EL PINTOR CHRISTIANO Y ERUDITO-Juan Interián de Ayala - CAPITULO XI.


CAPITULO XII.


De las Pinturas de la Muger pecadora ungiendo los pies de Jesu-Christo, y regándolos con sus lágrimas: quién fuese esta muger.

I Hallándose todavía Jesu-Christo dentro los confines de la Galiléa inferior (lo que se colige por la serie de la narracion, y por otras razones de bastante peso); ora fuese esto en la Ciudad llamada Naim, donde había resucitado á aquel joven difunto, ó bien en qualquiera otra de la misma region; sucedió lo que largamente nos refiere el Evangelista S. Lucas (759): esto es, que convidado Jesu-Christo por uno de los princicipales de los Fariséos, para que fuera á comer con él, entró en casa del Fariséo, y se recostó para comer. Entrando allí de repente una muger, que el Evangelista llama pecadora, tributó al Señor las señales de reverencia, de amor, y de obsequio, que el mismo Evangelista cuenta tan á la larga, y que nadie hay, no digo de los Pintores; pero ni del Pueblo Christiano, que las ignore. En pintar este hecho, convienen casi todos nuestros Pintores, pero (lo diré con su licencia) todos ellos obran erradamente; y (por no decir algo mas picante) sin atender á la verdad de este suceso, conforme nos lo refiere el mismo Evangelista. Pintan á Jesu-Christo sentado en una silla, ó banco, y por consiguiente, puestos los pies debaxo de la mesa: luego, nos representan á una muger echada á sus pies, y postrada en tierra, ungiendo con aromas, ó ungüento los pies de Jesus, regándolos con sus lágrimas, y enjugándolos ??? con sus cabellos. ¿Quién habrá, que no haya visto semejante Pintura? Nadie por cierto. Pero ¿quién habrá tampoco, por mediana instrucción que tenga, que no conozca ser esta Pintura muy agena de la misma narración del Evangelio? Porque primeramente, no dice el Evangelista, que al entrar Christo en la casa del Fariséo, se sentara á la mesa; sino señaladamente, segun era la costumbre de aquellos tiempos, que se recostó, discubuit: lo que luego repite con aquellas palabras: Ut cognovit quod accubuisset in domo Pharisæi: Así que entendió (la muger) que (Jesus) se había recostado en casa del Fariséo. Ademas: no se dice de esta muger, que se arrodillase, ó se postrase; sino que estuvo en pie, steterit; ni que se arrimase delante de Christo, ó que se pusiese delante de él (lo que era consiguiente, si el caso hubiera sucedido, como lo pintan); sino que se estuvo detrás, retro: lo que se contiene clarísimamente en aquellas palabras: Estando detrás á sus pies: y aun parece que se contiene mas expresamente en el texto Griego, que dice así:

. Lo que traducido á la letra suena: Et stans ad pedes ejus retrò flens. ¿No se echa ya de ver claramente quántos errores cometen, Pintores por otra parte doctos, ó á lo menos bastante instruidos, en pintar solamente este hecho? Con efecto, qualquiera los conocerá, con tal que no quiera cegarse. Y esto no acontece por otro motivo, sino por el que he dicho varias veces, y acaso lo repetiré otras muchas: á saber, por la ignorancia de la antigüedad, de sus ritos, y costumbres, de que no tienen noticia, aun aquellos Pintores, que generalmente entre todos pasan plaza de cuerdos, y diligentes.

2 Aquí es, donde hemos de traer á la memoria, lo mucho, que no fuera de propósito, notamos arriba (760) ??? tratando del rito, y costumbre, que había antiguamente para cenar, y comer. Porque, aunque en la mas remota antigüedad, como fueron los tiempos heroycos, para comer, ó cenar no se ponian los hombres recostados á la mesa, sino sentados en sillas, ó bancos, como hoy se acostumbra, particularmente en Europa; aunque digo, no se practicára entonces así, segun consta de Homero, el qual describiendo un convite, que tuvieron los Procos, dice (761):

At Proci ingressi sunt, qui mox inde superbi Ordine sederunt scamnis, & ordine thronis:

