Job - Fray Luis de León - Capítulo XXV

Capítulo XXV

1. Y respondió Bildad, el suhí, y dijo:
2. Poderío y pavor con Él, hacedor de paz en sus alturas.
3. ¿Por ventura tienen cuento sus escuadrones? ¿Y sobre quién no levanta su luz?
4. ¿Y en qué manera se justificará varón con Dios? ¿Y cómo se alimpiará nacido de mujer?
5. He; hasta luna y no esclarece, y estrellas no son limpias en sus ojos.
6. ¿Cuánto más varón gusano, y hijo de hombre gusano?



Exposición (Jb 25)

1. Y respondió Bildad, el de Suhí. Responde Bildad a Job, y no responde al propósito ni le redarguye de falso en lo que de hecho dice, sino en lo que se imagina él que quiere decir. Job decía que Dios en esta vida muchas veces no azota a los malos, y decíalo para que de su azote no arguyesen que él lo era, como en realidad de verdad lo argüían. Mas parécele a Bildad que decir esto Job, es decir que Dios es injusto y no sabe concertar entre sí, hacer justicia Dios y ser azotado Job, no siendo malo. Y ansí no cura de probar que castiga aquí Dios a los malos, sino prueba y afirma que Dios es poderoso y grandísimo, y que es desatino tenerse delante de él por justos los hombres. Porque le parece que, siendo esto cierto, no se compadece con ello lo que Job afirma, del pasar en esta vida sin castigo los malos y de estar sin culpa él, estando como está castigado; y le parece que no condenarse por malo Job es condenar a Dios por injusto. Y ansí vuelve por la justicia de Dios, contra la cual ni Job decía ni se colegía de su dicho con verdad cosa alguna.

Pues dice:

2. Poderío y pavor con Él; hacedor de paz en sus alturas. Como diciendo, si fuere ansí como dices, no sería Dios como es. ¿No sabes que es poderoso y espantable y hacedor de justicia? Poderío y pavor con él: quiere decir, no que tiene poder solamente, sino que es la fuente de la majestad y poder; y no sólo dice, poder de fuerza, sino de gobierno y de mando; y ansí que Dios tiene el imperio de todo, y la fuerza para ejecución de su imperio, y que lo tiene, no prestado ni con miedo, sino propio y que está con él, esto es, que le viene de suyo. De lo cual, lo primero, le hace grandísimo, y lo segundo, espantable y pavoroso, y ambas a dos cosas demuestran claramente que es justo. Porque, aunque a las veces gobierna y manda la maldad, pero nunca la viene de suyo el mandar; sola la justicia y la verdad es natural para el mando.

Por donde decir que la Divinidad es emperadora de suyo, es decir que es justísima. Y conforme a esto añade y dice que es hacedor de paz en sus alturas, que es decir, que pone en orden y gobierna con rectitud las criaturas más altas; como arguyendo que, si pone en lo poderoso concierto, no dejará desconcertado lo flaco; y si da ley a los ángeles, no consentirá que vivan sin ella los hombres; y si ordena a los inmortales, no querrá que los mortales anden sin orden, y sería visto quererlo, si no hubiese castigo, con que lo que se desordena se emiende.

Y dice en el mismo propósito:

3. ¿Por ventura tienen cuento sus escuadrones? ¿Y sobre quién no se levanta su luz? No hay número, dice, de sus escuadrones. Prueba el infinito poder de Dios por la majestad de su casa, y por la muchedumbre sin cuento de sus ministros demuestra su grandeza sin fin. Y llama escuadrones a las criaturas de Dios, por las diferencias de ellas y por la orden que cada una tiene en su género, y por la fortaleza de todas y por la presteza con que acuden a los llamamientos y mandamientos de Dios. Porque cada género de cosas, ordenado por sus subjetos y especies, es como un escuadrón de soldados concertado por sus hileras. Y como el escuadrón, a un tocar de trompeta y a una seña que el capitán hace, acomete o se retira, o se extiende o se aprieta o se tuerce por diferentes maneras, ansí a las escuadras de las cosas criadas, con un silbo las mueve Dios por do quiere.

Por manera que en decir escuadrones, significa que es Capitán Dios y Gobernador; y en decir que no tienen cuento, demuestra que se gobiernan todas con Él, como lo declara diciendo: ¿y sobre quién no se levanta su luz? Porque el gobierno es guía, y la guía luz, y ansí queda averiguado, siendo Luz de todo, ser el gobierno general de las cosas. Síguese:

4. ¿Y en qué manera se justificará varón con Dios? ¿Y cómo se limpiará nacido de mujer? Aplica lo dicho a lo que pretende, y concluye diciendo: Pues si a Dios le es natural el ser señor y el ser justo, y es, por mejor decir, el señorío y la justicia misma, ¿cómo se justificará el hombre con Dios? Adonde lo que dice con Dios, vale tanto como comparado con Dios y entendido ansí concluye bien y dice verdad, porque no hay comparación con el que es de suyo justo, y el que participa y mendiga de otro su bondad y justicia; pero no habla a propósito, porque ni se duda de ello ni se concluye el intento de que Job es malo por ser Dios más justo que él y más bueno.

O vale con Dios tanto como en los ojos y en el juicio de Dios, y esto hacía más al propósito, porque era decir que Dios juzgaba a Job por malo. Mas no se colige bien de lo dicho; que no se sigue que Dios, por ser Él infinitamente justo, juzga por malo a todo lo que no es Él; porque en este juicio no pide a las criaturas que tengan con Él otra tanta justicia, sino aquella sola que a cada una es debida según su razón, ni las mide por lo que es Él en sí, sino por lo que deben ser ellas. Y como en lo natural, en que son infinitamente menos perfectas que Dios, si tienen lo que a su medida conviene, Dios las tiene por buenas y las llama ansí, como se escribe en el Génesis, ansí en lo mortal, dado que no igualan con infinitos quilates a Dios, si tienen lo que suelen y les demanda, son tenidas de Dios por justas.

