Camino de Perfección 25

Capítulo 25 (16)


De la diferencia que ha de haber en la perfección de la vida de los contemplativos a los que se contentan con oración mental.


1 Así que, hijas, si queréis os diga el camino para llegar a la contemplación, sufrid que sea, en cosas que no os parecerán tan importantes, un poco larga (porque todas las que aquí he dicho lo son); y si no las queréis oír ni obrar, quedaos con vuestra oración mental toda vuestra vida, que yo os aseguro a vosotras y a todo el mundo, a mi parecer (quizá yo me engaño, y juzgo por mí que lo procuré veinte años), que no lleguéis a verdadera contemplación.

2 Quiéroos ahora declarar -porque algunas no lo entenderéis- qué es oración mental, y plega a Dios que ésta tengamos como la hemos de tener; mas he miedo que se tiene con harto trabajo si no se procuran las virtudes, aunque no en tan alto grado como para estotro. Porque no se me olvide que dije que no hayáis miedo que venga el Rey, quiérome declarar; porque si en una mentira me tomáis, no me creeréis nada; y tendríais razón si la dijese a sabiendas, mas no me dé Dios tal lugar; será no saber más ni entender más. Acaece muchas veces que el Señor pone un alma muy ruin -entiéndese no estando en pecado mortal entonces, a mi parecer-; porque una visión, aunque sea muy buena, permitirá el Señor que la vea uno estando en mal estado para tornarle a sí; mas ponerle en contemplación, no lo puedo creer; porque en aquella unión divina, adonde el Señor se regala con el alma y el alma con él, no lleva camino alma sucia deleitarse con ella la limpieza de los cielos y el regalo de los ángeles regalarse con cosa que no sea suya (pues ya sabemos que en pecando uno mortalmente es del demonio; con él se puede regalar, pues le ha contentado, que ya sabemos son sus regalos continuo tormento aun en esta vida); que no le faltará a mi Señor hijos suyos con quien se huelgue sin que ande a tomar los ajenos. Hará su Majestad lo que hace muchas veces, que es sacárselos de las manos.

3 ¡Oh, Señor mío, y qué de veces os hacemos andar a brazos con el demonio! ¿No bastara que os dejasteis tomar en los suyos cuando os llevó al pináculo para enseñarnos a vencerle? Mas ¡qué sería, hijas, ver junto aquel sol con las tinieblas, y qué temor llevaría aquel desventurado, sin saber de qué, que no permitió Dios lo entendiese, y cuán merecido había por tan gran atrevimiento que creara Dios otro infierno nuevo para él! Bendita sea tanta piedad y misericordia, que vergüenza habíamos ya de haber los cristianos de hacerle andar cada día a brazos, como he dicho, con tan sucia bestia. Bien fue menester, mi Señor, que los tuvieseis tan fuertes; mas ¿cómo no os quedaron flacos de tantos tormentos como pasasteis en la cruz? ¡Oh, que todo lo que se pasa con amor torna a soldarse! Y así creo, si quedarais con la vida, el mismo amor que nos tenéis tornara a soldar vuestras llagas, que no fuera menester otra medicina. Parece que desatino; pues no hago, que mayores cosas que éstas hace el amor divino, y por no parecer curiosa -ya que lo soy- y daros mal ejemplo, no traigo aquí algunas.


Capítulo 26 (16)


En que trata cómo es posible algunas veces subir Dios un alma distraída a perfecta contemplación, y la causa de ello. Es mucho de notar este capítulo.


1 (4) Así que cuando el Señor quiere, torna el alma a sí y pónela, estando aún sin tener estas virtudes, en contemplación algunas veces -pocas y dura poco-; y esto, como digo, acaece porque las prueba si con aquel favor se querrán disponer a gozarle muchas veces; mas si no se disponen, perdonen -o perdonadnos Vos, Señor, por mejor decir- que harto mal es que os lleguéis a un alma de esta suerte y se llegue ella después a cosa de la vida para atarse a ella.

2 (5) Tengo para mí que hay muchos con quien Dios nuestro Señor hace esta prueba y pocos los que se disponen para gozar siempre de esta merced; que cuando el Señor la hace y no queda por nosotros, tengo por cierto que nunca cesa de dar hasta llegar a muy alto grado. Cuando no nos damos a su Majestad con la determinación que se da a nosotros, harto hace de dejarnos en oración mental y visitarnos de cuando en cuando, como a criados que están en su viña; mas estotros son hijos regalados, no los querría quitar de cabe sí, ni los quita, porque ya ellos no se quieren quitar; siéntalos a su mesa, dales de lo que come hasta quitar el bocado de la boca para dársele.

