Suma Teológica III Qu.74 a.4

ARTíCULO 4 ¿Debe hacerse este sacramento con pan ácimo?

Objeciones por las que parece que este sacramento no debe hacerse con pan ácimo.
Objeciones: 1. En este sacramento debemos imitar la institución de Cristo. Ahora bien, parece que Cristo instituyó este sacramento con pan fermentado, porque como se lee en Ex 12, los judíos, siguiendo la norma de la ley, comenzaban a usar los ácimos el día de Pascua, que se celebraba el día 14 de la luna. Cristo, sin embargo, instituyó este sacramento en la cena que celebró antes de la fiesta de la Pascua, como se dice en Jn 13,1-4. Luego también nosotros debemos celebrar este sacramento con pan fermentado.
2. Las prescripciones legales no se han de observar en el tiempo de la gracia.
Pero el uso de los ácimos fue una ceremonia legal, como consta en Ex 12.
Luego en este sacramento de la gracia no debemos utilizar el pan ácimo.
3. Como se dijo más arriba, la eucaristía es el sacramento de la caridad, como el bautismo es el de la fe. Pero el fervor de la caridad se significa con la levadura, como se dice en la Glosa que comenta la frase de Mt 13,33: El reino de los cielos es semejante a la levadura. Luego este sacramento debe hacerse con pan fermentado.
4. Tanto el ácimo como el fermentado son estados accidentales del pan, que no hacen variar su especie. Pero en la materia del bautismo no se hace ninguna discriminación por los estados accidentales del agua: da lo mismo, por ej., que sea salada o dulce, que esté caliente o fría. Luego en este sacramento tampoco debería importar que el pan fuese ácimo o fermentado.
Contra esto: hay una Decretal: De Celebrat. Missar., donde se castiga al sacerdote que ose celebrar la misa con pan fermentado y cáliz de madera.
Respondo: Acerca de la materia de este sacramento se pueden considerar dos cosas, a saber, lo que es necesario y lo que es conveniente. Es necesario, en efecto, que el pan sea de trigo, como se acaba de decir (a. 3), sin lo cual no se realiza el sacramento. Sin embargo, no es necesario que el pan sea ácimo o fermentado, porque con el uno y con el otro puede hacerse el sacramento.
Ahora bien, es conveniente que cada uno observe en la celebración del sacramento el rito de su Iglesia, ya que en lo que se refiere al rito, las costumbres de las Iglesias son diferentes. Dice, en efecto, San Gregorio en el Registro: La Iglesia romana ofrece pan ácimo porque el Señor asumió una carne pura. Pero las otras iglesias ofrecen pan fermentado porque el Verbo del Padre se vistió de carne, como la levadura se mezcla con la harina. Por consiguiente, como peca un sacerdote de la Iglesia latina celebrando la misa con pan fermentado, así pecaría un sacerdote griego en la Iglesia griega celebrando con pan ácimo, pervirtiendo en cierto modo el rito de su Iglesia.
Sin embargo, la costumbre de celebrar con pan ácimo está más justificada.
Primero, por la institución de Cristo, que instituyó este sacramento el primer día de los ácimos, como consta en Mt 26,17, Mc 14,12 y Lc 22,7, en cuyo día nada fermentado debe haber en las casas de los judíos, como se afirma en Ex 12,15 Ex 12,19. Segundo, porque el pan es más propiamente el sacramento del cuerpo de Cristo, concebido sin corrupción, que el de su divinidad, como se dirá después (III 76,1 ad 1). Tercero, porque el ácimo está más adecuado con la sinceridad de los fieles, requerida para acercarse a este sacramento, conforme a las palabras de 1Co 5,7-8: Nuestra Pascua es Cristo inmolado… celebremos, pues, el banquete con ácimos de sinceridad y de verdad.
Pero también la costumbre de los griegos está justificada: por una parte, está el significado dado por San Gregorio, y, por otra, la repulsa de la herejía nazarena, que mezclaba la ley antigua con el Evangelio.
A las objeciones:
Soluciones: 1. En Ex 12,7 Ex 12,18 se lee que la solemnidad de la pascua empezaba la víspera del día 14 lunar. Y fue entonces cuando Cristo, después de la inmolación del cordero pascual, instituyó este sacramento. Por eso dice San Juan que este día precedía al de la Pascua, mientras que los otros tres evangelistas hablan del día primero de los ácimos, cuando se había hecho desaparecer de las casas de los hebreos el pan fermentado, como se ha dicho. Y de esto hemos hablado más extensamente en el tratado de la pasión del Señor (III 46,9 ad 1).
2. Los que consagran con pan ácimo no pretenden con ello observar las ceremonias de la ley antigua, sino compenetrarse con la institución de Cristo.
Por eso no judaizan. Si así fuera, los que celebran con pan fermentado también judaizarían, porque los panes de las primicias que los judíos ofrecían eran fermentados.
3. La levadura significa la caridad por algunos de sus efectos, o sea, porque hace más sabroso el pan y le da mayor volumen. Pero en su natural acepción significa corrupción.
4. Todo lo que ha fermentado lleva en sí mismo un principio de descomposición, y con un pan corrompido, como hemos dicho ya (a. 3 ad 4), no se puede hacer este sacramento. Por eso hay más diferencia aquí entre pan ácimo y fermentado que en el bautismo entre agua caliente y fría. Podría, incluso, estar tan corrompida la levadura que con el resultante fermentado no se pudiese hacer el sacramento.