Ansí que Bildad, de haber asentado que Dios es la justicia, no concluye bien que en su juicio todos los hombres son malos. Bien es verdad que tendrían trabajo todos, sí por todo rigor lo llevasen; no porque Él es justo de suyo, ni porque nos pide que seamos tan justos, sino porque en eso mismo que nos pide y debemos ser hacemos mil faltas y pasamos nuestra ley y faltamos de nuestra medida, en cuanto en esta vida vivimos. Que, aunque el justo puede hacer y hace algunas obras perfectas, otras también hace que no son ni perfectas ni buenas; porque ninguno se apura tanto aquí que no tenga alguna imperfección o pecado ligero. Mas esto no lo niega Job, ni contradice a lo que afirma y pregona de sí, que es no haber pecado de manera que mereciese tan grave y riguroso castigo.

¿Y en qué manera se justificará varón con Dios? ¿Y cómo se limpiará nacido de mujer? Lo que decimos varón, en el original es una palabra que significa el olvido; y lo que decimos nacido de mujer, según la propiedad de su origen, quiere decir muy nacido de mujer. Y contrapone bien estas dos cosas en el hombre, con las dos que dio a Dios con quien le compara. En Dios puso poderío y luz de justicia; pone en el hombre error de ceguedad, y flaqueza: ceguedad, en darle nombre de olvido y desacuerdo, que es un género de no saber; flaqueza, en nombrarle hijo de una cosa tan flaca, que los hijos a los padres salen, y lo vil no puede engendrar fortaleza. Y como en Dios puso el poderío y la justicia en lo sumo, ansí al hombre da extremo de ceguedad y flaqueza. Que olvido y desacuerdo no es ignorar como quiera, sino es un no saber en que no queda rastro de ciencia; y nacer muy hijo de mujer, no es el mal ordinario, sino mal en hábito y mal lanzado en los huesos. Y si la mujer en las Letras Sagradas es flaqueza y liviandad y melindre, el hijo de ésta ha de ser lo puro de ello y la flor. Y si son en ellas mismas llamados hijos de una cosa, los que tienen mucho de ella y los que la poseen con gran excelencia, como hijo de guerra al belicoso y de paz los que son muy pacíficos, cierto será que llamar al hombre de mujer hijo, es llamarle extremado en todo lo que dice mujer, en miseria, en vileza, en poco ser y sostancia. Y si hijo es esto, muy hijo, y por hábito hijo, y en los tuétanos hijo, como el original de este verso denota, ¿qué no será?

Mas prosigue:

5. He; hasta la luna no esclarece, y estrellas no son limpias en sus ojos.

6. ¿Cuánto más varón gusano, y hijo de hombre gusano? Es argumento que llaman de lo más a lo menos, por manera de negación, y es buen argumento; porque lo que falta a quien más le conviene, no se hallará en quien menos le compete. La luna y las estrellas, que son moradas de luz, ante Dios son escuras; luego más lo será el hombre mortal y el hijo de padre mortal.

Pues dice: Veis, hasta la luna, que es decir, veis hasta la luna misma, que tan pura y blanca se nos muestra, no esclarece, conviene a saber, en sus ojos (que se traspasa del fin del verso esta palabra al principio), y no es clara en sus ojos si, como dijimos, la compara consigo; que si la mide por lo que a ella conviene, tiénela por buena y por clara.

Y las estrellas, que son también cuerpos de luz, no son limpias en sus ojos; esto es, en su comparación no se tienen por luces. ¿Cuánto más varón gusano?, esto es, corruptible, que significa por el efecto la causa, porque de la corrupción nace el gusano. Y hijo de hombre gusano, esto es, corruptible también, de manera que por sí y de su linaje es miseria.

Pero de ser corruptible, ¿cómo se arguye que es pecador el hombre? Argúyese, lo uno, porque lo corruptible es mudable, y lo mudable flaco, y lo flaco es ocasionado a faltar; lo otro, porque la corrupción del hombre nació del pecado, como San Pablo dice: Por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte. Y ansí acordarle al hombre que se convierta en gusanos y que nació de padres gusanos, es decir que de nacimiento es pecador el hombre.



Capítulo XXVI

1. Y respondió Job, y dijo:
2. ¿A quién ayudaste? ¿A quien no tiene fuerza? ¿Salvaste brazo no fuerte?
3. ¿A quién aconsejaste? ¿A quien no tiene ciencia, y manifestaste tu mucho saber?
4. ¿A quién enseñaste palabras? ¿Al que fabricó tu resuello?
5. Ves; los gigantes gimen so la agua, y los que moran, con ellos.
6. El infierno descubierto a su cara, y no tiene velo la perdición.
7. Extiende Setentrión en vacío, y cuelga sobre nada la tierra.
8. Recoge en sus nubes las aguas, para que no desciendan a una.
9. Aprende faces de asiento, y esparce niebla suya sobre él.
10. Con término cercó en derredor la faz de las aguas, hasta que la luz y las tinieblas se acaben.
11. Columnas de cielo tiemblan, y se espavorecen a su increpación.
12. En su fortaleza ayunta los mares, y con su saber hirió al soberbio.
13. Su espíritu adornó los cielos, y negociando su mano salió la torcida culebra.
14. Ves; estas partes de sus carreras, y cuán pequeñita palabra oímos de ello; el tronido de su grandeza, ¿cómo será percibido?



Exposición (Jb 26)

1. Y respondió Job y dijo. Burla Job de Bildad en este capítulo, pero no convienen todos en decir de qué burla. Unos dicen que pretendió probar la providencia particular que Dios tiene, y que no la probó, y que ansí Job le escarnece; y por consiguiente trasladan los versos segundo y tercero y cuarto de esta manera: ¿Con qué ayudaste lo flaco? ¿Cómo salvaste con flaqueza de brazo? ¿Cómo determinaste sin sabiduría? ¿Y piensas que mostraste gran saber? ¿Cúyas palabras manifestaste, y cúyo espíritu salió de ti? Como diciendo con ironía, disimulación y escarnio, ¿quién te enseñó o quién fue tu maestro para confirmar tan flacamente tu sentencia flaca, y para favorecerla con brazo tan débil?

