Cirilo ES 11300

CATEQUESIS XIII, CRISTO CRUCIFICADO Y SEPULTADO

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Pronunciada en Jerusalén, sobre lo de "crucificado y sepultados". La lectura es de Isaías: "¿Quién dio crédito a nuestra noticia? Y el brazo de Yahvé, ¿a quién se le revelo?" (
Is 53,1). Y, en lo que sigue: "Como un cordero al degüello era llevado" (Is 53,7), etc. (1).

1. En cualquier acción de Cristo se gloria la Iglesia católica. Pero el colmo de estas glorias es la cruz. Pablo, con conocimiento del asunto, dice: "En cuanto a mí, ¡Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo! (Ga 6,14). Sin duda fue admirable que un ciego de nacimiento recuperase la visión en Siloé (Jn 9). Pero, ¿en qué afectaba esto a todos los ciegos del mundo? Grande es, y más allá de toda naturaleza, que Lázaro, muerto de cuatro días, resucitara (Jn 11,39-44). Pero ésta es una gracia que a él solo le alcanzo. ¿Qué tenía esto que ver con todos los que en todo el mundo estaban muertos por sus pecados? (cf. Ep 2,1ss; Rm 3,23). Es admirable que cinco panes diesen alimento, como si manase de cinco fuentes, a cinco mil hombres (Mt 14,21). Pero, ¿qué es esto en comparación con los que en todo el mundo se encontraban sometidos al hambre de la ignorancia? (Am 8,11). Es admirable que una mujer fuese totalmente liberada tras haber estado atada por Satanás durante dieciocho años (Lc 13,10-13). Pero míranos a todos, que estamos sujetos por las cadenas de nuestros pecados. En cambio, la corona -o incluso la gloria- de la cruz ilumino a los que estaban ciegos por la ignorancia, libero a los que estaban sujetos por el pecado y rescato a todos los hombres.

Jesús ha rescatado a todos los hombres

2. No te asombre que haya sido redimido el orbe entero. Pues no era un simple hombre, sino el unigénito Hijo de Dios, el que moría por esta causa. Ciertamente, el pecado de un único hombre, Adán, pudo introducir la muerte en el mundo. Pero si por la caída de uno reino la muerte en el mundo, ¿por qué no habrá de reinar mucho más por la justicia de uno solo? (2). Y si en aquel momento, a causa del leño del que (nuestros padres) comieron, fueron expulsados del paraíso (cf. Gn 3,22-24), ¿acaso los que crean no habrán de entrar ahora, por el leño de Jesús, mucho más fácilmente en el paraíso? Si el primer hombre, hecho de la tierra, trajo a todos la muerte, ¿acaso quien lo hizo de la tierra (Gn 2,7), siendo él mismo la vida (Jn 15,5ss), no le dará vida eterna? Si Pinjas, inflamado de celo, matando al autor del delito, aplaco la ira de Dios (cf. Nb 25,7-11), Jesús, sin matar a nadie, sino entregándose a sí mismo como rescate (1Tm 2,6), ¿acaso no deshará la cólera contra los hombres (Rm 1,18)?


En el absurdo de la cruz, y más siendo Jesús inocente, esta la salvación

3. Que no nos dé vergüenza la cruz del Salvador, e incluso gloriémonos en ella. Pues la palabra de la cruz es escándalo para los judíos y necedad para los gentiles, pero para nosotros es salvación (1Co 1,18-25). "Es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan -para nosotros- es fuerza de Dios" (1Co 1,18). Pues, como se ha dicho (3), no se trataba de un simple hombre que moría en favor nuestro, sino de Dios, el Hijo de Dios hecho hombre. Pero entonces el cordero muerto, según la enseñanza de Moisés, arrojaba lejos al Exterminador (4). Ahora bien, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1,29), ¿acaso no liberara mucho más de los pecados? También la sangre de una oveja irracional mostraba la salud. ¿Y la sangre del Unigénito no traerá la salvación en una mayor medida? Si alguno no cree en la fuerza del crucificado, interrogue a los mismos demonios (5). Y si alguien no cree en las palabras, dé crédito a las cosas claras. Son muchos los que han sido crucificados en todo el orbe, pero ante ninguno de ellos sienten pavor los demonios. Pero ante Cristo, crucificado por nosotros, se aterrorizan los demonios cuando simplemente ven el signo de la cruz, porque aquellos otros crucificados fueron muertos por sus propios pecados, pero él por los de los demás. El es "el que no cometió pecado, y en cuya boca no se hallo engaño" (1P 2,22 Is 53,9). No era Pedro quien decía esto, lo que Podría despertar la sospecha de que quisiera ser grato al maestro, sino que quien lo había dicho era Isaías, que no había estado corporalmente presente (ante Jesús), pero en Espíritu había previsto su venida en carne. Pero, ¿por qué aduzco solo el testimonio del profeta? Cuenta entre los testigos al mismo Pilatos, que sentencio sobre él diciendo: "No he hallado en este hombre ninguno de los delitos de que le acusáis" (Lc 23,14). Y cuando se lo entrego, lavando sus manos, dijo: "Inocente soy de la sangre de este justo" (Mt 27,24) (6). Y hay también otro testigo de la inocencia de Jesús, el ladrón que fue primero al paraíso, que increpaba a su compañero y decía: "Nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho (Lc 23,41), pues tu y yo estuvimos en su juicio" (7).

Realidad de la crucifixión


4. Así pues, Jesús padeció realmente por todos los hombres. La cruz no es ninguna ficción, pues en ese caso también la redención sería algo fingido. La muerte no fue algo aparente, sino una realidad indiscutible. Si no fuese así, la salvación seria una fabula sin más. Si la muerte hubiese sido solo aparente, tendrían razón quienes decían: "Señor, recordamos que ese impostor dijo cuando aún vivía: 'A los tres días resucitaré'" (Mt 27,63). La pasión fue, pues, real: fue verdaderamente crucificado, y no nos avergonzamos de ello; fue crucificado y no lo negamos. Más bien me glorío en ello cuando lo digo. Pues si ahora lo niego, argüirá en mi contra el Gólgota que tenemos aquí tan próximo (8). Argüirá en contra mía el madero de la cruz, que a trozos pequeños ha sido distribuido desde ese lugar a todo el mundo. Confieso la cruz una vez que he conocido la resurrección. Pues si no hubiese ido más allá de la cruz, tal vez no lo habría confesado y la hubiese escondido juntamente con el maestro. Pero, puesto que la resurrección ha seguido a la cruz, no me da vergüenza proclamarla (9).

Condenado sin pecado alguno

5. Fue crucificado él, que, como todos, vivió en la carne, pero no con pecados semejantes. Pues no fue llevado a la muerte por la avidez de riquezas, pues era un maestro en la pobreza y en la renuncia a los bienes. No fue condenado por su pasión libidinosa, él que dijo claramente: "Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón" (Mt 5,28). A nadie golpeo o hirió con soberbia, sino que a quien le golpeaba le mostro la otra mejilla (Mt 5,39). Y no despreciaba la Ley, sino que la llevaba a su plenitud (Mt 5,17). No acusaba de falsedad a los profetas, pues él era el que había sido anunciado por ellos (10). No defraudaba en los pagos, pues curaba sin cobrar y gratuitamente. No peco en modo alguno ni de palabra ni de obra ni de pensamiento. "El que no cometió pecado, y en cuya boca no se hallo engaño; el que, al ser insultado, no respondía con insultos; al padecer, no amenazaba..." (1P 2,22-23 Is 53,9), que no vino a la pasión forzado, sino por su propia voluntad. Y a quien le dijo que tuviese compasión de sí mismo, le dijo aquello de: "Apártate de mí, Satanás" (Mt 16,23).

Voluntariamente fue a la pasión sin rehuirla

6. ¿Quieres persuadirte más de que vino por voluntad propia a la pasión? Todos los demás, que ignoran su destino, mueren de mala gana, pero él predijo de su propia pasión: "El Hijo del hombre va a ser entregado para ser crucificado" (Mt 26,2). ¿Sabes por qué él, que amaba a los hombres, no rehusó la muerte? Para que el mundo no se perdiese por sus pecados. "Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado y será crucificado" (vid. Mt 20,18-19). Y, por otra parte: "El se afirmo en su voluntad de ir a Jerusalén" (11). ¿Deseas conocer claramente que la cruz de Jesús es gloriosa? No me oigas a mí, sino a quien así lo dice. Era Judas quien lo entregaba, lleno de ingratitud hacia quien los había invitado. Se marcho pronto de la mesa tras beber el cáliz de la bendición, pero paso de esta bebida de la salvación a derramar la sangre del justo. "El que mi pan comía, levanta contra mí su calcaño" (Ps 41,10) (12). Poco antes sus manos recibían las bendiciones (o los trozos del pan bendecido), e inmediatamente después tramaba su muerte por el dinero por el que había pactado la traición. Al ser cogido en ello y al oír lo de "Tu lo has dicho" (Mt 26,25), salió de nuevo. Después dijo Jesús: "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre" (Jn 12,23). ¿Ves como sabía que su propia cruz era gloria para él? (13). Si Isaías, al ser aserrado (14), no cree que eso sea vergonzoso, Cristo, que muere por el mundo, ¿lo considerara un oprobio? "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre" (Jn 12,23): no porque antes careciese de gloria. Pues había sido glorificado "con la gloria que tenía a tu lado (en frase de Jesús) antes que el mundo fuese" (Jn 17,5; cf. Jn 17,24). Pero desde la eternidad era glorificado como Dios; ahora, sin embargo, era glorificado en la corona del sufrimiento. No perdió su vida sin que lo quisiese ni fue muerto desprovisto de su fuerza, sino voluntariamente. Escucha lo que dice: "Tengo poder para darla (la vida) y poder para recobrarla de nuevo" (Jn 10,18). Cedo ante los enemigos voluntariamente, pues, si no quisiera, no se realizaría. Llegó a la pasión por su voluntad libre, alegrándose de la obra eximia y más todavía por la corona que habría de recibir y por la salvación de los hombres. Al no avergonzarse ante la cruz, llevaba la salvación a todo el orbe. Y no era un hombre vil el que sufría, sino Dios hecho hombre luchando por el premio a su obediencia.

