Suma Teológica I Qu.36 a.3

ARTíCULO 3 El Espíritu Santo, ¿procede o no procede del Padre por el Hijo?

 Objeciones por las que parece que el Espíritu Santo no procede del Padre por el Hijo:
£Objeciones: 1£. Lo que procede de algo por alguien, no procede directamente. Así, pues, si el Espíritu Santo procede del Padre por el Hijo, no procede del Padre directamente.
 Esto parece incorrecto.
£2£. Si el Espíritu Santo procede del Padre por el Hijo, no procede del Hijo más que a causa del Padre. Pero, aquello que tiene razón de causa, es siempre preferente . Por lo tanto, procede más del Padre que del Hijo.
£3£. El Hijo tiene su ser por generación. Así, pues, si el Espíritu Santo procede del Padre por el Hijo, se sigue que antes es engendrado el Hijo, y después procede el Espíritu Santo. De este modo, la procesión del Espíritu Santo no es eterna.
 Esto es herético.
£4£. Cuando se dice que alguien obra por otro, puede decirse esto mismo al revés. Pues así como decimos que el rey obra por el bailío, así también puede decirse que el bailío obra por el rey. Pero de ningún modo decimos que el Hijo espire al -Espíritu Santo por el Padre. Por lo tanto, de ningún modo se puede decir que el Padre espire al Espíritu Santo por el Hijo.
Contra esto: está lo que dice Hilario en el libro De Trin.: Te ruego que me conserves esta religión de mi f e, para que siempre posea al Padre, esto es, a Ti, que junto contigo adore a tu Hijo y que sea merecedor de tu Espíritu Santo que lo es por tu Unigénito.
Respondo: En todas las expresiones en las cuales se dice que alguien obra por otro, la preposición por indica causalidad, refiriéndose a la causa o principio de
aquel acto. Pero como la acción es el medio entre el agente y el efecto, algunas veces el sentido causal al que se le añade la preposición por, se refiere a la causa de la acción en cuanto que procede del agente. En este caso concreto, es causa de que el agente actúe, bien se trate de una causa final, bien formal, bien efectiva, o motriz. Causa final, como si decimos que el artista obra por afán de lucro. Formal, como si decimos que obra por su arte. Motriz, como si decimos que obra por mandato de otro. Otras veces, la frase causal a la que se le añade la preposición por, es causa de la acción en cuanto que termina en el hecho.
 Como cuando decimos que el artista trabaja por el martillo. Pues no significa que el martillo sea la causa de que el artista realice su obra, sino que es la causa de que el efecto proceda del artista, y el hecho de serlo lo recibe del mismo artista. Por eso, algunos dicen que la preposición por, a veces indica directamente autoridad, como cuando decimos que el rey obra por el bailío; otras veces, indirectamente, como cuando se dice que el bailío obra por el rey.
 Así, pues, porque el Hijo tiene del Padre el hecho que de El proceda el Espíritu Santo, puede decirse que el Padre espira al Espíritu Santo por el Hijo. O que, y es lo mismo, el Espíritu Santo procede del Padre por el Hijo.
 A las objeciones:
£Soluciones: 1£. En cualquier acción hay que tener presente dos aspectos. Esto es, el supuesto agente, y el poder con que actúa. Ejemplo: El fuego calienta con el calor. Así, pues, si en el Padre y en el Hijo se analiza el poder con el que espiran al Espíritu Santo, no hay cabida para ningún medio, porque este poder es sólo uno e idéntico en ambos. No obstante, si se consideran las mismas personas que espiran, puesto que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo conjuntamente, nos encontramos con que procede del Padre directamente, en cuanto que proviene de El. Y de forma mediata, en cuanto que procede del Hijo.
 En este sentido decimos que procede del Padre por el Hijo. También decimos que Abel procedió directamente de Adán en cuanto que Adán fue su padre, y de forma mediata en cuanto que Eva fue su madre, que procedía de Adán.
 Ponemos este ejemplo aun cuando una procesión material no parece ser la más adecuada para indicar la procesión inmaterial de las personas divinas.
£2£. Si el Hijo recibiera del Padre algún poder numéricamente distinto para espirar al Espíritu Santo, se seguiría que sería como una causa segunda e instrumental.
 En este sentido procedería más del Padre que del Hijo. Pero el poder espirativo en el Padre y en el Hijo es uno e idéntico en ambos. De este modo procede igualmente de ambos. Aun cuando a veces se diga que de manera principal y propia proceda del Padre en cuanto que el Hijo recibe el poder espirativo del Padre.
£3£. Así como la generación del Hijo es coeterna con el que le engendra, de modo que no hubo Padre antes de que engrendrara al Hijo, así también la procesión del Espíritu Santo es coeterna con su principio, de manera que no fue engendrado el Hijo antes de que procediera el Espíritu Santo. Ambas procesiones son eternas.
£4£. Cuando se dice que alguien obra por otro, no siempre se puede decir lo mismo al revés. Ejemplo: No decimos que el martillo obre por el artesano. No obstante, decimos que el bailío obra por el rey, porque propio del bailío es
obrar, pues es señor de sus actos. En cambio, no es propio del martillo obrar, sino sólo ser usado. Por eso, no se le designa más que como instrumento. Se dice que el bailío obra por el rey, aun cuando la preposición por indica medio, porque cuanto más importante es un supuesto en el obrar, tanto más directamente se une su poder con el efecto, porque el poder de la causa primera se une al de la causa segunda en su efecto. Por eso, en las ciencias especulativas los primeros principios son llamados inmediatos. Así, pues, en cuanto el bailío es medio según el orden de los supuestos agentes, se dice que el rey obra por el bailío. Pero según el orden de los poderes, se dice que el bailío obra por el rey, porque el poder del rey es el que hace que la acción del bailío consiga su efecto. Entre el Padre y el Hijo no hay orden en lo que se refiere al poder, sino sólo en lo que se refiere a los supuestos. Así, se dice que el Padre espira por el Hijo, pero no al revés.

