Job - Fray Luis de León - Capítulo XXII

Capítulo XXII

1. Y respondió Elifaz, el temanés, y dijo:
2. ¿Por ventura el hombre se compara con Dios, por más sabio que sea?
3. ¿Por dicha es gusto en el Abastado que te justifiques? ¿O le es provechoso que perficiones tus carreras?
4. ¿Por caso temiéndole argüirá contigo? ¿O entrará contigo en juicio?
5. De cierto tu malicia grande, y no fin a tus delictos.
6. Sacaste prenda a tus hermanos sin causa, y paños de desnudos feciste desnudar.
7. No diste agua al cansado, y quitaste el pan al hambriento.
8. Y varón de brazo a él la tierra, y honrado de faces mora en ella.
9. Viudas enviaste vacías, y brazos de huérfanos feciste pedazos.
10. Por tanto, lazos en derredor de ti, y de súbito te conturba el espanto.
11. ¿Pensabas no ver nunca tinieblas y no ser cubijado de muchedumbre de aguas?
12. ¿Por ventura Dios no en altura de cielos, y ve cabeza de estrellas que se levantan?
13. Y dijiste: ¿Qué sabe Dios? ¿Y si juzgará por entre espesuras?
14. Nubes en encubrimiento a Él y no ve, y círculo de cielos pasea.
15. ¿Si por dicha camino de mundo seguirás, que pisaron varones de tortura?
16. Que fueron cortados sin hora; río derramado derrocó su cimiento.
17. Que decían a Dios: Apártate de nos y ¿qué podrá hacer a ellos el Abastado?
18. Y Él había henchido su casa de bienes; mas consejo de malos arredrado de mí.
19. Verán justos, y alegrarse han, y inocentes escarnecerán de ellos.
20. ¿Por dicha no fue cortada su erguidez, y su restante tragado de fuego?
21. Conversa agora con Él y séi pacífico, y por ello te vendrá mucho bien.
22. Toma agora ley de su boca, y pon sus dichos en tu corazón.
23. Si te volvieres a Dios, serás fraguado; alejarás tortura de tus tiendas.
24. Y pondrá por tierra pedernal, y por pedernal arroyos de oro.
25. Y será el Poderoso contra tus enemigos, y la plata crecerá en montón para ti.
26. Que entonces te deleitarás; sobre el Abastado serán tus deleites y alzarás tus faces a Dios.
27. Orarás a él, y oírte ha; pagarás tus promesas.
28. Sentenciarás dicho, y afirmarse ha a ti, y sobre tus carreras esclarecerá luz.
29. Cuando se humillaren, dirás [helos en] alteza, y a la caída de ojos salvará.
30. Escapará el inocente, y será escapado por limpieza de tus palmas. 



Exposición (Jb 22)

1. Y respondió Elifaz, el temanés, y dijo: Siempre pecaron estos amigos de Job en entender mal a Job y en colegir de sus palabras lo que no se seguía de ellas, ni a Job le pasaba por el pensamiento decirlo. Y pecaban en esto porque le miraban con poca afición, y de aquí echaban sus razones a lo peor, y también porque presumían parecer celosos de la honra de Dios. Y es fuerte cosa un necio que presume de sancto, que todo le escandaliza y en todo halla a su parecer que reñir.

Pues ansí le acontece agora a Elifaz, que porque Job en el capítulo pasado decía que muchos malos son prósperos, y muchos buenos viven afligidos y pobres, y que el de vida descansada y el de vida amarga mueren muchas veces de una manera, y que Dios en estas cosas sabe y hace lo que ellos no entienden, parécenle a él de puro agudo dos cosas, y en ambas se engaña. Una, que decir que hay malos prósperos y buenos afligidos, es decir que Dios ni premia a los buenos ni castiga a los malos, y que Job afirma este error. Otra, que se ha persuadido él de una sentencia verdadera, por mal entenderla, y es que ni nuestras virtudes son a Dios de provecho, ni nuestras maldades le hacen daño.

Y ansí se imagina que Job de aquí colige que Dios no se cura de los buenos, pues no le son provechosos, ni a los malos, pues no le dañan, azota y castiga; y que por falta de entendimiento se ciega para inferir de una verdad clara una blasfemia tan manifiesta. Y ansí, como en cosa manifiesta, no arguye contra ella, sino propónela y déjala, y admírase de la malicia de Job, y abiertamente le dice que fue tirano y injusto; y amonéstale a la fin que vuelva el ánimo a Dios y haga penitencia, que le será de gran fructo.

