Catena aurea ES 10109

LUCAS 11,9-13


10109 (Lc 11,9)

Así os digo yo: "Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo aquél que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama se le abrirá. Que si entre vosotros un hijo pide pan a su padre, ¿le dará acaso una piedra? ¿O si pide un pez, por ventura le dará una sierpe en lugar del pez? ¿O si un huevo, por ventura le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos como sois, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará espíritu bueno a los que lo piden?" (vv. 9-13)

San Agustín, De verb. Dom., serm. 29. Después de esta parábola, el Señor añadió una exhortación y nos estimuló en extremo a buscar, a pedir y a llamar, hasta que recibamos lo que pedimos. Por esto dice: "Así os digo yo: pedid y se os dará".

San Cirilo, in Cat. graec. Patr. Las palabras "así os digo", tienen fuerza de juramento, porque Dios no miente. Siempre que afirma a sus oyentes alguna cosa con juramento, manifiesta la pequeñez inexcusable de nuestra fe.

Crisóstomo, homil. 34, in Matth. Por petición da a entender la oración; por buscar, el celo y la solicitud; por lo que añade: "Buscad y encontraréis". Las cosas que se buscan exigen mucho cuidado, principalmente lo que está en Dios, porque son muchas las cosas que dificultan nuestro sentido. Así como buscamos el oro perdido, así debemos buscar a Dios con solicitud. Manifiesta también que aunque no abra la puerta inmediatamente, debe esperare sin embargo; por esto añade: "Llamad y se os abrirá". Porque si continúas pidiendo, recibirás sin duda. Por esto está cerrada la puerta, para obligarte a que llames; por ello no contesta afirmativamente en seguida, para que pidas encarecidamente.

Griego, id est, Severus Antiochenus, in Cat. graec. Patr. O bien, al decir llamad, da a entender acaso que se pida acompañando la palabra con las obras; porque se llama con la mano, que es el signo de la buena obra. Estas tres cosas también pueden entenderse de otro modo: el principio de la virtud es pedir que se nos dé a conocer el camino de la verdad; el segundo consiste en buscar de qué modo conviene pasar por el camino; el tercero, que cuando se han obtenido las virtudes, se llame a la puerta para entrar en un conocimiento amplio. Todas estas cosas las adquiere el que ora. O bien, pedir es ciertamente orar; buscar es hacer buenas obras en armonía con la oración; llamar a la puerta es perseverar en la oración y no desistir.

San Agustín, De verb. Dom, serm. 29. No nos invitaría tanto a que pidiésemos si no quisiera darnos. Avergüéncese la pereza humana; más quiere dar el Señor, que nosotros recibir.

San Ambrosio. El que promete algo debe infundir esperanza de cumplir lo prometido, para que se obedezcan sus mandatos y se tenga fe en sus promesas; por tanto, añade: "Porque todo aquel que pide recibe", etc.

Orígenes, in Cat. graec. Patr. Alguno preguntará por qué muchos que oran no son oídos. A ello debe contestarse que todo aquel que llega a pedir con recta intención, no omitiendo nada de lo que pueda contribuir a obtener lo que pide, recibirá sin duda lo que ha pedido en su ruego. Pero si alguno separa su intención del ruego justo, no pide como debe y entonces puede decirse que no pide. Por lo cual, aunque no reciba, no queda defraudado en lo ofrecido; puesto que el Maestro dice: "Todo el que viene a mí alcanzará la ciencia", y con ir al Maestro recibimos realmente la ciencia de practicar sus enseñanzas con fervor y diligencia; por esto dice Santiago (Jc 4,3): "Pedís, y no recibís, porque pedís mal"; esto es, a causa de vuestras vanas pasiones. Pero se dirá: Algunos piden tener conocimiento de Dios y recobrar las virtudes, y sin embargo, no lo consiguen. A esto se debe responder que no piden el bien por lo que es en sí, sino porque esperan hacerse recomendables por él.

San Basilio, in Const., cap. 1. Si alguno con torpeza se abandona a sus deseos y, traicionándose a sí mismo se entrega en manos de sus enemigos, Dios no lo ayuda ni lo oye, porque se ha separado de Dios por el pecado. Conviene, pues, sacrificar todo lo que a cada uno interesa y pedir a Dios su auxilio. Debe implorarse el auxilio divino no con tibieza, ni con la mente distraída, porque así no sólo no se alcanza lo que se pide, sino que se irrita más al Señor. Porque si cuando alguno está delante de un príncipe procura no distraerse ni faltar por temor al castigo, ¿cuánto más atento y temeroso debes estar delante de Dios? Mas si debilitado por el pecado no puedes orar con atención, haz todo lo que puedas para dirigir tu pensamiento a Dios, recordando que lo tienes presente. Dios te perdonará porque no puedes estar en su presencia con la atención debida, no por tu negligencia, sino por tu fragilidad. Si de este modo luchas contigo mismo, no dejes la oración hasta que alcances lo que pides. Por tanto, cuando pides y no recibes, es porque pides mal, o sin fe, o con ligereza, o lo que no te conviene, o porque te cansas. Con frecuencia dicen algunos: ¿por qué oramos?, ¿acaso ignora Dios lo que necesitamos? Lo conoce, en verdad, y nos concede las cosas espirituales con profusión y antes que las pidamos. Pero conviene que deseemos desde luego las obras virtuosas y el Reino de los Cielos, buscándolo con este deseo, usando de toda nuestra fe y paciencia, y no arguyéndonos la conciencia de ninguna falta.

