Catena aurea ES 7614


MARCOS 16,19-20


7619 (Mc 16,19)

Así el Señor Jesús, después de haberles hablado varias veces, fue elevado al cielo por su propia virtud; y está allí sentado a la diestra de Dios. Y sus discípulos fueron y predicaron en todas partes, cooperando el Señor, y confirmando su doctrina con los milagros que la acompañaban. (vv. 19-20)

Pseudo Jerónimo. Es Jesucristo, Señor nuestro, quien sube a los cielos, habiendo bajado de ellos para curar de su enfermedad a nuestra naturaleza. "Así el Señor Jesús, después de haberles hablado, fue elevado al cielo", etc.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,16. Aquí se ve ostensiblemente que ésta fue la última vez que les habló el Señor en la tierra, aunque parezca que no estamos obligados absolutamente a creerlo así, puesto que dice el Evangelista: "Después de haber hablado así". Si fuere necesario, podemos suponer pues que no fue aquélla la última vez que les habló, sino que pueden referirse a todo lo que les dijo en aquellos días las palabras: "Después de haberles hablado fue elevado al cielo". Pero como lo expuesto ya hace ver más claro que aquél fue el último día de Jesús sobre la tierra, es preciso creer que después de las palabras que cita San Marcos, junto con las referidas en los Hechos de los Apóstoles, se realizó la ascensión del Señor al cielo.

San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 29. En el Antiguo Testamento vemos que Elías fue arrebatado al cielo (2R 2) Pero el cielo etéreo no es el cielo aéreo, porque éste se halla próximo a la tierra. Elías, pues, fue elevado al cielo aéreo para ser conducido súbitamente a cierta región desconocida de la tierra, en donde vivirá en un gran reposo de cuerpo y espíritu, hasta que al fin del mundo vuelva a pagar su tributo a la muerte. Es de notar también que Elías fue arrebatado en un carro de fuego, para demostrar abiertamente que, aún siendo puro, necesitaba como hombre de la ayuda de otro. Pero nuestro Redentor se elevó sin necesidad de un carro de fuego ni del auxilio de los ángeles, porque el que todo lo hizo podía elevarse sobre todo por su propia virtud. Es de observar que añade San Marcos: "Y está sentado a la diestra de Dios", mientras que San Esteban dice: "Estoy viendo ahora los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la diestra de Dios" (Ac 7,55) Pero el estar sentado corresponde al juez, y el estar de pie al combatiente o al que ayuda en el combate. San Esteban ve de pie en el combate a Cristo que le ayuda, y San Marcos dice que está sentado, después de la ascensión, porque después de la gloria de ella se verá al fin como Juez.

San Agustín, de symbolo ad catechumenos, 7. No debemos considerar esta postura como la que toma el cuerpo humano, ni que el Padre estaba sentado a la izquierda ni el Hijo a la derecha. Se debe entender por la derecha la potestad que recibió de Dios aquel hombre para juzgar cuando venga, después de haber venido para ser juzgado. Estar sentado es lo mismo en latín que habitar, y por eso se dice de un hombre que ha pasado tres años en un país: In illa patria sedit per tres annos. De este modo, pues, debemos creer que está Cristo a la derecha de Dios Padre; porque es bienaventurado y habita en la bienaventuranza, que es la derecha del Padre, con quien todo es derecha, porque no hay nada allí que sea miserable.

"Y sus discípulos, concluye, fueron y predicaron en todas partes", etc.

Beda, in Marcum, 4,45. Observemos que San Marcos extiende su Evangelio hasta un tiempo tan avanzado, cuanto más tardío es aquel anuncio con que le dio principio. Porque lo comenzó desde el principio de la predicación evangélica hecha por San Juan, y le terminó al llegar el tiempo en que los mismos Apóstoles sembraron por todo el orbe la palabra del Evangelio.

San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 29. ¿Qué es de considerar, pues, en esto, sino que la obediencia siguió al precepto, y los milagros a la obediencia? Había mandado el Señor: "Id por todo el mundo; predicad el Evangelio a todas las criaturas", y en los Hechos de los Apóstoles, se lee: "Me serviréis de testigos hasta el cabo del mundo" (Ac 1,8)

San Agustín, Ad Hesych. , epís. 80. ¿Por qué decir que esta predicación ha sido cumplida por los Apóstoles, cuando hay naciones en las que empieza ahora y otras en las que aún no ha empezado? Pero este precepto no fue dado a los Apóstoles, como si fueran los únicos que debieran cumplirle; porque así como las palabras que les dirigió a ellos solos: "Estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos" (Mt 28,20), son una promesa hecha a la Iglesia, siempre viva en las generaciones que se suceden unas a otras, ¿cómo es posible dejar de entender que alcanza esta promesa hasta la consumación del tiempo?