ARTíCULO 4 El Padre y el Hijo, ¿son o no son el único principio del Espíritu Santo?

 Objeciones por las que parece que el Padre y el Hijo no son el único principio del Espíritu Santo:
£Objeciones: 1£. En cuanto que son uno, no parece que el Espíritu Santo proceda del Padre y del Hijo. Tampoco que sean uno en naturaleza, porque, de ser así, el Espíritu Santo procedería también de sí mismo. Tampoco que sean uno en alguna propiedad, porque, al parecer, una misma propiedad no puede tener dos supuestos. Por lo tanto, el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo en cuanto que son varios. Consecuentemente, el Padre y el Hijo no son un único principio del Espíritu Santo.
£2£. Cuando se dice que el Padre y el Hijo son un solo principio del Espíritu Santo, no puede indicarse con eso una unidad personal, porque, de ser así, el Padre y el Hijo serían una persona. Tampoco una unidad de propiedad, porque si debido a una sola propiedad el Padre y el Hijo son un solo principio del Espíritu Santo, por lo mismo, en caso de haber dos propiedades, parece que el Padre sería dos principios, del Hijo y del Espíritu Santo. Por lo tanto, el Padre y el Hijo no son un solo principio del Espíritu Santo.
£3£. El Hijo no se relaciona más con el Padre que el Espíritu Santo. Pero el Espíritu Santo y el Padre no son un solo principio con respecto a ninguna persona divina.
 Por lo tanto, tampoco el Padre y el Hijo.
£4£. Si el Padre y el Hijo son un solo principio del Espíritu Santo, o lo es el Padre, o no lo es. Pero esto no puede darse, porque si lo es el Padre, hay que deducir que el Hijo es Padre; y si no lo es el Padre, hay que deducir que el Padre no es Padre. Por lo tanto, no hay que decir que el Padre y el Hijo sean un solo principio del Espíritu Santo.
£5£. Más todavía. Si el Padre y el Hijo son un solo principio del Espíritu Santo, parece que, al revés, hay que decir que un solo principio del Espíritu Santo es el Padre y el Hijo. Parece que esta proposición es falsa, porque al decir principio es
necesario que sustituya a la persona del Padre o a la del Hijo. En ambos casos, es falsa. Por lo tanto, también lo será la proposición el Padre y el Hijo son un solo principio del Espíritu Santo.
£6£. La unidad sustancial causa identidad. Así, pues, si el Padre y el Hijo son un solo principio del Espíritu Santo, hay que concluir que son el mismo principio.
 Pero esto es negado por muchos. Por lo tanto, no es admisible que el Padre y el Hijo sean un solo principio del Espíritu Santo.
£7£. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, por ser un solo principio de la criatura, se dice que son un solo creador. Pero el Padre y el Hijo no son un solo espirador, sino dos espiradores, como dicen muchos. Esto también concuerda con lo que dice Hilario en el II De Trin.: Hay que confesar que el Espíritu Santo viene del Padre y del Hijo, sus autores. Por lo tanto, el Padre y el Hijo no son un solo principio del Espíritu Santo.
Contra esto: está lo que dice Agustín en V De Trin.: El Padre y el Hijo no son dos principios del Espíritu Santo, sino un solo principio.
Respondo: El Padre y el Hijo son uno en todo, a no ser en aquello en que se distinguen por relaciones opuestas. Por eso, como en el hecho de ser principio del Espíritu Santo no hay relación opuesta, se deduce que el Padre y el Hijo son un solo principio del Espíritu Santo.
 Sin embargo, hay algunos que dicen que la expresión el Padre y el Hijo son un solo principio del Espíritu Santo, es impropia. Porque como la palabra principio, en singular, no indica persona, sino propiedad, dicen que tiene valor de adjetivo; y porque el adjetivo no está determinado por el adjetivo, no puede decirse correctamente que el Padre y el Hijo sean un solo principio del Espíritu Santo; a no ser que un solo, se entienda en sentido adverbial, cuyo significado, al decir son un solo principio, sería el de un solo modo. Pero por la misma razón podría decirse que el Padre es dos principios del Hijo y del Espíritu Santo, esto es, de dos modos.
