Catena aurea ES 9151

LUCAS 1,51


9151 (Lc 1,51)

"Hizo valentía con su brazo, dispersó a los soberbios en la mente de su corazón". (v. 51)

Beda. Describiendo el estado del género humano, demuestra qué es lo que merecen los soberbios y qué los humildes, diciendo "Hizo valentía con su brazo". Esto es, en el mismo Hijo de Dios. Así como tu brazo es con lo que obras, así el brazo de Dios se llama su Verbo, por el que ha fabricado el mundo.

Orígenes. Hizo valentía con su brazo para los que le temen; porque aunque te acerques débil a Dios, si le temes, conseguirás el valor ofrecido.

Teofilacto. También en su brazo -esto es, en su Hijo encarnado- hizo valentía, porque la naturaleza humana fue vencida por el parto de la Virgen y el Dios humanado.

Expositor Griego. O también: hizo, en vez de hará valentía, no como en otro tiempo, por medio de Moisés contra los egipcios, ni por el ángel -a saber, cuando venció a una multitud de asirios rebeldes-, ni por algun otro intermediario, sino que triunfó por su propia fuerza, venciendo a los enemigos inteligibles. Por lo que sigue: "Dispersó", a saber, a todo espíritu orgulloso que no obedece a su venida, sino que descubre y muestra sus soberbios pensamientos.

San Cirilo de Jerusalén. Estas cosas deben entenderse más propiamente de la cohorte enemiga de los demonios. A estos, pues, que oprimían la tierra, los disipó el Señor cuando vino y restituyó a su obediencia a los que tenían cautivos.

Teofilacto. También puede esto entenderse de los judíos, a quienes dispersó por todas las naciones, como ahora están dispersos.

LUCAS 1,52


9152 (Lc 1,52)

"Destronó a los poderosos, y ensalzó a los humildes". (v. 52)

Beda. Lo que dijo: "Hizo valentía con su brazo" y lo que había dicho antes: "Y su misericordia de generación en generación", debe unirse a estos versículos; porque, en efecto, en toda la sucesión de las generaciones, los soberbios no cesan de perecer y los humildes de ser ensalzados, por justa y piadosa disposición del poder divino. Por eso se dice: "Destronó a los poderosos, y ensalzó a los humildes".

San Cirilo de Jerusalén. Cosas grandes sabían los demonios y el diablo las sabía de los gentiles, los fariseos y escribas; sin embargo, Dios los depuso y elevó a los que se humillaban bajo la mano poderosa de Dios (1P 5), dándoles la virtud de hollar con los pies las serpientes, los escorpiones y todo el poder del enemigo (Lc 10) Los judíos eran también soberbios por su poder, pero su incredulidad los postró; y de entre los gentiles subieron muchos, oscuros y humildes, por medio de la fe, a la cumbre de la perfección.

Expositor Griego. Se conoce que nuestra inteligencia es trono de la Divinidad. Pero las potestades infernales, después de la trasgresión, se asentaron en la conciencia de nuestro primer padre, como en su propia sede. Por esto vino el Señor, arrojó a los espíritus malignos de los tronos de las voluntades y ensalzó a los que vivían humillados por los demonios, limpiando sus conciencias y convirtiendo sus almas en su propio trono.

LUCAS 1,53


9153 (Lc 1,53)

"Llenó de bienes a los hambrientos, y a los ricos dejó vacíos". (v. 53)

Glosa. Como parece que la prosperidad humana consiste principalmente en los honores de los poderosos y en la abundancia de las riquezas, después de la caída de los poderosos y la exaltación de los humildes, hace mención del anonadamiento de los ricos y la abundancia de los pobres.

San Basilio, in Psalmo, 33. Ciertamente que el presente pasaje nos aparta aun de las cosas sensibles, enseñándonos la incertidumbre de los bienes mundanos, pues son caducos, como ola que aquí y allá se difunde por el ímpetu de los vientos. Tomado intelectualmente, el género humano tenía hambre, a excepción de los judíos, a quienes había enriquecido la tradición de la ley y las enseñanzas de los profetas; mas como no se adhirieron humildemente al Verbo humanado, fueron dejados vacíos, no llevando nada, ni fe, ni ciencia. Fueron privados de la esperanza de los bienes y de la terrena Jerusalén y excluidos de la vida futura. Pero aquéllos de entre los gentiles que tenían hambre y sed, habiéndose adherido al Señor, fueron colmados de bienes espirituales.

