Catena aurea ES 4818

MATEO 18,18-20


4818 (Mt 18,18-20)

"En verdad os digo que todo aquello que ligareis sobre la tierra, ligado será también en el cielo: y todo lo que desatareis sobre la tierra, desatado será también en el cielo. Dígoos además que si dos de vosotros se convinieren sobre la tierra, de toda cosa que pidieren les será hecho por mi Padre, que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos". (vv. 18-20)

San Jerónimo. Como el Señor había dicho: "Y si no oyere a la Iglesia, tenedlo como gentil y publicano" (Mt 18,17) y pudiera acontecer que el hermano, despreciado de este modo, contestara o pensara de esta manera: Si vosotros me despreciáis, yo os desprecio a vosotros; si vosotros me condenáis, yo os condeno a vosotros. El Señor dio a los apóstoles un poder tal, que no puede quedar duda a los condenados por ellos de que la sentencia humana está confirmada por la sentencia divina. Por eso dice: "En verdad os digo que todo aquello que ligareis", etc.

Origenes homilia 6 in Matthaeum. No dijo el Señor en los cielos como había dicho a Pedro, sinoenel cielo porqueno estan perfecto este podercomo el que dio a Pedro.

San Hilario, in Matthaeum,18. Estas palabras en que demuestra Aquel que encierra en sí todas las cosas la inmutabilidad del juicio de la severidad apostólica nos deben inspirar el mayor temor; de suerte que aquellos a quienes ligaren, esto es, abandonaren atados con los nudos de los pecados y aquellos a quienes desataren, es decir, recibieren la salvación con la concesión del perdón, quedan ligados o desatados en los cielos.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 60,2. Es de observar queno dijo al Primado de la Iglesia: Liga a tal, sino si vosotros atareis, las ligaduras serán indisolubles, como de jando esto a su juicio. Ved cómo a tael Señor con dobles ligaduras al incorregible: con la pena actual, es decir, con la separación de la Iglesia, de la que ya ha hablado el Señor, cuando dijo: "Tenedle como un publicano" (Mt 18,17), y con el suplicio futuro de quedar atadoenel cielo, afin de queconla multitud de juiciossedesvanezca la cólera del hermano.

San Agustín, sermones, 82,7. O de otra manera, habéis comenzado vosotros a mirar a vuestro hermano como a un publicano, le ligáis sobre la tierra; pero, mirad que le liguéis con justicia porque la justicia rompe las cadenas injustas. Mas cuando hayáis corregido a vuestro hermano y hayáis convenido con él, le habéis desatado sobre la tierra y una vez desatado en la tierra, queda desatado en el cielo. Hacéis mucho bien, no a vosotros sino a él, porque él no os perjudicó a vosotros, sino que se perjudicó así mismo.

Glosa. El Señor apoya, no sólo la excomunión, sino también las súplicas que hacen los que están unidos en la unidad de la Iglesia, cuando añade: "Dígoos además que si dos de vosotros se convinieren sobre la tierra", o recibiendo a un penitente, o rechazando a un soberbio,o sobre cualquier otro asunto de que trataren, pero que no sea opuesto a la unidad de la Iglesia, "les será hecho por mi Padre, que está en los cielos". Por las palabras: "Que está en los cielos", manifiesta que está sobre todas las cosas y que de esta manera puede conceder lo que se le pide. O también: "Está en los cielos", es decir, en los santos; lo que prueba que El concederá a los santos lo que le pidieren porque tienen ellos en sí mismos a Aquel a quien piden; de aquí resulta confirmada la sentencia de los que convienen porque Dios habita con ellos y por eso sigue: "Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos".

San Juan Crisóstomo , homilia in Matthaeum,hom. non. occ. O también dijo: "Hecho les será por mi Padre". Para demostrar que El concede al mismo tiempo que el Padre, añade: "Donde están dosotrescongregadosenmi nombre, allí estoyenmedio de ellos".

Origenes, homilia 6. Y no dijo: Estaré en medio de ellos, sino "estoy". Porque en seguida que se convienen algunos, se encuentra Cristo en ellos.

San Hilario, In Matthaeum, 18. Porque El, que es paz y caridad, colocará su asiento y habitación en las voluntades buenas y pacíficas.

San Jerónimo. En otras palabras, todo lo que precede nos llama a la concordia y por ellanos promete una recompensa y diciéndonos que El estará en medio de nosotros,nos estimula a que marchemos con rapidez hacia la paz.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum. Mas no dijo simplemente: "Porque donde están congregados", sino que añadió: "En mi nombre"; que es como si dijera: Si yo soy el motivo principal de la amistad que uno tiene con su prójimo, estaré con él, si es virtuoso en lo demás. ¿En qué consiste que los que se convienen entre sí no consiguen lo que piden? Primero, porque no piden lo que les conviene; segundo, porque no son dignos los que piden y porque no llevan las disposiciones convenientes. Por eso dice: "Si dos de vosotros", es decir, los que hacéis una vida evangélica; tercero, porque suplican, exigiendo la venganza contra aquellos que los han entristecido; cuarto, porque piden por los pecadores impenitentes.

