CELAM - III. UNA ESPERANZA QUE SE CONCRETA EN MISION


IV. LINEAS PASTORALES PRIORITARIAS


28 La IV Conferencia propone, con grandes esperanzas y teniendo en cuenta los meritorios aportes recibidos de las Conferencias Episcopales y de tantas otras instancias de la Iglesia, las siguientes lineas de accion pastoral.Paraguiarnuestrostrabajoshemostenidolaorientaci6nyelapoyo del Santo Padre, quien desde mucho tiempo atras ha estado motivando a esta IV Conferencia.


29 Ante todo, proclamamos la adhesion en la fe de la Iglesia en América Latina y en el Caribe a Jesucristo, El mismo, ayer, hoy y siempre (Cfr. He 13,8).


30 Para que Cristo esté en medio de la vida de nuestros pueblos, convocamos a todos los fieles a una Nueva Evangelizacion y llamamos especialmente a los laicos, y entre ellos a los jovenes. Y en esta hora confiamos que muchos jovenes, ayudados por una eficaz pastoral vocacional, puedan responder al llamado del Senor para el sacerdocio y la vida consagrada.

- Una catequesis renovada y una liturgia viva, en una Iglesia en estado de mision, seran los medios para acercar y santificar mas a todos los cristianos y, en particular, a los que estan lejos y son indiferentes.

- La Nueva Evangelizacion intensificara una pastoral misionera en todas nuestras Iglesias y nos hara sentir responsables de ir mas alla de nuestras fronteras para llevar a otros pueblos la fe que hace 500 anos llegara hasta nosotros.


31 Como expresion de la Nueva Evangelizacion nos comprometemos también a trabajar por una promocion integral del pueblo latinoamericano y caribeno, teniendo como preocupacion que sus principales destinatarios sean los mas pobres.

- En esta promocion humana ocupa un lugar privilegiado y fundamental la familia, donde se origina la vida. Hoy es necesario y urgente promover y defender la vida, por los multiples ataques con que la amenazan sectores de la sociedad actual.


32 Debemos alentar una evangelizacion que penetre en las raices mas hondas de la cultura comun de nuestros pueblos, teniendo una especial preocupacion por la creciente cultura urbana.

- Nos ha merecido una particular atencion ocuparnos de una auténtica encarnacion del Evangelio en las culturas indigenas y afroamericanas de nuestro continente.

- Para toda esta inculturacion del Evangelio es muy importante desarrollar una eficaz accion educativa y utilizar los medios modernos de comunicacion.




V. SALUDOS Y VOTOS


33 No deseamos concluir este Mensaje sin dirigir una palabra afectuosa a algunas personas y grupos sobre quienes gravitan una particular responsabilidad eclesial o social.


34 Un saludo especial dirigimos a nuestros presbiteros y diaconos, solicitos colaboradores de nuestra mision episcopal, que han estado presentes todos los dias en nuestro recuerdo y oracion. Alimentamos la esperanza de que, como siempre, nos ayudaran a llevar al pueblo de nuestras Iglesias particulares las conclusiones de esta conferencia. Reciban ellos la expresion de nuestro afecto paterno y fraterno y nuestra gratitud por su sacrificado e infatigable compromiso en el ministerio.


35 Con igual solicitud tenemos presentes a los religiosos y religiosas, miembros de institutos seculares, agentes de pastoral, catequistas, animadores de comunidades, miembros de comunidades eclesiales de base, de movimientos eclesiales y ministros extraordinarios que ciertamente recibiran de los contenidos de la IV Conferencia renovado animo para su quehacer eclesial.


36 Va nuestro pensamiento agradecido a los numerosos misioneros y misioneras que desde la primera hora, en condiciones de gran dificultad y con mucha renuncia hasta el sacrificio de la vida, anunciaron el Evangelio en nuestro continente.


37 Fue para nosotros causa de aliento y alegria tener en nuestro encuentro observadores pertenecientes a Iglesias cristianas hermanas. A ellos, y por su medio a todas estas Iglesias con las cuales compartimos la fe en Jesucristo Salvador, llegue nuestro saludo fraterno, unido a la oracion, a fin de que, en la hora que Dios senale, podamos realizar el testamento espiritual de Jesucristo: "que todos sean uno para que el mundo crea" (Jn 17,21).


