Catena aurea ES 7017


MARCOS 10,28-31


7028 (Mc 10,28-31)

Aquí Pedro, tomando la palabra, le dijo: "Por lo que hace a nosotros, bien ves que hemos renunciado todas las cosas, y seguidote". A lo que Jesús, respondiendo, dijo: "Pues yo os aseguro que nadie hay que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos, o heredades por amor de mí o del Evangelio, que ahora mismo en este siglo y aun en medio de las persecuciones no reciba el doblado por equivalente de casas, y hermanos, y hermanas, de madres, de hijos y heredades, y en el siglo venidero la vida eterna. Pero muchos de los que en la tierra habrán sido los primeros, serán allí los últimos, y muchos de los que habrán sido los últimos serán los primeros". (vv. 28-31) Glosa. Después que se retiró el joven entristecido por el consejo que le dio el Salvador de que abandonase sus riquezas, los discípulos, que habían seguido ya este consejo, empezaron a solicitar el premio, pensando que habían hecho algo extraordinario, puesto que aquel joven, que había cumplido los preceptos de la ley, no había podido oír aquel consejo sin tristeza. Es así que Pedro interroga por sí y por los otros al Señor, y dice: "Aquí Pedro, tomando la palabra, le dijo: Por lo que hace a nosotros, bien ves que hemos renunciado todas las cosas y seguídote".

Teofilacto. Aunque es poco a lo que Pedro renuncia, lo llama todo, porque basta lo poco para sujetar con los lazos de la pasión. Por tanto, dichoso el que renuncia a lo poco.

Beda, in Marcum, 3, 40. Y porque no basta abandonarlo -añade- lo que falta para la perfección: "Y te hemos seguido", que es como si dijera: Hemos hecho lo que nos has mandado: ¿qué premio nos darás, pues? Pero aunque Pedro solo es el que habla, el Señor responde en general. "A lo que Jesús, respondiendo, dijo: Pues yo os aseguro que nadie hay", etc. Pero no quiere decir con esto que abandonemos a nuestros padres, dejándolos sin auxilio, ni que nos separemos de nuestras mujeres, sino que prefiramos el honor de Dios a todo lo que es perecedero.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 64, 1. Me parece que de este modo quiso anunciar con palabras encubiertas las persecuciones futuras, porque había de suceder que muchos padres indujesen a sus hijos a la impiedad y muchas mujeres a sus maridos. No hay diferencia entre por mi nombre o por el Evangelio, como dice San Marcos, y, como dice San Lucas, por el reino de Dios (Lc 18,29), porque el nombre de Cristo es la virtud del Evangelio y del reino de Dios. Se recibe el Evangelio en nombre de Jesucristo, y por él sigue y llega el reino de Dios.

Beda, in Marcum, 3, 40. A causa de haber dicho que recibirá el ciento por uno en esta vida, han imaginado algunos la fábula judía de los mil años concedidos a los justos después de la resurrección, cuando por los sacrificios que han hecho por Dios se les ha de dar múltiple recompensa y además la vida eterna. Pero no ven que, aunque esta promesa sea digna, tiene algo de vergonzoso por lo que toca a las mujeres, tanto más, cuanto que el Evangelio nos asegura que en la resurrección no habrá matrimonio y que la recompensa concedida por los sacrificios hechos, irá acompañada de persecuciones, las que no existirán, según ellos, en estos mil años.

Pseudo-Crisóstomo Cat. in Marc. Oxon.

Esta recompensa es ciertamente centuplicada según la comunicación y no según la posesión, porque la realizó el Señor, no materialmente, sino de cierto modo diferente.

Jerónimo. Porque la mujer cuida en la casa de la comida y el vestido del marido. Vemos que a los mismos apóstoles, a quienes muchas mujeres servían y se ocupaban de su comida y vestidos (1Co 9) Del mismo modo tuvieron muchos padres y madres, es decir, muchos que los amaban. Pero Pedro, abandonando su casa, tuvo después las de todos los discípulos. Y lo que es más, si los santos sufren angustias y persecuciones, poseerán en ellas todo lo ofrecido. Por eso dice: "Pero muchos de los que en la tierra habrán sido los primeros serán allí los últimos, y muchos de los que habrán sido los últimos serán los primeros". Los fariseos eran los primeros y se han hecho los últimos. Los que lo dejaron todo y siguieron a Cristo, fueron los últimos para el mundo por sus angustias y persecuciones, pero serán los primeros por la esperanza que han puesto en Dios.

Beda, in Marcum, 3, 40. Puede entenderse en sentido más elevado aquél "recibirá el cien doblado". El número cien, que se expresa pasando de izquierda a derecha, se significa por la inflexión de los dedos que en la mano izquierda representa el número diez, aunque sea mucha la diferencia que hay entre diez y ciento. Por eso todos los que han despreciado los bienes temporales por el reino de Dios, gozan con su fe llena de certidumbre la alegría de este reino, y esperando la patria celestial, que se significa en la mano derecha, gozan de la dicha de los elegidos. Pero porque hay muchos que no terminan el estudio de la virtud con la piadosa intención con que lo empezaron, dice a continuación: "Pero muchos de los que en la tierra habrán sido los primeros, serán allí los últimos y muchos de los que habrán sido los últimos serán los primeros".

