque su nacimiento no depende enteramente de nosotros, está desde luego en nuestra mano el darles acogida o soslayarlos (con la ayuda de la gracia) (CASIANO, Colaciones,1).

Alegría en la mortificación


3626 Mortificación no es pesimismo, ni espíritu agrio (J. ESCRIVÁ DE BAEAGUER, Es Cristo que pasa,37).


3627 (Cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu cara. . . ). Aquí se habla de la costumbre que existía en Palestina de ungirse la cabeza los días de fiesta, y mandó el Señor que cuando ayunemos nos manifestemos contentos y alegres (SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea, vol. 1P 380).

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MUERTE

Citas de la Sagrada Escritura

Por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte. Rm 5,12.

El estipendio del pecado es la muerte. Rm 6,23.

Está decretado a los hombres morir una sola vez, y después el juicio. He 9,27.

Bienaventurados los que mueren en el Señor; sí, dice el espíritu, para que descansen de sus trabajos, pues sus obras los acompañan. Ap 14,13.

Es cosa preciosa a los ojos de Yahvé, la muerte de sus justos. Ps 115,15.

Pues sabemos que si la tienda de nuestra mansión terrena se deshace, tenemos de Dios una sólida casa, no hecha por manos de hombres, eterna, en los cielos, 2Co 5,1.

Cuando se dicen: "paz y seguridad" entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores del parto a la preñada. 1Th 5,3.

No sabéis cuál será nuestra vida mañana, pues sois humo que aparece un momento y al punto se disipa. .

No queremos, hermanos, que ignoréis lo tocante a la suerte de los muertos, para que no os aflijáis como los demás que carecen de esperanza. Pues si creemos que Jesús murió y resucitó, así también Dios (Padre) tomará consigo por Jesús a los que se durmieron en El. 1Th 4,13.

Una es la entrada para todos en la vida, e igual la salida. Sg 7,6.

No temas el fallo de la muerte, acuérdate de los que te precedieron y de los que te seguirán, y que éste es el juicio del Señor sobre toda carne. Si 41,5.

Como vestido, se envejece toda carne, porque ésta es la ley desde el principio: que has de morir. Como las hojas verdes de un árbol frondoso, que unas caen y otras brotan, así es la generación de la carne y de la sangre: unos mueren y otros nacen. Toda obra humana se carcome, al fin acaba, y tras ella se va el que la hizo. Si 14,18-20.

El número de los días del hombre, cuando mucho, son cien años; como una gota de agua en el mar, como un grano de arena, así son sus pocos años a la luz del día de la eternidad. Si 18,8.

No te presentes ante el Señor con las manos vacias. Si 35,6 Ex 23,15.

- Las almas de los justos están en las manos de Dios, y el tormento no los alcanzará. A los ojos de los necios parecen haber muerto, y su partida es tenida por desdicha. Su salida de entre nosotros, por aniquilamiento; pero están en paz. Pues aunque a los ojos de los hombres fueron atormentados, su esperanza está llena de inmortalidad. Sg 3,1-4.

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El pecado y el misterio de la muerte


3628 La muerte no es sólo una necesidad natural. La muerte es un misterio [. . . ]. Cristo Hijo de Dios aceptó la muerte como necesidad de la naturaleza, como parte inevitable de la suerte del hombre sobre la tierra. Jesucristo acepto la muerte como consecuencia del pecado. Desde el principio, la muerte está unida al pecado [. . . ]. Jesucristo aceptó la muerte para vencer al pecado (JUAN PABLO II, Hom. 28-111979).

El cristiano no debe tener miedo a la muerte


3629 Mi mayor bien es morir y ser llevado a Dios para que amanezca en él (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Epístola a los Romanos,1,2).


3630 No te perturbe el oír el nombre de muerte, antes bien, deléitate en los dones que te aporta este tránsito feliz. ¿Qué significa en realidad para ti la muerte sino la sepultura de los vicios y la resurrección de las virtudes? (SAN AMBROSIO, Trat. sobre el bien de la muerte).


