Catena aurea ES 9180

LUCAS 1,80


9180 (Lc 1,80)

Mientras tanto el niño iba creciendo, y se fortalecía en el espíritu, y habitó en los desiertos hasta el tiempo en que debía darse a conocer a Israel. (v. 80)

Beda. El que había de predicar la penitencia pasó la primera época de su vida en los desiertos, para separar más fácilmente de los placeres del mundo a los que habían de aprender oyéndolo. Y así dice: "Mientras tanto el niño iba creciendo".

Teofilacto. Según la edad del cuerpo "y se fortalecía en el espíritu". También crecía la gracia espiritual con el cuerpo, y los afectos de su alma se daban a conocer cada día con más claridad.

Orígenes. También podemos decir que crecía en espíritu, porque en realidad no permanecía en el mismo estado en que había empezado, pero el espíritu siempre crecía en El. Su voluntad siempre se extendía a progresar en lo más perfecto y su inteligencia contemplaba algo de más divino. Ejercitaba su memoria para conservar en su tesoro lo que es puro. Añade pues: "Y se fortificaba en el espíritu". La naturaleza humana es débil; por esto leemos en San Mateo: "Mas la carne es flaca" (Mt 26,41), razón por la que necesita ser confortada por el espíritu, "porque el espíritu está pronto". Muchos se robustecen según la carne, pero el atleta de Dios debe fortificarse por el Espíritu, para destruir el poder de la carne. Por lo cual se retiró huyendo del tumulto de las ciudades y del trato de las gentes. Y continúa: "Y habitó en los desiertos", en donde es más puro el aire, más claro el cielo y Dios más familiar. Porque, como aun no había llegado el tiempo del bautismo y de la predicación, debía dedicarse a la oración, a conversar con los ángeles, llamar a Dios y oírlo decir: "Heme aquí".

Teofilacto. Y estaba en el desierto para vivir lejos de la malicia de la muchedumbre y no temer acusaciones de nadie. Si hubiera estado en el mundo, acaso se hubiese corrompido con la amistad y el trato de los hombres. También se mantuvo en el desierto para hacerse digno de fe, como quien había de predicar a Jesucristo, y se ocultó en él hasta que Dios creyó oportuno darlo a conocer al pueblo de Israel. Por lo cual dice: "Hasta el tiempo en que debía darse a conocer a Israel".

San Ambrosio. Se explica claramente el tiempo de la vida del profeta en el vientre de su madre, para que no pasara en silencio la presencia de María. Pero se ignora el tiempo de su infancia porque, fortificado en el seno materno con la presencia de la Madre del Señor, no conoció las debilidades de la infancia.

LUCAS 2,1-5


9201 (Lc 2,1-5)

Por aquellos días se promulgó un edicto de César Augusto, mandando empadronar a todo el mundo. Este fue el primer empadronamiento hecho por Cirino, gobernador de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a la ciudad de su estirpe. José subió también de Galilea de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén: pues era de la casa y familia de David, para empadronarse, con María, su esposa, la cual estaba encinta. (vv. 1-5)

Beda. Así como el Hijo de Dios, viniendo en carne mortal, nace de una Virgen, dando a entender cuánto le agrada la virtud de la virginidad, así también viniendo al mundo en tiempo de paz enseña a buscarla, dignándose visitar a los que la aman. No pudo haber una señal más clara de la paz que la de reunir a todo el mundo bajo un solo cetro, cuyo moderador Augusto, hacia el tiempo del nacimiento del Señor reinó con tanta paz durante doce años, en que, pacificadas las guerras en todo el mundo, pareció que se cumplía al pie de la letra el vaticinio del profeta, y por esto dice: "Por aquellos días se promulgó un edicto", etc.

Expositor Griego. Nació Jesucristo cuando habían dejado de existir los príncipes de los judíos y había pasado su imperio a los emperadores romanos, a quienes los judíos pagaban tributo. Así se cumplió la profecía que había anunciado que no faltaría un príncipe de la descendencia de Judá hasta que viniera el que había de ser enviado (Gn 49,10.) Pero César Augusto -en el año cuarenta y dos de su reinado- publicó un edicto mandando empadronar a todo el mundo para que pagase tributo, cuyo encargo había confiado a Cirino, a quien nombró presidente de Judea y de Siria. Dice, pues: "Este fue el primer empadronamiento", etc.