Todos los días vemos que muchas personas profanas sobresalen notablemente por los méritos de su vida, en tanto que otros, entregados con todo fervor al espíritu desde niños, caen al fin en el abandono y, después de haber empezado por el espíritu, perezosos y necios concluyen por la carne.


MARCOS 10,32-34


7032 (Mc 10,32)

Continuaban su viaje subiendo a Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; y estaban sus discípulos como atónitos, y le seguían llenos de temor. Y tomando aparte de nuevo a los doce, comenzó a repetirles lo que le había de suceder. "Nosotros, les dijo, vamos como veis, a Jerusalén, donde el Hijo del hombre, será entregado a los príncipes de los sacerdotes, y a los escribas y ancianos, que le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles, y le escarnecerán; y le escupirán, y le azotarán, y le quitarán la vida, y al tercer día resucitará". (vv. 32-34)

Beda, in Marcum, 3, 40. Los discípulos recordaban lo que el Señor les había anunciado sobre lo mucho que habían de hacerlo padecer los príncipes de los sacerdotes y los escribas y por ello se asombraban al ir a Jerusalén. "Continuaban su viaje subiendo a Jerusalén, y Jesús se les adelantaba".

Teofilacto. De este modo demuestra que va al encuentro de la pasión y que no rehuye la muerte por nuestra salvación: "Y estaban sus discípulos como atónitos y le seguían llenos de temor".

Beda, in Marcum, 3, 40. De temor de ser ellos mismos sacrificados o por lo menos de que cayese en manos de sus enemigos aquél, cuya vida y magisterio formaban su dicha. Previendo, el Señor que ánimo de sus discípulos había de perturbar su pasión el, les predice lo que en ella había de sufrir y la gloria de su Resurrección. "Y tomando aparte de nuevo a los doce, comenzó a repetirles", etc.

Teofilacto. Les habla así para confortarlos, puesto que estando prevenidos sufrirían después esta prueba mejor que si los tomara de sorpresa y a la vez manifestaba que iba a padecer voluntariamente, porque es evidente que el que prevé su pasión y no le huye se entrega espontáneamente a ella. Y tomó aparte a sus discípulos porque convenía que revelase el misterio de su Pasión a sus más íntimos.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 65, 1. Les predice los pormenores de su Pasión, a fin de que conociéndolos detalladamente, no los sobrecoja después ninguno de ellos. "Nosotros, les dijo, vamos, como veis, a Jerusalén, donde el Hijo del hombre", etc.

Glosa. Es decir, el que debe padecer, porque la Divinidad no puede padecer: "Será entregado -esto es, por Judas- a los príncipes de los sacerdotes, y a los escribas y ancianos, que le condenarán a muerte -juzgándole reo de muerte- , y le entregarán a los gentiles -al gentil Pilato-, y le escarnecerán -sus soldados-, y le escupirán, y azotarán, y le quitarán la vida".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 65, 1. Y para que se consuelen con la esperanza de su Resurrección del dolor que les causa su pasión y muerte añade: "Y al tercer día resucitará". Y puesto que no les ocultaba las tristezas y oprobios que habían de sobrevenirle justo era que le creyesen en cuanto a lo demás.


MARCOS 10,35-40


7035 (Mc 10,35-40)

Entonces (oyéndole hablar de la resurrección) se llegaron a El Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, y (por medio de su madre) le hacen esta petición: "Maestro, quisiéramos que nos concedieses todo cuanto te pidamos". Díjoles El: "¿Qué cosa deseáis que os conceda?" "Concédenos, respondieron, que en tu gloria (o glorioso reinado) nos sentemos el uno a tu diestra y el otro a tu siniestra". Mas Jesús les dijo: "No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz (de la pasión) que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo (de sangre) con que yo voy a ser bautizado?" Respondiéronle: "Podemos". "Pues tened por cierto, les dijo Jesús, que beberéis el cáliz que yo bebo, y seréis bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado; pero eso de sentarse a mi diestra o a mi siniestra, no está en mi arbitrio (como hombre) el darlo a vosotros, sino a aquéllos para quienes se ha destinado (por mi Padre celestial)". (vv. 35-40)

San Juan Crisóstomo homiliae in Matthaeum, hom. 65, 2. Los discípulos oyendo hablar frecuentemente a Cristo de su reino juzgaban que no había de tener lugar éste después de su muerte, y por tanto, anunciada su muerte, se acercaron a El para hacerse luego dignos de los honores de su reino. "Entonces se acercaron a El Santiago y Juan", etc. , pues avergonzados del sentimiento humano que los animaba, se acercaron a Cristo, llevándolo aparte de los discípulos. Mas como no ignoraba el Salvador lo que iban a pedirle y queriendo obligarles a que lo declaren abiertamente, les pregunta: "¿Qué cosa deseáis que os conceda?"

Teofilacto. Los discípulos citados creían que subía a Jerusalén para reinar allí y que padecería después lo que había predicho, y pensando de este modo deseaban sentarse uno a su derecha y otro a su izquierda. "Concédenos, respondieron, que en tu gloria nos sentemos, uno a tu diestra y el otro a tu izquierda".

