Catena aurea ES 6938


MARCOS 9,43-50

6943 (Mc 9,43-50)

"Que si tu mano te es ocasión de escándalo, córtala: más te vale el entrar manco en la vida eterna que tener dos manos e ir al infierno, al fuego inextinguible: en donde el gusano que les roe, o remuerde su conciencia, nunca muere, y el fuego que los quema nunca se apaga. Y si tu pie te hace ocasión de pecado, córtale; más te vale entrar cojo en la vida eterna, que tener dos pies y ser arrojado al infierno, al fuego inextinguible donde el gusano que los roe nunca muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu ojo te sirve de escándalo, o tropiezo, arráncale: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que tener dos ojos y ser arrojado al fuego del infierno, donde el gusano que los roe nunca muere, ni el fuego jamás se apaga. Porque la sal con que todos ellos, víctimas de la divina justicia, serán salados es el fuego: así como todas las víctimas deben, según la ley, de sal rociadas. La sal de suyo es buena; mas si la sal perdiere su sabor, ¿con qué la sazonaréis? Tened siempre en vosotros sal de sabiduría y prudencia, y guardad así la paz entre vosotros". (vv. 42-49)

Beda, in Marcum, 3, 39. Después de enseñarnos el Señor que no debemos escandalizar a los que creen en El, nos advierte con cuánto cuidado debemos evitar a los que nos escandalizan, esto es, que nos llevan con su palabra y su ejemplo a la ruina del pecado. "Que si tu mano te es ocasión de escándalo, córtala".

San Juan Crisóstomo, homilia in Matthaeum, hom. , 59,4. No habla de nuestros miembros sino de los amigos íntimos, de los que nos servimos como de los miembros, no habiendo nada tan perjudicial como una mala compañía.

Beda, in Marcum, 3, 39. Llama nuestra mano al amigo necesario, de quien nos valemos diariamente, pero si el tal quisiera dañar nuestro espíritu, deberemos excluirle de nuestra compañía, porque si queremos tener parte en esta vida con un ser perdido, juntamente con él pereceremos en la otra. "Más te vale el entrar manco en la vida", etc.

Glosa. Dice manco, esto es, privado del auxilio de algún amigo, porque mejor es ir sin amigo a la vida, que ir con él al infierno.

Pseudo - Jerónimo. O de otro modo: más te vale el entrar manco en la vida, es decir, sin la codiciada primacía, que teniendo dos manos ir al fuego eterno. Las dos manos de la primacía son la humildad y la soberbia, sujetad ésta y tendréis la primacía de la humildad.

Pseudo-Crisóstomo. He aquí el testimonio profético de Isaías: "Cuyo gusano no muere nunca, y cuyo fuego jamás se apagará" (Is 66,24) Pero no es del gusano material del que habla, sino del gusano de la conciencia que remuerde al que no ha obrado el bien. Cada cual será su propio acusador, recordando lo que hizo en la vida mortal, y por eso su gusano no morirá nunca.

Beda, in Marcum, 3, 39. Así como este gusano es el dolor interior que acusa, así el fuego es la pena que atormenta exteriormente. O bien: en el gusano se significa la corrupción del infierno, como en el fuego el ardor.

San Agustín, de civitate Dei, 21, 9. Los que quieren referir estos dos dolores, el fuego y el gusano, al espíritu y no al cuerpo, dicen que quema este dolor al espíritu separado del reino de Dios, como arrepentido tarde e infructuosamente, y que puede referirse al fuego, según estas palabras del Apóstol: "¿Quién sufre escándalo sin que yo me abrase?" (2Co 11,29) Juzgan igualmente que por el gusano se ha de entender el mismo dolor, conforme a lo que se lee en los Proverbios donde dice: "Como la polilla al vestido, y el insecto al madero, así la melancolía daña al corazón del hombre" (Pr 25,20 Vulg. ) Los que no dudan que haya penas para el espíritu y el cuerpo en aquel suplicio, afirman que la del cuerpo es el fuego y el del espíritu la melancolía que a manera de gusano lo roe, por decirlo así. Lo cual es más de creer, porque parece absurdo que no haya allí dolor para el cuerpo o para el espíritu. Aunque yo juzgo más probable que se refieran ambos dolores al cuerpo más bien a que ninguno de los dos, puesto que las Sagradas Escrituras nada dicen del dolor del espíritu, siendo natural que de rechazo, o por repercusión, atormente al espíritu el dolor del cuerpo. El lector puede pensar sobre esto lo que más le plazca, dando al cuerpo la pena del fuego y la del gusano al espíritu, en sentido propio la primera y en figura la última, o refiriendo ambas al cuerpo en sentido propio. Porque los animales pueden vivir también en el fuego, abrasándose sin consumirse, sufriendo sin morir, por un milagro del Creador Omnipotente.

"Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtale", etc.

Beda, in Marcum, 3, 39. Se llama amigo al pie, porque sirve para nuestro movimiento y está acomodado a nuestros usos. "Y si tu ojo te sirve de escándalo, arráncale", etc. Se llama amigo útil al ojo por su solicitud y perspicacia para ver de lejos.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 4,6. De esto se desprende que aquéllos que se consagran al nombre de Cristo, son más útiles aun antes de contarse en el número de los cristianos, que los que llamándose ya así y conociendo bien sus sacramentos enseñan cosas a los demás que los arrastran consigo a las penas eternas. A éstos, pues, bajo la imagen de los miembros corporales como la mano o el ojo que escandaliza, manda el Señor que los separemos del cuerpo, es decir, de nuestra compañía, para que sin ellos lleguemos a la vida antes que ir con ellos al infierno. Son separados de los otros, cuando aquéllos con quienes están no consienten que les aconsejen mal, esto es, que los escandalicen. Pero deben ser separados de un modo manifiesto de toda asamblea y de la misma participación de los diversos sacramentos, cuando por su perversidad se den a conocer a todos los buenos. Empero si esta perversidad no es conocida de la mayoría -aunque lo sea por algunos- deben ser tolerados, con tal que no se participe de su iniquidad ni se abandone por ellos la compañía de los buenos.

Beda, in Marcum, 3, 39. Hace el Señor mención por tercera vez del gusano y del fuego, para que podamos evitar el tormento de este modo. "Porque la sal, dice, con que todos ellos serán salados, es el fuego". Los gusanos suelen nacer de la corrupción de la carne y la sangre y es por ello que se sala la carne fresca, para impedir que aparezcan gusanos hasta que ésta se seque. Pero lo que se sala con el fuego, es decir lo que se entrega a fuegos cubiertos de sal, no sólo aparta de sí a los gusanos sino que consume la misma carne. La carne y la sangre generan gusanos porque el deleite carnal, que cede ante el condimento de la continencia, engendra la pena eterna para los lujuriosos. Los que quieran, pues, evitar esta corrupción, deben preservar su cuerpo con la sal de la continencia y su espíritu con el condimento de la sabiduría y de este modo se librarán del error y de la mancha de los vicios, porque la sal significa la dulzura de la sabiduría y el fuego la gracia del Espíritu Santo. "Todo hombre será salado con el fuego", dice Jesús, porque todos los elegidos deben purificarse de la corrupción de la concupiscencia carnal con la sabiduría espiritual. O es que habla del fuego de la tribulación, con la cual se ejercita la paciencia de los fieles para que puedan llegar a la perfección.

Pseudo-Crisóstomo. Esto viene a ser lo mismo que lo que dice el Apóstol: "El fuego mostrará cuál es la obra de cada uno" (1Co 3,13) Después expone como testimonio las palabras del Levítico: "Y toda víctima será salada con sal" (Lv 2,13)

Pseudo-Jerónimo. La víctima del Señor es el género humano, que se sala en este mundo con la sabiduría mientras se consume la corrupción de la sangre -manantial de gusanos- y que será probado en el otro mundo con el fuego del purgatorio.

Beda, in Marcum, 3, 39Podemos entender en esto que el altar de Dios es el corazón de los elegidos y que las hostias y sacrificios que se han de ofrecer en este altar son las obras buenas de los fieles. En todos los sacrificios debe ofrecerse la sal, porque no es buena la obra que no esté purificada por la sal de la sabiduría de toda corrupción, de alabanza vana, y de los demás pensamientos malos o superfluos.

Pseudo-Crisóstomo. O bien: se dice esto, porque toda ofrenda hecha por nosotros a Dios en la oración y la limosna se sala con fuego divino, del cual se dice: "Yo he venido a poner fuego en la tierra" (Lc 12,49) Y por eso se añade: "La sal es buena", esto es, el fuego de la caridad, porque si la sal fuera insulsa, es decir, si no tuviera la cualidad que la hace buena, ¿con qué la sazonaréis? Hay sales que son saladas, que son las que tienen la plenitud de la gracia, y hay otras que no lo son, asemejándose a ellas como insulsos los que no son pacíficos.

Beda, in Marcum, 3, 39. O bien: la sal es buena, esto es, conviene oír con frecuencia la palabra de Dios y sazonar las profundidades del corazón con la sal de la sabiduría espiritual.

Teofilacto. Como la sal conserva las carnes e impide que engendren gusanos, así la palabra del Maestro conserva a los hombres carnales cuando los estremece e impide que se engendre en ellos el inextinguible gusano. Mas si es insulsa, sin fuerza edificante y generadora, ¿cómo podrá sazonar?

