Catena aurea ES 11112

LUCAS 21,12-19


11112 (Lc 21,12-19)

"Mas antes de todo esto os prenderán y perseguirán, entregándoos a la sinagoga y a las cárceles, y os llevarán a los reyes, y a los gobernadores, por mi nombre. Y esto os acontecerá en testimonio. Tened, pues, fijo en vuestros corazones de no pensar antes cómo habéis de responder. Porque yo os daré boca y saber, al que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Y seréis entregados de vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos, y harán morir a algunos de vosotros. Y os aborrecerán todos por mi nombre: mas no perecerá un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra paciencia poseeréis vuestras almas". (vv. 12-19)

San Gregorio, ut sup. Como todo lo que va dicho no procede de la injusticia del que castiga sino de la culpa del mundo que lo sufre, se anuncian los hechos de los hombres malvados cuando dice: "Mas antes de todo esto os prenderán, entregándoos a las sinagogas", etc. Como diciendo: los corazones de los hombres se turbarán primero, y después los elementos; para que cuando se trastorne el orden de las cosas, se sepa de dónde viene esta tribulación. Porque aun cuando el fin del mundo dependa del orden establecido, sin embargo, como encontrará hombres más perversos, nos muestra que serán envueltos justamente bajo sus ruinas.

San Cirilo.O bien habla así porque, antes que Jerusalén fuese tomada por los romanos, los discípulos del Señor, perseguidos por los judíos, fueron encarcelados y presentados a los príncipes. San Pablo fue enviado a Roma ante el César y compareció delante de Festo y Agripa.

Prosigue: "Y esto os acontecerá en testimonio".

Expositor Griego. Dice martirio, esto es, la gloria del mártir.

San Gregorio, ut sup. También puede decirse en testimonio (esto es, de aquéllos) porque persiguiéndoos os hacen morir; porque no han imitado vuestra vida; porque se han hecho perversos y se han perdido sin excusa alguna, por lo que los escogidos toman ejemplo para vivir. Pero oyendo todas estas desgracias podían turbarse los corazones de los oyentes; por lo que añade para consuelo suyo: "Tened, pues, fijo en vuestros corazones no pensar antes cómo habréis de responder".

Teofilacto. Como eran incultos e ignorantes, el Señor les dijo esto para que no se turbasen dando la razón a los sabios, y añade la causa: "Porque yo os daré palabra y saber, al que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios". Como diciendo: Inmediatamente recibiréis de mí la elocuencia y la sabiduría, de tal modo que todos vuestros contrarios aun cuando se pongan de acuerdo no podrán resistiros; ni en sabiduría (esto es, por la fuerza de vuestras razones), ni en elocuencia y elegancia de palabra. Porque con frecuencia se encuentran muchos que tienen inteligencia, pero como se turban fácilmente, todo lo confunden cuando llega el momento de hablar. No fueron así los apóstoles, porque tuvieron elocuencia y gracia.

San Gregorio, ut sup. Como si el Señor dijera a sus discípulos: "No os atemoricéis: Vosotros vais a la pelea, pero yo soy quien peleo. Vosotros sois los que pronunciáis palabras, pero yo soy el que hablo".

San Ambrosio. En unos lugares habla Jesucristo por sus discípulos (como aquí); en otro lugar el Padre (Mt 16), y en otro el Espíritu del Padre (Mt 10) Todos estos pasajes no sólo no se diferencian, sino que convienen entre sí, lo que dice uno lo dicen los tres porque es una la voz de la Trinidad.

Teofiactus. Habiendo hablado así para calmar el temor de su ignorancia, les anunció otro mal que podía turbar sus ánimos si les cogía de improviso. Prosigue, pues: "Y seréis entregados por vuestros padres, vuestros hermanos y parientes, y harán morir a algunos de vosotros".

San Gregorio, ut sup. Los tormentos más crueles para nosotros son los que nos causan las personas más queridas, porque además del dolor del cuerpo sentimos el del cariño perdido.

San Gregorio Niceno. Consideremos el estado de las cosas en este tiempo. Todos eran sospechosos los unos para los otros; los parientes estaban divididos por la religión; el hijo infiel delataba a sus padres por su fe, y el padre, obstinado en la infidelidad, se hacía acusador del hijo fiel. Toda edad estaba expuesta a los perseguidores de la fe, y ni a las mujeres preservaba la debilidad natural de su sexo.

Teofilacto. Habiendo dicho esto, añadió lo que habían de sufrir por el odio de los hombres. Sigue, pues: "Y os aborrecerán todos por mi nombre", etc.

