CELAM - I. ORlENTACIONES ESPIRITUALES


II. ORIENTACIONES PASTORALES

La caridad

Llegamos asi a la orientacion pastoral que nos hemos propuesto presentar a vuestra atencion. Estamos en el campo de la caridad. Valga lo que hemos dicho hasta aqui para trazar las primeras lineas de esta direccion, que por su naturaleza debe desarrollarse en muchas lineas practicas, segun las exigencias de la caridad.

Nos parece oportuno llamar la atencion a este respecto sobre dos puntos doctrinales: el primero es la dependencia que la caridad para con el projimo tiene con respecto a la caridad para con Dios. Conocéis los asaltos que sufre en nuestros dias esta doctrina de clarisima e inobjetable derivacion evangélica: se quiere secularizar el cristianismo, pasando por alto su esencial referencia a la verdad religiosa, a la comunion sobrenatural con la inefable e inundante caridad de Dios para con los hombres, su referencia al deber de la respuesta humana, obligada a osar amarlo y llamarlo Padre y, en consecuencia, llamar con toda verdad hermanos a los hombres, para librar al cristianismo mismo de "aquella forma de neurosis que es la religion" (Cox), para evitar toda preocupacion teologica y para ofrecer al cristianismo una nueva eficacia, toda ella pragmatica, la sola que pudiese dar la medida de su verdad y que lo hiciese aceptable y operante en la moderna civilizacion profana y tecnologica.

Iglesia institucional e Iglesia carismatica

El otro punto doctrinal se refiere a la Iglesia llamada institucional, confrontada con otra presunta Iglesia llamada carismatica, como si la primera, comunitaria y jerarquica, visible y responsable, organizada y disciplinada, apostolica y sacramental, fuese una expresion del cristianismo ya superada, mientras la otra, espontanea y espiritual, seria capaz de interpretar el cristianismo para el hombre adulto en la civilizacion contemporanea y de responder a los problemas urgentes y reales de nuestro tiempo. No tenemos necesidad de hacer ante vosotros, a quienes "Spiritus Sanctus posuit episcopos regere ecclesiam Dei" [Act 20, 28], la apologia de la Iglesia como Cristo la fundo y como la tradicion fiel y coherente nos la entrega hoy en sus lineas constitucionales que describen el verdadero Cuerpo mistico de Cristo, vivificado por el Espiritu de Jesus. Nos bastara reafirmar nuestra certeza en la autenticidad y en la vitalidad de nuestra Iglesia, una, santa, catolica y apostolica, con el proposito de conformar cada vez mas su fe, su espiritualidad, su aptitud para acercar y salvar la humanidad (tan diversa en sus multiples condiciones y ahora tan mudable), su caridad que comprende todo y todo lo soporta [1 Cor 13, 7], con la mision salvadora que Cristo le confirio. Haremos, si, un esfuerzo de inteligencia amorosa para comprender cuanto de bueno y de admisible se encuentre en estas formas inquietas y frecuentemente erradas de interpretacion del mensaje cristiano; para purificar cada vez mas nuestra profesion cristiana y llevar estas experiencias espirituales, ya se llamen seculares unas, ya carismaticas otras, al cauce de la verdadera norma eclesial [Cf. 1 Cor 14, 37].

Grupos de especial atencion

Estas alusiones nos llevan a recomendar a vuestra caridad pastoral algunas categorias de personas a las cuales va nuestro pensamiento entranable.

Las indicamos brevemente, en exigencia del comun interés apostolico, no para decir cuanto ellas merecian, bien sabemos que estan ya presentes en esta asamblea que se ocupa de ellas; por tanto nos limitamos a alentar vuestro estudio.

Los sacerdotes

La primera categoria es la de los Sacerdotes. Nos sea consentido dirigirles un pensamiento afectuosisimo desde esta sede y en estos momentos. Los Sacerdotes estan siempre dentro de nuestro espiritu, en nuestro recuerdo. Lo estan también en nuestra estima y en nuestra confianza. Lo estan en la vision concreta de la actividad de la Iglesia: son vuestros primeros e indispensables colaboradores, son los mas directos y mas empenados "dispensadores de los misterios de Dios", [1 Cor 4, 1] es decir, de la palabra, de la gracia, de la caridad pastoral; son los modelos vivientes de la imitacion de Cristo; son, con nosotros, los primeros participantes del sacrificio del Senor; son nuestros hermanos, nuestros amigos;" debemos amarlos mucho, cada vez mas. Si un obispo concentrase sus cuidados mas asiduos, mas inteligentes, mas pacientes, mas cordiales, en formar, en asistir, en escuchar, en guiar, en instruir, en amonestar, en confortar a su Clero, habria empleado bien su tiempo, su corazon y su actividad.

