Cirilo ES 1500

CATEQUESIS V, LA FE

1500
Pronunciada en Jerusalén, sobre "la fe". El punto de partida es Hebr 11,1-2: "La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. Por ella fueron alabados nuestros mayores" (1).

El paso del orden de los catecúmenos al de los fieles

1. La grandeza de la dignidad que Dios os ha otorgado al haceros pasar del orden de los catecúmenos al de los fieles la expresa el apóstol Pablo al decir: "Fiel es Dios, por quien habéis sido llamados a la comunión con su hijo Jesucristo" (
1Co 1,9). Pero, si a Dios se le llama "fiel", también tú recibes este calificativo al haber crecido en dignidad. Pues así como a Dios se le llama bueno, justo, omnipotente (además de señor de todo) y creador de todas las cosas, también se le llama "fiel". Piensa, por tanto, a qué dignidad eres promovido, puesto que habrás de participar de este apelativo divino.

2. Aquí se busca si hay alguno entre vosotros que ya sea fiel en lo íntimo de su conciencia (2). Pues, "un hombre fiel, ¿quién lo encontrara?" (Pr 20,6). No se trata de que me descubras tu conciencia, pues has de ser juzgado en circunstancias humanas, sino de que muestres la sinceridad de tu fe al Dios que escruta los riñones y los corazones (Ps 7,10) y "conoce los pensamientos del hombre" (Ps 94,13). Gran cosa es ciertamente un hombre fiel, y es más rico que todos los ricos aunque se encuentre privado de todas las riquezas (3), y todo ello precisamente por el hecho de despreciarlas. Pues los que son ricos en lo exterior, aunque posean muchas cosas, son torturados por su pobreza interior: cuantas más cosas reúnen, mas les mortifica el deseo de poseer lo que les falta. Pero el hombre fiel -y esto es lo más admirable- es rico en su pobreza sabiendo que lo único necesario es vestirse y alimentarse y, contento con ello (1Tm 6,8), desprecia las riquezas.

La fe genera comunión y confianza y es expresión de ellas

3. Tampoco hay que pensar que el prestigio de la fe solo se da entre quienes nos amparamos bajo el nombre de Cristo, sino que todo lo que se hace en el mundo, incluso por parte de quienes están lejos de la Iglesia, queda penetrado por la fe (4). Por medio de una fe, dos personas extrañas se unen por las leyes nupciales; personas ajenas una a otra entran en la comunión de cuerpos y bienes mediante la fe que se hace presente en el contrato matrimonial. También en una cierta fe se apoya el trabajo agrícola, pues no comienza a trabajar quien no tenga esperanza de recibir frutos. Con fe recorren los hombres el mar cuando, confiando en un pequeño leño, cambian la solidez de la tierra por la agitación de las olas, entregándose a inciertas esperanzas y mostrando una confianza más segura que cualquier ancora. En la confianza, finalmente, se apoyan los negocios de los hombres, y esto no solo sucede entre nosotros, sino también, como se ha dicho, entre quienes son ajenos a lo nuestro. Pues, aunque no aceptan las Escrituras, tienen doctrinas propias que aceptan con confianza (5).


Fuerza de la fe en situaciones diversas

4. A la verdadera fe os llama también la lectura de hoy indicándoos el camino por el que podéis agradar a Dios, pues señala que "sin fe es imposible agradarle" (He 11,6). Pero, ¿cómo se resolverá el hombre a servir a Dios si no cree en él como remunerador? ¿Cómo mantendrá una muchacha su propósito de virginidad o será casto un joven si no creen en la corona inmarcesible de la castidad? La fe es el ojo que ilumina toda la conciencia y favorece la intelección, pues dice el profeta: "Si no creéis, no entenderéis" (6).La fe, según Daniel, cierra la boca de los leones (He 11,33), pues de él dice la Escritura: "Sacaron a Daniel del foso y no se le encontró herida alguna, porque había confiado en su Dios" (Da 6,24).

¿Hay acaso algo más terrible que el diablo? Pues contra él no tenemos otra clase de armas que la fe (1P 5,9): un escudo incorpóreo frente a un enemigo invisible, que lanza múltiples venablos y acribilla con saetas a quienes, en la noche oscura, no están vigilantes. Pero, aunque reine la oscuridad y el enemigo no esté a la vista, tenemos como armadura la fe, como dice el Apóstol: "embrazando siempre el escudo de la fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del Maligno" (Ep 6,16). A menudo lanza el diablo el dardo encendido del deseo voluptuoso, pero la fe lo extingue iluminando nuestro juicio y aligerando nuestra mente (7).

La fe en la historia de Abraham, Padre de las naciones


5. Muy ampliamente Podría hablarse de la fe y nunca habría tiempo suficiente para terminar de hablar de ella. Pero, de las figuras de la antigua Ley, nos bastara con Abraham, puesto que hemos sido adoptados como hijos también por su fe (Rm 4,11b). El no fue justificado solo por sus obras, sino también por su fe (Jc 2,24; cf. Jc 2,14-26) (8). Pues había hecho muchas cosas correctamente, pero nunca había sido llamado "amigo de Dios" hasta después de que creyó (9), y toda su actuación alcanzo su consumación mediante la fe. Por la fe abandono a sus parientes; por la fe dejo patria, región y casa (He 11,8-10). Y, como él fue justificado, también tú serás justificado (10). Su cuerpo estaba ya agotado, pero así habría de recibir posteriormente hijos: siendo él mismo anciano, tenía una esposa anciana, Sara, pero ya sin esperanza de hijos. Pues bien, es a este anciano a quien Dios promete una futura prole. Pero él "no vacilo en su fe al considerar su cuerpo ya sin vigor" (Rm 4,19), sino que atendió al poder del que se lo prometía, "pues tuvo como digno de fe al que se lo había asegurado" (He 11,11). Por ello, como de unos cuerpos muertos y en contra de lo pensado, recibió un hijo (He 11,12 Rm 4,18-22). Después, al recibir la orden de ofrecer el hijo recibido (Gn 22), a pesar de que había oído aquello de "por Isaac llevara tu nombre una descendencia" (Gn 21,12b), ofreció a su hijo único a Dios, pues "pensaba que poderoso era Dios aun para resucitar de entre los muertos" (He 11,19). Y después de haber atado a su hijo y colocarlo sobre la leña, lo sacrifico ciertamente en su voluntad, pero recobro vivo a su hijo por la bondad de Dios que en el mismo lugar puso un cordero que sustituyera a su hijo. Y así, teniendo verdaderamente fe, "recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia de la fe que poseía siendo incircunciso" (Rm 4,11, que utiliza Gn 17,11), una vez aceptada la promesa de que se convertiría en padre de muchas naciones (cf. Gn 12,2-3 Gn 15,5) (11).