Sin embargo, creciendo despues con el tiempo el uso de los baños, y lavatorios, como lo observó muy bien un sabio Autor (762), empezaron á cenar, no sentados en bancos, ó sillas, sino recostados en sus camas: sobre lo qual ya he notado, y advertido antes muchas cosas, de suerte que me haría ridículo, y molesto, si las volviera á repetir. Lo cierto es, que los Hebreos siguieron tambien esta costumbre, á que atendieron los Evangelistas, usando señaladamente de las palabras de estár echado, ó recostado, quando hacen mención de haber comido Jesu-Christo, así en este lugar de que hablamos, donde dice el Evangelista: Y habiendo entrado en casa del Fariséo, se recostó á la mesa: como en otros muchos, que sería molesto el ponerlos aquí (763). Esto supuesto, los que se acercaban á los convidados para servirles, ó prestarles qualquier otro género de obsequio, antes se ponian detrás, que delante, lo que les era mas facil, y podian executarlo con mas prontitud. Con efecto, leemos, que los siervos asistian á los pies de los convidados. Séneca dice (764): Así que ameneció ??? el dia, el siervo, que había estado á sus pies mientras cenaba, le contó lo que él había dicho en medio de la cena estando borracho. Y en otro lugar: Entonces, despues de haber adquirido esta familia, comenzó á inquietar á sus convidados. Tenia á sus pies á aquellos, á quienes como les fuera pidiendo versos para irlos recitando, sucedia, que muchas veces se paraba en medio del verso, &c. De este modo se entiende facilísimamente, cómo pudo aquella muger, que roció con ungüento los pies del Señor, acercarse á él por detrás: lo que de otra manera, ni puede entenderse con facilidad, ni de ningún modo se puede entender. Finalmente, lo que señalada, y expresamente notó el Evangelista, él mismo lo ilustra admirablemente todo, diciéndonos, que la muger se acercó á Jesu-Christo, que le ungió, lavó, y enjugó sus pies, no estando arrodillada, ni postrada en tierra, sino en pie: Estando en pie (dice el texto) detrás á los pies del Señor. Baxo cuyas palabras no entiendo yo, que dicha muger exercitára para con Christo los obsequios, que refiere el Evangelio, estando enteramente derecha, y sin inclinarse, como lo notó muy al caso el Intérprete, que tantas veces he citado, y citaré en adelante (765): sino que manteniéndose sobre sus pies, aunque inclinándose algún tanto, quanto era menester para honrar respetuosamente, y besar con puros, y castos ósculos las plantas de Jesus recostado en la cama; le ungió los pies, se los lavó, y enjugó con sus cabellos. Por lo que, será muy conforme al Evangelio, el pintar este hecho verdaderamente lleno de piedad, de amor, y de reverencia para con Christo, del modo que lo hemos descifrado; pero á no hacerse así, será una necedad, y ridiculez, y lo que es peor, contra la Fé, y narración del Evangelio.

3 Hasta aquí he hablado de esta muger, sin hacer ??? ningúna distincion, y casi sin nombrarla, por convenir esto mas á mi intento. Mas, sobre saber, ó averiguar, qué muger fué esta, y si fué la misma que otra, ó que otras, cuyos hechos leemos en los Evangelios; es esta una qüestion, en que ya antiguamente se dividieron entre sí famosos Intérpretes, y que en estos últimos siglos, la han tratado varios con mucho empeño, y esfuerzo por ambas partes. Yo á la verdad, como que parece que estoy tratando una cosa enteramente diversa, podria omitir semejante qüestion. Mas, como el saber, quál fué dicha muger, conduce no poco para la inteligencia de la Pintura, diré ingenuamente lo que siento. En primer lugar, no llevo á mal, que los hombres doctos, de los quales puede cada uno, como dice San Pablo, abundar en su sentido, no siendo este contrario á los decretos, y definiciones de la Iglesia, tengan entre sí estas disputas, y juzguen en ellas segun su talento, y capacidad: particularmente en la qüestion, que tratamos ahora, en que han sido tambien diversos los pareceres de los Padres antiguos. Con todo, no me gusta, el que algunos adhieren con tanto teson á sus opiniones, que haciendo irrision de las contrarias (que son acaso mas probables) desprecian á los que las defienden, como á hombres, que no pasan mas allá de lo que sabe el vulgo.

4 Para decidir, pues, no con otros monumentos, sino con los de los mismos Evangelios, quál fué esta muger pecadora, que morando todavía Christo en Galiléa, le ungió los pies con ungüento, y se los lavó con sus lágrimas, conviene referir brevemente otros hechos de Jesu-Christo. Andando el Señor por la misma region de la Galiléa Meridional, una honesta, y piadosa muger llamada Marta, que tenia una hermana llamada María, hospedó á Jesu- Christo. Sucedió (dice S. Lucas) (766) ??? que yendo, entró el mismo (Christo) en cierto lugar: y una muger llamada Marta, le hospedó en su casa: esta tenia una hermana llamada María, &c. Digo, pues, que esta hermana de Marta, que se llamaba María, es la misma, y por decirlo segun la antigua costumbre, la mismísima, que el Evangelio llama muger pecadora, y la que entrando en casa del Fariséo, donde estaba convidado Jesus, ungió con ungüento los pies del Señor, y los regó con sus lágrimas. Y para mas clara inteligencia de todo esto, digo primeramente: que estas dos mugeres, á saber, Marta, y María, ambas queridas, y familiares de Jesu-Christo, no eran habitantes del país, y region de la Judéa, sino de la Galiléa Meridional, que no distaba mucho de los confines de Samaria: ni moraron en Judéa, sino pocos meses antes de la Pasion del Señor, como despues lo explicarémos mas. Lo segundo: que aquel pueblo, ó lugar, ó segun traduxo el Intérprete de la Vulgata, castellum, en Griego , pues todo significa lo mismo; no estaba en la region de Judéa, sino en la Tetrarquía de Galiléa, junto al torrente Cison, como lo afirman los mas peritos Geógrafos, y los mas versados en estas materias (767): y aun el mismo castillo, ó lugar, segun atestiguan los mismos, y tambien otros Autores, y entre estos San Gerónimo (768), se llamó Magdalum, de donde, segun la terminación Griega, se llamó María Magdalene, ó Magdalena. Lo tercero: que el hecho de ungir los pies á Jesu-

