Catena aurea ES 7309


MARCOS 13,14-20


7314 (Mc 13,14-20)

"Cuando, empero, viereis la abominación de la desolación, establecida donde menos debiera (el que lea esto haga reflexión sobre ello), entonces los que moran en Judea huyan a los montes. Y el que se encuentre en el terrado no baje a casa, ni entre a sacar de ella alguna cosa. Y el que esté en el campo no torne atrás a tomar su vestido. Mas ¡ay de las que estarán encinta, y de las que criarán en aquellos días! Por eso rogad a Dios que no sucedan estas cosas durante el invierno. Porque serán tales las tribulaciones de aquellos días, cuales no se han visto desde que Dios crió el mundo hasta el presente, ni se verán. Y si el Señor no hubiese abreviado aquellos días, no se salvaría hombre alguno: mas en gracia de los escogidos, que El se eligió, los ha abreviado". (vv. 14-20)

Glosa. Anunciado lo que había de suceder antes de la destrucción de la ciudad, predice ahora el Señor lo que se refiere a la destrucción misma, diciendo: "Cuando, empero, viereis la abominación", etc.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 77. San Mateo dice: "Sentado en el lugar santo" (Mt 24,15) San Marcos expresa lo mismo cambiando la expresión, porque dice: "En donde no debe", puesto que no debe tomar asiento en el lugar santo.

Beda, in Marcum, 4, 42. Cuando penetramos en el verdadero significado de las palabras, vemos que éstas han sido dichas en sentido místico, y pueden referirse por tanto al Anticristo, o al retrato del César, que puso Pilatos en el templo, o a la estatua ecuestre de Adriano, que estuvo por largo tiempo también en el Sancta Sanctorum. Se llama también abominación al ídolo, como en el Antiguo Testamento, y por tanto añade, de la desolación, porque fue puesto el ídolo en el templo desolado y desierto.

Teofilacto. O bien: llama abominación de la desolación a la entrada de los enemigos por la violencia en la ciudad.

San Agustín, epistulae, 199, 9. San Lucas, para mostrar que la abominación de la desolación había tenido lugar cuando fue sitiada Jerusalén, conmemora las palabras del Señor en el mismo lugar: "Cuando viereis cercada a Jerusalén por un ejército, sabed que entonces se acerca su desolación" (Lc 21,20) Entonces, continúa, los que moren en Judea", etc.

Beda, in Marcum, 4, 42. Consta que esto se realizó literalmente, porque al aproximarse la guerra con Roma y la destrucción de los judíos, advertidos por el vaticinio todos los cristianos de Judea se retiraron provisionalmente al otro lado del Jordán, como refiere la historia eclesiástica, a la ciudad de Pella bajo la protección de Agripa, de quien se hace mención en los Hechos de los Apóstoles (Ac 25-26), y que era rey de aquella parte de los judíos que se había sometido obediente al imperio romano.

Teofilacto. "Entonces, los que moren en Judea", dice, porque no estaban en ella los Apóstoles, que habían huido de Jerusalén antes de la batalla.

Glosa. O más bien: salieron guiados por el Espíritu divino. Y continúa: "Y el que se encuentre en el terrado no baje a la casa, ni entre a sacar de ella cosa alguna", porque en tal tribulación era deseable salvar el cuerpo, aunque fuese desnudo.

"Mas ¡ay de las que estarán encintas, y de las que criarán en aquellos días!", etc.

Beda, in Marcum, 4, 42. Porque por su estado o por tener que llevar en brazos a sus hijos, habían de verse impedidas en su fuga.

Teofilacto. Aquí parece aludir a los niños comidos por sus padres, pues agobiados por el hambre y la peste, pusieron sus manos sobre ellos.

Glosa. Después que menciona el doble impedimento para la huída, a saber, el deseo de llevar consigo alguna cosa, o el natural impedimento que habían de causar los hijos por el embarazo, toca el tercer impedimento, el del tiempo, diciendo: "Por eso, rogad a Dios que no sucedan estas cosas durante el invierno".

Teofilacto. Para que los que desean huir no se vean impedidos de hacerlo por el mal tiempo. Y señala la causa de la necesidad de huir con estas palabras: "Porque serán tales las tribulaciones de aquellos días, cuales no se han visto jamás desde que Dios creó el mundo".

San Agustín, epistulae, 199, 9. Josefo, autor de la Historia de los Judíos, refiere que sobrevinieron a este pueblo tantas y tales cosas, que parecen increíbles: así es que con mucha verdad dice que no había habido ni habría tribulación semejante en el mundo. Que aunque acaso sea igual o mayor la que acaecerá en los tiempos del Anticristo, no obstante, y con respecto a aquel pueblo, no la habrá mayor. Y si él es el primer y principal pueblo que ha de recibir al Anticristo, más bien será él quien promueva, y no quien sufra la tribulación.

Beda, in Marcum, 4, 42. El único refugio que habrá contra tantos males será el que Dios, que da la fuerza para sufrir, acorte en cuanto al tiempo el poder de los perseguidores. "Y si el Señor, prosigue, no hubiese abreviado aquellos días", etc.

