CARTAS – Teresa del Niño Jesús 50

Cta 50 A María Guérin

13 de mayo de 1888
Domingo, mayo 1888
Querida hermanita: Si tienes el Pott1 en la punta de la lengua, no lo tienes ciertamente en el espíritu ni en la punta de los dedos. ¡Qué carta tan preciosa...!
Si querías hacerme reír, no has perdido el tiempo, diablillo. (1vº) ¿Así que, feúcha, tienes un pie malo? ¡Qué raro!, porque tus pies son tan pequeños que realmente no hay sitio para el dolor...
Gracias a Dios, pronto será Pentecostés, y el Espíritu Santo corregirá, sin duda alguna, un gran olvido que tuvo el día de tu confirmación. Te dio todos sus dones, pero por desgracia se olvidó de uno que te sería muy útil. ¿Adivinas cuál...? Se lo voy a pedir tanto durante (2rº) los ejercicios espirituales2, que el día de Pentecostés estarás tan fuerte como Sansón. Como te siga doliendo el pie, tendrás que vértelas con tu Lulú3.
Esta noche he soñado mucho CON Juana; desde que estoy en el Carmelo, es increíble las veces que sueño con ella. Dale un fuerte abrazo de parte de su Teresita.
¡Qué tiempo tan hermoso! Luce un sol radiante, más brillante incluso que el que está dibujado en el encabezamiento de tu carta, pues ése apenas si alumbra la tierra; y si el de hoy fuese igual al tuyo, me vería obligada a utilizar tu (2vº) lámpara4.
Tengo suerte de haber escrito en esta cara la palabra «lámpara»5; de lo contrario, me habría visto obligada a cometer contigo una descortesía, al hacerte volver la página sólo para decirte adiós.
Hasta pronto, querida hermana, así lo espero. Da un abrazo de mi parte a mi tío y dile que no olvidaremos su consejo. Mil besos para mi querida tía.
(No tienes que tener la fuerza en los cabellos6, sino en el pie.)
Diablillo querido, un abrazo de todo corazón. Tu hermanita, Teresa del Niño Jesús p.c.in.7 (2vºtv) Nuestra hermana mayor8 está haciendo los ejercicios espirituales para la profesión. Lleva echado el gran velo blanco, y parece un ángel. Pedirá mucho por su Mariíta.

NOTAS Cta 50
1 La enfermedad de Pott.
2 Ejercicios espirituales de la comunidad entre la Ascensión y Pentecostés.
3 Sobrenombre que María Guérin daba a Teresa.
4 Lamparilla rudimentaria a gasolina mineral, que María había regalado a su prima.
5 Lo dice porque, al dar vuelta a la hoja en que escribía, puso allí esa palabra. N. del T.
6 Alusión a Sansón.
7 Abreviatura de «postulante carmelita indigna».
8 Sor María del Sagrado Corazón.

Cta 51 Al señor Martin

17 de mayo (?) de 1888
J.M.J.T.
Mi querido Rey: Sé que el Diamante te ha escrito unas letras; por eso no te escribiré yo mucho, porque tu pobre Reina quedaría eclipsada por el esplendor del Diamante... Sólo siento necesidad de repetirte que te quiero, como si tú no lo supieras ya. Además, ¿cómo no iba una Reina a querer (vº) a su Rey, y a un Rey como tú, tan santo y tan bueno? Porque la verdad es que tú eres tan santo como el mismo san Luis...
Gracias, papaíto querido, por todo lo que me has regalado: la preciosa pala1, etc...
etc... y todo lo demás...
¿Te acuerdas, papá, de cuando en Génova seguíamos de lejos al Sr. Benoit2 y a los demás? ¡Cómo nos divertíamos! El recuerdo de aquel hermoso viaje que hice con mi papaíto querido me acompañará siempre.
Un abrazo, querido Rey mío.
Tu Reina de Francia y de Navarra, Teresa del Niño Jesús
p.c.ind.

NOTAS Cta 51
1 Habían prescrito a la postulante un poco de trabajo en la huerta.
2 El Sr. Félix Benoît, magistrado de Caen.

Cta 52 Al señor Martin

Mayo-junio (?) de 1888
J.M.J.T.
¡Qué bueno es el recadero del Niño Jesús! Le mando todo mi cariño y mis besos.
Tomaré feliz el vino que me manda1, pensando que procede de las bodegas del Niño Jesús.
Querido papaíto, tú eres el recadero de Jesús (1vº), qué bien lo sé yo. Gracias, gracias..., ¡qué bueno eres conmigo!
Sí, yo siempre seré tu reinecita y trataré de labrar tu gloria haciéndome una gran santa.
Teresa del Niño Jesús, el Diamante brillante y la Perla extra-fina te mandan un abrazo muy fuerte.
Acaban de enseñarme los pájaros2, ¡qué bueno eres, papaíto querido! Hay tres pájaros, uno para el Diamante, otro para la Perla fina y otro para (2rº) la Reinecita de papá. Esta tratará de hacer todo lo posible por parecerse un poco a su Rey.

