LEON XIII, MAGISTERIO - 1. El espíritu Santo completa la obra de Jesucristo


2. El Pontífice imitador del espíritu Santo

Y Nos, que constantemente hemos procurado, con auxilio de Cristo Salvador, príncipe de los pastores y obispo de nuestras almas, imitar sus ejemplos, hemos continuado religiosamente su misma misión, encomendada a los apóstoles, principalmente a Pedro, cuya dignidad también se transmite a un heredero menos digno (S. Leo M. Sermo 2 in anniv. ass. suae). Guiados por esa intención, en todos los actos de Nuestro Pontificado a dos cosas principalmente hemos atendido y sin cesar atendemos. Primero, a restaurar la vida cristiana así en la sociedad pública como en la familiar, tanto en los gobernantes como en los pueblos; porque solo de Cristo puede derivarse la vida para todos. Segundo, a fomentar la reconciliación con la Iglesia de los que, o en la fe o por la obediencia, están separados de ella; pues la verdadera voluntad del mismo Cristo es que haya solo un rebano bajo un solo Pastor. Y ahora, cuando Nos sentimos cerca ya del fin de Nuestra mortal carrera, place consagrar toda Nuestra obra, cualquiera que ella haya sido, al espíritu Santo que es vida y amor, para que la fecunde y la madure. Para cumplir mejor y más eficazmente Nuestro deseo, en vísperas de la solemnidad de Pentecostés, queremos hablaros de la admirable presencia y poder del mismo espíritu; es decir, sobre la acción que El ejerce en la Iglesia y en las almas merced al don de sus gracias y celestiales carismas.



3. Devoción al espíritu Santo

Resulte de ello, como es Nuestro deseo ardiente, que en las almas se reavive y se vigorice la fe en el augusto misterio de la Trinidad, y especialmente crezca la devoción al divino espíritu, a quien de mucho Son deudores todos cuantos siguen el camino de la verdad y de la justicia; pues, como señalo San Basilio, toda la economía divina en torno al hombre, si fue realizada por nuestro Salvador y Dios, Jesucristo, ha sido llevada a cumplimiento por la gracia del espíritu Santo (De Spiritu Sancto 16,39).



4. La Trinidad sustancia del Nuevo Testamento

Antes de entrar en materia, será conveniente y útil tratar algo sobre el misterio de la sacrosanta Trinidad. Este misterio, el más grande de todos los misterios, pues de todos es principio y fin, se llama por los doctores sagrados sustancia del Nuevo Testamento; para conocerlo y contemplarlo, han sido creados en el cielo los ángeles y en la tierra los hombres; para enseñar con mas claridad lo prefigurado en el Antiguo Testamento, Dios mismo descendió de los ángeles a los hombres: Nadie vio jamás a Dios; el Hijo unigénito que esta en el seno del Padre, El nos lo ha revelado (Jn 1,18).



5. Peligros al tratarla

Así, pues, quien escriba o hable sobre la Trinidad siempre deberá tener ante la vista lo que prudentemente amonesta el Angélico: Cuando se habla de la Trinidad, conviene hacerlo con prudencia y humildad, pues -como dice Agustín- en ninguna otra materia intelectual es mayor o el trabajo o el peligro de equivocarse o el fruto una vez logrado (I 31,2. - De Trin. 1,3). Peligro que procede de confundir entre sí, en la fe o en la piedad, a las divinas personas o de multiplicar su única naturaleza; pues la fe católica nos enseña a venerar un solo Dios en la Trinidad y la Trinidad en un solo Dios.



6. El culto a la Trinidad y sus Personas

Por ello Nuestro predecesor Inocencio XII no accedió a la petición de quienes solicitaban una fiesta especial en honor del Padre. Si hay ciertos días festivos para celebrar cada uno de los misterios del Verbo Encarnado, no hay una fiesta propia para celebrar al Verbo tan solo según su divina naturaleza: y aún la misma solemnidad de Pentecostés, ya tan antigua, no se refiere simplemente al espíritu Santo por si, sino que recuerda su venida o externa misión. Todo ello fue prudentemente establecido, para evitar que nadie multiplicara la divina esencia, al distinguir las Personas. Más aun; la Iglesia, a fin de mantener en sus hijos la pureza de la fe, quiso instituir la fiesta de la Santísima Trinidad, que luego Juan XXII mando celebrar en todas partes; permitió que se dedicasen a este misterio templos y altares y, después de celestial visión, aprobó una Orden religiosa para la redención de cautivos, en honor de la Santísima Trinidad, cuyo nombre la distinguía.