Teofilacto. Es decir, que si no hubiera terminado pronto la guerra de los romanos, hubiese perecido toda carne, esto es, no hubiera escapado ni un solo judío. Pero abrevió el Señor estos días, e hizo que durara poco la guerra, en atención a los judíos elegidos por El para sí. Estos eran los creyentes, o los que habían de creer en adelante, puesto que después de la destrucción de la ciudad eran muchos los que habían de creer. Por esto no permitió Dios que fuera destruida su raza enteramente.

San Agustín, epistulae, 199, 9. Tal vez interpretan mejor este pasaje los que entienden que los días significan los mismos males, ya que se dice días malos en otros pasajes de las Sagradas Escrituras, no por los días en sí mismos, sino por lo acontecido en ellos. Y Dios los acortó, dando fuerza para resistirlos, a fin de que, aunque siendo terribles, fueran menos sensibles debido a su corta duración.

Beda, in Marcum, 4, 42. O de otro modo: lo que dice en las palabras: porque serán tales las tribulaciones de aquellos días, se refiere propiamente a los tiempos del Anticristo, en los que los fieles no sólo habrán de sufrir tormentos más numerosos y acerbos que los sufridos hasta entonces, sino que, cosa más grave aún, los autores de estos tormentos harán milagros.

Beda, in Marcum, 4, 42.

Pero cuanto mayor es esta tribulación que las anteriores, tanto más breve será el tiempo de su duración. Porque, según lo que podemos deducir de la profecía de Daniel y del Apocalipsis de San Juan, la Iglesia habrá de ser perseguida en todo el orbe durante tres años y medio. Así que, tomando estas palabras en sentido espiritual, cuando veamos la abominación de la desolación donde no debe estar, esto es, cuando veamos que reina la herejía y otros pecados semejantes en medio de quienes parecen consagrados a los misterios divinos, entonces los que continuamos en Judea, es decir, en la confesión de la verdadera fe, debemos subir tanto más en la virtud, cuantos más sean los que veamos ir por los anchos caminos del vicio.

Pseudo-Jerónimo. La huida a los montes es para que no baje a lo profundo el que ha subido a lo alto.

Beda, in Marcum, 4, 42. Entonces el que está en el terrado, es decir, el que sobreponiéndose a los efectos carnales vive espiritualmente en una atmósfera libre, no descienda a las bajas acciones de su antigua vida, ni renueve los deseos del mundo y de la carne que abandonó. Por nuestra casa debemos entender este mundo, o la misma carne en que vivimos.

Pseudo-Jerónimo. Dice: "Rogad a Dios que no sea vuestra huida durante el invierno", ni en sábado. Es decir, que no acaben los frutos de nuestras obras con el fin de la temporada, acabando como acaban los frutos en invierno y el tiempo en el sábado, que es figura de su fin.

Beda, in Marcum, 4, 42. Pero si entendemos en estas palabras el fin del mundo, entonces nos previenen que no dejemos enfriar nuestra fe ni nuestra caridad en Cristo, ni procedamos con pereza en la obra de Dios.

Teofilacto. Porque debemos huir con fervor del pecado, y no con calma y tibieza.

Pseudo - Jerónimo La tribulación, pues, será inmensa, y breve su duración a causa de los elegidos, a fin de que la malicia de este tiempo no altere su inteligencia.


MARCOS 13,21-27


7321 (Mc 13,21)

"Entonces si alguno os dijere: Ve aquí el Cristo, o vele allí, no le creáis; porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, los cuales harán alarde de milagros y prodigios para seducir, si ser pudiese, a los mismos escogidos. Por tanto, vosotros estad sobre aviso. Ya veis que yo os lo he predicho todo, a fin de que no seáis sorprendidos. Y pasados aquellos días de tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no alumbrará. Y las estrellas del cielo caerán, o amenazarán ruina, y las potestades que hay en los cielos, bambolearán. Entonces se verá venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria. El cual enviará luego sus ángeles, y congregará a sus escogidos de las cuatro partes del mundo, desde el último cabo de la tierra hasta la extremidad del cielo". (vv. 21-27)

Teofilacto. Después que dijo el Señor todo lo concerniente a Jerusalén, habla ahora de la venida del Anticristo, y dice: "Entonces si alguno os dijere: Ve aquí el Cristo, o vele allí, no le creáis". Pero por la palabra entonces no debemos entender que había de ser al momento que se realizaría lo que queda dicho acerca de Jerusalén. En este sentido dice San Mateo, después de ocuparse de la generación de Cristo: "En aquella temporada se dejó ver Juan Bautista" (Mt 3,1) ¿Acaso inmediatamente después de la natividad de Cristo? No, porque habló indeterminada o indistintamente. Así, pues, debemos entender por por entonces, no el tiempo de la ruina de Jerusalén, sino el de la venida del Anticristo. Y sigue: "Porque se levantarán falsos Cristos", etc. Muchos tomarán el nombre de Cristo para engañar también a los fieles.