 Por lo tanto, hay que decir: Aun cuando la palabra principio indica propiedad, sin embargo, la indica en sentido sustantivado. Ejemplo: La palabra padre o hijo en su aplicación a las criaturas. Por eso, el número se toma de la forma significada, como los demás sustantivos. Así, pues, como el Padre y el Hijo son un solo Dios por la unidad de forma significada por el nombre Dios, así también son un solo principio del Espíritu Santo por la unidad de propiedad significada con la palabra principio.
 A las objeciones:
£Soluciones: 1£. Considerando el poder espirativo, el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo por ser ambos uno en el poder espirativo, en cuanto que de algún modo expresa conjuntamente la naturaleza y la propiedad, como diremos más adelante (q.41 a.5). No es improcedente que una propiedad se dé en dos supuestos que tienen una sola naturaleza. En cambio, si se consideran los supuestos de la espiración, el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo en cuanto que son varios ; pues procede de ellos como el amor que los une.
£2£. Cuando se dice el Padre y el Hijo son un solo principio del Espíritu Santo, se está designando una sola propiedad, que es la forma significada por el nombre.
 Sin embargo, no se deduce que por tener varias propiedades pueda decirse que el Padre sea dos principios, porque esto implicaría la pluralidad de supuestos.
£3£. La semejan2a o desemejanza en Dios, no responde a las, propiedades, sino a la esencia. Por eso, así como el Padre no es más semejante a sí mismo que el Hijo, así tampoco el Hijo es más semejante al Padre que el Espíritu Santo.
£4£. La proposición: El Padre y el Hijo son un solo principio que es el Padre, y la proposición un solo principio que no es el Padre, no son oposiciones contradictorias. Por eso, no es necesario que una de ellas solamente sea viable.
 Pues cuando decimos el Padre y el Hijo son un solo principio, la palabra principio no supone determinadamente, sino más bien en confuso, las dos personas a la vez. Por eso, en aquel argumento está el sofisma denominado figura de dicción, consistente en pasar de una suposición confusa a una concreta.
£5£. La proposición un solo principio del Espíritu Santo es el Padre y el Hijo, también es verdadera. Porque la palabra principio no sustituye a una sola persona, sino, como dijimos (ad 4), indistintamente a las dos.
£6£. Puede decirse correctamente que el Padre y el Hijo son el mismo principio en cuanto que la palabra principio sustituye de forma confusa, indistinta y simultáneamente a las dos personas.
£7£. Algunos dicen que el Padre y el Hijo, aun cuando sean un solo principio del Espíritu Santo, sin embargo, son dos espiradores, debido a la distinción de supuestos. Así como también son dos, espirantes, porque los actos van referidos a los supuestos. Pero este argumento no es aplicable a la palabra creador. Porque el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo en cuanto que son dos personas distintas, como acabamos de decir (ad 1). En cambio, la criatura procede de las tres personas no en cuanto que sean personas distintas, sino en cuanto que son una sola esencia. Pero parece que es mucho mejor decir que el que espira tiene sentido adjetivado, y el espirador, en cambio, sustantivado. Podemos decir que el Padre y el Hijo son dos espirantes debido a la pluralidad de supuestos. Pero no dos espiradores, debido a que hay una sola espiración. Pues los nombres adjetivados tienen número en cuanto a los supuestos. En cambio, los sustantivos lo tienen en cuanto a sí mismos, atendiendo a la forma significada. Lo dicho por Hilario, que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, sus autores, hay que explicarlo diciendo que en lugar de un adjetivo puso un sustantivo.

