Catena aurea ES 5117

MATEO 21,17-22


5117 (Mt 21,17-22)

Y dejándolos, se fue fuera de la ciudad a Betania, y se estuvo allí. Y por la mañana, cuando volvía a la ciudad, tuvo hambre. Y viendo un árbol de higuera junto al camino, se acercó a ella; y no hallando en ella sino hojas solamente, le dijo: "Nunca jamás nazca fruto de ti". Y se secó al punto la higuera. Y viéndolo los discípulos, se maravillaron, y decían: "¿Cómo se secó al instante?" Y respondiendo Jesús, les dijo: "En verdad os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no tan solamente haréis esto de la higuera, mas aun si dijereis a este monte: Quítate y échate en la mar, será hecho. Y todas las cosas que pidiereis en la oración, creyendo, las tendréis". (vv. 17-22) Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 38. Se puede vencer mejor la malicia de los hombres cediendo que contestando. Porque la malicia no escucha razones, sino que se excita con ellas y, por lo tanto, el Señor se propuso vencer la de aquellos, separándose, y no reprimirla, respondiendo. Por esto dice: "Y dejándolos, se fue fuera de la ciudad a Betania", etc.

San Jerónimo. En esto debe comprenderse, que aunque el Señor era muy pobre, a nadie aduló para merecer un hospedaje en aquella gran ciudad, en donde no encontró habitación donde descansar. Sin embargo, la encontró en un pueblo pequeño, en donde habitaban Lázaro y sus hermanas. Este pueblecito se llamaba Betania. Por esto sigue: "Y se estuvo allí".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 38. Con el fin de permanecer corporalmente en donde descansaba espiritualmente, porque es propio de los buenos no gozar en donde hay grandes convites sino en donde brilla la santidad.

San Jerónimo. Habiendo desaparecido las tinieblas de la noche, el Señor tuvo hambre cuando se volvía a la ciudad. Por esto sigue: "Y por la mañana, cuando volvió a la ciudad, tuvo hambre"; manifestando la realidad de su carne humana.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 38. Siempre que Jesús concede a la carne sufrir lo que es propio de ella, da a conocer que padece.

Rábano. Observa en esto también, el mayor afecto del que trabaja con afán, cuando se dice que volvió a la ciudad por la mañana para predicar y para conseguir la conversión de alguno de ellos hacia el Señor, su Padre.

San Jerónimo. El Señor, como había de padecer en medio de los pueblos y tomar sobre sí el escándalo de la Cruz, quiso confirmar sus ánimos por medio de un milagro. Por esto sigue: "Y viendo un árbol de higuera junto al camino, se acercó a él", etc.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 67,2. No vino a la higuera porque tuviera hambre, sino por sus discípulos. Porque en todas partes hacía bien y en ninguna mortificaba a nadie y conviniendo, por lo tanto, dar a conocer su poder de castigar, no quiso, sin embargo, demostrarlo en los hombres sino en la higuera.

San Hilario, in Matthaeum, 21. En esto encontramos una prueba de la bondad de Jesucristo. Porque cuando quiso demostrar que se preocupaba de concedernos la salvación por sí mismo, ejerció su poderío sobre los cuerpos de los hombres recomendando la confianza en lo que después había de suceder y la salvación del alma que estaba enferma por los cuidados de la vida presente. Pero ahora que va a establecer la manera con que tratará a los contumaces, lo da a conocer por el futuro perjuicio del árbol. Por esto sigue: "Y le dijo: nunca jamás nazca fruto de ti".

San Jerónimo. Esto es, en esta vida, porque el término griego aiwna significa una y otra cosa expresándolo del mismo modo.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 67,1. Sospecharon sus discípulos que aquella higuera había sido maldecida porque no tenía frutos. ¿Pues por qué fue maldecida? En beneficio de sus discípulos, para que aprendan que el Salvador podía matar a todos los que le crucificaron. Por esto sigue: "Y se secó la higuera inmediatamente". Y por lo tanto, no hizo este milagro en otra planta, sino en ésta que es la más húmeda, para que de este modo fuera más patente el milagro. Y cuando acontecen cosas semejantes en las plantas o en los animales, no preguntes la razón por la que se ha secado la higuera, no siendo su tiempo -pues el indagar esto es la mayor locura, porque en tales casos no se encuentra culpa ni pena-, sino ve el milagro, y admira a su autor. Por esto sigue: "Y viéndolo los discípulos, se maravillaron", etc.

Glosa. El Creador no es injusto contra el que posee una cosa, sino que el derecho de la creatura es cambiado para bien de los demás.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 67,2. Y para que comprendas que el milagro se hizo por ellos -esto es, para robustecer su confianza-, oye lo que dice a continuación. Prosigue, pues: "Y respondiendo Jesús les dijo: En verdad os digo", etc.

San Jerónimo. Los perros de los gentiles ladran contra nosotros asegurando que los apóstoles no tenían fe porque no pudieron trasladar los montes. A ellos responderemos que Jesucristo hizo muchos milagros que no se han escrito. Por lo tanto, creemos que hicieron esto los apóstoles y que no se escribió, con el fin de no dar ocasión a los infieles para que lo contradijesen. Y si no, preguntémosles si creen en estos milagros que se refieren por escrito o no, y viendo que no creen, por consecuencia les probaremos que no habían de creer en milagros mayores los que no creen en los menores.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 67,2. Esto que dice el Señor lo refiere a la oración y a la fe. Y por esto añade: "Y todas las cosas que pidiereis en la oración", etc.

Orígenes. Los discípulos de Jesucristo no piden lo que no conviene, y como creen en su divino maestro, no piden más que cosas grandes y espirituales.