Beda. Dice que este empadronamiento fue el primero, o porque comprendió a todo el mundo -constando como consta que muchos puntos de la tierra habían sido empadronados otras veces en particular-, o porque se llevó a cabo cuando Cirino fue enviado a Siria.

San Ambrosio. Con toda oportunidad se dice el nombre del presidente para señalar la época en que tuvo lugar, porque si se inscriben los nombres de los cónsules en las tablas de los contratos ¿con cuánta más razón debe inscribirse también el tiempo de la redención de todos?

Beda. Por disposición superior se hizo la inscripción del censo de tal modo que se mandaba que cada cual fuese al pueblo donde había nacido, conforme con lo que sigue: "Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad". Por lo cual sucedió que nuestro Señor fue concebido en un sitio y nació en otro, para evitar así con más seguridad el furor de Herodes. Y prosigue: "José subió también de Galilea", etc.

San Juan Crisóstomo, in diem natalem Christi. Augusto dio este edicto por disposición de Dios para servir a la presencia de su Unigénito. Porque este edicto obligaba a la Madre a ir a su patria, que ya habían anunciado los profetas, esto es, a Belén de Judea. Así es que dice: "A la ciudad de David, que se llama Belén".

Expositor Griego. Por esto añade "a la ciudad de David", para anunciar que se había cumplido ya la promesa que Dios hizo a David (que había de nacer de su descendencia el rey inmortal de los siglos) Y prosigue: "Como era de la casa y familia de David". Como José era de la descendencia de David, ha querido decir el evangelista que la Santísima Virgen también era de la misma familia, porque la ley divina mandaba que se casasen los descendientes de una misma familia, por esto dice: "Con María, su esposa", etc.

San Cirilo.Dice, pues, su esposa, insinuando que no estaban más que desposados cuando se verificó la concepción, porque la Santísima Virgen no concibió por obra de varón.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 8. En sentido místico se empadrona el mundo cuando ha de nacer el Señor, porque aquél que aparecía en carne mortal, debía inscribir a sus escogidos en la eternidad.

San Ambrosio. Y cuando se trata de la inscripción temporal, se comprende también la espiritual, no para el Rey de la tierra, sino para el del cielo. Esta profesión de fe es el censo de las almas, pues abolido el antiguo censo de la sinagoga, se preparaba el nuevo de la Iglesia. Finalmente, para que se comprenda que este censo no es obra de Augusto, sino de Cristo, se manda a todo el mundo que se inscriba. ¿Quién, pues, podría exigir el empadronamiento de todo el mundo, sino aquél que tiene dominio sobre todo el orbe? Pues el mundo no es de Augusto, sino que "del Señor es la tierra", etc. (Ps 23)

Beda. Cumplió perfectamente el nombre de Augusto, porque deseó aumentar los suyos, siendo poderoso para aumentarlos.

Teofilacto. Era también conveniente que desapareciese el culto de muchos dioses por medio de Jesucristo, y que sólo fuese adorado el único Dios.

Orígenes, in Lucam hom. 11. Parece que en esto se da a conocer la figura de un sacramento a quien la medite con atención. Porque en el censo de todo el mundo fue conveniente que figurase Jesucristo puesto que, como había de santificar a todos, debía ser contado en el censo del universo general, para ponerse en comunidad con él.

Beda. Así, pues, como cuando mandaba Augusto, y siendo presidente Cirino, iban todos a sus pueblos para inscribirse en el censo, así ahora, mandando Jesucristo por medio de sus doctores (los jefes de la Iglesia), debemos inscribirnos en el censo de la justicia.

San Ambrosio. Esta es, pues, la primera declaración de las almas al Señor, para quien todas se declaran. Hecha no a la voz de un pregón, sino del profeta que dice (Ps 46,2): "Naciones todas, dad palmadas de aplauso". Por último, para hacer ver que el censo se hace con justicia, vienen a obedecerlo José y María, esto es, un justo y una virgen; aquél, que había de proteger al Verbo y ésta que había de darlo a luz.