Origenes, homilia 6 in Matthaeum. Este es el motivo para que no sean oídos cuando suplican. Porque no estamos conformes con nosotros mismos en todas las cosas sobre la tierra, ni en cuanto al dogma, ni en cuanto a la vida y así como no agrada la música si no hay armonía en las voces, así la Iglesia, si no hay concordia en ella, ni agrada a Dios, ni es oída por El.

San Jerónimo. También podemos entender este pasaje en sentido espiritual,en el sentido de que donde el espíritu y el alma y el cuerpo están unidos entre sí y no ofrecen el espectáculo de las voluntades que se hacen la guerra, obtendrán ellos lo que pidieren al Padre. Porque es indudable que cuando el cuerpo quiere lo mismo que el espíritu, la petición versa sobre las cosas buenas.

Origenes, homilia 6 in Matthaeum. O también que allí donde están unidos los dos Testamentos, la súplica, cualquiera que sea su objeto, es agradable a Dios.

MATEO 18,21-22


4821 (Mt 18,21-22)

Entonces Pedro, llegándose a él, dijo: "Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y le perdonaré? ¿Hasta siete veces?" Jesús le dice: "no te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete veces". (vv. 21-22)

San Jerónimo. El Señor había dicho anteriormente: "Guardaos de tener en poco a uno de estos pequeñitos" (Mt 18,10) y añadió: "Si pecare tu hermano contra ti, recíbelo" (Mt 18,15), etc. y prometió una recompensa diciendo: "Si dos de vosotros se convinieren, toda cosa que pidieren les será hecha", etc. ; provocado el apóstol Pedro por estas palabras, hace una pregunta y ved aquí lo que de ella se dice: "Entonces Pedro, llegándose a El, dijo: Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y le perdonaré?" etc. Y añade a la pregunta su parecer diciendo: "¿Hasta siete veces?"

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 61,1. Creyó él haber dicho muchas veces, pero ved la contestación de Cristo amigo del hombre: "Jesús le dice: no te digo hasta siete veces", etc.

San Agustín, sermones, 83,3. Me atrevo a decir, que aunque pecare setenta veces ocho veces, le perdonéis y si cien veces y cuantas veces pecare, perdonadle. Porque si Cristo encontró mil pecadores y sin embargo, a todos los perdonó, no debéis limitar la misericordia. Porque dice el apóstol (Col 3,13): "Perdonaos mutuamente las ofensas que hayáis cometido los unos contra los otros, como Dios os perdonó a vosotros en Cristo".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 61,1. Las palabras "setenta veces siete veces" no significan un número determinado, de suerte que el perdón concluya con el número, sino que expresa que debe ser siempre y sin interrupción.

San Agustín, sermones, 83,7. Sin embargo, no puso el Señor ese número sin su objeto. La ley fue dada en diez preceptos y si la ley está comprendida en el número diez, el pecado está significado por el número once. Porque ya pasa del diez y lo quebranta; el número siete suele tomarse por un todo porque el tiempo corre entero entre los siete días y once veces siete forman setenta y siete y El quiso que se perdonaran todos los pecados porque con el número setenta y siete quiso significar todos los pecados.

Orígenes, homilia 6 in Matthaeum.

O también porque el número seis parece designar la obra y el trabajo y el número siete la cesación y el reposo. Por consiguiente, aquel que ama al mundo y ejecuta las cosas que hay en él, u obra las cosas del mundo, peca siete veces. Pedro comprendió algo de esto, cuando preguntó si a las siete veces se debía perdonar; pero como Cristo sabía que algunos cometerían más pecados que los comprendidos en ese número, añadió al siete el número setenta, expresando de este modo que se debía perdonar a los hermanos que viven en el mundo y que pecan en el uso de las cosas de este mundo; pero si alguno pecare más de esos pecados, ya no tendrá perdón.

San Jerónimo. También puede entenderse el número setenta veces siete, esto es, cuatrocientas noventa veces, en el sentido de que se debe perdonar al hermano tantas veces cuantas pecare.

Rábano. De una manera, sin embargo, se da el perdón al hermano que lo pide, a saber: uniéndonos a él con los lazos de la caridad, como hizo José con sus hermanos y de otra manera, al enemigo perseguidor, a saber, deseando y si nos es posible, haciendo el bien como hizo David cuando lloró a Saúl.

MATEO 18,23-35


4823 (Mt 18,23-35)

"Por eso el reino de los cielos es comparado a un hombre rey que quiso entrar en cuentas con sus siervos. Y habiendo comenzado a tomar las cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. Y como no tuviese con qué pagarlos, mandó su Señor que fuese vendido él, y su mujer y sus hijos y cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: Señor, espérame, que todo te lo pagaré. Y compadecido el Señor de aquel siervo, le dejó libre, y le perdonó la deuda. Mas luego que salió aquel siervo, halló a uno de sus consiervos que le debía cien denarios: y trabando de él, le quería ahogar, diciendo: paga lo que debes. Y arrojándose a sus pies su compañero, le rogaba diciendo: Ten un poco de paciencia, y todo te lo pagaré. Mas él no quiso: sino que fue y le hizo poner en la cárcel hasta que pagase lo que le debía. Y viendo los otros siervos sus compañeros lo que pasaba, se entristecieron mucho y fueron a contar a su señor todo lo que había pasado. Entonces le llamó su señor y le dijo: siervo malo, toda la deuda te perdoné, porque me lo rogaste; ¿pues no debías tú también tener compasión de tu compañero, así como yo la tuve de ti? Y enojado el señor le hizo entregar a los atormentadores, hasta que pagase todo lo que debía. Del mismo modo hará también con vosotros mi Padre celestial, si no perdonareis de vuestros corazones cada uno a su hermano". (vv. 23-35)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 61,1. El Señor añade una parábola, a fin de que a nadie le resulte excesivo el número setenta veces siete veces.