3 (6) ¡Oh dichoso cuidado, hijas mías! ¡Oh bienaventurada dejación de cosas tan pocas y tan vanas que llega a tan gran estado! Mirad qué se os dará -estando en los brazos de Dios- que os culpe todo el mundo, siquiera se quiebren la cabeza a voces. Que de una vez que mandó el Señor o pensó en hacer el mundo, fue hecho el mundo. Su querer es obra. Pues no hayáis miedo, que si no es para más bien vuestro, los consienta hablar; no quiere tan poco a quien le quiere. De cuantas maneras puede mostrar el amor, lo muestra. Pues ¿por qué, hijas mías, no se lo mostraremos nosotras en cuanto podemos? Mirad qué hermoso trueco: su amor con el nuestro Mirad que lo puede todo y acá no podemos sino lo que él nos hace poder. Pues ¿qué es esto que hacemos con Vos, Señor, Hacedor nuestro? Es tanto como nada: una determinacioncilla. Pues si lo que no es nada quiere su Majestad merezcamos por ello el todo, no seamos desatinadas.

4 (7) ¡Oh Señor!, que todo el daño nos viene de no tener puestos los ojos en Vos, que si no mirásemos a otra cosa sino al camino, presto llegaríamos; mas damos mil caídas y tropiezos y erramos el camino por no poner en el verdadero camino los ojos. Parece que nunca se anduvo este camino, según se nos hace nuevo. Cosa es para lastimar, por cierto; digo que no parecemos cristianos, ni que leímos la Pasión en nuestra vida; ¡válgame Dios, tocar en un puntito de honra! Luego, quien os dice que no hagáis caso de ello, parece no es cristiano. Yo me reía, o me afligía, alguna vez de lo que veía en el mundo, y aun por mis pecados en las religiones, tocar en un puntito de ser menos no se sufre; luego dicen que no son santos, o lo decía yo.

5 (8) Dios nos libre, hermanas, cuando algo hiciéremos no perfecto, decir «no somos ángeles», «no somos santas». Mirad que, aunque no lo somos, es gran bien pensar, si nos esforzamos, Dios nos dará la mano para serlo; no hayáis miedo que quede por él si no queda por nosotras. Pues no venimos aquí a otra cosa, manos a labor, como dicen; no entendamos en cosa que se sirve más el Señor, que no presumamos salir con ella con su favor. Esta presunción querría yo en esta casa, que hace crecer la humildad: siempre estar con ánimo, que Dios le da a los fuertes y no es aceptador de personas, y os lo dará a vosotras y a mí.

6 (9) Mucho me he divertido; quiero tornar a lo que decía, que creo era decir qué es oración mental y contemplación. Impertinente parece, mas para vosotras todo pasa; quizá lo entenderéis mejor por mi grosero estilo que por otros elegantes.


Capítulo 27 (17)


Cómo no todas las almas son para contemplación, y cómo algunas llegan a ella tarde, y cómo el verdadero humilde ha de ir contento por el camino que le llevare el Señor.


1 Parece que me voy entrando en la oración, y fáltame un poco por decir que hace mucho al caso, porque es de la humildad y es necesario en esta casa; porque todas habéis de tratar de oración y tratáis, y, como he dicho, cumple mucho tratéis de entender ejercitaros de todas maneras en humildad. Y éste es un gran punto de ella y muy necesario para todas las personas que se dan a oración: ¿cómo podrá el verdadero humilde pensar que es él tan bueno como los que llegan a este estado? Que Dios le puede hacer tal que lo merezca, sí, por los méritos de Cristo; mas -de mi consejo- siempre se siente en el más bajo lugar; dispóngase para si Dios le quisiere llevar por ese camino; cuando no, para eso es la verdadera humildad, para tenerse por dichosa en ser sierva de las siervas del Señor y alabarle, porque mereciendo el infierno la trajo entre ellas.

