Congregacion para la Doctrina de la Fe - Instruccion sobre la vocacion eclesial del teologo

Instruccion sobre la vocacion eclesial del teologo

Congregacion para la Doctrina de la Fe

Introduccion


1. La verdad que hace libres es un don de Jesucristo (Jn 8,32). La busqueda de la verdad es una exigencia de la naturaleza del hombre, mientras que la ignorancia lo mantiene en una condicion de esclavitud. En efecto, el hombre no puede ser verdaderamente libre si no recibe una luz sobre las cuestiones centrales de su existencia y en particular sobre aquella de saber de donde viene y a donde va. El llega a ser libre cuando Dios se le entrega como un Amigo, segun la palabra del Senor: "Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su senor; sino que os llamo amigos, porque todo lo que he oido del Padre os lo he dado a conocer" (Jn 15,15). La liberacion de la alienacion del pecado y de la muerte se realiza en el hombre cuando Cristo, que es la Verdad, se hace el "camino" para él (Jn 14,6).

En la fe cristiana estan intrinsecamente ligados el conocimiento y la vida, la verdad y la existencia. La verdad ofrecida en la revelacion de Dios sobrepasa ciertamente las capacidades de conocimiento del hombre, pero no se opone a la razon humana. Mas bien la penetra, la eleva y reclama la responsabilidad de cada uno (1P 3,15). Por esta razon desde el comienzo de la iglesia la "norma de la doctrina" (Rm 6,17) ha estado vinculada, con el bautismo, al ingreso en el misterio de Cristo. El servicio a la doctrina, que implica la busqueda creyente de la comprension de la fe es decir, la teologia, constituye por lo tanto una exigencia a la cual la Iglesia no puede renunciar.

En todas las épocas la teologia es importante para que la Iglesia pueda responder al designio de Dios que quiere que: "todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1Tm 2,4). En los momentos de grandes cambios espirituales y culturales es todavia mas importante, pero esta también expuesta a riesgos, porque debe esforzarse en "permanecer" en la verdad (Jn 8,31) y tener en cuenta, al mismo tiempo, los nuevos problemas que se presentan al espiritu humano. En nuestro siglo, particularmente durante la preparacion y realizacion del Concilio Vaticano II , la teologia ha contribuido mucho a una mas profunda "comprension de las cosas y de las palabras transmitidas", pero ha conocido también y conoce todavia momentos de crisis y de tension.

La Congregacion para la doctrina de la fe, por consiguiente, considera oportuno dirigir a los obispos de la Iglesia catolica, y a través de ellos a los teologos, la presente instruccion que se propone iluminar la mision de la teologia en la iglesia. Después de considerar la verdad como don de Dios a su pueblo (I), describira la funcion de los teologos (II), se detendra en la mision particular de los pastores (III), y, finalmente, propondra algunas indicaciones acerca de la justa relacion entre unos y otros (IV). De esta manera quiere servir al progreso en el conocimiento de la verdad (Col 1,10), que nos introduce en la libertad por la cual Cristo murio y resucito (Ga 5,1).

I .- La verdad, don de Dios a su pueblo


2. Movido por un amor sin medida, Dios ha querido acercarse al hombre que busca su propia identidad y caminar con él (Lc 24,15). Lo ha liberado de las insidias del "padre de la mentira" (Jn 8,44) y lo ha introducido en su intimidad para que encuentre alli, sobreabundantemente, su verdad plena y su verdadera libertad. Este designio de amor concebido por el "Padre de la luz" (St 1,17; 1P 2,9 1Jn 1,5), realizado por el Hijo vencedor de la muerte (Jn 8,36), se actualiza incesantemente por el Espiritu que conduce "hacia la ven dad plena" (Jn 16,13).


3. La verdad posee en si misma una fuerza unificante: libera a los hombres del aislamiento y de las oposiciones en las que se encuentran encerrados por la ignorancia de la verdad y, mientras abre el camino hacia Dios, une los unos con los otros. Cristo destruyo el muro de separacion que los habia hecho ajenos a la promesa de Dios y a la comunion de la Alianza (Ep 2,12-14). Envia al corazon de los creyentes su Espiritu, por medio del cual todos nosotros somos en El "uno solo" (Rm 5,5 Ga 3,28).

Asi llegamos a ser, gracias al nuevo nacimiento y a la uncion del Espiritu Santo (Jn 3,5 1Jn 2,20 1Jn 2,27), el nuevo y unico Pueblo de Dios que, con las diversas vocaciones y carismas, tiene la mision de conservar y transmitir el don de la verdad. En efecto, la iglesia entera como "sal de la tierra" y "luz del mundo" (Mt 5,13 s.), debe dar testimonio de la verdad de Cristo que hace libres.


4. El pueblo de Dios responde a esta llamada "sobre todo por medio de una vida de fe y de caridad y ofreciendo a Dios un sacrificio de alabanza". En relacion mas especifica con la "vida de fe" el Concilio Vaticano II precisa que "la totalidad de los fieles, que han recibido la uncion del Espiritu Santo (1Jn 2,20 1Jn 2,27), no puede equivocarse cuando cree, y esta peculiar prerrogativa suya la manifiesta mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo, cuando, `desde los obispos hasta los ultimos laicos" presta su consentimiento universal en las cosas de fe y costumbres".