Rábano. Cuando no somos oídos al pedir alguna cosa es porque pedimos algo contrario a nuestra salvación; o también porque lo impide la malicia de aquellos por quienes pedimos, o que se dilata la concesión de la gracia pedida para que crezcan los deseos y se reciba con más interés el bien que se pide.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,68. También debe observarse que los discípulos se admiraron de que la higuera se secara, y que el Señor les respondió lo que se ha dicho de la fe, aunque esto no sucedió en el segundo día después que Jesucristo maldijo el árbol, sino en el tercero, como dijo San Marcos. Este evangelista dice que los que vendían fueron arrojados del templo en el día segundo porque no había dicho que esto sucedió en el día primero. Y añade que en el mismo segundo día, cuando hubo pasado la tarde, salió de la ciudad, y que cuando vinieron a la mañana siguiente fue cuando vieron que la higuera se había secado. San Mateo se expresa en estos términos, como si todo se hubiese verificado en el segundo día. Por esto se comprende que diciendo San Mateo que se secó la higuera, inmediatamente, pasando en silencio lo demás que pertenece al segundo día y añadió enseguida: "Y como lo viesen los discípulos se admiraron". Y así se entiende cómo el Señor vio la higuera en un día y se admiraron los discípulos en otro. Se conoce pues, que no se secó en seguida, cuando la vieron seca, sino después que fue maldecida. Por lo tanto no la vieron cuando empezaba a secarse, sino cuando estaba seca del todo, y por lo tanto comprendieron que se había secado en seguida que Jesucristo pronunció aquellas palabras.

Orígenes, homilia 16 in Matthaeum. En sentido espiritual, dejando el Señor a los príncipes y a los escribas, salió fuera de la Jerusalén terrena, que poco después quedó destruida. Vino, pues, a Betania, o sea a la casa de la obediencia -esto es, a la Iglesia-, en donde, después de haberla cimentado, descansó. Volvió luego a la ciudad que había dejado poco antes; y cuando volvía tuvo hambre.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 39. Si hubiese tenido hambre como hombre, de alimento material nunca la hubiese tenido al amanecer. Pero tiene hambre por la mañana, el que desea la salvación de los demás.

San Jerónimo. El árbol que encontró en el camino, entendemos que fue la sinagoga que estaba junto al camino porque poseía la ley, y sin embargo, no creía en el camino, esto es, en Jesucristo.

San Hilario, in Matthaeum, 21. La higuera se compara con un árbol, porque los primeros que creyeron de Israel fueron los apóstoles, y como los higos sin madurar, precedieron a los demás en la gloria y en el tiempo de la resurrección.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 39. El higo, por la multitud de sus granos reunidos dentro de una misma corteza, representa la reunión de muchos fieles. Jesús no encuentra en ella más que hojas, esto es tradiciones farisaicas y jactancia de la ley sin frutos de verdad.

Orígenes, homilia 16 in Matthaeum. Y como aquel árbol era quien tenía alma en sentido figurado, le dice como si oyera: "Nunca jamás nazca fruto de ti". Y por lo tanto indica que la sinagoga de los judíos es infructuosa y que esto había de suceder hasta el fin del mundo, después que haya entrado en la Iglesia la multitud de todas las gentes. Y la higuera se secó cuando aún Jesucristo andaba por este mundo y habiendo visto los discípulos con los ojos espirituales el misterio de la fe seca, se admiraron. Pero los discípulos de Jesucristo y los fieles que no dudan, abandonándola, dejan que se acabe de secar, porque la virtud vivificadora, salió de ellos y pasó a los gentiles. Pero cada uno de aquéllos que son llamados a la fe toma aquel monte enemigo y lo arroja al mar, esto es, al abismo.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 39. Al mar, esto es, a este mundo tumultuoso, en donde subsisten las aguas saladas, esto es, los pueblos malvados.

San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,29. El siervo de Dios debe decir esto respecto del monte de la soberbia, para rechazarla lejos de sí. Y como el Evangelio había de ser predicado por ellos, el mismo Señor (que es apellidado monte por los judíos) es arrojado a los gentiles como a un mar.


Orígenes, homilia 16 in Matthaeum. Todo el que obedece a la palabra de Dios es como Betania y Jesucristo descansa en él. En cambio, se mantiene lejos de los malos y pecadores. Y cuando estuviere entre los justos, entonces estará en ellos, a la espalda de ellos, y con ellos. No en vano, abandonando el Señor Betania, vino a la ciudad. El Señor tiene hambre siempre de los justos, deseando comer el fruto del Espíritu Santo en ellos, como son la caridad, el gozo y la paz. Estaba junto al camino esta higuera, pero solamente tenía hojas y no daba frutos.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 39. Esto es, junto al mundo, porque si el hombre vive junto al mundo no puede dar de sí fruto de santidad.

Orígenes, homilia 16 in Matthaeum. Y si el Señor viniere en medio de las tentaciones, buscando el fruto de alguien, y lo encontrare sin fruto de santidad sino sólo con la mera profesión de su fe, que es como las hojas sin frutos, se seca inmediatamente, perdiendo hasta la apariencia de fiel. Pero cada uno de sus discípulos hace que se seque la higuera, haciéndola aparecer vacía delante de Jesucristo. Como dijo San Pedro a Simón Mago: "Tu corazón no es recto delante de Dios" (Ac 8,21) Mejor es, por lo tanto, que una higuera engañosa -que aparece como viva y no da fruto- sea secada por la predicación de los discípulos de Jesucristo y sea descubierta, que el robar por engaño los corazones de los inocentes. Hay, pues, en cada uno de los infieles un monte según la elevación de su infidelidad, que es destruido por la predicación de los discípulos de Jesucristo.

MATEO 21,23-27


5123 (Mt 21,23-27)

Y habiendo ido al templo los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo, se llegaron a El a sazón que estaba enseñando, y le dijeron: "¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio esta potestad?" Respondiendo Jesús les dijo: "Quiero yo también preguntaros una palabra: y si me la dijereis, yo también os diré con qué potestad hago estas cosas. ¿El bautismo de Juan de dónde era? ¿del cielo o de los hombres?" Y ellos pensaban entre sí diciendo: "Si dijéremos del cielo, nos dirá: ¿Pues por qué no lo creísteis? Y si dijéremos de los hombres, tememos las gentes": porque todos miraban a Juan como un profeta. Y respondieron a Jesús diciendo: "No sabemos". Y les dijo El mismo: "pues ni yo os digo, con qué potestad hago estas cosas". (vv. 23-27)

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 39. Como habían visto los sacerdotes que Jesucristo había entrado en el templo con gran pompa, eran agitados por la envidia. Así, no pudiendo sufrir en su corazón el ardor de la envidia que les acosa, levantan la voz. Por esto sigue: "Y habiendo ido al templo, se llegaron a él", etc.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 67,2. Como no podían difamarle por sus milagros, se deciden a reprenderle porque había expulsado del templo a los que vendían, como si dijesen: ¿Acaso te has apoderado del trono de la sabiduría? ¿Eres sacerdote consagrado puesto que has demostrado tanto poder?