6. Veamos ahora como Abraham fue padre de muchas naciones. Claramente lo es de los judíos, según la descendencia de la carne. Pero si, al explicar la profecía, atendiéramos a la descendencia carnal, nos veríamos obligados a entender equivocadamente el oráculo; pues no es, según la carne, padre de todos nosotros. Sin embargo, el ejemplo de su fe nos hizo a todos hijos de Abraham (Rm 4,12). ¿Por qué así? Entre los hombres es increíble que alguien resucite de entre los muertos, del mismo modo que es igualmente increíble que brote descendencia de un seno estéril. Pero cuando se anuncia que Cristo, que fue crucificado en el madero, resucito de entre los muertos, lo creemos. Por la semejanza de la fe llegamos a ser hijos adoptivos de Abraham. Y entonces, después de la fe, recibimos el sello Espiritual. Somos circuncidados en el lavatorio por medio del Espíritu Santo, pero no en el prepucio sino en el corazón, según lo que afirma Jeremias: "Circuncidaos para Yahvé y extirpad los prepucios de vuestros corazones" (Jr 4,4) o, según el Apóstol, de quien son estas expresiones: "Por la circuncisión en Cristo... Sepultados con él en el bautismo" (Col 2,11-12), etc.

De nuevo, la fuerza de la fe

7. Si guardamos esta fe, nos veremos libres de la condenación y adornados de todo género de virtudes. Pues la fe tiene poder para mantener a los hombres andando sobre las aguas. Pedro era un hombre semejante a nosotros, formado de carne y sangre y que se alimentaba con los mismos alimentos. Pero cuando Jesús le dijo: "Ven", por la fe "se puso a caminar sobre las aguas" (Mt 14,29-31), teniendo sobre ellas en la fe un cimiento más firme que cualquier otro; el peso del cuerpo era suprimido por la agilidad de la fe. Y mientras creyó, anduvo con paso firme sobre las aguas; pero cuando dudo, comenzó a hundirse (Mt 14,30). Al alejarse y disminuir poco a poco la fe, era arrastrado hacia el fondo. Cuando Jesús se dio cuenta de la dificultad, él, que es capaz de curar las aflicciones íntimas del alma, exclamo: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?" (Mt 14,31). Y con la fuerza de él, que le cogió la mano derecha, con lo que recobro la fe, llevado de esta mano por el Señor, continuo como antes andando sobre las aguas. Indirectamente habla de esto último el Evangelio cuando señala: "Subieron a la barca..." (Mt 14,32). No dice que Pedro subiera después de nadar, sino que nos insinúa que el espacio que recorrió hasta Jesús lo hizo andando y, tras recorrerlo de nuevo, subió a la barca.

8. La fe tiene tanta energía como para no solo salvar a quien cree, sino para que se salven unos por la fe de otros. Pues no tenía fe aquel paralitico de la ciudad de Cafarnaúm, pero si tenían fe quienes lo transportaban o introdujeron a través del tejado. El alma del enfermo sufría juntamente con el cuerpo la enfermedad. No creas que temo que él me acuse, pues el mismo Evangelio dice: "Viendo Jesús", no la fe de él, sino "la fe de ellos, dice al paralitico: Levántate" (12). Los que lo llevaban (al paralitico) eran quienes creían y la curación sobrevino al que estaba paralitico (13).

Algunos se han salvado por la fe de otros


9. ¿Quieres conocer todavía con mayor seguridad que algunos se salvan por la fe de otros?: Murió Lázaro y habían pasado un día, un segundo día y un tercero; al muerto se le habían debilitado los nervios y la putrefacción ya hacia mella en el cuerpo. ¿Cómo podía creer un muerto de cuatro días y suplicar para sí un libertador? Pero lo que en vida le falto al difunto, lo suplieron sus hermanas. Pues una de ellas, al llegar el Señor, se inclino a sus pies y, cuando él dijo: "¿Donde lo habéis puesto?" y ella respondió: "Ya hiede de cuatro días", él exclamo: "Si crees, veras la gloria de Dios" (Jn 11,17ss). Es como si dijera: haz tu las veces del muerto en lo que respecta a la fe. Y tanto pudo la fe de las hermanas como para sacar al muerto de las fauces del hades. Así, pues, teniendo fe unos por otros, pudieron resucitar muertos. Y tú, teniendo fe para ti mismo, ¿no sacaras un provecho mucho mayor? Pero si no tienes ninguna fe, o la tienes escasa, clemente es el Señor para volverse propicio hacia ti cuando te conviertes. Con sencillez y de corazón, di simplemente: "Creo, Señor, ayuda a mi incredulidad" (Mc 9,23). Pero si crees que tienes fe, aunque todavía de modo imperfecto, es necesario que tu también digas con los Apóstoles: "Señor, auméntanos la fe" (Lc 17,5). Pues ya tienes algo en ti, pero recibirás algo de lo mucho que en él se contiene.

La fe "objetiva" junto con la fe como actitud

10. Por su nombre la fe es única, pero es en realidad de dos clases. Hay una clase de fe que se refiere a los dogmas, que incluye la elevación y la aprobación del alma con respecto a algún asunto. Ello reporta utilidad para el alma, como dice el Señor: "El que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio" (Jn 5,24) y, además: "El que cree en él (en el Hijo), no es juzgado" (Jn 3,18), "sino que ha pasado de la muerte a la vida" (Jn 5,24) (14). ¡Oh gran bondad de Dios para con los hombres! Los justos agradaron a Dios con el trabajo de muchos años. Pero lo que ellos consiguieron esforzándose en un servicio a Dios durante largo tiempo, esto te lo concede a ti Jesús en el estrecho margen de una sola hora. Si crees que Jesucristo es Señor (Rm 10,9 Ph 2,11) y que Dios le resucito de entre los muertos, serás salvo (Rm 10,9 1Co 12,3) y serás llevado al paraíso por quien en él introdujo al buen ladrón (Lc 23,43). Y no desconfías de que esto pueda hacerse, pues el que salvo en este santo Gólgota al ladrón tras una fe de una sola hora, ese mismo te salvara a ti también con tal de que creas.

