Catena aurea ES 9318

LUCAS 3,18-20


9318 (Lc 3,18)

Muchas cosas, además de estas, anunciaba al pueblo en las exhortaciones que le hacía. Y como reprendiese al tetrarca Herodes por razón de Herodías, mujer de su hermano, y con motivo de todos los males que había hecho, Herodes añadió a todos ellos el de poner a Juan en la cárcel. (vv. 18-20)

Orígenes, in Lucam, 27. San Juan había anunciado a Jesucristo, predicaba el bautismo del Espíritu Santo y las demás cosas que refiere la historia del Evangelio. Fuera de estas cosas, se indica que anunció otras muchas en lo que sigue: "Muchas cosas otras, además de éstas, anunciaba al pueblo".

Teofilacto. Su exhortación era la buena doctrina, y por ello se llama Evangelio.

Orígenes, in Lucam, 27. Y así como en el Evangelio de San Juan se dice que de Cristo dijo muchas otras cosas, así en el presente lugar debe entenderse lo que dice San Lucas, que San Juan había dicho cosas más grandes de lo que puede creerse. Admiramos a San Juan, porque era el mayor entre los nacidos de mujer, y porque había llegado a una altura tal por los méritos de sus virtudes, que muchos lo tuvieron por Cristo; pero es mucho más admirable que no temiese a Herodes, ni se asustase ante la muerte, por lo cual prosigue: "Y como reprendiese al tetrarca Herodes", etc.

San Eusebio . Se llama tetrarca para diferenciarlo de aquel Herodes que reinaba cuando nació Jesucristo: aquél era rey, y éste tetrarca1. Aquél tenía por mujer a la hija de Areta, rey de la Arabia, con la que (siendo mujer de su hermano Filipo) se casó, cometiendo adulterio, puesto que ya tenía hijos de su hermano, y esto era lícito sólo a aquéllos cuyos hermanos morían sin sucesión. El Bautista había reprendido esto a Herodes. Este oía con suma atención en un principio sus exhortaciones, porque las encontraba razonadas y llenas de consuelo; pero la concupiscencia de Herodes lo obligaba a despreciar las palabras del Bautista, por lo que lo encerró en la cárcel. Por esto se dice: "Añadió a todos ellos el de poner a Juan en la cárcel".

Beda. Según el Evangelio de San Juan, el Bautista no fue encarcelado entonces, sino después que Jesucristo hizo algunos milagros, y después que se extendió la fama de su bautismo. San Lucas lo refiere antes de tiempo para hacer ver cuánta era la malicia de Herodes, el cual, viendo que por la predicación de Juan acudían muchos, que sus soldados iban creyendo, que los publicanos hacían penitencia, y que todo el vulgo pedía el bautismo, él, por el contrario, no sólo despreció a San Juan, sino que lo encarceló y lo mató.

Glosa. Antes de ocuparse de los hechos de Jesucristo, dice San Lucas que Juan había sido preso por Herodes, para demostrar que sólo va a describir lo que hizo el Señor, especialmente después de aquel año en que San Juan fue preso y degollado.

LUCAS 3,21-22


9321 (Lc 3,21-22)

En el tiempo en que concurría todo el pueblo a recibir el bautismo, habiendo sido también bautizado Jesús, y estando en oración, sucedió el abrirse el cielo y bajar sobre El el Espíritu Santo en forma corporal como de una paloma, y se oyó esta voz del cielo: "Tú eres mi Hijo amado, en ti tengo puestas todas mis delicias". (vv. 21-22)

San Ambrosio. San Lucas reasume todo lo que han dicho los demás evangelistas, y más que referirlo da a entender que el Señor fue bautizado por San Juan; por esto dice: "En el tiempo en que concurría todo el pueblo a recibir el bautismo", etc. El Señor fue bautizado, no para purificarse, sino para purificar las aguas, a fin de que, purificadas por la carne de Jesucristo, que no conoció el pecado, tuviesen virtud para bautizar a los demás.

San Gregorio Nacianceno, oratio 39. Jesucristo se bautizó tal vez para santificar al Bautista, y sin duda ninguna para sumergir en las aguas a todo el viejo Adán.

San Ambrosio. Cual fuese la causa por qué Jesucristo quiso ser bautizado, lo especifica el mismo Señor diciendo: "Así debemos cumplir toda justicia" (Mt 3,15) ¿Y qué es sino justicia hacer primero uno lo que quiere que otro haga, exhortándolo con su ejemplo? Por tanto, que ninguno se niegue a recibir el bautismo de la gracia, puesto que Jesucristo no se negó a recibir el bautismo de la penitencia.