ARTíCULO 5 ¿Es el vino de vid la materia propia de este sacramento?

Objeciones por las que parece que la materia propia de este sacramento no es el vino de vid.
Objeciones: 1. De la misma manera que el agua es la materia del bautismo, así el vino es la materia de este sacramento. Pero se puede bautizar con cualquier clase de agua. Luego también se podrá hacer este sacramento con cualquier clase de vino, por ej., con vino de granadas, moras, etc., muy especialmente en regiones en las que no se da la vid.
2. El vinagre es una clase de vino que se extrae de la vid, como dice San Isidoro. Pero con vinagre no se puede consagrar. Luego parece que el vino de la vid no es la materia propia de este sacramento.
3. De la vid procede tanto el vino puro como el agraz y el mosto. Pero con estos últimos parece que no se puede consagrar, ateniéndonos a lo dicho en el Sexto Cóndilo: Hemos sabido que en algunas iglesias los sacerdotes añaden uvas al vino de la oblación, y dan las dos cosas a la vez al pueblo. Ordenamos, pues, que ningún sacerdote siga haciendo esto. Y el papa San Julio reprende a algunos que ofrecen en el sacramento del cáliz del Señor vino recién exprimido.
Luego parece que el vino de la vid no es materia propia de este sacramento.
Contra esto: lo mismo que el Señor se comparó con el grano de trigo, también se comparó con la vid, cuando dijo en Jn 15,1: Yo soy la vid verdadera. Pero solamente el pan de trigo es materia de este sacramento, como ya se ha dicho (a. 3). Luego solamente el vino de la vid es materia propia de este sacramento.
Respondo: Solamente con vino de la vid se puede hacer este sacramento.
Primero, por la institución de Cristo, quien instituyó este sacramento con vino de la vid, como consta por lo que él mismo dijo en Lc 22,18) acerca de la institución de este sacramento: De ahora en adelante no beberé más del fruto de la vid.
Segundo, porque como se ha dicho antes (a. 3), para materia de los sacramentos se toman los elementos que propia y comúnmente son conocidos con ese nombre. Ahora bien, propiamente hablando se llama vino al licor que procede de la vid, ya que otros licores se llaman vino por semejanza con el vino de la vid.
Tercero, porque el vino de la vid significa mejor el efecto de este sacramento, que es la alegría espiritual, pues está escrito (Ps 103,15) que el vino alegra el corazón del hombre.
A las objeciones:
Soluciones: 1. Esos licores no son propiamente vino, sino algo parecido. Ahora bien, se puede llevar vino verdadero para este sacramento a las tierras en que no se da la vid.
2. El vino se convierte en vinagre por corrupción, por lo que no se da la reconversión del vinagre en vino, como se dice en VIII Metaphys.. Por tanto, como con el pan totalmente corrompido no se puede hacer el sacramento, tampoco con el vinagre se puede consagrar. Se puede, sin embargo, consagrar con vino agrio, como con el pan que empieza a corromperse, aunque el que lo hiciera pecaría, como se ha dicho ya (a. 3 ad 4).
3. El vino agraz está en proceso de maduración, por lo que todavía no tiene naturaleza de vino. Por eso, no se puede hacer este sacramento con él. El mosto, sin embargo, ya tiene naturaleza de vino. De hecho, su dulzura atestigua que el proceso de maduración ha llegado a su natural calor, como se dice en Meteor.. Y, por eso, con el mosto se puede hacer el sacramento. Sin embargo, no se pueden mezclar uvas con el vino consagrado, porque entonces ahí habría algo más que vino. También está prohibido ofrecer en el cáliz mosto recién exprimido de las uvas, ya que es indecoroso por la impureza del mosto.
Pero en caso de necesidad se puede utilizar. De hecho, el mismo papa San Julio dice: Si hubiera necesidad exprímase un racimo en el cáliz.