San Jerónimo. Era muy común entre los sirios y sobre todo en la Palestina, el añadir una parábola a las cosas que decían, con el objeto de que los oyentes que no podían conservar en la memoria los preceptos dichos sencillamente los conservaran mediante comparaciones y ejemplos. De ahí que se diga: "Por eso el Reino de los Cielos es comparado", etc.

Orígenes, homilia 6 in Matthaeum.

El Hijo de Dios, así como es sabiduría, justicia y verdad, así también es El mismo, Reino; pero no de alguno de aquellos que están aquí abajo, sino de todos los que están allí arriba, en cuyos sentidos reinan la justicia y todas las demás virtudes y que, si han sido hechos habitantes del cielo, es porque llevan la imagen del hombre celestial. Este Reino de los Cielos, es decir, el Hijo de Dios, cuando tomó carne, uniéndose entonces así al hombre, fue hecho semejante al hombre rey.

Remigio. O también, por Reino de los Cielos se puede entender muy bien la Iglesia santa en la que opera el Señor lo que dice en esa parábola. Por la palabra hombre se designa algunas veces al Padre, como en aquel pasaje: "El Reino de los Cielos es semejante a un hombre rey, que trató de casar a su hijo" (Mt 22,2); otras veces se designa al Hijo. Aquí puede aplicarse a los dos, al Padre y al Hijo, que son un solo Dios; y a Dios se le llama Rey porque dirige y gobierna todo lo que creó.

Orígenes, homilia 6 in Matthaeum. Los servidores en esta parábola son los dispensadores de la palabra, a quienes está confiado el negociar y hacer producir los intereses del cielo.

Remigio. O también se entiende por siervos del hombre rey a todos los hombres, a quienes creó para que lo alabaran y a quienes dio la ley de la naturaleza y a quienes pide cuentas cuando discute su vida, sus costumbres y sus actos, para dar a cada uno según sus obras (Rm 2) Por eso sigue: "Y habiendo empezado a tomar las cuentas", etc.

Orígenes, homilia 6 in Matthaeum. El rey nos hará rendir cuentas de nuestra vida cuando sea necesario que todos nosotros seamos manifestados delante del tribunal de Cristo (2Co 5) No queremos decir con esto que Cristo necesite mucho tiempo para tomar esta cuenta. Porque el Señor hará por virtud admirable -al querer poner a las claras las almas de todos- que cada uno recuerde en poco tiempo todas sus acciones y dice: "Y habiendo comenzado a tomar las cuentas", etc. porque dará principio a tomar las cuentas por la casa de Dios (1P 4) De ahí es que le será presentado al principio del juicio el hombre a quien El dio muchos talentos y que en lugar de hacerlos fructificar presentó, a pesar de la obligación que se le había impuesto, grandes pérdidas. Es verosímil que en estos talentos que él perdió, estén representados los hombres que por causa suya se han perdido, resultando de aquí el haberse hecho deudor de muchos talentos por seguir a esa mujer, que se sienta sobre un talento de plomo y que lleva el nombre de iniquidad.

San Jerónimo. No se me oculta que hay algunos que ven al diablo en el hombre que debía los diez mil talentos y que entienden por la mujer y los hijos vendidos (mientras continúa él en la malicia) la necedad y los malos pensamientos. Porque así como a la sabiduría se la llama esposa del justo, así también a la necedad se la llama mujer del injusto y del pecador. ¿Pero cómo el Señor le perdona a él los diez mil talentos y él no nos perdona a nosotros, que somos sus consiervos, los cien denarios? Ni lo admiten los hombres prudentes y la interpretación eclesiástica lo rechaza.

San Agustín, sermones, 83,6. Es preciso decir, que como la ley es dada en diez preceptos, él debía diez mil talentos, esto es, todos los pecados que se cometen contra la ley del Señor.

Remigio. El hombre que peca, no puede levantarse sólo con su voluntad y consiguientemente no tiene en sí nada para que se le pueda perdonar los pecados. De aquí lo que sigue: "Y como no tuviese", etc. La mujer del necio es la necedad, el placer de la carne o la ambición.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 1,25. Esto significa que el trasgresor del Decálogo debe sufrir castigos por su ambición y sus malas obras, representadas aquí por su mujer y sus hijos. Ese es su precio, puesto que el precio del hombre vendido es el suplicio del hombre condenado.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 61,3. No manda esto llevado de un sentimiento cruel sino de un afecto inefable. Porque con esto quiere llenarle de santo temor y hacerle que suplique y no se venda. Resultado que se deja ver por lo que añade: "Y arrojándose a sus pies el siervo, le rogaba", etc.