El Mesías sufriente, nueva enseña ante los gentiles

7. Pero los judíos están en contra, siempre preparados para la contradicción y tardos para creer. Por eso decía el profeta que se ha leído (15): "Señor, ¿quién ha dado crédito a nuestra predicación?" (Is 53,1). Creen los persas, pero no creen los hebreos. "Los que ningún anuncio recibieron de él, le verán, y los que nada oyeron, comprenderán" (Rm 15,21, tomado de Is 52,15). Y los que reflexionan sobre ello, rechazaran aquello en lo que piensan. Nos replican y dice: ¿Es que acaso sufre Dios? ¿Y no hubo fuerzas humanas mayores que la misma fuerza del Señor? Leed las Lamentaciones: quejándose de vosotros Jeremias, escribió en ellas cosas verdaderamente dignas de lamentar. Vio vuestra perdición y contemplo vuestra caída. Se lamentaba de la Jerusalén antigua, pues por la que ahora existe no habrá llantos (16). Aquella crucifico al Mesías, pero la presente lo adora. En las Lamentaciones se dice: "Nuestro aliento vital, Cristo el Señor, quedo preso en nuestra corrupción" (17). ¿Pero acaso estoy usando expresiones imaginarias? El texto habla de Cristo el Señor, hecho prisionero por los hombres. ¿Qué sucederá entonces? Dímelo, profeta. Y responde: "¡A su sombra viviremos entre las naciones!" (Lm 4,20b). Pero señala que la gracia de la vida ya no estará en Israel, sino entre los gentiles.

Escuchar y averiguar los testimonios de la Pasión en las Escrituras

8. Pero como ellos nos contradicen de múltiples maneras, vamos, aunque sea brevemente, a exponer, con la gracia del Señor, algunos testimonios de la pasión. Porque todo lo que atañe a Cristo ha quedado escrito: nada es ambiguo ni ha quedado nada sin consignar; todo ha quedado escrito en los testimonios de los profetas, y no en tablas de piedra, sino claramente descrito por el Espíritu Santo. Así pues, cuando oyeres el relato evangélico sobre las acciones de Judas, ¿acaso no debes prestar atención a este testimonio? Oíste que el costado de Cristo fue atravesado por una lanza. ¿No deberás examinar que también eso está escrito? (Jn 19,24-37). Oíste que fue crucificado en el huerto. ¿No deberás comprobar que eso ha quedado escrito? (Jn 19,41). Oíste que fue vendido en treinta monedas de plata. ¿No escucharas al profeta que hablo de ello (Mt 26,15 y Za 11,12b). Oíste que le fue dado a beber vinagre. Aprende también donde esta esto escrito (Jn 19,29 y Ps 69,22b). Oíste que el cuerpo fue sepultado dentro de una roca tapada con una piedra (Mt 27,60). ¿No aceptaras el testimonio del profeta sobre este asunto (Is 53,9)? Oíste que fue crucificado entre ladrones (Mt 27,38). ¿No debes enterarte también de si eso estaba escrito? (18) Oíste que fue sepultado (Mt 27,59-60). ¿No deberás averiguar si en algún lugar se escribió acerca de su sepultura (Is 53,9)? Oíste que resucito. ¿No deberás investigar si te engañamos con estas enseñanzas? Aunque "mi palabra y mi predicación no tuvieron nada de los persuasivos discursos de la sabiduría" (1Co 2,4). No se construyen aquí artificios sofistas (19), sino que más bien se deshacen. No se trata de una guerra de palabras, que a veces se revelan inútiles, sino que "predicamos a un Cristo crucificado" (1Co 1,23), la cual cosa había sido predicada anteriormente por los profetas. Y ahora tú, al acoger estos testimonios, séllalos en tu corazón. Pero, al ser muy numerosos y carecer ahora de más tiempo, séanos permitido en este momento que escuches algunas cosas que tienen mayor importancia. Entiende tu nuestra argumentación y tomate el trabajo de averiguar lo demás. Y que tu mano no esté tendida solo para recibir, sino también para actuar (vid. tal vez Si 4,31). Dios todo lo gratifica. "Si alguno de vosotros esta a falta de sabiduría, que la pida a Dios, que da a todos generosamente" (Jc 1,5), y la recibirá de él. El cual, movido por vuestras suplicas, nos conceda, a los que os hablamos, poderlo hacer y, a vosotros que escucháis, creer (20).

Datos sobre la traición de Judas

9. Busquemos, por consiguiente, los testimonios acerca de la pasión de Cristo. Hemos decidido no hacer una exposición puramente contemplativa de las Escrituras, sino más bien convencernos, mediante datos ciertos, de aquellos que creemos. Antes recibiste los testimonios acerca de la venida de Jesús (21). También está escrito que camino sobre el mar (Ps 77,20: "¡Por el mar iba tu camino!"; Jb 9,8b: "Holló la espalda de la Mar") y has recibido el testimonio de diversas curaciones. Comenzaré, pues, por el principio de la Pasión: Judas fue traidor, llego como adversario y allí estuvo hablando de modo pacífico mientras maquinaba hostilidades. Dice de él el Salmista: "Mis amigos y compañeros se apartan de mi llaga, mis allegados a distancia se quedan" (Ps 38,12). Y también: "Sus palabras, más suaves que el aceite, son espadas desnudas" (Ps 55,22), o: "¡Salve, Rabbí!" (Mt 26,49). En ese momento entrego al Maestro a la muerte sin tener en cuenta la advertencia de quien decía: "¡Judas, con un beso entregas al Hijo del hombre!" (Lc 22,48). Es como si le reprendiera con esto: "Acuérdate de tu nombre", pues Judas significa "confesión". Hiciste un pacto, recibiste la plata. "¡Oh Dios de mi alabanza, no te quedes mudo! (22). Boca de impío, boca de engaño, se abren contra mí. Me hablan con lengua de mentira, con palabras de odio me envuelven" (Ps 109,1-3a). Pero ya oíste (23) que estaban allí incluso algunos de los principales sacerdotes y que fue maniatado ante las puertas de la ciudad. Ten en cuenta lo que dice el salmo acerca del tiempo y el lugar: "Regresan a la tarde, aúllan como perros, rondan por la ciudad" (Ps 59,7).

10. Escucha, pues, también acerca de las treinta monedas de plata: "Yo les dije: 'Si os parece bien, dadme mi jornal; si no, dejadlo'" (Za 11,12), y lo que sigue (24). A mí me debéis (25) la gracia de la curación de los ciegos y de los cojos. Y es otra la que recibo: en lugar de agradecimiento, ultraje; en lugar de adoración, injuria. Ves como la Escritura conoció con antelación el futuro: "Ellos pesaron mi jornal: treinta siclos de plata" (Za 11,12). ¡Oh palabra profética de literal precisión! ¡Oh sabiduría inmensa y certera del Espíritu Santo! Pues no dijo diez ni veinte, sino expresa y exactamente "treinta", como en realidad fueron. Di también, profeta, a donde fue a parar esta paga. El que la recibió, ¿la retendrá o la habrá de devolver? Y, después de devolverla, ¿adónde caerá él? Dice, en efecto, el profeta: "Tomé, pues, los treinta siclos de plata y los eché en la casa de Yahvé, en el horno" (Za 11,13). Compara el Evangelio con la profecía: "Entonces Judas,... acosado por el remordimiento, dice,... tiro las monedas en el Santuario; después se retiro", etc. (Mt 27,3-5).

11. Pero intento suprimir aquí una aparente ambigüedad (26). Pues quienes rechazan a los profetas argumentan que el profeta dice: "Los eché en la casa de Yahvé, en el horno" (Za 11,13). Y el Evangelio, en cambio: "Las vieron por el Campo del Alfarero" (Mt 27,10). Pero atiende a como ambas cosas son verdad. Los judíos, es decir, aquellos que entonces eran príncipes de los sacerdotes, al ver que Judas se arrepentía y exclamaba: "Pequé entregando sangre inocente" (Mt 27,4), replican: "A nosotros, ¿qué? Tú verás". ¿Nada tiene que ver con vosotros, que lo crucificasteis? Que vea el que recibió y devolvió el dinero del crimen. ¿Y nada tendréis que ver quienes lo habéis hecho? Después dicen entre sí: "No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque son precio de sangre" (Mt 27,6). Vuestra boca os condena, puesto que el precio es abominable y abominable es también el crimen: si cumples la justicia crucificando a Cristo, ¿por qué no aceptas el precio? Pero nos preguntábamos: ¿Cómo es que no hay desacuerdo entre el evangelio que dice "Campo del Alfarero" y el profeta que menciona "el horno"? En realidad, no solo disponen de horno quienes trabajan el oro ni solo quienes trabajan con monedas, sino que también los alfareros tienen un horno para el barro. Separan la tierra más fina y la más espesa, colando la que se utilizara para separarla de los guijarros y escogiendo abundante material moldeable, lo amasan a continuación preparando así lo que se habrá de cocer. ¿De qué, pues, te asombras si el evangelio habla, con mayor claridad, del "Campo del Alfarero", al tiempo que el profeta pronuncio su profecía de modo enigmático, siendo así que las profecías se contienen a menudo en enigmas?