Glosa. Los que desean las cosas eternas con todo interés y como hambrientos, serán saciados cuando Jesucristo aparezca en su gloria. Pero los que se gozan en las cosas de la tierra al final serán abandonados, vacíos de toda felicidad.

LUCAS 1,54-55


9154 (Lc 1,54)

"Recibió a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia. Así como habló a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia por los siglos". (v. 54-55)

Glosa. Después que hace mención de la piedad y de la justicia divina, vuelve a ocuparse de la gracia especial que dispensa por medio de la nueva encarnación, diciendo: "Recibió a Israel su siervo", como médico que visita al enfermo. Así, Dios se hizo visible entre los hombres, para hacer que Israel -esto es, el que ve a Dios- fuese su siervo.

Beda. Esto es, al obediente y al humilde; porque el que no quiere humillarse, no puede salvarse.

San Basilio. Dice, pues, Israel, no la material a quien ennoblecía su nombre, sino la espiritual que retenía el nombre de la fe, teniendo sus ojos dirigidos hacia Dios para verlo por medio de la fe. También puede adaptarse a la Israel material, puesto que de ella creyeron muchos. Hizo esto "acordándose de su misericordia", porque cumplió lo que había ofrecido a Abraham, diciendo: "Porque serán bendecidas en tu descendencia todas las naciones de la tierra" (Gén 22,18) La Madre de Dios, recordando esta promesa decía: "Así como habló a nuestros padre Abraham". Porque se dijo a Abraham: "Estableceré mi pacto entre nosotros, y entre tu descendencia que habrá de venir después que tú, por medio de un pacto sempiterno que alcanzará a todas sus generaciones, a fin de que yo sea tu Dios y el de tu descendencia después de ti" (Gn 17,7)

Beda. Llama descendencia, no tanto a los engendrados por la carne, como a los que han de seguir las huellas de su fe, y a quienes se ha prometido la venida del Salvador en los siglos.

Glosa. Como esta promesa de herencia no se cierra por límite, no faltarán creyentes hasta el fin del mundo y la gloria de la bienaventuranza será perenne.

LUCAS 1,56


9156 (Lc 1,56)

Y María se detuvo con ella como tres meses, y se volvió a su casa. (v. 56)

San Ambrosio. Permaneció María en casa de Isabel hasta que se cumplió el tiempo en que ésta debía dar a luz. Por lo cual se dice: "Y María se detuvo".

Teofilacto. En el sexto mes de la concepción del precursor se presentó el Angel a María, quien permaneció tres meses con Isabel. Y así se cumplieron los nueve meses.

San Ambrosio. La causa por la que permaneció tanto tiempo no fue la sola familiaridad, sino también para el bien de tan gran profeta. Porque si a su primera entrada fue tan grande el don comunicado, que el niño saltó dentro del vientre a la salutación de María y la madre se llenó del Espíritu Santo, ¿cuánto más podemos creer que añadiría en el espacio de tanto tiempo la presencia de la Santísima Virgen María? Bien se deduce de aquí que prestó sus servicios y guardó un número místico1.

Beda. Es necesario que el alma casta, que concibe el deseo del Verbo espiritual, soporte la intensa carga del ejercicio celestial; y permaneciendo allí como tres meses, no deje de perseverar mientras la ilumine la luz de la fe, la esperanza y la caridad.

Teofilacto. Pero cuando Santa Isabel iba a alumbrar, la Virgen se retiró. Por lo cual se añade: "Y se volvió a su casa"; a saber, por la muchedumbre que debía reunirse para el parto, pues no era conveniente que la Virgen estuviese presente en tales circunstancias.

Expositor Griego. Es, pues, costumbre de las vírgenes el retirarse cuando una mujer alumbra. Desde que llegó a su casa no salió para otra parte; sino que allí permaneció en adelante, hasta que conoció que llegaba la hora del parto; y allí el ángel del Señor disipó la duda de José.

