Suma Teológica III Qu.65 a.3

ARTíCULO 3 ¿Es la Eucaristía el sacramento más importante?

Objeciones por las que parece que la Eucaristía no es el sacramento más importante.
Objeciones: 1. El bien común es superior al privado, como se dice en I Ethic.. Pero el matrimonio está destinado al bien común de la especie humana mediante la generación, mientras que la eucaristía está destinada al bien privado de quien la recibe. Luego la eucaristía no es el sacramento más importante.
2. Parece que los sacramentos más importantes han de ser conferidos por ministros más importantes también. Ahora bien, los sacramentos de la confirmación y del orden son conferidos sólo por el obispo, que es un ministro de mayor rango que el simple sacerdote, que se encarga de realizar la eucaristía. Luego esos sacramentos son más importantes.
3. Los sacramentos son tanto más importantes cuanto mayor es su eficacia.
Pero algunos sacramentos imprimen carácter, como es el caso del bautismo, la confirmación y el orden, cosa que no hace la eucaristía. Luego esos otros sacramentos son más importantes.
4. Se dice que una cosa es superior cuando otras dependen de ella y no al contrario. Ahora bien, la eucaristía depende del bautismo porque nadie puede recibirla si no está bautizado. Luego el bautismo es superior a la eucaristía.
Contra esto: dice Dionisio en III De Eccl. Hier. que nadie alcanza la perfección jerárquica más que por la santísima eucaristía. Luego este sacramento es el más importante y el culmen de los demás.
Respondo: Hablando en absoluto, la eucaristía es el más importante de todos los sacramentos. Y esto resulta de tres consideraciones. Primera, porque contiene realmente a Cristo en persona, mientras que los otros contienen una virtud instrumental participada de Cristo, como se ha dicho más arriba (III 62,4 ad 3; III 62,5). Y ya se sabe que ser una cosa por esencia es más importante que serlo por participación.
Segunda, por la relación de los sacramentos entre sí. Todos los demás sacramentos están ordenados a la eucaristía como a su fin. Es claro, por ej., que el sacramento del orden está destinado a la consagración de la eucaristía, el bautismo tiende a recibirla, la confirmación dispone a no abstenerse de ella por vergüenza, la penitencia y la extremaunción preparan al hombre para recibir dignamente el cuerpo de Cristo y, finalmente, el matrimonio se aproxima a la eucaristía al menos por su significado, en cuanto que significa la unión de Cristo con la Iglesia, cuya unidad está representada en el sacramento de la eucaristía, por lo que el Apóstol dice en Ep 5,32: Este sacramento es grande, lo digo refiriéndolo a Cristo y a la Iglesia.
Tercera, por el mismo ritual de los sacramentos, porque la recepción de casi todos ellos se completa recibiendo también la eucaristía, como dice Dionisio en III De Eccl. Hier.. Y así vemos cómo los ordenados y los recién bautizados comulgan.
Ahora bien, el orden de importancia entre los otros sacramentos depende de puntos de vista. Porque, atendiendo a la necesidad, el bautismo es el más importante. Y si nos fijamos en la perfección el más importante es el del orden.
Y la confirmación ocupa entre éstos un puesto intermedio. La penitencia y la extremaunción, sin embargo, tienen un rango inferior a los anteriores porque, como se ha dicho antes (a. 2), están destinados no directa sino indirectamente a la vida cristiana, en cuanto que remedian los eventuales defectos. Entre los dos, además, la extremaunción se compara a la penitencia, como la confirmación con el bautismo, de tal modo que la penitencia es más necesaria, mientras que la extremaunción es más perfecta.
A las objeciones:
Soluciones: 1. El matrimonio persigue el bien común corporal, mientras que la eucaristía contiene sustancialmente el bien común espiritual de toda la Iglesia.
2. El orden y la confirmación habilitan a los fieles para funciones especiales que pertenecen al oficio del príncipe. Por eso, la administración de estos sacramentos es competencia del obispo, que es como un príncipe de la Iglesia.
El sacramento de la eucaristía, sin embargo, no habilita al hombre a función alguna especial, sino que este sacramento es, más bien, el fin de todas las funciones, como se ha dicho ya.
3. Ya se ha dicho (II-II 63,3) que el carácter sacramental es una participación del sacerdocio de Cristo. Por eso, el sacramento que une al hombre con el mismo Cristo en persona es más digno que el sacramento que imprime el carácter de Cristo.
4. El argumento parte del punto de vista de la necesidad, en cuyo caso el bautismo, por ser de la máxima necesidad, es también el sacramento más importante. De la misma manera que el orden y la confirmación tienen una cierta superioridad por razón de quien los administra. Y lo mismo el matrimonio, por razón de su significado. Porque puede suceder que una cosa, en un determinado aspecto, sea más importante, aunque en su realidad lo sea menos.