Christo la muger pecadora, no aconteció en Judéa, sino en Galiléa, en uno de los lugares de aquella region; ó ya fuese este la misma Ciudad llamada Naim; ó bien otro qualesquiera. Todo esto se echa de ver claramente por la misma serie de la narracion, que nos hace el Evangelio. Ni esto lo niegan los Autores sabios, ??? que hacen distinción entre estas dos mugeres; antes en esto principalmente se fundan, para discernir la una de la otra. Finalmente, se debe tener siempre presente, que S. Lucas, luego que acaba de referir la unción de los pies de Christo Señor nuestro, con que le obsequió aquella muger, que el Sagrado Historiador llamó pecadora; añade él mismo: Pero óiganse sus mismas palabras, aunque algo largas, pues favorecen en gran manera á la sentencia, que absolutamente tengo por mas verdadera: dicen así (769): Sucedió despues, que el mismo (Jesus) iba caminando por Ciudades, y Lugares, predicando, y evangelizando el Reyno de Dios, y los doce con él, y algunas mugeres, que habían sido curadas por él de espíritus malignos, y de enfermedades: María llamada Magdalena, de quien habían salido siete demonios, Juana muger de Cusa, Procurador de Herodes, Susana, y otras muchas, que le servian de sus haciendas. Ved aquí, como refiriendo el Sagrado Historiador los nombres de las mugeres, que iban en seguimiento de Christo, y que de sus propios bienes (pues no eran mugeres de la ínfima plebe, sino que eran nobles, y bastante ricas) le subministraban lo necesario, pone la primera entre estas, á María, que se llamó Magdalena; esto es, del mismo lugar, ó castillo de Magdalón, de donde le vino este sobrenombre: en cuyo castillo (como hemos explicado ya, y todavía lo explicarémos mas) entró Christo Señor nuestro, quando se encaminaba derechamente á Judéa: Esta, pues, no era otra sino la hermana de Marta; y que ella misma fuese la pecadora, que había ungido los pies á Jesu-Christo en casa de Simon el Fariséo, consta bastante de lo dicho.

5 Pero, para aclararlo todavía mas, y hacerlo mas perceptible, véamos lo que refiere S. Juan (770): Había ??? (dice) un enfermo llamado Lázaro, que era de Bethania, del castillo de María, y de Marta sus hermanas. Luego exâminarémos el sentido, que tienen, y exîgen estas palabras; exâminemos ahora las que inmediatamente se siguen: Era María (prosigue San Juan) la que ungió al Señor con ungüento, y le limpió los pies con sus cabellos, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo. Aquí vemos la exâcta descripción de María hermana de Marta, y de Lázaro; esto es, que fué aquella, y no otra, que ungió con ungüento los pies del Señor, y los limpió con sus cabellos. En cuyo lugar, el Evangelista San Juan, que nunca había referido este hecho, atendió evidentemente á la descripcion, que de él había hecho S. Lucas, como clara, y elegantemente lo afirma San Agustin en la concordancia de los Evangelios: donde, despues de otras muchas cosas dignísimas de leerse, y de haber alegado las palabras citadas, dice (771): Diciendo esto S. Juan, pone por testigo á S. Lucas, que había referido haber sucedido esto en casa de un cierto Fariséo llamado Simon. Ya, pues, había executado antes María esta accion. Y yo, si es lícito conjeturar sobre esto algo mas, añado, que no por otra cosa, sino por la fuerza de la expresion, usó el Gran Padre S.

Agustin de la dicción fecerat, había executado, significando un hecho, sucedido ya había algún tiempo, á saber, mas de un año antes, como verémos despues. Lo que se puede colegir tambien de algún modo, de las palabras, que usó el Evangelista en el texto original, que dice así: , las que nadie negará, que á la letra puedan traducirse de este modo: Era María, la que había ungido al Señor con ungüento; particularmente habiéndolas traducido así un Intérprete gravísimo, y bien conocido (772): porque , es ??? participio del primer Aoristo del verbo, que con bastante propiedad se puede verter por esta circunlocucion, que había ungido, como expresamente lo hace la version Arábiga: por ser esta la fuerza del Aoristo, que aunque significa un tiempo indeterminado, y no indíque con bastante claridad, si el hecho sucedió, mucho, ó poco tiempo antes; sin embargo denota mas freqüentemente el tiempo, que ya pasó, aunque mediante interposición de alguna detención notable. Pero esto júzguenlo los demas; que á mí me basta haber insinuado esta breve reflexîon. Lo que ahora hemos de advertir con mas cuidado, como lo vió el Intérprete, que tanto he citado (773), es, que aunque se ponen muchos argumentos para probar, que fueron estas, distintas mugeres; ó lo que es lo mismo, para probar, que la que expresa S. Lucas, es distinta de la que habla aquí S. Juan; sin embargo todos ellos juntos no tienen la fuerza de este solo, para convencer, que no fueron distintas, sino la misma. Quede, pues, sentado, que María, hermana de Marta, es la misma de la que habla San Lucas, y de quien dice, que ungió con ungüento los pies del Señor, y se los lavó con sus lágrimas. Probado ya (lo que despues todavía explicarémos mas) que María, hermana de Marta, es la misma, que el Evangelio llama María Magdalena; legítimamente se infiere, que dichas mugeres no fueron tres, ni dos tampoco, sino una sola: y que es enteramente la misma, la que en casa de Simon Fariséo ungió los pies al Señor, y la que se llama María Magdalena, que siguió á Christo desde Galiléa, y le socorrió con sus facultades..