Tratese de dar a los Consejos presbiterales y pastorales la consistencia y la funcionalidad queridas por el Concilio; prevéngase prudentemente, con paternal comprension y caridad, en cuanto sea posible, toda actitud irregular e indisciplinada del Clero; procurese interesarlo en las cuestiones del ministerio diocesano y sostenerlo en sus necesidades; pongase todo cuidado en reclutar y en formar a los alumnos seminaristas; asociense también los Religiosos y las Religiosas, segun sus aptitudes y posibilidades, a la actividad pastoral. Asi, concentrando en el Clero las atenciones mejores, estamos seguros de que este método dara el fruto esperado, el de una Iglesia viva, santa, ordenada y floreciente en toda América Latina.

Los jovenes y los estudiantes

Después, venerables Hermanos, proponemos a vuestra sapiente caridad los jovenes y los estudiantes. No se acabaria nuestro discurso si quisiéramos decir algo sobre este tema. os baste saber que lo consideramos digno del maximo interés y de grandisima actualidad. De ello estais todos vosotros perfectamente convencidos.

Los trabajadores

Este recuerdo nos lleva a recomendaros, con no menor calor, otra categoria de hombres, sean o no sean fieles: los trabajadores, del campo, de la industria y similares.

Hemos llegado asi al tercer punto que ponemos a vuestra consideracion: el social. No esperéis un discurso, también éste seria interminable en materia social, especialmente en América Latina. Nos limitamos a algunas afirmaciones que siguen a las que hemos hecho en los discursos de estos dias.


III. ORIENTACIONES SOCIALES

Enciclicas y ensenanzas del Episcopado

Recordamos, ante todo, que la Iglesia ha elaborado en estos ultimos anos de su obra secular, animadora de la civilizacion, una doctrina social suya, expuesta en documentos memorables que haremos bien en estudiar y en divulgar. Las enciclicas del Pontificado Romano y las ensenanzas del Episcopado mundial no pueden ser olvidadas ni deben faltarles su aplicacion practica. No juzguéis parcial nuestra indicacion si os recordamos la mas reciente de las enciclicas sociales: la "Populorum progressio" . Una mencion particular merecerian también muchos de vuestros documentos, como la "Declaracion de la Iglesia Boliviana" de febrero ultimo; como la del Episcopado Brasileno, de noviembre de mil novecientos sesenta y siete, titulada "Mision de la Jerarquia en el mundo de hoy"; como las conclusiones del "Seminario Sacerdotal" celebrado en Chile de octubre a noviembre de mil novecientos sesenta y siete; como la carta pastoral del Episcopado Mexicano sobre el desarrollo e integracion del Pais, publicada en el primer aniversario de la enciclica "Populorum progressio"; y recordaremos igualmente la amplia carta de los Padres Provinciales de la Compania de Jesus, reunidos en Rio de Janeiro en el mes de mayo de este ano y el documento de los Padres Salesianos de América Latina reunidos recientemente en Caracas. Las testificaciones, por parte de la Iglesia, de las verdades en el terreno social no faltan: procuremos que a las palabras sigan los hechos.

Técnica y Pastoral

Nosotros no somos técnicos; somos, sin embargo, Pastores que deben promover el bien de sus fieles y estimular el esfuerzo renovador que se esta actuando en los paises donde se desarrolla nuestra respectiva mision.

Nuestro primer deber en este campo es afirmar los principios, observar y senalar las necesidades, declarar los valores primordiales, apoyar los programas sociales y técnicos verdaderamente utiles y marcados con el sello de la justicia, en su camino hacia un orden nuevo y hacia el bien comun, formar sacerdotes y seglares en el conocimiento de los problemas sociales, encauzar seglares bien preparados a la gran obra de los mismos, considerandolo todo bajo la luz cristiana que nos hace descubrir al hombre en el puesto primero y los demas bienes subordinados a su promocion total en el tiempo y a su salvacion en la eternidad.

