Suma Teológica III Qu.85

CUESTIÓN 85 La penitencia, considerada como virtud

Corresponde ahora estudiar la penitencia como virtud (cf. q.84, introd.).
Esta cuestión plantea y exige respuesta a seis problemas: 1. ¿Es la penitencia una virtud? 2. ¿Es una virtud especial? 3. ¿En qué clase de virtud está contenida? 4. El sujeto de esta virtud. 5. ¿Cuál es su causa? 6. Su relación con las otras virtudes.

ARTíCULO 1 ¿Es la penitencia una virtud?

Objeciones por las que parece que la penitencia no es una virtud.
Objeciones: 1. La penitencia es uno de los siete sacramentos, como se ha dicho ya (III 65,1 III 84,1). Pero ninguno de los otros sacramentos es una virtud. Luego tampoco la penitencia es una virtud.
2. Según dice el Filósofo en IV Ethic. , la vergüenza no es una virtud, tanto porque es una pasión que lleva consigo una alteración fisiológica como porque no corresponde a la disposición de quien es perfecto, ya que tiene su origen en un acto deshonesto, el cual no puede tener lugar en un hombre virtuoso. Pero, de modo semejante, la penitencia es una pasión acompañada de una alteración fisiológica, o sea, del llanto, según las palabras de San Gregorio: Arrepentirse es llorar los pecados pasados. Y recae también sobre acciones torpes, que son los pecados, que no tienen lugar en un hombre virtuoso. Luego la penitencia no es una virtud.
3. El Filósofo afirma en IV Ethic.: No hay uno que sea tonto entre las personas virtuosas. Ahora bien, parece tonto dolerse de algo cometido en el pasado, que ya no puede dejar de existir, lo cual, sin embargo, es objeto de la penitencia.
Luego la penitencia no es una virtud.
Contra esto: los preceptos de la ley tienen por objeto actos de virtud, puesto que, como se dice en II Ethic.: El legislador pretende hacer ciudadanos virtuosos. Pero en la ley divina, según Mt 3,2), hay un precepto que ordena la penitencia: Haced penitencia, etc. Luego la penitencia es una virtud.
Respondo: Como consta por lo dicho (II-II 84,8 II-II 84,10 ad 4), arrepentirse significa dolerse de una acción propia cometida anteriormente. Ahora bien, también acabamos de decir (II-II 84,9 ad 2) que el dolor o la tristeza pueden entenderse de dos maneras. Primera, como pasión del apetito sensitivo, y en este aspecto la penitencia no es una virtud, sino una pasión.
Segunda, como acto de la voluntad. Y en este sentido se verifica con una elección. Y si esta elección es recta, necesariamente es un acto de virtud.
Porque se dice en II Ethic. que la virtud es un habito conforme a la recta razón.
Ahora bien, está conforme con la recta razón el que uno se duela de lo que debe dolerse. Y esto es prácticamente lo que encontramos en la penitencia, de la que hablamos aquí. Porque el penitente concibe un moderado dolor de los pecados pasados con intención de hacerlos desaparecer. Por consiguiente, queda demostrado que la penitencia, de la que hablamos aquí, es una virtud o un acto de virtud.
A las objeciones:
Objeciones: 1. Como se ha manifestado ya (III 84,2 ad 1.2), en el sacramento de la penitencia los actos humanos hacen de materia, lo cual no sucede en el bautismo ni en la confirmación. Y, por eso, puesto que la virtud es principio del acto humano, la penitencia, más que el bautismo o la confirmación, es una virtud o un acto realizado bajo el influjo de una virtud.
2. La penitencia, como pasión, no es una virtud, según se ha afirmado. Y es en cuanto pasión como la penitencia implica una alteración fisiológica. Pero como acto de la voluntad que implica una elección recta, sí es una virtud.
Lo cual puede decirse más de la penitencia que de la vergüenza. Porque la vergüenza se refiere al hecho deshonesto como presente, mientras que la penitencia se refiere al hecho deshonesto en cuanto pasado. Ahora bien, es incompatible con la perfección de la virtud que uno cometa en el presente un acto deshonesto, del que pudiera avergonzarse. Pero no es incompatible con la virtud el que uno haya cometido en el pasado acciones deshonestas, de las que sea necesario arrepentirse, cuando uno, de vicioso, se convierte en virtuoso.
3. Dolerse del pasado con la intención de que el pasado no haya existido es una tontería. Pero no es esto lo que pretende el penitente, sino que su dolor es desagrado y reprobación de lo ocurrido en el pasado con la intención de eliminar las consecuencias, o sea, la ofensa de Dios y el débito de la pena. Y esto no es una tontería.

