PIO XI, MAGISTERIO PONTIFICIO 949

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RENOVACIÓN DE LA VIDA CRISTIANA

41. Como en los periodos mas borrascosos de la historia de la Iglesia, asi hoy todavia el remedio fundamental esta en una sincera renovación de la vida privada y publica, según los principios del Evangelio, en todos aquellos que se glorian de pertenecer al redil de Cristo, para que sean verdaderamente la sal de la tierra que preserva a la sociedad humana de una corrupción total.

42. Con animo profundamente agradecido al Padre de las luces, de quien desciende toda dadiva buena y todo don perfecto(Jn 4,23) vemos en todas partes signos consoladores de esta renovación espiritual, no solo en tantas almas singularmente elegidas que en estos ultimos anos se han alzado hasta la cumbre de la mas sublime santidad, y en tantas otras, cada vez mas numerosas, que generosamente caminan hacia la misma luminosa meta, sino también en una piedad sentida y vivida que vuelve a florecer en todas las clases de la sociedad, aun en las mas cultas, como lo hemos hecho notar en Nuestro reciente "Motu proprio" In multis solaciis, del 28 de octubre pasado, con ocasión de la reorganización de la Academia Pontificia de Ciencias(Mt 5,3)

43. Pero no podemos negar que aun queda mucho por hacer en este camino de la renovación espiritual. Aun en paises catolicos, son demasiados los que son catolicos casi solo de nombre; demasiados los que, aun observando mas o menos fielmente las practicas mas esenciales de la religión que se glorian de profesar, no se preocupan de conocerla mejor ni de adquirir una convicción mas intima y profunda, y menos aun de hacer que al barniz exterior corresponda el interno esplendor de una conciencia recta y pura, que comprenda y cumpla todos sus deberes bajo la mirada de Dios. Sabemos cuanto aborrece el Divino Salvador esta vana y falaz exterioridad, El, que queria que todos adorasen al Padre en espiritu y verdad(He 13,14) Quien no vive verdadera y sinceramente según la fe que profesa, no podra sostenerse mucho tiempo hoy, cuando tan fuerte sopla el viento de la lucha y de la persecución, sino que sera arrastrado miserablemente por este nuevo diluvio que amenaza al mundo; y asi, mientras se labra su propia ruina, expondra también a ludibrio el nombre de cristiano.

DESPRENDIMIENTO

44. Y aqui queremos, Venerables Hermanos, insistir mas particularmente sobre dos ensenanzas del Señor, que tienen especial conexión con las actuales condiciones del género humano: el desprendimiento de los bienes terrenos y el precepto de la caridad. Bienaventurados los pobres de espiritu, fueron las primeras palabras que salieron de los labios del Divino Maestro en su sermon de la montana(Lc 11,41) Y esta lección es mas necesaria que nunca en estos tiempos de materialismo sediento de bienes y placeres de esta tierra. Todos los cristianos, ricos y pobres, deben tener siempre fija la mirada en el cielo, recordando que no tenemos aqui ciudad permanente sino que vamos tras de la futura(Jc 5,1-3) Los ricos no deben poner su felicidad en las cosas de la tierra, ni enderezar sus mejores esfuerzos a conseguirlas, sino que, considerandose solo como administradores que saben como han de dar cuenta al supremo Dueno, se sirvan de ellas como de preciosos medios que Dios les otorga para hacer el bien; y no dejen de distribuir a los pobres lo superfluo, según el precepto evangélico(Mt 5,3) De lo contrario, se verificara en ellos y en sus riquezas la severa sentencia de Santiago apostol: Ea, pues, ricos, llorad, levantad el grito en vista de las desdichas que han de sobreveniros. Podridos estan vuestros bienes, y vuestras ropas han sido roidas por la polilla. El oro y la plata vuestra se han enmohecido; y el orin de estos metales dara testimonio contra vosotros, y devorara vuestras carnes como un fuego. Os habéis atesorado ira para los ultimos dias(Jc 5,7-8)

45. Pero también los pobres, a su vez, aunque se esfuercen, según las leyes de la caridad y de la justicia, por proveerse de lo necesario y aun por mejorar de condición, deben también permanecer siempre pobres de espiritu(Lc 6,20) estimando mas los bienes espirituales que los bienes y goces terrenos. Recuerden, además, que nunca se conseguira hacer desaparecer del mundo las miserias, los dolores, las tribulaciones a que estan sujetos también los que exteriormente aparecen muy felices. Todos, pues, necesitan la paciencia, esa paciencia cristiana con que se eleva el corazon hacia las divinas promesas de una felicidad eterna. Pero vosotros, hermanos mios -diremos también con Santiago-, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad como el labraor, con la esperanza de recoger el precioso fruto de la tierra, aguarda con paciencia la lluvia temprana y la tardia. Esperad también vosotros con paciencia y reanimad vuestros corazones, porque la venida del Señor esta cerca(1Co 13,4) Solo asi se cumplira la consoladora promesa del Señor: Bienaventurados los pobres. Y no es éste un consuelo y una promesa vana, como son las promesas de los comunistas, sino que son palabras de vida, que encierran una realidad suprema, palabras que se verifican plenamente aqui en la tierra y después en la eternidad. Muchos son, de hecho, los pobres que en estas palabras y en la esperanza del reino de los cielos -proclamado ya propiedad suya, porque es vuestro el reino de Dios(Mt 25,34-40) hallan una felicidad que tantos ricos no encuentran en sus riquezas, siempre inquietos al estar atormentados porque desean tener aun mas.