Pseudo-Crisóstomo. O bien: según San Mateo los discípulos de Cristo son sal que conserva a todo el orbe, resistiendo la corrupción de la idolatría y la corrupción del pecado. También puede entenderse que cada uno de nosotros tiene tanta sal cuanto es capaz de la gracia de Dios. De aquí que una el Apóstol la gracia a la sal, diciendo: "Que vuestro discurso sea sazonado en la gracia con la sal" (Col 4) La sal es también nuestro Señor Jesucristo: El bastó para conservar toda la tierra y producir otras muchas sales, de las que debe separarse la que se echa a perder1 porque también es posible que lo bueno se corrompa.

Pseudo-Jerónimo. O de otro modo: la sal insulsa es aquél que desea la primacía y no se atreve a enfrentar el mal. "Tened siempre en vosotros sal", añade, etc. , para que el amor al prójimo temple lo amargo de la corrupción y la sal de la justicia sazone el amor al prójimo.

San Gregorio Magno, de regula pastoralis, 3 22. O bien: se dice esto contra los que llenos de orgullo por su ciencia se separan de los demás, y que cuanto más saben más se alejan como necios de la virtud de la concordia.

San Gregorio Magno, de regula pastoralis 2, 4. El que se esfuerza por hablar como sabio tiene gran cuidado en no desunir a los que le oyen, para no romper aquel lazo de unión en el momento mismo en que desea pasar por sabio.

Teofilacto. O bien: el que se une estrechamente con el vínculo de la caridad a su prójimo es el que tiene la sal y por ello la paz con su hermano.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 4, 6. San Marcos refiere que el Señor dijo consecutivamente estas cosas y además algunas otras que no refieren los otros evangelistas, algunas que refiere también San Mateo y otras citadas por San Mateo y San Lucas pero colocadas con otro orden y en diferentes ocasiones. Por esto creo que el Señor dijo aquí lo que en otros lugares, porque venía a propósito de la prohibición que hizo de no impedir el obrar milagros en su nombre a todo el que no le siguiera con sus discípulos.


MARCOS 10,1-12


7001 (Mc 10,1)

Y partiendo de allí, llegó a los confines de Judea, pasando por el pía que está al otro lado del Jordán, donde concurrieron de nuevo alrededor de El los pueblos vecinos, y se puso otra vez a enseñarlos, como tenía de costumbre. Vinieron entonces a El unos fariseos, y le preguntaban por tentarle: Si es lícito al marido repudiar a su mujer. Pero El en respuesta les dijo: "¿Qué os mandó Moisés?" Ellos le dijeron: "Moisés permitió repudiarla, precediendo escritura legal del repudio". A los cuales replicó Jesús: "En vista de la dureza de vuestro corazón os dejó mandado eso. Pero al principio, cuando los creó Dios, formó un sólo hombre y una sola mujer. Por cuya razón: Dejará el hombre a su padre y a su madre, y juntarse ha con su mujer, y los dos no compondrán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. No separe, pues, el hombre lo que Dios ha juntado". Después en casa le tocaron otra vez sus discípulos el mismo punto. Y El les inculcó: "Cualquiera que desechare a su mujer, y tomare otra, comete adulterio contra ella. Y si la mujer se aparta de su marido, y se casa con otro, es adúltera". (vv. 1-12)

Beda, in Marcum, 3, 40.

Hasta aquí ha referido San Marcos lo que hizo y enseñó el Señor en Galilea. Ahora va a referir lo que hizo, lo que enseñó, y lo que sufrió en Judea. Desde ahora nos lo presenta al otro lado del Jordán, al oriente. "Y partiendo de allí, dice, llegó a los confines de Judea", etc. Es cuando partió hacia este lado del Jordán cuando fue a Jericó, a Betania y a Jerusalén. Y aunque se llame Judea en general a toda la provincia de los judíos, sin embargo, se da este nombre a la parte meridional especialmente para distinguirla de Samaria, Galilea, Decápolis y demás regiones de la misma provincia.

Teofilacto. Visita, pues, la Judea, que había dejado muchas veces para propiciar la emulación de los judíos, porque en ella había de verificarse su pasión. Pero no va a Jerusalén, sino a sus contornos, para provecho de sus sencillos habitantes, pues Jerusalén se había convertido en centro de toda iniquidad por la malicia de los judíos. Y así dice: "Donde concurrieron de nuevo alrededor de El los pueblos", etc.

Beda, in Marcum, 3, 40. Es de notar la diferencia que hay entre el espíritu del pueblo y el de los fariseos: el primero viene a que le enseñe el Señor, para que cure a sus enfermos, como refiere San Mateo, los últimos a engañarlo tentándolo. "Vinieron entonces a El unos fariseos", etc.