San Gregorio, ut sup. Pero como es muy duro todo lo que dice acerca de la muerte, añade en seguida el consuelo de la alegría de la resurrección, diciendo: "Mas no perecerá un cabello de vuestra cabeza". Como si dijese a sus mártires: ¿por qué teméis que perezca lo que no puede ser cortado sin dolor, cuando no puede perecer en vosotros lo que no duele?

Beda. No perecerá un solo cabello de la cabeza de los discípulos del Señor, porque no solamente las grandes acciones y las palabras de los santos, sino el menor de sus pensamientos, será premiado dignamente.

San Gregorio, Moraluim 5,14. El que sufre con paciencia la desgracia se hace fuerte contra todas las adversidades. Por esto dominará venciéndose a sí mismo. Sigue: "Con vuestra paciencia poseeréis vuestras almas". ¿Qué quiere decir poseeréis vuestras almas, sino que viviréis sin tacha en todas las cosas y que podréis dominar todos los movimientos de vuestra alma, una vez colocados sobre el alcázar de vuestra virtud?

San Gregorio, ut sup. Poseemos, pues, nuestras almas por la paciencia, porque cuando se nos dice que podremos dominarnos, empezamos a poseer lo que somos. Por tanto, la posesión del alma consiste en la virtud de la paciencia, porque ésta es la raíz y la defensa de todas las virtudes. La paciencia consiste en tolerar los males ajenos con ánimo tranquilo, y en no tener ningún resentimiento con el que nos lo causa.

LUCAS 21,20-24


11120 (Lc 21,20)

"Pues cuando viereis a Jerusalén cercada por un ejército, entonces sabed que su desolación está cerca: Entonces los que están en la Judea, huyan a los montes: y los que en medio de ella, sálganse: y los que en los campos, no entren en ella. Porque éstos son días de venganza, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. ¡Mas ay de las preñadas, y de las que dan de mamar en aquellos días! Porque habrá grande apretura sobre la tierra, e ira para este pueblo. Y caerán a filo de espada: y serán llevados en cautiverio a todas las naciones, y Jerusalén será hollada de los gentiles hasta que se cumplan los tiempos de las naciones". (vv. 20-24)

Beda. Hasta aquí todo lo que sucedería en el espacio de cuarenta años (antes que viniera el fin) Ahora, con las palabras del Señor, se expone la destrucción que causaría el ejército romano, cuando dice: "Pues cuando viereis a Jerusalén cercada de un ejército", etc.

San Eusebio . Dice la desolación de Jerusalén, porque no volverá a ser edificada por sus habitantes ni según lo prescrito en la ley, así que nadie debe esperar que podrá renovarse después de su sitio y de su destrucción, como sucedió en tiempo del rey de los persas, del ilustre Antioco, y en tiempo de Pompeyo.

San Agustín, ad Hesychium epist 80. Estas palabras del Señor las refirió San Lucas en este lugar para dar a conocer que la abominación de la desolación anunciada por Daniel, de la que hablan San Mateo (Mt 24) y San Marcos (Mc 13,15), acaeció cuando fue invadida Jerusalén.

San Ambrosio. Los judíos, pues, creyeron que la abominación de la desolación tuvo lugar cuando los romanos, burlándose de los ritos de los judíos, habían arrojado la cabeza de un cerdo en el templo.

San Eusebio . Previendo el Señor el hambre que había de padecerse en la ciudad, aconsejó a sus discípulos que no se refugiasen en ella durante el sitio, como en lugar seguro y protegido por Dios, sino que más bien se marchasen y huyesen a los montes. Por esto sigue: "Entonces los que están en Judea huyan a los montes".

Beda. Refiere la historia de la Iglesia que todos los cristianos que se encontraban en la Judea, al hacerse inminente la ruina de Jerusalén, advertidos por Dios, salieron de allí y fueron a habitar a la otra parte del Jordán en una ciudad que se llama Pella, mientras se consumó la destrucción de Judea.

San Agustín, ad Hesychium epist 80. Por esto dijeron San Mateo y San Marcos, "que los que están sobre el techo no bajen a la casa" (Mc 13,16), añadiendo "ni entren a tomar algo de la casa"; en vez de lo cual añade San Lucas: "Y los que estén dentro de ella sálganse".

Beda. ¿Pero cómo podrían salirse de la ciudad los que estaban dentro de ella, si ya estaba sitiada por un ejército? A no ser que dijera esto no refiriéndose al tiempo mismo del sitio, sino al próximo de él, cuando el ejército romano empezara a invadir las fronteras de Galilea y de Samaria.

San Agustín, ut sup. En cuanto a lo que dijeron San Mateo y San Marcos: "Y el que esté en el campo no vuelva atrás a tomar su vestido", lo dice San Lucas con más claridad: "Y los que están en las regiones no entren en la ciudad, porque han llegado los días del castigo", y han de cumplirse todas las profecías.

