Job - Fray Luis de León - Capítulo VIII

Capítulo VIII

1. Y respondió Bildad, el sohí, y dijo:
2. ¿Hasta cuándo hablarás esto, y de espíritu grande palabras de tu boca?
3. ¿Por ventura Dios tuerce el juicio? ¿Y si el Abastado tuerce justicia?
4. Si tus hijos pecaron a Él, y enviólos la mano de su pecado.
5. Si tú madrugares a Dios, y suplicares al Abastado.
6. Si limpio y derecho tú; cierto luego despertará sobre ti, y apaciguará la morada de tu justicia.
7. Y será tu principio poco, y tu postrimería crecerá mucho.
8. Que pregunta agora a la generación primera, y dispónte a pesquisar de tus padres.
9. Porque de ayer nosotros, y no sabemos; porque sombra nuestros días sobre la tierra.
10. De cierto ellos te avezarán, hablarán a ti, y de su corazón sacarán palabras.
11. Si crecerá junco en no cieno, ¿crecerá junquera sin aguas?
12. Aun él en su árbol y no cortado, y antes de toda yerba se seca.
13. Ansí caminos de todos los que olvidan a Dios, y esperanza de falsario parecerá.
14. Que despreciará su desatino, y casa de araña su fiucia.
15. Estribará sobre su casa, y no estará; trabará en ella, y no se levantará.
16. Verde y jugoso él delante del sol, y sobre su huerto su pimpollo saldrá.
17. Sobre montón sus raíces serán enredadas; casa de piedras morará.
18. Si los tragaren de su lugar, y diga en él: No te olvide.
19. ¿Ves? Ese gozo de su carrera, y de polvo otro pimpollecerá.
20. ¿Ves? Dios no aborrece perfecto, ni esforzará mano de malos.
21. Hasta que se hincha de risa tu boca, y tus labios de jubilación.
22. Quien te aborreciere vestirá desprecio, y tienda de malos no ella. 



Exposición (Jb 8)

1. Y respondió Bildad, el sohí, y dijo: Este es el segundo de los amigos que vinieron a Job, el cual toma la mano agora y, vista la respuesta pasada, y menos contento della que de lo que oyera primero, sale él también a decir su razón, que es la misma que Elifaz tiene dicha. Y ansí le dice que no se justifique, porque, justificándose a sí, condena a Dios, dando a entender que le castiga sin culpa; y Dios no es injusto, y ansí es necesario que él se conozca por culpado, pues es notorio que Dios le aflige y azota. Y para probar que Dios es justo y igual, afirma que el malo se seca y el bueno florece siempre; y se muestra ambas cosas por dos comparaciones que trae, una del junco sin agua, y otra del árbol verde y bien gobernado.

Y comienza de esta manera:

2. ¿Hasta cuándo hablarás esto, y espíritu grande palabras de tu boca? En que le dice ser falso y soberbio todo cuanto razona; y que no le dicta la razón derecha las palabras que dice, sino la poca humildad de su espíritu y su corazón enconado contra Dios y hinchado.

Porque dice:

3. ¿Por ventura Dios tuerce el juicio?, ¿o si el Abastado tuerce justicia? En que pregunta aquello de que no duda, antes con la pregunta lo afirma; porque en todas las lenguas hay una manera de preguntar que hace afirmación y certeza. Pues dice ser negocio averiguado que Dios no es injusto, y no dice más sino deja por manifiesto lo que de esto se sigue. Porque si Dios no es injusto y castiga a Job, como por la obra se ve, Job es culpado; y ansí de esta verdad manifiesta, que Dios guarda justicia, y de lo que Job padecía, concluye Bildad su argumento. El cual argumento consiste en dos cosas: en una verdad que no se niega, esto es, ser justo Dios, y en un hecho que por los ojos se vía que era la miseria de Job: de las cuales dos cosas propone sola la primera, porque la segunda ella misma se avenía al sentido. Mas, aunque se avenía, estaba en ella de este argumento el engaño, porque el azote manifiesto no era castigo de culpa.

Dice, pues: ¿Por ventura Dios tuerce juicio?, ¿o el Abastado tuerce justicia? Por una de dos cosas tuercen de lo justo los hombres, amor o temor: el temor es flaqueza, y el amor dice falta; porque amar es desear lo que no se posee, y temer rehuir de lo que padecer se puede. Según lo cual Bildad prueba esta sentencia con las mismas palabras della; y esto en dos diferentes maneras: una, por formarla en pregunta que, como dijimos, el preguntar si es ansí es certificar que es ansí; otra, por decir Dios y Abastado, que en su original es tanto como el fuerte y el que es la abundancia, con lo cual no se compadece ni temor que le fuerce a lo injusto ni apetito de cosa que de ello jamás le desquicie.

Añade:

4. Si tus hijos pecaron a Él, y enviólos a la mano de su pecado; y es otra razón con que justifica Bildad lo que Dios hace con Job. Porque, dice, cuando fuera ansí que tú por tu persona pecado no hubieras, no me negarás que pecaron tus hijos, a quien Dios acabó con muerte tan desastrada. Pues como Dios suele castigar al padre en los hijos, ansí también castiga muchas veces por los hijos al padre, porque de los padres viene de ordinario a los hijos los vicios.

Dice, pues: Si pecaron tus hijos a Él. Este si no es condición de duda, sino afirmación de cosa cierta; como si más claro dijese: Pues es cierto que pecaron tus hijos. Y lo que añade, y enviólos a la mano de su pecado, puédese referir a Job, mudando la persona de segunda en tercera, como muchas veces se hace en la Sagrada Escritura, y ansí dirá: pues pecaron tus hijos, enviándolos tú a la mano de su pecado, esto es, imitándote a ti, o ciertamente disimulándolo tú. O sin duda diciendo: Si tus hijos pecaron, como por su desastrado fin se ve que pecaron, tu mal ejemplo, tu mala institución y descuido los envió a la mano de su pecado, esto es, los entregó a los pecados y vicios. O, de otra manera, puédese referir a Dios, y será aquéste el sentido: Pues pecaron tus hijos, y enviólos Dios, esto es, ¿qué maravilla es que los enviase Dios a la mano de su pecado, entregándolos al castigo que merecían sus culpas, o dejándolos andar por el camino del mal y llegar al paradero adonde él los guiaba? Porque el paradero del pecado, si se prosigue, es la muerte, según lo que dice Santiago: El pecado cuando llega a colmo engendra muerte.

Más dice:

5. Si tú madrugares a Dios, y suplicares al Abastado; 6. Si limpio y derecho tú, cierto agora despertará sobre ti y apaciguará la morada de tu justicia. Que se puede entender de una de dos maneras, o juntamente de ambas; o que sea aviso de lo que debe hacer agora para que Dios se le ablande; o que sea demostración de lo que no hizo Job y debiera hacer para no venir al estado y miseria presente; o que, pues las palabras lo sufren, diga lo uno y lo otro, lo que si hiciera no hubiera caído, y lo que si hace se podrá levantar. Si tú madrugares oSi tú madrugaras a Dios, si hubieras andado en su servicio con vigilancia; que el madrugar en esta escritura es diligencia, porque el diligente madruga. Y suplicares o suplicaras al Abastado; el original dice, y te apiadaras al Abastado, y llama apiadar el pedir piedad, refiriendo uno sus dolores y cuitas.

Si limpio y derecho tú, o fueres de aquí adelante, o hubieras sido hasta agora; despertará sobre ti, esto es, velara para tu salud, o sin duda hubiera estado a tu defensa, despierto y alerta. Y responde este despertar al madrugar que dijera, como diciendo: Si tú hubieras madrugado en su servicio, Él hubiera andado despierto y velara en tu ayuda.

