Catena aurea ES 9422

LUCAS 4,22-27

9422 (Lc 4,22-27)

Y todos le daban testimonio, y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: "¿Por ventura no es éste el hijo de José?" Y les dice: "Sin duda me aplicaréis esta semejanza. Médico, cúrate a ti mismo. Cuanto oímos que hiciste en Cafarnaúm, hazlo aquí en tu patria". Dice, pues: "En verdad os digo, que ningún Profeta es bien recibido en su patria. Dígoos en verdad, muchas viudas había en Israel en tiempo de Elías, cuando se cerró el cielo durante tres años y seis meses, resultando grande hambre en toda la tierra, y a ninguna de aquéllas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidonia. Y había muchos leprosos en Israel, en tiempo de Eliseo Profeta, y ninguno de ellos fue curado, sino Naamán Siro". (vv. 22-27)

Crisóstomo, hom. 49, in Matth. Habiendo venido el Señor a Nazaret, se abstuvo de hacer milagros, para no excitar mayor envidia. Les expone una doctrina no menos admirable que los milagros. Había cierta divina gracia inefable en las palabras del Salvador, que enternecía las almas de los que le escuchaban, de donde se dice: "Y todos le daban testimonio".

Beda. Le daban testimonio, testificando que El era verdaderamente -como había dicho- Aquel de quien cantara el Profeta.

Crisóstomo, hom. 49, in Matth. Pero necios admiradores de la virtud de la palabra, le desprecian a El, por aquel a quien creían su padre, de donde sigue: "Y decían: ¿Acaso éste no es el hijo de José?"

San Cirilo, in Cat. graec. Patrum. Pero ¿qué impide, para ser venerable y admirable, que fuese hijo -como creían- de José? Por ventura no ves los divinos milagros, a Satanás vencido y a muchos curados de sus enfermedades.

Crisóstomo, hom. 49, in Matth. Después de mucho tiempo y de la publicidad de sus milagros, volvió a ellos y no le soportaron, sino que nuevamente se encendían de envidia, por lo que sigue: "Y les dijo: Ciertamente que me diréis este símil: Médico, cúrate a ti mismo".

San Cirilo.Era éste un proverbio comúnmente admitido entre los judíos, inventado para ofender a otro; así decían algunos a los médicos que estaban enfermos: "Médico, cúrate a ti mismo".

Glosa ordin. Como diciendo: Hemos sabido que curaste a muchos en Cafarnaúm, cúrate también a ti mismo, esto es, haz igualmente en tu ciudad, donde fuiste concebido y criado.

San Agustín, De cons. Evang., lib. 2, cap. 42. Puesto que San Lucas recuerda las grandes cosas que hizo, y sabe que no las ha contado todavía, ¿qué cosa más evidente que él ha contado esto antes de tiempo? Pues no ha pasado tan allá del bautismo, que se crea haber olvidado que aún nada ha dicho de lo que pasó en Cafarnaúm.

San Ambrosio. No en vano se excusa el Salvador de no haber obrado milagro alguno en su patria; para que no creyese alguien que el amor a la patria debe ser para nosotros el inferior, pues sigue: "Dice, pues: En verdad os digo, que ningún profeta es bien recibido en su patria".

San Cirilo.Como diciendo: Queréis que haga muchos prodigios entre vosotros, cerca de quienes he sido criado; mas no se me oculta cierta pasión común a muchos. Se desprecian de alguna manera siempre, aun las cosas mejores, cuando no suceden rara vez a alguno, sino cuando él quiere; y así pasa con los hombres, al que es familiar, como siempre está dispuesto, se le niega la reverencia debida por sus conocidos.

Beda. Que Cristo es llamado profeta en las Escrituras, lo atestigua Moisés, cuando dice: "Dios os suscitará un profeta de entre vuestros hermanos" (Dt 18,15)

San Ambrosio. Con este ejemplo se da a entender que en vano se debe esperar la ayuda de la Misericordia divina, cuando se tiene envidia al mérito de la virtud de otro. El Señor desprecia a los envidiosos, y aleja los milagros de su poder, de aquellos que persiguen en otros los divinos beneficios; pues las operaciones de la carne del Señor son una prueba de su divinidad, y lo que es invisible en El se nos demuestra por lo que es visible. Observad, pues, los males que produce la envidia. La patria de Jesús, la cual fue digna de que el Hijo de Dios fuese en ella concebido, es juzgada indigna de sus obras por la envidia.