San Ambrosio. De este modo el precepto de orar con frecuencia lleva consigo la esperanza de conseguir lo que se pide. El precepto es la primera razón de la persuasión y después el ejemplo; lo cual manifiesta añadiendo: "Que si entre vosotros un hijo pide pan a su padre ¿le dará acaso una piedra?", etc.

San Cirilo, in Cat. graec. Patr. En este ejemplo el Salvador nos da a conocer qué es lo que necesitamos. Muchas veces sucede que, sin pensar en ello (y empujados por el ímpetu de las pasiones), caemos en deseos perjudiciales. Cuando pedimos, pues, a Dios algo semejante, nunca lo alcanzaremos; y para demostrarlo usa un ejemplo patente que ocurre con frecuencia entre nosotros. Es decir, cuando tu hijo te pide pan se lo concedes con gusto, porque pide un alimento conveniente; pero cuando por falta de inteligencia pide una piedra para comer, no solamente no se la das, sino que le prohibes como perjudicial hasta el deseo de ella. Este es el sentido del pasaje; que si entre vosotros un hijo pide pan a su padre (pan que el padre le da) ¿le daría acaso una piedra (aún cuando se la pida)? En el mismo sentido debemos entender lo de la serpiente y del pez, cuando dice: "O si pide un pez, ¿por ventura le dará una serpiente en lugar del pez?". Igualmente lo del huevo y del escorpión, que añade en estas palabras: "O si pide un huevo ¿por ventura le dará un escorpión?".

Orígenes, in Cat. graec. Patr. Observa si el pan es el alimento de tu alma en el pensamiento, sin el cual no es posible salvarse, es decir, sin una vida virtuosa; el pez es el amor de la ciencia, o sea el conocimiento de la constitución del mundo, el efecto de los elementos y todo lo que la sabiduría enseña. Así Dios nunca en vez de pan da una piedra, como el demonio quería que Jesucristo comiese; ni en vez de un pez da una serpiente, que es alimento de los etíopes, indignos de comer peces; ni tampoco da en vez de un alimento nutritivo y útil manjares no comestibles y dañosos, que es lo que se refiere al escorpión y al huevo.

San Agustín, De quaest. Evang., lib. 2, v. 22. Por pan se entiende la caridad, el más deseable y necesario bien, que sin él para nada aprovecha lo demás, así como una mesa sin pan parece pobre. A esta se le contrapone la dureza del corazón, a la que comparó con la piedra. En el pez se entiende la fe de las cosas invisibles, a causa del agua del bautismo, o porque es en lugares invisibles donde se pesca. Puede compararse con razón la fe al pez, cuando resiste al embate de las olas de este mundo que la rodean; y en oposición cita a la serpiente, por el veneno de su falacia que inoculó en el primer hombre, aconsejándole el mal. En el huevo se entiende la esperanza, porque el huevo no es todavía un feto perfecto, pero por su incubación se espera; y en contraposición cita al escorpión, cuya cola envenenada es sumamente temible. Así lo contrario de la esperanza es mirar atrás, porque lo futuro, objeto de la esperanza, se encuentra siempre delante.

San Agustín, De verb. Dom., serm. 29. ¿De cuántas cosas te habla el mundo y cuánto ruido hace detrás de ti para que vuelvas la cabeza? ¡Oh mundo inmundo! ¿Por qué ese ruido? ¿Por qué quieres hacernos volver atrás? Quieres detener, siendo tu perecedero. ¿Qué harías si fueras durable? ¿A quién no engañarías siendo dulce, puesto que engañas con alimento amargo?

San Cirilo, ubi sup.

Después de este ejemplo concluye: "Pues si vosotros siendo malos"; esto es, teniendo un alma predispuesta a la maldad, no conforme ni fija en el bien, como Dios desea.

Beda. O bien, llama malos a los que aman las cosas del mundo, que dan lo que consideran bueno según su modo de entender, y que son buenas, en efecto, por su naturaleza y para el uso de esta frágil vida. Por esto añade: "Sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos". Los apóstoles que, en virtud de su elección, se sobrepusieron a la bondad de los demás, comparados con la bondad divina, pueden considerarse como malos, porque nada es bueno por sí mismo, sino sólo Dios. Por lo que añade: "¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará espíritu bueno a los que se lo piden?", (exprésase así por San Mateo (Mt 7,11): "Dará cosas buenas a los que se las pidan") Aquí muestra que el Espíritu Santo es la plenitud de todos los dones de Dios, porque todas las ventajas que nos vienen de la gracia de los dones de Dios, emanan de esta fuente.