Mas este parecer, aunque es del parafraste caldeo, no viene con lo que se sigue después. Y ansí, considerándolo todo, trasladaron los griegos mejor aquí, a quien siguiendo Sant Hierónimo, dice:

2. ¿A quién ayudaste? ¿Por ventura a quien no tiene fuerza? Según lo cual escarnece Job en Bildad, no la Providencia que no probó, que esto es ajeno de lo que agora se trata, sino del querer volver por la grandeza de Dios, como si estuviera en peligro; y ya que volvía, lo poco que de ella supo decir. Porque en lo primero, lo uno agravió a Job, dando a entender que no sentía bien de Dios, pues él en respuesta suya volvía por Dios; y lo otro, hizo una cosa excusada, porque ninguna cosa es más manifiesta que la grandeza divina: en lo segundo, anduvo muy pobre en argumento que de suyo es tan extendido y copioso.

Y ansí Job, burlando dél, cuanto a lo primero, dice que fue el suyo trabajo excusado, que sin causa y porque vuelve por Dios, a quien él alaba y cuya grandeza y justicia conoce y confiesa, y que Él en sí está tan alabado, tan poderoso y tan fuerte. Y cuanto a lo segundo, añade, alabando a Dios, lo menos que Bildad había dicho de sus loores, pues dice:

¿A quién ayudaste? ¿Por ventura a quien no tiene fuerza? Tomaste, dice, la causa de Dios, como si Él no tuviera saber o poder para defenderla, y juzgaste por perdido su negocio, si tú no salías a la defensa, engañándote en todo, ansí en pensar que corría peligro como en creer que el socorro estaba en ti. ¿Tan flaco te parece Dios, tan falto de fuerza, que tiene necesidad de la tuya? ¿Salvaste, dice, brazo no fuerte? Y añade:

3. ¿A quién aconsejaste?, ¿a quien no tiene [fuerza] ciencia? Que lo dice en la misma razón de haberle parecido a Bildad necesario apoyar el saber, el poder y la justicia de Dios, siendo ansí que ni Job, ni otro alguno, hacía cuestión de ello ni duda. Mas dice y manifestaste tu mucho saber, que es disimulada ironía, diciendo, heciste gran plaza de lo que sabías a fin de responder por la sabiduría de Dios. Porque en realidad de verdad no fue casi nada lo que en esto habló; dos palabras solas, y ésas manifiestas y de poca importancia.

Mas aquí el original dice ansí: ¿Y esencia en muchedumbre heciste saber? Que es preguntarle, conforme a la figura que sigue, si le parece que con su razón ha enseñado al que es esencia en muchedumbre, esto es, al que tiene en sí las esencias y las razones de todas las cosas, y que por la misma razón las sabe y entiende y conoce, porque al ser se sigue el saber.

Y prosigue en el mismo propósito, y dice:

4. ¿A quién enseñaste palabras?; ¿al que fabricó tu resuello? Porque cierto es que el autor y artífice del aliento y del espíritu sabe y entiende más que quien recibe el espíritu. ¿Enseñas, dice, a hablar al que hizo la habla?, ¿al que hizo el aliento con que se forma y articula?, esto es, al mismo Maestro. Que en el original es al pie de la letra: ¿A quién anunciaste palabras? Y espíritu de Él salió de ti. En que esto postrero podemos declarar en una de dos maneras: una, ¿A quién, dice, anunciaste palabras?, esto es, ¿por quién has tomado la mano de hablar, como si él fuese mudo? ¿Por ventura por Dios? Pues dime:

¿salió de ti el espíritu de Dios, o el tuyo de Él? ¿Dístele tu vida, o al revés, Él inspiró en ti aliento y palabras? Que alude a lo del Génesis, donde dice que formó Dios al hombre de la tierra, y le inspiró resuello de vida; como diciendo con mofa, hablas por Él como si Él no supiese, como si fuese hechura tuya, como si le hubieses inspirado la vida.

Otra manera es que en esta segunda parte se vuelve a Dios y hable con Él, como maravillándose del poco saber de Bildad, y diciendo: ¿Por quién razonas y hablas? Mas ¡qué desacuerdo, Señor, que siendo hechura tuya y habiendo recibido de Ti el aliento y el alma, presuma de enseñarte, o le parezca que padecerá sin su defensa tu ser! Y dicho esto en mofa y reprensión de Bildad, abre su boca toda en alabanzas de Dios, y por lo poco que Bildad dijo, dice él muchas cosas.

De que es la primera:

5. Ves; los gigantes gimen so las aguas, y los que moran con ellas. O como dice otra letra: Ves; los muertos serán formados so las aguas y los que moran en ellas; que ambas letras engrandecen a Dios. Porque la primera hace alusión al diluvio, adonde Dios mostró su justicia en la severidad del castigo, y su poder en anegar al mundo con tanta facilidad y presteza: y la segunda muestra el poder y saber de Dios en la creación de las cosas, que por medio de la humedad las produce. Y no sólo en esta luz adonde el hombre labra y el sol resplandece y el cielo y las estrellas influyen más derechamente y más fuerte; mas en los abismos más hondos y debajo de los mares más altos, produce criaturas extrañas y da vida adonde al parecer no se puede vivir.

Y a la verdad, aunque todos los elementos están llenos destas obras divinas, en ninguno se ven cosas criadas en mayor copia, ni en mayor diferencia, ni con mayor extrañeza que en la mar y las aguas. De que David en el Psalmo: Este mar, dice, grande y de grandísimos brazos; en él reman animales que no tienen cuento, animales grandes y animales pequeños sin número.

Prosigue:

6. El infierno descubierto a su cara, y no tiene cubija la perdición, entiéndese, ante sus ojos. En el pasado dijo del poder, en éste del poder y del saber. Porque en Dios, adonde llega la vista alcanza la mano, y a todo está presente por ser y por saber y virtud. El infierno, dice, le está descubierto. Infierno llama el centro y lo más hondo y escuro. Que es decir, en lo más oscuro ve, y lo más secreto y escondido le es claro, y no hay velo ni cubija para él en cosa ninguna; la perdición misma conoce. Y llama perdición lo mismo que infierno, porque lo que cae allí se pierde, y es sin uso y sin provecho todo lo que yace escondido en inaccesibles y hondos lugares.

