Fdez-Carvajal: Antologia - JUICIO TEMERARIO

JUICIO TEMERARIO

Citas de la Sagrada Escritura

No juzguéis y no seréis juzgados, porque con el juicio con que juzgareis seréis juzgados, y con la medida con que midierais se os medirá. Mt 7,1.

No queráis juzgar por las apariencias, sino juzgad por un juicio recto. Jn 7,24.

¿Quién eres tú para juzgar al que es siervo de otro? Si cae, o se mantiene firme, esto pertenece a su amo: pero firme se mantendrá, pues poderoso es Dios para sostenerle. Rm 14,4.

¿Por qué tú condenas a tu hermano?, o ¿por qué tú desprecias a tu hermano, cuando todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo? Rm 14,10.

Uno solo es el legislador y el juez que puede salvar y puede perder. Tú, empero, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo? Jc 4,12-13.

No nos juzguemos, pues, ya más los unos a los otros, y mirad sobre todo que no pongáis tropiezo o escándalo al hermano. Rm 4,13.

Cuanto a mi, muy poco se me da ser juzgado por vosotros o de cualquier tribunal humano, que ni aun a mi mismo me juzgo. 1Co 4,3.

Por lo cual eres inexcusable, ¡ oh hombre!, quienquiera que seas, tú que juzgas a otros, a ti mismo te condenas, ya que haces eso mismo que condenas. Rm 2,1.

Se funda en leves apariencias y nace de un corazón poco recto


3249 No digas: "Fulano es un borracho", por haberle visto embriagado una vez; ni le llames adúltero por haber visto que cayó en este pecado 1. . . ]. Paróse una vez el sol para contribuir a la victoria de Josué; oscurecióse otra en testimonio de la victoria del Salvador. ¿Diremos por esto que es innoble u oscuro? Una vez se embriagó Noé, otra Lot, y éste, además, cometió un gravísimo incesto; sin embargo, a ninguno de los dos se puede llamar borracho, ni a Lot incestuoso. No fue San Pedro sangriento porque una vez derramó sangre; ni porque blasfemó en una ocasión, blasfemo; que el nombre de vicioso o virtuoso se adquiere por la continuación y el hábito; así que es impostura tratar a uno de colérico o ladrón por haberle visto una vez encolerizarse o robar (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota,3,29).


3250 Si tuviésemos la dicha de estar libres del orgullo y de la envidia, nunca juzgaríamos a nadie, sino que nos contentariamos con llorar nuestras miserias espirituales, orar por los pobres pecadores, y nada más, bien persuadidos de que Dios no nos pedirá cuenta de los actos de los demás, sino sólo de los nuestros (SANTO CURA DE ARS,. Sermón sobre el juicio temerario).


3251 ¿De dónde nace esta apreciación injusta con los demás? Parece como si algunos tuvieran continuamente puestas unas anteojeras, que les alteran la vista. No estiman, por principio, que sea posible la rectitud o, al menos, la lucha constante por portarse bien. Reciben todo, como reza el antiguo adagio filosófico, según el recipiente: en su previa deformación. Para ellos, hasta lo más recto, reflejaóa pcsar de todoóuna postura torcida que, hipócritamente, adopta apariencia de bondad (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,67).


3252 El juicio temerario es un pensamiento o una palabra desfavorables para el prójimo, fundados en leves apariencias. Solamente puede proceder de un corazón malvado, lleno de orgullo o de envidia; puesto que un buen cristiano, penetrado como está de su miseria, no piensa ni juzga mal de nadie; jamás aventura su juicio sin un conocimiento cierto, y eso todavía cuando los deberes de su cargo le obligan a velar sobre las personas cuyos actos juzga (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el juicio temerario).


3253 Contribuyen de ordinario en gran manera a producir sospechas y juicios temerarios el miedo, la ambición y otras semejantes flaquezas del espiritu (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota,3,28).

No debemos juzgar a los demás, si no existe un deber que lo exija


3254 A pesar de todos los datos y de las señales al parecer más inequívocas, estamos siempre en gran peligro de juzgar mal las acciones de nuestro prójimo. Lo cual debe inducirnós a no juzgar jamás los actos del vecino sin madura reflexión y aun solamente cuando tenemos por misión la vigilancia de la conducta de aquellas personas, en cuyo caso se encuentran los padres (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el juicio temerario).