San Atanasio, dialog. 1, de Trinit. Si el Espíritu Santo no fuese de la naturaleza de Dios, que es el solo bueno, no se llamaría aquí bueno, siendo así que el Señor rehusó a ser llamado bueno en cuanto a su naturaleza humana.

San Agustín, De Verb. Dom., serm. 29. Luego, avaro, ¿qué buscas?; y si buscas otra cosa, ¿qué es lo que podrá bastar al que no basta sino Dios?


LUCAS 11,14-16

10114 (Lc 11,14-16)

Y estaba Jesús lanzando un demonio, el cual era mudo; y así que hubo echado al demonio, habló el mudo, y se maravillaron las gentes. Mas algunos de ellos dijeron: "Por arte de Beelzebub, príncipe de los demonios, echa los demonios", y otros por tentarle le pedían les hiciese ver algún prodigio del cielo. (vv. 14-16)

Glosa. Había ofrecido el Señor que daría el Espíritu bueno a los que lo pidiesen, cuyo beneficio da a conocer con el siguiente milagro. De aquí prosigue: "Y estaba Jesús lanzando un demonio el cual era mudo".

Teofilato. Se llama mudo kwfoV, (cofos), al que no habla y también al que no oye. Pero con más propiedad al que ni oye, ni habla. El que no ha oído desde que nació, necesariamente no habla porque se nos enseña a hablar por medio del oído. Pero si alguno pierde el oído por cualquier accidente, conserva, sin embargo, la facultad de hablar. Pero el que se presentó al Señor era mudo y sordo.

Tito Bostrense, in Matth. Llama mudo y sordo al demonio, porque infunde las pasiones para que no se oiga la divina palabra; porque los demonios privando a los hombres de la aptitud para obrar bien, cierran el oído de nuestra alma. Por esto vino Jesucristo a arrojar al demonio, para que podamos oír la palabra de la verdad. Curó a uno para dar a todos la salud. Por esto sigue: "Y así que hubo echado al demonio, habló el mudo".

Remigio. Este endemoniado, según San Mateo, no sólo era mudo sino también ciego. Luego hizo tres milagros en un solo hombre. Siendo ciego ve, siendo mudo habla, estando poseído por el demonio queda libre. Esto se verifica todos los días en la conversión de los creyentes. Primeramente, expulsado el demonio, ven la luz de la fe y después se desatan en alabanzas al Señor aquellas bocas que antes eran mudas.

San Cirilo, in Cat. graec. Patr. Una vez hecho este milagro el pueblo lo ensalzaba haciéndolo público y dándole la gloria que conviene a Dios. Por esto sigue: "Y todas las gentes quedaron muy admiradas".

Beda. Admirándose siempre las turbas -que parecían menos instruídas- de los hechos del Señor, los escribas y los fariseos se esforzaban en negarlos o en darles mala interpretación, haciéndolos aparecer no como obra de la divinidad, sino del espíritu inmundo. Por esto sigue el evangelista: "Mas no faltaron allí algunos que dijeron": "Por arte de Beelzebub, príncipe de los demonios, echa El los demonios". Beelzebub era el dios de Accaron1; Beel es lo mismo que Baal y Zebub quiere decir mosca. Por tanto, Beelzebub viene a significar el señor de las moscas2, de cuyo asqueroso rito tomó el nombre el príncipe de los demonios.

San Cirilo, ubi supra. Otros, estimulados por los mismos aguijones de la envidia, le pedían que hiciese milagros; por esto sigue: "Y otros por tentarle le pedían les hiciese ver algún prodigio del cielo". Como diciendo: Aun cuando arrojas los demonios del cuerpo de un hombre, no es prueba suficiente de la obra divina; todavía no hemos visto algo que pueda compararse con los primitivos milagros: Moisés pasó al pueblo de Israel por medio del mar (Ex 12); Josué, que le sucedió, detuvo al sol en Gabaón (Jos 10) Pero tú no nos has hecho ver nada de esto. Al pedir, pues, milagros estupendos, daban a conocer cuáles eran entonces sus pensamientos respecto de Jesucristo.

LUCAS 11,17-20


10117 (Lc 11,17)

Pero Jesús, penetrando sus pensamientos, les dijo: "Todo reino dividido en partidos contrarios, quedará destruido; y una casa dividida en facciones camina a la ruina. Pues si Satanás está también dividido contra sí mismo, ¿cómo ha de subsistir su reino? ya que decís vosotros que yo lanzo los demonios por arte de Beelzebub. Y si yo por virtud de Beelzebub lanzo los demonios, ¿vuestros hijos por quién los lanzan? Por tanto, ellos mismos serán vuestros jueces. Mas si con el dedo de Dios lanzo los demonios, es evidente que el reino de Dios ha llegado ya a vosotros". (vv. 17-20)

San Crisóstomo, hom. 42, in Matth. Siendo inconveniente la sospecha de los fariseos, no se atrevían a publicarla por miedo a la muchedumbre, sino que la desenvolvían dentro de su conciencia. Por esto sigue: "El, cuando vio los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, será asolado".