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 64. San Mateo expresa que no fueron ellos sino su madre quien habló así, manifestando al Señor la voluntad de sus hijos. San Marcos nos hace saber brevemente que fueron ellos los que hablaron y no su madre.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 65, 2. Bien puede decirse que fueron la madre y los hijos los que hicieron esta súplica, porque, viendo que el Señor los distinguía de los otros, creían alcanzar lo que deseaban, y a fin de conseguirlo más fácilmente, empeñaron a su madre para que se lo rogara también a Cristo.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 64. En fin, el Señor, según San Marcos y San Mateo, les contestó a ellos en vez de a su madre. "Mas Jesús les replicó: No sabéis lo que pedís. " Teofilacto. Es como si dijera: No reinaré temporalmente en Jerusalén, como creéis, y todo lo que se refiere a mi reino está fuera del alcance del entendimiento humano: el sentarse a mi lado es muchísimo más que lo que corresponde al orden de los ángeles.

Beda, in Marcum, 3, 40. O bien no saben lo que piden, suplicando al Señor el asiento de la gloria que no merecían todavía.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 65, 2. O dice: no sabéis lo que pedís, como si dijera: Vosotros habláis de honor, y yo lucho y me fatigo, porque no es éste tiempo de premios, sino de combates, de peligros y de muerte. "Podéis beber, dice, el cáliz que yo voy a beber", etc. De este modo los atrae para encender más su deseo de participar de su suerte.

Teofilacto. Al cáliz y al bautismo los llama su cruz: al cáliz como una bebida tomada dulcemente por El y al bautismo por que por él nos purificamos de nuestros pecados. Pero no entendiéndolo ellos respondieron: "Sí que podemos", porque creían que hablaba de un cáliz material y del bautismo que usaban los judíos lavándose antes de comer.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 65, 2. Respondieron en el acto, esperando ser atendidos en lo que pedían. "Pues tened por cierto, les dijo Jesús, que beberéis el cáliz que yo bebo", etc. Es decir, seréis dignos del martirio y padeceréis como yo.

Beda, in Marcum, 3, 40. Pero se preguntará alguno cómo bebieron Santiago y Juan el cáliz del martirio, o cómo fueron bautizados con el bautismo del Señor, cuando la Escritura dice que sólo el apóstol Santiago fue degollado por Herodes y que Juan murió de muerte natural. Pero si leemos las historias eclesiásticas, en las que se refiere que martirizaron a Juan, echándole en una caldera de aceite hirviendo y que en seguida fue desterrado a la isla de Patmos, veremos que estuvo pronto al martirio y que bebió el cáliz de la confesión, que bebieron los tres jóvenes en un horno encendido, aunque el tirano no derramó su sangre.

"Pero eso de sentarse a mi diestra", etc.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 65, 2. Aquí se ofrecen dos cuestiones, a saber: si debe sentarse alguno a la derecha del Señor y si no tiene el Señor de todo lo creado potestad de dar este lugar a aquéllos para quienes está preparado. En cuanto a lo primero, diremos que ninguno se sentará a la derecha ni a la izquierda, porque aquel trono es inaccesible a toda creatura humana y por tanto dice: "Sentarse a mi diestra o a mi siniestra, no es mío darlo a vosotros", como si algunos hubiesen de sentarse. Contesta en verdad a los que le preguntan condescendiendo con su intención, puesto que no conociendo aquel trono excelso, ni la cátedra que está a la derecha del Padre, lo que en realidad pedían era la supremacía sobre los demás y el principal de los doce tronos, que habían oído prometer a los apóstoles. En cuanto a lo segundo, diremos que está en la potestad del Hijo de Dios el conceder tal don, por lo que dice San Mateo: "Se ha destinado por mi Padre", es como si dijera: "Se ha destinado por mí" (Mt 20,23), y así es que San Marcos no dice por mi Padre. Por tanto lo que dice Cristo es en resúmen: Moriréis por mí pero esto no basta para que alcancéis el primer puesto, porque el que llegue al martirio con virtud superior a la vuestra alcanzará mucho más que vosotros. Los que por sus obras lleguen a hacerse los primeros, ésos serán los destinados a la primacía. De este modo el Señor los instruye para que no se forjen ilusiones, a la vez que no quiere contristarlos.

Beda, in Marcum, 3, 40. O bien: no está en mi arbitrio el darlo a vosotros, es decir, a los soberbios, puesto que lo eran aún. Está destinado para otros: sed vosotros humildes, y será para vosotros para quienes está preparado.