Orígenes, in Lucam hom. 33. En la narración de San Lucas, no se dice que Jesús hubiese hecho prodigio alguno en Cafarnaúm; pues antes que viniese a Cafarnaúm, léese que vino a Nazaret, por lo que presumo que estas palabras: "Todas aquellas cosas que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm", ocultan cierto misterio, y que Nazaret representa a los judíos, como Cafarnaúm a los gentiles. Tiempo vendrá en que dirá el pueblo de Israel: Danos a conocer lo que has manifestado a todo el mundo; predica tu palabra al pueblo de Israel, para que, al menos cuando entren todas las gentes se salve todo Israel. Por lo tanto, creo que el Salvador contestó muy oportunamente: "Ningún profeta es acepto en su patria", más bien según el espíritu que según la letra. Aunque Jeremías no fue bien recibido en Anathoth -su patria- así como los demás profetas, paréceme, no obstante, que se entiende mejor diciendo que, aunque el pueblo de la circuncisión fue la patria de todos los profetas, las naciones recibieron el anuncio de Jesucristo, y creyeron a Moisés y a los profetas, que anunciaban al Cristo, más dócilmente que los de su patria, que no recibieron a Jesús.

San Ambrosio. Cita un ejemplo muy a propósito para reprimir la arrogancia de sus conciudadanos celosos, y muestra que su conducta está conforme con las antiguas Escrituras; pues sigue: "En verdad os digo, que muchas viudas había en Israel en los días de Elías", no porque los días fueran de Elías, sino porque durante ellos operó Elías.

Crisóstomo. Este ángel de la tierra; este hombre celestial, que no tenía habitación, ni mesa, ni vestido como muchos, llevaba en su boca la llave de los cielos; y esto es lo que sigue: "Cuando se cerró el cielo". Después que cerró el cielo, e hizo la tierra estéril, reinaba el hambre y se consumieron los cuerpos. Y por ello sigue: "Cuando hubo una grande hambre por toda la tierra".

San Basilio. Como vio que la saciedad engendraba grandes escándalos, les impuso el ayuno por medio del hambre, y reprimió así la culpa de aquéllos, que iban creciendo demasiado. Los cuervos, que de ordinario roban a los otros su alimento, lo suministraron al justo.

Crisóstomo. Y como se secó el río de donde bebía el justo, el Señor le dijo: "Ve a Sarepta de Sidonia: allí mandaré a una mujer viuda que te alimente" (1R 17,9) Por lo cual prosigue: "Mas a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una mujer viuda, en Sarepta de Sidonia". Lo cual se verificó por una gracia especial del Señor. Dios hizo que marchase por un camino muy largo hasta Sidonia, para que, viendo el hambre que se padecía, pidiese al Señor las lluvias. Entonces había muchos que eran ricos, pero ninguno hizo lo que la viuda. La veneración de esta mujer hacia el Profeta la hizo hallar riquezas, no en sus dominios, sino en su voluntad.

San Ambrosio. Según el sentido místico, dice: "En los días de Elías", porque días hacía para aquéllos, que veían en sus obras la luz espiritual, y por lo tanto se abría el cielo para los que veían los misterios divinos; y se cerraba durante el hambre, porque no había deseo de conocer al Señor. Aquella viuda, a quien fue enviado Elías, es una figura de la Iglesia.

Orígenes, in Lucam hom 32. Como había hambre en todo Israel, esto es, de oír la palabra de Dios, vino el profeta a la viuda, de la que se dice: "La que está abandonada tiene más hijos que aquélla que tiene esposo" (Is 54,1); y habiendo venido, multiplica su pan y sus alimentos.

Beda. Sidonia quiere decir caza inútil; Sarepta, incendio o escasez de pan; con lo cual se representa a la gentilidad, que, dedicada a la caza inútil -esto es, a las ganancias y a los negocios de la vida-, sufría el incendio de las pasiones carnales, y la escasez del pan espiritual; hasta que Elías -esto es, la palabra profética-, después de haber cesado la inteligencia de las Sagradas Escrituras, por la perfidia de los judíos, vino a la Iglesia, para que, recibido en ella, alimentase y fortificase los corazones de los creyentes.

San Basilio. Así toda alma, viuda y privada de la virtud y del conocimiento de Dios, cuando recibe la divina palabra, y conoce sus propios defectos, aprende a alimentar la palabra con el pan de las virtudes, y a regar la ciencia de la virtud con la fuente de la vida.

Orígenes, in Lucam hom. 33. Mas dice otra cosa todavía en el mismo sentido, cuando añade: "Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del Profeta Eliseo; mas ninguno de ellos fue limpiado sino Naaman de Siria, el cual no era, en verdad, de Israel".

San Ambrosio. En un sentido místico el pueblo, formado de extranjeros, se une a la Iglesia para seguirla. Era leproso antes de ser bautizado en el río misterioso, mas después que fue purificado, por medio del Sacramento del Bautismo de todas las manchas que tenía en su cuerpo y en su alma, empezó a ser una virgen inmaculada sin arrugas.