ARTíCULO 4 ¿Son todos los sacramentos necesarios para la salvarían?

Objeciones por las que parece que todos los sacramentos son necesarios para la salvación.
Objeciones: 1. Lo que no es necesario parece ser que es superíluo. Pero ningún sacramento es superfluo, porque Dios no hace cosas inútiles. Luego todos los sacramentos son necesarios para la salvación.
2. De la misma manera que en Jn 3,5) se dice del bautismo: El que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios, así también en Jn 6,54) se dice de la eucaristía: Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. Luego como el bautismo es necesario, también lo es la eucaristía.
3. Sin el sacramento del bautismo uno se puede salvar con tal de que sea una fuerza mayor, y no el desprecio de la religión, lo que le ha impedido su recepción, como se dirá después (III 68,2). Ahora bien, de cualquier sacramento que se trate, el desprecio de la religión impide la salvación del hombre. Luego, por la misma razón, todos los sacramentos son necesarios para conseguir la salvación.
Contra esto: los niños se salvan con sólo el bautismo sin los otros sacramentos.
Respondo: Una cosa es necesaria con respecto al fin, que es de lo que ahora se trata, de dos maneras. Una, sin la cual no se puede conseguir el fin. Así se dice necesaria la comida para mantener la vida humana. Esta es una necesidad absoluta. Otra, sin la cual no se puede conseguir el fin con tanta facilidad. Así se dice necesario el caballo para caminar. Esta no es una necesidad absoluta.
Según la primera manera de necesidad hay tres sacramentos necesarios. Dos para el individuo: el bautismo, absolutamente necesario, y la penitencia, supuesto el pecado mortal después del bautismo. El sacramento del orden es necesario para la Iglesia, porque, como se dice en Pr 11,14: Donde no hay gobernador el pueblo se derrumba.
Según la segunda manera de necesidad son necesarios los otros sacramentos, porque la confirmación perfecciona en cierto modo el bautismo; la extremaunción, la penitencia; y el matrimonio conserva la comunidad de la Iglesia con la procreación/.
A las objeciones:
Soluciones: 1. Para que una cosa no sea superflua es suficiente que sea necesaria de la primera o segunda manera. Y así son necesarios todos los sacramentos, según lo dicho.
2. Esas palabras del Señor han de ser entendidas, como dice San Agustín en Super Io., de la comida espiritual y no sólo de la sacramental.
3. El desprecio de todos los sacramentos sí es un obstáculo para la salvación.
Pero no hay desprecio del sacramento cuando uno no se cuida de recibir uno que no es necesario para la salvación. De lo contrario, quienes no reciben el sacramento del orden y los que no contraen matrimonio despreciarían estos sacramentos.

CUESTIÓN 66 El sacramento del bautismo

Ahora nos corresponde tratar de cada uno de los sacramentos en particular (cf. q.60 Introd.). En primer lugar, del bautismo. Segundo, de la confirmación (q. 72). Tercero, de la Eucaristía (q. 73).
Cuarto, de la penitencia (q. 84). Quinto, de la extremaunción (Suppl., q.29). Sexto, del orden (Ib., q.34). Séptimo, del matrimonio (Ib., q.41).
Él primero plantea una doble consideración. Primera, el bautismo en sí mismo. Segunda, la preparación del bautismo (q. 70).
La primera implica cuatro aspectos. Primero, elementos constitutivos del bautismo. Segundo, el ministro de este sacramento (q. 67). Tercero, los que reciben este sacramento (q. 68). Cuarto, el efecto de este sacramento (q. 69).
El primer aspecto plantea y exige respuesta a doce problemas: 1. ¿Consiste el bautismo en la ablución? 2. La institución de este sacramento.
3. ¿Es el agua la materia propia de este sacramento? 4. ¿Se requiere que el agua sea pura? 5. ¿Es yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo la forma adecuada de este sacramento? 6. ¿Se puede bautizar con la fórmula yo te bautizo en el nombre de Cristo? 7. ¿Es necesaria la inmersión en el bautismo? 8. ¿Se requiere la triple inmersión? 9. ¿Puede reiterarse el bautismo? 10. El rito bautismal.
1. La diversidad de bautismos.
2. La relación entre ellos.