Remigio. En las palabras "Y arrojándose a sus pies" se ve la humillación y la satisfacción del pecador y en las palabras "Ten un poco de paciencia conmigo", la voz del pecador que pide tiempo para vivir y corregirse. Grande es la benignidad y la clemencia del Señor para con los pecadores conversos; siempre El está preparado para perdonar los pecados mediante el bautismo y la penitencia. Por eso sigue: "Y compadecido el Señor", etc.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 61,3-4. Ved la sobreabundancia del amor divino. Pide el siervo que se le prolongue el tiempo y El le concede más de lo que le pide, perdonándole y concediéndole todas las deudas. Incluso hizo más. El quería darle desde el principio, pero no quería que su donativo viniese solo, sino acompañado de las súplicas del siervo, a fin de que no se retirase éste sin mérito personal. Mas no le perdonó las deudas antes de pedirle cuentas, para enseñarle cuántas eran las deudas que le perdonaba y hacerle de este modo más benigno para su consiervo. Todas las cosas hechas hasta ahora, fueron efectivamente oportunas. Confesó él sus deudas y el Señor prometió perdonárselas; suplicó arrojándose a sus pies y comprendió la grandeza de sus deudas; pero lo que después hizo fue indigno de lo primero. Porque sigue: "Y habiendo salido halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios y trabando de él le quería ahogar", etcétera.

San Agustín, sermones, 83,6. Cuando se dice, "que le debía cien denarios" ese número se refiere al número diez, que es el de la Ley. Ciento repetido cien veces, hace el número diez mil y diez veces diez ciento; así los números diez mil talentos y cien talentos no se separan del número consagrado a expresar las transgresiones de la Ley. Los dos servidores son deudores y los dos tienen necesidad de pedir perdón porque todo hombre es deudor a Dios y tiene a su hermano por deudor.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 61,1. La diferencia que existe entre los pecados que se cometen contra el hombre y los que se cometen contra Dios, es tan grande como la que hay entre diez mil talentos y cien denarios. Esto se hace aun más claro por la diferencia de pecados y el corto número de los que pecan. Nosotros nos abstenemos y evitamos pecar delante del hombre que nos ve, y delante de Dios, que nos está viendo, no cesamos de pecar, obrando y hablando todo lo que nos parece sin el menor miedo. De aquí es, que la gravedad de estos pecados proviene no solamente porque los cometemos contra Dios, sino también porque los cometemos abusando de los beneficios con que El nos ha llenado. Porque El nos ha dado la existencia y todo lo ha creado por nosotros. Inspiró en nosotros un alma racional, nos mandó a su Hijo, nos abrió el cielo y nos hizo hijos suyos. ¿Le recompensaríamos nosotros dignamente aunque muriéramos todos los días por El? De ninguna manera, esto redundaría principalmente en utilidad nuestra y a pesar de esto, infringimos sus leyes.

Remigio. Así, en el deudor de diez mil talentos están simbolizados aquellos que cometen los mayores crímenes y en el de cien denarios los que cometen los menores.

San Jerónimo. Para que esto se comprenda mejor, es preciso explicarlo con algunos ejemplos. Si alguno de vosotros cometiere un adulterio, un homicidio o un sacrilegio -crímenes horrorosos- estos diez mil talentos le serán perdonados cuando lo suplique y perdone los males menores que otro ha cometido contra él.

San Agustín, sermones, 83,6. Pero aquel siervo malo, ingrato, inicuo, no quiso perdonar lo que a él, que no lo merecía, se le perdonó. Sigue el pasaje: "Y trabando de él, le quería ahogar diciendo: "Paga lo que debes".

Remigio. Esto es, insistía con energía para que le pagase lo que le debía.

Orígenes, homilia 6 in Matthaeum. Según mi opinión, lo quería ahogar porque había salido de la presencia del rey. Porque delante del rey no hubiera tratado de ahogarlo.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 61,4. Cuando se dice que salió, no se entiende que fue después de pasado mucho tiempo, sino inmediatamente, resonando aun en sus oídos las palabras del beneficio, abusó maliciosamente del perdón que le dio su Señor. Lo que después hizo, se ve por lo que sigue: "Y arrojándose su compañero a sus pies, le rogaba diciendo: Ten un poco de paciencia", etc.

Orígenes, homilia 6 in Matthaeum. Observad la finura de la Escritura, que nos presenta al siervo que debía mucho arrojado a los pies del Señor y en actitud de adorarle y al que debía cien denarios, arrojado, pero sin actitud de adorar, sino de suplicar a su consiervo, diciendo: "Ten un poco de paciencia".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 61,4. Pero el ingrato siervo no respetó las palabras que lo salvaron. Porque sigue: "Mas él no quiso".

San Agustín, quaestiones evangeliroum, 1,25. Es decir, tuvo tan mala voluntad, que trató de que castigaran a un compañero, pero él se marchó.