Los carismas que brotan de la fe

11. Pero hay otra clase de fe, que es dada por Cristo al conceder ciertos dones. "Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones..." (1Co 12,8). Esta fe, dada como una gracia por el Espíritu, no es solo dogmatica, sino que crea posibilidades que exceden las fuerzas humanas. Pero quien tenga esta fe, dirá "a este monte: "Desplázate de aquí allá", y se desplazara" (Mt 17,20). Y cuando alguno, al decir esto mismo, "crea que va a suceder lo que dice" "y no vacile en su corazón" (Mc 11,23), recibirá aquella gracia. De esta fe se dice: "Si tuviereis fe como un grano de mostaza" (Mt 17,20). Pues el grano de mostaza es de un volumen muy reducido, pero dotado de una fuerza como fuego y, sembrado en un espacio estrecho, hace crecer grandes ramas y se desarrolla, pudiendo albergar a las aves del cielo (Mt 13,32). Del mismo modo, también la fe obra grandes cosas en el alma en rapidísimos instantes. Pues, una vez que se le ha infundido la luz de la fe, se hace una imagen acerca de Dios y piensa en cómo es en la medida en que puede entenderlo. Abarca los extremos de la tierra y, antes de la consumación de este mundo, ya ve el juicio y la concesión de los bienes prometidos. Ten, pues, esta fe que está en ti y a él se refiere, para que también de él recibas la que está en él y que actúa por encima de las fuerzas humanas (15).

La confesión de la fe en el Símbolo

12. Al aprender y confesar la fe (16), debes abrazar y guardar como tal solo la que ahora te es entregada por la Iglesia con la valla de protección de toda la Escritura. Pero, puesto que no todos pueden leer las Escrituras -a unos se lo impide la impericia y a otros sus ocupaciones-, para que el alma no perezca por la ignorancia, compendiamos en pocos versículos todo el dogma de la fe. Quiero que todos vosotros lo recordéis con esas mismas palabras y que os lo recitéis en vuestro interior con todo interés, pero no escribiéndolo en tablillas, sino grabándolo de memoria en tu corazón (17). Y cuando penséis en esto meditándolo, tened cuidado de que en ninguna parte nadie de los catecúmenos escuche lo que se os ha entregado.


Os encargo de que esta fe la recibáis como un viatico para todo el tiempo de vuestra vida y que, fuera de ella, no recibáis ninguna otra: aunque nosotros mismos sufriésemos un cambio, y hablásemos cosas contrarias a lo que ahora ensenamos o aunque un ángel contrario, transformado en ángel de luz (2Co 11,14), quisiera inducirte a error. Pues "aun cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema!" (Ga 1,8) (18).

La fe que ahora estáis oyendo con palabras sencillas, retenedla en vuestra memoria; considera cuando sea oportuno, a la luz de las Sagradas Escrituras, el contenido de cada una de sus afirmaciones. Esta suma de la fe no ha sido compuesta por los hombres arbitrariamente, sino que, seleccionadas de toda la Escritura las afirmaciones más importantes, componen y dan contenido a una única doctrina de la fe (19). Y así como la semilla de mostaza desarrolla numerosos ramos de un grano minúsculo, también esta fe envuelve en pocas palabras, como en un seno, todo el conocimiento de la piedad contenido tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Así, pues, hermanos considerad y conservad las tradiciones que ahora recibís y grabadlas en la profundidad de vuestro corazón (cf. 2Th 2,15).

En este momento parece entregar Cirilo el Símbolo, pero se transcribe al terminar totalmente la catequesis y aparte. El Símbolo jerosolimitano no se encuentra directamente en el texto de las catequesis.

Guardar celosamente la fe que se entrega en el Símbolo

13. Vigilad piadosamente que en ninguna parte el enemigo asalte a ninguno por estar pasivo o perezoso; que ningún hereje corrompa nada de lo que os ha sido entregado. Porque la fe (20) es como plata que os habíamos prestado y que se devuelve al prestamista. Pero Dios os pedirá razón del depósito. Os "conjuro", como dice el Apóstol, "en presencia de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que ante Poncio Pilato rindió tan solemne testimonio, a que conservéis sin mancha esta fe que os ha sido entregada hasta la Manifestación de nuestro Señor Jesucristo" (21).

"Manifestación que a su debido tiempo hará ostensible el Bienaventurado y único Soberano, el Rey de los reyes y el Señor de los señores, el único que posee inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien no ha visto ningún ser humano ni le puede ver. A él el honor y el poder por siempre. Amén". (1Tm 6,15-16)


(1) El tema de esta catequesis suele definirse como "sobre la fe y el símbolo", pero con frecuencia se le llama "Sobre la fe". Un símbolo en uso en la Iglesia de Jerusalén se transcribe tras la presente catequesis.

(2) Cf. 1Co 4,2-4.

(3) Pr 17,5, según la versión de los Setenta

(4) Las líneas que siguen tienen como objetivo más directo explicar que también existe una fe humana, en los contratos, etc., que es utilizada aquí para dar una idea explicativa de lo que puede ser la fe en el ámbito cristiano. Todo el resto del párrafo 3 deja entrever, por otra parte, con bastante claridad la conciencia de distinción que existe entre el cristiano y los que viven fuera de la Iglesia.

(5) Doctrinas filosóficas, religiones, sectas, etc.

(6) Cf. Is 7,9, versión de los Setenta. Sobre la dificultad del versículo, es muy útil, de modo resumido, la nota de la Biblia de Jerusalén. A un teólogo la versión de los LXX, utilizada aquí por Cirilo, le recuerda inevitablemente el planteamiento del teólogo medieval Anselmo de Canterbury sobre la fe como medio que posibilita la penetración en el misterio de Dios (Fides quaerens intellectum).

(7) Vid. procat., n. 10, y cat. 16, n. 19.

