Job - Fray Luis de León - Capítulo XVIII

Capítulo XVIII

1. Y respondió Bildad, el de Sohí, y dijo:
2. ¿Hasta cuándo pornéis fin a palabras? Entended, y después hablaremos.
3. ¿Por qué somos contados por bestias, y envilecidos en vuestros ojos?
4. Destruyes tu alma con ira; ¿por caso por tu respecto será la tierra dejada, y será arrancada peña de su lugar?
5. Cierto, luz de malos se amatará y no esclarecerá centella de su fuego.
6. Luz se escureció en su tienda, y su candela sobre él se amatará.
7. Estrecharse han pisadas de su fuerza, y despeñarlo ha su consejo.
8. Porque enviada red a sus pies, y sobre sus mallas andará.
9. Trabará el lazo su carcañal, y esforzaráse sobre él la sed.
10. Ascondida en la tierra su cuerda, y su enlazamiento sobre sendero.
11. En derredor le turbarán turbaciones, y le enredarán sus pies mismos.
12. Será hambrienta su fortaleza, y quebranto aparejado a su costilla.
13. Comerá ramos de su cuero; comerá sus brazos mayorazgo de muerte.
14. Será arrancada de su tienda su fiucia, y hollará sobre él como rey la matanza.
15. Morará en su tienda del que no a él; será esparcido sobre su morada azufre.
16. De abajo sus raíces se secarán, y de arriba será cortado su ramo.
17. Su memoria se perderá de la tierra, y no nombre a él sobre faces de plaza.
18. Empelerlo han de luz a escuridad, y del mundo le removerán.
19. No hijo a él, y no nieto en su pueblo, ni remaniente en sus moradas.
20. Sobre su día se maravillarán postreros, y ancianos trabaron temblor.
21. Pues éstas son moradas de malo, y éste lugar del que no supo a Dios. 



Exposición (Jb 18)

1. Bildad, el de Sohí, que fue el segundo que entró en esta contienda con Job, como del capítulo 8 parece, torna agora al palenque, y lleno de enojo y tan falto de razón como antes, dice lo que no hace al propósito, y dice ansí:

2. ¿Hasta cuándo pornéis fin a palabras? Entended, y después hablaréis. Parecíale que el no rendírseles Job, nacía de no haberlos bien entendido, porque a su juicio era negocio manifiesto que tanto castigo no lo daba Dios sin pecado, porque no fuera justo tratar ansí al inocente; y ansí le dice que se le va todo en hablar, y que como no atiende a lo que le dicen, no entiende; que lo entienda primero una vez, y que después hable si tuviere qué. ¿Hasta cuándo, dice, pornéis fin a las palabras?; esto es, pondrás fin, que trueca los números. Y dice palabras, para significar que no era de importancia lo que decía. Entended, y después hablaremos; porque los que disputan han de convenir primero en lo que tratan, que es el estado de la causa que llaman, o el punto de que principalmente se duda.

Añade:

3. ¿Por qué somos contados por bestias, y somos envilecidos en vuestros oídos? No solamente, dice, no atiendes a lo que te decimos, y hablas y hablas; mas afréntasnos con tus dichos, como si fuésemos bestias. Y esto dice por lo que dijo Job en el pasado, que les ascondió Dios sabiduría.

Y prosigue:

4. Destruyes tu alma con ira; ¿si por tu respecto será la tierra dejada o será arrancada peña de su lugar? Lo que decimos destruyes tu alma con ira, el original a la letra, arrebata tu alma la ira, que viene a ser lo mismo en sentencia, en que dice, que el despecho que de sí tiene y la mucha impaciencia y coraje le arrebata el alma, esto es, le saca la razón de sus quicios, para que yerre en tres cosas: la una, en no entenderlos; otra, en decirles afrentas, y la tercera, en hacer a Dios injusto por hacerse inocente. Porque le parece a Bildad que lo dice, en decir que padece sin culpa; porque si Job no tiene culpa y padece, tiene Bildad por concluso que Dios que le castiga no es justo.

Y ansí entra en la disputa, y comienza en esta forma, y pregunta: Si por su respecto la tierra ha de ser dejada, y la peña arrancada de su lugar. Que es reducir a desatino lo que Job a su parecer de él pretende, que es no guardarse con él, lo que Bildad imagina cierto y estable y que se guarda con todos; y querer darle a entender que defenderse como se defiende es en virtud decir que su hecho es extraordinario, y que es otro mundo el suyo, y otras leyes las que con él se platican, lo cual es mal juicio y mal seso; porque es decir que el azote en él no sea lo que es en los otros, y la pena que viene siempre por culpa, sea en él señal de inocencia.

Y parécele esto a Bildad, como digo, porque tiene por universal y por cierto que toda desventura es pena de culpa, y que todo castigado es malo, y que todo malo es aquí castigado; y que decir Job que en él no es ansí, es decir que la tierra se yerma, y que las peñas se mueven de su lugar, y se cae el cielo, y que mudan su naturaleza las cosas.

Si por ti, dice, será la tierra dejada, etc., esto es, si en tus cosas se muda el mundo y el estilo y la ley. Que esto se significa por hacerse yerma la tierra, que naturalmente se hizo para ser morada y poblada de los hombres, y por moverse las peñas de su lugar, que por naturaleza son para estar firmes y quedas, y no para mudar lugares andando.

Y pregunta si se muda el estilo de las cosas en él, no porque a su parecer se mude, sino porque sería desatino pensar que se muda. Y en ese imposible y en ese desatino da Job, estando castigado y diciendo que es inocente; porque lo contrario, esto es, ser culpados y malos los que son azotados y heridos es, al parecer de Bildad, lo establecido y lo usado y lo cierto y lo verdadero.

Y por eso añade, diciendo:

5. Cierto, luz de malos se amatará, y no esclarecerá centella de su fuego. Que es decir, que no es de buenos y justos el apagárseles la luz totalmente, como a Job se le ha muerto, sino sin duda de malos y pecadores, y que esto es lo usado y lo cierto.