Beda. Nuestra ciudad y nuestra patria son la eterna felicidad, a la cual debemos ir, creciendo todos los días en las virtudes. La Iglesia Santa con sus doctores, abandonando el trato mundano, que es lo que significa Galilea, y subiendo a la ciudad de Judá, que significa confesión y alabanza, paga el censo de su devoción al Rey eterno. Y, a semejanza de la bienaventurada Virgen María, nos concibe virgen por obra del Espíritu Santo. Desposada con Cristo por El, unida de una manera visible al pontífice -su jefe- es colmada de la invisible virtud del Espíritu Santo, dando a entender con su mismo nombre que los esfuerzos del maestro que habla nada valen si, para ser entendido, no recibe el auxilio de la gracia divina.

LUCAS 2,6-7


9206 (Lc 2,6)

Y sucedió que, hallándose allí, le llegó la hora del parto, y parió a su hijo primogénito, y envolvióle en pañales, y recostóle en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. (vv. 6-7)

San Ambrosio. San Lucas explicó brevemente el modo, el tiempo, y aun el lugar, en que Jesucristo nació según la carne, diciendo: "Y sucedió que, hallándose allí, le llegó la hora del parto", etc. El modo, en realidad de verdad, porque como desposada había concebido, pero como virgen había engendrado.

San Gregorio Niseno, in diem nat. Christi. Apareciendo como hombre, no se somete en todo a las leyes de la naturaleza humana. El nacer de la mujer demuestra la naturaleza humana. Pero la virginidad, que había servido para aquel nacimiento, manifiesta que es superior al hombre. Su Madre lo lleva con alegría, su origen es inmaculado, fácil el parto, su nacimiento sin mancha y sin dolores. Porque convenía que, así como fue condenada a alumbrar con dolores la que por su culpa introdujo la muerte en nuestra naturaleza, alumbrase por el contrario con alegría la Madre de la vida. Viene a la vida de los mortales por la pureza virginal en el momento en que empiezan a disiparse las tinieblas y aquella oscuridad nocturna e inmensa desaparece por la fuerza del rayo vivificador. Porque la muerte era el fin de la gravedad del pecado y ahora va a ser destruida ante la presencia de la verdadera luz, que habrá de iluminar a todo el mundo por medio de los rayos evangélicos.

Beda. También el Señor se dignó encarnar en un tiempo en que inmediatamente pudo ser inscrito en el censo del César, sometiéndose así a la servidumbre por nuestra libertad. Además nace en Belén no sólo para manifestar su distintivo de rey, sino también por el sentido oculto de este nombre.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia.

Porque Belén quiere decir casa del pan y El mismo es quien dice: "Yo soy el pan vivo que bajé del cielo" (Jn 6,41) El lugar en que nace el Señor se llamaba antes casa del pan, porque había de suceder que aparecería allí, según la carne, aquel que había de robustecer las almas de sus escogidos con una saciedad interior.

Beda. Pero el Señor no dejará de ser concebido en Nazaret, ni de nacer en Belén hasta la consumación de los siglos, porque cada uno de aquellos que recibiere la flor de su palabra será convertido en habitación del pan eterno, siendo concebido cada día por la fe en el seno virginal, esto es, en el corazón de los creyentes y engendrado por el bautismo.

"Y dio a luz -prosigue- a su hijo primogénito", etc.

San Jerónimo, contra Helvidium. Fundado en esto, Helvidio defiende que no puede llamarse primogénito sino aquél que tiene hermanos, así como se llama unigénito aquél que es hijo único. Nosotros lo explicamos así: todo unigénito es primogénito; pero no todo primogénito es unigénito. Decimos que no es primogénito aquél a quien siguen otros, sino el que ha sido engendrado primero. De otro modo, si no es primogénito más que aquel a quien siguen sus hermanos, no hubieran tenido derecho a recibir las primicias los sacerdotes hasta que no hubiesen nacido otros. Porque no teniendo otro hijo, el primero era único hijo y no primogénito.

Beda. También es unigénito, según la divinidad; primogénito, según la acepción humana. Primogénito, según la gracia, y unigénito, según la naturaleza.