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CARIDAD CRISTIANA

46. Todavia mas importante para remediar el mal de que tratamos, o, por lo menos, mas directamente ordenado a curarlo, es el precepto de la caridad. Nos referimos a esa caridad cristiana, paciente y benigna(Mt 41-45) que evita toda apariencia de protección humillante y toda ostentacion: esa caridad que desde los comienzos del Cristianismo gano para Cristo a los mas pobres entre los pobres, los esclavos: y damos las gracias a todos cuantos, en las obras de beneficencia, desde las Conferencias de San Vicente de Paul hasta las grandes y recientes organizaciones de asistencia social, han ejercitado y ejercitan las obras de misericordia corporal y espiritual. Cuanto mas experimenten en si mismos los obreros y los pobres lo que el espiritu de amor, animado por la virtud de Cristo, hace por ellos, tanto mas se despojaran del prejuicio de que el Cristianismo ha perdido su eficacia y que la Iglesia esta de parte de quienes explotan su trabajo.

47. Pero cuando vemos, por un lado, una muchedumbre de indigentes que, por causas ajenas a su voluntad, estan realmente oprimidos por la miseria; y por otro lado, junto a ellos, tantos que se divierten inconsideradamente y gastan enormes sumas en cosas inutiles, no podemos menos de reconocer con dolor que no solo no es bien observada la justicia, sino que tampoco se ha profundizado lo suficiente en el precepto de la caridad cristiana, ni se vive conforme a él en la practica cotidiana. Deseamos, pues, Venerables Hermanos, que sea mas y mas explicado, de palabra y por escrito, este divino precepto, precioso distintivo dejado por Cristo a sus verdaderos discipulos; este precepto que nos ensena a ver, en los que sufren, a Jesús mismo y nos obliga a amar a nuestros hermanos como el divino Salvador nos ha amado, es decir, hasta el sacrificio de nosotros mismos, y, si es necesario, aun de la propia vida. Mediten todos a menudo aquellas palabras, consoladoras por una parte, pero terribles por otra, de la sentencia final que el Juez Supremo pronunciara en el dia del juicio final: Venid, benditos de mi Padre... porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber... En verdad os digo: siempre que lo hicisteis con alguno de estos mis mas pequeños hermanos, conmigo lo hicisteis(Jn 13,34) Y por lo contrario: Apartaos de Mi, malditos, al fuego eterno... porque tuve hambre y no me disteis de comer; tuve sed y no me disteis de beber... En verdad os digo: siempre que dejasteis de hacerlo con alguno de estos mis pequeños hermanos, dejasteis de hacerlo conmigo(Rm 13,8-9)

48. Para merecer, pues, la vida eterna y para poder socorrer eficazmente a los necesitados, es necesario volver a un vida mas modesta; renunciar a los placeres, muchas veces hasta pecaminosos, que el mundo ofrece hoy en tanta abundancia; y, finalmente, olvidarse de si mismo por el amor del projimo. Hay una divina fuerza regeneradora en este precepto nuevo, como lo llamaba Jesús, de la caridad cristiana(Enc. Quadragesimo anno 15 maii 1931: A.A.S. 23, 202) cuya fiel observancia, al infundir en los corazones una paz interna que no conoce el mundo, remediara eficazmente los males que afligen a la humanidad.

deberes de estricta justicia

49. Pero la caridad nunca sera verdadera caridad si no tiene siempre en cuenta la justicia. El Apostol ensena que quien ama al projimo, ha cumplido la ley; y da la razon: porque el No fornicar, No matar, No robar... y cualquier otro mandato, se resumen en esta formula: Amaras a tu projimo como a ti mismo(Ps 126,1) Si, pues, según el Apostol, todos los deberes se reducen al unico precepto de la verdadera caridad, también se reduciran a él los que son de estricta justicia, como el no matar y el no robar; una caridad que prive al obrero del salario al que tiene estricto derecho, no es caridad, sino un vano nombre y una vacia apariencia de caridad. Ni el obrero ha de recibir como limosna lo que le corresponde por justicia; ni con pequeñas dadivas de misericordia pretenda nadie eximirse de los grandes deberes impuestos por la justicia. La caridad y la justicia imponen deberes, con frecuencia acerca del mismo objeto, pero bajo diversos aspectos; y los obreros, por razon de su propia dignidad tienen pleno derecho a mostrarse muy sensibles en la exigencia de los deberes que los demás tienen para con ellos.

