Ireneo- Epideixis 90

La novedad del Espíritu

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90. Nuestra vocación, pues, acontece en la novedad del Espíritu y no en la letra vieja, como profetizó Isaías: Mirad que llegan días, dice el Señor, en que yo con la casa de Israel y la casa de Judá haré (una alianza nueva no como) la alianza que hice con sus padres cuando los llevé de la mano para sacarlos de Egipto, pues ellos quebrantaron la alianza y yo me desinteresé de ellos, dice el Señor. Porque ésta será la alianza que yo haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: pondré mi ley en sus mentes y además la escribiré en sus corazones. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. No tendrán que enseñarse unos a otros, entre conciudadanos y hermanos diciendo: ¡Conoced al Señor!, porque todos me conocerán, desde el más pequeño al más grande; porque les perdonaré sus maldades y no me acordaré más de sus pecados.

La apertura de la nueva Alianza (N.T.)

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91. Y estas promesas habían de ser una herencia en el tiempo de la vocación de los gentiles, para quienes fue también inaugurada la nueva Alianza; así lo recuerda Isaías en estos términos: Dice el Dios de Israel: En aquel día el hombre pondrá su esperanza en su Creadora y sus ojos contemplarán al Santo de Israel; y ya no pondrán su esperanza en los altares de los ídolos, ni en las obras de sus manos, que fabricaron sus dedos (
Is 17,6-8). Manifiestamente estas palabras están dirigidas a aquellos que abandonan a los ídolos y creen en Dios, nuestro Creador, gracias al Santo de Israel. El Santo de Israel es Cristo. Él se manifestó a los hombres y en Él tenemos fija nuestra mirada. Y ya no ponemos nuestra esperanza en los altares ni en las obras de nuestras manos.

Manifestado a los que no le buscaban

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92. Y que debía manifestarse en medio de nosotros -porque el Hijo de Dios se haría hijo del hombre- y que nosotros habíamos de encontrar al que desconocíamos, lo afirma el mismo Verbo en Isaías: Me he manifestado a los que no me buscaban; he sido hallado por los que no preguntaban por mí. Dije: Aquí estoy ante un pueblo que no había invocado mi nombre (
Is 65,1 Rm 10,20).

Profecías sobre el pueblo de Dios

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93. Que este pueblo estaba llamado a ser un pueblo santo, lo vaticinó Oseas, uno de los doce profetas: Al no-pueblo-mío lo llamaré pueblo mío y a la no-amada será amada. Donde se diga no-mi-pueblo, allí se llamarán hijos del Dios viviente (
Os 2,25 Os 1,9 Rm 9,25-26). También Juan Bautista vuelve a decir lo mismo: Dios puede hacer surgir de estas piedras hijos de Abrahán (Mt 3,9). En efecto, después de habernos arrancado por la fe del culto a las piedras, nuestros corazones ven a Dios y se hacen hijos de Abrahán, el cual fue justificado por la fe (Rm 3,28 Rm 4,3 Ga 3,6 Jc 2,23). Por esto dice Dios por boca del profeta Ezequiel: Y les daré otro corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo; quitaré de su cuerpo su corazón de piedra y les daré un corazón de carne para que sigan mis mandamientos y observen y practiquen mis preceptos. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. (Ez 11,19-20 Ez 36,26-27).

La Iglesia y la Sinagoga

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94. De ahí que por la nueva llamada se realiza un cambio de corazones entre los gentiles por medio del Verbo de Dios que se encarnó y puso su tienda en medio de los hombres, como dice Juan, su discípulo: Y su Verbo se hizo carne y habité entre nosotros (
Jn 1,14). Por lo tanto la Iglesia engendra un gran número de frutos, es decir, de salvados, porque ya no es un intercesor -Moisés- ni un mensajero -Elías- quienes nos salvan sino el Señor en persona, que da más hijos a la Iglesia que a la Sinagoga del pasado, como predijo Isaías con estos términos: Regocíjate, estéril, que no dabas a luz -y estéril es la Iglesia que antes no había dado hijo alguno a Dios- grita y dama, tú que no has tenido los dolores porque los hijos de la abandonada son más numerosos que los hijos de la que tenía marido (Is 54,1 Ga 4,27). Y la antigua Sinagoga tenía por marido la Ley.