ARTíCULO 1 ¿Consiste el bautismo en la misma ablución?

Objeciones por las que parece que el bautismo no consiste en la misma ablución.
Objeciones: 1. La ablución corporal pasa, mientras que el bautismo permanece. Luego el bautismo no consiste en la ablución, sino que es más bien regeneración y sello y custodia e iluminación, como dice San Juan Damasceno en el IV libro.
2. Dice Hugo de San Víctor que el bautismo es el agua santificada por la palabra de Dios para borrar los pecados. Pero el agua no es la ablución, sino que la ablución es un uso del agua.
3. Dice San Agustín en Super Io.: Cae la palabra sobre el elemento y se hace el sacramento. Pero el elemento es la misma agua. Luego el bautismo es la misma agua, y no la ablución.
Contra esto: se dice en Si 34,30: Quien se lava por haber tocado un muerto, y de nuevo vuelve a tocarle, ¿para qué le aprovecha su ablución? Parece, pues, que el bautismo es la misma ablución o lavado.
Respondo: En el sacramento del bautismo hay que distinguir tres cosas: lo que es sacramentum tantum, lo que es res et sacramentum y lo que es res tantum.
Pues bien, el sacramentum tantum es el elemento visible y externo, signo del efecto interior: en eso consiste la noción de sacramento. Pero lo que exteriormente impresiona los sentidos es el agua y su uso, que es la ablución.
Por eso algunos opinaron que el sacramento es el agua, como parecen decir las palabras de Hugo de San Víctor, quien define el sacramento en general diciendo que es un elemento material, y, al hablar de la definición del bautismo en concreto, dice que es el agua.
Puesto que los sacramentos de la nueva ley producen una cierta santificación, para que haya sacramento deberá producirse una santificación. Ahora bien, en el agua esta santificación no se produce, sino que en ella tiene lugar una virtud instrumental de santificación no permanente, sino fluyendo hacia el hombre, que es el sujeto de la verdadera santificación. Por lo que el sacramento no se realiza en el agua, sino en la aplicación del agua al hombre, que es la ablución.
Por eso el Maestro, en 3 Dist. IV Sent. c. l, dice que el bautismo es la ablución exterior del cuerpo realizada con las palabras prescritas.
La res et sacramentum es el carácter bautismal, que es la cosa significada por la ablución exterior y es el signo sacramental de la justificación interior. Y la res tantum es esta justificación interior, o sea, es la cosa significada sin que ella sea signo.
A las objeciones:
Soluciones: 1. En el bautismo permanecen lo que es sacramentum et res, esto es, el carácter, y lo que es res tantum, o sea, la justificación interior. El carácter, sin embargo, permanece indeleblemente, como se ha dicho ya (III 63,5), mientras que la justificación permanece de modo que se puede perder. San Juan Damasceno, por tanto, definió el bautismo no como un rito externo, que es el sacramentum tantum, sino como una realidad interna, utilizando dos denominaciones que se refieren al carácter: sello y custodia. Y esto porque el carácter, que se llama sello, custodia, de suyo, el alma en el bien. Y aplica también dos denominaciones al último efecto del sacramento: la de regeneración, porque el hombre por el bautismo comienza la nueva vida de justicia, y la de iluminación, que pertenece especialmente a la fe con la que el hombre recibe la vida sacramental, conforme a las palabras de He 2,4: el justo vive de la fe. El bautismo, en efecto, es una profesión de fe. Por eso se le denomina sacramento de la fe.
De modo semejante, Dionisio definió el bautismo con relación a los otros sacramentos diciendo en II De Eccl. Hier. que es un cierto principio que dispone nuestras almas para la oportuna recepción de las acciones sagradas prescritas para nosotros. Y también lo define con relación a la gloria celestial, que es el fin común de los sacramentos, diciendo que es camino que nos lleva al descanso celestial. Y lo define, además, con relación al principio de la vida espiritual, con estas palabras: Transmisión de nuestra sagrada y divinísima regeneración.
2. Ya hemos dicho que no se puede seguir la opinión de Hugo de San Víctor en este punto. Puede, no obstante, decirse que el bautismo es el agua considerando que el agua es el principio material del bautismo, en cuyo caso sería una denominación causal.
3. Cayendo la palabra sobre el elemento se hace el sacramento, pero no en el elemento, sino en el hombre, a quien se aplica el elemento con la ablución. Y esto es lo que significan las palabras que acompañan al elemento cuando se dice: Yo te bautizo, etc..