CUESTIÓN 37 Sobre el Espíritu Santo llamado Amor

 Ahora hay que estudiar lo referente al nombre Amor. Esta cuestión plantea y exige respuesta a dos problemas: 1. ¿Es o no es el nombre propio del Espíritu Santo? 2. El Padre y el Hijo, ¿se aman o no se aman por el Espíritu Santo?

ARTíCULO 1 Amor, ¿es o no es el nombre propio del Espíritu Santo?

 Objeciones por las que parece que Amor no es el nombre propio del Espíritu Santo:
£Objeciones: 1£. Dice Agustín en XV De Trin.: Desconozco por qué así como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son llamados sabiduría, y todos no constituyen a un tiempo tres, sino una sola sabiduría, no se tiene que llamar amor al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, constituyendo todos, a un tiempo, un solo amor. Pero ningún nombre dado a cada persona en particular y a todas en conjunto es nombre propio de alguna persona. Luego Amor no es nombre propio del Espíritu Santo.
£2£. El Espíritu Santo es persona subsistente. Pero el amor no está indicado como persona subsistente: sino como una determinada acción que pasa del que ama al amado. Luego Amor no es nombre propio del Espíritu Santo.
£3£. El amor es el vínculo de los que aman; porque, según Dionisio en el 4 cap.
 De Div. Nom., es una determinada fuerza unitiva. Pero el vínculo es el medio entre aquello que une; no algo que proceda de lo que une. Así, pues, como el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, como quedó demostrado (q.36 a.2), parece que no es el amor o el vínculo del Padre y del Hijo.
£4£. Todo el que ama tiene algún tipo de amor. Pero el Espíritu Santo ama. Luego tiene algún tipo de amor. Así pues, si el Espíritu Santo es amor, será amor del amor, y espíritu del espíritu. Esto es incongruente.
Contra esto: está lo que dice Gregorio en la homilía sobre Pentecostés: El Espíritu Santo es Amor.
Respondo: En Dios, el nombre Amor puede ser tomado en sentido esencial y en sentido personal. En sentido personal, es el nombre propio del Espíritu Santo, como Palabra es el nombre propio del Hijo. Para demostrarlo, hay que tener presente que, como ya se probó (q.27 a. 1,3 y 5), en Dios hay dos procesiones: Una por el entendimiento, la de la Palabra; otra por la voluntad, la del amor. Porque la primera nos es más conocida, para indicar cada uno de los
aspectos que se pueden analizar encontramos más nombres adecuados. Pero no sucede así con la procesión del amor. Por eso hacemos uso de ciertos circunloquios para indicar la persona que resulta de tal procesión. Y las relaciones resultantes también de dicha procesión, las denominadas, tal como ya dijimos (q.28 a.4), procesión y espiración. Dichos nombres, sin embargo, atendiendo sólo a los nombres, son más de origen que de relación. Sin embargo, ambas procesiones deben ser analizadas como semejantes. Pues, así como, por el hecho de que alguien entienda algo, se produce en su mente una determinada concep- ción intelectual de lo conocido y que se llama palabra; así también, por el hecho de que alguien ama algo, se produce en quien ama una determinada impresión, por decirlo de alguna manera, de lo amado, por la cual lo amado se dice que está en quien ama como lo conocido está en quien conoce. Por todo lo cual, cuando alguien se conoce y se ama, está en si mismo no sólo por identidad sujeto-objeto, sino también como lo conocido en quien conoce y lo amado en quien ama.