Teofilacto. Se llegaban a El, y no lo dejaban, para que la multitud no llegara a creer, antes bien dudara de El. Le hacían preguntas con el objeto de confundirlo. Propusiéronle, pues, una cuestión, cuya solución era comprometedora en cualquier sentido, puesto que, bien dijese que era lícito a la mujer apartarse del marido, bien dijese lo contrario, podrían acusarlo de estar en contradicción con la doctrina de Moisés. Pero Cristo, que es la misma sabiduría, les contestó de modo que burló sus intenciones.

San Juan Crisóstomo, homilia in Matthaeum, hom. 62, 1. Preguntado si era lícito, no contestó directamente que no lo era, para no causar un alboroto, sino que les dio la ley por respuesta, a fin de que ellos mismos se contestasen lo que convenía.

"Pero El en respuesta les dijo: ¿Qué os mandó Moisés? Ellos dijeron: Moisés permitió repudiarla, precediendo escritura legal de repudio". Dicen esto, o para contestar al Salvador, para incitar a los hombres contra El; porque era indiferente esto para los judíos, todos los cuales obraban así como autorizados por la ley.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 4, 62. No influye en la verdad del asunto que fueran las muchedumbres -como dice San Mateo (Mt 19)- las que, oyendo al Señor prohibir el repudio y apoyarlo con la ley, objetasen que Moisés permitía el repudio, precediendo escritura legal. O que, según San Marcos, fuera el Salvador quien les hiciera contestar así, preguntándoles sobre el precepto de Moisés. Porque su voluntad era no darles la razón de la ley de Moisés, sin que antes la recordasen ellos. Y como la voluntad de los que hablan se manifiesta igual en ambos Evangelistas, nada significa una variante en las palabras con que uno y otro la expresan. Puede entenderse por tanto que -como dice San Marcos- les preguntó desde luego el Señor sobre el divorcio, y después qué les había mandado Moisés sobre este asunto. Al contestarle que les permitía, precediendo escritura legal, les dijo lo que refiere San Mateo, citándoles la ley dada por Moisés sobre la unión del hombre y la mujer, unión instituida por Dios: oído lo cual, repitieron la pregunta con que contestaron antes diciendo: ¿Qué fue lo que mandó Moisés?

San Agustín, contra Faustum, 19, 26. Aquel que había puesto este obstáculo al ánimo pronto a la discordia para impedirle el divorcio, no quería, pues, el divorcio, tanto más cuanto que entre los judíos, según parece, sólo a los escribas era permitido escribir el hebreo; y como eran hombres de espíritu conciliador y prudentes intérpretes de la justicia, la ley disponía que el que tenía que proveerse de escritura legal para repudiar a su mujer fuera a ellos. Y como sólo ellos podían escribir este documento, les daba la ocasión en estos casos de dar buenos consejos al que, obligado por la necesidad, venía de este modo a sus manos, tratando de persuadirlo a que se reconciliara con su mujer y a que la amase viviendo en paz con ella. Pero si era tal el odio, que no fuera posible extinguirlo ni apaciguarlo, entonces se le daba el documento de divorcio, considerando que hasta convenía se separase de una persona a quien odiaba de modo que había sido inútil el consejo de personas prudentes para hacerlo que la amara como debía. "A los cuales -prosiguió- replicó Jesús: En vista de la dureza de vuestros corazones os dejó mandado eso". En efecto, aquella dureza era tan grande que ni por el obstáculo del escrito, que ofrecía ocasión a hombres justos y prudentes de disuadir al sujeto, podía ser vencida ni doblegada para volver al amor y unión conyugales.

Pseudo-Crisóstomo.

O bien dice: "En vista de la dureza de vuestros corazones", porque, si estuviera purificado el corazón de deseos y de la ira, es posible que tolerase a la peor mujer del mundo, en tanto que multiplicadas en el corazón estas pasiones causan muchos males en un matrimonio odioso. De este modo, salva a Moisés de aquella acusación, y hace caer sobre ellos toda la culpa. Pero porque semejante acusación era grave, vuelve en seguida a la ley antigua y dice: "Pero, al principio, cuando los creó Dios, formó un solo hombre y una sola mujer".

Beda, in Marcum, 3, 40. No dice hombre y mujeres, porque hubiera sido aprobar el divorcio; sino hombre y mujer, para expresar la unidad del matrimonio.

San Juan Crisóstomo, homilia in Matthaeum, hom. 62,1. Si el Señor hubiese querido el repudio, hubiese creado muchas mujeres en vez de una. Dios no solamente unió la mujer al hombre, sino que dispuso que éste abandonase por ella a sus padres, según estas palabras que puso en boca de Adán: "Por cuya razón dejará el hombre a su padre y a su madre, y juntarse ha con su mujer": demostrando lo indisoluble del matrimonio con la expresión y juntarse ha.

Beda, in Marcum, 3,40. Y también porque dice: "Y juntarse ha con su mujer", y no con sus mujeres.