San Juan Crisóstomo. Había un bautismo de los judíos que limpiaba las inmundicias de la carne, pero no las culpas del alma; en tanto que nuestro bautismo libra de todos los pecados, purifica nuestra alma, y derrama la gracia del Espíritu Santo. El bautismo de San Juan era mejor que el de los judíos, porque no consistía en la observancia de las purificaciones corporales, sino que exhortaba a convertirse del vicio a la virtud. Pero era de menos valor que el nuestro, porque ni concedía la gracia del Espíritu Santo, ni el perdón que se obtiene por la gracia. Pero Jesucristo no fue bautizado ni con el bautismo de los judíos ni con el nuestro -porque ni necesitaba el perdón de los pecados, ni su carne, que había sido concebida desde el principio por el Espíritu Santo, tenía necesidad de él- pero fue bautizado con el bautismo de San Juan, para que comprendamos, por la naturaleza misma de este bautismo, que no fue bautizado porque hubiera cometido alguna culpa, ni tampoco porque necesitase el don del Espíritu Santo. Dice el evangelista: "Bautizado y estando en oración", para que se comprenda que una vez recibido el bautismo, es muy conveniente orar.

Beda. Porque aunque en el bautismo todos los pecados se perdonan, todavía la fragilidad de la carne no queda fortalecida, porque, cuando pasado el mar Rojo nos felicitamos por la inmersión de los egipcios, nos encontramos con otros enemigos en el desierto de la vida mundana, a los que debemos vencer con nuestro esfuerzo por la gracia de Cristo, hasta que lleguemos a la patria celestial.

San Juan Crisóstomo. Dice, pues: "Se abrió el cielo", como si hasta entonces hubiera estado cerrado. El redil del cielo y el de la tierra ya se habían reunido, y habiendo un sólo pastor de todas estas ovejas, el cielo se abrió, y el hombre terreno se juntó con los ángeles.

Beda. No se abrió el cielo entonces para Aquél cuyos ojos veían el interior de los cielos; pero allí se manifiesta la virtud del bautismo, del cual cuando cada uno sale encuentra que se abre para él la puerta del reino de los cielos, y mientras que la carne inocente es bañada con las aguas frías, se extingue el fuego de la espada que nos amenazaba en otro tiempo.

San Juan Crisóstomo. Bajó el Espíritu Santo sobre Jesucristo, porque era como el principio de nuestra especie para estar primero en El, el cual no lo recibió para sí, sino para nosotros. De donde prosigue: "Y bajó sobre El el Espíritu Santo", etc. No se crea que lo recibió porque no lo tenía, porque El mismo, como Dios, lo enviaba del cielo, y a la vez como hombre lo recibía en la tierra. Así voló desde El hasta El, es decir, desde su divinidad hasta su humanidad.

San Agustín, de Trinitate 5, 26. Es un gran absurdo suponer que recibiese el Espíritu Santo cuando ya tenía treinta años. Llegó al bautismo sin pecado, pero no sin el Espíritu Santo. Porque si de San Juan ha escrito San Lucas, "que fue lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su Madre" (Lc 1,15), ¿qué debemos creer de Jesucristo, cuya concepción, según la carne, no fue carnal, sino espiritual? Ahora, pues, se ha dignado figurar su cuerpo, esto es, su Iglesia, en la cual los bautizados espiritualmente reciben el Espíritu Santo.

San Juan Crisóstomo. Este bautismo tenía algo de antiguo a la vez que aparecía como nuevo; lo primero, porque lo recibía de un profeta, y lo último por la venida del Espíritu Santo.

San Ambrosio. Con razón se presentó el Espíritu Santo en forma de paloma, porque no es visible en la sustancia de su divinidad. Observaremos el misterio de mostrarse en figura de paloma. La gracia del bautismo exige la sencillez, para que seamos sencillos como la paloma; la gracia del bautismo requiere la paz, la que llevó representada la paloma en la rama de oliva al arca, que sola fue la que quedó libre del diluvio.

San Juan Crisóstomo. Ahora, para expresar la mansedumbre del maestro, aparece en forma de paloma; mientras que en Pentecostés se presenta en forma de fuego, para representar la pena. Cuando convenía perdonar los pecados, era necesaria la mansedumbre; pero cuando hemos alcanzado la gracia, sólo queda el tiempo del examen y del juicio.

San Cipriano, ecclesie unitate. La paloma es un animal sencillo y alegre, no tiene hiel amarga, no hace daño con sus picadas, ni hieren sus uñas, gusta de vivir entre los hombres, conocen la unión de una sola casa, cuando engendra sus hijos está siempre con ellos, cuando se desplazan permanecen juntas, llevan su vida en comunidad, conocen la concordia con el beso de la paz, y cumplen en todo con la ley que prescribe la unión.

