Agustin - Confesiones 1347

Capítulo 32: Recapitulación de la obra de la creación.


1347 47. ¡Gracias a Vos, Señor!

Vemos el cielo y la tierra: ya entendamos las dos partes de la creación corpórea, la superior y la inferior, ya sea la creación espiritual y la corporal.

Y en el adorno de estas partes de que se compone, o bien toda la fábrica del mundo, o bien absolutamente toda la creación, vemos creada la luz y separada de las tinieblas.

Vemos el firmamento del cielo: sea que esté entre las aguas espirituales superiores y las corporales inferiores (), el primer cuerpo del mundo; sea este espacio del aire -porque también éste se llama cielo-, por el cual vagan las aves del cielo, entre las aguas que en forma de vapor flotan sobre ellas y en las noches serenas se condensan en rocío, y estas otras que corren pesadamente sobre la tierra.

Vemos por las llanuras del mar la hermosura de las aguas reunidas; y la tierra seca, primero informe, y luego formada, de suerte que fuera visible y compuesta, y madre de hierbas y de árboles.

Vemos resplandecer desde lo alto las lumbreras: que al día le basta el sol; que la luna y las estrellas consuelan la noche, y que todas ellas marcan y señalan los tiempos (
Gn 1,138).

Vemos el húmedo elemento por todas partes fecundo de peces, de monstruos y de aves; porque el espesor del aire que sostiene el vuelo de las aves se forma con la vaporación de las aguas.

Vemos que la faz de la tierra se hermosea con los animales terrestres; y que el hombre, hecho a imagen y semejanza vuestra, por esta misma imagen y semejanza vuestra, esto es, por la fuerza de la razón y de la inteligencia, ejerce señorío sobre todos los animales irracionales; y que así como en su alma una cosa es lo que domina por el consejo, y otra lo que está sujeto para que obedezca, así aun corporalmente ha sido hecha para el varón la mujer, que tuviera, sí, cuanto al alma, igual naturaleza de inteligencia racional; pero cuanto al sexo del cuerpo, de tal modo estuviera sometida al sexo masculino, como el apetito de la acción (la pasión) está sometido a la razón de la mente para concebir de ella destreza en rectamente obrar.

Vemos estas cosas, y cada una de ellas es buena, y todas juntas en gran manera buenas.


Capítulo 33: Todas las obras de Dios tienen mañana y tarde.


1348 48. Os alaban vuestras obras para que nosotros os amemos; y nosotros os amamos para que vuestras obras os alaben. Tienen ellas principio y fin en el tiempo, nacimiento y ocaso, crecimiento y mengua, belleza y privación. Tienen, pues, consecutivamente mañana y tarde (Gn 1), en parte ocultas, en parte manifiestas. Porque de la nada fueron formadas por Vos; no de Vos ni de alguna sustancia no vuestra o que antes existiese, sino de la materia concreada, esto es, simultáneamente creada por Vos, que, sin ningún intervalo de tiempo, disteis forma a su informidad. Porque siendo una cosa la materia del cielo y la tierra, y otra la forma del cielo y la tierra, Vos hicisteis de la pura nada la materia, y de la materia informe la forma del mundo, de suerte que a la materia siguiese la forma sin intervalo alguno de demora.


Capítulo 34: Exposición alegórica de la obra de la creación.


1349 49. También hemos examinado qué pretendisteis figurar cuando quisisteis que estas cosas fueran hechas en tal orden, o en tal orden fuesen escritas; y echamos de ver que una por una son buenas, y todas juntas muy buenas en vuestro Verbo, en vuestro Unigénito: el cielo y la tierra, la cabeza y el cuerpo de vuestra Iglesia en la predestinación antes de todos los tiempos, sin mañana y tarde.

Mas cuando comenzasteis a poner por obra en el tiempo lo que teníais predestinado, para manifestar lo oculto, y componer lo que en nosotros estaba descompuesto -porque sobre nosotros estaban nuestros pecados, y alejándonos de Vos, habíamos llegado a un abismo tenebroso, sobre el cual se cernía vuestro Espíritu (§ 8) para socorrernos en tiempo oportuno-, justificasteis a los impíos y los separasteis de los inicuos (§ 13); consolidasteis la autoridad de vuestro Libro (§ 16) entre los superiores que serían enseñados por Vos, y los inferiores que les serían sometidos.