Testimonio de la pobreza

Tendremos también nosotros deberes que cumplir. Estamos informados de los rasgos generosos realizados en algunas diocesis que han puesto a disposicion de las poblaciones necesitadas las propiedades de terrenos que les quedaban, siguiendo planes bien estudiados de reforma agraria que se estan actuando . Es un ejemplo que merece alabanza y también imitacion, alli donde ésta sea prudente y posible. De todas formas, la Iglesia se encuentra hoy frente a la vocacion de la pobreza de Cristo. Existen en la Iglesia personas que ya experimentan las privaciones inherentes a la pobreza, por insuficiencia a veces de pan y frecuentemente de recursos; sean confortadas, ayudadas por los hermanos y los buenos fieles y sean bendecidas. La indigencia de la Iglesia, con la decorosa sencillez de sus formas, es un testimonio de fidelidad evangélica; es la condicion, alguna vez imprescindible, para dar crédito a su propia mision; es un ejercicio, a veces sobrehumano, de aquella libertad de espiritu, respecto a los vinculos de la riqueza, que aumenta la fuerza de la mision del apostol.

¿La fuerza? Si, porque nuestra fuerza esta en el amor: el egoismo, el calculo administrativo separado del contexto de las finalidades religiosas y caritativas, la avaricia, el ansia de poseer como fin de si mismo, el bienestar superfluo, son obstaculos para el amor, son en el fondo una debilidad, son una ineptitud para la entrega personal al sacrificio. Superemos estos obstaculos y dejemos que el amor gobierne nuestra mision confortadora y renovadora.

Cristianismo y violencia

Si nosotros debemos favorecer todo esfuerzo honesto para promover la renovacion y la elevacion de los pobres y de cuantos viven en condiciones de inferioridad humana y social, si nosotros no podemos ser solidarios con sistemas y estructuras que encubren y favorecen graves y opresoras desigualdades entre las clases y los ciudadanos de un mismo pais, sin poner en acto un plan efectivo para remediar las condiciones insoportables de inferioridad que frecuentemente sufre la poblacion menos pudiente, nosotros mismos repetimos una vez mas a este proposito: ni el odio, ni la violencia son la fuerza de nuestra caridad. Entre los diversos caminos hacia una justa regeneracion social, nosotros no podemos escoger ni el marxismo ateo, ni el de la rebelion sistematica, ni tanto menos el del esparcimiento de sangre y el de la anarquia. Distingamos nuestras responsabilidades de las de aquellos que por el contrario, hacen de la violencia un ideal noble, un heroismo glorioso, una teologia complaciente. Para reparar errores del pasado y para curar enfermedades actuales no hemos de cometer nuevos fallos, porque estarian contra el Evangelio, contra el espiritu de la Iglesia, contra los mismos intereses del pueblo, contra el signo feliz de la hora presente que es el de la justicia en camino hacia la hermandad y la paz.

La paz

¡La Paz! Vosotros recordais el gran interés que la Iglesia tiene por ella y Nos, personalmente, que de ella, junto con la fe, hemos hecho uno de los motivos mas relevantes de nuestro pontificado. Pues bien, aqui, durante la celebracion del sacramento eucaristico, simbolo y fuente de unidad y fuente de paz, repetimos nuestros augurios por la paz, la paz verdadera que nace de los corazones creyentes y fraternos; la paz entre las clases sociales en la justicia y en la colaboracion; la paz entre los pueblos mediante un humanismo iluminado por el Evangelio; la paz de América Latina; vuestra paz.

El amor y las transformaciones

La transformacion profunda y previsora de la cual en muchas situaciones actuales, tiene necesidad la sociedad, la promoveremos amando mas intensamente y ensenando a amar, con energia, con sabiduria, con perseverancia, con actividades practicas, con confianza en los hombres, con seguridad en la ayuda paterna de Dios y en la fuerza innata del bien. El Clero ya nos comprende. Los jovenes nos seguiran. Los pobres aceptaran gustosos la buena nueva. Es de esperar que los economistas y los politicos, que ya entrevén el camino justo, no seran ya un freno sino un estimulo en la vanguardia.