Remigio. Esto es, de tal manera se encendió en cólera, que llegó al punto de querer ser vengado y le mandó a la cárcel hasta que le pagase la deuda; es decir, que después de prender a su hermano se vengó de él.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 61,4. Ved la caridad del Señor y la crueldad del siervo. El primero perdona diez mil talentos y el segundo no quiso perdonar cien denarios; el siervo pide a su Señor y obtiene el perdón completo de toda la deuda y al siervo su compañero le suplica que le deje tiempo para poder ganarlo y ni aun esto le concede. Se movieron a compasión los que no debían y por eso sigue: "Y viendo los otros siervos sus compañeros lo que pasaba, se entristecieron mucho".

San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,25. Se entiende por consiervos a la Iglesia, que liga a unos y desliga a otros.

Remigio. También pueden entenderse por consiervos a los ángeles, los predicadores de la santa Iglesia, o cualquier fiel, que al ver que a un hermano suyo, que ha conseguido el perdón, no quiere compadecerse de su consiervo, se entristece a causa de su perdición. Sigue: "Y fueron a contar a su Señor todo lo que había pasado", etc. Ciertamente vienen, pero no con el cuerpo sino con el corazón, a contar a su Señor su dolor y a manifestarle sus tristezas. Sigue: "Entonces le llamó su Señor", etc. ; le llama ciertamente por la sentencia de muerte y le manda dejar este mundo diciéndole: "Siervo malo, te perdoné toda la deuda porque me lo rogaste".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 61,4. Y a decir verdad no lo llamó siervo malo cuando debía diez mil talentos, ni tampoco le injurió, sino que se compadeció de él. Por el contrario, cuando correspondió con ingratitud, entonces es cuando le dice siervo malo. Esto es lo que significan las palabras: "¿pues no debías tú también tener compasión?", etc.

Remigio. Y es digno de saberse que no se lee que aquel siervo diese a su Señor respuesta alguna; en esto se manifiesta que cesará toda clase de excusa en el día del juicio y en seguida después de esta vida.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 61,4. Y puesto que no se hizo mejor por el beneficio, se le deja la pena para que se corrija. Por eso sigue: "Y enojado su Señor le hizo entregar a los atormentadores", etc. Y no dijo simplemente: "le entregó", sino "enojado", palabra que no empleó cuando mandó que fuese vendido y que es más bien propia de un amor que quiere corregir, que no de un desahogo de la cólera; mas aquí es la sentencia de un suplicio y de un castigo.

Remigio. Se dice que se enoja el Señor cuando se enfurece contra los pecadores. Los atormentadores son los demonios que siempre están preparados para recibir las almas perdidas y para atormentarlas con los castigos de una condenación eterna. ¿Mas por ventura el que ha sido arrojado a la condenación eterna, podrá hallar espacio para corregirse, o puerta para salirse? No; la palabra "hasta que" significa lo infinito. De manera que forma el siguiente sentido: siempre estará pagando, pero jamás satisfacerá completamente y siempre por lo mismo sufrirá la pena.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 61,4. Todo esto nos manifiesta que será continuamente, esto es, eternamente castigado y que jamás habrá pagado. Aunque son irrevocables los dones y las vocaciones de Dios, sin embargo, la malicia ha llegado a tal punto, que parece destruye esta misma ley.

San Agustín, sermones, 83,7. Dice el Señor: "Perdonad y os será perdonado" (Lc 6,37); pero yo os he perdonado primero, perdonad vosotros al menos después. Porque si no perdonareis, os volveré a llamar y os reclamaré cuanto os haya perdonado. No engaña ni es engañado Cristo, que ha dicho estas palabras: "Del mismo modo hará también con vosotros mi Padre celestial, si no perdonareis de vuestros corazones cada uno a su hermano". Mejor es que claméis con la boca y perdonéis con el corazón, que el que seáis dulces en las palabras y crueles en el corazón. Dice el Señor: "De vuestros corazones" a fin de que, cuando imponéis una penitencia por caridad, no abandone la mansedumbre a vuestro corazón. ¿Qué cosa hay tan caritativa como el médico que maneja el instrumento de hierro? Centra su atención en la herida para curar al hombre. Porque si no hace más que tocarla, se pierde el hombre.

San Jerónimo. Añade el Señor: "De vuestros corazones" para que nos alejemos de toda paz basada en la hipocresía y en la ficción y manda a Pedro bajo la comparación del rey Señor y el siervo, que así como el deudor de diez mil talentos ha conseguido, suplicando a su Señor, que se le perdone toda la deuda, así también Pedro debe perdonar a sus consiervos, que cometen pecados menores.

Orígenes, homilia 6 in Matthaeum. También quiere enseñarnos que seamos fáciles en perdonar a los que nos han hecho algún daño, especialmente si reparan sus faltas y nos suplican que los perdonemos.

Rábano. En sentido alegórico, el siervo que debía diez mil talentos es el pueblo judío, sometido al decálogo de la Ley, a quien perdonó muchas veces el Señor las deudas, cuando en sus apuros y haciendo penitencia, imploraban su misericordia. Pero una vez que salían bien de sus aflicciones, no tenían compasión con nadie y exigían con rigor cruel todo lo que se les debía; no cesaba de maltratar al pueblo gentil, como si le estuviera sometido, le exigía la circuncisión y las ceremonias de la Ley como si fuese deudor suyo y atormentaba cruelmente a los profetas y a los apóstoles, que les traían la palabra de la reconciliación. Por esta perversa conducta los entregó el Señor en manos de los romanos, para que demolieran hasta los cimientos de su ciudad, o en manos de los espíritus malignos, para que los castigaran con tormentos eternos.