3255 No juzguéis y no serés juzgados, porque con el juicio que juzgareis seréis juzgados (Mt 7,1-2). Aparte de la razón apuntada, es también peligroso juzgar a nuestros semejantes, porque ignoramos en absoluto la necesidad o la razón que hace legitima o al menos venial aquella acción que nos choca o nos sorprende (CASIANO, Instituciones,5,29).


3256 No queramos juzgar. Cada uno ve las cosas desde su punto de vista. . . y con su entendimiento, bien limitado casi siempre, y oscuros o nebulosos, con tinieblas de apasionamiento, sus ojos, muchas veces. Además, lo mismo que la de esos pintores modernistas, es la visión de ciertas personas tan subjetiva y tan enfermiza, que trazan unos rasgos arbitrarios, asegurándonos que son nuestro retrato, nuestra conducta. . . ¡Qué poco valen los juicios de los hombres! No juzguéis sin tamizar vuestro juicio en la oración (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Camino, n. 451).


3257 Para juzgar sobre lo que hace o dice una persona, sin engañamos, seria necesario conocer las disposiciones de su corazón y la intención con que dijo o hizo tal o cual cosa (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el juicio temerario).


3258 Evita como un mal gravísimo el juzgar los hechos del prójimo; antes bien, interpreta benignamente sus dichos y hechos, buscando con industriosa caridad razones con que excusarlos y defenderlos. Y si fuera imposible la defensa, por ser demásiado evidente el fallo cometido, procura atenuarlo cuanto puedas, atribuyéndolo a inadvertencia o a sorpresa, o a algo semejante, según las circunstancias; por lo menos, no pienses más en ello, a no ser que tu cargo te exija que pongas remedio (J. PECCIóLeón XIIIó, Práctica de la humildad,14).


3259 No admitas un mal pensamiento de nadie, aunque las palabras u obras del interesado dan pie para juzgar así razonablemente (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Camino, n. 442).


3260 Hemos de examinar muy detenidamente los hechos, antes de emitir nuestros juicios sobre el prójimo, por temor de engañarnos, lo cual acontece con suma frecuencia (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el juicio temerario);


3261 ¿Quién puede juzgar al hombre? La tierra entera está llena de juicios temerarios. En efecto, aquel de quien desesperábamos, en el momento menos pensado, súbitamente se convierte y llega a ser el mejor de todos. Aquel, en cambio, en quien tanto habíamos confiado, en el momento menos pensado, cae súbitamente y se convierte en el peor de todos. Ni nuestro temor es constante ni nuestro amor indefectible (SAN AGUSTíN, Sermón 46, sobre los pastores,24-25).


3262 Puede suceder que quien interpreta en el mejor sentido se engañe más frecuentemente; pero es mejor que alguien se engañe muchas veces teniendo buen concepto de un hombre malo que el que se engaña raras veces pensando mal de un hombre bueno, pues en este caso se hace injuria a otro, lo que no ocurre en el primero (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,2-2, q. 60, a. 4 ad 1).


3263 La causa de tantos juicios temerarios es el considerarlos como cosa de poca importancia; y, no obstante, si se trata de materia grave, muchas veces podemos cometer pecado mortal (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el juicio temerario).

Caridad y comprensión con las acciones de los demás


3264 Al juzgar al prójimo, debemos tener en cuenta su flaqueza y su capacidad de arrepentirse (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el juicio temerario).


3265 Si (el mal ajeno) es dudoso, puedes lícitamente tomar pre-cauciones contra él, por si es cierto; pero no debos condenarle como si ya fuera cierto (SAN ACUSTIN, Coment. sobre el Salmo 147,16).


3266 Aunque vierais algo malo, no juzguéis al instante a vuestro prójimo, sino más bien excusadle en vuestro interior. Excusad la intención, si no podéis excusar la acción. Pensad que lo habrá hecho por ignorancia, o por sorpresa, o por desgracia. Si la cosa es tan clara que no podéis disimularla, aun entonces creedlo así, y decid para vuestros adentros: la tentación habrá sido muy fuerte (SAN BERNARDO, Serm. sobre el Cantar de los Cantares,40).


3267 ¿Quién eres tú para juzgar el acierto del superior?ó¿No ves que él tiene más elementos de juicio que tú; más experiencia; más rectos, sabios y desapasionados consejeros; y, sobre todo, más gracia, una gracia especial, gracia de estado, que es luz y ayuda poderosa de Dios? (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Camino, n. 457).

JUSTICIA

Citas de la Sagrada Escritura

Conformidad con el derecho. Rige las relaciones del hombre con sus semejantes: Is 32,1 Am 6,12.