2 No digo esto sin gran causa, porque, como he dicho, es cosa que importa mucho entender que no a todos lleva Dios por un camino; y, por ventura, el que le pareciere va por muy más bajo, está más alto en los ojos del Señor. No porque en esta casa haya costumbre y ejercicio de oración es por fuerza que han de ser todas contemplativas. Es imposible, y será gran desconsolación para la que no lo es no entender esta verdad, que esto es cosa que lo da Dios. Y pues no es necesario para la salvación ni nos lo pide Dios de premio no piense se lo pedirá nadie ni que no por eso dejará de ser muy perfecta, si hace lo que aquí va escrito. Antes por ventura tendrá mucho más mérito, porque es a más trabajo suyo y la lleva el Señor como a fuerte y la tiene guardado junto todo lo que aquí no goza. No por eso desmaye ni deje la oración y de hacer lo que todas, que a las veces viene el Señor muy tarde, y paga tan bien y tan por junto tarde, como en muchos años ha ido dando a otros.

3 Yo estuve catorce que nunca podía tener meditación sino junto con lección. Habrá muchas personas de este arte y otras que -aunque sea con la lección- no puedan tener meditación, sino rezar vocalmente, y aquí se detienen más y hallan algún gusto. Hay pensamientos tan ligeros que no pueden estar en una cosa, sino siempre desasosegados, y en tanto extremo que, si quieren detenerle a pensar en Dios, se les va a mil vanidades y escrúpulos y dudas en la fe. Yo conozco una monja bien vieja -que plugiera a Dios fuera mi vida con la suya-, muy santa y penitente y en todo gran monja y de mucha oración vocal y muy ordinaria, y en mental no ha tenido remedio; cuando más puede, poco a poco, en las Avemarías y Paternósters se va deteniendo: y es muy santa obra. Y otras hartas personas hay de la misma manera y, si hay humildad, no creo yo saldrán peor libradas al cabo del año, sino muy en igual que los que llevan muchos gustos en la oración y con más certinidad en parte; porque ¿qué sabemos si son gustos de Dios o si los pone el demonio? Y si no son de Dios es más peligro, porque en lo que trabaja es poner soberbia; que si son de Dios no hay que temer, como escribí en otro libro.

4 Estotros andan con humildad, siempre sospechosos que es por su culpa, siempre con cuidado de ir adelante; no ven a otros llorar una lágrima, que si ella no las tiene, no le parece está muy atrás en el servicio de Dios; y debe estar muy más adelante, porque no son las lágrimas -aunque son buenas- todas perfectas; y la humildad y mortificación y desasimiento y en estotras virtudes siempre son seguras. No hay que temer ni hayáis miedo que dejéis de llegar a la perfección como los muy contemplativos.

5 Santa era santa Marta, aunque no la ponen era contemplativa; pues ¿qué más pretendéis que llegar a ser como esta bienaventurada, que mereció tener a Cristo nuestro Señor tantas veces en su casa y darle de comer y servirle, y por ventura comer a su mesa y aun en su plato? Si entrambas se estuvieran, como la Magdalena, embebidas, no hubiera quien diera de comer al huésped celestial. Pues pensad que es esta congregacioncita la casa de santa Marta, y que ha de haber de todo. Y las que fueren llevadas por la vida activa no murmuren a las que mucho se embebieren en la oración, porque por la mayor parte hace descuidar de sí y de todo.

6 Acuérdense que si ellas callan, que ha de responder por ellas el Señor, y ténganse por dichosas de irle a aderezar la comida. Miren que la verdadera humildad creo cierto está mucho en estar muy prontos en contentarse con lo que el Señor quisiere hacer de ellos y siempre hallarse indignos de llamarse sus siervos. Pues si contemplar y tener oración mental y vocal, y curar enfermos y servir en cosas de la casa, y trabajar en desear sea en lo más bajo, todo es servir al huésped que se viene con nosotras a estar y a comer y recrearse, ¿qué más se nos da en lo uno que en lo otro?


Capítulo 28 (17-18)


Lo mucho que se gana en procurarlo, y el mal que sería quedar por nosotras.