San Juan Crisóstomo. Jesucristo también aun desde su nacimiento se había dado a conocer por medio de muchas profecías, pero como no quisieron entenderlas, habiéndose ocultado algún tiempo se vuelve a manifestar de una manera más clara por otro principio. Pues la estrella lo había revelado ya en el cielo, mas en las aguas del Jordán el Espíritu Santo desciende sobre El en forma de paloma y al Padre lo proclama haciendo resonar su voz sobre la cabeza de aquel que era bautizado; de donde sigue: "Se oyó una voz del cielo: Tú eres mi Hijo amado", etc.

San Ambrosio. Hemos visto al Espíritu Santo, pero bajo una forma corporal; y el Padre, a quien no podemos ver, oigámoslo. El Padre es invisible y el Hijo es invisible según la divinidad; mas quiso darse a conocer en el cuerpo, y como el Padre no tenía cuerpo, por eso quiso enseñarnos que El estaba presente en el Hijo, diciendo: "Tú eres mi hijo".

San Atanasio. La Sagrada Escritura emplea el nombre de Hijo en dos sentidos. Uno como se dice en el Evangelio: "Les dio potestad de convertirse en hijos de Dios" (Jn 1,12); el otro, según el cual Isaac es hijo de Abraham. Jesucristo, pues, no se llama simplemente Hijo de Dios sino con adición de artículo, para que comprendamos que sólo El es el que en realidad y según la naturaleza es Hijo, por lo cual se llama unigénito. Pues si se llamase hijo en el sentido absurdo de Arrio, como los que consiguen este nombre por gracia, en nada parecería diferenciarse de nosotros. Resta, pues, el segundo sentido, el cual consiste en decir que Cristo es Hijo de Dios, como Isaac es hijo de Abraham. El que es engendrado por otro naturalmente y no toma su origen de afuera, es hijo por naturaleza. Pero se dice: ¿Por ventura la natividad del Hijo es pasible como la del hombre? De ningún modo; sino que Dios, siendo indivisible, es Padre del Hijo de una manera impasible; por lo que se dice: "Verbo del Padre"; porque ni el verbo humano se produce pasiblemente; y siendo simple la naturaleza divina, es Padre de un solo Hijo, y por esto añade: "Amado".

Crisóstomo. Cuando alguno tiene un solo hijo, lo ama mucho más; pero si es padre de muchos, su afecto se debilita dividiéndose.

San Atanasio. Habiendo anunciado antes el profeta las promesas de Dios, diciendo: "Enviaré a Cristo mi Hijo", ahora a orillas del Jordán, como cumplido ya lo prometido, añade: "En ti me he complacido".

Beda. Como diciendo: He constituido en ti mis complacencias, es decir, cumpliré por medio de Ti lo que me place.

San Gregorio Magno, Homiliae in Hiezechihelem prophetam, 8. O de otro modo, todo el que arrepentido corrige algunas cosas que hizo, por lo mismo que se arrepiente, indica que le han desagradado, porque enmienda lo que hizo; así el Padre Omnipotente habló de los pecadores, a manera de los hombres, diciendo (Gn 6,7): "Me arrepiento de haber hecho al hombre"; como si se hubiese desagradado a sí mismo en los pecadores que creó. Así es que sólo en Cristo se ha complacido, porque sólo en El no halló culpa, en la que como arrepintiéndose se reprenda.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,14. Lo que dice San Mateo: "Este es mi hijo" (Mt 3,17), y San Lucas: "Tú eres mi hijo amado"; tiene el mismo sentido. En efecto, la voz del cielo dijo una de estas cosas, pero San Mateo quiso demostrar que lo que se ha dicho: "Este es mi Hijo" tenía el mismo valor para indicar, especialmente a los oyentes, que El era el Hijo de Dios. No se dirigía a Cristo lo que ya sabía; sino que oían los que estaban presentes, para quienes también fue hecha la misma voz.