San Jerónimo, contra Helvidium. Allí no hubo quien recibiera al Niño, ni intervino la solicitud de las mujeres. La Madre envuelve al Niño en los pañales, y sirve a la vez de madre y de matrona, por lo cual dice: "Y envolvióle en pañales".

Beda. Aquél, que viste a todo el mundo con tanta variedad de adornos, es envuelto en pobres pañales, para que nosotros podamos recibir la primera vestidura. Las manos y los pies de Aquél que ha hecho todas las cosas son ligados para que nuestras manos estén siempre dispuestas a obrar el bien y nuestros pies a marchar por el camino de la paz.

Expositor Griego. ¡Oh, admirable tortura y extremada penuria, a que se ve sometido el que gobierna al universo! Desde el principio se apropia toda la pobreza y la enriquece, o la honra, en sí mismo.

San Juan Crisóstomo, homilia in diem Christi natal. Además, si hubiera querido, pudo venir estremeciendo al cielo, agitando la tierra y lanzando rayos. Pero no vino así porque no quería perdernos, sino salvarnos, y quería también desde el primer momento de su vida abatir la soberbia humana. Por esto, no solamente se hace hombre, sino hombre pobre, y eligió una Madre pobre, que carecía incluso de cuna en donde poder reclinar al recién nacido. Y continúa: "Y recostóle en un pesebre".

Beda. Y se ve en la estrechez de un pesebre duro Aquel a quien el cielo sirve de asiento, para poder ofrecernos las alegrías del reino de los cielos. Aquél -que es el pan de los ángeles- está recostado en un pesebre para poder fortificarnos como animales santos con el trigo de su carne.

San Cirilo.Encontró al hombre embrutecido en su alma y por esto fue colocado en un pesebre como alimento para que, transformando la vida bestial, podamos ser llevados a una vida conforme con la dignidad humana tomando, no el heno, sino el pan celestial que es el cuerpo de vida.

Beda. El que se sienta a la derecha del Padre se halla en lugar pobre y desabrigado, para prepararnos muchas mansiones en la casa de su Padre (Jn 14) De aquí prosigue: "Porque no hubo lugar para ellos en el mesón". No nace en la casa de sus padres, sino en un mesón, y en el camino, porque por medio del misterio de la encarnación se hizo el camino por el cual nos lleva a la patria, en donde disfrutaremos de la verdad de la vida.

San Gregorio, homilia in Evangelia, 8. Para mostrar que por la humildad de que se había revestido nacía -por decirlo así- en lugar extranjero, no según el poder, sino según la naturaleza.

San Ambrosio. Por nosotros, pues, está en la debilidad; por El en el poder. Por nosotros en la pobreza, por El en la opulencia. No nos detengamos, pues, en lo que vemos, sino en que hemos sido redimidos. Señor, más te debo por haber sido redimido en virtud de tus injurias, que por haber sido criado entre tus obras. De nada me aprovecharía el haber nacido, si a la vez no hubiera sido redimido.

LUCAS 2,8-12


9208 (Lc 2,8-12)

Estaban velando en aquellos contornos unos pastores, y haciendo centinela de noche sobre su grey, cuando de improviso un ángel del Señor apareció junto a ellos, y cercóles con su resplandor una luz divina; lo cual les llenó de sumo temor. Díjoles entonces el ángel: "No tenéis que temer, pues vengo a daros una nueva de grandiosísimo gozo para todo el pueblo, y es que hoy ha nacido en la ciudad de David el Salvador, que es el Cristo o Mesías, el Señor nuestro: y sírvaos de señal que hallaréis al Niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre". (vv. 8-12)

San Ambrosio. Consideremos cómo la providencia divina se cuida de afirmar la fe. Un ángel instruye a María, un ángel instruye a José y un ángel instruye a los pastores, de quienes se dice: "Estaban velando en aquellos contornos unos pastores", etc.

San Crisóstomo, in Cat. graec. Patr. Un ángel se había aparecido a José en sueños. En cambio a los pastores se aparece de una manera visible, como a hombres más ignorantes. El ángel no fue, pues, a Jerusalén, ni buscó a los escribas y fariseos, porque estaban corruptos y atormentados por la envidia. Pero los pastores eran sencillos, y observaban la antigua ley de los patriarcas y de Moisés. Hay, pues, un cierto camino que conduce la inocencia a la sabiduría.