LUCAS 1,57-58


9157 (Lc 1,57)

Mas a Isabel se le cumplió el tiempo de parir, y parió un hijo. Y oyeron sus vecinos y parientes que el Señor engrandeció su misericordia con ella, y se congratulaban. (vv. 57-58)

San Ambrosio. Si observas con diligencia, notarás que la palabra plenitud nunca se emplea sino en la generación de los justos. Por eso se dice aquí: "El tiempo de Isabel se ha cumplido". La vida del justo tiene, pues, la plenitud. Mas los días de los impíos son vanos.

San Juan Crisóstomo. El Señor quiso retardar el parto de Isabel para que aumentase la alegría y aquella mujer se hiciese más célebre. Por lo cual sigue: "Y oyeron sus vecinos". Los que habían conocido su esterilidad fueron testigos de la gracia divina. Ninguno se marchaba en silencio después de haber visto al infante, sino que alababan a Dios porque lo había concedido de un modo inesperado.

San Ambrosio. El nacimiento de los santos produce la alegría de muchos, porque es un bien general. La justicia es una virtud común; por esto, en el nacimiento de un justo procede algún signo de lo que será su vida y se designa la gracia de la virtud que ha de seguir (figurada en la alegría de los vecinos)


LUCAS 1,59-64

9159 (Lc 1,59-64)

Y aconteció que al octavo día vinieron a circuncidar al niño, y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías. Y respondiendo su madre dijo: "De ningún modo, sino Juan será llamado". Y le dijeron: "Nadie hay en tu linaje que se llame con este nombre". Y preguntaban por señas al padre del niño cómo quería que se le llamase. Y pidiendo una tableta, escribió diciendo: "Juan es su nombre". Y se maravillaron todos. Y luego fue abierta su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. (vv. 59-64)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Gen., 39. La ley de la circuncisión se dictó primeramente a Abraham, en señal de distinción, para que la descendencia del patriarca se conservase limpia y así pudiese obtener los beneficios prometidos. Pero cuando se consuma lo convenido en un pacto, se quita la señal que se había puesto. Así pues, por Jesucristo, cesando la circuncisión, sucedió el bautismo; mas antes convenía circuncidar a Juan. Por esto se dice: "Y aconteció que al octavo día vinieron". Había dicho el Señor (Gn 17,12): El niño de ocho días será circuncidado entre vosotros. Me parece que esta medida de tiempo fue establecida por la divina clemencia por dos razones. Primeramente para que en edad tan tierna se sufra mejor el dolor del corte de la carne; en segundo lugar para que aprendamos de estas operaciones que esto se hacía para señal, pues un tierno niño no puede discernir lo que se hace con él. Después de la circuncisión se imponía un nombre. De donde prosigue: "Y llamaban, ...". Esto se hacía así porque primero se debe tomar el signo de Dios y después el nombre humano. O porque ninguno, si primeramente no renuncia a las cosas de la carne -que es lo que significa la circuncisión-, es digno de que se inscriba su nombre en el libro de la vida.

San Ambrosio. El Santo Evangelista hizo bien al prenotar que muchos creyeron que el niño debía llamarse Zacarías, como su padre; a fin de que se observe que no desagradó a la madre el nombre de alguno de la familia, sino que el Espíritu Santo le inspiró aquél que el Angel había anunciado ya a Zacarías. Y ciertamente que él no pudo declarar a su mujer el nombre del hijo, sino que Isabel aprendió por inspiración lo que no había aprendido del marido. De donde sigue: "Y respondiendo", etc. No os admiréis de que esta mujer cite un nombre que no ha oído, puesto que el Espíritu Santo, que había mandado al Angel, se lo reveló a ella. Ni podía ignorar al precursor el que había vaticinado a Cristo. Y por esto sigue: "Y le dijeron", etc., para que se entienda que éste no es un nombre de familia, sino de profeta. También se pregunta a Zacarías por señas. Y prosigue: "Y preguntaban por señas al padre del niño", etc. Pero como la incredulidad le había quitado el oído y el habla, lo que no podía decir con la voz lo dijo con las manos y con las letras. Prosigue: "Y pidiendo una tableta, escribió, diciendo: Juan es su nombre", etc. Esto es, no somos nosotros quienes le ponemos el nombre, sino que ya lo ha recibido de Dios.

Orígenes. Zacarías significa el que se acuerda de Dios1, Juan significa el que manifiesta a Dios2. Además, la memoria se refiere a lo que está ausente y la demostración se refiere a lo que está presente. Por tanto Juan debía expresar, no la memoria de Dios como ausente, sino que debía señalarlo con el dedo como presente, diciendo (Jn 1,29): "He aquí el Cordero de Dios".