NOTAS Cta 52 1 Vino reconstituyente. 2 Pollas de agua.

Cta 53 A Celina

17 de junio de 1888
J.M.J.T. Domingo, junio de 1888 Querida Celina: Me harías un gran favor si me enviases lo ANTES posible la tela que compraste para hacerte un delantal. Necesito también la falda escocesa que tenías para disfrazarte. Envíame también todas las cintas blancas aprovechables que tengas; hay una que yo llevaba en la cabeza el día de mi primera comunión; puedes coger también la del sombrero1... Es para representar a santa Inés2... Hermanita querida, ¡qué bueno es Dios contigo! ¡Si pudieses comprender qué gracia tan grande recibiste el viernes3! Creo, realmente, que es la gracia que estabas esperando. ¿Recuerdas que me decías: «Pero yo no he recibido la gracia decisiva»4? Estoy convencida de que es ésa. Ahora tienes que ser toda de Jesús. Él es más que nunca todo tuyo. Él ha puesto ya en tu dedo el anillo misterioso de los esponsales5. Él quiere ser el único dueño de tu alma. Hermana querida, tú y yo somos verdaderamente HERMANAS en el sentido más hondo de esta palabra. Adiós. Desde lejos mi corazón lee en el tuyo. Teresa del Niño Jesús p.c.ind. (tv) Dale un beso de mi parte a mi incomparable Rey.

NOTAS Cta 53
1 El sombrero de su primera comunión.
2 En la fiesta de la madre María de Gonzaga, el 21 de junio. Se trata de un sainete compuesto por sor Inés de Jesús; se encuentra publicado en VT nº 71 (cf Poésies II, pp. 180-183).
3 El 15 de junio Celina había anunciado a su padre su vocación al Carmelo.
4 El 9 de abril, día de la entrada de Teresa en el Carmelo, Celina había recibido una propuesta de matrimonio que la dejaba indecisa sobre el camino a seguir.
5 Cf PN 26,3,2.

Cta 54 A sor Inés de Jesús

4 (?) de julio de 1888
J.M.J.T.
El balido del cordero amado de Jesús ha resonado en los oídos del corderito1 como una dulce música... ¿Dónde ha aprendido el cordero la melodía de Cecilia2? ¡La eternidad! Sí, el corderito vive sumergido en ella. Quiere lanzarse a ella de un salto detrás del cordero, pero necesita que la música de su dulce cordero le abra el camino.
El grano de arena, a pesar de su pequeñez, quiere construirse hermosas
eternidades, y quiere construirlas también para las almas de los pecadores; pero, ¡ay!, todavía no es (vº) lo bastante pequeño ni suficientemente insignificante.
El cordero y el corderito tienen que alcanzar la palma de Inés; si no es por la sangre, habrá de serlo por el amor... ¡He ahí el sueño del grano de arena!
¡Sólo Jesús! Nada más que él. El grano de arena es tan pequeño, que si quisiese meter en su corazón a alguien que no sea Él, ya no habría sitio para Jesús...
Que el blanco cordero ruegue por el oscuro grano de arena, para que llegue a ser brillante y luminoso en la eternidad.
La cañita3 de Jesús

NOTAS Cta 54 1 Acerca de este sobrenombre de Teresa, cf CG p. 378+b. «El cordero», sor Inés, está haciendo desde el 1 de julio unos ejercicios espirituales de diez días. 2 Alusión al oficio litúrgico de santa Cecilia: «La virgen Cecilia cantaba en su corazón a su único Señor» (primer responsorio de Maitines). Esta es la primera vez que se menciona en los Escritos a esta santa. 3 La «caña» es un símbolo importante para Teresa, que aparece en su escudo de armas (Ms A 85vº). Lo volvemos a encontrar en Cta 49 y 55 y en LC 84, 85, 120; cf CG p. 379+g. En su toma de hábito, Teresa recibirá una caña como signo con el que marcar algunas de sus ropas.

Cta 55 A sor Inés de Jesús

5-9 de julio de 1888 Gracias al cordero querido por haber hecho escuchar una vez más al corderito la música del cielo. El dulce céfiro ha agitado suavemente a la cañita... Eran las 9 pasadas cuando la caña descubrió el papelito1. No lucía ya la luz de la tierra2, pero su corazón supo descifrar mejor que sus ojos la música de santa Cecilia, ¡y no perdió ni una sola palabra...! Sí, yo deseo esas angustias del corazón, esos alfilerazos de los que habla el cordero. A la cañita no le importa en absoluto doblarse, no tiene miedo de romperse, pues ha sido plantada al borde de las aguas; en (vº) vez de quedarse allí en el suelo, cuando se dobla, sólo encuentra una onda bienhechora que la fortalece y le hace desear que una nueva tormenta vuelva a desatarse sobre su frágil cabeza. Toda su confianza reside en su debilidad, y no puede quebrarse porque, le ocurra lo que le ocurra, sólo quiere ver en ello la mano de Jesús...
A veces, a la caña, una débil ráfaga de viento puede resultarle más insoportable que las grandes tormentas; y entonces va a remojarse en su arroyo querido. Pero tampoco esas débiles ráfagas de viento consiguen que se doble demasiado hacia la tierra, son los alfilerazos...
Mas ningún sufrimiento es excesivo para conquistar la palma3...