Beda. No responde a lo que han dicho sino a lo que piensan, para que se viesen compelidos a creer en el poder de Aquel que veía los secretos del corazón.

Crisóstomo, ut supra. No respondía según las Escrituras, porque no les prestaban atención, falseándolas en su explicación, sino según lo que generalmente sucede. Porque la casa y la ciudad, una vez divididas, se destruyen prontamente, y lo mismo un reino que es lo que hay de más fuerte, siendo la unión de los súbditos la que afirma los reinos y las casas. Ahora bien, dice, si yo lanzo a los demonios por arte del demonio, los demonios están divididos y concluye su poder. Por esto añade: "Pues si Satanás está también dividido contra sí mismo, ¿cómo ha de subsistir?", etc. Porque Satanás no lucha contra sí mismo, ni hace daño a sus satélites, sino más bien afirma su reino. Luego sólo resta decir que yo destruyo a Satanás por poder divino.

San Ambrosio. También da a conocer en esto que su reino es indisoluble y eterno; y por tanto, a los que no esperan en Jesucristo, sino que creen que arroja a los demonios en virtud del príncipe de los demonios, les niega que sean de su reino eterno, lo cual se refiere también al pueblo judío. En efecto, ¿cómo puede ser eterno el reino de los judíos, el pueblo guardián de la ley, cuando niega a Jesús anunciado por ella? Y así la fe del pueblo judío se contradice; contradiciéndose se divide; dividiéndose se destruye; y por tanto, el reino de la Iglesia subsistirá siempre, porque su fe es indivisible y su cuerpo es uno solo.

Beda. El reino del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo tampoco está dividido, sino que está establecido con estabilidad eterna. Renuncien, pues, los arrianos a sostener que el Hijo es menor que el Padre, y el Espíritu Santo menor que el Hijo, porque los que tienen el mismo reino tienen la misma majestad.

Crisóstomo, in Matthaeum hom. 42. Esta es la primera solución, pero la segunda (que se refiere a los discípulos) es la que da en seguida diciendo: "Y si yo por virtud de Beelzebub lanzo los demonios: ¿vuestros hijos por quién los lanzan?". No dice mis discípulos, sino vuestros hijos, queriendo calmar su furor.

San Cirilo, in Cat. graec. Patr. Fueron judíos los discípulos de Jesucristo, pues procedían de los judíos según la carne, los cuales habían recibido de Cristo poder sobre los espíritus inmundos, y en el nombre de Cristo libraban de ellos a los poseídos. Por tanto, cuando vuestros hijos venzan a Satanás en mi nombre, ¿no es una gran insensatez decir que yo tengo este poder de Beelzebub? Así vosotros seréis condenados por la fe de vuestros hijos. De aquí sigue: "Por esto serán ellos vuestros jueces".

Crisóstomo, hom. 42 ut sup. Porque, puesto que hay entre vosotros quien me obedece, claro es que condenará a los que obran en contrario.

Beda. O bien, designa como hijos de los judíos a los exorcistas de aquella gente que arrojaban a los demonios invocando a Dios; como diciendo: si la expulsión de los demonios en vuestros hijos se atribuye a Dios y no a los demonios, ¿por qué cuando se trata de mí no ha de reconocer igual causa la misma obra? Luego ellos mismos serán vuestros jueces, no por poder sino por comparación; porque ellos atribuyen a Dios la expulsión de los demonios y vosotros a Beelzebub, príncipe de los demonios.

San Cirilo, ubi sup. Luego si lo que dices tiene carácter de calumnia, resulta que yo arrojo los demonios por medio del Espíritu de Dios. Por esto sigue: "Mas si con el dedo de Dios lanzo los demonios, ciertamente llegó a vosotros el reino de Dios".

San Agustín. De cons. Evang., lib. 2, cap. 38. Lo que San Lucas llama dedo de Dios, San Mateo llama Espíritu de Dios. Y, sin embargo, no hay en esto disparidad; sino que más bien enseña que debemos conocer el sentido en que debemos entender las palabras "dedo de Dios" en cualquier lugar que las hallemos de la Sagrada Escritura.

San Agustín. De quaest. Evang. lib. 2, q. 17. Se llama al Espíritu Santo dedo de Dios, por la equitativa distribución de sus dones entre los hombres y los ángeles; puesto que en ningún miembro nuestro se hace la división más patente que en los dedos.

San Cirilo, in Thesauro, lib. 13, cap. 2. O bien es llamado el Espíritu Santo dedo de Dios, como el Hijo es llamado la mano y el brazo del Padre; pues el Padre lo hace todo por El. Como el dedo no está separado de la mano sino que está unido naturalmente a ella, así el Espíritu Santo está unido al Hijo consustancialmente, y el Hijo todo lo hace por El.