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 39. Y es por esto que añaden: "¿Y quién te ha dado esa potestad?" Manifiestan en esto que hay muchas personas que dan sus poderes a otros hombres, ya en el orden material, ya en el espiritual. Como si dijesen: ¿has nacido de familia sacerdotal? El senado no te lo concedió; César tampoco te lo ha dado. Pero si hubiesen creído que todo poder viene de Dios, nunca le hubiesen preguntado: "¿Quién te ha concedido esa potestad?" Cada hombre juzga por sí mismo a los demás: el que fornica no cree que haya alguno que pueda ser casto; y el casto no sospecha fácilmente del lascivo. Así el que no es sacerdote según Dios, no cree en el sacerdocio de los demás respecto de Dios.

San Jerónimo. En estas palabras le hacen la misma ofensa que antes, cuando dijeron: "Arroja a los demonios en nombre de Belcebub, jefe de todos ellos" (Mt 12,24) Pues cuando dicen: "¿En virtud de qué poder haces esto?", niegan terminantemente al Hijo de Dios, a quien consideran haciendo prodigios, no por sus propias fuerzas, sino en virtud de poderes ajenos. Podía el Señor haber desechado aquella calumnia de sus tentadores por medio de una contestación sencilla, pero les preguntó con mucha prudencia, para que ellos se condenasen a sí mismos, o con su silencio o con su sabiduría. Por esto sigue: "Y respondiendo Jesús, les dijo: Quiero yo también preguntaros una palabra".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 39. No pregunta para que los que responden le escuchen, sino para que confundidos, no le sigan preguntando. El Salvador había dicho: "No queráis dar lo Santo a los perros" (Mt 7,6) Así, pues, aun cuando hubiese contestado, de nada aprovechaba, porque los deseos tenebrosos no pueden entender lo que procede de la luz. Conviene por lo tanto enseñar al que pregunta y confundir al que tienta por medio de razones contundentes, sin aclararle la virtud del misterio. Por lo tanto, el Señor pone un lazo con una pregunta sencilla a la interrogación de ellos, y como no podían huir de él, añade: "Y si me la dijereis, yo también os diré", etc. La pregunta es ésta: "El bautismo de San Juan, ¿de dónde procedía, del cielo o de los hombres?"

San Agustín, in Ioanemm, 5-6. San Juan recibió el poder de bautizar de Aquél a quien bautizó después, luego el autismo que administraba, se llama aquí bautismo de Juan. Sólo él recibió esta gracia, ninguno antes que él ni después de él ha recibido la facultad de bautizar con bautismo propio; porque Juan había venido a bautizar en el agua de la penitencia, preparando el camino al Señor, pero no purificando interiormente, lo que un simple hombre no puede hacer.

San Jerónimo. Se conoce, pues, la malicia con que los sacerdotes preguntaron al Salvador, por lo que sigue: "Y ellos pensaban entre sí diciendo". Porque si respondían que el bautismo de Juan procedía del cielo era muy natural la respuesta: entonces ¿por qué no habéis sido bautizados por Juan? Y si se atrevían a decir que había sido inventado por engaño de los hombres, y nada tenía de divino, temían a las gentes, pues casi todos los que se hallaban allí reunidos habían recibido por grupos el bautismo de Juan, y en realidad lo respetaban como a un profeta. Responde también a la mala intención, y a las palabras de humildad que usan para ocultar su malicia, diciendo que no saben. Por esto sigue: "Y respondieron a Jesús diciendo: no sabemos". Mintieron al decir que no lo sabían. Era consiguiente también que el Señor les dijera, ni yo tampoco sé, pero la divina verdad no puede mentir; sigue pues: "Y les dijo Jesús: pues ni yo os digo", etc. En lo que da a entender que ellos sabían, pero que no habían querido responder y que él lo había conocido y que por lo tanto no lo decía, para que entiendan lo que ellos saben.

Orígenes, homilia 17 in Matthaeum. Dirá alguno contra esto que era ridículo preguntar en virtud de qué poder hacía Jesucristo prodigios, porque no podía suceder que respondiese que los hacía por autorización del diablo, porque ni un hombre pecador respondería que era verdad. Si alguno dice que preguntan los príncipes para asustarle, como sucede cuando alguno obra con los nuestros de un modo que nos desagrada, le decimos: ¿quién te ha mandado hacer eso? asustándolo así, para que no continúe obrando de aquel modo. ¿Pero por qué Jesucristo responde así? "Decidme vosotros esto, y yo os diré en virtud de qué poder hago estas cosas". Acaso este pasaje se entiende así. Generalmente hablando, hay dos potestades diferentes: una de parte de Dios y otra de parte del diablo. Pero especiales hay muchas. No era una misma potestad la que se había confiado a los profetas para que hiciesen prodigios, sino que una se les concedía a éstos, otra a los otros, y también algunas, aunque inferiores, al que había de hacer prodigios de poca importancia, y mayor al que había de hacerlos más superiores. Los príncipes de los sacerdotes veían que Jesús hacía muchos prodigios, y por esto querían oír de sus labios la clase y la propiedad del poder que se le había confiado. Los otros que habían hecho prodigios en verdad, habían recibido el poder para este fin, progresando hacia otro poder mayor. Sin embargo, el Salvador todo lo hace en virtud del poder que había recibido de su Padre. Pero como los príncipes no eran dignos de conocer tales misterios, no les da una respuesta, sino que les hace una pregunta.

Rábano. Por dos razones debe ocultarse el conocimiento de la verdad a los que la buscan: Porque el que lo desea no es capaz de comprender, y porque pregunta por odio o por desprecio, haciéndose indigno de conocer lo que desea.

