Job - Fray Luis de León - Capítulo XIV

Capítulo XIV


1. Hombre muy nacido de hembra, abreviado en días, harto de apostema.
2. Como flor salió, y cortáronle; huyó como sombra, y no paró.
3. Y con todo esto, ¿sobre éste abres tus ojos y faces venir a juicio contigo?
4. ¿Quién dará limpio de contaminado? Cierto, Tú solo.
5. Breves sus días; número de meses suyos acerca de Ti; estatuto le heciste, y no pasará.
6. Apártate de sobre él, para que repose, hasta que su deseo tenga como jornalero sus días.
7. Que es al árbol esperanza, si fuere cortado, que aún reverdecerá y su tallo no faltará.
8. Si envejeciere en tierra raíz suya, y en el polvo muriere su tronco.
9. Al olor del agua tallecerá, y hará mies como planta.
10. Y varón morirá y fallecerá; expirará y ¿qué es dél?
11. Partiéronse aguas de mar, y río agotóse y secóse.
12. Y hombre durmió, y no levantará hasta que no cielos; no despertarán y no velarán de su sueño.
13. ¿Quién me dará que en infierno me agazapes, me ascondas hasta retirar tu ira; pusiérasme término y acordáraste de mí?
14. Si muriese el varón, ¿si revivirá? Todos los días de mi plazo esperaría hasta venir mi mudanza.
15. Llamarás, y yo responderé a Ti; a obra de tus manos amas.
16. Que agora pisadas mías contarás; no hagas cuenta de pecados míos.
17. Resellada y puesta en bolsa mi maldad, pero curaste mi injusticia.
18. Y cierto monte cayendo descaecerá, y piedra se consumió sacada de su lugar.
19. Y piedras serán cavadas de las aguas, y anegará plantas suyas polvo de tierra, y esperanza de hombre heciste perecer por el semejante.
20. Esforzástele un poco y hecístele ir; disfrazaste faces dél, y enviástele.
21. Engrandecerse han sus hijos, y no sabrá; menguarán, y no entenderá él.
22. Y con todo esto en cuanto vive, carne suya en él padecerá dolor, y alma suya en él llorará. 



Exposición (Jb 14)

1. Hombre muy engendrado de hembra, abreviado en días, harto de postema. Muy engendrado, o muy hijo, porque la palabra original en este lugar significa con vehemencia. Y comienza bien Job el cuento de las miserias del hombre, de donde, según orden de buen hablar, se suelen comenzar los loores, que es del origen dél y de sus padres; y ansí dice que es hijo de hembra y muy hijo de ella, lo cual ello por sí es miseria y principio y como fundamento de muchas miserias; porque si la mujer de su cosecha dice flaqueza y mudanza y liviandad y vileza y poco ser, el ser hijo y muy hijo de ella es ser la nata y como la flor de lo flaco y de lo vil y de lo mudable y liviano; y quien esto es, en serlo es miserable y en los frutos que de ello coge muy más miserable. Porque de tales raíces no pueden nacer sino culpas, y de las culpas las penas de ellas, en las cuales dos cosas consiste la suma miseria.

Abreviado en días: el nacimiento vil y la vida corta. Y dice el original abreviado de días, lo uno, porque se entienda que al principio se le habían dado muy largos y no perecederos, y que por su culpa se los abreviaron después; y lo otro, para mostrar que no sólo es poco lo que se vive, sino que aun eso que se vive no se vive todo, o, por mejor decir, no es todo vividero, sino que se puede mondar como dañada manzana y echar a mal lo más de ella.

Harto de postema. La palabra original, que es roguez, tiene en su significación una fuerza que, declarada, da mucha luz en este propósito a que agora se aplica. Porque roguez propriamente es aquel disgusto y coraje que causan en el corazón de uno los sucesos y desvariados y aviesos en negocios muy trabajados; como lo que siente quien en una pretensión muy merecida y muy bien guiada, sin saber cómo, ve salir un dislate; y como lo que padece un maestro ingenioso con un discípulo rudo, que se atormenta enseñándole y hace con él lo que diera ingenio a una piedra, y al fin sale sin fruto; lo cual en romance se llama bien postema ydespecho, y en latín propriamente miseria, como Sant Hierónimo puso.

Pues, si bien lo miramos, toda la vida de los hombres es esto: afanes perdidos y dislates no pensados, y a buenos consejos malos fines, y reveses de fortuna locos y tristes; y ansí toda ella es un contino despecho y postema y miseria.

2. Como flor salió y cortóse; huyó como sombra y no paró. Ordinario es en la Santa Escritura comparar la flor al hombre, como en los Psalmos y en Esaías se ve. Y a la verdad cuadra bien la comparación, porque la flor tiene mucho de parecer y muy poco de ser, y el hombre asimismo; que si le miráis por lo natural que tiene, ansí en fuerza de entendimiento como en agudeza de sentidos y capacidad de memoria, y en habilidad para hacerse a lo que quisiere, llena de industria y de maña, os parecerá un dios inmortal; y en el hecho de la verdad una araña y un soplo de un aire le acaba. Y si le miramos por lo que él se quiere ser por costumbre, las apariencias son excelentes: hermosas palabras, largos prometimientos, demostraciones de celo, de gravedad, de justicia, y, finalmente, de todo lo honesto y lo bueno; mas, venidos al hecho, es flor cortada y marchita, ni fruto ni esperanza de fruto.

Huyó como sombra y no paró. Bien dice huyó y no huye, porque es tan veloz el vuelo del hombre en esta carrera de vida, que casi la ha pasado primero que se eche ver que la pasa; y no paró, como la sombra tampoco nunca para.

3. ¿Y con todo esto sobre éste abres tus ojos, y faces venir a juicio contigo? Esto es lo mismo que propuso arriba cuando decía a una hoja caída; que es maravillarse que tome Dios al hombre cuenta tan estrecha y le atormente tan de propósito, siendo tan alto Él y tan miserables los hombres, cuya vileza ha contado tan encarecidamente para sólo este fin.

Y ansí concluye diciendo: ¿Y con todo esto sobre éste abres tus ojos, y faces venir a juicio contigo? Y aunque la conclusión derecha era decir luego: Señor, no está bien a tu grandeza que le mires, esto es, que tengas tan menuda y particular cuenta con lo que hace, y que le lleves por el rigor de la suma justicia; pero no lo dice ansí, sino por vía de queja y de pregunta y de admiración mezclada, para que tuviese la razón más sentimiento y más fuerza. La cual razón acrecienta y fortalece luego más con nueva forma de palabras diciendo:

4. ¿Quién dará limpio de contaminado? Cierto, Tú solo; el original dice, no uno: que si afirma, responde negando; si pregunta, declara que es sólo Dios, como declaró Sant Hierónimo. Pues dice: ¿Quién dará limpio de contaminado?, esto es, ¿cómo podrá hacer cosa enteramente limpia, quien de su nacimiento sale afeado y sucio? ¿Y de raíz podrida cómo nacerán frutos sanos? Y es como si dijese: No solamente tu grandeza y nuestra bajeza y vileza pide, Señor, que no tomes tan por el cabo nuestras cosas, sino también la condición de nuestra compostura, y nacimiento sucio e inficionado, te obliga a que no apures tanto nuestra miseria, que de su cosecha es tan impura, ni midas por tu regla rectísima lo que de suyo tan torcido nace.