Teofilacto. Pero debemos tener presente que la palabra se confirma con la obra, como en los Apóstoles, cuyas palabras confirmaban los milagros que las acompañaban. ¡Oh Jesús! Dignaos hacer que las palabras de santidad que pronunciamos, sean confirmadas por nuestras obras y actos, para que, con vuestra cooperación, seamos perfectos en todas nuestras palabras y obras, porque vuestra es la gloria de las palabras y de las obras.

CATENA AUREA Exposición sobre el Evangelio según San Lucas :

LUCAS Prefacio

Entre los demás misterios de la Encarnación que el profeta Isaías vaticina con diligencia y claridad, dice: Vestiré los cielos de tinieblas, y les pondré un saco por cubierta. Dios me ha dado una lengua erudita para que sepa alentar con mi palabra al abatido. Despiértame temprano; al amanecer aviva mi oído para oírle como maestro (Is 50,3ss) Por cuyas palabras podemos conocer la materia del Evangelio según San Lucas, el modo de escribir, el fin y la condición del escritor.

San Agustín, De cons. Evang., lib. 1, cap. 2 y 6. Parece que San Lucas se ocupó más singularmente de la descendencia sacerdotal del Señor y de su persona. Por eso se le simboliza en el toro, víctima principal que ofrece el sacerdote.

San Ambrosio, Praefat. in Lucam. El toro es la víctima sacerdotal: así está bien representado por el toro este libro del Evangelio, que empezó por los sacerdotes y terminó por el toro que, tomando sobre sí los pecados de todos, fue inmolado por la vida de todo el mundo. Y San Lucas desenvuelve esta inmolación del toro en una relación más extensa.

Glosa. Como San Lucas se propone principalmente exponer la Pasión de Cristo, la materia de este Evangelio puede significarse por aquello que se dice: "Vestiré los cielos de tinieblas y les pondré un saco por cubierta". Pues a la letra, en la Pasión de Cristo, las tinieblas se hicieron, y la fe se oscureció en los discípulos.

San Jerónimo, sup. Isai., cap. 53. Y Jesucristo era despreciado y cubierto de ignominia cuando pendía de la cruz, y su rostro fue velado y deshonrado, a fin de que el poder divino se ocultase bajo el cuerpo humano.

San Jerónimo.El lenguaje de San Lucas, tanto en su Evangelio como en los Hechos Apostólicos, es muy elegante y participa de la elocuencia del mundo. Por lo que añade: "Dios me ha dado una lengua erudita".

San Ambrosio, ut sup. Aunque la Escritura divina prescinde del arte de la mundana sabiduría, porque se apoya más en la ampulosidad y vano aparato de las palabras, que en la razón de las cosas, sin embargo, si alguno busca modelos que imitar, en las Sagradas Escrituras los encontrará. San Lucas, en efecto, siguió cierto orden histórico y nos reveló muchos milagros obrados por el Señor, de suerte que su historia encierra todos los prodigios de sabiduría del Evangelio. ¿Qué cosa hay superior a la sabiduría natural, que el que se haya revelado que el Espíritu Santo ha sido también creador de la Encarnación del Señor? En el mismo libro enseña los preceptos morales, es decir, de qué modo debo amar al enemigo (Lc 6,27 Lc 6,32 Lc 6,35) Y también preceptos racionales, como cuando leo: "El que es fiel en las cosas pequeñas, lo es también en las grandes" (Lc 16,10) San Eusebio , Hist. ecl., lib. 3, cap. 4. Este, pues, de nación antioqueno, de profesión médico, según la medicina que había aprendido al estar en compañía de los apóstoles y escucharlos, nos dejó dos libros medicinales, no para curar los cuerpos sino la vida.

De donde prosigue: "Para que yo sepa sostener con la palabra al abatido".

San Jerónimo, sup. Isaiam, cap. 50. Dice haber recibido del Señor la palabra para sostener y atraer a la salvación al pueblo abatido y extraviado.