San Juan Crisóstomo. Este nombre de Juan significa también gracia de Dios. Y como Isabel había concebido ese hijo por la acción de la gracia de Dios, no por la de la naturaleza, inscribieron en el nombre del niño el recuerdo de ese beneficio.

Teofilacto. Y porque el padre, mudo, concordó con su mujer acerca de este nombre del niño, sigue: "Y se maravillaron todos", etc. Ninguno había entre todos sus parientes que llevase este nombre, para que alguno pudiese decir que antes lo habrían pensado los dos.

San Gregorio Nacianceno, oratio 12. Una vez que hubo nacido San Juan, rompió el silencio de Zacarías. Y por ello sigue: "Al punto se abrió su boca". Era, pues, absurdo que cuando la voz del Verbo se dejase oír, el padre continuase mudo.

San Ambrosio. Con razón se desató en seguida su lengua, porque aquella a quien había atado la incredulidad, debía ser soltada por la fe. Creamos también nosotros, para que nuestra lengua -que está ligada con los vínculos de la incredulidad- se desate por la voz de la razón. Escribamos en el espíritu los misterios, si queremos hablar; escribamos al Precursor de Cristo, pero no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne del corazón. Pues el que nombra a Juan, vaticina a Jesucristo. Sigue, pues: "Y hablaba bendiciendo a Dios".

Beda. En sentido alegórico, la celebrada natividad de Juan es la gracia incoada del Nuevo Testamento, a la cual los vecinos y parientes querían más bien imponer el nombre de su padre que el de Juan. Porque los judíos, que estaban como unidos a él por afinidad con la observancia de la ley, querían más seguir la justicia que procedía de la ley que recibir la gracia de la fe. Pero la madre con palabras y el padre con letras procuran pronunciar el vocablo Juan -esto es, gracia de Dios-. Porque la misma ley, los salmos y los profetas, predican la gracia de Jesucristo con clarísimos oráculos. Aquel sacerdocio antiguo, con las sombras figurativas de ceremonias y sacrificios, le da también testimonio. Con razón Zacarías habla en el octavo día después de nacido su hijo; porque por medio de la resurrección del Señor, que se verificó dentro del octavo día -esto es, después del día séptimo, o sea el sábado-, se dieron a conocer los secretos del sacerdocio legal.

LUCAS 1,65-66


9165 (Lc 1,65)

Y vino temor sobre todos los vecinos de ellos, y se extendieron todas estas cosas por todas las montañas de la Judea. Y todos los que las oían las conservaban en su corazón diciendo: "¿Quién pensáis que será este niño?" Porque la mano del Señor era con él. (vv. 65-66)

Teofilacto. Así como todo el pueblo estaba admirado del mutismo de Zacarías, así también se admiró cuando lo oyeron hablar. Por esto se dice: "Y vino temor sobre todos los vecinos, ...", a fin de que esos dos prodigios hiciesen pensar algo grande acerca del recién nacido. Todo esto se disponía así, a fin de que, el que debía ser testigo de Cristo, fuese también digno de fe. De donde sigue: "Y todos los que las oían las conservaban en su corazón, diciendo: ¿Quién pensáis que será?".

Beda. Signos previos abren al precursor el camino de la verdad y el futuro profeta es recomendado por oráculos que lo preceden. De donde sigue: "Porque la mano del Señor estaba con él".

Glosa. Dios era quien hacía estos prodigios en él, los cuales no hacía San Juan, sino la mano divina -o lo que es lo mismo, su diestra-.

Expositor Griego. En sentido místico, es el temor saludable que produjo la predicación de la gracia de Jesucristo en el tiempo de la resurrección del Señor, no solamente a los judíos -que eran vecinos, ya por el país, ya por el conocimiento de la ley- sino también a los gentiles, moviendo sus corazones. Y la fama de Jesucristo no sólo franqueó las montañas de Judea, sino también todas las cumbres del reino del mundo y de la sabiduría mundana.