Mas, aunque ansí esto se diga, no por eso entendemos que Dios lleva tan por rigor el hecho del hombre, que no atienda y considere su flaqueza y la masa vil de que está compuesto como el mismo Espíritu Sancto lo testifica en el psalmo 102, ni menos Job lo niega aquí; sino en hacer estas preguntas sentidas, declara el dolor y el sentido de la carne azotada y herida, la cual, aunque el hombre más sancto sea, no pierde su natural sentimiento.

Y ansí a Job, aunque tenía sujeta a Dios la razón, y juzgaba bien de toda su providencia y justicia, dolíale el dolor y dábale pena la agudeza de su tormento, que del pecho le salía a la boca, y le meneaba consiguientemente la lengua y le hacía salir en estas preguntas: ¿A una hoja flaca persigues?; ¿en una cosa tan débil cargas tus golpes?; ¿ante el rigor de tu juicio llamas una flaca miseria? En que no juzga que Dios hace lo que no debe, sino dice lo que su sentido afligido y lastimado siente, y lo que la carne herida, si fuera su elección, escogiera.

Y quiere Dios y ordena que estos naturales sentimientos, que por casos diversos en los hombres nacen, los profetas y amigos suyos los pongan y escriban en sus Letras divinas, unas veces en forma de pregunta y otras por vía de queja, y quiere parecer preguntando y argüido; y él mismo los mueve a que lo escriban ansí como se ve en el profeta Habacuc, y en muchos psalmos, y en otras partes de la Sancta Escritura.

Y le son agradables estas preguntas y quejas nuestras, no porque quiere poner duda o escuridad alguna en la verdad y suavidad de su providencia, sino, lo uno, por mostrar su bondad y llaneza, que no se desdeña de ponerse en razón con los suyos, y ser preguntado de ellos y darles cuenta de Sí; y lo otro, porque cuantos estas querellas nacen de amor humilde, como nacen siempre en los siervos de Dios, despiertan en las entrañas divinas más piedad para con ellos, porque son como los pucheritos que llaman y como gritillos de los hijos regalados para con sus padres; y demás de esto, porque no es Dios como los hombres, que quieren herir y que no se queje el herido, dar dolor y quitar el gemido dél, y que al agraviado aun la voz y las lágrimas no le queden libres. Dios nunca agravia; pero en los azotes que da, o por nuestras culpas o para nuestra mayor perfección, no le pesa que los sintamos y que nos escueza el dolor; y como el alma y la razón esté rendida a su ley, no nos veda el lloro y las lágrimas y la voz querellosa para desahogamiento del corazón.

Porque no está el buen sufrir en no sentir; antes lo firme y lo fino de la paciencia es, cuando el dolor abrasa y cuando el agravio y desafuero se ponen ante los ojos del que padece, y cuando la carne verdaderamente afligida, desatándole el dolor la lengua, se queja, estar la razón con Dios firme y constante.

Mas tornando al propósito, lo que el original dice no uno, puédese entender ansí como suena, de arte que sea respuesta de su misma pregunta, y que como decía ¿quién dará limpio de sucio?, se responda a sí mismo y diga no uno, esto es, ninguno; y ansí lo entendieron y trasladaron los intérpretes griegos. O puédese tomar como otra pregunta, que valga como si de esta manera dijese: ¿Por ventura no uno?, que tiene fuerza de afirmación, y es como decir, cierto, sólo uno, como lo entendió y declaró Sant Hierónimo.

Pues lo que se sigue camina al mismo propósito, aunque por otro camino, que dice:

5. Breves sus días, número de meses suyos acerca de Ti; estatuto le hiciste y no pasará.

6. Apártate de él para que repose, hasta que su deseo venga como jornalero sus días. Antes persuadía a Dios que no azotase con tanto rigor al hombre porque era flaco y miserable; agora, para persuadirle lo mismo, toma por medio la brevedad de su vida, y dice que es limitado su término y que tiene plazo cierto y que, en llegando, fenece para no tornar a vivir más en semejante manera.

Y ansí dice: Si la vida fuera, ¡oh Señor!, inmortal o muy larga, o si estuviera en nuestro poder, llegado el término, alargarlo y alcanzar otro término, o siquiera si después de una vez muertos y deshechos, rodeando el cielo mil siglos, volviéramos a este vivir; si esto fuera ansí, no fuera mucho rigor, cuando a tu saber pareciera, enviando trabajos y azotes, hacernos amarga la vida, porque, llegado y acabado el un plazo, quedará otro mayor para vivir con descanso; mas, pues es por una parte, breve y tan fijo el término que le tienes puesto que nadie puede traspasarle, y por otra, acabado una vez el uso y gozo de esta vida sensible en la forma que agora se vive, perpetuamente no se torna a cobrar, apártate, Señor, de herirnos y conténtate con el trabajo que tiene consigo mismo este linaje de vida, que sin que Tú aflijas al hombre, él de suyo tiene harta laceria, y sin que Tú le amargues más, él amargamente se va deshaciendo y llegando a la vejez triste, adonde, llegado, sus males mismos hacen que tenga por puerto la muerte, y que le ame y desee para gozar de reposo, como desea el jornalero la puesta del sol y el fenecimiento del día.

Y luego, por vía de comparación, cotejada al revés, especifica más y encarece esto que ha dicho de nuestra vida, que es breve y no se repara, y dice ansí:

7 Que es al árbol esperanza, si fuere cortado, que aún reverdecerá y su tallo no faltará.
8. Si envejeciere en tierra raíz suya, y en el polvo muriere su tronco.
9. Al olor del agua tallecerá, y hará mies como planta. Esperanza, como dijimos, en el uso de aquesta Escritura es no acabarse uno del todo, cuando se acaba, sino dejar raíces de sí, o en sus sucesores o en sus memorias y hechos o en su mismo ser, para después florecer.

Su tallo no faltará, esto es, después de cortado echa de nuevo.

Si envejeciere en tierra raíz suya; unos árboles cortados se renuevan, y otros que parecen estar secos y muertos por falta de agua, en tornando a ser regados, tornan y reverdecen, y de éstos dice agora. Y por eso dijo si muriese en el polvo su tronco, esto es, si por estar hecha polvo la tierra con sequedad, pareciere estar seca. Al olor del agua tallecerá; como si dijera, en tocándole el agua reflorecerá, y hará mies, esto es, brotará por mil partes y se rodeará de ramos y hojas. Y ansí dice, a un árbol y a una planta vil le diste que, cortada y seca, se renueve y reviva.

Más, como añade:

10. El varón morirá y fallecerá, expirará y ¿qué es dél? Quiere decir, morirá y quedará muerto de hecho para no vivir más; entiéndese en la forma que agora se vive, o a lo menos por fuerza y virtud natural, como hace el árbol cortado y la planta a quien la misma naturaleza la renueva. Y tórnalo a decir por otras palabras, expirará y ¿qué es dél?, esto es, como en castellano y en la habla del vulgo se dice, en expirando, vos si le vistes.

Y dice varón, o según la fuerza del original, varón valiente y poderoso, para contraponerle al árbol flaco y dar mayor encarecimiento a su dicho, como diciendo: el árbol flaco, muerto, vive, y el varón valiente, en finando, perece.