"Y los dos no compondrán sino una sola carne".

San Juan Crisóstomo, homilia in Matthaeum, hom. 62, 2. Es decir que, saliendo de una raíz, se fundirán en un solo cuerpo. "De manera -continúa- que ya no son dos, sino una sola carne".

Beda, in Marcum, 3, 40. Por tanto el término del matrimonio es formar de dos una sola carne, porque con la castidad unida al espíritu se forma un solo espíritu.

San Juan Crisóstomo, homilia in Matthaeum, hom. 62, 2. Sacando una terrible deducción de esas premisas, no dijo no separéis, sino no separe el hombre lo que Dios ha juntado.

San Agustín, contra Faustum, 19, 29. He aquí cómo convence a los judíos de que no se debe repudiar a la esposa con las palabras de Moisés, cuando ellos creían que obraban conforme a la ley de aquél repudiándola. De igual modo y por el mismo testimonio de Cristo sabemos que fue Dios quien hizo y unió al varón y la mujer, lo que niegan por su mal los maniqueos, oponiéndose así no ya a los libros de Moisés, sino al mismo Evangelio de Cristo.

Beda, in Marcum, 3, 40. Por tanto, lo que Dios ha juntado, haciendo del hombre y la mujer una carne, sólo Dios puede separarlo, y no el hombre (1Co 7,10) El hombre es quien separa, cuando por el deseo de otra mujer deja a la primera y se va con otra. Pero cuando por servir a Dios, aunque se tenga esposa se vive como si no la tuviera, es Dios quien mueve al desprendimiento.

San Juan Crisóstomo. Y si no se ha de separar a los dos a quienes Dios ha unido, mucho menos se debe separar a Cristo de la Iglesia, a la cual unió Dios con Cristo.

Teofilacto. No satisfechos del todo los discípulos con lo que acababan de oír, vuelven a preguntar al Señor. "Después en casa -prosigue- le tocaron otra vez sus discípulos, el mismo punto".

San Jerónimo. Esta segunda pregunta de los Apóstoles es una repetición, porque es la que sobre el mismo asunto le hicieron los fariseos, esto es, sobre el estado del matrimonio.

Glosa. Pero la respuesta no manifiesta por su repetición disgusto alguno del Señor, sino el hambre y sed de sus discípulos, según estas palabras: "Los que de mí comen tienen siempre hambre de mí, y tienen siempre sed los que de mí beben" (Si 24,20), que las dulces pláticas de la sabiduría deleitan de muchos modos a los que gustan de ellas. Por esto el Señor repite su instrucción a los discípulos, diciéndoles: "Cualquiera que desechare a su mujer, y tomase otra, comete adulterio contra ella".

Pseudo-Crisóstomo, vict. ant. e cat. in Marcum.

Llama adulterio el vivir con una mujer distinta que la propia, no siendo de este hombre la que toma después de dejar a la primera, por lo que comete adulterio con ella, esto es, con la segunda que toma, sucediendo lo mismo de parte de la mujer. "Y si la mujer se aparta de su marido, dice, y se casa con otro, es adúltera"; no puede unirse a otro hombre como a su propio marido, si abandona a éste. La ley prohibía el adulterio público, pero el Salvador prohibía también el que es secreto, y por consiguiente, no conocido de todos, aunque no menos contrario por eso a la naturaleza.

Beda, in Marcum, 3, 40. San Mateo es más explícito sobre este punto. "Cualquiera que rechazare a su mujer, dice, no siendo por fornicación" (Mt 19,9) Por tanto sólo la fornicación es la razón carnal de abandonar a la mujer propia, y no hay otra espiritual para ello que el temor de Dios, como sabemos que les ha sucedido a muchos por causa de religión. Pero en la ley de Dios no hay ninguna causa prescrita que autorice a unirse a otra mujer después de abandonada la legítima.

Pseudo-Crisóstomo, vict. ant. e cat. in Marcum.

Aunque, según San Mateo, dijo esto a los fariseos, y, según San Marcos, fue a los discípulos a quienes les dijo, no hay contradicción en ello, puesto que fueron palabras dichas a unos y a otros.


MARCOS 10,13-16


7013 (Mc 10,13-16)

Como le presentasen unos niños para que los tocase y bendijese, los discípulos reñían a los que venían a presentárselos. Lo que advirtiendo Jesús, lo llevó muy a mal, y les dijo: "Dejad que vengan a mí los niños y no se lo estorbéis; porque de los que se asemejan a ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no recibiere como niño inocente el reino de Dios, no entrará en él". Y estrechándolos entre sus brazos y poniendo sobre ellos las manos, los bendecía. (vv. 13-16)

Teofilacto. Después de habernos mostrado la malicia de los fariseos que tentaban a Cristo, nos muestra la mucha fe de las gentes, que creían que sólo con poner sus manos sobre los niños que le ofrecían, Cristo los bendecía. "Como le presentasen unos niños para que los tocase".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62, 4. Pero los discípulos en atención a la dignidad de Cristo, querían impedir que se los ofreciesen. "Los discípulos reñían a los que venían a presentárselos". El Señor, sin embargo, les enseña a tener cordura y reprimir el orgullo humano, y tomando a los niños les ofrece el reino de Dios.