1 (7) No digo yo que quede por vosotras, sino que lo probéis todo, porque no está esto en vuestro escoger, sino en el del Señor; mas si después de muchos años quiere a cada una para su oficio, gentil humildad será andar vosotras a escoger. Dejad hacer al Señor de la casa: sabio es, poderoso es, entiende lo que os conviene y lo que le conviene a él también. Estad seguras que haciendo lo que es en vosotras y aparejándoos para subida contemplación con la perfección que queda dicha, que si él no os la da aquí (lo que creo no dejará de dar si es de veras el desasimiento), que os tiene guardado ese regalo y que -como os he dicho otra vez- os quiere llevar como a fuertes y daros acá cruz como siempre su Majestad la tuvo. Y ¿qué mejor amistad que querer lo que quiso para Sí para vos? Y por ventura no tuvierais tanto premio en la contemplación. Juicios son suyos, no hay que meternos en ellos; harto bien es que no quede a nuestro escoger, que luego -como nos parece más descanso- fuéramos todos grandes contemplativos.

2 (1) Pues yo os digo, hijas, a las que no lleva Dios por este camino, que los que van por él no llevan la cruz más liviana, y que os espantaríais por las vías y maneras que las da Dios. Yo sé de unos y de otros, y sé claro que son intolerables los trabajos que Dios da a los contemplativos; y son de tal arte, que si no les diese aquel manjar de gusto no se podrían sufrir. Y está claro que -pues lo es que a los que Dios mucho quiere lleva por camino de trabajos, y mientras más los ama, mayores- no hay por qué creer que tiene aborrecidos los contemplativos, pues por su boca los alaba y que también son amigos.

3 (2) Pues creer que admite Dios a su amistad estrecha gente regalada y sin trabajos, es disparate. Tengo por muy cierto se los da Dios mucho mayores; y así como los lleva por camino barrancoso y áspero -y a las veces que les parece se pierden y han de comenzar de nuevo desde lo que han andado-, que así ha menester el Señor darles mantenimiento, y no agua, sino vino, para que, emborrachados, no entiendan lo que pasan y lo puedan sufrir; y así, pocos veo verdaderos contemplativos que no los vea animosos; y lo primero que hace el Señor, si son flacos, es ponerles ánimo y hacerlos que no teman trabajo que les pueda venir.


Capítulo 29 (18)


Que prosigue en la misma materia y dice cuánto mayores son los trabajos de los contemplativos que de los activos. Es de mucha consolación para ellos.


1 (3) Creo que piensan los de la vida activa, por un poquito que los vean regalados, que no hay más que aquello. Pues yo os digo que por ventura un día de los que pasan no lo pudieseis sufrir. Así que el Señor, como conoce a todos para lo que son, da a cada uno su oficio, el que más ve le conviene a su alma y al mismo Señor y al bien de los prójimos; y como no quede por no os haber dispuesto, no hayáis miedo que se pierda vuestro trabajo. Mirad que digo que todas lo procuren, pues no estamos aquí a otra cosa; y no un año, ni diez solos, porque no parezca lo dejáis de cobardes, y es bien que el Señor entienda no queda por vosotras. Es como los soldados que han mucho servido: para que el capitán los mande, siempre han de estar a punto, pues en cualquier oficio que sirvan les han de dar su sueldo muy bien pagado. ¡Y cuán mejor pagado es que los que sirven al rey! Andan los tristes muriendo, y después sabe Dios cómo se paga.

2 (4) Como no estén ausentes y los ve el capitán con deseo de servir, ya tiene entendido -aunque no tan bien como nuestro celestial Capitán- para lo que es cada uno, reparte los oficios como ve sus fuerzas; y si no estuviesen allí, no les daría nada ni les mandaría en qué sirviesen. Así que, hermanas, oración mental, y quien ésta no pudiere, vocal y lección y coloquios con Dios, como después diré. Nunca lo deje las horas que todas, no sabe cuándo la llamará el Capitán y la querrá dar más trabajo disfrazado con gusto. Si no las llamaren, entiendan no son para él y que les convino aquello; y aquí entra la verdadera humildad: creer con verdad que aun no era para lo que hace, andar alegre sirviendo en lo que le mandan.

3 (5) Y si es de veras la humildad, bienaventurada tal sierva de vida activa que no murmura sino de sí. Harto más querría yo ser ella que algunas contemplativas. Déjelas a las otras con su guerra, que no es pequeña ¿Ya no saben que en las batallas los alférez y capitanes son obligados a más pelear?