MARCOS 10,41-45


7041 (Mc 10,41)

Entendiendo los (otros) diez dicha demanda, dieron muestras de indignación contra Santiago y Juan. Mas Jesús, llamándolos (todos) a sí, les dijo: "Sabéis que los que tienen la autoridad de mandar a las naciones las tratan con imperio y que sus príncipes ejercen sobre ellas el poder. No debe ser lo mismo entre vosotros; sino que quien quisiere hacerse mayor, ha de ser vuestro criado; y quien quisiere ser entre vosotros el primero, debe hacerse siervo de todos. Porque el Hijo del hombre no vino a que le sirviesen, sino a servir y a dar su vida por la redención de muchos". (vv. 41-45)

Teofilacto. Los demás apóstoles soportan con dificultad que Santiago y Juan pretendan distinguirse y por esto dice: "Entendiendo los (otros) diez dicha demanda, dieron muestras de indignación contra Santiago y Juan", porque sienten envidia como hombres dominados aún por las pasiones humanas. Pero no se mostraron indignados hasta que vieron que los rechazaba el Señor, puesto que disimularon su indignación mientras pareció que los distinguía. Pero si entonces los apóstoles se mostraron imperfectos, después se cedieron la supremacía con insistencia, porque el Señor los curó llamándolos a sí primeramente para consolarlos, lo que se da a entender en las palabras: "Mas Jesús, llamándolos todos a sí", y demostrando después que buscar los honores y desear la primacía era cosa de los gentiles. Y continúa. "Mas Jesús les dijo: Bien sabéis que los que tienen la autoridad de mandar a las naciones las tratan con imperio, y que sus príncipes ejercen sobre ellas el poder". En efecto, los príncipes de los paganos se conducen en el poder con violencia y tiranía. Y concluye: "No debe ser lo mismo entre vosotros".

Beda. Con estas palabras les enseña que será mayor el que fuere menor y que llegará a ser señor el que se hiciere siervo de todos, siendo en vano, pues, que unos pretendan inmoderadamente y que los otros sufran por ellos; porque para llegar a lo más alto de la virtud el verdadero camino es la humildad y no el poder. Después les propone un ejemplo para que si no les mueve lo dicho, se avergüencen a la vista de los hechos, dice: "Porque aun el Hijo del hombre no vino a que le sirviesen, sino a servir y a dar su vida por la redención de muchos".

Teofilacto. Lo cual es más que servir, porque ¿hay algo más grande y admirable que morir por aquél a quien se sirve? Pero descendiendo el Señor hasta nosotros en su humildad y sirviéndonos obtuvo su gloria y la nuestra, porque antes de hacerse hombre era conocido sólo de los ángeles y después de su encarnación y de su crucifixión no solamente tuvo su gloria, sino que hizo partícipe de ella a otros y dominó por la fe al mundo entero.

Beda. No dijo que daba su vida por la redención de todos, sino de muchos, es decir, de los que quisieren creer.


MARCOS 10,46-52


7046 (Mc 10,46-52)

Y llegaron a Jericó; y al partir de Jericó con sus discípulos, seguido de muchísima gente, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino pidiendo limosna. Habiendo oído, pues, que era Jesús Nazareno (el que venía), comenzó a dar voces, diciendo: "Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí". Y reñíanle muchos para que callara; sin embargo, él alzaba mucho más el grito: "Hijo de David, ten compasión de mí". Parándose entonces Jesús, le mandó llamar. Y le llaman, pues, al ciego diciéndole: "Ten buen ánimo, levántate, que te llama". El cual, arrojando su capa, al instante se puso en pie, y vino a El. Y Jesús le dijo: "¿Qué quieres que te haga?" El ciego le respondió: "Maestro, que yo vea". Y Jesús: "Anda, que tu fe te ha curado". Y de repente vio, y le iba siguiendo por el camino. (vv. 46-52)

San Jerónimo. El nombre de la ciudad corresponde a la ya próxima pasión del Señor1. Después de esto -dice- llegaron a Jericó". Este nombre significa luna o anatema. Porque, cuando se acerca el abatimiento de la carne de Cristo se prepara la Jerusalén celestial.

"Y al partir de Jericó, un ciego", etc.

Beda. San Mateo dice que eran dos los ciegos que sentados junto al camino, imploraban a Cristo y recobraron la vista. San Lucas afirma que cuando se aproximó el Señor a Jericó curó del mismo modo a un ciego. Pero nadie -por lo menos ningún hombre prudente- pensará que se contradicen aquí los evangelistas, pues lo que hay aquí es que uno refiere con más extensión lo que omite el otro. Debe entenderse, pues, que uno de los ciegos era muy conocido, circunstancia que se desprende de citarlo San Marcos con su nombre y el de su padre.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,65. San Marcos, por consiguiente, quiso referir solamente la cura de aquél que, por ser más conocido, hacía más célebre el milagro. Ahora, por lo que hace a San Lucas, debemos entender que habla de otro ciego, cuya milagrosa cura obró el Señor de un modo enteramente igual.

"Habiendo oído, pues, que era Jesús Nazareno", etc.

Pseudo-Crisóstomo, vict. ant. e cat. in Marcum. El ciego llama al Señor hijo de David, oyendo las alabanzas de la muchedumbre que pasa, convencido de que se cumplían en El las profecías.

"Y reñíanle muchos para que callara".

Orígenes, in Matthaeum, tomo 16 tract. 13. Como si dijese: Los que ya creían pretendían hacerle callar y le increpaban porque llamaba hijo de David al Salvador, denominación en verdad muy indigna de El, en vez de hijo de Dios. Pero él no desistió. "Sin embargo, él alzaba mucho más el grito", etc. Oyó el Señor sus gritos y, "parándose entonces Jesús -dice el texto- lo mandó llamar". Ved, pues, cómo el ciego que menciona San Lucas es inferior a éste, porque no lo llamó Jesús, como dice San Mateo, ni lo mandó llamar, como se refiere aquí, sino que mandó se lo trajeran, puesto que no podía venir él por sí mismo.