Y apaciguará la morada de tu justicia, o de aquí adelante, si lo entendemos de lo venidero, o hubiérala apaciguado antes de agora, esto es, hubiera conservado en paz tu morada y conservado tu casa sin revés ni desastre, como casa adonde la justicia vivía. Porque el fructo de la justicia es la paz, y es compañero que jamás se divide de ella, como escribe un profeta. Y conforma con esto lo que luego añade, diciendo:

7. Y será tu principio poco y tu postrimería crecerá mucho. Que dirá, según el primero sentido, que la felicidad suya pasada será como cifra en comparación de lo que Dios le dará, si a Él se convierte; o, conforme al segundo, dice que el principio feliz de su vida, si hubiera perseverado en ser bueno, llegara a un colmo de felicidad nunca oída; porque siempre favorece Dios a los buenos, y como crecen ellos en la virtud, Él crece en mercedes; mas si descrecen, si vuelven atrás, si truecan o desamparan el verdadero camino, contiene Él su favor y apodérase de ellos el mal y el desastre, y ansí caen y perecen.

Y pruébalo con la autoridad y testimonio de sus antepasados, y dice:

8. Pregunta agora a la generación primera, y dispónte a pesquisar de tus padres. Remítele a lo que los antepasados han dejado dicho y escrito, y encarece su autoridad mostrando el crédito que se debe a sus dichos.

9. Porque, dice, de ayer nosotros, y no sabemos, porque sombra nuestros días sobre la tierra. Que es decir, que si no quiere persuadirse de lo que ellos le dicen, se persuada a lo menos por lo que los pasados dijeron; que es verdad que ellos no saben tanto, ansí por haber nacido ayer, esto es, por ser modernos y mozos, como también porque cuando fueron viejos, es corta su vida y breve a manera de sombra; y en vida corta no se puede adquirir mucha ciencia, lo que en los pasados no es, cuya vida fue larga.

Y por tanto:

10. De cierto ellos te avezarán y hablarán a ti, y de su corazón sacarán palabras, entiéndese en las obras que dejaron escritas. Y dice bien que sacarán, no de la boca, sino del corazón las palabras; porque las escrituras que por los siglos duran nunca las dicta la boca; del alma salen, adonde por muchos años las compone y examina la verdad y el cuidado.

Y debía ser alguna escritura de este metal antigua y conocida aquesto que añade, que es:

11. ¿Si crecerá junco en no cieno, si crecerá junquera sin agua?, con lo demás que se sigue. En que el malo es comparado al junco, que en medio de su verdor sin ser tocado se seca; y el justo, al árbol bien plantado y de raíces firmes, que, aun cortado y arrancado, se renueva y renace. Que a su parecer es lo que agora pretende, que los desastres y sucesos malos nunca vienen al bueno. Pues dice: ¿Si crecerá el junco sin cieno?, ¿o la junquera sin aguas? Si crecerá, esto es, cierto es que no crecerá, porque es pregunta que afirma. Y quiere decir que, aunque el junco y las junqueras no nacen ni se crían sino en lagunas húmedas y cenagosas, por lo cual parece debían de durar siempre en verdor y frescura; mas con todo eso les acontece lo que luego añade y se sigue:

12. Aun él en su árbol, y no cortado, y antes de toda yerba se seca; esto es, que estando verde y en su vigor y puesto en el pantano do se mantiene, sin que la mano ni el hierro lleguen a él, se seca de suyo y viene a menos, aun cuando florecen las otras yerbas más flacas. Y dice árbol al junco, porque la lengua original llama ansí a todo lo que se levanta en alto y en su tronco, derecho.

Pues dice:

13. Ansí caminos de todos los que olvidan a Dios, y esperanza de falsario perecerá. Que es decir, que la condición y suceso de los que se gobiernan sin Dios es de la misma manera; que, aunque tengan en abundancia su cebo, aunque el favor les rodee, y los defiendan las riquezas, y sea suyo al parecer el mundo todo, cuando reinan, cuando triunfan, cuando están más en su flor, desfallecen y se secan y vienen al suelo en ocasiones tan ligeras y no pensadas, que parece se cayeron de suyo. Y viene bien que desampare, sin saber cómo, su fuerza a los que sabiendo quién Dios es, le desamparan y olvidan. Y es justo y es necesario que caigan los que no le tienen por fundamento y apoyo, y que perezca en su verdor la esperanza de que vive el falsario. Y llama falsario al que encubre su mal con apariencias de bien; porque falsea el oro del bien que muestra, con el cobre que encubre, y dora con sanctidad y con color de virtud la flor más apurada del vicio, y hace a la religión y al respeto de Dios tercero y encubridor de sus ponzoñosas pasiones, vicio de grandísima ofensa; y ansí no permite Dios que se prospere.

Porque como dice:

14. Despreciará su desatino, y casa de araña su fiucia. Despreciará, esto es, mirará Dios con desprecio y abominación un desatino semejante. Y decir que Dios lo mirará con desprecio, es decir un desastre muy grande, porque ninguna cosa tiene más ser que de cuanto Dios la acepta y mira con buenos ojos. Y llama bien necedad y desatino a la maldad del falsario y hipócrita; porque el que con apariencias de bien colora su interés y su vicio, él mismo con su hecho se condena a sí mismo, sentenciando ser malo lo que pretende (pues no lo muestra de su color ni como ello es, sino disfrazado de diferente manera) y ser excelente la virtud que desecha, pues se vale de su apariencia della para venderse por bueno.

Y dice que su fuerza de este tal es casa de araña, y quiere decir, que en lo que estriba (que llama fiucia, por manera de hablar conocida, al fundamento de lo que se espera) es flaco y quebradizo y engañoso, y que no recibe reparo, como es la casa de la araña, que ni la que la teje puede con todo su artificio hacer que dure, ni los otros para cuya presa se hace hallan allí cosa que los sustente, sino que los enlace y enrede.

Y ansí dice:

15. Estribará sobre su casa, y no estará; trabará en ella, y no levantará. Que se puede entender, o de lo que acontece a la araña en el edificio de su tela, o de lo que les aviene a los que en ella son presos. De éstos dice que, en metiendo en ella el pie, caen luego, y, en estribando para tenerse, les falta el suelo engañoso, y si asen de ella para levantarse, quedan atados y sin remedio caídos. Y de la araña dice que se desentrañará para añadirle fortaleza, y que para ponerle estribos hilará sus entrañas, y de hecho esto, no estará, esto es, la tela no tendrá firmeza que dure; y ni más ni menos que trabará en ella, esto es, que la fortificará multiplicando los hilos de su tejido, y trabándolos y enredándolos más, pero no levantará, esto es, no se hará firme con eso ni permanecerá duradera.

Y por el mismo modo lo que edifica para su defensa o para su descanso la vanidad y maldad, por más que lo repare y fortifique con consejo y con hecho, es ello eficaz para enredar y tener miserablemente presos los ánimos; mas para darles morada de reposo y asiento de descanso, es caedizo y flaquísimo.