MATEO 19,1-8


4901 (Mt 19,1-8)

Y aconteció, que cuando Jesús hubo acabado de decir estas palabras, se fue de la Galilea, y pasó a los confines de la Judea, de la otra parte del Jordán. Y le siguieron muchas gentes y los sanó allí. Y se llegaron a El los Fariseos tentándole y diciendo: "¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?" El respondió y les dijo: "¿No habéis leído, que el que hizo al hombre desde el principio, macho y hembra los hizo, y dijo: Por esto dejará el hombre padre y madre, y se ayuntará a su mujer, y serán dos en una carne. Así, que ya no son dos, sino una carne. Por lo tanto, lo que Dios juntó, el hombre no lo separe". Dícenle: "¿pues por qué mandó Moisés dar carta de divorcio y repudiarla?" Les dijo: "Porque Moisés, por la dureza de vuestros corazones, os permitió repudiar a vuestras mujeres, mas al principio no fue así". (vv. 1-8)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,1. El Señor abandonó primeramente la Judea, a causa de la envidia de los judíos y ahora permanece en ella, porque había de verificarse dentro de poco tiempo su pasión; sin embargo, en el entretanto no llega hasta la misma Judea, sino a sus confines. Por eso se dice: "Y aconteció, que cuando hubo Jesús acabado de decir estas palabras", etc.

Rábano. Aquí comienza el evangelista a contar lo que el Señor hizo en la Judea y lo que enseñó y lo que padeció. Primeramente al otro lado del Jordán, hacia el oriente, después al lado occidental del Jordán, cuando vino a Jericó, a Betfagué y a Jerusalén. Por eso sigue: "Y pasó a los confines de la Judea", etc.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32. Como el justo Señor de todas las cosas, que de tal manera ama a sus siervos, que jamás abandona los unos por los otros.

Remigio. Es necesario no olvidar, que se llamaba generalmente Judea a todo el país ocupado por los israelitas; sin embargo, el nombre de Judea se daba, especialmente a la parte meridional, habitada por la tribu de Judá y la de Benjamín, para distinguirla de las otras regiones contenidas en la misma provincia, a saber: Samaria, Galilea, Decápolis y otras. Sigue: "Y le siguieron muchas gentes".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32. Le llevaban como los hijos pequeñuelos llevan al padre que parte para un viaje largo. Mas El, como un padre que se marcha, deja a sus hijos, como prendas de su ternura, la medicina de sus males. Por eso se dice: "Y los curó".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,1. Debemos también considerar que el Señor no insiste de un modo continuo ni en la predicación oral ni en la obra de los milagros, sino que practica ya lo uno o ya lo otro, a fin de hacer creíble por los milagros lo que dice y para manifestar por sus discursos la utilidad de sus milagros.

Orígenes, homilia 7 in Matthaeum. El Señor curaba al otro lado del Jordán1, donde se administraba el bautismo. Realmente todos son salvados de sus enfermedades por el bautismo y muchos siguen a Cristo pero se levantan como se levantó Mateo, que siguió a Cristo (Mt 9)

Rábano. Cura a los Galileos en los confines de la Judea para admitir los pecados de los gentiles al perdón que preparaba a la Judea.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,1. Curaba el Señor a los hombres y les hacía el bien y por ellos a otros muchos. Porque la curación de unos le servía de motivo para derramar sobre otros la luz divina, excepto sobre los fariseos, a quienes los milagros endurecían más. Por eso sigue: "Y se llegaron a El los fariseos tentándole y diciéndole: ¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer?"

San Jerónimo. Como presentándole un argumento para hacerle caer, cualquiera que sea el extremo que elija. Porque si dijere que era lícito repudiar a la mujer por cualquier causa y tomar otra, aparecía -según ellos- el predicador de la pureza diciendo cosas contrarias a la pureza; y si respondiere que no era lícito por ninguna causa repudiar a la mujer, le tenían por culpable de ese sacrilegio y sería mirado como enemigo de la doctrina de Moisés y de Dios.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,1. Mirad cómo hasta en el modo de preguntar aparece la malicia de los fariseos. Ya el Señor les había hablado sobre esta ley, pero ellos, como si nada les hubiera dicho, le vuelven a preguntar, creyendo, sin duda, que no recordaría lo que les había dicho.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32. Así como cuando veis que un hombre frecuenta la amistad de los médicos comprendéis que ese hombre está enfermo, así también cuando un hombre o una mujer os pregunta con frecuencia sobre repudiar a su mujer o a su marido, podéis decir que ese hombre es lascivo y esa mujer meretriz. Porque la castidad se ve complacida en el matrimonio y el libertinaje atormentado por la ley matrimonial que lo sujeta. Sabían ellos que no había más causa razonable para repudiar a la mujer, que la deshonra y ellos se forjaban otras muchas. Pero temiendo encontrarse encerrados dentro de los límites de ciertas causas, no le preguntan qué causa bastaba para repudiar a la mujer, sino que le hicieron la pregunta general, es decir, si era lícito repudiar a la mujer por toda clase de causa. Sabían que la pasión no conoce límites ni se circunscribe a los del matrimonio, sino que cuanto más se ejerce, más se enciende.