San Agustín, de civitate Dei, 20, 19. Entonces quedará Satanás en libertad, y desplegará por el Anticristo todo su poder de un modo maravilloso, aunque falso. Ocurre que con frecuencia se duda de la razón que tuvo el Apóstol para llamarlos milagros y prodigios falsos. Puede ser que, ofuscados los sentidos, vean una aparición que hace lo que no puede hacer, o que, siendo verdaderos prodigios, engañen a los que creen que sólo Dios puede hacerlos, no conociendo el poder del diablo, y menos en aquél tiempo en que lo tendrá mayor que nunca. Pero sea lo que fuera, tales milagros y prodigios cautivarán sólo a los que lo merezcan.

San Gregorio Magno, homiliae in Hiezechihelem prophetam, 9. ¿Cómo, pues, se dice si ser pudiese en sentido de duda, siendo así que sabe el Señor todo lo que ha de suceder? Porque una de dos: o son elegidos, y entonces no puede ser; o no son elegidos, y entonces sí puede ser. Por tanto, esta duda reflejada en la palabra del Señor expresa el temor de los elegidos, a los que llama así porque ve que persisten en las buenas obras. Porque los que son elegidos para que persistan, verán los prodigios con que los predicadores del Anticristo los tentarán para hacerlos caer.

Beda, in Marcum 4, 42. Algunos refieren esto al tiempo del cautiverio de los judíos, cuando surgirán muchos que, llamándose cristos, arrastrarán en pos de sí a la muchedumbre engañada. Pero durante el sitio de la ciudad, no hubo ningún fiel a quien debiera dirigirse la exhortación divina de no seguir a los falsos maestros. De aquí que es mejor entender esto de los herejes que, levantándose contra la Iglesia, se atreven a tomar el nombre de Cristo: de ellos fue el primero Simón el Mago, y será el último y el mayor de todos el Anticristo.

"Ya veis que yo os lo he predicho todo", etc.

San Agustín, epistolas, 137. No solamente predijo los bienes que había de otorgar a los santos y fieles suyos, sino también los males que habían de abundar en esta vida, y todo con el objeto de que estuviéramos más seguros de los bienes que han de seguir al fin de los tiempos, experimentando antes de él los males predichos igualmente.

Teofilacto. Después de la venida del Anticristo se alterará y cambiará el orden del mundo, perdiendo los astros su luz por la luz más brillante de Cristo. "Y pasados aquellos días de tribulación, el sol se oscurecerá", etc.

Beda, in Marcum, 4, 42. Porque en el día del juicio parecerán apagadas las estrellas, no porque disminuya su luz, sino porque aparecerá la claridad de la verdadera, es decir, la del Juez Supremo. Sin embargo, se puede admitir sin dificultad, que entonces perderán temporalmente su luz el sol, la luna y las estrellas, como está probado que la perdió el sol al morir nuestro Redentor. Por lo demás, después del día del juicio, cuando haya cielo nuevo y tierra nueva, se cumplirán las palabras de Isaías: "La luz de la luna será como la del sol, y la del sol será siete veces mayor" (Is 30,26) Y continúa: "Y las potestades que hay en los cielos bambolearán".

Teofilacto. Esto es, las potestades angélicas se asombrarán viendo acontecimientos tan portentosos y viendo que son juzgados aquellos que tienen su misma naturaleza.

Beda, in Marcum 4, 42. ¿Qué tiene de extraño, pues, que perturbe a los hombres este juicio, cuando tiemblan ante su aspecto las mismas potestades angélicas? ¿Qué harán las tablas allí donde tiemblan las columnas? ¿Y qué el arbusto del desierto cuando se doble el cedro del paraíso?

Pseudo - Jerónimo. O de otro modo: El sol se oscurecerá como en el invierno para los corazones helados; la luna no alumbrará serena en esta tempestad de discordias; las estrellas del cielo caerán sin luz cuando esté para concluir la raza de Abraham, de la que aquellas son figura, y las potestades que hay en los cielos temblaran. Es cuando serán enviados al castigo por el Hijo del hombre, de cuya venida dice: "Entonces se verá venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria", El, que antes descendió humildemente como la lluvia en el vellón de Gedeón.

San Agustín, epistolas, 80. Porque los ángeles han dicho a los Apóstoles: "Vendrá del mismo modo que le habéis visto subir al cielo" (Ac 1,11), y es de creer que así como se fue entre las nubes, así también vendrá entre las nubes en el mismo cuerpo.

Teofilacto. Verán al Señor como Hijo del hombre, es decir, en cuerpo, porque corpóreo es lo que se ve.

San Agustín, de Trinitate, 13. Porque la vista del Hijo del hombre se da también a los malos, mientras que la vista de la forma divina no se da sino a los limpios de corazón, "porque ellos verán a Dios" (Mt 5) Y porque los injustos no pueden ver al Hijo de Dios en la forma divina que le hace igual al Padre, y conviene que los justos y los inicuos vean al Juez de vivos y muertos ante el cual serán juzgados, era necesario que el Hijo del hombre recibiese la potestad judicial de cuya ejecución dice: "El cual enviará luego sus ángeles".

Teofilacto. Notemos que Jesucristo manda ángeles como el Padre: ¿en dónde están, por consiguiente, los que dicen que no es igual al Padre? Saldrán, pues, los ángeles para reunir a los fieles elegidos, a fin de que salgan, como arrebatados por los aires, al encuentro de Jesucristo; así dice: "Y congregará sus escogidos de las cuatro partes del mundo".