 Pero por parte del entendimiento se encuentran muchos términos para indicar la relación conocedor-objeto conocido, como resulta evidente en el mismo término conocer. Y también se encuentran otros términos para indicar el proceso de la concepción intelectual, como son el mismo decir y palabra. Por eso, en Dios conocer sólo se dice en sentido esencial, porque no implica relación con la palabra que procede. Pero Palabra se dice en sentido personal, porque indica lo que procede. El mismo término decir tiene sentido nocional, porque implica la relación existente entre el principio de la Palabra y la misma Palabra.
 Por parte de la voluntad, fuera de querer y amar, que implican relación entre el que ama y lo amado, no se han aplicado otras palabras que impliquen relación entre la impresión o afección de lo amado --que se produce en el que ama por el hecho del amor-y su principio; y al revés. Por eso, al no disponer de otros términos, indicamos dichas relaciones con los de amor y querer, que es como si la Palabra fuera llamada inteligencia concebida o sabiduría engendrada.
 Así, pues, en cuanto que en el amar o en el querer no está implícita más que la relación del que ama con lo amado, amor y amar tienen sentido esencial, como lo tienen conocimiento y conocer. Pero en cuanto a los términos que usamos para expresar la relación entre lo que procede por amor y su principio, y al revés, como por amor se entiende el amor que procede, y por amar se entiende espirar el amor que procede, así Amor es nombre de persona, y los verbos querer o amar son nocionales, como lo son decir o engendrar.
 A las objeciones:
£Soluciones: 1£. Agustín habla del amor en Dios tomándolo en sentido esencial, tal como dijimos.
£2£. Entender, querer y amar, aun cuando se indiquen como acciones que pasan al objeto, sin embargo, son acciones que permanecen en quienes las hacen, como ya dijimos (q.14 a.2; q.18 a.3 ad 1); y permanecen, no obstante, implicando cierta relación con el objeto. Por eso el amor, también entre nosotros, es algo que permanece en quien ama, y la palabra mental permanece en quien la pronuncia; y sin embargo, se relacionan con el objeto amado o expresado con la palabra.
 Pero en Dios, en quien no hay accidentes, sucede algo más. Porque tanto la Palabra como el Amor subsisten. Así, pues, cuando se dice que el Espíritu Santo es el Amor del Padre hacia el Hijo o a cualquier otra cosa, no se está indicando algo que pasa a otro, sino sólo la relación entre el amor y lo amado; como en la Palabra está implícita la relación entre la Palabra y lo expresado por la Palabra.
£3£. Se dice que el Espíritu Santo es el vínculo del Padre y del Hijo en cuanto que es Amor. Porque, como el Padre se ama a sí mismo y al Hijo con un solo Amor, y al revés; en el Espíritu Santo, en cuanto que es Amor, está implícita la relación entre el Padre y el Hijo, y al revés, como la relación entre el que ama y lo amado. Pero por lo mismo que el Padre y el Hijo se aman mutuamente, es necesario que su mutuo amor, el Espíritu Santo, proceda de ambos. Así, pues, en cuanto al origen, el Espíritu Santo no es el medio, sino la tercera Persona de la Trinidad. Y en cuanto a la relación mencionada, es el vínculo entre los dos procedente de ambos .
£4£. Así como al Hijo, aun cuando conozca, no le corresponde, sin embargo, producir la Palabra, porque el entender le corresponde en cuanto Palabra que procede; así también, aun cuando el Espíritu Santo ame, tomándolo en sentido esencial, sin embargo, no le corresponde a El espirar amor, que es amar en sentido nocional; porque, así, ama en sentido esencial como Amor que procede y no como aquello de lo que procede.