5. Para ejercer su funcion profética en el mundo, el pueblo de Dios debe constantemente despertar o "reavivar" su vida de fe (2Tm 1,6), en especial por medio de una reflexion cada vez mas profunda, guiada por el Espiritu Santo, sobre el contenido de la fe misma y a través de un empeno en demostrar su racionalidad a aquellos que le piden cuenta de ella (1P 3,1 1P 5) . Para esta mision el Espiritu de la verdad concede, a fieles de todos los ordenes, gracias especiales otorgadas "para comun utilidad" (1Co 12,7-11).

II. La vocacion del teologo


6. Entre las vocaciones suscitadas de ese modo por el Espiritu en la iglesia se distingue la del teologo, que tiene la funcion especial de lograr, en comunion con el Magisterio, una comprension cada vez mas profunda de la Palabra de Dios contenida en la Escritura inspirada y transmitida por la tradicion viva de la iglesia.

Por su propia naturaleza la fe interpela la inteligencia, porque descubre al hombre la verdad sobre su destino y el camino para alcanzarlo. Aunque la verdad revelada supere nuestro modo de hablar y nuestros conceptos sean imperfectos frente a su insondable grandeza (Ep 3,19), sin embargo invita a nuestra razon --don de Dios otorgado para captar la verdad-- a entrar en su luz, capacitandola asi para comprender en cierta medida lo que ha creido. La ciencia teologica, que busca la inteligencia de la fe respondiendo a la invitacion de la voz de la verdad ayuda al pueblo de Dios, segun el mandamiento del Apostol (1P 3,15), a dar cuenta de su esperanza a aquellos que se lo piden.


7. El trabajo del teologo responde de ese modo al dinamismo presente en la fe misma: por su propia naturaleza la Verdad quiere comunicarse, porque el hombre ha sido creado para percibir la verdad y desea en lo mas profundo de si mismo conocerla para encontrarse en ella y descubrir alli su salvacion (1Tm 2,4). Por esta razon el Senor ha enviado a sus apostoles para que conviertan en "discipulos" todos los pueblos y les prediquen (Mt 28,19 s.). La teologia que indaga la "razon de la fe" y la ofrece como respuesta a quienes la buscan, constituye parte integral de la obediencia a este mandato, porque los hombres no pueden llegar a ser discipulos si no se les presenta la verdad contenida en la palabra de la fe (Rm 10,14 s.).

La teologia contribuye, pues, a que la fe sea comunicable y a que la inteligencia de los que no conocen todavia a Cristo la pueda buscar y encontrar. La teologia, que obedece asi al impulso de la verdad que tiende a comunicarse, al mismo tiempo nace también del amor y de su dinamismo: en el acto de fe, el hombre conoce la bondad de Dios y comienza a amarlo, y el amor desea conocer siempre mejor a aquel que ama. De este doble origen de la teologia, enraizado en la vida interna del pueblo de Dios y en su vocacion misionera, deriva el modo con el cual ha de ser elaborada para satisfacer las exigencias de su misma naturaleza.


8. Puesto que el objeto de la teologia es la Verdad, el Dios vivo y su designio de salvacion revelado en Jesucristo, el teologo esta llamado a intensificar su vida de fe y a unir siempre la investigacion cientifica y la oracion. Asi estara mas abierto al "sentido sobrenatural de la fe" del cual dependa y que se le manifestara como regla segura para guiar su reflexion y medir la seriedad de sus conclusiones,


9. A lo largo de los siglos la teologia se ha constituido progresivamente en un verdadero y propio saber cientifico. Por consiguiente es necesario que el teologo esté atento a las exigencias epistemologicas de su disciplina, a los requisitos de rigor critico y, por lo tanto, al control racional de cada una de las etapas de su investigacion. Pero la exigencia critica no puede identificarse con el espiritu critico que nace mas bien de motivaciones de caracter afectivo o de prejuicios. El teologo debe discernir en si mismo el origen y las motivaciones de su actitud critica y dejar que su mirada se purifique por la fe. El quehacer teologico exige un esfuerzo espiritual de rectitud y de santificacion.

l0. La verdad revelada aunque trasciende la razon humana, esta en profunda armonia con ella. Esto supone que la razon esté por su misma naturaleza ordenada a la verdad de modo que, iluminada por la fe, pueda penetrar el significado de la revelacion. En contra de las afirmaciones de muchas corrientes filosoficas, pero en conformidad con el recto modo de pensar que encuentra confirmacion en la Escritura se debe reconocer la capacidad que posee la razon humana para alcanzar la verdad, como también su capacidad metafisica de conocer a Dios a partir de lo creado.

La tarea, propia de la teologia, de comprender el sentido de la revelacion exige, por consiguiente, la utilizacion de conocimientos filosoficos que proporcionen "un solido y armonico conocimiento del hombre, del mundo y de Dios", y puedan ser asumidos en la reflexion sobre la doctrina revelada. Las ciencias historicas igualmente son necesarias para los estudios del teologo, debido sobre todo al caracter historico de la revelacion, que nos ha sido comunicada en una "historia de salvacion". Finalmente se debe recurrir también a las "ciencias humanas", para comprender mejor la verdad revelada sobre el hombre y sobre las normas morales de su obrar, poniendo en relacion con ella los resultados validos de estas ciencias.

En esta perspectiva corresponde a la tarea del teologo asumir elementos de la cultura de su ambiente que le permitan evidenciar uno u otro aspecto de los misterios de la fe. Dicha tarea es ciertamente ardua y comporta riesgos, pero en si misma es legitima y debe ser impulsada.