Beda. Estos son los días del castigo, esto es, los días que piden venganza por la sangre del Señor.

San Agustín, ad Hesychium epist 80. Después continúa San Lucas diciendo como los otros dos evangelistas: "¡Mas ay de las preñadas y de las que dan de mamar en aquellos días!" Y así manifestó San Lucas lo que podía ser incierto, a saber: que lo que se ha dicho acerca de la abominación de la desolación, no se refiere al fin del mundo sino a la destrucción de Jerusalén.

Beda. Dijo, pues: "Ay de las preñadas" (a causa del cautiverio) "y de las que alimentan o dan de mamar" (como algunos interpretan), porque ya sea que sus entrañas o sus manos estén cargadas con el peso de sus hijos, hallarán gran dificultad para poder huir.

Teofiactus. Dicen algunos que el Señor dio a entender con esto que se comerían a sus hijos, como refiere Josefo.

Crisóstomo. Después expone la causa de cuanto va dicho, diciendo: "Porque habrá grande tribulación sobre la tierra e ira para este pueblo". Fueron tales las desgracias que les cupieron, que ninguna otra pudo compararse con ellas, según refiere Josefo.

San Eusebio . Gran número de judíos pereció por la espada cuando vinieron los romanos y tomaron la ciudad. Por esto sigue: "Y caerán a filo de espada"; pero incluso murieron muchos más de hambre. Todo esto sucedía primero bajo el dominio de Tito y Vespasiano, y después de éstos, en tiempo de Adriano, emperador de los romanos, cuando fueron expulsados de su patria los judíos. De donde sigue: "Serán conducidos cautivos a todas las naciones". En efecto, los judíos fueron dispersados por todo el orbe llegando hasta los confines de la tierra, y en tanto que los extranjeros ocupan su tierra, se ha hecho ésta inaccesible para ellos solos. Prosigue, pues: "Jerusalén será hollada por los pies de los gentiles hasta que se cumpla el tiempo de las naciones".

Beda. Esto es lo que refiere el Apóstol cuando dice: "Una parte de Israel ha quedado ciega hasta que entre la plenitud de las gentes y sea salvo así todo Israel" (Rm 11,25-26) Cuando alcance la salud prometida es de esperar que volverá a su suelo patrio.

San Ambrosio. Místicamente, la abominación de la desolación es la venida del Anticristo, porque manchará el interior de las almas con infaustos sacrilegios, sentándose en el templo, según la historia, para usurpar el solio de la divina majestad. Esta es la interpretación espiritual de este pasaje; deseará confirmar en las almas la huella de su perfidia, tratando de hacer ver por las Escrituras que él es Cristo. Entonces se aproximará la desolación, porque muchos desistirán cansados de la verdadera religión. Entonces será el día del Señor, porque como su primera venida fue para redimir los pecados, la segunda será para castigarlos, a fin de que no incurra la mayor parte en el error de la perfidia. Hay otro Anticristo, que es el diablo, el cual trata de sitiar a Jerusalén (esto es, al alma pacífica), con la fuerza de su ley. Así, pues, cuando el diablo se halla en medio del templo, es la abominación de la desolación. Pero cuando brilla en nuestros trabajos la presencia espiritual de Cristo, huye el enemigo y empieza a reinar la justicia. El tercer Anticristo es Arrio y Sabelio y todos los que nos seducen con mala intención. Tales (los que desistan cansados de la verdadera religión) son las embarazadas, de quienes se dijo: ¡ay de ellas! las cuales prolongan la ruina de su carne y disminuyen la velocidad de su marcha en lo íntimo de sus almas, de modo que son incapaces para la virtud y fértiles para los vicios. Pero ni siquiera aquellas embarazadas que se hallan fundadas en el esfuerzo de las buenas obras, y que todavía no han producido ninguna, están libres de la condenación. Algunas conciben por temor de Dios; pero no todas dan a luz; algunas hacen abortar la palabra antes de dar fruto; y otras tienen a Cristo en su seno, pero sin que llegue a formarse. Por tanto, la que da a luz la justicia, da a luz a Cristo. Así, pues, apresurémonos a destetar a nuestros niños, para que no nos sorprenda el día del juicio o de la muerte antes de que estén formados. No sucederá así, si conserváis en vuestro corazón todas las palabras de justicia y no esperáis al tiempo de la vejez, y si concebís luego en la primera edad la sabiduría y la alimentáis sin la corrupción del cuerpo. Al fin del mundo se someterá toda Judea a las naciones creyentes por la palabra espiritual, que es como una espada de dos filos (Ap 1,16 Ap 19,15)


LUCAS 21,25-27

11125 (Lc 21,25-27)

"Y habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y se abatirán las naciones en la tierra, por la confusión del rugido del mar y de las olas; quedando los hombres yertos por el temor y expectación de lo que sobrevendrá a todo el universo; porque las virtudes de los cielos se conmoverán, y entonces verán al Hijo del hombre que vendrá sobre una nube con gran poder y majestad". (vv. 25-27)

Beda. Anuncia después lo que sucederá cuando se cumpla el tiempo de las naciones, diciendo: "Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas".