7. De Él y por Él y en Él

Conviene añadir que el culto tributado a los Santos y Ángeles, a la Virgen Madre de Dios y a Cristo, redunda todo y se termina en la Trinidad. En las preces consagradas a una de las tres divinas personas, también se hace mención de las otras; en las letanías, luego de invocar a cada una de las Personas separadamente, se termina por su invocación común; todos los salmos e himnos tienen la misma doxología al Padre, al Hijo y al espíritu Santo; las bendiciones, los ritos, los sacramentos, o se hacen en nombre de la santa Trinidad, o les acompaña su intercesión. Todo lo cual ya lo había anunciado el Apóstol con aquella frase: Porque de Dios, por Dios y en Dios Son todas las cosas, a Dios sea la gloria eternamente (Rm 11,36); significando así la trinidad de las Personas y la unidad de naturaleza, pues por ser ésta una e idéntica en cada una se tribute, como a uno y mismo Dios, igual gloria y coeterna majestad. Comentando aquellas palabras, dice San Agustín: No se interprete confusamente lo que el Apóstol distingue, cuando dice "de Dios, por Dios, en Dios"; pues dice "de Dios", por el Padre; "por Dios", a causa del Hijo; "en Dios", por relación al espíritu Santo (De Trin. 6,10; 1,6).



8. Las obras de la Trinidad Son invisibles

Con gran propiedad la Iglesia acostumbra atribuir al Padre las obras del poder; al Hijo, las de la sabiduría; al espíritu Santo, las del amor. No porque todas las perfecciones y todas las obras ad extra no sean comunes a las tres divinas Personas, pues indivisibles Son las obras de la Trinidad, como indivisa es su esencia (S. Aug. De Trin.,1, 4 et 5), porque así como las tres Personas divinas Son inseparables, así obran inseparablemente (S. Aug. De Trin.,1,4 et 5); sino que por una cierta relación y como afinidad que existe entre las obras externas y el carácter "propio" de cada Persona, se atribuyen a una más bien que a las otras, o -como dicen- "se apropian" así como de la semejanza del vestigio o imagen hallada en las criaturas nos servimos para manifestar las divinas Personas, así hacemos también con los atributos divinos; y la manifestación deducida de los atributos divinos se dice "apropiación" (Suma teol. I 39,7).

De esta manera el Padre, que es principio de toda la Trinidad (S. Aug. De Trin. 4,20), es la causa eficiente de todas las cosas, de la Encarnación del Verbo y de la santificación de las almas: "de Dios Son todas las cosas": "de Dios", por relación al Padre; el Hijo, Verbo e Imagen de Dios, es la causa ejemplar por la que todas las cosas tienen forma y belleza, orden y armonía, él, que es camino, verdad, vida, ha reconciliado al hombre con Dios: "por Dios", por relación al Hijo; finalmente, el espíritu Santo es la causa última de todas las cosas, puesto que, así como la voluntad y aún toda cosa descansa en su fin, así El, que es la bondad y el amor del Padre y del Hijo, da impulso fuerte y suave y como la última mano al misterioso trabajo de nuestra eterna salvación: "en Dios", por relación al espíritu Santo.








AUGUSTISSIMA VIRGINIS: Sobre la devoción del Santísimo Rosario Septiembre

Del LEON XIII 12 de 1897


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1. María a través de la Biblia.