Beda, homilia in nativ. Dom. En todo el antiguo testamento no encontramos que los ángeles, que con tanta frecuencia se aparecían a los patriarcas, se apareciesen rodeados de luz. Esta gracia debía estar reservada al tiempo en que ha nacido entre las tinieblas la luz para los de corazón recto (Ps 111), y prosigue: "Y cercóles con su resplandor una luz divina".


San Ambrosio. Sale del seno de su Madre, pero resplandece como si estuviera en el cielo; yace en un pesebre de la tierra, pero brilla con la luz del cielo.

Expositor Griego. Pero se asustaron con el milagro, según lo que sigue: "Lo cual los llenó de sumo temor", etc. Pero el ángel que les había causado aquel temor, lo disipa con alegría. Y continúa: "Pues vengo a daros una nueva de grandísimo gozo", etc. No sólo al pueblo de los judíos, sino a todos los pueblos. La causa de la alegría se manifiesta en el nuevo y admirable parto, el cual se da a conocer por los mismos nombres, pues prosigue: "Y es que hoy os ha nacido en la ciudad de David el Salvador, que es el Cristo, o Mesías, el Señor nuestro". El primero de estos nombres, esto es, Salvador, significa la acción, y el tercero, Señor, representa la majestad

San Cirilo, de incarnationis unigenitis, 1. El que se coloca en medio, a saber, Cristo, expresa la unción y no significa la naturaleza, sino la unión hipostática. Confesamos que en Jesucristo, nuestro Salvador, hay unción verdadera. Y no simbólica por una gracia profética (como en otro tiempo sucedía con los reyes por el óleo), ni para llevar a término con acierto algún asunto particular, según las palabras de Isaías (Is 45,1) "El Señor dice esto a mi ungido Ciro" (cap. 45) Este es llamado Cristo (aunque era idólatra), por cumplir el decreto del cielo ocupando toda la provincia de Babilonia. Pero el Salvador fue ungido, como hombre en la forma de siervo, por el Espíritu Santo; y, como Dios, El unge con el Espíritu Santo a todos los que creen en El.

Expositor Griego. Manifiesta también el tiempo en que tuvo lugar este nacimiento diciendo: "Hoy"; el lugar, cuando dice: "En la ciudad de David"; y las señales, al añadir: "Y sírvaos de señal", etc. He aquí cómo los ángeles anuncian a los pastores el nacimiento del Pastor principal, que nace y se manifiesta como un cordero en un establo.

Beda. La infancia del Salvador se nos ha dado a conocer con frecuencia por la voz de los ángeles y por los testimonios de los evangelistas, con el objeto de que se grabe más profundamente en nuestros corazones lo que se ha hecho por nosotros. Y debe notarse que la señal del nacimiento del Salvador no es la púrpura de Tiro, sino los pobres pañales que lo envolvían; no hemos de encontrarlo en cunas doradas, sino en pesebres.

San Maximino, in sermone Nativitatis, 4. Pero, si a nuestra vista aparecen acaso humildes los pañales, admiremos los conciertos de los ángeles. Si menospreciamos el pesebre, levantemos un poco la vista y miremos esa estrella nueva en el cielo anunciando al mundo el nacimiento del Señor. Si creemos en las cosas viles, creamos también en las cosas admirables. Si discutimos lo que es humilde, veneremos lo que es alto y celestial.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 8. En sentido místico, la aparición del ángel a los pastores cuando están despiertos y la claridad divina que los rodeó, significan que a los que saben guiar con solicitud su fiel rebaño, la gracia divina resplandece sobre ellos con más abundancia.

Beda, in homil. in nativ. Dom. Aquellos pastores de rebaños representan, pues, a los doctores y directores de las almas fieles. La noche durante la cual velaban sobre sus rebaños, representa los peligros de las tentaciones, respecto de las cuales los pastores no deben dejar de precaverse y vigilar a los demás que les están encomendados. Velan con mucha razón los pastores sobre sus rebaños cuando nace el Señor, porque ha nacido Aquel que dice: "Yo soy el buen pastor" (Jn 10,11), y se acercaba el tiempo en que este mismo pastor había de atraer a sus ovejas, que andaban errantes, a los pastos de la vida eterna.