San Ambrosio. Estas señales son expresadas con más claridad por San Mateo de este modo: "Entonces se oscurecerá el sol, no dará luz la luna y caerán del cielo las estrellas" (Mt 24,29) San Eusebio . Entonces, pues, cuando se consuma la vida corruptible, y pase, según el Apóstol, la especie de este mundo y suceda un nuevo siglo en el que en vez de astros luminosos brillará Cristo como el lucero y rey de un siglo nuevo, será tanto el brillo de su poder y de su gloria, que el sol que brilla ahora, y la luna y las demás estrellas, se eclipsarán a la venida de mayor luz.

Crisóstomo. Así como en este siglo desaparecen la luna y las estrellas en cuanto sale el sol, así en la gloriosa aparición de Cristo se oscurecerá el sol y no dará luz la luna, y caerán las estrellas del cielo, el cual se despojará de su manto primitivo para vestirse otro de luz mucho mejor.

San Eusebio . Manifiesta a continuación lo que sucederá al orbe después que se oscurezcan los astros, y cuál será la angustia de las gentes, diciendo: "Y se abatirán las naciones en la tierra por la confusión del rugido del mar", etc., en donde parece enseñar que el principio de la trasmutación del universo habrá de venir por la falta de la sustancia húmeda. Esta será, pues, consumida o helada, de modo que no se oirá ya el ruido del mar, ni sus olas tocarán la arena a causa de la extremada sequía, y las demás partes del mundo sufrirán una transformación, no recibiendo ya el vapor que constantemente le enviaba la sustancia húmeda. Y así, como la aparición del Salvador debe combatir los prodigios opuestos a Dios, esto es, el Anticristo, tomarán principio sus venganzas de la sequía, de suerte que no se oirá ya la tempestad ni el ruido del mar, y entonces será el momento de la angustia de los hombres que sobrevivan. Continúa, pues: "Y los hombres estarán sedientos: es decir, se consumirán por el temor y la expectación de lo que debe suceder en todo el universo". Manifiesta luego lo que sucederá, diciendo: "Porque las potestades de los cielos se conmoverán".

Teofilactus. O de otro modo, cuando se trastorne el orbe superior, los elementos inferiores sufrirán el mismo trastorno. Así dice: "Y se abatirán las naciones de la tierra", etc. Como si dijera: Bramará terriblemente el mar y la tempestad agitará sus costas, de tal suerte que se abatirán los pueblos, esto es, la miseria será común, hasta que se consuman por el temor y la expectación de los males que asaltarán al mundo. Y continúa: "Y los hombres se abatirán por el temor y la expectación de lo que va a suceder en todo el universo".

San Agustín, ad Hesychium epist 80. Pero diréis: estos males nos obligan a reconocer que ha llegado ya el fin, puesto que se cumple lo predicho. Porque es cierto que no hay nación ni lugar que no se halle hoy en la aflicción y la tribulación. Pero si los males que sufre ahora el género humano son indicios ciertos de que ha de venir el Señor, ¿por qué dice el Apóstol: "Cuando dijeren: paz y seguridad?" (1Th 5,3) Veamos, pues, si debe entenderse más bien que no se cumplirá de este modo lo predicho en estas palabras, sino que sucederá cuando la tribulación se extienda sobre la Iglesia, que será afligida en todo el universo; no sobre los que la afligirán, puesto que ellos son los mismos que han de decir: Paz y seguridad. Ahora bien, estos males, que se creen como sumos y extremos, vemos que son comunes a uno y otro reino, al de Cristo y al del diablo. Los buenos y los malos los sufren igualmente, y en medio de tanta calamidad se entregan por todas partes a escandalosas orgías. ¿Es esto, por ventura, amilanarse por el temor, o más bien arder en apetitos de lujuria? Teofiactus. No sólo temblarán los hombres cuando se altere el mundo, sino que hasta los ángeles quedarán pasmados de espanto por tan terribles alteraciones del mundo. Dice, pues: "Porque las virtudes de los cielos se conmoverán".

San Gregorio, in evang. hom. 1. ¿Y a qué se llama virtudes de los cielos, sino a los ángeles, dominaciones, principados y potestades? Ellos aparecerán visiblemente a nuestros ojos a la llegada del severo juez, para exigirnos rigurosamente lo que ahora nos pide con misericordia nuestro invisible Creador.