(8) Sobre el tema de la justificación por la fe es determinante, dentro del canon neotestamentario, la amplísima exposición de Pablo en Rm (el núcleo de la carta es tal vez Rm 3,21-32) y Gal. La exposición de Jc 2,14-26 necesita una adecuada exégesis y es, en parte, una respuesta a las exageraciones de ciertos seguidores de Pablo para quienes serian innecesarias las obras de vida eterna, necesaria manifestación de la fe que en rigor, es la única realidad que justifica al hombre. Sobre el tema son muy interesantes los trabajos de O.H. Pesch y F. Mussner contenidos en la exposición de la dogmatica Mysterium Salutis, t. IV/2, Madrid 2 1984

(9) Gn 15,6: "Y creyó él en Yahvé, el cual se lo reputo por justicia".


(10) Rm 4,23: "Y la Escritura no dice solamente por él que le fue reputado, sino también por nosotros, a quienes ha de ser imputada la fe...". Sobre los acontecimientos del AT como figura o "tipo" de las realidades cristianas, cf. 1Co 10,1-13.

(11) Toda la concepción de Pablo sobre la fe de Abraham tiene relación con el proceso de fe del cristiano. Si se atiende a Rm 4, se observa que como Abraham, el cristiano recibe, en el kerigma y en el proceso de catequización conducente al bautismo, una promesa a la que, como Abraham, responde con la fe. La circuncisión que Abraham recibe cuando en él ha quedado suficientemente probada la fe, es imagen es decir, también "sello" (el sfragis del N T y de las catequesis de Cirilo) del signo bautismal o del "carácter" sacramental del bautismo, del que ya tantas veces se ha hablado. En el fondo, el proceso de cristianización del hombre hasta que en él se hace activo el sello del bautismo, no es más rápido que el hábito maduro de la fe en Abraham.

(12) Mt 9,2. En realidad, en el versículo mencionado las palabras de Jesús al paralitico son: "¡Ánimo, hijo, tus pecados te son perdonados!" Las palabras "Levántate, vete a tu camilla y vete a tu casa" aparecen en el v. 6, tras la controversia de Jesús con los circunstantes.

(13) No todos los códices parecen atribuir el párrafo 8 al texto de las catequesis de Cirilo de Jerusalén, sino, al menos en parte del párrafo, a un comentario de Cirilo de Alejandría al cuarto evangelio. Pero aquí se transcribe el párrafo siguiendo el estado del texto tal como aparece en PG 33,515 (cf. ibid., nota 1), si se toman al pie de la letra Gn 5,32 y Gn 7,6.


(14) Cuando Cirilo ha indicado que "hay una clase de fe que se refiere a los dogmas", esa fe está concebida como el acto por el que quien cree se pone confiadamente en manos de Dios y acepta todo lo que él manifiesta, además de que le confía su existencia. Este segundo aspecto queda subrayado por las tres citas del evangelio de Juan que aparecen poco más abajo. En el párrafo 11 se entenderá por fe, aunque emparentado con la anterior, más bien el hecho de que Dios reparte gratuitamente sus dones para bien de todos. Estos y otros aspectos brotan del tronco único de la fe.

(15) El lenguaje de la catequesis parece como si diese a entender que los carismas, tal vez por lo que a menudo tienen de extraordinario, son como "más difíciles" y como si dependiesen de Dios en mayor medida que la "fe dogmatica". Naturalmente, esto necesitaría mayor precisión de lenguaje.

(16) Aquí por "la fe" debe entenderse el Credo o símbolo de la fe que debe memorizarse para la redditio o devolución.

(17) La prohibición de la escritura material del Credo, insistida con frecuencia en los primeros siglos del cristianismo, se hacía para evitar que cayese en manos paganas. El contenido del credo formaba parte también de la disciplina del arcano y tampoco debía mostrarse siquiera a los catecúmenos, considerados aquí como tales quienes no habían llegado a las catequesis sobre el Símbolo.

(18) "Anatema", puede significar "diana de maldiciom". Cirilo añade "para vosotros" (:"... sea anatema para vosotros"). Pablo insiste machaconamente en la idea en Ga 1,9.

(19) Puede entenderse también "enseñanza de la fe", con lo que parece entenderse claramente que el credo y la dogmatica son fuente de enseñanza, didaskalia, de la fe.

(20) Puede entenderse tal vez "el Símbolo de fe" o el Credo, pero quizá más bien la proclamación del Credo como profesión de la fe que se ha llegado a tener.

(21) Cita de sobre todo 1 Tm 6,13-14, pero el "conjuro" pertenece a 5,21 y el "conservéis", en plural, es una adaptación a la pluralidad de oyentes de la catequesis. La "Manifestación" (epifaneia) es un término para expresar la venida en gloria de Jesucristo al final de la historia, que Pablo y amplios círculos de la primera Iglesia creían tal vez cronológicamente próxima.


SÍMBOLO JEROSOLIMITANO

1550
La fe santa y apostólica, entregada a los que han de ser iluminados para que la confiesen (1).

I. Creemos (2) en un solo Dios (3), Padre (4) todopoderoso (5), autor del cielo y de la tierra (6), de todo lo visible y lo invisible (7).

II. Y en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios (8), nacido del Padre y Dios verdadero antes de todos los siglos, por quien todo fue hecho (9)

III. Que vino en cerne (10) y se hizo hombre de una Virgen y por obra del Espíritu Santo (11).

IV. Fue crucificado y sepultado (12).

V. Resucito al tercer día (13).

VI. Y ascendió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre (14).

VII Y ha de venir en gloria (15) a juzgar a vivos y muertos (16): su reino no tendrá fin (17).

VIII. Y en el Espíritu Santo Paráclito (18), que hablo por los profetas (19).

IX Y en un bautismo de conversión (20) para el perdón de los pecados.

X. Y en la Iglesia, una, santa, católica y apostólica (21).

XI. Y en la resurrección de la carne (22).

XII. Y en la vida eterna (23).




(1) Este Símbolo de la fe o Credo esta deducido de distintos lugares de las catequesis de Cirilo. Es el resultado de la elaboración que se explica en Migne PG 33,533-535. Sobre los avatares redaccionales de la presente versión, cf. ibid., 523-531. La denominación de "apostólica" manifiesta que los contenidos de la fe que aquí se expresan coinciden, aunque la formulación pueda parecer distinta, con los que los Apóstoles predicaron. Se respetan también aquí las citas bíblicas añadidas en Migne, salvo algún retoque secundario.
(2) Cf.
Jn 14,1.