Y congregasteis la sociedad de los infieles en una misma conspiración (§ 20), para que apareciese el celo de los fieles, para que te ofreciesen obras de misericordia, distribuyendo también entre los pobres las riquezas terrenas para adquirir las celestiales (§ 21).

Luego encendisteis algunas lumbreras en el firmamento, vuestros santos, que tienen la palabra de vida y resplandecen por sus espirituales carismas, representando sublime autoridad (§ 25).

Y después para instruir a las gentes infieles, produjisteis de la materia corpórea sacramentos y milagros visibles, y voces de palabras conforme al firmamento de vuestro Libro, de donde también vuestros fieles fuesen bendecidos (§ 26 y 35).

Y después formasteis el alma viviente de los fieles por los afectos ordenados con el rigor de la continencia (§ 29).

Y en seguida renovasteis a vuestra imagen y semejanza el alma sometida exclusivamente a Vos, y no necesitada de ejemplo humano alguno para imitarlo (§ 32). Y subordinasteis a la prestancia del entendimiento la actividad racional como al varón la mujer (§ 33 y 47).

Y quisisteis que todos vuestros ministerios, necesarios para perfeccionar a los fieles en esta vida, fuesen socorridos por los mismos fieles, cuanto a las necesidades temporales, con obras fructuosas para el futuro (§ 39 y 41).

Todas estas cosas vemos, y son en gran manera buenas; porque en nosotros las veis Vos, que nos disteis el Espíritu con que las viésemos y en ellas os amásemos (§ 46).


Capítulo 35: Dadnos, Señor, la paz del sábado.


1350 50. Señor Dios, dadnos la paz -puesto que todas las cosas nos habéis dado-, la paz del descanso, la paz del sábado, la paz sin tarde. Pues ello es así que todo este orden hermosísimo de las cosas en extremo buenas, cumplidas sus medidas, ha de pasar: ha de tener, pues, mañana y tarde.


Capítulo 36: Reposaremos en Dios.


1351 51. Mas el día séptimo es sin tarde y no tiene ocaso, porque Vos lo santificasteis para sempiterna permanencia; para que, lo mismo que Vos, después de vuestras obras sobre manera buenas, con todo y haberlas hecho en reposo, descansasteis el día séptimo, nos amoneste por adelantado vuestro Libro, que también nosotros, después de nuestras obras, por eso sobre manera buenas, porque Vos nos las otorgasteis, el sábado de la vida eterna descansaremos en Vos.


Capítulo 37: Dios reposará en nosotros.


1352 52. Porque también Vos reposaréis entonces en nosotros, así como ahora trabajáis en nosotros; y de tal manera aquel descanso será vuestro por nosotros, como ahora estas obras son vuestras por nosotros.

Mas Vos, Señor, siempre obráis y siempre reposáis. Ni veis por un tiempo, ni os movéis por un tiempo, ni reposáis por un tiempo; y, sin embargo, Vos hacéis que veamos en el tiempo, y el tiempo mismo, y el descanso después del tiempo.


Capítulo 38: Esperamos el sábado del eterno descanso.

1353 53. Nosotros, pues, vemos estas criaturas que Vos hicisteis porque son; mas, porque Vos las veis, ellas son.

Y nosotros por fuera vemos que son, y por dentro que son buenas; mas Vos, después de hechas, las veis en Vos mismo, donde visteis que habían de ser hechas.

Y nosotros posteriormente nos sentimos movidos a hacer bien, después que nuestro corazón concibió del Espíritu vuestro; pero anteriormente nos movíamos a obrar mal abandonándoos a Vos. Mas Vos, Dios solo bueno, nunca cesasteis de hacer el bien.

Y alguna de nuestras obras, justamente por dádiva vuestra, son buenas, paro no son eternas; después de ellas esperamos reposar en el gran día santificado por Vos (). Mas Vos, Bien, que no necesitáis de otro bien, siempre estáis en reposo, porque Vos mismo sois vuestro reposo.

Y esto, ¿cuál de los hombres lo dará a entender a otro hombre? ¿Qué ángel a otro ángel? ¿Qué ángel al hombre? A Vos se ha de pedir, en Vos se ha de buscar, a vuestra puerta se ha de llamar. Así, así se recibirá, así se hallará, así se nos abrirá (
Mt 7,8).


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