Y ansí dice: Cierto, luz de malos se amatará; esto es, de los malos es y de los hipócritas que se les muera la luz, conviene a saber, como a ti se te ha muerto. Y llama luz la felicidad y lo próspero de los sucesos, porque hacen claro al hombre, ansí en los ojos ajenos que le reconocen y estiman, como en su sentido mismo, porque le esclarecen el corazón y le alegran. Y como la claridad despierta los hombres al hacer y los encamina en sus obras, y los dispone para ellas y los favorece y aviva; y la noche, por el contrario, los entorpece y encoge, ansí los miserables y mal afortunados están como impedidos y aprisionados en todo, sin ejecutar sus designios ni hallar salida en ellos.

Y como la noche ata las manos, como dicho es, y deja el discurso del pensamiento más libre, ansí la calamidad y miseria aviva el deseo y la imaginación de las cosas, y pone prisiones a las manos para no conseguirlas. Pues dice agora Bildad que lo cierto y lo usado y lo fuera de toda duda es que a los malos se les acaba la felicidad de la manera que a Job se acabó, y que ansí Job es malo.

Y va por todo este capítulo particularizando el azote de los pecadores y como pintando en él la caída de Job, y como diciendo en todo y en cada una parte de este discurso: Ansí pasa con los malos, y ansí ha pasado contigo; luego o tú eres malo, que es lo cierto, o no entras en cuenta con los demás, y vas por otra ley y camino que es imposible.

Dice pues: Luz de malos se amatará, esto es, a los malos acábaseles la felicidad, quiere decir, no se les disminuye o mengua, que eso puede suceder a los que malos no son sino acábaseles del todo como agora pasa por ti. Y ansí añade, y no esclarecerá centella de su fuego, esto es, ansí se amata su luz, no queda rastro de ella, ni aun centella sola ni en salud, ni en hacienda, ni en hijos, como a Job le acontece.

Más:

6. Luz se escureció en su tienda y su candela sobre él se amatará. Llama su tienda, su casa, porque en aquella tierra traían vida movediza en el campo y en tiendas. Y podémoslo entender de una de dos maneras: o sencillamente, que escurecérseles la luz en su tienda y su cancela sobre ellos, sea decir que la luz de su casa, y la candela que les daba lumbre pierde su luz (que es repetir lo que arriba dijo por otra y diferente manera, que aunque no añade a la sentencia, añade al encarecimiento y exagera algo más), o decir que es nueva sentencia y que añade a lo dicho. Decía que a los malos se les acaba la luz; dice agora que se les acaba en su tienda, y sobre ellos mismos.

En lo primero da a entender la pérdida de los bienes de fuera, y lo que les parece a los otros; en esto segundo, lo que sienten ellos mismos en sí, la tristeza que les ocupa el ánimo, la escuridad del juicio, el error y la ansia, la agonía, la desesperación que traen de faltarles interiormente la luz y de ser despojados de los bienes de fuera y de dentro. O es decir, que en su tienda y sobre él se le apaga la luz al malo, por decir que se le apaga cuando y donde está más segura, que son accidentes todos que se hallan en este caso de Job.

Prosigue:

7. Estrecharse han pisadas de su fuerza, y despeñarlo ha su consejo. Al faltar de la luz, naturalmente se consigue el acortarse los pasos, porque no se puede andar de noche y a escuras; y como decíamos, la calamidad es escuridad, y el miserable y calamitoso no puede hacer nada; ansí como el que está en tinieblas no puede dar paso, o si le da, tropieza y cae y se despeña. Pues dice que al malo, muerta la luz de su felicidad, se le estrechan los pasos de su poder, esto es, se le quita el poder para obrar lo que desea, como al que está a escuras para andar donde quiere; y que le despeña su consejo, esto es, que si se quiere valer de sí y se esfuerza para hacer algo en su ayuda, cae por el mismo caso en mayor calamidad y miseria, como le acontece caer y despeñarse al que presume caminar sin lumbrera.

Y podíale parecer a Bildad que en Job pasaba esto, por su confesión del mismo, que arriba dijo que le cerraba los pasos Dios, y porque, a su parecer, blasfemaba por defenderse, que fue a despeñarse.

Dice:

8. Porque enviada red a sus pies, y sobre sus mallas andará. Dijo que se le estrecharán los pasos al malo; dice agora la causa por que se le estrecharán, y es que enviará Dios, esto es, que le pondrá Dios red debajo de los pies, para que en ella se enrede y, enredado, caiga preso y no ande. O porque dijo que le estrecharía Dios los pasos al malo y que le despeñara su consejo, en que quiso decir que le pondrá en aprieto Dios, y que pretenderá salir de él, y que por el mismo camino que lo pretendiere, se lanzará más en el trabajo; dice agora, para mayor declaración de esto mismo, que dará de pies en la red, queriendo salir de ella, y se enredará más en sus mallas cuando más quisiere desenredarse. Y dícelo por semejanza tomada de las aves, o de los otros animales que se prenden con redes, que sintiéndose presos, si procuran librarse, se prenden más y se enredan.

Y sin duda es natural a los malos y a los que castiga Dios por sus no enmendados pecados, forcejear por salir del mal que padecen, y meterse más en él cuanto más se defienden, porque los medios de la salud se les convierten en muerte, como se probaría por muchos ejemplos.

Más dice:

9. Trabará el lazo su carcañal, y esforzarse ha sobre él la sed. Lo que decimos sed, dice el original el sediento, y el sediento es el ladrón y el que roba y saltea; que se llama ansí en este Libro, porque era seca y muy falta de agua la tierra de Job, y la falta del agua siéntenla más los que hacen vida en el campo, como los salteadores y como los cazadores, que podemos también entender aquí por decir el sediento, porque insiste Bildad en la semejanza propuesta.

Y porque dijo de red y de enlazarse los pies en ella, y porque acontece a los que ponen redes o lazos, venida la sazón de la presa, tirar de la cuerda con que la red cae o el lazo se aprieta, y acudir luego con alegría y presteza a prender y a herir lo caído, ansí dice que trabará el lazo el carcañal de los malos, y, presos, vendrá el cazador sobre ellos sin que tengan defensa.


Y aún decláralo más:

10. Ascondida en la tierra su cuerda, y su lazo sobre sendero. Porque en la caza semejante encubren los que cazan la cuerda, porque el animal no se espante, y ponen el lazo en la vereda y en lugar estrecho y por donde es el paso; y ansí cae la fiera en él, cuando va más segura y cuando va por donde suele ir de contino.

Porque sin duda los malos caen cuando piensan menos en la caída; y cuando siguen su huella y van más con el viento en la popa, y en su camino mismo y en eso en que se precian valer, son derribados y presos.