El juicio y los escarnios de Jesús

12. "Entonces le prendieron, se lo llevaron y le hicieron entrar en casa del Sumo Sacerdote" (Lc 22,54). ¿Quieres saber y ver que también esto está escrito? Dice Isaías: "¡Ay de aquellos que deliberaron depravadamente entre sí diciendo: maniatemos al justo, porque nos resulta incomodo" (Is 3,9-10 LXX). Ciertamente: "¡Ay de aquellos!". Veamos esto. Isaías fue partido en dos, pero el pueblo recibió después la salud. Jeremias fue arrojado al lodo de la cisterna (Is 38,6), pero así se curó la herida de los judíos, porque, al ser un pecado contra un hombre, era más leve. Pero los judíos no pecaron contra un hombre, sino contra Dios hecho hombre. "¡Ay de ellos!". Pero, "maniatemos al justo", decíamos. ¿No podrá desatarse a sí mismo, replicara alguno, el que libro a Lázaro de las ataduras de una muerte ya de cuatro días? (Jn 11,39-44) y el que dejo libre a Pedro de las cadenas de hierro de la prisión (Ac 12,7). Los ángeles se encontraban dispuestos diciendo: "Rompamos sus coyundas" (Ps 2,3) (27), aunque se abstienen de la violencia porque Dios quiso sufrir esto. Fue conducido también a juicio entre los ancianos (Mt 26,57). De ello tenía ya un testimonio: "Yahvé demanda en juicio a los ancianos de su pueblo y a sus jefes" (Is 3,14).

13. Pero al interrogarle el Sumo Sacerdote, se indigna al oír la verdad (Mt 26,62-63) y uno de los peores de sus servidores le da una bofetada. Aquel rostro, que en otro momento había resplandecido como el sol (Mt 17,2), soporto que unas manos inicuas lo quebrasen, y otros se acercaban escupiendo al rostro de quien mediante la saliva había curado al ciego de nacimiento (Jn 9,6). "¿Así pagáis a Yahvé, pueblo insensato y necio?" (Dt 32,6). Y el profeta, asombrado, dice: "¿Quién dio crédito a nuestra noticia?" (Is 53,1) (28). Es cosa realmente increíble que Dios, el Hijo de Dios y el brazo de Yahvé (29) estén expuestos a estas cosas. Pero, para que los que se salvan no rehúsen creer en esto, el Espíritu Santo lo predice de la persona de Cristo cuando éste exclama (pues él era el que entonces hablaba y más tarde se hizo presente): "Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban" (Is 50,6) (30). Y Pilatos, una vez flagelado, lo entrego para ser crucificado (Mc 15,15): "Ofrecí... mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos" (Is 50,6). Como si dijera: previendo que me habían de golpear, ni siquiera torcí la mejilla levemente. ¿Cómo fortalecería a los discípulos ante la muerte que debía arrostrar por la verdad si yo mismo me aterrorizaba por ella? Yo había dicho: "El que ama su vida, la pierde" (Jn 12,25). Si yo amase la vida, ¿cómo daría lecciones sin hacer lo que enseno? Por consiguiente, él, siendo Dios, soporto sufrir estas cosas de parte de los hombres para que nosotros los hombres no nos avergonzásemos luego de sufrir de los hombres cosas tales por su causa. Ves que estas cosas han sido ampliamente predichas por los profetas. Pero, como antes dije, muchos testimonios de la Escritura los pasamos por alto a causa del poco tiempo disponible. Pero si alguien lo investiga todo cuidadosamente, ninguna de las cosas referentes a Cristo quedará sin su correspondiente testimonio.

Ante Pilato y Herodes

14. Maniatado llego de Caifás hasta Pilato. ¿Acaso no estaba también esto previamente escrito? "Y, atándolo, lo llevaron como presente al rey Jarim" (Os 10,7 LXX) (31). Pero alguno de vosotros argüirá molesto: "Pilato no era rey (omitiendo además bastantes otros detalles). ¿Cómo, pues, "atándolo, lo llevaron como presente al rey Jarim"? Pero lee el Evangelio: "Al oír Pilato que él era de Galilea,... le remitió a Herodes" (32). Herodes era entonces rey y se encontraba en Jerusalén (Lc 23,7). Y observa la aplicada diligencia del profeta, pues dice que fue enviado en lugar de regalos, porque "aquel día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes estaban enemistados" (Lc 23,12). Era oportuno que el que había de llevar la paz a la tierra y cielo pacificase, como primeros de todos, a quienes a él le condenaban. Pues era el mismo Señor, "que reconcilia los corazones de los príncipes de la tierra" (Jb 12,24) (33). Acepta las precisiones y el testimonio auténtico de los profetas.

Más sobre el juicio de Jesús

15. Admira al Señor a quien juzgan. Acepto ser llevado por los soldados y que diesen vueltas a su alrededor mientras Pilatos estaba "sentado en el tribunal" (Mt 27,19). El, que está sentado a la derecha del Padre, estaba en pie mientras era juzgado. El pueblo por él liberado de la tierra de Egipto, y tantas otras veces de otros lugares, vociferaba contra él: "¡Crucifícalo, crucifícalo!" (Jn 19,6). ¿Por qué así, oh judíos? Ante esto, el profeta exclama estupefacto: "¿Contra quién abrís la boca y sacáis la lengua?" (Is 57,4). El Señor mismo relata en los profetas: "Se ha portado conmigo mi heredad como un león en la selva: me acosaba con sus voces; por eso la aborrecí" (Jr 12,8). No la expulsé yo, sino que ellos me expulsaron a mí. Por eso digo consecuentemente: "He abandonado mi casa" (34).

La actitud del Siervo durante el juicio

16. Juzgado, callaba, de modo que Pilato estaba padeciendo y decía: "¿No respondes nada? ¿Qué es lo que estos atestiguan contra ti?" (Mt 26,62). No porque conociera al que estaba siendo juzgado, sino porque temía qué significado tendría para él el sueño de su mujer (Mt 27,19). Y Jesús callaba. Dice el salmista: "Soy como hombre que no oye, ni tiene réplica en sus labios" (Ps 38,15). Y, además: "Mas yo como un sordo soy, no oigo, como un mudo que no abre la boca" (Ps 38,14 Is 53-7). También esto lo has oído, si recuerdas.

17. Pero los soldados a su alrededor se burlan de él. El Señor es para ellos objeto de escarnio y de él se hace mofa. "Me ven y menean su cabeza" (Ps 109,25). Se vislumbra el reino en imagen: se burlan, pero doblan su rodilla (Mt 27,29); unos soldados lo clavan a la cruz, pero antes le colocan un manto de purpura (Mt 27,28) y una corona sobre su cabeza. ¿De qué es, sino de espinas? (Mt 27,29). Es proclamado rey de todo por los soldados. También fue oportuno que Jesús fuese coronado en figura por los soldados, de manera que por eso dice la Escritura en el Cantar de los Cantares: "Salid a contemplar, hijas de Sion, a Salomón el rey, con la diadema con que le corono su madre" (Ct 3,11). Aquella corona era un misterio, pues era la destrucción de los pecados y la absolución de la sentencia de condenación.

La maldición de la higuera

18. Adán recibió la condena: "Maldito sea el suelo por tu causa... Espinas y abrojos te producirá" (Gn 3,17-18). Por eso tomo sobre si Jesús las espinas, para deshacer la maldición; y por eso fue sepultado en tierra, para que la tierra que había sido maldecida recibiese bendición en lugar de maldición. En el momento del primer pecado, se ciñeron unas hojas de higuera (Gn 3-7). Por eso Jesús puso fin a los signos con una higuera. Pues, cuando tenía que marchar a la pasión, hirió a la higuera con una maldición (Mt 24,32ss). No se refirió a toda higuera, sino a aquella sola diciendo en imagen: "¡Que nunca jamás coma nadie fruto de ti!" (Mc 11-14): quede deshecha la condena. Y en la época en que las higueras se revisten de hojas es precisamente cuando no hay alimentos. ¿Quién ignora que en tiempo de invierno la higuera no da frutos, sino que solo tiene hojas? ¿Es que Jesús ignoraba lo que todos sabían? No, sabe de qué va y viene buscando, aunque sin desconocer que no encontrara nada, extendiendo su maldición solo a las hojas (35).

Jeremias, imagen de Jesús despreciado

19. Una vez que nos hemos acercado a las cosas del paraíso, admiro ciertamente la verdad de las figuras (36). En el paraíso se produjo la caída, y en el huerto la salvación; del árbol vino el pecado, pero hasta el árbol (37) llego el pecado; a la tarde, cuando el Señor iba caminando, buscaron escondite (Gn 3,8), y es por la tarde cuando el ladrón es introducido por el Señor en el paraíso (Lc 23,43). Pero alguno me dirá: piensa, a ver si me puedes mostrar por los profetas el leño de la cruz, pues no asentiré si no me muestras un testimonio profético. Pues bien, escucha a Jeremias y convéncete: "Y yo que estaba como cordero manso llevado al matadero, sin saber..." (Jr 11,19). Lee, además, esta pregunta que, como dije, hace Jesús: "¿No sabéis que dentro de dos días es la Pascua; y el Hijo del hombre va a ser entregado para ser crucificado?" (Mt 26,2) (38). ¿Era acaso él quien lo ignoraba? "Y yo que estaba como cordero manso llevado al matadero, sin saber..." (Jer ibid.). Pero, ¿cuál es la señal? Entiéndase a Juan Bautista cuando dice: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Jn 1,29). ¿Acaso él, que conoce los pensamientos, ignoraba los acontecimientos? ¿Y qué es lo que dijeron?: '... contra mi tramaban maquinaciones: "Queremos poner madera en su pan'" (Jr 11,19b LXX) (39). Si Dios te considera digno de ello, más tarde conocerás que su cuerpo mostraba, según el evangelio, la figura del pan. Así pues, "venid, queremos poner madera en su pan, borrémoslo de la tierra de los vivos, y su nombre no vuelva a mentarse" (40). La vida no se destruye. ¿Por qué os fatigáis con un trabajo inútil? Vuestro proyecto es vano. ¡Sea su nombre bendito para siempre, que dure tanto como el sol! (Ps 72,17). Y que la vida estaba colgada en el madero, lo dice Moisés lamentándose: "tu vida estará ante ti como pendiente de un hilo, tendrás miedo de noche y de día, y ni de tu vida te sentirás seguro" (Dt 28,66). Y lo que se leyó hace poco: "¿Quién dio crédito a nuestra noticia?" (Is 53,1).