50. Por esto Nos dirigimos de modo particular a vosotros, patronos e industriales cristianos, cuya tarea es a menudo tan dificil porque padecéis la pesada herencia de los errores de un régimen economico injusto que ha ejercitado su ruinoso influjo durante varias generaciones: Acordaos de vuestra responsabilidad. Es, por desgracia, verdad que las practicas admitidas en ciertos sectores catolicos han contribuido a quebrantar la confianza de los trabajadores en la religión de Jesucristo. No querian aquéllos comprender que la caridad cristiana exige el reconocimiento de ciertos derechos debidos al obrero y que la Iglesia los ha reconocido explicitamente. ¿Qué decir de ciertos patronos catolicos que en algunas partes consiguieron impedir la lectura de Nuestra enciclica Quadragesimo anno en sus iglesias patronales? ¿Qué decir de aquellos industriales catolicos que todavia no han cesado de mostrarse, hasta hoy, enemigos de un movimiento obrero recomendado por Nos mismo? ¿Y no es de lamentar que el derecho de propiedad, reconocido por la Iglesia, haya sido usado algunas veces para defraudar al obrero en su justo salario y en sus derechos sociales?

justicia social

51. En efecto, además de la justicia conmutativa, existe la justicia social, que impone también deberes a los que ni patronos ni obreros se pueden sustraer. Y precisamente es propio de la justicia social el exigir de los individuos todo cuanto es necesario al bien comun. Pero asi como en el organismo viviente no se provee al todo si no se da a cada parte y a cada miembro cuanto necesitan para ejercer sus funciones, asi tampoco se puede proveer al organismo social y al bien de toda la sociedad si no se da a cada parte y a cada miembro, es decir, a los hombres dotados de la dignidad de persona, cuanto necesitan para cumplir sus funciones sociales. La realización de la justicia social dara como fruto una intensa actividad de toda la vida economica desarrollada en la tranquilidad y en el orden, y se pondra asi de relieve la salud del cuerpo social, del mismo modo que la salud del cuerpo humano se reconoce en la actividad armonica, al mismo tiempo que plena y fructuosa, de todo el organismo.

52. Pero no se puede decir que se haya satisfecho a la justicia social si los obreros no tienen asegurado su propio sustento y el de sus familias con un salario proporcionado a este fin; si no se les facilita la ocasión de adquirir alguna modesta fortuna, previniendo asi la plaga del pauperismo universal; si no se toman precauciones en su favor, con seguros publicos y privados para el tiempo de vejez, de enfermedad o de paro. En una palabra, para repetir lo que dijimos en Nuestra enciclica Quadragesimo anno: "La economia social quedara solidamente constituida y alcanzara sus fines solo cuando a todos y a cada uno de los socios se les provea de todos los bienes que las riquezas y subsidios naturales, la técnica y la constitución social del hecho economico puedan ofrecer. Esos bienes deben ser tan suficientemente abundantes que satisfagan las necesidades y comodidades honestas, y eleven a los hombres a aquella condición de vida mas feliz que, administrada prudentemente, no solo no impide la virtud, sino que la favorece en gran manera"(Mt 17,20)

53. Además, si, como sucede, con frecuencia cada vez mayor, en el salariado, la justicia no puede ser practicada por los particulares, sino a condición de que todos convengan en practicarla conjuntamente mediante instituciones que unan entre si a los patronos, para evitar entre ellos una concurrencia incompatible con la justicia debida a los trabajadores, el deber de los empresarios y patronos es el sostener y promover estas instituciones necesarias, que son el medio normal para poder cumplir los deberes de justicia. Pero también los trabajadores deben acordarse de sus obligaciones de caridad y de justicia para con los patronos: estén persuadidos de que asi pondran mejor a salvo sus propios intereses.

54. Si se considera, pues, el conjunto de la vida economica -como lo notamos ya en Nuestra enciclica Quadragesimo anno-, no se conseguira que en las relaciones economico-sociales reine la mutua colaboración de la justicia y de la caridad sino por medio de un conjunto de instituciones profesionales e interprofesionales que, fundadas sobre bases solidamente cristianas y unidas entre si, constituyan, bajo diversas formas adaptadas a lugares y circunstancias, lo que se llamaba la Corporacion.