San Ambrosio. Por la unión de nuestros miembros, además, no puede dividirse nuestra fuerza, puesto que no puede haber división en lo que es indivisible; y por tanto, el nombre de dedo debe referirse a la unidad y no a la división del poder.

San Atanasio, orat. 2, contra Arrianos. Pero ahora, en razón de su humanidad, quiere el Señor aparecer menor al Espíritu Santo, diciendo que echa los demonios en virtud del citado Espíritu. Con ello da a conocer que no es suficiente la naturaleza humana para arrojar a los demonios; solo puede en virtud del Espíritu Santo.

San Cirilo, in Cat. graec. Patr. Por esto se dice muy oportunamente: "El reino de Dios ha llegado a vosotros"; esto es, si yo, siendo hombre, en virtud del Espíritu divino arrojo los demonios, la naturaleza humana ha sido enriquecida en mí y viene el Reino de Dios.

San Juan Crisóstomo, in Matthaeum hom. 42. Dice "sobre vosotros", para atraerlos. Como diciendo: Si os vienen los días de la prosperidad, ¿por qué os hastiáis de vuestros bienes?

San Ambrosio. También manifiesta el fuerte poder que hay en el Espíritu Santo en quien está el Reino de Dios; y como el Espíritu Santo habita en nosotros, venimos a ser real morada suya.

San Tito Bostrense, in Matth. O bien dice: "el reino de Dios ha llegado a vosotros", para dar a entender que ha llegado contra vosotros y no a favor vuestro; terrible será la segunda venida de Jesucristo para los malos cristianos.

LUCAS 11,21-23


10121 (Lc 11,21-23)

"Cuando un hombre valiente guarda armado la entrada de su casa, todas las cosas que posee están seguras. Pero si otro más fuerte que él le vence, le desarmará de todos sus arneses, en que tanto confiaba, y repartirá sus despojos. Quien no está por mí, está contra mí; y quien no recoge conmigo, desparrama". (vv. 21-23)

San Cirilo, in Cat. graec. ubi sup. Como era necesario por muchas razones rebatir las palabras de sus detractores, utiliza un ejemplo clarísimo, por medio del cual demuestra a los que lo quieran comprender que el príncipe de este mundo es vencido por el poder que El tiene, por eso dice diciendo: "Cuando el fuerte armado guarda su atrio", etc.

San Juan Crisóstomo, homil. 42, in Matth. Llama fuerte al diablo, no porque lo sea por naturaleza, sino dando a conocer su antigua tiranía, causada por nuestra debilidad.

San Cirilo, in Joan, lib. 10, cap. 11. Antes de la venida del Salvador usó de mucha violencia en el mundo robando los rebaños ajenos -esto es, los de Dios- y conduciéndolos, por decirlo así, a su propio redil.

San Teofilacto. Sus armas son los pecados de toda clase, en los que confía para prevalecer contra los hombres.

Beda. Llama su atrio1 al mundo, porque está ocupado por la malicia (1Jn 5,19) teniendo en él todo poder hasta la venida del Salvador, como que descansaba en los corazones de los infieles sin contradicción ninguna, pero fue vencido por uno más fuerte en poder, Cristo, que al liberar a todos los hombres lo expulsó del mismo, por esto añade: "Pero si sobreviniendo otro más fuerte que él lo venciere", etc.

San Cirilo, ubi supra.

Después que el Verbo del sumo Dios, dador de toda fortaleza y Señor de todas las virtudes, se hizo hombre, lo acometió y le quitó sus armas.

Beda. Sus armas son la astucia, el engaño y la torpeza espiritual; y sus restos son los hombres engañados por él.

San Cirilo, ubi supra. Porque los judíos que desde hacía tiempo habían sido seducidos por él por el error y la ignorancia acerca de Dios, han sido llamados por los Santos apóstoles hacia el anuncio de la verdad y ofrecidos a Dios Padre por la fe que prestaban al Hijo.

San Basilio, in Esai, 18. Distribuyó también sus restos, mostrando el fiel amparo de los ángeles para la salud de los hombres.

Beda. Jesucristo como vencedor distribuye los restos -lo cual es señal de triunfo-, porque conduciendo cautiva a la cautividad, repartió sus dones a los hombres; esto es, ordenando que unos sean apóstoles, otros evangelistas, otros profetas y otros pastores y doctores (Ep 4)

San Juan Crisóstomo, hom. 42, ut sup. Después pone la cuarta solución cuando añade: "Quien no está conmigo está contra mí". Como diciendo: yo quiero ofrecer los hombres a Dios y Satanás todo lo contrario. ¿Cómo, pues, el que no coopera conmigo, sino que disipa lo que es mío, puede estar conforme conmigo para arrojar a los demonios? Prosigue: "Y el que no recoge conmigo, desparrama".

San Cirilo, ubi supra. Como diciendo (Mt 12,45): Yo he venido a reunir a los hijos de Dios dispersados por el demonio; y el mismo Satanás, como no está conmigo, procura esparcir lo que yo he reunido y salvado. ¿Cómo, pues, ha de darme el poder el que combate todos mis designios?