Dice más:

7. Extiende Setentrión en vacío, y cuelga sobre nada la tierra. Setentrión llama a todo el cielo, entendiendo por figura el todo en la parte. Pues dice, en testimonio de la fuerza y sabiduría de Dios, que hizo la tierra y el cielo, que es decir todas las cosas, que la Sagrada Escritura suele comprender en estos dos nombres, como se ve en el libro de la criación al principio.

Y del cielo dice que le extiende, y de la tierra que la tiene colgada, y a la tierra colgada en nada, y al cielo extendido en vacío, en que da a entender de Dios, ser tan sabio como es poderoso. Porque el criar es poder, y el criar en la forma como crió es sabiduría grandísima; que a la tierra pesadísima sostiene como colgada en el aire, sin apoyo y sin arrimo ninguno, y al cielo tiene extendido, no en otro sujeto alguno, sino en el mismo vacío.

Dice más:

8. Recoge en sus nubes las aguas, para que no desciendan a una. Maravilloso testigo es de lo que sabe y puede Dios, el negocio de las nubes y lluvias; y ansí Job por este fin hace memoria dél luego, después de la criación de las cosas. La tierra es seca de suyo, y el sol que la rodea y mira siempre, la seca; y ansí para el refrigerio de los que en ella viven, y para el sustento de todos, fue necesario que fuese regada. Para lo cual ordenó Dios que la agua subiese en alto, y se espesase en nubes encima del aire, y se derritiese otra vez en ellas y cayese hecha lluvia, para que las nubes defendiesen del sol, y la lluvia regase y humedeciese la tierra. Y pareciendo no ser posible que la agua, más pesada que el aire, se pusiese sobre él, halló Dios forma como adelgazarla y alivianarla en vapores; y a ese mismo sol que secaba y agostaba la tierra, hizo ministro para sacar de ella lo que la defendiese de él y amparase: que el sol levanta el agua a las nubes, y las nubes, dejándola caer, mitigan y templan su ardor. Y porque, adelgazada el agua ansí, pudiera subir tan alto, que no fuera después de provecho, templó y compuso el aire en tal forma, que llegada a cierta parte dél, se detuviese, y con el frío de aquel lugar se espesase la que iba hecha humo con el calor, y espesándose, cobrase cuerpo, y, vuelta a su primera forma y peso, cayese.

Y dispuso las cosas con tal providencia que se derritiese poco a poco, y hubiese quien la detuviese y dividiese en el aire, para que no viniese al suelo toda junta y de golpe, que fuera anegarle, sino en gotas menudas.

Pues dice que recoge, o, según el original, propiamente que ata en sus nubes las aguas; porque las que subían sueltas y esparcidas y hechas vapores, volando con el arte que dicho habemos, las recoge y las aprieta y las espesa y, como él dice, las ata en las nubes, reduciéndolas a su forma propria y dándoles peso, con el cual comienzan a descender, no a una ni de golpe, sino deshechas en partes pequeñas.

O como otra letra dice, no es rompida nube so ellas, esto es decir, que aunque las ayunta y espesa en las nubes, y quitándoles la ligereza primera las vuelve pesadas, mas hácelo de manera que con todo aquel peso suyo no rompen rasgadamente las nubes, sino cuélanse y distilan por ellas.

Prosigue:

9. Aprehende faces de asiento, y esparce niebla suya sobre él. Asiento llama, o silla o cadira de Dios, según algunos, al cielo, y según otros, al sol, de quien David en el Psalmo dice que puso Dios en él su morada y su tienda. Pues entre otras obras grandes de naturaleza, dice que Dios hace ésta también, que aprehende, o como otros trasladan, ase y toma, o será mejor decir ocupa, y como de los espejos decimos, empaña las faces claras de él, o cuando le eclipsa, poniendo entre él y nosotros la escuridad de la luna, o ciertamente cuando levanta y extiende por todas partes la niebla; que todo ello es hecho por maravillosas y secretas maneras. Y ansí la Escritura en diversas partes, diciendo las alabanzas de Dios, hace mención de estas obras, como en el Psalmo David dice: Envía su cristal como en pedazos, esparce como ceniza su niebla.

Y de la que se sigue, que es:

10. Con término cercó en derredor la faz de las aguas, hasta que la luz y las noches se acaben; en que pone el freno que Dios a la mar puso, para que no se extienda y anegue la tierra, también hace David mención en el Psalmo: Linde, dice, que no traspasarán, pusiste a las aguas; no volverán a cubijar la tierra. Y Salomón en los Proverbios diciendo: Cuando ponía su término al mar, cuando daba a las aguas ley que no pasasen sus rayas.

Y dice más:

11. Columnas de cielo tiemblan, y se espavorecen a su increpación. A la increpación entiende, esto es, al mandamiento de majestad y a la voz llena de autoridad señoril, con que dijo y hizo Dios que se apartasen las aguas; a esta voz de Dios, dice, que temblaron los cielos. Y es digno de considerar que las más de las veces que de este apartamiento del mal y descubrimiento de la tierra hace mención la Escritura, dice haber sido hecha mandándolo Dios con increpación y tronido espantoso.

El Psalmo que agora alegamos decía: A tu increpación huyeron, y a la voz de tu tronido temblaron. Y es verdad que, cuando la tierra sumida en el agua en el tercero día demostró su figura, mandó y dijo Dios que se apartasen las aguas. Ayúntense, dice, las aguas en un lugar, y parezca la tierra. Mas como dijo esto, se escribe haber dicho otras cosas: que resplandeciese la luz, que el firmamento se hiciese, que produjese la tierra plantas, el cielo estrellas, el suelo y agua aves, animales y peces. Y siendo ansí, sólo este dicho y mando y sola esta voz que puso freno a las aguas es significada con nombre de espantoso ruido; o por mostrar que esta obra, cuanto es de su parte, era señaladamente dificultosa, o por ventura porque en el hecho no se hizo sin grandísimo ruido y estruendo. Porque si como algunos dicen, se hizo consumiendo parte de ellas el sol, grande fue sin duda el calor que en tan breve tiempo hirvieron, y el hervor y las olas de un elemento tan grande sonó espantosamente sin duda. Y si, como otros dicen, nació de bajarse en algunas partes y recibir las aguas la tierra, cierto es que la tierra con sus temblores se sume, y que el temblar y el sumirse y el caer en una parte, y el levantarse en otra los montes, no se hace sin estampido y espanto.