Y ansí añade:

11. Partiéronse aguas de mar, y río agotóse y secó.

12. Y hombre durmió, y no levantará hasta que no cielos; no despertarán y no velarán de su sueño. Lo cual algunos quieren que se diga por vía de comparación de cosas semejantes en esta manera: Que ansí como el agua que viene de la mar por los secretos senos y mineros de la tierra, y se descubre en el nacimiento de los ríos y fuentes, los cuales corren y pasan, o la que hecha vapor se cuaja en nubes, y, vuelta en lluvia, torna a caer y hace avenidas y arroyos que corren con ímpetu y se pasan en poco espacio, y el suelo por donde pasaron queda seco después, y no vuelven más a pasar ni dejan de sí mas memoria, ansí el hombre, después de muerto, no vuelve ni se levanta de este duro sueño después que le comienza a dormir.



Y es semejanza usada en las divinas Letras y en otras, comparar la vida del hombre al río, y el discurso de aqueste nuestro vivir a las aguas. Ansí dijo la mujer sabia, de que el libro de los Reyes escribe: Todos perecemos y corremos sobre la tierra como aguas que no tornan jamás a volver. Y el Eclesiastés al mismo propósito: Todos los ríos entran en la mar, y el mar no rebosa; al lugar de do nacen vuelven para tornar a correr. Y en nuestro poeta:

Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir.

Pero mejor me parece que esto no se diga por vía de semejanza, sino que sea un rodeo de hablar para decir que dormirá siempre, como diciendo: Mientras las nubes sacaren agua del mar, y la llovieren y hicieren arroyos y se volvieren a su nacimiento, esto es, en cuanto hubiere mar y nubes, y lluvias, y ríos, dormirá el que una vez muriere. Y con esto viene bien lo que añade: hasta que no cielos no despertará, que es decir, mientras el cielo durare, durará su sueño.

Y entendido ansí, dice una cosa muy verdadera, en cualquiera manera que hablemos, de la resurrección de los muertos; porque si hablamos de ella por virtud natural, cierta cosa es que nunca será, y si por virtud sobrenatural y divina ha de ser, pero no mientras se levantaren vapores del mar y llovieren las nubes y corrieren los ríos, esto es, mientras durare esta mudanza natural de las cosas que se suceden, corrompiéndose unas y engendrándose otras, y mientras los cielos la forma y movimiento que agora tienen tuvieren. Porque cosa cierta es en la divina Escritura que cesará todo y que tomará el mundo otra figura y estado mejor, al tiempo que los muertos tornaren a vivir en sus cuerpos.

13. ¿Quién me dará que en infierno me agazapes, me ascondas hasta retirar tu ira, pusiérasme término y acordáraste de mí? Insiste siempre en la misma razón, y va acrecentándola y hermoseándola por maneras diversas. Y agora, en sostancia, dice ansí: Si tú, Señor, me concedieras, después de una vez muerto, volver otra vez a esta manera de vida, y me señalaras para la vuelta un cierto plazo, aunque fuera muy largo, y aunque entre tanto ascondiera al cuerpo la sepultura y al ánima el limbo; con la esperanza de tornar a este vivir, pasara aqueste trabajo.

Esta es la sentencia; y no mira en ella a la resurrección general, de que, aunque tenía fe, pero sabía, lo uno, que no será hasta la fin de los siglos, y lo otro, que no se vivirá en ella aqueste modo de vida; y ansí dice que, para llevar bien esto que agora vive se lo lleve y destruya el trabajo, fuera gran negocio saber que le quedaba otra vida como ésta, para gozarla en alegría y descanso.

Ansí que la sentencia es ésta y las palabras que están un poco revueltas, se ordenarán de esta forma: ¿Quién me dará que me pusieras término, conviene a saber, para tornar a la vida; y te acordaras de mí, esto es, y me guardaras lo puesto; y, siquiera me agazaparas y me ascondieras en el infierno, esto es, el libro y la sepultura, hasta que se retirara tu ira, esto es, en cuanto durara aquel término? Porque llama ira de Dios al morir el hombre y deshacerse y abajar al infierno, porque es mal que vino por ira de Dios, merecida por nuestra culpa; y ansí el tornar a la vida el muerto es retirarse Dios de su ira.

Pues dice:

14. ¿Si muriere el varón, si revivirá? Todos los días de mi plazo esperaría hasta venir mi mudanza. O como Sant Hierónimo dijo: ¿Piensas que el hombre muerto tornará a vivir? Esto es, porque si pensase yo y estuviese persuadido que, fenecida esta manera de vida, había de tornar otra vez a ella, todos los días de mi milicia o de mi plazo (que lo uno y lo otro dice la palabra primera, y ambas cosas aquí significan lo mismo), ansí que todos los días del plazo y pelea de esta mi vida en que peleo y padezco, esperaría, conviene, a saber, pasaría alegremente, aguardando hasta que viniese el tiempo de mi segunda mudanza.

O tornando a comenzar el verso de arriba de otra manera: Ha dicho que lo duro de su desventura es que lo que vive y lo que le resta de vivir, lo pasa dolorosa y miserablemente, lleno de llagas y falto de remedios, desamparado y necesitado de amparo, y que el día que se cerrare la vida, cae la muerte sin esperanza de poder jamás tornar a esta vida. Y ansí decía que como no tiene más que una vida, porque esta manera de vivir a nadie se da más de una vez sola, ansí que no teniendo más de una vida, pasarla en dolor, esto es, no gozarla y perderla era dolorosísima pérdida, y que por esta causa pasaría lo que le queda, por dolorido que fuese, con alegre paciencia; y que no sólo la pasaría con estos dolores, mas sepultado en la huesa y encarcelado en el abismo cuan miserablemente ser pudiese, la pasaría con todo el demás tiempo que ordenase Dios hasta satisfacer a su saña, como se le diese esperanza de tornar otra vez a vivir, y como le señalase Dios un cierto plazo para restituirle a la vida.

Ansí que, habiendo dicho esto, para mayor afirmación y acrecentamiento de ello mismo, añade agora y dice que, por largo que fuese el plazo, lo tomaría y pasaría su mal alegremente con esta esperanza.

Y dícelo ansí: Si muriere el hombre, o si muriese, esto es, por más hombres que nazcan y mueran y se sucedan unos a otros, por más edades que pasen y por más siglos que corran, y por más que dure este mi trabajo y se argumente, si, después dél y después de haber en él muerto, me aseguras que he de tornar a vivir, no lo tendré por dolor ni trabajo. Y a la verdad Job pedía y deseaba no tanto la seguridad del tornar a la vida, que cierto estaba de ello por la fe de la resurrección que tenía, cuanto el estar seguro de resucitar a descanso por más tarde que fuese, y por muchas que fuesen las penas que antes de venir a ello pasase, porque las aliviaba y casi deshacía todas, la esperanza de un tan glorioso remate.

Y añade:

15. Llamarás y yo responderé a Ti, a obra de tus manos amas. Que es decir, y entonces, si pasase ansí como digo, si me preguntases lo que sentía, yo te respondería que nos amabas, y que no olvidabas tus obras y que, si las castigabas, las tornabas a regalar y, después de caídas, les dabas la mano para que se levantasen.

Y dice:

16. Que agora pisadas mías contarás, pero no harás cuenta de pecados míos, esto es: Mas según lo que agora pasa y lo que haces, tu hecho es contar menudísimamente todas nuestras pisadas, cuanto decimos y hacemos; y si las cuentas, ¿por ventura las disimulas? ¿No harás por dicha cuenta, si los hallas, de mis pecados?