Pues dice:

2. ¿Por ventura el hombre será comparado con Dios, por más sabio que sea? O como dice el original a la letra: ¿Por ventura aprovechará el hombre a Dios, porque se aprovechó a sí entendiendo prudentemente?

Y añade luego:

3. ¿Por ventura es gusto en el Abastado que te justifiques?, ¿o interés que perficiones tus carreras?

4. ¿Por caso temiéndole argüirá contigo, o entrará contigo en juicio?, que es como si más claro dijese: Entendido te tengo, Job, y más bien veo adónde van y de dónde nacen estas tus engañadas razones, y si porfías que los malos florecen y los buenos padecen, bien penetro el porqué lo porfías y el fundamento que para ello tienes. Porque me dirás: ¿Por ventura el que se aprovecha a sí, viviendo sabía y prudentemente, hace provecho a Dios? Y el que es justo, ¿acarrea algún interés? Y por el contrario, ¿teme Dios que el malo le dañe, para que el temor le obligue a castigarle y deshacerle luego, ejecutando en él su castigo? Cierto es que ni el uno le aprovecha ni el otro le daña, y por consiguiente, que no hay causa para que, como nosotros decimos, los buenos sean regalados de Dios con prosperidades, y los malos derrocados y deshechos del mismo. ¡Oh Job!, dice.

5. De cierto tu malicia grande y no fin a tus delictos; como diciendo, no quiero ni debo responder a desatino tan manifiesto; sólo digo que eres un hombre perdido que en todo andas ciego, que no tienen término ni fin tus maldades.

Y por ocasión de esto pone luego algunas de ellas, y dice:

6. Sacaste prenda a tus hermanos sin causa, y paños de desnudos feciste desnudar; que ansí ésta como las demás que refiere pertenecen a falta de piedad y justicia. Porque como Dios, movido de su bondad infinita, cría los hombres y los sustenta y gobierna y ama y desea y procura con afecto infinito su bien, pídenos con grande encarecimiento todo lo que a la conservación y acrecentamiento de aqueste bien pertenece; y de lo que le deshace, o disminuye o perturba, oféndese por extraordinaria manera; y turba y destruye este bien el faltar en la piedad y el quebrantar la justicia. Por donde los pecados que en esto se hacen, son a Dios muy aborrecidos pecados, y Dios desenvaina de ordinario contra ellos su espada con públicos y rigurosos castigos. Y siendo tal el de Job, a lo que por de fuera se veía, pretendiendo Elifaz que le venía por sus pecados y queriendo señalar los pecados que eran, obligóse a decir, no los que en Job había, sino los que él conocía ser dignos de semejantes castigos. Sacaste, dice, prendas a tus hermanos sin causa.

En el Deuteronomio mandaba Dios a su pueblo que, si alguno sacase la ropa de otro por prenda, al anochecer la volviese, porque el pobre deudor no durmiese sin cama. Y en Esaías encarece cuánto le desplace este sacar prendas a los pobres por deudas, que a la verdad es inhumanidad señalada, porque es añadir a la congoja de la deuda el mal del despojo. Que cierto es que al pobre que le falta con que pagar no le sobran las alhajas de casa, y que sacárselas por prenda es quitarle su abrigo necesario. Y no va tanto en que el acreedor asegure su deuda, cuanto en que el deudor no quede despojado y desnudo; porque aquello en el acreedor es sobra, y en el deudor falta y mengua de lo que necesariamente pide la vida.

Y bien se ve cuán lejos está de apiadarse de las necesidades ajenas, el que las hace y las agrava por poner en seguro sus deudas. Pues cargó Elifaz a Job este pecado de inhumanidad, y ansí dice para mayor claridad, y paños de desnudos feciste desnudar, esto es, añadiste a la desnudez desnudez y pusiste en tu arca lo que a ti no era necesario y dejaba desnudo a tu prójimo.

Y añade:

7. No diste agua al cansado, y quitaste pan al hambriento. Lo primero es falta de piedad, y lo segundo injusticia, y, ambas a dos, cosas dañosas a la conservación de los hombres. Y aunque es de menos mal la primera porque menos es no ser piadoso que injusto, y peor es quitar el pan a cuyo es, que negar el agua al que tiene sed y padece, pero es disposición para la segunda y su fuente ordinaria; que el avariento siempre es injusto, y quien no tiene ánimo para dar un jarro de agua al que ha sed, no tendrá lástima de quitar el pan al hambriento.