Mas dice en la misma razón:

12. En su fortaleza ayunta los mares, y con su saber hirió al soberbio; y podemos decir la soberbia, entiéndese de las aguas y de los mares que cubrían por todas partes la tierra, que fue sin duda obra de grandísimo poder y saber. Y donde decimos ayunta, podemos decir divide, y en el mismo sentido, porque eran antes un cuerpo contino, que tenía dentro de sí la tierra sumida, y ansí el ajuntarlas en una parte para que se descubriese el suelo en otra, fue dividir la continuación que tenían.

Va más adelante, y concluye:

13. Su espíritu adornó los cielos, y negociando su mano, salió la torcida culebra. O como el hebreo dice: Y formó con su mano al culebro que huye. Lo cual pertenece a la obra del cuarto día, en que formó la luna y el sol y las estrellas del cielo, el Norte y el Carro, y la Culebra que entre ellos se tuerce y da vueltas en la forma que hace las veces que huye.

Y dice que su espíritu hermoseó o es hermosura de los cielos; porque, aunque todo el ser, y el ser bueno es de Dios, en la obra del cielo resplandece más su saber; y las otras obras son de las manos de Dios, mas la de las estrellas y sus movimientos es de su ingenio y espíritu.

Y dicho esto, concluye el capítulo, y dice:

14. Ves; éstas son partes de sus carreras, y cuán pequeñita palabra oímos de ello; el tronido de su grandeza, ¿cómo será percebido? Las carreras de Dios son sus obras, y estas que ha referido son una partecilla pequeña de ellas, porque son las naturales solas, y no todas, y ésas no especificadas, sino dichas en figura y en sombra. Y por esto dice que éstas son partes de sus carreras, y porque son pocas dice que son pequeñita palabra, y porque aun ésas no se declaran ni entienden bien, dice que las oímos apenas. Que sus obras todas y el tronido de sus grandezas, ¿quién lo sabe, o de quién podrá ser percebido? En que, a lo que entiendo, miró no solamente a las obras naturales que Dios hizo en lo secreto del cielo, en la creación de las ángeles, en sus hierarquías y órdenes, que son mayores mucho que estas visibles, y ni las sabemos aquí ni las podemos saber perfectamente, sino miró también, y con más atención, a lo sobrenatural que había de hacer Dios por el hombre, a su Encarnación, a su vida, la forma del humano rescate, a su Resurrección, a la nueva del Evangelio, a la conversión de las gentes, al suceso de la Iglesia y remate del mundo, y justicia y gloria de sus escogidos, que en comparación de éstas, todas las demás son menores. Porque antes que fuesen, no cayeron en la imaginación de criatura ninguna, y después de hechas y cuando fueron oídas, espantaron al mundo.

Por lo cual, dice, que el tronido de sus grandezas, ¿cómo será percebido? Que como el tronido viene sin pensar, y estremece los corazones sonando, y cría en ellos pavor y maravilla de Dios, ansí la voz del Evangelio no pensada, luego que sonó, se pasmaron las gentes. Y oír los hombres, que nació Hombre Dios, y que se puso en la cruz por los hombres, y que resucitó inmortal de los muertos, y que vive Señor de todo lo criado en el cielo, y ver la osadía con que unos pocos y pobres decían a voces que erraba en sus religiones el mundo, y cómo se oponía a los sabios y a los reyes de él una humildad tan desnuda, y cómo muriendo vencía, y derramando su sangre hacía gente, y ver tanta virtud en una palabra tan simple que, llegada al oído, penetrase luego a lo secreto del alma y, entrada en ella, la desnudase de sí y de sus más asiduos deseos, y la sacase del ser de la tierra, y le diese espíritu, ingenio y semblante divinos, y hollando sobre cuanto se precia viviese moradora del cielo; maravilló extrañamente sin duda a los que lo oyeron, puso a los que lo vieron en espanto grandísimo, crió admiración de Dios, y de contino la cría en los que la experimentan en sí. Grande es en todo Dios, pero en este hecho es grandísimo.

De las otras obras suyas es algo, aunque es poco, como dice Job aquí, lo que se entiende; pero en éstas la menor parte de ellas vence todo entendimiento y sentido. Y si en el criar del mundo extendió sobre vacío los cielos, y cuelga y sustenta sin ningún apoyo ni arrimo la tierra; si recoge en las nubes las aguas, si escurece el sol a veces y esparce por el aire la niebla; si puso término al mar, si le recogió a lugar cierto, si quebrantó su soberbia, y finalmente, si hermoseó con sol y estrellas el cielo, eso mismo con mayor maravilla y más nueva hizo en esta otra orden y linaje de cosas.

Adonde, sin ninguna duda, en los sujetos de nuestros corazones y almas tan viles de sí y tan vacíos de todo bien, extiende y desplega los cielos, poniendo las riquezas y bienes de ellos en vasos tan vacíos de bien, y como el Apóstol decía, un tesoro inmenso en vasijas de lodo. Y la tierra nuestra, que es cuanto tenemos de ser pesadísimo de suyo y inclinado a polvo y bajeza, lo sustenta y lo trae colgado en nada, y como si dijésemos, sin llegar a la tierra. Porque hace en los suyos, que sin apoyo de ningún consuelo visible y sin llegar al suelo los pies, aun lo que es tierra en ellos ande levantado en espíritu y el cuerpo viva como no cuerpo en mil cosas, de que vuestra reverencia tiene muchos ejemplos domésticos.

Mas esto quédese agora aquí y sigamos nuestro propósito.