Cuanto interese fomentar constantemente el culto de la augustísima Virgen MARIA y promoverle cada día con más esfuerzos en privado y en público, fácilmente echara de ver cualquiera que consigo mismo considere el grado altísimo de dignidad y gloria a que ha sido elevada por el Señor. Desde el principio de los siglos la destino para ser Madre del Verbo que había de tomar carne humana; y por lo tanto de tal manera la distinguió entre todos los seres que existían más hermosos en los tres órdenes de naturaleza, gracia y gloria, que con razón la Iglesia, ha aplicado a Ella ellas palabras: Yo salí de la boca del Altísimo, engendrada antes que existiese ninguna criatura (Qo 24,5). Mas luego que comenzaron los siglos, caídos en la culpa original nuestros primeros padres, e inficionados con la misma mancha todos sus descendientes, fue constituida como prenda restauradora de la paz y de la salvación. El mismo unigénito Hijo de Dios no pudo menos de dar a su Madre Santísima señales evidentes de honor: pues cuando hacia vida privada en la tierra, fue mediadora para la ejecución de dos prodigios, que entonces realizo: uno de gracia, dando muestras de gozo el niño en el vientre de ISABEL, con motivo del saludo que le dirigió MARIA; el otro de naturaleza, al convertir el agua en vino en las bodas de Cana; y cuando, al fin de su vida pública, instituía el nuevo testamento que había de ser sellado con su divina sangre, la encomendó al Apóstol del amor con aquellas dulcísimas palabras: ahí tienes a tu Madre (Jn 19,27).



2. Como en testamento.

Nos, pues, que, aunque indignos, hacemos las veces y representamos en la tierra a la persona de JESUCRISTO Hijo de Dios, jamás dejaremos de alabar a tan grande Madre mientras tengamos vida.

Conociendo que, por lo avanzado de Nuestra edad, no la hemos de tener muy larga, no podemos menos de reiterar a todos y a cada uno de Nuestros Hijos en Jesucristo, para dejarles como testamento, las ultimas palabras del mismo cuando estaba pendiente de la Cruz: ahí tienes a tu Madre.

Y Nos consideramos plenamente satisfechos, si con Nuestras exhortaciones consiguiéremos, que cada uno de los fieles nada tenga mas arraigado, nada mire con mas amor como al culto de MARIA, y que Nos fuere permitido aplicar a cada uno las palabras de SAN JUAN que escribió de sí mismo: y desde aquel punto encargose de ella el discípulo, y la tuvo consigo en su casa (Jn 19,27).



3. Mes del Rosario.

Acercándose, pues, el mes de Octubre, no omitiremos tampoco en este año, Venerables Hermanos, la ocasión de dirigiros Nuestras Letras, exhortándoos una vez mas con la mayor solicitud que esté a Nuestro alcance, que procure cada uno, por medio del Santo Rosario, adquirir méritos para si y para la Iglesia militante.

Y esta devoción parece que al finalizar el presente siglo por singular pro videncia de Dios aumenta de día en día, para excitar la piedad de los fieles que languidece: y de ello dan testimonio los grandes templos y santuarios que Son celebérrimos por el culto de la Madre de Dios. A esta Madre Divina, a la cual ofrecimos flores en el mes de Mayo, consagrémosle también con especial afecto de piedad el fructífero mes de Octubre: pues es muy propio que dediquemos ambas épocas del año a aquélla que dijo de si misma: mis flores dan fruto de gloria y de riqueza (Qo 24,23).



4. Espíritu de asociación.

El espíritu de asociación a que se inclinan naturalmente los hombres, en ninguna época se ha hecho mas efectivo constituyendo lazos de estrecha Unión, como en la Nuestra; ni nadie ciertamente le condenara, a no ser, que, torciéndose esta nobilísima inclinación de naturaleza, tienda a malos fines, confederándose y reuniéndose los hombres impíos en asociaciones de varia especie contra el Señor y contra su Cristo (Ps 2,2). Se echa, no obstante, de ver con gozo del alma, que también entre los católicos se despierta el amor y se procura el fomento de las asociaciones piadosas, acrecentándose el número de sus individuos, uniéndose todos en ellas con el vínculo del amor cristiano, considerándolas como domicilios comunes, de tal manera que pueden llamarse y parecen ser verdaderamente hermanos. No debe en manera alguna llevar el nombre de asociación fraternal aquélla donde no exista el amor de Cristo; lo cual condenaba severamente en otro tiempo TERTULIANO con estas palabras: Somos por derecho de naturaleza vuestros hermanos, como hijos de una madre, aunque tenéis poco de hombres, porque sois malos hermanos. Pues, cuanto mas Son dignos del nombre de hermanos aquellos que reconocen a un Dios como padre, que bebieron un mismo espíritu de santidad, y de un mismo vientre de ignorancia salieron a la única luz de la verdad (Apolog, c. 39).