LUCAS 3,23-38


9323 (Lc 3,23)

Y el mismo Jesús comenzaba a ser como de treinta años; hijo, según se creía, de José, que lo fue de Helí, que lo fue de Mattat, que lo fue de Leví, que lo fue de Melkí, que lo fue de Janái, que lo fue de José, que lo fue de Mattatías, que lo fue de Amós, que lo fue de Nahúm, que lo fue de Eslí, que lo fue de Nangay, que lo fue de Maaz, que lo fue de Mattatías, que lo fue de Semeín, que lo fue de Joséc, que lo fue de Jodá, que lo fue de Joanán, que lo fue de Resá, que lo fue de Zorobabel, que lo fue de Salatiel, que lo fue de Nerí, que lo fue de Melkí, que lo fue de Addí, que lo fue de Cosam, que lo fue de Elmadam, que lo fue de Er, que lo fue de Jesús, que lo fue de Eliezer, que lo fue de Jorim, que lo fue de Matat, que lo fue de Leví, que lo fue de Simeón, que lo fue de Judá, que lo fue de José, que lo fue de Jonam, que lo fue de Eliaquim, que lo fue de Meleá, que lo fue de Menná, que lo fue de Mattatá, que lo fue de Natán, que lo fue de David, que lo fue de Jesé, que lo fue de Obed, que lo fue de Booz, que lo fue de Sala, que lo fue de Naassón, que lo fue de Aminadab, que lo fue de Aram, que lo fue de Esrom, que lo fue de Fares, que lo fue de Judá, que lo fue de Jacob, que lo fue de Isaac, que lo fue de Abraham, que lo fue de Tara, que lo fue de Najor, que lo fue de Serug, que lo fue de Ragáu, que lo fue de Falek, que lo fue de Eber, que lo fue de Sala, que lo fue de Cainam, que lo fue de Arfaxad, que lo fue de Sem, que lo fue de Noé, que lo fue de Lámek, que lo fue de Matusalén, que lo fue de Henoc, que lo fue de Járet, que lo fue de Maleleel, que lo fue de Cainam, que lo fue de Enós, que lo fue de Set, que lo fue de Adam, que lo fue de Dios. (vv. 23-38)

Orígenes, in Lucam, 28. Después de haber dicho que el Señor fue bautizado, expone su genealogía, no descendiendo de los superiores a los inferiores, sino subiendo desde Jesucristo hasta Dios; por lo que dice: "Y el mismo Jesús comenzaba", etc. Se dice que empezó entonces, cuando fue bautizado y recibió el misterio de la segunda generación, a fin de que tú destruyas también la primera natividad, y nazcas en la segunda generación.

San Gregorio Nacianceno, Orat. in sanct. lavacr.

Debemos considerar quién es el que fue bautizado, por quién y cuándo. Fue bautizado por Juan el que estaba puro, y cuando ya había empezado a hacer milagros; para que de ahí aprendamos a purificarnos, a abrazar la verdad y a predicar con la perfección de la edad espiritual y corporal. La primera de estas lecciones se dirige a aquellos que reciben el bautismo, y no se preservan por medio de las buenas costumbres, pues, aunque la gracia del bautismo perdona los pecados, hay que temer la vuelta al mismo vómito. La segunda se dijo a los que se levantan contra los dispensadores del misterio, que los aventajan en dignidad. La tercera es para aquellos que, jóvenes y presuntuosos, creen que no hay edad requerida para la predicación y la doctrina. Se purifica Jesús, y tú menosprecias la purificación; es purificado por Juan, y tú te levantas contra el que te aconseja; tiene treinta años, y tú en la adolescencia enseñas a los ancianos. Citáronse los ejemplos de Daniel y otros semejantes, porque el culpable está siempre dispuesto a responder. Mas lo que raras veces acontece no es ley de la Iglesia; así como una sola golondrina no establece primavera.

San Juan Crisóstomo. O acaso, para cumplir toda la ley, aguardaba aquella edad que es capaz de todos los pecados, a fin de que no se dijese que destruía la ley quien no podía cumplirla.

Expositor Griego. Por esta razón viene Jesús a bautizarse cuando tiene treinta años, con el fin de manifestar que la regeneración espiritual produce hombres perfectos, según la edad espiritual.

Beda. También puede decirse que la edad de treinta años1 , en la que fue bautizado el Salvador, insinuó también un misterio del bautismo; a saber: a causa de la fe en la Trinidad y el cumplimiento de los preceptos del Decálogo.

San Gregorio Nacianceno, Orat. in sanct. lavacr. Sin embargo, el niño debe bautizarse cuando la necesidad lo exija, porque es más útil santificarse sin sentirlo, que morir privados de ese signo. Pero se dirá: Jesucristo fue bautizado cuando tenía treinta años, siendo así que era Dios, y tú mandas que se anticipe el bautismo. Cuando dijiste Dios, has resuelto la dificultad. No le era necesario recibir el bautismo, pero tú que naciste en la corrupción te expones a una expiación grande, si mueres sin estar cubierto con el vestido de la incorrupción. Sin duda que es bueno guardar la limpieza del bautismo, pero vale más exponerse a mancharse algo que a ser enteramente privado de la gracia.