Este ciego, por el contrario, fue llamado por mandato del Señor, según estas palabras: "Y le llamaron, diciéndole: Ea, buen ánimo, levántate que te llama". Y continúa: "El cual, arrojando su manto, se puso de pie al instante, y vino a El". Acaso el manto de este ciego mendicante es la pobreza y la ceguera en que se halla envuelto, y arrojándolo, llega al Señor, quien le pregunta: "¿Qué quieres que te haga?"

Beda. ¿Podía acaso ignorar lo que quería el ciego Aquél que podía dar la vista? Pero lo interroga para que pida, para que se entregue de corazón a la oración.

San Juan Crisóstomo, homilae in Matthaeum 66,1. O bien: lo interroga para que no se creyera que concedía otra cosa que lo que deseaba, siendo su costumbre hacer que se manifestase el deseo de los que había de curar y aplicar el remedio entonces, a fin de suscitar la confianza de los demás y mostrar que el que iba a ser curado era digno de serlo.

"El ciego le respondió: Maestro mío, haz que yo vea".

Beda. No hay nada que pueda desear el ciego con preferencia a la vista, puesto que tenga lo que tenga, no puede verlo.

Pseudo-Jerónimo. Considerando, pues, la espontaneidad de este ruego, le recompensa llenando su deseo.

Orígenes, super Matth. tract. 13. Más digno es decir Maestro mío, o Señor, según se lee en otros, que hijo de David. Así es que el Señor, que no le dio la vista cuando lo llamó hijo de David, se la dio al llamarlo Maestro. "Jesús -continúa- le dijo: Anda, que tu fe te ha salvado. Y de repente vio, y le iba siguiendo por el camino", etc.

Teofilacto. Y el ciego manifestó su gratitud a Jesús, siguiéndolo en vez de dejarlo.

Beda. En sentido místico, Jericó, que se interpreta luna, designa nuestra mutabilidad. Y es ya cerca de aquella ciudad en donde dio el Señor la vista al ciego, porque después de haberse hecho carne y aproximándose la pasión, atrajo a muchos a la fe. Y no fue en los primeros tiempos de su encarnación, sino pocos años antes de su pasión, cuando reveló al mundo el misterio del Verbo.

Pseudo-Jerónimo. También la ceguera de los judíos desaparecerá al fin cuando les mande al profeta Elías.

Beda. Que el Señor diera la vista a uno solo al acercarse a Jericó, y a dos al partir de esta ciudad, significa que antes de su pasión predicó sólo al pueblo judío, y después de su resurrección y ascensión manifestó a los judíos y los gentiles por medio de los apóstoles los misterios de su divinidad y de su humanidad. Lo que escribe San Marcos del ciego curado hace referencia a la salvación de los gentiles, puesto que presentaba así a los que instruía en la fe la figura de su salvación. Pero San Mateo, que escribía su Evangelio para los que creían de entre los hebreos y para los gentiles a cuya noticia iba a llegar con el tiempo, habla de la cura de dos ciegos, a fin de enseñar que ambos pueblos habían de alcanzar la gracia de profesar la misma fe. Al salir el Señor de Jericó seguido de sus discípulos y de una muchedumbre de gente, se hallaba sentado el ciego pidiendo a orillas del camino. Porque el pueblo de los gentiles empezó a tener esperanza de ser iluminado cuando, seguido de muchos fieles, subió el Señor a los cielos, en donde entraron juntos con El los elegidos desde el principio del mundo. Este pueblo de los gentiles estaba sentado entonces pidiendo junto al camino, porque aún no había entrado en el camino de la verdad, aunque se esforzaba para llegar a él.

Pseudo-Jerónimo. También pide hambriento a orillas del camino el pueblo de los judíos que conserva la Escritura y no la cumple. Y clama diciendo: "Hijo de David, ten compasión de mí", porque su derecho a la luz está fundado en los méritos de los patriarcas. Conmínanle muchos para que calle, porque el pecado y el demonio ahogan la voz del pobre. Pero él gritaba más, porque, agravándose la lucha, es preciso clamar levantando las manos hacia la roca de salvación, es decir hacia Jesús Nazareno.

Beda. Habiéndose hecho famoso el nombre de Cristo, el pueblo de los gentiles trataba de unirse a El a pesar de la oposición de muchos: primero de los judíos y luego también de los gentiles, quienes no querían que el mundo una vez iluminado invocase al Señor. Sin embargo, su furiosa oposición no podía apartar de la salvación a los que estaban destinados a la vida. Al pasar Jesús oyó al ciego que gritaba, porque se compadecía por su humanidad, como por el poder de su divinidad disipa las tinieblas de nuestro entendimiento: por nosotros es por quienes nació y padeció Jesús, como quien está de paso porque esta acción es temporal, así como es atributo de Dios el disponerlo todo de un modo inmutable. El Señor llama al ciego que gritaba cuando manda la palabra de la fe al pueblo de las naciones por medio de sus ministros, quienes llamando al ciego le ordenan que se levante y se acerque al Señor, esto es, predicando a los ignorantes les mandan que tengan esperanza de su salvación, que se levanten del fango de los vicios y que se dispongan al estudio de las virtudes. Arrojando su manto, al instante se pone en pie, como el que liberado de los obstáculos que ofrece el mundo, se adelanta con paso ligero hacia el dador de la luz eterna.

