Catena aurea ES 4710

MATEO 17,10-13


4710 (Mt 17,10-13)

Y sus discípulos le preguntaron y dijeron: "¿pues por qué dicen los escribas que Elías debe venir primero?" Y El les respondió y dijo: "Elías, en verdad, ha de venir, y restablecerá todas las cosas. Mas os digo que ya vino Elías, y no le conocieron; antes hicieron con él cuanto quisieron. Así también harán ellos padecer al Hijo del Hombre". Entonces entendieron los discípulos que les había hablado de Juan el Bautista. (vv. 10-13)

San Jerónimo. Es tradición de los judíos, fundada en el profeta Malaquías (Ml 4), que Elías debe preceder a la venida del Señor, reducir el corazón de los padres para con los hijos y el de los hijos para con sus padres y restablecer todas las cosas en su primitivo estado. Los discípulos, en vista de esto, creen que esta transformación gloriosa es precisamente la que acababan de ver en el monte. Por eso dice: "Y sus discípulos le preguntaron y dijeron": ¿pues por qué dicen lo escribas que Elías debe venir?, etc. Que equivale a preguntar: Si tú ya te has presentado glorioso, ¿cómo no se presenta tu precursor? Hablan de esta manera principalmente porque habían visto que se retiró Elías.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 57,1. No sabían los discípulos por las Escrituras la tal venida de Elías, sino porque lo habían oído de los escribas y este dicho corría entre el pueblo ignorante, como otras cosas que se relacionaban con la venida de Cristo. Mas los escribas no interpretaban como convenía todo lo relativo a la venida de Cristo y de Elías. Las Escrituras hablan de dos venidas de Cristo: de la que ya ha tenido lugar y de la que se realizará después. Pero los escribas, para engañar al pueblo, no hablaban más que de una sola venida y sostenían que, si Jesús era el Cristo, debía ser precedido por Elías. Cristo resuelve esta dificultad de los discípulos diciendo: "Y El les respondió: Elías, en verdad, ha de venir y restablecerá todas las cosas. Mas os digo que ya vino Elías, etc. " No creáis que se equivocó el Señor diciendo unas veces, que vendrá Elías y otras que ya vino, porque cuando dice que vendrá Elías y restablecerá todas las cosas, habla del mismo Elías en su propia persona: El restablecerá todas las cosas corrigiendo la infidelidad de los judíos, que entonces encontrará. Esto es precisamente convertir el corazón de los padres hacia los hijos, es decir, el de los judíos hacia los apóstoles.

San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,21. O también restablecerá todas las cosas, esto es, todo lo que hubiese trastornado la persecución del Anticristo. O también que El mismo, muriendo, restablezca lo que debe.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 57,1. Si tan grandes bienes producirá la presencia de Elías, ¿por qué no fue enviado ya? Diremos porque entonces tomarían a Cristo por Elías y no creerían en El. Entonces creerán en Elías. Porque anunciando él a Jesús, por tanto tiempo esperado, estarán todos más dispuestos a recibir sus palabras. Cuando el Señor dice que ya vino Elías, este Elías de quien habla el Señor es Juan, a quien por su especial ministerio llama Elías. Porque así como Elías será el precursor de su segunda venida, así también lo ha sido Juan de la primera y llamando a Juan "Elías", nos manifiesta el Señor la conformidad de su venida con el Antiguo Testamento y las profecías.

San Jerónimo. Aquel que debe venir a la segunda venida del Salvador personalmente y en su propio cuerpo, ha venido ya por Juan en virtud y en espíritu. Sigue: "Y no lo conocieron". Esto es, lo despreciaron y lo decapitaron.

San Hilario, in Matthaeum, 17. A fin de que precediendo a la venida del Señor precediese también a su pasión y fuese un símbolo profético en los desprecios y ultrajes que recibió. Por eso sigue: "Así también harán ellos padecer al Hijo del hombre".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 57,2. Refiere con oportunidad su pasión, haciendo mención de la de Juan, para que de esta manera se consolasen los discípulos.