Dice:

17. Resellada y puesta en bolsa mi maldad, pero curaste mi injusticia. Antes, dice, los coges y los guardas, como sellados y como metidos en bolsa, que es decir, guárdaslos mucho. Y decir guardar es decir castigar hasta lo último; y ansí decimos en castellano del que, en viendo su tiempo, se satisface de quien le tiene enojado, que se la guardó.

Ansí que dice, antes lo reguardas y estás tan lejos de dejar algo sin castigo, o de que se te pase por alto algo sin que lo mires, que, si se puede decir ansí, aún ves algo más de lo que es menester. Y por eso dice otra letra: Y aún añadiste sobre mi iniquidad, que es decir, y aun me afliges y azotas, sin tener culpa. Porque Dios no solamente castiga todo lo malo, mas aflige y da penas a los buenos también para hacerlos mejores; y hay penas de castigo y penas de mejoramiento, y Dios las reparte todas conforme a su providencia, haciendo justicia en lo uno, y en lo otro manifestando su amor. Pues dice, lo que agora pasa es que, por una parte, no dejas falta nuestra que no la notes y castigues, y aun sin que la haya, nos haces, si te place, amarga la vida, y, por otra, no quieres que tengamos más de una vida y ésa brevísima, en que estás tan firme y resuelto que no admites mudanza; todo se mudará primero.

Y ansí añade:

18. Y cierto monte cayendo decaecerá, y piedra se consumió sacada de su lugar:

19. Y piedras serán cavadas de las aguas, y anegará plantas suyas polvo de tierra, como quien dice: Los montes se podrán deshacer y caer, y podrán volverse en polvo en sus mismos lugares las piedras, y cavará el agua y gastará al pedernal, y la tierra creciendo dejará cubiertas y ahogadas sus plantas, y el hombre no podrá tornar a vivir, porque le condenaste a que muriese de hecho, y no quisiste le quedase raíz de esperanza para tornar a este estilo de vivienda otra vez. Es verdad que algunos esto del monte y de las piedras dicen que son semejanzas de cosas que se gastan y acaban, como el hombre también se acaba, y que a este fin las alega; pero más conforme es al hilo de lo que se viene diciendo, decir, que no es sino encarecer la imposibilidad que hay en que el hombre por fuerza natural resucite, por comparación de cosas imposibles o dificultosas comparadas por el contrario, como diciendo: Los montes se caerán, y el hombre no resucitará, que es forma de hablar galana y propria de los poetas.

Pero declaremos algunas palabras. Cayendo descaecerán, esto es, cayendo se desmenuzará, como hace lo que se arroja y cae de alto. Piedra se consumirá de su lugar, puédese entender, o que su mismo lugar la consumirá, al revés de lo que la naturaleza de las cosas demanda, o que de su lugar se consumirá, esto es, que mudará su lugar el risco y la peña, y será consumida. Y conforme a esto, la imposibilidad no está en que, sacadas de sus lugares, se consuman las peñas, sino en que muden lugares los peñascos y riscos, que son las partes de la tierra más firmes y menos movibles.

Y piedras serán comidas de las aguas; como si dijese, las aguas se tornarán duras, y blandas las piedras. Y anegará plantas sullas polvo de tierra. Algunos añaden aquí una palabra para henchir la sentencia que entienden, y leen: Y la avenida anegará las plantas y el polvo de la tierra, esto es, arrancará las plantas y arramblará la tierra, como suelen decir. Pero esto no es grande novedad, sino cosa ordinaria y usada, y ansí no consuena con lo pasado, lo cual todo es imposible, o de acontecimiento dificultoso y raro. Por donde lo mejor es dejarlo como ello suena, porque ansí dice lo que hace el propósito.

Y esperanza de hombre heciste perecer por el semejante. No dice destruiste la vida, sino lo que es más, la esperanza, que son las raíces que pudieran quedar, cortada la vida, para tornar a ella después. Y ansí, dice, todo lo dificultoso podrá hacer la naturaleza, mas no podrá tornar a vida al hombre muerto; porque le destruyes la esperanza, esto es, porque cuando le matas le arrancas las raíces y, como dicen, le arrancas de cuajo y tan del todo, que no dejas en el seno de la naturaleza ni brizna ni virtud de principio que a su ser después le torne.

Y para decirlo del todo, añade luego con grandísima significación:

20. Esforzástele un poco e hicístele ir; disfrazaste faces dél, y enviaste. O como dice otra letra: Prevalecístele acabadamente, esto es, del todo le arrancaste hecho poderoso sobre él; y hecístele ir disfrazando sus faces, conviene a saber, enviástele muy otro y muy diferente de lo que parece; porque parece poderoso y es flaco, sabio y es ignorante, que lo puede todo y no se puede valer en nada, que no tiene que ver con la muerte, y ella con ninguno es más poderosa.

Ansí que en aquel punto le quitas la máscara, o, por decir verdad, le pones la figura verdadera que tiene; y aquella hora le convence de miserable flaco, bien al revés de lo que parecer quería y de lo que blasonaba de sí. Porque a la verdad no hay cosa tan diferente de lo que el hombre quiere parecer mientras viva, que la figura y el ser con que le deja la muerte. Vivo, es brioso, soberbio, arrogante, enemigo de rienda y de ley; muerto es

corrupción y vileza sujeta al desprecio de todos.
Dice: Engrandecerse han sus hijos y no sabrá; menguarán, y no entenderá él. En que cuenta lo que pasa después de la muerte del hombre, para confirmar lo muy muerto que queda. Y casi dice ansí: Tan lejos está de volver a la vida, que aún no sabe lo que pasa en ella, no sólo acerca de las cosas ajenas, pero ni aun de las suyas proprias y que le tocan, como son hijos y sucesores.
Y concluye, diciendo: 22. Y con todo esto en cuanto vive, carne suya en él padecerá dolor, y alma suya en él llorará. Que es la conclusión de todo aqueste discurso, y lo que propuso arriba querellándose a Dios: que habiendo el hombre de morir sin quedarle poder para tornar a vivir, en este pequeño plazo de vida no deja que viva, atormentándole el cuerpo con males y el alma con angustias y penas. Y ansí dice carne suya en él, y alma suya en él, esto es, mientras vive y están juntos el cuerpo y el alma, el uno se duele y la otra llora; ni al cuerpo dolores ni al alma le faltan congojas y ansias. 