(3) Is 45,18 1Co 8,6.

(4) Rm 8,15-16.

(5) Por ej., Jr 32,19.

(6) Ps 136 Gn 1,1-2,25 contiene los dos relatos clásicos de la creación.

(7) Cf. Col 1,16.

(8) Jn 1,18 Jn 3,16.

(9) Especialmente ilustrativo es Jn 1,1-2; cf. 1Jn 1,1.

(10) 1Jn 4,2.

(11) Cf. Lc 1,35.

(12) Cf. 1Co 15,3-4. Los expertos están en general de acuerdes en que muy probablemente 1Co 15,3-4 transcribe una confesión de fe anterior a la redacción de la carta. De ello se deduciría con claridad que data de los más antiguos tiempos de la Iglesia la costumbre de fijar o de reunir en los credos o símbolos de la fe ("símbolo" = concepto = reunión o compendio) las afirmaciones cristianas esenciales.

(13) Aparte de los relatos evangélicos, cf. 1Co 15.

(14) Mc 16,19. Cf. Ac 1,9.

(15) Mt 25,31.


(16) Cf. 1Th 4,16-17.

(17) Cf. Lc 1,32.

(18) Jn 16,5-15.

(19) 2P 1,19-21.

(20) El sentido de "un bautismo" es en estos credos antiguos el de "un único" o "un solo bautismo". La idea que con esta unicidad se expresa es que el bautismo no puede recibirse más que una vez, aunque se hubiere caído posteriormente en la herejía. Fue un grave problema de la Iglesia antigua, ante el que ésta decidió con claridad la unicidad del bautismo. "Bautismo de conversión" o de penitencia expresa que el bautismo significa y sella eficazmente la conversión del hombre.

(21) Las llamadas "cuatro notas" o características de la Iglesia.


(22) De nuevo, 1Co 15.

(23) La expresión "vida eterna", aplicada a la vida del mundo futuro, aparece con frecuencia en el NT: por ejemplo, Mt 25,46; cf. Jn 5,29 1Co 15.

CATEQUESIS VI, El SEÑORÍO DEL DIOS ÚNICO

1600
Pronunciada en Jerusalén, "sobre la monarquía de Dios" (o el señorío del Dios único), basándose en el "Creo en un solo Dios", pero tratando "acerca también de las herejías". La lectura es de
Is 45,16 (LXX): "Renovaos conmigo, ¡oh islas! Israel será salvado por Yahvé con salvación perpetua. No quedaréis abochornados ni afrentados nunca jamás".

Glorificación conjunta de Padre, Hijo y Espíritu Santo

1. Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo (2Co 1,3). Bendito también su Hijo Unigénito (Rm 9,5). Cada vez que se piensa en "Dios", se piensa en el "Padre", para celebrar de modo indiviso la glorificación del Padre y del Hijo juntamente con el Espíritu Santo. Pues no tiene una gloria el Padre y otra el Hijo, sino una única e idéntica (y juntamente con el Espíritu Santo). Y es que realmente se trata del Hijo unigénito del Padre de modo que, cuando es glorificado el Padre, comunica también al Hijo, juntamente con él, la gloria. Pues si la gloria del Hijo brota del honor del Padre (1), a su vez, al ser glorificado el Hijo, se honra con el máximo honor al Padre de tanta bondad.

Alabanza al Dios único

2. Pero si la mente entiende las cosas muy rápidamente, la lengua procede laboriosamente con las palabras y con el enunciado de proposiciones intermedias. También el ojo abarca de un golpe un numeroso coro de astros, pero cuando alguien quiere explicar cuál es el lucero de la mañana, cual el de la tarde o cual cada uno de ellos, necesita de muchas palabras. Del mismo modo abarca el pensamiento, en un velocísimo instante, la tierra, el mar y todos los confines del mundo; pero lo que se expresa en un instante no se expresa más que con palabras muy amplias. Y todo esto que acabamos de exponer es un gran ejemplo, aunque todavía pobre y débil. Pues de Dios no decimos lo que se debe, sino lo que cada uno conoce, aunque es lo que la naturaleza humana percibe y cuanto puede soportar nuestra debilidad. Pues no decimos qué es Dios, sino que inocentemente confesamos que nos falta un detallado conocimiento acerca de él; pues en lo que respecta a Dios es gran ciencia confesar la ignorancia. Por tanto, "Cantad conmigo al Señor, cantemos juntos a su nombre" (Ps 34,4), todos juntos, pues no basta que cante uno solo. Incluso, aunque nos reunamos todos a la vez, tampoco basta para lo que hemos de hacer. Y no me refiero solo a los que estáis aquí, pues incluso, aunque estuviesen juntos todos los miembros de la Iglesia universal presente y futura, no serian, sin embargo, suficientes para alabar al Pastor de acuerdo con su dignidad (2).

Alabanza a Dios desde la pequeñez del hombre

3. Grande y honorable era Abraham, pero grande para los hombres. Y cuando se acerco a Dios, dijo ingenuamente confesando la verdad: "Soy tierra y ceniza" (Gn 18,27) (3). Y no dijo "tierra", callándose a continuación, para que no pareciese que se estaba refiriendo a algo grande, sino que añadió "y ceniza" para dar a entender algo con poca solidez y fácil de disolver. ¿Hay acaso algo más débil y endeble que la ceniza? Compara, por ejemplo, la ceniza con una casa, y la casa con una ciudad, la ciudad con una provincia, la provincia con el territorio de los romanos y el territorio de los romanos con el mundo entero y, por último, toda la tierra, con todos sus detalles, con el cielo que la envuelve en su regazo: en proporción al cielo, la tierra es como el centro de una rueda comparada con toda la extensión de ésta. Tal es la comparación entre la tierra y el cielo. Pero, además, el cielo que observamos es el primero, que tiene menos importancia que el segundo, y éste menos que el tercero. Estos son los que la Escritura denomino como cielos (4), pero ello no quiere decir que ése sea su número exacto. Pero aunque con tu inteligencia percibieses todos los cielos, ni siquiera ellos bastarían para alabar a Dios como él es, y tampoco aunque resonasen con mayor fuerza que el trueno. Pero si toda la grandeza de los cielos no es capaz de celebrar a Dios cuanto éste se merece, ¿podrán acaso "la tierra y la ceniza", lo más pequeño y exiguo de todas las cosas, entonar a Dios un himno digno de él o hablar con dignidad del Dios que "está sentado sobre el orbe terrestre, cuyos habitantes son como saltamontes" (Is 40,22)?