MATEO 21,28-32


5128 (Mt 21,28-32)

"Mas ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegando al primero, le dijo: Hijo, ve hoy, y trabaja en mi viña. Y respondiendo él, le dijo: no quiero. Mas después se arrepintió y fue. Y llegando al otro, le dijo del mismo modo; y respondiendo él, dijo: Voy, señor, mas no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?" Dicen ellos: "El primero"; Jesús les dice: "En verdad os digo, que los publicanos y las rameras, os irán delante al reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros en camino de justicia, y no le creísteis. Y los publicanos y las rameras le creyeron, y vosotros, viéndolo, ni aun hicisteis penitencia después, para creerle". (vv. 28-32)

San Jerónimo. Después de lo dicho, Jesucristo ofrece una parábola en la que hace resaltar la impiedad de los que le preguntaban, y les da a conocer que el reino de Dios pasará a los gentiles, diciéndoles: "¿Mas qué os parece?" Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. Desea a los que considera como reos que sean jueces en su propia causa, para que los que se condenan a sí mismos no merezcan ser absueltos por nadie. Grande es la confianza de la justicia cuando se confía al enemigo su propia causa. A aquellos los representa en parábolas para que no comprendan que se sentencian a sí mismos. Sigue, pues: "Un hombre tenía dos hijos", etc. ¿Quién es aquel hombre sino Dios, que ha criado a todos los hombres? El, siendo dueño por naturaleza, prefiere ser amado como padre, a ser temido como señor. El hijo mayor era el pueblo gentil y el menor el pueblo judío, pues los gentiles procedían de Noé y los judíos de Abraham. Prosigue: "Y llegando al primero, le dice: hijo, ve hoy", etc. Hoy, esto es, mientras dura el tiempo de esta vida. Habló no a la cara como un hombre, sino al corazón como Dios, penetrando hasta la inteligencia por medio de los sentidos. Trabajar en su viña, es obrar bien, no sé si alguno de los hombres podrá trabajarla toda.

San Jerónimo. Primeramente se dice al pueblo gentil, por medio de la ley natural: "Ve y trabaja en mi viña". Esto es, lo que no quieras hacer para ti, no lo quieras para otro (Tb 4), pero él responde con soberbia. Por esto sigue: "Y respondiendo él le dijo: no quiero".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. Los gentiles, habiendo dejado desde el principio a Dios y su justicia, y pasando a adorar los ídolos y al pecado, parece que responden en su interior: No queremos hacer la voluntad de Dios.

San Jerónimo. Después cuando vino el Salvador, el pueblo gentil, habiendo hecho penitencia, trabajó en la viña de Dios, y enmendó con su trabajo la oposición que había presentado con la palabra. Esto es lo que da a entender cuando dice: "Mas después se arrepintió y fue".

Prosigue: "Y llegando al otro, le dijo del mismo modo; y respondiendo él, dijo: voy, Señor".

San Jerónimo. Este segundo hijo es el pueblo judío que respondió a Moisés: "Haremos todo lo que nos mande el Señor" (Ex 24,3)

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. Pero arrepentidos, después mintieron a Dios, según aquellas palabras del Salmo: "Hijos extraños me mintieron" (Ps 17,46) Y esto es lo que dice: "Mas no fue". Pregunta por lo tanto el Señor: "¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Dicen ellos: el primero. " Observa, por lo tanto, cómo se sentencian a sí mismos, diciendo que el primero de los hijos hizo la voluntad del padre (esto es, el pueblo gentil) Porque más vale no ofrecer a Dios obrar bien y hacerlo, que ofrecérselo y mentir.

Orígenes, homilia 18 in Matthaeum. De esto se desprende que el Señor habló en esta parábola a aquéllos que ofrecen poco o nada, pero que lo manifiestan con sus acciones, y en contra de aquéllos que ofrecen mucho y que nada hacen de lo que ofrecen.

San Jerónimo. Debe saberse que en los ejemplares auténticos no se encuentra novísimo (último) sino primum (primero), para que se condenen por su propio juicio. Y si nosotros queremos leer novísimo, como algunos dicen, la explicación será clara, y diremos, que los judíos conocen la verdad, pero que se empeñan en tergiversarla. No quieren decir lo que sienten, como no habían querido decir que el bautismo de Juan procedía del cielo, siendo así que lo sabían.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. El Señor confirma completamente el juicio de ellos. Por esto sigue: "Jesús les dice: En verdad os digo, que los publicanos y las rameras os irán delante al reino de Dios". Como si dijese: No sólo es mejor que vosotros el pueblo gentil, sino también los publicanos y las rameras.

Rábano. Puede entenderse también el reino de Dios, por el Evangelio y la Iglesia presente, en que los gentiles preceden a los judíos, porque han querido creer más pronto.

Orígenes, homilia 18 in Matthaeum. Mas por esto no puede decirse que el pueblo judío no entrará alguna vez en el reino de Dios, sino que cuando hayan entrado todos los gentiles, entonces entrará el pueblo de Israel (Rm 11,25-26)

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. Yo creo que en los publicanos están representados todos los hombres pecadores y en la persona de las rameras todas las mujeres pecadoras. Pues la avaricia abunda en los hombres y la fornicación en las mujeres. Como la mujer está siempre descansada en la casa le atormenta más la fornicación que nace de la ociosidad. El hombre, como está asiduamente ocupado en varias cosas, suele caer más fácilmente en el pecado de la avaricia, pero en la fornicación no cae con tanta facilidad, a no ser que sea muy lascivo. Porque la ocupación de los hombres suele contrariar a la voluptuosidad, por esto la lascivia es propia de hombres jóvenes que en nada se ocupan. Por lo tanto les manifiesta la causa de ello, diciendo: "Porque vino Juan a vosotros en camino de justicia, y no le creísteis".

Rábano. San Juan vino predicando el camino de la justicia, porque señaló a Jesucristo con el edo diciendo que era la consumación de la ley.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. . También vino en el camino de la justicia de una manera tan evidente que con su trato respetable conmovía los corazones de los pecadores. Por esto sigue: "Y los publicanos y las rameras le creyeron". Considera cómo el buen testimonio del predicador da poder a la predicación para someter aun los corazones indómitos. Prosigue: "Y vosotros viéndolo, ni aun hicisteis penitencia después para creerle", como si dijese: aquéllos hicieron lo que es más creyendo, en cambio éstos ni siquiera hicieron penitencia, lo cual es menos. En esta exposición que hemos desarrollado, según explican muchos, me parece que hay alguna contradicción. Porque si por los dos hijos deben entenderse aquí los judíos y los gentiles, después que los sacerdotes respondieron que el primer hijo fue el que hizo la voluntad de su padre, concluyendo Jesucristo la parábola debió expresarse así: en verdad os digo, que los gentiles os precederán en el reino de Dios. Sin embargo dice que los publicanos y las rameras os precederán en el reino de Dios, con lo que más se refiere a la condición del populacho que a la de los gentiles. A no ser que comprendamos -como se ha dicho antes- que el pueblo de los gentiles agrada más a Dios que vosotros, por lo que los publicanos y las rameras son más aceptables a Dios que vosotros.