4 (6) Un pobre soldado vase su paso a paso, y si se esconde alguna vez para no entrar adonde ve el mayor tropel, no le echan de ver ni pierde honra ni vida. El alférez -aunque no pelea- lleva la bandera, y aunque le hagan pedazos no la ha de dejar de las manos; tienen todos los ojos puestos en él. ¿Pensáis que da poco trabajo al que el rey da estos oficios? Por un poquito de más honra se obligan a padecer mucho más, y si tantito les sienten flaqueza, todo va perdido. Así que, amigas, no nos entendemos ni sabemos lo que pedimos; dejemos hacer al Señor -que nos conoce mejor que nosotras mismas-, y la verdadera humildad es andar contentas con lo que nos dan, que personas hay que por justicia parece quieren pedir a Dios regalos. ¡Donosa manera de humildad!; por eso hace bien el conocedor de todos, que por maravilla lo da a éstos; ve claro que no son para beber el cáliz.

5 (7) Vuestro entender, si estáis aprovechadas, hijas, será en si entendiere cada una que es la más ruin de todas (y esto que se entienda en sus obras que lo conoce así para aprovechamiento y bien de las otras), y no en la que tiene más gustos en la oración y arrobamientos o visiones, o cosas de esta suerte, que hemos de aguardar al otro mundo para ver su valor. Estotro es moneda que se corre, es renta que no falta, son juros perpetuos y no censos de alquitar (que estotro quítase y pónese): una virtud grande de humildad, de mortificación, de grandísima obediencia en no ir una tilde contra lo que os manda el prelado, que sabéis verdaderamente que os lo manda Dios, pues está en su lugar. En esto es lo más en que había de poner, y por parecerme que, si no hay esto, es no ser monjas, no digo nada de ello. Porque hablo con monjas y, a mi parecer, buenas religiosas -al menos que lo desean ser-, en cosa tan importante no más de una palabra porque no se olvide.

6 (8) Digo que quien estuviere por voto debajo de obediencia y faltare no trayendo todo cuidado en cómo cumplir con mayor perfección este voto, que no sé para qué está en el monasterio; al menos yo le aseguro que mientras aquí faltare, que nunca llegue a ser contemplativo, ni aun buen activo; y esto tengo por muy muy cierto. Y aunque no sea persona que tiene obligación, si quiere o pretende llegar a contemplación, ha menester, para ir muy acertadamente, dejar su voluntad con toda determinación en un confesor que sea tal que le entienda. Porque esto se sabe ya muy sabido, y lo han escrito muchos, y para vosotras no es menester, no hay que hablar de ello.

7 (9) Concluyo que estas virtudes son las que yo deseo tengáis, hijas mías, y las que procuréis y las que santamente envidiéis. Esotras devociones en ninguna manera; es cosa incierta. Por ventura en la otra será Dios, y en vos permitirá su Majestad sea ilusión del demonio y que os engañe como ha hecho a muchas, que en mujeres es cosa peligrosa. Si podéis servir tanto al Señor con cosas, como he dicho seguras, ¿quién os mete en esos peligros?

Heme alargado en esto porque sé conviene, que esta nuestra naturaleza es flaca, y a quien Dios quisiere dar la contemplación, su Majestad le hará fuerte; a los que no, heme holgado de dar estos avisos por donde también se humillarán las contemplativas. Si decís, hijas, que vosotras no los habéis menester, alguna vendrá que por ventura se huelgue con ellos. El Señor, por quien es, dé luz para en todo seguir su voluntad, y no habrá de qué temer.


Capítulo 30 (19)


Que comienza a tratar de la oración. Habla con almas que no pueden discurrir con el entendimiento.


1 Ha tantos días que escribí lo pasado sin haber tenido lugar para tornar a ello, que, si no lo tornase a leer, no sé lo que decía; por no ocupar tiempo habrá de ir como saliere, sin concierto.

Para entendimientos concertados y almas que están ejercitadas y pueden estar consigo mismas, hay tantos libros escritos y tan buenos y de personas tales, que sería yerro hicieseis caso de mi dicho en cosa de oración; pues, como digo, tenéis libros tales adonde van por los días de la semana en repartidos los pasos de la sagrada Pasión, y otras meditaciones de juicio e infierno y nuestra nonada y mercedes de Dios, con excelente doctrina y concierto para principio y fin de la oración. Quien pudiere y tuviere ya costumbre de llevarle, no hay que decir que por tan buen camino el Señor le sacará a puerto de luz, y con tales principios el fin será bueno; y todos los que pudieren ir por ellos llevarán descanso y seguridad, porque, atado el entendimiento, vase con descanso.