Añade:

16. Verde y jugoso él delante del sol, y sobre su huerto su pimpollo saliere. En que pasa Bildad a la segunda parte, donde, como dije, para testimonio de que Dios es igual, afirma que el bueno es siempre próspero, y lo prueba por semejanza del árbol verde y bien gobernado; ansí como la infelicidad del hipócrita la probó por semejanza del junco. Pues dice: Verde y jugoso él delante del sol. Es ordinario en las lenguas, como ésta es, cortas y breves, callar mucho de lo que conviene que se diga, y por lo poco que se dice, como por señas, dar a entender lo que se calla, librando la sentencia entera en el entendimiento de los que oyen y como remitiéndose a ellos. Ansí callan los verbos muchas veces; ansí se refieren, sin haber dicho a lo que se refieren; ansí ponen palabras que significan la cualidad de una cosa antes de nombrar lo que califican; y quieren que por la cualidad expresada entendamos el sujeto a quien la cualidad le conviene, como es este lugar agora. Porque diciendo verde y jugoso, quiere que vengamos en conocimiento de aquello a quien cuadran estas dos condiciones: que es sin duda algún árbol a quien el verdor conviene y el jugo. Y ansí como si entera y llanamente dijera: mas el árbol verde y que tiene jugo y que le ve el sol, esto es, y que no está puesto a la sombra, de este tal sobre su huerto su pimpollo saldrá, conviene a saber, sus ramas de éste se levantarán altas y largas, y como dicen los agricultores, éste arrojará sus renuevos con fuerza.

Y ni más ni menos:

17. Sobre montón sus raíces serán enredados, casa de piedras morará; esto es, lanzará las raíces tan hondas cuanto levantare en alto las ramas, y con el vigor que tiene, traspasará las piedras con ellas, y las enredará por las peñas, y penetrará hasta el centro, y, por el mismo caso, firme y bien arraigado, ni le faltará jugo ni le arrancarán las tempestades y vientos. Y porque lo que no hace la naturaleza hace algunas veces la voluntad libre del hombre, y corta la mano con hierro o arranca con artificio lo que de suyo estaba bien firme, pone también este caso, y dice ansí:

18. Si lo tragaren de su lugar, y dijeren en él no te vide. Si lo arrancaren, dice, por fuerza, o lo cortaren con hierro y hicieren que no parezca ni quede rastro dél allí donde estaba primero; ansí como se desparece lo que es tragado o sorbido, de arte que digan en él no te vide, esto es, de arte que su lugar mismo quede tan sin rastro dél que, si hablase, diría nunca le haber visto en sí mismo, diría estas palabras negando, yo tal árbol no vi (porque es costumbre de la Sagrada Escritura para mayor encarecimiento, hablar por exceso y dar a lo que no tiene sentido lengua y palabras), pues dice, si este caso aviniere, ¿qué será?, ¿qué?.

19. ¿Ves? Ese es el gozo de su carrera, y de polvo otro pimpollecerá. Entonces, dice, será su gozo mayor, porque entonces mostrará más su fuerza y lo hondo y firme de sus raíces; que del tronco cortado, o de algún pequeño rastro de raíces dejadas y que quedan siempre en lo hondo, tornará a renacer más hermoso y más fresco, de manera que no le podrán deshacer ni la injuria del tiempo ni la violencia del hombre.

Y habiendo dicho esto Bildad, pasóse a otra cosa sin aplicar la comparación, y dejando la sentencia suspensa, o porque la aplicación estaba clara, o, como dije, porque todo esto del junco y del árbol es parte de alguna canción antigua y conocida, con cuyo testimonio Bildad quiso confirmar su propósito; y es costumbre lo que cita o refiere, solamente apuntarlo. De arte que, habiendo dicho el ingenio y condiciones del árbol firme, da por dicho ser lo mismo en el justo, que, cortado, crece, y, arrancado, se renueva y mejora.

Y dejándolo ansí, pásase a la conclusión de su intento, diciendo:

20. ¿Ves? Dios no desecha perfecto, ni trabará mano de malos. Que es el fin de lo que decir pretende, es a saber, que Dios en esta vida siempre prospera a los buenos, y a los malos los aflige y desecha.

Mas primero que digamos de esto, hagamos nosotros lo que Bildad no hizo, y apliquemos la comparación del árbol al justo. Y antes que la apliquemos, digamos que es comparación recibida y usada en la Sagrada Escritura decir que el justo es bien plantado árbol, como se ve en el psalmo primero y en Esaías en diversos capítulos los justos de que florece la Iglesia, son significados con nombres de árboles de géneros diferentes. Porque, a la verdad, el nacer los árboles, y el crecer y dar fruto, parece negocio que viene todo del cielo, y cosa no hecha por los árboles, sino que la hacen en ellos con pequeña ayuda de ellos, y por orden y eficacia de otros; que es muy conforme y semejante a lo que en el negocio de la virtud acontece. Y no sólo en el nacer y florecer y dar fruto tienen semejanza con los justos los árboles; mas también en el resistir a lo adverso, y en el mejorarse con la dureza del hierro, y con él, siendo heridos y cortados, tornar a renacer de nuevo mejores, como dice Bildad aquí; de quien parece haber hurtado Horacio aquesta comparación en el mismo propósito; porque compara lo generoso de la virtud que, enflaquecida de cien maneras, nunca se rinde, a una carrasca dura entre peñas nacida, que cuanto más la desmochan y cortan, tanto con más fuerza se repara y renueva Y dice de esta manera:

Bien como la ñudosa
carrasca en alto monte desmochada
con hacha poderosa, que de ese mismo hierro que es cortada, cobra vigor y fuerzas renovada.

Porque es ansí que, como el hierro limpia al árbol de las ramas viejas e inútiles que le gastaban el jugo sin fructo, y deja libre la raíz para que le emplee en otros ramos nuevos de más hermosura y provecho, ansí la firmeza de la virtud no se ofende de que la dureza de la adversidad le cercene lo que está fuera della y no le sirve sino de distraerla y de ponerla en peligro; antes se alegra con este daño y se esfuerza más y descubre sus bienes; porque lo bien plantado no teme estos casos. Y los escogidos, los cuales son de este linaje de plantas, como Sant Pablo escribe, en todo son prósperos, y caídos crecen, y abatidos se empinan, y desterrados son señores, y captivos son libres, y ninguna cosa les es más natural que, cojeando en estas cosas visibles, esto es, hallándose faltos y menesterosos dellas y afligidos del mundo, luchar a brazo partido con Dios, como de Jacob se lee con el ángel; esto es, abrazar a Dios en sí y, hollando el suelo, traspasar hasta el cielo y señorearse de él con los deseos del ánimo.

Pues de esta verdad, que ni el justo es vencido ni el malo prevalece, como ni el junco permanece ni el árbol bien gobernado se seca, Bildad, por no considerar en qué tiempo o de qué bienes se entiende, colige falsa conclusión, afirmando que los buenos siempre florecen en esta vida, y los malos, al contrario, descrecen siempre, no siendo ansí. Porque la felicidad de los buenos es verdadera, y aquestos bienes de la tierra son falsos, y por la misma razón más convenientes para que sean posesión de los malos y hipócritas, cuyo bien es fingido, y por lo cual es justo, si han de ser dichosos, lo sean no en la sostancia y verdad, sino en la sobrehaz y apariencia.

Y ni más ni menos debemos entender lo que añade:

20. ¿Ves? Dios no desecha perfecto, ni trabará mano de malos. Que es verdad, cuanto a los bienes verdaderos del alma, que Dios no privará de ellos al bueno, ni los entregará al malo jamás; pero cuanto a los del cuerpo y de la fortuna, que son bienes falseados y que tienen sola la vislumbre y la apariencia de bienes, no lo es en ninguna manera; antes por lo mayor parte es corto en ellos y como escatimado con los suyos Dios, y largo y liberal con los malos. Mas dicha ansí sin más distinción, y refiriéndolo al tiempo postrero, es verdadera sentencia que Dios ni desprecia al perfecto, o como podemos también decir, no aborrece al perfecto, porque es imposible que desdiga la regla de lo que está bien reglado; ni trabará mano de malos, ni para hacer amistad con ellos, ni para dar firmeza ni buenos sucesos a sus intentos perdidos. Y ansí como decimos trabará, podemos decir esforzará o fortificará; porque Dios, aunque permite que el malo florezca en esta vida y se prospere, pero sus intentos malos y los designios de su vanidad, y los consejos y los medios por donde camina a su bien, no los alienta ni esfuerza ni aspira a ellos con su favor particular y secreto, ni menos los defiende por de fuera ni los fortifica; y por esta causa siempre a la fin desfallecen, y como edificio mal fundado vienen con ruido a tierra; que, como por el sabio es escrito, la esperanza del pecador como flueco de cardo que el viento se lleva, y como espuma flaca que la esparce la tempestad, y como humo que se desvanece y esparce en el aire, y como la memoria del huésped de un día que pasa. Porque, dejados de Dios, a quien desobedecen y ofenden, apoyan sus intentos en sí, que es apoyo de carne, y por la misma causa corruptible y flaquísimo; y ansí queda confuso y es en la Escritura maldito el que en él se confía: Maldito, dice, el que pone su brazo y su fuerza en la carne.