San Jerónimo. Por esto creen algunos que esta parábola no se refiere a los gentiles ni a los judíos, sino simplemente a los pecadores y a los justos. Porque aquéllos se negaron a servir a su señor, obrando mal contra él y después recibieron de San Juan el bautismo de la penitencia, mientras que los fariseos, que llevaban por delante la justicia de Dios y se jactaban de cumplir la Ley, menospreciando el bautismo, no cumplieron la voluntad divina.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. Ahora dice esto, porque los sacerdotes no le habían preguntado para aprender, sino para tentarle: "¿Con qué poder haces esto?" Muchos del pueblo habían creído, por eso expone la parábola de los dos hijos, manifestándoles por medio de ella que son mejores las gentes del pueblo que desde el principio profesan la vida seglar, que los sacerdotes que hacen profesión de servir a Dios desde el principio. Pues las gentes del pueblo, una vez arrepentidas, se vuelven a Dios; mientras que los sacerdotes, como impenitentes, nunca dejan de ofender a Dios; por lo tanto, el primer hijo es el pueblo, porque no es el pueblo para los sacerdotes, sino los sacerdotes para el pueblo.

MATEO 21,33-44


5133 (Mt 21,33-44)

"Escuchad otra parábola: Había un padre de familias, que plantó una viña y la cercó de vallado, y cavando hizo en ella un lagar, y edificó una torre, y la dio a renta a unos labradores, y se partió lejos. Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que percibiesen los frutos de ella. Mas los labradores, echando mano de los siervos, hirieron al uno, mataron al otro y al otro le apedrearon. De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo. Por último, les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero, venid, matémosle, y tendremos su herencia. Y trabando de él le echaron fuera de la viña, y le mataron. Pues cuando viniere el Señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?" Ellos dijeron: "A los malos destruirá malamente, y arrendará su viña a otros labradores que le paguen el fruto a sus tiempos". Jesús les dice: "¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los que edificaban, ésta fue puesta por cabeza de esquina? Por el Señor fue esto hecho, y es cosa maravillosa en nuestros ojos: Por tanto os digo que quitado os será el reino de Dios, y será dado a un pueblo que haga los frutos de él. Y el que cayere sobre esta piedra, será quebrantado; y sobre quien ella cayere, lo desmenuzará". (vv. 33-44)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 68,1. Después de la primera parábola puso otra, para darles a conocer que su acusación es muy grave y no merece perdón. Por esto dice: "Escuchad otra parábola: Había un padre de familia", etc.

Orígenes, homilia 19 in Matthaeum. El padre de familia es Dios, que es llamado hombre en algunas parábolas, a la manera de un padre que habla con su pequeño hijo infantilmente, en sentido que le pueda entender y le instruye.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. Se llama hombre por el nombre y no por la naturaleza, por semejanza y no en verdad. Sabiendo el Hijo que por llamarse con nombre humano había de ser blasfemado como un mero hombre, por esto llamó a Dios Padre hombre invisible, porque siendo Señor de los ángeles y los hombres por naturaleza, tiene la benevolencia de Padre.

San Jerónimo. Plantó una viña, de quien dice Isaías: la viña del Señor Sabahot es la casa de Israel (Is 5,7) Prosigue: "Y la cercó de vallados".

San Jerónimo. Se refiere, o a la muralla de la ciudad o al auxilio de los ángeles.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. También puede entenderse por el vallado la defensa de los Santos Padres, que se levantaron como muralla en el pueblo de Dios.

Orígenes, homilia 19 in Matthaeum. También puede decirse que el vallado es la defensa del mismo Dios, y el lagar es el sitio de las libaciones. Acerca de lo cual prosigue: "Y cavando hizo en ella un lagar".

San Jerónimo. Esto es, un altar, o aquellos lagares con cuyo título se designan tres Salmos (Ps 8 Ps 80 Ps 83), esto es, los mártires.

San Hilario, in Matthaeum, 22. También consideró a los profetas como a ciertos lagares en los que se encuentra de muchas maneras una gran abundancia del fuego del Espíritu Santo.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. El lagar es también la palabra de Dios que corrige al hombre contradiciendo la naturaleza de la carne.

Prosigue: "Y edificó una torre".

San Jerónimo. Esto es, un templo de quien dice por Miqueas: Y torre nebulosa de la hija de Sión (Mi 4,8)

San Hilario, in Matthaeum, 22. En la torre colocó la magnificencia de la Ley que llegaba desde la tierra hasta al cielo y por la que podía verificarse la venida de Jesucristo.

Prosigue: "Y la dio en renta a unos labradores".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. Esto es, cuando fueron instituidos los sacerdotes y los levitas por medio de la ley, y tomaron a su cargo el gobierno del pueblo. Así como el colono, aun cuando cumpla con su deber no agradará a su amo si no le entrega las rentas de la viña, así el sacerdote no agrada tanto al Señor por su santidad, como enseñando al pueblo de Dios la práctica de la virtud. Porque su santidad es única, y la del pueblo es muy variada.

Prosigue: "Y se marchó lejos".

San Jerónimo. No por haber variado de lugar -porque Dios no puede decirse que está lejos de ninguna parte, siendo así que todo lo abarca-, pero parece que se separa de su viña para dejar a los viñadores libertad para trabajar.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 68,1. Se marchó lejos porque tuvo longanimidad, no queriendo castigar siempre los pecados de los malos.