LUCAS 1,67-68


9167 (Lc 1,67-68)

Y Zacarías, su padre, fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó diciendo: "Bendito el Señor Dios de Israel, porque visitó e hizo la redención de su pueblo". (vv. 67-68)

San Ambrosio. Dios, bueno y fácil en perdonar los pecados, no sólo restituye lo quitado, sino que concede además bienes inesperados. Ninguno, pues, desconfíe. Ninguno, recordando sus antiguos delitos, desespere de los premios de Dios. Dios sabe mudar su sentencia si tú sabes enmendar tu pecado. Por ello se dice: "Y Zacarías fue lleno del Espíritu Santo".

San Juan Crisóstomo. Esto es, por obra del Espíritu Santo. No obtuvo la gracia del Espíritu Santo de un modo cualquiera, sino de lleno. Resplandecía en él el espíritu de profecía. Por ello prosigue: "Y profetizó".

Orígenes. Zacarías, lleno del Espíritu Santo, anuncia dos profecías: una de Cristo, otra de Juan. Lo cual se demuestra claramente por medio de sus palabras, en las que habla ya del Salvador como si estuviese presente y como si ya viviese en el mundo, diciendo: "Bendito el Señor Dios de Israel, porque visitó".

San Juan Crisóstomo. Bendiciendo Zacarías a Dios, anuncia que ya ha visitado a su pueblo; ya se quiera entender a los israelitas materiales -porque había venido a las ovejas que habían perecido de la casa de Israel- (Mt 15,24), ya a los espirituales -esto es, a los fieles-, que fueron dignos de esta visita, haciendo eficaz para sí mismos la provisión divina -esto es, su providencia-.

Beda. Visitó, pues, el Señor a su pueblo, como desfallecido por una larga enfermedad; y lo redimió, como del pecado, comprándolo con la sangre de su Unigénito Hijo. Y como Zacarías conocía que pronto se iba a sacrificar, según costumbre de los profetas, lo cuenta ya como hecho. Dice, pues: "A su pueblo", no porque le halló suyo cuando vino, sino porque visitándolo lo hizo suyo.

LUCAS 1,69


9169 (Lc 1,69)

"Y nos suscitó un cuerno de salvación en la casa de David, su siervo". (v. 69)

Teofilacto. Parecía que Dios se dormía, mirando muchos pecados; pero encarnando al fin, se despertó y aplastó a los demonios que nos aborrecían. Y por esto dice: "Y nos suscitó un cuerno de salvación en la casa de David, su siervo".

Orígenes. Porque Jesucristo nació de la descendencia de David, según la carne. De donde se dice: "Un cuerno de salvación para nosotros en la casa de David". Así como se dice en otro lugar: "Le ha hecho una viña en el cuerno, esto es, en Jesucristo" (Is 5,1)

San Juan Crisóstomo, Serm. de Anna, 4. Con el nombre de cuerno designa el poder, la gloria y la fama, tomándolo metafóricamente de los animales brutos, a quienes Dios ha dado cuernos para su defensa y para su gloria.


Beda. El reino de Cristo Salvador se llama también cuerno de salvación; porque todos los huesos están cubiertos de carne, mas el cuerno supera a la carne. Por eso el reino de Jesucristo se llama cuerno de salvación, con el cual se superan el mundo y los goces de la carne. Para figurar ese reino, David y Salomón fueron consagrados con el cuerno del óleo para gloria de su reino.

LUCAS 1,70


9170 (Lc 1,70)

"Como habló por boca de sus santos Profetas, que ha habido en todo tiempo". (v. 70)

Teofilacto. Que Cristo nacería de la casa de David, lo anuncia Miqueas diciendo: "Y tú Belén, tierra de Judá, no eres la menor; porque de ti nacerá el jefe que rija mi pueblo de Israel" (Mi 5,1-3) Mas todos los Profetas hablaron de la encarnación; por eso se dice: "Como habló por boca de los santos profetas, ...".

Expositor Griego. Con lo cual declara que Dios habló por ellos, y que no es humano lo que dijeron.

Beda. Dice, pues: "Que ha habido en todo tiempo", porque toda la Escritura del Antiguo Testamento es un anuncio profético de Jesucristo; pues el mismo padre Adán y los demás patriarcas dan testimonio con sus hechos a su ministerio.

LUCAS 1,71


9171 (Lc 1,71)

"Para salvarnos de nuestros enemigos y de todos los que nos aborrecen". (v. 71)

Beda. Habiendo dicho antes: "Nos ha suscitado un cuerno de salvación", explica a continuación lo que había dicho, añadiendo: "Para salvarnos de nuestros enemigos", como diciendo: "Nos ha suscitado un libertador de nuestros enemigos y de todos los que nos aborrecen".