La incorporación de los Gentiles

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95. Moisés dice en el Deuteronomio que los Gentiles estarán a la cabeza y el pueblo incrédulo a la zaga. Y poco después: Habéis provocado mi celo con vuestros no-dioses, me habéis irritado con vuestros ídolos; yo provocaré vuestro celo con uno que no es pueblo y os irritaré con un pueblo insensato (
Dt 32,21). Pues han abandonado al Dios verdadero, adoraron a falsos dioses, mataron a los profetas de Dios y profetizaron por medio de Baal, que era un ídolo de los Cananeos; rechazaron a) verdadero Hijo de Dios al escoger a Barrabás, un bandido detenido por flagrante homicidio, al abjurar del rey eterno y reconocer como rey al César que es perecedero. Por esto Dios decidió entregar su heredad a los estultos Gentiles y a aquellos que no eran ciudadanos de la ciudad de Dios y desconocían quién es Dios. Ahora bien, dado que por esta llamada se nos ha dado la vida y Dios ha restaurado en nosotros la fe de Abrahán en Él, no debemos volver atrás, es decir, a la antigua legislación. Porque hemos acogido al Señor de la ley, el Hijo de Dios, y por medio de la fe en Él aprendemos a amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a nosotros mismos. Pues el amor a Dios excluye todo pecado y el amor al prójimo no causa mal a nadie.

La superación de la Ley

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96. Por lo tanto no necesitamos de la ley como pedagogo; he aquí que nosotros hablamos con el Padre y estamos en su presencia convertidos en niños sin malicia y afincados en la justicia y honestidad. La Ley, en efecto, no afirmará más: no cometer adulterio a aquel que ni siquiera ha deseado la mujer de otro; o no matar a aquel que ha erradicado de sí la ira y la enemistad; o no desear el campo de tu vecino, su buey o su asno a los que no tienen ambición por las cosas terrenas sino que acopian provisiones para el cielo; ni siquiera ojo por ojo, diente por diente a quien no tiene enemigos y a todos trata como prójimo y por eso no levanta la mano para vengarse; no exigirá los diezmos de quien ha consagrado a Dios todos sus bienes y ha dejado padre, madre y toda su familia para seguir al Verbo de Dios . Ya no mandará guardar un día de descanso al que todos los días observa el sábado, es decir, al que rinde culto a Dios en el templo de Dios que es el cuerpo del hombre y practica siempre la justicia. Prefiero misericordia, dice, al sacrificio, el conocimiento de Dios a los holocaustos. Pero el impío que inmola un ternero es como si matase a un perro, y cuando ofrece flor de harina es como si ofreciese sangre de cerdo (
Is 66,3). Y todo el que invocare el nombre del Señor se salvará (Ac 2,21 Rm 10,13 Jl 2,32 Vulg.), y ningún otro nombre se nos ha dado bajo el cielo por el cual los hombres se salven (Ac 4,12) si no es el nombre de Dios, Jesucristo, Hijo de Dios, al que obedecen todos los demonios, los espíritus malvados y todas las potencias rebeldes.