Al respecto, es importante subrayar que la utilizacion por parte de la teologia de elementos e instrumentos conceptuales provenientes de la filosofia o de otras disciplinas exige un discernimiento que tiene su principio normativo ultimo en la doctrina revelada. Es ésta la que debe suministrar los criterios para el discernimiento de esos elementos e instrumentos conceptuales, y no al contrario.


11. El teologo, sin olvidar jamas que también es un miembro del pueblo de Dios, debe respetarlo y comprometerse a darle una ensenanza que no lesione en lo mas minimo la doctrina de la fe.

La libertad propia de la investigacion teologica se ejerce dentro de la fe de la iglesia. Por tanto, la audacia que se impone a menudo a la conciencia del teologo no puede dar frutos y "edificar" si no esta acompanada por la paciencia de la maduracion. Las nuevas propuestas presentadas por la inteligencia de la fe "no son mas que una oferta a toda la iglesia. Muchas cosas deben ser corregidas y ampliadas en un dialogo fraterno hasta que toda la Iglesia pueda aceptarlas. La teologia, en el fondo, debe ser un servicio muy desinteresado a la comunidad de los creyentes. Por ese motivo, de su esencia forman parte la discusion imparcial y objetiva, el dialogo fraterno, la apertura y la disposicion de cambio de cara a las propias opiniones".


12. La libertad de investigacion, a la cual tiende justamente la comunidad de los hombres de ciencia como a uno de sus bienes mas preciosos, significa disponibilidad a acoger la verdad tal como se presenta al final de la investigacion, en la que no debe haber intervenido ningun elemento extrano a las exigencias de un método que corresponda al objeto estudiado.

En teologia esta libertad de investigacion se inscribe dentro de un saber racional cuyo objeto ha sido dado por la revelacion, transmitida e interpretada en la iglesia bajo la autoridad del Magisterio y acogida por la fe. Desatender estos datos, que tienen valor de principio, equivaldria a dejar de hacer teologia. A fin de precisar las modalidades de esta relacion con el Magisterio, conviene reflexionar ahora sobre el papel de este ultimo en la Iglesia.

III. El magisterio de los pastores


13. "Dispuso Dios benignamente que todo lo que habia revelado para la salvacion de los hombres permaneciera integro para siempre y se fuera transmitiendo a todas las generaciones". El dio a su Iglesia, por el don del Espiritu Santo, una participacion de su propia infalibilidad. El pueblo de Dios gracias al "sentido sobrenatural de la fe", goza de esta prerrogativa, bajo la guia del Magisterio vivo de la Iglesia, que, por la autoridad ejercida en el nombre de Cristo, es el solo intérprete auténtico de la Palabra de Dios. escrita o transmitida.


14. Como sucesores de los Apostoles, los pastores de la Iglesia "reciben del Senor... la mision de ensenar a todas las gentes y de predicar el Evangelio a toda criatura, a fin de que todos los hombres logren la salvacion...". Por eso. se confia a ellos el oficio de guardar, exponer y difundir la Palabra de Dios, de la que son servidores.

La mision del Magisterio es la de afirmar, en coherencia con la naturaleza "escatologica" propia del evento de Jesucristo, el caracter definitivo de la Alianza instaurada por Dios en Cristo con su pueblo, protegiendo a este ultimo de las desviaciones y extravios y garantizandole la posibilidad objetiva de profesar sin errores la fe auténtica, en todo momento y en las diversas situaciones. De aqui se sigue que el significado y el valor del Magisterio solo son comprensibles en referencia a la verdad de la doctrina cristiana y a la predicacion de la Palabra verdadera. La funcion del Magisterio no es algo extrinseco a la verdad cristiana ni algo sobrepuesto a la fe; mas bien, es algo que nace de la economia de la fe misma, por cuanto el Magisterio, en su servicio a la palabra de Dios, es una institucion querida positivamente por Cristo como elemento constitutivo de la iglesia. El servicio que el Magisterio presta a la verdad cristiana se realiza en favor de todo el pueblo de Dios, llamado a ser introducido en la libertad de la verdad que Dios ha revelado en Cristo.


15. Para poder cumplir plenamente el oficio que se les ha confiado de ensenar el Evangelio y de interpretar auténticamente la revelacion, Jesucristo prometio a los pastores de la Iglesia la asistencia del Espiritu Santo. El les dio en especial el carisma de la infalibilidad para aquello que se refiere a las materias de fe y costumbres. El ejercicio de este carisma reviste diversas modalidades. Se ejerce, en particular, cuando los obispos, en union con su cabeza visible, en acto colegial, como sucede en los concilios ecuménicos, proclaman una doctrina, o cuando el Romano Pontifice, ejerciendo su funcion de Pastor y Doctor supremo de todos los cristianos, proclama una doctrina "ex cathedra".


16. El oficio de conservar santamente y de exponer con fidelidad el deposito de la revelacion divina implica, por su misma naturaleza, que el Magisterio pueda proponer "de modo definitivo" enunciados que, aunque no estén contenidos en las verdades de fe, se encuentran sin embargo intimamente ligados a ellas, de tal manera que el caracter definitivo de esas afirmaciones deriva, en ultimo analisis, de la misma Revelacion .