La "Humanae vitae"

Hemos tenido que decir una buena palabra, aunque grave, en defensa de la honestidad del amor y de la dignidad de la familia con nuestra reciente enciclica. La gran mayoria de la Iglesia la ha recibido favorablemente con obediencia confiada, aun comprendiendo que la norma por Nos reafirmada comporta un fuerte sentido moral y un valiente espiritu de sacrificio. Dios bendecira esta digna actitud cristiana. Esta no constituye una ciega carrera hacia la superpoblacion; ni disminuye la responsabilidad ni la libertad de los conyuges a quienes no prohibe una honesta y razonable limitacion de la natalidad ni impide las terapéuticas legitimas ni el progreso de las investigaciones cientificas. Esa actitud es una educacion ética y espiritual, coherente y profunda; excluye el uso de aquellos medios que profanan las relaciones conyugales y que intentan resolver los grandes problemas de la poblacion con expedientes excesivamente faciles; esa actitud es, en el fondo, una apologia de la vida que es de Dios, gloria de la familia, fuerza del pueblo.

Os exhortamos, Hermanos, a comprender bien la importancia de la dificil y delicada posicion que, en homenaje a la ley de Dios, hemos creido un deber reafirmar; y os rogamos que querais emplear toda posible solicitud pastoral y social a fin de que esa posicion sea mantenida como corresponde a las personas guiadas por un verdadero sentido humano. ojala que también la vivida discusion que nuestra enciclica ha suscitado, conduzca a un mejor conocimiento de la voluntad de Dios, a un proceder sin reservas y a que nuestro servicio a las almas en estas grandes dificultades pastorales y humanas lo realicemos con corazon de buen Pastor.

El Episcopado de América Latina, en su Segunda Asamblea General, desde el puesto que le compete, ante cualquier problema espiritual, pastoral y social, prestara su servicio de verdad y amor en orden a la construccion de una nueva civilizacion moderna y cristiana.





MENSAJE A LOS PUEBLOS DE AMERICA LATINA



0. Nuestra palabra: signo de compromiso

La Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, a los pueblos de América Latina: "La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Senor Jesucristo" [1 Cor 1, 3].

Al terminar los trabajos de esta Segunda Conferencia General queremos dirigir un mensaje a los pueblos de nuestro continente.

Nuestra palabra de Pastores quiere ser signo de compromiso.

Como hombres latinoamericanos, compartimos la historia de nuestro pueblo. El pasado nos configura definitivamente como seres latinoamericanos; el presente nos pone en una coyuntura decisiva y el futuro nos exige una tarea creadora en el proceso de desarrollo.

América Latina, una comunidad en transformacion

América Latina, ademas de una realidad geografica, es una comunidad de pueblos con una historia propia, con valores especificos y con problemas semejantes. El enfrentamiento y las soluciones deben responder a esa historia, a esos valores y a esos problemas.

El continente alberga situaciones muy diferentes, pero que exigen solidaridad. América Latina debe ser una y multiple, rica en su variedad y fuerte en su unidad.

Nuestros paises han conservado una riqueza cultural basica, nacida de valores religiosos y étnicos que han florecido en una conciencia comun y han fructificado en esfuerzos concretos hacia la integracion.

Su potencial humano, mas valioso que las riquezas escondidas en su suelo, hacen de América Latina una realidad prometedora y cuajada de esperanzas. Sus angustiosos problemas marcan también esa misma realidad con senales de injusticias que hieren la conciencia cristiana.

La multiplicidad y complejidad de sus problemas desborda este mensaje.

América Latina parece que vive aun bajo el signo tragico del subdesarrollo, que no solo aparta a nuestros hermanos del goce de los bienes materiales, sino de su misma realizacion humana. Pese a los esfuerzos que se efectuan, se conjugan el hambre y la miseria, las enfermedades de tipo masivo y la mortalidad infantil, el analfabetismo y la marginalidad, profundas desigualdades en los ingresos y tensiones entre las clases sociales, brotes de violencia y escasa participacion del pueblo en la gestion del bien comun.

La Iglesia, la historia de América Latina y nuestro aporte

Como cristianos, creemos que esta etapa historica de América Latina esta vinculada intimamente a la Historia de la Salvacion.