La salvación desde el leño de la cruz

20. Esta figura la ilustro Moisés crucificando a la serpiente, para que quien hubiera sido mordido por una serpiente viva, al mirar la serpiente de bronce, consiguiese, por creer, la salvación (Nb 21,4-9). Y si la serpiente de bronce crucificada concede la salvación, ¿no otorgara la salvación el Hijo de Dios clavado a la cruz? Por un leño viene siempre la salvación. En tiempos de Noé, por un arca de madera se conservo la vida (Gn 7,23). Y cuando Moisés extendió su vara sobre el mar, que se retiro por reverencia hacia el que lo tocaba (Ex 14,16-21). Y si Moisés tanto pudo con su cayado, ¿será ineficaz la cruz del Salvador? Dejo a un lado, en honor a la brevedad, otras muchas figuras. Sin embargo, volvió dulce el agua en su momento (Ex 15,25), y del costado de Cristo broto el agua en el madero (Jn 19,34) (41).

Mas sobre el agua y la sangre del costado

21. El primero de los signos de Moisés es el agua y la sangre. Y este primero de todos fue el último de los signos de Jesús. En primer lugar, Moisés transformo el rio en sangre (Ex 7,20) y Jesús, por último, hizo brotar desde el costado agua con sangre. Quizá a causa de las dos voces, de una parte la de quien le juzgaba, y de otra la de quienes cruelmente gritaban. O, quizá, por causa de los que creyeran o de los incrédulos. Pues mientras Pilato decía: "Soy inocente", otros vociferaban: "su sangre sobre nosotros..." (Mt 27,24-25). Ambas cosas brotaron de su costado: el agua, quizá en referencia al juez, y la sangre teniendo en cuenta a los que gritaban. Pero también puede entenderse así: la sangre para los judíos, el agua para los cristianos. Para aquellos, insidiosos, la condenación por la sangre derramada; para ti, que ahora crees, la salvación por el agua. Nada ha sucedido en vano. Nos han transmitido los intérpretes de la Escritura (42), nuestros Padres, otra explicación del asunto: en los evangelios se habla de una doble fuerza del bautismo de salvación. Una, a través del agua, que se concede a los que son iluminados (43), y otra que en tiempo de persecución se da a los mártires mediante su propia sangre. Brotaron del costado del Salvador sangre y agua que confirman la gracia de la confesión hecha por Cristo (44) tanto en el bautismo como en épocas de martirio. Pero también hay otra causa de aquello del costado. Principio y cabeza del pecado fue la mujer, que fue formada de un costado. Pero una vez que vino Jesús, para otorgar el perdón a la vez a hombres y mujeres, el costado fue traspasado en las mujeres con el fin de deshacer el pecado.

Gloriarse en la cruz

22. Pero si alguien profundiza más, encontrara también otras causas, aunque baste lo dicho tanto por la escasez de tiempo como por no cansar vuestros oídos, aunque nunca se debe experimentar cansancio de oír los triunfos del Señor, sobre todo, en este Gólgota tres veces santo, pues algunos solo oyen, pero nosotros también vemos y tocamos (45). Que nadie se canse. Con la misma cruz toma las armas contra los adversarios. Haz de la fe en la cruz el estandarte contra los contradictores. Cuando tengas que discutir sobre la cruz contra los que no creen, haz antes con la mano la señal de la cruz y callara el enemigo. No te avergüences de confesar la cruz. Pues en ella se glorían los ángeles diciendo: "Sé que buscáis a Jesús, el Crucificado" (Mt 28,5). ¿Es que acaso no podías, oh ángel, decir: "Sé a quién buscáis, a mi Señor". Pero "yo, dice sin embargo con confianza, lo he conocido crucificado". La cruz es, pues, triunfo y no ignominia.

En el Crucificado esta la salvación


23. Por lo demás volvamos a lo que queríamos mostrar por los profetas. El Señor fue crucificado y has recibido los testimonios. Ves el lugar del Gólgota... (46). Aclamas asintiendo a lo que se dice: mira de no negarlo en alguna ocasión en época de persecución. Que la cruz no sea para ti alegría solo en tiempo de paz: ten la misma fe en época de persecución, que no ocurra que seas amigo de Jesús en tiempo de paz y enemigo en tiempo de dificultades. Ahora recibes el perdón de tus pecados y las gracias generosas del regalo Espiritual del Rey. Cuando estalle la guerra, combate esforzadamente por tu rey. Jesús, que nada había pecado, ha sido crucificado por ti. ¿Y no te dejarás tu crucificar por aquel que por ti fue clavado a la cruz? No eres tu quien da la gracia, pues primero la recibiste tu. Lo que haces es devolverla pagando la deuda al que en el Gólgota fue crucificado por ti. Pero Gólgota significa "Lugar de la Calavera" (Jn 19,17). ¿Quiénes pusieron, proféticamente, a aquel lugar el nombre de Gólgota, en el que Cristo cabeza padeció la cruz? Como dice el Apóstol: "El es imagen de Dios invisible" (Col 1,15) y, un poco más abajo, "El es también la Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia" (Col 1,18) y, a su vez: "la cabeza de todo varón es Cristo" (1Co 11,3) y también, "es la Cabeza de todo Principado y de toda Potestad" (Col 2,10). La Cabeza padeció en el "Lugar de la Calavera". ¡Oh nombre grande y lleno de sentido profético! Pues casi el nombre mismo te advierte como diciendo: no te fijes en el crucificado como un simple hombre. Pues es "Cabeza de todo Principado y toda Potestad". Es "Cabeza de toda Potestad" el que ha sido clavado a la cruz y que tiene al Padre por cabeza: pues "la cabeza del hombre es Cristo... y la cabeza de Cristo es Dios" (1Co 11,3).

Otros detalles de la Pasión predichos por los profetas

24. Cristo fue, pues, crucificado por nosotros. El juicio se celebro de noche y en un ambiente frio, motivo por el que encendieron unas brasas (Jn 18,18). Fue crucificado a la hora tercia (Mc 15,25). Desde la hora sexta hubo tinieblas hasta nona (Mt 27,45). Y de nuevo hubo luz desde la hora nona. ¿Acaso también estas cosas están escritas? Busquemos. Dice, pues, Zacarías: "Aquel día no habrá ya luz, sino frio y hielo (por aquello de que Pedro se calentaba). Un día único será, conocido solo de Yahvé" (Za 14,6-7). ¿Qué pasa? ¿No conoció acaso otros días? Pero "éste es el día que hizo Yahvé" (Ps 118,24), el de la paciencia del Señor, "conocido solo de Yahvé; no habrá día y luego noche" (Za 14,7). ¿Cuál es el enigma que narra el profeta? Aquel día no consta de día y noche. ¿Cómo lo llamaremos? El Evangelio lo interpreta con su narración. "No habrá día". Pues el sol no brillo, como acostumbra, de oriente a occidente, sino que desde la hora sexta hasta la hora nona hubo tinieblas a mitad del día. Hubo, pues, tinieblas de por medio. Pero Dios había llamado a las tinieblas "noche". Por tanto, no había distinción entre día y noche: ni la luz era total, de modo que se llamase "día", ni podía llamarse "noche" porque todo fuese tinieblas, sino que el sol brillo después de nona. Esto lo anuncia el profeta, pues después que dijo "no habrá día y luego noche" (Mt 14,7), añade: "a la hora de la tarde habrá luz". ¿Te das cuenta de lo acertado de la palabra de los profetas y de la verdad de las cosas predichas?

25. Pero, ¿quieres saber exactamente la hora en que el sol se oscureció, hora quinta, octava o décima? Díselo claramente, oh profeta, a los judíos incrédulos: ¿Cuándo se oculto el sol? Dice, en efecto, el profeta Amos: "Sucederá aquel día -oráculo del Señor Yahvé- que yo haré ponerse el sol a medio-día" (se hicieron tinieblas desde la hora sexta), "y en plena luz del día cubriré la tierra de tinieblas" (Am 8,9). ¿Cuál es esta distribución del tiempo, oh profeta, y cuál es el día?: "Trocaré en duelo vuestra fiesta" (Am 8,10). De hecho, esto estaba sucediendo en los ácimos y en la fiesta de la Pascua (Mc 14,1). Y dice después: "Lo haré como duelo de hijo único y su final como día de amargura" (Am 8,10c). En el día, pues, de los Ácimos y en la fiesta de las mujeres se lamentaban y lloraban (Lc 23,27), mientras los Apóstoles, ocultos, estaban deshechos de dolor. Admirable es, pues, la profecía.