San Eusebio . Y como el Hijo de Dios ha de venir en gloria y ha de confundir la soberbia tiranía del hijo del pecado, sirviéndole los ángeles del cielo, se abrirán las puertas cerradas en el siglo para que aparezca lo excelso.

Crisóstomo, ad Olympian epistola 2. O bien, se conmoverán las fortalezas de los cielos, aunque inconscientes; y al ver las infinitas muchedumbres que se condenan, no podrán estar allí tranquilas.

Beda. Por esto se dice en el libro de Job que tiemblan las columnas del cielo y se amedrentan a su mandato (Jb 26,11) Y ¿qué sucederá a las tablas, cuando tiemblan las columnas? ¿qué no sufrirán los arbustos del desierto cuando el cedro del paraíso es desgajado?

San Eusebio . Las potestades de los cielos son las que rigen las partes materiales del universo. Las cuales entonces se conmoverán para adquirir un estado más perfecto, por lo tanto, quedarán libres en la nueva vida del servicio que vienen prestando a Dios respecto de los cuerpos sensibles en cuanto a su estado de corrupción.

San Agustín, ut sup. Pero el Señor, para que no parezca que exageró todo esto que predijo acerca de la aproximación de su segunda venida, lo cual ya acostumbraba a suceder en este mundo antes de su primera venida, y no nos burlemos de lo mucho que todo esto que dijo se lee ya en la historia de los pueblos, creo que debe entenderse mejor respecto de la Iglesia; pues la Iglesia es el sol, la luna y las estrellas (Ct 6,9), a quien se ha llamado hermosa como la luna, escogida como el sol, la cual no brillará entonces por la furiosa persecución.

San Ambrosio. También se oscurecerá la brillante antorcha de la fe por la nube de la perfidia para muchos que se separen de la religión; porque aquel sol de justicia se aumenta o se disminuye para mí, según mi fe. Y así como en las fases periódicas de la luna, esto es, en las menguantes de cada mes, la luna se oscurece porque tiene la tierra en frente, así la Iglesia santa, cuando se le oponen los vicios de la carne a la luz del cielo, no puede reflejar el resplandor de la luz divina, de los rayos de Cristo. Y en las persecuciones apaga también el brillo del sol divino el amor de esta vida. Caen también las estrellas, esto es, la gloria del hombre que resplandece, cuando prevalece el furor de la persecución, lo que conviene que suceda hasta que se llene el número de los elegidos. Así se prueban los buenos y se manifiestan los débiles.

San Agustín, ut sup. Respecto de lo que se ha dicho: "y en la tierra consternación de las gentes", quiso designar con la palabra gentes, no las que serán benditas en la descendencia de Abraham, sino las que estarán a la izquierda.

San Ambrosio. Y será tan abrasadora la angustia de las almas por el recuerdo de la multitud de sus delitos (y el temor del juicio que ha de venir) que secará en nosotros el rocío de la fuente divina. A la manera, pues, que se espera la venida del Señor para que todo lo llene su presencia, ya en el mundo respecto del hombre, ya respecto del mundo, lo cual sucede en cada uno de nosotros cuando recibimos a Cristo con todo amor, así también las virtudes de los cielos alcanzarán aumento de gracia a la venida del Señor y se conmoverán por la plenitud de la divinidad que las penetrará más de cerca. Hay también virtudes de los cielos, que cantan la gloria de Dios, y que también por mayor comunicación se conmoverán al ver a Jesucristo.

San Agustín, ut sup. También se conmoverán las potestades de los cielos, porque los fieles más fuertes se turbarán por la persecución de los impíos.

Prosigue: "Y entonces verán al Hijo del hombre venir sobre una nube".

Teofilactus. Lo verán tanto los fieles como los infieles. Brillará entonces más que el sol, tanto El como su cruz, por lo que será conocido de todos.

San Agustín, ad Hesychium epist 80. En cuanto a lo que dice que vendrá sobre una nube, puede entenderse de dos maneras: o viniendo en su Iglesia como en una nube, como ahora no cesa de venir, pero en ese entonces lo hará con gran poder y majestad por la gran fortaleza que brillará en los santos para que no sean vencidos en tan grande persecución, y así realzará su majestad; o bien porque vendrá en el mismo cuerpo con que está sentado a la diestra del Padre, y con razón es de creer que vendrá no sólo en el mismo cuerpo, sino también en la nube; porque así vendrá como se subió al cielo, pues una nube lo arrebató de la vista de sus discípulos (Ac 1,9)

Crisóstomo, in cat. graec. Patr. El Señor siempre se aparece en la nube según lo del salmo (Ps 96,12): "La nube y la oscuridad en su derredor". Por lo que el Hijo del hombre vendrá en las nubes como Dios y Señor, no ocultamente, sino en la gloria digna de Dios; y por esto añade: "Con gran poder y majestad".