Como Pastores, con una responsabilidad comun, queremos comprometernos con la vida de todos nuestros pueblos en la busqueda angustiosa de soluciones adecuadas para sus multiples problemas. Nuestra mision es contribuir a la promocion integral del hombre y de las comunidades del continente.

Creemos que estamos en una nueva era historica. Ella exige claridad para ver, lucidez para diagnosticar y solidaridad para actuar.

A la luz de la fe que profesamos como creyentes, hemos realizado un esfuerzo para descubrir el plan de Dios en los "signos de nuestros tiempos". Interpretamos que las aspiraciones y clamores de América Latina son signos que revelan la orientacion del plan divino operante en el amor redentor de Cristo que funda estas aspiraciones en la conciencia de una solidaridad fraternal.

Por fidelidad a este plan divino, y para responder a las esperanzas puestas en la Iglesia, queremos ofrecer aquello que tenemos como mas propio: una vision global del hombre y de la humanidad, y la vision integral del hombre latinoamericano en el desarrollo.

Por ello nos sentimos solidarios con las responsabilidades que han surgido en esta etapa de transformacion de América Latina.

La Iglesia, como parte del ser latinoamericano, a pesar de sus limitaciones, ha vivido con nuestros pueblos el problema de colonizacion, liberacion y organizacion.

Nuestro aporte no pretende competir con los intentos de solucion de otros organismos nacionales, latinoamericanos y mundiales, ni mucho menos los rechazamos o desconocemos. Nuestro proposito es alentar los esfuerzos, acelerar las realizaciones, ahondar el contenido de ellas, penetrar todo el proceso de cambio con los valores evangélicos.

Quisiéramos ofrecer la colaboracion de los cristianos, apremiados por sus responsabilidades bautismales y por la gravedad del momento. De todos nosotros depende hacer patente la fuerza del Evangelio, que es poder de Dios [Rom 1, 16].


No tenemos soluciones técnicas ni remedios infalibles. Queremos sentir los problemas, percibir sus exigencias, compartir las angustias, descubrir los caminos y colaborar en las soluciones.

La imagen nueva del hombre latinoamericano exige un esfuerzo creador: los poderes publicos, promoviendo con energia las exigencias supremas del bien comun; los técnicos, planificando los caminos concretos; las familias y educadores, despertando y orientando responsabilidades; los pueblos, incorporandose al esfuerzo de realizacion; el espiritu del Evangelio, animando, con la dinamica de un amor transformante y personalizador.

Desafio del momento: posibilidades, valores, condiciones

Nuestros pueblos aspiran a su liberacion y a su crecimiento en humanidad, a través de la incorporacion y participacion de todos en la misma gestion del proceso personalizador.

Por eso, ningun sector debe reservarse en forma exclusiva la conduccion politica, cultural, economica y espiritual.

Los que poseen el poder de decision han de ejercerlo en comunion con los anhelos y opciones de la comunidad. A fin de que esta integracion responda a la indole de los pueblos latinoamericanos, debera contarse con los valores que le son propios a todos y cada uno, sin excepcion. La imposicion de valores y criterios extranos constituira una nueva y grave alienacion.

Contamos con elementos y criterios profundamente humanos y esencialmente cristianos: un sentido innato de la dignidad de todos, una inclinacion a la fraternidad y a la hospitalidad, un reconocimiento de la mujer en su funcion irreemplazable en la sociedad, un sabio sentido de la vida y de la muerte, una certeza en un Padre comun y en el destino trascendente de todos.

Este proceso exige de todas nuestras naciones superar sus desconfianzas purificar sus nacionalismos exagerados y resolver sus situaciones de conflicto.

Estimamos también irreconciliable con nuestra situacion en vias de desarrollo tanto la inversion de recursos en la carrera armamentista, la burocracia excesiva, los gastos de lujo y ostentaciones, como la deficiente administracion de la comunidad.

Forma parte de nuestra mision denunciar con firmeza aquellas realidades de América Latina que constituyen una afrenta al espiritu del Evangelio.

También nos corresponde reconocer y estimular todo intento positivo profundo de vencer las grandes dificultades existentes.