ARTíCULO 2 ¿Es la penitencia una virtud especial?

Objeciones por las que parece que la penitencia no es una virtud especial.
Objeciones: 1. Parece que alegrarse del bien realizado y dolerse del mal cometido son actos de la misma naturaleza. Ahora bien, el gozo del bien realizado no constituye una virtud especial, sino que es un sentimiento laudable que proviene de la candad, como afirma San Agustín en XIV De Civ. Dei, por lo que dice el Apóstol en 1Co 13,6) que la caridad no se alegra de la injusticia, sino que se alegra de la verdad. Luego, por la misma razón, la penitencia, que es dolor de los pecados pasados, no es una virtud especial, sino un sentimiento que brota de la caridad.
2. toda virtud especial tiene una materia especial, porque los hábitos se distinguen por los actos, y los actos, por los objetos. Pero la penitencia no tiene una materia especial, ya que son su materia los pecados pasados, de cualquier clase que sean. Luego la penitencia no es una virtud especial.
3. Una cosa no es eliminada más que por su contrario. Ahora bien, la penitencia elimina todos los pecados. Luego es contraria a todos los pecados. Luego no es una virtud especial.
Contra esto: en la ley, como acabamos de ver (a. 1 s.c.), hay un precepto especial sobre la penitencia.
Respondo: Como hemos explicado en la Segunda Parte (I-II 54,2-3 II-II 52,1), la distinción específica de los hábitos es conforme a la especie de sus actos. Por eso, donde hay un acto especialmente laudable, es necesario que allí haya un hábito especial de virtud. Ahora bien, es claro que en la penitencia hay un acto laudable específicamente distinto, o sea, el empeño de destruir el pecado pasado, en cuanto que es ofensa a Dios, que no cuadra con el concepto de ninguna otra virtud. Luego es necesario admitir que la penitencia es una virtud especial.
A las objeciones:
Objeciones: 1. Un acto puede derivarse de la caridad de dos maneras. Primera, como emanado de ella misma. Y este acto virtuoso no requiere otra virtud que la misma caridad, como es, por ej., amar el bien, alegrarse de él y entristecerse de su contrario. Segunda, cuando un acto procede de la caridad como imperado por ella. Y, en este sentido, puesto que la caridad impera sobre todas las virtudes dirigiéndolas a su fin, un acto que procede de la caridad puede pertenecer también a otra virtud especial.
Luego si en el acto de la penitencia se considera solamente el disgusto del pecado pasado, el acto pertenece entonces directamente a la caridad, lo mismo que la alegría de los bienes pasados. Pero la intención de esforzarse en la destrucción del pecado pasado requiere una virtud especial imperada por la caridad.
2. La penitencia tiene, efectivamente, una materia genérica, en cuanto que se refiere a todos los pecados. Sin embargo, los considera bajo un aspecto especifico, en cuanto que son reparables por el acto del hombre que coopera con Dios a su justificación.
3. Cualquier virtud especial excluye el hábito del vicio opuesto, de la misma manera que lo blanco excluye lo negro en el mismo sujeto. Pero la penitencia excluye todos los pecados de una manera efectiva esforzándose en la destrucción del pecado, en cuanto que es remisible con la gracia divina y la cooperación del hombre. Luego no se sigue que sea una virtud general.

ARTíCULO 3 ¿Es la virtud de la penitencia una especie de justicia?