4. Quien intente hablar de lo referente a Dios, exponga en primer lugar los límites de la tierra. Habitas la tierra, pero desconoces los límites de esta tierra que es tu domicilio: ¿cómo podrás entender a su autor debidamente en tu interior? Ves las estrellas, pero no a su autor. Enumera primeramente aquellas que puedes ver y entonces conocerás al invisible, al que "cuenta el número de las estrellas, y llama a cada una por su nombre" (Ps 147,4). El agua recientemente caída en unas fuertes lluvias nos puso perdidos; cuenta ahora las gotas caídas en esta ciudad. Pero no digo ya en esta ciudad: cuenta, si puedes, las que cayeron en tu tejado durante una hora. No, no puedes: reconoce tu impotencia. De ahí aprenderás el poder de Dios: "El atrae (5) las gotas de agua" (Jb 36,27), las que se derraman en todo el orbe y no solo en este sino en todo tiempo. Obra de Dios es el sol, realmente algo grande, pero mínimo si se le compara con todo el cielo. Pues mira en primer lugar hacia el sol y busca después, con más curiosidad, al Señor. "No busques lo que es más profundo ni investigues lo que es más fuerte que tu: limítate a conocer lo que se te ha mandado" (Si 3,22 LXX).

El Hijo y el Espíritu Santo conocen al Padre y lo revelan

6. Alguno dirá: ¿Acaso no está escrito: "Los ángeles (de los niños) ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos" (Mt 18,10). Pero los ángeles ven a Dios, no como él es, sino en cuanto pueden captarlo (6). Pues el mismo Jesús es quien dice: "No que nadie haya visto al Padre, excepto el que ha venido de Dios; éste ve al Padre" (Jn 6,46). Lo ven los ángeles en cuanto son capaces y, en cuanto pueden, los arcángeles (7) y, de un modo más excelente que los primeros, también los tronos y las dominaciones, a quienes son aquellos inferiores en dignidad. En realidad, solo el Espíritu Santo puede, juntamente con el Hijo, ver a Dios como es. Pues "él lo escruta todo y lo conoce todo, hasta las profundidades de Dios" (1Co 2,10); de manera que es cierto que incluso el Hijo unigénito, en cuanto conviene, también conoció al Padre a una con el Espíritu Santo, pues dice: "tampoco al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar" (Mt 11,27). Ve él a Dios, como es debido, y lo revela, con el Espíritu Santo y por el Espíritu Santo, a cada uno según su capacidad. Por otra parte, de la divina eternidad participa también, juntamente con el Espíritu Santo, el Hijo, el cual "desde toda la eternidad" (2Tm 1,9) fue engendrado sin esfuerzo y conoció al Padre, conociendo el engendrador al engendrado. Pero, en cuanto a los ángeles, siendo limitado su conocimiento -pues como dijimos, es el Unigénito el que según su capacidad les revela (a Dios) juntamente con y por medio del Espíritu Santo, que ningún hombre se avergüence de confesar su ignorancia. Ahora estoy yo hablando y cualquier otro lo hará en su momento, pero no podemos expresar con palabras como sucede todo esto: ¿cómo Podría yo explicar a aquel que nos dio el poder hablar? Tengo yo un alma, pero no puedo aclarar sus características. A quien me concedió el alma, ¿cómo podré yo explicarlo?

Solo hay Dios único, eterno e infinito. Propiedades de Dios


7. Para nuestra piedad nos basta una sola cosa, saber que tenemos a Dios: el Dios único, el Dios que existe desde la eternidad, sin variación alguna en sí mismo, ingénito, más fuerte que ningún otro y a quien nadie expulsa de su reino. Se le designa con múltiples nombres, todo lo puede y permanece invariable en su sustancia. Y no porque se le llame bueno, justo, omnipotente, "Dios de los ejércitos" (8), es por ello variable y diverso, sino que, siendo uno y el mismo, realiza innumerables operaciones divinas. Y no tiene más de alguna parte y menos de otra, sino que en todas las cosas es semejante a sí mismo. No es grande solo en la bondad, pero inferior en la sabiduría, sino que es semejante en sabiduría y bondad. Tampoco es que en parte vea y en parte esté privado de visión, sino que todo lo ve, todo lo oye y todo lo entiende. No es que, como nosotros, comprenda en parte las cosas y en parte las ignore: este modo de hablar es blasfemo e indigno de la personalidad divina. Conoce previamente lo que existe, es santo y ejerce su poder sobre todo; es mejor, mayor y más sabio que todas las cosas. No se le puede señalar principio ni forma ni figura. Pues "no habéis oído nunca su voz, ni habéis visto nunca su rostro", dice la Escritura (Jn 5,37). Por lo cual también Moisés dice a los israelitas: "Tened mucho cuidado de vosotros mismos: puesto que no visteis figura alguna" (Dt 4,15) (9). Pues si la mente no puede imaginar algo que se le parezca (10), ¿podrá acaso penetrar en lo propio de su persona?

Errores acerca de Dios

8. Muchos se imaginaron muchas cosas, pero todos erraron. Algunos pensaron que el fuego es Dios (cf. Sg 13,2), otros que Dios es como un hombre alado por aquello que está escrito: "Escóndeme a la sombra de tus alas" (Ps 17,8) (11). Se han olvidado de nuestro Señor Jesucristo unigénito que, refiriéndose a sí mismo, clama de modo idéntico a Jerusalén: "¡Cuantas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo sus alas, y no has querido!" (Mt 23,37). Pues al indicar con el nombre de las alas el poder de alguien que protege, éstos, en un malentendido y cayendo en los hábitos humanos, valoraron al modo humano al que es inescrutable. Otros no dudaron en señalarle siete ojos, por aquello que está escrito: "Los siete ojos del Señor, mirando sobre toda la tierra" (Za 4,10, LXX); pero si los siete ojos le estuviesen puestos alrededor de manera diferente, Dios vería las cosas en parte, pero no totalmente. Pero decir esto de él seria blasfemo e insultante. Pues se ha de creer que Dios es perfecto en todo, según aquella palabra del Salvador: "Vuestro padre celestial es perfecto" (Mt 5,48): perfecto en el ver, perfecto en su poder, perfecto en su grandeza, perfecto en su conocimiento previo, perfecto en la bondad, perfecto en la justicia, perfecto en la benignidad: no limitado a un lugar, sino autor de los lugares; existente en todos los lugares, pero no circunscrito a ninguno. "Los cielos son mi trono" -y el que destaca es aquel que está sentado- "y la tierra el estrado de mis pies" (Is 66,1 cf. Ac 7,49). Su poder llega, sin embargo, hasta las regiones inferiores de la tierra.