Pseudo - Jerónimo. Como el trigo aventado con el aire de toda la tierra.

Beda. De las cuatro partes del mundo o de los cuatro vientos, es decir, de oriente, occidente, norte y sur. Y para que nadie piense que los elegidos han de ser congregados sólo de los cuatro puntos cardinales de la tierra, y no de todos sus confines y de todas las regiones mediterráneas, dice a este propósito: "Desde el último cabo de la tierra hasta la extremidad del cielo", es decir, desde lo más apartado de la tierra hasta su último confín, en donde parece a lo lejos que el círculo del cielo se asienta sobre los límites del mundo. Y en aquel día no habrá ni un elegido que no vuele a recibir al Señor viniendo al juicio, y a El vendrán también los réprobos para desaparecer ante la faz de Dios y perecer, una vez sentenciados.


MARCOS 13,28-31


7328 (Mc 13,28-31)

"Aprended ahora sobre esto, una comparación tomada de la higuera: Cuando ya sus ramas retoñecen, y brotan las hojas, conocéis que está cerca el verano. Pues así también cuando vosotros veáis que acontecen estas cosas, sabed que el Hijo del hombre está cerca, está ya a la puertas. En verdad os digo que no pasará esta generación, que no se hayan cumplido estas cosas. El cielo y la tierra faltarán: pero no faltarán mis palabras". (vv. 28-31)

Beda, in Marcum, 4, 42. Con el ejemplo del árbol dio el Señor una idea de lo que será el fin del mundo. "Aprended ahora sobre esto una comparación tomada de la higuera: Cuando ya sus ramas retoñecen", etc.

Teofilacto. Es como si dijera: así como viene el verano en cuanto brota la higuera, así también a las calamidades del Anticristo sucederá, sin intervalo alguno, la venida de Cristo. Esta será para los justos como el verano después del invierno y para los pecadores como el invierno después del verano.

San Agustín, epistolas, 80. O de otro modo puede entenderse: Todo lo dicho por los tres Evangelistas sobre la venida del Mesías, discutido y referido escrupulosamente, parece que se refiere a su venida de todos los días en su cuerpo, que es la Iglesia, con excepción de los pasajes en que se anuncia como próxima. San Mateo la expresa con toda claridad en estos términos: "Cuando vendrá el Hijo del hombre en su majestad" (Mt 25,31) ¿Qué significa, pues, cuando viereis cumplirse esto, sino lo que dijo antes, y en lo cual se comprende lo que sigue: "Y entonces verán al Hijo del hombre viniendo en las nubes"? Así que no será entonces el fin, pero estará próximo. ¿Acaso no debemos entender todo lo dicho, sino parte de ello, como referente a este suceso, excepto las palabras: "Y entonces verán al Hijo del hombre viniendo"? Porque éste será el fin, y no un anuncio de él. Pero San Mateo declaró que se ha de tomar enteramente en este sentido, diciendo: "Cuando vosotros veáis que acontecen estas cosas, sabed que el Hijo del hombre está cerca, está ya a la puerta" (Mt 24,33) Lo dicho anteriormente debe interpretarse, pues, de este modo: Y enviará sus ángeles de las cuatro partes del mundo, esto es, congregará a sus elegidos de todos los puntos de la tierra. Y ésta será la hora última del mundo, cuando venga en sus miembros como en las nubes.

Beda, in Marcum 4, 42. En sentido místico se puede tomar la parábola de la higuera por el estado de la sinagoga, la cual fue condenada a eterna esterilidad cuando vino a ella el Señor, porque no producía fruto de justicia en aquéllos que eran entonces incrédulos. Pero puesto que dijo el Apóstol: "Cuando la plenitud de las naciones haya entrado en la Iglesia, entonces será salvo todo Israel" (Rm 11,25), ¿qué otra cosa puede significar sino que dará fruto la higuera que tanto tiempo había estado estéril? Ahora bien: cuando suceda esto, no dudéis que se aproxima la estación de la paz verdadera.

Pseudo - Jerónimo. O bien: las hojas ya nacidas de la higuera son las palabras de ahora; el verano próximo es el día del juicio, en el cual manifestará cada árbol el fruto que porta: la esterilidad que lo destina al fuego, o la lozanía que lo hace bueno para ser plantado con el árbol de la vida.

"En verdad os digo que no pasará esta generación, que no se hayan cumplido todas estas cosas".

Beda, in Marcum 4, 42. Con el nombre de generación se significa a todo el género humano, o a los judíos especialmente.

Teofilacto. O de otro modo: No pasará esta generación (la de los cristianos) hasta que se haya cumplido todo lo dicho acerca de Jerusalén y de la venida del Anticristo. No dice: la generación de los Apóstoles, puesto que la mayor parte de ellos no llegó hasta la destrucción de Jerusalén, sino la de todos los cristianos, queriendo consolar a sus discípulos para que no creyesen que faltaría la fe en aquellos tiempos, puesto que antes que la palabra de Cristo faltarán los elementos del mundo. "El cielo y la tierra, dice, faltarán; pero no faltarán mis palabras".