O podemos decir, que ansí lo primero como lo segundo es no injusticia, sino falta de misericordia y piedad; que aunque dice que quitó el pan al hambriento, dícelo no porque quitó al hambriento el pan que tenía, sino porque no le dio el que pedía su hambre. Que la necesidad hace en cierta manera del pobre lo que le falta, y el no dárselo quien lo tiene es quitar al pobre lo que se le debe.

Y dice:

8. Y varón de brazo a él la tierra, y honrado de faces mora en ella. Varón de brazos llama el hebreo al poderoso, ansí en fuerzas como en mando y señorío; honrado de faces, a quien respetan los otros por su grandeza o autoridad.

Pues como dijo Elifaz que maltrataba Job a los pobres, ansí también dice que respetaba y beneficiaba a los ricos y poderosos, y que no valía con él la necesidad y razón, sino la persona y interés; que era nueva maldad negar a los necesitados su deuda y acudir a los que tenían sobra de todo.

Y ansí dice: Y varón de brazo a él la tierra, y honrado de faces mora en ella. Como si más claro dijera: Faltábate para dar limosna a los pobres, y sobraba todo para gastar con los poderosos y ricos; para ellos era tu hacienda y tu tierra, o para ellos, dice, es la tierra generalmente. Dice la tierra, sin limitación, porque todos generalmente sirven a los que más tienen, y por mostrar que Job no seguía el camino justo, como profesaba, que es camino de pocos, sino que era vulgar como los demás y injusto y aceptador de personas y hombre de sus intereses y respetos, y ordinario a la manera de muchos.

Más:

9. Viudas enviaste vacías, y brazos de huérfanos heciste pedazos. Es particular el cuidado que de las viudas y huérfanos Dios tiene, como en las Sagradas se ve; porque Él es el amparo universal de las cosas, y ansí a las más desamparadas siempre acude más, y quiere que acudamos nosotros y se ofende mucho de los hombres que no le imitan en esto, porque todo aborrece a su desemejante y contrario. Por donde, cuanto a Dios le es grato que favorezcamos a lo que favorece Él y que cuidemos de lo que Él cuida, tanto le es enemigo y aborrecible que desamemos lo que ama, o que descuidemos de lo que Él tiene a su cuenta. Y si el descuido le ofende, ¿la crueldad qué hará? Y si el no favorecer a los huérfanos le desagrada, ¿qué será el quebrantarle los brazos?

Viudas, dice, enviaste vacías. Tiene al hombre la mujer natural inclinación y respecto, como a su propio abrigo y amparo, sin el cual vivir no puede; que ansí Dios en el Génesis se lo dice: Estarás sujeta al varón, y tu afición y dependencia mirará a él de contino. Y ansí la viuda es como un miembro cortado de su cuerpo, o como un cuerpo que le falta su alma y como una cosa imperfecta, y necesitada y despojada de lo que suplía su necesidad y como echada en la calle. Y no son tanto miserables por la necesidad exterior, cuanto por la aflicción y mengua que sienten ellas mismas dentro de su alma, y por la congoja que en su corazón padecen en faltarles su arrimo; que como la inclinación a él es en ellas natural y muy intensa, ansí el sentimiento de su falta es agudo y entrañable, porque se imaginan faltarles todo en faltarles el marido. Pues si es delicto no socorrer al necesitado, cualquiera que sea, no socorrer a uno tan afligido, esto es, a uno tan falto en la verdad y tan menguado en su imaginación, tan desnudo por defuera y tan cuitado y ansioso de dentro, sin duda es pecado gravísimo. Y eso es enviar las viudas vacías, enviarlas cual se vienen y cual ellas se imaginan; y son vacías de todas partes, sin favor en la hacienda y sin aliento de consuelo en el alma.

Y ansí añade justamente:

10. Por tanto, lazos en derredor de ti, y de súbito te conturba el espanto. Que justo es que quien tal hizo que tal pague, y que a la culpa de una inhumanidad tan de brutos responda pena tan espantosa y cruel, como es, lazos en derredor de ti, y que de súbito te conturbe el espanto. Porque es terrible caso estar cercado de lazos uno y como sitiado de males, de manera que ni queda resquicio para huir ni esperanza de libertad ni camino de alivio. Porque el estar cercado es no sólo hallarlos a do quiera que vuelve, sino caer de uno en otro, y por salir de uno dar en otro mayor, y enredarse y enlazarse de contino más cuanto más procura librarse.