38 A los pueblos indigenas, habitantes originarios de estas tierras, poseedores de innumerables riquezas culturales, que estan en la base de nuestra cultura actual, y a los descendientes de millares de familias venidas de varias regiones del Africa manifestamos nuestra estima y el deseo de servirles como ministros del Evangelio de Nuestro Senor Jesucristo.


39 Nos unimos a los constructores y dirigentes de la sociedad -gobernantes, legisladores, magistrados, jefes politicos y militares, educadores, empresarios, responsables sindicales y tantos otros- y a todos los hombres de buena voluntad que trabajan por la promocion y defensa de la vida, en la exaltacion y dignidad del hombre y la mujer, en la custodia de sus derechos, en la busqueda y afianzamiento de la paz, alejada toda forma de carrera armamentista. Desde esta IV Conferencia les exhortamos a que, en el ejercicio de su respetable mision al servicio de los pueblos, se empenen en favor de la justicia, de la solidaridad y del desarrollo integral, guiados por el indispensable imperativo ético en sus decisiones.


40 De un modo especial deseamos que las ensenanzas que entregamos de parte del Senor resuenen en el interior de las familias latinoamericanas y caribenas. A ellas, que son el santuario de la vida, se les pide que hagan germinar el Evangelio en el corazon de sus hijos por medio de una adecuada educacion. En un momento en que la cultura de muerte nos amenaza encontraran aqui una "fuente que salta hasta la vida eterna". Los padres, con su ejemplo y su palabra, son los grandes evangelizadores de su "Iglesia doméstica" y de ellos depende, en buena parte, que esta Conferencia de Santo Domingo dé sus frutos . Por eso j unto con saludarles quisiéramos expresarles nuestra cercania y apoyo.


41 A los representantes del mundo de la cultura les alentamos a que intensifiquen sus esfuerzos en favor de la educacion, que es llave maestra del futuro; alma del dinamismo social, derecho y deber de toda persona, para sentar las bases de un auténtico humanismo integral (Juan Pablo II, Misa Faro a Colon, n. 7).


42 Cordialmente invitamos a todos los comunicadores sociales a ser voceros incansables de reconciliacion, firmes promotores de los valores humanos y cristianos, defensores de la vida y animadores de la esperanza, de la paz y de la solidaridad entre los pueblos.




VI. CONCLUSION


43 Entregamos pues llenos de confianza este mensaje al Pueblo de Dios en América Latina y el Caribe. Lo entregamos con igual sentimiento a todos los hombres y a todas la mujeres, especialmente a los jovenes del continente llamados a ser protagonistas en la vida de la sociedad y de la Iglesia en el nuevo milenio cristiano ya a las puertas (DI 27). También a quienes sin participar de nuestra fe cristiana y catolica se adhieren al mensaje de esta Asamblea de Santo Domingo por reconocer en ella una llamada al humanismo cristiano y evangélico que ellos estiman y viven.


44 A los hermanos en la fe, este mensaje desea trazarles una explicita profesion de fe en Jesucristo y en su Buena Nueva. En este Jesus, "el mismo ayer, hoy y siempre" (He 8,13), tenemos la certeza de encontrar inspiracion, luz y fuerza para un renovado espiritu evangelizador. En El se encuentran también motivos y orientaciones para nuevos esfuerzos en vista de la auténtica promocion humana de casi quinientos millones de latinoamericanos. Es El igualmente quien nos ayudara a infundir en los valores culturales propios de nuestra gente su marca cristiana, su identidad, la riqueza de la unidad en medio de la variedad.


45 A todos queremos proponer el contenido de la Conferencia de Santo Domingo como premisa para el permanente rejuvenecimiento del ideal de nuestros proceres sobre la Patria Grande. Estamos efectivamente persuadidos de que el encuentro con las raices cristianas y catolicas comunes a nuestros paises dara a América Latina la unidad deseada.