Expositor Griego. Siendo San Lucas de buen carácter y de gran capacidad, adquirió la ciencia de los griegos. Dado que, dominando perfectamente la gramática y la poesía, alcanzó con toda perfección la retórica y el arte de persuadir, y no careció de los dones de la filosofía; y finalmente, aprendió la medicina, y habiendo gustado de la sabiduría humana bastante, la actividad de su naturaleza aspiró a una sabiduría más elevada. Corrió, pues, hacia Judea, y se acercó a (la Iglesia de) Jesucristo para ver y oír (su doctrina) Y una vez que hubo conocido la verdad, se hizo verdadero discípulo de Jesucristo, permaneciendo mucho tiempo con el Maestro.

Glosa. Por eso se dice: "Despiértame al amanecer (como desde la juventud por la sabiduría del mundo) Dispón mi oído por la mañana (para las cosas divinas), a fin de que escuche al maestro, esto es, al mismo Cristo.

San Eusebio , Hist. ecl., ut sup. Dicen que escribió su Evangelio bajo el dictado de San Pablo, así como San Marcos había escrito el suyo según lo que había oído predicar a San Pedro.

San Juan Crisóstomo, sup. Matth., homil. 4. Cada uno de los dos imitó a su maestro. El uno, como San Pablo, fluyendo como los ríos. El otro, como San Pedro, conciso en sus discursos.

San Agustín, De cons. Evang., lib. 4, cap. 8. Escribieron en un tiempo en el cual alcanzaron la aprobación, no sólo de la Iglesia de Jesucristo, sino también de los mismos apóstoles, que aun vivían. Basten estos preliminares.

LUCAS 1,1-4


9101 (Lc 1,1-4)

Puesto que muchos intentaron ordenar la historia de las cosas que se cumplieron en nosotros (según la relación que nos hicieron de ellas los que desde el principio las vieron por sí mismos, y fueron ministros de la palabra), me ha parecido oportuno, óptimo Teófilo, después de haberme informado diligentemente de todas esas cosas desde su principio, escribírtelas por orden, a fin de que conozcas la virtud de aquellas palabras que te fueron anunciadas. (vv. 1-4)

Eusebio de Cesarea, historia ecclesiastica, 3,4. San Lucas indicó en el principio de su Evangelio la causa por la cual lo escribió. A saber, porque muchos habían presumido temerariamente narrar cosas que le eran a él más claramente conocidas. Y esto es lo que dice: "Puesto que muchos intentaron ordenar las narraciones de las cosas".

San Ambrosio, in Lucam. Pues así como profetizaron muchos en el pueblo judío, iluminados por el Divino Espíritu, y otros, por el contrario, eran falsos profetas más bien que profetas, así ahora en la nueva alianza, muchos intentaron escribir evangelios, que no aprobaron los que conocían los hechos. Y en verdad, se habla de un Evangelio que se supone escrito por los doce Apóstoles. También osó Basílides escribir un Evangelio. Y se habla de otro escrito por Matías.

Beda, in Lucam. Cita otros muchos, no tanto por el número, cuanto por la multitud de herejías que encierran. Porque, como sus autores no estaban inspirados por el Espíritu Santo, hicieron un trabajo inútil, toda vez que tejieron la narración a su gusto, sin cuidarse de la verdad histórica.

San Ambrosio, in Lucam. Hay quien se afana por escribir, se cansa en trabajar y no llena su objeto, porque los dones y la gracia de Dios no provienen del esfuerzo. Esta gracia, donde se derrama, acostumbra a difundirse, para que el ingenio del escritor no esté en la indigencia, sino en la abundancia. Por eso dice bien "de cosas que se cumplieron en nosotros". Esto es, que abundan en nosotros. Pues lo que abunda, a ninguno falta. Nadie duda de lo que se ha cumplido cuando el efecto establece la fe y el resultado la demuestra.

Tito Bostrense, en su prefacio sobre el Evangelio de San Lucas. Dice pues "de las cosas", porque Jesucristo cuando vino al mundo no obró de un modo aparente, según dicen los herejes, sino que, siendo la Verdad, cumplió verdaderamente su obra.

Orígenes, in Lucam, 1. Indica el efecto cuando dice: "Que se han cumplido en nuestros tiempos". Es decir, que se han mostrado muy manifiestamente en nosotros -como dice el texto griego, peplhroforhmenwn1, que el texto latino no puede expresar con una sola palabra-, pues había conocido por medio de la fe y de la recta razón con tanta seguridad, que no vacilaba en lo más mínimo.