Orígenes, homilia 19 in Matthaeum. Como el Señor había estado con los israelitas en la nube durante el día y en la columna de fuego durante la noche (Ex 13), en adelante ya no se les apareció en esta forma. El pueblo judío se llama, pues, viña, según Isaías. La amenaza del padre de familia se hace en contra de esta viña, y en el Evangelio no se inculpa a esta viña, sino a sus habitantes. Pero en el Evangelio se entiende por viña el reino de Dios, esto es, la doctrina que se encuentra en las Sagradas Escrituras. Y es el fruto de esa viña la vida irreprensible de los hombres. Según las Sagradas Escrituras la cerca fue puesta a la viña para que los frutos que ella tiene escondidos no sean vistos por los que están fuera. La profundidad de la palabra divina es el lagar de la viña, en el cual los que aprendieron la palabra de Dios derraman su saber como frutos. Y la torre edificada es la palabra que procede del mismo Dios y de las misericordias de Jesucristo. Entregó esta viña a sus campesinos -esto es, a los que vivieron antes que nosotros-, tanto sacerdotes como seglares. Y se marchó lejos a su estancia para dar a los campesinos ocasión de trabajar. Se acerca, pues, el tiempo de los frutos. Según sucede en cada una y generalmente en todas las creaturas, el primer tiempo de la vida se parece a la infancia, y entonces nada produce, únicamente tiene en sí mucha fuerza y vigor. Cuando empieza a poder hablar, es el tiempo de la generación. Todo lo que progresa el alma de un niño, progresa también la viña -esto es, la palabra de Dios-, y después que ha crecido, la viña produce el maduro fruto de la caridad, de la alegría, de la paz y de otras cosas por el estilo.

Y para el pueblo, que recibió la Ley por medio de Moisés, se acerca el tiempo de que alguna vez dé frutos. Por esto sigue: "Y cuando se acercó el tiempo de los frutos", etc.


Rábano. Dijo muy oportunamente el tiempo de los frutos y no de los productos, porque el fruto del pueblo rebelde es nulo.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. non. occLlama siervos a los profetas que ofrecen los frutos del pueblo, y como sacerdotes del Señor, hacen ostentación de su obediencia por medio de las obras. Estos, por lo tanto, no sólo fueron malos por no dar fruto, sino que indignándose contra aquéllos que vinieron a pedirlo, manchan sus manos con la sangre de éstos. Por esto sigue: "Mas los labradores echando mano de los siervos", etc.

San Jerónimo. Los arrojaron como a Jeremías (Jr 37), los mataron como a Isaías, los apedrearon como a Nabot (1R 21) y a Zacarías, a quien mataron entre el templo y el altar (Mt 23)

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. La misericordia del Señor aumentaba conforme crecía la malicia de los judíos. Y a medida que se aumentaba la misericordia del Señor crecía la malicia de los judíos. Y así peleaba la malicia humana contra la clemencia divina. Por esto sigue: "De nuevo envió otros siervos", etc.

San Hilario, in Matthaeum, 22. Envió a muchos siervos, significando aquello tiempo en el que después de la predicación individual de los profetas, fueron enviados simultáneamente gran cantidad de vaticinadores.

Rábano. Los primeros siervos enviados fueron Moisés, el primer legislador, y Aarón, el primer sacerdote de Dios, los cuales fueron muertos por el látigo de la lengua y los despacharon sin nada. Por lo tanto, comprendamos que los otros siervos fueron la multitud de profetas.

San Hilario, in Matthaeum, 22. La venida de Nuestro Señor Jesucristo está representada por el hijo enviado. Por esto sigue: "Por último, les envió su hijo".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 68,1. ¿Y por qué no lo envió primero? Para poderlos acusar por lo que habían hecho con otros, y para que abandonando su rabia, respetasen al propio hijo que venía. Por esto sigue: "Tendrán respeto a mi hijo".


Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. Envió a éste no para traer la sentencia del castigo a los que obraban mal, sino para ofrecerles el perdón por medio de la penitencia. Es decir, lo envió para humillarlos, y no para castigarlos.

San Jerónimo. Cuando dice, quizá respetarán a mi hijo, no lo dice porque ignore. ¿Cómo había de ignorar el padre de familia, que aquí representa a Dios? Pero se dice muchas veces que Dios anda dudoso, para que de este modo pueda conservarse inmune el libre albedrío en el hombre.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 68,1. Dice también esto, anunciando lo que debía suceder. Porque convenía que ellos se avergonzasen. Por esto quiere dar a entender que es grande el pecado de aquéllos, y que carece de toda excusa.

Orígenes, homilia 19 in Matthaeum. Y aquello que dice: "Respetarán a mi hijo" parece que se cumple respecto de aquellos judíos que, conociendo a Jesucristo, creyeron en El. Pero está aquello otro que dice: "Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: éste es el heredero, venid, matémosle". En estas palabras se cumplió aquello de que, habiendo visto a Jesucristo y conociendo que era Hijo de Dios, sin embargo, lo crucificaron.

San Jerónimo. Preguntamos a Arrio y a Eunomio: he aquí que se dice, el Padre no sabe; todo lo que dicen respecto del padre, entiéndanlo también respecto del Hijo, que según dice, no sabe cuándo será el día del juicio (Mc 13) Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. Dicen también algunos que, después de la encarnación, Cristo fue llamado el Hijo de Dios, por medio del bautismo, como sucede a los demás cristianos, a quienes desde este día muestra el Señor diciendo: "Enviaré a mi hijo". Cuando aun pensaba mandar a su Hijo después de los profetas, ya existía su Hijo. Por lo tanto, si se llama hijo de este modo, como todos los santos a quienes alcanza la palabra de Dios, debió también llamar a los profetas hijos como a Jesucristo, o decir que Jesucristo era siervo como los demás profetas.

San Jerónimo. Cuando dice: "Este es el heredero", demuestra el Señor claramente que los príncipes de los judíos no se proponían crucificar al Hijo de Dios por ignorancia sino por envidia. Comprendieron, por lo tanto, que El era aquél a quien el Padre le dice por medio del Profeta: "Pídeme y te daré todas las gentes en herencia" (Ps 2,8) La herencia del Hijo es la santa Iglesia que se formó de todos los gentiles, la que el Padre le dejó, no porque hubiese muerto, sino porque la adquirió de un modo admirable por su propia muerte.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. Sin embargo, después que entró en el templo y arrojó fuera a los que vendían animales destinados a los sacrificios, entonces fue cuando pensaron matarle de una manera resuelta. Por esto dicen: "Venid y matémosle". Entonces decían entre sí: El pueblo dejará la costumbre de ofrecer sacrificios por la predicación de éste, y sus sacrificios constituyen nuestras ganancias. Y se dedicará a ofrecer el sacrificio de la santidad, que afecta a la gloria de Dios; y en este caso, este pueblo ya no será nuestro, sino de Dios. Pero si lo matamos, como no habrá quien exija al pueblo el fruto de la santidad, durará para siempre la costumbre de ofrecer sacrificios, el pueblo será nuestra dotación constante. A esto se refiere lo que sigue: "Y tendremos su herencia". Este es el pensamiento general de todos los sacerdotes materiales que no se cuidan de cómo podrá vivir el pueblo sin pecar, sino que se fijan sólo en lo que se ofrece en la Iglesia, considerando a esto como ganancia de su sacerdocio.