46 Hay en América, fermentos de division muy activos. Falta mucho en nuestra tierra americana para ser el continente unificado que deseamos. Ahora, ademas de su objetivo primariamente religioso, la Nueva Evangelizacion lanzada por la Cuarta Conferencia General ofrece los elementos necesarios para el surgimiento de la Patria Grande:

- la indispensable reconciliacion gracias a la cual, en la logica del PADRE NUESTRO se superan antiguas y nuevas discordias, se dara el perdon mutuo a los antiguos y nuevos agravios, se limaran antiguas y nuevas ofensas, se restaurara la paz;

- la solidaridad, ayuda de unos para volver soportable el peso de otros y para compartir con los otros los propios logros: "Hay que hacer valer el nuevo ideal de solidaridad frente a la caduca voluntad de dominio" (Discurso Inaugural, Juan Pablo II, n. 15);

- la integracion de nuestros paises unos con los otros, vencidas las barreras de aislamiento, de las discriminaciones y de los desintereses reciprocos: "Un factor que puede contribuir notablemente a superar los apremiantes problemas que hoy afectan a este continente es la integracion latinoamericana" (Discurso Inaugural, Juan Pablo II, n. 15 y también n. 17);

- la profunda comunion desde la Iglesia en torno a la voluntad politica de progreso y de bienestar.


47 Que el patrimonio social y espiritual contenido en estas cuatro palabras claves -reconciliacion, solidaridad, integracion y comunion- se transforme en la mayor riqueza de América Latina. Son estos los votos y las oraciones de los obispos integrantes de la Cuarta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Sea también el mejor regalo que la Gracia de Dios nos conceda. Pensamos que tal patrimonio es tarea y obligacion de todos y cada uno.


48 A Nuestra Senora de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelizacion, confiamos nuestros trabajos. Ella ha caminado con nuestros pueblos desde el primer anuncio de Cristo. A Ella le suplicamos hoy que llene de ardor nuestros corazones para proclamar con nuevos métodos y nuevas expresiones que Jesucristo es el mismo Ayer, Hoy y Siempre (He 13,8).


















TEXTO



PARTE 1

PRIMERA PARTE:

JESUCRISTO EVANGELIO DEL PADRE




1 Convocados por el Papa Juan Pablo II e impulsados por el Espiritu de Dios nuestro Padre, los Obispos participantes en la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, reunida en Santo Domingo, en continuidad con las precedentes de Rio de Janeiro, Medellin y Puebla, proclamamos nuestra fe y nuestro amor a Jesucristo. El es el mismo "ayer, hoy y siempre" (He 13,8). Reunidos como en un nuevo cenaculo, en torno a Maria la Madre de Jesus, damos gracias a Dios por el don inestimable de la fe y por los incontables dones de su misericordia. Pedimos perdon por las infidelidades a su bondad. Animados por el Espiritu Santo nos disponemos a impulsar con nuevo ardor una Nueva Evangelizacion, que se proyecte en un mayor compromiso por la promocion integral del hombre e impregne con la luz del Evangelio las culturas de los pueblos latinoamericanos. El es quien debe darnos la sabiduria para encontrar los nuevos métodos y las nuevas expresiones que hagan mas comprensible el unico Evangelio de Jesucristo hoy dia a nuestros hermanos. Y asi responder a los nuevos interrogantes.


2 Al contemplar, con una mirada de fe, la implantacion de la Cruz de Cristo en este continente, ocurrida hace cinco siglos, comprendemos que fue El, Senor de la historia, quien extendio el anuncio de la salvacion a dimensiones insospechadas. Crecio asi la familia de Dios y se multiplico para gloria de Dios el numero de los que dan gracias (2Co 4,15 cf. Juan Pablo II, Discurso inaugural, 2Co 3). Dios se escogio un nuevo pueblo entre los habitantes de estas tierras que, aunque desconocidos para el Viejo Mundo, eran bien "conocidos por Dios desde toda la eternidad y por El siempre abrazados con la paternidad que el Hijo ha revelado en la plenitud de los tiempos" (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 3).


3 Jesucristo es en verdad el centro del designio amoroso de Dios. Por eso repetimos con la epistola a los Efesios:

"Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Senor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en El antes de la fundacion del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia en el amor, eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo" (Ef 1,3-5).

Celebramos a Jesucristo, muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificacion (Rm 4,25), que vive entre nosotros y es nuestra "esperanza de la gloria" (Col 1,27). El es la imagen de Dios invisible, primogénito de toda creatura en quien fueron creadas todas las cosas. El sostiene la creacion, hacia El convergen todos los caminos del hombre, es el Senor de los tiempos. En medio de las dificultades y las cruces queremos seguir siendo en nuestro continente testigos del amor de Dios y profetas de aquella esperanza que no falla. Queremos iniciar "una nueva era bajo el signo de la esperanza" (cf. Juan Pablo II, Discurso inaugural, V).