3631 Oh muerte, qué amargo es tu recuerdo para el que vive tranquilo con sus posesiones, para el hombre contento que prospera en todo y tiene salud para gozar de los placeres (Si 41,1). Temen mucho la muerte porque aman mucho la vida de este mundo y poco la del otro. Pero el alma que ama a Dios vive más en la otra vida que en ésta, porque el alma vive más donde ama que donde anima (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual,11,10).


3632 [. . . ] Cuando venga la muerte, que vendrá inexorable, la esperaremos con júbilo como he visto que han sabido esperarla tantas personas santas, en medio de su existencia ordinaria. Con alegría: porque, si hemos imitado a Cristo en hacer el bien-en obedecer y en llevar la Cruz, a pesar de nuestras miserias-, resucitaremos como Cristo: surrexit Dominus vere! (Lc 24,34), que resucitó de verdad (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,21).


3633 . . . Y les dijo: Retiraos, porque no está muerta la niña, sino dormida. Estas palabras [. . . ] nos enseñan, además, que no debemos tener miedo a la muerte; porque El mismo había de morir, y valiéndose de la muerte de otros (como sucedió también con Lázaro: Nuestro amigo Lázaro duerme), inspira confianza a sus discípulos, y les enseña a sufrir con valor la muerte. Porque desde su venida, la muerte no es más que un sueño (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. II, p. 33).


3634 No tiene gran importancia escapar a la muerte si es por poco tiempo y hay que morir después; pero gran cosa es escapar a la muerte de manera definitiva, como ocurre con nosotros, por quienes Cristo nuestra Pascua se ha inmolado (ORIGENES, Hom. para el tiempo Pascual).


3635 En Cristo, la muerte ha perdido su poder, le ha sido arrebatado su aguijón, la muerte ha sido derrotada. Esta verdad de nuestra fe puede parecer paradójica, cuando a nuestro alrededor vemos todavía hombres afligidos por la certeza de la muerte y confundidos por el tormento del dolor. Ciertamente el dolor y la muerte desconciertan al espíritu humano y siguen siendo un enigma para aquellos que no creen en Dios, pero por la fe sabemos que serán vencidos, que la victoria se ha logrado ya en la muerte y resurrección de Jesucristo, nuestro redentor (JUAN PABLO II, Hom. 16-II-1981).


3636 No tengas miedo a la muerte. -Acéptala, desde ahora, generosamente. . . , cuando Dios quiera. . . , como Dios quiera. . , donde Dios quiera. -No lo dudes: vendrá en el tiempo, en el lugar y del modo que más convenga. . . , enviada por tu Padre-Dios. -¡Bienvenida sea nuestra hermana la muerte! (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, n. 739).


3637 El que está lejos de su patria es natural que tenga prisa por volver a ella. Para nosotros, nuestra patria es el paraíso; allí nos espera un gran número de seres queridos, allí nos aguarda el numeroso grupo de nuestros padres, hermanos e hijos, seguros ya de su suerte, pero solicitos aún de la nuestra (SAN CIPRIANO, Trat. sobre la muerte,18).


3638 Si tienes miedo a la muerte, ama la vida. Tu vida es Dios, tu vida es Cristo, tu vida es el Espíritu Santo Le desagradas obrando mal. No habita El en templo ruinoso, no entra en templo sucio (SAN AGUSTIN, Sermón 161).


3639 El hombre nace al mundo para el trabajo, y los elegidos pasan del mundo al descanso por la muerte (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. IV, p. 150).


3640 El mejor favor que podéis hacerme es dejar que sea inmolado para Dios, mientras el altar está aún preparado: así, unidos por la caridad en un solo coro, podréis cantar al Padre por Cristo Jesús, porque Dios se ha dignado hacer venir al obispo de Siria desde el oriente hasta occidente. ¡Qué hermoso es que el sol de mi vida se ponga para el mundo y vuelva a salir para Dios! (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a los Romanos,1).

Más allá de la muerte


3641 No quedará sobre la tierra ni una señal de lo que somos: la carne cambiará de naturaleza; el cuerpo recibirá otro nombre; "incluso el nombre de cadáver no le durará por mucho tiempo; se convertirá-dice Tertuliano-en no sé qué cosa que no tiene nombre en ninguna lengua": tan verdad es que todo muere en él, hasta los mismos términos fúnebres con los que se nombraban sus restos mortales (BOSSUET, Sermón sobre la muerte,1. c. , t. IV, p. 279).