San Cirilo.Aun cuando Jesucristo carece de padre según la carne, algunos sospechaban que tenía padre; por lo cual prosigue: "Hijo, según se creía de José".

San Ambrosio, in Lucam, 3. Bien se dice "como se creía", porque en realidad no lo era; y se creía porque María lo había engendrado, (la que estaba desposada con José) ¿Cómo es que se describe la genealogía de José con preferencia a la de María (siendo así que María había engendrado a Jesús por obra del Espíritu Santo, y San José no tiene parte en la generación del Señor)? Podríamos dudar sobre esto, si la Sagrada Escritura no nos enseñase la preferencia que siempre da a la genealogía del marido, y especialmente aquí en que la genealogía de José y de María vienen a ser una sola, porque siendo José un varón justo, tomó ciertamente mujer de su propia tribu y de su misma patria. Y así en tiempo del célebre empadronamiento, subió San José, de la casa y de la familia de David, para empadronarse con su esposa María. La que desciende de la misma familia y de la misma patria viene a empadronarse, y da a entender de una manera clara que pertenece a la misma tribu y a la misma familia, de quien desciende su consorte. Por lo que explicando la generación de José el evangelista añade: "Que fue de Helí". Observaremos que San Mateo refiere a Jacob (que fue padre de José) que era hijo de Natán, y San Lucas dijo que José (con quien estaba desposada María) era hijo de Helí. ¿Cómo puede decirse que uno solo tiene dos padres, como pudieron serlo Helí y Jacob?

San Gregorio Nacianceno. Dicen algunos que solamente hay una sucesión desde David hasta José, pero que se expone con diversos nombres por cada uno de los evangelistas. Pero esto lo dicen de un modo absurdo, porque el principio de esta genealogía se encuentra en los dos hermanos, que son Natán y Salomón, de donde descendieron diferentes generaciones.

San Eusebio Cesarea, Historia Ecclesiastica, 1,6. Penetremos más en la inteligencia de estas palabras. Si habiendo afirmado San Mateo que José es hijo de Jacob, San Lucas afirma que es hijo de Helí, en ello podía haber alguna dificultad. Mas como afirmando San Mateo, San Lucas declara la opinión de muchos, no la propia, diciendo: "Según se pensaba", me parece que en esto no queda duda alguna. En efecto, había diversas opiniones entre los judíos acerca de Jesucristo, y todos decían que venía de David según las promesas que le habían sido hechas. La mayor parte decía que el Cristo descendería de David por medio de Salomón y de los otros reyes. Algunos se separaban de esta opinión, porque de ciertos reyes se refieren cosas enormes, y porque de Jeconías dijo Jeremías (Is 22) que de su descendencia ninguno se sentaría en el trono de David; cuya opinión menciona San Lucas, sabiendo que San Mateo refiere la verdad de la genealogía tal y como es. Y esta es la razón primera. Hay otra más profunda. San Mateo, como empieza su Evangelio escribiendo desde antes de la concepción de María y el nacimiento de Jesús según la carne, pone desde luego antes, como en toda historia, la genealogía según la carne, además sigue la genealogía descendiendo de los mayores, porque el Verbo de Dios, al tomar carne, descendía. San Lucas, por el contrario, parte de la regeneración por el Bautismo, y recorre otra sucesión de mayores, subiendo de los últimos a los primeros; omite los pecadores que San Mateo había nombrado (porque todo el que renace en Dios se hace extraño a sus mayores culpables, para ser hijo de Dios), y menciona a aquellos que habían vivido honestamente según Dios. Así se dice a Abraham: "Tú marcharás a tus padres" (Gn 15,15), no a tus padres según la carne, sino a tus padres en Dios, por la semejanza de su bondad. Así atribuye al que nace en Dios los mayores que son padres según Dios por la conformidad de la vida.

San Agustín, de quaestiones Novi et Veteri Testamenti, 56. O de otro modo, Mateo desciende a José de David por Salomón. Por el contrario, Lucas parte de Helí, que vivió en tiempo del Salvador, y sube por la descendencia de Natán hijo de David, y junta en una misma tribu a Helí y José, manifestando que uno y otro proceden de un mismo origen; y que así el Salvador es hijo no solamente de José, sino también de Helí. Por la misma razón que el Salvador se dice hijo de José, también se dice que es hijo de Helí y de todos los demás que pertenecen a la misma tribu. De aquí que dice el apóstol: "Cuyos padres, y de quienes es Cristo según la carne" (Rm 9,15)

San Agustín, de quaestiones evangeliorum, 2,5. Tres hipótesis pueden formarse sobre este pasaje del Evangelio. O un evangelista nombró al padre de José y otro su abuelo materno o alguno de los parientes mayores, o el uno era padre natural de José y otro por adopción, o según la costumbre de los judíos, cuando uno moría sin tener hijo, su pariente más cercano podía casarse con su viuda, cuyo primer hijo debía considerarse como el sucesor del que había muerto.