2 Mas de lo que yo querría tratar y dar algún remedio, si Dios quisiese acertase (y si no, al menos que entendáis hay muchas almas que pasan este trabajo, para que no os fatiguéis las que al principio le tuviereis, y daros algún consuelo en él), es de unas almas que hay y entendimientos tan desbaratados, que no parecen sino unos caballos desbocados que no hay quien los haga parar; ya van aquí, ya van allí, siempre con desasosiego Y aunque, si es diestro el que va en él no peligra todas veces, algunas sí; y cuando va seguro de la vida, no lo está del hacer cosa en él que no sea desdén, y va con gran trabajo siempre. A ánimas que su misma naturaleza -o Dios que lo permite- proceden así, he yo mucha lástima; porque me parece son como unas personas que han mucha sed y ven el agua de muy lejos, y cuando quieren ir allá, hallan quien les defienda el paso al principio y medio y fin. Acaece que cuando ya con su trabajo -y con harto trabajo- han vencido los primeros enemigos, a los segundos se dejan vencer y quieren más morirse de sed que beber agua que tanto ha de costar. Acabóseles el esfuerzo, faltóles ánimo. Y ya que algunos le tienen para vencer también los segundos enemigos, a los terceros se les acaba la fuerza, y por ventura no estaban dos pasos de la fuente de agua viva que dice el Señor a la Samaritana que «quien la bebiere no tendrá sed». Y ¡con cuánta razón y qué gran verdad!, como dicha de la boca de la misma Verdad, que no la tendrá de cosa de esta vida, aunque crece muy mayor de lo que acá podemos imaginar por esta sed natural de las cosas de la otra Mas aunque es sed que se desea tener esta sed -porque entiende el alma su gran valor- y es sed penosísima y que fatiga, trae consigo la misma satisfacción con que se mata aquella sed; de manera que es una sed que no ahoga si no es a las cosas terrenas; antes, antes da hartura, de manera que cuando Dios la satisface, la mayor merced que puede hacer al alma es dejarla con la misma necesidad, y mayor queda siempre de tornar a pedir de este agua.


Capítulo 31 (19)


Que trata de una comparación en que da algo a entender qué cosa es contemplación perfecta.


1 (3) El agua tiene tres propiedades, que ahora se me acuerda que me hacen al caso; que muchas más tendrá. La una es que enfría. Por calor que haya uno, si entra en un río, se le quita; y si hay gran fuego, con ella se mata, salvo si no es de alquitrán, que dicen se enciende más. ¡Oh, válgame Dios!, y qué de maravillas hay en este encenderse más el fuego con el agua cuando es fuego fuerte, poderoso, no sujeto a los elementos, pues éste, con ser su contrario, no le empece, antes le hace crecer. ¡Qué valiera aquí ser filósofo para saber las propiedades de las cosas y saberme declarar!, que me voy regalando en ello, y no sé decir lo que entiendo, y por ventura no lo sé entender.

2 (4) De que Dios, hermanas, os traiga a beber de este agua, y las que ahora lo bebéis, gustaréis de esto y entenderéis cómo el verdadero amor de Dios (si está en su fuerza, ya libre de cosas de la tierra del todo y que vuela sobre ellas), cómo es señor de todos los elementos y del mundo. Y como el agua procede de la tierra, no hayáis miedo que mate este fuego, no es de su jurisdicción. Aunque son contrarios, es ya señor absoluto, no le está sujeto. No os espantaréis, hermanas, de lo mucho que he puesto en este libro para que procuréis esta libertad. ¿No es linda cosa una pobre monjita de san José que pueda llegar a señorear toda la tierra y elementos? Y ¿qué mucho que los santos hiciesen de ellos lo que querían, con el favor de Dios? san Martín, el fuego y las aguas le obedecían; san Francisco, hasta los peces. Pues -con ayuda de Dios y haciendo lo que han podido- casi se lo pueden pedir de derecho. Qué, ¿pensáis, porque dice el salmista que todas las cosas están sujetas y puestas debajo de los pies de los hombres, pensáis que de todos? No hayáis miedo; antes los veo yo sujetos a ellos debajo de los pies de ellas; y conocí un caballero que en porfiando sobre medio real le mataron; ¡mirad si se sujetó a miserable precio! Y hay muy muchas cosas que veréis cada día por donde conoceréis que digo verdad. Pues sí, que el salmista no pudo mentir -que es dicho por el Espíritu Santo-, sino que me parece a mí (ya puede ser yo no lo entienda y sea disparate, que lo he leído) que es dicho por los perfectos que todas las cosas de la tierra señoreen.