1. PROFESION DE FE


4 Bendecimos a Dios que en su amor misericordioso "envio a su Hijo, nacido de mujer" (Ga 4,4) para salvar a todos los hombres. Asi Jesucristo se hizo uno de nosotros (He 2,17). Ungido por el Espiritu Santo (Lc 1,15) proclama en la plenitud de los tiempos la Buena Nueva diciendo: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios esta cerca. Convertios y creed en el Evangelio" (Mc 1,15). Este Reino inaugurado por Jesus nos revela primeramente al propio Dios como "un Padre amoroso y lleno de compasion" (RMi 13), que llama a todos, hombres y mujeres, a ingresar en él.

Para subrayar este aspecto, Jesus se ha acercado sobre todo a aquéllos que por sus miserias estaban al margen de la sociedad, anunciandoles la "Buena Nueva". Al comienzo de su ministerio proclama que ha sido enviado a "anunciar a los pobres la Buena Nueva" (Lc 4,18). A todas las victimas del rechazo y del desprecio, conscientes de sus carencias, Jesus les dice: "Bienaventurados los pobres" (Lc 6,20 RMi 14). Asi, pues, los necesitados y pecadores pueden sentirse amados por Dios, y objeto de su inmensa ternura (Lc 1 Lc 5,1-32).


5 La entrada en el Reino de Dios se realiza mediante la fe en la Palabra de Jesus, sellada por el bautismo, atestiguada en el seguimiento, en el compartir su vida, su muerte y resurreccion (Rm 6,9). Esto exige una profunda conversion (Mc 1,15 Mt 4,17), una ruptura con toda forma de egoismo en un mundo marcado por el pecado (Mt 7,21 Jn 14,15 RMi Jn 13); es decir, una adhesion al anuncio de las bienaventuranzas (Mt 5,1-10).

El misterio del Reino, escondido durante siglos y generaciones en Dios (Col 1,26) y presente en la vida y las palabras de Jesus, identificado con su persona, es don del Padre (Lc 12,32 y Mt 20,23) y consiste en la comunion, gratuitamente ofrecida, del ser humano con Dios (EN 9 Jn 14, 23), comenzando en esta vida y teniendo su realizacion plena en la eternidad (EN 27).

El amor de Dios se atestigua en el amor fraterno (1Jn 4,20), del cual no puede separarse: "Si nos amamos unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud" (1Jn 4,12). "Por tanto, la naturaleza del Reino es la comunion de todos los seres humanos entre si y con Dios" (RMi 15).


6 Para la realizacion del Reino, "Jesus instituyo Doce para que estuvieran con El, y para enviarlos a predicar" (Mc 3,14), a los cuales revelo los "misterios" del Padre haciéndolos sus amigos (Jn 15,15) y continuadores de la misma mision que El habia recibido de su Padre (Jn 20,21), y estableciendo a Pedro como fundamento de la nueva comunidad (Mt 16,18).

Antes de su ida al Padre, Jesus instituyo el sacramento de su amor, la Eucaristia (Mc 14,24), memorial de su sacrificio. Asi permanece el Senor en medio de su pueblo para alimentarlo con su Cuerpo y con su Sangre, fortaleciendo y expresando la comunion y la solidaridad que debe reinar entre los cristianos, mientras peregrinan por los caminos de la tierra con la esperanza del encuentro pleno con El. Victima sin mancha ofrecida a Dios (He 9,14), Jesus es igualmente el sacerdote que quita el pecado con una unica ofrenda (He 10,14).

El, y solo El, es nuestra salvacion, nuestra justicia, nuestra paz y nuestra reconciliacion. En El fuimos reconciliados con Dios y por El nos fue confiado el "Ministerio de la Reconciliacion" (2Co 5,19). El derriba todo muro que separa a los hombres y a los pueblos (cf. Ef 2,14). Por eso hoy, en este tiempo de Nueva Evangelizacion, queremos repetir con el apostol San Pablo: "Déjense reconciliar con Dios" (2Co 5,20).