San Crisóstomo, Comm in Act. Apost. Hom. 1. Pero el Evangelista no se contenta solamente con el testimonio propio, sino que todo lo refiere a los demás apóstoles y de allí toma el valor de sus palabras. Y por tanto, añade: "Como nos lo han transmitido los mismos que lo vieron desde el principio".

Eusebio de Cesarea, historia ecclesiastica, 3,4. Lucas está seguro de poseer la verdad, ya por habérsela relatado San Pablo, ya porque se la enseñaron los demás apóstoles, que la habían visto desde el principio.

San Crisóstomo, Comm in Act. Apost. Hom. 1. Dice pues "vieron", porque el mayor motivo de credibilidad es haber aprendido de aquellos que vieron personalmente.

Orígenes, homilia 1. Es bien sabido que la finalidad de algunas ciencias está en la misma ciencia, como sucede en la geometría; pero en otras ciencias el objeto está en los efectos, como en la medicina. Así sucede con la palabra de Dios. He ahí por qué, después de haber señalado la ciencia por lo que había dicho: "Ellos lo vieron", demuestra las obras, por lo que sigue: "Y fueron ministros de la palabra (o del Verbo)".

San Ambrosio, in Lucam. Este modo de hablar no debe hacernos suponer que el ministerio de la palabra consista más en ver que en oír; sino que puesto que por la palabra no se significaba una palabra que pueda ser pronunciada con la boca, sino una que tiene existencia real, debemos entender que los apóstoles no fueron ministros de una palabra cualquiera, sino del Verbo celestial.

San Cirilo.Cuando dice que los apóstoles vieron a ese Verbo, concuerda con San Juan, cuando dice: "El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros; y vimos su gloria" (Jn 1,14) Porque el Verbo se hizo visible, por medio de la carne.

San Ambrosio, in Lucam. No sólo vieron al Señor según el cuerpo, sino también según el Verbo. Vieron al Verbo los que vieron la gloria del Verbo con Moisés y Elías; otros sólo pudieron ver el cuerpo.

Orígenes. En el Exodo está escrito: "El pueblo veía la voz del Señor" (Ex 20,18) La voz, más que verse, se oye. Pero está escrito así para darnos a entender que la voz del Señor es visible a otros ojos, por los cuales ven los que lo merecen. Y en verdad, en el Evangelio no se ve la voz sino la palabra, que es más excelente que la voz.

Teofilacto, pref. in Lucam. En esto se da a entender claramente que San Lucas no fue discípulo desde el principio, sino después de algún tiempo. Mas otros sí fueron discípulos desde el principio, como San Pedro y los hijos del Zebedeo.

Beda. Sin embargo, Mateo y Juan en muchas cosas que escribieron, tuvieron la necesidad de aprenderlas de aquellos que habían podido conocer la infancia del Señor, su juventud, su genealogía y habían presenciado sus acciones.

Orígenes. Después reivindica el derecho de escribir, porque lo que escribió no lo conoció por rumor, sino por haberlo aprendido él mismo desde el principio. Por esto sigue: "Me ha parecido oportuno, óptimo Teófilo, después de haberme informado diligentemente de todas esas cosas, desde el principio, escribírtelas por orden".

San Ambrosio. Cuando dice: "Me ha parecido" no excluye la acción de Dios, porque Dios es quien prepara la voluntad de los hombres. Como puede verse fácilmente, este libro del Evangelio es más extenso que los otros. Por eso afirma que nada falso dice, sino la pura verdad. Y así añade: "Informado de todo, me ha parecido oportuno escribirlo"; no todo, sino de todo; porque, si todas las cosas que hizo Jesucristo se escribiesen, no creo que cupieran en el mundo (Jn 21,25) Con toda intención omite lo que refieren los demás evangelistas, para que cada uno de los libros de los Evangelios se distinga por algún milagro particular de los misterios y obras de Jesucristo.