Pseudo-Jerónimo. El pueblo judío se pone también en pie, despojándose del hombre viejo, como un cervatillo que salta en el monte cuando, deponiendo su negligencia y considerando en las alturas a los patriarcas, los profetas y los apóstoles, se adelanta hacia las cosas celestiales. Tal es, pues, el orden de la salvación: oír primero a los profetas, clamar después con la fe y, por último, ser llamados por los apóstoles, levantarse por la penitencia, despojarse por el bautismo, e interrogar por el deseo. El ciego, a quien interroga Jesús, pide ver la voluntad del Señor.

Beda. Imitémosle, pues, pidiendo al Señor, no las riquezas, no los bienes terrenos, ni los honores, sino la luz que nos hace ver como solo los ángeles ven. El camino para ello es la fe, y por eso el Señor contesta al ciego: "Anda, que tu fe te ha salvado". Ve, pues, y sigue al que obra el bien que ve su inteligencia. Porque el que hace el bien que conoce, y el que imita a Jesús, que no quiso la prosperidad en este mundo y toleró el oprobio y el desprecio, ése es el que lo sigue. Y porque perdimos la alegría interior por el goce de lo temporal, nos muestra con cuánta amargura se vuelve a ella.

Teofilacto. Dice que siguió al Señor en el camino, es decir, en esta vida, porque después de ella son excluidos de la eterna todos los que aquí no le siguieron, cumpliendo sus mandamientos.

Pseudo-Jerónimo. O bien: esta vida es aquélla que ha dicho: "Yo soy la verdad y la vida" (Jn 14,6) Esto es, el camino estrecho que conduce a las alturas de Jerusalén y de Betania, al monte de los Olivos, que es el de la luz y del consuelo.


MARCOS 11,1-10


7101 (Mc 11,1)

Cuando iban acercándose a Jerusalén, al llegar junto a Betania, al pie del monte de las Olivas, despacha a dos de sus discípulos, y les dice: "Id a ese lugar que tenéis enfrente, y luego, al entrar en él, hallaréis atado un jumentillo, en el cual nadie ha montado hasta ahora; desatadle, y traedle. Si alguien os dijere, ¿qué hacéis?, responded que el Señor lo ha menester; y al instante os le dejará traer aquí". Luego que fueron, hallaron el pollino atado fuera, delante de una puerta, a la entrada de dos caminos (o en una encrucijada), y le desataron. Y algunos de los que estaban allí les dijeron: "¿Qué hacéis? ¿por qué desatáis ese pollino?" Los discípulos respondieron conforme a lo que Jesús les había mandado, y se le dejaron llevar. Y trajeron el pollino a Jesús, y habiéndole aparejado, con los vestidos de ellos, montó Jesús en él. Muchos en seguida tendieron sus vestidos en el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las esparcían por donde había de pasar Jesús. Y tanto los que iban delante, como los que seguían detrás, le aclamaban diciendo; "Hosanna, salud y gloria: bendito sea el que viene en el nombre del Señor. Bendito sea el padre de David que vemos llegar ahora en la persona de su hijo: Hosanna en lo más alto de los cielos". (vv. 1-10)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 67,1. Después que diera el Señor suficientes pruebas de su poder, y cuando la cruz estaba ya a la vista, lo hace todo con mayor claridad, a fin de enardecer a sus enemigos. Por esto, aunque había subido muchas veces a Jerusalén, nunca lo hizo con tanta majestad como ahora.

Teofilacto. Para que, si quieren, puedan reconocer su gloria y que es el verdadero Dios por el cumplimiento de las profecías, quedando sujetos, si no quieren, a un juicio mucho más terrible, puesto que no creyeron en milagros tan visibles. Describiendo su entrada con toda claridad el evangelista, dice: "Cuando iban acercándose a Jerusalén, al llegar junto a Betania", etc.

Beda, Beda, in Marcum, 3,41. Betania es un pueblo o pequeña villa en la falda del monte de los Olivos, en donde fue resucitado Lázaro. Cómo y por qué envió a sus discípulos, lo refiere el Evangelista, diciendo: "Id a ese lugar", etc.

Teofilacto. Consideremos cuántas predicciones hace el Señor en esto a sus discípulos. Primero, que hallarían un pollino. "Y luego al entrar en él -dice- hallaréis", etc. Después que habrá quien se oponga a que se lo lleven: "Que si alguien os dijere ¿qué hacéis? responded que", etc. Por último, que les dejarían llevarlo: "Y al instante -añade- os lo dejará traer aquí". Y como dijo el Señor, así se cumplió. "Luego que fueron -dice el evangelista- hallaron el pollino atado fuera, delante de una puerta a la entrada de dos caminos, y le desataron".