7 Confesamos que Jesus, que verdaderamente resucito y subio al cielo, es Senor, consubstancial al Padre, "en El reside toda la plenitud de la divinidad" (Col 2,9); sentado a su derecha, merece el tributo de nuestra adoracion. "La resurreccion confiere un alcance universal al mensaje de Cristo, a su accion y a toda su mision" (RMi 16). Cristo resucito para comunicarnos su vida. De su plenitud todos hemos recibido la gracia (Jn 1,16). Jesucristo, que murio para liberarnos del pecado y de la muerte, ha resucitado para hacernos hijos de Dios en El. Si no hubiera resucitado, "vana seria nuestra predicacion y vana nuestra fe" (1Co 15,14). El es nuestra esperanza (1Tm 1,1 1Tm 3,14-16), ya que puede salvar a los que se acercan a Dios y esta siempre vivo para interceder en favor nuestro (He 7,25).

Conforme a la promesa de Jesus, el Espiritu Santo fue derramado sobre los apostoles reunidos con Maria en el cenaculo (Ac 1,12-14 Ac 2,1). Con la donacion del Espiritu en Pentecostés, la Iglesia fue enviada a anunciar el Evangelio. Desde ese dia, ella, nuevo pueblo de Dios (1P 2,9-10) y cuerpo de Cristo (1Co 12,27 Ef 1Co 4,12), esta ordenada al Reino, del cual es germen, signo e instrumento (RMi 18) hasta el fin de los tiempos. La Iglesia, desde entonces y hasta nuestros dias, engendra por la predicacion y el bautismo nuevos hijos de Dios, concebidos por el Espiritu Santo y nacidos de Dios (LG 64).


8 En la comunion de la fe apostolica, que por boca de Pedro confeso en Palestina: "Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo" (Mt 16,16), hoy hacemos nuestras las palabras de Pablo VI que al empezar nuestros trabajos nos recordaba Juan Pablo II: "¡Cristo! Cristo, nuestro principio. Cristo, nuestra vida y nuestro guia. Cristo, nuestra esperanza y nuestro término... Que no se cierna sobre esta asamblea otra luz que no sea la de Cristo, luz del mundo. Que ninguna otra verdad atraiga nuestra mente fuera de las palabras del Senor, unico Maestro. Que no tengamos otra aspiracion que la de serle absolutamente fieles. Que ninguna otra esperanza nos sostenga, si no es aquélla que, mediante su palabra, conforta nuestra debilidad..." (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 1).

Si, confesamos que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. El es el Hijo unico del Padre, hecho hombre en el seno de la Virgen Maria, por obra del Espiritu Santo, que vino al mundo para librarnos de toda esclavitud de pecado, a darnos la gracia de la adopcion filial, y a reconciliarnos con Dios y con los hombres. El es el Evangelio viviente del amor del Padre. En El la humanidad tiene la medida de su dignidad y el sentido de su desarrollo.


9 Reconocemos la dramatica situacion en que el pecado coloca al hombre. Porque el hombre creado bueno, a imagen del mismo Dios, senor responsable de la creacion, al pecar ha quedado enemistado con El, dividido en si mismo, ha roto la solidaridad con el projimo y destruido la armonia de la naturaleza. Ahi reconocemos el origen de los males individuales y colectivos que lamentamos en América Latina: las guerras, el terrorismo, la droga, la miseria, las opresiones e injusticias, la mentira institucionalizada, la marginacion de grupos étnicos, la corrupcion, los ataques a la familia, el abandono de los ninos y ancianos, las campanas contra la vida, el aborto, la instrumentalizacion de la mujer, la depredacion del medio ambiente, en fin, todo lo que caracteriza una cultura de muerte.

¿Quién nos librara de estas fuerzas de muerte? (Rm 7,24). Solo la gracia de Nuestro Senor Jesucristo, ofrecida una vez mas a los hombres y mujeres de América Latina, como llamada a la conversion del corazon. La renovada evangelizacion que ahora emprendemos debe ser, pues, una invitacion a convertir al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres (cf. Juan Pablo II, Discurso inaugural, 18), para que los cristianos seamos como el alma en todos los ambientes de la vida social (cf. Carta a Diogneto 6).