Más dice:

21. Hasta que se hincha de risa tu boca, y tus labios de jubilación. Falta algo que se ha de añadir en esta manera: y porque Dios no desprecia al perfecto y porque él, aunque le cerquen los trabajos y le cercenen, reverdece como bien plantado árbol y se renueva y mejora, por eso concluyo que, si tú fueras de ellos, no te dejara Dios como te deja, antes perseverara contigo hasta darte perfecto gozo. Y dícelo por figura de risa y de boca; porque cuando del pecho sale la alegría a la cara, y se hinche de risa la boca, y en la lengua no suenan sino voces de gozo, entonces el contentamiento es entero y colmado. Y con este rodeo dice que si Job hubiera perseverado en ser bueno, Dios no solamente le conservara en la felicidad que tenía, mas le confirmara también en el buen estado de ella misma; esto es, no sólo le mantuviera en el ser dichoso y feliz, mas le libertara del temor de ser desdichado. Porque el feliz receloso es feliz miserable, y es muy aguado su gozo y la risa no le hinche la boca. Y porque los enemigos son los que de ordinario derruecan los hombres, y Bildad decía a Job que si bueno fuera, ni caído hubiera ni tuviera temor de caer, dice bien lo que añade:

22. Quien te aborreciere, vestirá desprecio, y tienda de malos no ella. Como diciendo, tan seguro vivieras, tan firme en tu estado, que no te derrocara dél ninguna violencia enemiga. Bien pudieran, dice, tus adversarios descubrir sus dañados ánimos para contigo, bien pudieran hacer prueba contra ti de todas sus fuerzas, mas tú quedaras no dañado y alegre, y ellos vistieran desprecio, esto es, quedaran rodeados de confusión y de afrenta, que siempre viene cuando uno no sale con lo que mucho pretende.

Y lo que dice tienda de malos no ella, es el remate de todo aqueste descurso, y es aquello en que finalmente Bildad se resume; como si más claro dijera: Pero es por demás, y cuanto hablo es hablar en el aire; el caso es que tú eras malo, y ansí era forzoso que feneciese tu casa, y que tu felicidad pereciese.

Tienda llama la casa, porque los de aquella tierra vivían movedizos y en tiendas; y por la casa entiende el estado y las riquezas y la familia y la prosperidad de la vida, que, como Bildad dice, en los malos viene a no ella, esto es, viene a no ser del todo. Porque Dios los destruye tan de raíz, que no sólo perecen ellos en sí, mas también en sus cosas todas perecen; y la pestilencia de sus costumbres que los trujo a la muerte, queda como pegada en todo cuanto fue de ellos, en los bienes que poseyeron, en los hijos que engendraron, y aun en las paredes adonde hicieron morada; y ansí poco a poco lo corrompe todo y destruye, y derruécales Dios la casa y siémbrasela de sal, porque le fueron traidores. o, por decir verdad, no quiere dejarles ni aun esa memoria; y ansí dice Bildad no ella, y no dice y no a ellos, porque pudiera dejarla y no a ellos, esto es, no para su provecho ni honra, sino para su afrenta e infamia. Pero a la fin ni aun ése les deja, asolándolo todo y borrándolos de

nuestras memorias, porque es justísimo que sepulte sempiternamente el olvido a los que, presumiendo en sí mismos, no tuvieron de Dios acuerdo, a quien miran, a quien buscan y de quien viven todas las cosas. 



Capítulo IX


1. Y respondió Job, y dijo:
2. De cierto conozco que es ansí: ¿y cómo se justificará varón con Dios?
3. Si le placiera entrar en baraja con él, no le responderá de mil uno.
4. Sabio de corazón, y fuerte de fuerza, ¿quién se endureció contra él, y quedó en paz?.
5. Arranca montes, y no supieron que los trastornó con furor.
6. Estremece tierra de lugar suyo, y sus columnas se espantarán.
7. Dice al sol, y no nacerá; sobre estrellas pondrá sello.
8. Extiende cielos Él solo, y huella sobre las alturas del mar.
9. Hace Sietestrello, Orión y Cabrillas y retraimientos del Ábrego.
10. Hace grandezas hasta que no pesquisa, y maravillas hasta que no cuento.
11. Veis; vendrá sobre mí, y no veré; pasará, y no le entenderé.
12. Preguntará, ¿y quién se la volverá? ¿O quién le dirá qué es lo que haces?
13. Dios, a cuyo furor resiste nadie, debajo de Él opresos los apoyos del mundo.
14. ¿Cuánto más responderle yo y razonar de pensado con Él?
15. Que si justo fuere, no responderé; rogaré al que me juzga.
16. Si llamare y me respondiere, no creeré que escucha mi voz.
17. Que con tempestad me quebrantará; y amontonará mis heridas sin causa.
18. No me deja tomar aliento; mas hártame de amarguras.
19. Si para fuerte, fuerte Él; si para juicio, ¿quién atestiguará por mí?
20. Si me justificare, mi boca me condenará, entero yo, y torceráme.
21. Sencillo yo, y no lo conoce mi alma; aborreceré mi vida.
22. Uno es ello, y por tanto digo, perfecto, y malo Él los consume.
23. Si azota, mate súbito; de prueba de buenos no escarnezca.
24. Tierra es dada en mano de impío; faces de sus jueces cubre, si no, ¿a dó Él?, ¿quién Él?
25. Mis días se aligeraron más que correo; huyeron, no vieron bien.
26. Pasaron como naves de fruta, como águila que vuela a comida.
27. Si me digo, olvidaréme de mi querella; mudo mi rostro, y el dolor se me esfuerza.
28. Temo todas mis obras; sé que no me perdonarás.
29. Pues si ansí soy malo, ¿para qué me trabajaré en vano?
30. Aunque me lave con aguas de nieve, y alimpie con limpieza mis palmas; 31. Entonces en el lodazar me ensuciarás; y aborrecerme han mis paños.
32. Porque no es varón como yo, que le responda, y que vengamos a una a juicio.
33. No hay entre nos razonador que ponga su mano entre ambos nos.
34. Aparte de mí su vara, y su miedo no me turbe.
35. Hablaré sin temor, que yo ansí no conmigo. 



Exposición (Jb 9)

1. Y respondió Job y dijo. Responde aquí Job a Bildad, que en su razonamiento había dicho dos cosas: una, que Dios es justo, y ansí no quita su justicia a ninguno, ni le hace agravio; otra, que si él lo hubiera sido, nunca viniera a miseria. Y probólo con las semejanzas del junco, que de suyo se seca, y del árbol bien plantado que, maltratado, crece, y, arrancado, se renueva; y, como dicho habemos, deducía de la primera aquesta segunda, en lo cual se engañaba; porque se compadecía bien con ser Dios justo, Job no haber pecado y estar puesto en trabajos. Pues responde a lo primero Job agora, y confiesa que es justo Dios, y tan justo que, comparado con él, lo es ninguno; no sólo porque es menor que él sin ninguna comparación, sino también porque, examinándolos él, hallará imperfecciones en todos; y como en la luz del sol las pequeñas motas se parecen, que fuera dél no se veían, ansí en los ojos y presencia de aquella luz infinita se descubren todas nuestras faltas por pequeñas que sean.