ARTíCULO 6 ¿Se le ha de añadir agua al vino?

Objeciones por las que parece que al vino no se le debe añadir agua.
Objeciones: 1. El sacrificio de Cristo estuvo prefigurado por la oblación de Melquisedec, quien, según Gn 14,18), no ofreció más que pan y vino. Luego parece que en este sacramento no se debe añadir agua.
2. Los distintos sacramentos tienen diferentes materias. Pero la materia del bautismo es el agua. Luego el agua no debe utilizarse como materia de este sacramento.
3. El pan y el vino son la materia de este sacramento. Pero al pan no se le añade nada. Luego tampoco al vino se le debe añadir nada.
Contra esto: escribe el papa Alejandro: En la oblación sacramental de la misa afrétase al Señor como sacrificio solamente pan y vino mezclado con agua.
Respondo: El vino que se ofrece en este sacramento debe estar mezclado con agua. Primero, por su misma institución, ya que se cree con probabilidad que el Señor instituyó este sacramento con vino mezclado con agua, si nos atenemos a la costumbre de aquella tierra, por lo que se dice en Pr 9,5: Bebed el vino que os he mezclado. Segundo, porque esta mezcla se adapta a la representación de la pasión del Señor. Por lo que dice el papa Alejandro: En el cáliz del Señor no debe ofrecerse sólo vino o sólo agua, sino los dos mezclados, porque en la pasión del Señor uno y otra fluyeron de su costado. Tercero, porque esta mezcla sirve para significar el efecto de este sacramento, que es la unión del pueblo cristiano con Cristo, pues, como dice el papa San Julio: En el agua vemos significado el pueblo, pero en el vino vemos significada la sangre de Cristo. Luego, cuando en el cáliz se mezcla el vino con agua, el pueblo se une con Cristo. Cuarto, porque esta mezcla responde al último efecto de este sacramento, que es la entrada en la vida eterna. Por lo que dice San Ambrosio en su libro De sacramentis: Rebosa el agua en el cálizy salta hasta la vida eterna.
A las objeciones:
Soluciones: 1. Dice San Ambrosio en el mismo lugar que, como el sacrificio de Cristo estuvo significado en la oblación de Melquisedec, así también estuvo significado en el agua que brotó de la piedra en el desierto, según las palabras de 1Co 10,4: Bebían de la roca espiritual que les seguía.
2. En el bautismo se emplea el agua como ablución, mientras que en la eucaristía se emplea como bebida restauradora, según aquello del (Ps 22,2: Me condujo a las aguas restauradoras.
3. El pan se hace con agua y harina, por lo que, mezclando el vino con agua, ninguno de los dos está sin agua.

ARTíCULO 7 ¿Es indispensable la mezcla de agua en este sacramento?