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,66. San Mateo dice asna y pollino, y los demás evangelistas sólo pollino. Pero no ofrece dificultad el aceptar ambas versiones, puesto que puede un historiador referir un detalle y otro referir otro, y mucho menos si el primero refiere uno y el último los dos.

"Y algunos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis? ¿por qué desatáis ese pollino?" Los discípulos respondieron conforme a lo que Jesús les había mandado, y se lo dejaron llevar.

Teofilacto. Y es claro que no se hubiera permitido si no hubiese mediado un poder divino, que los moviese a dejar que se lo llevasen, particularmente por ser como eran hombres de campo y labradores.

"Y trajeron el pollino a Jesús, y habiéndolo aparejado con los vestidos de ellos, montó Jesús en él".

Pseudo-Crisóstomo, cat. in Marcum Oxon.

No porque el Señor, que había andado a pie la Judea y toda la Galilea tuviera necesidad de ir en el pollino desde el monte de los Olivos a Jerusalén, sino porque esto era simbólico. "Muchos en seguida -prosigue- tendieron sus vestidos en el camino".

Pseudo-Jerónimo. Bajo los pies del asnillo; otros cortaban ramas de las palmeras, y las echaban por donde había de pasar Jesús. Esto correspondía más a la estimación y al misterio, que a la necesidad. "Y tanto los que iban delante, como los que seguían detrás, le aclamaban diciendo: Hosanna", etc. Aquella parte, pues, de la multitud, que aún no estaba pervertida, conoció lo que debía hacer, y honró por tanto a Jesús, haciendo cada cual lo que pudo. Así es que para alabar al Señor cantaron el himno de David, diciendo: Hosanna, que es lo mismo que sálvame, según unos, y que himno, según otros, aunque parece preferible la primera versión, porque el Salmo dice: "Oh Señor, sálvame" (Ps 177,25); lo que corresponde en hebreo a hosanna.

Beda. La palabra hosanna, verbo hebreo, se compone de dos partes. Hosi quiere decir sálvame, y anna es interjección que denota súplica.


Pseudo-Jerónimo. Aquella muchedumbre, por tanto, dice hosanna, o sálvame, porque pide que lo salve aquel bendito, aquel vencedor, aquél que viene en nombre del Señor. Esto es, de su Padre, puesto que el Hijo tomó el nombre de su Padre, así como el Padre el del Hijo.

Pseudo-Crisóstomo, cat. in Marcum Oxon. Dan gloria a Dios, diciendo: "¡Bendito sea el que viene en nombre del Señor!" y bendicen también el reino de Cristo con estas palabras: "¡Bendito sea el reino de nuestro padre David!"

Teofilacto. Llaman reino de David al de Cristo, porque Cristo descendía de la familia de David, y a la vez porque David significa el fuerte por su mano. ¿Y quién más fuerte por su mano que el Señor, que obró tantos y tales milagros?

Pseudo-Crisóstomo, cat. in Marcum Oxon. De aquí que muchas veces llamen los profetas David a Cristo por venir de David, según la carne.

Beda. Leemos en el Evangelio de San Juan que huyó el Señor al monte para que no lo hicieran rey. Ahora, pues, viene a Jerusalén, en donde ha de padecer. No huye de los que lo llaman rey, para manifestar claramente que su imperio no era temporal y terreno, sino eterno y celestial, y que va a él por la humillación de la muerte. Es de notar la consonancia de la voz del pueblo con la del arcángel San Gabriel, que dijo: "El Señor Dios le dará el asiento de David, su Padre" (Lc 1,32) Es a saber, que llamará al reino de los cielos con su palabra y su ejemplo al pueblo a quien dirigió David con las riendas del gobierno temporal.

Pseudo-Crisóstomo, cat. in Marcum Oxon. Y en fin, elevan esta gloria hasta Dios cuando dicen: "¡Hosanna en lo más alto de los cielos!". Esto es, ¡hosanna y gloria al Señor de todas las cosas, que está en las alturas! Pseudo-Jerónimo.

En sentido místico se acerca el Señor a Jerusalén, que es la visión de la paz, en la que se halla una felicidad fija e inmutable que según el Apóstol (Ga 4), es la madre de todos los creyentes.

Beda. Betania significa la casa de la acogida, porque enseñando antes de su pasión a muchos de sus discípulos, hizo de la obediencia su morada. Y está situada en el monte de los Olivos, porque vigoriza a su Iglesia ungiéndola con los dones de su Espíritu e ilustrándola con la luz de la ciencia y de la piedad. Mandó a sus discípulos al lugar que tenían enfrente, es decir, destinó a los doctores a que penetrasen con el Evangelio en las fortalezas, digámoslo así, en que se amparaba la ignorancia de todo el mundo.

Pseudo-Jerónimo. Dos fueron los discípulos a quienes llamó y envió el Señor, puesto que no consiste la caridad en estar solo. "¡Pero ay del hombre que está solo!" (Qo 4,10) Dos son los que conducen a los hebreos en su salida de Egipto; dos los que llevan el racimo de la tierra santa para enseñar a los que presiden a unir la ciencia con la obra; dos los mandamientos consignados en las dos tablas; dos las fuentes para las abluciones; y dos las varas para llevar el arca del Señor, y dos los querubines que la cubren con sus alas, y entre los que hemos de conocer a Dios cantando sus alabanzas con el espíritu y la inteligencia (1Co 14)

Teofilacto. No le era necesario el pollino; pero mandó a buscarlo, para manifestar que debía trasladarse al pueblo gentil.