Y no es menos mal el que dice, en decir que de súbito le conturba el espanto, porque en cada palabra encarece que el súbito quita el bien de la prevención, y el conturbar saca de su lugar la razón, que es nuestra defensa; y el espanto es pena que no sólo duele, sino que traga y que sorbe el ser todo.

Más dice:

11. ¿Pensabas no ver nunca tinieblas, y no ser cubijado de muchedumbre de aguas? Tinieblas llama la Escritura a los trabajos y calamidades, porque con la tristeza escurecen el ánimo, y con el estorbo cortan los pasos y impiden el expediente de los negocios y ciegan el camino de ellos, como acontece en la noche. Y llámalos también muchedumbre de aguas, porque ahogan y sumen y, cuando vienen, no son simples, sino de muchas olas, que unas vienen en pos de otras, como en la tempestad de la mar. Pues dice Elifaz:

¿Pensabas, Job, que siendo quien eras, esto es, el que digo y figuro, habías de tener desemejante ventura? Lo que padeces nos dice quién fuiste, y la impiedad de tu vida hacía certidumbre de esta tu desventura presente.

O dice de otra manera, conforme al hebreo: Tinieblas no verás, y sobras de agua te cubijarán, en que todavía declara y engrandece la pena que merece Job por su culpa, que como dijo por tanto, esto es, por estas tus culpas y por estas tus crueldades con las viudas y pobres, lazos en derredor de ti, y de súbito te conturba el espanto, añade también y tinieblas, conviene a saber, te rodean, y no verás, esto es, y te quitan la vista. Y sobras de aguas, esto es, de miserias y calamidades, te cubijarán, esto es, te sumen y anegan. Por manera que al mal que Job padece llama lazos puestos a la redonda y espanto que aviene de súbito y tinieblas que ciegan y olas que anegan (porque le enredaba y le tenía atónito y le cegaba el juicio y le tenía como ahogado y sumido) para con estos nombres declarar más la pena, y por la pena hacer más cierta la culpa. Porque son penas estas que se deben a los que ansí se alejan y desnudan de la piedad, que agravan a los necesitados en lugar de serles humanos y piadosos.

Mas con la primera viene mejor lo que dice:

12. ¿Por ventura Dios no en altura de cielos, y ve cabeza de estrellas que se levantan? Que como le preguntó con disimulado escarnio, si pensaba que no había de venir a tinieblas y que su felicidad carecería de noche, siendo tan injusta su vida, añade bien en la misma figura y pregúntale si por ventura imaginaba también que no había Dios ni juez en el mundo. Porque pensar quien vive mal que pasará sin castigo, nace ordinariamente de creer que no hay quien le juzgue. Y ansí como pregunta lo primero con escarnio, y con la pregunta la afirma, porque decir, pensabas no ver tinieblas, es como decir, cierto es que las habías de ver, ansí para certificar lo segundo usa también de pregunta. ¿Por ventura, dice, Dios no en altura de cielos? Que es decir, cierta cosa es que hay Dios en el cielo y que ve las cabezas de las estrellas que se levantan; como diciendo, al fin hay Dios y tiene providencia de nuestras cosas.

Y afirma que hay Dios, poniéndole en las alturas del cielo, porque es aquél su lugar proprio; y como, quien no le pusiese en el cielo, le negaba del todo, ansí el que le confiesa le asienta luego en su lugar proprio. Y ni más ni menos confiesa su providencia, confesando ve cabezas de estrellas que se levantan, que es argüir de lo mayor a lo que es menos, porque menos es conocer nuestras cosas bajas que aquellas tan dificultosas y altas.

Y ansí, cabezas de estrellas que se levantan, es como decir las estrellas más levantadas y las cumbres de los cielos que más se empinan. O llama estrellas por figura a los que resplandecen en esta vida, ricos y prósperos, siendo injustos y malos, que parece no mira Dios en ellos ni los ve; ellos a lo menos ansí lo piensan.