Objeciones por las que parece que la mezcla de agua es indispensable en este sacramento.
Objeciones: 1. Dice San Cipriano en su obra Ad Caecilium que de la misma manera que el cáliz del Señor no es agua sola ni vino solo, sino los dos mezclados, tampoco el cuerpo del Señor puede ser harina sola, si no están las dos, o sea, la harina y el agua, unidas. Pero la unión del agua con la harina es indispensable en este sacramento. Luego, por la misma razón, la mezcla del agua con el vino.
2. En la pasión del Señor, de la que este sacramento es memorial, de la misma manera que de su costado brotó sangre, brotó también agua (Jn 19,34). Pero el vino, que es el sacramento de la sangre, es indispensable en este sacramento.
Luego, por la misma razón, también el agua.
3. Si el agua no fuese indispensable en este sacramento, nada importaría que se añadiese cualquier clase de agua, como el de rosas o cualquier otra agua parecida. Pero la Iglesia nunca utiliza estas aguas. Luego el agua es indispensable en este sacramento.
Contra esto: dice San Cipriano: Si alguno de nuestros antecesores, por ignorancia o simpleza, no observó esta norma, o sea, la de mezclar agua con el vino en el sacramento, perdónesele esta simpleza. Pero esto no se perdonaría así si el agua fuese indispensable en este sacramento, como lo es el vino y el pan. Luego la mezcla de agua no es indispensable en este sacramento.
Respondo: Para valorar la importancia de un signo se ha de tener en cuenta lo que significa. Ahora bien, la adición de agua al vino significa la participación de los fieles en este sacramento, ya que el agua mezclada con el vino significa el pueblo unido a Cristo, como ya se ha dicho (a. 6). Pero también el hecho de que brotara agua del costado de Cristo, pendiente en la cruz, significa lo mismo, ya que el agua significaba la ablución de los pecados, que se estaba realizando a través de la pasión de Cristo. Ahora bien, ya se ha dicho más arriba (III 73,1 ad 3) que este sacramento se realiza en la consagración de la materia, y que el uso por parte de los fieles no es indispensable para que se realice este sacramento, sino que es una consecuencia del sacramento mismo. Por consiguiente, la adición de agua no es indispensable en este sacramento.
A las objeciones:
Soluciones: 1. Las palabras de San Cipriano se han de tomar no en el sentido de una indispensabilidad absoluta, sino en el sentido de una falta de conveniencia. Por lo que la comparación sirve para entender que es obligatorio, y no indispensable. Porque el agua forma parte de la esencia del pan, mientras que del vino, no.
2. La efusión de la sangre era algo que pertenecía directamente a la pasión de Cristo, ya que es natural que de un cuerpo humano herido salga sangre. Pero la efusión de agua no era una consecuencia indispensable de la pasión, sino una demostración de los efectos que producía, que son la ablución de los pecados y el refrigerio contra el ardor de la concupiscencia. Por eso, en este sacramento el agua no se ofrece separadamente del vino, como el vino se ofrece separadamente del pan, sino que el agua se ofrece mezclada con el vino, para manifestar que el vino pertenece, de suyo, a este sacramento como algo indispensable, mientras que el agua pertenece como algo que se añade al vino.
3. Puesto que la mezcla del agua con el vino no es indispensable en el sacramento, poco importará que la clase de agua que se mezcle con el vino sea natural o artificial, por ejemplo, de rosas. Si bien con respecto al respeto debido al sacramento, peque quien mezcle una que no sea natural y verdadera, ya que del costado de Cristo pendiente en la cruz brotó agua verdadera y no humor flemático, como algunos dijeron, para demostrar que el cuerpo de Cristo estaba compuesto de los cuatro elementos, como el brotar de la sangre demostraba que estaba compuesto de los cuatro humores, conforme a lo que dice Inocencio III en una Decretal.
Pero teniendo en cuenta que la mezcla del agua con la harina es indispensable para este sacramento, como constitutiva de la sustancia del pan, si con la harina se mezclase agua de rosas o cualquier otro líquido que no fuese verdadera agua, con esta mezcla no se podría hacer el sacramento, porque no sería verdadero pan.

ARTíCULO 8 ¿Debe añadirse agua en gran cantidad?