San Cirilo.Conviene entender las palabras "con grande poder y majestad". En su primera venida apareció con nuestra humilde flaqueza; pero en la segunda lo verificará con todo su poder.

San Gregorio, in evang. hom. 1. Los que no quisieron oírlo en su abatimiento tendrán que contemplarlo en su poderío y majestad para que sientan entonces tanto más su fortaleza cuanto más resistieron doblar su cerviz y su corazón ante su misericordia.

LUCAS 21,28-33


11128 (Lc 21,28)

"Cuando comenzaren, pues, a cumplirse estas cosas, mirad y levantad vuestras cabezas, porque cerca está vuestra redención". Y les dijo una semejanza: "Mirad la higuera y todos los árboles: Cuando ya producen de sí el fruto, entendéis que está cerca el estío. Así también vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sean hechas. El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán". (vv. 28-33)

San Gregorio, ut sup. Como todo lo que va dicho se refiere a los réprobos, habla ahora para consuelo de sus escogidos. Por esto añade: "Cuando comenzaren, pues, a cumplirse estas cosas, mirad y levantad vuestras cabezas, porque cerca está vuestra redención". Como diciendo: Cuando las plagas abruman al mundo, levantad vuestras cabezas, esto es, alegrad vuestros corazones, porque mientras el mundo (de quien en realidad no sois amigos) se acaba, se aproxima vuestra redención, que tanto habéis buscado. En la Sagrada Escritura se toma muchas veces la cabeza en vez de la inteligencia; porque así como los miembros son gobernados por la cabeza, los pensamientos se rigen por la inteligencia. Por tanto, levantar nuestras cabezas equivale a levantar nuestra inteligencia hacia los goces de la patria celestial.

San Eusebio . Cuando hayan pasado todas las cosas materiales aparecerán las inteligibles y celestiales, a saber: el reinado de aquel siglo que nunca habrá de concluir, y entonces se concederán las promesas ofrecidas a los dignos. Por esto dice: "Cuando comenzaren, pues, a cumplirse estas cosas, mirad", etc. Una vez recibidas las promesas que esperamos del Señor, seremos reanimados los que antes andábamos abatidos, y levantaremos nuestras cabezas, en otro tiempo humilladas, porque viene nuestra redención que tanto esperábamos; esto es, aquella que toda criatura desea.

Teofiactus. Esto es, la perfecta libertad del cuerpo y del alma, así como la primera venida del Salvador tuvo por objeto la reforma de nuestras almas, la segunda tendrá lugar para la reforma de nuestros cuerpos.

San Eusebio . Dice todo esto también a sus discípulos, no porque ellos hubiesen de durar en este mundo, hasta su término, sino (como subsistiendo en un solo cuerpo) no sólo para ellos sino para nosotros y para todos los demás, que habrán de creer en Jesucristo hasta la consumación de los siglos.

San Gregorio, ut sup. En cuanto a que el mundo deba ser destruido y despreciado, manifiesta su oportuna comparación cuando dice: "Mirad la higuera y todos los árboles: cuando ya producen de sí el fruto, entendéis que está cerca el estío", etc. Como diciendo: Así como se conoce que está próximo el verano por el fruto del árbol, así se conocerá la proximidad del Reino de Dios por la destrucción del mundo. En esto se manifiesta que la ruina es el fruto del mundo. Para esto produce; porque así como alimenta a todos con sus semillas, así los consumirá con sus mortandades. Se compara el Reino de Dios con el verano, porque entonces han pasado las nieblas de nuestras riquezas y empiezan a brillar con gran claridad los días del sol eterno.

San Ambrosio. San Mateo, pues, sólo habló de la higuera, pero San Lucas habla de todos los árboles. Mas la higuera tiene doble significación: o cuando se enternecen las cosas duras, o cuando complacen los pecados. Y así, cuando los frutos reverdecen en todos los árboles y la higuera aparece fecunda, esto es, cuando toda lengua confiese al Señor y le haya confesado el pueblo judío, debemos esperar la venida del Señor, porque entonces se cogerán los frutos de su resurrección, como en tiempo de verano. O cuando el hombre pecador se vista del orgullo veleidoso y pasajero de la sinagoga, como los árboles de sus hojas, debemos deducir que se aproxima el juicio. Porque Dios se apresura a premiar la fe y a concluir con el pecado.