Orígenes. No creamos que ahora se diga de los enemigos corporales, sino de los espirituales. Vino el Señor Jesús, fuerte en la batalla, a destruir a todos nuestros enemigos para librarnos de sus asechanzas y tentaciones.

LUCAS 1,72-73


9172 (Lc 1,72-73)

"Para hacer misericordia con nuestros padres y acordarse de su santo Testamento: juramento que juró a nuestro padre Abraham, que nos daría". (vv. 72-73)

Beda. Había dicho que el Señor nacería de la familia de David, según los vaticinios de los profetas. Dice que nos libertará para cumplir la alianza que hizo con Abraham, porque la reunión de los gentiles y la encarnación de Jesucristo se habían prometido principalmente a estos patriarcas. Pone a David en primer lugar porque a Abraham fue prometida la santa asamblea de la Iglesia, y a David le fue anunciado que Jesucristo nacería de él. Y por tanto, después de lo que se ha dicho de David, añade lo que se refiere a Abraham, diciendo: "Para hacer misericordia con nuestros padres".

Orígenes. Yo pienso que a la venida del Señor Salvador, Abraham, Isaac y Jacob gozaron de su misericordia, pues no es creíble que los que vieron antes su día y se alegraron, después a su venida, no recibiesen utilidad alguna de parte de él, puesto que está escrito: "Dando la paz con la sangre de su cruz, ora sobre la tierra, ora en los cielos" (Col 1,20)

Teofilacto. La gracia de Cristo se extiende también hasta aquellos que habían muerto, porque por El resucitaremos no sólo nosotros, sino los que murieron antes de su venida. Y usó de su misericordia con nuestros padres, puesto que colmó su esperanza y su deseo. Por esto sigue: "Y acordarse de su santo testamento", esto es, del que se dijo: "Yo te colmaré de beneficios, y te multiplicaré" (Gn 22,17) Y así se ha multiplicado Abraham en todas las naciones que, imitando su fe, se han hecho hijas adoptivas suyas. Y los patriarcas, viendo que sus hijos recibían tales beneficios, se congratulan y reciben también en sí mismos igual misericordia. Por lo cual prosigue: "Conforme juró a nuestro padre Abraham que nos concedería este don".

San Basilio, in Psalmo, 29. Nadie se crea autorizado, sin embargo, para jurar al oír que el Señor hizo este juramento a Abraham, porque así como cuando se habla de la ira de Dios no se trata de la explosión pasional, sino de una acción de justicia, así tampoco jura Dios como lo hace el hombre -siendo para nosotros juramento su palabra- porque expresa la verdad, cumpliendo de un modo inmutable lo que ha prometido.

LUCAS 1,74


9174 (Lc 1,74)

"Para que, libertados de las manos de nuestros enemigos, le sirvamos sin temor". (v. 74)

San Juan Crisóstomo. Habiéndonos dicho que de la casa de David nacería en abundancia la salud para nosotros, manifiesta que por la misma participamos de la gloria y evitamos los maleficios del enemigo. Por esto dice: "Para que, librados de las manos de nuestros enemigos, le sirvamos sin temor". Para alguno será difícil de comprender la relación que existe entre estas dos cosas, porque muchos evitan el peligro, pero pierden la vida gloriosa, como el criminal a quien pone en libertad la indulgencia del monarca. Mientras que, por el contrario, otros gozan de la gloria, por la cual han tenido que exponerse al peligro, como el guerrero que abrazando la carrera gloriosa de las armas se encuentra con frecuencia rodeado de peligros. Pero esta abundancia de salud salva y glorifica a la vez. Y salva librando de las manos de los enemigos, no a medias, sino admirablemente, de modo que no haya que temer ya. Por lo cual dice: "Para que, librados de las manos de nuestros enemigos, le sirvamos sin temor".

Orígenes. O de otro modo, con frecuencia se libran algunos de las manos del enemigo, aunque no sin temor. Porque, precediendo éste al peligro, puede ciertamente el hombre quedar libre de las manos de los enemigos, pero no del temor. Por esto ha dicho que la venida de Cristo nos ha sacado sin temor de las manos de los enemigos, porque no hemos sentido los efectos de sus asechanzas, habiéndonos separado de ellos de repente y conduciéndonos a la mansión de nuestra propia herencia.