ARTíCULO 2 El Padre y el Hijo, ¿se aman o no se aman por el Espíritu Santo?

 Objeciones por las que parece que el Padre y el Hijo no se aman por el Espíritu Santo:
£Objeciones: 1£. Agustín, en el VII De Trin., prueba que el Padre no es sabio por sabiduría engendrada. Pero, así como el Hijo es sabiduría engendrada, así también el Espíritu Santo es Amor que procede, como ya se dijo (a.1). Por lo tanto, el Padre y el Hijo no se aman con el Amor que procede y que es el Espíritu Santo.
£2£. Cuando se dice: El Padre y el Hijo se aman por el Espíritu Santo, el verbo amar tiene sentido esencial o nocional. Pero tomado en sentido esencial, la frase no puede ser verdadera, porque, por el mismo motivo, podría decirse que el Padre conoce por el Hijo. Tomado en sentido nocional, tampoco puede ser verdadera, porque, por el mismo motivo, podría decirse que el Padre y el Hijo espiran por el Espíritu Santo, o que el Padre engendra por el Hijo. Por lo tanto, de ninguna manera es verdadera la frase el Padre y el Hijo se aman por el Espíritu Santo.
£3£. Es el mismo el amor con el que el Padre ama al Hijo, se ama a sí mismo y nos ama a nosotros. Pero el Padre no se ama por el Espíritu Santo. Porque ningún acto nocional vuelve sobre su principio; pues no puede decirse: El Padre se engendra o el Padre se espira. Luego tampoco puede decirse que el Padre se ama por el Espíritu Santo, si amar se toma en sentido nocional. Por lo mismo, el amor con que nos ama no puede ser el Espíritu Santo, porque implicaría relación con la criatura, y esto pertenece a la esencia. Por lo tanto, es falsa la frase: El Padre ama al Hijo por el Espíritu Santo.
Contra esto: está lo que dice Agustín en el VI De Trin.: El Espíritu Santo es por quien el Engendrado es amado por el Progenitor y por quien ama al Progenitor.
Respondo: Este problema entraña dificultad cuando en la frase: El Padre ama al Hijo por el Espíritu Santo, el ablativo se toma en sentido causal, por lo cual parece que el Espíritu Santo sea el principio del amarse el Padre y el Hijo. Esta acepción es inaceptable. Por eso algunos dijeron que la frase: El Padre y el Hijo se aman por el Espíritu Santo, es falsa. Añaden que Agustín se retractó de esta frase de modo equivalente cuando se retractó de esta otra: El Padre es sabio con sabiduría engendrada.
 Otros dijeron que se trata de una proposición impropia, cuya explicación es: El Padre ama al Hijo por el Espíritu Santo, esto es, por amor esencial, que se apropia al Espíritu Santo.
 Otros dijeron que el ablativo tiene sentido de signo, y se aplica diciendo: El Espíritu Santo es signo de que el Padre ama al Hijo, esto es, en cuanto procede de ellos como amor.
 Otros dijeron que el ablativo tiene sentido causal formal, porque el Espíritu Santo es el amor con el que formalmente el Padre y el Hijo se aman mutuamente.
 Otros dijeron que el ablativo tiene sentido de efecto formal. Estos son los que más se acercaron a la verdad.
 Para demostrarlo, hay que tener presente que, como las cosas generalmente son llamadas por sus formas, como blanco por la blancura, hombre por su humanidad, todo aquello que es llamado por algo, en cuanto a esto tiene razón de forma. Ejemplo: Este está cubierto por el vestido. Este ablativo tiene sentido causal formal, aun cuando no sea forma. Así, sucede que algo puede ser llamado por lo que procede de él mismo, y no sólo como el agente por la acción, sino también como por el objetivo de la misma acción, que es el efecto, cuando el mismo efecto está indicado en el concepto de acción. Ejemplo: Decimos que el fuego calienta por la calefacción, aun cuando la calefacción no sea calor, que es la forma del fuego, sino la acción producida por el fuego. Otro ejemplo: Decimos que el árbol florece por las flores, aun cuando las flores no sean la forma del árbol, sino determinados efectos que surgen de ella misma.