Beda, in Marcum, 4, 42. El cielo que faltará no es el etéreo o sidéreo, sino el del aire, porque, como cayó por todas partes el agua del diluvio, así también, según el Apóstol San Pedro, caerá por todas partes el fuego del juicio. El cielo y la tierra perderán su figura actual pero subsistirán sin fin en cuanto a la esencia.


MARCOS 13,32-37


7332 (Mc 13,32)

"Mas en cuanto al día o la hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo para revelároslo, sino el Padre. Estad, pues, alerta, velad y orad, ya que no sabéis cuándo será el tiempo. A la manera de un hombre que, saliendo a un viaje largo, dejó su casa y señaló a uno de sus criados lo que debía hacer, y mandó al portero que velase. Velad, pues, también vosotros, porque no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si a la tarde, o a la media noche, o si al canto del gallo, o al amanecer: no sea que, viniendo de repente, os encuentre dormidos. En fin, lo que a vosotros os digo, a todos lo digo: velad". (vv. 32-37)

Teofilacto. Queriendo impedir el Señor que le preguntasen sus discípulos sobre el día y la hora, dijo: "En cuanto al día o a la hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre". Si hubiere dicho que lo sabía, pero que no quería revelárselo, los hubiese entristecido en extremo. Pero obró más sabiamente añadiendo, para que no le importunasen insistiendo sobre la misma pregunta: Ni lo saben los ángeles del cielo, ni yo.

San Hilario de Trinitate, 9. Se objeta al Unigénito de Dios la ignorancia de este día y hora, para concluir que no ha nacido Dios de Dios, en esa perfección de naturaleza por la cual es Dios. Pero el sentido común dice que cómo es posible que el autor de todo lo que es y será ignore nada absolutamente. ¿Cómo puede existir la ciencia fuera de Aquél en quien se contiene todo lo que ha de ser hecho? ¿Ignorará, pues, aquel día, que es el de su venida? En la naturaleza humana está, en cuanto de ella depende, el saber de antemano lo que determina hacer, y sigue siempre el conocimiento de ello a la voluntad de hacerlo. Y bien: ¿cómo puede admitirse que ignorara el Señor el día de su gloriosa venida por imperfección de su naturaleza, teniendo necesidad de venir y no teniendo conocimiento de su venida? Pero ¿cuánta ocasión de impiedad resultaría de atribuir a Dios Padre la malignidad de privar del conocimiento de su dicha a Aquél a quien había dado el conocimiento de su muerte? Si en El existen todos los tesoros de la sabiduría, no puede ignorar ese día. Pero conviene que no olvidemos nosotros que los tesoros de la sabiduría están ocultos en El. Su ignorancia respecto de ese día proviene de que los tesoros de la sabiduría están ocultos en El; y siempre que manifiesta ignorar alguna cosa, no se detiene por ignorancia, sino porque no es tiempo de hablar o de obrar. Si para mostrar que Dios quiso hacer conocer a Abraham que no ignoraba su amor, se dice en el capítulo 22 del Génesis que Dios conoció que Abraham le amaba, entonces al decir que el Padre conocía el día del juicio, debe darse a entender que no se lo ocultó al Hijo. Así que si el Hijo ignora el día, es porque debe callar sobre esto, y al contrario el Padre manifiesta ser El solo quien lo sabe, porque habla. Lejos, pues, de nosotros la idea de que pueda haber en el Padre y en el Hijo cambio alguno. Finalmente para que no se juzgue que ignoraba por defecto de naturaleza, añade en seguida: "Estad, pues, alerta, velad y orad, ya que no sabéis cuándo será el tiempo".

Pseudo - Jerónimo. Porque es necesario que vele el espíritu antes de la muerte del cuerpo.

Teofilacto. Nos ordena, pues, dos cosas: vigilar y orar. Porque muchos vigilan, sí, toda la noche, pero es para consagrarla a la maldad. Y aduciendo un ejemplo en confirmación de esto, dice: "A la manera de un hombre que, saliendo a un viaje largo", etc.

Beda, in Marcum 4, 42. El hombre que saliendo a un viaje largo dejó su casa es Cristo, quien, subiendo triunfante a su Padre después de la resurrección, dejó corporalmente la Iglesia, sin privarla por eso de la protección de la presencia divina.

San Gregorio Magno, homila in Evangelia, 9. Y como la tierra es el lugar propio del cuerpo, representó el Redentor en su ascensión a los cielos al hombre que sale a un viaje largo. Dio a sus criados poder para todo, porque con la gracia del Espíritu Santo concedida a sus fieles les dio facultad para servirle en el bien. Mandó también al portero que velase, porque manda al orden de los Pastores que se hagan cargo del cuidado de la Iglesia confiada a ellos. Pero no sólo a los Pastores, sino a todos nos manda que guardemos las puertas de nuestros corazones, a fin de que no las traspase el antiguo enemigo para tentarnos, y de que el Señor no nos encuentre dormidos. Por lo cual, y concluyendo el ejemplo, añade: "Velad, pues, también vosotros porque no sabéis", etc.

Pseudo - Jerónimo. Porque el que duerme no ve cuerpos verdaderos, sino fantasías, y sueña con lo que ve sin poseerlo. Así sucede en verdad a los que en su vida fueron arrebatados por el amor del mundo, y después de su vida perdieron lo que soñaban como real y cierto.