Orígenes, homilia 7 in Matthaeum. Después de haber sido tentado el Señor, no hay razón para que lleven a mal sus discípulos, destinados a enseñar, si también ellos mismos son tentados. Sin embargo, el Señor contesta a los tentadores con máximas de piedad.

San Jerónimo. De tal manera continúa el Señor la respuesta, que pasando por alto el lazo que le habían tendido, no hace más que aducirles el testimonio de las Escrituras y oponerles la ley natural y la primera sentencia de Dios, juntamente con la segunda. Por eso sigue: "El respondió y les dijo: ¿No habéis leído que el que hizo al hombre y a la mujer, desde el principio macho y hembra los hizo?" Esto está escrito en el principio del Génesis. 2 Y diciendo macho y hembra, manifiesta que deben evitarse segundos enlaces. Porque no dijo macho y hembras, que es lo que buscaban los que admitían el repudio de la primera unión, sino macho y hembra, a fin de que no se enlazasen más que en un solo matrimonio.

Rábano. De esta determinación saludable de Dios resultó que el hombre abrazaba en su mujer una parte de su cuerpo y no veía como diferente de él lo que comprendía que había sido hecho de él mismo.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32. Si Dios creó al hombre y a la mujer de una sola cosa con el objeto de que fuesen uno, ¿por qué el hombre y la mujer no nacen de un solo útero como algunas aves? Porque Dios creó al hombre y a la mujer para engendrar hijos. Pero Dios ama la castidad y es autor de la continencia y no quiso conservar en todos aquel modelo de vida, con el objeto de que si alguno quería casarse según la disposición de la creación humana, sepa lo que es un hombre y una mujer. Y si no quería casarse, no tenía necesidad de casarse, para que no perjudicase con su continencia a otro que no quisiera ser continente. Por esta razón, el Señor manda que después del matrimonio no se puedan separar los dos esposos sin el consentimiento de los dos. 3

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,1. No sólo por el modo con que Dios creó al hombre sino también por la Ley, el Señor manifestó que el hombre y la mujer debían estar unidos y que jamás debían separarse. 4 Así, pues, sigue: "Por esto dejará el hombre padre y madre y se ayuntará a su mujer".

San Jerónimo. Lo mismo dijo: a la esposa y no: a las esposas y después añade con toda claridad: "Y serán dos en una carne"; ése es el premio de los matrimonios, el hacer de dos una sola carne.

Glosa. O bien, en una sola carne, esto es, en la cópula carnal.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32. Si, pues, la mujer procede del marido y los dos son de una sola carne, el hombre deberá dejar al padre y a la madre y la unión entre hermanos y hermanas debe ser mayor porque éstos vienen de los mismos padres mientras que los primeros de padres distintos. Pero el amor del matrimonio es más grande porque la ley de Dios es más poderosa que la virtud de la naturaleza y no están los preceptos de Dios sujetos a la naturaleza, sino que la naturaleza obedece a los preceptos de Dios. Los hermanos, además, proceden de uno solo, para dirigirse hacia distintos caminos. El hombre y la mujer, por el contrario, nacen de padres distintos, para reunirse en un solo destino. El orden de la naturaleza también proclama el orden de Dios. Porque el amor en los hombres es como la savia de los árboles. Sube ésta desde la raíz hasta el tallo y en la terminación de éste, va a la simiente. Por eso aman los padres y no son amados del mismo modo por los hijos. Porque los hijos no transmiten su cariño a los padres, sino que lo transmiten a los hijos que deben engendrar. Esto es lo que significan las palabras: "Por esto dejará el hombre padre y madre y se ayuntará a su mujer".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,1. Ved la sabiduría del Maestro. Cuando fue preguntado si era lícito, no contestó en seguida "no es lícito", a fin de que no se asustaran; pero estableció esto mismo probándolo. "Dios, al principio, hizo al hombre y a la mujer" y no los unió simplemente, sino que mandó que dejaran al padre y a la madre y no dijo sencillamente que se fuese el hombre con su esposa, sino que se uniese a ella, manifestando en este modo de hablar la indivisibilidad y añadió que se trata de una unión más estrecha, diciendo: "Y serán dos en una carne".

San Agustín, de Genesi ad litteram, 9, 19. Sin embargo, como atestigua la Escritura que estas palabras fueron dichas por el primer hombre, es preciso entender lo que dice el Señor: "Que fueron dichas por Dios", en el sentido de que Adán, en el éxtasis que había precedido, pudo decirlas por inspiración y como profeta.

Remigio. El apóstol dice (Ep 5) "que este misterio está en Cristo y en la Iglesia". Porque Nuestro Señor Jesucristo, cuando descendió de los cielos a la tierra, de algún modo se puede decir que dejó a su Padre; y abandonó a su madre -esto es, a la sinagoga- a causa de su infidelidad y se unió a su esposa -es decir, a la Iglesia- y son dos en una sola carne, esto es, Cristo y la Iglesia en un solo cuerpo.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62. 2. Después que el Señor hubo citado las palabras y los hechos de la ley antigua, El mismo da la interpretación de esas palabras y hechos y afirma su ley diciendo: "Así que ya no son dos, sino una carne". Así también, de los que se aman espiritualmente se dice que tienen una sola alma, según aquel pasaje de la Escritura (Ac 4,32): "Eran todos los creyentes de un solo corazón y de una sola alma", de la misma manera se dice del esposo y de la esposa, que se aman carnalmente, que son una sola carne y así como es cosa sucia cortar la carne, así también el dividir la mujer es una iniquidad.