Objeciones por las que parece que debe añadirse agua en gran cantidad.
Objeciones: 1. Como la sangre brotó de una manera visible del costado de Cristo, así también el agua, por lo que se dice en Jn 19,35: El que lo vio da testimonio de ello. Pero el agua no podría estar visible en este sacramento si no se la añade en gran cantidad. Luego parece que debe añadirse agua en gran cantidad.
2. una pequeña cantidad de agua echada a una cantidad grande de vino, desaparece. Ahora bien, lo que desaparece ya no existe. Luego lo mismo da echar una pequeña cantidad de agua que nada. Pero no está permitido el no echar nada. Luego tampoco debe echarse poca cantidad.
3. Si fuese suficiente una pequeña cantidad, puede sacarse como consecuencia que una sola gota basta para un tonel. Pero esto parece ridículo. Luego no es suficiente echar una pequeña cantidad.
Contra esto: la Decretal De Celebrat. missar. Dice: Un abuso pernicioso se ha introducido en tu territorio, y es que para el sacrificio de la misa se emplea más cantidad de agua que de vino, cuando, según lo razonable de la Iglesia universal, se ha de utilizar mayor cantidad de vino que de agua.
Respondo: Como el papa Inocencio III dice en una Decretalz, acerca del agua añadida al vino hay tres opiniones. Algunos sostienen que el agua unida al vino permanece como agua después que el vino se ha convertido en sangre. Pero esta opinión no se puede sostener. Porque en el sacramento del altar, después de la consagración, no hay nada más que el cuerpo y la sangre de Cristo, como dice San Ambrosio en su libro De Oficiisz: Antes de la consagración tiene el nombre de otra cosa, después de la consagración es el signo del cuerpo. De otro modo no se le adoraría con culto de latría.
Y, por eso, otros dijeron que como el vino se convierte en la sangre, así el agua se convierte en el agua que brotó del costado de Cristo. Pero esta opinión no se puede mantener de modo razonable, porque en este caso el agua debería ser consagrada separadamente del vino, como el vino se consagra separadamente del pan.
Y, por tanto, como el mismo papa dice, es más probable la opinión de los que dicen que el agua se convierte en vino, y el vino, en la sangre. Ahora bien, esto no podría suceder así si no se añadiese tan poca cantidad de agua que ésta se convierta en vino. Por lo que es más seguro añadir siempre poca agua, y muy especialmente si el vino es flojo, porque si se añade tanta agua que el vino deja de ser vino, no se podría hacer con él el sacramento. Por lo que el papa Julio reprende a los que guardan durante un año un paño empapado en mosto y, cuando quieren sacrificar, lavan una parte con agua y así hacen la ofrenda.
A las objeciones:
Soluciones: 1. Para el significado de este sacramento basta con que el agua sea visible cuando se añade al vino, pero no se requiere que lo sea después de la mezcla.
2. Si no se añadiese nada de agua quedaría totalmente excluido el significado.
Mientras que cuando el agua se convierte en vino se viene a significar que el pueblo se incorpora a Cristo.
3. Cualquier cantidad de agua que se añadiese al vino de un tonel, no sería suficiente para tener significado sacramental. En cambio, es preciso añadir agua al vino cuando se quiere celebrar el sacramento.

CUESTIÓN 75 La conversión del pan y del vino en el cuerpo y en la sangre de Cristo Ahora nos corresponde estudiar la conversión del pan y del vino en el cuerpo y en la sangre de Cristo.

Esta cuestión plantea y exige respuesta a ocho problemas: 1. En este sacramento, ¿está el cuerpo de Cristo en verdad, sólo en figura o como signo? 2. ¿Permanece la sustancia del pan y del vino en este sacramento después de la consagración? 3. ¿Se aniquila? 4. ¿Se convierte en el cuerpo y en la sangre de Cristo? 5. ¿Permanecen los accidentes después de la conversión? 6. ¿Permanece la forma sustancial? 7. ¿Es instantánea esta conversión? 8. ¿Es verdadera la fórmula del pan se hace el cuerpo de Cristo?

ARTíCULO 1 En este sacramento, ¿está el cuerpo de Cristo en verdad, sólo en figura o como signo?