San Juan Crisóstomo, hom. 42, ut sup. Pero si el que no coopera es adversario, mucho más lo es el que se me opone. Me parece que en esta alegoría alude a los judíos igualándolos con el demonio, pues ellos obraban contra El y dispersaban a los que El congregaba.

LUCAS 11,24-26


10124 (Lc 11,24)

"Cuando un espíritu inmundo ha salido de un hombre, se va por lugares áridos buscando lugar donde reposar; y cuando no le halla, dice: me volveré a mi casa de donde salí: y cuando vuelve la halla barrida y bien adornada. Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrando en esta casa fijan en ella su morada. Con lo que el último estado de aquel hombre es peor que el primero". (vv. 24-26)

San Cirilo in Cat. graec Patr. Después de lo dicho manifiesta el Señor los errores en que había caído el pueblo de los judíos respecto de Jesucristo, diciendo: "Cuando el espíritu inmundo ha salido de un hombre", etc. Que este ejemplo se refiere a los judíos lo expresa San Mateo cuando dice (Mt 12,45): "Así sucederá a esta pésima generación": Y fue así que en todo el tiempo que habían estado en Egipto viviendo según las leyes del país, habitó en ellos el espíritu maligno. De él fueron librados cuando sacrificaron el cordero que figuraba a Jesucristo y marcaron sus puertas con sangre, evitando así su destrucción.

San Ambrosio. De este modo se compara con un solo hombre a todo el pueblo judío, de quien había salido el demonio por la ley. El demonio volvió al vulgo de los judíos, pues no pudo hallar reposo entre los gentiles, cuyos corazones, habiendo sido áridos, recibieron después por el bautismo el rocío del Espíritu y la fe de Cristo, porque Jesucristo es como un incendio para los espíritus inmundos. Por esto, dice: "Y cuando no le halla, dice: me volveré a mi casa de donde salí".

Orígenes, in Cat. graec. Patr. Esto es, a aquéllos de Israel que había visto no contenían en sí nada de Dios y se hallaban como desiertos y vacíos de El. He aquí como se expresa esto: "Y cuando vuelve la halla barrida".

San Ambrosio. Exteriormente, pues, aparece más limpio y adornado su cuerpo que lo que lo está interiormente su alma. No se purificaba ni templaba su ardor con las aguas de la sagrada fuente; y por ello el espíritu inmundo volvía a él, llevando consigo siete espíritus peores que él. Por esto dice: "Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él y entrando en esta casa fijan en ella su morada". Y esto, porque con intención sacrílega falta a la semana de la ley y al misterio del octavo día. Y así como se multiplica para nosotros la gracia del espíritu en siete dones, así se acumula sobre ellos todo el daño de los espíritus inmundos, pues a veces se comprende en este número lo universal1.

San Juan Crisóstomo, hom. 44, in Matth. Ahora ocupan las almas de los judíos demonios peores que los anteriores. Porque en otro tiempo maltrataban a los profetas, pero ahora injurian al que es Señor de los profetas; por eso sufrieron más bajo el dominio de Vespasiano y de Tito, que en Egipto y Babilonia. Por esto sigue: "Con lo que el último estado de aquel hombre es peor que el primero". Antes tenían la asistencia divina y la gracia del Espíritu Santo, pero ahora están privados aún de estos dones; por eso ahora sufren con la privación de la gracia miserias mayores y más crueldad en la fuerza con que el enemigo los tienta.

San Cirilo, ubi sup. Su estado es peor que el primero, según las palabras del apóstol (2P 2,21): "Más les valía no haber conocido el camino de la verdad, que separarse de él después de haberle conocido".

Beda. Esto mismo puede entenderse respecto de los herejes, de los cismáticos y de todo mal católico, de quienes ha salido el espíritu inmundo en el día del bautismo. Este recorre los lugares áridos, esto es, los corazones de los fieles que están limpios de la blandura de los pensamientos vanos; examina el astuto acechador si puede inculcar en ellos los pasos de su iniquidad. Dice, pues: "Me volveré a mi casa, de donde salí"; en lo cual debe temerse que nos oprima por nuestra negligencia la culpa que creíamos extinguida en nosotros. La encuentra barrida, esto es, limpia de la suciedad del pecado por la gracia del bautismo; pero vacía de buenas obras. Se entiende, en fin, por los siete espíritus malos que toma consigo, todos los vicios; y se llaman peores porque no sólo tendrá aquellos siete vicios que son contrarios a las siete virtudes espirituales, sino que también fingirá tener estas virtudes por hipocresía.

San Juan Crisóstomo, in Matthaeum hom 45. No sólo se ha dicho esto para los judíos sino que debemos recibirlo como dicho también para nosotros. Por lo que sigue: "Con lo que el último estado de aquel hombre es peor que el primero";es decir, si después de haber sido iluminados y librados de nuestras culpas pasadas, volvemos otra vez a la misma maldad, la pena de los pecados que cometamos después será mucho mayor.