La Juventud

En esta transformacion, la juventud latinoamericana constituye el grupo de poblacion mas numeroso y se presenta como un nuevo cuerpo social con sus propias ideas y valores, deseando crear una sociedad mas justa.

Esta presencia juvenil es un aporte positivo que deben recoger la sociedad y la Iglesia.

Compromisos de la Iglesia Latinoamericana

Durante estos dias nos hemos congregado en la ciudad de Medellin, movidos por el Espiritu del Senor, para orientar una vez mas, las tareas de la Iglesia, en un afan de conversion y de servicio.

Hemos visto que nuestro compromiso mas urgente es purificarnos en el espiritu del Evangelio todos los miembros e instituciones de la Iglesia Catolica. Debe terminar la separacion entre la fe y la vida, porque en Cristo Jesus lo unico que cuenta es "la fe que obra por medio del amor" [Gal 5, 6].




Este compromiso nos exige vivir una verdadera pobreza biblica que se exprese en manifestaciones auténticas, signos claros para nuestros pueblos. Solo una pobreza asi transparentara a Cristo, Salvador de los hombres, y descubrira a Cristo, Senor de la historia [2 Cor 8, 9].

Nuestras reflexiones han clarificado las dimensiones de otros compromisos que, aunque con diversa modalidad, seran asumidos por todo el Pueblo de Dios:

- Inspirar, alentar y urgir un orden nuevo de justicia, que incorpore a todos los hombres en la gestion de las propias comunidades;

- Promover la constitucion y las virtualidades de la familia no solo como comunidad humana sacramental sino también como estructura intermedia en funcion del cambio social;

- Dinamizar la educacion, para acelerar la capacitacion de hombres maduros en sus responsabilidades de la hora presente;

- Fomentar los organismos profesionales de los trabajadores, elementos decisivos de transformacion socio-economica;

- Alentar una nueva evangelizacion y catequesis intensivas que lleguen a las élites y a las masas para lograr una fe lucida y comprometida;

- Renovar y crear nuevas estructuras en la Iglesia que institucionalicen el dialogo y canalicen la colaboracion entre los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos;

- Colaborar con otras confesiones cristianas, y con todos los hombres de buena voluntad que estén empenados en una paz auténtica, enraizada en la justicia y el amor.

El resultado concreto de estas deliberaciones y compromisos os lo entregamos de forma detallada y confiada en el Documento Final que sigue a este Mensaje.

Llamamiento final

Llamamos a todos los hombres de buena voluntad para que colaboren en la verdad, la justicia, el amor y la libertad, en esta tarea transformadora de nuestros pueblos, al alba de una era nueva.

De manera particular nos dirigimos a las Iglesias y comunidades cristianas que participan de una misma fe con nosotros en el Senor Jesus. Durante esta Conferencia, hermanos nuestros de esas confesiones cristianas han estado participando en nuestros trabajos y nuestras esperanzas. Junto con ellos seremos testigos de este espiritu de colaboracion.

Queremos también advertir, como un deber de nuestra conciencia, de cara al presente y al futuro de nuestro continente, a aquellos que rigen los destinos del orden publico. En sus manos esta una gestion administrativa, a la vez liberadora de injusticias y conductora de un orden en funcion del bien comun, que llegue a crear un clima de confianza y accion que los hombres latinoamericanos necesitan para el desarrollo pleno de su vida.

Por su propia vocacion, América Latina intentara su liberacion a costa de cualquier sacrificio, no para cerrarse sobre si misma, sino para abrirse a la union con el resto del mundo, dando y recibiendo en espiritu de solidaridad.

De forma particular juzgamos decisivo en esta tarea el dialogo con los pueblos hermanos de otros continentes que se encuentran en situaciones semejantes a las nuestras. Unidos en los caminos de las dificultades y de las esperanzas, podemos llegar a hacer que nuestra presencia en el mundo sea definitiva para la paz.

A otros pueblos que superaron ya los obstaculos que nosotros encontramos hoy, les recordamos que la paz se fundamenta en el respeto de la justicia internacional. Justicia que, a su vez, tiene su fundamento y su expresion en el reconocimiento de la autonomia politica, economica y cultural de nuestros pueblos.