doctrina social

55. Para dar a esta acción social una eficacia mayor, es muy necesario promover el estudio de los problemas sociales a la luz de la doctrina de la Iglesia misma. Si el modo de proceder de algunos catolicos ha dejado que desear en el campo economico-social, con frecuencia ello se debe a que no han conocido suficientemente ni meditado las ensenanzas de los Sumos Pontifices en la materia. Por esto es sumamente necesario que en todas las clases de la sociedad se promueva una mas intensa formación social, correspondiente al diverso grado de cultura intelectual, y se procure con toda solicitud y por todos medios la mas amplia difusión de las ensenanzas de la Iglesia aun entre la clase obrera. Iluminense las mentes con la segura luz de la doctrina catolica, muévanse las voluntades a seguirla y aplicarla como norma de una vida recta, por el cumplimiento concienzudo de los multiples deberes sociales. Y asi se evitara esa incoherencia y discontinuidad en la vida cristiana de la que varias veces Nos hemos lamentado, pues algunos, miembros son aparentemente fieles al cumplimiento de sus deberes religiosos, luego, en el campo del trabajo, o de la industria, o de la profesión, o en el comercio, o en el empleo, por un deplorable desdoblamiento de conciencia, llevan una vida demasiado disconforme con las claras normas de la justicia y de la caridad cristiana, dando asi grave escandalo a los débiles y ofreciendo a los malos facil pretexto para desacreditar a la Iglesia misma.

56. Grandemente puede contribuir a esta renovación la prensa catolica. Ella puede y debe, ante todo, procurar dar a conocer cada vez mejor, valiéndose de medios tan variados como atractivos, la doctrina social; informar con exactitud, pero también con la debida extensión, acerca de la actividad de los enemigos, y describir los medios de lucha que se hayan demostrado ser los mas eficaces en las diversas regiones; proponer utiles sugerencias y poner en guardia contra las astucias y enganos con que los comunistas procuran, y ya lo han logrado, atraerse a si aun a hombres de buena fe.

contra las insidias comunistas

57. Sobre este punto insistimos ya en Nuestra Alocución del 12 de mayo del ano pasado, pero creemos necesario, Venerables Hermanos, volver a llamar acerca de ello vuestra atención de manera especial. Al principio, el comunismo se mostro cual era en toda su perversidad; pero pronto cayo en la cuenta de que con tal proceder alejaba de si a los pueblos, y por esto ha cambiado de tactica y procura atraerse las muchedumbres con diversos enganos, ocultando sus designios bajo ideas que en si mismas son buenas y atrayentes. Asi, ante el deseo general de paz, los jefes del comunismo fingen ser los mas celosos fautores y propagandistas del movimiento por la paz mundial; pero al mismo tiempo excitan a una lucha de clases que hace correr rios de sangre, y sintiendo que no tienen garantias internas de paz, recurren a armamentos ilimitados. Asi, bajo diversos nombres y sin alusión alguna al comunismo, fundan asociaciones y periodicos que luego no sirven sino para lograr que sus ideas vayan penetrando en medios que de otro modo no les serian facilmente accesibles; y pérfidamente procuran infiltrarse hasta en asociaciones abiertamente catolicas y religiosas. Asi, en otras partes, sin renunciar en lo mas minimo a sus perversos principios, invitan a los catolicos a colaborar con ellos en el campo llamado humanitario y caritativo, a veces proponiendo cosas completamente conformes al espiritu cristiano y a la doctrina de la Iglesia. En otras partes llevan su hipocresia hasta hacer creer que el comunismo en los paises de mayor fe o de mayor cultura tomara un aspecto mas suave, y no impedira el culto religioso y respetara la libertad de conciencia. Y hasta hay quienes, refiriéndose a ciertos cambios introducidos recientemente en la legislación soviética, deducen que el comunismo esta ya para abandonar su programa de lucha contra Dios.

58. Procurad, Venerables Hermanos, que los fieles no se dejen enganar. El comunismo es intrinsecamente perverso; y no se puede admitir que colaboren con él, en ningun terreno, quienes deseen salvar la civilización cristiana. Y si algunos, inducidos al error, cooperasen a la victoria del comunismo en sus paises, serian los primeros en ser victimas de su ceguera; y cuanto las regiones, donde el comunismo consigue penetrar, mas se distingan por la antigüedad y la grandeza de su civilización cristiana, tanto mas devastador se manifestara alli el odio de los sin Dios.

oración y penitencia

59. Pero si el Señor no guardare la ciudad, en vano vigila el centinela(1Jn 5,4) Por esto, como ultimo y poderosísimo remedio, os recomendamos, Venerables Hermanos, que en vuestras diocesis promovais e intensifiquéis del modo mas eficaz el espiritu de oración, unido a la penitencia cristiana. Cuando los Apostoles preguntaron al Salvador por qué no habian podido librar del espiritu maligno a un endemoniado, les respondio el Señor: Tales demonios no se lanzan mas que con la oración y el ayuno(Enc. Ad catholici sacerdoti 20 dec. 1935: A.A.S. 28 (1936), 5-53) Tampoco podra ser vencido el mal que hoy atormenta a la humanidd sino con una santa y universal cruzada de oración y de penitencia; y recomendamos singularmente a las Ordenes contemplativas, masculinas y femeninas, que redoblen sus suplicas y sacrificios para impetrar del cielo una poderosa ayuda a la Iglesia en las luchas presentes, con la poderosa intercesión de la Virgen Inmaculada, la cual, asi como un dia aplasto la cabeza de la antigua serpiente, asi también es hoy segura defensa e invencible Auxilio de los cristianos.