San Agustín, ad Hesychium epist 80. Y cuando dice: "Cuando veáis que suceden estas cosas", ¿qué podremos entender sino aquellas de que ya hemos hecho mención? Entre ellas se encuentra lo siguiente: "Y entonces verán al Hijo del hombre que viene" (Mt 24,33) Por tanto, cuando se vea esto no habrá llegado ya el Reino de Dios, sino que estará cerca. ¿Y acaso debe decirse que no todas las cosas ya mencionadas deben comprenderse en estas palabras: "Cuando veáis que esto sucede", sino algunas de ellas, a excepción de lo que se ha dicho, "y entonces verán al Hijo del hombre"? San Mateo ha declarado que no debía exceptuarse nada, diciendo: "Así, vosotros, también cuando viereis todas estas cosas" entre las que se comprende la venida del Hijo de Dios, de modo que entendamos que ahora se verifica en sus miembros como en nubes, o en la Iglesia como en una grande nube.

Tito. Cerca está el Reino de Dios porque cuando sucede esto todavía no ha llegado el último fin de las cosas; pero ya se prepara, porque la venida del Señor eliminando todos los principados y potestades preparará el Reino de Dios.

San Eusebio . Así como en esta vida el sol (cuando después del invierno vuelve la primavera) fomenta y vivifica con el calor de sus rayos las semillas ocultas en la tierra, transformándolas en su primera forma, de modo que al brotar toman su antigua forma y producen infinitas plantas de variado color, así la gloriosa venida del unigénito de Dios, iluminando al nuevo siglo con sus rayos vivificadores, hará nacer a la luz las semillas sepultadas largo tiempo en el mundo, esto es, las que dormían bajo el polvo de la tierra, produciendo cuerpos mejores que antes; y vencida la muerte, reinará después la vida del siglo nuevo.

San Gregorio, ut sup. Todo lo predicho recibe el sello de la mayor certidumbre cuando añade: "En verdad os digo que", etc.

Beda. Recomienda mucho lo que anuncia de esta manera; y (si es permitido decirlo) estas palabras, "En verdad os digo" son un juramento, porque "amén" quiere decir verdad. Por tanto es la Verdad quien dice: En verdad os digo; y aunque no se expresara así, no puede mentir de ningún modo. Llama generación a todo el género humano, o en especial la raza de los judíos.

San Eusebio . También llama así a la generación nueva de la Iglesia santa, manifestando que habrá de durar el pueblo de los fieles hasta el tiempo en que habrá de ver todas estas cosas y contemplará con sus propios ojos el cumplimiento de las palabras del Salvador.

Teofiactus. Como les había predicho perturbaciones, guerras y trastornos, tanto de los elementos como de las demás cosas, para que no se sospechase que la misma cristiandad habría de perecer añade: "El cielo y la tierra pasarán; pero mis palabras no pasarán"; como diciendo: y si se conmueven todas las cosas, mi fe no faltará; en lo cual da a entender que la Iglesia será preferida a toda criatura, porque la criatura sufrirá alteración y la Iglesia de los fieles y las predicaciones del Evangelio subsistirán.

San Gregorio, ut sup. "El cielo y la tierra pasarán", etc. Como diciendo: Todo aquello que para nosotros es durable no lo es eternamente sin mudanza; y todo lo que parece pasar conmigo será fijo y permanente; porque mi palabra que pasa expresa sentencias inmutables y permanentes.

Beda. El cielo que pasará no es el etéreo de las estrellas, sino el aire del que toman el nombre las aves del cielo. Pero si la tierra ha de pasar, ¿cómo dice el Eclesiastés: "Mi tierra subsiste eternamente?" (Qo 1,4) Pero por una clara razón, el cielo y la tierra pasarán en cuanto a la forma que ahora tienen, pero en cuanto a la esencia subsistirán siempre.

LUCAS 21,34-36


11134 (Lc 21,34-36)

"Mirad, pues, por vosotros, no sea que vuestros corazones se carguen de glotonería y embriaguez, y de los afanes de esta vida, y que venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque así como un lazo vendrá sobre todos los que están sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, orando en todo tiempo, para que seáis dignos de evitar todas estas cosas que han de ser y de estar de pie delante del Hijo del hombre". (vv. 34-36)

Teofiactus. Citó antes el Señor los signos terribles y sensibles de los castigos que vendrán sobre los pecadores; pero contra estos males pone como remedio la vigilancia y la oración. Por esto dice: "Mirad, pues, por vosotros, no sea que", etc.