NOTAS Cta 55
1 Un billete que sor Inés había deslizado bajo la puerta de la celda de Teresa.
2 Eran las 9 de la noche, hora solar.
3 La palma de santa Inés: cf Cta 54

Cta 56 A sor Inés de Jesús

11 de julio de 1888 ¡Qué dicha volver a ver mañana el dulce rostro del cordero!1. Pero el corderito suplica al cordero que no dé todavía el salto hacia el cielo. Si su sitio está ya preparado para él, que piense en el pobre corderito, que espere un poco más para que el corderito pueda saltar también, y entonces se irán los dos juntos a su patria. Sus corazones, que nunca pudieron saciarse en la tierra, irán a abrevarse en las mismas fuentes del amor. ¡Ah, el dulce festín! ¡Qué alegría ver a Dios2, ser juzgados por Aquel a quien (vº) hemos amado sobre todas las cosas3! He soñado que el cordero volaría pronto hacia su patria, pero espero que se quede todavía un poco más en el exilio para guiar al pobre corderito...

NOTAS Cta 56 1 Durante los ejercicios espirituales, las hermanas llevaban el velo echado sobre el rostro, en señal de soledad, cuando estaban en comunidad. 2 El deseo de «ver a Dios», aunque menos acentuado que el deseo de amar, no está ausente ni es tampoco secundario en Teresa, como en ocasiones se ha querido deducir erróneamente de CA 15.5.7. Cf PN 5,5, y 13; 17,15; 18,54; 22,17; (23,3); 24,27; 33,2; 36,4; RP 3,12v (3f); 19 rº/vº; Ms C 4vº; Cta 95, 96, 186, 254. 3 SANTA TERESA DE JESUS, Camino de perfección, c. 42. (Así en la edición francesa. En realidad es C 40,8. N. del T.)

Cta 57 A Celina

J.M.J.T.
Sólo Jesús + Lunes, 23 de julio de 1888
Querida hermana: Tu Teresa ha comprendido toda tu alma; incluso ha leído mucho más de lo que le has escrito. He comprendido la tristeza del domingo, yo misma la he vivido toda entera... A medida que iba leyendo, me parecía que nos animaba la misma alma; entre nuestras almas hay algo tan sensible, que nos asemeja tanto... Siempre hemos estado juntas; nuestras alegrías, nuestras penas, todo ha sido común. Y siento que esto continúa en el Carmelo... Nunca, nunca jamás nos separaremos. ¿Sabes?, sólo el lirio amarillo1 habría podido alejarnos un poco. Te lo digo porque estoy segura de que tu lote será siempre un Lirio blanco, puesto que tú le has escogido y él te escogió a ti primero... ¿Comprendes el lenguaje de los lirios...? (1vº) Alguna vez me he preguntado por qué Jesús me había escogido a mí la primera. Ahora lo comprendo: mira, tu alma es un lirio siempreviva2. Jesús puede hacer con él lo que quiera. Importa poco que esté en un lugar o en otro. Siempre será siempreviva. La tempestad no puede hacer caer el amarillo de los estambres en su blanco cáliz perfumado: Jesús lo ha hecho así. Él es libre, y nadie puede pedirle cuentas de por qué concede sus gracias a un alma en vez de a otra3. Al lado de ese lirio Jesús colocó a otro, su compañero fiel4. Crecieron juntos, pero uno era siempreviva y el otro no lo era, y Jesús tuvo que coger su lirio antes de que se abriese la flor se entreabriera, para que los dos lirios fuesen para él... El uno era débil, el otro fuerte. Y Jesús cogió al débil y dejó al fuerte para que se embelleciese con un brillo nuevo... Jesús les pide TODO a sus dos lirios, no quiere dejarles nada más que su blanca vestidura... ¡TODO! ¿Comprende la siempreviva a su hermanita...? (2rº) La vida, a menudo, resulta pesada. ¡Cuánta amargura, pero cuánta dulzura también! Sí, la vida cuesta, es duro comenzar un día de trabajo; tanto el débil capullo como el hermoso lirio lo han comprobado... ¡Y si al menos se sintiese a Jesús...! ¡Por él, todo se haría a gusto! Pero no, él parece estar a mil leguas, estamos solas con nosotras mismas. ¡Y qué enojosa resulta la compañía cuando no está Jesús! ¿Pero qué hace, entonces, este dulce amigo? ¿No ve nuestra angustia y el peso que nos oprime? ¿Dónde está? ¿Por qué no viene a consolarnos, puesto que no tenemos otro amigo? Pero no..., él no está lejos. Está muy cerca y nos mira y nos mendiga esta tristeza, esta agonía... La necesita para las almas, para nuestra alma: ¡quiere darnos tan hermosa recompensa, es tan grande lo que él anhela para nosotras! Pero ¿cómo podrá él decir un día: «Ahora me toca a mí»5 si aún no ha llegado nuestro turno, si todavía no le hemos dado nada? A él le cuesta mucho abrevarnos de (2vº) tristezas, pero sabe que ésa es la única forma de prepararnos a «conocerle como él se conoce y a convertirnos nosotras mismas en dioses». ¡Oh, qué destino! ¡Qué grande es nuestra alma...! Elevémonos por encima de lo que es pasajero, mantengámonos a distancia de la tierra. Allá arriba el aire es puro. Jesús se esconde, pero se le adivina... Derramando lágrimas, enjugamos las suyas, y la Santísima Virgen sonríe. ¡Pobre Madre! ¡Ha sufrido tanto por causa nuestra! Justo es que nosotros la consolemos un poco llorando y sufriendo con ella... Esta mañana leí un pasaje del Evangelio donde se dice: «No he venido a traer paz, sino espada». No nos queda, pues, más que luchar. Cuando no tenemos fuerzas para ello, Jesús combate por nosotras... Pongamos juntas el hacha a la raíz del árbol...6.
¡Pobre borrador de Teresa! ¡Qué carta, qué confusión! Si hubiese podido decir todo lo que pienso, Celina (2vºtv) tendría lectura para rato... Jesús es muy bueno al habernos concedido encontrar una madre como la que 7 tenemos. ¡Qué tesoro! Si la hubieses visto, hermanita, traerme tu carta esta
mañana a las seis8...! Me emocionó...
Jesús te pide TODO, TODO, TODO, como se lo puede pedir a los más grandes santos.
Tu pobre hermanita, Teresa del Niño Jesús
p.c.ind.