Capítulo XV

1. Y respondió Elifaz, el temanés, y dijo:
2. ¿Por ventura el sabio hablará saberes de aire, y fenchirá su vientre de solano?
3. Arguyes con palabras al no tu igual; hablas lo que no te aprovecha.
4. Cierto, tú destruirás el temor, y menoscabarás oración delante de Dios.
5. Porque enseñó maldad tuya a boca tuya, y escogiste lengua de mal sabidos.
6. Condenarte ha por malo boca tuya y no yo; labios tuyos hablarán contra ti.
7. ¿Por ventura primero que Adán fuiste engendrado, y en ante de collados fuiste hecho?
8. ¿Por ventura en consejo de Dios metiste oído, y sabiduría menos que tú?
9. ¿Qué aprendiste que no aprendimos? ¿Qué entenderás, y no con nosotros eso mismo?
10. También viejo, también anciano entre nos, grande más que padre tuyo de días.
11. ¿Por dicha es gran cosa que Dios te consuele? Mas tus palabras malas lo vedan.
12. ¿Adónde se solleva corazón tuyo, que pestañean tus ojos?
13. ¿Qué se hincha contra Dios brío tuyo, y qué palabras heciste salir de tu boca?
14. ¿Quién hombre para que limpio sea, y quién nacido de hembra para que justo sea?
15. Ves; en sus sanctos no puso firmeza, y cielos no limpios son esos ojos.
16. ¿Cuánto más aborrecible y podrido hombre, bebiente como aguas maldad?
17. Anunciaré a ti; oye a mí y esto que vide, y contarélo.
18. Lo cual sabios lo manifestaron, y no escondieron saberlo de sus antepasados.
19. De los cuales solos era la tierra, y no pasó forastero entre ellos.
20. Todos los días del malvado se ensoberbece, y número de años ascondido al tirano.
21. Voz de espantos en sus orejas; en la paz el destruidor entrará a él.
22. No creerá tornar de escuridad, y mira al derredor si hay cuchillo.
23. Si va adonde está el pan, sabe que asentado en su mano el día escuro.
24. Turbarlo han angustia y aprieto; rodearlo han como a rey aparejado al torneo.
25. Que tendió sus manos contra Dios, y contra Omnipotente se fortaleció.
26. Corrió contra él con cuello erguido, armado con gruesa cerviz.
27. Que cubrió faces suyas con grosura suya, y fizo rollos de carne sobre las ijadas.
28. Y moró en villas destruidas, casas que no moraron en ellas, aparejadas a montones de piedras.
29. No se enriquecerá y no se afirmará su haber, y no lanzará por la tierra su raíz.
30. No se apartará de tinieblas; pimpollo suyo secarálo la llama, y será movido con resollo de su boca.
31. No creerá, engañado, que con precio podrá ser redimido.
32. En día no suyo será acabado, y su ramo no echará flor.
33. Será destruido como viña de sus tallos tiernos, y hará caer como a oliva su flor.
34. Porque congregación de hipócrita, desierta, y fuego comerá moradas de don.
35. Concebir trabajo y parir vanidad, y vientre de ellos ordenará engaños. 



Exposición (Jb 15)

1. Y respondió Elifaz, el temanés, y dijo. Comienza Elifaz su razón de lo mismo que Job en el capítulo 13 había dado principio a la suya; y porque allí dijo de sí que era sabio y no menos que sus compañeros, lo primero que le dice agora Elifaz es que no es sabio, sino presuntuoso ignorante. Y es éste el argumento que hace: No dices sabidurías; luego no eres sabio. Y ansí dice preguntando, y no preguntando, sino negando so color de pregunta:

2. ¿Por ventura el sabio hablará saberes de aire, y henchirá el vientre de solano? Que es decir que el sabio no dice cosas de aire, esto es, vanas y falsas; tú las dices, luego no eres sabio. Y repite por otras palabras lo mismo diciendo: ¿Y henchirá el vientre de solano? Solano es el aire que se llama ansí, y vientre por figura es el entendimiento en aquesta Escritura.

Y ansí le dice, y mucho menos el que es sabio tendrá llena de aire la cabeza, como tú la tienes, según lo que tus razones demuestran. Y dice más solano que otro, porque es aire dañoso, como demostrando que los pensamientos y razones de Job no sólo eran vanos, sino también dañosos y pestilenciales.

Y ansí añade:

3. Arguyes con palabras al no tu igual; hablas lo que no te aprovecha. Hase de traer o tomar de lo de arriba la corriente diciendo: Y por ventura el que sabio es argüirá, esto es, dirá razones, no sólo fuera de propósito, sino llenas de error y de doctrina mala.

Y declara luego por qué lo dice:

4. Cierto, tú destruirás el temor y menoscabarás oración delante de Dios. Porque, dice, con tus razones abonándote a ti, deshaces o la justicia o la providencia de Dios, y das ocasión a que los hombres, cuanto es de tu parte, no le teman ni le rueguen y acaten. Y esto dice, porque en decir Job que Dios a veces da males a los buenos y bienes a los malos, entendía Elifaz, cegándose, que Job negaba la Providencia, y ni más ni menos que negaba la inmortalidad del alma o la vida advenidera; porque, decía, el morir para siempre, que cuanto es de su parte el pecado había traído a los hombres, y no descubría a la clara el misterio de la resurrección de los muertos a su parecer de Elifaz. Digo a su parecer porque, a la verdad, pareciendo que no lo dice, lo dice, como arriba apuntamos, y en los capítulos que se siguen lo confiesa con manifiestas palabras.

5. Porque enseñó maldad tuya a boca tuya, y escogiste lengua de mal sabidos. Aquí o declara más lo mismo que ha dicho, o lo dice por vía de pregunta, reprendiéndole y como diciéndole: ¿Que por qué desventura se ha querido cegar a que habiendo antes de agora hablado siempre como sabio y temeroso de Dios, y debiendo serlo más agora que nunca por razón de la calamidad en que estaba, escoja por mejor sentir de Dios como necio y hablar como impío y malvado?

Y llama lengua olabios de mal sabidos al estilo y lenguaje de los que lo son; y entiende por mal sabidos, unos presumidos que confían en su juicio y en lo que llamamos prudencia humana, que mide las cosas todas por su razón, y en todo quiere saber un punto más y hacer sentencia y juicio; a los cuales lo que la religión enseña, y toda la doctrina de la otra vida les parece cosa de burlería y de risa.

6. Condenarte ha por mala boca tuya y no yo; labios tuyos hablarán contra ti. Y esto que digo no lo levanto yo; tu lengua misma, dice, y tus razones son testigos contra ti y te condenan. Y alude en esto a su tema antiguo, y casi le dice: Agraviaste de nosotros que te ponemos culpa, y dices que te hacemos injuria en tenerte por pecador, pues Dios ansí te castiga. Ya no lo digo yo, sino tú mismo lo dices, y las razones malas y blasfemas de tu boca salidas lo pregonan, y te condenan a ti por malo y me absuelven a mí de calumnioso; porque nunca nace tanta blasfemia sino de grandes acogidas de mala y viciosa vida.

Y añade:

7. ¿Por ventura primero que Adán fuiste engendrado, y en ante de collados fuiste hecho? A los ancianos y a las canas suele dar la Escritura nombre de sabiduría, porque, como dijo un sabio, el tiempo es padre de la verdad, porque con su luengo discurso la saca a luz y descubre; y ansí por esto como porque con la vejez se enfría la sangre y se marchitan las pasiones que anublan el juicio de la razón, y queda puro el entendimiento, la vejez se llama sabia. Pues como Job los había notado de poco sabios, y a su parecer de ellos, arrogádose a sí el entender y saber; pregúntanle agora, debajo de una mofa disimulada y como burlando de él, si nació él antes que el mundo, si es más anciano que todos, y por eso presume saber más que ninguno y desprecia a los demás como a discípulos mozos.

Primero que Adán; puédese tomar aquí Adán, o por el nombre proprio del primer hombre, o por nombre general con que significan los hombres, y de la una manera pregunta Elifaz a Job si fue criado primero que el primer hombre, y de la otra, si fue él el hombre primero.