La grandeza de Dios, fuente y origen por medio de Cristo de toda la realidad


9. El es el único que está presente en todas partes, viendo todo, comprendiendo todo, construyéndolo todo por medio de Cristo. Pues "todo se hizo por él, y sin él nada se hizo de cuanto existe" (Jn 1,3 Col 1,15ss). El es la fuente máxima e indeficiente de todo bien, rio de beneficios, luz eterna que brilla sin cesar, fuerza insuperable destinada a nuestras debilidades, de quien ni siquiera podemos oír su nombre. Dice Job: "¿Pretendes alcanzar las honduras de Dios, llegar hasta la perfección del Omnipotente?" (Jb 11,7). Si ni sus obras grandes y pequeñas pueden abarcarse, ¿podrá acaso abarcarse al que todo lo hizo? "Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llego lo que Dios ha preparado para los que le aman" (Is 64,3, citado según 1Co 2,9). Si lo que Dios ha preparado supera la capacidad de nuestros pensamientos, ¿podremos acaso abarcar en nuestro ánimo a quien lo preparo? "¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e irrastreables sus caminos!", dice el Apóstol (Rm 11,33). Y si sus juicios y sus caminos no pueden comprenderse, ¿por ventura se le comprenderá a él mismo?

Diversos tipos de idolatría

10. Siendo Dios, por consiguiente, tan grande, e incluso más todavía (12); siendo, pues, tan inmenso el Dios bueno y grande, no se arredra el hombre al decir a una piedra esculpida por él: "Tu eres mi dios" (Is 44,17) (13). ¡Gran ceguera, que desde tanta majestad cayó en tan gran indignidad y vileza!" Árbol que Dios hizo, crecido con las lluvias y que luego, quemado por el fuego, se convierte en ceniza; y a esto, digo, le llaman dios, mientras se desprecia al Dios verdadero. Ha florecido la perversidad de la idolatría. Incluso el gato, el perro y el lobo han sido adorados como si fuesen Dios; y también el león, devorador de los hombres, ha sido adorado en lugar del Dios que tanto los ama. También han sido adorados la serpiente y el dragón, émulos de aquel que nos arrojo del paraíso, mientras el que creó el paraíso ha sido despreciado. Incluso -vergüenza da decirlo, pero lo diré- algunos han adorado a la cebolla. El vino ha sido dado para alegrar el corazón del hombre (Ps 104,15). Pues bien, en lugar de Dios se adora a Baco (14). El trigo lo hizo Dios diciendo: "Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto, de su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra" (Gn 1,11) (15), con la intención de que el pan fortaleciese el corazón del hombre. ¿Por qué, pues, se ha adorado a Ceres? También el fuego se enciende hasta hoy mediante el choque de dos piedras. ¿Por qué, pues, se considera a Vulcano creador del fuego?

Idolatría, politeísmo y errores sobre Dios

11. ¿Y de donde viene el error de los griegos de admitir una pluralidad de dioses? Dios es incorpóreo. ¿De dónde, pues, se imputan estupros y adulterios a los que ellos llaman dioses? (16). No menciono las transmutaciones de Júpiter en un cisne; y me ruborizo al referirme a las transformaciones en oro, pues los ungidos son indignos de Dios. Por convicto de adulterio se ha tenido al dios de los griegos, pero, si lo es, no se le llame Dios. Cuentan también, de aquellos a quienes llaman sus dioses, sus muertes, sus descalabros y sus fulminaciones. ¿Ves en qué ha ido a parar tanta majestad? ¿No fue real el motivo por el que descendió del cielo el Hijo de Dios para sanar tanta herida? ¿Fue acaso en vano la venida del Hijo para conocer al Padre? Sabes qué es lo que movió al Hijo único para descender desde la diestra del Padre. Se despreciaba al Padre y hubo que enmendar el error por medio del Hijo. Pues fue conveniente que él, por quien todo fue hecho, ofreciese todas las cosas al Señor de todo. Había que curar la herida. ¿Y qué podía ser más grave que está enfermedad por la que se daba culto a una piedra como si fuese Dios? (17).

Dios nos libre del error

35. Pero Dios nos guarde de semejante error. Y os pague por vuestra enemistad con el dragón, para que, como ellos están al acecho de vuestro talón, también vosotros aplastéis su cabeza (cf. Gn 3,15). Acordaos de lo que se os dice. ¿Qué acuerdo puede haber de nuestras cosas con las suyas? ¿Cómo pueden compararse luz y tinieblas, o la seriedad y la santidad de la Iglesia con las execrables instituciones de los maniqueos? Aquí hay orden, disciplina, seriedad, castidad. Aquí es malo incluso mirar a una mujer para satisfacer la pasión. Aquí el matrimonio es algo muy santo; hay aceptación de la continencia (quiero decir la viudedad) y la dignidad de la virginidad compite con los ángeles; aquí se reciben los alimentos con acción de gracias; aquí existe un ánimo agradecido hacia el autor de todas las cosas. Aquí se adora al Padre de Cristo: se ensenan la reverencia y el temor a quien envía la lluvia. Al Dios que truena y brilla le tributaremos gloria y honor.

La Iglesia os mantendrá en la verdad


36. Estas agregado a las ovejas: huye de los lobos; no te apartes de la Iglesia. Odia también a quienes pusieron en duda todo esto y no te fíes incautamente de ellos si no es tras un larguísimo tiempo de penitencia (18). Se te ha transmitido la verdad del señorío del Dios único. Distingue las explicaciones como se pueden distinguir las hierbas. "Sé un buen administrador (19), quedándote con lo bueno y absteniéndote de todo género de mal" (cf. 1Th 5,21-22). Y si alguna vez has caído en todo esto, odia el error una vez reconocido. Pues te será un camino de salvación si expulsas el vomito: si lo aborreces en tu interior, si te apartas de estas cosas no solo con los labios sino con el corazón; si adoras al Padre de Cristo, Dios de la Ley y los Profetas; si reconoces que es bueno y justo el Dios uno e idéntico. El cual os conserva a todos estables en la fe, protegiéndoos de toda caída y de toda ofensa: en nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.