NOTAS Cta 57
1 «El lirio amarillo en nuestro lenguaje íntimo significaba el matrimonio», anota sor Genoveva.
2 «Siempreviva» («immortelle» escribe Teresa: N. del T.): flor simbólica que sor Inés de Jesús aplicaba a Celina. Esto explica que Teresa escriba «immortelle» en femenino, sin preocuparse de hacerlo concordar con «lis» (lirio, masculino: id.).
3 Cf Ms A 2rº/3rº.
4 La propia Teresa.
5 Cita de Arminjon, Fin du monde présent..., p. 290. Respuesta a Celina, que acaba de citar: «Ahora me toca a mí» (LC 86), frase que había encontrado en un cuaderno escolar en el que Teresa había copiado varios pensamientos de Arminjon
en 1887. La lectura de ese libro ejerció un influjo considerable en Teresa adolescente (cf Ms A 47rº/vº; Cta 94, 107, 157, 169, todas ellas dirigidas a Celina). La cita de san Pablo (en 2vº) está también en Arminjon.
6 Cf Im I, 11, 4.
7 La madre María de Gonzaga.
8 Al terminar la oración de la mañana.

Cta 58 Al señor Martin

J.M.J.T. El Carmelo, 31 de julio de 1888 Mi querido Rey: ¡Si supieras cómo nos gustó tu carpa, tu monstruo! Hubo que retrasar la comida media hora. María del Sagrado Corazón hizo la salsa. Estaba delicioso, sabía a cocina de mundo. Era incluso mejor que la suntuosa cocina de Italia, lo cual no es poco decir, porque ¡vaya banquetes...! ¡Y vaya compañía! ¿Te acuerdas, (1vº) papaíto...? Pero no siempre es eso lo que abre el apetito, al menos a mí, pues nunca he comido tanto como desde que estoy en el Carmelo. Me siento totalmente en mi centro. Si la señorita Paulina1 estuviese ahí, diría que «he encontrado mi camino».
Tu Diamante no puede escribirte porque está de colada general, pero eso no le impide pensar en ti, papaíto querido; te abraza con todo su corazón, y tú sabes que el corazón de tu hija mayor no es precisamente pequeño. Pienso en lo que tú tantas veces nos decías: «Vanidad de vanidades y todo vanidad2, vanidad de la vida que pasa», etc. Cuanto más vivo, más verdad me parece que todo es vanidad sobre la tierra. (2rº) Siempre que pienso en ti, papaíto querido, pienso naturalmente en Dios, pues me parece imposible encontrar a alguien más santo que tú en la tierra. Cuando pienso que dentro de ocho días hará cuatro meses que estoy en el Carmelo, no me lo puedo creer. Me parece que he estado siempre aquí, y por otra parte me parece que fue ayer cuando entré. ¡Cómo pasa todo...! Cuanto más vivo, papaíto querido, más te quiero. No sé cómo puede ser eso, pero es la pura verdad; me pregunto lo que será al final de (2vº) mi vida... Me siento muy orgullosa de mi título de Reina de Francia y de Navarra, y espero merecerlo siempre. Jesús, el Rey del cielo, al tomarme para sí, no me ha quitado a mi santo Rey de la tierra. ¡No!, si mi papaíto querido así lo quiere y no me encuentra demasiado indigna, yo seré siempre: la Reina de Papá. La Perla fina te manda un abrazo muy fuerte. Adiós y hasta pronto, mi querido Rey. Tu Reinecita, Teresa del Niño Jesús p.c.ind.