En sentido más general es también santidad: se opone al pecado: Gn 18,23 2Co 6,14.

Consiste en obrar conforme a la voluntad de Dios: Ez 18,5. También, recompensa que proviene de esta conformidad con la voluntad divina: Dt 6,25 Dt 24,13 Pr 21,21 Lc 1,6 Mt 23,29.

Y cumplimiento de los mandamientos: Pr 8,20 Si 16,22 Sg 14,7.

Justicia y misericordia: Ps 51,16 Ps 65,6.

Justicia y temor de Dios: Lc 2,25 Ac 10,22.

Justicia y justificación: Rm 5,1 Rm 9,30.

La razón de nuestra justicia, y su fuente, es Cristo: 1Co 1,30 2Co 5,21.

El modo de participar en la justicia de Dios es la fe en Cristo: Rm 1,17 Rm 3,22 Ph 3,9.

(A Juan el Bautista). Respondióle Jesús: Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Mt 3,15.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Mt 5,6.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. .

Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos. Mt 5,20.

Porque vino Juan a vosotros caminando en justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en él. Mt 21,32.

(El Señor Dios) juró [. . . ] concedernos que, libres de manos enemigas, podamos servirle sin temor en santidad y justicia delante de él todos nuestros días. Lc 1,73 Lc 74-75.

Y cuando él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio [. . . ] Jn 16,8.

En lo referente al pecado, porque no creen en mí; en lo referente a la justicia, porque me voy al Padre, y ya no me veréis [. . . ]. Jn 16,9-10.

Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Mt 6,1.

Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. Mt 6,33.

Dar a cada uno lo que es debido


3268 La justicia es el hábito según el cual uno, con constante y perpetua voluntad, da a cada cual su derecho (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,2-2, q. 58, a. 1).


3269 Ser justo significa dar a cada uno lo que le es debido. Esto concierne a los bienes temporales, de naturaleza material. El mejor ejemplo puede ser aquí la retribución por el trabajo o el llamado así derecho a los futuros del propio trabajo y de la propia tierra. No obstante, al hombre se debe, además, el buen nombre, el respeto, la consideración, la fama que se ha merecido. Cuanto más conocemos al hombre, tanto más se nos revela su personalidad, su carácter, su inteligencia y su corazón. Y tanto más nos damos cuentaóy debemos darnos cuenta de elloóde con qué criterio "medirlo" y qué quiere decir ser justos con él (JUAN PABLO II, Audiencia general,8-XI- 1978).


3270 No basta para ser justos que alguno quiera observar esta virtud esporádicamente en algún determinado negocio, porque prácticamente no existe quien quiera obrar en todos injustamente, sino que es menester que el hombre tenga la firme voluntad de conservarla siempre y en todas las cosas (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,2-2, q. 58, a. I ad 3).


3271 La justicia es principio de la existencia de la Iglesia como pueblo de Dios y principio de coexistencia de la Iglesia y de las diversas estructuras sociales, en particular del Estado, como igualmente de las organizaciones internacionales. En estq terreno amplio y diferenciado, el hombre y la humanidad buscan continuamente justicia; éste es un proceso permanente y un cometido de la máxima importancia (JUAN PABLO II, Audiencia general 8-XI-1978).

La justicia y las demás virtudes


3272 La fortaleza sin justicia es palanca del mal (SAN AMBROSIO, Sobre los of icios de los ministros,1,35).


3273 El hombre no pone su vida en peligro de muerte más que cuando se trata de la salvación de la justicia. De aquí que la dignidad de la fortaleza sea una dignidad que depende de la anterior virtud (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,2-2, q. 123, a. 12 ad 3).


3274 En esta norma (el mayor entre vosotros, hágase como el menor) no se excluyen los que tienen una posición elevada: no deben dominar éstos a quienes viven más modestamente [. . . ], ni deben ser ensalzados por sus alabanzas; pero deben obrar enérgicamente contra los que obran mal, por amor a la justicia (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. VI, p. 445).


3275 La justicia, después de la prudencia, es más noble que cualquier otra virtud moral: después, la fortaleza y la templanza (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,1-2, q. 66, a. l c y 4).


3276 Aunque la justicia abraza a la vez todas las virtudes, sin embargo, existen entre todas dos principales que no se pueden separar de ella: la piedad y la equidad [. . . ]. La piedad y la equidad son como su fuente; en ellas se funda toda la justicia. Sin embargo, la primera es su cabeza y origen; la segunda, toda su fuerza y razón (LACTANCIO, Instituciones divinas, V,15; PL 6,596).