6 Todo lo dicho se hará sin duda mas claro, y evidente, si soltamos antes las dificultades, que suelen, y pueden objetarse contra la opinion, que llevamos. La primera, que á algunos ha parecido insuperable, es esta: ??? Que á aquella muger penitente, de quien hace mención S. Lucas, expresa, y absolutamente la llama pecadora el Evangelista; ni solo esto, sino que significa haberse esparcido el rumor de su mala fama, ó como decimos comunmente, que pecaba con escándalo de todos. Pues todo esto dan á entender aquellas palabras (774): Y hé aquí que una muger pecadora, que había en la Ciudad. Lo que tácitamente reprehendió tambien dentro de sí el Fariséo, quando dixo hablando de Christo (775): Este, si fuese Profeta, conocería quién, y quál es la muger, que le toca: que es pecadora: y lo que es mas, el mismo Jesu-Christo lo expresó, y si puede decirse así, lo exâgeró con aquellas palabras (776): Sus muchos pecados son perdonados, porque amó mucho. Pero al contrario, de la hermana de Marta, en cuya casa entró el Señor, se hace mención como de una muger santa, inocente, piadosa, de buenas, y loables costumbres: porque, ó ya se la considere en su misma casa, donde entró el Señor, la verémos sentada á los pies de Christo, recibiendo de él, no solamente con los oídos, sino mucho mas con el corazon, las palabras de vida eterna, en cuya atención la alabó el mismo Jesu-Christo por haber elegido la mejor parte; ó bien se la considere en casa de su hermano Lázaro, hallarémos, que era amada del Señor, cuyo amor indica, y nos hace ciertamente justos, y santos, como lo expresó San Juan, quando dixo (777): Jesus amaba á Marta, y á su hermana María, y á Lázaro: y que la misma se echó á los pies de Jesu-Christo (778), ungiéndoselos con ungüento preciosísimo (779). En vista de estas señales, y costumbres, podrá qualquiera conocer facilmente la hermana de Marta. Por lo que, tan lejos está el que se pueda pensar ser esta una, y la misma muger que la pecadora, ??? que no han faltado quienes la han tenido por virgen: entre los quales (lo que tratando de esta materia, me objetó á mí alguna vez un hombre muy sabio) uno de ellos es S. Methodio, Autor antiguo, piadoso, y erudito.

7 Confieso ser esta dificultad de mucho peso: pero no en tal grado, que por ella deba, ó pueda apartarse alguno del sentido, á lo menos tácito, que por tantos siglos ha dado á este texto la Iglesia Latina: la que celebrando á María pecadora, y á la hermana de Marta con la misma solemnidad, parece haberla mirado, y tenido siempre por una misma. Con efecto, algunos Autores de primera nota, piensan evadir facilmente la dificultad, diciendo, que á María hermana de Marta, la llamó el Evangelista pecadora; por haber sido antes de su conversion, y arrepentimiento, una muger dada á las pompas del siglo, á los aliños del cuerpo, á la superfluidad de los adornos, y vestidos, al juego, á los banquetes, y á otras vanidades de esta clase. Ni es de extrañar, dicen, que por esto la llame pecadora la Escritura; pues por lo mismo había Dios amenazado antiguamente, segun Isaías (780), terribles, y crueles suplicios á las mugeres mas nobles de Jerusalén. Pero yo, que aprecio mas el honor, y gloria de Jesu-Christo, que la fama de dicha muger, aunque despues santa, y piadosísima; juzgo de muy diverso modo, y afirmo dos cosas: la primera, que aquella pecadora, no fué una muger prostituta, como suelen serlo las mugeres públicas: por parecerme esto repugnante con la nobleza de su linage, y con sus riquezas; singularmente no constriñéndonos á tanta infamia las palabras del Evangelio: pero sí, que vivió con poca castidad, y sobriedad, y que tuvo (ademas de las cosas referidas, que por lo comun acompañan á la incontinencia) algún ??? trato menos honesto, lo que fué bastante para que de ella dixera el Señor: Sus muchos pecados son perdonados; y para que por este rumor, que había cundido mucho, la llamára el Evangelista pecadora. Con todo, no debe inferirse de aquí, que esta fué distinta de la hermana de Marta; sin que á esto se oponga lo que antes hemos explicado de su santidad, y piedad para con Christo. Pues esto, solo convence, no que fué distinta de la pecadora, por lo que toca á la identidad de la persona, sino que despues de su conversion, fué tan fervorosa, y amante, que era muy diversa de la que antes había sido. Y esta solución nadie dexará de admitirla, con tal que sea hombre cuerdo, y pío, y no quiera insistir con tenacidad sobre la diversidad de costumbres, y de virtudes: como si hubiera sido vana la petición del Real Profeta, y penitente David, quando pedia á Dios la mudanza de su corazon, y le decia (781): Criad, Señor, en mí un corazon limpio, y renovad en mis entrañas un espíritu recto. Y si un Escritor de tanto nombre como es Methodio, fué de parecer, que María, hermana de Marta, vivió toda su vida tan pura, y santamente, que siempre conservó su virginidad; ¿qué podrémos responder á un testimonio de esta clase? Digo, que los hombres santos, y singularmente pios, como son muy fáciles en pensar, y juzgar lo mejor, no solo de los que son recomendables por su piedad, sí tambien de todos los demas; viendo las demostraciones tan grandes de amor, y de reverencia, que María, hermana de Marta, había dado para con Christo; juzgó esto mismo de María, teniéndola por distinta, no solamente en las costumbres, y virtudes, sino tambien en la persona, de la pecadora.