Objeciones por las que parece que en este sacramento no está el cuerpo de Cristo en realidad, sino sólo en figura o como signo.
Objeciones: 1. Se dice en Jn 6,54.61.64 que cuando el Señor dijo: Si no comiereis la carne del hijo del hombre y no bebiereis su sangre, etc., muchos de sus discípulos al oírlo dijeron: Duro es este lenguaje, a quienes él respondió: El Espíritu es lo que vivifica, la carne no sirve para nada. Como si dijera, según la explicación de San Agustín Super Quartum Psalmus: Entended en sentido espiritual lo que os he dicho, pues no tendréis que comer este cuerpo que veis, ni tendréis que beber la sangre que me harán derramar los que me crucifiquen. Os he comunicado un misterio. Entendido espiritualmente os vivificará. Pero la carne no sirve para nada.
2. Aún más: el Señor dice en Mt 28,20: He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación del mundo. Y San Agustín lo explica así: Hasta que el mundo se acabe el Señor está en el cielo. Sin embargo, también aquí está con nosotros la verdad del Señor. Porque el cuerpo con que resucitó no puede estar más que en un solo lugar. Pero su verdad en todas partes se encuentra. Luego el cuerpo de Cristo no se encuentra en este sacramento en su realidad, sino sólo como signo.
3. Ningún cuerpo puede estar a la vez en varios lugares, ya que ni siquiera un ángel puede hacerlo. Y si pudiera, podría estar también en todas partes. Pero el cuerpo de Cristo es verdadero cuerpo, y está en el cielo. Luego parece que no está en su realidad en el sacramento del altar, sino solamente como en signo.
4. Los sacramentos de la Iglesia están destinados a la utilidad de los fieles. Pero según San Gregorio en una Homilía, el régulo fue reprendido por reclamar la presencia corporal de Cristo. Además, el apego que los apóstoles tenían a su presencia corporal impedía que recibiesen el Espíritu Santo, como dice San Agustín comentando aquello de Jn 16,7: Si no me marcho no vendrá a vosotros el Paráclito. Luego Cristo no está en el sacramento del altar con presencia corporal.
Contra esto: dice San Hilario en el VIII De Trin.: No hay lugar a dudas sobre la realidad de la carne y de la sangre de Cristo. Nuestro Señor enseña y nuestra fe acepta que ahora su carne es verdadera comida y su sangre es verdadera bebida. Y San Ambrosio en el VI De Sacramentes afirma: Como el Señor Jesucristo es verdadero Hijo de Dios, así es verdadera carne de Cristo la que nosotros recibimos y es verdadera su sangre.
Respondo: Que en este sacramento está el verdadero cuerpo de Cristo y su sangre, no lo pueden verificar los sentidos, sino la sola fe, que se funda en la autoridad divina. Por lo que acerca de las palabras de Lc 22,19: Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros, dice San Cirilo: No dudes de que esto sea verdad, sino recibe con fe las palabras del Salvador, ya que, siendo la verdad, no miente.
Ahora bien, esta presencia se ajusta, en primer lugar, a la perfección de la ley nueva. Porque los sacrificios de la antigua ley contenían ese verdadero sacrificio de la pasión de Cristo solamente en figura, de acuerdo con lo que se dice en He 10,1: LM ley tiene la sombra de los bienes futuros, y no la forma de la misma realidad. Era justo, por tanto, que el sacrificio de la nueva ley, instituido por Cristo, tuviese algo más, o sea, que contuviese al mismo Cristo crucificado, no solamente significado o en figura, sino también en su realidad. Y, por eso, este sacramento que contiene realmente al mismo Cristo, como dice Dionisio en III De Eccl. Hier., es perfectivo de todos los sacramentos, que solamente contienen la virtud de Cristo.
Segundo, esta presencia se ajusta a la caridad de Cristo, por la que asumió un cuerpo real de la misma naturaleza que la nuestra para nuestra salvación. Y, porque es connatural a la amistad compartir la vida con los amigos, como dice el Filósofo en IX Ethic., Cristo nos ha prometido su presencia corporal, como premio, en el texto de Mt 24,28: donde está el cuerpo allí se reúnen las águilas.