Y por eso añade luego:

13. Y dijiste: ¿Qué sabe Dios? ¿Y si juzgará por entre espesuras? Ansí convenía que lo dijera Job, a ser cual Elifaz le pintaba: que una vida muy rota con el hecho dice esto siempre, y juzgar ansí y vivir ansí andan casi siempre hermanados. Por donde Elifaz habla bien y consiguientemente, presupuesto su engaño. Y ansí dice dijiste, que es como decir, y no es posible, sino que decías en tu corazón y te persuadías, que no conoce Dios lo que aquí pasa. Y dice por espesuras, porque es la color de este error; que nadie se persuade a lo falso sin alguna apariencia. Porque como lo malo no puede ser amado por sí, ansí ni creído lo falso, si trae el rostro descubierto; por donde a ambos les es necesario el cubrirlo, a lo malo con colores de bien, y a lo falso con apariencias de verdad, porque lo bueno y lo verdadero es lo que solamente puede ser amado y creído. Pues dice, por espesuras, porque las espesuras y la mucha distancia hacen estorbo a la vista humana; y ansí al que juzga de Dios como de sí, hácesele verisímil que no le ve, estando tan lejos y con tantas nubes en medio.

Y ansí añade en la misma razón:

14. Nubes en encubrimiento a Él, y no ve, y círculo de cielos pasea. Hase de repetir la palabra de arriba, dijiste. Y dijiste, dice, nubes en encubrimiento a Él, esto es, y lo que te persuadió a pensar que Dios no vía tus hechos fue parecerte que se los encubrían las nubes y que se paseaba y vivía en el cielo, lugar que de la tierra tanto dista. Que son las razones vanas y sofísticas con que se ciegan los que tienen por Dios y por ley a su gusto.

Y ansí dice:

15. ¿Si por dicha camino de mundo seguirás, que pisaron varones de tortura? En que en forma de pregunta afirma que seguía del todo Job el camino trillado de los malos, y que juzgaba de Dios como ellos juzgan.

Y llama camino de mundo, o de siglos, la vida de los que fueron antes del diluvio, que se aventajaron en la maldad; y usa de su ejemplo, como notorio por su señalado castigo, y por el mismo caso, como más eficaz argumento para probar su propósito.

O habla generalmente de los malos todos, y llama camino de mundo el juicio que los mundanos hacen de las cosas de la otra vida y el propósito suyo y su resolución; y a ellas los llama varones de tortura, como poderosos para todo lo malo y torcido, y como artífices y maestros en ellos, cuales fueron los gigantes y son los tiranos y los que viven para sólo vivir aquí, cuya ventura es siempre conforme a su engaño. Y de ambas cosas dice Elifaz. De la ventura:

16. Que fueron cortados sin hora; río derramado derrocó su cimiento. Si de solos los gigantes, dice que fueron cortados sin hora, porque les vino de improviso el diluvio; si de todos los malos, declara lo que les sucede por dos semejanzas: una, del árbol que sin sazón les cortaron, y otra, de la casa que lleva la avenida del río. Porque, dice, su maldad pide que no dure su dicha, ni que sea ordinario y como a otros acontece su fin; no se caen de suyo, como árbol que ya los años tienen seco, sino son cortados verdes y antes de tiempo; porque, a la verdad, por tarde que les venga el castigo, para lo que toca a su sazón de ellos, siempre vienen temprano, porque nunca llegan a madurez, siempre están en la flor de su vanidad y en el verdor de sus vicios. Demás de que como tienen en sola esta vida su bien, aborrecen la muerte y su memoria, y nunca se imaginan que viene, y ansí les viene siempre no pensada y fuera de tiempo y de hora; porque viene a tiempo y hora no solamente no pensada, mas de mala sazón, porque los halla y lleva sin ella y mueren siempre cuando les esta muy mal el morir. Y dice cortados sin hora, para demostrar también que por la mayor parte es violenta su caída y que el hierro los acaba y las fuerzas de sus enemigos los derruecan al suelo.

Y lo mismo, aunque por otra forma, es lo segundo que dice, porque río derramado es río que sale de madre, y avenida de aguas no es ordinaria, sino que se ayuntan de súbito y corren por donde no se temían y llevan lo que hallan delante y derruecan por el cimiento las casas; en que hay desapercibimiento y presteza y violencia y caída sin tiempo, como en la semejanza pasada, y aun significación de mayor asolamiento que en ella. Porque allí el árbol, después de cortado, sirve; aquí queda deshecha y inútil la casa, que la agua la deshace, y las más veces lleva sus alhajas consigo y al dueño también, hundido y anegado. Ésta, pues, es la ventura.