Lo concerniente a la moral puede ser objeto del magisterio auténtico, porque el Evangelio, que es palabra de vida, inspira y dirige todo el campo del obrar humano. El Magisterio, pues, tiene el oficio de discernir, por medio de juicios normativos para la conciencia de los fieles, los actos que en si mismos son conformes a las exigencias de la fe y promueven su expresion en la vida, como también aquellos que, por el contrario, por su malicia son incompatibles con estas exigencias. Debido al lazo que existe entre el orden de la creacion y el orden de la redencion, y debido a la necesidad de conocer y observar toda la ley moral para la salvacion, la competencia del Magisterio se extiende también a lo que se refiere a la ley natural. Por otra parte, la Revelacion contiene ensenanzas morales que de por si podrian ser conocidas por la razon natural, pero cuyo acceso se hace dificil por la condicion del hombre pecador. Es doctrina de fe que estas normas morales pueden ser ensenadas infaliblemente por el Magisterio.


17. Se da también la asistencia divina a los sucesores de los Apostoles, que ensenan en comunion con el sucesor de Pedro, y, en particular, al Romano Pontifice, Pastor de toda la iglesia cuando, sin llegar a una definicion infalible y sin pronunciarse en "modo definitivo", en el ejercicio del magisterio ordinario proponen una ensenanza que conduce a una mejor comprension de la Revelacion en materia de fe y costumbres, y ofrecen directivas morales derivadas de esta ensenanza.

Hay que tener en cuenta, pues, el caracter propio de cada una de las intervenciones del Magisterio y la medida en que se encuentra implicada su autoridad; pero también el hecho de que todas ellas derivan de la misma fuente, es decir, de Cristo que quiere que su pueblo camine en la verdad plena. Por este mismo motivo las decisiones magisteriales en materia de disciplina, aunque no estén garantizadas por el carisma de la infalibilidad, no estan desprovistas de la asistencia divina y requieren la adhesion de los fieles.


18. El Romano Pontifice cumple su mision universal con la ayuda de los organismos de la Curia Romana, y en particular de la Congregacion para la Doctrina de la Fe por lo que respecta a la doctrina acerca de la fe y de la moral. De donde se sigue que los documentos de esta Congregacion, aprobados expresamente por el Papa, participan del magisterio ordinario del sucesor de Pedro.


19. En las Iglesias particulares corresponde al obispo custodiar e interpretar la Palabra de Dios y juzgar con autoridad lo que le es conforme o no. La ensenanza de cada obispo, tomada individualmente, se ejercita en comunion con la del Pontifice Romano Pastor de la iglesia universal y con los otros obispos dispersos por el mundo o reunidos en Concilio ecuménico. Esta comunion es condicion de su autenticidad.

El obispo, miembro del colegio episcopal por su ordenacion sacramental y por la comunion jerarquica, representa a su Iglesia, asi como todos los obispos en union con el Papa representan a la Iglesia universal en el vinculo de la paz, del amor, de la unidad y de la verdad. Al confluir en la unidad, las Iglesia locales, con su propio patrimonio, manifiestan la catolicidad de la iglesia. Por su parte, las Conferencias Episcopales contribuyen a la realizacion concreta del espiritu ("affectus") colegial.


20. La tarea pastoral del Magisterio. que tiene la finalidad de vigilar para que el pueblo de Dios permanezca en la verdad que hace libres, es una realidad compleja y diversificada. El teologo, que esta también comprometido en el servicio de la verdad, para mantenerse fiel a su oficio, debera tener en cuenta la mision propia del Magisterio y colaborar con él. ¿Como se puede entender esta colaboracion? ¿Como se realiza concretamente y qué obstaculos puede encontrar? Es lo que ahora hay que examinar mas de cerca.

IV. Magisterio y teologia

A. Las relaciones de colaboracion


21. El Magisterio vivo de la Iglesia y la teologia, aun con funciones diversas, tienen en definitiva el mismo fin: conservar al pueblo de Dios en la verdad que hace libres y hacer de él la "luz de las naciones". Este servicio a la comunidad eclesial pone en relacion reciproca al teologo con el Magisterio. Este ultimo ensena auténticamente la doctrina de los Apostoles y sacando provecho del trabajo teologico rechaza las objeciones y las deformaciones de la fe, proponiendo ademas con la autoridad recibida de Jesucristo nuevas profundizaciones, explicaciones y aplicaciones de la doctrina revelada. La teologia, en cambio, adquiere, de modo reflejo, una comprension siempre mas profunda de la Palabra de Dios, contenida en la Escritura y transmitida fielmente por la tradicion viva de la Iglesia bajo la guia del Magisterio, se esfuerza por aclarar esta ensenanza de la Revelacion frente a las instancias de la razon y, en fin, le da una forma organica y sistematica.


22. La colaboracion entre el teologo y el Magisterio se realiza especialmente cuando aquel recibe la mision canonica o el mandato de ensenar. Esa se convierte entonces, en cierto sentido, en una participacion de la labor del Magisterio al cual esta ligada por un vinculo juridico. Las reglas deontologicas que de por si y con evidencia derivan del servicio a la palabra de Dios son corroboradas por el compromiso adquirido por el teologo al aceptar su oficio y al hacer la profesion de fe y el juramento de fidelidad.

A partir de ese momento tiene oficialmente la responsabilidad de presentar y explicar con toda exactitud e integralmente, la doctrina de la fe.