Beda. Naaman -que quiere decir hermoso-, significa pueblo de las naciones, a quien se manda purificar siete veces, porque el bautismo salva lo que regenera por medio de los siete dones del Espíritu Santo. Su carne aparece después de la purificación como la de un niño, porque la madre gracia pone a todos en una misma infancia, o porque se hace semejante a Cristo, de quien se dice: "Un niño nos ha nacido" (Is 9,6)


LUCAS 4,28-30

9428
(
Lc 4,28)

Y se llenaron todos de ira en la sinagoga, oyendo estas cosas, y se levantaron, y le echaron fuera de la ciudad: Y lo llevaron hasta la cumbre del monte, sobre el cual estaba edificada la ciudad, para precipitarlo: mas El, pasando por medio de ellos, se fue. (vv. 28-30)

Griego, in Cat. graec. Patr. Se indignan porque les echa en cara su mala intención; de donde sigue: "Y se llenaron todos de ira en la sinagoga, oyendo estas cosas". Como había dicho: "Hoy se cumple esta profecía", creyeron que se comparaba a sí mismo a los profetas, y por eso se indignaron y lo echaron fuera de la ciudad; de donde se sigue: "Y se levantaron, y le echaron fuera de la ciudad".

San Ambrosio. No debe causar extrañeza que perdiesen su salvación, aquellos que arrojaron al Salvador de sus confines. El Señor, pues (que había enseñado a los apóstoles con su ejemplo cómo debe tratarse a los demás), ni rechaza a los que quieren estar con El, ni obliga a los que no quieren; ni hace oposición a los que le arrojan, ni desoye a los que le piden. Y no es pequeña la envidia que se levanta, cuando olvidándose todos de la caridad del Salvador, convierten los motivos de gratitud en odios acerbos. De aquí sigue: "Y lo llevaron hasta la cumbre del monte, sobre el cual estaba edificada la ciudad, para despeñarlo".

Beda. Los judíos son peores, siendo discípulos, que siendo el diablo maestro. Porque aquél dice: "Arrójate al abismo" (Mt 4,6); pero estos intentan arrojarle de hecho. Mas el Salvador, mudando la intención de ellos, o aturdiéndolos, bajó, porque aún les reservaba ocasión de arrepentirse. De aquí prosigue: "Mas El, pasando por medio de ellos, se fue".

San Crisóstomo. En lo cual da a conocer lo que es propio de la humanidad y lo que es propio de la divinidad: encontrarse en medio de los que le acechan y no ser aprehendido, da a entender la excelencia de la divinidad. Pero marcharse es tanto como dar a conocer el misterio de una gracia especial, esto es, de la encarnación.

San Ambrosio. Entiéndase también que no sufrió la pasión de su cuerpo por necesidad, sino voluntariamente. Porque cuando quiere, es prendido; y cuando quiere, se escapa. Y si no ¿cómo podía ser prendido por unos pocos, el que no puede ser detenido por un pueblo entero? Mas quiso ser perseguido por una muchedumbre sacrílega, a fin de morir por todos, siendo inmolado por unos pocos. Sin embargo, quería más bien salvar a los judíos que perderlos para siempre, y por eso cuidaba de que ellos no pudiesen cumplir lo que querían, dejando frustrado su furor.

Beda. No había venido aún la hora de su pasión, que debía tener lugar durante la preparación de la Pascua; tampoco se encontraba en el lugar en donde debía suceder la pasión, el cual no se figuraba en Nazaret, sino en Jerusalén, con la sangre de las víctimas; ni tampoco había elegido esta clase de muerte, puesto que todos los siglos anunciaban que sería crucificado.

LUCAS 4,31-37


9431 (Lc 4,31-37)

Y bajó a Cafarnaúm ciudad de la Galilea, y allí les enseñaba en los sábados. Y se maravillaban de su doctrina, porque era con autoridad su palabra. Y había en la sinagoga un hombre poseído de un demonio inmundo, y exclamó en alta voz, diciendo: "Déjanos ¿qué tienes tú con nosotros, Jesús de Nazaret? Conozco bien quién tú eres, el Santo de Dios". Y Jesús le increpó y dijo: "Enmudece y sal de él". Y el demonio, derribándole en medio, salió del cuerpo del endemoniado, y no le hizo daño alguno. Y quedaron llenos de espanto, y se hablaban los unos a los otros, diciendo: "¿Qué cosa es ésta?, porque con poder y con virtud manda a los espíritus inmundos, y salen": Y se difundía la fama de El por todos los lugares de la comarca. (vv. 31-37)

San Ambrosio. El Señor no abandonó Judea, ni excitado por la indignación, ni ofendido del crimen; antes al contrario, olvidándose de la injuria, no se acuerda más que de la clemencia (ora enseñando, ora curando) y así inclina a los corazones de aquel pueblo pervertido. Por lo cual sigue: "Y bajó a Cafarnaúm, ciudad de la Galilea", etc.