3 (5) Pues si es agua del cielo, no hayáis miedo que mate este fuego más que estotra lo aviva; no son contrarios, sino de una tierra; no hayáis miedo le haga mal el uno al otro; antes ayuda el uno al otro a su efecto, porque el agua le enciende más y ayuda a sustentar, y el fuego ayuda al agua a enfriar. ¡Válgame Dios qué cosa tan hermosa y de tanta maravilla, que el fuego enfría! Sí, y aun hiela todas las afecciones del mundo! Cuando con él se junta el agua viva del cielo, no hayáis miedo que le quede pizca de calor para ninguna.

4 (6) Es la otra propiedad limpiar cosas no limpias. Si no hubiese agua para lavar, ¿qué sería del mundo? Sabéis que tanto limpia este agua viva, este agua celestial, este agua clara, cuando no está turbia, cuando no tiene lodo, sino que se coge de la misma fuente, que una vez que se beba tengo por cierto deja el alma clara y limpia de todas las culpas. Porque -como tengo escrito- no da Dios lugar a que beban de esta agua (que no está en nuestro querer) de perfecta contemplación, de verdadera unión, si no es para limpiarla y dejarla limpia y libre del lodo en que por las culpas estaba metida. Porque otros gustos que vienen por medianería del entendimiento, por mucho que hagan, traen el agua corriendo por la tierra, no lo beben junto a la fuente, nunca falta en este camino cosas lodosas en que se detenga, y no va tan puro, tan limpio. No llamo yo a esto agua viva, conforme a mi entender, digo.

5 (8) La otra propiedad del agua es que harta y quita la sed, porque sed me parece a mí quiere decir deseo de una cosa que nos hace tan gran falta que, si nos falta, nos mata. Extraña cosa es que, si nos falta nos mata, y si nos sobra, nos acaba la vida, como se ve morir muchos ahogados. ¡Oh Señor mío, y quién se ahogase engolfada en esta agua viva! Mas no puede ser. Deseo de ella, sí, que tanto puede crecer el amor y deseo de Dios, que no lo pueda sufrir el sujeto natural, y así ha habido personas que han muerto. Y yo sé de una que, si no la socorriera Dios presto con este agua viva en grandísima abundancia con arrobamientos, tenía tan grande esta sed, iba en tanto crecimiento su deseo, que entendía claro era muy posible, si no la remediaran, morir de sed. ¡Bendito sea el que nos convida que vamos a beber en su Evangelio!


Capítulo 32 (19)


En que trata cómo se han de moderar algunas veces los ímpetus sobrenaturales.


1 (9) Y así como en nuestro Bien y Señor no puede haber cosa que no sea cabal, como es sólo de él darnos esta agua, da la que hemos menester, y por mucha que sea no puede haber demasía en cosa suya. Porque si da mucho, hace hábil el alma para que sea capaz de beber mucho; como un vidriero que hace la vasija del tamaño que ve es menester para que quepa lo que ha de echar en ella. El deseo -como es de nosotros- nunca va sin falta; si alguna cosa buena lleva, es lo que en él ayuda el Señor. Mas somos tan indiscretos que, como es pena suave y gustosa, nunca nos pensamos hartar de esta pena. Comemos sin tasa, ayudamos como acá podemos a este deseo, y así algunas veces mata. ¡Dichosa tal muerte! Mas, por ventura, con la vida ayudara a otros para morir por deseo de esta muerte. Y esto creo hace el demonio, porque entiende el daño que ha de hacer con la vida, y así tienta aquí de indiscretas penitencias para quitar la salud, y no le va poco en ello.

2 (10) Digo que quien llega a tener esta sed tan impetuosa, que se mire mucho (porque crea que tendrá esta tentación; y aunque no muera de sed, acabará la salud) y que en este crecimiento de deseo, que -cuando es tan grande- procure no añadir en él, sino con suavidad cortar el hilo al ímpetu con otra consideración; que nuestra misma naturaleza podrá ser obre tanto como el amor; que hay personas de esta arte que cualquier cosa, aunque sea mala, desean con gran vehemencia. Parece desatino que cosa tal se ataje, pues no lo es; que yo no digo se quite el deseo, sino que se ataje, y por ventura será con otro que se merezca tanto.