San Jerónimo. Se pregunta aquí: ¿cómo es que se dice que Herodes y Herodías, que decapitaron a Juan, fueron los que crucificaron también a Jesús, estando escrito que los escribas y los fariseos dieron muerte a Jesús? Responderemos en pocas palabras diciendo, que la facción de los fariseos consintió la muerte de Juan y en la muerte del Señor impuso Herodes su voluntad mandándole a Pilato para que después de burlado y abofeteado le crucificara.

Rábano. Por los indicios de la pasión del Señor (que ya El mismo les había predicho en muchas ocasiones) y por la relación que les hizo de la muerte de Juan su precursor (que ya había tenido lugar), comprendieron los discípulos que Juan era el designado bajo el nombre de Elías. Por eso sigue: "Entonces comprendieron, etc. "

Orígenes, homilia 3 in Matthaeum. Cuando dice el Señor, refiriéndose a Juan, "Elías ya vino" no debe entenderse que vino el alma de Elías, porque esto sería caer en el error de la reencarnación, tan contrario a la verdad de la Iglesia, sino que vino, como predijo el ángel, (Lc 1,17) en el espíritu y en la virtud de Elías.

MATEO 17,14-17


4714 (Mt 17,14-17)

Y cuando llegó a donde estaba la gente, vino a El un hombre, e hincadas las rodillas delante de El, le dijo: "Señor, apiádate de mi hijo, que es lunático y padece mucho; pues muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. Y lo he presentado a tus discípulos, y no lo han podido sanar". Y respondiendo Jesús dijo: "¡Oh generación incrédula y depravada! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿hasta cuándo os sufriré? Traédmelo acá": y Jesús le increpó, y salió de él el demonio, y desde aquella hora fue sanado el mozo. (vv. 14-17)

Orígenes, homilia 3 in Matthaeum. Pedro, deseando esta vida gloriosa y prefiriendo su propia utilidad a la de los demás, decía: "Bien es que nos estemos aquí", pero como la caridad no busca la propia utilidad (1Co 13), Jesús no hizo lo que parecía un bien a Pedro, sino como que bajó del monte elevado de su divinidad, a donde estaba la gente, con el objeto de ser útil a todos aquellos que, por tener enfermas sus almas, no podían subir a donde El estaba. Por eso se dice: "Y cuando llegó a donde estaba la gente, etc. ". Y si El no hubiera bajado a donde estaba la gente, no se le hubiera aproximado aquel de quien se añade: "Vino a El un hombre, e hincadas las rodillas delante de El, le dijo: Señor, apiádate de mi hijo". En estas palabras debemos considerar que unas veces creen y suplican por su salud los mismos que padecen; otras veces, como en este caso, en que el que se arrodilla ruega por su hijo, piden otros por los que padecen; y otras el mismo Salvador, sin mediar súplica de nadie, concede la salud. Debemos en primer lugar investigar, qué es lo que significan las palabras: "Porque es lunático y padece mucho". Los médicos dicen lo que quieren en este punto. Pretenden que no es resultado del espíritu impuro esa enfermedad, sino efecto de los humores puestos en movimiento en la cabeza de aquellos que tienen la naturaleza húmeda, por la influencia de la luna. Pero nosotros, que creemos en el Evangelio, decimos que el espíritu impuro es el que produce en las almas ese padecimiento. Observa él ciertas fases de la luna y conforme a ellas obra de manera que pone en armonía con ellas los padecimientos del hombre y arroja el mal sobre las criaturas de Dios. De esta manera otros demonios ponen acechanzas a los hombres según ciertas señales de las estrellas y les hacen creer que la iniquidad baja de las alturas del cielo (Ps 72) Por eso llaman benéficas a unas estrellas y maléficas a otras, no habiendo hecho Dios estrella alguna mala ni para que cause el mal.

Sigue: "Y muchas veces cae en el fuego".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 57,3. No debemos olvidar que si no fuera por la providencia el hombre ya hubiera perecido. Porque el demonio, que le precipitaba en el agua y en el fuego, le hubiera quitado completamente la vida, si Dios no lo hubiera detenido.