ARTíCULO 2 ¿Fue instituido el bautismo después de la pasión?

Objeciones por las que parece que el bautismo fue instituido después de la pasión de Cristo.
Objeciones: 1. La causa es anterior al efecto. Pero la pasión de Cristo opera en los sacramentos de la nueva ley. Luego la pasión de Cristo es anterior a los sacramentos de la nueva ley. Y muy especialmente a la institución del bautismo, puesto que dice el Apóstol en Rm 6,3: Los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte.
2. Aún más: los sacramentos de la nueva ley reciben su eficacia del mandato de Cristo. Pero Cristo dio a sus discípulos el mandato de bautizar cuando, después de su pasión y resurrección, les dijo: Id y enseñad a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, etc., como se dice en Mt 28,19). Luego parece que el bautismo fue instituido después de la pasión de Cristo.
3. Como hemos dicho ya (III 65,4), el bautismo es un sacramento necesario. Y así vemos cómo desde el momento de su institución los hombres han sido obligados a bautizarse. Pero antes de la pasión de Cristo los hombres no tenían obligación de bautizarse, ya que todavía estaba en vigor la circuncisión, que fue reemplazada por el bautismo. Luego parece que el bautismo no fue instituido antes de la pasión de Cristo.
Contra esto: dice San Agustín en un Sermón De Epiphania: Desde el momento en que Cristo se sumergió en el agua, el agua borra los pecados de todos. Pero esto sucedió antes de su pasión. Luego el bautismo fue instituido antes de la pasión de Cristo.
Respondo: Como ya se ha dicho más arriba (III 62,1), los sacramentos tienen el poder de conferir la gracia por su institución, de donde se deduce que el momento de la institución de un sacramento es cuando recibe el poder de producir su efecto. Pero el bautismo recibió este poder cuando Cristo fue bautizado. Luego en aquel momento quedó instituido el bautismo como sacramento.
Sin embargo, la obligación de bautizarse fue impuesta a los hombres después de la pasión y resurrección, sea porque en la pasión de Cristo acabaron los sacramentos prefigurativos, a los que reemplazó el bautismo y los otros sacramentos de la nueva ley, sea también porque el hombre queda configurado por el bautismo a la pasión y resurrección de Cristo en cuanto muere al pecado y comienza una nueva vida de justicia. Por eso, fue preciso que Cristo padeciese y resucitase antes de imponer a los hombres la necesidad de configurarse a su muerte y resurrección.
A las objeciones:
Soluciones: 1. También antes de la pasión de Cristo el bautismo recibía su eficacia de la pasión de Cristo en cuanto la prefiguraba, pero de distinto modo que los sacramentos de la antigua ley. Porque éstos eran solamente figuras. El bautismo, sin embargo, recibía la virtud de justificar del mismo Cristo, virtud que también hacía salvífica la pasión de Cristo.
2. No era conveniente que Cristo, venido para abolir las figuras cumplidas en él, coartase a los hombres con muchas de estas figuras. Por eso, antes de su pasión no impuso como precepto el bautismo, que ya estaba instituido, sino que quiso habituar a los hombres a recibirlo, y especialmente al pueblo judío, para el que todos los acontecimientos eran prefigurativos, como dice San Agustín en IV Contra Faustum. Pero después de la pasión y resurrección impuso como precepto la necesidad del bautismo no sólo a los judíos, sino también a los gentiles, cuando dijo: Id, enseñad a todas las gentes.
3. Los sacramentos no son obligatorios hasta que se imponen bajo precepto. Lo cual, como hemos dicho antes (in c. y ad 2), no tuvo lugar antes de la pasión.
Porque las palabras del Señor a Nicodemo según Jn 3,5: El que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios, parecen referirse más al futuro que al presente.

ARTíCULO 3 ¿Es el agua la materia propia del bautismo?