Teofilacto. Es de notar que no dijo no sé sino no sabéis cuándo será el tiempo. Y nos lo ocultó porque así nos convenía, pues si ignorándolo no nos cuidamos del fin, ¿qué haríamos si lo conociéramos? Pues es muy cierto que persistimos en nuestros pecados hasta el último momento. Fijémonos ahora en la propiedad de las palabras: el fin llega por la tarde, cuando el que muere se halla en medio de la ancianidad; a media noche cuando se halla en medio de la juventud; al cantar el gallo cuando tiene ya desarrollada su razón, porque una vez que empieza el joven a vivir según ella, parece que una voz como la del gallo le despierta del sueño de la sensualidad; y la mañana es la infancia. Es preciso, pues, que todos vivamos preparados para el fin, y que no dejemos que el niño muera sin bautismo.

Pseudo - Jerónimo. Por tanto, y para que los últimos aprendan de los anteriores este precepto común a todos, concluye diciendo: "Lo que a vosotros os digo, a todos lo digo".

San Agustín, ad Hesych. , epíst. 80. No habló así solamente para los que entonces le oían, sino también para los sucesores de aquellos, los anteriores a nosotros, para nosotros mismos y los que sigan después de nosotros hasta su última venida. ¿Acaso aquel día ha de encontrar a todos los hombres en esta vida, o se dirigen también a los difuntos estas palabras: "Velad, no sea que, viniendo de repente, os encuentre dormidos"? Porque ¿Cómo habla así a todos, no dirigiéndose más que a los que vio entonces, sino es porque a todos concierne, como he dicho? Así, pues, ese día será para cada uno aquél en que salga de este mundo tal y como deba ser juzgado. Por ello debe vigilar todo cristiano, para que no le halle desprevenido la venida del Señor, pues hallará desprevenido aquel día a todo el que no esté prevenido el último día de su vida.


MARCOS 14,1-2


7401 (Mc 14,1-2)

Dos días después era la Pascua, cuando comienzan los ázimos, y los príncipes de los sacerdotes y los escribas andaban trazando cómo prender a Jesús con engaño y quitarle la vida. "Mas no ha de ser, decían, en la fiesta, porque no se amotine el pueblo". (vv. 1-2)

Pseudo-Jerónimo. Rociemos ahora de sangre nuestro libro y el dintel de las casas, y rodeemos con una cuerda de color de grana la casa en que oramos, y atemos en nuestra mano un hilo encarnado como en la de Zara, para referir el sacrificio de la vaca roja en el valle. Empieza el Evangelista la historia de la muerte de Cristo, diciendo: "Dos días después era la Pascua", etc.

Beda, in Marcum 4, 43. La palabra Pascua, que se dice Phase en hebreo, no toma el nombre, como cree la mayoría, de la pasión del Señor, sino de paso, porque, viendo el ángel exterminador (Ex 12) la sangre en el dintel de las puertas de los Israelitas, pasaba de largo sin hacerles daño, o bien (Ex 13), significa que pasó el Señor para auxiliar a su pueblo.

Pseudo - Jerónimo. O significando paso la palabra Phase, Pascua significa sacrificio. El sacrificio del cordero y el paso del pueblo por el mar, o por Egipto, son figuras de la pasión de Cristo y de nuestra redención del infierno, cuando nos visita el Señor después de dos días, esto es, en el plenilunio de la edad madura de Cristo, a fin de que, sin conservar nada de tenebroso, comamos con el calzado de la caridad y las armas de la virtud las carnes del cordero inmaculado, que borra los pecados del mundo, en una sola casa, que es la Iglesia católica.

Beda, in Marcum 4, 43. Según el Antiguo Testamento, entre la Pascua y los Azimos hay la diferencia de que se llamaba Pascua sólo el día en que se inmolaba el cordero por la tarde, que era el catorce de la luna del primer mes, y la fiesta de los Azimos comenzaba el día quince, que fue el de la salida de Egipto, y duraba siete días, es decir, hasta el veintiuno del mismo mes por la tarde. Pero los Evangelistas suelen poner indistintamente la Pascua por los Azimos, y viceversa. Así es que dice San Marcos: "Dos días después era la Pascua y los Azimos", porque el precepto era celebrar con pan ázimo el día de Pascua. Nosotros debemos celebrarla de continuo no olvidando que debemos pasar de este mundo.

Pseudo - Jerónimo. La iniquidad de Babilonia tuvo principio en los príncipes, que debieron preparar el templo y purificarse a sí mismos y los vasos según la ley, para comer el cordero. "Y los príncipes de los sacerdotes y los escribas andaban trazando cómo prender a Jesús con engaño y quitarle la vida". Despojado de la cabeza, todo el cuerpo queda indefenso: he aquí por qué tratan de matarle aquellos miserables. Huyen de la fiesta que se acerca, porque no hay festividad para los que han perdido la vida y la misericordia. "Mas no ha de ser, decían, en la fiesta, porque no se amotine el pueblo".

Beda, in Marcum 4, 43. Y no es que, como parece desprenderse de estas palabras, temiesen que se amotinara el pueblo, sino que con su auxilio pudiese escaparse Jesús de sus manos.