3642 La muerte no es un punto final, es un tránsito. Al acabar nuestro viaje en el tiempo, viene el paso a la eternidad (SAN CIPRIANO, Tratado sobre la muerte,22).


3643 Aunque mis amigos mueran, no muere mi amistad; antes bien, si algún cambio se verifica es para que renazca más viva y firme entre las cenizas, como una especie de fénix místico, pues, si bien las personas a quienes amo son mortales, lo que sobre todo amo yo en ellas es inmortal (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 112,1. c. , p. 746).


3644 Misericordiosa conducta del que socorre nuestras necesidades. Existe el propósito [. . . ] de rehacer la casa que nos han dado: mientras que la destruye y derriba para rehacerla de nuevo, nosotros tenemos que desocuparla. El mismo nos ofrece su palacio; nos concede una habitación para que esperemos con calma la reparación completa de nuestro antiguo edificio (BOSSUET, Sermón sobre la muerte,1. c. , t. IV, p. 279).


3645 Consuélate, alma: si este divino arquitecto que ha emprendido tu reparación deja caer pieza a pieza ese viejo edificio de tu cuerpo, es que quiere devolvértelo en mejor estado, es que quiere reconstruirlo con mejor estilo: poco tiempo estará bajo el imperio de la muerte, pero no dejará nada entre sus manos excepto la mortalidad [. . . ]. Como un viejo edificio irregular que se desecha para levantarlo de nuevo con un orden arquitectónico más hermoso, así Dios deja caer en la ruina esta carne descompuesta por el pecado y la codicia, para rehacerla a su modo y según el primitivo plan de la creación: tiene que reducirse a polvo porque ha servido al pecado (BOSSUET, Sermón sobre la muerte,1. c. , t. IV, p. 279).

Nos espera el Señor


3646 ¡Qué gran dignidad y seguridad, salir contento de este mundo, salir glorioso en medio de la aflicción y la angustia, cerrar en un momento estos ojos con los que vemos a los hombres y el mundo para volverlos a abrir en seguida y contemplar a Dios! (SAN CIPRIANO, Trat. a Fortunato,13).


3647 Llegará aquel dia, que será el último y que no nos causa miedo: confiando firmemente en la gracia de Dios, estamos dispuestos desde este momento, con generosidad, con reciedumbre, con amor en los detalles, a acudir a esa cita con el Señor llevando las lámparas encendidas. Porque nos espera la gran fiesta del Cielo (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios,40).


3648 Tu luz es tu Dios, él es tu aurora, porque a ti vendrá después de la noche de este mundo (SAN AGUSTIN, Trat. Evang. S. Juan,17).


3649 El cristianismo es un programa lleno de vida. Ante la experiencia cotidiana de la muerte, de la que se hace partícipe nuestra humanidad, repite incansablemente: Creo en la vida eterna. Y en esta dimensión de vida se encuentra la realización definitiva del hombre en Dios mismo: Sabemos que. . . seremos semejantes a El, porque le veremos tal cual es (1Jn 3,2) (JUAN PABLO II, Hom. en el cementerio de Roma, l -XI- 1979).


3650 Mi amor está crucificado y ya no queda en mi el fuego de los deseos terrenos; únicamente siento en mi interior la voz de un agua viva que me habla y me dice: "Ven al Padre" (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a los Romanos,4,1-2).


3651 No lo olvidéis nunca: después de la muerte, os recibirá el Amor. Y en el amor de Dios encontraréis, además, todos los amores limpios que habéis tenido en la tierra. El Señor ha dispuesto que pasemos esta breve jornada de nuestra existencia trabajando y, como su Unigénito, haciendo el bien (Ac 10,38). Entretanto, hemos de estar alerta, a la escucha de aquellas llamadas que San Ignacio de Antioquia notaba en su alma, al acercarse la hora del martirio: ven al Padre, ven hacia tu Padre, que te espera ansioso (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios,221).