8 Hacen despues este argumento contra nuestra sentencia verdaderamente antigua: Aquella muger pecadora, ??? que ungió al Señor, era Galiléa de nacion, como se puede conjeturar, y aun convencer con muchos argumentos: y lo mismo puede afirmarse de aquella María llamada Magdalena, que siguió al Señor desde Galiléa á Jerusalén. Y suponiendo por ahora, que esta fué la misma, que la pecadora; ciertamente fué Galiléa de nacion, y no Judía, esto es, de la region de Judéa, que ya poseían los Romanos, y la habían reducido en forma de Provincia. Es así, que María, hermana de Marta, como tambien la misma Marta, no eran Galiléas, sino Judías, como comunmente se dice, y afirma: Luego no fué la misma, la que era María, hermana de Marta, y María Magdalena, ó la Pecadora. Niego la menor, por hablar, y condescender en parte con el genio de la Escuela: la que no la ha de probar facilmente ningún erudito (bien que es esta una cosa, que se supone sí, pero no se prueba) de los que leen con menos cuidado, y diligencia los hechos Evangélicos. Ya diximos arriba, que Marta, y su hermana María, eran habitantes del pueblo, lugar, ó castillo de Magdalón (y que acaso tenian en él algún dominio), y que de allí le vino el sobrenombre á María, para distinguirla de otras muchas, que tenian este mismo nombre: ademas, que este fué el lugar, castillo, ó pueblo, donde entró el Señor, quando refiere el Evangelista, que Marta (que era la mayor en edad) le hospedó en su casa. Los Geógrafos, é Intérpretes, firme, y constantemente aseguran, que este lugar, ó castillo, está, no en Judéa, sino en Galiléa, y con mucha razon, pues hace mención de él la Sagrada Escritura baxo el nombre de Mageddo (782); y en el nuevo Testamento se hace tambien memoria del mismo lugar: donde sin embargo, en vez de Mageddo, nuestras Vulgatas, segun S. Gerónimo, léen Magedam (783). Y que este mismo lugar, ??? que S. Gerónimo, en el pasage, que citamos arriba (784) llamó Magdalón, estuviese colocado en la Galiléa Meridional, frente de Samaria, junto al torrente Cison, se tiene ya, y debe tenerse por cosa fuera de duda. Tan lejos está el ser verdad, que Marta, y su hermana María, fuesen habitantes de la region de Judéa, ó descendientes de allí, y no Galiléas, como antes hemos dicho.

9 Pero instará alguno con lo que dice San Juan (785): Había un enfermo llamado Lázaro, que era de Bethania del castillo de María, y de Marta sus hermanas. Bethania, que expresamente se dice el Castillo de Marta, y de María, no estaba en la region de Galiléa, sino de Judéa, puesto que no distaba mas de quince estadios de la misma Jerusalén, como es de fé, y consta por estas palabras de S. Juan (786): Estaba Bethania junto á Jerusalén como unos quince estadios: quince estadios hacen una legua nuestra, aunque corta; ó para hablar con mas exâctitud, de las quatro partes de la legua, hacen las tres. Queda, pues, segun parece, destruído todo lo dicho hasta aquí: y así, Marta, y María su hermana, no se han de tener por Galiléas, sino por Judías; y de consiguiente hemos de decir, que María, hermana de Marta, no fué la misma que la pecadora, ó (si son distintas) con la que fué llamada Magdalena. Este es el argumento, que, á mi juicio, ha engañado á los Intérpretes, aun de los de primer orden, aunque algunos de ellos sientan con nosotros, y defiendan nuestra antigua sentencia, ni hagan distinción alguna entre María, hermana de Marta, y la Magdalena, ó muger pecadora: pues llevados de las palabras citadas, pensaron, que el castillo, ó lugar propio de Marta, y de su hermana María, no fué otro sino Bethania; y que allí fué, donde, segun refiere San Lucas, entró Jesu-Christo, ??? y donde le convidaron las dos hermanas. Lo que intentan persuadir por lo que dice el mismo Evangelista, haber esto acontecido, quando Christo iba con los suyos, conforme á aquellas palabras (787):

Sucedió que yendo (camino de Jerusalén, los Discípulos, y el Señor) entró él en un castillo: y una muger llamada Marta, &c. lo que interpretan, mientras que morando todavía Christo en la Judéa, se iba acercando ya á Jerusalén. Pero para desenredar todo esto, es preciso exâminarlo un poco mas.