Teofilacto. Escribe a Teófilo, hombre esclarecido, y acaso príncipe, porque lo llama óptimo, y así no se trata sino a los príncipes y a los gobernantes, como San Pablo dijo también a Festo: "Optimo Festo" (Ac 26,25)

Beda. Teófilo significa el que ama a Dios, o amado por Dios. Que todo el que ama a Dios, o desea ser amado por Dios, crea que el Evangelio ha sido escrito para él y que se le ha concedido como regalo, con encargo de que conserve una joya tan preciosa. No da a conocer a Teófilo la razón de cosas nuevas y desconocidas, sino que promete exponerle la verdad de las cosas, acerca de las cuales está ya instruido, cuando añade: "Para que conozcas la verdad de aquellas palabras que has aprendido". Esto es, para que puedas conocer todo lo que se te ha dicho acerca del Señor, o se ha hecho por El.

San Juan Crisóstomo. O de otro modo, para que tengas certeza y estés seguro de todas las cosas que has oído, viéndolas escritas.

Teofilacto. Muchas veces cuando alguien dice alguna cosa sin escribirla, la consideramos como falsa. Mas si escribe lo que dice, entonces creemos, como si no escribiese mas que lo que estima verdadero.

Greek, Ex. Todo el preámbulo del evangelista contiene dos cosas. Referir la condición de aquellos que habían escrito el Evangelio antes que él (como son San Mateo y San Marcos) y por qué él se propuso escribir. Cuando dijo: "Intentaron", esta palabra podía aplicarse a aquellos que presuntuosamente emprendieron la obra y a los que la trataron con reverencia. Y precisa ese dudoso sentido con dos adiciones. Primeramente diciendo: "Las cosas que se cumplieron en nosotros", y después cuando dice: "Como nos han dicho los que lo vieron desde el principio". Además, cuando dice: "nos han trasmitido", da a entender que deben propagarse estas doctrinas, porque así como otros se las enseñaron a él, será conveniente que los que las aprenden de él las enseñen a los demás. A los que fueron encomendadas las Escrituras que habían de ser transmitidas, se les presentaban muchos inconvenientes que habían de surgir al transcurrir el tiempo; de donde con razón los que habían recibido estas enseñanzas de los primeros -de los que las habían presenciado y de los que las habían predicado- se atrevieron a trasmitirlas a todo el mundo por medio de sus escritos disipando las calumnias, destruyendo el olvido y constituyendo la integridad por medio de la tradición misma.

LUCAS 1,5-7


9105 (Lc 1,5)

Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la suerte de Abías; y su mujer de las hijas de Aarón; y el nombre de ella Isabel. Eran ambos justos delante de Dios, caminando irreprensiblemente en todos los mandamientos y estatutos del Señor. Y no tenían hijos, porque Isabel era estéril, y ambos eran avanzados en sus días. (vv. 5-7)

San Juan Crisóstomo. Lucas inicia la narración evangélica con el relato de Zacarías y de la natividad de Juan, contando maravilla antes de maravilla, menor antes que mayor. Pues como había de dar a luz una virgen, la gracia nos prepara a ese misterio, mostrándonos una anciana estéril que concibe. Declara también el tiempo cuando dice: "Hubo en los días de Herodes". Y añadió la dignidad cuando dijo: "Rey de Judea". Hubo otro Herodes, que mató a San Juan; pero aquél fue tetrarca y éste fue rey.

Eutimio. Rey -digo- el que mató a los niños, padre de aquel Herodes, que mató a Juan Bautista.

Beda. El tiempo de Herodes, esto es, de un rey extranjero, atestigua la venida del Señor. Se había predicho: "No faltará un príncipe de Judá, ni un jefe de su familia hasta que venga el que ha de ser enviado" (Gn 49,12) Desde que los judíos salieron de Egipto fueron regidos por jueces, sacados de su misma gente, hasta el profeta Samuel y después por reyes hasta la cautividad de Babilonia. Después de la vuelta de Babilonia, la suprema autoridad era ejercida por los sacerdotes, hasta Hircano, que fue rey y sacerdote a la vez. Muerto éste por Herodes, el reino de Judea fue entregado para su gobierno, por mandato de César Augusto, al mismo Herodes, extranjero; en cuyo año trigésimo primero vino el que había de ser enviado, según la dicha profecía.

San Ambrosio. Nos enseña la Divina Escritura que conviene alabar las costumbres, no solamente de aquellos que conmemoramos, sino también las de sus padres, a fin de que brillen en aquellos que queremos alabar como una herencia inmaculada de pureza. Por eso la nobleza de San Juan se extiende, no sólo a sus padres, sino también a sus antepasados. No es ilustre por el ejercicio de un poder secular, sino venerable por la sucesión de piedad. Es completa la alabanza cuando comprende la descendencia, las costumbres, el oficio, los hechos y la rectitud.