5. Fomento de asociaciones católicas

Muchos Son los motivos que deben excitar a los hombres católicos: a la institución de estas ultimas asociaciones, como las llamadas círculos y bancos agrarios, las reuniones para recreo del ánimo en los días de fiesta, las que se conocen con el nombre de patronatos dedicados a la vigilancia y dirección de los niños, con otras congregaciones y cofradías constituidas sobre excelentes bases. En verdad todas ellas, aunque por su nombre, forma y especial próximo fin, parezcan de institución moderna, Son antiquísimas; pues se encuentran vestigios de las mismas en los comienzos de religión cristiana. Regularizándose más tarde mediante ciertas reglas, distinguiéndose con signos especiales, obtuvieron privilegios, y empleadas en el culto divino en los templos, o destinadas al cuidado de las almas y de los cuerpos, se les ha dado varios nombres según los distintos tiempos. El número de estas asociaciones se ha aumentado de día en día, de tal modo que, en Italia sobre todo, no hay ciudad, villa y aún parroquia donde no existan una o muchas.



6. La Cofradía del Santo Rosario

Entre estas asociaciones no dudamos en dar el primer lugar de dignidad a la que se llama del Santo Rosario. Pues si atendemos a su origen, es de las primeras en antigüedad, porque se ti por autor de esta institución al mismo Padre SANTO DOMINGO: si consideramos sus privilegios, esta dotada de innumerables gracias por la munificencia de Nuestros predecesores, La forma y la vida de institución es el Rosario Mariano, de cuyo poder hemos hablado extensamente en otras ocasiones. Sin embargo, es mucho mayor la virtud y eficacia del Rosario en cuanto que es practica de la asociación que lleva su nombre. A nadie se oculta lo necesario que es la oración a todos, no porque puedan mudarse por su virtud los decretos divinos, sino para que según SAN GREGORIO: Los hombres, elevando a Dios sus plegarias, merezcan recibir lo que el Señor omnipotente tiene dispuesto concederles desde la eternidad (Dial, L, 1, c. 8). Y SAN AGUSTIN: el que sabe orar rectamente, sabe también vivir rectamente (In Psalm, 118). Pero las oraciones tienen más vigor para impetrar el auxilio del cielo, cuando se dirigen por muchos a Dios, publica, constante y unánimemente; de tal manera que entonces se hacen como solo coro de suplicas y esto lo declara manifiestamente aquello de los hechos apostólicos, cuando se dice que los apóstoles que esperaban el espíritu Santo, perseveraban unánimes en oración (Ac 1,14), Los que oren de este modo, no podrán menos de lograr fruto certísimo, y esto acontece con los Cofrades el Santo Rosario. Pues, así como oran, los sacerdotes pública y constantemente y por consiguiente con mucha eficacia con la recitación del oficio divino; también es de cierta manera pública, constante y común la oración que se hace por los cofrades con el rezo del Santo Rosario, o Salterio de la Virgen, como se le llama por algunos Romanos Pontífices.