LUCAS 1,75


9175 (Lc 1,75)

"Con verdadera santidad y justicia ante su acatamiento todos los días de nuestra vida". (v. 75)

San Juan Crisóstomo. Zacarías glorifica al Señor porque ha hecho que le sirvamos con plena confianza, no carnalmente, como Judea con la sangre de las víctimas, sino espiritualmente con las buenas obras. Y esto es lo que da a entender cuando dice: "Con verdadera santidad y justicia", porque la santidad perfecta consiste en ser justo delante de Dios, y la justicia en serlo delante de los hombres. Tal es el que cumple de una manera reverente todo lo que se refiere a los hombres. Dice, pues, no en presencia de los hombres, como los hipócritas -que son los que quieren agradarlos- sino de Dios (Rm 2,29), y esto no sólo una vez ni por tiempo determinado, sino en todos los días y por todo el tiempo que viven. Por lo cual dice: "Todos los días de nuestra vida".

Beda. Porque aquel que antes de la muerte se separa de su servicio, o mancha con alguna acción impura la justicia de la fe, o la perfección de su conducta, o que pretende manifestarse santo y justo solamente delante de los hombres y no de Dios, no le sirve enteramente libre de las manos de sus enemigos espirituales, sino que, a imitación de los antiguos samaritanos, se afana por servir a la vez al Señor y a los dioses de la gentilidad.

LUCAS 1,76


9176 (Lc 1,76)

"Y tú, niño, tú serás llamado el Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos". (v. 76)

San Ambrosio. Después de haber profetizado magníficamente sobre Dios, dirige sus palabras al profeta para expresar que este beneficio procedía también del Señor, a fin de no aparecer desagradecido callando lo que le es propio, mientras refería lo de los demás. Por esto dice: "Y tú, oh niño, serás llamado el Profeta del Altísimo", etc.

Orígenes. Se apresuró sin duda Zacarías a hablar al niño, porque sabía que después de poco tiempo habría de ir a vivir al desierto y que por ello no podría disfrutar de su presencia.

San Ambrosio. Pero algunos juzgarán como un desvarío de la mente eso de hablar a un niño que sólo cuenta ocho días de vida. Pero si tenemos presente lo que precede, comprenderemos que aquel que oyó la salutación de la Virgen María antes de nacer, bien pudo entender después de nacido la voz de su padre. El profeta sabía que los oídos de un profeta que oyó la salutación de la Virgen María antes de nacer son muy diferentes de los nuestros, y no necesitan el desarrollo del cuerpo por la edad, porque cuentan con el auxilio del Espíritu divino. Tenía sentido para entender aquel que había tenido afecto para saltar.

Beda. A menos de admitir que Zacarías, tan pronto como pudo hablar, quisiera publicar los dones futuros de su hijo que él había conocido perfectamente por medio de un ángel. Comprendan, pues, los arrianos cómo Jesucristo, a quien San Juan precedía profetizándolo es llamado Altísimo, como en el Salmo: "El hombre nació en ella, y el mismo Altísimo la fundó" (Ps 86,5)

San Juan Crisóstomo. Así como los que se asocian con los reyes son los que están más cerca de ellos, así San Juan, siendo amigo del esposo, fue quien precedió de cerca su venida. Esto es lo que se añade: "Porque irás delante del Señor a preparar sus caminos". Otros profetas anunciaron con mucha anticipación el misterio de Cristo, pero éste lo anunció tan inmediato, que él mismo lo vería y daría a conocer a los demás.

San Gregorio Magno, Moralia, 13. Todo aquél que, predicando, limpia los corazones de sus oyentes de las inmundicias de sus pecados, prepara el camino a la sabiduría que ha de venir al corazón.

LUCAS 1,77


9177 (Lc 1,77)

"Enseñando la ciencia de la salvación a su pueblo, para que obtenga el perdón de sus pecados". (v. 77)

Teofilacto. Cómo el precursor preparó el camino del Señor lo manifiesta añadiendo: "Para dar conocimiento de la salvación a su pueblo". Jesús es la salvación. El conocimiento de ésta, es decir de Cristo, fue dado al pueblo por San Juan, que fue el que dio testimonio de Jesucristo.