23. Cuando el Magisterio de la Iglesia se pronuncia de modo infalible declarando solemnemente que una doctrina esta contenida en la Revelacion, la adhesion que se pide es la de la fe teologal. Esta adhesion se extiende a la ensenanza del magisterio ordinario y universal cuando propone para creer una doctrina de fe como de revelacion divina.

Cuando propone "de modo definitivo" unas verdades referentes a la fe y a las costumbres, que, aun no siendo de revelacion divina, sin embargo estan estrecha e intimamente ligadas con la Revelacion, deben ser firmemente aceptadas y mantenidas.

Cuando el Magisterio aunque sin la intencion de establecer un acto "definitivo", ensena una doctrina para ayudar a una comprension mas profunda de la Revelacion y de lo que explicita su contenido, o bien para llamar la atencion sobre la conformidad de una doctrina con las verdades de fe, o en fin para prevenir contra concepciones incompatibles con esas verdades, se exige un religioso asentimiento de la voluntad y de la inteligencia. Este ultimo no puede ser puramente exterior y disciplinar, sino que debe colocarse en la logica y bajo el impulso de la obediencia de la fe.


24. En fin, con el objeto de servir del mejor modo posible al pueblo de Dios, particularmente al prevenirlo en relacion con opiniones peligrosas que pueden llevar al error, el Magisterio puede intervenir sobre asuntos discutibles en los que se encuentran implicados, junto con principios seguros, elementos conjeturales y contingentes. A menudo solo después de un cierto tiempo es posible hacer una distincion entre lo necesario y lo contingente.

La voluntad de asentimiento leal a esta ensenanza del Magisterio en materia de por si no irreformable debe constituir la norma. Sin embargo puede suceder que el teologo se haga preguntas referentes, segun los casos, a la oportunidad, a la forma o incluso al contenido de una intervencion. Esto lo impulsara sobre todo a verificar cuidadosamente cual es la autoridad de estas intervenciones, tal como resulta de la naturaleza de los documentos, de la insistencia al proponer una doctrina y del modo mismo de expresarse.

En este ambito de las intervenciones de orden prudencial, ha podido suceder que algunos documentos magisteriales no estuvieran exentos de carencias. Los pastores no siempre han percibido de inmediato todos los aspectos o toda la complejidad de un problema. Pero seria algo contrario a la verdad si, a partir de algunos determinados casos, se concluyera que el Magisterio de la Iglesia se puede enganar habitualmente en sus juicios prudenciales, o no goza de la asistencia divina en el ejercicio integral de su mision. En realidad el teologo, que no puede ejercer bien su tarea sin una cierta competencia historica, es consciente de la decantacion que se realiza con el tiempo. Esto no debe entenderse en el sentido de una relativizacion de los enunciados de la fe. El sabe que algunos juicios del Magisterio podian ser justificados en el momento en el que fueron pronunciados, porque las afirmaciones hechas contenian aserciones verdaderas profundamente enlazadas con otras que no eran seguras. Solamente el tiempo ha permitido hacer un discernimiento y, después de serios estudios, lograr un verdadero progreso doctrinal.


25. Aun cuando la colaboracion se desarrolle en las mejores condiciones, no se excluye que entre el teologo y el Magisterio surjan algunas tensiones. El significado que se confiere a estas ultimas y el espiritu con el que se las afronta no son realidades sin importancia: si las tensiones no brotan de un sentimiento de hostilidad y de oposicion, pueden representar un factor de dinamismo y un estimulo que incita al Magisterio y a los teologos a cumplir sus respectivas funciones practicando el dialogo.


26. En el dialogo debe prevalecer una doble regla: cuando se pone en tela de juicio la comunion de la fe vale el principio de la "unitas veritatis"; cuando persisten divergencias que no la ponen en tela de juicio, debe salvaguardarse la "unitas caritatis".


27. Aunque la doctrina de la fe no esté en tela de juicio, el teologo no debe presentar sus opiniones o sus hipotesis divergentes como si se tratara de conclusiones indiscutibles. Esta discrecion esta exigida por el respeto a la verdad, como también por el respeto al pueblo de Dios (Rm 14,1-15 1Co 8,10 1Co 8,23-33). Por esos mismos motivos ha de renunciar a una intempestiva expresion publica de ellas.


28. Lo anterior tiene una aplicacion particular en el caso del teologo que encontrara serias dificultades, por razones que le parecen fundadas, a acoger una ensenanza magisterial no irreformable.

Un desacuerdo de este género no podria ser justificado si se fundara exclusivamente sobre el hecho de que no es evidente la validez de la ensenanza que se ha dado, o sobre la opinion de que la posicion contraria es mas probable. De igual manera no seria suficiente el juicio de la conciencia subjetiva del teologo, porque ésta no constituye una instancia autonoma y exclusiva para juzgar la verdad de una doctrina.


29. En todo caso no podra faltar una actitud fundamental de disponibilidad a acoger lealmente la ensenanza del Magisterio, que se impone a todo creyente en nombre de la obediencia de fe. El teologo debera esforzarse por consiguiente a comprender esta ensenanza en su contenido, en sus razones y en sus motivos. A esta tarea debera consagrar una reflexion profunda y paciente, dispuesto a revisar sus propias opiniones y a examinar las objeciones que le hicieran sus colegas.


30. Si las dificultades persisten no obstante un esfuerzo leal, constituye un deber del teologo hacer conocer a las autoridades magisteriales los problemas que suscitan la ensenanza en si misma las justificaciones que se proponen sobre ella o también el modo como ha sido presentada. Lo hara con espiritu evangélico, con el profundo deseo de resolver las dificultades. Sus objeciones podran entonces contribuir a un verdadero progreso, estimulando al Magisterio a proponer la ensenanza de la Iglesia de modo mas profundo y mejor argumentada.