NOTAS Cta 58 1 Paulina Romet. 2 Im I, 1, 3.

Cta 59 Al señor Guérin

Jesús + J.M.J.T. El Carmelo, 22 de agosto de 1888 Querido tío: Acabamos de recibir una carta de nuestra tía donde nos cuenta todo lo que usted está pasando. Aunque lejos de usted, también su sobrinita comparte su dolor y quisiera estar cerca de su tío para consolarle; pero ¿qué podría hacer ella, en realidad...? No, es preferible que esté en el Carmelo; aquí, al menos, puede pedir todo lo que quiera al único que puede dar el consuelo, (1vº) que lo derrame abundantemente en el corazón de su querido tío. El estado del señor David1 nos apena mucho. Comprendo, querido tío, cuánto deben estar sufriendo ustedes, pues no hay nada tan doloroso como ver sufrir a los que amamos. Sin embargo, doy gracias a Dios con todo el corazón por la gracia tan grande que ha tenido a bien conceder a esa hermosa alma. ¡Qué disposiciones para comparecer ante él! Es verdaderamente admirable. Todo lo que nos ha contado nuestra querida tía me ha llegado muy hondo.
Era imposible, tío, que Dios no le concediese a usted este consuelo después de todo lo que hace (2rº) por su gloria. ¡Qué hermosa me parece la corona que Dios le tiene reservada! No puede ser de otra manera, pues toda su vida no es más que una perpetua cruz, y Dios no obra así más que con los grandes santos.
¡Qué dicha pensar que en el cielo nos reuniremos para no separarnos ya más! Verdaderamente, sin esta esperanza la vida sería insoportable...
Querido tío, no sé lo que usted pensará de su pobre sobrinita, que deja correr la pluma sin pensar mucho en lo que dice; si su corazón pudiese escribir, DIRIA cosas muy distintas, pero se ve obligado a confiarse a esta fría pluma, (2vº) que no sabe expresar lo que él siente. Lo pongo en manos de mi ángel de la guarda, creo que un mensajero celestial cumplirá bien mi encargo; le envío al lado de mi tío querido para que vierta en su corazón tanto consuelo cuanto nuestra alma puede contener en este valle de lágrimas...
Adiós, querido tío. Le pido que salude de mi parte a la señora de Fournet, me asocio de corazón a su dolor. A usted le envío toda la ternura que encierra mi corazón, y continuaré rogando sin cesar por el señor David.
Su sobrinita, que quisiera disminuir un poco su dolor, Teresa del Niño Jesús p.c.ind.

NOTAS Cta 59
1 El señor David, primo carnal de la señora Journet, madre de la señora Guérin, estaba muy grave.

Cta 60 A la señora de Guérin

Jesús + J.M.J.T. El Carmelo, 28 de agosto de 1888, 6 de la mañana Querida tía: Ayer tarde nos enteramos de la muerte del señor David. Aunque esperábamos recibir en cualquier momento la triste noticia, me conmoví mucho al saber el desenlace. Ruego a Dios que acoja en su paraíso a esa alma tan santa; tal vez esté ya allí, pues con unas disposiciones tan perfectas como las suyas se puede ir derecho al cielo. (1vº) Pido a Dios, querida tía, que derrame en su alma el consuelo. Ya se mostró muy bondadoso al escuchar todas las oraciones que ustedes le dirigieron para ofrecerle el alma de su querido pariente. Si desde lo hondo de su soledad, su hijita pudiese esperar haber tenido una pequeña parte en ello, se sentiría muy dichosa. Pienso, querida tía, que en los momentos de gran tristeza necesitamos de mirar al cielo; allí, en lugar de llorar, todos están alegres porque nuestro Señor posee un elegido más, un nuevo sol1 ilumina con sus rayos a los ángeles del cielo, todos viven ya el rapto del éxtasis divino y se extrañan de que nosotros podamos (2rº)
llamar muerte al comienzo de la vida. Para ellos, nosotros estamos en un estrecho sepulcro, mientras que su alma puede trasladarse hasta el confín de las «playas celestes, de horizontes infinitos»2... Querida tía, cuando se piensa en la muerte del justo, no se puede por menos de envidiar su suerte. Para él ya no existe el tiempo del destierro; para él ya no hay más que Dios, nada más que Dios.
¡Cuántas cosas, querida tía, tendría para decirle esta su hijita! ¡Piensa tanto, tanto, su corazón! Esta mañana está toda ella perdida en la inmensidad y en la añoranza de la muerte de los santos. Pero me falta tiempo para terminar este borrador, y tengo que cortar, porque la campana acaba de advertirme que es hora de terminar.
Ofrezco este pequeño sacrificio a Jesús, para que se digne consolarles con su mano bondadosa.
Su hijita, que está con el corazón cerca de usted y de sus queridas hermanitas3, Teresa del Niño Jesús
p.c.ind.