3277 Mirad, amadísimos, y considerad prudentemente qué rai- ces y frutos nacen de la estirpe de la avaricia, la cual la definió acertadamente el Apóstol como la raíz de todos los males (ITm 6,10), porque ningún pecado se comete sin deseo desordenado, y todo apetito ilícito es enfermedad de esta codicia [. . . ]. No hay ningún vestigio de justicia en aquel corazón donde habita la avaricia [. . . ] (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 60,4).

"La caridad es el alma de la justicia"


3278 La caridad es el alma de la justicia (JUAN PABLO II, Aloc. 6-lX- 1978).


3279. . . Unicamente con la justicia no resolveréis nunca los grandes problemas de la humanidad. Cuando se hace justicia a secas, no os extrañéis si la gente se queda herida: pide mucho más la dignidad del hombre, que es hijo de Dios. La caridad ha de ir dentro y al lado, porque lo dulcifica todo, lo deifica: Dios es amor (1Jn 4,16) (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Amigos de Dios,172).


3280 Amar la justicia no es otra cosa sino amar a Dios. Y como este amor de Dios va siempre unido al amor que se interesa por el bien del prójimo, el hambre de justicia se ve acompañada de la virtud de la misericordia (SAN LEÓN MAGNO, Sermón sobre las bienaventuranzas 95).


3281 La justicia y la misericordia están tan unidas que la una sostiene a la otra. La justicia sin misericordia es crueldad; y la misericordia sin justicia es ruina, destrucción (SANTo TOMÁS, en Catena Aurea, vol. l, p. 247).


3282 Cristo nos ha dejado el mandamiento del amor al prójimo. En este mandamiento se encierra todo lo que concierne a la justicia. No puede haber amor sin justicia. El amor desborda la justicia, pero, al mismo tiempo, encuentra su verificación en la justicia. Hasta el padre y la madre, cuando aman al propio hijo, deben ser justos con él. Si vacila la justicia, también el amor corre peligro (JUAN PABLO II, Audiencia general,8-XI-1978).


3283 La paz es obra de la justicia, indirectamente, en cuanto remueve los obstáculos que a ella se oponen; pero propia y directamente proviene de la caridad, que es la virtud que realiza por excelencia la unión de todos los corazones (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,2-2, q. 29, a. 3 ad 3).


3284 La justicia de los fariseos es no matar; la justicia de los que han de entrar en el reino de los cielos es no enojarse sin causa (SAN AGUSTíN, Sobre el Sermón de la Montaña,1,9).

Lo primero: justicia con Dios


3285 . . . Primero, justicia con Dios. Esa es la piedra de toque de la verdadera hambre y sed de justicia (Mt 5,6), que la distingue del griterío de los envidiosos, de los resentidos, de los egoístas y codiciosos. . . Porque negar a Nuestro Creador y Redentor el reconocimiento de los abundantes e inefables bienes que nos concede, encierra la más tremenda e ingrata de las injusticias (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Amigos de Dios,167).


3286 Es necesario, pues, que cada uno de nosotros pueda vivir en un contexto de justicia y, más aún, que cada uno de nosotros sea justo y actúe justamente respecto a los seres próximos y lejanos, respecto a la comunidad, respecto a la sociedad de la que es miembro. . . y respecto a Dios (JUAN PABLO II, Audiencia general,8-XI-1978).


3287 Cuando algo se encuentra de por sí en contradicción con el derecho natural, no puede ser justificado por la voluntad humana (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,2-2, q. 57, a. 2 ad 2).


3288 Entended bien, pues, si os queda algo de conocimiento, que los crímenes y la injusticia de los hombres consisten principalmente en el culto que rinden a los dioses, y que las desgracias que les afligen continuamente tienen su origen en la ingratitud de haber abandonado al Dios único para seguir supersticiones extravagantes [. . . ] (LACTANCIO, Instituciones divinas, V,8; PL 6,573).

No se reduce a una simple distribución de bienes materiales


3289. . . ¡Qué pobre idea tienen de la justicia quienes la reducen a una simple distribución de bienes materiales! (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Amigos de Dios,169).


3290 La justicia es principio fundamental de la existencia y la coexistencia de los hombres, como también de las comunidades humanas, de las sociedades y de los pueblos (JUAN PABLO II, Audiencia General,8-XI-1978).