Beda. Puede también entenderse que el Señor añadió esto para distinguir sus acciones de las de Satanás. El siempre limpia lo que está manchado, mientras que Satanás se apresura a manchar con mayores inmundicias lo que ha sido limpiado.

LUCAS 11,27-28


10127 (Lc 11,27-28)

Estando diciendo estas cosas, he aquí que una mujer levantando la voz de en medio del pueblo, exclamó: "Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te alimentaron". Pero Jesús respondió: "Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica". (vv. 27-28)

Beda. Una mujer confiesa con gran fe la encarnación del Señor, en tanto que los escribas y los fariseos lo tientan y blasfeman. Y así dice: "Estando diciendo estas cosas, he aquí que una mujer, levantando la voz de en medio del pueblo, exclamó: Bienaventurado el vientre que te llevó", etc. Con cuyas palabras confundió la calumnia de los personajes que estaban presentes y la perfidia de los futuros herejes. Porque así como entonces los judíos negaban al verdadero Hijo de Dios, blasfemando de las obras del Espíritu Santo; así después los herejes no quisieron confesar al verdadero Hijo del hombre, consustancial al Padre, negando que María siempre Virgen, por la cooperación de la virtud del Espíritu Santo, hubiese provisto la materia de la carne al Unigénito de Dios que había de nacer. Pero si se dice que la carne del Verbo de Dios, nacido según la carne, es extraña a la de la Virgen Madre, habría que decir que no hay razón para beatificar el vientre que lo había llevado y los pechos que le habían alimentado. ¿Cómo podía decirse que había sido alimentado con la leche de la Virgen si se niega que lo haya concebido en su seno, siendo así que, según los físicos, uno y otro proceden de un mismo origen? Y no sólo Ella que mereció engendrar corporalmente al Verbo de Dios, sino que asegura que son bienaventurados también todos lo que procuran concebir, dar a luz y como dar de lactar espiritualmente al mismo Verbo por la fe y la práctica de las buenas obras, tanto en su corazón como en el de sus prójimos. Sigue pues: "Pero Jesús respondió: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios", etc.

San Juan Crisóstomo in Matthaeun hom. 45. Esta contestación no la dio el Salvador menospreciando a su Madre, sino manifestando que de nada le hubiese aprovechado el haberle dado a luz si después no hubiera sido buena y fiel. Además, si Jesús, que nació de María, no la hubiese beneficiado con las virtudes de su alma, con mucha más razón puede decirse que no nos valdrá el tener un padre o un hermano o un hijo virtuoso, si nosotros carecemos de su virtud.

Beda. La misma Madre de Dios es bienaventurada ciertamente porque fue el instrumento temporal de la encarnación del Verbo; pero también lo fue por haber sido su amorosa y constante guarda. Con esta sentencia, pues, hiere a los sabios judíos, que no solamente se negaban a oír y a guardar la Palabra de Dios, sino que también buscaban ocasión para negarlo y blasfemarlo.

LUCAS 11,29-32


10129 (Lc 11,29)

Como las gentes acudiesen a oirle, comenzó a decir: "Esta generación es una raza perversa: pide un prodigio, y no se le dará otro prodigio que el del profeta Jonás. Porque así como Jonás fue una señal para los de Nínive, así el Hijo del hombre lo será para los de esta generación. La reina del Mediodía se levantará el día del juicio contra los hombres de esta nación y los condenará: porque vino del cabo del mundo a oír la sabiduría de Salomón, y veis aquí uno superior a Salomón. Los habitantes de Nínive se levantarán también el día del juicio contra esta generación, y la condenarán; por cuanto ellos hicieron penitencia por la predicación de Jonás; y he aquí más uno que es superior a Jonás". (vv. 29-32)

Beda. El Señor había sido provocado de dos maneras: unos lo calumniaban diciendo que arrojaba los demonios en nombre de Beelzebub, a quienes contestó como queda dicho; y otros lo tentaban pidiéndole un prodigio del cielo, a quienes ahora empieza a contestar. Por esto sigue: "Como las gentes acudiesen a oírle comenzó a decir: Esta raza de hombres es una raza perversa", etc.

San Ambrosio. Para que conozcamos que cuando empieza a descomponerse el pueblo de la sinagoga empieza a ensalzarse la santidad de la Iglesia. Así como Jonás fue un prodigio para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para los judíos. Por esto añade: "Piden un prodigio y no se les dará otro prodigio que el del profeta Jonás".

San Basilio, in Cat. graec. Patr. Un signo es una cosa sensible que contiene en sí la declaración de alguna cosa oculta; así el signo o el prodigio de Jonás representa el descenso de Jesucristo a los infiernos, su ascensión y su resurrección de entre los muertos. Por esto dice: "Porque así como Jonás fue un prodigio para los de Nínive, así el Hijo del hombre lo será para los de esta generación".

Beda. Les da un signo, no del cielo, porque eran indignos de verlo, sino de lo profundo del infierno. Es decir, les da la señal de su encarnación, no de su divinidad; de su pasión, no de su glorificación.