Orígenes, in Matthaeum, 7. Si cualquiera de los que profesan la doctrina de la Iglesia ve que alguien ofrece al Señor a los que el mundo considera insensatos, innobles y enfermos, por lo cual son llamados niños, no le prohiba que lo haga como si careciera de juicio al ofrecérselos al Salvador. Seguidamente, exhorta a sus discípulos, como hombres maduros que ya eran, a condescender con el bien de los niños, de modo que se hagan niños con ellos para captarse su voluntad: ya que El mismo, siendo Dios, se abajó haciéndose niño. "Porque de los que se asemejan a ellos es el reino de Dios".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62, 4. Porque el corazón del niño está limpio de toda pasión, y así conviene que hagamos nosotros por la voluntad lo que ellos hacen por naturaleza.

Teofilacto. Por esto no dice de éstos es el reino de Dios, sino de los que se asemejan a ellos, es decir, de los que por su estudio y trabajo tienen la inocencia y sencillez que tienen los niños por naturaleza. El niño no odia, ni hace nada maliciosamente, no aborrece a su madre porque le corrija, y aunque le pongan vestidos humildes, los prefiere a los más ricos. Así el que vive según la virtud de su madre la Iglesia, no le antepone nada, ni aun la voluntad, que es la reina de todos. De aquí que dice el Señor: "En verdad, os digo que quien no recibiere, como niño, el reino de Dios, no encontrará en él".

Beda, in Marcum, 3, 40. Es decir, no podréis entrar en el reino de los cielos, si no tenéis la inocencia y pureza de ánimo del niño. O bien: debemos recibir el reino de Dios, esto es, la doctrina del Evangelio como el niño; porque el niño, cuando aprende, no contradice ni se opone con discursos al que le enseña, sino que recibe con fe lo que le enseña, obedeciendo con temor. Así nosotros debemos recibir la palabra de Dios obedeciendo sencillamente y sin ninguna contradicción.

"Y estrechándolos entre sus brazos, y poniendo sobre ellos las manos, los bendecía".

Pseudo-Crisóstomo, vict. ant. e cat. in Marcum.

Los abraza para bendecirlos, como alzando benignamente hasta su seno a su creatura, que se había apartado de El cayendo desde el principio. Pone sobre ellos las manos, expresando así la obra de su virtud divina, porque obra como Dios, aunque pone las manos conforme a las costumbres humanas, pues se había hecho hombre permaneciendo Dios.

Beda, in Marcum, 3, 40. Bendijo a los niños abrazándolos para significar que los humildes de espíritu son dignos de su bendición, de su gracia y de su amor.


MARCOS 10,17-27


7017 (Mc 10,17)

Así que salió para ponerse en camino, vino corriendo un joven, y arrodillado a sus pies le preguntó: "Oh buen Maestro: ¿qué debo yo hacer para conseguir la vida eterna?" Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos que conducen a la vida: No cometer adulterio, no matar, no hurtar, no decir falsos testimonios, no hacer mal a nadie, honrar padre y madre". A esto respondió él, y le dijo: "Maestro, todas esas cosas las he observado desde mi mocedad". Y Jesús, mirándole de hito en hito, mostró quedar prendado de él, y le dijo. "Una cosa te falta aún: anda, vende cuanto tienes y dalo a los pobres, que así tendrás un tesoro en el cielo, y ven después y sígueme". A esta propuesta, entristecido el joven, fuese muy afligido, pues tenía muchos bienes. Y echando Jesús una ojeada alrededor de sí, dijo a sus discípulos: "¡Oh, cuán difícilmente los acaudalados entrarán en el reino de Dios!" Los discípulos quedaron pasmados al oír tales palabras. Pero Jesús volviendo a hablar, les añadió: "¡Ay hijitos míos, cuán difícil cosa es que los que ponen su confianza en las riquezas entren en el reino de Dios! Más fácil es el pasar un camello por el ojo de una aguja, que no entrar un rico semejante en el reino de Dios". Con esto subía de pronto su asombro, y se decían unos a otros. "¿Quién podrá, pues, salvarse?" Pero Jesús, fijando en ellos la vista, les dijo: "A los hombres es esto imposible, mas no a Dios; pues para Dios todas las cosas son posibles". (vv. 17-27)

Beda, in Marcum, 3, 40. Un hombre, que había oído decir al Señor que los que quieren ser semejantes a los niños son dignos de entrar en el reino de los cielos, le pide que se lo explique claramente y no con parábolas, y que le diga qué méritos tiene que hacer para conseguir la vida eterna. "Así que salió para ponerse en camino, vino corriendo un joven, y arrodillado a sus pies, le preguntó: Oh buen Maestro: ¿qué debo hacer yo para conseguir la vida eterna?".