Manifestaciones de esta virtud


3291 Como el fundamento de una casa y la quilla de una nave, por muy sólidos que sean, de nada valen ni aprovechan si no se construye también sabiamente lo que sobre ello estriba; así toda esa penitencia no vale para nada si no se le añade y acompaña todo lo que pide la justicia. El temor de Dios enseñe a la lengua a hablar lo que conviene, a no decir cosas vanas, a conocer el momento y, la medida en el hablar, y saber decir lo necesario y dar la respuesta oportuna; a no hablar tumultuosamente y a no dejar caer como una granizada, por la impetuosidad en el hablar, las palabras sobre los que nos salen al paso (SAN GREGORIO DE NISA, Sobre los pobres, I; PG 46,453).


3292 No debe entenderse que únicamente sean ladrones los que cortan las bolsas o roban en los baños, sino también los que están constituidos en jefes de los ejércitos, y aquellos a quienes se confia el gobierno de las ciudades y de los pueblos, cuando toman furtivamente alguna cosa o la exigen injustamente y por la fuerza (SAN BASILIO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 310).


3293 La virtud cristiana es más ambiciosa: nos empuja a mostramos agradecidos, afables, generosos; a comportarnos como amigos leales y honrados, tanto en los tiempos buenos como en la adversidad; a ser cumplidores de las leyes y respetuosos con las autoridades legitimas; a rectificar con alegría, cuando advertimos que nos hemos equivocado al afrontar una cuestión. Sobre todo, si somos justos, nos atendremos a nuestros compromisos profesionales, familiares, sociales. . . , sin aspavientos ni pregones, trabajando con empeño y ejercitando nuestros derechos, que son también deberes (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Amigos de Dios,169).


3294 No es ciencia teórica. Es virtud, es capacidad del espiritu humano, de la voluntad humana y también del corazón. Es necesario, además, orar para ser justos y saber ser justos (JUAN PABLO II, Audiencia general,8-XI-1978).

"Hambre y sed de justicia"


3295 Todo hombre vive y muere con una cierta sensación de insaciabilidad de justicia, porque el mundo no está en condiciones de satisfacer hasta el fondo a un ser creado a imagen de Dios, ni en la profundidad de su persona ni en los diversos aspectos de su vida humana. Y así, mediante este hambre de justicia, el hombre se abre a Dios, que "es la justicia misma". Jesús, en el discurso de la montaña, lo expresó de forma muy clara y concisa cuando dijo: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados (Mt 5,6) (JUAN PABLO II, Audiencia general,8-XI-1978).

LECTURA ESPIRITUAL




3296 Es lo que San Pablo aconsejaba a Timoteo: Dedícate a la lectura (ITm 4,13) [. . . ], y lo que San Jerónimo recomienda para poder también defender la verdad cristiana: "Nunca caigan de tus manos los Libros Sagrados [. . . ], asimila la palabra fiel que está en armonía con la verdad, para que puedas exhortar con doctrina sana y refutar a quienes enseñan lo contrario" [. . . ]. ¿Quén ignora el gran influjo que sobre el corazón de un amigo ejerce la voz de un amigo, que le corrige lealmente, le aconseja, le reprende, le anima y le aparta del error? Dichoso aquel que encuentra un amigo verdadero. . . (Si 25,12). El que lo encuentra, ha encontrado un tesoro (Si 6,14). Entre nuestros amigos más fieles debemos contar los libros piadosos. Ellos nos hacen recordar la seriedad de nuestros deberes y las normas de la disciplina legítima; despiertan en nuestros corazones las voces celestiales adormecidas; nos echan en cara el abandono de nuestros buenos propósitos; sacuden nuestra falsa tranquilidad; desenmascaran los afectos menos rectos y disimulados [. . . 1; su voz jamás es amarga, sus advertencias jamás son interesadas, su palabra jamás es timida ni engañosa. Muchos y famosos ejemplos demuestran la eficacia saludable de los buenos libros; entre esos ejemplos sobresale el de San Agustín, cuyos grandes méritos dentro de la Iglesia tuvieron comienzo en la lectura: "Toma y lee, toma y lee. . . Yo tomé (las epístolas de S. Pablo), abrí y leí en silencio. . . Como si la luz de la seguridad se hubiese esparcido en mi corazón, todas las tinieblas de mis dudas se disiparon" (S. Pio X, Exh. Haerent animo,4-VIII-1908).