8. ¿Por ventura en consejo de Dios metiste oído, y sabiduría menos que tú? La ciencia, si se adquiere por industria, es mayor de razón cuanto es más el tiempo y estudio; y ansí los más ancianos son más sabios, como dicho tenemos.

Mas puédese conseguir el saber por otra manera, en tiempo breve y en edad moza, cuando acontece que Dios le inspira y infunde, como aconteció a Salomón. Y ansí lo que agora dice es: Mas si dices que, sin ser anciano, eres sabio, serlo has por ventura, porque has tenido a Dios por maestro; dime, pues, ¿entraste por caso en el consejo de Dios?; ¿viste sus secretas sabidurías?

Y dice:

9. ¿Qué aprendiste, que no aprendimos? ¿Qué entenderás, y no con nosotros eso mismo? Descubre agora la cara a la burla disimulada y como mirándole con desprecio le dice: ¿No conocemos aquí quién es?; ¿y el discurso de tu vida desde la cuna hasta este punto no lo sabemos?; ¿qué aprendiste?; ¿de quién aprendiste? Lo que aprovechaste en la escuela del saber nos es manifiesto y notorio; tus compañeros fuimos y tuvimos los mismos maestros, y nunca aprovechaste con ellos tanto, que nos pesase a nosotros de nuestro aprovechamiento.

10. También viejo, también anciano entre nos, grande más que padre tuyo de días. Responde a lo que Job pudiera decirle, que si era verdad que mozos habían tratado de los mismos estudios, pero hombres y apartados ya unos de otros, había él aprovechado más porque tenía en su pueblo y en su compañía hombres muy ancianos y sabios. Y ansí le dice, ni en eso nos has hecho ventaja, porque también nosotros en nuestra gente estamos cercados de canas, que vencen a tus padres en días.

Hasta aquí ha respondido Elifaz por su honra y curado la llaga que le escocía, porque ninguna cosa siente más el presumptuoso que ser notado de poco avisado, y ansí como le dolía más aqueste veneno, echó afuera su ponzoña primero; y desenconado ya con haber ultrajado a su voluntad al afligido inocente, entra agora a tratar la causa de Dios, a quien Job, según su falso parecer, injuriaba. Y tomando ocasión de la postura y del rostro de Job (que entonces por caso, los ojos en el cielo enclavados y fijos y sin pestañear y muy encendidos, parecía reventar con dolor), y ansí que tomando ocasión de esto, y lo que nacía de justa congoja dándolo falsamente a coraje contra Dios y a desesperación y soberbia, dícele ansí:

11. Por dicha es gran cosa que Dios te consuele, mas tus palabras malas lo vedan. O como dice el original a la letra: Por ventura poco en comparación de ti consolaciones de Dios, y palabra secreta contigo. Que es como decirle: Parécete que Dios no puede reparar tus daños ni vencer tu miseria y que todo lo dulce suyo es meaja en comparación de tu grande amargura. Mira bien lo que piensas, atiende bien a lo que en cubre tu pecho; que tu cara nos lo descubre, y callando la boca, tus ojos y el ardor de tu rostro dan voces y nos dicen tu desesperada razón. Dices que tu hecho es perdido; que el Omnipotente no lo es para tu remedio; que pudo deshacerte, y rehacerte no puede, o que ni hizo lo uno ni cura lo otro, sino todo es acaecimiento y fortuna.

Y esto es lo que añade: y palabra secreta contigo, esto es, aunque entre ti lo comides y sientes, pero las muestras de fuera lo descubres; y aunque lo encubres lo vemos, porque reluce en tu cara; y no mereces ser consolado de Dios, porque en lo secreto juzgas mal de él; y no en lo secreto solamente, sino también en lo público, porque lo que el corazón siente y la lengua lo calla, el rostro lo vocea y pregona.

Conforme a lo cual dice luego:

12. ¿Adónde te solleva corazón tuyo, que pestañean tus ojos? Y luego reprendido ya el semblante corajoso y de soberbia lleno, a lo que a Elifaz parecía, pasa a disputar, o por mejor decir a argüir, no las semejas malas, sino las palabras blasfemas que Job, a su parecer había dicho.

Y dice:

13. ¿Qué se hincha contra Dios brío tuyo, y qué palabras heciste salir de tu boca? Esto dice, por lo que dijo arriba Job de su bondad y inocencia, cuando se prefería de dar cuenta de sí a Dios, como Dios quisiese de bueno a bueno y puesta aparte su majestad y grandeza, hablarle y oírle. Y que hable de esto Elifaz, vese de lo que se sigue, que es:

14. ¿Quién hombre para que limpio sea, y quién nacido de hembra para que justo sea? Lo que aquí decimos hombre, en su original es enos, palabra que significa el hombre, pero que trae la origen de su significación de lo que es olvido y bajeza y torpeza, y ansí en las mismas palabras hay una como contraposición elegante, como si dijera de esta manera:

¿Quién es la torpeza, para que sea limpieza?, ¿o el olvido, para que nunca se descuide y ensucie?, ¿o la bajeza, para que, siendo vecina del suelo, excuse las condiciones de él y vilezas?.

Y usa de esta misma figura David en un psalmo, diciendo: ¿Quién es el hombre que de él te acuerdes? Adonde el hombre es enos, como aquí; y ansí vale como si dijese: ¿Quién es el olvido, para que tengas tú de él tanta y tan contina memoria? Y lo que añade y nacido de hembra para que justo sea, es, como si dijera a la clara, nacido de miseria y de pecado, y de desorden codicioso y ardiente, y en ninguna manera subjeta al freno, sino desenfrenada y desbocada del todo. Que todos estos males, como quien fue origen y fuente de ellos por su primera inconstancia y cobdicia, significa en la Sagrada Escritura la mujer y su nombre.

Y ansí en la cabeza de las miserias nuestras pone Dios siempre por principal el nacer de tal madre; y hace argumento de lo poco que se nos puede fiar en razón de virtud del salir de tal vientre, porque siempre responden a sus principios las cosas.

Dice:

15. Ves; en sus sanctos no puso firmeza; cielos no limpios son en sus ojos. No se contenta con probar que es pecador el hombre, porque es hombre, esto es, de mala raza y de sostancia baja y vil, sino también porque en el acatamiento de Dios las criaturas que parecen más libres de culpa, no son puras y limpias. Sus sanctos llama a los ángeles, en quien dice que no puso firmeza Dios, porque de su naturaleza pudieron pecar, y ansí muchos de ellos pecaron. Y los cielos que dice o son los mismos ángeles significados por otro nombre, o es manera de hablar por exceso.

16. ¿Cuánto más aborrecible y podrido hombre, bebiente como aguas maldad? Concluye la razón, y dice maravillosamente bien, para mostrar la facilidad y gusto con que los hombres pecan, que beben la maldad como agua; porque ninguna cosa ni se hace con menos trabajo que el beber, ni más gustosamente ni más a todo tiempo.

Y porque Job había dicho también que los malos a las veces y los enemigos de Dios viven dichosos y prósperos, dícele agora Elifaz que se engaña; y pónele delante los ojos un hombre tirano, y descubre los dolores y males secretos que con él viven para que se entienda, que lo que parece próspero en el malo, no es próspero. Y antes que lo diga dispone los oídos de Job para que lo oigan y atiendan, autorizando y encareciendo lo que decir quiere, y diciendo que no es consideración suya, sino cosa ya vista y notada en escrito por los pasados y antiguos, y dejada a los venideros para perpetua memoria.