 Por lo tanto, en esta línea hay que decir que en Dios amar es tomado en dos sentidos: Esencial y nocional. En sentido esencial, el Padre y el Hijo no se aman por el Espíritu Santo, sino por su esencia. Por eso dice Agustín en XV De Trin.: ¿Quién se atreverá a decir que el Padre no-se ama a sí mismo, al Hijo y al Espíritu Santo más que por el Espíritu Santo? En esto se fundamentan las primeras opiniones mencionadas. En sentido nocional, amar no es más que espirar amor, como decir es producir palabras, y florecer, flores. Por lo tanto, así como se dice que el árbol florece por las flores, así también se dice que el Padre se habla y habla a la criatura por la Palabra o el Hijo; y se dice también que el Padre y el Hijo se aman y nos aman por el Espíritu Santo o Amor que procede.
 A las objeciones:
£Soluciones: 1£. En Dios ser sabio o inteligente no tiene más sentido que el esencial. Así, no puede decirse que el Padre sea sabio o inteligente por el Hijo. Pero amar se toma en sentido no sólo esencial, sino también nocional. Por eso podemos decir que el Padre y el Hijo se aman por el Espíritu Santo, tal como quedó establecido.
£2£. Aun cuando en el concepto de alguna acción esté implicado un determinado efecto, el principio de la acción puede ser llamado o por la acción o por el efecto. Así podemos decir que el árbol florece por floración o por las flores. Pero cuando en la acción no está incluido un determinado efecto, entonces el principio de la acción no puede ser llamado por el efecto, sino sólo por la acción; pues no decimos que el árbol produce la flor por la flor, sino por la producción de la flor.
 Así, pues, al decir espira o engendra, está incluido sólo el acto nocional. Por eso, no podemos decir que el Padre espire por el Espíritu Santo o que engendre por el Hijo. Sí podemos decir que el Padre habla por la Palabra --como persona que procede--, y que habla por la dicción --como acto nocional--. Porque decir, cuando indica producir la Palabra, implica una determinada. persona que procede. Por lo mismo, amar, en sentido nocional, indica producir amor. Así, puede decirse que el Padre ama al Hijo por el Espíritu Santo --cerno persona que procede--, y por el mismo amor --como acto nocional.
£3£. El Padre no sólo ama al Hijo por el Espíritu Santo, sino que también se ama a sí mismo y nos ama a nosotros. Porque, según se dijo (a.1), amar, tomado en sentido nocional, no sólo implica la producción de la persona divina, sino también la persona producida por amor que guarda relación con lo amado. Por eso, así como el Padre se habla y habla a toda criatura por la palabra engendrada, en cuanto que la Palabra engendrada representa suficientemente al Padre y a toda criatura: así también se ama y ama a toda criatura por el Espíritu Santo, en cuanto que el Espíritu Santo procede como Amor de la primera bondad por la que el Padre se ama y ama a toda criatura. Resulta evidente también que la relación con la criatura implicada en la Palabra y en el Amor que procede, es algo secundario; esto es, en cuanto que la verdad y la bondad divina son el principio del conocer y del amar a toda criatura.