3297 Guárdate, sobre todo, de los malos libros; por nada del mundo te seduzcan ciertas obras muy admiradas de los cerebros débiles que hacen gala de ponerlo todo en duda, de menospreciarlo todo y de burlarse de toda norma tradicional. Búscate, por el contrario, libros de sólida doctrina, cristianos y espirituales, para recrearte siempre (SAN FRANCISCO DE SALES, Carta a un joven,1. c. , p. 839).


3298 De tan buena gana debemos leer los libros sencillos y devotos como los profundos. No mires si el que te escribe es de mucha o pequeña ciencia, sino que te lleve a leer el amor de la pura verdad. No te preocupe quién lo ha dicho, mas mira qué ha dicho (Imitación de Cristo, I,5,1).


3299 No dejes tu lección espiritual. La lectura ha hecho muchos santos (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Camino, n. 116).


3300 Ten siempre a la mano algún libro bueno y devoto [. . . ], y lee todos los días un poco con gran devoción, como si leyeras cartas que los Santos te hubiesen escrito desde el Cielo para enseñarte el camino y animarte a ir allá. Lee también las historias y vidas de los Santos, en las cuales, como en un espejo, verás el retrato de la vida cristiana, y acomoda sus acciones a tu provecho según tu vocación (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, II,17).


3301 A Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras (SAN AMBROSIO, Trat. contra las herejías,4,32).


3302 La cual no ha de ser apresurada ni corrida, sino atenta y sosegada; aplicando a ella no sólo el entendimiento para entender lo que se lee, sino mucho más la voluntad para gustar lo que se entiende. Y cuando hallare algún paso devoto, deténgase algo más en él para mejor sentirlo (SAN PEDRO DE ALC¡NTARA, Trat. de la oración y meditación, I,7).


3303 En la lecturaóme escribesóformo el depósito de combustible. Parece un montón inerte, pero es de allí de donde muchas veces mi memoria saca espontáneamente material, que llena de vida mi oración y enciende mi hacimiento de gracias después de comulgar (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Camino, n. 117).


3304 (Aconseja que se lean cada día unos versículos de la Sagrada Escritura, y) escritos espirituales de hombres doctos, cuidando, sin embargo, de que sean autores de segura doctrina, porque no hay que ir buscando el oro en medio del fango (SAN JERÓNIMO, Epístola 54,10).


3305 Después que uno estudia la Escritura se vuelve sensible, es decir, adquiere el discernimiento y gusto de la razón para distinguir lo bueno de lo malo, lo dulce de lo amargo (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, vol. 1P 51).


3306 Debemos conocer la vida de los santos, para afinar-en la corrección de nuestra propia vida [. . . ], y así el fuego de la juventud espiritual, que tiende a apagarse por el cansancio, revive con el testimonio y el ejemplo de los que nos han precedido (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia,24,8).

LIBERTAD

Citas de la Sagrada Escritura

Nuestro Señor ha venido a darnos la verdadera libertad: Lc 4,19.

Es el conocimiento de la verdad y el apartamiento del pecado: Jn 8,31-36.

Los que no quieren someterse a Dios se hacen esclavos de su propia carne: Rm 1,19-32.

O hijos de Dios, o esclavos del pecado: Rm 6,12-23.

La verdadera libertad consiste en estar en gracia y ser siervos de Dios: Rm 6,22.

La libertad de la carne es la esclavitud del espíritu, es el pecado y la muerte; la libertad del espíritu es la sumisión y la mortificación de la carne, es la vida en Jesucristo: Rm 8,1-2.

Sumisión a las autoridades establecidas: Rm 13,1-7.

La caridad nos hace siervos de todos: 1Co 9,19-23.

Jesucristo nos ha hecho libres por la fe: Ga 4,21-31.

La falsa libertad es el libertinaje: Ga 5,13.

La verdadera libertad consiste en la práctica de la caridad: Ga 5,13-18.

Como si sirviéramos a Nuestro Señor: Ep 6,5-8.

San Pablo pide a los Efesios que rueguen para que él pueda, aunque preso, predicar libremente: Ep 6,19-20.

Consejos de San Pablo a los siervos y a los señores: Col 3,22-25 Col 4-1.

Los pecadores son cautivos del demonio; Dios los puede traer a penitencia para que conozcan la verdad: 2Tm 2,25-26.

Verdadera libertad de las almas que obedecen a la gracia y al Espíritu Santo: 2Co 3,17.

La libertad de los hijos de Dios. Entrega


3307 No es pequeño fruto el desprecio de la gloria humana; y es entonces cuando uno está libre del yugo de los hombres (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1P 380).