El oficio fue de sacerdote. De donde dice: "Un sacerdote llamado Zacarías".

Beda. San Juan nació de linaje sacerdotal, para que con tanto más poder anunciase la permanencia del sacerdocio, cuanto apareciese que él pertenecía a la raza sacerdotal.

San Ambrosio. Su ascendencia se comprende por la mención de sus antepasados. Por ello sigue: "De la familia de Abías", es decir, noble entre las mejores familias.

Beda. Habían príncipes del santuario (esto es, sumos sacerdotes) tanto entre los hijos de Eleazar como entre los de Tamar, cuyos turnos para entrar en la casa del Señor -según sus ministerios- los dividió David en veinticuatro, tocándole a la familia de Abías (de la cual nació Zacarías) el octavo. (1Ch 24,10) No sin motivo el primer anunciador del Nuevo Testamento nace con los derechos del octavo grupo. Pues así como el Antiguo Testamento se expresa muchas veces con el número siete, a causa del sábado, así también el Nuevo Testamento se expresa algunas veces con el número ocho, a causa del misterio del domingo, o de la resurrección del Señor, o de la nuestra.

Teofilacto. Queriendo demostrar que era legalmente de raza sacerdotal, añade: "Y su mujer era de las hijas de Aarón, y el nombre de ella Isabel"; pues no se permitía tomar mujer de otra tribu sino de la propia. Isabel quiere decir descanso y Zacarías recuerdo del Señor.

Beda. San Juan fue engendrado de padres justos, a fin de que pudiese dar a los pueblos preceptos de justicia con tanta más confianza cuanto que él no los había aprendido como nuevos, sino que los guardaba como recibidos de sus antepasados por derecho hereditario, de donde sigue: "Pues eran ambos justos delante de Dios".

San Ambrosio. Y así comprende las costumbres en la justicia. Dice, pues, bien: "Delante de Dios", porque puede suceder que alguno aparezca justo por una bondad afectada y popular, y no lo sea delante de Dios, si la justicia no nace de la simplicidad de la mente, sino que se simula con la adulación. La perfecta alabanza, pues, consiste en ser justo delante de Dios. Sólo puede llamarse perfecto aquel que es probado por quien no puede ser engañado. En los mandamientos comprende los actos, en la justificación el juicio. De donde prosigue: "Caminando irreprensiblemente en todos los mandamientos y estatutos del Señor". Cuando obedecemos a los mandatos celestes, marchamos en los mandamientos del Señor. Cuando juzgamos convenientemente, parece que tenemos las justificaciones de Dios. Con todo, conviene hacer el bien, no sólo delante de Dios, sino también delante de los hombres. Por esto continúa: "Sin queja". Ninguna queja hay donde la bondad de la inteligencia está conforme con la bondad de la acción. Mas la justicia de los hombres -algunas veces más dura- suscita quejas.

Orígenes. Una cosa justa puede hacerse injustamente, como si uno hace dádivas por ostentación, lo cual no deja de ser censurable.

Prosigue: "Y no tenían hijo porque Isabel era estéril", etc.

San Juan Crisóstomo, in cap. graec. Patr. ex homil. in Genes. No sólo Isabel era estéril, sino que también lo habían sido las mujeres de patriarcas: Sara, Rebeca y Raquel, lo cual era deshonroso entre los antiguos. No podemos decir que la esterilidad sea efecto de pecado, puesto que los que vivían unidos eran justos y virtuosos. La causa de la esterilidad fue más bien tu propio beneficio, para que cuando vieses a la Virgen dar a luz al Señor, no fueses incrédulo, negándote a creer en tu interior la fecundidad de las estériles.

Teolifacto.Y para que tú también aprendas que la ley de Dios no estimula la multiplicación corporal de los hijos, sino más bien la espiritual, "habían adelantado los dos" no sólo según el cuerpo, sino también según el espíritu poniendo ascensiones en el corazón1 y teniendo su vida como un día y no como una noche, andando honestamente como en el día.