Finalmente, esperamos en el amor de Dios Padre, que se nos manifiesta en el Hijo, y es difundido en nuestros corazones por el Espiritu Santo, que nos una y anime siempre la accion por el bien comun [Cf. Rom 5, 5].

Esperamos asi ser fieles a los compromisos que hemos contraido en estos dias de reflexion y oracion comunitaria, para aportar la plena y efectiva colaboracion de la Iglesia en el proceso de transformacion que esta viviendo nuestra América.

Esperamos también ser escuchados con comprension y buena voluntad por todos los hombres con los que comulgamos en un mismo destino y en una misma aspiracion.

Ponemos bajo la proteccion de Maria, Madre de la Iglesia y patrona de las Américas, todo nuestro trabajo y esta misma esperanza, a fin de que se anticipe entre nosotros el Reino de Dios.

Tenemos fe:

en Dios,

en los hombres,

en los valores

y en el futuro de América Latina.

"La gracia del Senor Jesucristo, la caridad de Dios y la comunicacion del Espiritu Santo sean con todos vosotros" [2 Cor 13, 13].

Medellin, 6 de septiembre de 1968


INTRODUCCION A LAS CONCLUSIONES




1 La Iglesia Latinoamericana, reunida en la Segunda Conferencia General de su Episcopado, centro su atencion en el hombre de este continente, que vive un momento decisivo de su proceso historico. De este modo ella no se ha "desviado", sino que se ha "vuelto" hacia el hombre, consciente de que "para conocer a Dios es necesario conocer al hombre".

La Iglesia ha buscado comprender este momento historico del hombre latinoamericano a la luz de la Palabra, que es Cristo, en quien se manifiesta el misterio del hombre. [GS 22]


2 Esta toma de conciencia del presente se torna hacia el pasado. Al examinarlo, la Iglesia ve con alegria la obra realizada con tanta generosidad y expresa su reconocimiento a cuantos han trazado los surcos del Evangelio en nuestras tierras, aquellos que han estado activa y caritativamente presentes en las diversas culturas, especialmente indigenas, del continente; a quienes vienen prolongando la tarea educadora de la Iglesia en nuestras ciudades y nuestros campos. Reconoce también que no siempre, a lo largo de su historia, fueron todos sus miembros, clérigos o laicos, fieles al Espiritu de Dios. Al mirar el presente comprueba gozosa la entrega de muchos de sus hijos y también la fragilidad de sus propios mensajeros [GS 43]. Acata el juicio de la historia sobre esas luces y sombras, y quiere asumir plenamente la responsabilidad historica que recae sobre ella en el presente.


3 No basta, por cierto, reflexionar, lograr mayor clarividencia y hablar; es menester obrar. No ha dejado de ser ésta la hora de la palabra, pero se ha tornado, con dramatica urgencia, la hora de la accion. Es el momento de inventar con imaginacion creadora la accion que corresponde realizar, que habra de ser llevada a término con la audacia del Espiritu y el equilibrio de Dios. Esta asamblea fue invitada a "tomar decisiones y a establecer proyectos, solamente si estabamos dispuestos a ejecutarlos como compromiso personal nuestro, aun a costa de sacrificio".


4 América Latina esta evidentemente bajo el signo de la transformacion y el desarrollo. Transformacion que, ademas de producirse con una rapidez extraordinaria, llega a tocar y conmover todos los niveles del hombre, desde el economico hasta el religioso.

Esto indica que estamos en el umbral de una nueva época historica de nuestro continente, llena de un anhelo de emancipacion total, de liberacion de toda servidumbre, de maduracion personal y de integracion colectiva. Percibimos aqui los preanuncios en la dolorosa gestacion de una nueva civilizacion. No podemos dejar de interpretar este gigantesco esfuerzo por una rapida transformacion y desarrollo como un evidente signo del Espiritu que conduce la historia de los hombres y de los pueblos hacia su vocacion [PP 15]. No podemos dejar de descubrir en esta voluntad cada dia mas tenaz y apresurada de transformacion, las huellas de la imagen de Dios en el hombre, como un potente dinamismo. Progresivamente ese dinamismo lo lleva hacia el dominio cada vez mayor de la naturaleza, hacia una mas profunda personalizacion y cohesion fraternal y también hacia un encuentro con Aquel que ratifica, purifica y ahonda los valores logrados por el esfuerzo humano.