Objeciones por las que parece que el agua no es la materia propia del bautismo.
Objeciones: 1. El bautismo, según Dionisio y San Juan Damasceno, tiene una fuerza iluminativa. Pero iluminar es propio sobre todo del fuego. Luego el bautismo debe hacerse más con fuego que con agua, teniendo en cuenta especialmente que Juan el Bautista, preanunciando el bautismo de Cristo en Mt 3,11), afirmó: El os bautizará con Espíritu y con fuego.
2. En el bautismo se quiere significar el lavado de los pecados. Pero hay muchas cosas que sirven para lavar, además del agua, como el vino, el aceite y otras semejantes. Luego también con estas cosas se puede bautizar. Luego el agua no es la materia propia del bautismo.
3. Los sacramentos de la Iglesia brotaron del costado de Cristo suspendido en la cruz, como se dijo más arriba (III 62,5 s.c.). Pero de allí brotó no solamente agua, sino también sangre. Luego parece que también pueda bautizarse con sangre. Lo cual sería congruente con el efecto del bautismo, porque se dice en Ap 1,5: Nos lavó de nuestros pecados con su sangre.
4. Dicen San Agustín y San Beda que Cristo con el contacto de su carne purísima confirió a las aguas fuerza regeneradora y purificadera. Pero no todas las aguas están en comunicación con el agua del Jordán, que es la que Cristo tocó con su cuerpo. Luego parece que no se puede bautizar con cualquier agua.
En cuyo caso el agua, en cuanto tal, no es la materia propia del bautismo.
5. Si el agua en cuanto tal fuese la materia propia del bautismo, no se necesitaría hacer ninguna cosa más con ella para bautizar. Pero en la celebración del bautismo solemne se exorciza y se bendice el agua que se va a utilizar en el bautismo. Luego parece que el agua en cuanto tal no es la materia propia del bautismo.
Contra esto: el Señor dice en Jn 3,5: El que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.
Respondo: Por institución divina el agua es materia propia del bautismo. Y las conveniencias para ello son varias. En primer lugar, por la naturaleza misma del bautismo que es regeneración para la vida espiritual, función que está muy de acuerdo con el agua. De hecho, los gérmenes de todos los vivientes, tanto de plantas como de animales, son húmedos y compuestos de agua. Por lo que, basados en esto, algunos filósofos sostuvieron que el agua es el principio de todas las cosas.
En segundo lugar, por los efectos del bautismo, que son afines a las propiedades del agua. La cual, porque es húmeda, lava, lo cual es conveniente para significar y causar la ablución de los pecados. Por su frescura mitiga el exceso de calor, por lo que es apta para significar la mitigación del ardor y de la concupiscencia. Por su transparencia es permeable a la luz, y esto es muy armonizable con el bautismo, que es sacramento de la fe.
En tercer lugar, porque es apta para representar los misterios de Cristo por los que somos justificados. Porque, como dice San Juan Crisóstomo comentando las palabras de Jn 3,5: El que no nazca, etc., Sumergiéndonos la cabeza en el agua, como si fuese un I> o J sepulcro, el hombre viejo es sepultado y ocultado en el fondo, para emerger el hombre nuevo.
En cuarto lugar, porque siendo tan común y tan abundante es una materia apta para la necesidad de este sacramento, ya que puede encontrarse fácilmente en cualquier sitio.
A las objeciones:
Soluciones: 1. Iluminar pertenece al poder activo del fuego. Ahora bien, quien se bautiza no se convierte en un agente de luz, sino que es iluminado por la fe, que nace de escuchar la palabra, como se dice en Rm 10,17. Y por eso es más apta el agua para el bautismo que el fuego.
En la frase El os bautizará con Espíritu Santo y con fuego, por fuego puede entenderse, como dice San Jerónimo, el Espíritu Santo, quien, según Ac 2,3, apareció sobre los discípulos en forma de lenguas de fuego. Puede entenderse también por fuego, según San Juan Crisóstomo en Super Matth., la tribulación, porque la tribulación purifica de los pecados y disminuye la concupiscencia, o porque a los bautizados en el Espíritu Santo sólo les resta la consumación en el fuego del juicio, como dice San Hilario en Super Matth..
2. El vino y el aceite no se utilizan comúnmente para la ablución como el agua.
Ni lavan con la misma perfección, porque después de lavar con ellos queda un mal olor que no queda con el agua. Además de que esos elementos no son tan comunes ni tan abundantes como el agua.
3. Del costado de Cristo brotó agua para lavar y sangre para redimir. Por eso, a la sangre le corresponde el sacramento de la Eucaristía, y al agua, el sacramento del bautismo. El bautismo, sin embargo, recibe su fuerza purificadera de la sangre de Cristo.
4. La virtud de Cristo ha sido comunicada a todas las aguas no porque éstas estén en contacto con las del Jordán, sino por la semejanza específica. De hecho, dice San Agustín en un Sermón De Epiphania: La bendición que fluyó del bautismo del Salvador invadió, como un río espiritual, el curso de todas las aguas y los manantiales de todas las fuentes.
5. La bendición que se hace del agua no es necesaria para el bautismo, sino que pertenece a una cierta solemnidad que mueve a la devoción de los fieles e impide que la astucia del demonio obstaculice el efecto del bautismo.