La salvación en Jesucristo

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97. Por la invocación del nombre de Jesucristo, crucificado bajo Poncio Pilato, Satanás fue alejado definitivamente de entre los hombres. Allí donde haya alguien que creyendo en Él y haciendo su voluntad le recuerde e invoque, Jesús se hace presente y atiende las súplicas de quien le invoca con corazón puro. De este modo, habiendo obtenido la salvación, nosotros permanecemos en constante acción de gracias a Dios, nuestro Salvador, el que por su magna e insondable Sabiduría, nos salva y proclama la salvación desde lo alto de los cielos, salvación que es la venida visible de Nuestro Señor, es decir, su vida humana, salvación que por nuestras propias posibilidades no podíamos conseguir. Pero lo que es imposible para los hombres es posible para Dios (
Lc 18,27).A este respecto Jeremías dice: ¿Quién subió al cielo y se apoderó de ella y la hizo descender de las nubes? ¿Quién atravesó los mares y la descubrió y la trajo con preferencia al oro más puro? No hay quien haya encontrado su camino ni quien conozca su sendero. Pero el que sabe todas las cosas, la conoce con su sabiduría, el que cimentó la tierra para siempre y la pobló de animales cuadrúpedos, el que manda a la luz y ésta se expande, el que la llama y ella le obedece temblando; los astros se levantan para sus vigilias y se complacen. Él los llama y contestan: Henos aquí; y lucen alegremente en honor del que los hizo. Este es nuestro Dios; ningún otro cuenta a su lado para nada. Él descubrió todos los caminos con su sabiduría y se lo comunicó a Jacob, su siervo, y a Israel, su amado. Y después de esto se hizo ver en la tierra y converso con los hombres. Éste es el libro de los mandamientos de Dios y de la Ley perdurable, para siempre. Los que la guardan alcanzarán la vida; los que la abandonan morirán. Llama Jacob e Israel al Hijo de Dios que ha recibido del Padre dominio sobre nuestra vida y, después de haber recibido la vida, hace que descienda sobre nosotros, que estábamos alejados de Él, cuando se manifestó sobre la tierra y converso con los hombres mezclando y uniendo el Espíritu de Dios Padre con el cuerpo plasmado por Dios para que el hombre fuese a imagen y semejanza de Dios.

CONCLUSIÓN (cc. 98-100)

A modo de conclusión

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98. Ésta es, mi querido amigo, la predicación de la verdad y la imagen de nuestra salvación: así es el camino de la vida que los profetas han anunciado, el que Cristo ha instituido, que los Apóstoles han consignado y que la Iglesia transmite a sus hijos a través de toda la tierra. Debe ser custodiado con mimo y con voluntad decidida para agradar a Dios con las buenas obras y con un modo sano de pensar.

Las desviaciones de los herejes

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99. Por lo tanto, que ninguno piense que existe otro Dios Padre distinto de nuestro Creador, como lo imaginan los herejes, que desprecian al Dios verdadero y hacen un ídolo del Dios inexistente, creándose un padre por encima de nuestro Creador y tienen para sí el haber descubierto algo más grande que la verdad. En realidad todos estos son impíos y blasfeman contra su Creador y Padre como ya hemos demostrado en la Exposición y Refutación de la falsa gnosis. Otros, todavía desprecian la venida del Hijo de Dios y la economía de su encarnación trasmitida por los Apóstoles y vaticinada por los profetas para la restauración de la humanidad, como concisamente hemos demostrado. También a estas personas hay que contarlas entre los incrédulos. Otros todavía no acogen los dones del Espíritu Santo y rechazan el carisma profético, por cuyo rocío el hombre produce frutos de vida divina. De estos dice Isaías: Serán como un terebinto sin hojas y como un jardín sin agua (
Is 1,30). Estos no son de utilidad alguna para Dios, pues no producen frutos.

Hay que mantenerse lejos del error

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100. En lo referente a los tres artículos de nuestro bautismo, el error motivó muchas digresiones lejanas de la verdad. Porque o desprecian al Padre, o no acogen al Hijo hablando en contra de la economía de la encarnación, o rechazan al Espíritu, es decir, desechan la profecía. Debemos defendernos de esta clase de personas, evitar sus caminos si de verdad queremos agradar a Dios y obtener la salvación.

Demostración de la predicación apostólica de San Ireneo. Gloria a toda la Santa Trinidad, Dios único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, providencia universal, eternamente. Amén. Tened un recuerdo en el Señor del divino y beatísimo Señor Arzobispo Juan, propietario de este libro, hermano del rey santo. Y acordaos también de mí, pobre copista.

Fuente: Colección Fuentes Patrísticas, volumen 2, por Eugenio Romero Pose. Editorial Ciudad Nueva www.ciudadnueva.com






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