En estos casos el teologo evitara recurrir a los medios de comunicacion en lugar de dirigirse a la autoridad responsable, porque no es ejerciendo una presion sobre la opinion publica como se contribuye a la clarificacion de los problemas doctrinales y se sirve a la verdad.


31. Puede suceder que, al final de un examen serio y realizado con el deseo de escuchar sin reticencias la ensenanza del Magisterio, permanezca la dificultad. porque los argumentos en sentido opuesto le parecen prevalentes al teologo. Frente a una afirmacion sobre la cual siente que no puede dar su adhesion intelectual, su deber consiste en permanecer dispuesto a examinar mas profundamente el problema.

Para un espiritu leal y animado por el amor a la Iglesia, dicha situacion ciertamente representa una prueba dificil. Puede ser una invitacion a sufrir en el silencio y la oracion, con la certeza de que si la verdad esta verdaderamente en peligro, terminara necesariamente imponiéndose.

B. El problema del disenso


32. En diversas ocasiones el Magisterio ha llamado la atencion sobre los graves inconvenientes que acarrean a la comunion de la Iglesia aquellas actitudes de oposicion sistematica, que llegan incluso a constituirse en grupos organizados. En la exhortacion apostolica Paterna cum benevolentia, Pablo VI ha presentado un diagnostico que conserva toda su actualidad. Ahora se quiere hablar en particular de aquella actitud publica de oposicion al Magisterio de la Iglesia, llamada también "disenso", que es necesario distinguir de la situacion de dificultad personal, de la que se ha tratado mas arriba. El fenomeno del disenso puede tener diversas formas y sus causas remotas o proximas son multiples.

Entre los factores que directa o indirectamente pueden ejercer su influjo hay que tener en cuenta la ideologia del liberalismo filosofico que impregna la mentalidad de nuestra época. De alli proviene la tendencia a considerar que un juicio es mucho mas auténtico si procede del individuo que se apoya en sus propias fuerzas. De esta manera se opone la libertad de pensamiento a la autoridad de la tradicion, considerada fuente de esclavitud. Una doctrina transmitida y generalmente acogida viene desde el primer momento marcada por la sospecha y su valor de verdad puesto en discusion. En definitiva, la libertad de juicio asi entendida importa mas que la verdad misma. Se trata entonces de algo muy diferente a la exigencia legitima de libertad en el sentido de ausencia d. coaccion, como condicion requerida para la busqueda leal de la verdad. En virtud de esta exigencia la iglesia ha sostenido siempre que "nadie puede ser forzado a abrazar la fe en contra de su voluntad".

También ejercen su influjo el peso de una opinion publica artificialmente orientada y sus conformismos. A menudo los modelos sociales difundidos por los medios de comunicacion tienden a asumir un valor normativo. se difunde en particular la conviccion de que la iglesia no deberia pronunciarse sino sobre los problemas que la opinion publica considera importantes y en el sentido que conviene a ésta. El Magisterio, por ejemplo, podria intervenir en los asuntos economicos y sociales, pero deberia dejar al juicio individual aquellos que se refieren a la moral conyugal y familiar.

En fin, también la pluralidad de las culturas y de las lenguas, que en si misma constituye una riqueza, puede indirectamente llevar a malentendidos, motivo de sucesivos desacuerdos.

En este contexto se requiere un discernimiento critico bien ponderado y un verdadero dominio de los problemas por parte del teologo, si quiere cumplir su mision eclesial y no perder, al conformarse con el mundo presente (Rm 12,2 Rm 12, Rm 4,23), la independencia de juicio propia de los discipulos de Cristo.


33. El disenso puede tener diversos aspectos. En su forma mas radical pretende el cambio de la iglesia segun un modelo de protesta inspirado en lo que se hace en la sociedad politica. Cada vez con mas frecuencia se cree que el teologo solo estaria obligado a adherirse a la ensenanza infalible del Magisterio, mientras que, en cambio, las doctrinas propuestas sin la intervencion del carisma de la infalibilidad no tendrian caracter obligatorio alguno, dejando al individuo en plena libertad de adherirse o no, adoptando asi la perspectiva de una especie de positivismo teologico. El teologo, por lo tanto, tendria libertad para poner en duda o para rechazar la ensenanza no infalible del Magisterio, especialmente en lo que se refiere a las normas particulares. Mas aun, con esta oposicion critica contribuiria al progreso de la doctrina.


34. La justificacion del disenso se apoya generalmente en diversos argumentos, dos de los cuales tienen un caracter mas fundamental. El primero es de orden hermenéutico: los documentos del Magisterio no serian sino el reflejo de una teologia opinable. El segundo recurre al pluralismo teologico, llevado a veces hasta un relativismo que pone en peligro la integridad de la fe: las intervenciones magisteriales tendrian su origen en una teologia entre muchas otras, mientras que ninguna teologia particular puede pretender imponerse universalmente. Surge asi una especie de "magisterio paralelo" de los teologos, en oposicion y rivalidad con el magisterio auténtico.