7. Oración pública y común.

Y por cuanto estas preces públicas, según dijimos, Son mucho más excelentes que las que se hacen en privado, tienen también mayor fuerza de impetración, de ahí es que se haya dado por los escritores eclesiásticos a esta Cofradía el nombre de "milicia suplicante inscrita por el Padre SANTO DOMINGO bajo la bandera de la Madre de Dios" a la que saludan las sagradas letras y los fastos eclesiásticos como a vencedora del demonio y de todos los errores. Ciertamente el Rosario Mariano une a todos aquellos que dan su nombre a esta asociación con un vínculo común a manera de una compañía fraternal y militar bien constituida y formada, que se compone de un ejército potentísimo para resistir los esfuerzos de los enemigos, que nos acometen intrínseca o extrínsecamente. Con mucha tazón pueden, por tanto, aplicarse a sí mismos los cofrades de esta piadosa asociación aquellas palabras de SAN CIPRIANO: Tenemos una oración pública y común, y cuando oramos, no elevamos nuestras plegarias al Señor por uno, sino por todo el pueblo, porque todo el pueblo somos una misma cosa (De orat. Domin). Por otra parte nos dan testimonio de la virtud y eficacia de tal suplica los anales eclesiásticos al consignar la derrota sufrida por las tropas turcas en la batalla naval en las islas del mar Jónico, como también las victorias alcanzadas contra los mismos en el siglo pasado en Polonia y en Córcega. GREGORIO XIII quiso que perseverase la memoria del primero de dichos triunfos con la práctica publica del Santísimo Rosario en el día de Nuestra Señora de las Victorias, cuyo día lo dedicó después Nuestro predecesor CLEMENTE XI a la misma Señora bajo la advocación del Rosario, mandando además que se celebrara dicha fiesta cada año en toda la Iglesia.



8. La oración a los Santos.

Por cuanto esta milicia es suplicante, inscrita bajo la bandera de la Madre de Dios, lleva consigo nueva virtud y especial honor. A esto se refiere particularmente, la salutación angélica repetida muchas veces después de la oración dominical. Dista mucho de oponerse esta devoción del Rosario a la dignidad de Dios, pareciendo que hemos de tener por medio de ella más confianza en el patrocinio de MARIA que en el poder divino; Sino por el contrario, no hay cosa que mas pueda promover el culto del Señor y hacérnosle propicio. La fe católica nos enseña que no solamente hemos de dirigir a Dios nuestras plegarias, sino también a los bienaventurados del Cielo, aunque de distinto modo, porque elevamos nuestras suplicas a Dios como a fuente de toda clase de bienes, y a los santos corno a intercesores. La oración, dice SANTO TOMAS, se dirige a alguno de dos maneras, de una en cuanto que ha de ser despacha da por aquel a quien oramos, y de otra en cuanto que ha de ser conseguida por mediación de aquel a quien se eleva. Del primer modo oramos solamente al Señor, porque todas nuestras oraciones deben ordenarse a la consecución de la gracia y de la gloria, cuyos dones solo Dios puede otorgar, conforme a aquello del Salmo 83,12: "el Señor dará la gracia y la gloria". Pero del segundo modo dirigimos la oración a los Ángeles y hombres Santos, no para que por medio de ellos conozca Dios nuestras peticiones, sino para que nuestras oraciones produzcan su efecto por las suplicas y méritos de ellos. Y por eso se dice en el Ap 8,4, que el humo de los perfumes o aromas encendidos de las oraciones de los Santos subió por la mano del ángel al acatamiento de Dios (S. Tomás, II-II 83,4).



9. La intercesión de María.

¿Quién entre todos los bienaventurados podrá competir con la augusta Madre de Dios en el poder y en la gracia de intercesión? ¿Acaso hay alguno que pueda ver más claramente en el Verbo eterno, las calamidades que sufrimos y las cosas que necesitamos? ¿A quién se le dio mayor poder para atraernos la misericordia de Dios? ¿Quién podrá compararse con Ella en sentimientos de piedad maternal? Es de notar que no pedimos a los Santos del mismo modo que lo hacemos a Dios, pues a la Santa Trinidad le pedimos que tenga misericordia de nosotros, pero a todos los demás Santos les decimos que oren por nosotros (S. Tomás, II-II 83,4): mas el modo de orar a la Virgen tiene algo de común con el culto de Dios, de tal manera que la Iglesia pide a Ella empleando las mismas palabras con que ora al Señor: Ten misericordia de los pecadores. Muy bien, pues, obran los cofrades del Santo Rosario al dirigirle tantas salutaciones y suplicas, que vienen a ser otras tantas guirnaldas de rosas. Tal es la grandeza de María y tanta la gracia que tiene ante Dios, que aquel que estando necesitado de auxilio no recurre a Ella, es lo mismo que si deseara volar sin el auxilio de las alas.