(1) Probable préstamo de Pr 17,6

(2) Los términos en que se expresa aquí Cirilo no son excesivamente precisos, pero se mueve en el ámbito de lo que a veces se califica como "teología negativa", a la vista de que de Dios sabemos más lo que no es que lo que es. En cualquier caso, la afirmación fundamental quiere ser ahora esta: puesto que de Dios es infinitamente más lo que no sabemos que lo que podemos expresar, es bueno para el hombre confesar sus límites en el conocimiento de Dios, es decir, las mismas limitaciones del oficio teológico.

(3) En el texto original griego, "tierra", más bien que polvo, que sería tal vez mejor versión bíblica. Pero "tierra" es más adecuado para la continuación del discurso de Cirilo.

(4) El apóstol Pablo, refiriéndose a sus experiencias personales, relata en 2 Cor 12,2: "Sé de un hombre en Cristo, el cual hace catorce años... fue arrebatado hasta el tercer cielos. De modo general, Pablo y Cirilo en nuestro texto, utilizan la cosmología antigua, en general geocéntrica, para la descripción de lo que les interesa. En la presente catequesis se utilizan estas divagaciones simplemente para explicar la pequeñez del ser humano (Ps 8,4-5), para lo que el punto de partida fue la expresión de Abraham en Gn 18,27.

(5) En el texto de Cirilo, "numera" o "cuenta" en vez de "atrae" lo que se adapta mejor a lo que se expone.

(6) Al lector le Podrían surgir aquí ciertas dudas de si Cirilo admite con seguridad, o en qué medida, lo que la fe de la Iglesia fue afirmando después con absoluta certeza acerca de la visión intuitiva de Dios (es decir, "como él es", sin intermediarios ni imágenes). Pero esta duda interpretativa no impide la comprensión general del presente párrafo 6.

(7) Por supuesto, visión intuitiva o directa de Dios no significa que ninguna criatura, tampoco los ángeles, captan todo lo que Dios es.

(8) "Dios de los ejércitos": se traduce así aquí la expresión "Sabaoth", transcrita del hebreo por Cirilo en el mismo texto griego, como en la liturgia latina se conservo, hasta la reforma litúrgica del Vat. II, la expresión "Dominus Deus Sabaoth" ("Señor Dios de los ejércitos"), pero que tiene su origen en la visión de Isaías en su vocación (Is 6,3).

(9) Dt 4,15-16 señala: "Tened mucho cuidado de vosotros mismos: puesto que no visteis figura alguna el día en que Yahvé os hablo en el Horeb de en medio del fuego, no vayáis a pervertiros y os hagáis alguna escultura de cualquier representación que sea: figura masculina o femenina". La prohibición pretende evitar la divinización de las obras humanas a modo de ídolos. En la catequesis de Cirilo aparece en el contexto de que Dios es infinitamente mayor que cualquier representación que pueda hacerse de él.

(10) Cf. cat. 9, núm. 1.

(11) Mientras que la identificación de Dios con el fuego es una representación pagana (piénsese, por ejemplo, en la imagen de Vulcano), la suplica de Sal 17,8 no es más que la expresión poética de una súplica de protección a Dios.

(12) Aquí, entre paréntesis, como en nota, apostilla Cirilo: "Pues no sería capaz de hablar cuanto exige la dignidad del asunto ni aun cuando transformara en lengua toda mi persona; e incluso ni aunque se reunieran todos los ángeles hablarían de acuerdo con esa dignidad".


(13) Cf. toda la sátira contra la idolatría (Is 44,9-20) en el precioso marco de la elección y bendición de Israel por el Dios único, creador y señor de la historia (todo Is 44 en el "Libro de la consolación de Israel" o "Deutero-Isaías").

(14) Mitológico Dios del vino y de la embriaguez.

(15) Aunque se prefiere, como de ordinario, la versión de la Biblia de Jerusalén, la que da Cirilo, por contener términos más próximos a los cereales y a la hierba, se adapta mejor a lo que quiere decir en general y a la mención de Ceres, diosa mitológica de las mieses.

(16) La concepción frecuentemente antropomórfica de los dioses paganos lleva a menudo la consecuencia de que se les atribuyen acciones y pasiones que solo son pensables en una concepción prácticamente materialista de la divinidad.

(17) Entre los párrafos 12 y 33 de la catequesis, Cirilo expone bajo la denominación genérica de "herejías" toda una serie de concepciones aberrantes de la naturaleza del único Dios. Se centra, tal vez con excesiva prolijidad, en la descripción de las desviaciones religiosas del maniqueísmo, especialmente en la concepción dualista que éste tiene de la divinidad. El detalle de la exposición de Cirilo es perfectamente explicable en una sociedad en la que el maniqueísmo había tenido y tenía una gran influencia, pero puede resultar más difícilmente comprensible para el lector actual. A modo de ejemplo, se transcriben aquí, en la nota, el párrafo 12, parte del 13 y el 34. Pero en el cuerpo del texto se pasa directamente a los párrafos 35 y 36, con los que la catequesis concluye.

(18) Se expresa así una desconfianza grande en la conversión de quienes han sido maniqueos, que con frecuencia envolvieron su conversión en una notable falta de sinceridad, en declaraciones ambiguas e incluso la mentira y el perjurio.

(19) La primera parte de la cita acomodada de 1Th 5,21-22 no está en el Nuevo Testamento, y desde luego no en la cita que se haga de Pablo. Sin embargo, la invitación a ser un buen administrador, muy utilizada por los Padres citándola como expresión neotestamentaria, Podría ser muy bien un texto apócrifo e incluso haber figurado en códices originales que no se hayan conservado. En todo caso, el texto de 1 Tes es aquí utilizado para advertir del grave peligro que pudo suponer el maniqueísmo en tensos periodos de la Iglesia antigua.

San Cirilo de Jerusalén

DIOS PADRE


Cirilo ES 1500