San Basilio, in serm. super attende tibi. Cada uno de los animales tiene de Dios interiormente los medios que han de contribuir a su propia conservación; por lo que Jesucristo nos ha dado este consejo con el fin de que lo que ellos tienen en su instinto lo tengamos nosotros con el auxilio de la razón y de la prudencia. Así que debemos huir del pecado como huyen los animales de los pastos mortíferos; pero debemos buscar la justicia como buscan ellos las yerbas nutritivas; por esto dice: "Mirad por vosotros", esto es, para que podáis distinguir lo saludable de lo nocivo. Pero como se puede mirar de dos modos, ya con los ojos del cuerpo o ya por la potencia intelectual, y los ojos del cuerpo no pueden conducir a la virtud, ha debido por tanto referirse a un acto de la inteligencia al decir: "Guardaos", esto es, tened circunspección en todo, y que en custodia vuestra esté siempre vigilante la luz de vuestra alma. Y no dice cuidad de los vuestros o de aquellos que están alrededor vuestro, sino de vosotros. Vosotros sois la inteligencia y el alma; y lo vuestro son el cuerpo y los sentidos; en rededor vuestro están vuestros bienes, vuestras artes y lo demás que contribuye a la comodidad de la vida; pero no dice que nos cuidemos de estas cosas, sino del alma, que debe constituir nuestro primer cuidado. Este mismo consejo sana a los que están enfermos, perfecciona a los que están sanos; hace conservar el presente y proveer al futuro; nos impide censurar a los demás y nos induce a examinar nuestras acciones; no permitiendo que la inteligencia se someta a las pasiones, sino sujetando lo irracional al alma racional. Y da la razón de por qué deba obrarse así, diciendo: "No sea que vuestros corazones se carguen", etc.

Tito. Como diciendo: Cuidad que no se oscurezcan las luces de vuestras inteligencias, porque los cuidados de esta vida y la crápula y la embriaguez ahuyentan la prudencia, hacen vacilar la fe, y causan el naufragio.

San Basilio. La embriaguez consiste en el uso exagerado del vino y la crápula es la ansiedad y náusea que causa la embriaguez, llamada así de la palabra griega que quiere decir trastorno de cabeza. Y así como debemos usar de los alimentos para calmar el hambre, así también hemos de usar de la bebida para templar la sed evitando con cuidado los excesos, pues el vino es una bebida falaz; pero el hombre libre del vino será más prudente y bueno; y humedecido por los vapores del vino, queda velado como por una nube.

San Basilio, in regulis brevioribus ad interrogat 58. La curiosidad y los cuidados de esta vida aunque no parece que estorban deben evitarse cuando no contribuyen al servicio divino. Manifiesta por qué dijo esto, cuando añade: "Y que venga de repente sobre vosotros aquel día".

Teofiactus. No vendrá aquel día con previa amonestación, sino de improviso y furtivamente, cogiendo como en un lazo a los que no vivan prevenidos. Por esto sigue: "Porque así como un lazo vendrá sobre todos los que están", etc., lo cual debemos examinar con detención. Cogerá aquel día a todos los que viven en la superficie de la tierra, por descuidados y perezosos. Pero para los laboriosos y dispuestos para el bien, que no están sentados ni ociosos sobre la tierra, sino que se levantan en cuanto se les dice: levántate y anda porque la tierra no es tu lugar de descanso; para éstos no será aquel un día de lazo ni de peligro sino un día de triunfo.

San Eusebio . El Señor nos dictó cuanto precede, para que evitemos los males que nos habrían de sobrevenir. Por esto sigue: "Velad, pues, orando siempre, para que seáis dignos de evitar todas estas cosas que han de ser".

Teofiactus. Esto es, el hambre, la peste, y todo lo demás que amenaza en esta vida a los escogidos y a los que no lo son, y todo lo que amenaza para después a los malvados por toda la eternidad. No podemos evitar todo esto de otro modo que por las vigilias y las oraciones.

San Agustín, De cons. Evang. 2,77. Esta es la fuga de que habla San Mateo, que no debe hacerse ni en invierno ni en sábado. Al invierno pertenecen los cuidados de esta vida, que son tristes como él mismo; al sábado la crápula y la embriaguez, que sumerge el corazón y lo abruma con la lujuria y las complacencias de la carne, lo cual indica lo malo que puede suceder en el sábado; porque los judíos se dedican en este día a toda clase de fiestas, desconociendo lo espiritual del día de sábado.

Teofiactus. Y como el cristiano debe, no sólo huir de lo malo, sino esforzarse por ganar la gloria, añade: "Y de estar en pie delante del Hijo del hombre". En esto consiste la gloria de los ángeles, en estar delante del Hijo del hombre, nuestro Dios, y en mirar constantemente su faz.

Beda. Y en verdad, si algún médico sabio prohibe usar del jugo de alguna hierba para evitar una muerte repentina, cumpliremos lo mandado con la mayor escrupulosidad. Del mismo modo cortemos ahora, porque así lo ordena el Salvador, la embriaguez, la crápula y los cuidados del mundo, especialmente aquéllos que no temen ser heridos o muertos; porque dan crédito a las palabras del médico y menosprecian los consejos del Señor.


Catena aurea ES 11112