LUCAS 1,8-10


9108 (Lc 1,8-10)

Y aconteció, que ejerciendo Zacarías su ministerio de sacerdote delante de Dios en el orden de su vez, según la costumbre del sacerdocio, salió por su suerte a poner incienso, entrando en el templo del Señor. Y toda la muchedumbre del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso. (vv. 8-10)

Beda. Dios constituyó por medio de Moisés un sumo sacerdote, a quien mandó que sucediese otro, por orden, cuando aquél hubiese muerto. Esto se vino observando hasta el tiempo de David, a quien se le mandó por Dios que instituyese muchos. Por eso ahora se afirma que Zacarías ejercía el sacerdocio en el turno de su grupo, cuando se dice: "Y aconteció que ejerciendo Zacarías su ministerio de sacerdote delante de Dios, en el orden de su vez, según la costumbre del sacerdocio, salió por su suerte", etc.

San Ambrosio. Parece que aquí se designa a Zacarías como sumo sacerdote. Porque una vez al año entraba solo el sumo sacerdote en el segundo santuario, no sin el sacrificio que ofrecía por él y por los pecados del pueblo.

Beda. No fue ahora elegido por una nueva suerte cuando había de entrar a ofrecer el incienso, sino por la suerte primera cuando sucedió a Abías en el orden de su pontificado. Prosigue: "Y toda la multitud del pueblo", etc. El incienso era llevado por el pontífice al Sancta Sanctorum, esperando todo el pueblo fuera del templo el día décimo séptimo de cada mes, según estaba mandado. A este día se le llamó de expiación o de propiciación. Exponiendo el Apóstol a los hebreos el misterio de este día, les manifiesta que Jesús es verdadero Pontífice, que subió a los cielos por su propia sangre, para reconciliarnos con el Padre, e interceder por los pecados de aquellos que todavía esperan orando a la puerta.

San Ambrosio. Este es, pues, aquel sumo sacerdote que aún se busca por suerte, quien es todavía desconocido como verdadero, porque el que es elegido por suerte no se comprende con humano juicio. El uno, pues, se buscaba, y el otro era verdadero Sacerdote eterno, que debía reconciliar a Dios Padre con el género humano, no con la sangre de las víctimas sino con su propia sangre. En ese entonces habían constantes cambios en el sacerdocio, ahora es eterno.

LUCAS 1,11-14


9111
(
Lc 1,11)

Y se le apareció el Angel del Señor, puesto en pie a la derecha del altar del incienso. Y Zacarías, al verle, se turbó: y vino temor sobre él. Mas el Angel le dijo: "No temas, Zacarías, porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Isabel te parirá un hijo, y le darás el nombre de Juan: Y tendrás gozo y alegría, y se gozarán muchos con su nacimiento". (vv. 11-14)

San Juan Crisóstomo, homiliae. 2, de incomprehens. Dei natura. Habiendo entrado Zacarías en el templo para ofrecer a Dios preces por todos, como mediador entre Dios y los hombres, vio que el Angel estaba dentro, por lo que se dice: "Y se le apareció el Angel", etc.

San Ambrosio. Bien se dice que un Angel se apareció a Zacarías, quien lo vio de repente. Esto sucede con frecuencia en la Sagrada Escritura tratándose de los Angeles o de Dios, que lo que no puede verse de antemano, se diga que aparece. Pues no se ven las cosas sensibles del mismo modo que Aquel que se deja ver porque quiere, siendo invisible por naturaleza.

Orígenes. Y esto no lo decimos tan sólo del presente siglo sino también del futuro. Cuando salgamos del mundo no a todos aparecerán Dios ni los Angeles, sino que los verá tan solamente aquel que tuvo un corazón limpio. El lugar no podrá perjudicar ni favorecer a nadie.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 11. Se apareció de una manera evidente y no en sueños, porque anunciaba una cosa extraordinaria y para ello era necesaria una visión más clara y admirable.

San Juan Damasceno, de fide orth., lib. 2, cap. 3. Sin embargo, los ángeles no se aparecen a los hombres tal y como son, sino transfigurados en las formas que Dios les manda, para que puedan ser vistos por aquellos a quienes los envía.

Teofilacto. Dice, pues "del altar del incienso", porque había otro altar destinado a los holocaustos.