San Ambrosio. El prodigio de Jonás fue una figura de la pasión del Señor y a la vez una manifestación de los graves pecados que los judíos cometieron; en ello podemos advertir juntamente el oráculo de la majestad y el indicio de la piedad. Porque con el ejemplo de los ninivitas se anuncia el suplicio y se demuestra el remedio; de allí que los judíos no deben desconfiar de obtener el perdón, si quieren hacer penitencia.

Teófil. super Nisi Ionae prophetae. Pero Jonás, después que salió del vientre de la ballena, convirtió a los ninivitas con su predicación; mas la raza de los judíos no creyó en Jesucristo resucitado, de donde resultó su condenación; y de esta ofrece un doble ejemplo cuando dice: "La reina del Mediodía se levantará el día del juicio contra los hombres de esta generación, y los condenará".

Beda. No precisamente por el poder del juicio, sino por la comparación de sus hechos, que fueron mejores. Y prosigue: "Porque vino del cabo del mundo a oír la sabiduría de Salomón, y veis aquí uno superior a Salomón". La palabra aquí significa que entre ellos se hallaba quien era incomparablemente superior a Salomón.

San Cirilo.No dijo, pues, yo soy mejor que Salomón, para enseñarnos a ser humildes, aún cuando estemos colmados de gracias espirituales. Como diciendo: Vino con presteza una mujer extranjera a oír a Salomón; y recorrió tan largo camino para conocer los seres visibles y las propiedades de las plantas. Pero vosotros cuando oís hablar de las cosas invisibles y celestiales a la misma Sabiduría que os enseña, prescindís de que prueba cuanto dice con señales y con obras y, así, os rebeláis contra sus palabras y no os hacen mella sus milagros.

Beda. Si la reina del Mediodía1 que no se duda fuese elegida, se levantará en juicio contra los réprobos, es evidente que no habrá para todos los mortales (tanto los buenos como los malos) más que una resurrección. Y esto no mil años antes del día del juicio, según las fábulas de los judíos, sino en el mismo día del juicio.

San Ambrosio. Por tanto, también al condenar al pueblo de los judíos se expresa claramente el misterio de la Iglesia, la que, como la reina del Mediodía, se reúne de todos los confines del mundo para aprender la sabiduría y oír las palabras del pacífico Salomón. Verdaderamente reina, cuyo reino, formando un solo cuerpo de pueblos diversos y distantes entre sí, es indivisdible.

San Gregorio Niceno, hom. 7, in Cant. 1. Así como aquella reina era de Etiopía, país lejano, así la Iglesia de los gentiles en un principio era negra y distaba mucho de conocer al verdadero Dios. Pero cuando apareció el pacífico Jesucristo, en medio de la ceguera de los judíos, se aproximan los gentiles y le ofrecen los aromas de su piedad, el oro del divino conocimiento y las piedras preciosas de la obediencia de sus preceptos.

Teófil super Regina Austri. El viento del Mediodía es alabado en la Escritura como cálido y vivificador, por lo que el alma que reina en él -esto es, en la vida espiritual- viene a oír -esto es, se eleva a contemplar- la sabiduría del pacífico rey Salomón, que es el Señor nuestro Dios. A El no llegará ninguno si no reina por una buena vida. También pone a continuación el ejemplo de los ninivitas, diciendo: "Los habitantes de Nínive comparecerán también en el día del juicio contra esta generación, y la condenarán".

Crisóstomo, super Matthaeum op. imperf., hom. 44. El juicio de condenación se hace con los semejantes o con los desemejantes. Con los semejantes como en la parábola de las diez vírgenes. Y con los desemejantes, como cuando los ninivitas condenan a aquellos que eran del tiempo de Jesucristo, para que su condenación se haga más evidente. Esto es así porque aquéllos son bárbaros y éstos judíos; éstos están instruidos por los testimonios de los profetas y aquéllos nunca oyeron la palabra divina; allí fue el siervo y aquí el Señor; aquél predicaba la destrucción y éste anunciaba el Reino de los Cielos. Por tanto, es evidente para todos que los judíos eran los que más bien debían creer; pero sucedió lo contrario. Por lo que añade: "Por cuanto ellos hicieron penitencia a la predicación de Jonás, y he aquí uno que es superior a Jonás".

San Ambrosio. Según este misterio, la Iglesia consta de dos partes: unos son los que no conocen el pecar, lo que es propio de la reina del Mediodía; otros los que dejan de pecar, lo que corresponde a los ninivitas que hacen penitencia. La penitencia borra el pecado y la sabiduría lo evita.

San Agustín, De cons. Evang., lib. 2, cap. 39. Esto lo refiere San Lucas en el mismo lugar que San Mateo, pero en un orden algo diferente. Sin embargo, ¿quién no considerará superfluo inquirir el orden con que dijo esto el Señor, cuando por la incontestable autoridad de los evangelistas debe constarnos que no hay engaño en la alteración del orden de este relato, siendo el mismo hecho, refiérase antes o después?



Catena aurea ES 10109