NOTAS Cta 60
1 Cf Arminjon, op. cit., p. 312.
2 Lamennais, Une voix de prison. A la señora de Martin le gustaba citar este texto.
3 Sus primas Juana y María Guérin.

Cta 61 Al señor Martin

J.M.J.T. Jesús + Carmelo, 25 de agosto de 1888 Querido papaíto: Por fin, ha llegado el día en que tu Reina puede felicitarte tu santo en todos los tonos, ya que está en el Carmelo en compañía de tus joyas: el Diamante y la Perla fina... ¡Pobre Reinecita! Debiera hacerse a un lado para dejar paso a las espléndidas alhajas de su Rey; pero la verdad es que no puede, resignarse a ello. También ella tiene su título y puede mostrarlo (1vº) a quien quiera verlo, está sellado por la mano misma de su Rey: Reina de Francia y de Navarra. No tiene otra cosa, pero creo que basta para ser admitida a la presencia de su Rey. Por lo demás, nadie intenta disputarle su derecho, que hasta en el extranjero le reconocen: en Italia, en Roma, todos sabían que la Reina estaba allí... Mi querido Rey, tu reinecita querría tener magníficos presentes que ofrecerte, pero no tiene nada. Además, ella no es nada fácil de contentar. Todos los palacios del Vaticano, cargados de regalos, no le parecerían lo bastante bellos para su Rey. Ella sueña con algo más (2rº) regio, necesita tesoros inmensos, horizontes infinitos1. Lo que ella quisiera dar a su Rey no se encuentra aquí en la tierra, sólo Jesús lo posee.
Por eso va a pedirle que colme a su Rey de alegrías celestiales. A un padre que no es de la tierra nada terreno puede llenarlo. Ya ves, querido papaíto, que aunque parece que no te ofrezco nada, te hago un magnífico regalo; si no cautiva tus ojos, cautivará al menos tu corazón, porque espero que Dios escuche mi plegaria. Sin embargo, papaíto querido, aun diciéndote que sólo deseo cautivar tu corazón, te mando (2vº) una estampita pintada por tu reina. Espero que, a pesar de mi escaso talento, te guste; la Perla fina ha querido ayudarme con sus consejos de artista y compuso el precioso dibujo, pero se empeñó en que la pintase yo sola. El mérito no es mucho; pero mi impericia es tan grande y mi Rey tan indulgente, que espero darle un poquito de gusto enviándole esta estampita. Hasta pronto, papaíto querido. Si tu Reina no está hoy a tu lado, no te quepa la menor duda de que lo está con el pensamiento y con el corazón, te desea la mejor de las fiestas que hayas tenido nunca en tu vida, y te abraza con todo su corazón. Tu Reinecita, Teresa del Niño Jesús p.c.ind.

NOTAS Cta 61 1 Cf Cta 60, n. 2.