V. MINISTROS Y AUXILIARES DE ESTA OBRA SOCIAL DE LA IGLESIA

sacerdotes

60. Para la obra mundial de salvación que hemos venido describiendo, y para la aplicación de los remedios que quedan brevemente apuntados, los sacerdotes son los que ocupan el primer puesto entre los ministros y obreros evangélicos designados por el divino Rey Jesucristo. A ellos, por vocación especial, bajo la guia de los Sagrados Pastores, y en unión de filial obediencia al Vicario de Cristo en la tierra, se les ha confiado el cargo de tener encendida en el mundo la antorcha de la fe y de infundir en los fieles aquella confianza sobrenatural con que la Iglesia, en nombre de Cristo, ha combatido y vencido tantas otras batallas. Esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe(Mt 8,20)

61. De modo particular recordamos a los sacerdotes la exhortación tantas veces repetida por Nuestro Predecesor Leon XIII de ir al obrero; exhortación que Nos hacemos Nuestra, completandola: Id al obrero, especialmente al obrero pobre; mas aun, en general, id a los pobres, siguiendo en esto las ensenanzas de Jesús y de su Iglesia. Los pobres, en efecto, son los que estan mas expuestos a las insidias de los agitadores, que explotan su desgraciada condición para encender la envidia contra los ricos y excitarles a tomar por la fuerza lo que les parece que la fortuna les ha negado injustamente; y si el sacerdote no va a los obreros y a los pobres, para prevenirles o para desenganarlos de los prejuicios y falsas teorias, se convertiran en facil presa de los apostoles del comunismo.

62. No podemos negar que se ha hecho ya mucho en este sentido, especialmente después de las enciclicas Rerum novarum y Quadragesimo anno; y saludamos con paterna complacencia el industrioso celo pastoral de tantos Obispos y sacerdotes que, con las debidas prudentes cautelas, inventan o prueban nuevos métodos de apostolado adaptados a las exigencias modernas. Pero todo esto es aun demasiado poco para las exigencias de la hora presente. Asi como cuando la patria esta en peligro, todo lo que no es estrictamente necesario o no esta directamente ordenado a la urgente necesidad de la defensa comun pasa a segúnda linea, asi también en nuestro caso, toda otra obra, por muy hermosa y buena que sea, debe ceder el puesto a la vital necesidad de salvar las bases mismas de la fe y de la civilización cristiana. Por consiguiente, los sacerdotes en sus parroquias, dedicandose, naturalmente, cuanto sea necesario, al cuidado ordinario de los fieles, reserven la mejor y la mayor parte de sus fuerzas y de su actividad a fin de volver a ganar las masas trabajadoras para Cristo y su Iglesia, hacer penetrar el espiritu cristiano en los medios que le son mas ajenos. En las masas populares hallaran una inesperada correspondencia y abundancia de frutos que les compensaran del duro trabajo de la primera roturación, como lo hemos visto y lo vemos en Roma y en muchas otras grandes ciudades, donde en las nuevas iglesias que van surgiendo en los barrios periféricos, se ven formarse celosas comunidades parroquiales y se operan verdaderos milagros de conversión entre muchedumbres antes hostiles a la religión, solo porque no la conocian.

63. Pero el medio mas eficaz de apostolado entre las muchedumbres de los pobres y de los humildes es el ejemplo del sacerdote, el ejemplo de todas las virtudes sacerdotales, tal como las hemos descrito en Nuestra enciclica Ad catholici sacerdotii(1Co 13,1) mas, en el presente caso, de un modo especial es necesario un luminoso ejemplo de vida humilde, pobre, desinteresada, imitando al Divino Maestro, que podia proclamar con divina franqueza: Las raposas tienen madrigueras y las aves del cielo nido, mas el Hijo del hombre no tiene sobre donde reclinar la cabeza(Enc. Caritate Christi 3 maii 1932: A.A.S. 24, 184) Un sacerdote verdadera y evangélicamente pobre y desinteresado hace milagros de bien en medio del pueblo, como un Vicente de Paul, un cura de Ars, un Cottolengo, un Don Bosco y tantos otros; pero un sacerdote avaro e interesado, como lo hemos recordado en la ya citada Enciclica, aunque no caiga como Judas, en el abismo de la traición, sera por lo menos un vano bronce que resuena y un inutil cimbalo que retine(Ibid. A.A.S. 24 (1932), 190) y, demasiadas veces, un estorbo mas que un instrumento de la gracia, en medio del pueblo. Y si el sacerdote secular o regular tiene que administrar bienes temporales por deber de oficio, recuerde que no solo ha de observar escrupulosamente cuanto prescriben la caridad y la justicia, sino que de manera especial debe mostrarse verdadero padre de los pobres.