Y por eso dice de esta manera:

2. De cierto conozco que es ansí; ¿y cómo se justificará varón con Dios? Que es, como hacer se suele disputando en la Escuela, conceder el que responde lo que presupuso el que argüía para inferir lo que quiere, y habiéndolo concedido, negar lo que de ello colige. Pues dice que confiesa ser justo, y no torcer el juicio, que es lo que Bildad presupuso; y dice que todos los que Dios juzgare y condenare por malos, convencerá que lo son, sin que pueda nadie mostrar ni defender lo contrario. Que esto llama aquí justificarse, conviene a saber, mostrarse justo y libre de culpa en lo que Dios le acusa y se la pone. Ansí que Job lo concede; mas de concederlo no se sigue, como habemos dichos y habremos forzosamente de decir muchas veces, ser Job malo; ni para sostentar esta verdad de la justicia divina es necesario poner en Job malicia y pecado con falsedad y mentira. Ansí que concédele a Bildad Job el presupuesto primero, y niégale calladamente lo que de ello pretende; y no sólo le concede la primera proposición, sino confírmala él y engrandécela con razones nuevas.

Y dice:

3. Si le placiere barajar con Él, no te responderá de mil uno; esto es, si alguno se atreviere a trabar pleito con Dios y a defenderse de los cargos que le pusiere, a mil no responderá uno. En que quiere decir, no que se defenderá de alguno, y de muchos no se defenderá, sino que a ninguno por muchos que sean sabrá responder, porque serán verdaderos todos y justificados.

Y añade:

4. Sabio de corazón y fuerte de fuerza, ¿quién se le opuso y quedó en paz? Como diciendo que hay dos caminos por donde los acusados se libran, o con violencia, quebrantando la cárcel y leyes, o por juicio, mostrando con razón su inocencia; y que ambos se los toma Dios a quien Él hace cargo y acusa. Porque contra Dios no hay violencia que valga, porque es fuerte, ni aviso o saber que disculpe, porque es sabio más que ninguno. Y ansí dice, el atrevido que se le opusiere, o según otra letra, que se le endureciere, esto es, que acusándole Dios no se conociere luego y se le rindiere, sino presumiere de hacerle cara y discutir con Él defendiéndose, no tendrá paz, esto es, no conseguirá su deseo; y demás de esto perderá la vana opinión que de sí y de su inocencia tenía, y su misma consciencia se levantará contra Él y le hará continua guerra, sin dejarle parte de bien ni de reposo. Y en confirmación de este poder grande de Dios refiere por hermosa manera algunas de las cosas que puede. Y dice:

5. Trasmuda montes, y no supieron que los trastornó con su furor. Lo que decimos trasmuda, en el original es arranca; y ansí dice que a los montes, que son las partes más firmes y menos mudables de la tierra, los arranca cuando le place y los pasa de un lugar a otro.

Y no supieron, dice, que los trastornó con su furor; que lo entendemos en dos diferentes maneras. No supieron, esto es, los que vieron el movimiento y caída de los montes, no supieron la causa de ella, que es declarar más lo que Dios puede; como diciendo que los mueve y trastorna si le place, sin ayudarse para ello del concurso de la naturaleza; y ansí no hallan causa de ello los que lo miran, ni saben cómo ni de qué manera se hizo. O de otra manera: no supieron, esto es, los mismos montes no lo entendieron, que es forma de decir bien usada para declarar la presteza con que alguna cosa se hace; como en nuestra lengua decimos en un cerrar y abrir de un ojo, sin ser oído ni visto, sin ver de dónde ni cómo.

Pues dice, para mayor demostración de lo que Dios puede, que trastorna los montes y que no gasta tiempo en trastornarlos, ni usa de algún artificio de máquinas, sino con suma facilidad, en un abrir de ojos, sin que sepáis cómo ni de qué manera, en un punto. Y esto es, entendiendo aquí los montes con propiedad. Que si queremos decir que es metáfora, en que los montes, según el uso de la Escritura, son los grandes y los ricos hombres del mundo, dice maravillosamente bien que los arranca Dios y los trastorna, y ellos no saben que les viene de Dios aquel azote, parte, por la ignorancia y desacuerdo grande que de Dios tienen los tales (que como en la propiedad no le respetan, ansí también por justo juicio suyo en la adversidad y caída no le reconocen) y parte, porque ordinariamente derrueca Dios aquestas cabezas, sin parecer que pone Él en ellas su mano, y ciertamente sin hacer prueba de su extraordinario poder, sino con eso mismo que en el común curso de las cosas succede y sin sacarlas de madre; y las más veces lo hace con sus mismos consejos y hechos de ellos, y con lo que ser pertrechan y piensan valer, haciendo Dios azote de ello que los atormente y máquina que los derrueque por tierra. El uno viene a caer por el amigo que favoreció sin justicia; el otro sus mismas riquezas, que allegó codicioso para su defensa, le entregan al poder de la envidia; el otro, que llegaba sin oposición a la cumbre, halló en el alto grado donde subía quien le enviase deshecho al suelo. Porque no es honra de Dios luchar a brazo partido con sus enemigos, ni salir al campo con ellos, ni sería gran valentía vencerlos por sí solo quien les hace tantas ventajas; dalos a sus esclavos, a ellos mismos y a sus pasiones; con sus obras de ellos los deshace, y con sus apoyos los derriba, y con sus armas mismas los vence; y ansí vense heridos, y no saben de dónde les vino el golpe, y derruécalos Dios, y no ven contra sí otras manos enemigas sino las suyas.

Más dice:

6. Estremece tierra de lugar suyo, y sus columnas se espantarán. Va acrecentando lo dicho; no sólo, dice, trastorna los montes, sino estremece a la tierra toda, y pone espanto a sus columnas, que es decir, a sus fundamentos, para significar que los hace temblar, porque quien se espanta tiembla.

Y aún es más lo que añade:

7. Dice al sol, y no nacerá; y sobre estrellas pondrá sello, como diciendo, no sólo trastorna la tierra, sino también pone ley al cielo. Dice al sol, esto es, manda al sol que no amanezca, y no sale; y si quiere, quita a las estrellas su luz.

8. Y extiende cielos Él solo, y huella sobre las alturas del mar, que es decir que lo puede todo y lo hinche, y también lo cría y sustenta todo.

Y ansí dice:

9. Hizo Arturo y Orión y Cabrillas, y retraimiento del Ábrego; que cierto es, si cría el cielo, cría también la tierra, que es menos que el cielo, y nace y se gobierna dél en cierta manera, y por eso se contentó con decir lo primero. Y no carece de consideración, a la región de donde expira el Mediodía llamarla retraimiento del Ábrego, esto es, llamarla retraimiento y cámara secreta, que ansí lo significa la palabra en su origen. Porque a la verdad, en la figura de esfera que tenemos los que en esta parte del mundo vivimos, siempre se nos descubre el Oriente y Septentrión y Poniente, y la parte Austral y de Mediodía se encubre. Demás de que aquellas tierras australes que están debajo y de la otra parte de la equinoccial, han sido tierras encubiertas y no sabidas y tenidas por inaccesibles hasta la edad de nuestros agüelos, en que las naves de España las descubrieron. Y ansí llama bien retrete y apartamiento a la casa del Ábrego y a las estrellas australes del otro polo, de quien por la misma razón dice también el poeta:

Que cuanto se levanta el cielo alzado encima los alcázares rifeos, tanto se va sumiendo recostado hacia el Ábrego y Libia y los Guineos; aqueste quicio vemos ensalzado: debajo de los pies aquél, los feos y hondos infernales, el Cerbero le ve, y del negro lago el mal barquero. Aquí va dando vueltas la erpiente grandísima, a manera de un gran río, por entre las dos Osas reluciente; las Osas que en la mar nunca el pie frío lanzaron; mas allí continamentequ'es calma, dicen, todo y estantío, en noche profundísima espesando lo escuro las tinieblas y engrosando.