Su engaño el que sigue:

17. Que decían a Dios: Apártate de nos, ¿y qué podrá hacer a ellos el Abastado? En el cual engaño están de ordinario todos los que viven sin rienda, y si no con las palabras, dicen a lo menos a Dios con las obras que se aparte de ellos y que en su cielo se esté, que ellos quieren y aman la tierra. Pues diciendo y obrando esto, ¿qué maravilla es les avenga lo que ha dicho en el verso pasado? ¿O cómo no les ha de venir? Porque quien aparta a Dios de sí, ¿qué defensa se deja? ¿O cómo se valdrá por sus fuerzas, si las de Dios le son contrarias?

Y dice, para mayor demostración de su engaño:

18. Y él había henchido su casa de bienes; mas consejo de malos arredrado de mí.

Porque en esto se ve cuan engañados y ciegos viven los que no solamente no obedecen a Dios, mas quieren no estar debajo de su providencia, pues no echan de ver que tienen de su mano y por su grande piedad y largueza esos mismos bienes de la tierra, con que se amanceban y abrazan. En que cometen mil errores: uno, que huyen y aborrecen la fuente y el dador de eso mismo que quieren; otro, que no advierten que, si con ser enemigos suyos los trata tan liberal y regaladamente, ¿qué bienes les haría, si le obedeciesen y amasen?; y el tercero, que no temen retraiga la mano el que tan sin merecerlo la extiende a ellos con tanta largueza, ni conocen cuánto más fácilmente se quitan que se dan estas cosas.

Y dice advertidamente que Dios les había henchido su casa de bienes, y usa con particular consejo de esta palabra, henchir, para demostrar más la bondad de Dios y la ceguedad de estos hombres. Porque una mediana riqueza y felicidad mediana puede más fácilmente engañarse uno y atribuirla a su industria; pero una sobrada y excesiva y que crece y sube como espuma en una hora, sucediendo todo a gusto sin variedad ni revés de fortuna, muy ciego es quien no conoce su causa, quien no ve que no alcanzan allí las fuerzas del hombre, quien no conoce que es otro consejo y poder mayor el que le acarrea y amontona y defiende aquel bien. Y si tan ciegos éstos son, razón tiene Elifaz en lo que añadiendo dice: Mas consejo de malos arredrado de mí, pues por dondequiera que se miren, es consejo errado y perdido. Que si miramos su causa, nace por una parte de pasión desenfrenada que no quiere reconocer superior, y por otra de ceguedad tan ciega como es la que he dicho; si sus efectos, son dar rienda a los vicios; si el suceso y el fin, desastre no pensado y calamidad improvisa y despojo de todo aquello que se ama y adora con ansia y confusión no creíble.

De que se sigue lo que luego prosigue, y dice:

19. Verán justos y alegrarse han, y inocente escarnecerá de ellos. Si vamos con los del diluvio, el inocente es Noé con los suyos; y si son todos en general, es semejante a lo que escribe David: Alegrarse ha el justo cuando viere la venganza; lavará en la sangre de los pecadores sus manos. Que es alegría, no nacida de crueldad ni de amor de venganza, de que carecen los buenos, sino de la honra de Dios que sale de sospecha y se abona, cuando derrueca ansí y castiga un tirano y de su justicia que resplandece, y de la libertad de muchos inocentes y opresos, y señaladamente del escarmiento para otros a quien dañaba el ejemplo.

Ansí que alégranse los buenos en estas caídas de los malos, y dicen:

20. ¿Por dicha no fue cortada su erguidez, y su restante tragado de fuego? O como el original, a la letra: ¿Sino cortado su ramo, y resto de ellos tragará el fuego? Que refiere en esto Elifaz y imita las palabras de que usan, o es verisímil que usen en semejantes casos los justos, como en burla y escarnio, diciendo: ¿Por dicha no fue cortada su erguidez?, esto es, ¿pensaban por dicha no caer ni ser nunca cortados? Al fin cayeron y les vino su día, y resplandeció la justicia de Dios, y los asoló totalmente. Que eso significa la erguidez, o el ramo cortado y el restante tragado del fuego, que es por semejanza del árbol que le cortan los ramos, y le ponen fuego a la raíz para no dejar rastro de él. Porque este acabamiento y total destruición es propriedad de la pena con que Dios castiga a los malos, y en lo que se diferencia del castigo de los buenos y justos; que a éstos desmóchalos Dios, para que se renueven y mejoren, mas a aquéllos arráncalos de cuajo para que del todo se sequen.