Capítulo XXVII

1. Y añadió Job, prosiguiendo su razonamiento, y dijo:
2. Vive Dios, que desvió mi juicio, y Abastado, que hinchó de amargura mi alma.
3. Que en todo cuanto resuello en mí, y espíritu del Señor en mis narices.
4. Si hablaren mis labios maldad, y si gorjeare mi lengua engaño.
5. Lueñe de mí justificar a vosotros; hasta que fallezca, no desviaré de mí mi inocencia.
6. En mi justicia me atendré, y no la dejaré; no me avergüenza mi corazón en mis días.
7. Será como malvado mi adversario, y el que es contra mí como injusto.
8. Que ¿cuál esperanza de hipócrita, si roba avariento, y no da libertad Dios a su alma?
9. ¿Por ventura oirá Dios su vocería, cuando viniere sobre él la apretura?
10. ¿Si se deleitará sobre el Poderoso, o si le invocará en todo tiempo?
11. Enseñarvos he en manos de Dios, no asconderé lo que con Él poderoso.
12. Y, cierto, vosotros, vosotros todos los vistes: ¿y para qué habláis vanidades?
13. Ésta es la suerte del hombre impío con Dios, y la herencia de violentos que recibe del Poderoso.
14. Si multiplicados fueren sus hijos, para el mismo cuchillo sus pimpollos no serán hartos de pan.
15. Los que quedaren de él serán sepultados en muerte, y sus viudas no plañirán.
16. Si amontonare como polvo plata, y si como lodo aparejare vestido.
17. Aparejará, y justo se vestirá, y la plata dividirá el inocente.
18. Edificó como polilla su casa, y como cabaña que la guarda hizo.
19. Rico dormirá, y no congregará; abrirá sus ojos, y no a él.
20. Aprehenderá de él como aguas pobreza; de noche le oprimirá la tempestad.
21. Y levantarále viento solano, llevarále, y torbellinarle ha de su lugar.
22. Arrojará sobre él, y no perdonará; de mano suya irá huyendo.
23. Apretará sus manos sobre él, y viendo su lugar, sobre él dará silbo.



Exposición (Jb 27)

1. Y añadió Job, prosiguiendo su razonamiento, y dijo. Habiendo burlado Job de la impertinencia de Bildad y loado a Dios más copiosamente que Bildad le loara, y con esto manifestado lo que él sentía de la fortaleza de Dios y de su sabiduría infinita, agora en este capítulo, para mayor claridad de su sentencia y de la opinión que acerca de la divina justicia tenía, dice y certifica que no por mostrársele tan severo Dios se tiene a sí por malo, o él por injusto. No es él malo por ser azotado, pues que muchos malos pasan aquí sin azote; no es injusto Dios, pues que, al fin, al que malo es, en el remate de la vida y en su sucesión le castiga. Y por esta ocasión se extiende a declarar con encarecimiento los últimos desastres del malo, dando a entender por el contrario que, si padecen aquí algunas

veces los justos, a la postre tienen ellos y sus cosas felices y prósperos fines, con que queda defendida, y de reprehensión libre y exenta la justicia de Dios.

Dice, pues:

2. Vive Dios, que desvió mi juicio, y Abastado, que hinchó de margura mi alma. Que podemos entender de dos maneras: o que aunque no se guarda orden de juicio en mi causa, y aunque estoy de dolor y de amargura lleno, Dios vive, y Abastado hay, esto es, no por eso juzgo ni pienso que no hay Dios ni Providencia en el cielo; o lo que dice más con la letra, que sea como afirmación, que pasa a los dos siguientes versos, que son:

3. Que en todo cuanto resuello en mí, y espíritu del Señor en mi nariz:

4. Si hablarán mis labios maldad, y si gorjeará mentira mi lengua; diciendo que, aunque Dios le amarga y aflige y no se quiere poner a juicio con él, pero que por Él mismo afirma y certifica que mientras respirare y viviere será poderoso nadie a que hable o sienta, ni contra Dios ni contra sí, cosa falsa o indebida.

Vive Dios, que desvió mi juicio, esto es, que aunque desvió mi juicio, no guardando con él la forma y estilo de juzgar, haciendo primero cargo y oyendo después, como en los capítulos pasados decía. Mas que, sin embargo de esto y de que le tiene lleno de amargor y dolor, en todo cuanto resuello en mí, y espíritu del Señor en mi nariz, esto es, en cuanto durare la vida y el aliento; si hablarán mis labios maldad, y si gorjeará mentira mi lengua, esto es, ni sentirá mi alma ni pronunciará mi boca cosa torcida o falsa, entiéndese en la materia de que agora habla, esto es, acerca de su inocencia o de la rectitud de Dios y de su justicia.

Y ansí dice y añade:

5. Lueñe de mí justificar a vosotros, hasta que fallezca, no desviaré de mí mi inocencia; esto es, jamás consentiré en lo que decís, ni aprobaré en mi condenación vuestra sentencia, ni os tendré por justos y verdaderos en esto, ni os confesaré haber vivido ansí, que merezca por mi culpa esta pena. No desviaré, dice, de mí mi inocencia: defenderla he, ni yo la apartaré ni consentiré que ninguno de mí la desvíe.

Y añade en confirmación de lo mismo:

6. En mi justicia me atendré, o como el original dice, estaré fijo: no la desampararé, no me avergüenza mi corazón en mis días, esto es, no me reprehende mi corazón ni mi consciencia me acusa, y ansí no será ninguno bastante contra el testimonio de ella a persuadir que soy malo.

De que se sigue que:

7. Será como malvado mi adversario, y el que es contra mí como injusto; esto es, el que me contradijere en esto que he dicho, y decir quiero, quien a la verdad de mí y de Dios que profeso, fuere contrario, si no fuere muy ignorante, será forzosamente malvado y injusto. Y porque ha dicho de sí, pasa a declarar de la justicia de Dios lo que siente, y pregúntase primero para que sea más puntual la respuesta.

Y ansí dice:

8. Que ¿cuál esperanza de hipócrita, si roba avariento, y no da libertad Dios a su alma?

9. ¿Por ventura escuchará su vocería Dios, cuando viniere sobre él la apertura?

10. ¿Si se deleitará en el Poderoso, o si le invocará en todo tiempo? Como diciendo: Pues digo que los hipócritas viven con felicidad a las veces, y que no castiga en su vida Dios siempre a los malos, diréis por ventura, ¿cómo es posible que el hipócrita goce de buena esperanza, siendo injusto y de sus pasiones siervo y esclavo? ¿Y cómo podrá confiar que le oirá Dios, si le llamare, ni cómo podrá llamarle, ni gozar de su trato? Y si vive privado de esta esperanza y amparo, ¿cómo será posible que tenga hora feliz?