Y como luego dice:

11. En derredor le turbarán turbaciones, y le enredarán sus pies mismos. Porque, caídos en el lazo y viniendo sobre ellos la red, quedan en derredor cercados de ella, y dan en ella a cualquier parte que acudan y no ven sino red que los turbe, que ésas son las turbaciones que dice. Y lo que dice, que le enredarán sus pies mismos, es decir, que, por desasirse, se enlazará y, por librar de la red el pie, le meterá más en la red.

Dice más:

12. Será fambrienta su fortaleza, y quebranto aparejado a su costilla, en que, dejando ya la semejanza de la red y cazador, pasa a otra cosa. Y porque ha dicho lo mal que le sucederá al malo en sí mismo, dice cómo pasarán su mujer y sus hijos, porque la calamidad, si es entera, a todos se extiende.

Pues dice: Será fambrienta su fortaleza. Fortaleza llama, según estilo de Sagrada Escritura, a los hijos, y, señaladamente, al hijo mayor. Ansí llama Jacob a su hijo Rubén en el Génesi, do dice: Rubén mi primogénito y mi fortaleza, principio de mi valentía, en cuyo original está la misma palabra que aquí. Pues dice que vendrá su fortaleza a pobreza, porque para el padre, que es el castigado, no es tan malo que mueran como que laceren y hambreen sus hijos.

Y quebranto, dice, aparejado a su costilla, esto es, a su mujer, que se hizo de la costilla y es parte y muy del lado del hombre.

Dice:

13. Comerá ramos de su cuero; comerá sus brazos mayorazgo de muerte. Va por sus grados desnudando de sus bienes al malo; primero le quitó la hacienda, y con ella el poner en ejecución lo que hacer se desea; después le hiere en la mujer y familia; agora toca en la persona y en el uso de las fuerzas y miembros. Y dice que el mayorazgo de la muerte, esto es, algún mal muy grave y muy vecino a ella, le gastará los ramos de su cuero; y declara qué ramos son éstos y dice que los brazos suyos le comerá el mayorazgo de muerte, y por los brazos entiende todos los miembros.

Dice más:

14. Será arrancada de su tienda su fiucia, y hollará sobre él como rey la matanza. Falto de todo, dice, de hacienda, de familia, de salud corporal, no le dejará Dios ni una raíz en que estribe; que acontece en males y calamidades muy graves, quedar a lo menos alguna pequeña esperanza de bien, y un resquicio, aunque pequeño, que muestra luz de fiucia; mas en el castigo que a los malos da Dios y cuando a un perverso hombre le quita su estado, ni una brizna, dice, le deja de remedio, o siquiera de su esperanza, sino la calamidad huella sobre él como rey, porque se enseñorea de él y de todas sus cosas, teniéndole sujeto y rendido.

Mas esto mismo dice el original por otra manera, que dice: Y hará que vaya al rey de los miedos; que a la falta de la esperanza siempre sucede el miedo y temor. Y porque dijo que le arrancaría Dios la fiucia de su casa, esto es, que no le dejaría cosa en que poder
esperar, dice, por consiguiente, que le enviará al rey de los miedos, esto es, que le entregará al miedo del todo, o a la desesperación, en que se entrega la alma a todo lo que temer se puede.
Prosigue:
15. Morará en su tienda del que no a él; será esparcido sobre su morada azufre. Una cosa es asolamiento y otra mal sucesor y heredero; una que se destruya todo, otra que venga a manos del enemigo. Pues ambas cosas, dice, hace Dios con los malos; que, para lo que toca a su provecho de ellos, esparce azufre sobre sus personas y haciendas, porque como si se lo abrasase, ansí todo les falta; y para lo que mira a engrandecer su miseria deja que entre en la posesión de ello su émulo.
Y ansí dice que morará en su tienda del que no a él, esto es, que morará no solamente quien no tenga que ver con él por amistad o por sangre, sino quien no le agrade a él y quien le duela y congoje, esto es, quien menos ama y quien más aborrece, y quien menos quisiera ver feliz ni con hacienda de otros, y sin duda ese mismo que le calumnió y derrocó, y que fue autor o ministro de su mal y caída.
Y para mayor cumplimiento dice y prosigue:
16. De abajo sus raíces se secarán, y de arriba será cortado su ramo, que es como, en suma, comprender lo que ha dicho, aunque por diferente manera; que como el árbol que sin esperanza se seca, queda seco en la raíz y en los ramos, ansí dice que hace Dios con los malos, que no les desmocha las ramas solas, sino que los arranca de cuajo, o que los corta de manera en lo alto que pierda el jugo y vida la raíz.
Como sería agora, para que pongamos ejemplo, si quitase Dios la gracia y favor del rey a algún ministro malo que privase mucho con él, y él, como suele acontecer a las veces, se consumiese y muriese de pena de verse caído; en éste diremos que, cortado en la rama del favor, se secó la raíz. O dice, lo que también acontece, que dañándose la raíz en un árbol, vienen a secarse las ramas que, secas, las cortan y entriegan al fuego. Y aviene a los malos de la misma manera, que por no tener jugo en la sostancia y verdad, al fin sus obras y sus designios y sus sucesos se secan y quedan útiles solamente para arder en el fuego, donde, vueltos ceniza, no deje rastro de ellos el viento.
Que es lo que dice:
17. Su memoria se perderá de la tierra, y no nombre a él sobre faces de plaza. Alude a la costumbre antigua de algunas gentes de poner a sus bienhechores en las plazas y lugares públicos estatuas y títulos, que, si por lisonja se hace alguna vez con los malos, en volviéndose el viento, los mismos que las pusieron las quitan y las derruecan y borran.
Dice más:
18. Empelerlo han de luz a escuridad, y del mundo le removerán. El olvido son las tinieblas, y ansí dice que de la luz, como empeliéndole, le lanzarán en la noche, porque con estudio y con priesa procurarán los hombres todos que no quede memoria de él en la vida, ni rastro de cosa suya; como se hizo con muchos que tiranizaron sus pueblos, de que está llena la historia.
Y al fin dice:
19. No hijo a él, no nieto en su pueblo, ni remaniente en sus moradas, que es decir un asolamiento entero y cabal.
Por donde justamente concluye:
20. Sobre su día se maravillaron postreros, y ancianos trabaron temblor; que es obra de una grande caída poner en espanto a los que miran en ella. Y ansí, con decir esto, encarece más lo que dicho tiene y muestra que el golpe con que Dios derriba y despeña a los malos, hace pasmo con su mucho ruido. Sobre su día, dice, se maravillaron postreros. Día llama de ellos la Sagrada Escritura el de su calamidad y miseria, como en los buenos su día es cuando se descubriere su gloria, porque entonces sale a luz uno y es sin error conocido; como al revés, están en noche el bueno mientras padece, y el malo mientras reina y florece, porque no se ve ni puede entonces lo que es cada uno.
Pues de su miseria se maravillarán los postreros, esto es, los más mozos que ellos y los que le sucedieren después; y los ancianos también, dice, trabarán temblor, esto es, los más viejos que ellos, y los que por la edad y por la experiencia larga de las cosas se suelen menos maravillar, temblarán, esto es, temblarán todos, viejos y mozos, con maravilla y espanto. Y dice con propriedad que trabarán el temblor, porque los que tiemblan, en el movimiento que hacen, parece que van a trabar, y de hecho traban, lo que hallan, temblando.
Dice finalmente:
21. Pues éstas son moradas de malo, y éste lugar del que no supo a Dios, con que concluye diciendo que en esto para al fin la casa y la prosperidad de los malos, y de los que a Dios no temen; y juntamente queriendo decir que en esto ha parado Job, y que su fin ha sido este mismo y que, pues parece malo en el suceso y en la fortuna sin ninguna duda lo es en el hecho y la culpa, que es todo lo que desde el principio probar pretende. 