San Jerónimo. En las palabras: "Y lo he presentado a tus discípulos y no han podido curar", acusa abiertamente a los apóstoles, pero muchas veces la imposibilidad de curar, no depende de la incapacidad de los que curan, sino de la poca fe de los que han de ser curados.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 57,3. Observad por otra parte la imprudencia de ese hombre en interpelar a Jesús sobre sus discípulos en presencia del pueblo, pero Jesús desvanece esa acusación, haciendo recaer sobre el mismo hombre la causa de no haber sido curado. Alega, en efecto, muchas razones que comprueban la poca fe de ese hombre. Sin embargo, el Salvador, para no asustarlo, no lo ataca personalmente, sino que se dirige a todos los judíos. Porque es probable que muchos de los que se hallaban presentes no pensaran bien de sus discípulos. Y por eso sigue: "Y respondiendo Jesús, dijo: ¿hasta cuándo, etc. ?" Por las palabras: "¿Hasta cuándo estaré con vosotros?" el Señor muestra que quiere morir1 y su deseo de alejarse.

Remigio. Es necesario saber que el Señor no comenzó entonces a sufrir las injusticias de los judíos, sino que hacía ya mucho tiempo que las venía sufriendo, y por eso dice: "¿Hasta cuándo os sufriré?" Es como si dijera: sois indignos de mi presencia porque hace ya mucho tiempo que comencé a sufrir vuestras injusticias.

Orígenes, homilia 3 in Matthaeum. O también porque sus discípulos, que aún tenían poca fe, no habían podido sanar al hijo de ese hombre, dijo: "Oh generación incrédula", y en las palabras que añade "perversa", demuestra que la malicia es hija de la perversidad y extraña a la naturaleza y yo pienso que, a causa de la perversidad del género humano, dijo como agobiado por el peso de tanta malicia: "¿Hasta cuándo estaré con vosotros?"

San Jerónimo. Mas no debe creerse que estaba dominado por el tedio y que el Salvador dulce y suave prorrumpió en palabras llenas de furor, sino que habló a la manera de un médico que ve que el enfermo obra en contra de sus órdenes. Exclama y dice: ¿hasta cuándo iré a tu casa? ¿Hasta cuándo estaré perjudicándome en mi trabajo, mandándote yo una cosa y haciendo tú todo lo contrario? Que efectivamente no estaba irritado el Señor contra ese hombre sino contra los vicios, y que se vale de ese hombre para argüir a los judíos por su infidelidad, está bien claro en las palabras siguientes: "Traédmelo acá".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 57,3. Después de haber excusado el Señor a sus discípulos, infunde en el padre del hijo la dulce esperanza de curar al hijo y le persuade a que tenga fe en el milagro. Y viendo que el demonio se agitaba mucho con solo llamarlo, le increpó y por eso sigue: "Y Jesús le increpó". No es al paciente a quien increpa, sino al demonio.

Remigio. En este hecho dio un ejemplo a los predicadores, a fin de que persigan al vicio y favorezcan al hombre.

San Jerónimo. O también increpó al muchacho porque a causa de sus vicios había sido maltratado por el demonio.

Rábano. En mi opinión y en sentido tropológico2 es lunático todo aquel que a cada momento se vuelve al vicio y algunas veces se va al fuego porque el corazón de los adúlteros está quemándose de continuo. Otras veces a las aguas, esto es, de los placeres y de los deseos, que no pueden ser extinguidos por la caridad.

San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,22. O también el fuego significa la cólera, que se dirige siempre a las alturas y el agua a los placeres carnales.

Orígenes, homilia 4 in Matthaeum. Acerca de la inconstancia del pecador se dice (Si 27,12): "El necio se muda como la luna". Y es de ver cómo semejantes hombres se lanzan con ciertos ímpetus en determinadas circunstancias hacia las buenas obras y cómo en otras se les ve ser presa de las pasiones y con cierta languidez de espíritu y caer de la virtud en que se creían estar seguros. Quizás el ángel a quien tocó guardar a semejante lunático, sea llamado en este pasaje su padre y el que suplica al médico de las almas, que sane a su hijo de la enfermedad que no pudo sanar la humilde palabra de los discípulos de Cristo, por haberse hecho él sordo y no querer recibir los avisos de los discípulos. Por eso necesitó de la palabra de Cristo, a fin de que pudiese obrar en adelante guiado por la razón.