Y finalmente concluye:

10. Hace grandezas hasta que no pesquisa, y maravillas hasta que no cuento, esto es, más y mayores de lo que pensar o contar se puede.

Y pruébalo encontinente diciendo:

11. Veis; pasará delante de mí y no veré, pasará y no le entenderé. Como si dijese, tan cierto es que exceden a toda cuenta las maravillas que Dios hace, que eso mismo que hace delante de nuestros ojos, las obras suyas que traemos entre las manos, no las entendemos ni podemos saber. Pasará, dice, delante de mí, esto es, lo que pasa y anda delante de mí, las cosas que hace en mi presencia con verlas no las veo, porque no las alcanzo ni entiendo.

Y ansí:

12. Preguntará, ¿y quién le responderá, o quién le dirá qué es lo que haces? Preguntará, dice, esto es, y si Él o otro por Él nos pregunta qué es o por qué es eso mismo que vemos, no habrá quien le pueda dar razón, ni quien le diga qué es lo que hace o por qué fin y causa lo hace.

Mas el original aquí dice de esta manera: Arrebatará, ¿quién le hace tornar, o quién le dirá qué es lo que haces? Que es otro argumento con que prueba el mucho poder que Dios tiene, diciendo que lo que prende una vez no lo suelta, ni hay quien pueda hacer que lo suelte ni con fuerza ni con razones. Arrebatará, dice, esto es, si arrebatare alguna cosa y la tomare en las manos, o sea para hacerla bien o para ejecutar su castigo, ¿quién habrá que torne a soltarla?; ¿quién puede sacársela de las manos por fuerza, o decirle qué es lo que haces, y pedirle esta cuenta? De lo que toma y allega a sí para bien, dice Cristo en el Evangelio: Nadie los sacará de mis manos. De lo que prende para castigo es lo de [Oseas] Profeta, que dice [hablando de los de su pueblo bajo de la semejanza de una mujer adúltera: Y varón no la sacará de mi mano]. Y da luego la causa:

13. Dios, a cuyo furor ninguno resiste, opresos debajo de él los que apoyan el mundo, o como dice el hebreo, no reporta furor suyo. Que es decir, nadie es parte con Dios para que deje lo que una vez prende, porque no teme a nadie de manera que le reporte, que debajo de sus pies tiene hollados y vencidos a los que más pueden. Que llama apoyos del mundo a los que le gobiernan y rigen, y a los poderosos en él, que al pie de la letra en el original son llamados ayudadores o fortalecedores de soberbia;. porque la soberbia y el apetito de la excelencia excesivo es proprio vicio de los grandes del mundo. Porque no sólo son soberbios ellos en sí, mas también ponen en estima y en admiración con su manera de vivir esta secta de vida, y hacen que sea amada con ardor y seguida y buscada aun por caminos vedados la grandeza y pujanza.

Dice:

14. ¿Cuánto más responderle yo, y razonar de pensado con Él? A esta conclusión ordenó todo lo que ha dicho hasta agora, porque dice de esta manera; pues si Dios es tan sabio y poderoso, como decía, si arranca los montes y estremece la tierra, y pone velo a las estrellas y al sol, si lo crió todo y lo gobierna y visita, si presente se encubre y claro se escurece, si no suelta lo que afierra, y si no enfrena su ira por miedo, ni estima a los que en el mundo son de temer, antes los oprime y los pisa, ¿quién soy yo para ponerme con él a razones, ni para hacerle rostro y querer, en contradicción suya, salir con la mía?

15. Que, como dice luego, si justo fuere, no responderé, rogaré al que me juzga; esto es, por más justo que sea, enmudeceré puesto delante, y no tendré ni ánimo ni saber para más de tendido a sus pies apiadarme con él, como el original dice, que es procurar moverle a piedad con lastimeras significaciones y voces. Por manera que Job, en lo que hasta aquí dice, desengaña a sus amigos de dos cosas que no entendían dél falsamente, por no haber advertido bien a sus dichos. Que a la verdad, de oírle afirmar que no era pena de culpa su azote, coligieron ellos con engaño dos cosas: una, que tenía a Dios por injusto, pues se defendía por no culpado a sí mismo; otra, que presumía de tomarse con él a manos, y ponerle pleito sobre su causa; y Job, ni lo uno ni lo otro decía, ni de lo que dicho había se podía bien inferir. Porque, sin ser Dios injusto, podía él ser inocente y afligido; y el tenerse por tal, no era igualarse con Dios, ni presumir en tela de juicio vencerle. Y ansí Job, visto lo mal que sus amigos entendían sus dichos y el error en que estaban, los saca del aquí con palabras clarísimas; que, como visto habemos, en el principio dijo: De cierto conozco que es ansí, y que no se justificará varón con Dios, en que le confiesa ser justo, y cuanto a esto los saca de engaño; y después añadió que no quería ponerse en disputa con Él, ni competir en razones; y declara la causa, diciendo lo que del poder y saber de Dios sentía, para persuadirles más su sentido. Y ansí repitió y extendió mucho esta parte, en la cual todavía insiste, y añade:

16. Si llamare y me respondiere, no creeré que escucha mi voz. Que es decir cuán entendido tiene que ninguno puede barajar con Dios, como él dice, que por ser la diferencia y el exceso tan grande, si le llama a pleito, o no le responderá si quisiere, o le responderá de manera que le turbe y atruene. Y dice, cuando por otra vía no, a lo menos por lo que padezco lo sé: o dice, porque me tiene de manera agora, que apenas a mí mismo me entiendo.

17. Porque con tempestad me quebrantó, y amontonó mis heridas sin causa.

18. No me deja tomar aliento; mas hártame de amarguras. Las cuales palabras, aunque en el original suenan lo por venir, mas tienen fuerza y significación de lo presente acerca de los que lo entienden. Pues dice que con tempestad le quebrantó o maceó, que es más conforme a su origen, para declarar no sólo la grandeza del mal, sino también la presteza y furia grande con que vino sobre él. Que como en la tempestad de verano, cuando el aire se turba, el cielo se escurece de súbito y juntamente el viento brama y el fuego reluce, y el trueno se oye, y el rayo y l'agua y el granizo amontonados cayendo, redoblan con increíble priesa sus golpes, ansí a Job sin pensar le cogió el remolino de la fortuna, y le alzó y abatió con fiereza y priesa, de manera que se alcanzaban unas a otras las malas nuevas. Y esto mismo declara diciendo que amontonó sus heridas: en que no solamente dice haber sido muchas, sino haber caído con apresuramiento unas sobre otras. Y por la misma causa añade que no le deja tomar aliento ni respirar: no le deja, porque el mal no da vado.

Y dice que le hartó de amarguras, que es decir se las da en abundancia y le embute el pecho de ellas, y si puede decir, le rellena. O, si queremos guardar el sonido de las palabras, diremos de esta manera: Que aunque Dios salga a la causa, cuando el hombre delante de Él quisiere volver por sí mismo, no por eso, según dice Job, se asegure ni fíe; ni piense que porque comenzó a oír, le oirá siempre conservándose en la humanidad y llaneza primera, porque volverá la hoja en un momento, y como torbellino le turbará y lloverá miserias sobre él.