Mientras tanto, sin embargo, no ha querido privarnos de su presencia corporal en el tiempo de la peregrinación, sino que nos une con él en este sacramento por la realidad de su cuerpo y de su sangre. Por eso dice en Jn 6,57: Quien come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Por tanto, este sacramento es signo de la más grande caridad y aliento de nuestra esperanza, por la unión tan familiar de Cristo con nosotros.
Tercero, esta presencia se ajusta a la perfección de la fe, que tiene por objeto tanto la divinidad de Cristo como la humanidad, según las palabras de Jn 14,11: Creed en Dios y creed en mí. Y, puesto que la fe es acerca de las cosas invisibles, de la misma manera que Cristo nos propone su divinidad invisible, así en este sacramento nos propone su carne de modo invisible.
Y, por no considerar estas razones, algunos sostuvieron la opinión de que el cuerpo y la sangre de Cristo no están en este sacramento más que como signo.
Pero ha de ser rechazada esta opinión como herética por ser contraria a las palabras de Cristo. De ahí que Berengario, primer inventor de este error, fuese obligado a retractarse después, y confesase la verdad de la fe.
A las objeciones:
Soluciones: 1. Los herejes que acabamos de mencionar han tomado ocasión para su error de la autoridad de San Agustín, interpretando mal sus palabras. Porque, cuando dice San Agustín: No tendréis que comer este cuerpo que veis, no pretende excluir la realidad del cuerpo de Cristo, sino solamente afirmar que no le habían de comer en la misma forma en que ellos le veían. Cuando dice: Os he comunicado un misterio. Entendido espiritualmente, os vivificará, no pretende decir que el cuerpo de Cristo está en este sacramento en sentido místico solamente, sino que está espiritualmente, o sea, invisiblemente y con las propiedades del espíritu. Por eso en Super Io., explicando las palabras: la carne no sirve para nada, afirma: del modo que ellos lo entendieron. Porque ellos entendieron que habían de comer su carne como se desgarra a trovos de un cadáver o como se vende en o z la carnicería, y no como animada por el espíritu. Que descienda el espíritu sobre la carne y servirá para mucho. Porque si la carne no sirve para nada, el Verbo no se hubiese hecho carne para habitar entre nosotros.
2. A la segunda hay que decir: Las palabras de San Agustín y otras semejantes han de entenderse del cuerpo de Cristo físicamente visible, del modo que el mismo Señor dice en Mt 26,12: A mí no siempre me tendréis. Invisiblemente, sin embargo, bajo los elementos de este sacramento, está donde quiera que se realice este sacramento.
3. El cuerpo de Cristo no está en este sacramento como un cuerpo está en un lugar con el que coinciden todas sus dimensiones, sino del modo especial y propio de este sacramento. De ahí que digamos que el cuerpo de Cristo está en diversos altares, no como distintos lugares, sino como está en el sacramento.
Lo cual no quiere decir que Cristo esté allí solamente como signo, aunque el sacramento pertenezca a la categoría de los signos, sino que entendemos que el cuerpo de Cristo está ahí, como ya se ha dicho, del modo propio y peculiar de este sacramento.
4. La objeción es válida si se refiere a la presencia del cuerpo de Cristo físicamente entendida, o sea, en su semblanza visible, pero no si se refiere a la presencia espiritual, o sea, invisible, según el modo y las propiedades del espíritu. Por lo que San Agustín dice en Super Io.: Si has entendido espiritualmente las palabras de Cristo sobre su carne, serán para ti espíritu y vida. Si las has entendido carnalmente, también son espíritu y vida, pero no lo son para ti.