MATEO 17,18-20


4718 (Mt 17,18-20)

Entonces se acercaron a Jesús los discípulos aparte, y le dijeron: "¿por qué nosotros no le pudimos lanzar?" Jesús les dijo: "Por vuestra poca fe. Porque en verdad os digo, que si tuviereis fe, cuanto un grano de mostaza, diréis a este monte; pásate de aquí a allá, y se pasará: y nada os será imposible: Mas esta casta no se lanza sino por oración y ayuno". (vv. 18-20)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 57,3. Los discípulos habían recibido poder sobre los espíritus impuros, pero como no pudieron curar al endemoniado que se les presentó, parece como que dudaban si habrían perdido la gracia que se les había concedido. Por eso dice: "Entonces se llegaron, etc. " Le preguntan aparte, no por vergüenza, sino porque era grande e inefable el objeto de su pregunta.

Sigue: "Jesús les dijo: Por vuestra poca fe".

San Hilario, in Matthaeum, 17. Los apóstoles habían creído, pero su fe aún era imperfecta. Porque mientras Jesús estuvo en el monte, ellos se quedaron con la demás gente y con su contacto aflojaron en la fe.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 57,2. Por donde se ve que algunos apóstoles decayeron algo en la fe, aunque no todos, porque las columnas de la fe -Pedro, Santiago y Juan- no estaban con ellos.

San Jerónimo. Y esto es lo que dice el Señor en otro lugar (Mt 21,22) "Todo lo que pidiereis en mi nombre, se os concederá a causa de vuestra creencia". Luego si no recibimos algunas veces, no es por imposibilidad del que da, sino por culpa del que pide.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 57,2. Es necesario, sin embargo, saber, que así como basta muchas veces la fe del que se acerca para recibir el efecto del milagro, así también muchas veces es suficiente la virtud del que hace el milagro, aun cuando no crean aquellos que pidieron se hiciera el milagro. Tal sucedió en el hecho de Cornelio, con aquellos que atrajeron por su propia fe la gracia del Espíritu Santo, mientras que aquel muerto que fue arrojado al sepulcro de Elíseo resucitó por virtud del cuerpo santo (2R 13) Pero entonces aconteció que los discípulos que antes de la cruz tenían disposiciones imperfectas, decayeron algún tanto en la fe y por esta razón se dice que la fe es la causa de los milagros, según las palabras del Señor: "Porque en verdad os digo, que si tuviereis fe, etc. "

San Jerónimo. Piensan algunos que una fe, que es comparada con un grano de mostaza, es cosa de poca importancia. Pero oigan lo que dice el apóstol (1Co 13,2): "Y si yo tuviese una fe tan grande, de suerte que trasladara los montes". Luego es grande la fe que se compara con un grano de mostaza.

San Gregorio, 1, Moral, praefat. , cap. 2, Job. No se conoce la virtud de un grano de mostaza, como no se triture. De esta manera, si la persecución oprime y tritura al hombre santo, bien pronto se ve brillar en él el fervor de su espíritu, que antes se creía débil y despreciable.

Orígenes, homilia 4 in Matthaeum. O también se compara la fe con el grano de mostaza porque es despreciada por los hombres, que suelen mirarla como cosa vil y de escasa importancia. Y así como cuando ha conseguido esta semilla una alma buena, como tierra, entonces se hace un árbol grande. Así, la enfermedad del lunático resulta tan difícil de curar y es tan grande que se compara con un monte. Solamente podrán expulsarla aquellos que teniendo una fe íntegra quisiere sanar dolencias semejantes.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 57,3. Por esta razón hace mención de la traslación de las montañas y pasa más adelante el Señor, diciendo: "Y nada os será imposible".

Rábano. De esta manera la fe hace a nuestra alma capaz de todos los dones celestiales, a fin de que veamos que nos es sumamente fácil alcanzar de nuestro fiel Señor cuanto queramos.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 57,3. Mas si dijereis: ¿cuándo trasladaron los apóstoles las montañas? Os diré que hicieron cosas mayores que éstas porque resucitaron a los muertos en muchas ocasiones. Y se dice, que después de los apóstoles, los santos que les son inferiores, trasladaron las montañas en necesidades inminentes. Y no dice el Señor que harían esos portentos, sino que podrían hacerlos y es probable que los hicieran. Sin embargo no están escritos porque no se escribieron todos los milagros que hicieron.