San Cirilo.Aun cuando sabía que eran desobedientes y duros de corazón, sin embargo, los visita como el buen médico visita a aquellos que se encuentran en la última enfermedad y se esfuerza por curarlos. Enseñaba sin temor en las sinagogas, según aquellas palabras de Isaías: "Nunca he hablado en secreto, ni en lugar oscuro de la tierra" (Is 45,19) También disputaba en sábado con ellos, porque descansaban. Se admiraron de la grandeza de su doctrina, de su virtud y de su poder. Y prosigue: "Su doctrina los llenaba de asombro, porque hablaba con autoridad". Esto es, no de un modo blando, sino impulsivo e incitatorio a la salvación. Los judíos pensaban que Cristo era como alguno de los santos o de los profetas; y para que se formasen mejor opinión de El, excedía la medida de los profetas. No decía, pues: "Esto dice el Señor" (como acostumbraban a decir los profetas), sino que como Autor de la ley decía cosas que estaban sobre la misma ley, pasando de la letra a la verdad, y de las figuras a su cumplimiento espiritual.

Beda. La predicación de un doctor tiene autoridad cuando obra según lo que enseña; mas se desprecia al que desmiente con sus actos lo que predica.

San Cirilo.Por eso el Salvador del mundo hace alternar sus obras prodigiosas con su enseñanza. A los que no tienen inteligencia para comprender, los excita la manifestación de ciertas señales. De donde prosigue: "Y había en la sinagoga un hombre poseído del demonio", etc.

San Ambrosio. Dice que las obras de la divina medicina comenzaron el sábado, para enseñarnos que la nueva creación comienza donde la antigua había concluido; mostrando así que el Hijo de Dios no está sometido a la ley, sino sobre la ley, desde el principio. Oportunamente empezó a obrar prodigios en sábado para manifestar que El era el Creador, que había dado principio a todas las cosas, y que ahora continuaba la obra que El mismo había empezado; como si un obrero se propone renovar una casa, no empieza por los cimientos, sino por las partes superiores, de manera que comience por donde antes había concluido. Además empieza por las obras menores para llegar a las más grandes. Los santos pueden librar también del demonio (pero en nombre del Señor), mas sólo pertenece al poder de Dios mandar a los muertos que resuciten.

San Cirilo.Los judíos vituperaban la gloria de Jesucristo, diciendo: Este no arroja a los demonios, sino por Belcebú, príncipe de ellos (Mt 12,24) Para destruir este error, cuando los demonios se presentaban ante su invencible poder, y no podían tolerar el concurso de la Divinidad, gritaban. De aquí prosigue: "Y exclamó en voz alta diciendo: déjanos, ¿qué tienes tú con nosotros", etc.

Beda. Como diciendo: Deja un poco de maltratarme, porque tú no puedes estar conforme con nuestros engaños.

San Ambrosio. No debe mover a nadie que en este libro sea el diablo el primero que pronuncia el nombre de Jesús Nazareno; pues Cristo no recibió de él el nombre que el ángel trajo del cielo a la Virgen. Tal es la imprudencia del diablo, que usurpa el primero alguna cosa entre los hombres, y la lleva como nueva a los hombres para inspirar el terror de su poder. De donde prosigue: "Conozco bien quién tú eres, el Santo de Dios".

San Atanasio, in Cat. graec. Patrum.

No le llamaba un Santo de Dios, porque entonces daría a entender que era como los demás santos, sino existiendo singularmente Santo, añadiendo el artículo. El es, pues, el Santo por naturaleza. Todos los demás se llaman santos, porque participan algo de El y, sin embargo, no decía esto porque lo conociese en verdad, sino que fingía conocerlo.

San Cirilo.Los demonios creían que por medio de esta alabanza inculcarían en Jesús el deseo de la vanagloria; proponiéndose que no les contrariase o los reprendiese por esto como recompensando así una gracia con otra gracia.

San Crisóstomo, hom 9, in ad Cor. También quiso el demonio trastornar el orden de las cosas, usurpar la dignidad de los apóstoles, y persuadir a muchos a que le obedeciesen a él.

San Atanasio. Reprimía, pues, su palabra, aunque confesaba la verdad, para que con la verdad no publicase también su iniquidad; y al propio tiempo, para acostumbrarnos a no cuidarnos de tales, aunque parezca que dicen la verdad. Porque es criminal que, teniendo la Escritura divina, nos dejemos instruir por el diablo. De donde sigue: "Y Jesús le increpó y le dijo: Enmudece, y sal de él", etc.

Beda. El poseído es arrojado en medio de todos por permisión de Dios, a fin de que, manifestada la virtud del Salvador, invite a muchos para emprender el camino de la salvación. De aquí prosigue: "Y el demonio, derribándolo en medio", etc. Parece que lo que dice San Marcos: "Y agitándole con violencia el espíritu inmundo, y dando un gran grito, salió de él" (Mc 1,26) es distinto; a no ser que entendamos que con estas palabras: "Agitándole con violencia", San Marcos quiso decir lo mismo que éstas de San Lucas: "Arrojándole en medio de todos". Por eso cuando sigue: "Y no le hizo daño alguno", se entiende que aquella agitación de miembros, y aquella sacudida, no le hicieron daño, como de ordinario, cuando se amputan y arrancan algunos miembros. Con razón, pues, se admiran de una curación tan completa. Por lo cual sigue: "Y quedaron todos llenos de espanto" etc.