5 El hecho de que la transformacion a que asiste nuestro continente alcance con su impacto la totalidad del hombre, se presenta como un signo y una exigencia.

No podemos, en efecto, los cristianos, dejar de presentir la presencia de Dios, que quiere salvar al hombre entero, alma y cuerpo [GS 3]. En el dia definitivo de la salvacion, Dios resucitara también nuestros cuerpos, por cuya redencion gemimos ahora, al tener las primicias del Espiritu [Cf. Rom 8, 22-23]. Dios ha resucitado a Cristo y, por consiguiente, a todos los que creen en El. Cristo, activamente presente en nuestra historia, anticipa su gesto escatologico no solo en el anhelo impaciente del hombre por su total redencion, sino también en aquellas conquistas que, como signos pronosticadores, va logrando el hombre a través de una actividad realizada en el amor [GS 38].


6 Asi como otrora Israel, el primer Pueblo de Dios, experimentaba la presencia salvifica de Dios cuando lo liberaba de la opresion de Egipto, cuando lo hacia pasar el mar y lo conducia hacia la tierra de la promesa, asi también nosotros, nuevo pueblo de Dios, no podemos dejar de sentir su paso que salva, cuando se da "El verdadero desarrollo, que es para cada uno y para todos, de condiciones de vida menos humanas, a condiciones mas humanas. Menos humanas: las carencias materiales de los que estan privados del minimum vital y las carencias morales de los que estan mutilados por el egoismo. Menos humanas: las estructuras opresoras, que provienen del abuso del tener y del abuso del poder, de las explotaciones de los trabajadores o de la injusticia de las transacciones. Mas humanas: el remontarse de la miseria a la posesion de lo necesario, la victoria sobre las calamidades sociales, la ampliacion de los conocimientos, la adquisicion de la cultura. Mas humanas también: el aumento en la consideracion de la dignidad de los demas, la orientacion hacia el espiritu de pobreza, la cooperacion en el bien comun, la voluntad de paz. Mas humanas todavia: el reconocimiento, por parte del hombre, de los valores supremos, y de Dios, que de ellos es la fuente y el fin. Mas humanas, por fin, y especialmente, la fe, don de Dios acogido por la buena voluntad de los hombres, y la unidad en la caridad de Cristo, que nos llama a todos a participar, como hijos, en la vida del Dios vivo, Padre de todos los hombres" [PP 20 y 21].'


7 En esta transformacion, detras de la cual se expresa el anhelo de integrar toda la escala de valores temporales en la vision global de la fe cristiana, tomamos conciencia de la "vocacion original " de América Latina: vocacion a aunar en una sintesis nueva y genial, lo antiguo y lo moderno, lo espiritual y lo temporal, lo que otros nos entregan a nuestra propia originalidad.


8 En esta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano se ha renovado el misterio de Pentecostés.

En torno a Maria, Madre de la Iglesia, que con su patrocinio asiste a este continente desde su primera evangelizacion, hemos implorado las luces del Espiritu Santo y perseverando en la oracion, nos hemos alimentado del pan de la Palabra y de la Eucaristia. Esa palabra ha sido intensamente meditada.

Nuestra reflexion se encamino hacia la busqueda de una nueva y mas intensa presencia de la Iglesia en la actual transformacion de América Latina, a la luz del Concilio Vaticano II, de acuerdo al tema senalado para esta Conferencia.

* * *

Tres grandes areas, sobre las que recae nuestra solicitud pastoral, han sido abordadas en relacion con el proceso de transformacion del continente.

En primer lugar, el area de la promocion del hombre y de los pueblos hacia los valores de la justicia, la paz, la educacion y la familia.

En segundo lugar, se atendio a la necesidad de una adaptada evangelizacion y maduracion en la fe de los pueblos y sus élites, a través de la catequesis y la liturgia.

Finalmente se abordaron los problemas relativos a los miembros de la Iglesia, que requieren intensificar su unidad y accion pastoral, a través de estructuras visibles, también adaptadas a las nuevas condiciones del continente.

Las siguientes conclusiones son el resultado de la labor realizada en esta segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en la esperanza le que todo el Pueblo de Dios, alentado por el Espiritu, comprometa sus fuerzas para su plena realizacion.










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