Acción Catolica

64. Después de este llamamiento al Clero, dirigimos Nuestra paternal invitación a Nuestros queridisimos hijos seglares que militan en las filas de la Acción Catolica, que Nos es tan cara y que, como declaramos en otra ocasión (Ac 4,12) ayuda particularmente providencial a la obra de la Iglesia en estas circunstancias tan dificiles. En efecto, la Acción Catolica es también apostolado social en cuanto tiende a difundir el reino de Jesucristo, no solo en los individuos, sino también en las familias y en la sociedad. Por esto debe, ante todo, atender a formar con cuidado especial a sus miembros y a prepararlos para las santas batallas del Señor. Para este trabajo formativo, urgente y necesario como nunca, y que debe preceder siempre a la acción directa y efectiva, serviran ciertamente los circulos de estudio, las semanas sociales, los cursos sistematizados de conferencias y todas las demás iniciativas aptas para dar a conocer la solución cristiana de los problemas sociales.

65. Los que militan en la Acción Catolica, tan bien preparados y adiestrados, seran los primeros e inmediatos apostoles de sus companeros de trabajo y los preciosos auxiliares del sacerdote para llevar la luz de la verdad y para aliviar las graves miserias materiales y espirituales en innumerables zonas que se han hecho refractarias a toda acción de los ministros de Dios por inveterados prejuicios contra el clero o una deplorable apatia religiosa. Asi es como, bajo la guia de sacerdotes particularmente expertos, se cooperara a esa asistencia religiosa a las clases trabajadoras, que tanto Nos preocupa, porque es el medio mas apto para preservar a esos amados hijos Nuestros de la insidia comunista.

66. Además de este apostolado individual, muchas veces silencioso, pero utilísimo y eficaz, es también propio de la Acción Catolica difundir ampliamente por medio de la propaganda oral y escrita los principios fundamentales que han de servir a la construcción de un orden social cristiano, como se desprende de los documentos pontificios.

organizaciones auxiliares

67. Alrededor de la Acción Catolica se alinean las organizaciones que muchas veces hemos recomendado como auxiliares de la misma. A estas organizaciones tan utiles las exhortamos con paternal afecto a que se consagren a la gran misión de que tratamos, porque actualmente supera a todas las demás por su vital importancia.

organizaciones profesionales

68. Nos pensamos también en las organizaciones profesionales de obreros, de agricultores, de ingenieros, de médicos, de patronos, intelectuales, y otras semejantes: hombres y mujeres, que viven en las mismas condiciones culturales y a quienes la naturaleza misma reune en agrupaciones homogéneas. Precisamente estos grupos y estas organizaciones estan destinados a introducir en la sociedad aquel orden que tuvimos presente en Nuestra enciclica Quadragesimo anno, y a difundir asi el reconocimiento de la realeza de Cristo en los diversos campos de la cultura y del trabajo.

69. Y si por haberse transformado las condiciones de la vida economica y social, el Estado se ha creido en el deber de intervenir hasta el punto de asistir y regular directamente tales instituciones con peculiares disposiciones legislativas, salvo el respeto debido a la libertad y a las iniciativas privadas, ni aun en esas circunstancias puede la Acción Catolica apartarse de la realidad. Con prudencia debera prestar su contribución de pensamiento, estudiando los nuevos problemas a la luz de la doctrina catolica, y la contribución de su actividad por la participación leal y generosa de sus socios en las nuevas formas e instituciones, llevando a ellas el espiritu cristiano, que es siempre principio de orden y de mutua y fraternal colaboracion.

llamamiento a los obreros

70. Una palabra especialmente paternal quisiéramos dirigir aqui a Nuestros queridos obreros catolicos, jóvenes y adultos, los cuales, tal vez en premio a su fidelidad, a veces heroica en estos tiempos tan dificiles, han recibido una misión muy noble y ardua. Bajo la dirección de sus Obispos y de sus sacerdotes, ellos deben traer de nuevo a la Iglesia y a Dios esas inmensas multitudes de hermanos suyos en el trabajo que, exacerbados por no haber sido comprendidos o tratados con la dignidad a que tenian derecho, se han alejado de Dios. Demuestren los obreror catolicos con su ejemplo, con sus palabras, a estos hermanos extraviados que la Iglesia es una tierna madre para todos los que trabajan y sufren, y que jamas ha faltado ni faltara a su sagrado deber maternal de defender a sus hijos. Si esta misión que ellos deben cumplir en las minas, en las fabricas, en los talleres, dondequiera que se trabaja, requiere a veces grandes sacrificios, recuerden que el Salvador del mundo ha dado no solo el ejemplo del trabajo, sino también el del sacrificio.