10. Meditar los misterios es oficio angélico.

Hay también otro motivo de alabanza para esta Asociación que no debemos pasar en silencio. Siempre que meditamos con el rezo del Salto Rosario los misterios de nuestra salvación, otras tantas veces practicamos con noble emulación los oficios santísimos encomendados en otro tiempo a los Ángeles del cielo a quienes imitamos.

Ellos revelaron cada uno a su tiempo estos misterios, tomaron parte muy principal en ellos, diligentísimos fueron al intervenir en los mismos, manifestando en sus rostros unas veces gozo y alegría y tristeza otras: SAN GABRIEL es enviado a la Virgen para anunciarle la Encarnación del Verbo eterno: coros angélicos celebran con cánticos de alegría el nacimiento del Salvador en la gruta de Belén; un ángel sugiere a José la huida a Egipto, y que se tuviese allí con el niño; un ángel consuela al Señor que a fuerza de dolor sudaba sangre en el huerto. Vencida muerte, los Ángeles anuncian la resurrección del Señor, y, subido a los cielos, los Ángeles también proclaman que desde allí ha de venir acompañado los ejércitos celestiales, con los cuales juntaran las almas de los escogidos, llevándolas consigo a los cielos, sobre los cuales ha sido ensalzada la Santa Madre de Dios (Brev. Rm Visp. y Matutin. de la AsunC).

Pueden con razón aplicarse a cofrades del Santo Rosario aquellas labras que dirigía el Apóstol SAN PABLO a los primeros cristianos: Vosotros habéis acercado al monte de Sión la ciudad de Dios viviente, la celestial Jerusalén, al coro de muchos millares de ángeles (He 12,22). ¿Qué cosa puede haber mas divina y más dulce que el contemplarle con los Ángeles y orar juntamente con ellos? ¿Cuanto deben esperar y confiar que gozaran algún día en el cielo de la compañía bienaventurada de los Ángeles, aquellos que se asociaron en cierto modo a su ministerio la en tierra?



11. Elogios de Pontífices para esta Cofradía.

Por estas consideraciones ensalzaron con grandes elogios esta Cofradía Mariana, los Romanos Pontífices, entre los cuales INOCENCIO VIII la llama Cofradía devotísima (día 26 Febr. 1491); Pió V, afirma que por su virtud se ha conseguido que: comenzasen a madurar repentinamente los fieles de Jesucristo en otros varones, a desvanecerse las tinieblas de las herejías y a manifestarse la luz de la verdad católica (día 17 Sept. 1569) SIXTO V, considerando los frutos que se derivan de esta religiosa institución, se manifiesta devotísimo de ella; y otros, en fin, o la enriquecieron con grandes y provechosísimas indulgencias, o se pusieron bajo su tutela, dando a ellas su nombre con excelentes señales de benevolencia. También Nos, Venerables Hermanos, movido por el ejemplo de Nuestros predecesores, os exhortamos y rogamos con encarecimiento, como ya lo hemos hecho muchas veces, que consagréis especial cuidado al fomento de esta sagrada Cofradía de tal manera que con vuestro auxilio, cada día se llenen e inscriban nuevos cofrades; que por medio de vuestra solicitud y con el auxilio del Clero sometido a vuestra vigilancia que trabaja por la salvación de las almas, conozcan los fieles y estimen verdaderamente cuanta sea la virtud y utilidad de esta Cofradía para la salvación de los hombres y esto lo pedimos con tanto más empeño, cuanto que en estos presentes tiempos vuelve a excitarse la hermosísima manifestación de piedad para con la Madre de Dios por medio del Rosario que llaman perpetuo.



12. Bendición para esta asociación.

Damos con grato contento de Nuestro corazón Nuestra bendición a esta asociación, y deseamos sobre manera que os ocupéis en promoverla con mucha constancia y diligencia. Esperamos, pues, con gran confianza que han de ser muy valiosas las alabanzas y oraciones que sin cesar surgirán del corazón y los labios de la muchedumbre cristiana; y alternando de día y de noche por las varias regiones del orbe, junten el canto de sus voces concordes con la meditación de las cosas divinas. Y esta perpetuidad de alabanzas y suplicas la significaron hace ya muchos siglos, aquéllas voces con que era aclamada JUDIT con el canto de OZIAS: Bendita eres del Señor Dios altísimo tu, oh hija, sobre todas las mujeres de la tierra… porque hoy ha engrandecido tu nombre de tal manera, que jamás tus alabanzas cesaron en los labios de los hombres; a cuyas voces todo el pueblo de Israel respondió clamando: así sea, así sea (Jdt 12,23 ss).