Teofilacto. Como diciendo: ¿Qué orden es esa que ha dado: "Sal de este hombre", y salió?

Beda. Los santos pueden ciertamente expeler a los demonios, (pero sólo en nombre de Dios), mas el divino Verbo ejerce este poder con autoridad propia.

San Ambrosio. En sentido místico, el poseído del espíritu inmundo en la sinagoga es el pueblo judío, que, atrapado en las redes del diablo, manchaba la pureza fingida del cuerpo con la suciedad interior del alma. Y ciertamente que tenía el espíritu inmundo, puesto que había perdido al Espíritu Santo; había entrado el diablo allí, de donde Cristo saliera.

Teofilacto. Debe saberse también que muchos están poseídos del demonio ahora; a saber: los que hacen lo que el demonio desea. Como los furiosos, que tienen el demonio de la ira, y así de los demás. Pero el Señor viene a la sinagoga cuando el alma del hombre está recogida, y entonces dice al demonio que la ocupa: "Enmudece". Y al punto, arrojándolo en medio, sale de él. No está bien que el hombre sea iracundo constantemente (porque es propio de las fieras), ni tampoco que carezca siempre de energía (porque esto haría creer que es insensible), por lo que conviene buscar un término medio, reprendiendo las malas acciones. Y así es arrojado el hombre en medio, cuando el espíritu inmundo sale de él.

LUCAS 4,40-41


9440 (Lc 4,40-41)

Y cuando el sol se puso, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades, se los traían. Y El, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. Los demonios salían de muchos, gritando y diciendo: "Que tú eres el Hijo de Dios": Y reprendiéndoles, no les permitía decir que sabían que El era Cristo. (vv. 40-41)

Teofilacto. Debe considerarse cuánto era el deseo de aquellas turbas, porque en cuanto el sol se ponía, le traían los enfermos, sin que les arredrase lo intempestivo de la hora; por lo cual dice: "Y cuando el sol se puso, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades, se los traían".

Orígenes, ut sup. Se los traían cerca de la puesta del sol, esto es, cuando había pasado el día, ya porque durante el día estaban ocupados en otras cosas, o ya porque creían que no era lícito curar en día de sábado. Pero Jesús los curaba; por lo cual sigue: "Y El, poniendo las manos sobre cada uno de ellos", etc.

San Cirilo, ut sup. Aunque como Dios hubiese podido curarlos a todos con una sola palabra, sin embargo, los toca, dando a entender que su carne tenía virtud bastante para remediar todos los males; porque era carne de un Dios. Así como el fuego colocado en un vaso de bronce le comunica su propio calor, así el Omnipotente Verbo de Dios, cuando se unió realmente al templo, animado e inteligente, tomado de la Virgen, le hizo participante de los efectos de su poder. Que nos toque también a nosotros; mejor aún, toquémosle nosotros a El, para que nos libre de las enfermedades del alma, de los ataques del demonio y de la soberbia. Prosigue, pues: "Y salían de muchos los demonios", etc.

Beda. Los demonios confiesan al Hijo de Dios; por eso después se dice: "Sabían que El era el Cristo". Cuando el demonio le vio fatigado por el ayuno, creyó que era un puro hombre; pero como no pudo triunfar en su tentación, dudó si sería Hijo de Dios; y ahora, por el poder de los milagros, comprende, o más bien, sospecha que es el Hijo de Dios. No persuadió a los judíos a que lo crucificasen porque creyera que no era el Hijo de Dios, sino porque no previó que él mismo sería condenado por su muerte.

Acerca de este misterio, oculto desde la eternidad, dice el Apóstol (1Co 2,8), "que ningún príncipe de este mundo le ha conocido, porque si le hubieran conocido, nunca hubiesen crucificado al Dios de la gloria".

Crisóstomo, in Marc. hom 5. Y en esto que sigue: "Y los reñía, y no les permitía decir", etc., mira la humildad de Jesucristo, que no dejaba a los demonios inmundos publicar su poder. No convenía, pues, que ellos tuviesen la gloria de ejercer el oficio de los apóstoles, ni convenía que los misterios de Jesucristo fuesen publicados por medio de lenguas infernales.

Teofilacto. No es gloriosa la alabanza cuando procede de la boca de un pecador (Si 15,9), o porque no quería Jesús encender la envidia de los judíos si era alabado por todos.

Beda. A los Apóstoles también se les manda callar, no fuera que, conocida la majestad divina, se dilatase la realización de la pasión.