Y ansí dice:

17. Anunciaré a ti, oye a mí; y esto que vide, y contarélo.

18. Lo cual sabios lo manifestaron, y no ascondieron saberlo de sus antepasados. Dice esto, porque la antigüedad da peso a la doctrina; que la verdad, como no se muda, siempre es una y siempre hubo quien la supiese; pero las opiniones de error con los años se caen, y el tiempo las deshace y las borra, y ansí tienen siempre modernos principios. Por manera que la doctrina verdadera es duradera y antigua.

19. De los cuales solos era la tierra, y no pasó forastero entre ellos. Esto dice porque no se sospeche que fueron tiranizados de alguno, y que en odio del tirano escribieron lo que les dictaba su pasión.

20. Todos los días del malvado se ensoberbece, y número de años ascondido al tirano. Dice otra letra: Todos los días del malvado se estremece. Y viene bien a propósito, porque el temor es compañero de la maldad y que nunca de ella se aparta. Y cuando el pecador y el malo fuese feliz en todo lo que se desea en la vida, este temor y recelo de la consciencia secreto nunca de sí lo aparta. Porque el alma a quien el vicio corrompe y saca de sus naturales quicios, sin saber de qué y sin considerallo, está consigo misma inquieta y descontenta y se carcome entre sí; y por la parte que de divina tiene, adevina a sí misma siempre la desventura que la aguarda y espera. Y en particular en el tirano, que por violencia se hace señor de los otros, se verifica esto más, porque, allende del desgusto secreto que del pecado le nace en el alma, el saber, que es señor de forzados y de los que desean ser libres, hace que los tema a todos y a todas horas.

Y ansí en esto que dice Elifaz agora, casi dice de esta manera: Dices, Job, que los injustos y los que adoran los ídolos viven prosperados y ricos; no sé cuántos y cuáles son los que viven ansí. Mas ya que te concedamos que los malos tienen salud y riquezas, nunca te concederemos que gozan de ningún bien puramente; porque viven en desasosiego y temor, llenos de sobresaltos y de esperanzas malísimas, que son poderosas no sólo para aguarles su felicidad temporal, mas para mudársela en dolor y tormento.

Y número de años ascondido al tirano. Puédese entender de una manera, repitiendo la palabra de arriba, tiembla o se estremece, y diciendo ansí: El tirano tiembla número de años ascondido, esto es, toda la vida que le resta. Que se llama edad ascondida o años ascondidos, porque está por venir, y lo por venir está como ascondido en el seno del tiempo. O entendámoslo de otra manera, con añadir una palabra y decir: Al tirano son ascondidos sus años y el número de ellos; que es decir, que por el temor y peligro contino y cierto en que le tiene puesto su tiranía, y por el aborrecimiento que con él tienen sus súbditos, no tiene, como decir solemos, un día cierto ni una hora segura; y que le es ansí incierto y ascondido el fin de su vida que ni durmiendo, ni velando, ni asentado a su mesa, ni cerrado en su recámara, se puede prometer un punto de paz.

Y con esto concierta bien lo que se sigue:

21. Voz de espantos en sus orejas; en la paz el destruidor entrará a él. Que en la guerra y en los alborotos de pueblo se roben y despojen unos a otros, la cosa misma lo pide; mas ser robado y destruido en la paz es estar subjeto con subjeción extrema a todo lo que es calamidad y peligro. Y no sólo quiere decir que los malos y tiranos cuando vienen a estar más prósperos, entonces suelen caer por el suelo, y que su prosperidad se les acaba cuando parecía estar más en su punto; sino dice también que, durando en ser prósperos, y estando al parecer de todos sus cosas en paz, el temor que les nace de su mala consciencia, y el verdugo secreto de la justicia de Dios se les entra en el alma, sin que se lo estorben ni las riquezas de ellos ni sus deleites ni su gente de guarda; y dentro los asombra y entontece, y verdaderamente les roba y destruye todo el bien de su gusto.

Dice más:

22. No creerá tornar de escuridad, y mira al derredor si hay cuchillo. Encarece por diversas maneras la misma sentencia, y engrandece más este peligro y temor de que habla; y ansí dice que no creerá o no tendrá por cierto, como dice otra letra, que ha de tornar de escuridad, esto es, que cuando se acostare de noche, no estará seguro ni cierto que llegará a la mañana; y que mirará y contemplará el cuchillo, esto es, que cuando amaneciere y abriere los ojos con la luz deseada, lo primero que verá o lo primero que el justo temor que tiene lo representará, para que lo vea y como si lo viese, será el cuchillo y el puñal libre y vengador y la merecida muerte.

23. Si va adonde está el pan, sabe que asentado en su mano el día escuro. Aquí parece puso en su punto y subió cuanto subir se podía la grandeza de este miedo y peligro; pues en la mesa misma y en el pan con que se sustenta la vida, allí temen los tiranos, más que en otra cosa, la muerte. Día escuro o de tinieblas llama a la muerte, como el poeta la llamó noche eterna, cuando dijo:

Y los ojos la noche eterna cierra.

24. Turbarlo han angustia y aprieto; rodearlo han como a rey aparejado al torneo. Concluye como amontonando las fuerzas de este temor y comparándole a rey puesto a punto de guerra, rodeado de soldados y de gente de armas, que de lo que vemos, es el poder mayor y que menos puede ser resistido.

25. Que tendió sus manos contra Dios, y contra Omnipotente se fortaleció. Tender las manos, unas veces es señal de humildad, como las tienden los que suplican y adoran; y otras de presunción y soberbia, como las tienden los que en alguno las ponen para dañarle, y ansí se entiende aquí. Y ya que ha dicho del temor y miseria secreta, que enturbia y hace agra la felicidad de los malos, descubre la fuente de donde les mana, para que, entendido cuán poderoso es el autor y la justa razón que le mueve, quede entendido y concluso cuán perpetuo es, y cuán cierto y cuán no evitable el miedo y temblor que padecen. Y ansí dice que, porque se mostró soberbio a Dios el malo, y quiso casi poner las manos en Él, y presumió poder resistirle, por eso:

26. Corrió contra él con cuello erguido, armado con gruesa cerviz. O como dice al pie de la letra: Correrá contra él en cerviz, en lo grueso de cuerpos de escudos dél. Que es, hablando en figura de hombre armado que pelea con otro armado también, decir que, sin que le valga ni armadura ni fuerza, le herirá Dios en lo más peligroso y en lo más defendido, en el cuello donde se degüella con un golpe la vida, y en el pecho que el arnés fuerte y acerado cerca.

Y dicho este pecado y la pena de él, dice luego otro:

27. Que cubrió faces suyas con grosura suya, e hizo rollos de carne sobre las ijadas.

28. Y moró en villas destruidas: casas que no moraron en ellas, aparejadas a montones de piedras. Lo primero del mal es el perder el temor a Dios, y el presumir soberbiosamente de poder valerse sin él, que es una dañada rebeldía. A esto se sigue luego soltar la rienda a los deseos, y coger el fruto de esta vida sin orden, y vivir en ella como si no hubiese después de ella otra. Y los que tropiezan en lo primero, luego caen y se extienden en esto segundo, lo cual todo encierra Elifaz debajo del nombre de dos cosas, que son comidas y edificios. Y en las comidas se comprenden todos los deleites del gusto y del sentido del tacto; y en los edificios todo el aparato de la delicadeza y soberbia. Dice cubrió, esto es, apacentóse bien; y declara por el efecto la causa, que es el ocio y regalo y los deleites, y las preciosas y abundantes comidas.