Orígenes, in Lucam, 12. Si profundizamos más el sentido, diremos que los ángeles eran como los pastores encargados de conducir las cosas humanas. Y como cada uno de éstos hacía su guardia, apareció el ángel después de nacido el Salvador y anunció a los pastores que había nacido el verdadero Pastor. Además, antes de la venida del Salvador, de poco podían servir a los que les estaban confiados, porque apenas alguno de aquellos pueblos creía en Dios. Pero ahora los pueblos enteros abrazan la fe de Jesucristo.

LUCAS 2,13-14


9213 (Lc 2,13)

Al punto mismo se dejó ver con el ángel un ejército numeroso de la milicia celestial alabando a Dios y diciendo: "Gloria a Dios en lo más alto de los cielos y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad". (vv. 13-14)

Beda. Para que no pareciese pequeña la autoridad de un solo ángel, después que anunció uno el misterio del nacimiento nuevo, apareció inmediatamente una multitud de ángeles del cielo, y por esto dice: "Y al punto mismo se dejó ver con el ángel un ejército numeroso de la milicia celestial". Con toda propiedad se llama milicia celestial al coro de ángeles que viene, porque obedece humildemente a aquel poderoso jefe que apareció para destruir las potestades del aire. Y El mismo, para que estas potestades enemigas no puedan tentar a los mortales tanto cuanto quieren, las confunde fuertemente con las armas del cielo. Porque el que ha nacido es Dios y hombre a la vez, y por tanto se canta con razón: "Gloria a Dios en lo más alto de los cielos, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad", conforme a las palabras del evangelista. Un sólo ángel, un enviado, es quien anuncia que ha nacido Dios, según la carne, y al punto una multitud de espíritus celestiales prorrumpe en alabanzas al Señor. De este modo rinde culto a Cristo y nos intruye con su ejemplo para que, cuando uno de nuestros hermanos pronuncie una palabra de la ciencia sagrada, o cuando nosotros mismos pensemos en cosas piadosas, inmediatamente demos alabanzas a Dios con nuestro corazón, con nuestra palabra y con nuestras obras.

San Crisóstomo. En otro tiempo se mandaba a los ángeles para castigar, como cuando fueron enviados a los israelitas, a David, a los sodomitas y al valle de los que lloran (Jud 2) Pero ahora por el contrario cantan en la tierra dando gracias al Señor, porque se ha dignado manifestar su venida a los hombres.

San Gregorio Magno, Moralia 28, 4. También alaban al Señor porque ponen las voces de su canto en armonía con nuestra redención. Nos ven recibidos en su gracia y se congratulan de que se llene su número.

Beda. Desean también la paz en la tierra para los hombres, añadiendo: "Y paz en la tierra a los hombres" porque, habiendo nacido el Salvador según la carne, respetan como compañeros ahora a los que despreciaron antes como enfermos y abatidos.

San Cirilo.Esta paz, pues, fue hecha por Jesucristo: El mismo nos reconcilió con Dios y con el Padre, perdonando nuestros pecados y pacificando a los dos pueblos en un solo hombre, y componiendo un solo redil de los habitantes del cielo y de la tierra.

Beda. Para qué hombres piden los ángeles la paz, lo manifiestan diciendo: "A los hombres de buena voluntad", esto es, para aquellos que reciben bien el nacimiento del Señor. Así pues, no hay paz para los impíos (Is 57), pero sí la hay abundante para los que aman el nombre de Dios (Ps 118)

Orígenes, in Lucam, 13. Pero el lector solícito tratará de inquirir en qué sentido dice el Salvador (Lc 12,51): "No he venido a poner paz en la tierra", y ahora los ángeles cantan en su nacimiento: "Paz en la tierra a los hombres"; pero esta duda queda aclarada al decir que la paz es para los hombres de buena voluntad, porque la paz que Dios no concede sobre la tierra no es paz de buena voluntad.

San Agustín, de Trinitate, 13, 13. La justicia corresponde a la buena voluntad.

San Juan Crisóstomo. Fijémonos en este admirable orden. Primero manda los ángeles a nosotros y después conduce al hombre a las cosas celestiales. El cielo se hace tierra cuando debe recibir las cosas de la tierra.