San Jerónimo. La montaña de que aquí se trata, no es una montaña que se ve con los ojos del cuerpo, sino la montaña de que fue trasladado el lunático y de la que dice Jeremías (Jr 31) que su sombra ha infestado toda la tierra.

Glosa. El sentido es éste: diréis a esta montaña (esto es, al diablo soberbio): pasa de aquí (esto es, del cuerpo donde está) a las profundidades del mar (esto es, al profundo infierno) y pasará; "y nada os será imposible", es decir, no habrá enfermedad que no podáis curar.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 1,22. O de otro modo, a fin de que los discípulos no se ensoberbeciesen por el poder de hacer milagros, les avisa el Señor que procuren evitar en las curaciones la vanidad humana, significada en este pasaje por una montaña elevada y de hacerlas con la humildad de la fe, figurada en el grano de mostaza.

Rábano. Cuando enseña el Señor a los apóstoles la manera de arrojar al demonio, nos da a todos las reglas de vida que debemos seguir, a saber: que las tentaciones más grandes, bien provengan de los hombres, bien de los espíritus impuros, debemos vencerlas con los ayunos y con las oraciones, remedio único para poder aplacarlas. Por eso se añade: "Mas esta casta no se lanza sino por oración y ayuno".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 57,4. Palabras que se refieren, no sólo a la clase de demonios lunáticos, sino a toda clase de demonios. El ayuno, efectivamente, da mucha sabiduría, hace al hombre semejante a un ángel del cielo y combate a los poderes incorpóreos. Pero también le es necesaria la oración como elemento principal, y el que ora como conviene y ayuna, no necesita más. Porque de esta manera no se hace avaro y está pronto a dar limosna y el que ayuna está ligero, ora con vigilancia, apaga las malas concupiscencias, hace a Dios propicio y humilla el orgullo del alma. Luego el que une la oración con el ayuno, tiene dobles alas y más rapidez que los mismos vientos. No bosteza, ni se duerme durante la oración (como acontece a muchos) sino que está más enardecido que el fuego y es superior a la naturaleza terrestre. Este hombre es consiguientemente el enemigo terrible del demonio. Porque nada hay más poderoso que el hombre, que ora como debe. Y si tienes el cuerpo enfermo para ayunar, no lo tienes, sin embargo, para orar y si no puedes ayunar, puedes abstenerte de los placeres ilícitos y esto no es cosa de escasa importancia, ni muy distante del ayuno.

Orígenes, homilia 4 in Matthaeum. Si necesitamos, pues, alguna vez insistir por la curación de algún mal semejante, no hagamos juramentos al demonio, ni le preguntemos, ni le hablemos como si nos escuchara, sino espantemos a los espíritus malignos con nuestros ayunos y oraciones.

Glosa. O también, esta raza de demonios, esto es, esa movilidad de los placeres carnales, no se vence sino fortaleciendo el espíritu con la oración y dominando la carne con el ayuno.

Remigio. O también, aquí se habla de un ayuno general, por el que nos abstenemos, no solamente de las comidas, sino de todos los placeres carnales y de las pasiones pecaminosas. También debe tomarse la oración en sentido general, que consiste en hacer obras buenas y piadosas. De esta oración dice el apóstol (1Th 5,17) "Orad sin intermisión".

MATEO 17,21-22


4721 (Mt 17,21-22)

Y estando ellos en la Galilea, les dijo Jesús: "El Hijo del Hombre ha de ser entregado en manos de los hombres. Y lo matarán, y resucitará al tercero día". Y ellos se entristecieron en extremo. (vv. 21-22)

Remigio. Muchas veces el Señor había predicho a sus discípulos los misterios de su pasión, con el objeto de que cuando acontecieran, los tuvieran por tanto más ligeros, cuanto que ellos ya los conocían de antemano. Por esta razón se dice aquí: "Y estando ellos en la Galilea, les dijo Jesús: el Hijo del hombre ha de ser entregado, etc. "

Orígenes, homilia 4 in Matthaeum. Es a primera vista lo que se dice en este pasaje, una cosa tan parecida a lo que se ha dicho más arriba, que cualquiera diría, que el Señor no ha hecho más que repetir lo mismo; pero no es así porque se dijo más arriba que sería entregado y aquí no sólo se dice que será entregado, sino que será entregado a las manos de los hombres. Refiere el apóstol, "que el Hijo fue entregado por Dios Padre" (Rm 8), pero también es verdad, que fue entregado a manos de los hombres por sus poderosos enemigos.