Rábano. Los judíos trataban de apoderarse de su herencia, extinguiendo la fe que de Dios procede y esforzándose en inculcar al pueblo que prefiriera la de ellos que procede de la Ley.

Prosigue: "Y trabando de él lo echaron fuera de la viña y le mataron".

San Hilario, in Matthaeum, 22. Jesucristo fue llevado fuera de Jerusalén, como fuera de su viña, a sufrir la sentencia de su condenación.

Orígenes, homilia 19 in Matthaeum. Y cuando dice: "Le sacaron fuera de la viña", me parece que lo consideraron como extraño de la viña y de los colonos.

Prosigue: "Pues cuando viniere el Señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?"


San Jerónimo. Les pregunta el Señor no porque no sepa lo que van a contestar, sino para que se condenen por su propia boca. Prosigue: "Ellos dijeron: A los malos destruirá malamente", etc.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. Como respondieron la verdad, no puede decirse que juzgaron con justicia, sino que la verdad les obligó.

Orígenes, homilia 19 in Matthaeum. Como Caifás, así éstos no vaticinaron por sí mismos contra sí, puesto que se les había de privar de la divina gracia que había de pasar a los gentiles los cuales habían de dar fruto a su tiempo; y el Señor, a quien mataron, vino en seguida resucitado de entre los muertos y perdió a los malos colonos de mala manera. Entregó entonces su viña a otros colonos (esto es, a los apóstoles), o sea a aquéllos que creyeron, procedentes del pueblo judío.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,70.

San Marcos no dice que respondieran esto, sino que el Señor lo dijo cuando siguió ablando. Después de su pregunta, de alguna manera se respondió a sí mismo. Pero puede entenderse fácilmente que, o la voz de aquellos estaba tan confundida que no podían responder, o ellos respondieron sin comprender. Mas aún esta respuesta debe atribuirse al Señor, porque como dijeron la verdad, también respondería por ellos el que es la verdad misma.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 68,2. En esto no hay contradicción alguna, porque sucedió lo uno y lo otro, esto es, primero respondieron ellos y el Señor reiteró la contestación.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,70. Lo que más llama la atención en San Lucas es que no sólo dice que ellos no respondieron esto, sino que también dieron una contestación contraria. Lo refiere así: "Habiendo oído esto -a saber, una sentencia que había salido de la boca del Señor- dijeron: De ningún modo" (Lc 20,16) Resta, por lo tanto, que comprendamos que del pueblo que oía algunos respondieron lo que dice San Mateo, y que los otros contestaron lo que dice San Lucas, esto es: "De ningún modo". Y no llame la atención lo que diga San Mateo, que los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron al Salvador, y así, sin mediación de alguna persona une la narración hasta la parte donde se habla de la viña que fue entregada a otros viñadores. También puede creerse que habló todas estas cosas con los príncipes de los sacerdotes. Pero San Mateo calló en obsequio de la brevedad lo que refirió San Lucas, a saber, esta parábola no fue dicha solamente para aquéllos que preguntaron al Salvador, en virtud de qué poder hacía prodigios, sino para la plebe, entre quienes había algunos que dijesen: "Los perderá, y entregará su viña a otros colonos". Sentencia que con seguridad se entiende que es propia del mismo Dios, ya por la verdad, ya por la unión de los miembros con su cabeza. Había también algunos que contestando a los que respondían decían: "De ninguna manera", porque comprendían que la parábola era contra ellos.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. Además San Lucas refirió según lo que estos habían contestado. Y San Mateo, según la contestación de su conciencia, porque en realidad se contradijeron, diciendo: "De ninguna manera", pero en su conciencia decían: "A los malos debe perderlos malamente"; así como cuando un hombre es cogido en una acción mala y se excusa con palabras, pero interiormente reconoce su delito.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 68,2. El Señor por lo tanto les propuso esta parábola, para que ellos, sin saberlo, se sentenciaran a sí mismos, como sucedió a David, respecto de Natán. Comprendían además que lo que se había dicho se decía contra ellos, y por esto contestaron: "De ninguna manera".

Rábano. En sentido moral, a cada uno se le entrega su viña para que la cultive cuando se le administra el sacramento del bautismo, para que trabaje por medio de él. Es enviado un siervo, otro, y un tercero; cuando la ley, el salmo y la profecía dicen, en virtud de cuyas enseñanzas debe obrarse bien. Pero el enviado es muerto y arrojado fuera, se desprecia su predicación o lo que es peor, se blasfema de él. Mata al heredero en cuanto a sí, todo aquel que ultraje al Hijo de Dios y ofenda al Espíritu de su gracia. Una vez perdido el mal cultivador, la viña fue entregada a otro, como sucede con el don de la gracia, que el soberbio menosprecia, y el humilde recoge.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. Después, como veía que no se convencían, les citó un testimonio de la Sagrada Escritura. Prosigue: "Les dijo Jesús: ¿nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los que edificaban?", etc. Esto es, si no comprendéis mi parábola, al menos conoceréis este testimonio de la Sagrada Escritura.

San Jerónimo. Viene a decirse una misma cosa en diferentes parábolas: Los que en una de ellas se llaman operarios y colonos, en otra son llamados edificadores o constructores.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 68,2. Llama a Jesucristo la piedra, los doctores de los judíos son los edificadores, que reprobaron a Jesucristo diciendo: "Este no procede de Dios" (Jn 9,16)

Rábano. Pero aun cuando ellos no querían, consolidó la piedra el cimiento del ángulo, porque unió por medio de su fe a todos los que quiso, procedentes de uno y otro pueblo. Por esto sigue: "Esta fue puesta para cabeza de esquina".

San Hilario, in Matthaeum, 22. Fue hecho cabeza del ángulo, porque hay cierta unión entre los lados de la ley y de los gentiles.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 68,2. Después añadió, para que sepan que nada de lo que hacían los judíos podía contrariar a Dios: "Por el Señor fue esto hecho".