10 Identificados con Cristo que vive en cada uno (Ga 2,20) y conducidos por el Espiritu Santo, los hijos de Dios reciben en su corazon la ley del amor. De esta manera pueden responder a la exigencia de ser perfectos como el Padre que esta en el cielo (Mt 5,48), siguiendo a Jesucristo y cargando la propia cruz cada dia hasta dar la vida por El (Mc 8,34-36).

11 Creemos en la Iglesia una, santa, catolica y apostolica y la amamos. Fundada por Jesucristo "sobre el fundamento de los Apostoles" (cf. Ef 2,20) cuyos sucesores, los obispos, presiden las distintas Iglesias particulares. En comunion entre ellos y presididos en la caridad por el Obispo de Roma, sirven a sus Iglesias particulares, de modo que en cada una de ellas esté viva y operante la Iglesia de Cristo. Ella es "la primera beneficiaria de la salvacion. Cristo la ha adquirido con su sangre (Ac 20,28) y la ha hecho su colaboradora en la obra de la salvacion universal" (RMi 9).

Peregrina en este continente, esta presente y se realiza como comunidad de hermanos bajo la conduccion de los obispos. Fieles y pastores, congregados por el Espiritu Santo (CD 11) en torno a la Palabra de Dios y a la mesa de la Eucaristia, son a su vez enviados a proclamar el Evangelio, anunciando a Jesucristo y dando testimonio de amor fraterno.


12 "La Iglesia peregrinante es, por naturaleza, misionera, puesto que toma su origen de la mision del Hijo y de la mision del Espiritu Santo, segun el designio de Dios Padre" (AGD 2). La evangelizacion es su razon de ser; existe para evangelizar (EN 15). Para América Latina, providencialmente animada con un nuevo ardor evangélico, ha llegado la hora de llevar su fe a los pueblos que aun no conocen a Cristo, en la certeza confiada de que "la fe se fortalece dandola" (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 28).

La Iglesia quiere realizar en estos tiempos una Nueva Evangelizacion que transmita, consolide y madure en nuestros pueblos la fe en Dios, Padre de Nuestro Senor Jesucristo. Esta evangelizacion "debe contener siempre -como base, centro y a la vez culmen de su dinamismo- una clara proclamacion de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvacion a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios" (EN 27).


13 El anuncio cristiano, por su propio vigor, tiende a sanar, afianzar y promover al hombre, a constituir una comunidad fraterna, renovando la misma humanidad y dandole su plena dignidad humana, con la novedad del bautismo y de la vida segun el Evangelio (EN 18). La Evangelizacion promueve el desarrollo integral, exigiendo de todos y cada uno el pleno respeto de sus derechos y la plena observancia de sus deberes, a fin de crear una sociedad justa y solidaria, en camino a su plenitud en el Reino definitivo. El hombre esta llamado a colaborar y ser instrumento con Jesucristo en la Evangelizacion. En América Latina, continente religioso y sufrido, urge una Nueva Evangelizacion que proclame sin equivocos el Evangelio de la justicia, del amor y de la misericordia.

Sabemos que, en virtud de la encarnacion, Cristo se ha unido en cierto modo a todo hombre (GS 22). Es la perfecta revelacion del hombre al propio hombre y él que descubre la sublimidad de su vocacion (). Jesucristo se inserta en el corazon de la humanidad e invita a todas las culturas a dejarse llevar por su espiritu hacia la plenitud, elevando en ellas lo que es bueno y purificando lo que se encuentra marcado por el pecado. Toda evangelizacion ha de ser, por tanto, inculturacion del Evangelio. Asi toda cultura puede llegar a ser cristiana, es decir, a hacer referencia a Cristo e inspirarse en El y en su mensaje (cf. Juan Pablo II, Discurso a la II Asamblea plenaria de la Pontificia Comision para América Latina, 14.6.91, 4). Jesucristo es, en efecto, la medida de toda cultura y de toda obra humana. La inculturacion del Evangelio es un imperativo del seguimiento de Jesus y necesaria para restaurar el rostro desfigurado del mundo (LG 8). Es una labor que se realiza en el proyecto de cada pueblo, fortaleciendo su identidad y liberandolo de los poderes de la muerte. Por eso podemos anunciar con confianza: hombres y mujeres de Latinoamérica, ¡Abrid los corazones a Jesucristo. El es el camino, la verdad y la vida, quien le sigue no anda en tinieblas! (Jn 14,6 Jn 8,12).