concordia

71. Finalmente, a todos Nuestros hijos de toda clase social, de toda nación, de toda agrupación religiosa o seglar en la Iglesia, quisiéramos dirigir un nuevo y mas apremiante llamamiento a la concordia. Muchas veces Nuestro corazon paternal ha sido afligido por las divisiones, futiles frecuentemente en sus causas, pero siempre tragicas en sus consecuencias, que hacen enfrentarse entre si a los hijos de una misma madre, la Iglesia. Y entonces se ve como los fautores de desordenes, que no son tan numerosos, aprovechandose de tales discordias, las hacen todavia mas estridentes y acaban por lanzar a la lucha, unos contra otros, aun a los mismos catolicos. Después de los acontecimientos de los ultimos meses, deberia parecer superflua Nuestra advertencia. Pero la repetimos una vez mas para aquellos que no han comprendido o tal vez no quieren comprender. Los que trabajan por aumentar las disensiones entre los catolicos toman sobre si una terrible responsabilidad ante Dios y ante la Iglesia.

llamamiento a todos

72. Pero en esta lucha, empenada por el poder de las tinieblas contra la idea misma de la Divinidad, queremos Nos esperar que, además de todos los que se glorian del nombre de Cristo, se muestren dispuestos también cuantos creen en Dios y lo adoran, que son aun la inmensa mayoria de los hombres. Renovamos, por lo tanto, el llamamiento que hace ya cinco anos lanzamos en Nuestra enciclica Caritate Christi, a fin de que también ellos concurran leal y cordialmente por su parte para apartar de la humanidad el gran peligro que a todos amenaza. Porque -como deciamos entonces- el creer en Dios es el fundamento firmísimo de todo orden social y de toda responsabilidad en la tierra, y por esto cuantos no quieren la anarquia y el terror deben con toda energia consagrarse a que los enemigos de la religión no consigan el fin que con tanta claridad han proclamado(Cf. Enc. Ubi arcano 23 dec. 1922. A.A.S. 24, 691)

deberes del Estado cristiano

ayudar a la Iglesia

73. Hemos expuesto, Venerables Hermanos, la tarea positiva, de orden doctrinal y practico a la vez, que la Iglesia asume para si, en virtud de la misión que Cristo le confio de construir la sociedad cristiana, y, en nuestros tiempos, de combatir y desbaratar los esfuerzos del comunismo; y hemos dirigido un llamamiento a todas y cada una de las clases de la sociedad. A esta misma empresa espiritual de la Iglesia debe el Estado cristiano concurrir positivamente, ayudando en su empeno a la Iglesia con los medios que le son propios; medios exteriores ciertamente, pero que también se refieren no menos, en primer lugar, al bien de las almas.

74. Por esto los Estados pondran todo cuidado en impedir que la propaganda atea, que destruye todos los fundamentos del orden, haga estragos en sus territorios, porque no podra haber autoridad sobre la tierra si no se reconoce la autoridad de la Majestad divina, ni sera firme el juramento que no se haga en el nombre de Dios vivo. Repetimos lo que tantas veces y con tanta insistencia hemos dicho, especialmente en Nuestra enciclica Caritate Christi: Y, efectivamente, ¿como puede mantenerse un contrato cualquiera, y qué valor puede tener un tratado, cuando falta toda garantia de conciencia? ¿Y como se puede hablar de garantia de conciencia, cuando se ha perdido la fe en Dios, todo temor de Dios? Quitada esta base, cae con ella toda ley moral, y ningun medio hay que pueda impedir la gradual, pero inevitable ruina de los pueblos, de las familias, del Estado, de la misma civilización humana(2P 3,13 Is 65,17 Is 66,22 Ap 21,1)

providencias del bien comun

75. Además, el Estado debe emplear todos los medios para crear aquellas condiciones materiales de vida, sin las que no puede subsistir una sociedad ordenada, y para procurar trabajo, especialmente a los padres de familia y a la juventud. Para este fin, induzca a las clases ricas a que, por la urgente necesidad del bien comun, tomen sobre si aquellas cargas sin las cuales la sociedad humana no puede salvarse ni ellas podrian hallar salvacion. Pero las providencias que toma el Estado a este fin deben ser tales que alcancen realmente a quienes de hecho tienen en sus manos los mayores capitales y los aumentan continuamente con grave dano de los demás.