San Agustín, de civitate Dei, 14,22. Se dice también que son una sola cosa, bien por la unión, o bien por el origen de la mujer, que fue hecha de la costilla del hombre.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,2. Ultimamente Dios también mandó esta unión diciendo: "Por lo tanto, lo que Dios junta, el hombre no lo separe". Está bien claro en estas palabras que el repudiar a la mujer es un acto contrario a la naturaleza y a la ley. Contra la naturaleza, porque desde luego queda dividida una sola carne y contra la ley, porque se repudia a la mujer a pesar de la unión hecha por Dios y a pesar de su mandato de que no sea dividida.

San Jerónimo. Dios los unió haciendo del hombre y de la mujer una sola carne; luego el hombre no puede separarlos, sino sólo Dios. Pero el hombre hace la separación cuando por deseos hacia otra mujer repudia a la primera y Dios hace la separación de la unión que había hecho cuando por nuestro consentimiento y con el objeto de servir a Dios, tenemos a nuestra mujer como si no la tuviéramos (1Co 7)

San Agustín, contra Faustum, 19,29. Ved aquí a los judíos convencidos por los libros de Moisés, de que no se debe repudiar a la mujer y a aquellos que la repudiaban persuadidos de que obraban según la Ley. También conocemos nosotros -por el testimonio de Cristo- que Dios hizo al hombre y a la mujer y los unió; de esta manera quedan condenados los maniqueos5 que, oponiéndose al Evangelio de Cristo, negaban esta doctrina.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32. Esta interpretación de la castidad es dura para los fornicarios, que no pueden contestar nada en contra de la razón y sin embargo, no se someten a la verdad. Por eso se acogen a la sombra de Moisés como los hombres que para sustentar una causa perdida se amparan en los poderosos; para que ya que no pueden salir airosos por la justicia, venzan, al menos, por la persona. Por eso sigue: "Dícenle: ¿Pues por qué mandó Moisés dar carta de divorcio?", etc.

San Jerónimo. Evidencian la calumnia que habían preparado aunque el Señor no les manifestó su propio parecer sino que les recordó la historia antigua y los mandamientos de Dios.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,2. Si el Señor fuese contrario al Antiguo Testamento, no hubiese combatido en favor de Moisés ni hubiera demostrado la concordancia del Antiguo Testamento con lo que El dice. Pero la inefable sabiduría de Cristo los excusa en su respuesta y les dice: "Porque Moisés, por la dureza de vuestros corazones, os permitió", etc. De esta manera, salva a Moisés de toda especie de acusación y la hace recaer toda sobre ellos.

San Agustín, contra Faustum, 19,29. ¿Cuánta dureza habría en sus corazones cuando no pudieron ser convencidos por la interposición del acta de divorcio, en donde estaba abierto a los hombres justos y prudentes un medio de discusión, para que pudiesen suavizar y vencer los resentimientos que se opusiesen a recibir o a renovar el amor conyugal? ¡Con qué astucia echan en cara los maniqueos a Moisés el haber querido destruir el matrimonio por el acta de divorcio y alaban a Cristo porque robustecía su indisolubilidad! Siendo así que debían alabar a Moisés, por separar lo que había unido el diablo y vituperar a Cristo, por asegurar las uniones que el diablo había formado. 6

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,2. Finalmente, como era cosa importante lo que el Señor acababa de decir, vuelve en seguida su discurso a la ley, diciendo: "Mas al principio no fue así".

San Jerónimo. Las palabras "no fue así", ¿indican, por ventura, que Dios puede contradecirse, mandando antes una cosa, e infringiendo después ese mandato con otro nuevo? No debemos opinar de esa manera, sino que Moisés, al ver que eran asesinadas las primeras esposas por desear tener otras -que eran o más ricas, o más jóvenes, o más hermosas- o que ellos se entregaban a una mala vida, prefirió ser indulgente con el divorcio, a que continuaran los odios y los homicidios. Considerad al mismo tiempo que no dijo el Señor "por la dureza de vuestros corazones os permitió Dios", sino "os permitió Moisés", porque esto, según el apóstol (1Co 7), "era el consejo de un hombre, mas no el mandato de Dios".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32. Dijo muy bien que Moisés permitió, mas no lo mandó. Porque siempre queremos lo que mandamos, mas lo que permitimos lo consentimos sin quererlo. Porque no podemos prohibir enteramente la mala voluntad de los hombres. Os permitió, pues, hacer cosas malas, con el objeto de que no hiciérais otras peores. Luego, con permitir Moisés hacer cosas malas, no os demostró la justicia de Dios, sino que quitó al pecado la culpa de pecar, de manera que os pareciese que, obrando según la ley, vuestro pecado no sea visto como pecado7.


Catena aurea ES 4818