El manto y la túnica

26. Pero, dirá alguno, dame otro signo. ¿Qué otra nota hay característica de todo esto? Jesús fue crucificado. El se servía de una túnica y de un manto. Pero los soldados se repartieron el manto tras dividirlo en cuatro partes. Sin embargo, la túnica no la rasgaron porque, partida de ese modo, para nada hubiera servido, sino que los soldados se la echaron a suertes entre ellos (Jn 19,23-24). Se reparten el manto y echan a suertes la túnica. ¿No estaba también eso escrito? Pues bien, los afanosos salmistas de la Iglesia (47), que imitan a los ejércitos angélicos, lo saben y celebran a Dios con alabanzas continuas. Quienes son considerados dignos de esto, salmodien en este santo Gólgota (48) y digan: "Repártanse entre sí mis vestiduras y se sortean mi túnica" (Ps 22,19). Aquel sorteo fue el sorteo de los soldados.

La capa purpura

27. Cuando estaba siendo juzgado por Pilato, estaba vestido de rojo, lo cubrieron con un manto de purpura (Mt 27,28). ¿También está escrito esto? Dice Isaías: "¿Quién es ése que viene de Edom, de Bosra, con ropaje teñido de rojo?" (Is 63,1). Como queriendo decir: ¿quién es éste que es vestido de purpura para avergonzarlo? Pues a eso suena Bosra entre los hebreos (49).

"Y, ¿por qué esta de rojo tu vestido, y tu ropaje como el de un lagarero?" (Is 63,2). Y responde diciendo: "Alargué mis manos todo el día hacia un pueblo rebelde que sigue un camino equivocado en pos de sus pensamientos" (Is 65,2).

La cruz de Cristo y su eficacia salvadora

28. Extendió sus manos en la cruz para abarcar los confines del mundo. Pues el lugar central de la tierra está aquí, en el Gólgota. Y no es palabra mía, sino del profeta que dice: "Autor de salvación en medio de la tierra" (Ps 74,12). Extendió sus manos humanas, con la sola ayuda de las cuales y con su mente tras ellas dio consistencia al cielo (Ps 33). Fueron fijadas con clavos para que, clavados al leño y aniquilados los pecados de los hombres que su humanidad llevaba cargados sobre si, a la vez muriese el pecado y resucitásemos nosotros en la justicia (50). Pues como por un hombre vino la muerte, también por un hombre vino la vida (Rm 5,12-21): por un hombre, el Salvador, que padeció la muerte voluntariamente. Acuérdate de aquello: "Tengo poder para darla (la vida) y poder para recobrarla de nuevo".

El carisma profético de Israel, vina estéril, en la Iglesia

29. El soporto estas cosas al haber venido a salvar a todos. Pero el pueblo se lo pago de mala manera. Dice Jesús: "Tengo sed" (Jn 19,28), él, que de una áspera roca les dio agua (Ex 17,1-7) y exige los frutos de la vina que planto (Jr 2,21 Is 5,2). Pero, ¿de qué vina? Por su naturaleza, seria la que existía desde los santos Patriarcas, pero es en realidad la que, por la tentación, proviene de Sodoma la que le alcanza al Señor sediento el vinagre mediante una esponja empapada y puesta en una cana (Jn 19,29). Se cumple así aquello de: "Porque su vina es vina de Sodoma y de las plantaciones de Gomorra" (Dt 32,32a) (51). Y también: "Veneno me han dado por comida (52), en mi sed me han abrevado con vinagre" (Ps 69,22). Ves la perspicacia de la predicción profética. ¿Y cómo fue la hiel que pusieron en mi boca? "Le daban, dice, vino con mirra" (Mc 15,23). Mirra, con sabor a hiel y un poco amarga (53). "¿Así pagáis al Señor?" (Dt 32,6). ¿Es esto lo que ofreces, vina, al Señor? Ya se quejaba justamente de vosotros Isaías, diciendo: "Una vina tenía mi amigo en un fértil otero" (Is 5,1) (54). Y, por abreviar: "Espero, dice, que diese uvas" (5,2Is 5,5). Ya no tiene nubes, es decir, ya no tiene profetas, pues es en la Iglesia donde luego han estado los profetas, como dice Pablo: "En cuanto a los profetas, hablen dos o tres, y los demás juzguen" (1Co 14,29). Y además: "El mismo (Cristo) dio a uno el ser Apóstoles; a otros, profetas" (Ep 4,11) (56). Profeta era Agabo, que se ato de manos y pies (Ac 21,10-11).

Jesús, ultrajado en la cruz, entre los dos ladrones



30. Sobre los ladrones que fueron crucificados con él (Lc 23,32) se ha dicho: "Con los rebeldes fue contado" (Is 53,12). Uno y otro (57) fueron al principio inicuos, pero uno dejo de serlo. Pero el otro desprecio las leyes hasta el final, sin humillarse para su salvación, pues estando clavado de manos, su lengua todavía blasfemaba. Los judíos movían sus cabezas injuriando al crucificado y cumpliendo lo que estaba escrito. "Me ven y menean su cabeza" (ss Lc 23,39-43). De él se hacía burla juntamente con los otros, pero uno de ellos increpaba al otro: para él coincidieron el fin de su vida y el comienzo de su enmienda. Entrego su alma y recibió, antes que otros, la salvación. Tras reprender a su compañero, dijo: "Jesús, acuérdate de mí" (Lc 23,42), mis palabras se dirigen a ti. Déjalo a él, pues están ciegos los ojos de su mente, pero "de mi, acuérdate". No digo que te acuerdes de mis obras, pues de ellas tengo miedo. Todo hombre suele unirse amablemente a quien es su compañero de camino. Soy compañero tuyo en el camino hacia la muerte: acuérdate de mí, que soy tu compañero. No digo: ahora "acuérdate de mí", sino "cuando vengas con tu Reino" (Lc 11,2).


La misericordia para con el "buen ladrón"

31. ¿Qué energía, oh ladrón, te ilumino? ¿Quién te enseno a adorar al que había sido ultrajado y crucificado contigo? ¡Oh luz eterna, que ilumina a los que yacen en tinieblas (vid. Lc 1,79)! Oyó, desde luego, justamente: "Confía" (58). No porque tus obras deban ser la base de tu confianza, sino porque ahí hay un rey dispuesto a agraciarte. Era una petición de algo muy lejano, pero la gracia llego muy rápidamente: "Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lc 23,43), puesto que hoy has oído mi voz y no has endurecido tu corazón (Ps 94,8). Con mucha prontitud pronuncié sentencia contra Adán. Y con mucha prontitud te perdono. A él se le dijo: "El día que comieres de él, morirás sin remedio" (Gn 2,17). Tú, en cambio, hoy has dado oídos a la fe, y hoy recibirás la salvación. Por un árbol cayó él, y tú eres introducido, por medio de un árbol, en el paraíso. No temas a la serpiente, pues no te expulsara: ella ya cayó del cielo (Lc 10,18). Tampoco te digo: hoy partirás, sino "confía: hoy estarás conmigo en el paraíso", no serás rechazado. No temas a la espada de fuego (cf. Gn 3,24), pues ella es la que teme al Señor. ¡Oh gracia inmensa e inefable! No ha entrado todavía Abraham el creyente, y ya entra el ladrón. Todavía no han entrado Moisés y los profetas, pero si entra el ladrón. Antes que tu, se admiro de esto Pablo diciendo: "Donde abundo el pecado, sobreabundo la gracia" (Rm 5,20). Los que han soportado el calor (Mt 20,12) todavía no han entrado, pero si ha entrado el que llego a la hora undécima (Mt 20,6). Nadie murmure contra el dueño, que dice: "Amigo, no te hago ninguna injusticia... ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero?" (Mt 20,13-15). Quiere el ladrón hacer obras justas, pero la muerte le tiene preocupado. No me fijo tanto en las obras, sino que acepto tu fe. Estoy recogiendo los lirios; ven, que te apaciente en los huertos (Ct 6,2). He encontrado a la oveja perdida y la llevo sobre mis hombros (Lc 15,5). Realmente cree, puesto que ha dicho: "Me he descarriado como oveja perdida (Ps 119,176). Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino" (Lc 23,42).

El sacerdocio definitivo y eterno de Jesucristo

32. Acerca de este huerto conté ya a mi esposa en el Cantar de los Cantares (59), diciéndole estas cosas: "Ya he entrado en mi huerto, hermana mía, novia" (Ct 5,1). De hecho, donde fue crucificado había un huerto (Jn 19,41). Y, ¿qué deduces de ahí? Que "he tomado mi mirra con mi bálsamo" (Ct 5,1), lo cual se cumple cuando bebe vino mirrado y vinagre (Jn 19,29 par.), y, después de tomarlos, dice: "Todo está cumplido" (Jn 19,30). El misterio ha llegado a su plenitud. Se ha cumplido lo que estaba escrito. Los pecados han sido disueltos, pues, "al llegar Cristo como Sumo Sacerdote de los bienes futuros, a través de una Tienda mayor y más perfecta, no fabricada por mano de hombre, es decir, no de este mundo. Y penetro en el santuario una vez para siempre, no con sangre de machos cabríos ni de novillos, sino con su propia sangre, consiguiendo una redención eterna. Pues si la sangre de machos cabríos y de toros y la ceniza de vaca santifica con su aspersión a los contaminados, en orden a la purificación de la carne, ¡cuanto más la sangre de Cristo...!" (He 9,11-14). Y, por otra parte: "Teniendo, pues, hermanos, plena seguridad para entrar en el santuario (60) en virtud de la sangre de Jesús, por este camino nuevo y vivo, inaugurado por él para nosotros, a través del velo, es decir de su propia carne..." (He 10,19-20). Y ya que la carne, su propio velo, fue afectada por el deshonor, por eso el velo del templo, que era figura del futuro, se rasgo, según está escrito: "En esto, el velo del Santuario se rasgo en dos, de arriba abajo" (Mt 27,51). Y nada absolutamente quedo de él. Y puesto que el Señor dijo: "Se os va a dejar desierta vuestra casa" (Mt 23,38), la misma casa quedo destruida (61).