Objeciones por las que parece que la virtud de la penitencia no es una especie de justicia.
Objeciones: 1. La justicia no es una virtud teologal, sino moral, como se demostró en la Segunda Parte (I-II 59,5 I-II 62,2-3). Pero la penitencia parece ser una virtud teologal, ya que tiene a Dios por objeto: porque satisface a Dios y reconcilia al pecador con Dios. Luego parece que la penitencia no es una parte de la justicia.
2. Puesto que la justicia es una virtud moral, consiste en el justo medio. Pero la penitencia no consiste en el justo medio, sino en un cierto exceso, según las palabras de Jr 6,26: Llora como se llora la muerte del unigénito, con llanto amargo. Luego la penitencia no es una especie de justicia.
3. Son dos las especies de la justicia, como se dice en V Ethic., a saber: la distributiva y la conmutativa. Ahora bien, parece que la penitencia no está contenida en ninguna de ellas. Luego parece que la penitencia no es una especie de justicia.
4. Comentando las palabras de Lc 6,21: Bienaventurados los que ahora lloráis, dice la Glosa: Aquí está la prudencia, por la que se demuestra cuan miserables son las cosas terrenas y cuan dichosas las celestiales. Pero llorar es un acto de la penitencia. Luego la penitencia se encuadra mejor en la prudencia que en la justicia.
Contra esto: dice San Agustín en su libro De Poenitentiaz: La penitencia es una cierta venganza de quien se siente arrepentido, el cual no deja de castigar en sí mismo lo que le duele haber cometido. Pero tomar venganza pertenece a la justicia, por lo que Cicerón en su Rhetorica consideraba la vindicativa como una especie de la justicia. Luego parece que la penitencia es una especie de justicia.
Respondo: Como acabamos de expresar (a. 2), la penitencia no es una virtud especial por dolerse del mal cometido solamente, ya que para esto sería suficiente la caridad, sino por dolerse el penitente del pecado cometido en cuanto ofensa de Dios con propósito de enmienda. Ahora bien, la enmienda de la ofensa cometida contra alguien no se realiza solamente con la sola cesación de la ofensa, sino que exige además una compensación. Esta compensación tiene lugar, como la retribución, en las ofensas cometidas contra otro; con la diferencia de que la compensación viene de parte de quien ha ofendido, por ej., mediante la satisfacción. Mientras que la retribución es la parte ofendida quien la pide. Pero ambas cosas pertenecen a la justicia, puesto que en ambas hay una especie de intercambio. Queda, pues, demostrado que la penitencia, en cuanto virtud, es una parte de la justicia.
Debe recordarse, sin embargo, que, según el Filósofo en V Hthic., hay dos clases de justicia: absoluta y relativa. Pues bien, la justicia absoluta solamente se da entre iguales, porque la justicia es una cierta igualdad. Y a esta justicia él la llama justicia política o civil, puesto que los ciudadanos son iguales en cuanto hombres libres, sometidos inmediatamente al príncipe.
Pero la justicia relativa es la que existe entre aquellas personas una de las cuales está bajo la potestad de otra, como, por ejemplo, el siervo bajo el señor, el hijo bajo el padre, la esposa bajo el esposo. Y ésta es la justicia que se realiza en la penitencia. Por la que el hombre recurre a Dios con propósito de enmienda: como el siervo a su señor, según las palabras de Ps 122,2: Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores, así nuestros ojos en el Señor, nuestro Dios, esperando su misericordia; y como el hijo a su padre, según las palabras de Lc 15,18: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; y como la esposa al esposo, según aquello de Jr 3,1: Aunque fornicaste con tantos amantes, vuelve a mí, dice el Señor.
A las objeciones:
Objeciones: 1. La justicia, como se afirma en V Ethic., dice relación a otro. Ahora bien, aquel a quien se refiere la justicia no es materia de esta virtud, sino más bien las cosas que se distribuyen o se cambian. Por eso tampoco es Dios la materia de la penitencia, sino los actos humanos, mediante los cuales se ofende o se desagravia a Dios. Y Dios es aquel a quien la justicia se ordena. De lo cual se deduce que la penitencia no es una virtud teologal, porque no tiene a Dios por materia u objeto.
2. El justo medio es la igualdad que se establece en aquellos entre los cuales hay justicia, como se confirma en V Ethic.. Entre algunas personas, sin embargo, no se puede establecer la perfecta igualdad, dada la superioridad de alguna de ellas, como ocurre entre el hijo y el padre, y entre el hombre y Dios, según afirma el Filósofo en VIII Ethic.. Por lo que, en tales casos, el que es inferior debe hacer cuanto pueda. Pero esto no será suficiente, solamente lo será con la aceptación del superior. Y esto es lo que se le asigna por exceso a la penitencia.
3. De la misma manera que se da un cierto intercambio en los beneficios cuando, por ej., uno por un beneficio recibido concede una gracia, así también hay un intercambio en las ofensas cuando uno, por la ofensa cometida contra otro, es castigado contra su voluntad, lo cual pertenece a la justicia vindicativa, o da una recompensa voluntariamente, lo cual pertenece a la penitencia, que dice orden a la persona del pecador como la justicia vindicativa a la persona del juez. Por lo cual aparece claro que ambas son parte de la justicia conmutativa.
4. La penitencia, aunque directamente sea una especie de justicia, abarca en cierto modo elementos que pertenecen a todas las virtudes. Porque en cuanto que es una cierta justicia del hombre para con Dios, necesariamente participa de ciertos aspectos de las virtudes teologales, que tienen a Dios por objeto. Así pues, la penitencia incluye: la fe en la pasión de Cristo, por la cual somos justificados de nuestros pecados; la esperanza del perdón, y el odio de los vicios, lo cual pertenece a la caridad. En cuanto que es una virtud moral, participa algo de la prudencia, que es la regidora de todas las virtudes morales.
Pero bajo el aspecto mismo de justicia, no sólo posee lo propio de la justicia, sino también lo de la templanza y la fortaleza: porque las cosas que causan deleite —moderado por la templanza—, o las cosas que provocan el terror - moderado por la fortaleza—, se convierten en materia de conmutación, o sea, de justicia. Y, según esto, a la justicia pertenece el abstenerse de los deleites (propio de la templanza) y el soportar los sufrimientos (propio de la fortaleza).