San Ambrosio. Se dice que Natán, (que descendía de Salomón) engendró a su hijo Jacob, y murió sobreviviéndole su mujer; la cual tomó Melchi por esposa, de la que nació Helí. Además Jacob, habiendo muerto Helí, su hermano, sin hijos, se casó con la mujer de él, y engendró a su hijo José, el cual, según la ley debía llamarse Jacob, porque la semilla del hermano difunto reponía la generación, según ordenaba la ley antigua.

Beda. O de otro modo, Jacob, tomando por mandato de la ley a la mujer de su hermano Helí, muerto sin hijos, engendró a José, hijo suyo según la naturaleza, pero, según la ley, hijo de Helí.

San Agustín, de questiones Novi et Veteri Testamenti, 2,3. Es muy probable que San Lucas haya contado el origen de adopción, porque no quiso decir que José había sido engendrado por aquel de quien había dicho que era hijo. Más fácilmente se dijo hijo de aquel por quien había sido adoptado, que se diría engendrado por aquél, de cuya carne no había nacido. Cuando dice San Mateo: "Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob" (Mt 1,2), y continuando con esta palabra engendró, hasta que dice el último: "Jacob engendró a José" (Mt 1,16), claramente expresa que habla de aquella paternidad y de aquel origen, por el cual José fue engendrado, no adoptado. Y aun cuando San Lucas hubiese dicho que San José descendía de Helí, ni aun así debe turbarnos la frase, porque puede muy bien decirse que el que adopta un hijo lo engendra, no con la carne, sino con la caridad. Con razón San Lucas tomó el origen según la adopción, porque creyendo en el Hijo de Dios, nos hacemos hijos de Dios por adopción, mientras que por la generación carnal el Hijo de Dios se hizo Hijo del hombre por nosotros.

San Juan Crisóstomo, in epistula ad Romam, 31. Como esta parte de Evangelio se compone de una serie de nombres, creen algunos que ninguna enseñanza preciosa se encuentra en ella. Para no caer en error, profundicemos el pasaje, porque de esos nombres se puede sacar un rico tesoro, puesto que son el emblema de muchas cosas; pues recuerdan la divina clemencia y las acciones de gracias de las mujeres, que, después de haber impetrado hijos, les imponían el nombre del don que habían recibido.

Glosa. Helí quiere decir Dios mío o el que sube; el nombre de Mathat, significa el que perdona pecados; Leví quiere decir añadido.

San Ambrosio. San Lucas nos podía nombrar muchos de los hijos de Jacob, para no aparecer divagando en una serie extraña a su genealogía. Sin embargo, no quiso omitir nombres antiguos de patriarcas, aunque en otros muy posteriores, como los de José, Judas, Simeón y Leví, que expresan cuatro géneros de virtudes. Judas es la figura profética del misterio de la pasión del Señor; José representa la santidad; Simeón el castigo del pudor ultrajado, y Leví el ministerio sacerdotal; y sigue: Que fue de Melchí, esto es, mi rey; de Janna, esto es diestra; de José, esto es, que acrece (éste fue otro José); de Matatías, esto es, don de Dios; de Amós, esto es, que carga o cargó; de Nanen, esto es ayúdame; de Nagge, esto es, mediodía o meridiano; de Mahath, esto es, deseo; de Mathathías, como arriba; de Semeí, esto es obediente; de José, esto es, aumento; de Judas, esto es, creyente; de Joanna, esto es, gracia de Dios, misericordia de Dios; de Resa, esto es, misericordioso; de Zorobabel, esto es, príncipe o maestro de Babilonia; de Salathiel, esto es, Dios mi petición; de Neri, esto es, antorcha mía; de Melchi, esto es, mi reino; de Addí, esto es, robusto o violento; de Cosan, esto es, previsor; de Her, esto es, vigilante, vigilia; de Jesús, esto es, Salvador; de Eliezer, esto es, Dios mi ayuda; de Joarim, esto es, Dios que exalta o exaltando; de Mathat como arriba; de Leví, como arriba; de Simeón, esto es, oyó la tristeza o el signo; de Judas, como arriba; de José, como arriba; de Joná, esto es, paloma o doliente; de Eliachim, esto es, resurrección de Dios; de Melcha, esto es, su rey; de Menna, esto es, mis entrañas; de Mathathias, esto es, don; de Natán, esto es, dio o dando.