San Ambrosio. No sin razón se aparece el ángel en el templo porque ya se anunciaba la venida del verdadero Sacerdote y se preparaba el sacrificio celestial, al cual habían de servir los ángeles. No se dude, pues, que el Angel asiste cuando Cristo es inmolado. Apareció a la derecha del altar del incienso porque llevaba la insignia de la divina misericordia. "El Señor está en mi derecha, para que no sea conmovido" (Ps 15,8)

San Juan Crisóstomo, homiliae 2, De incomprehens. Dei natura. No puede el hombre, por justo que sea, mirar a un ángel sin temor. Por eso Zacarías se turba, no pudiendo resistir la presencia del ángel ni soportar aquel resplandor que lo acompañaba. Por eso se añade: "Y Zacarías se turbó, ...". A la manera que aturdido un cochero, dejando caer las riendas, corren desbocados los caballos y todo el vehículo se destroza, así suele suceder al alma cuantas veces es oprimida por algún temor o por algún cuidado. Por eso se añade: "Y el temor se precipitó sobre él".

Orígenes. Cuando se presenta una cara nueva de hombre a las personas asustadizas les turba la imaginación, y les consterna el alma. Por esto el ángel -conociendo que tal es la naturaleza humana- cuida primero de esta perturbación, porque sigue: "Le dice, pues, el Angel: No temas, ...".

San Atanasio, de vita Antonii. De donde no es difícil comprender la diferencia entre los espíritus malos y los buenos. Si después del temor viene la alegría, sepamos que ha venido el auxilio de Dios, porque la seguridad del alma es señal de la majestad presente, así como si el temor continúa es señal de que vemos al demonio.

Orígenes. No solamente recrea al asustado, sino que también lo alegra con una noticia nueva añadiendo: "Porque ha sido oída tu oración, y tu mujer Isabel dará a luz".

San Agustín, Quaestiones Evangeliorum, 2, 1. Aquí conviene observar -desde luego- que no es verosímil que ofreciendo el sacrificio por los pecados, o la salvación, o la redención del pueblo, pudiese un hombre anciano, con una mujer de edad avanzada, dejar los votos públicos para pedir hijos; sobre todo porque ninguno pide recibir lo que desespera alcanzar. Hasta tal punto desesperaba de tener hijos, que no creyó en la promesa del ángel. Luego lo que se le dice: "Se ha oído tu oración", debe entenderse por el pueblo, porque como la salvación del pueblo, su redención y el perdón de sus pecados habían de venir por Jesucristo, se le anuncia a Zacarías que habrá de nacerle un hijo, destinado a ser el precursor de Cristo.

San Juan Crisóstomo, homiliae 2, De incomprehens. Dei natura. O "porque ha sido oída tu oración" prueba que se le había de engendrar un hijo que clamase: "He ahí al Cordero de Dios" (Jn 1,29)

Teofilacto. Como si dijese: "¿De dónde sabré yo esto?" El ángel le contesta: "Porque Isabel dará a luz, creerás que los pecados han sido perdonados al pueblo".

San Ambrosio. O de otro modo, los beneficios divinos son siempre completos y abundantes, no circunscritos a un bien pequeño, sino rebosando abundancia. Y cuando aquí se ofrece primeramente el fruto de la oración, se ofrece también el parto de una mujer estéril, pronunciando el nombre del que ha de nacer: "Y llamarás su nombre Juan".


Beda. Es un indicio de un mérito singular el que Dios imponga o anuncie el nombre a un hombre.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Joannem, 18. Conviene también expresar que aquellos en quienes debía resplandecer la virtud desde la más tierna infancia, recibían el nombre de Dios desde el principio. Mas a aquellos, que debían desarrollarse después, se les imponía el nombre más tarde.

Beda. Juan significa en quien hay gracia o gracia del Señor; con cuyo nombre se manifiesta la gracia concedida, primero a sus padres, a quienes siendo ya viejos, se les dice que les nacerá un hijo. Después, al mismo San Juan, que había de ser grande delante de Dios y, finalmente, a los hijos de Israel, a quienes había de convertir al Señor. De donde prosigue: "Y tendrás gozo y alegría".

Orígenes. Cuando el justo nace al mundo, los autores de su nacimiento se alegran; pero cuando nace como para continuar las penas y vivir en la esclavitud, los autores de sus días se afligen y apuran.

San Ambrosio. El santo no sólo es la alegría de sus padres, sino también la salvación de muchos. De donde prosigue: "Y muchos se alegrarán en su natividad". En este texto se nos invita a alegrarnos en el nacimiento de los santos y se advierte a los padres la obligación de dar gracias a Dios. No es un beneficio pequeño de Dios dar hijos que propaguen la raza y sean herederos de la familia.


Catena aurea ES 7614