prudente administracion

76. El Estado mismo, acordandose de sus responsabilidades ante Dios y ante la sociedad, sirva de ejemplo a todos los demás con una prudente y sobria administracion. Hoy mas que nunca, la gravisima crisis mundial exige que los que dispongan de fondos enormes, fruto del trabajo y del sudor de millones de ciudadanos, tengan siempre ante los ojos unicamente el bien comun y procuren promoverlo lo mas posible. Que también los funcionarios y todos los empleados del Estado cumplan por obligación de conciencia sus deberes con fidelidad y desinterés, siguiendo los luminosos ejemplos antiguos y recientes de hombres insignes que, en un trabajo sin descanso, sacrificaron toda su vida por el bien de la patria. Y, finalmente, en las relaciones de los pueblos entre si, se procure solicitamente que cuanto antes desaparezcan los impedimentos artificiales de la vida economica, nacidos de un sentimiento de desconfianza y de odio, cuando la verdad es que los pueblos de la tierra forman una unica familia de Dios.

dejar libertad a la Iglesia

77. Pero, al mismo tiempo, el Estado tiene que dejar a la Iglesia plena libertad de cumplir su misión divina y espiritual, para contribuir asi poderosamente a salvar los pueblos de la terrible tormenta de la hora presente. De todas partes se hace hoy un angustioso llamamiento a las fuerzas morales y espirituales; y con razon, porque el mal que se ha de combatir es, ante todo, considerado en su primera fuente, un mal de naturaleza espiritual, y de esta fuente es de donde brotan con una logica infernal todas las monstruosidades del comunismo. Ahora bien: entre las fuerzas morales y religiosas sobresale incontestablemente la Iglesia catolica; y por eso, el bien mismo de la humanidad exige que no se pongan impedimentos a su actividad.

78. Obrar de otro modo, y pretender al mismo tiempo alcanzar el fin con medios puramente economicos o politicos, es dejarse arrastrar por un error peligroso. Y cuando se excluye la religión de la escuela, de la educación, de la vida publica, cuando se expone al ludibrio a los representantes del Cristianismo y sus sagrados ritos, ¿no se favorece, por ventura, a aquel materialismo, de donde nace el comunismo? Ni la fuerza, aun mejor organizada, ni los ideales terrenos, por muy grandes y nobles que sean, pueden sofocar un movimiento que tiene sus raices precisamente en la demasiada estima de los bienes de la tierra.

79. Confiamos que quienes dirigen la suerte de las naciones, por poco que sientan el peligro extremo que hoy amenaza a los pueblos, entenderan cada vez mejor el supremo deber de no impedir a la Iglesia el cumplimiento de su mision; y ello tanto mas cuanto que al cumplirla, mientras atiende a la felicidad eterna del hombre, trabaja inseparablemente por la verdadera felicidad tempora.

Paternal llamamiento

80. No podemos terminar esta Enciclica sin dirigir una palabra a aquellos hijos Nuestros que ya estan contagiados, o poco menos, por el mal comunista. Los exhortamos vivamente a que oigan la voz del Padre que los ama, y rogamos al Señor que los ilumine para que abandonen el resbaladizo camino que los lleva a una inmensa y catastrofica ruina, y reconozcan ellos también que el unico Salvador es Jesucristo Señor Nuestro, pues no se ha dado a los hombres otro nombre debajo del cielo por el cual debamos salvarnos(Ap 21,5)

CONCLUSION

81. Y para apresurar la paz de Cristo en el reino de Cristo(Gn 3,23) por todos tan deseada, ponemos la gran acción de la Iglesia catolica contra el comunismo ateo mundial bajo la égida del poderoso Protector de la Iglesia, San José. El pertenece a la clase obrera y él experimento el peso de la pobreza en si y en la Sagrada Familia, de la que era jefe solicito y amante; a él le fue confiado el divino Nino, cuando Herodes envio sus sicarios contra El. Con una vida de absoluta fidelidad en el cumplimiento del deber cotidiano, ha dejado un ejemplo de vida a todos los que tienen que ganar el pan con el trabajo de sus manos, y merecio ser llamado el Justo, ejemplo viviente de la justicia cristiana que debe dominar en la vida social.

82. Levantando la mirada, Nuestra fe ve los nuevos cielos y la nueva tierra de que habla el primer Predecesor Nuestro, San Pedro(Ga 4,4) Mientras las promesas de los falsos profetas se resuelven en sangre y lagrimas, brilla con celestial belleza la gran profecia apocaliptica del Redentor del mundo: He aqui que Yo renuevo todas las cosas$(52).

No Nos resta, Venerables Hermanos, sino elevar las manos paternas y hacer descender sobre vosotros, sobre vuestro clero y pueblo, sobre toda la gran familia catolica, la Bendición Apostolica.

Dado en Roma, junto a San Pedro, en la fiesta de San José, Patrono de la Iglesia universal, el 19 de marzo de 1937, ano décimosexto de Nuestro Pontificado.

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PIO XI, MAGISTERIO PONTIFICIO 949