Capítulo XIX

1. Y respondió Job, y dijo:
2. ¿Hasta cuándo ansiades mi alma, y me moleréis con palabras?
3. Ya diez veces me denostáis con afrenta, y no os avergonzáis de oprimirme.
4. Cierto, aunque erré, mi error se quede conmigo.
5. Mas vosotros sobre mí os engrandecéis, y razonáis sobre mi denuesto.
6. Pues sabed agora que el Señor me [hace tuerto] aflige, y no según tela de juicio, y me ciñe al derredor con azotes.
7. Vocearé adoliéndome, y no soy respondido; exclamaré, y no juicio.
8. Mi camino vallado, y no pasaré, y sobre mis senderos escuridad puso.
9. Mi honra de sobre mí me despojó, y tiró corona de mi cabeza.
10. Derrocóme en derredor, y perecí; y fizo mover como árbol mi esperanza.
11. Encendió contra mí su furor, y contóme a él como su enemigo.
12. A una vinieron sus soldados, e hicieron sobre mí su carrera, y posaron derredor a mi tienda.
13. Mis hermanos hizo alejar de mí, y mis conocientes se extrañaron de mí.
14. Dejáronme mis cercanos, y mis conocientes se olvidaron.
15. Moradores de mi casa y mis siervas por extraño me contaron; extraño fui en sus ojos.
16. A mi siervo llamé y no responde; con mi boca me apiadaba a él.
17. Mi aliento extrañó mi mujer, y apiadéme por hijos de mi vientre.
18. También perversos me despreciaron; ausentábame, y fablaban contra mí.
19. Aborreciéronme todos los varones de mi secreto, y los que amé fueron vueltos contra mí.
20. A mi cuero, consumida la carne, se apegó mi hueso, y escapé con sólo cuero sobre mis dientes.
21. ¡Apiadadvos, apiadadvos de mí, vos mis amigos, porque mano de Dios tocó en mí!
22. ¿Por qué me perseguís como Dios, y de mi carne no vos hartades?
23. ¡Quién me diese agora, y fuesen escriptas mis palabras! ¡Quién diese en libro, y fuesen esculpidas!
24. ¡Con péndola de fierro y plomo, para siempre en peña fuesen tajadas!
25. Yo conozco que mi Redentor vive, y que a la postre sobre polvo me levantaré.
26. Y tornará a cercarme mi cuero, y en mi carne veré a Dios.
27. Al cual yo veré por mí, y mis ojos le verán, y no extraño esta esperanza reposa en mi seno.
28. Pues ¿por qué decís: Persigámosle, hallemos contra él raíz de palabra?
29. Temed a vosotros de la faz de la espada, porque vengador de delictos espada, y sabed que hay juicio. 



Exposición (Jb 19)

1. Y respondió Job y dijo. Responde a Bildad Job y muestra primero cuán importuna cosa es oír una sinrazón muchas veces.

Y ansí dice:

2. ¿Hasta cuándo ansiades mi alma, y me moleréis con palabras? En que da bien a entender la molestia que sus amigos le daban, pues le criaban ansia en el alma y le molían y quebrantaban el cuerpo; que la congoja del corazón que nace de una sinrazón porfiada, desbarata todo el hombre. Porque un necio porfiado y que entiende siempre menos cuanto más se le dice, es fuerte cosa; y más fuerte mucho, si endereza a vuesta injuria lo que dice y porfía.

Dice, pues: ¿Hasta cuándo ansiades mi alma? Porque en buena razón cabía dejar de hablar, viendo que no servía su habla sino de acrecentar pesadumbre y molestia; mas el porfiado, metido en disputa, sólo atiende a su cólera.

Por lo cual dice:

3. Ya diez veces me denostáis con afrenta, y no os avergonzáis de oprimirme. Diez veces dice, por muchas; y dice que le denuestan, porque le imponen lo que no es y entienden mal sus razones. Y dice que le oprimen y que no se avergüenzan de tenerle ansí opreso, de que se maravilla con grande razón; porque perseguir a un miserable, y dar pena al que nada en ella, y al caído y al dolorido acrecentarle más el dolor, es caso vilísimo y de corazones bajos y villanos y desnudos de toda humanidad y virtud.

Donde decimos oprimirme, el original dice empedernecer, que viene bien con esto mismo que digo; porque era de corazones de piedra, en tanta miseria como delante tenían, no enternecerse para no dar nueva pena. Que, cuando Job no tuviera razón y traspasara la ley de la paciencia de la humanidad era condescender con él, vista la ocasión que tenía, y considerar lo que puede el dolor, y condoliéndose de él y consolándole, reducirle a templanza. Mas Dios nos libre de un necio tocado de religioso y con celo imprudente, que no hay enemigo peor.