Teofilacto. El mismo Jesús había señalado el tiempo de su pasión, porque, siendo El la verdadera Pascua, quiso ser crucificado en ella.


MARCOS 14,3-9


7403 (Mc 14,3)

Hallándose Jesús algunos días antes en Betania, en casa de Simón el Leproso, estando a la mesa, entró una mujer con un vaso de alabastro lleno de ungüento o perfume, hecho de la espiga del nardo, de mucho precio; y quebrando el vaso, derramó el bálsamo sobre la cabeza de Jesús. Algunos de los presentes, irritados interiormente, decían: "¿A qué fin desperdiciar ese perfume, siendo así que se podía vender en más de trescientos denarios, y dar el dinero a los pobres?" Con cuyo motivo bramaban contra ella. Mas Jesús les dijo: "Dejadla en paz: ¿por qué la molestáis? La obra que ha hecho conmigo es buena: pues que a los pobres los tenéis siempre con vosotros, y podéis hacerles bien cuando quisiereis; mas a mí no me tendréis siempre. Ella ha hecho cuanto estaba en su mano: se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. En verdad os digo, que, doquiera que se predicase este Evangelio por todo el mundo, se contará también en memoria de esta mujer lo que acaba de hacer". (vv. 3-9)

Beda, in Marcum 4, 43.

El Señor, quien había de padecer por todo el mundo y redimir con su sangre a todas las naciones, se detiene en Betania, esto es, en la casa de obediencia. "Hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el Leproso, estando a la mesa, entró una mujer", etc.

Pseudo - Jerónimo. Porque el cervatillo vuelve siempre a su refugio, es decir, el Hijo del Padre, obediente hasta la muerte, exige de nosotros obediencia.

Beda, in Marcum 4, 43. Dice Simón el Leproso, no porque lo fuera todavía, puesto que le había curado el Señor, sino porque conservando este nombre se recordaba el poder del que le había curado.

Teofilacto. Aunque los cuatro Evangelistas hacen mención del ungüento de la mujer, no se trata de una misma, sino de dos mujeres. De estas menciona San Juan a una, que es la hermana de Lázaro, la cual ungió los pies de Jesús seis días antes de la Pascua. La otra es la que citan los tres Evangelistas restantes. Y si prestamos atención, encontraremos tres, una citada por San Juan, otra por San Lucas, y otra por San Mateo y San Marcos. La citada por San Lucas (cap. 7) es la llamada cortesana, y se acercó a Jesús a la mitad de una cena; la que citan San Mateo y San Marcos fue a Jesús durante la pasión, y no se dice que fuera pecadora.

San Agustín, De consensu Evangelistarum, 2, 79. En cuanto a mí, creo que la única mujer que se echó a los pies de Jesús fue María la pecadora, quien lo hizo dos veces: una cuando, como refiere San Lucas, acercándose con humildad y lágrimas en los ojos, mereció la remisión de sus pecados. Esto es lo que refiere San Juan cuando habla de la resurrección de Lázaro, antes de que fuera Jesús a Betania, diciendo: "Esta María es aquella misma que derramó sobre el Señor el perfume, y le limpió los pies con sus cabellos, de la cual era hermano el Lázaro que estaba enfermo" (Jn 11,2) Este hecho, pues, repetido en Betania, del que no se hace mención en San Lucas, es referido de la misma manera por los otros tres Evangelistas. Ahora bien, diciendo San Mateo y San Marcos que derramó aquel bálsamo sobre la cabeza del Señor, y San Juan que fue sobre los pies, debemos admitir que le derramó sobre ambas partes. Pero si alguno arguye que una vez quebrado el vaso, según San Marcos, y derramado el bálsamo, no puede quedar residuo alguno con que ungir también los pies del Salvador, contestará el cristiano que no se quebró el vaso de modo que se derramase todo el bálsamo, o más bien, que después de ungidos los pies se rompió el vaso para perfumar con lo que quedaba la cabeza.

Beda, in Marcum 4, 43. El alabastro es una especie de mármol blanco con vetas de varios colores, de que suelen hacerse vasos para bálsamos por su propiedad de conservarlos incorruptos, y el nardo es un arbusto aromático, de raíz grande y gruesa, según dicen, si bien corta, negra y frágil. Lleno de sabia, huele tanto como el ciprés, y tiene un gusto agrio, hojas pequeñas y espesas y tallos que terminan en espigas. Es muy apreciado por los perfumistas, bajo el doble punto de vista de las espigas y de las hojas. Por eso que dice San Marcos: "Ungüento hecho de la espiga del nardo, de mucho precio". Es así que el bálsamo que llevó María al Señor estaba compuesto, no sólo de la raíz del nardo, sino, lo que le hacía más precioso, de las espigas y las hojas, teniendo, por tanto, las propiedades de muchos perfumes.

Teofilacto. O, como se dice en griego, bálsamo de nardo fiel, porque era un bálsamo confeccionado con toda pureza y esmero.

