EL PINTOR CHRISTIANO Y ERUDITO-Juan Interián de Ayala - CAPITULO XII.


CAPITULO XIII.


De algunas cosas, que son dignas de advertirse, acerca de las Pinturas, é Imágenes de otros hechos de Jesu-Christo.

I Ya diximos arriba mucho sobre los hechos de Christo Señor nuestro, y de qué manera puedan cómoda, y decentemente pintarse: pero quedan todavía algunos, y es preciso decir algo de ellos; bien que solo es mi ánimo hablar de los que son propios de mi intento: pues los demas, aunque son muchos, dexo á otros el ??? cuidado de exâminarlos, y explanarlos, por quanto no tanto necesitan de Pintor, que los describa, como de Intérprete, que los comente.

2 Sobre lo qual, lo primero, de que se ofrece tratar, es de la Transfiguración del Señor, acerca de cuya representacion, es menester advertir algunas cosas á los Pintores menos instruídos. Porque, el que dicha Transfiguracion, ó manifestación de la gloria, que (por ser esta la voluntad de Dios) estaba escondida en el cuerpo de Christo aun viador, se obrase en un monte elevado, y que se pinte así; no tiene duda, que está bien, y que es conforme al Evangelio, que dice esto mismo, segun lo de San Mathéo (810): Los saca aparte á un monte alto: y lo mismo repite S. Marcos. Pero que este monte, lo pinten sobradamente plano, sin embargo de que era elevado, parece contra las reglas de la Optica, y contra lo que nos está enseñando la experiencia. Porque los cuerpos, que se elevan mucho, aunque en su cumbre tengan alguna llanura, á los que los miran desde un lugar baxo, les parecen puntiagudos, y que rematan en punta. Ahora me acuerdo haber leído, que aquella grande pirámide, que todavía resta en Egipto, y que está distante algunas leguas de la antigua Memphis (que hoy llaman Cairo); aunque en su cumbre tiene la planicie, no menos, que de diez y seis pies en quadro, y por tanto es capaz de que quepan allí muchos hombres, sin estár muy cerca los unos de los otros; con todo á los que la miran desde el suelo, les parece tan puntiaguda, que apenas podria sentarse allí un hombre solo. Dicho monte, pues, donde Christo Señor nuestro manifestó la gloria de su resplandor, el qual, por una cierta tradicion, que ya ha recibido la Iglesia, no fué otro, sino el monte Thabor, de quien se hace tantas veces mención en las Sagradas ??? Escrituras, y que se levanta alto, y encumbrado casi en medio de Galiléa; es elevado en tanto grado, que los que lo han medido con mas exâctitud, y entre estos, un elegante, y antiguo Historiador (811), aseguran, que tirando como una perpendicular, se eleva mas de quince estadios sobre la tierra, que es sin duda una elevación disforme: de suerte que aunque en la cima tenga una llanura de cerca de una legua de las nuestras; sin embargo no debe pintarse tan llano, como lo pintan algunos. Pero esto á la verdad, no son cosas de mucha importancia, y se pueden describir, y representar, sin gran detrimento de la Historia.

3 Por lo que toca á la Imagen del mismo Jesu-Christo, nos dice S. Mathéo, que resplandeció su semblante como el Sol, y que se volvieron blancos sus vestidos (812): Resplandeció (dice) su semblante como el Sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la nieve. El semblante, pues, del Señor, se debe pintar resplandeciente por todas partes, y despidiendo mas rayos de luz, de lo que suelen pintarle. En quanto á sus vestidos, ya hemos dicho arriba lo que sentíamos sobre ellos; y aunque diximos, que el vestido comun, de que usó Jesu-Christo, no fué blanco, sino pardo; sin embargo en este Misterio de la Transfiguracion, por la mucha copia de luces, y resplandores, que salían de su rostro, resplandecieron sus vestidos, como si fueran blancos. Ni es esta una interpretación voluntaria; pues así ciertamente se colige de las palabras de S. Marcos (813), que dicen así:

Las que elegantemente traduxo el Intérprete de este modo: Y sus vestidos se hicieron resplandecientes, y en extremo blancos, como la nieve, quales el lavandero no los puede blanquear en la tierra. Hé aquí evidentemente ??? el resplandor de los vestidos, que procedía de la luz, y de la blancura, que tenian como de nieve. Y San Mathéo (814), segun Theophilacto, y casi todos los exemplares Griegos, dice:

. Pero sus vestidos se hicieron blancos, como la luz. Donde, lee nuestro Intérprete como la nieve. Con efecto, uno, y otro se dice muy bien: porque el ayre encerrado dentro de la nieve, hasta que enteramente sale, (como sucede, quando la nieve está mas helada); nos representa una blancura tal, qual solémos concebirla, quando miramos la luz. Pero el que quiera saber esto mas por extenso, vea á Ramirez de Prado (815): aunque estas son tambien cosas no de tanta importancia, y en que regularmente no suelen reparar los ojos de los que las miran.