I0 Confieso desde luego, ser mucha verdad, que Marta con sus hermanos María, y Lázaro, habitaron en Bethania cerca de Jerusalén; y que allí sucedió la resurrección de Lázaro, y la última uncion, que tributó á Christo su hermana María, con lo demas, que refieren los Evangelistas. Pero digo, que esto, solo aconteció pocos meses antes de la Pasion del Señor; á saber, quando así Marta, como María, y el mismo Lázaro estaban en Judéa, y acaso tambien aquel Fariséo llamado Simon, que convidó á Jesu-Christo, quando todavía moraba el Señor, y predicaba en Galiléa, y en cuya mesa le ungió la muger pecadora. Pues constando, que algunas mugeres ricas, y nobles siguieron al Señor, quando Christo dexando á Galiléa con ánimo de no volver mas allá, partió para Judéa, y se subió á Jerusalén, entre las quales se nombra en primer lugar á María Magdalena; entre estas, con razon contamos tambien á Marta su hermana, en cuya casa (situada en el lugar llamado Magdalón, el qual estaba sin duda, no en Judéa, sino en la Galiléa Meridional, junto al torrente Cison) entró el Señor yendo de camino, como nos lo refiere S. Lucas en el lugar citado. Esto, y no otra cosa, quiso significar el Evangelista, quando dixo: Sucedió, que yendo (camino de Jerusalén) ??? entró él (Christo) en un castillo, &c. esto es, quando salian de los confines de Galiléa, para entrar en Judéa; y no que entrados en Judéa, se fueran acercando ya á Jerusalén. Ni obsta tampoco, el que Bethania, parece que se llama el Castillo de María, y de Marta su hermana: porque se llamó así, no porque por algún título particular perteneciera á ellas; ni porque en aquel lugar hubiesen habitado mucho tiempo, sino solamente, porque á la sazon moraban allí. Y así, aquellas palabras, antes quieren denotar (segun pienso) que Lázaro (que estaba enfermo en Bethania), traía su origen del lugar de Marta, y de María sus hermanas: particularmente habiendo probado ya, que estas habitaron mucho mas tiempo en Galiléa, que en Judéa. Lo que se hará mas claro, con lo poco que nos resta que decir.

II Pero antes de apartarnos de Bethania, quiero probar, y confirmar mas, por los mismos hechos que se obraron en este lugar, que María hermana de Lázaro, y de Marta, no es distinta de María llamada Magdalena, ni de la misma muger pecadora. Esto último ya lo hice patente por aquellas palabras del Evangelio: Era María la que ungió al Señor con ungüento, y le limpió los pies con sus cabellos. Cuyas palabras hemos hecho ver bastante, que se refieren á la uncion, que hizo á Christo la Pecadora; no solamente por lo que sobre este pasage dice S. Agustin, sino tambien por el modo de hablar, y la significacion, y energía de las palabras, que usa el Evangelista. Porque el decir, que S. Juan habló aquí por la figura prolepsis, ó por anticipacion, refiriéndose á la uncion, que hizo á Christo María, hermana de Lázaro, y de Marta, despues de la resurrección de su hermano, y como mas exâctamente lo notó el Evangelista (788), seis dias antes de la Pasqua; aunque ??? no faltan graves Autores, que lo exponen así, sin embargo, por ser esta la interpretacion, que dan á este texto casi todos los hereges, con razon desagrada á un Intérprete Católico, y eruditísímo (789). María, pues, hermana de Lázaro, y de Marta, ungió á Jesu-Christo, no una vez sola, sino dos veces: la primera en Galiléa, y la segunda en Judéa, en el Lugar de Bethania, donde había ido siguiendo á Jesus con su hermano, y hermana: la primera uncion, la practicó llevada de un corazon arrepentido; la segunda, llevada de incendios de caridad, de reverencia, y de un singular amor para con Christo. Por lo que, en esta última ocasion (lo que tal vez sucedió tambien en la primera) se dice expresamente, que no solo ungió los pies á Jesu-Christo, como dice San Juan, sino que le ungió tambien la cabeza, como lo refieren S. Mathéo, y S. Marcos (790), lo que denota una alma abrasada en incendios de amor, y de caridad. Pero (sino es ser molesto) exâminemos esto todavía mas, para que se haga mas patente la verdad. Como María, hermana de Marta, en casa del mismo Lázaro, esto es, en Bethania, hubiese ungido con ungüento los pies, y cabeza de Jesus; llevando esto á mal aquel pésimo ladron, que todavía estaba escondido baxo el nombre de Apóstol, y de Discípulo; volviéndose Christo á los suyos, les advirtió de esta manera (791): ¿Para qué molestais á esa muger? ella ha hecho una obra buena para conmigo. Y poco despues: Porque ungiendo esta mi cuerpo, para sepultarme lo ha hecho. Lo mismo refirió San Marcos casi con las mismas palabras (792): Hizo esta lo que pudo: previno ungir mi cuerpo para el sepulcro. Pregunto ahora, y deseo saber ¿quál sea la verdadera, y genuina inteligencia de estas palabras? (pues tienen ??? mucho de profético, y de predicción de lo venidero) ¿qué es lo que ellas significan? ¿y con qué otras equivalentes podrian explicarse claramente? Me parece que con estas: ¿Qué es lo que veis en esa muger? ¿porqué os indignais contra ella? ¿porqué reprehendeis su caridad, y el obsequio, que ahora me está tributando? No se hacen aquí gastos superfluos: trátase de una cosa comun, y enteramente necesaria. Esta misma muger, que la veis ahora executando esta accion, deseará de aquí á pocos dias, ungir, y embalsamar mi cuerpo con ungüentos, y aromas, segun el uso de la patria: pero no se le permitirá á su amor, que pueda practicarlo. Hizo, pues, ella lo que pudo, ó quanto estuvo de su parte: y finalmente (usemos ya de las mismas palabras del Evangelista) hizo esta lo que pudo: previno ungir mi cuerpo para el sepulcro. ¿Acaso no es esta la oportuna interpretacion, y el sentido propio de dichas palabras? Lo es sin duda: y así las han entendido los Padres de la Iglesia, y los Intérpretes sagrados. Esto es lo que expresamente dixo Christo de María, hermana de Lázaro, y de Marta. Así nos lo enseñó el Evangelista S. Juan, que señaladamente la nombró (793), el qual añade á lo que llevamos dicho: Dexadla que lo guarde (el ungüento) para el dia de mi entierro.