La muerte revela la riqueza o la pobreza interior de cada hombre


3652 Asi como en los teatros, cuando todo se acaba y los que representan se retiran y se quitan el traje, los que antes parecían reyes o pretores aparecen ahora tal y como son con todas sus miserias, así, cuando viene la muerte y concluye el espectáculo de esta vida, depuestos los disfraces de la riqueza y de la pobreza, sólo por sus obras se juzga quiénes son verdaderamente ricos y quiénes pobres; quiénes dignos y quiénes indignos de gloria (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 249).


3653 Si uno tuviera un hermano rey y se hallara lejos de él, desearía m'archar, encontrarse y vivir con él. Siendo Cristo hermano nuestro, debemos desear estar con El, reunirnos con El [:. . ]. El Apóstol sentía deseos de morir y estar con Cristo; estos deseos crecen en nosotros al considerar su Encarnación (SANTO TOMAS, Sobre el Credo,3,1. c. , p. 60).


3654 Sólo la virtud es la que acompaña a los difuntos; únicamente nos sigue la caridad [. . . ] (SAN AMBROSIO en Catena Aurea, vol. Vl, p. 86).


3655 La muerte separa el alma del cuerpo, pero no cambia las disposiciones de aquélla (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1P 454).


3656 Para que los hombres encuentren algo en su mano después de la muerte, deben poner antes de ella sus bienes en manos de los necesitados (SAN GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 230).

Nuestras obras a la luz de la muerte


3657 ¿Quién se acordará y quién rogará por ti después de muerto? Ahora, ahora, hermano, haz lo que pudieras, que no sabes cuándo morirás, ni qué te acaecerá después de la muerte. Ahora que tienes tiempo, allega espirituales riquezas inmortales y no tengas demásiado cuidado, salvo de tu salvación y de las cosas de Dios. Hazte amigo de los santos, hónralos imitando sus obras, para que cuando salieras de esta vida te reciban en las moradas eternas (Imitación de Cristo,1,23,7).


3658 Las cosas están tocando a su término, y se nos proponen juntamente estas dos cosas: la muerte y la vida, y cada uno irá a su propio lugar. Es como si se tratara de dos monedas, una de Dios y otra del mundo, que llevan cada una grabado su propio cuño (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta alos Magnesios,1).


3659 Cuando llega el anochecer ordena a su pagador que les convoque y les dé sus jornales por el día transcurrido. El significado de esto está muy claro. El dueño de la viña es Nuestro Señor y Salvador. Nosotros somos los trabajadores. El atardecer es la hora de la muerte, cuando cada uno de nosotros recibirá la retribución por nuestro trabajo si hemos trabajado bien [. . . ].

La hora de la muerte está bien descrita como un anochecer. En el anochecer hay algo especialmente solemne y tranquilo, que representa adecuadamente la hora de la muerte (CARD. J. H. NEWMAN, Domingo de Septuagésima, Sermón del juicio).


3660 Cuando viniere aquella hora postrera, de otra manera comenzarás a sentir de toda tu vida pasada, y mucho te dolerás porque fuiste tan negligente y perezoso. ¡Cuán bienaventurado y prudente es el que vive de tal manera cual desea ser hallado en la muerte! (Imitación de Cristo,1,23,2).

Todos hemos de morir, y es incierto el día de la muerte


3661 Como los médicos, cuando diagnostican una enfermedad y la encuentran mortal, sentencian: "De ésta muere; no hay escape", así, desde que nace el hombre, hay que diagnosticar: "No hay escape" (SAN AGUSTIN, Sermón 92).


3662 Lo mismo muere el justo y el impío, el bueno y el malo, el limpio y el sucio, el que ofrece sacrificios y el que no. La misma suerte corre para el bueno que para el que peca. El que jura lo mismo que quien teme el juramento. De igual modo se reducen a pavesas y a cenizas hombres y animales (SAN JERÓNIMO, Epístola 39).


3663 Asistimos todos los días a la muerte de muchos, celebramos sus entierros y funerales y seguimos prometiéndonos larga vida (SAN AGUSTIN, Sermón 17).