ARTíCULO 4 ¿Se requiere para el bautismo que el agua esté limpia?

Objeciones por las que parece que no se requiere agua limpia para el bautismo.
Objeciones: 1. El agua que solemos tener a mano no es pura, y esto se constata especialmente en el agua del mar, con la que se mezclan tantos elementos terrestres, como dice el Filósofo en II Meteorol.. Sin embargo, con esta agua se puede bautizar. Luego no se requiere agua limpia y pura para el bautismo.
2. En la celebración solemne del bautismo se mezcla crisma con el agua. Pero esto es suficiente para que el agua no sea pura y limpia. Luego no se requiere para el bautismo agua pura y limpia.
3. El agua que brotó del costado de Cristo pendiente de la cruz era signo del bautismo, como se ha dicho ya (a. 3 ad 3). Pero aquélla no parece que fuese agua pura, porque en un cuerpo mixto, cual era el cuerpo de Cristo, los elementos no se encuentran en estado simple. Luego parece que no se requiere agua pura y limpia para el bautismo.
4. La lejía no parece que sea agua pura, ya que tiene propiedades contrarias a las del agua, como son la de calentar y secar. Sin embargo, parece que con la lejía se puede bautizar; como se puede bautizar con aguas termales que atraviesan capas sulfurosas, así también se puede bautizar con lejía filtrada a través de cenizas. Luego parece que no se requiere agua limpia para bautizar.
5. El agua de rosas se obtiene por destilación de rosas, como las aguas químicas se obtienen por destilación de algunos cuerpos. Pero con estas aguas parece que se puede bautizar, como con el agua de lluvia que se obtiene por la condensación del vapor. Y puesto que estas aguas no son puras y limpias, no parece que para bautizar se requiera el agua pura y limpia.
Contra esto: la materia propia del bautismo, como se ha dicho (a. 3), es el agua. Pero solamente el agua limpia es verdaderamente agua. Luego para bautizar se necesita agua pura y limpia.
Respondo: El agua puede perder su pureza y limpieza de dos maneras: por mezcla con otro cuerpo y por alteración. Y tanto la una como la otra pueden acontecer artificial o naturalmente. Las obras realizadas artificialmente, sin embargo, tienen menos poder que las realizadas por la naturaleza. Porque la naturaleza da la forma sustancial, mientras que artificialmente eso no se puede hacer, sino que todas las formas artificiales son accidentales, a no ser que se ponga en contacto el propio agente con la propia materia, como es el caso del fuego y del combustible. De este modo algunos consiguen producir por putrefacción algunos animales.
Así pues, cualquier transmutación operada artificialmente en el agua, sea por mezcla o alteración, no cambia la naturaleza del agua. Por tanto, con esta agua se puede bautizar, a no ser que se mezcle artificialmente tan poca cantidad de agua con otro cuerpo, que el resultado sea más otra cosa que agua, como es el caso del lodo, que es más tierra que agua, o el caso del vino aguado, que es más vino que agua.
La transmutación natural, sin embargo, a veces destruye la naturaleza del agua, y esto ocurre cuando el agua entra a formar parte sustancial de un cuerpo mixto, como sucede con el agua convertida en jugo de uva, que es vino, y no tiene ya naturaleza de agua. Otras veces, no obstante, esta transmutación natural no destruye la naturaleza del agua, ya se haga por alteración —como ocurre con el agua calentada por el sol—, ya se haga por mezcla —como sucede con el agua del río enturbiada por partículas de tierra—. Hay que decir, por tanto, que se puede bautizar con toda clase de agua, con la condición de que la alteración que se produzca en ella no destruya su naturaleza de agua.
A las objeciones:
Soluciones: 1. La transmutación producida en el agua del mar y en otras aguas que están a nuestro alcance, no es tanta que destruya la naturaleza del agua. Por eso, con estas aguas se puede bautizar.
2. La mezcla con el crisma no destruye la naturaleza del agua, como tampoco la destruye la cocción de la carne o materias similares en ella, a no ser que se disuelva en ella tal cantidad de los cuerpos cocidos, que el resultante sea más otra sustancia que agua, lo cual podrá verificarse por su espesura. Pero si de este líquido espeso se pudiera obtener agua fluida, con esta agua se puede bautizar, como también se puede bautizar con el agua obtenida del lodo, aunque con el lodo no se puede bautizar.
3. El agua que brotó del costado de Cristo pendiente de la cruz no fue un humor flemático, como algunos dijeron. Con tal humor, en realidad, no se podría bautizar, como tampoco se podría con la sangre de un animal, o con vino, o con un líquido extraído de una planta. Aquello fue un agua pura, que brotó milagrosamente del cuerpo ya muerto junto con la sangre para demostrar, contra los errores de los maniqueos, la realidad del cuerpo del Señor. El agua, en efecto, que es uno de los cuatro elementos, demostraba que el cuerpo de Cristo estaba compuesto por los cuatro elementos; y la sangre demostraba que estaba compuesto por los cuatro humores.
4. Con lejía o con aguas sulfurosas se puede bautizar, porque tales aguas no entran a formar parte natural o artificial de cuerpos mixtos, sino que solamente reciben una cierta alteración por pasar por otros cuerpos.
5. El agua de rosas es un líquido exprimido de las rosas. Por eso no se puede bautizar con ella, y, por la misma razón, tampoco con líquidos químicos, como el vino. Pero no está en el mismo caso el agua de lluvia, producida en su mayor parte por condensación del vapor de agua, y en la que casi nada subsiste del líquido de los cuerpos mixtos. Por otra parte, estos líquidos así extraídos por proceso natural, que es más fuerte que el artificial, se transforman en verdadera agua, cosa que artificialmente no se puede hacer. El agua de lluvia, por tanto, no retiene ninguna propiedad del cuerpo mixto. Lo cual no se puede afirmar del agua de rosas ni de las aguas químicas.