I2 Veamos ahora, ¿qué muger fué, ó quál fué de las Marías, la que llevada de un singular afecto de ungir el cuerpo del Señor, deseó encarecidamente prestar este último oficio de piedad á Jesu-Christo ya difunto; pero que prevenida por su gloriosa Resurreccion, no pudo executarlo? Ciertamente no fué otra, sino la que llamaban Magdalena: pues esta fué la principal, que dirigió, y sirvió de guia á las demas. Pero óiganse las palabras de los mismos Evangelistas, que no nos arrepentirémos de haberlas trasladado aquí; ??? pues leídas estas, y confrontadas unas con otras, estoy persuadido á que nadie habrá, que ponga duda en ello. S. Mathéo, despues de haber hecho la descripción de la sepultura del Señor, dice en el capítulo siguiente (794): En la noche del Sábado, al amanecer el primer dia de la semana, fué María Magdalena, y la otra María á ver el sepulcro: pero aun mas expresamente S. Marcos, el qual, despues de haber referido el sepulcro del Señor, añade (795): Pero María Magdalena, y María madre de Joseph, estaban mirando dónde se le ponia. Y luego dice (796): Y como hubiese pasado el Sábado, María Magdalena, y María madre de Jacobo, y Salomé, compraron aromas para ir á ungir á Jesus, &c. Y S. Lucas describiendo todo este hecho, dice (797): Yendo tambien las mugeres, que con él habían venido de Galiléa, vieron el sepulcro, y cómo habían puesto á su cuerpo.

Y volviéndose, prepararon aromas, y ungüentos: y el Sábado reposaron conforme al precepto. Y prosiguiendo en hacer mas exâcta narración de todo, añade (798): El primer dia de la semana, muy de mañana, fueron al monumento, llevando las aromas, que habían preparado, &c. Y para que no se pusiera en duda quiénes eran, ó quál era la principal, y piadosa conductora de todas ellas, dice un poco mas abaxo (799): Y eran María Magdalena, y Juana (á saber la muger de Cusa, Procurador de Herodes, de quien antes había hablado), y María madre de Jacobo, y las demás que estaban con ellas, las que decian esto á los Apóstoles, &c. Finalmente, San Juan, á esta sola, como la mas ilustre de todas, y á quien ya antes había alabado tanto el mismo Evangelista, así porque ella con su hermana, había enviado al Señor rogándole por la salud de su hermano Lázaro; como porque despues de resucitado este, había ??? ungido á Jesu-Christo: A esta sola, digo, llamándola con su propio nombre, dice así (800): El primer dia de la semana, María Magdalena vino al monumento de mañana, quando todavía era obscuro: con lo demas que se sigue, que suplico al pío, y erudito Lector lo vuelva á leer, aunque lo haya leído muchas veces: pues confio, que haciéndolo, asentirá á mi dictamen, mientras no esté con ánimo demasiadamente preocupado. Pero pongamos algún exemplo. Dice, pues, S. Juan (801): Fuéronse otra vez los Discípulos á su casa. Pero María (hé aquí la que ahora la llama sin sobrenombre, por ser muy conocida de todos los Apóstoles) estaba llorando al sepulcro, fuera, &c. Y poco despues: Dícele Jesus: María. Volviéndose ella, le dice, &c. Y concluye con estas palabras: Vino María Magdalena anunciando á los Discípulos, que había visto al Señor. O yo estoy ciego, ó en todas estas narraciones del Evangelio, no se significa, ni demuestra otra con el nombre de María Magdalena, que con tanto anhelo deseaba ungir el cuerpo del Señor ya difunto, sino María hermana de Lázaro, que había ungido en Bethania á Christo, quando aun vivía (802); la qual, estando ya el Señor condenado á muerte, no se estuvo ociosa en su casa, sino que corrió, ó mejor diré, voló, para tributarle aquel obsequio, y reverencia, á que le inclinaba su amor, y su caridad: y por tanto, ella fué, y no otra, la que con nombre de María Magdalena estuvo al pie de la Cruz (803), y la que procuró investigar diligentemente el lugar de su sepulcro. Todo lo expresa pia, y elegantemente aquel Hymno:

Adstare non timet Cruci, Sepulcro inhæret anxia, Truces nec horret milites: Pellit timorem charitas. ???