San Jerónimo. Siempre van unidas las tristezas y los consuelos. Decimos esto porque si nos entristece la muerte del Señor, debe alegrarnos lo que a continuación se dice: "Y resucitará al tercer día".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 58,1. No dijo el Señor que estaría mucho tiempo muerto, sino que resucitaría al tercer día.

Orígenes, homilia 4 in Matthaeum. Cuando el Señor predijo estas cosas a sus discípulos, se llenaron de tristeza. "Y ellos se entristecieron en extremo", no teniendo presente lo que a continuación les añadió: "Y resucitará al tercer día", ni considerando, que al que debía morir, le bastaban tres días para destruir la muerte.

San Jerónimo. La tristeza extrema que tenían los discípulos, no era resultado de su incredulidad, sino del amor que tenían a su maestro, que no les permitía oír con paciencia de El cosa alguna siniestra y humillante.

MATEO 17,23-26


4723 (Mt 17,23-26)

Y como llegaron a Cafarnaúm, vinieron a Pedro los que cobraban los didracmas y le dijeron: "¿Vuestro Maestro, no paga los didracmas?" Dijo: "Sí". -Y entrando en la casa, Jesús le habló primero diciendo: "¿Qué te parece, Simón? ¿Los reyes de la tierra, de quién cobran el tributo o el censo? ¿De sus hijos o de los extraños?" -"De los extraños", respondió Pedro. -Jesús le dijo: "Luego los hijos son francos. Mas, porque no los escandalicemos, ve a la mar, y echa el anzuelo; y el primer pez que viniere, tómalo; y abriéndole la boca hallarás un estatero: tómalo y se lo darás por mí y por ti". (vv. 23-26).

Glosa. Ya que los discípulos se habían puesto tristes después que oyeron la pasión del Señor y para que nadie atribuyese a la necesidad -y no a la humildad- la pasión de Cristo, añade el evangelista un hecho que demuestra la libertad y la humildad de Cristo. Por eso dice: "Y como llegaron a Cafarnaúm, vinieron a Pedro los que cobraban los didracmas, etc. " San Hilario, in Matthaeum, 17. Se pide al Señor que pague los didracmas; esto es, dos denarios. Imponía la ley este impuesto a todo Israel, por la redención del cuerpo y del alma y a fin de atender a los ministros del templo.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 58,1. Cuando mandó el Señor dar muerte a todos los primogénitos de los egipcios, recibió el Señor el tributo de la tribu de Leví, en conmemoración de este hecho. Después, como en la Judea era inferior el número de los de la tribu que el número de los primogénitos, se mandó completar los que faltaban para llenar ese número con un siclo; de aquí trae origen la costumbre de pagar un impuesto por los primogénitos y como Cristo era primogénito, por eso le exigían el tributo y se acercan a Pedro para pedirlo porque les parecía que era el principal y yo soy de la opinión que no exigían en todas las ciudades estos tributos, y si exigieron en Cafarnaúm el tributo a Cristo, es porque creían que esa era su patria.

San Jerónimo. O de otro modo, la Judea fue hecha tributaria después de César Augusto. Todos estaban obligados a empadronarse; de aquí el que José y María -que eran de la misma tribu- tuvieran que ir a Belén. Y como el Señor había vivido en Nazaret, lugar de la Galilea, lindante con Cafarnaúm, por eso se le pide allí el tributo. No se atrevieron los que cobraban el tributo a pedírselo a Cristo, a causa de la fama de sus milagros y por eso se dirigen al discípulo.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 58,1. Y no lo exigieron con mucha vehemencia, sino con gran dulzura, ni tampoco en forma de acusación, sino que dijeron al discípulo preguntándole: "¿Vuestro Maestro no paga los didracmas?"

San Jerónimo. O también, hacen la pregunta con malicia, si Cristo pagaba los impuestos, para ver si se oponía a la voluntad del César.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 58,1¿Qué contesta Pedro? Dice que sí y se lo dice a aquellos, a quienes paga y no a Cristo, sin duda porque le causaba vergüenza el hablar de esas cosas a Cristo.