Cta 62 A María Guérin

septiembre de 1888
J.M.J.T. Jesús + El Carmelo, jueves. Querida hermanita: Empecé a escribirte el martes por la noche, y hace un momento quise continuar la carta; pero las cosas que entonces te decía no son las que hoy quiero decirte, así que he preferido volver a empezar. Gracias por tu preciosa carta. Si me hubiese escrito Mme. de Sevigné, seguro (1vº) que no me habría dado mayor alegría. Si mi primita se acuerda mucho de mí, también yo estoy con mucha frecuencia espiritualmente con ella. Igual que tú, yo también necesito oír hablar a menudo de mi Mariíta, y sobre todo hablar yo misma de ella. Me desahogo hablándole a Dios de mi querida hermanita, no temo nunca que a él le parezca que le hablo demasiado de ti, pues estoy segura de que a mi Mariíta Dios la tiene muy dentro de su corazón. Querido diablillo, ¡cuántas cosas tendría que decirte! (2rº) Pero el tiempo se pasa volando, veo que se me escapa con asombrosa rapidez. Es tarde y te estoy escribiendo a la luz de tu lamparilla; ya ves que mi escritura se resiente de mi prisa. Lo que me consuela de tener tan mala letra es pensar que en el cielo no tendremos
necesidad de este medio para comunicarnos nuestros pensamientos, ¡será una suerte para mí...!
Ayer recibí una visita. Te apuesto que no la adivinas ni a la de cien... Una elegante
dama de MUNDO, su querido marido, una señorita de dieciséis años y un señorito de catorce... ¿Vas cayendo...? Era la madrina (2vº) que plantaba verbenas1... Venía acompañada de su sobrina Th. Gilbert y de su sobrino Pedro. ¡Ay, mundo, mundo!
¡Si la hubieras visto en el locutorio! Al verme tras de la reja, casi cantaba: «¡Cuánto pena mi corazón, mi corazón!»
Es hora de acabar con mi cháchara, y, sin embargo, no he dicho nada interesante a mi querida primita. Pero ¿qué puede esperarse de una persona como yo, que escribe sin pensar que su papel se va llenando de trivialidades, teniendo tantas
cosas serias que decir...? Perdóname...
(2rºtv) Termino, querida Mariíta, pidiéndote un favor: serías muy amable si, mientras te paseas por ese hermoso parque2, pudieses encontrar algunos musgos secos, cortezas de árboles, etc. Es para hacer trabajitos, belenes por ejemplo. Si es molestia, no me lo envíes, sólo si lo encuentras paseándote.
Siento mucho que mi tía esté enferma. Me acuerdo mucho de ella y no dejo de rezar por su pronta curación. Dale un beso muy FUERTE de parte de su hijita, ¡pero sin hacerle daño...!
(2vºtv) Dale un beso también a mi QUERIDA Juanita, y a Celina y Elena3. De ellas, que no están enfermas, no tengo compasión: así que te pido que las beses lo más fuerte que puedas.
Veo, querida Mariíta, que mis besos no tienen fin, pero todavía no he terminado, pues no te los he dado a ti, que eres la encargada de repartirlos. Así que a todas las personas a quienes se los vas a dar les pido que te devuelvan todos los que puedan.
Y como dudo que mi petición sea cumplida, te mando yo un beso yo con todo el corazón, pero muy fuerte, tan fuerte que si tuvieses un flemón, se reventaría, como pasó antes del viaje a Roma.
Tu hermanita, Teresa del Niño Jesús
p.c.ind.

NOTAS Cta 62
1 Madamme Tifenne, madrina de Leonia.
2 En el castillo de La Musse, que acababan de heredar los Guérin a la muerte del señor David.
3 Celina y Elena Maudelonde, primas carnales de Juana y María.

Cta 63 Al señor Martin

30 de septiembre de 1888
J.M.J.T.
El Carmelo, 30 de septiembre
Mi rey querido: Tu Reinecita se siente abrumada bajo el peso y la magnificencia de tus regalos1, ya se ve que es un Rey quien se los ofrece a su Reina.
Lo primero que vi llegar fue el encaje de punto de Alençon; es, de verdad, absolutamente regio. No sé cómo darte las gracias (1vº) por tan hermosos regalos.
¿Dónde quedan ya los tiempos en que tu Reinecita saltaba de alegría ante una chuchería de CINCO CENTIMOS que su Rey le regalaba?2. También ahora su corazón se sentiría dichoso, pero el del Rey necesita dar más, por eso ofrece a su
Reina un encaje digno de LA REINA DE FRANCIA Y DE NAVARRA.
Es verdad, querido papaíto, que si tu Reina no es digna de tantas riquezas, éstas nunca serán demasiado hermosas para el Esposo divino a quien tú la has entregado; por eso, (2rº) seré feliz llevándolas; de lo contrario, realmente no me atrevería a llevarlas, pues todavía no soy más la Huerfanita de la Berezina, y hasta el día de mi toma de hábito no mereceré llevar mi título de Reina.
Todavía tengo una dulce misión que cumplir: la de darte las gracias, en mi nombre de Reina y en nombre del Diamante de y la Perla fina, por el alud de peras, cebollas, ciruelas y manzanas que salió del torno como de una cornucopia. ¿De dónde venía todo aquello? Un viejecito dijo que se trataba de un señor que vivía por el jardín de la Estrella3. (2vº) No podía ser nadie más que tú. Por eso, papaíto querido, la provisión fue bien recibida y se le dispensó un buen recibimiento sin hacernos de rogar. Tiene gracia la cosa: le costó menos entrar que a tu Reina, que tuvo que ir a Roma para conseguir que le abrieran la puerta...
Las enormes cebollas me alegraron el corazón, me hicieron pensar en las de Egipto, no las echaremos de menos como los israelitas. Pensé también en las de Lion4, que costaban 0'50 céntimos y eran tan gordas.
Bueno, Rey mío, creo que tu Reina te está aburriendo con su cháchara, pero está tan contenta que no puede menos de decírtelo. Te da las gracias por todo, y te abraza con todo su corazón.
Teresa del Niño Jesús

NOTAS Cta 63
1 En previsión de la toma de hábito de Teresa, el señor Martin le manda ya una pieza de encaje de punto de Alençon.
2 Cf Ms A 14rº.
3 Parque privado situado en las proximidades de los Buissonnets.
4 Teresa había visitado Lyon al regreso de su viaje a Roma.