ARTíCULO 4 ¿Es la voluntad sujeto propio de la penitencia?

Objeciones por las que parece que la voluntad no es el sujeto propio de la penitencia.
Objeciones: 1. La penitencia es una especie de tristeza. Pero la tristeza reside en el apetito concupiscible, lo mismo que el gozo. Luego el sujeto de la penitencia es el apetito concupiscible.
2. La penitencia es una especie de venganza, como dice San Agustín en su libro De Poenitentiaz. Pero la venganza parece pertenecer al apetito irascible, porque la ira es un apetito de venganza. Luego parece que el sujeto de la penitencia es el apetito irascible.
3. Lo pasado es el objeto propio de la memoria, según dice el Filósofo en su libro De Memoria. Ahora bien, ya se dijo (a. 1 ad 2.3) que la penitencia trata de cosas pasadas. Luego el sujeto de la penitencia es la memoria.
4. Ninguna cosa puede actuar donde no está. Pero la penitencia elimina los pecados de todas las potencias del alma. Luego la penitencia reside en todas las potencias del alma, y no sólo en la voluntad.
Contra esto: la penitencia es una especie de sacrificio, según las palabras de Ps 50,19: El sacrificio agradable a Dios es un corazón contrito. Pero el ofrecimiento de un sacrificio es un acto de la voluntad, según Ps 53,8: Te ofreceré un sacrificio voluntario. Luego la penitencia reside en la voluntad.
Respondo: De la penitencia podemos hablar en dos sentidos. Primero, como pasión. Y, en este sentido, puesto que es una especie de tristeza, reside en el apetito concupiscible como en su propio sujeto.
Segundo, como virtud. Y, en este sentido, como se ha dicho ya (a. 3), es una especie de justicia. Ahora bien, la justicia, como se dijo en la Segunda Parte, tiene como sujeto el apetito racional, que es la voluntad. Luego queda claro que la penitencia, como virtud, reside en la voluntad como en su propio sujeto. Y su acto propio es ofrecer reparaciones a Dios por las faltas cometidas contra él.
A las objeciones:
Objeciones: 1. El argumento considera la penitencia como pasión.
2. El deseo de venganza por pasión pertenece al apetito irascible. Pero el deseo o la toma de venganza racional contra uno mismo o contra otro pertenece a la voluntad.
3. La memoria es una facultad que conoce el pasado. Pero la penitencia no pertenece a la facultad cognoscitiva, sino a la apetitiva, que presupone ya el conocimiento. Luego la penitencia no está en la memoria, sino que la supone.
4. La voluntad, como se afirmó en la Primera Parte (I 72,4 II-II 9,1), mueve todas las demás potencias del alma. Por lo que nada impide que la penitencia, aun existiendo en la voluntad, influya sobre las demás potencias del alma.

ARTíCULO 5 ¿Tiene la penitencia su origen en el temor?