Glosa. O de otro modo, respondió Pedro que sí, esto es: Es cierto que no paga. Trató Pedro de comunicar al Señor que los herodianos le pedían el impuesto, pero el Señor lo previno diciendo: "Y entrando en la casa, Jesús le habló primero, etc. "

San Jerónimo. Antes que Pedro le sugiriera la idea, el Señor le pregunta, a fin de que no se escandalicen los discípulos por la exigencia del impuesto y para que vean cómo sabía El todo lo que se hacía en su ausencia.

Sigue: "De los extraños, respondió Pedro. Jesús le dijo: Luego los hijos son francos".

Orígenes, homilia 4 in Matthaeum. Este pasaje tiene dos sentidos. Según el primero, los hijos de los reyes de la tierra están libres para con los reyes de la tierra. Los extraños también están libres fuera de los límites de su patria y son esclavos (como lo eran los israelitas entre los egipcios) de aquellos que los avasallan. Según el segundo sentido, por la misma razón de que algunos son extraños de los hijos de los reyes de la tierra pero son hijos de Dios, están libres. Estos son aquellos que permanecen en las palabras de Jesús y han conocido la verdad y la verdad los ha librado de la servidumbre del pecado. Mas los hijos de los reyes de la tierra no están libres porque todo el que comete un pecado, es esclavo del pecado (Jn 8,34)

San Jerónimo. Mas nuestro Señor era hijo de rey, ya según la carne, ya según el espíritu, puesto que descendía de la estirpe de David y era el Verbo del Padre omnipotente. Luego como hijo de rey, no estaba obligado a los impuestos.

San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,23. Siempre se dice, que en ningún reino están obligados los hijos a pagar los impuestos. Con mucha más razón deben estar libres en cualquier reino los hijos del Reino de Aquel de quien dependen todos los reinos de la tierra.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 58,1. Mas si El no era hijo, en vano nos propuso este ejemplo. Pero dirá alguno: es hijo, pero no lo es propiamente, por lo tanto es extraño. De este modo, el ejemplo no tiene valor. Yo diría que Cristo no habla aquí de los hijos en general, sino de los hijos naturales y propios. De ahí la contraposición que estableció con los extraños, nombre con que designa a los no nacidos de los reyes. Ved también cómo certifica aquí Cristo lo que el Padre reveló a Pedro y que fue la causa de que exclamara: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16,16) Mirad cómo ni rechaza el tributo ni manda darlo sin más. Ante todo hace constar que El está exento; pero luego lo da. Lo uno para que no se escandalicen los discípulos, lo otro para que no se escandalicen los cobradores.

San Jerónimo. Luego aunque El estaba libre, sin embargo, como vistió la humildad de la carne, debió cumplir todos los deberes de justicia; por eso sigue: "Mas porque no los escandalicemos, etc. "

Orígenes, homilia 4 in Matthaeum. De aquí se deduce, que cuando se levantan algunos y con formas judiciarias, nos arrebatan nuestros bienes terrenales, ésos son mandados por los reyes de la tierra, para que nos exijan los bienes, que son suyos. Por eso el Señor con su ejemplo prohibe el dar escándalos, aun a semejantes hombres, ya para que no continúen pecando, o ya para salvarlos. El Hijo de Dios, que jamás hizo obra alguna servil, pagó sin embargo, los tributos y los impuestos, por la forma de esclavo, que tomó a causa del hombre.

San Jerónimo. No sé qué admirar más en este pasaje, si la presciencia del Salvador o su grandeza. Sabía por la presciencia, que en la boca de un pez y precisamente en el primero que debía coger Pedro, existía un estáter y por su grandeza y poder fue creado el estáter en la boca del pez; de esta manera hizo con su palabra lo que había de hallar después. Luego el mismo Cristo, por su excesiva caridad, llevó la cruz y pagó los impuestos. Y nosotros, desgraciados, que llevamos el nombre de Cristo y que no hemos hecho nada digno de tan grande majestad, no pagamos los impuestos por honra de El y estamos como hijos de un rey, exentos de los tributos. Simplemente el conocer esta conducta de Cristo, en medio de su pobreza extrema, puesto que no tenía con qué pagar el impuesto por su persona ni por la del apóstol, edifica a cualquiera que lo sepa. Y si alguno nos objetara, ¿pues cómo es que Judas llevaba una bolsa? Responderemos que Cristo consideraba como criminal el aplicar en utilidad propia lo que pertenecía a los pobres y que El mismo nos ha dejado este ejemplo.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 58,2. O también, que no quiere que se dé de la plata que llevaban, para hacer ver que El era el Señor del mar y de los peces.