LUCAS 4,42-44


9442 (Lc 4,42)

Y cuando fue de día salió para irse a un lugar desierto, y las gentes le buscaban, y fueron hasta donde El estaba. Y le detenían para que no se apartase de ellos. El les dijo: "A las otras ciudades es menester también que yo anuncie el reino de Dios, porque para eso he sido enviado". Y predicaba en las sinagogas de la Galilea. (vv. 42-44)

Crisóstomo. Después que hubo dispensado muchos beneficios a los pueblos por medio de sus milagros, convenía que Jesús se marchase; porque los milagros parecen más grandes en ausencia del que los ha hecho; hablan más alto, y hacen veces de predicación. Por lo cual prosigue: "Y cuando fue de día salió para irse", etc.

Expositor Griego. Se fue a un desierto (como dice San Marcos) y oraba, no porque El necesitase de oración, sino para enseñarnos la manera de obrar bien.

Crisóstomo. Los fariseos, ante la elocuencia de los milagros, se escandalizaban del poder de Cristo; mas los pueblos, que oían la divina palabra, se conformaban con ella y seguían a Jesús. De aquí prosigue: "Y las gentes le buscaban", etc. No eran ni los príncipes ni los escribas, sino todos aquellos a quienes no había cegado el engaño de la malicia, y que tenían la conciencia limpia.

Expositor Griego. Respecto de lo que dice San Marcos, que los apóstoles habían venido a Jesús, diciéndole: "Todos te buscan", en lugar de lo que dice San Lucas: "Vinieron los pueblos", no hay contradicción entre ellos; pues los pueblos habían acudido a El siguiendo los pasos de los apóstoles. El Señor gozaba de verse así rodeado; pero ordenaba que le dejasen, para que otros fuesen participantes de su doctrina celestial, porque su permanencia sobre la tierra no había de ser duradera. Prosigue: "Y les dijo: A las otras ciudades es menester también que yo anuncie el reino de Dios", etc. San Marcos dice: "Para esto vino" (Mt 1,38), manifestando así la grandeza de su divinidad y su voluntaria humillación. Y San Lucas dice: "He sido enviado para esto", manifestando el objeto de su encarnación, y llamando a su misión el beneplácito del Padre. Y aquél dice simplemente: "Para predicar", y éste añade: "el reino de Dios", que es el mismo Cristo.

Crisóstomo. Considera también que, aun permaneciendo en un mismo lugar, podía atraerlos todos a sí, y sin embargo no lo hizo, dándonos ejemplo para que andemos y busquemos a los que perecen, así como el médico busca también al enfermo. Con una sola alma que se salve por la mediación de otro, puede obtenerse el perdón de muchos pecados. Y de aquí prosigue: "Y predicaba en las sinagogas de la Galilea". Frecuentaba las sinagogas enseñando que El no era un seductor; porque si solamente habitara lugares desiertos, le hubieran acusado de conspirador.

Beda. Si el ocaso del sol es una figura mística de la muerte del Señor, la vuelta del día es el signo de su resurrección; el pueblo creyente lo busca por el resplandor de su luz. Después de haberle hallado en el desierto de las gentes, lo rodea para que no se vaya, especialmente siendo así que esto sucedía en el día siguiente al sábado, en el cual debía verificarse la resurrección.

LUCAS 5,1-4


9501 (Lc 5,1-4)

Y aconteció que se agolpaban las gentes hacia El, para oír la palabra de Dios, y El estaba a la orilla del lago de Genesaret. Y vio dos barcas que estaban a la orilla del lago: y los pescadores habían saltado a tierra, y lavaban sus redes. Y entrando en una de estas barcas, que era de Simón, rogó que la apartase un poco de tierra. Y estando sentado, enseñaba al pueblo desde la barquilla. (vv. 1-4)

San Ambrosio, in Lucam lib 4. Cuando Jesús hubo dispensado la salud a varias clases de enfermos, y ni el tiempo ni el lugar detenía a las turbas deseosas de salud, declinó la tarde. Y le seguían. Un lago les disputa el paso, y le rodeaban por todas partes; por ello se dice: "Y aconteció que agolpándose las turbas hacia El", etc.

Crisóstomo. Estaban unidos a El, lo amaban, lo admiraban, y deseaban tenerlo siempre consigo. ¿Quién se separaría de El cuando hacía tales milagros? ¿Quien no querría ver aquel rostro y aquella boca que decía tales cosas? No sólo era admirable cuando hacía milagros, sino que su solo aspecto abundaba en gracia de una manera extraordinaria. Por lo que cuando hablaba le oían con el mayor silencio, y nunca interrumpían su discurso; por esto se dice: "Y acudían a El para oír la palabra de Dios", etc. Prosigue: "Y El estaba a la orilla del lago de Genesareth".

Beda. Aseguran que el lago de Genesareth era el mismo mar de Tiberíades, y que tomó el nombre de mar de Galilea en atención a la provincia que le rodeaba. Genesareth se llama también porque este mar se parece a un lago (que encrespando sus olas parecía que él mismo era quien se agitaba), y en griego quiere decir que engendra la brisa. Sus aguas, en vez de ser tranquilas como las de los lagos, son frecuentemente agitadas por los vientos; son dulces y buenas para beber. Pero en la lengua hebrea se acostumbró a designar con el nombre de mar a toda reunión de aguas, sean dulces o saladas.