Entre tanto, como prenda de celestiales beneficios, y en testimonio de Nuestra paternal benevolencia, os damos la Bendición Apostólica con mucho amor en el Señor a vosotros, Venerables Hermanos, y a todo el clero y pueblo encomendado a vuestra fe y solicitud.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 12 de Septiembre del año 1897, vigésimo de Nuestro Pontificado.

LEON PAPA XIII.


() En el Hemisferio Norte, el mes dedicado a la Santísima Virgen es el mes de Mayo.






DIUTURNI TEMPORIS: Sobre la devoción del Santísimo Rosario

LEON XIII 5 de septiembre de 1898

Venerables Hermanos: Salud y Bendición apostólica



1. Protección de Dios y de María sobre el Pontificado del Papa

Al echar una mirada al largo espacio de tiempo que, por voluntad de Dios, hemos pasado en el sumo Pontificado, no podemos menos que confesar que Nos, sin merecerlo, hemos experimentado, de manera muy viva, la asistencia de la Divina Providencia. Juzgamos, empero, que esto debe atribuirse principalmente a la oración en conjunto, y por tanto eficacísima, que, como antiguamente por PEDRO, así ahora la Iglesia universal está haciendo sin interrupción por Nos. Por eso, en primer término a Dios, que concede todos los bienes, las gracias mas rendidas, y trataremos de conservar en la mente y el corazón mientras vivamos cada uno de los dones recibidos.

Luego se nos presenta el dulce recuerdo de la maternal protección de la augusta Reina del cielo, e igualmente guardaremos, piadosa e íntegramente ese recuerdo dándole gracias y exaltando sus beneficios. Porque de Ella, como de caudalosísimo canal, descienden los manantiales de las divinas gracias, pues, en sus manos están los tesoros de las misericordias del Señor (San Juan Damasc. Serm. de la Natividad de la Virgen). Dios quiere que Ella sea el principio de todos los bienes (S. Irineo Adv. Valent. 1. 3, c 33). Cobijados en el amor de esta tierna Madre, que hemos procurado fomentar asiduamente e incrementar de día en día, esperamos con certeza poder acercarnos a Nuestro último día.



2. Los esfuerzos del Papa en promover y fomentar la devoción al Rosario

Mas hace ya tiempo que, deseando colocar la salvación del género humano en el aumento del culto de la Virgen, como en fortísimo baluarte, no hemos dejado de fomentar entre los fieles la costumbre de rezar el Rosario Mariano publicando, a este fin, Encíclicas ya a desde el 1º de Septiembre de 1883 y promulgando, mas de una vez, decretos, como bien sabéis. Y disponiendo Dios misericordioso que también este año podamos ver el mes de Octubre, que en otro tiempo decretamos que estuviese dedicado y consagrado a la celestial Reina del Rosario, no queremos dejar de dirigirnos a vosotros, y resumiendo en pocas palabras lo que hasta el presente hemos llevado a cabo para fomentar esta clase de oración, coronaremos Nuestra obra con otro documento próximo a aparecer, en el que patenticemos todavía mas espléndidamente Nuestro fervor y afecto para con el mencionado modo de honrar a MARIA, y se estimule el ardiente deseo de los fieles de conservar piadosa y fielmente tan Santísima costumbre.



3. Resumen de las enseñanzas de anteriores Encíclicas.

Movidos, pues, del constante deseo de que el pueblo conociese el poder y la dignidad del Rosario mariano, después de recordar, en primer lugar, el origen mas celestial que humano de esta oración, mostramos que la admirable guirnalda confeccionada con la salutación angélica, entrelazada con la oración dominical y unida con la meditación, resulta una especie excelentísima de suplica, muy fructuosa, principalmente para la consecución de la vida eterna; pues, fuera de la excelencia misma de las oraciones de que se compone, ofrece una buena defensa de la fe y un insigne modelo de virtud por medio de los misterios que propone a nuestra contemplación; que, además, no es una oración complicada sino que se acomoda fácilmente al carácter popular, por cuanto se le pone delante, con la consideración de la Familia de Nazaret, el ideal absolutamente perfecto de la vida familiar y que el pueblo cristiano por consiguiente, siempre experimento su saludabilísima eficacia.