Cristo se entrega al Padre

33. Estas cosas las soporto el Salvador, "pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos" (Col 1,20). Pues éramos enemigos de Dios por el pecado, y Dios decidió que era oportuno que el pecador muriese. Era, pues, necesaria una de estas dos cosas: o bien que Dios, consecuentemente, hiciese perecer a todos, o bien que con su clemencia anulase la sentencia dictada. Observa, sin embargo, la sabiduría de Dios: guardo tanto la firmeza de la sentencia como la eficacia de la bondad. Cristo, "sobre el madero, llevo nuestros pecados en su cuerpo, a fin de que, muertos a nuestros pecados, viviéramos para la justicia" (1P 2,24 Is 53,12 2Co 5,21 Rm 6,11-18). No es que careciera de valor el que por nosotros moría: no era una oveja de las que se ven, ni tampoco era solo un hombre, ni simplemente un ángel. Era Dios hecho hombre. No era tan grande la iniquidad de los pecadores como la justicia de aquel que por nosotros moría (62). No pecamos tanto como sobresalió por su justicia aquel que por nosotros entrego su vida, que la entrego cuando quiso y la recobro de nuevo cuando quiso (Jn 10,18). ¿Quieres saber cómo no entrego su vida coaccionado o forzadamente, y que no entrego su Espíritu contra su voluntad? Se dirigió al Padre diciendo: "Padre, en tus manos pongo mi Espíritu" (Lc 23,46 Ps 31,6), por decirlo yo ahora brevemente, "y, dicho esto, expiro", pero no se mantuvo así largo tiempo, pues rápidamente resucito de entre los muertos.

Muerte y sepultura

34. Se eclipso el sol (Lc 23,44) a causa del "sol de justicia" (Ml 3,20) (63), "las rocas se hendieron" (Mt 27,51) a causa de la roca inteligibles (64), "se abrieron los sepulcros" (Mt 27,52) y los muertos resucitaron (52b) por causa de aquel que estaba libre entre los muertos, dejo libres a los "cautivos de la fosa en la que no hay agua" (Za 9,11). No te avergüences, pues, del crucificado, sino di tu también con confianza: "¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba!... y con sus cardenales hemos sido curados" (Is 53,4-5). No seamos desagradecidos hacia el bienhechor. Y, además: "Por las rebeldías de su pueblo ha sido herido; y se puso su sepultura entre los malvados y con los ricos su tumba" (Is 53,8-9). Por eso dice Pablo claramente: "Que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, y fue sepultado, y resucito al tercer día según las Escrituras" (1Co 15,3-4).

El sepulcro excavado en roca

35. Pero queremos conocer claramente donde fue sepultado. ¿Se construyo acaso un sepulcro? ¿Destaca del suelo como las sepulturas regias? ¿Se ha hecho un monumento con piedras adosadas unas a otras? ¿Qué se le puso encima? Hacednos, profetas, la descripción del sepulcro y decidnos donde fue colocado el cuerpo y donde lo habremos de buscar. Y ellos responden: "Reparad en la pena de donde fuisteis tallados, y en la cavidad de pozo de donde fuisteis excavados" (Is 51,1). Tienes en los Evangelios: "En un sepulcro excavado en la roca" (Lc 23,53), "en un sepulcro que estaba excavado en roca" (Mc 15,46). ¿Y, además, qué? ¿Cuál es la puerta del monumento? Hay, por otra parte, otro profeta que dice: "Sofocaron mi vida en una fosa y echaron piedras sobre mí" (Lm 3,53). Yo, la "piedra angular, elegida, preciosa" (1P 2,6), estoy escondido entre la piedra por poco tiempo; "piedra de escándalo" para los judíos (1P 2,8) y de salvación para los que creen. Así pues, el árbol de la vida esta plantado en la tierra, para que ésta, que había estado maldita, consiguiese la bendición y fuesen liberados los muertos.

La fuerza de la señal de la cruz

36. Que no nos agarrote la vergüenza de confesar a un crucificado. En la frente, como gesto de confianza, hágase con los dedos la señal de la cruz, y eso para todo: cuando comemos pan o cuando bebemos, en las entradas y salidas, antes de acostarnos, al dormir y al levantarnos, cuando caminamos y cuando estamos quietos. Es una gran protección: gratuita, por los necesitados; no cuesta esfuerzo, por los débiles, y, como quiera que ha sido dada por Dios como gracia: señal de los fieles y temor de los demonios, a los que en ella "exhibió públicamente, incorporándolos a su cortejo triunfal" (Col 2,15). Pues cuando ven la cruz, les viene a la mente la imagen del crucificado. Temen al que machaco las cabezas del dragón (Ps 74,14) (65). Porque sea gratuito, no desprecies este signo: venera en él más bien a nuestro bienhechor.

La realidad histórica de la cruz de Cristo

37. Y si alguna vez intervienes en una discusión y te quedas sin argumentos, que tu fe permanezca en ti inconmovible. Porque con la enseñanza que has recibido puedes reducir al silencio a los judíos por medio de los profetas y a los griegos partiendo de sus propias fabulas. Pues estos últimos adoran a los que han muerto por un rayo. Pero al aparecer el rayo, no suele caer al azar. Y si ellos no sienten vergüenza de adorar a los que Dios ha rechazado, ¿te avergonzaras tu, que has sido amado de Dios y eres hijo suyo, de adorar al que ha sido crucificado por ti? Lo que no hago, por vergüenza, es divulgar los vicios de los que ellos llaman sus dioses, y además ahora tampoco hay tiempo. Expónganlos quienes los conocen, Tápese también la boca a todos los herejes. Apártese a quien dijere que la cruz es solo una apariencia. Debes odiar a los que dicen que Cristo fue crucificado solo de modo fingido. Pues si ha sido crucificado solo en apariencia, y ya que de la cruz nos viene la salvación, esta salvación no sería sino una especie de juego. Y si la cruz fuese una fantasía, también lo sería la resurrección. Y si Cristo no resucito estamos todavía en nuestros pecados (1Co 15,17). Si la cruz es solo imaginación, también lo es la ascensión, pero si la ascensión tampoco es más que fantasía, también lo será la segunda venida. Pero en tal caso nada tiene consistencia.

Que nadie te acuse de haber rechazado la cruz

38. Así pues, acepta la cruz como un cimiento firme y construye sobre él el resto de la fe. No reniegues del crucificado. Pues si reniegas de él, son muchos los que te acusaran. El primero que argüirá contra ti será el traidor Judas. Pues el primero que lo entrego llego a saber que había sido condenado a muerte por los príncipes de los sacerdotes y por los ancianos (Mt 27,3). Lo atestiguan (66) las treinta monedas de plata (Mt 26,15); lo atestigua Getsemaní, el lugar donde se realizo la traición (Mt 26,47ss). No le llamo todavía "Monte de los Olivos" (Lc 22,39), en el cual oraban de noche los que estuvieron allí. Lo atestigua la luna que lucía de noche. Lo atestiguan el día y el sol que se eclipso, pues no podía soportar el crimen de los traidores. Te acusara el fuego alrededor del cual se estaba calentando Pedro (Jn 18,18). Si niegas la cruz, te esperara un fuego eterno. Te hablo de duras realidades, para que no tengas más tarde que experimentar la dureza. Acuérdate de las espadas que caen sobre él en Getsemaní, para que no sufras tú la espada eterna. Te acusara la casa de Caifás, que, aun asolada, muestra hoy todavía el poder de quien en ella fue juzgado. El mismo Caifás se alzara contra ti el día del juicio; se levantara también el siervo que dio una bofetada a Jesús (Jn 18,22), y también los que le maniataron y le condujeron. Contra ti se alzaran a la vez Herodes y Pilatos hablando más o menos de este modo: ¿Por qué niegas a quien fue traído calumniosamente hasta nosotros y de quien honradamente no pudimos decir que hubiera pecado? (Lc 23,14-15). Yo, Pilato, entonces me lavé las manos (Mt 27,24). Estarán en pie contra ti los mismos falsos testigos (Mt 26,60) y los soldados que se pusieron su manto color purpura y le colocaron la corona de espinas (Jn 19,2) y lo crucificaron en el Gólgota (Mt 19,16-18) sorteándose su túnica (Mt 19,24). Te acusara Simón de Cirene, que llevo la cruz de Jesús (Lc 23,26).

Objetos, lugares y personas que también son testigos

39. Desde los astros te acusara el sol que se eclipso (Lc 23,44); de las cosas terrenas, el vino con mirra (Mc 15,23), la caña, el hisopo y la esponja (Mt 27,48) y, de entre los árboles, el leño de la cruz. Y también los soldados que, como dije, le clavaron los clavos y echaron a suertes su ropa (Mt 27,35); el soldado que abrió su costado con la lanza (Jn 19,34) y las mujeres que allí estuvieron (Mt 27,55). Igualmente, el velo del templo que entonces se rasgo (Mt 27,51); El Pretorio de Pilato (Mt 27,27) (67), en virtud del cual en aquel entonces fue clavado a la cruz y que es actualmente un lugar solitario. También este Gólgota santo y elevado, que se ve desde aquí y que muestra hasta el día de hoy como a causa de Cristo se quebraron las piedras en aquel momento (Mt 27,51) (68). Próximo está también el sepulcro en el que fue colocado, además de la piedra puesta a la entrada (Mt 27,60), que hasta el día de hoy esta caída junto al sepulcro. Igualmente los ángeles que entonces allí estuvieron (Jn 20,12), las mujeres que le adoraron tras la resurrección (Mt 28,9). Pedro y Juan, que corrieron hasta el monumento (Jn 20,3-4), y Tomás, que introdujo la mano en su costado y puso sus dedos en las señales de los clavos (Jn 20,27). El (Tomás) hizo esto diligentemente por nosotros: lo que tú, que no estabas allí, habías de buscar, lo encontró él, que se encontraba allí por un más alto designio de Dios.