Objeciones por las que parece que la penitencia no tiene su origen en el temor.
Objeciones: 1. La penitencia comienza por el desagrado de los pecados. Ahora bien, esto pertenece a la caridad, como se ha dicho ya (a. 2 ad 1; a. 3). Luego la penitencia tiene su origen más en el amor que en el temor.
2. Los hombres son movidos a la penitencia en espera del reino de los cielos, según las palabras de Mt 4,17: Haced penitencia, porque se acerca el reino de los cielos. Pero el reino de los cielos es objeto de esperanza. Luego la penitencia procede más de la esperanza que del temor.
3. El temor es un acto interior del hombre. Pero la penitencia no parece proceder de un acto del hombre, sino más bien de una actuación de Dios, según las palabras de Jr 31,19: Después que me convertiste hice penitencia. Luego la penitencia no procede del temor.
Contra esto: dice (Is 26,17: Como la mujer encinta, cuando se le acerca el momento del parto, se retuerce y grita en sus dolores, eso hemos venido a ser nosotros por la penitencia. Y un poco después continúa el texto según otra versión: Por tu temor, Señor, hemos concebido y hemos parido y hemos dado a luz un espíritu de salvación, o sea, de penitencia saludable, como se dice en lo que precede Is 26). Luego la penitencia procede del temor.
Respondo: De la penitencia podemos hablar en dos sentidos. Primero, en cuanto que es un hábito, y en este sentido nos es infundido inmediatamente por Dios, sin nosotros como operadores principales, pero no sin nosotros como operadores dispositivamente con ciertos actos.
Segundo, podemos hablar de la penitencia refiriéndonos a los actos con los que nosotros cooperamos con Dios, que actúa en la penitencia. El primer principio de estos actos es la actuación de Dios, que convierte nuestro corazón, según las palabras de Lm 5,21: Conviértenos a ti, Señor, y nos convertiremos. El segundo acto es un movimiento de fe. El tercer acto es un movimiento de temor servil por el que uno se aparta de los pecados por temor al castigo. El cuarto acto es un movimiento de esperanza por el que uno hace propósito de enmienda con la esperanza de obtener el perdón. El quinto acto es un movimiento de caridad por el que uno detesta el pecado en sí mismo, y no ya por el miedo al castigo. El sexto acto es un movimiento de temor filial por el que uno ofrece a Dios voluntariamente su enmienda por reverencia hacia él.
Así pues, queda claro que el acto de la penitencia tiene su origen en el temor servil como en un primer movimiento afectivo que se orienta hacia ella, pero tiene su origen en el temor filial como en su principio próximo e inmediato.
A las objeciones:
Objeciones: 1. El pecado comienza por desagradar al hombre, sobre todo al pecador, antes por el castigo, en el que se fija el temor servil, que por la ofensa de Dios o la fealdad del pecado, que es lo propio de la caridad.
2. El advenimiento del reino de los cielos significa la venida del rey no sólo para premiar, sino también para castigar. Por lo que en Mt 3,7) decía Juan el Bautista: Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira venidera? 3. También el acto de temor procede de Dios, que es quien convierte el corazón. Por lo que se dice en Dt 5,29: ¿Quién les dará un espíritu tal que me teman? Y así, por el hecho de que la penitencia procede del temor, no se excluye el que proceda de Dios, que es quien convierte el corazón.

ARTíCULO 6 ¿Es la penitencia la primera entre las virtudes?