Beda. El pollino, desenfrenado y libre, es una figura del pueblo de las naciones, porque ninguno había montado en él. Tampoco doctor ninguno había puesto a este pueblo el freno de la corrección para impedirle hablar mal, o para obligarlo a entrar en el estrecho camino de la vida, persuadiéndolo a obrar el bien.

Pseudo-Jerónimo. Encontraron al pollino atado fuera, delante de una puerta, porque el pueblo gentil se hallaba sujeto con los lazos de sus pecados ante la puerta de la fe, es decir, fuera de la Iglesia.

San Ambrosio, in Lucam, 9, 6. O le hallaron atado fuera, delante de una puerta, porque el que se halla fuera de Cristo está en el camino, y no está fuera el que se halla en Cristo. Le encontraron, añade, a la entrada de dos caminos, tránsito para todo el mundo, y en donde nadie tenía propiedades, sin pesebre, sin alimento, sin establo. ¡Miserable servidumbre la que no tiene derecho reconocido!, porque tiene muchos señores el que no tiene uno determinado. Los señores extraños atan para poseer y el legítimo desata para ganar, porque sabe que los beneficios son lazos más fuertes que las cadenas.

Beda. O bien: estaba entre dos caminos, porque no conociendo el verdadero de la vida y de la fe, seguía, llevado por el error, los muchos y dudosos senderos de las sectas.

Pseudo-Jerónimo. Entre dos caminos, es decir, entregado a su libre albedrío, dudando entre la vida y la muerte.

Teofilacto. Entre dos caminos, esto es, en esta vida, desatado por los discípulos con el bautismo y la fe.

Pseudo-Jerónimo. Algunos decían: ¿Qué hacéis? Esto es: ¿Quién puede perdonar los pecados? (Lc 5,21)

Teofilacto. O bien son los demonios los que quieren impedirlo, pero fueron más fuertes los Apóstoles.

Beda. O bien los maestros del error, que eran los que se oponían a los doctores que venían a salvar a las naciones. Librados ya de la oposición de sus enemigos y habiéndoseles mostrado el poder de la fe, los creyentes fueron conducidos ante el Señor, a quien habían de llevar en el corazón. Los vestidos que ponen sobre El los apóstoles, pueden tomarse por la doctrina de las virtudes; o por la fiel interpretación de las Escrituras; o por la variedad de los dogmas de la Iglesia. Todas son cosas que, revistiendo los corazones de los hombres desnudos y fríos antes, los hacen dignos de servir de asiento a Cristo.

Pseudo-Jerónimo. O bien: estos vestidos son la primera insignia de inmortalidad que reciben por el sacramento del bautismo. Montó el Señor en el pollino, esto es, empezó a reinar sobre los hombres, para que no fuera el pecado el que imperase sobre la lasciva carne, sino la justicia, la paz y la alegría en el Espíritu Santo. Muchos en seguida tendieron sus vestidos en el camino bajo las patas del pollino. ¿Qué son las patas sino aquellos que están colocados a las extremidades del cuerpo de Cristo, y que nos indica el Apóstol (1Co 6), los cuales, aunque no sean donde se sienta el Señor, son, sin embargo, discípulos como los soldados a quienes instruyó San Juan? (Lc 3)

Beda. O bien: tienden muchos sus vestidos en el camino, porque desnudándose del vestido de la propia carne, es como los santos mártires preparan con su sangre el camino a los fieles más sencillos. Muchos también tienden sus vestidos en el camino, porque doman su cuerpo con la abstinencia, para preparar el camino de Dios a su corazón, o para dar buen ejemplo a los que quieran imitarlos. Cortan ramas de los árboles los que recogen la semilla de la verdad que sembró la elocuencia de los Padres, y la echan con una predicación llena de humildad en el corazón del oyente que viene al camino de Dios.

Teofilacto. Tendamos también nosotros en el camino de nuestra vida las ramas cortadas de los árboles, imitando a los santos. Porque los santos son árboles, cuyas ramas corta el que imita sus virtudes.

Pseudo-Jerónimo. Los justos florecerán como la palmera (Ps 91), pobre por sus raíces y rica por su flor y su fruto. Y como son el buen olor de Cristo (2Co 2), cubren con su buena fama el camino de los mandamientos de Dios, siendo los profetas los que iban delante, y los apóstoles los que seguían.

Beda. Y porque todos los elegidos, sean los que existían en la Judea, o los que ahora existen en la Iglesia, creyeron y creen en el Mediador de Dios y de los hombres, los que procedían y los que seguían clamaban "hosanna".

Teofilacto. Pero son en alabanza de Dios aquéllos de nuestros actos que le preceden y que le siguen, porque la vida que, siendo buena al principio, no sigue siéndolo, no termina en alabanza de Dios.


Catena aurea ES 7017