Teofilacto. Causa admiración ese joven que, cuando los demás se acercan al Señor a causa de sus enfermedades, él pide la posesión de la vida eterna, a pesar de la maligna pasión de la avaricia por la cual se vio afligido después.

San Juan Crisóstomo, in Matthaeum, 63, 1. Porque se acercó verdaderamente al Señor como un hombre a otro y como a uno de los doctores de los judíos, le contestó como hombre. "Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios". Sin embargo, aunque dice esto, no niega la bondad de los hombres, sino en comparación a la bondad divina.

Beda, in Marcum, 3, 40. Este único Dios bueno no es solamente el Padre, sino el Hijo, que dice: "Yo soy el buen Pastor" (Jn 10,11), y el Espíritu Santo, de quien se dice: "Vuestro Padre, que está en los cielos, dará el Espíritu bueno a los que se lo piden" (Lc 11,13); que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, forman una sola e indivisible Trinidad y un solo y buen Dios. No niega el Señor que sea bueno, pero da a entender que es Dios. No dice que no sea buen Maestro, sino que no puede serlo ninguno sin Dios.

Teofilacto. Quiso, pues, el Señor elevar con estas palabras el espíritu de aquel joven para que lo reconociese como a Dios. Nos insinúa además con esto, que cuando hayamos de tratar con una persona, no lo hagamos adulándola, sino teniendo fija la atención en Dios, raíz y fuente de toda bondad, y rindiéndole honor.

Beda, in Marcum, 3, 40. Es de advertir que la observancia de la ley daba a sus discípulos, no sólo los bienes de la tierra, sino los eternos, por lo que dice al que le preguntaba sobre los medios de conseguir la vida eterna: "Ya sabes los mandamientos. No cometer adulterio, no matar", etc. Esta es la inocencia infantil que nos propone para que la sigamos, si queremos entrar en el reino de Dios. "A esto respondió él, y le dijo: Maestro, todas esas cosas las he observado desde mi mocedad". No debemos pensar que este hombre preguntó así al Señor para tentarlo, como creen algunos, ni que mintió en lo que dijo de su vida, sino que dijo sencillamente la verdad, lo que se demuestra en lo que sigue: "Y Jesús, poniendo en él los ojos, le mostró agrado", etc. Y es claro que si hubiera sido reo de mentira o disimulo no le hubiese amado quien penetra lo más secreto de los corazones.

Orígenes, homiliae in Matthaeum, hom. 8. En el hecho de amarlo o de abrazarlo, se ve que aprobó Jesús la verdad con que afirmó haber cumplido los mandamientos. Penetrando en su interior, vio en él al hombre de verdad y su buena conciencia.

Pseudo-Crisóstomo, Cat in Marc. Oxon.

Pero se preguntará alguien cómo puede amar el Señor a quien no había de seguirle. A esto se puede responder diciendo que en un primer momento el joven fue digno del amor del Señor porque había observado la ley desde su juventud. Ya cerca al final del encuentro no hubo ninguna disminución del amor manifestado inicialmente. El joven por su parte no optó por la perfección. Pero si bien no había superado la medida humana, al no seguir la perfección que le proponía el Señor, sin embargo no había cometido ningún crimen al observar la ley según la medida humana. Es por esta observancia por la que lo amó el Señor.

Beda, in Marcum, 3, 40. Ama el Señor a los que guardan los mandamientos de la ley aunque son menores que los que buscan la perfección. Pero no por eso deja de manifestar que no es suficiente la observancia de la ley para los que desean ser perfectos, puesto que no vino para abolir la ley sino para darle plenitud. "Una cosa te falta aún: anda, vende cuanto tienes y dalo a los pobres, que así tendrás un tesoro en el cielo, y ven después, y sígueme". Por tanto el que está llamado a ser así perfecto debe vender lo que tiene, no sólo parte de ello, como hicieron Ananías y Safira, sino todo.

Teofilacto. Y luego que lo hubiere vendido, dar su importe a los pobres, no a los canallas y disolutos.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63, 2. No sin motivo hizo mención del tesoro del cielo y no de la vida eterna, diciendo: "Que así tendrás un tesoro en el cielo", porque, hablando de riquezas y de la renuncia de todo, manifiesta que da a quienes ordena que renuncien a todo, tanto más, cuanto mayor es el cielo que la tierra.

Teofilacto. Pero, dado que muchos pobres en vez de ser humildes tienen el vicio de la embriaguez o cualquier otro, dice: "Y ven después, y sígueme".