3664 Es absolutamente cierto que llegara nuestro último día, pero ignoramos del todo cuándo, dónde y como será; sólo sabemos, como se ha dicho, que "la muerte está en el umbral de los ancianos y al acecho de los jóvenes". . . Y, como está acechando, debemos prepararla mas, ya que no podemos ni verla ni librarnos de ella. Por lo tanto, la única seguridad es no considerarse nunca seguro (BEATO GUERRIC, Sermón 3. ° para el Adviento,1. c. , p. 119).


3665 ¡Oh loco!, ¿por qué piensas vivir mucho, no teniendo un día seguro? ¡Cuántos han sido engañados y sacados del cuerpo cuando no lo pensaban! ¿Cuántas veces oíste contar que uno murió a espada, otro se ahogó, otro cayó de lo alto y se quebró la cabeza, otro comiendo se quedó pasmado, a otro jugando le vino su fin? Uno muere a fuego, otro a hierro, otro con pestilencia, otro a manos de ladrones, y así la muerte es el fin de todos, y la vida de los hombres pasa como una sombra (Imitación de Cristo, I,23,6).

Aceptación de la muerte de las personas queridas


3666 [. . . ] en las pérdidas temporales toque Dios y pulse por donde quiera, y en la cuerda que El escoja de nuestro laúd nunca dejará de producir una buena armonía. Jesús, Señor, sin reservas, sin excepción, sin limitación, hágase tu voluntad sobre padre, sobre madre, sobre hija, en todo y siempre.

Aunque Dios nos lo quite todo, nunca nos dejará sín El, mientras no lo queramos. Pero hay más; nuestras pérdidas y separaciones no son más que por breve plazo (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 19,1. c. , p. 653).

La vida pasa de prisa


3667 Esta renovación continua del género humano, quiero decir los niños que nacen, a medida que crecen y avanzan, parece que nos empujan por las espaldas y nos dicen: Retiraos, ahora nos toca a nosotros. Así como nosotros vemos que otros pasan, también otros nos verán pasar, y esos darán a sus sucesores el mismo espectáculo (BOSSUET, Sermón sobre la muerte,1. c. , t. IV, p. 266).


3668 Este mundo, mis hijos, se nos va de las manos. No podemos perder el tiempo, que es corto [. . . ]. Entiendo muy bien aquella exclamación que San Pablo escribe a los de Corinto: tempus breve estl, ¡qué breve es la duración de nuestro paso por la tierra! Estas palabras, para un cristiano coherente, suenan en lo más íntimo de su corazón como un reproche ante la falta de generosidad, y como una invitación constante para ser leal. Verdaderamente es corto nuestro tiempo para amar, para dar, para desagraviar (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Hoja informativa n. I, sobre el proceso de beatificación de este Siervo de Dios, p. 4).

Es útil considerar la realidad de la muerte y la brevedad de la vida


3669 Si así pensáramos al levantarnos cada día por la mañana, no consideraríamos que hemos de llegar vivos a la noche, y al acostarnos no tendríamos por seguro que vamos a levantarnos por la mañana; así es de incierta nuestra vida (SAN ATANASIO, Vida de S. Antonio,19).


3670 Por no pensar con frecuencia en nuestra última hora, cometemos muchos pecados; porque si pensáramos que el Señor ha de venir y que nuestra vida ha de concluir pronto, pecaríamos menos (TEOFILO en Catena Aurea, vol. Vl, p. 111).


3671 Si alguno vive como si hubiese de morir todos los dias, porque es incierta nuestra vida por naturaleza, no pecará, puesto que el temor grande apartará la mayor parte de los malos deseos; y al contrario, el que se prometa una vida larga se llenará de ellos (SAN ATANASIO en Catena Aurea, vol. VI, p. 83).


3672 El monje deberia darse al ayuno como si tuviera que vivir cien años. Y deberia refrenar las pasiones de su alma, olvidar las injurias, ahuyentar la tristeza y menospreciar el dolor y la desazón, como si tuviera que morir cada día (CASIANO, Instituciones,5).


Fdez-Carvajal: Antologia - MISERICORDIA DIVINA