ARTíCULO 2 La sustancia del pan y del vino, ¿permanece en este sacramento después de la consagración?

Objeciones por las que parece que la sustancia del pan y del vino permanece en este sacramento después de la consagración.
Objeciones: 1. Dice San Juan Damasceno en el libro IV: Puesto que es costumbre entre los hombres comer pan y beber vino, unió Dios a estas cosas la divinidad y las ha hecho su cuerpo y su sangre. Y más abajo: El pan de la comunión no es un simple pan sino un pan unido a la divinidad. Ahora bien, la unión tiene lugar entre cosas que simultáneamente existen. Luego en este sacramento el pan y el vino coexisten con el cuerpo y la sangre de Cristo.
2. Entre los sacramentos de la Iglesia debe haber uniformidad. Ahora bien, en los otros sacramentos permanece la sustancia de cada materia: en el bautismo, por ej., permanece la sustancia del agua, y en la confirmación, la del crisma.
Luego en este sacramento permanece también la sustancia del pan y del vino.
3. El pan y el vino en este sacramento se emplean como signo de la unidad de la Iglesia, ya que, como dice San Agustín en su libro De Symbolo, un pan se hace de muchos granos, y un vino, de muchos racimos. Pero la sustancia del pan y del vino se requieren para este significado de unidad. Luego la sustancia del pan y del vino permanecen en este sacramento.
Contra esto: dice San Ambrosio en el libro De Sacramentis: Aunque lo que se ve es la forma externa de pan y de vino, hemos de creer, sin embargo, que después de la consagración, lo único que hay es la carne y la sangre de Cristo.
Respondo: Algunos sostuvieron que en este sacramento permanece la sustancia del pan y del vino después de la consagración. Pero esta opinión no se puede sustentar. Primero, porque esta opinión hace desaparecer la verdad de este sacramento, según la cual el verdadero cuerpo de Cristo está presente en la eucaristía. Pero no está en ella antes de la consagración. Y una cosa no se hace presente donde no estaba antes más que por cambio de lugar o porque otra cosa se convierte en ella, como es el caso, por ejemplo, del fuego, que comienza en una casa porque lo llevan allí o porque se produce allí. Por supuesto que el cuerpo de Cristo no comienza a estar en este sacramento por cambio de lugar. En primer lugar, porque de ahí se seguiría que dejaría de estar en el cielo, ya que lo que se mueve localmente no se hace presente en un lugar sin abandonar el que ocupaba. En segundo lugar, porque todo cuerpo que se mueve localmente tiene que pasar por los lugares intermedios. Cosa que aquí no se puede afirmar. En tercer lugar, porque es imposible que un movimiento, ejercido sobre un cuerpo que se mueve localmente, tenga como punto de llegada simultáneamente diversos lugares, ya que el cuerpo de Cristo comienza a estar en varios lugares al mismo tiempo bajo este sacramento. Por tanto, no queda más solución que la de que el cuerpo de Cristo no puede hacerse presente en el sacramento más que por conversión de la sustancia del pan y del vino en él. Ahora bien, lo que se convierte en otra cosa, una vez que se hace la conversión, ya no permanece. Por consiguiente, para salvar la verdad de este sacramento, no queda más que afirmar que la sustancia del pan, después de la consagración, no puede permanecer.
Segundo, porque esta opinión está en contradicción con la forma de este sacramento, en la que se dice: Esto es mi cuerpo. Lo cual no será cierto si la sustancia del pan permanece allí, ya que la sustancia del pan nunca es el cuerpo de Cristo, en cuyo caso habría que decir: Aquí está mi cuerpo.
Tercero, porque esta opinión sería incompatible con el culto tributado a este sacramento, en el caso de que hubiese en él una sustancia que no pudiese ser adorada con adoración de latría.
Cuarto, porque esta opinión sería contraria a la prescripción de la Iglesia según la cual no se permite recibir el cuerpo de Cristo después de haber ingerido alimento sólido, mientras que después de asumir una hostia consagrada se puede asumir otra.
Por consiguiente, hay que rechazar esta opinión como herética.
A las objeciones:
Soluciones: 1. Dios ha unido su divinidad, o sea, su poder divino, al pan y al vino, no para que permanezcan en este sacramento, sino para hacer de ellos su cuerpo y su sangre.
2. En los otros sacramentos no está Cristo realmente, como en éste. Por lo que en los otros sacramentos permanece la sustancia de la correspondiente materia.
Pero en éste no.
3. Los elementos que permanecen en este sacramento, como después se dirá (a. 3), bastan para el significado de este sacramento, ya que por los accidentes se conoce la naturaleza de la sustancia.


Suma Teológica III Qu.74 a.4