Beda. Como deseando repetir el nombre de Jesús, esto es, del Salvador, hace mención con frecuencia de la salud. Y para que no se creyera que era la salud temporal la que se prometía, añade: "Para que obtenga el perdón de sus pecados".

Teofilacto. No hubiese sido conocido el Señor de otro modo, si no hubiera perdonado los pecados del pueblo. Porque sólo es propio de Dios el perdonar los pecados.

Beda. Pero los judíos no han recibido a Cristo, prefiriendo esperar al Anticristo, porque no han querido librarse interiormente del dominio del pecado, sino exteriormente del yugo de la servidumbre humana.

LUCAS 1,78


9178 (Lc 1,78)

"Por las entrañas misericordiosas de nuestro Dios, que ha hecho que ese Sol naciente haya venido a visitarnos de lo alto del cielo". (v. 78)

Teofilacto. Porque nos perdonó Dios nuestros pecados, no en virtud de nuestras obras, sino por su gran misericordia, añade de una manera muy oportuna: "Por las entrañas misericordiosas de nuestro Dios".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 14. Cuya misericordia no encontramos por nuestros esfuerzos cuando la buscamos, sino que es Dios quien nos la concede de lo alto del cielo. Así dice: "Que ha hecho que ese Sol naciente (Jesucristo) haya venido a visitarnos (tomando nuestra carne) de lo alto del cielo".

Expositor Griego. Mientras permanece en lo alto está presente también en la tierra, sin experimentar división ni circunscripción, lo que no puede comprender nuestro entendimiento, ni expresarse con palabras.

LUCAS 1,79



9179 (Lc 1,79)

"Para alumbrar a los que yacen en las tinieblas y en la sombra de la muerte: para enderezar nuestros pasos por el camino de la paz". (v. 79)

Beda. Jesucristo se llama Oriente y con mucha propiedad, porque nos dio a conocer el nacimiento de la verdadera luz. Por esto dice: "Para alumbrar a los que yacen en las tinieblas y en la sombra de la muerte", etc.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 14. Aquí no llama tinieblas a las materiales, sino al error y a la separación de la fe, o sea, a la impiedad.

San Basilio. Los gentiles vivían entre tinieblas -las que aumentaban con la adoración de los ídolos- hasta que apareció la luz que disipó aquella oscuridad, haciendo brillar el esplendor de la verdad.

San Gregorio Magno, Moralia, 4, 17. Se entiende por sombra de la muerte el olvido del espíritu. Porque así como la muerte hace que no tenga ya vida lo que mata, así el olvido hace que aquello que invade no exista más en la memoria. Por esto se dice que el pueblo judío, que se había olvidado de Dios, yacía en la sombra de la muerte. Entiéndese por esta sombra la muerte de la carne, porque así como la verdadera muerte es la que separa al espíritu de Dios, así la sombra de la muerte es la que separa al espíritu del cuerpo. De aquí que por voz de los mártires se diga en el Salmo: "Donde nos cubrió una sombra de muerte" (Ps 43,20) También se entiende por sombra de muerte la imitación del diablo, al cual se llama muerte en el libro del Apocalipsis (Ap 6) Porque así como la sombra se extiende en proporción de lo que es el cuerpo, así las acciones de los impíos se expresan por cierta especie de imitación del diablo.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 14. Dice con toda propiedad que yacen porque no andábamos en tinieblas, sino que permanecíamos inmóviles, como no teniendo esperanza de quedar libres de ellas.

Teofilacto. El Señor, cuando nace, no sólo alumbra a los que yacen en las tinieblas. Como se ve por lo que sigue, dice algo más: "Para enderezar nuestros pasos por el camino de la paz". El camino de la paz es el de la justicia, al que ha dirigido nuestros pasos, esto es, los afectos de nuestras almas.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 33. Dirigimos nuestros pasos por el camino de la paz cuando recorremos el de las buenas obras, sin separarnos de la gracia de nuestro Señor.

San Ambrosio. Advertimos también que Isabel profetiza para pocos y Zacarías para muchos, aun cuando uno y otro están inspirados por el Espíritu Santo. Pero en esto se observa el debido orden, que quiere que la mujer procure conocer las cosas divinas más bien que enseñarlas1.


Catena aurea ES 9151