14 Creemos que Cristo, el Senor, ha de volver para llevar a su plenitud el Reino de Dios y entregarlo al Padre (1Co 15,24), transformada ya la creacion entera en "los cielos y la tierra nueva en los que habita la justicia" (2P 3,13). Alli alcanzaremos la comunion perfecta del cielo, en el gozo de la vision eterna de la Trinidad. Hombres y mujeres, que se hayan mantenido fieles al Senor, vencidos finalmente el pecado, el diablo y la muerte, llegaran a su plenitud humana, participando de la misma naturaleza divina (2P 1,4). Entonces Cristo recapitulara y reconciliara plenamente la creacion, todo sera suyo y Dios sera todo en todos (1Co 15,28).


15 Confirmando la fe de nuestro pueblo queremos proclamar que la Virgen Maria, Madre de Cristo y de la Iglesia, es la primera redimida y la primera creyente. Maria, mujer de fe, ha sido plenamente evangelizada, es la mas perfecta discipula y evangelizadora (Jn 2,1-12). Es el modelo de todos los discipulos y evangelizadores por su testimonio de oracion, de escucha de la Palabra de Dios y de pronta y fiel disponibilidad al servicio del Reino hasta la cruz. Su figura maternal fue decisiva para que los hombres y mujeres de América Latina se reconocieran en su dignidad de hijos de Dios. Maria es el sello distintivo de la cultura de nuestro continente. Madre y educadora del naciente pueblo latinoamericano, en Santa Maria de Guadalupe, a través del Beato Juan Diego, se "ofrece un gran ejemplo de Evangelizacion perfectamente inculturada" Juan Pablo II, Discurso inaugural, 24). Nos ha precedido en la peregrinacion de la fe y en el camino a la gloria, y acompana a nuestros pueblos que la invocan con amor hasta que nos encontremos definitivamente con su Hijo. Con alegria y agradecimiento acogemos el don inmenso de su maternidad, su ternura y proteccion, y aspiramos a amarla del mismo modo como Jesucristo la amo. Por eso la invocamos como Estrella de la Primera y de la Nueva Evangelizacion.




2. A LOS 500 ANOS DE LA PRIMERA EVANGELIZACION


16 "En los pueblos de América, Dios se ha escogido un nuevo pueblo, [...] lo ha hecho participe de su Espiritu. Mediante la Evangelizacion y la fe en Cristo, Dios ha renovado su alianza con América Latina" (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 3).

El ano 1492 fue clave en este proceso de predicacion de la Buena Nueva. En efecto, "lo que la Iglesia celebra en esta conmemoracion no son acontecimientos historicos mas o menos discutibles, sino una realidad espléndida y permanente que no se puede infravalorar: la llegada de la fe, la proclamacion y difusion del Mensaje evangélico en el continente [americano]. Y lo celebra en el sentido mas profundo y teologico del término: como se celebra a Jesucristo, Senor de la historia y de los destinos de la humanidad" (Juan Pablo II, Alocucion dominical, 5.1.92, 2).


17 La presencia creadora, providente y salvadora de Dios acompanaba ya la vida de estos pueblos. Las "semillas del Verbo", presentes en el hondo sentido religioso de las culturas precolombinas, esperaban el fecundo rocio del Espiritu. Tales culturas ofrecian en su base, junto a otros aspectos necesitados de purificacion, aspectos positivos como la apertura a la accion de Dios, el sentido de la gratitud por los frutos de la tierra, el caracter sagrado de la vida humana y la valoracion de la familia, el sentido de solidaridad y la corresponsabilidad en el trabajo comun, la importancia de lo cultual, la creencia en una vida ultraterrena y tantos otros valores que enriquecen el alma latinoamericana (cf. Juan Pablo II, Mensaje a los indigenas, 12.10.92, 1). Esta religiosidad natural predisponia a los indigenas americanos a una mas pronta recepcion del Evangelio, aunque hubo evangelizadores que no siempre estuvieron en condiciones de reconocer esos valores.