Orígenes, homilia 4 in Matthaeum. O también, porque no llevaba la imagen del César. El príncipe de este mundo nada tenía que ver con El. Por eso no tomó la imagen del César de las cosas que poseía, sino del profundo del mar y no recibió El el estáter, ni lo hizo propiedad suya, para que la imagen del César no estuviese junto a la imagen de Dios invisible. Ved la prudencia de Cristo, que no rehúsa pagar el tributo, ni tampoco manda que se pague de la manera ordinaria. El Señor manifiesta primero; que no está sujeto al impuesto y después lo da. Hizo esto último es decir, el dar el impuesto, para que no se escandalicen los cobradores y lo primero, esto es, el manifestar que no estaba sujeto, para que no se escandalizasen los discípulos. Cuando los fariseos sentaron su doctrina acerca de las comidas, despreció el Señor el escándalo de los mismos fariseos (Mt 15) El Señor nos enseña con esta conducta que es preciso que sepamos cuándo conviene no despreciar a los que se escandalizan y cuándo es oportuno el ignorarlos.

San Gregorio, homiliae in Hiezechihelem prophetam, hom. 7,4. Debemos considerar que estamos en la obligación de evitar el escándalo en todo lo que no hay pecado; pero si el escándalo tiene su origen en la verdad, entonces es preferible dar lugar al escándalo a dejar la verdad.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 58,2. Y así como nos causa asombro la virtud de Cristo, así también debe llenarnos de admiración la fe de Pedro, que obedeció a una cosa tan difícil. Por eso el Señor lo recompensó por su fe y lo incorporó a sí en la paga del impuesto, cosa que le fue sumamente honrosa, por eso dice: "Y abriéndole la boca hallarás un estáter. Dalo por mí y por ti".

Glosa. Era costumbre que cada uno pagase por su persona un didracma y el estáter tenía el peso de dos didracmas.

Orígenes, homilia 4 in Matthaeum. En sentido místico, en el campo de la consolación (esto es, lo que significa la palabra de Cafarnaúm) el Señor consuela a todos los discípulos; los declara hijos libres y les da el poder de pescar este primer pez, para que reciba Pedro, con la subida del pez, el fruto de su pesca.

San Hilario, in Matthaeum, 17. Cuando el Señor aconseja a Pedro que vaya a buscar el primer pez nos indica también que subirían otros muchos. El bienaventurado y primer mártir , Esteban, subió primero, llevando en su boca un estáter, esto es, el didracma de la nueva predicación con valor como el de dos denarios. Porque predicaba la gloria de Dios y contemplaba en sus tormentos la pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

San Jerónimo. O también este pez primero, que fue cogido, fue el primer Adán a quien salvó el segundo Adán y lo que se encontró en su boca, esto es, en su confesión, es dado por Pedro y por el Señor.

Orígenes, homilia 4 in Matthaeum. Cuando viereis algún hombre avaro, corregido por algún Pedro, que le ha quitado de su boca las palabras del interés, decid que ese hombre ha subido del fondo del mar, es decir, de en medio de las olas de los cuidados propios de la avaricia, pendiente del anzuelo de la razón y que ha sido cogido y salvado por algún Pedro, que le ha enseñado la verdad y le ha dado, en lugar de un estáter, la imagen de Dios, es decir, su palabra.

San Jerónimo. Es de admirar que se pague una misma cantidad por el Señor y por Pedro; pero en sentido diferente. Porque la cantidad es dada por Pedro, como por un pecador, mas nuestro Señor jamás cometió pecado; sin embargo, dando la misma cantidad por el Señor que por el servidor se hace ver la semejanza carnal entre ambos.


Catena aurea ES 4710