A lo cual responde y dice:

11. Enseñarvos he en mano de Dios, no asconderé lo que en Él poderoso; esto es, diré a lo que se pregunta lo que Dios me ha enseñado, y lo que Él suele hacer y hace con los semejantes.

Y añade:

12. Y cierto, vosotros, vosotros todos lo visteis; ¿y para qué habláis vanidades? Como diciendo, y verdaderamente lo que yo decir puedo acerca de este propósito no se asconde a vosotros; visto lo habéis por el hecho y entendido lo tenéis claramente, sino que, por contradecirme y por los respectos que vosotros sabéis, os cegáis y habláis lo que no sentís por dañarme.

Y con esto responde luego a lo propuesto, y declara abiertamente lo que se debe sentir, y dice:

13. Ésta es la parte del impío con Dios, y la herencia de los violentos que recibe del Poderoso. Propone lo que ha de decir para manifestar su propósito, que es la manera de castigo que usa Dios con los malos, a la cual llama parte y herencia de los violentos. Parte y herencia, para mostrar que no se les da de gracia, sino de justicia debida, y que como la herencia es del que es hijo, ansí a los malos, por hacerse primero hijos de la maldad, les viene por derecho que hereden la pena. Porque como el hijo sucede por nacimiento, ansí del desconcierto de la vida y del torcimiento del obrar nace la desventura y el desastre y la calamidad y el castigo; que no hay árbol tan cierto en su fructo cuanto es cierto al pecado producir pena y tormento.

Ansí que llama al castigo que da Dios a los malos herencia, por esta causa: y llámala herencia de violentos, o como la letra original dice, de fuertes, porque con ser los malos flacos para vencer sus pasiones, en sus condiciones y en su trato para con los otros son fuertes, que ni la piedad los ablanda, ni el respecto de la razón los mueve, ni hacen mella en ellos las inspiraciones de Dios. Y son fuertes también, porque son poderosos de ordinario, valientes en fuerzas y abastados de riquezas, rodeados de valedores y ansimismo llenos de coraje y soberbia y amadores de su propria excelencia, que confían en sus brazos y ni reconocen juez ni temen ley; como en el libro de la Sabiduría ellos lo confiesan, diciendo: Oprimamos al hombre justo, y no perdonemos a la viuda ni al anciano, ni reverenciemos las muchas canas. Sea nuestra fortaleza el desafuero, que lo flaco es inútil.

Mas veamos ya qué herencia es la de esta gente y qué suerte. Dice:

14. Si multiplicados fueren sus hijos, para el mismo cuchillo sus pimpollos no serán hartos de pan. Como si dijese: el malo podrá a las veces, como dicho tengo, ordenándolo Dios ansí por los fines que Él sabe, vivir próspero y sin revés en cuanto le durare esta vida; mas, fenecida, en todo lo que queda de él reina la desventura y cuchillo. Esto es lo que hereda su alma, y ésta es la parte que ganó por su culpa y con que muestra Dios cuán justo es.

Si multiplicados fueren sus hijos, para el mismo cuchillo; esto es, serán para el cuchillo, morirán a hierro, nacerán muchos para que se ejecute más la pena del padre en ellos. Y llama hijos con propriedad los que según el orden natural nacen del padre, y con semejanza y metáfora, los fructos que en el malo hace la mala vida después de acabada, que son todos cuchillo, esto es, pena y miseria.

Pues dice sus hijos, esto es, lo que, muerto, fructificará su vida en él, será cuchillo y tormento, y esto es siempre infalible; y sus hijos, esto es, los que nacen y descienden dél y le comunican en sangre, nacerán para el hierro, y esto es ordinario y casi siempre perpetuo. Que los tiranos y los que aquí con injuria de otros florecen, o no tienen sucesión o, si la tienen, es para hacer Dios en ella ejemplos manifiestos de su justicia.

Dice más, en el mismo propósito:

15. Los que quedaren de él, serán sepultados en muerte y sus viudas no plañirán. Sepultados en muerte es como decir: la muerte los tragará; que hace significación de violentas y desastradas muertes, por acontecimientos no vistos ni pensados, y infames y muy afrentosos. Y ansí dice que la muerte será su sepultura, porque se hará señora de ellos enteramente y del todo quitándoles la vida y escureciéndoles la honra, y sumiéndoles en perpetuo olvido la memoria y el nombre.

O serán sepultados en muerte, para decir que carecerán de tierra que los cubra, sino que la muerte será su huesa y sepulcro. Y añade, y sus viudas no plañirán, que es acrecentamiento de desventura, cuando aun viene a faltar aquel solo respecto que aquí queda a los muertos, de llorarlos y sepultarlos. Y podemos decir, que lo que quedare de él, que aquí dice, y en su original es seridaiu, es el alma que de él queda, que se sepulta en la muerte porque vive y yace en muerte perpetua.

Más dice:

16. Si amontonare como polvo plata, y como lodo aparejare vestido. Como lodo, dice, para decir en abundancia y en copia. Pues ¿qué, si lo amontonare?


Dice:

17. Aparejará, y justo se vestirá, y la plata dividirá el inocente; esto es, gozarán de sus riquezas otros, y lo que robó y amontonó con violencia, volverá a cabo de tiempo a quien merezca gozarlo, y de lo que él allegó con pecado vendrán a ser señores con inocencia los buenos. Que se verifica, no sólo en estos bienes de la tierra visibles, sino también en las riquezas de la alma y de las buenas obras, que si algunas tuvieron estos que últimamente se pierden, sirvieron mucho más a los escogidos que a ellos. Porque, como Sant Pablo enseña, todo lo que aquí se hace o padece, todo lo bueno o malo que el hombre obra, todo lo que Dios o permite o ordena, todo sirve a los suyos y todo lo ordena para el bien de los escogidos. Por manera que al malo las buenas obras que hizo no le salvaron, y esas mismas fueron medios y como instrumentos con que los escogidos suben a la gloria o a la mayor gloria del cielo, y ansí les fueron más útiles; y con mucha verdad la plata que el malo amontonó, repartió el inocente y se vistió el justo de las vestiduras que aparejaron los malos.