Teofilacto. El Señor huye de la gloria, cuanto más ella le persigue, y por ello, separándose de las turbas, entró en la barca. De donde prosigue: "Y vio dos barcos que estaban a la orilla del lago. Y los pescadores habían saltado en tierra, y lavaban sus redes".

Crisóstomo. Lo cual era señal de descanso. Pero, según San Marcos, los encontró remendando sus redes. Tanta era la pobreza de aquellos pescadores que remendaban sus redes, no pudiendo comprar otras. Queriendo reunir oportunamente a toda la concurrencia, y que nadie se quedase a su espalda, y con el fin de que todos le viesen cara a cara, subió en el barco. Por esto dice: "Y entrando en una nave que era de Simón, le rogó", etc.

Teofilacto. He aquí la mansedumbre de Jesucristo, que ruega a Pedro; y la obediencia de Pedro, en todo.

Crisóstomo. Después que hizo tantos milagros, expone de nuevo su doctrina; y encontrándose en el mar, pesca a los que están en tierra. Y de aquí prosigue: "Y estando sentado, enseñaba al pueblo desde la navecilla".

San Gregorio Nacianceno, hom. de repudio. Condescendiendo con todos, a fin de sacar al pez del abismo, esto es, al hombre que nada en las cosas móviles y en las amargas tempestades de esta vida.

Beda. Místicamente hablando, las dos naves representan al pueblo judío y gentil, los cuales vio el Señor, porque conoce quiénes son los suyos en uno y otro pueblo; y al verlos -esto es, visitándolos con su misericordia-, los conduce a la playa tranquila de la vida futura. Los pescadores son los doctores de la Iglesia, que nos pescan con la red de la fe, y -como a la playa- nos conducen a la tierra de los vivos. Pero estas redes unas veces se tienden a la pesca, otras veces se lavan para plegarlas, porque no todo el tiempo es propicio para la predicación, sino que el Doctor debe hablar unas veces y otras ocuparse de sí mismo. La nave de Simón es la Iglesia primitiva, de quien dice San Pablo: "El que hizo a Pedro Apóstol de los circuncisos" (Ga 2,8) Se dice bien: una barca, porque la multitud de los creyentes tenía sólo un corazón y una alma (Ac 4,32)

San Agustín, de quaest evang. 2, 2. Desde la cual enseñaba a las turbas; porque enseña a las gentes con la autoridad de la Iglesia. Y en cuanto a lo que dice, que subiendo el Señor al barco suplicó a San Pedro que le separase un poco de la tierra, da a entender que se debe predicar a las gentes con moderación; ni mandándoles lo terreno, ni apartándolos de la tierra a lo profundo de los misterios. También quiere decir que debe predicarse primero a las gentes que están más cerca. Después dice: "Entra más adentro" manda predicar a las naciones más remotas.

LUCAS 5,4-7


9504 (Lc 5,4-7)

Y luego que acabó de hablar, dijo a Simón: "Entra más adentro, y soltad vuestras redes para pescar". Y respondiendo Simón, le dijo: "Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, sin haber cogido nada; mas en tu palabra soltaré la red". Y cuando esto hubieron hecho, cogieron un tan crecido número de peces, que se rompía su red. E hicieron señas a sus compañeros, que estaban en el otro barco, para que viniesen a ayudarlos. Y vinieron, y de tal modo llenaron los barcos, que casi se sumergían. (vv. 5-7)

San Cirilo.Después que había enseñado bastante al pueblo, vuelve otra vez a sus obras admirables; y por medio del oficio de pescador, pesca a sus discípulos. De donde prosigue: "Y luego que acabó de hablar, dijo a Simón: Entra más adentro, y soltad vuestras redes para pescar".

Crisóstomo. Acomodándose a las circunstancias de los hombres, así como llamó a los magos por medio de una estrella, llama ahora a los pescadores por medio del arte de pescar.

Teofilacto. San Pedro no tardó en obedecer, y por esto prosigue: "Y respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, sin haber cogido nada". No añadió, pues: No te obedeceré, ni me expondré a trabajar por segunda vez en vano; sino que añade: "Mas en tu palabra soltaré la red". Y como el Señor había instruido las turbas desde el barco, no dejó sin recompensa a su dueño dispensándole beneficios de dos maneras: primero, dándole multitud de peces, y después, haciéndolo su discípulo; por lo que sigue: "Y cuando esto hubieron hecho, cogieron una copiosa multitud de peces", etc. Cogió tantos peces, que no pudo sacarlos afuera, sino que tuvo que pedir auxilio a sus compañeros que estaban en otro barco, para que viniesen. Los llama por señas, porque no podía hablar asombrado por la gran cantidad de peces que había cogido; y aquéllos le prestaron su auxilio, porque dice: "Y vinieron, y de tal manera llenaron las dos barcas", etc.