CUESTIÓN 38 Sobre el Espíritu Santo llamado Don

 Ahora hay que analizar lo referente al nombre Don. Esta cuestión plantea y exige respuesta a dos problemas: 1. Don, ¿puede o no puede ser nombre personal? 2. ¿Es o no es propio del Espíritu Santo?

ARTíCULO 1 Don, ¿es o no es nombre personal?

 Objeciones por las que parece que Don no es nombre personal:
£Objeciones: 1£. En Dios todo nombre personal implica alguna distinción. Pero el nombre Don no implica distinción alguna, pues dice Agustín en XV De Trin.: El Espíritu Santo se da como don de Dios para que El también se dé a sí mismo como Dios. Luego Don no es nombre personal.
£2£. A la esencia divina no le corresponde ningún nombre personal. Pero la esencia divina es el Don que el Padre da al Hijo, como dice Hilario en IX De Trin.
Luego Don no es nombre personal.
£3£. Según el Damasceno, en Dios nada está sometido, ni hay servidumbre. Pero el don implica cierta dependencia tanto para quien lo da como para quien lo recibe. Luego Don no es nombre personal.
£4£. El Don implica relación con la criatura, y así parece que se dice de Dios desde el tiempo. Pero en Dios los nombres personales, como Pa- dre e Hijo, se dicen desde la eternidad. Luego Don no es nombre personal.
Contra esto: está lo que dice Agustín en XV De Trin.: Así como el cuerpo carnal no es más que carne, así también el don del Espíritu Santo no es más que Espíritu Santo.
Respondo: En el nombre don está implícita la aptitud para ser dado. Y lo que se da implica relación tanto con el que lo da como con aquel a quien se da; pues alguien no lo daría si no fuera suyo, y lo da a alguien para que sea suyo.
 Se dice que la Persona divina es de alguien, o por el origen, como el Hijo es del Padre, o porque la tiene por otro. Se dice que tenemos algo cuando libremente, tal como queremos, podemos usarlo y disfrutarlo. En este sentido, la Persona divina no puede ser tenida más que por la criatura racional unida a Dios. Otras criaturas pueden ser movidas en cierta manera por la persona divina; sin embargo, no de tal manera que en ellas esté la capacidad para disfrutar la Persona divina o usar sus efectos. A esto, algunas veces llega la criatura
racional, como por ejemplo, es hecha partícipe de la Palabra divina o del Amor, a fin que pueda libremente conocer a Dios en verdad y amarle como corresponde. De ahí que sólo la criatura racional pueda tener la Persona divina.
 Pero el hecho de llegar a tenerla no puede conseguirlo con sus propias fuerzas; siendo necesario que se le conceda desde arriba; pues decimos que nos es dado lo que nos proviene de fuera. Así, a la Persona divina le corresponde darse y ser Don.

 A las objeciones:
£Soluciones: 1£. El nombre Don implica distinción personal, en cuanto que, por el origen, se dice que el don es de alguien. Sin embargo, el Espíritu Santo se da a sí mismo, en cuanto que se pertenece pudiéndose usar o, mejor, disfrutar, como también decimos que el hombre libre dispone de sí mismo. Es esto lo que dice Agustín en Super loan., cuando escribe: ¿Qué hay más tuyo que tú mismo? O, mejor dicho, es necesario que, de algún modo, el don sea de quien lo da. Pero la frase ser de quien lo da tiene varios sentidos. 1) Uno, sentido de identidad, como dice el mismo Agustín en Super Ioan. En este sentido don y dador no se distinguen, sólo se distinguen de aquel a quien se da. Así es como se dice que el Espíritu Santo se da a sí mismo. 2) Otro, el sentido de pertenencia. Cuando algo es de alguien, como la propiedad o el siervo. En este sentido, es necesario que don y dador se distingan esencialmente. Así es como el don de Dios es algo creado. 3) El tercer sentido, cuando se dice que algo es de alguien sólo por su origen. Así, el Hijo es del Padre, y el Espíritu Santo es de ambos. En este sentido, don y dador se distinguen personalmente, y, por lo tanto, don es nombre personal.
£2£. La esencia divina es don del Padre en el primer sentido; porque la esencia es del Padre por identidad.
£3£. En Dios, Don, en cuanto nombre personal y con respecto al dador, no implica sometimiento, sino sólo origen. Y con respecto a quien lo recibe, implica, como se ha dicho, libre uso y disfrute.
£4£. No se llama don porque algo sea realmente dado, sino porque algo tiene aptitud para ser dado. Por eso, la Persona divina es llamada Don desde la eternidad, aun cuando el nombre se le dé desde el tiempo. Sin embargo, tampoco por el hecho de implicar relación con la criatura se requiere que sea esencial; sino que en su concepto esté incluido algo esencial, como la esencia está incluida en el concepto de persona, como ya se dijo anteriormente (q.34 a.3 ad 1).


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