3308 Si estáis inclinados a la avaricia, pensad con frecuencia en la locura de este pecado, que nos hace esclavos de lo que ha sido creado para servirnos; pensad que a la muerte, en todo caso, será menester perderlo todo, dejándoselo a quien tal vez lo malversará o se servirá de ello para su ruina y perdición (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, IV,10).


3309 Eres, al mismo tiempo, siervo y libre; siervo, porque fuiste hecho; libre, porque eres amado de Aquel que te hizo, y también porque amas a tu Hacedor (SAN AGUSTIN, Coment. sobre el Salmo 99,7).


3310 El afirmar que estos enemigos se oponen a nuestro progreso, lo decimos solamente en cuanto nos mueven al mal, no que creamos que nos determinen efectivamente a él.

Por lo demás, ningún hombre podría en absoluto evitar cualquier pecado, si tuvieran tanto poder para vencernos como lo tienen para tentarnos. Si por una parte es verdad que tienen el poder de incitarnos al mal, por otra es también cierto que se nos ha dado a nosotros la fuerza de rechazar sus sugestiones y la libertad de consentir en ellas. Pero si su poder y sus ataques engendran en nosotros el temor, no perdamos de vista que contamos con la protección y la ayuda del Señor.

Su gracia combate a nuestro favor con un poder incomparablemente superior al de toda esa multitud de adversarios que nos acosan. Dios no se limita únicamente a inspirarnos el bien. Nos secunda y nos empuja a cumplirlo. Y más de una vez, sin percatarnos de ello y a pesar nuestro, nos atrae a la salvación. Es, pues, un hecho cierto que el demonio no puede seducir a nadie, si no es a aquel que libremente le presta el consentimiento de su voluntad (CASIANO, Colaciones,7,8).


3311 [. . . ] cuando una madre se sacrifica por amor a sus hijos, ha elegido; y, según la medida de ese amor, así se manifestará su libertad. Si ese amor es grande, la libertad aparecerá fecunda, y el bien de los hijos proviene de esa bendita libertad, que supone entrega, y proviene de esa bendita entrega, que es precisamente libertad (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Amigos de Dios,30).

Libertad de las conciencias


3312 [. . . ] los cristianos, comportándose sabiamente con aquellos que no tienen fe, esfuércense por difundir en el Espíritu Santo, en caridad no fingida, en palabras de verdad (2Co 6,6-7), la luz de la vida con toda confianza y fortaleza apostólica, incluso hasta el derramamiento de la sangre (CONC. VAT. 11, Decl. Dignitatis humanare,14).


3313 Es un crimen de irreligión arrebatar a los hombres la libertad de religión y prohibirles que elijan divinidad, es decir, no permitirme adorar a quien yo quiero adorar y forzarme a adorar a quien yo no quiero adorar [. . . ]. Bien es cierto que Dios es de todos los hombres, queramos o no queramos, y a El pertenecemos todos. Pero entre vosotros está permitido adorarlo todo, menos al Dios verdadero [. . . ] (TERTULIANO, Apologético,24,6 y 10).


3314 Es uno de los capitulos principales de la doctrina católica [. . . ], que el hombre, al creer, debe responder voluntariamente a Dios, y que, por tanto, nadie debe ser forzado a abrazar la fe contra su voluntad (CONC. VAT. II, Decl. Dignitatis humanare,10).


3315 Hay que respetar las legitimas ansias de verdad: el hombre tiene obligación grave de buscar al Señor, de conocerle y de adorarle, pero nadie en la tierra debe permitirse imponer al prójimo la práctica de una fe de la que carece; lo mismo que nadie puede arrogarse el derecho de hacer daño al que la ha recibido de Dios (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Amigos de Dios,32).


3316 Está [. . . ] en total acuerdo con la índole de la fe el excluir cualquier género de coacción por parte de los hombres en materia religiosa. Y por ello, el régimen de libertad religiosa contribuye no poco a fomentar aquel estado de cosas en el que los hombres puedan ser invitados a la fe cristiana, abrazarla por su propia determinación y profesarla activamente en toda la ordenación de la vida (CONC. VAT. II, Decl. Dignitatis humanae,10).

El pecado oprime y hace esclavos


3317 No fuimos creados para la muerte, sino que morimos por nuestra culpa. La libertad nos perdió; esclavos quedamos los que aramos libres; por el pecado fuimos vencidos. Nada malo fue hecho por Dios, fuimos nosotros los que produjimos la maldad. Pero los que la produjimos somos también capaces de rechazarla (TACIANO, Discursos contra los griegos,11).