Poder salvador de la cruz frente a todos los poderes

40. Tienes como testigos de la cruz a los doce Apóstoles, a toda la tierra y al mundo de los hombres que creen en el Crucificado. El hecho mismo de que tu estés aquí debe persuadirte del poder del Crucificado. Pues, ¿quién es el que te trajo a esta asamblea? ¿Qué soldados? ¿Con qué cadenas te trajeron? ¿Qué sentencia judicial te insto a ello? Es el triunfo salvador de Jesús, la cruz, la que atrajo a todos hasta aquí. Es esto lo que redujo a los persas a servidumbre y lo que amanso a los escitas. Es esto lo que dio a los egipcios el conocimiento de Dios en lugar de los ídolos en forma de perros y gatos y de otros múltiples errores. Es esto lo que hasta el día de hoy cura las enfermedades, pone en fuga a los demonios y deshace las imposturas de los filtros mágicos y los encantamientos.

La cruz, fuente de esperanza

41. La cruz aparecerá en su momento con Jesús en el cielo (Mt 24,30). Delante ira el trofeo del Rey, para que los judíos, viendo al que traspasaron (Jn 19,37; cf. Za 12,10) (69) y reconociendo por la cruz al que afrentaron con la ignominia, se deshagan en lamentos. Se alzaran unas tribus contra otras y se lamentaran, pero ya no tendrán tiempo para la penitencia. Nosotros, sin embargo, nos gloriaremos vitoreando a la cruz y regocijándonos en ella, adorando al Señor, que fue enviado y crucificado por nosotros, adorando también a Dios Padre, por quien fue enviado, juntamente con el Espíritu Santo. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.


(1) El tema de la catequesis es, sobre todo la muerte de Jesús y su sentido. En cuanto a la estructura de la catequesis, puede tenderse en cuenta lo que se dice en la nota 20.

(2) Cf. Rm 5,17: "En efecto, si por el delito de uno solo reino la muerte por un solo hombre, ¡con cuanta más razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia, reinaran en la vida por uno solo, por Jesucristo!". El versículo forma parte de un amplio paralelismo que se establece literariamente, en Rm 5,12-21, entre Adam y Jesucristo. Para una interpretación de este pasaje, y para una interpretación adecuada del sentido del "primer hombre" (1Co 15,45), conviene tener en cuenta: a) el recurso a la figura de Adán en Rm 5,12-21, así como en 1Co 15,21-22,45, es un recurso literario para resaltar sobre todo el señorío del último Adán, Jesucristo, el auténtico prototipo de la humanidad en la creación (Col 1,15-20) y en la resurrección (cf. todo lo que es 1Co 15 cf. también Rm 8,29). b) Puesto que la reiterada mención literaria de Adán, tiene por objeto hacer resaltar la victoria de Jesucristo sobre el pecado y la muerte, es Cristo y su obra de rescate el objetivo de Rm 5,12-21, que entonces debe entenderse en el contexto de todo lo que es la carta a los Romanos, especialmente de Rm 1,18 a Rm 8,39. Sobre estas cuestiones me expresé con amplitud en la fuerza del Evangelio (Sobre Rom, Madrid 1988).


(3) En el anterior núm. 2.

(4) Ex 12,23: "Yahvé pasara y herirá a los egipcios, pero al ver la sangre en el dintel y en las dos jambas, Yahvé pasara de largo, por aquella puerta y no permitirá que el Exterminador entre en vuestra casas para herir". En este momento de la catequesis, teniendo en cuenta la alusión que a continuación se hace a Jn 1,29 (donde a Jesús se le identifica con "el cordero que quita -o "lleva", que ambas traducciones sor posibles- el pecado del mundo") y también las expresiones acerca del Cordero llevado al matadero, en Is 53,7 pasaje en su contexto ya ampliamente citado, Cristo es identificado como el verdadero cordero, que en su muerte, y al ser comido en el banquete pascual de la Eucaristía, libera a todos cargando sobre si con los pecados de los hombres para que estos no queden muertos por aquellos. La afirmación de que Cristo ha muerto en favor de los hombres se convierte así también en una muerte vicaria, en lugar de los hombres, para que éstos reciban la vida.

(5) Que conocen bien a Dios aunque no lo acepten.

(6) "Se lo entrego para que fuera crucificado" (Mt 27,26).

(7) Esta frase tiene cierta lógica dentro de las afirmaciones del buen ladrón, pero no pertenece al texto de los evangelios.

(8) PG 33,775, nota 1, dice exactamente (pero no se reproduce aquí totalmente, para más detalles, vid. el texto mismo de la nota en Migne): "Que tenemos aquí tan próximo. En algún otro lugar señala que pronuncio la catequesis en el mismo monte Gólgota (cat. 4, núms. 10 y 14; cat. 16, núm. 4, etc.). De hecho, la iglesia de la Resurrección había sido edificada dentro del monte Gólgota, aunque la roca misma en la cual había sido crucificado el Señor no estaba en el terreno propio de la Iglesia. Pero no se encontraba lejos, sino "a un tiro de piedra", como señala el autor del Itinerario jerosolimitano. Pues la iglesia había sido construida en el lugar del sepulcro". Sin duda, esta proximidad a los escenarios reales aumenta el grafismo de las descripciones de Cirilo y da una mayor fuerza de persuasión a su estilo tan marcadamente oratorio, a veces incluso coloquial.

(9) Es una afirmación, en otras palabras, de que la cruz de Cristo -como la del cristiano, en el seguimiento de Cristo- no tiene sentido sin la resurrección. En este sentido, es fundamental 1Co 15,12ss.



(10) Según Jn 1,45, Felipe comenta a Nathanaël tras el primer encuentro con Jesús: "Ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret". En general, el Nuevo Testamento, en todos sus estratos, centra en Jesús el cumplimiento escatológico de los anuncios proféticos.

(11) Lc 9,51. Precisamente desde 9,51 a 18,14 presenta Lucas el camino de Jesús como un camino hacia Jerusalén, el lugar donde se han de cumplir, expresamente en la muerte y resurrección del Mesías, las promesas y las palabras de los profetas. La muerte de Jesús no es más que el cumplimiento de los designios divinos de salvación por medio de su Hijo.

(12) Vid. Jn 13,18, donde Jesús aplica el versículo del salmo a Judas.

(13) La cruz es la gloria de Jesús porque a través de ella entra Jesús en la gloria de la resurrección. Sobre el tema tiene interés H.U. von BALTHASAR, El misterio pascual, en: Mysterium Salutis III, Madrid 2ª,1980,666-814. Sobre este trabajo, de lectura quizá algo difícil, se volverá en varios momentos en estas páginas.

(14) De nuevo se menciona esta forma de martirio de Isaías transmitida por la tradición.

(15) Como se dice al principio de la catequesis, ésta parte de la lectura de Is 53,1ss, en el cuarto canto del Siervo de Yahvé.

(16) El contexto evidencia que la Jerusalén "de ahora", la nueva Jerusalén (vid. Ap 21,2, en el marco de los caps. 21-22), es la Iglesia, imagen a su vez de la futura y definitiva Jerusalén del fin de los tiempos.

(17) Lm 4,20a. En la traducción de este versículo se respeta el texto original de Cirilo. La traducción directa del hebreo bíblico, en la versión de la Biblia de Jerusalén, daría: "Nuestro aliento vital ("el Espíritu de nuestra personalidad", Podría ser la traducción desde el original griego de Cirilo), el ungido de Yahvé". La expresión Ungido de Yahvé parece referirse, literalmente, al rey Sedecias, con quien termino la monarquía del reino de Judá. Pero en un sentido más pleno, como hace Cirilo, puede aplicarse al ungido por excelencia, Cristo. El sentido literal del "quedar preso", que en Lm 4,20 se refiere a la detención de Sedecias (la traducción del hebreo seria "preso en sus fosas") se traslada ahora a la afirmación de que es "nuestra corrupción" la que ha apresado a Cristo.


(18) Posible alusión a Is 53,12: "Entre los rebeldes fue contado".

(19) En la época de Pablo, a la que Cirilo alude con la cita de 1Co 2,4, muy lejos ya de la época de mayor esplendor de la filosofa griega, continua resonando la habilidad dialéctica de los sofistas, a menudo más interesados en convencer al interlocutor o al oyente de la verdad de sus afirmaciones, aunque con razonamientos a menudo inexactos. A ello se prestaba intensamente la tradición cultural helenista.

(20) Han sido más bien numerosos, en el núm. 8, los datos aducidos de los Evangelios acerca de la muerte quería sepultura de Cristo. Se ha procurado asimismo relacionarlos con las previsiones del Antiguo Testamento. Pero, a partir del núm. 9, se hará una enumeración muchísimo más detallada de esos mismos datos. Ello constituye prácticamente lo esencial de la presente catequesis.

(21) Vid. cat. 12, núms. 15 y 16.


(22) Esta cita sálmica parece explicarse como expresión de la queja del justo falsamente acusado o vilmente traicionado: en este sentido, imagen de la entrega de Jesús por Judas.

(23) Probable alusión a alguna homilía (cf. PG 33, nota 22).

(24) Las palabras de Za 11,12 se refieren al salario recibido por Judas en pago a su traición. Zac 11,12, completo, reza: "Yo les dije: "Si os parece bien, dadme mi jornal; si no, dejadlo". Ellos pesaron mi jornal: treinta siclos de plata". Cf. también el v. 13 y Mt 27,3-10.