Y ansí concluye y prosigue:

19. Si para fuerza, fuerte él, y si para juicio, ¿quién me atestiguará? Como diciendo, de manera que si quiero tomarme a fuerzas con él, ya veis cómo es fuerte; y si quiero entrar en juicio, ¿quién osará ser mi abogado o testigo? Y dice, fuerte Él, y no dice más fuerte ni muy fuerte, porque fuera decir mucho menos; porque fuerte, ansí dicho, es tanto como el que sólo es fuerte, o la fortaleza en sí misma. Mas porque dijo, ¿quién será mi abogado?, decláralo y acreciéntalo luego diciendo:

20. Si me justificare, mi boca me condenará, entero yo, y torceráme. Que es decir que su boca misma en este juicio no saldrá a su defensa, cuanto menos otro ninguno; porque enmudecerá, si Dios quiere, y aun hará que hable contra sí misma: y por más derecho que sea, se tendrá por torcido, como Dios quiera representarle apuradamente, que es ser criatura.

Y dice al mismo propósito:

21. Sencillo yo, y no lo conoce mi alma, esto es, y hará que no lo conozca mi alma; aborreceré o reprobaré mi vida, porque me la pondrá aborrecible en mis ojos.

Y añade:

22. Uno ello, y por tanto digo, perfecto y malo Él los consume. En que habiendo sacado a sus amigos de error, y mostrádoles que no dice él lo que presumen ellos que dice, les manifiesta agora lo que él ha dicho y querido siempre decir, y es que, por afligir Dios a uno y deshacerlo, no se ha de argüir con certeza que es pecador y malo el afligido. Porque Dios en esta vida, según las secretas formas de su Providencia, envía calamidades a veces sobre los buenos, y a veces sobre los malos; y ansí lo que en la vida sucede al hombre, de miseria o felicidad, no hace argumento contra la virtud ni por ella. Como Salomón dice: No sabe el hombre si merece ser amado o aborrecido, antes todo se reserva para lo por venir; y la causa es porque les sucede aquí de una misma manera al justo y al malo, al limpio y al torpe, al religioso que me ofrece sacrificio y al que los menosprecia, como al justo, ansí al pecador, como el que perjura, ansí el que dice verdad.

Pues dice uno ello, esto es, todo va por un igual; o es mejor, uno ello, esto es, una cosa es la que yo digo, y yo no digo lo que vosotros pensáis; solamente digo y afirmo que Dios a buenos y a malos aflige; de donde, aunque no lo especifica, se infiere que no por ser afligido ha de ser tenido por malo. Y porque hizo mención de su azote y ve la ocasión que dél sus amigos toman para escarnecerle y juzgar mal de su vida, diviértese a decir algo de esto, y añade:

23. Si azota, mate súbito; de paciencia de buenos no escarnezca. Digo, dice, que azota Dios a malos y a buenos; y pluguiera a Él que mi azote fuera súbita muerte y que me acabara de un golpe, porque conservándome herido y miserable en la vida, se da ocasión a que éstos escarnezcan de mi inocencia y a que tengan por pena de culpa lo que es prueba de virtud y paciencia.

No escarnezca, dice, de paciencia de buenos; esto es, no haga escarnecer dando ocasión para ello. El original a la letra, a prueba de buenos escarnece; que, leyéndose como pregunta, sale a un mismo sentido. Y aun en lo primero se diferencia también, porque dice, si azote, matara súbito, que algunos lo declaran ansí. Si la pena que Dios envía es azote de malos, es azote que mata, porque dicen que a los malos, cuando Dios aquí los azota, no es con azote largo, sino corto y que quita luego la vida; mas en las aflicciones que envía a los buenos, escarnece, que es decir, alárgalas, y aunque le rueguen que las aligere o las quite, no los oye, y en cierta manera se ríe y se burla, como quien sabe el bien que con ellas les hace. De arte que Job, porque dijo que Dios aflige al bueno y al malo, diga agora que los aflige por diferente manera, al uno acabándole, y al otro deteniéndole en los trabajos, para con esto enseñar a sus amigos que no juzguen a bulto, sino que diferencien las maneras de azotes y penas. Mas esto que el original suena a la letra, se reduce bien a lo que entendió nuestro intérprete. Porque lo que dice matará, con voz de futuro, tiene muchas veces en aquella lengua fuerza y significación de deseo; y ansí vale lo mismo que mate, o pluguiésele a Él que matase.

Prosigue:

24. Tierra es dada en mano de impío; faces de sus jueces cubre; si no, ¿a dó él?, ¿quién él?, que se puede entender en diferentes maneras. Y la primera es: ha dicho que aflige Dios a malos y buenos, y que ansí, de ser afligido, no se sigue ser malo; añade agora a esto, y dice que va tan lejos de verdad argüir los pecados del hombre de la adversidad que padece, que acontece muchas veces los peores ser los más prósperos. Porque, dice, ¿nunca habréis visto que algún malo y perdido se enseñorea de todo, de manera que parece que Dios se lo da, y los hombres no se lo estorban, como se vio en Ciro, en Nabucodonosor, en Antíoco y en otros muchos ejemplos?

La tierra, dice, es dada en mano del impío; esto es, Dios muchas veces consiente que sean felices los malos y que se enseñoreen de los otros. Y cubre faces de jueces; porque parece que los jueces, cuyo oficio es deshacer los agravios y oponerse a los malos, para con éstos están ciegos, que o no advierten a lo mal que hacen o no quieren tenerles la rienda. Y dice, mas si alguno lo niega, pregunto, si Dios no es, ¿quién es el que se lo concede y permite?

O digamos de otra y segunda manera: Había dicho que tuviera por bueno que su azote fuera morir súbito, porque el durar en tanta miseria no les fuera causa de mal juicio y de mofa a estos amigos; porque, dice, la malignidad reina y todo es juzgar lo peor, y los que por el mayor saber que tienen habían de ser verdaderos jueces, ésos están ciegos también, y sobre todos reina y a todos ciega el engaño; o mostradme,¿a quién no?

La tierra es dada en manos del impío. Pone al vicioso por el vicio mismo, que es decir que la impiedad y malignidad se enseñorea conforme a lo que dice Sant Juan: Todo el mundo está puesto en maldad. Y las faces de sus jueces cubre; como diciendo que se extiende esta malicia aun hasta los sabios, que de razón han de ser los justos estimadores de las cosas. Y si no, ¿a dó él?, ¿quién él? Y dice, si no es ansí lo que digo, dadme siquiera uno que se juzgue con verdad; ¿quién es o adónde se hallará?

Dando en esto a entender que, pues los presentes con ser amigos y sabios se engañan, y le interpretan tan mal, y le condenan por malo de lo que, si juzgaran bien, pudieran tenerle por bueno, no se puede ya esperar de ninguno; que todo es malicia cuanto en el mundo reina. Y juzga lo peor. Y ansí, como cansado de sus engañados juicios y casi desesperando la enmienda, déjalos a ellos y vuélvese a sí y a su miseria, y laméntase de ella diciendo:

25. Mis días se aligeraron más que correo; huyeron, no vieron bien. En que lo primero dice la priesa que su vida vuela, y no su vida, que pues deseaba la muerte no contara esto por malo, sino lo feliz y apacible della. Mis días, dice, esto es, mis buenos días se aligeraron, tomaron alas y volaron más que correo; no hubo en ellos cosa estable ni de peso, ni que firme permaneciese.