3 (11) Quiero decir algo por donde me entiendan. Da un gran deseo de verse ya con Dios y desatado de esta cárcel, como le tenía san Pablo, y personas impetuosas vendrán, sin sentirse, a dar muestras exteriores, que todo lo que se pudiere se ha de excusar.

4 (12) Mude el deseo con parecerle si vive servirá más a Dios, y podrá ser algún alma que se había de perder le dé luz. Y es buen consuelo para tan gran trabajo, y aplacará su pena, y gana en tener tan gran caridad que, por servir al mismo Señor, se quiere acá sufrir un día. Es como si uno tuviere un gran trabajo o grave dolor, consolarle y decir que tenga paciencia.

5 (13) Y si el demonio ayudó en alguna manera a tan gran deseo -como debía hacer a otro, que le hizo entender se echase en un pozo por ir a ver a Dios-, señal es que no estaba lejos de hacer crecer aquel deseo; porque si fuera del Señor, no le hiciera mal (es imposible, que trae consigo la luz y la discreción y la medida), sino que este adversario, por dondequiera que puede, procura dañar; y pues él no anda descuidado, no lo andemos nosotros. Este es punto importante para muchas cosas, que algunas veces hay gran necesidad de no nos olvidar de él.

6 (14) ¿Para qué pensáis, hijas, que he pretendido declarar -como dicen- el fin y mostrar el premio antes de la batalla con deciros el bien que trae consigo llegar a beber de esta fuente celestial y de esta agua viva? Para que no os acongojéis del trabajo y contradicción que hay en el camino y vayáis con ánimo y no os canséis; porque -como he dicho- podrá ser que ya que no os falta sino bajaros a beber, lo dejéis todo y no perdáis este bien, pensando no tendréis fuerza para llegar a él y que no sois para ello.

7 (15) Mirad que convida el Señor a todos; pues es la Verdad, no hay que dudar. Si no fuera general este convite, no los llamara Dios a todos, y aunque los llamara no dijera: Yo os daré de beber. Pudiera decir: venid todos, que, en fin, no perderéis nada, y los que a mí pareciere yo les daré a beber. Mas como dijo sin esta condición, a todos, tengo por cierto que todos los que no se quedaren en el camino no les faltará este agua viva.


Capítulo 33 (20)


En que trata cómo por diferentes vías nunca falta consolación en el camino de la oración.


1 Parece que me contradigo; porque cuando consolaba a las que no llegaban aquí, dije que tenía Dios, nuestro bien, diferentes caminos que iban a él por diferentes caminos, y que así había muchas moradas. Así lo torno a decir; porque como entendió su Majestad nuestra flaqueza, proveyó como quien es. Mas no dijo: por este camino vengan unos, y por éste otros; antes fue tan grande su misericordia, que a nadie quitó procurase venir a esta fuente de vida a beber.

2 ¡Bendito sea él, y con cuánta razón me lo hubiera quitado a mí! Pues no me mandó lo dejase y, cuando lo comencé, no me echó en el profundo, a buen seguro que no lo quite a nadie; antes públicamente nos llama a voces. Mas, como es tan bueno, no nos fuerza; antes da de muchas maneras a beber de los que le quieren seguir, para que ninguno vaya desconsolado ni muera de sed. De esta fuente caudalosa salen arroyos, unos grandes, otros pequeños, y aun algunas veces charquitos para niños, que parece que aquello les basta los que están muy en principio de la virtud. Así que, hermanas, no hayáis miedo muráis de sed en el camino; nunca falta agua de consolación tan falto que no se pueda sufrir. Y pues esto es, tomad mi consejo y no os quedéis en el camino, sino pelead como fuertes hasta morir en la demanda, pues no estáis aquí a otra cosa sino a pelear. Y con ir siempre con esta determinación de antes morir que dejar de llegar a esta fuente, si os lleva el Señor sin llegar a ella en esta vida, en la otra os la dará con toda abundancia; beberéis sin temor que por vuestra culpa os ha de faltar. Plega al Señor que no nos falte su misericordia, amén.



Camino de Perfección 25