Finalmente, por no alargarme demasiado, esta es la misma María Magdalena, que habiendo ungido á Jesu-Christo, quando aun vivía, y anhelando ansiosamente tributarle este mismo oficio despues de muerto, había oído del mismo Señor: Hizo esta lo que pudo: previno ungir mi cuerpo para el sepulcro.

I3 Esto era bastante para hacer ver, que no era otra María Magdalena, que María hermana de Marta, y que tampoco era distinta de aquella famosa muger, que el Evangelista llamó pecadora, como he procurado manifestarlo. Pero quiero añadir aun algo mas. Como María hermana de Marta hubiese ungido á Christo; sobre aquellas palabras, que tantas veces hemos repetido, añadió Jesus (804): De verdad os digo, que donde quiera que se predique este Evangelio en todo el universo, se dirá tambien lo que esta ha hecho para memoria suya. Lo que refirió tambien S. Marcos casi con las mismas palabras (805). Arguyo así: En la Iglesia Católica Romana, que abraza á todo el mundo, ó por lo menos, es la mayor parte del Universo, de que se hace mención en el Evangelio; se refiere, se cuenta, y alaba este hecho, no de pocos años, ó de algunos siglos á esta parte, sino muchos siglos hace, segun la predicción de Christo. ¿Mas cómo, ó de qué manera se nos propone esta accion? Ciertamente no de otra, sino entendiendo, y celebrando como una misma muger, la que quando pecadora ungió con ungüento los pies del Señor, y se los lavó con sus lágrimas; esto es, la hermana de Marta, por cuyos ruegos movido el Señor, resucitó á Lázaro, que quatro dias había, que estaba enterrado: y la que ungió tambien á Jesu-Christo estando ya muy cercano á padecer: y finalmente, la que llamada por sobrenombre Magdalena, vió la primera de todos, á excepción de la Santísima Virgen, ??? á Jesu-Christo resucitado, y triunfante de la muerte. Y que todo esto sucedió así, era muy facil probarlo por el Oficio, que rezamos todos los años el dia veinte y dos de Julio. Argumento, que (en mi juicio) lo debe tener en mucho qualquier hombre sabio, y que juzgue de las cosas con piedad, prudencia, y cordura.

I4 Pero quitemos aun los mas leves reparos, que podrian quedar de María llamada Magdalena: refieren los Evangelistas, que estuvo poseída de siete demonios: pues S. Lucas, refiriendo las mugeres, que siguieron al Señor desde Galiléa, dice así (806): Algunas mugeres, que habían sido curadas por él de espíritus malignos, y de enfermedades: María, que se llama Magdalena, de quien habían salido siete demonios, y Juana, &c. Y S. Marcos contando la aparición de Christo, en que se manifestó á María por sobrenombre Magdalena (807): Primero (dice) se apareció á María Magdalena, de quien había echado siete demonios. Es así, que esto, aunque de algún modo pueda entenderse, y adaptarse á aquella muger pecadora; ó ya, porque en nombre de los siete demonios, haya querido significar el Evangelista los siete vicios capitales, como lo dice expresamente un Varon, Magno por sobrenombre, y por su gran santidad (808), el qual siente totalmente con nosotros, como se echa de ver por las siguientes palabras: Esta (dice S. Gregorio) que S. Lucas llama muger pecadora, y S. Juan la llama María, me persuado ser aquella María, de quien asegura S. Marcos, que fueron echados siete demonios. ¿Y qué otra cosa se denota por los siete demonios, sino todos los vicios? Pues así como en siete dias se comprehende todo el tiempo, así se figura muy bien toda universalidad baxo el número de siete. Tuvo, pues, María siete demonios en sí, pues estuvo llena de todos los vicios: O ya tambien (lo que es mucho ??? mas probable) (809), porque efectivamente echó Jesu-Christo siete demonios de María Magdalena: Aunque esto, digo, pueda cómodamente entenderse de aquella muger pecadora, con dificultad parece se puede, ó debe entender de María hermana de Marta, por las pruebas, que dimos arriba, de su probidad, y virtud. Pero, como antes hemos probado con bastante evidencia, que la hermana de Marta, fué la misma, que la pecadora, no hay para que detenernos mucho en afirmar, que esta misma María Magdalena, de quien salieron siete demonios, es la misma María hermana de Marta, singularmente admitiendo ser esta Magdalena la misma muger pecadora. Repase, le ruego, el pío, y erudito Lector, y lea con atención todo lo que hemos dicho en esta breve disertacion; y ciertamente no encontrará las dificultades insuperables (que algunos se persuaden) en aprobar esta sentencia comun, y que de muchos siglos acá, ha recibido la Iglesia, por lo menos, la Latina. Pero pasemos á otra cosa, sin perder de vista nuestro asunto, en que siempre insisto, y de donde nos habíamos alejado algún tanto.




EL PINTOR CHRISTIANO Y ERUDITO-Juan Interián de Ayala - CAPITULO XI.