Es verdad que algunos trasladan ansí: De cierto no cortada firmeza y estribo nuestro, y resto de ellos el fuego tragó; y entiéndenlo de Noé y del diluvio.

Por manera que Elifaz de lo que allí pasó, prueba lo que pretende que es ser castigados los malos y conservados los buenos. Porque, dice, entonces sin duda, pecando todos, no pereció nuestra firmeza o nuestro reparo (que llama a Noé ansí porque en él se conservaron los hombres); pero el resto, esto es, a los demás, tragólos el fuego; que llama ansí su castigo que los consumió, que, aunque fue de agua, el fuego es nombre general de la pena, como se ve en Josué, adonde mandó Dios que apedreasen a Achán, diciendo el texto que le quemasen; porque quemar es castigar, y fuego significa castigo.

Mas prosigue y dice:

21. Conversa agora con Él, y séi pacífico, y por ello te vendrá mucho bien. Dichas las culpas de Job y los malos y desastrados sucesos de los pecadores, pasa agora Elifaz a la tercera parte de su razonamiento, que es amonestarle y persuadirle la enmienda. Dice, pues: Conversa agora con Él, y séi pacífico, como si más claro dijese: La conclusión sea que, pues el camino de los malos y su consejo es cual digo yo, y tú mismo en ti experimentas agora, saques tus pasos de él y los endereces por senda segura y te vuelvas y sujetes a Dios. Conversa, dice, con Él, y séi pacífico; esto es, pierde el coraje que tienes y amansa el corazón, y con el reconocimiento humilde vuélvete a Él y háblale, pídele perdón y suplícale. Y por ello, dice, te vendrá mucho bien. No sólo huirás el mal presente, mas recibirás el bien que no esperas; aliéntate a la penitencia con la esperanza cierta del perdón y merced. Que Dios no se contenta con perdonar la culpa, sino añade la gracia; no sólo suelta la deuda, sino enriquece con nuevas dádivas; no sólo pierde el enojo, sino ama y abraza al dolido.

Dice más:

22. Toma agora ley de su boca, y pon sus dichos en tu corazón. Dos cosas tiene la penitencia: dolor de lo hecho y enmienda en lo por hacer. Lo primero dio a entender en el amansar el corazón y en el conversar con Dios, porque el dolor humilla el corazón y le deshace y le quita el coraje y el brío, y por eso se llama contrición, porque le desmenuza en cierta manera. Agora declara lo segundo, en decir que tome ley de su boca y ponga en su corazón sus dichos, que es decir tenga su ley por regla en lo que le resta.

Porque como añade:

23. Si te volvieres a Dios, serás fraguado; alejarás torturas de tus tiendas. Esto es, tu vida, tu salud y tu fortuna que agora está como desatada y caída, fraguará, esto es, tomará ser y firmeza, como se dice del edificio que fragua. Y alejarás, dice, tortura de tus tiendas.

 Tortura, aquí o es desastre y mal suceso, y ansí dice que su casa y hacienda firme y bien fraguada carecerá dél, o es culpa y delicto; y ansí aquella palabra y alejarás, dice causa y vale como si más claro dijera: Fraguará tu edificio, porque alejarás y desterrarás de tu casa la culpa, conviene a saber, si te convirtieres a Dios y guardares su ley.

Mas lo primero es mejor, y viene con ello bien lo que añade:

24. Y pondrá por tierra pedernal, y por pedernal arroyos de oro. Y declara más el fraguar y la firmeza que dijo, y es como si se dijese: No solamente, si te conviertes con ánimo verdadero, dará Dios firmeza a tus cosas y las exentará de los golpes y malos sucesos de la fortuna, mas usará de nuevas trazas para acrecentarte y hacerte dichoso. Y decláralo por semejanzas, diciendo que volverá la tierra pedernal, y del pedernal sacará minas de oro; que es como decir que hará fuerte lo flaco, y lo pobre rico, y que sacará bien y riqueza de donde se temía desventura y desastre.