San Agustín, De cons Evang., 2, 9. San Juan parece contar el mismo milagro1; pero es otro muy distinto, y que se verificó después de la resurrección del Señor en el mar de Tiberíades. No solamente se diferencian estos dos prodigios en cuanto al tiempo, sino también en cuanto a la misma cosa. Porque en el milagro que refiere San Juan se dice que arrojó la red a la derecha, y sacó ciento cincuenta y tres peces; grandes en verdad, y tanto, que el evangelista especificó su magnitud diciendo que, a pesar de ello, las redes no se rompieron; fijándose sin duda, en este otro prodigio que refiere San Lucas, en el que se rompían las redes, por los muchos pescados que habían cogido.

San Ambrosio. Místicamente, la barca de Pedro, que flota según San Mateo y que según San Lucas se llena de peces, figura la Iglesia flotante en su origen, y llena después hasta rebosar. No zozobra ésta que tiene a Pedro; pero fluctúa aquella que tiene a Judas: en una y otra se encuentra Pedro, pero el que permanece firme por sus virtudes es perturbado por las extrañas. Evitemos el trato con el traidor, no sea que vacilemos muchos, empujados por uno solo. Hay perturbación allí donde se encuentra poca fe; y gran seguridad donde hay perfecto amor. Ultimamente, aun cuando se manda a otros que arrojen sus redes, sólo a Pedro se le dice: "Entra más adentro"; esto es, hasta el fondo de la cuestión. ¿Qué cosa hay más elevada que conocer al Hijo de Dios? ¿Mas cuáles son las redes que se manda a los apóstoles tender sino los discursos, que como los rodeos y vueltas de las discusiones no dejan escapar a los que cogen? Los instrumentos de los apóstoles son redes de pesca que no hieren a los que cogen, sino que los reservan; y que, desde el abismo donde se agitaban, los hacen subir a lo más elevado. Dice, pues: "Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, sin haber cogido nada"; porque en realidad el fruto que ha de cogerse por medio de la predicación no depende de los hombres, sino de Dios. Los que antes nada habían cogido ahora hacen una gran pesca con la Palabra de Dios.

San Cirilo.Esto prefiguró lo que había de suceder; no trabajan en balde los predicadores de la doctrina evangélica cuando tienden sus redes, sino que aumentan siempre nuevas comunidades a la Iglesia de Dios.

San Agustín, de cuest. evang. 2, 2. Las redes que se rompían y las barcas llenas de tanta abundancia de peces, que casi se sumergían, significan que habrá en la Iglesia tal multitud de hombres carnales, que la desgarrarán con herejías, y perturbarán su paz con cismas.

Beda. Se rompe la red pero no escapa el pez, porque el Señor defiende siempre a los suyos contra los escándalos de sus perseguidores.

San Ambrosio. La otra nave es el judaísmo, de la que son elegidos San Juan y Santiago. Estos pasaron de la sinagoga a la nave de Pedro -esto es, a la Iglesia-, para que llenasen las dos naves. Todos, pues, se postran cuando se pronuncia el nombre de Jesús, ya sean judíos, ya griegos.

Beda. O la otra nave es la Iglesia de los gentiles, la cual, no siendo suficiente una nave, se llena también de peces escogidos; porque el Señor conoce quiénes son los suyos (2Tm 2,19), y sabe el número total de sus elegidos. Aun cuando no encontró a muchos que creyeran en El entre los judíos, sabe perfectamente quienes van a admitir la fe y van a ser premiados con la vida eterna, y busca a los suyos una colocación a propósito en otra nave, llenando también los corazones de los gentiles con la gracia de su fe. La segunda nave se llama cuando se rompe la red. Así, cuando Judas el traidor, Simón Mago, Ananías y Safira y muchos de los discípulos se retiraron, en seguida San Bernabé y San Pablo fueron agregados para el apostolado de los gentiles.

San Ambrosio. También podemos entender que la otra nave representa a otra Iglesia, pues de la única Iglesia se derivan muchas Iglesias particulares.

San Cirilo.Hace señas a sus compañeros para que le ayuden. Muchos continúan los trabajos de los apóstoles; en primer lugar aquéllos que escribieron los Evangelios; después, los que han sido constituidos en pastores y presidentes de los pueblos y en doctores de la verdadera doctrina.

Beda. Las naves de éstos se llenan con aumento cada día, y se llenarán hasta el fin del mundo. Y que después de llenas se sumergen -esto es, que son amenazadas de naufragio porque no han de ser sumergidas, aun cuando peligren-, el Apóstol lo expone, diciendo: "En los tiempos venideros habrá días peligrosos; y habrá hombres egoístas" (2Tm 3,1-2) Pues sumergirse las naves significa que los hombres, después que fueron elegidos por la fe, recaen en la inmoralidad del siglo.


Catena aurea ES 9422