4. Lo que hicieron los Papas anteriores y León XIII por la devoción del Santísimo Rosario. Fiesta, mes de Octubre y la invocación en las Letanías.

De esta manera, después de haber recordado principalmente la naturaleza del Santísimo Rosario y de haber exhortado a su practica de variados modos, Nos aplicamos, además, siguiendo las huellas de Nuestros predecesores, a fomentar su importancia por medio de un culto mas solemne. Pues así como SIXTO V, de feliz recordación, aprobó la antigua costumbre de rezar el Rosario, y GREGORIO XIII dedico un día de fiesta al mismo titulo, que luego inscribió en el Martirologio CLEMENTE VIII, y mando CLEMENTE XI que fuese guardada por la universal Iglesia, y BENEDICTO XIII la introdujo en el Breviario Romano, así Nos, para perenne testimonio de Nuestro aprecio a esta manera de piedad, mandamos que la misma solemnidad del Santísimo Rosario con su oficio fuese celebrada en la universal Iglesia con rito doble de segunda clase. Quisimos, además, que se consagrase a esta practica todo el mes de Octubre; finalmente, ordenamos que en las Letanías Lauretanas se añadiese la invocación Reina del Santísimo Rosario, como augurio de la victoria que habíamos de reportar en la actual contienda.



5. Indulgencias anejas al rezo del Rosario

Faltaba por recordar el grandísimo valor y utilidad del Rosario mariano a causa de la abundancia de privilegios y derechos con que esta enriquecido, y más que nada, por el preciosísimo tesoro de indulgencias de que goza. Ahora bien, es fácil entender cuanto interesa a todos los que se preocupan de su salvación aprovecharse de este beneficio. Pues, se trata nada menos que de conseguir el perdón, total o parcial, de la pena temporal que hay que pagara en esta o en la otra vida, aún después de cancelada la culpa. Es decir, el rico tesoro formado con los méritos de Cristo, de la Madre de Dios y de los santos, y al que con razón aplicaba Nuestro predecesor Clemente VI las palabras de la sabiduría: Tienen los hombres un infinito tesoro, y los que de él se aprovechan, se hacen participes de la amistad de Dios (Sg 7,14). Ahora bien, los Romanos Pontífices, en virtud de la potestad soberana de que están revestidos por el mismo Dios, abrieron estas copiosísimas fuentes de gracias a los cofrades del Santísimo Rosario y a los que piadosamente lo recitasen



6. Anuncio de una constitución para la Cofradía del Rosario

Así, pues, Nos también, pensando que la corona mariana, como adornada de gemas escogidísimas, luce más bella con estos beneficios e indulgencias, tras largos estudios, ya tenemos madurado el plan de publicar una Constitución acerca de los derechos, privilegios e indulgencias de que podrán disfrutar las cofradías del Santísimo Rosario. Esta Nuestra Constitución sea prueba de amor para con la augustísima Madre de Dios, y para los fieles todos, estimulo juntamente y premio de su piedad, a fin de que, en la hora suprema de la vida, puedan por su medio ser aliviados y descansar suavísimamente en su regazo.



7. Bendición Apostólica

Suplicando de corazón estas gracias a Dios Optimo máximo, por medio de la Reina del Santísimo Rosario, Nos amantísimamente os damos la Bendición Apostólica. Como auspicio y prenda de los bienes celestiales, a vosotros, Venerables Hermanos, al clero y al pueblo confiado a vuestras particulares cuidados.

Dado en Roma, cerca de San Pedro, el día 5 de Septiembre de 1898, en el año vigésimo primero de Nuestro Pontificado.

LEON PAPA XIII





LEON XIII, MAGISTERIO - 1. El espíritu Santo completa la obra de Jesucristo