Y a lo mismo viene el original, que dice a la letra: Pon sobre polvo fortaleza, y en piedra arroyos ophir. Y es decirle que, en cuanto pusiere las manos, le sucederá felizmente y que vencerá su dicha a su esperanza; que si fundare sobre polvo, será como si fundare sobre peña dura; y lo flaco y lo movedizo será para su utilidad y defensa fuerte y firme; y que en la piedra, que es del todo estéril, le remanecerán fuentes de oro, porque sacará riquezas y provecho de lo que no se esperaba.

Y añade:

25. Y será el Poderoso contra tus enemigos, y la plata crecerá en montón para ti. O como el original a la letra: Y será el Abastado tu alcázar, y plata de fortalezas para ti. En que, si se vuelve a Dios, le promete que será defendido y que será victorioso; que sus enemigos no le vencerán y que él los sujetará y llevará sus despojos. No le vencerán, porque Dios será su alcázar esto es, su seguridad y defensa; vencerlos ha, porque la plata de sus fortalezas de ellos será suya dél, esto es, ganará y poseerá sus tesoros guardados.

Dice más:

26. Que entonces sobre el Abastado serán tus deleites; alzarás tus faces a Dios. A la victoria y a los buenos sucesos sigue el contentamiento y deleite, y el reconocer al autor de ellos y el alegrarse en Él y alabarle. Y ansí dice que entonces, esto es, cuando él enmendare su vida y Dios tomare a su cargo la defensa de ella y la sacare dichosamente de todo, se deleitará en Dios, porque la experiencia de su bondad le enternecerá el corazón con regalo y alzará a Él sus faces, bendiciéndole con merecidos loores.

Y dice:

27. Orarás a Él y oírte ha; pagarás tus promesas, esto es, alcanzarás de Él cuanto pidieres. Y declara el cumplimiento de lo que se pide por lo que sucede al alcanzar lo pedido, que es pagar lo prometido y votado, si se cumpliese. Y ansí pagar promesas es lo mismo que conseguir aquello por que se promete, porque la promesa no se paga sino cuando se consigue y alcanza.

Dice:

28. Sentenciarás dicho, y afirmarse ha a ti, y sobre tus carreras esclarecerá luz. Que es prometerle que, como será fuerte contra sus enemigos, porque será Dios su defensa, ansí será acatado entre sus ciudadanos, porque le cercará Dios con su luz, esto es, será dichoso en la guerra y señor en la vida política. Porque tus dichos, dice, serán confirmados por todos y será ley tu sentencia y resplandecerá cuanto hicieres, que es decir que acertará en todo. Y la prueba de esto es ser el estilo de Dios éste, conviene a saber, ensalzar al que se le humilla y reconoce.

Y por eso dice:

29. Cuando se humillaren, dirás: [Helos en] alteza, y al caído de ojos salvará. En que de esta sentencia que es general, saca ser verdad lo particular que le ha dicho. Y arguye de esta manera: Dios ensalza a todos los que se le humillan; luego hará contigo, si te humillares, lo mismo. Y ansí dice: Cuando se humillaren, que es como si dijese, porque cuando uno se humilla a Dios, dirás alteza, esto es, puedes decir luego que es alto, y estar cierto que lo será; porque siempre salva al caído de ojos, esto es, al que conoce su indignidad y bajeza; que declara el afecto del ánimo, por el semblante que nace de él en el cuerpo, y sabida cosa es que el ánimo humilde derrueca al suelo los ojos.

O como algunos dicen de otra manera: Cuando se humillaren, dirás alteza; esto es, cuando los otros cayeren, subirás tú, como diciendo que le exentará Dios de las calamidades comunes; que responde a lo mismo que le dijo en el capítulo 5: En seis tribulaciones te librará, y en la sétima no te tocará el daño.

Y concluye, usando de la misma razón, y dice:

30. Escapará el inocente y será escapado por limpieza de sus palmas. Porque si esto hace Dios siempre con los inocentes y buenos, si tú fueres de ellos, cierto, dice, es que pasará lo mismo Por ti. O, según el original, de otra manera: Librará el inocente, y será escapado pueblo por limpieza de sus palmas; que engrandece más la bondad, que no sólo hace dichoso al que la tiene, mas libra por él de mal otros muchos, como parece en lo que razonó Abraham con Dios cuando la destruición de Sodoma.




Job - Fray Luis de León - Capítulo XXII