Una de las tareas del teologo es ciertamente la de interpretar correctamente los textos del Magisterio, y para ello dispone de reglas hermenéuticas, entre las que figura el principio segun el cual la ensenanza del Magisterio --gracias a la asistencia divina-- vale mas que la argumentacion de la que se sirve, en ocasiones deducida de una teologia particular. En cuanto al pluralismo teologico, éste es legitimo unicamente en la medida en que se salvaguarde la unidad de la fe en su significado objetivo. Los diversos niveles constituidos por la unidad de la fe, la unidad-pluralidad de las expresiones de fe y la pluralidad de las teologias estan en realidad esencialmente ligados entre si. La razon ultima de la pluralidad radica en el insondable misterio de Cristo que trasciende toda sistematizacion objetiva. Esto no quiere decir que se puedan aceptar conclusiones que le sean contrarias; ni tampoco que se pueda poner en tela de juicio la verdad de las afirmaciones por medio de las cuales el Magisterio se ha pronunciado.

En cuanto al "magisterio paralelo", al oponerse al de los pastores, puede causar grandes males espirituales. En efecto, cuando el disenso logra extender su influjo hasta inspirar una opinion comun, tiende a constituirse en regla de accion, lo cual no deja de perturbar gravemente al pueblo de Dios y conducir a un menosprecio de la verdadera autoridad.


35. El disenso apela a veces a una argumentacion sociologica, segun la cual la opinion de un gran numero de cristianos constituiria una expresion directa y adecuada del "sentido sobrenatural de la fe".

En realidad las opiniones de los fieles no pueden pura y simplemente identificarse con el "sensus fidei". Este ultimo es una propiedad de la fe teologal que, consistiendo en un don de Dios que hace adherirse personalmente a la Verdad, no puede enganarse. Esta fe personal es también fe de la iglesia, puesto que Dios ha confiado a la Iglesia la vigilancia de la Palabra y, por consiguiente, lo que el fiel cree es lo que cree la iglesia. Por su misma naturaleza, el "sensus fidei" implica, por lo tanto, el acuerdo profundo del espiritu y del corazon con la iglesia, el "sentire cum Ecclesia".

Si la fe teologal en cuanto tal no puede enganarse, el creyente en cambio puede tener opiniones erroneas, porque no todos sus pensamientos proceden de la fe. No todas las ideas que circulan en el pueblo de Dios son coherentes con la fe, puesto que pueden sufrir facilmente el influjo de una opinion publica manipulada por modernos medios de comunicacion. No sin razon el Concilio Vaticano II subrayo la relacion indisoluble entre el "sensus fidei" y la conduccion del pueblo de Dios por parte del magisterio de los pastores: ninguna de las dos realidades puede separarse de la otra. Las intervenciones del Magisterio sirven para garantizar la unidad de la iglesia en la verdad del Senor. Ayudan a "permanecer en la verdad" frente al caracter arbitrario de las opiniones cambiantes y constituyen la expresion de la obediencia a la palabra de Dios. Aunque pueda parecer que limitan la libertad de los teologos, ellas instauran por medio de la fidelidad a la fe que ha sido transmitida una libertad mas profunda que solo puede llegar por la unidad en la verdad.


36. La libertad del acto de fe no justifica el derecho al disenso. Ella, en realidad, de ningun modo significa libertad en relacion con la verdad, sino la libre autodeterminacion de la persona en conformidad con su obligacion moral de acoger la verdad. El acto de fe es un acto voluntario, ya que el hombre. redimido por Cristo salvador y llamado Por El mismo a la adopcion filial (Rm 8,15 Ga 4,5 Ep l,5; Jn 1,12), no puede adherirse a Dios, a menos que, atraido por el Padre (Jn 6,44), rinda a Dios el homenaje racional de su fe (Rm 12,1). Como lo ha recordado la declaracion Dignitatis humanae. ninguna autoridad humana tiene el derecho de intervenir, por coaccion o por presiones, en esta opcion que sobrepasa los limites de su competencia. El respeto al derecho de libertad religiosa constituyen el fundamento del respeto al conjunto de los derechos humanos.

Por consiguiente, no se puede apelar a los derechos humanos para oponerse a las intervenciones del Magisterio. Un comportamiento semejante desconoce la naturaleza y la mision de la Iglesia, que ha recibido de su Senor la tarea de anunciar a todos los hombres la verdad de la salvacion y la realiza caminando sobre las huellas de Cristo, consciente de que "la verdad no se impone de otra manera sino por la fuerza de la verdad misma, que penetra suave y fuertemente en las almas".


37. En virtud del mandato divino que le ha sido dado en la Iglesia, el Magisterio tiene como mision proponer la ensenanza del Evangelio, vigilar su integridad y proteger asi la fe del pueblo de Dios. Para llevar a cabo dicho mandato a veces se ve obligado a tomar medidas onerosas; por ejemplo cuando retira a un teologo, que se separa de la doctrina de la fe, la mision canonica o el mandato de ensenar que le habla confiado, o bien cuando declara que algunos escritos no estan de acuerdo con esa doctrina. Obrando de esa manera quiere ser fiel a su mision porque defiende el derecho del pueblo de Dios a recibir el mensaje de la Iglesia en su pureza e integridad y, por consiguiente, a no ser desconcertado por una opinion particular peligrosa.