Objeciones por las que parece que la penitencia es la primera entre las virtudes.
Objeciones: 1. Comentando las palabras de Mt 3,2: Haced penitencia, dice la Glosa: La primera virtud es castigar por la penitencia al hombre viejo y odiar los vicios.
2. Aún más: el abandono del punto de partida debe ser anterior al acceso al punto de llegada. Ahora bien, todas las demás virtudes parece que pertenecen al punto de llegada, ya que por todas ellas el hombre se encamina al bien obrar, mientras que la penitencia parece que se encamina al abandono del mal. Luego parece que la penitencia es anterior a todas las demás virtudes.
3. Antes que la penitencia está el pecado en el alma. Ahora bien, ninguna virtud reside en el alma juntamente con el pecado. Luego ninguna virtud es anterior a la penitencia, sino que parece que ella es la primera y la que abre la puerta a las otras con la expulsión del pecado.
Contra esto: la penitencia procede de la fe, esperanza y caridad, como acabamos de decir (a. 5). Luego la penitencia no es la primera entre las virtudes.
Respondo: Hablando de las virtudes consideradas como hábitos, no hay que buscar en ellas un orden cronológico, ya que, estando todas ellas unidas entre sí, como se afirmó en la Segunda Parte (I-II 65,3), todas empiezan a existir al mismo tiempo en el alma. Pero se dice que una es anterior a otra en orden de naturaleza, deducido del orden de actos, por cuanto el acto de una virtud presupone el de otra.
Según esto, pues, hay que afirmar que algunos actos laudables pueden preceder, incluso cronológicamente, al acto y al hábito de la penitencia, como, por ej., actos de fe y de esperanza informes, y actos de temor servil. Pero el acto y el hábito de la caridad son cronológicamente simultáneos con el acto y el hábito de la penitencia, y con el hábito de las demás virtudes, porque, como se dijo en la Segunda Parte (I-II 113,7-8), en la justificación del pecador son simultáneos el movimiento del libre albedrío hacia Dios, que es el acto de fe informado por la caridad, y el movimiento del libre albedrío contra el pecado, el cual es acto de la penitencia. Pero de estos dos actos, el primero precede naturalmente al segundo, porque el acto de la virtud de la penitencia se mueve contra el pecado bajo la moción del amor de Dios, por lo que el primer acto es razón y causa del segundo. Por consiguiente, la penitencia no es, absolutamente hablando, la primera entre las virtudes, ni con prioridad de tiempo ni con prioridad de naturaleza, porque en el orden de la naturaleza las virtudes teologales hablando en absoluto son anteriores a ella.
Sin embargo, en cierto aspecto, la penitencia es, cronológicamente hablando, anterior a todas las demás virtudes, en cuanto que su acto es el primero que se verifica en la justificación del pecador. Pero en el orden de naturaleza parece que las otras virtudes son anteriores, de la misma manera que lo que es esencial es anterior a lo que es accidental; porque las otras virtudes parece que son esencialmente necesarias para el bien del hombre, mientras que la penitencia es necesaria en un supuesto: suponiendo la existencia anterior del pecado, según se dijo ya al tratar del lugar que le correspondía al sacramento de la penitencia (III 65,4) con respecto a los otros sacramentos.
A las objeciones:
Objeciones: 1. La Glosa se refiere a que el acto de la penitencia es cronológicamente anterior a los actos de las demás virtudes.
2. En los movimientos sucesivos, el abandono del punto de partida es anterior cronológicamente al acceso al punto de llegada. También es anterior con anterioridad de naturaleza si se le considera por parte del sujeto, o sea, según el orden de la causa material. Pero, considerado según el orden de la causa agente y final, lo primero es el punto de llegada, puesto que es esto lo primero que pretende el agente. Y éste es el orden que más interesa cuando se trata de los actos del alma, como se dice en II Physiconww.
3. La penitencia abre la puerta a las demás virtudes expulsando el pecado por la virtud de la fe y la caridad, que son naturalmente anteriores. Y de tal manera les abre la puerta que ellas mismas entran al mismo tiempo con ella. Porque en la justificación del pecador, el movimiento del libre albedrío hacia Dios y contra el pecado es simultáneo con la remisión de la culpa y la infusión de la gracia, con la cual se infunden simultáneamente todas las virtudes, como se dijo en la Segunda Parte (I-II 65,3 I-II 65,5).

CUESTIÓN 86 El efecto de la penitencia en cuanto a la remisión de los pecados mortales

Y ahora vamos a estudiar los efectos de la penitencia (cf. q.84, introd.). Primero, en cuanto a la remisión de los pecados mortales (q. 86). Segundo, en cuanto a la remisión de los pecados veniales (q. 87). Tercero, en cuanto al retorno de los pecados perdonados (q. 88). Cuarto, en cuanto a la recuperación de las virtudes (q. 89).
Esta cuestión plantea y exige respuesta a seis problemas: 1. ¿Quedan borrados los pecados mortales por la penitencia? 2. ¿Pueden borrarse sin la penitencia? 3. ¿Pueden quedar perdonados unos y no otros? 4. ¿Quita la penitencia la culpa permaneciendo la pena? 5. ¿Permanecen vestigios de los pecados? 6. Borrar el pecado, ¿es efecto de la penitencia como virtud o como sacramento?

ARTíCULO 1 ¿Se borran todos los pecados con la penitencia?