Beda, in Marcum, 3, 40. Sigue al Señor aquél que le imita y marcha sobre sus huellas.

"A esta propuesta, entristecido el joven, fuese muy afligido".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63, 2. Y el Evangelista nos refiere la causa de su tristeza, diciendo: "Pues tenía muchos bienes": que no se afligen de igual modo los que tienen poco que los que tienen mucho, puesto que el aumentar las riquezas ya adquiridas hace mayor la llama de la codicia.

"Y echando una ojeada alrededor de sí, dijo Jesús a sus discípulos: Oh, cuán difícilmente los ricos entrarán en el reino de Dios".

Teofilacto. No dice esto porque las riquezas sean malas, sino que lo son los que las tienen para guardarlas; por consiguiente, es preciso no atesorar, sino usar de las riquezas en lo que es necesario y útil.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63, 2. Se dirigió el Señor con estas palabras a los discípulos pobres y que no poseían nada, enseñándoles a no avergonzarse de su pobreza y como excusándose de haberles dejado sin poseer nada. "Los discípulos, continúa, quedaron pasmados al oír tales palabras", ya que, como no poseían nada, es claro que su dolor era por la salvación de los demás.

Beda, in Marcum, 3, 40. Pero es mucha la diferencia que hay entre tener riquezas y amarlas, y es por ello que no dijo Salomón "que el que tiene las riquezas, no saca fruto de ellas, sino el que las ama" (Qo 5,9) Expone el Señor a sus asombrados discípulos el sentido de las palabras antedichas de este modo: "Pero Jesús, volviendo a hablar, les añadió: ¡Ay, hijitos míos, cuán difícil cosa es que los que ponen su confianza en las riquezas entren en el reino de Dios!" En donde es de notar que no dice: ¡Cuán imposible es! sino ¡cuán difícil es! Porque lo que es imposible no se puede hacer de ningún modo, mientras que lo difícil sí, aunque cueste mucho trabajo.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63, 2. O bien: con la palabra difícil quiere significar lo imposible. Y esto no sencillamente, sino con cierta intención. "Más fácil es, dice, pasar un camello por el ojo de una aguja que no entrar un rico en el reino de Dios".

Teofilacto. Se debe entender por camello el animal de este nombre o el cable que usan los marineros.

Beda, in Marcum, 3, 40. ¿Cómo, pues, vemos en el Evangelio a Mateo, a Zaqueo, a José de Arimatea, y en el antiguo Testamento, a tantos ricos que entran en el reino de Dios, sino es porque tuvieron en nada sus riquezas, o las abandonaron del todo por inspiración del Señor? En un sentido más elevado, esto significa que ha sido más fácil a Cristo padecer por los que aman, que convertirse a El quienes aman lo mundano. Y se nos ofrece bajo la figura de camello, porque llevó la carga de nuestros pecados. La aguja significa las punzadas o dolores sufridos en la pasión, y el ojo de ella sus trabajos, con las que se dignó el Señor renovar en cierto modo los gastados vestidos de nuestra naturaleza. "Con esto subía de punto su asombro y se decían unos a otros: ¿Quién podrá, pues, salvarse?" Y como el número de los pobres es incomparablemente mayor que el de los ricos, estas palabras expresan que contaba en el número de los ricos a todos los que aman las riquezas, aunque no hayan podido adquirirlas. "Pero Jesús, fijando en ellos la vista, les dijo: "A los hombres es esto imposible, mas no a Dios"; porque no se debe entender que pueden entrar en el reino de los cielos los avaros y soberbios con su avaricia y soberbia, sino que es posible para Dios convertirlos de la codicia y soberbia a la caridad y humildad.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63, 2. Esta es, por tanto, obra de Dios, y así se nos manifiesta cuánta necesidad de la gracia tiene el que haya de obrar así, y que será grande la recompensa que recibirán los ricos que sigan la filosofía de Cristo.

Teofilacto. O bien debemos entender que dice: "A los hombres es esto imposible, mas no a Dios", porque esto es posible cuando oímos a Dios, y es imposible cuando oímos a la sabiduría humana. "Pues para Dios todas las cosas son posibles", dice; y al decir todo, debe entenderse todo ente, porque el pecado es nada, como cosa sin esencia y sustancia incomunicable. O bien: el pecado no es cosa de virtud, sino de enfermedad, y por tanto, como enfermedad, es imposible para Dios. ¿Pero acaso puede hacer Dios que lo que es no sea? Dios es la verdad, y hacer que lo que ha sido hecho no haya sido hecho, es falso; ¿cómo, pues, la verdad podría hacer lo falso? Sería preciso, como dicen algunos, que destruyese su propia naturaleza. ¿Y puede Dios no ser Dios? Esto es ridículo.


Catena aurea ES 6938