En esas ocasiones, al final de un serio examen realizado de acuerdo con los procedimientos establecidos y después de que el interesado haya podido disipar los posibles malentendidos acerca de su pensamiento, el juicio que expresa el Magisterio no recae sobre la persona misma del teologo, sino sobre sus posiciones intelectuales expresadas publicamente. Aunque esos procedimientos puedan ser perfeccionados, no significa que estén en contra de la justicia o del derecho. Hablar en este caso de violacion de los derechos humanos es algo fuera de lugar, porque se desconoceria la exacta jerarquia de estos derechos, como también la naturaleza misma de la comunidad eclesial y de su bien comun. Por lo demas, el teologo, que no se encuentra en sintonia con el "sentire cum Ecclesia", se coloca en contradiccion con el compromiso que libre y conscientemente ha asumido de ensenar en nombre de la iglesia.


38. Por ultimo, el recurso al argumento del deber de seguir la propia conciencia no puede legitimar el disenso. Ante todo porque ese deber se ejerce cuando la conciencia ilumina el juicio practico en vista de la toma de una decision, mientras que aqui se trata de la verdad de un enunciado doctrinal. Ademas, porque si el teologo, como todo fiel debe seguir su propia conciencia, esta obligado también a formarla. La conciencia no constituye una facultad independiente e infalible. es un acto de juicio moral que se refiere a una opcion responsable. La conciencia recta es una conciencia debidamente iluminada por la fe y por la ley moral objetiva, y supone igualmente la rectitud de la voluntad en el seguimiento del verdadero bien.

La recta conciencia del teologo catolico supone consecuentemente la fe en la Palabra de Dios cuyas riquezas debe penetrar, pero también el amor a la Iglesia de la que ha recibido su mision y el respeto al Magisterio asistido por Dios. Oponer un magisterio supremo de la conciencia al magisterio de la iglesia constituye la admision del principio del libre examen, incompatible con la economia de la Revelacion y de su transmision en la iglesia, como también con una concepcion correcta de la teologia y de la mision del teologo. Los enunciados de fe constituyen una herencia eclesial, y no el resultado de una investigacion puramente individual y de una libre critica de la Palabra de Dios. Separarse de los pastores que velan por mantener viva la tradicion apostolica, es comprometer irreparablemente el nexo mismo con Cristo.


39. La iglesia, que tiene su origen en la unidad del Padre y del Hijo y del Espiritu Santo, es un misterio de comunion, organizada de acuerdo con la voluntad de su fundador en torno a una jerarquia que ha sido establecida para el servicio del Evangelio y del pueblo de Dios que lo vive. A imagen de los miembros de la primera comunidad, todos los bautizados, con los carismas que les son propios, deben tender con sincero corazon hacia una armoniosa unidad de doctrina, de vida y de culto (Ac 2,42). Esta es una regla que procede del ser mismo de la iglesia. Por tanto, no se puede aplicar pura y simplemente a esta ultima los criterios de conducta que tienen su razon de ser en la sociedad civil o en las reglas de funcionamiento de una democracia. Menos aun tratandose de las relaciones dentro de la iglesia, se puede inspirar en la mentalidad del medio ambiente (Rm 12,2). Preguntar a la opinion publica mayoritaria lo que conviene pensar o hacer. recurrir a ejercer presiones de la opinion publica contra el Magisterio, aducen como pretexto un "consenso" de los teologos, sostener que el teologo es el portavoz profético de una "base" o comunidad autonoma que seria por lo tanto la unica fuente de la verdad, todo ello denota una grave pérdida del sentido de la verdad y del sentido de iglesia.


40. La Iglesia es "como un sacramento o senal e instrumento de la intima union con Dios y de la unidad de todo el género humano". Por consiguiente, buscar la concordia y la comunion significa aumentar la fuerza de su testimonio y credibilidad; ceder, en cambio, a la tentacion del disenso es dejar que se desarrollen "fermentos de infidelidad al Espiritu Santo".

Aunque la teologia y el Magisterio son de naturaleza diversa y tienen diferentes misiones que no pueden confundirse, se trata sin embargo de dos funciones vitales en la iglesia, que deben compenetrarse y enriquecerse reciprocamente para el servicio del pueblo de Dios.

En virtud de la autoridad que han recibido de Cristo mismo, corresponde a los pastores custodiar esta unidad e impedir que las tensiones que surgen de la vida degeneren en divisiones. Su autoridad, trascendiendo las posiciones particulares y las oposiciones, debe unificarlas en la integridad del Evangelio, que es "la palabra de la reconciliacion" (2Co 5,1 2Co 8-20) .

En cuanto a los teologos, en virtud del propio carisma, también les corresponde participar en la edificacion del Cuerpo de Cristo en la unidad y en la verdad y su colaboracion es mas necesaria que nunca para una evangelizacion a escala mundial, que requiere los esfuerzos de todo el pueblo de Dios. Si ocurriera que encuentran dificultades por el caracter de su investigacion, deben buscar la solucion a través de un dialogo franco con los pastores, en el espiritu de verdad y de caridad propio de la comunion de la iglesia.


41. Unos y otros siempre deben tener presente que Cristo es la Palabra definitiva del Padre (He 1,2) en quien, como observa san Juan de la Cruz, "Dios nos ha dicho todo junto y de una sola vez" y que, como tal, es la Verdad que hace libres (Jn 8,36 Jn 14,6). Los actos de adhesion y de asentimiento a la Palabra confiada a la iglesia bajo la guia del Magisterio se refieren en definitiva a El e introducen en el campo de la verdadera libertad.


Congregacion para la Doctrina de la Fe - Instruccion sobre la vocacion eclesial del teologo