ARTíCULO 5 ¿Es ésta la forma adecuada del bautismo:yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo?

Objeciones por las que parece que la forma adecuada del bautismo no es yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Objeciones: 1. Una acción debe atribuirse más al agente principal que al ministro de esa acción. Ahora bien, en el sacramento el ministro actúa en calidad de instrumento, como se ha dicho más arriba (III 64,1); y el agente principal del bautismo es Cristo, como se dice en Jn 1,33: Aquel sobre quien veas que desciende y permanece el Espíritu Santo ése es quien bautiza. Luego es inadecuado que el ministro diga: Yo te bautizo. Además de que la palabra bautizo, de suyo, presupone el yo, en cuyo caso este pronombre es superfluo.
2. No hace falta que quien hace una cosa diga que hace esa cosa, como quien enseña no hace falta que digajo os enseño. Ahora bien, el Señor transmitió conjuntamente el precepto de bautizar y el de enseñar cuando dijo en Mt 28,19: Id, enseñad a todas las gentes, etc. Luego no hace falta que en la forma del bautismo se mencione el acto de bautizar.
3. Quien recibe el bautismo a veces no entiende las palabras, como, por ej., si es sordo o es un niño. Pero es inútil dirigirle a él la palabra, según aquello de Si 32,6: Cuando no se te escucha no te extiendas en palabras. Luego inadecuadamente se dicejo te bautizo, dirigiéndose al bautizado.
4. Puede acontecer que simultáneamente sean varios los bautizados y varios también los ministros, como es el caso de los Apóstoles, que bautizaron en un solo día tres mil, y en otro, cinco mil, como se dice en Ac 2,41 y Ac 4,4. No debe, por tanto, ir la forma del bautismo en singular: Yo te bautizo, sino que se puede decir: Nosotros os bautismos.
5. El bautismo recibe su poder de la pasión de Cristo. Pero la santificación del bautismo viene de la forma. Luego parece que en la forma del bautismo deberá hacerse mención de la pasión de Cristo.
6. El nombre designa la propiedad de una cosa. Pero las propiedades personales de las divinas personas son tres, como se ha dicho en la Primera Parte (I 32,0)
3). Luego no se debe decir en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, sino en los nombres.
7. La persona del Padre puede ser designada no sólo con el nombre de Padre, sino también con el nombre de Innascible y Genitor. El Hijo, con el nombre de Verbo, Imagen y Engendrado. Y el Espíritu Santo, con el nombre de Don, Amor y Procedente. Luego parece que utilizando estos nombres también se puede bautizar.
Contra esto: el Señor dice en Mt 28,19: Id y enseñad a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Respondo: La consagración del bautismo se realiza por su forma, según las palabras de Ep 5,26: Purificándola mediante el baño del agua con la palabra de vida. Y San Agustín dice en el IV De Único Baptismo que el bautismo es reconocido como sagrado por las palabras evangélicas. Por eso es conveniente que en la forma del bautismo se mencione su causa. Pero esta causa es doble: una, principal, y de la que el bautismo recibe su poder, la santa Trinidad; otra, instrumental, o sea, el ministro que realiza externamente el sacramento. Y por eso, de ambas debe hacerse mención en la forma. Al ministro se alude con las palabras yo te bautizo; y a la causa principal, cuando se dice en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Por tanto, la forma del bautismo: Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo es una forma adecuada.
A las objeciones:
Soluciones: 1. La acción se atribuye al instrumento como agente inmediato, y al agente principal como principio en virtud del cual el instrumento actúa. Por eso, en la forma del bautismo se designa adecuadamente al ministro ejerciendo el acto del bautismo con las palabras yo te bautizo, y el mismo Señor atribuye a los ministros el acto de bautizar cuando dice: bautizándoles, etc.; y se designa la causa principal, como principio en virtud del cual el instrumento actúa, con las palabras: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Porque Cristo no bautiza sin el Padre y el Espíritu Santo.
Los griegos, sin embargo, no atribuyen el acto del bautismo a los ministros para evitar el error antiguo, que atribuía la virtud del bautismo a los bautizadores, cuando decían: Yo soy de Pablo, y yo, de Cefas (1Co 1,12). Y por eso dicen: Sea bautizado tal siervo de Cristo en el nombre del Padre, etc. Con esta fórmula se confiere el sacramento, ya que expresa el acto realizado por el ministro con la invocación de la Trinidad.
El pronombre yo que se añade en la forma nuestra no atañe a la sustancia de la forma, sino que se usa para intensificar la expresión.
2. Puesto que la ablución de un hombre con agua puede hacerse por diversas razones, es necesario que las palabras de la forma expresen el fin concreto de esa ablución. Mas para esto no bastan las palabras en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, porque todas las cosas debemos hacerlas en su nombre, como se enseña en Col 3,17). Por tanto, si no se expresa el acto del bautismo con la forma nuestra o con la forma de los griegos, no se realiza el sacramento, como advierte Alejandro III: Si alguien sumergiese tres veces en el agua a un niño en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Y no dijera: yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén, el niño no quedaría bautizado.
3. Las palabras que se emplean en las formas de los sacramentos no se destinan sólo a significar, sino también a causar efecto, ya que tienen la eficacia de aquella palabra por la que todas las cosas han sido hechas (Jn 1,3). Este es el motivo de dirigirlas no sólo a los hombres, sino también a las creaturas insensibles, como cuando se dice: Yo te exorcizo, creatura.
4. Varios ministros no pueden bautizar simultáneamente a una misma persona porque las acciones se multiplican según la multiplicación de los agentes, si cada uno de ellos ejecuta su acción de manera integral. Y así, si se juntasen dos ministros, uno de los cuales fuese completamente mudo, y el otro completamente manco, no podrían bautizar conjuntamente, pronunciando uno las palabras y el otro realizando las acciones.
Pueden, sin embargo, si la necesidad lo exige, varias personas ser bautizadas simultáneamente porque ninguno de ellos recibe más que un bautismo. Pero entonces será necesario decir yo os bautizo. Esto, en realidad, no hace variar la forma, porque os equivale a. te y te. Pero cuando se dice nosotros no se sobreentiende yo y yo, sino yo y tú, y esto sí que hace variar la forma.
Igualmente se cambiaría la forma si se dijera yo me bautizo. Por eso, nadie puede bautizarse a sí mismo. Y por esto también, Cristo quiso ser bautizado por Juan, como se lee en las Decretales.
5. La pasión de Cristo es causa principal con respecto al ministro, pero es causa instrumental con respecto a la santa Trinidad. Y por eso se menciona la Trinidad en lugar de la pasión de Cristo.
6. Aunque son tres los nombres personales de las tres personas, es único su nombre esencial. Ahora bien, la virtud divina que actúa en el bautismo pertenece a la esencia. Y por eso se dice en el nombre, y no en los nombres.
7. De la misma manera que se utiliza agua en el bautismo porque es el líquido más usado para lavar, así para mencionar a las tres personas en la forma bautismal se utilizan los nombres más comúnmente usados para designar a las personas en una lengua. Y con otros nombres no se realizaría el sacramento.


Suma Teológica III Qu.65 a.3