Dice:

4. Cierto, aunque erré, mi error se quede conmigo.

5. Mas vosotros sobre mí os engrandecéis, y razonáis sobre mi denuesto. Y el original a la letra: Y sea que haya errado, conmigo mi yerro morará. Si de veras os engrandeciéredes contra mí, y me razonáredes afrentas. En que Job, después de haberse quejado con espanto de la porfía imprudente de sus compañeros, notándolos de inhumanos y duros, comienza en estos dos versos a volver por su causa, y dice al parecer de algunos ansí: Decís que yerro y me engaño; yo quiero que sea como vosotros decís; mas pregunto, si es justo por eso, que en el estado en que estoy os engrandezcáis contra mí y razonéis sobre mi denuesto; esto es, que levantéis bandera contra un miserable y le baldonéis en la cara y le deis en rostro con sus pecados. Que sea yo cuan malo quisiéredes; pero no era tiempo agora de lastimarme con ello, ni de hacerme sabedor de mis culpas, sino de aliviarme mis penas, de condoleros de mi trabajo, y de perdonar algo al excesivo mal que padezco; de no maravillaros, si hablo y me duelo, sino antes lo que callo os debiera espantar.

O digamos de otra manera, que es la que más me contenta, porque dice más con el enfado justo que Job tenía del mal término y peor entendimiento de aquestos amigos, y porque dice más con la letra. Hacéis maravilla, dice, de que digo que soy azotado sin culpa, y referís y mostráis para convencerme la manera como deshace Dios a los malos, y si en ellos no me conozco a mí decís que yerro y soy ciego; pues respóndoos, dice, que digo lo que dicho tengo, y que en el error que vosotros llamáis error, en ése me estoy; y aunque os encendáis contra mí y me digáis, como hacéis, mil afrentas, no me torno atrás de lo que ya dije; en ello estoy, y, si error es, abrazo ese error. Cierto, dice, aunque erré, esto es, aunque ansí lo digáis y os parezca, mi error se quede conmigo, esto es, morará conmigo mi error, como otra letra decía, que es: No mudo lo dicho, ni me arrepiento de ello, del mismo parecer soy, y de nuevo lo afirmo.

Si de veras os engrandecéis contra mí esto es, ansí lo digo, por más que os enojéis contra mí, o aunque sé cierto os enojaréis contra mí. Y llama engrandecerse al enojarse, porque el enojo levanta el ánimo, y hinche las narices y el rostro de espíritu, y pone bríos de mayor y de superior en el hombre, que tiene en menos aquellos con quien se enoja y los hace sujetos. Por donde también en el uso de los latinos dicen que se levanta en cólera por decir enojado, como decía el Poeta:

Insurgit in iras.

Pues díceles Job que, aunque se levanten, o aunque sabe se levantarán contra él, estimándose a sí, y a él despreciándole, teniéndose por sabios a ellos, y a él por tonto y por necio, condenando la vida de él y aprobando y abrazando la suya, dice todavía lo que dicho tiene y se afirma en lo mismo. Y si dicen que siempre Dios deshace la prosperidad de los malos y los despoja del todo y les seca la raíz y los ramos, yo, dice, no soy malo, y hace Dios conmigo y ha hecho todo eso que Bildad dice que con los malos hace y más que no dice.

Y ansí cuenta luego por orden lo que padece con sentimiento grandísimo, como comparándose en cada verso con lo que Bildad dijo arriba, y como mostrando que es lo mismo o más crudo lo que a él le acontece y como confesando que le trata Dios a él como a Bildad parece que trata siempre a los malos, y que sin embargo de eso no es malo.

Dice:

6. Pues sabed agora que el Señor me aflige y no según tela de juicio, y me ciñe al derredor con azotes, El original dice que el Señor se tuerce conmigo, ome hace tuerto, esto es, que no guarda conmigo agora lo que la tela del juicio pide, como entendió Sant Hierónimo. Esta es la proposición de su tema, que Dios le azota gravemente, y que él no ha hecho por qué merezca ser azotado ansí.

Y dice sabed agora, como diciendo, si no lo sabéis, sabedlo, y si no me habéis entendido entendedme agora bien, que digo que no he pecado, y padezco. Y en la manera como lo dice, lo prueba en parte, porque dice: Sabed agora que el Señor me aflige y no por tela de juicio, en que secretamente argumenta: Sí éste fuera castigo de culpa, guardara Dios en él la forma que se debe a juicio; acusara primero, oyera, convenciera, y pronunciara sentencia.

Mas como dice luego:

7. Voceo adoliéndome, y no soy respondido; exclamo y no juicio; esto es, pido justicia, y no hay quien me oiga; demando cargos y lugar de defensa, y no hay remedio ninguno.

Antes dice:

8. Mi camino vallado, y no pasaré, y sobre mis senderos escuridad puso; esto es, me tiene cercados los caminos todos y por todas maneras. No sólo, dice, no me acusa ni me oye, mas ni deja que ninguna otra cosa me valga o defienda. Mi camino vallado, esto es, cercó con valladar; y no pasaré, esto es, y ansí no puedo dar paso adelante, que es por semejanza de los que caminan, y hallan cerrado o cortado el camino. Y llama camino suyo su consejo y esfuerzo y justicia y todo lo que le podía ser de provecho.

Y dice sobre mis senderos escuridad puso, porque, ansí como no se camina cuando está cerrado el camino, ansí también no se puede caminar sin la luz; y ansí, sin lo uno y lo otro, está Job más a raya, o conforme a lo que significar quiere, mas sin ayuda y defensa.

Añade:

9. Mi honra de sobre mí me despojó, y tiró corona de mi cabeza. Dicho que no pasa por tela de juicio este negocio suyo, y que ni es acusado ni oído, de donde secretamente infiere que su azote no es azote de culpa, sino orden de providencia secreta, dice agora la [terribilidad] de este su azote, y lo que Dios con él hace. Y dice, que luego que le cerró los caminos de la huida y defensa, como le tuvo bien preso, le despojó de la honra, y le quitó la corona; en que declara su mal, como por semejanza de los que la justicia prende por graves delictos, que primero les cerca la casa para que no huyan, y después les resta la persona, y les quitan las armas y les secrestan los bienes.