Orígenes, in Lucam, 13. En sentido místico, los ángeles consideraban que no podían cumplir la misión que se les había confiado sin la ayuda de Aquel que podía salvar verdaderamente y que el remedio de ellos era de menos eficacia que el que necesitaban los hombres. De aquí que, así como cuando se presenta un médico sabio a enfermos a quienes otros no han podido curar, en vez de mostrarse envidiosos, prorrumpen en alabanzas de tal hombre y del Dios que se los ha enviado al ver la maestría con que se hace desaparecer la corrupción de sus llagas. Del mismo modo la multitud de los ángeles alaba a Dios por la venida de Cristo.

LUCAS 2,15-20


9215 (Lc 2,15-20)

Luego que los ángeles se apartaron de ellos y volaron al cielo, los pastores se decían unos a otros: "Pasemos hasta Belén, y veamos este prodigio que acaba de suceder, y que el Señor nos ha manifestado". Vinieron, pues, a toda prisa, y hallaron a María y a José, y al Niño reclinado en el pesebre. Y viéndole, se certificaron de cuanto les había dicho de este Niño. Y todos los que lo oyeron se maravillaron igualmente de lo que los pastores les habían contado. María empero conservaba todas estas cosas dentro de sí, ponderándolas en su corazón. En fin, los pastores se volvieron, no cesando de alabar y glorificar al Señor por todas las cosas que habían oído y visto, según se les había anunciado por el ángel. (vv. 15-20)

Expositor Griego. Todo lo que habían visto y oído los pastores causó en ellos tal asombro que abandonaron sus rebaños y, a pesar de ser de noche, marcharon a Belén buscando la luz del Salvador. Por esto dice: "Los pastores se decían unos a otros", etc.

Beda. No dijeron verdaderamente: Veamos al Niño, sino que dijeron porque velaban: "Veamos al verbo que ha sido hecho". Esto es, cómo el Verbo, que ha existido siempre, ha sido hecho carne por nosotros, porque este mismo Verbo es el Señor. Prosigue pues: "Y veamos este prodigio que acaba de suceder, y que el Señor nos ha manifestado", esto es, veamos cómo el Verbo se ha hecho a sí mismo, y se nos ha mostrado en su carne.

San Ambrosio, in Lucam, 1, 2. Es de notar de qué modo tan especial pesa la Escritura el sentido de cada palabra. Porque cuando se ve la carne del Señor, se ve al Verbo que es su Hijo. Y no se crea que este ejemplo de fe de los pastores es de poca importancia, a causa de que sus personas sean tan humildes. Se busca la sencillez y no la ostentación. Y continúa: "Vinieron, pues, a toda prisa" para manifestar que el que busca a Jesucristo no debe andar con pereza.

Orígenes, in Lucam, 13. Como fueron de prisa, y no poco a poco, prosigue: "Y hallaron a María", que era la que había dado a luz al Salvador, "y a José" que era el protector del nacimiento, "y al Niño reclinado en el pesebre", esto es, al mismo Salvador.


Beda. Está en el orden natural que, una vez celebrada dignamente la encarnación del Verbo, se venga a contemplar su misma gloria. Sigue, pues: "Y viéndole, se certificaron de cuanto se les había dicho", etc.

Expositor Griego. No satisfechos los pastores con creer la dicha que les había anunciado el ángel y cuya realidad vieron llenos de asombro, manifestaban su alegría no sólo a María y a José, sino también a todo el mundo. Y lo que es más, procuraban grabarla en su memoria. "Y todos -continúa- los que lo oyeron se maravillaron". ¿Y cómo no habían de maravillarse viendo en la tierra a Aquel que está en los cielos, y reconciliado en paz lo celestial con lo terreno, a aquel inefable infante, uniendo entre sí lo que era celestial por su divinidad con lo que era terreno por su humanidad, y haciendo en esta unión una alianza admirable?

Glosa. No sólo se admiran por el misterio de la encarnación, sino también por el gran testimonio de los pastores, que no podían inventar lo que no hubieran oído, y que publican la verdad con una elocuencia sencilla.