San Agustín, De consensu Evangelistarum 2, 78. Parece que hay contradicción entre el modo de referir de San Mateo y San Marcos (que dicen que la Pascua era dos días después, y que Jesús se hallaba entonces en Betania, en donde tuvo lugar el hecho del bálsamo) y la narración de San Juan, (que dice que Jesús fue a dicha ciudad seis días antes de Pascua, y refiere después lo del bálsamo) Pero desaparece toda duda sobre este punto desde el momento en que comprendemos que San Mateo y San Marcos no se refieren al hecho del bálsamo cuando dicen dos días después, sino que, recapitulando, hacen mención de él, habiendo tenido lugar seis días antes de la Pascua.

Pseudo - Jerónimo. En sentido místico, Simón el leproso representa primero al mundo infiel y después al fiel, y la mujer con el vaso de alabastro a la fe de la Iglesia que dice: "Mi nardo precioso difundió su fragancia" (Ct 1,11) Se llama sincero al nardo, esto es, místico y precioso; la casa embalsamada con su olor es el cielo y la tierra; el vaso de alabastro roto es el deseo carnal que se estrella contra la cabeza de quien todo el cuerpo recibe trabazón y cohesión (Ep 4,16); cuando el Señor se sienta, se humilla, para que llegue a El la fe de la pecadora, la cual de los pies sube a la cabeza, y de ella desciende a los pies por la fe, esto es, a Cristo y a sus miembros.

"Algunos de los presentes, dice, irritados interiormente, decían: ¿A qué fin desperdiciar ese perfume?". Por sinécdoque: se dice uno por muchos y muchos por uno porque encontró Judas su perdición en lo que debía ser su salvación, colgando de la higuera fructífera el lazo para ahorcarse. Bajo el pretexto de la avaricia habla un misterio de fe, puesto que nuestra fe es comprada en trescientos denarios por los diez sentidos, interiores y exteriores, triplicados por el cuerpo, el alma y el espíritu.

Beda, in Marcum 4, 43. Donde dice: "Con cuyo motivo bramaban contra ella", no debemos entender que habla de los discípulos que aman a Cristo, sino de Judas, pero en el número plural.

Teofilacto. O bien: se puede suponer que muchos discípulos criticaron a la mujer, porque habían oído muchas veces a Cristo recomendar la limosna. Pero no era ésta la intención de Judas, sino el indigno amor al dinero y al torpe lucro; por lo que San Juan le cita a él solo como el que critica a la mujer con intención engañosa. "Con cuyo motivo, dice, bramaban contra ella", es decir, la molestaban, llenándola de injurias y de oprobio. Pero el Señor reprende a los discípulos porque se oponen al deseo de la mujer. "Mas Jesús les dijo: Dejadla en paz, ¿por qué la molestáis?" Ella iba para ofrecer un don, y sin embargo la maltrataban con injurias.

Orígenes, Homilía sobre San Mateo, 35. Lamentaban la pérdida del bálsamo, porque podía venderse a gran precio y darlo a los pobres; pero no debía hacerse así, porque convenía que sobre la cabeza de Cristo cayera esta santa y rica unción. "La obra, dice, que ha hecho conmigo es buena". La alabanza que hace el Señor de esta buena obra es efectiva todavía, puesto que nos induce a todos a llenar la cabeza del Señor con olorosas y preciosas obras, y merecer así que se diga de nosotros que hicimos una buena obra sobre la cabeza de Cristo. Mientras vivamos en este mundo tendremos pobres con nosotros y quien necesite del cuidado de los que aprovecharon en el Verbo de Dios y en su divina sabiduría. Se han hecho ricos, no teniendo consigo siempre día y noche al Hijo de Dios, esto es, al Verbo y la sabiduría de Dios. "Pues que a los pobres los tenéis siempre con vosotros y podéis hacerles bien cuando quisiereis; mas a mí no me tendréis siempre".

Beda, in Marcum 4, 43. Aquí parece hablar de la presencia corporal, porque no estará con ellos después de la resurrección como estaba entonces en vida común y familiarmente.

Pseudo - Jerónimo. "La obra que ha hecho conmigo, dice, es buena". Porque al que cree en Dios, en justicia se le ha de considerar su fe. No es lo mismo creer a Dios que en El, esto es, ponerse enteramente en sus manos.

"Ella ha hecho cuanto estaba en su mano (es decir, cuanto pudo): se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura".

Beda, in Marcum 4, 43. Es como si dijese: Vosotros pensáis que se ha perdido este bálsamo, y ha sido como la honra de mi muerte.

Teofilacto. Como guiada por Dios se ha anticipado a ungir mi cuerpo en señal de mi sepultura: son palabras con que humilla al traidor, y que equivalen a estas otras: ¿Con qué conciencia injurias a esta mujer, que unge mi cuerpo para la sepultura, tú que no te injurias por entregarme a la muerte? Aquí el Señor hace dos profecías: que su Evangelio será predicado en todo el mundo, y que será alabada la obra de esta mujer. "En verdad os digo que, doquiera que se predicare este Evangelio por todo el mundo, se contará también en memoria de esta mujer", etc.

Beda, in Marcum 4, 43. Es de notar que, así como se cubrió de gloria María para todo el mundo por el homenaje que rindió al Señor, así el que no temió hacerse detractor por este homenaje, se cubrió de infamia para todo el mundo también. Pero el Señor, que remunera la buena obra con alabanza digna, evita el anunciar la futura afrenta del impío.


Catena aurea ES 7309