Ansí a él, dice, le tomó Dios todos los caminos primero, y después le echó la mano y le despojó de la honra y corona, esto es, de su hacienda y familia por quien era hombre y estimado. Que llama honra y corona, por figura, la prosperidad y buena fortuna suya, como Salomón en los Proverbios, do dice: La corona de los sabios sus riquezas. Y porque es proprio de los muy lastimados repetir muchas veces lo que les duele, y hacer memoria de ello por diferentes maneras, usa luego Job de otra semejanza diversa, y dice lo mismo.

Porque dice:

10. Derrocóme en derredor, y perecí; y fizo mover como árbol mi esperanza. Digo que es lo mismo de arriba, dicho por semejanza de un poderoso árbol, que le hieren el tronco a la redonda, hasta dar con él en el suelo, donde perece. O, si es cosa diversa, en lo pasado señaló la pérdida de la hacienda, y aquí declara las enfermedades de su persona y sus llagas.

Y dice que, como acontece a un árbol que el labrador corta porque no le embarace la tierra, que le hiere primero con la hacha en el tronco, y le empele después y viene quebrado al suelo, de su peso mismo, adonde caído se seca y no torna a ser más; ansí a él golpearon a una por todas partes, el sabeo en los bueyes, el fuego en las ovejas, el caldeo en los demás de la hacienda, la casa en los hijos y el demonio en su cuerpo, hasta que, golpeado y herido al derredor, vino como tronco cortado al suelo, donde se secó su esperanza.

Dice: Derrocóme en derredor, esto es, cortóme en derredor para derrocarme, y perecí; el original dice y anduve, esto es, y vine al suelo. Y fizo mover como árbol mi esperanza. Hacer mover la esperanza es hacer que se pase su sazón, como la palabra original lo demuestra, y llama pasar de su sazón la esperanza en el árbol venir a secarse. Y es de advertir que la palabra como árbol, de lo postrero del verso, se ha de entender como puesta al principio, y decir: Derrocóme en derredor como árbol, y anduve, y fizo pasar mi esperanza.

Dice más:

11. Encendió contra mí su furor, y contóme a Él como enemigo. Dijo el efecto, y dice la causa agora, para que por ella se entienda más su grandeza. El efecto fue la calamidad que padece, declarada en las formas que he dicho; la causa de ello es, a lo que piensa, el furor de Dios contra él, que es la más eficaz y la más poderosa de todas.

Porque ¿qué no podrá Dios todopoderoso? ¿Y qué mal no hará Dios enojado y enemigo? Encendió, dice, contra mí su furor. Dice el original a la letra: Hizo crecer contra mí su furor, o porque lo que se enciende crece, que el fuego levanta y dilata las cosas, o para dar a entender que no se enojó Dios con él con enojo ordinario ni usó de cólera usada, sino acrecentada y mayor que otras veces.

Y por eso dice luego:

12. A una vinieron contra mí sus soldados, y hicieron sobre mí carrera y posaron derredor a mi tienda; como diciendo que no envió sobre él un mal, sino todos los males, ni por discurso de tiempo, sino todos a un tiempo. Y usa aquí de otra semejanza tercera, sacada de lo que en la guerra acontece, cuando un poderoso ejército viene sobre una ciudad y la cerca y la abate.

Ansí dice: Que el ejército de Dios, que son un escuadrón de mil males enviados por Dios, vinieron sobre él y le cercaron y le batieron y pusieron por tierra.

Y hicieron, dice, sobre mí carrera. El original, y levantaron carrera sobre mí, quiere decir, que le aportillaron y hicieron en él grande y abierta entrada para el asalto. Y dice levantar carrera, para decir que hicieron ancho y desembarazado camino; porque levantar carrera es hacer calzada, camino muy conocido, la cual se hace macizando el suelo, y levantándose sobre los demás con argamasa y con piedras.

13. Mis hermanos hizo alejar de mí, y mis conocientes se extrañaron de mí.

14. Dejáronme mis cercanos, y mis conocientes me olvidaron.

15. Moradores de mi casa y mis siervos por extraño me contaron; extraño fui a sus ojos. A la caída de un árbol se sigue que huyan y se aparten los que la ven. Cayó Job, y derrocólo el Señor y batióle como ha dicho y púsole por el suelo; y ansí sucedió lo que dice, que le huyeron todos y le dejaron solo. Que es uno de los accidentes que, cuando la fortuna se vuelve, causan mayor sentimiento el faltar luego los amigos, y el desconocerse los deudos, y el ver el hombre por la misma experiencia lo poco que puede fiar de los hombres, y el engaño grande que pasa en la vida, que nadie es querido por lo que es en sí, sino por lo que representa de fuera, que como no es suyo ni firme, ansí no lo son sus amigos.

Mas son de considerar las palabras: que a los hermanos que el deudo los hace cercanos, dice, que los hizo alejar; y a los conocientes, que son como familiares, dice que hizo extranjeros, y a los que antes se le acercaban, los detuvo poniéndoles freno, y puso olvido en los que tenían de él conocimiento y memoria; y a sus criados hizo que le mirasen con ojos de extraño, que fue poner a cada uno, no diferente de lo que antes era como Job, sino contrario de lo que era antes, para hacer más dolor.


Y pasa adelante, y dice:

16. A mi siervo llamé, y no responde; con mi boca me apiadaba a él. Duro es mirar los siervos como extraño al señor; mas durísimo, llamados, no responder y, rogados, volverse de otra parte. Con mi boca, dice, me apiadaba a él, esto es, no por tercero, sino por mí mismo le llamaba, significando mis lástimas; que esto llama apiadarse, quejarse del mal que sentía y pedir que de él se apiadasen.

Y dice más:

17. Mi aliento extrañó mi mujer, y apiadéme por hijos de mi vientre; en que dice lo postrero del encarecimiento. ¿Qué no falta cuando la mujer, que es una misma cosa con su marido, le aborrece y le falta? Mi aliento, dice, y la sucesión de mi casa; huyó mi mujer, y ni, rogada, quiso admitir mis abrazos.

Más:

18. También perversos me despreciaron ausentábame, y hablaban contra mí. Mucho duele en la adversidad faltar los amigos, mas no duele menos ver también lo que los enemigos se gozan. Y porque no faltó a Job ni este dolor, dice agora que los perversos, que son los que por sus pecados estaban mal con sus virtudes de él, alegres con su caída, le despreciaban y, en apartándose de ellos, hacían burla y mofa. Y, por concluir de una vez, añade generalmente diciendo:

19. Aborrecieron todos los varones de mi secreto, y los que amé fueron contra mí. Varones de su secreto llama a los que fiaba su alma, y con quien no tiene cosa partida, esto es, los más verdaderos y íntimos amigos suyos, a los que él más amaba y de quien debía esperar ser amado; en que, de camino, nota a los que tenía presentes.