Cta 64 Al señor Martin

8-15 de octubre (?) de 1888 Mi querido Rey: Me gustaría escribirte una larga carta, pero no puedo, porque estoy de retiro. ¡No sabes cuánto te quiere tu Reinecita...!
Como tengo que enviar una carta a la hija del Rey -la princesa Leonia-, he pensado que la mejor forma de (vº) hacerle llegar mi mensaje era por medio del mismo Rey. Y por esa razón me dirijo a «Su Majestad el Rey de Francia y de Navarra". Si no brilla su dignidad a los ojos de los hombres, yo sé muy bien que en el cielo se manifestará a los ojos de Dios. Y entonces, el menor de los elegidos será como el jefe de un pueblo numeroso1, y, Rey mío, ¡qué dignidad...! Tu Reinecita, Teresa del Niño Jesús

NOTAS Cta 64 1 Citado en Im III, 58, 9.

Cta 65 A Celina

J.M.J.T. Jesús + El Carmelo, 20 de octubre de 1888 Mi querida Celina: Así que mañana es tu santo1. ¡Cómo me gustaría ser yo la primera en felicitarte! Pero si no es posible, puedo hacerlo al menos en mi corazón. ¿Qué quieres que te regale para tu santo? Si escuchase a mí corazón, le pediría a Jesús que me enviase a mí todas las penas, todas las tristezas, todos los problemas de la vida de mi querida Celina; pero, ya ves, no lo escucho, porque tengo miedo a que (1vº) Jesús me diga que soy una egoísta, pues entonces querría que me diese a mí lo mejor que él tiene, sin dejar ni siquiera un poco para su prometida, a quien tanto ama. Si le hace sentir la separación2, es para demostrarle su amor; por tanto, no puedo pedirle eso a Jesús. Y, además, él es tan rico, tan rico, que tiene de sobra para enriquecernos a las dos... ¡Y pensar que, si Dios nos diese el universo entero con todos sus tesoros, eso no sería comparable con el más ligero sufrimiento! ¡Qué gracia tan grande cuando por la mañana nos sentimos sin ánimo y sin fuerzas para practicar la virtud! Ese es el momento de poner el hacha a la raíz del árbol3. En vez de perder el tiempo en reunir unas pocas pepitas de oro, extraemos (2rº) diamantes, ¡y qué ganancia al final de la jornada...! Es cierto que a veces nos despreocupamos durante algunos instantes de acumular nuestros tesoros. Ese es un momento peligroso, pues se ve una tentada de mandarlo todo a paseo; pero con un acto de amor, aun no gustado, todo queda reparado, y con creces: Jesús sonríe, nos ayuda sin parecer que lo hace, y nuestro y débil amor enjuga las lágrimas que los malos le hacen derramar. El amor todo lo puede: las cosas más imposibles no le parecen difíciles4. Jesús no mira tanto la grandeza de las obras, ni siquiera su dificultad, cuanto el amor con que se hacen5... Hace algún tiempo encontré una frase que me parece muy hermosa. Es ésta, creo que te va a gustar: «La resignación es todavía distinta de la aceptación de la voluntad (2vº) de Dios; existe entre ellas la misma diferencia que entre la unión y la unidad. En la unión hay todavía dos, en la unidad no hay más que uno»6. ¡Sí, no
seamos más que uno con Jesús! Despreciemos todo lo que es pasajero. Nuestros pensamientos deben dirigirse al cielo, pues allí está la morada de Jesús. Pensaba hace unos días que no debemos apegarnos a lo que nos rodea, pues podríamos vivir en otro lugar distinto de éste en que vivimos, y entonces nuestros afectos y nuestros deseos ya no serían los mismos... No sé explicarte mi pensamiento, soy demasiado torpe para hacerlo, pero cuando te vea te lo diré de palabra.
¿Por qué te habré dicho todas estas cosas que tú sabes mucho MEJOR que yo?
Perdóname. Necesitaba tener contigo una conversación como las que teníamos antaño. Pero ese tiempo no pasó, seguimos siendo las dos una MISMA ALMA, y nuestros pensamientos siguen siendo los mismos que eran en las ventanas del mirador7...
Me llena de alegría pensar que un día celebraremos tu santo en la ciudad celestial.
Tu hermanita, Teresa del Niño Jesús (2vºtv) Sí, es muy triste pensar que el Padre8 se va para el Canadá. ¡Pero nos queda Jesús...!

NOTAS Cta 65
1 Santa Celina, virgen, patrona de Meaux y compañera de santa Genoveva.
2 La separación de Teresa.
3 Im I, 11, 4.
4 Ibid., III, 5, 4.
5 SANTA TERESA DE JESÚS, M7,4,15.
6 Mme. Swetchine: cf CA 23.7.5.
7 Cf Ms A 48rº.
8 El P. Pichon. Se embarcaba el 3 de noviembre en El Havre. Teresa ya no volvería a verlo en esta vida.


CARTAS – Teresa del Niño Jesús 50