Orígenes, homilia 19 in Matthaeum. Esto es, esta piedra es un don regalado por Dios al edificio del universo, y es la cabeza admirable que se presenta a nuestra vista para que podamos verla con la luz de nuestra inteligencia.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. Como diciendo: ¿por qué no queréis entender que la piedra, una vez desechada por vosotros, se ha de poner en el ángulo de algún edificio que no será el vuestro sino otro? Si ha de levantarse otro edificio, debe abandonarse vuestra construcción. Por esto añade: "Por tanto, os digo, que quitado os será el reino de Dios", etc.

Orígenes, homilia 19 in Matthaeum. Llama reino de Dios a los misterios del reino de Dios, es decir, a las divinas Escrituras que el Señor ha dictado. En primer lugar, a aquel pueblo primitivo a quien fueron confiados los primeros misterios; en segundo lugar, a los gentiles que producían frutos. A nadie se concede la palabra de Dios, sino al que da de ella frutos. Y a ninguno se concede tampoco el reino de Dios si el pecado reina en él. Por lo tanto, ¿cómo les fue dado a aquéllos a quienes se le volvió a quitar? Pero observa que lo que se da, se da gratuitamente. Y aquéllos a quienes concedió esta gracia, no se la concedió en absoluto, como a sus escogidos y a sus fieles, a quienes la dio por juicio de elección.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. Jesucristo es llamado piedra, no sólo por su firmeza, sino también porque es grande en la destrucción de sus enemigos, por esto sigue: "Y el que cayere sobre esta piedra, será quebrantado", etc.


San Jerónimo. El que es pecador y sin embargo cree en El, cae en verdad sobre esta piedra y se quebranta, pero no se destroza por completo, sino que se le espera por medio de la paciencia para obtener su salvación. Y cuando cae sobre alguno (esto es quien de corazón ha negado a Jesucristo), lo quebrantará de tal modo que no quedará de él una sola teja en que pueda beber un poco de agua.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. Una cosa es ser quebrantado, y otra ser destrozado. De lo que se rompe queda algo, pero lo que se desmenuza queda reducido a polvo. Lo que da contra la piedra no se quebranta por la dureza de la piedra, sino por la fuerza con que choca; también según su peso, o la altura de donde cae. Esto sucede al cristiano que peca, que no sufre únicamente lo que Jesucristo puede hacerle perecer, sino que él se pierde por sus propias acciones, ya según la gravedad de su pecado o ya por la elevación de su dignidad. Pero los infieles únicamente en cuanto al uso que hacen del conocimiento que tengan de Jesucristo.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 68,2. Aquí da a conocer las dos clases de perdición: una que procede de cuando se ofende a Dios y se escandaliza a los demás, a la cual se refiere cuando dice: "El que cayere sobre esta piedra será quebrantado". Y la otra se refiere a la cautividad que habrá de sobrevenirle, como indica cuando dice: "Y sobre quien ella cayere", etc.

San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,30. Ahora se refiere a aquéllos que caerán sobre El, que lo desprecian de algún modo o lo injurian. Estos no perecen en absoluto pero quedan mal tratados y ya no marchan por caminos rectos. Cuando cae sobre éstos, vendrá sobre ellos en el día del juicio con la pena de la eterna perdición. Y por esto dijo: "Lo desmenuzará, para que sean como polvo del impío, a quien arrastra el viento por la faz de la tierra" (Ps 1,4)




MATEO 21,45-46

5145 (Mt 21,45-46)

Y cuando los príncipes de los sacerdotes y los fariseos oyeron sus parábolas, entendieron que de ellos hablaba. Y queriéndole echar mano, temieron al pueblo, porque le miraban como un profeta. (vv. 45-46)

San Jerónimo. Aunque los judíos eran de corazón duro por su incredulidad, comprendían, sin embargo, que todas las sentencias de Jesucristo se dirigían contra ellos. Por esto dice: "Y cuando los príncipes", etc.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. Hay una diferencia entre los hombres buenos y los hombres malos. El bueno cuando cae en pecado, llora porque pecó. Pero el malo se enfurece, no porque ha pecado, sino porque ha sido cogido en el pecado. Y el malo no sólo no hace penitencia, sino que antes al contrario, se enfurece más contra quien lo corrige. Por esto los que son reprendidos se vuelven peores. Prosigue: "Y queriéndole echar mano, temieron al pueblo, porque le miraban como a un profeta".

Orígenes, homilia 19 in Matthaeum. Conocen algo de lo que es verdad cuando lo consideran como a un profeta, pero no conocen toda su grandeza, según la cual era hijo de Dios. Los príncipes temen a las turbas que conociéndolo así estaban dispuestas a defenderlo, porque no pueden ponerse a la altura de sus conocimientos, no creyendo nada digno respecto de El. Por lo tanto, debe tenerse en cuenta que habían diversas opiniones entre los que querían prender a Jesús. Los príncipes y los fariseos deseaban detenerlo, pero de un modo distinto al que deseaba tenerle la esposa del Cantar de los Cantares, cuando dice: "Lo he sujetado y no lo dejaré hasta que lo lleve a mi tienda" (Ct 3,4), o como dice en otro lugar: "Subiré a la palma, y tendrá su altura"(Ct 7,8) Pero los que no conocen perfectamente a la divinidad quieren cogerle para maltratarle. Además, no se deben comprender ni admitir palabras contrarias a las de Jesucristo. Ninguno puede por lo tanto comprender el Verbo de la verdad -esto es, entenderlo- ni separar del sentido de los que creen, ni mortificarlo -esto es, destruirlo-.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40. Pero todo hombre malo prende y mata a Dios (en cuanto le es posible) El que quebranta los mandamientos de Dios, el que murmura contra Dios, el que mira al cielo con rostro airado, ¿no echaría mano de Dios y le mataría si pudiese para poder pecar con libertad?

Rábano. Sin embargo, temen poner su mano sobre Jesús por las turbas que todos los días se levantan en su Iglesia, puesto que cada hermano, de sólo nombre, se avergüenza o tiene miedo de contrariar la fe y la unidad de la paz (que no ama), por los que son buenos y viven con El.


Catena aurea ES 5117