3318 Responder que no a Dios, rechazar ese principio de felicidad nueva y definitiva, ha quedado en manos de la criatura. Pero si obra así, deja de ser hijo para convertirse en esclavo (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Amigos de Dios,34).


3319 Ya en esta vida servir a Dios es reinar. Cuando Dios libra al hombre del pecado que lo hace esclavo, lo desembaraza de toda servidumbre y lo establece en la verdadera libertad. De otro modo el hombre va siempre de desco en deseo sin calmarse jamás. Cuanto niás tiene más querrá; tratando de buscar satisfacción nunca está contento. En efecto, el que tiene un deseo está poseído por él; se vende a lo que ama; buscando la libertad, siguiendo sus apetitos con ofensa de Dios, se hace esclavo del demonio para siempre (SANTA CATALINA DE GÉNOVA, Le libre arbitre,1. c. , p. l lO-111).


3320 No pienses que aquellas hazañas son meros hechos pasados y que nada tienen que ver contigo, que los escuchas ahora: en ti se realiza su místico significado. En efecto, tú, que acabas de abandonar las tinieblas de la idolatría y deseas ser instruido en la ley divina, eres como si acabaras de salir de la esclavitud de Egipto (ORIGENES. Hom. sobre el libro de Josué,4,1).


3321 La primera libertad es carecer de pecados (SAN AGUSTIN, Trat. Evang. S. Juan,41,8).


3322 ¿Qué muerte más funesta para el alma como la libertad de errar? (SAN AGUSTIN, Epístola 105,10).

Jesucristo nos ha ganado la verdadera libertad


3323 Jesucristo mismo, cuando compareció como prisionero ante el tribunal de Pilatos y fue preguntado por él acerca de la acusación hecha contra él por los representantes del Sanedrín, ¿no respondió acaso: Yo para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad ? (Jn 18,37). Con estas palabras, pronunciadas ante el juez en el momento decisivo, era como si confirmase, una vez más, la frase ya dicha anteriormente: Conoced la verdad y la verdad os hará libres (JUAN PABLO II, Enc. Redemptor hominis,12).


3324 Rechazad el engaño de los que se conforman con un triste vocerío: ¡libertad, libertad! Muchas veces, en ese mismo clamor se esconde una trágica servidumbre: porque la elección que prefiere el error, no libera; el único que libera es Cristo (cfr. Ga 4,31), ya que sólo El es el Camino, la Verdad y la Vida (cfr. Jn 14,6) (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Amigos de Dios,26).


3325 Que Dios te conquiste y ya eres libre (SAN AGUSTIN, Trat. Evang. S. Juan,41,10).


3326 Cristo mismo vincula de modo particular la liberación con el conocimiento de la verdad: Conoceréis la verdad, y la verdad os librará (Jn 8,32). Esta frase atestigua sobre todo el significado intimo de la libertad por la que Cristo nos libera. Liberación significa transformación interior del hombre, que es consecuencia del conocimiento de la verdad. La transformación es, pues, un proceso espiritual en el que el hombre madura en justicia y santidad verdaderas en los diversos ámbitos de la vida social (JUAN PABLO II, Audiencia general,21 -II-79).

Libertad y Voluntad de Dios


3327 Dios, queriendo que ángeles y hombres siguieran la voluntad de El, determinó crearlos libres para practicar el bien, dotados de razón para conocer de dónde vienen y a quién deben el ser que antes no tenían; y les impuso una ley por la que han de ser juzgados, si no obran conforme a la recta razón (SAN JUSTINO, Diálogo con Trifón,141,1).


3328 Nuestra Madre escucha, y pregunta para comprender mejor lo que el Señor le pide; luego, la respuesta firme: fiat (Lc 1,38)ó¡hágase en mí según tu palabra!ó, el fruto de la mejor libertad: la de decidirse por Dios (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Amigos de Dios,25).


3329 Pero como nadie será salvado contra su voluntad (pues somos libres), desea que nosotros queramos el bien (SAN JERÓNIMO, Coment. sobre la Epíst. a los Efesios,1,1,11).


3330 El conocimiento de los secretos del reino de los cielos es puro don de Dios y gracia concedida de lo alto. Sin embargo, no por ser don, Dios suprime la libertad (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo,45).


Fdez-Carvajal: Antologia - JUICIO TEMERARIO