18 Como consecuencia, el encuentro del catolicismo ibérico y las culturas americanas dio lugar a un proceso peculiar de mestizaje, que si bien tuvo aspectos conflictivos, pone de relieve las raices catolicas asi como la singular identidad del Continente. Dicho proceso de mestizaje, también perceptible en multiples formas de religiosidad popular y de arte mestizo, es conjuncion de lo perenne cristiano con lo propio de América, y desde la primera hora se extendio a lo largo y ancho del Continente.

La historia nos muestra "que se llevo a cabo una valida, fecunda y admirable obra evangelizadora y que, mediante ella, se abrio camino de tal modo en América la verdad sobre Dios y sobre el hombre que, de hecho, la Evangelizacion misma constituye una especie de tribunal de acusacion para los responsables de aquellos abusos [de colonizadores a veces sin escrupulos]" (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 4).


19 La obra evangelizadora, inspirada por el Espiritu Santo, que al comienzo tuvo como generosos protagonistas sobre todo a miembros de ordenes religiosas, fue una obra conjunta de todo el pueblo de Dios, de Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos. Entre éstos ultimos hay que senalar también la colaboracion de los propios indigenas bautizados, a los que se sumaron, con el correr del tiempo, catequistas afroamericanos.

Aquella primera evangelizacion tuvo sus instrumentos privilegiados en hombres y mujeres de vida santa. Los medios pastorales fueron una incansable predicacion de la Palabra, la celebracion de los sacramentos, la catequesis, el culto mariano, la practica de las obras de misericordia, la denuncia de las injusticias, la defensa de los pobres y la especial solicitud por la educacion y la promocion humana.


20 Los grandes evangelizadores defendieron los derechos y la dignidad de los aborigenes, y censuraron "los atropellos cometidos contra los indios en la época de la conquista" (Juan Pablo II, Mensaje a los indigenas, 12.10.92, 2). Los Obispos, por su parte, en sus Concilios y otras reuniones, en cartas a los Reyes de Espana y Portugal y en los decretos de visita pastoral, revelan también esta actitud profética de denuncia, unida al anuncio del Evangelio.

Asi, pues, "la Iglesia, que con sus religiosos, sacerdotes y obispos ha estado siempre al lado de los indigenas, ¿como podria olvidar en este V Centenario los enormes sufrimientos infligidos a los pobladores de este Continente durante la época de la conquista y la colonizacion? Hay que reconocer con toda verdad los abusos cometidos debido a la falta de amor de aquellas personas que no supieron ver en los indigenas hermanos e hijos del mismo Padre Dios" (Juan Pablo II, Mensaje a los indigenas, 2). Lamentablemente estos dolores se han prolongado, en algunas formas, hasta nuestros dias.

Uno de los episodios mas tristes de la historia latinoamericana y del Caribe fue el traslado forzoso, como esclavos, de un enorme numero de africanos. En la trata de los negros participaron entidades gubernamentales y particulares de casi todos los paises de la Europa atlantica y de las Américas. El inhumano trafico esclavista, la falta de respeto a la vida, a la identidad personal y familiar y a las etnias son un baldon escandaloso para la historia de la humanidad. Queremos con Juan Pablo II pedir perdon a Dios por este "holocausto desconocido" en el que "han tomado parte personas bautizadas que no han vivido segun su fe" (Discurso en la Isla de Gorea, Senegal, 21.2.92; Mensaje a los afroamericanos, Santo Domingo, 12.10.92, 2).


21 Mirando la época historica mas reciente, nos seguimos encontrando con las huellas vivas de una cultura de siglos, en cuyo nucleo esta presente el Evangelio. Esta presencia es atestiguada particularmente por la vida de los santos americanos, quienes, al vivir en plenitud el Evangelio, han sido los testigos mas auténticos, creibles y cualificados de Jesucristo. La Iglesia ha proclamado las virtudes heroicas de muchos de ellos desde el Beato indio Juan Diego, Santa Rosa de Lima y San Martin de Porres hasta San Ezequiel Moreno.

En este V Centenario queremos agradecer a los innumerables misioneros, agentes de pastoral y laicos anonimos, muchos de los cuales han actuado en el silencio, y especialmente a quienes han llegado hasta el testimonio de la sangre por amor de Jesus.








CELAM - III. UNA ESPERANZA QUE SE CONCRETA EN MISION