(25) Estas frases, puestas ahora en boca de Jesús expresan su decepción ante la traición.

(26) El problema que Cirilo se plantea se entiende desde el supuesto de que Za 11,13 diga "los eché en la casa de Yahvé, en el horno". Pero hay que tener en cuenta que otros códices hablan de "el Tesoro" y que el texto hebreo menciona "al alfarero", con lo que se estaría en consonancia con el texto del evangelio.

(27) En realidad, el sentido de Ps 2,3 parece ser el contrario: en el contexto del drama mesiánico, el peligro que acecha al justo de que sus enemigos se lancen sobre él.

(28) El asombro que expresa Is 53,1, se comprende mejor, en el texto de la catequesis, ante la imagen del Siervo de Is 53, ya tantas veces aquí presentada.

(29) El "brazo de Yahvé", también en Is 53,1 y expresión del poder de Dios, manifiesta su grandeza precisamente en la debilidad del Siervo. Es decir, y de modo paradójico, el poder de Dios se manifiesta en la debilidad del Crucificado.

(30) Dentro del tercer canto del Siervo (Is 50,4-1 Is 1).

(31) El nombre del rey, quizá mejor "Yareb". Cf., en nuestras biblias, Os 10,6. En cuanto al sentido literal del texto citado por Cirilo cf. Os 5,13. Para otros detalles cf. PG 33,791, nota 1.

(32) El texto evangélico citado responde así en parte a Lc 23,6.

(33) Aunque el texto griego citado por Cirilo no responde bien al hebreo.

(34) Cf. la mencionada homilía sobre el paralitico, núm. 12. PG 33.

(35) Vid. la relación de los distintos elementos de este párrafo, las hojas de Gn 3,7, la difícil productividad de la tierra en Gn 3,17s, y el episodio de la maldición de la higuera en Mc 1,12-14, con paralelo en Mt 21,18-19. Aparte del interés de la nota de la Biblia de Jerusalén a Mc 11,12, es importante señalar que el episodio de la maldición de la higuera, que pasa a ser higuera estéril, está en el contexto del rechazo de Jesús (en Mc, entre la entrada mesiánica en Jerusalén y la expulsión de los mercaderes del templo, a lo que sigue la comprobación, en Mc 11,20ss, de que la higuera se ha secado). El episodio mismo, pero también su valor como imagen, son expresión del drama mesiánico: el rechazo, en el momento en que ha llegado, del Ungido de Yahvé esperado desde los comienzos de la historia de la salvación. Es este rechazo el que condena a Israel de momento a la esterilidad histórico-salvífica. Se puede remitir ahora nuevamente a Rm 9-11. Es el rechazo de Israel uno de los motivos explicativos de la muerte de Jesús.

(36) En el sentido en que ya tantas veces se ha hablado del "typos", etc.

(37) Respectivamente, el árbol del paraíso y el árbol de la cruz.

(38) El texto exacto de Mt 26,2 no utiliza en realidad interrogación.

(39) La interpretación patrística del versículo refiriéndolo a la Pasión la recuerda PG 795, nota 1. El texto hebreo no es menos explicito, pero es incluso de mayor elegancia literaria. Completo, dirá así: "Y yo que estaba como cordero manso llevado al matadero, sin saber que contra mi tramaban maquinaciones: 'Destruyamos el árbol en su vigor; borrémoslo de la tierra de los vivos, y su nombre no vuelva a mentarse'".

(40) Combinación del texto griego y hebreo en Jr 11,19b.

(41) En Jn 19,34b, "... al instante salió sangre y agua", la tradición cristiana ha visto, simbólicamente, la Eucaristía y el Bautismo como fuerzas creadoras de la Iglesia. Esta crece, a través de los sacramentos de la iniciación cristiana, del costado de Cristo atravesado por la lanza en la cruz. Cf. el siguiente núm. 21, donde Cirilo ofrece una explicación demasiado verbosa y compleja, que en último término equipara agua y sangre a bautismo y martirio respectivamente.

(42) Cf. datos en PG 33,798, nota 4.

(43) "iluminados": bautizados..

(44) Se refiere a la confesión de la fe.

(45) Nueva alusión a que se está en el escenario mismo de los acontecimientos.

(46) En este momento, por el contexto y porque se sabe que era costumbre en ciertos momentos, los oyentes irrumpen en aplausos.

(47) Los "afanosos (diligentes, etc.) salmistas de la Iglesia": la expresión es un testimonio más de la labor litúrgica de los salmistas, cuya tarea consistía en entonar salmos, bien como responsorio a las lecturas bíblicas proclamadas en las asambleas o en determinados momentos del día, con lo que se recitaba así lo que nosotros conocemos como Oficio divino. Muchas veces eran escogidos tanto entre los fieles como de los catecúmenos. Todo ello hace ver que se celebraban liturgias con todos sus elementos plenamente desarrollados. Mas detalles en PC 33,803, nota 1.

(48) En la iglesia donde se están impartiendo las catequesis.

(49) La interpretación mesiánica de Is 63,1 es clara a la vista de Ap 19,3.

(50) Estas afirmaciones se cuentan tal vez entre las expresiones más rotundas de las catequesis sobre la eficacia salvadora de la muerte de Jesús en la cruz: Jesús, como Siervo (cf. una vez más Is 52,13-53,12), carga sobre si los pecados de los hombres para que el pecado no pueda contra ellos. Así sucede que lo que muere es el pecado, pero el hombre tiene así la posibilidad de resucitar hecho justo. Cf. Rm 4,25 y, como realidad experimentada en el bautismo, Rm 6,3-11.


(51) Cf. también los vers. 32b-33.

(52) Mt 27,34 afirma: "Le dieron a beber vino mezclado con hiel" (cf. Mt 27,48), lo que en realidad es un acto de compasión por producir un efecto algo sedante, pero siempre se ha entendido la proximidad de Mt 27,34 a Ps 69,22.

(53) Cf. más abajo, núm. 32.

(54) Toda la canción o parábola de la viña, en Is 5,1-7. El conjunto de la canción (cf. especialmente el v. 7) es una directa alusión a la actitud de Israel e incluso del reino de Judá. Ya se ha visto hasta ahora muy frecuentemente que las catequesis mencionan a menudo y con expresiones fuertes el endurecimiento histórico-salvífico de Israel. El tema de la vina improductiva de Israel ha sido muy frecuente en el Antiguo Testamento, pero es retornado por Jesús en la parábola de los viñadores homicidas (Mt 21,33-46 par). Para más detalle cf. los textos bíblicos aducidos al margen de Is 5,1-2 por la Biblia de Jerusalén, así como la nota general a pie de página, ibid., a Is 5.

(55) El texto de Is dice "agraces", "agrazones" o "uvas amargas". Se traduce aquí por espinas, respetando el texto de Cirilo, puesto que inmediatamente se hace alusión a la corona de espinas.

(56) La afirmación de Cirilo se puede esquematizar diciendo simplemente: el carisma profético ha pasado a la Iglesia. Ep 2,20 señala que el conjunto de los cristianos están "edificados sobre el cimiento de los Apóstoles y profetas".


(57) Ambos ladrones.

(58) Interpreta así Cirilo la primera parte de la frase de Jesús al buen ladrón en Lc 23,43.

(59) Vid. más abajo, cat. 14, núms. 5 y 11.

(60) La expresión alude a que en el Santo de los Santos solo podía entrar, y una vez al año, el Sumo Sacerdote judío. Cristo, en cambio, ha allanado el acceso del creyente a Dios. El tema del sacerdocio único y definitivo de Cristo, que "de una vez por todas" o "de una vez para siempre" (He 7,27) ha realizado su misión es fundamental en la carta a los Hebreos.

(61) Al ser rechazado Dios en su Mesías, Dios abandona el templo, lo que se indica en primer lugar en el desgarro del velo. Pero años después, en el 70 p. C., el templo seria destruido tras el largo asedio de la ciudad por los romanos.

(62) Recuérdese otra vez la clara afirmación de Rm 5,20: "Pero donde abundo el pecado, sobreabundo la gracia".

(63) El titulo "Sol de justicia" ha sido aplicado, litúrgicamente, a Cristo.

(64) La edición de Migne remite aquí a 1Co 10,4 ("y la roca era Cristo").

(65) En su contexto, el pasaje aludido de Ps 74,14 es seguramente una alusión al paso de los hebreos por el Mar Rojo al salir de Egipto.

(66) Actuarían como testigos en contra de quien renegara del crucificado.

(67) El Pretorio era la residencia de los pretores o gobernadores, en este caso Pilato. Este ocupaba, cuando estaba en Jerusalén, sobre todas en funciones de vigilancia, frecuentemente la Torre Antonia, en una esquina del templo. Es el lugar donde más frecuentemente ha situado la tradición la coronación de espinas y las burlas de la soldadesca. Vid. la nota de la Biblia de Jerusalén a Mt 27,2-7.

(68) Según explica PG 33,819, nota 1, diversos Padres y escritoras eclesiásticos hablan de esta hendidura, que se siguió mostrando durante siglos a los peregrinos.

(69) Utilizando también Da 7,13, además de Mt 24,30, pero moviéndose en una perspectiva que apunta al futuro, hay que mencionar Ap 1,7: "Mirad, viene acompañado de nubes; todo ojo le vera, hasta los que le traspasaron, y por él harán duelo todas las razas de la tierra". Es patente aquí el sentido expreso de la escatología históricamente definitiva, asunto que se desarrollara en la catequesis XV.

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CATEQUESIS XIV, RESURRECCIÓN Y ASCENSIÓN DE JESUCRISTO


Cirilo ES 11300