Dice más:

18. Edificó como polilla su casa, y como cabaña que la guarda hizo, que se sigue de eso mismo que viene diciendo. La casa que la polilla en el madero o la vestidura hace, haciéndola la destruye, o por mejor decir, al hacerla es deshacerla, porque horadando el madero o el paño, para vivir en él le deshace; y ansí es casa que no solamente perece, sino que perece por la obra y como por las manos de su mismo autor.

Y lo mismo, dice, acontece a los malos, que su casa, esto es, su memoria, sus descendientes, sus riquezas y mayorazgos fundados, perecen en breve, y no sólo perecen, mas ese mismo fundamento suyo y la manera y los medios por donde se hicieron son su total perdición: Y como cabaña que la guarda hizo, que pasado el tiempo de la guarda, o se cae o la deshace ella misma.

Dice:

19. Rico dormirá, y no congregará; abrirá sus ojos, y no a él. Morirá, dice, rico y dejará sus riquezas; no las allegará a sí y por consiguiente no las llevará ni le harán compañía. En la vida el adquirirlas les es culpa, y en la muerte el dejarlas tormento y pena; lo que no es en los buenos, cuando acaso son ricos. Porque, aunque los unos y los otros, cuando pasan de esta vida, dejan en ellas sus haciendas, mas a los buenos, lo uno, no les duele dejarlas; lo otro, tienen ya allá atesorada y traspuesta la mayor parte de ellas, que transformada en verdadero y mejor género de tesoro, los enriquece perpetuamente.

Abrirá, dice, sus ojos, y no a él, esto es, y no verá nada; que compara la vida al sueño y el morir al despertar de él, y la posesión de estos bienes a lo que se suena durmiendo, que entonces parece algo, y en volando el sueño y en abriendo los ojos, desaparece delante de ellos, volviéndose en viento. Que es lo mismo que decía David: Durmieron su sueño los ricos, y a la postre no hallaron nada en sus manos.

A que es consiguientemente lo que luego añade:

20. Aprehenderá de él como aguas pobreza; de noche le oprimirá tempestad. Porque, si abriendo los ojos después de esta vida, no halla nada de su tesoro en su mano, consiguientemente queda sumido en pobreza, porque queda sin ningún bien de los que tuvo por bienes. Y ansí dice que la pobreza le aprehenderá como aguas, porque le cercará de todas partes, como las aguas cercan al que en ellas se sume, y porque como avenida de río vendrá sobre él de improviso, y cuando por más rico se tenía y por más seguro entonces con la muerte se anegará en el mal de miseria.

Y añade que de noche le oprimirá la tempestad; que se puede entender, o simplemente diciendo, que en la noche de la muerte vendrá sobre él y como tempestad la pobreza; o que sea semejanza de la tempestad que de noche viene, a lo que aviene al pecador cuando muere; que diga de esta manera: Que como en la noche tempestuosa el que camina carece de abrigo y va cercado de peligro y de miedo, ansí cuando muere el malo, no ve sobre sí sino horror y tinieblas, todo lo que ve es espanto y lo que imagina temor.

Y dice bien con esto el original, adonde leemos: Aprehenderán de él como agua temores, noche le robó turbión; esto es, como al que en el campo y de noche el turbión le roba, quiere decir, le arrebata; que ni ve persona que le ayude, ni camino que le guíe, ni árbol do se asconda, ni suelo cierto adonde afirme su paso, y el trueno le espanta, y la lluvia le traspasa, y la avenida le trabuca y anega, envuelto en horror y desesperación.

Dice:

21. Y levantaráse viento solano y llevarále; y torbellino le arrancará de su lugar. Que es decir, que como lo que lleva el viento desparece de presto, y como lo que el torbellino arranca, lo arranca de cuajo, ansí la muerte, sobreviniendo a estos malos, los deshace, los desparece, los desarraiga en la vida de la alma, en la hacienda, en las memorias, en los descendientes y en todo. Y trae a comparación el aire solano, que es violento y furioso, y dice de los torbellinos porque, como nacen de concurso de vientos, suelen tener mayor fuerza. Y porque hizo mención de las aguas y de la tempestad y turbión nocturno, dice bien, en consecuencia de aquello, del viento y del torbellino, que todo suele andar junto. Y en juntar esto dice que la lluvia los cerca, y la noche y la tempestad los espanta, y el viento los arrebata, y el torbellino los arranca de su lugar; y las aguas y la tempestad de la noche y el torbellino y el viento son la muerte cuando les sobreviene, que los trata en el alma y en el cuerpo, y que hace estrago en sus cosas, como el viento, el torbellino, la tempestad y la noche.

Y por concluir en una palabra sola, dice:

22. Arrojará sobre él, y no perdonará, de mano suya irá huyendo; esto es, finalmente arrojará Dios sobre él saetas, rayos y azotes, y no perdonará porque es sin fin la pena de los condenados. De mano suya, esto es, de los golpes que la divina mano en él diere, irá huyendo, o como el original dice, huyendo huirá, porque concebirá miedo espantable, y cuanto fuere el miedo, tan grande es el deseo de huir, y ansí trabajará con agonía por apartarse del golpe, que a la fin huir no podrá.

Y con esto se ayunta, que:

23. Aprestará sus manos sobre él, y viendo su lugar, sobre él dará silbo; que es el escarnio y la mofa que los hombres hacen de los poderosos injustos, cuando los ven deshechos. Pues como ha dicho por diversas maneras el desastrado fin de los malos, concluye con la burla que es remate de los desastres; y dice que quien viere el suceso miserable de éstos que cuenta, y el fin de su grandeza y soberbia, se apretará las manos, que es muestra de encogimiento y espanto, y silbará como escarneciendo su burlada esperanza.

Y lo que decimos apretará, puede ser palmeará, conforme al original, esto es, mostraráse contento, haciendo son con las manos. Que como el mal de los buenos lastima, ansí el castigo de los malos, cuando les sobreviene, alegra y regocija; porque vuelve entonces Dios por sí, y porque el castigo de ellos es salud para otros, y finalmente porque resplandece en ellos la justicia de Dios, y sale de reprensión y de duda su honra, como el Psalmo decía: Alegrarse ha el justo, cuando la venganza viere; bañarse ha en la sangre del malo, y dirá: Al fin es de fructo el ser justo, hay Dios que juzga la tierra.

 




Job - Fray Luis de León - Capítulo XXV