San Ambrosio. No son, por lo sencillas, despreciables las palabras de los pastores, puesto que María les prestaba fe, según se ve por lo que sigue: "María, empero, conservaba todas estas cosas dentro de sí, recogiéndolas en su corazón". Aprendamos la castidad en todas las cosas de la Santa Virgen, la cual reunía en su corazón las pruebas de la fe con no menos modestia en sus palabras que en su cuerpo.

Beda, in hom in nativ. Dom. Guardando, pues, las leyes del decoro virginal, no quería decir a nadie los misterios de Cristo que conocía, pero comparaba lo que ella había leído que debía suceder con lo que veía que venía sucediendo, no explicándolo con palabras, sino conservándolo encerrado en su corazón.

Expositor Griego. Todo lo que le había dicho el ángel, y todo lo que había oído a Zacarías, Isabel y los pastores, todo lo conservaba en su corazón. Y comparando unas cosas con otras, esta Madre de la Sabiduría veía que en todas ellas se probaba que era verdaderamente Dios quien había nacido de ella.

San Atanasio. Todos, pues, se alegraban en el nacimiento de Jesucristo, no de una manera humana (como suelen regocijarse los hombres cuando nace un niño), sino por la presencia de Jesucristo y por el brillo de la luz divina. "En fin -prosigue- los pastores se volvieron, no cesando de alabar y glorificar al Señor por todas las cosas que habían oído".

Beda. Esto es, de los ángeles. "Y que habían visto" (a saber, en Belén), según se les había anunciado por el ángel. Es decir, que glorificaban a Dios porque habían encontrado lo que se les había dicho; y, como se les había advertido, daban gloria al Señor y le dirigían sus alabanzas, porque así se lo habían enseñado los ángeles, no mandándoselo con la palabra, sino mostrándoles el ejemplo de su devoción cuando cantaron: "Gloria a Dios en las alturas".

Beda, in hom. in nativ. Dom. En sentido místico, los pastores de los rebaños espirituales, o más bien todos los fieles, van a imitación de estos pastores con su contemplación hasta Belén, y celebran la encarnación de Cristo con grandes homenajes. Vamos también nosotros, renunciando a todas las concupiscencias carnales y con todo el fervor de nuestra alma hasta la Belén del cielo. Es decir, hasta la casa del pan vivo, para que merezcamos ver reinando en el solio de su Padre a Aquel a quien vieron los pastores suspirando en el pesebre. No debe buscarse tanta felicidad con tibieza e indiferencia, sino que deben seguirse las huellas de Jesucristo con alegría. Cuando los pastores lo vieron, le conocieron. También nosotros debemos abrazar con suma diligencia y alegría todo lo que se nos ha dicho de nuestro Salvador, para que podamos comprenderlo con pleno conocimiento en la otra vida.

Beda, super Luc. Los pastores del rebaño divino se transportan a las puertas de Belén contemplando la vida de los antiguos patriarcas, que es en la que se conserva el pan de vida, y no encuentran allí otra cosa que la pureza virginal de la Iglesia, representada en María; la poderosa congregación de los doctores espirituales, representados en José; y la humilde venida de Jesucristo, expuesta en las páginas de la Sagrada Escritura como al Niño Jesús reclinado en el pesebre.

Orígenes, in Lucam, 13. El pesebre era también aquello que Israel no conoció, según las palabras de Isaías: "Conoció el buey a su amo y el asno el pesebre de su Señor" (Is 1,3)

Beda, in hom. in nativ. Dom. Los pastores no guardaron en silencio lo que habían visto, en lo que se manifiesta que los pastores de la Iglesia se ordenan para enseñar a sus oyentes lo que aprenden en las Sagradas Escrituras.

Beda, sup. Luc. También los maestros de los rebaños espirituales, ora se elevan contemplando las cosas del cielo, mientras los demás duermen, ora recorren con estudio los ejemplos de los fieles, ora vuelven a su ministerio pastoral para enseñar al pueblo.

Beda, in hom. in nativ. Dom. Hasta el que parece observar una vida retirada ejerce el cargo de pastor si, reuniendo gentes de buenas acciones y de pensamientos puros, se propone gobernarlas con una moderación perfecta, nutrirlas con el pasto de las Escrituras y preservarlas de las asechanzas de los demonios.


Catena aurea ES 9180