Objeciones por las que parece que por la penitencia no se borran todos los pecados.
Objeciones: 1. Dice el Apóstol en He 12,17)que Esaú no encontró el perdón aunque lo buscase con lágrimas. Y la Glosa comenta: Esto es, no obtuvo el perdón y la bendición mediante el arrepentimiento. Y en 2M 9,13 se dice de Antíoco: Oraba el malvado al Señor, de quien no había de alcanzar misericordia. Luego parece que con la penitencia no se borran todos los pecados.
2. Dice San Agustín en su libro De Sermone Dom. in monte que es tanta la malicia de aquel pecado (el que comete quien, después de haber conocido a Dios por la gracia de Cristo, lucha contra la fraternidad y se agita con el ardor de la envidia contra la misma gracia), que no puede soportar la humildad de la plegaria, aun cuando su mala conciencia le impela a reconocer y denunciar su pecado. Luego no todo pecado puede ser borrado con la penitencia.
3. Dice el Señor en Mt 12,32: Quien dijere una palabra contra el Espíritu Santo no será perdonado ni en este siglo ni en el futuro. Luego no todo pecado puede ser perdonado con la penitencia.
Contra esto: se dice en Ez 18,22: No me acordaré más de todas las iniquidades que cometió.
Respondo: Dos son los motivos por los que un pecado no puede ser borrado por la penitencia. Primero, porque uno no puede arrepentirse de él. Segundo, porque la penitencia no lo puede borrar. Al primer caso pertenecen los pecados de los demonios y de los hombres condenados, los cuales no pueden ser borrados porque tienen el afecto obstinado en el mal, de tal manera que ya no les puede desagradar el pecado en cuanto a la culpa, sino sólo en cuanto a la pena que padecen. Por razón de la cual hacen una cierta penitencia, pero infructuosa, según las palabras de Sg 5,3: Haciendo penitencia y gimiendo con el espíritu angustiado. Por lo que esa penitencia no va acompañada de la esperanza del perdón, sino de la desesperación.
Ahora bien, un pecado así no puede tenerle el hombre viador, cuyo libre albedrío es flexible al bien y al mal. Por lo que es erróneo que exista un pecado en esta vida del cual uno no pueda arrepentirse. En primer lugar, porque de esta manera desaparecería el libre albedrío. En segundo lugar, porque se rebajaría la fuerza de la gracia, capaz de mover a penitencia el corazón de cualquier pecador, según las palabras de Pr 21,2: El corazón del rey está en las manos del Señor, él le dirige hacia donde le place.
Y es igualmente erróneo afirmar, con el segundo motivo, que un pecado no pueda ser borrado con una verdadera penitencia. En primer lugar, porque esto está en contradicción con la divina misericordia, de la que en Jl 2,13 se dice que es clemente y misericordioso, tardo a la cólera y está por encima de toda malicia. Dios, en efecto, sería vencido, en cierto modo, por el hombre si el hombre quisiera borrar un pecado y Dios no. En segundo lugar, porque esto rebajaría la eficacia de la pasión de Cristo, por cuya virtud obra la penitencia, como también los demás sacramentos, como está escrito en 1Jn 2,2: El es la propiciación de nuestros pecados, y no sólo de los nuestros, sino también de los del mundo entero.
Por consiguiente, se ha de afirmar en sentido absoluto que en esta vida los pecados pueden ser borrados por la penitencia.
A las objeciones:
Objeciones: 1. Esaú no hizo verdadera penitencia. Y esto se ve claro por aquello que dijo: Ya están cerca los días de duelo por mi padre, y entonces mataré a mi hermano Jacob (Gn 27,41).
Igualmente, tampoco Antíoco hizo verdadera penitencia. Porque se dolía de sus culpas pasadas no por la ofensa de Dios, sino por la enfermedad corporal que padecía (2M 9,5).
2. Esas palabras de San Agustín deben ser interpretadas de la siguiente manera: Es tanta la malicia de aquel pecado que no puede soportar la humildad de la plegaria, o sea, fácilmente, como se dice que no puede sanar quien no puede sanar fácilmente. Puede, no obstante, realizarse esto por la virtud de la gracia divina, que también, a veces, reclama desde lo profundo del mar, como dice en Ps 67,23).
3. Esa palabra o blasfemia contra el Espíritu Santo es, como afirma San Agustín en su libro De Verbis Dominiz, la impenitencia final, que es absolutamente imperdonable, porque después de esta vida ya no hay remisión de los pecados.
Pero si por blasfemia contra el Espíritu Santo se entiende el pecado que se comete con verdadera malicia, o también la blasfemia propiamente dicha contra el Espíritu Santo, se dice que no se perdona, es decir, fácilmente, porque tal pecado no tiene en sí ningún atenuante, o porque por este pecado uno es castigado en esta vida y en la futura, como explicamos en la Segunda Parte (II-II 14,3).