San Ambrosio. Natán es el símbolo de la dignidad profética. Así vemos prefigurados los diversos géneros de virtudes en cada uno de los mayores de Jesucristo, el cual las reúne todas.

Sigue: "Que fue de David".

Orígenes, in Lucam, 28. El Señor, descendiendo al mundo, aceptó la condición de todos los pecadores, y quiso nacer de la estirpe de Salomón (como refiere San Mateo), cuyos pecados están escritos, y de los otros, de los cuales muchos obraron mal delante de Dios. Mas cuando asciende del bautismo, después de su segundo nacimiento (como refiere San Lucas), no nace por Salomón sino por Natán, el cual arguye al padre sobre la muerte de Urías y el nacimiento de Salomón.

San Agustín, retractationum libri, 1,28. Conviene advertir que fue un profeta del mismo nombre el que reprendió a David, para que no se piense que fue el mismo hombre, habiendo sido otro.

San Gregorio Nacianceno. A partir de David, la marcha de la genealogía es la misma según los dos evangelistas, por lo que sigue: "Que fue de Jessé".

Glosa. David se interpreta mano fuerte, Jessé incienso. Sigue: que fue de Obed, que significa servidumbre; que fue de Booz, que significa fuerte; que fue de Salmón, que es sensible o pacífico; de Naasson que es augurio o serpentino; de Aminadab, esto es, pueblo voluntario; de Aram, que es derecho o excelso; de Esrón, esto es, saeta; de Jares, que es división; de Judas, esto es, que confiesa, de Jacob, que es suplantador; de Isaac, que es risa o gozo; de Abraham, que es padre de muchas gentes o que ve pueblo.

San Juan Crisóstomo, in Matthaeum, 1. San Mateo, como que escribía para los judíos, no se propuso decir más que Cristo descendía de Abraham y de David, porque esto agradaba sobremanera a los judíos. San Lucas, por el contrario (como quien habla para todos), prosigue su relación hasta Adán, de donde sigue: "Que fue de Tharé".

Glosa. Que se interpreta exploración o nequicia; que fue de Nachor, que es descansó la luz; que fue de Larug, que es correa o quien tiene las riendas o perfección; de Ragan, que es enfermo o que apacienta; de Phares, que es el que divide o dividido; de Heber, que es tránsito; de Sale, que es el que quita; de Cainan, que es lamentación o posesión de ellos.

Beda. Según el texto hebreo, el nombre y la generación de Cainán no se encuentran ni en el Génesis ni en las palabras de los días, pero se dice que Arphaxad fue el padre inmediato de Selaa (o Salé) Sabed, pues, que Lucas tomó esta generación de la Septuaginta, donde está escrito que Arphaxad, de edad de 135 años, engendró a Cainan, y que éste engendró a Selaa, a la edad de ciento treinta años.

Sigue: "Que fue de Arphaxad".

Glosa. Que significa que repara la devastación; que fue de Sem, que es nombre o nombrado; que fue de Noé, que es descanso.

San Ambrosio. El nombre del justo Noé no debía omitirse en las genealogías del Señor, a fin de que, desde su nacimiento, se viese que el fundador de la Iglesia había antes enviado un mayor de su raza para fundarla bajo la figura del arca. Que fue de Lamech.

Glosa. Que significa humillado o que hiere o herido o humilde; que fue de Mathusalém, que es emisión de la muerte o que es muerte y preguntó.

San Ambrosio. Los años de este patriarca se cuentan antes del diluvio, para que se vea que así como Cristo es el único, cuya vida no siente edad alguna, así también aparezca que no sintió el diluvio en sus mayores. Que fue de Enoch. Este es un indicio manifiesto de la santidad del Señor y su divinidad. Puesto que el Señor no sintió la muerte y subió al cielo, como este antepasado de su raza fue arrebatado al cielo. De este modo se ve con claridad que Cristo pudo no morir, pero que lo quiso para que su muerte nos aprovechase. Mas aquél fue arrebatado para que la malicia no mudase su corazón; pero el Señor (a quien la malicia del mundo no podía mudar) volvió con la majestad de su grandeza al punto de donde había venido.

Beda. Subiendo el hijo de Dios bautizado hasta Dios el Padre, pone bien en el grado septuagésimo a Enoch, el cual, evitada la muerte, fue trasladado al Paraíso; a fin de significar que aquéllos que son regenerados por agua y del Espíritu Santo en la gracia de la adopción de los hijos (después de la disolución del cuerpo) llegarán un día al eterno descanso. A causa del sábado, que es el día séptimo, el número setenta significa el reposo de aquellos que, con la ayuda de la gracia de Dios, observaron el Decálogo de la ley.