Que a la verdad, en llegando el tiempo del trabajo, toda la felicidad pasada, aunque larga, parece haber pasado en un soplo; y la experiencia del dolor presente borra de la memoria y hace que no parezca lo que ya se gozó. Dos cosas dice que pasaron en posta y que huyeron; y en lo primero, el breve tiempo, y en lo segundo, en ese tiempo lo poco que se goza este bien. Porque no solamente es breve su posesión, mas es aguado su gozo; o apenas es gozo, porque en el mismo tiempo que se posee se mezcla el temor de perderlo, que quita el gozo, y ansí de veras no se posee; y por eso dice que huye, porque al echarle la mano se va por entre los dedos.

Y encarece esto mismo por comparación de cosas, y dice:

26. Pasaron como navíos de fruta, como águila que vuela a comida. Lo que decimos navíos de fruta, otros trasladan de deseo, otros de cosarios, que el original hace lugar para todo; y aun otros los dejan en su mismo sonido, y dicen navíos de Ebeh, afirmando que es nombre de una cierta provincia cuyos navíos son más veleros que otros. Y a la verdad todos los sentidos pretenden lo mismo; porque decir navíos de deseo es significarlos con deseo del puerto a do caminan a remo y vela; y los de cosarios son muy veleros también para alcanzar y huir; y menos se sufre ser tardos los que cargan de fruta; y la misma ligereza se denota en el águila que vuela a la presa, y no solamente ligereza en el paso, sino afición grande de llegar al paradero. Porque los bienes de esta vida no sólo están poco con nosotros, sino parece que gustan de dejarnos y que apetecen el mudar dueños, y aborrecen el asiento; que por esa causa los llaman de fortuna, y a la fortuna la ponen en rueda, de cuya propria inclinación es nunca estar queda. Que como a la figura cuadrada le es natural el asiento, ansí a la circular el movimiento le es proprio.

Más dice:

27. Si me digo, olvidaréme de mi querella, mudo mi rostro, y el dolor se esfuerza. Falta algo que se debe entender, para juntar con lo dicho lo que agora dice. Decía que se le pasaron como en un soplo los días buenos: eso, dice agora, no podré decir de los miserables y malos, que duran y cada día más se esfuerzan; y si quiero valerme contra ellos, con animarme y consolarme se redoblan; porque si digo, olvidaréme de mis querellas, esto es, si digo, quiero callar agora un poco y no quejarme, y divirtiéndome a otra cosa no pensar tanto en mis males; y si mudo mi rostro, esto es, y si me compongo esforzándome, y sereno el semblante, el dolor detenido cobra más fuerza y se endurece más, y ansí con el remedio no se disminuye, sino antes crece el tormento. Mas el original dice ansí: Si me digo, olvidaré mi querella, dejaré mis iras, esforzaréme, si esto hago, ¿qué es lo que entonces sucede?, ¿qué?

Lo que luego se sigue:

28. Temo todas mis obras, o todas mis miserias, como otros trasladan, sé que no me perdonarás. Esto es, si me quiero esforzar y disimular mi miseria, el temor me derriba luego, y con la larga experiencia que de mis males tengo, me persuado que cuanto hiciere me será más tormento, y que los medios de alivio se me convertirán en dolor y pena, y ansí no espero mejoría. Que eso llama Job perdón, alzar Dios su azote dél, y restituirle a su estado.

Y por eso añade y prosigue:

29. Pues si ansí soy malo, ¿para qué me trabajo en vano?, o como dice a la letra: Si yo me condeno, ¿para qué me trabajaré en vano? Que es como quien dice, y pues yo no espero bonanza ni venir a mejor estado, y mi experiencia me condena a contina miseria, ¿para qué pondré trabajo en consolarme, pues no es posible valerme? ¿Para qué haré del esforzado, si el esfuerzo no mitiga el azote? Que donde no hay remedio, el poner medios es negocio perdido. Que son razones proprias éstas todas de ánimos opresos con diferentes y continas miserias, porque con el contino padecer hace como hábito el mal en el alma, que, asentándose en ella, destierra della todas las esperanzas alegres.
Y dice más:
30. Aunque me lave con aguas de nieve y alimpie con limpieza mis palmas:

31. Entonces en el lodazar me enlodarás, y aborrecerme han mis vestidos; que es confirmación de la firmeza de su miseria y razón de la desconfianza que tiene. Porque, dice, está el mal tan de reposo en mí, y ha Dios tomado mi castigo y mis azotes tan de propósito, que aunque me apure como la nieve y la limpieza misma me alimpie, seré para cuanto a esto como si fuera muy sucio. Y estriba aquí en lo que siempre dice de su inocencia, porque es como si secretamente arguyese: Si este azote mío fuera por culpa, acabárase por reducirme a justicia; mas como Dios aquí no mira a pecado mío ninguno, ansí, aunque me apure y justifique más, no por eso alzará la mano. Impertinente es para lo que Dios aquí pretende, que yo me abone y sanctifique: Él ha puesto sobre mí su mano, y no por mi culpa, sino por los fines que Él se sabe; como Señor que lo puede, insiste en herirme, no la alzará. Aunque me torne nieve y limpieza, me azota y azotará como si fuese lodo y abominación.
Y responde con esto bien al consejo que le dan sus amigos de reconocer su pecado y pedir perdón a Dios dél; y estriba también en que, como decía arriba, nadie se puede poner con Dios en razones. Y ansí dice, mi mal es firme y yo no espero remedio; porque si me confieso por culpado, yo me condeno; y si me condeno, trabajo en vano, porque habré de ser castigado. Si me defiendo y si vuelto por mí, y me pongo a razones con Él, si tomare la nieve para lavarme, y alegare por mi causa a la misma inocencia, Él me mostrará, si quiere, más sucio que el cieno, y me pondrá tal, que mis vestiduras y yo mismo huya de mí.
Y da la razón:

32. Porque no es varón como yo, que le responda, y que vengamos a una a juicio. Porque, dice, no es mi igual para volvérsela como me la dijere, ni para hacer que esté a derecho conmigo, ni hay quien con autoridad sobre ambos asista y que con igualdad nos presida.
Y por eso dice:
33. No hay entre nos razonador que ponga su mano entre ambos. Y añade:
34. Aparte de mí su vara y su miedo no me aturbe.
35. Hablaré y no temblaré, que yo ansí no conmigo. Con que declara su sentido Job de lo que decía al principio, que ninguno podía trabar pleito con Dios ni entrar en juicio. Porque, como agora se ve, no quiso decir en ello que estaba la imposibilidad en su culpa, que no la confiesa, ni se tiene por merecedor de lo que padece, sino en lo mucho que Dios sabe y puede, con que la razón humano se turba y queda como sin juicio quien con Él en semejantes cuentas se pone.

Y ansí dice agora, que estando él turbado y herido tan gravemente por Dios, y viéndole sobre sí de contino espantable y riguroso, pierde las mientes y enmudece, y si va a hablar, dice uno por otro.

 Aparte, dice, de mí su vara, esto es, el azote, y déjeme tornar sobre mí; su miedo no me turbe, esto es y no se me ponga siempre delante terrible (que por una parte el dolor de las llagas lleva a sí el sentido que se había de ocupar en meditar la defensa, y por otra el temor y temblor enajena el juicio), que si esto hace, hablaré, y no temeré; tendré, dice, ánimo para hablar, y no será todo temblar. Que yo ansí no conmigo; esto es, no estoy en mí estando de esta manera.

Mas tras esto crece el dolor en Job y se encrudece de arte que con su grandeza vence al temor que al azote tenía, y, sin respeto a que se podía agravar, despliega la lengua y dice a Dios lo que en el capítulo siguiente se escribe. 




Job - Fray Luis de León - Capítulo VIII