Y añade:

20. A mi cuero, consumida la carne, se apegó mi hueso, y escapé con sólo cuero sobre mis dientes; que la calamidad y pérdida de los amigos, bienes, salud, y la congoja que por esta causa le vivía de contino en el alma, habían de gastar forzosamente la carne y sacar afuera los huesos.

Por donde añade con razón:

21. ¡Apiadadvos, apiadadvos vosotros de mí, mis amigos, porque mano del Señor tocó sobre mí! Porque un estado tan miserable, cual el que Job ansí ha pintado, a los extraños cuanto más a los amigos, movía a piedad y no a aspereza: a razones de consuelo y no a disputas pesadas; a palabras blandas y no a dichos afrentosos. Y, cuando otra cosa no hubiera, la razón que dice lo prueba; porque a quien Dios hiere y sobre quien su pesada mano carga, añadirle más mal es perder todo el sentido del hombre y ser más cruel que las fieras.

Y ansí dice:

22. ¿Por qué me perseguís como Dios, y de mi carne no vos hartades? ¿Tan blando os parece, dice, el que me azota y castiga, que es menester añadir vuestra dureza a la suya? ¿Por qué me perseguís, como Él me persigue? Como dando a entender que perseguirle Dios a él, había de ser causa en ellos para que se condoliesen y no para que le persiguiesen de nuevo. Y no sólo dice que le persiguen, sino que imitan a Dios en la manera de la persecución.

Y dícelo porque Dios le maltrataba siendo siervo suyo, y ellos siendo su amigo; Dios le azotaba sin culpa, y ellos sin haberles hecho ofensa; Dios le envió trabajos, cuando pudiera esperar galardones; ellos, cuando venían a consolarle, se volvieron contra él reprehendiéndole; Dios no se satisfacía con herirle de una manera sola, y ellos no parecían verse hartos de consumirle las carnes, esto es, de afligirle y acabarle la vida.

O, por decir verdad, con verle consumido en la hacienda, en la familia, en la salud, en el cuerpo, no contentos con esto, le querían destruir el alma y manchar su inocencia, y en cierta manera fatigarle hasta que desespere. Contra lo cual, ansí como lo entiende, se apercibe y arma luego y como hace profesión de su esperanza y su fe, y desea dejarla escrita en memoria perpetua para desengaño ansí de los presentes como de los que vinieren después.

Y por eso dice:

23. ¡Quién me diese agora, y fuesen escriptas mis palabras; quién diese en libro, y fuesen esculpidas! Mis palabras, dice, esto es, las que quiero decir, y luego diré escriptas, dice, en libro que lo que añade esculpidas, pasa con lo que viene adelante, que es:

24. ¡Con péndola de fierro y plomo para siempre en peña fuesen tajadas! Que como dijo libro, corrigióse luego, viendo que los libros se acaban presto, y su deseo era eterno; y ansí no quiere ya libro, sino una peña dura en que se esculpan. Y dice péndola de fierro y con plomo, porque se abren las letras con escoplo o cincel en la piedra, y después se hinchen de plomo vaciado. Pues en este libro, ¿qué escribe? El testimonio de lo que cree, para que a todos conste de su verdadera y firme esperanza.

Que es:


25. Yo conozco que mi Redentor vive, y que a la postre sobre polvo me levantaré. Aunque, dice, me aflijo y me querello y parece que me quejo de todo, no entendáis por eso que no reconozco que hay Dios, y que tiene providencia del mundo y que mira las cosas de los suyos con cuidado especial; sé que hay Redentor, y Redentor mío, y que vive. Y no solamente dice , sino y yo también sé, como diciendo que no ignora lo que ellos saben, o que la gravedad de los males no le quita el conocimiento y memoria; sabe él también que hay Redentor, y Redentor para él, y que, aunque lo presente, le aflige, esta esperanza le asegura y consuela. Sabe que hay Redentor, en que profesa y profetiza la venida de Cristo, y sus dos naturalezas, humana y divina.

Porque en decir que vivía entonces, cuando nacido no había, dice que es Dios que vive siempre; y en llamarle Redentor suyo, dice que ha de nacer hecho hombre. Porque la palabra original goel, que es aquí redentor, significa propriamente el que por vía de deudo libra a su deudo o su hacienda, y la toma para sí por el tanto, como se ve en los libros de Moisés y de Ruth en muchos lugares. Pues si el que espera Job aquí redimirá a Job por su deudo, síguese que será hombre como él, corno lo es de hecho, y convino que lo fuese, para redimirnos y para por el tanto de su preciosa sangre restituirnos a la libertad de la vida, y librarnos de la muerte a que nos pretendía sujetar el demonio.

Ansí que sabe Job que tiene Redentor, Dios y hombre, y se consuela en medio de sus males con esto, porque siempre fue, y siempre es y siempre será el único y total consuelo del justo el Mesías, en quien Dios tiene puesto todo el bien y todo el reparo de sus criaturas. Y como los que esperan alguna bienandanza excesiva, y de ella están ciertos, se conservan alegres en los males con saber que presto son reyes, ansí halla consuelo el bueno poniendo en Cristo los ojos en cualesquier trabajos que vengan, no sólo porque ve en él el remedio de ellos, que es sin ninguna duda la particular medicina de todos, sino porque esto sólo que es considerar tanto bien, como es tener tal hermano, borra cualquiera tristeza. Y luego que se considera la alma que somos herederos con Él, y que habemos de vivir de su espíritu como juntos con Él en cuerpo, señores de su reino sin fin, huella generosamente sobre todo lo que en esta vida es trabajo, y lo desprecia y casi no lo echa de ver.

Pues Job, como quien bien lo sabía, con razón se consuela con ello; y ansí los sagrados profetas en muchos castigos tristes que anuncian, siempre y a la fin vuelven sus razones a Cristo, y con la profecía de su dichosa venida reducen la tempestad de sus amenazas a serenidad alegrísima, que es lo mismo que Job hace agora.