Moró villas destruidas; dícelo ansí porque los edificios necesarios para nuestra vivienda no se defienden ni reprenden. Pero los derramados en este vicio y en los que se encierran en él, no se contentan con lo necesario, sino en los desiertos, que son los campos que ansí los llama la Sagrada Escritura, en los bosques, en los montes, en los lugares perdidos y que no pueden servir más de para su antojo, levantan soberbios edificios.

Y dice destruidas, porque en aquellos lugares, como inútiles, no edifica nadie o, si edifica, lo deja perder luego, porque el antojo desordenado gusta siempre de andar al revés de los otros. O dice destruidas, porque, tomando un tiempo por otro, presto se destruirán, esto es, porque en muriendo sus dueños, morarán allí las aves y los venados, y se envejecerán y caerán sobre sus moradores, que ni quieren ni pueden vivir en ellas.

Y conforme a esto es lo que añade y dice, aparejadas a montones de piedras, porque de los edificios arruinados lo que queda son montones de piedras mal puestas.

29. No se enriquecerá, ni se afirmará su haber, ni lanzará por la tierra su raíz. Del pecado y vicio que ha dicho, esto es, que dice agora es la pena natural y que casi siempre se ve, pobreza y asolamiento de la hacienda. Porque en un pecho que no pone límite en sus deseos y antojos, un Pirú o un océano de oro que entre, se desagua luego y se consume y desaparece.

Y debajo de esta pena pública se entiende otra secreta, y también de pobreza de alma y de razón, porque, como crece el vigor del apetito desordenado y según que se va haciendo señor del hombre, ansí decrece y se amengua el uso de la razón y su clara y limpia luz.

Esto, pues, toca a la pena del malo en su persona; pero no se acaba con él el castigo, sino pasa a sus hijos porque sea escarmiento no sólo a los que vivieron con él, sino también a los que después le suceden.

Y de ellos dice:

30. No se apartará de tinieblas; pimpollo suyo secarálo la llama y será movido con resollo de su boca. Quiere decir, o no se logran, como decimos, o nunca vienen a prosperidad, viviendo siempre en trabajo y miseria. Y porque los llamó pimpollo, como se llama propriamente el ramo nuevo nacido del árbol viejo, perseverando en la misma manera de hablar de árbol y cosas de campo, dice que la llama le secará y lo moverá el soplo, porque las plantas nuevas se pierden, o quemadas de algún aire frío y agudo, o abochornadas del tiempo encendido que las seca y marchita.

Y dice resollo de su boca, y puédese entender, de su boca de Dios, y ansí está claro; o de su boca misma del pimpollo y del hijo, y ansí dirá claramente la mucha facilidad con que ha sido destruido, y cuán dispuesto y aparejado está el hijo del malo a la injuria y a los golpes de la fortuna, pues su soplo, esto es, él mismo a sí mismo se pone fuego y se seca.

Mas si alguno dijere, si tan grave mal padece el tirano, ¿cómo es posible que dure en su tiranía?

A esto responde, y dice:

31. No creerá, engañado, que con precio podrá ser redimido. O como dice a la letra: No creerá, vanamente engañado, que vanidad será su trueque; como si dijese, no se entienden a sí mismos, y el mal que padecen no piensan que nace de su malvado vivir, antes se imaginan que viviendo peor y añadiendo a deleites deleites, aplacarán o amortiguarán o siquiera embotarán aquel sentido interior; y van creciendo en ser peores, cuanto mayores dolores y desasosiegos sienten; y prométense grandes cosas, y como no creen otra vida, tienen por cierto que este deleite y mando y riqueza de que gozan agora, no se les trocará después en miseria.

Mas presto ven la falsedad de su pensamiento, porque como añade:

32. En día no suyo será acabado, y su ramo no echará flor. Día no suyo, llama cuando estando más para vivir y confiando más en su fuerza y poder, revolviendo Dios en un momento los tiempos, por un desastre no pensado perecen. Porque aquel día no era suyo, esto es, no era de la muerte al parecer, ni día que prometía calamidad o desastre, sino muy al revés.

Y dice que en aquel día será acabado, porque se acaba del todo su ramo, que es sucesión y esperanza, sin llegar a flor. Y declara lo mismo, conviene a saber, el ímpetu del desastre, no pensando que arruina los malos, por dos comparaciones tomadas del campo; una, de la viña que comienza a florecer, y otra de la oliva que está en flor. A quien suele acontecer muchas veces que, comenzando el día sereno y estando ellas como alegres desplegando al sol puro sus hojas y flores, de improviso se levanta un violento aire, y turba el cielo y envía una muchedumbre de piedra y granizo, que les derrueca al suelo toda aquella hermosura, quedando en un punto perdidas y pobres las que un poco antes estaban frescas y hermosas.

Y ansí acontece a los malos, porque dice:

33. Será destruido como viña de sus tallos tiernos y hará caer como a oliva su flor.

Y añade:

34. Porque congregación de hipócrita, desierta, y fuego, comerá moradas de don; en que concluye lo particular, haciendo sentencia general y diciendo, forzoso es que acontezca al tirano de esta manera, porque la ley de todos los hipócritas, y como su hado, siempre fue semejante. Y entiende por hipócritas, según el uso de la Sancta Escritura, a toda la universidad de los malos; porque no hay pecado donde no haya alguna disimulación falsa, y algún color de bien que encubra el mal y el engaño. Ansí que el hado de ellos es llama y fuego y último asolamiento y destrucción.

Dice casa de don, esto es, donde se compra la justicia con dádivas. Y aunque toca esto propriamente a los jueces que se cohechan, pero también se extiende a todos los que pecan en cualquiera manera, porque a todos los atrae algún interés o deleite presente, y todos sobornados de él, como con una dádiva rica, tuercen la ley de la razón, apartándose de ella.

35. Concebir trabajo y parir vanidad, y vientre de ellos ordenar engaños. Es conclusión

y como un epílogo breve, que en una palabra comprehende todo lo dicho, cuanto a pecado y pena de este su tirano Elifaz.
Y ansí dice: Al fin, por decirlo más brevemente, todo el hecho y negocio de estos es concebir trabajo y parir vanidad. Conciben trabajo, ansí por el temor que interiormente padecen, como por sus voluntades, y determinaciones perversas.

 Paren vanidad, porque el efecto de sus propósitos y hecho es siempre vanísimo; o porque, huyendo del trabajo que les causa el desasosiego concebido en el ánimo, se derraman fuera de sí buscando vanos alivios, esto es, pariendo vanidad y más vanidad; que ansí se llaman bien las obras que éstos hacen para buscar su contento, porque ni dan el contento que en ellas se busca, ni siquiera otro menor, ni son inútiles solamente, sino, como se descubre en la muerte, dañosas y pestíferas.
Y ansí, por esto, su vientre de ellos, esto es, su pensamiento y consejo y todo su aviso siempre ordena engaños y lazos; y no lazos en que los otros caigan, sino lazos que sean redes y duras prisiones para sus mismos pies. 




Job - Fray Luis de León - Capítulo XIV