ARTíCULO 2 ¿Puede ser perdonado el pecado sin penitencia?

Objeciones por las que parece que el pecado puede ser perdonado sin penitencia.
Objeciones: 1. Dios no tiene menor poder sobre los adultos que sobre los niños. Ahora bien, a los niños les perdona los pecados sin penitencia. Luego también a los adultos.
2. Dios no ha vinculado su poder a los sacramentos. Pero la penitencia es uno de los sacramentos. Luego el poder divino puede perdonar los pecados sin la penitencia.
3. La misericordia de Dios es mayor que la misericordia de los hombres. Pero el hombre perdona a veces las ofensas al hombre que no está arrepentido, por lo que el mismo Señor nos manda en Mt 5,44: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian. Luego, con mucho mayor razón, Dios perdona las ofensas a los hombres impenitentes.
Contra esto: dice el Señor en Jr 18,8: Si este pueblo se arrepiente de las maldades que hizp, yo me arrepiento también del mal que había determinado hacerle. Y así se ve, por el contrario, que si el hombre no hace penitencia, Dios no le perdona su ofensa.
Respondo: Es imposible que un pecado mortal actual sea perdonado sin penitencia, hablando de la penitencia como virtud. Puesto que el pecado es una ofensa contra Dios, Dios perdona el pecado de la misma manera que perdona la ofensa cometida contra él. Ahora bien, la ofensa se opone directamente a la gracia, ya que se dice que uno está ofendido con otro cuando lo excluye de su gracia. Pero, como ya vimos en la Segunda Parte (I-II 110,1), entre la gracia de Dios y la gracia del hombre hay esta diferencia: la gracia del hombre no causa la bondad, sino que la presupone, verdadera o aparente, en el hombre gratificado; mientras que la gracia de Dios causa la bondad en el hombre gratificado, porque la buena voluntad de Dios, significada con el nombre de gracia, es causa del bien creado. Por lo cual puede acontecer que un hombre perdone la ofensa que otro le infirió sin que éste se haya arrepentido de ella.
Pero no puede suceder que Dios perdone la ofensa a uno sin el arrepentimiento de éste. Pues la ofensa de un pecado mortal nace de que la voluntad del hombre se aparta de Dios para dirigir su ánimo a un bien perecedero. Por donde se ve que para la remisión de la ofensa divina es preciso que la voluntad del hombre se cambie de tal manera que se convierta a Dios con la detestación de su conversión a las criaturas y con propósito de enmienda. Y esto es lo que pertenece a la naturaleza de la penitencia en cuanto virtud. Y, por eso, es imposible que se le perdone a nadie el pecado sin la penitencia, entendida ésta como virtud.
El sacramento de la penitencia, sin embargo, se realiza por el ministerio del sacerdote que liga y absuelve, como se ha dicho ya (III 84,1 ad 2; III 84,3). Y sin él puede Dios perdonar los pecados, como Cristo perdonó a la mujer adúltera, según se lee en Jn 8,11), y a la pecadora, como se afirma en Lc 7,47-48. A las cuales, sin embargo, no les perdonó los pecados sin la virtud de la penitencia, porque, como dice San Gregorio en una Homilía: Por la grada atrajo interiormente a la penitencia a quien externamente recibió con misericordia.
A las objeciones:
Objeciones: 1. Los niños no tienen más que el pecado original, que no consiste en el desorden actual de la voluntad, sino en un desorden habitual de la naturaleza, como se dijo en la Segunda Parte (I-II 82,1). Por eso se les perdona el pecado no con un cambio actual, sino con un cambio habitual por la infusión de la gracia y las virtudes. Pero al adulto, en quien existen pecados actuales, que consisten en un desorden actual de la voluntad, no se le perdonan los pecados, ni aun en el bautismo, sin el cambio actual de la voluntad, lo cual se realiza con la penitencia.
2. El argumento sólo se fija en la penitencia como sacramento.
3. La misericordia de Dios tiene mayor poder que la misericordia del hombre por el hecho de que mueve la voluntad del hombre a la penitencia, lo cual no puede hacer la misericordia del hombre.


Suma Teológica III Qu.85