Yo sé, dice, que mi Redentor vive. No me oprime, dice, tanto este mal que siento, que no me levante mucho más y me aliente esta rica esperanza. Redentor tengo, y mi deudo, que no me dejará cautivo ni siervo; Redentor tan poderoso que, antes que venga, vive, y tan amoroso que vendrá hombre vestido de carne.

Y dice, y en lo postrero sobre polvo me levantaré; que pone la postrera obra y el último efecto que en nuestro beneficio causa la venida de Cristo, que es la resurrección de la carne a gloriosa y inmortal vida; porque en él se rematan y perfeccionan los demás efectos, y en una cierta manera se encierran todos. Que en el hombre resucitado y glorioso se ve junto y acabado todo lo que en bien del hombre Cristo hizo con la eficacia infinita de su virtud, y vese la criatura nueva, perfecta. Y ansí Job, por decir con una palabra todos los bienes que de Cristo espera y con cuya esperanza respira, hace memoria de su sola resurrección. Aunque es verdad que, según el original, estas postreras palabras, al parecer, hablan con Cristo también, porque dicen y en lo postrero sobre el polvo se levantará, para decir que el tiempo de su venida será el tiempo postrero, como las Sagradas Letras en otras partes lo dicen. Porque de las edades del mundo, esta que comenzó después que vino Cristo y que va corriendo todavía, es sin duda la postrera, porque no le sucederá otra cuando feneciere, sino fenecerán juntos ella y el siglo. Y aún podemos entenderlo también de su venida segunda, en cuanto dice que del polvo se levantará; que es como decir que, cuando todo cayere, se levantará Él y, vueltos en ceniza y polvo todos los hombres, aparecerá Él, vivo y levantado juez, en alto para llamarlos a vida.

Y viene con esto bien lo que dice:

26. Y tornaré a cercarme mi cuero, y en mi carne veré a Dios, porque el tiempo de resucitar a nueva vida los muertos es junto con el tiempo del venir al juicio del Juez. Y para que se entienda que habla aquí de esta venida y juicio con propriedad, nombra a Dios en este lugar con el nombre que significa este oficio, porque le nombra Eloah, que significa el juez.

Y dice que le verá en su carne, o porque le verá, no su alma sola, sino su carne también y sus ojos corporales, que entonces tornarán a la vida, o por que el juez viste carne y es hombre, por cuanto la humanidad de Cristo, o Cristo en cuanto hombre, ha de ejecutar el juicio. Y lo que decimos, tornaré a cercarme mi cuero, el original a la letra dice: Y después que éstos horadaren mi cuerpo, o después que este mi cuero horadado fuere y deshecho, veré a Dios en mi carne; que es, tornaré resucitando a la vida y veré a Dios en ella, que viene a ser la misma sentencia. En la cual Job, como se puede colegir de lo dicho, profetiza y confiesa la encarnación de Cristo y sus dos naturalezas humana y divina, y la venida segunda al juicio y el tiempo de ella y la cualidad del juez y la resurrección de los muertos y la vista que tendrán los buenos de Dios.

Y ansí dice:

27. Al cual yo veré por mí, y mis ojos le verán y no extraño. Esta esperanza reposa en mi seno. No le verá otro por mí, sino yo mismo le veré, porque cada uno le verá según su medida y según la capacidad que hace Dios en él por sus méritos, y no según los ajenos, como el Apóstol dice, que pagará según sus obras a cada uno. Y reposa, dice, esta esperanza en mi seno, para decir que está firme en él la esperanza de esta verdad, y tan metida en su seno, que ninguna mano de mal la sacará de él, y que con ella reposa.

Aunque el original usa en esto de otra figura, porque dice: Acabáronse mis riñones en mi seno; porque riñones tienen en la Escritura significación de deseo. Y ansí decir que sus deseos se resumen todos en su seno, es decir que se encierran todos y se concluyen en aquella esperanza con que se reposa y consuela.

Concluye:

28. Pues ¿por qué decís: Persigámosle, hallemos contra él raíz de palabra? Y pues, dice, confieso yo y conozco esto, pues espero en Dios y confieso que, acabada ésta, hay otra vida mejor que ha de dar Dios a los suyos, pues afirmo que ha de tener cuenta con

ellos, ¿por qué os persuadís de mí que soy impío, y por qué os conjuráis contra mí y decís que será bueno acosarme para sacar de mí alguna palabra que haga pública la secreta maldad de mi pecho? Acosémosle, decís, y demos en él, que ansí sacaremos de él raíz de palabra, esto es, ansí descubriremos la raíz de esta su demasiada impaciencia. Y no solamente sois poco piadosos conmigo, y no sólo me añadís más tormento, mas también me maliciáis las palabras y juzgáis con determinación que soy impío y procuráis que me descubra serlo por las muestras de fuera.
O digamos, porque el original lo concede, de aquesta manera: Por lo cual diréis: ¿Por qué le perseguimos? Y raíz de cosa hallada en mí. En que significa que les debe ya pesar a sus amigos, o que es justo les pese, de la contradicción que le han hecho.
Dice: Por lo cual diréis, esto es, diréis que, pues yo conozco y confieso lo dicho, ¿por qué le perseguimos? Esto es, mal hacemos en perseguirle. Y raíz de cosa hallada en mí, esto es (mudando la persona), pues es hallada en él raíz de palabra, que quiere decir, pues habla con fundamento y trata verdad en lo que dice y se afirma en verdadera esperanza.
Porque, dice, si no volvéis la hoja y decís y hacéis lo que os digo:
29. Temed de la faz de la espada, porque vengador de delictos la espada, y sabed que hay juicio. Dice, porque, si no, podéis temer el castigo, que eso llama la espada y entiende él de Dios; y por eso dice que vengador de delictos la espada, porque el de los hombres muchas veces es castigador de virtudes. Y dice bien el original, que dice saña, por decir vengador, porque la espada de Dios es saña de delictos porque mira a ellos y no a los delincuentes, y aborrece la maldad, pero no la persona del malo; al revés de lo que aviene en el tribunal de los hombres, a do las más veces el odio de la persona desenvaina contra el delicto el cuchillo. Y finalmente, dice, sabed que hay juicio, esto es, juicio por excelencia, que descubrirá vuestras malas intenciones en público y les dará su pena, sin torcerse ni por temor ni por ruego. 




Job - Fray Luis de León - Capítulo XVIII