Glosa. Enoch significa dedicación; que fue de Jared, que es descendiente o continente; que fue de Malaleel, que es alabado de Dios o que alaba a Dios; que fue de Cainan, como arriba; que fue de Enós, esto es, hombre o que desespera o violento; que fue de Seth, que es posición o puso.

San Ambrosio. Seth, último hijo de Adán, se nombra para significar (en figura) las dos generaciones de pueblo, y que Cristo debe contarse en la segunda generación más bien que en la primera.

Prosigue: "Que fue de Adam".

Glosa. Que significa hombre, o terreno, o indigente; que fue de Dios.

San Ambrosio. ¿Qué cosa más bella pudo acordar que empezar la santa genealogía por el Hijo de Dios y conducirla hasta el hijo de Dios? Creado primero en figura, nace después en verdad; hecho antes a su imagen, desciende por El la imagen de Dios a la tierra. También creyó San Lucas que debía referir el origen de Cristo a Dios, porque Dios es el verdadero generador de Cristo, o porque es su Padre, según la verdadera genealogía, o porque, según la regeneración del bautismo, El es el autor del don místico; y por eso no escribió desde luego su genealogía, sino después de haber explicado su bautismo, para mostrarlo Hijo de Dios (según la naturaleza y según la gracia) Además, ¿qué signo más evidente de su divina generación que esto, que hace decir al Padre, antes de escribir su genealogía: "Tú eres mi Hijo amado"?

San Agustín, de cons. Evang., lib. 2, cap. 4. Bastante demostró con esto que, al llamar a José hijo de Helí, no quiso decir engendrado sino adoptado por él; así como llamó a Adán hijo de Dios, no por generación, puesto que fue creado, sino porque fue constituido por gracia (que después perdió pecando) como hijo en el Paraíso.

Teofilacto. Termina también la genealogía en Dios, para que sepamos que Cristo elevará a los padres intermediarios hasta Dios y los hará sus hijos; y para que igualmente se creyese que la generación de Cristo se verificó sin concurso de hombre, como si dijese: Si no creéis que el segundo Adán fue formado sin cooperación de hombre, venid al primer Adán, y hallaréis que Dios le formó de la tierra.

San Agustín, de cons. Evang., lib. 2, cap. 4. San Mateo quiso representar al Señor descendiendo a nuestra mortalidad, por eso refiere las generaciones, en el principio de su Evangelio, descendiendo desde Abraham hasta Cristo. San Lucas, por el contrario, no cuenta las generaciones desde el principio, sino desde el bautismo de Cristo; y no descendiendo, sino ascendiendo. En fin, para designar mejor al Pontífice que ha de borrar los pecados, parte del lugar en que San Juan da testimonio, diciendo: "He aquí el que quita los pecados del mundo" (Jn 1,29), y subiendo llega hasta Dios, con quien, limpios y purificados, nos reconciliamos.

San Ambrosio. Los evangelistas que siguieron el orden antiguo, no por eso discrepan de los otros. No hay que admirarse si en San Lucas se ven más generaciones, desde Abraham hasta Cristo, que en San Mateo, puesto que se concuerda en que no han seguido la generación por las mismas personas. Pudo suceder que unos hayan tenido larga vida, mientras que los de la otra genealogía hayan muerto jóvenes; del mismo modo que vemos ancianos vivir con sus nietos, al paso que otros mueren apenas tienen hijos.

San Agustín, de quaest. Evang., lib. 2, quaest. 6. Muy convenientemente San Lucas, comenzando desde el bautismo del Señor, cuenta setenta y siete personas, ascendiendo en su genealogía; pues así expresó nuestra ascensión hacia Dios, con quien nos reconciliamos por la remisión de los pecados, porque el bautismo remite todos los pecados que se significan por ese número. En efecto, once veces siete son setenta y siete. En el número diez está la perfección de la bienaventuranza; de donde es claro que la trasgresión de la decena representa el pecado, que por soberbia desea tener más. El número siete veces significa que esta trasgresión viene de la acción del hombre, porque el número tres significa la parte inmaterial del hombre, y el número cuatro el cuerpo. Sin embargo, la acción no se expresa en los números, cuando decimos uno, dos, tres, sino cuando decimos una vez, dos veces, tres veces; y así once veces siete expresa que la trasgresión viene de la acción del hombre.


Catena aurea ES 9318