4 De mayor momento es, el que quando pintan á Moysés, el qual, segun refieren los Evangelistas, se apareció tambien á Christo en su gloriosa Transfiguracion, lo hacen de un modo absurdo, pintándole como con unos cuernos, que le salen de la frente; movidos de aquellas palabras de la Vulgata, donde se dice (816): Et ignorabat, quod cornuta esset facies sua ex consortio sermonis Domini. Pero imaginarse una cosa tal, y pintarla de este modo, es la cosa mas ridícula que pueda darse: porque ¿quién hay que ignore, que la palabra cornuta signifique, y denote lo mismo, que lucida, resplandeciente, y brillante? Pues los rayos de la luz, segun la locucion, y elegancia Hebréa, se llaman puntos, ó rayos, conforme á aquello (817): Splendor ejus ut lux erit: cornua in manibus ejus. Su resplandor será como luz: y los rayos le saldrán de sus manos. Omito de intento otras muchas cosas, que podrian ilustrar esta materia, y que las saben todos, por poco que hayan saludado las Sagradas Letras. Véase la exposicion, que ??? sobre el lugar citado, hace un Intérprete bastante docto, y que supo perfectamente la fuerza de las palabras Hebréas (818), el qual reprehende, y nota tambien el error de los Pintores vulgares. Pero óigase en especial al Doctor Angélico, el qual, exponiendo aquel lugar del Apostol (819): De suerte que los hijos de Israel no podian fixar los ojos en el semblante de Moysés, por la gloria de su rostro, que había de perecer, dice así: El Apostol arguye por lo que se dice en el cap. 34. del Exôdo, donde, quando lee nuestra Vulgata, que Moysés tenia faciem cornutam, de suerte que los hijos de Israel no podian, &c. Otra letra dice faciem splendidam, su semblante resplandeciente, lo que se dice mejor. Porque, no nos hemos de persuadir, que Moysés tuvo cuernos, como suena á la letra, conforme algunos le pintan: sino que se dice, que tenia faciem cornutam, por los rayos de luz que despedia, que parecian ser como unos cuernos. Hasta aquí sabiamente, como acostumbra, Santo Thomas. Mas, el que algunos pinten dormidos á los tres Discípulos, que fueron escogidos para dar testimonio de tanta gloria, aunque tal vez á alguno le parecerá error, ó descuido, por no hacer mención de esto, ni S. Mathéo, ni S. Marcos: con todo, está tan lejos de ser error, que no contiene sino la misma narración del Evangelio. Pedro (dice S. Lucas) (820), y los que había con él, estaban cargados de sueño, y despertando, vieron la magestad del Señor. A que no se opone, el que esto no lo hayan expresado los otros Evangelistas: pues uno, y otro sucedió; esto es, que primero durmiesen, y que despertando despues, fuesen testigos de la magestad, y gloria de Jesu-Christo.

5 Acerca de otro hecho muy admirable, y portentoso, qual es el de la resurrección de Lázaro, hermano ??? de Marta, y de María, habria mucho que decir, si fuera otro el asunto, que tratáramos. Pero insistiendo yo siempre en lo que es de mi intento, solo se me ofrece lo siguiente. He visto pintada, y representada esta historia, como que Christo hubiese obrado este milagro estando presentes solamente tres, ó quatro de los Apóstoles, y las dos hermanas de Lázaro. Es este un error, ó descuido, que en ningúna manera se puede tolerar. Porque Christo Señor nuestro, obró este tan gran milagro, en presencia (como convenia) no solo de sus Apóstoles, y de las dos hermanas del difunto, sino en presencia tambien de los principales de los Judíos, y de otros muchos; de suerte que hablando el Señor á su Eterno Padre, llamó pueblo á la turba, que le cercaba, diciendo (821): Yo sabía, que tú siempre me oyes, sino que lo dixe por el pueblo, que me cerca, para que crean que tú eres el que me has enviado. Con efecto, como este hecho siempre admirable, sucedió, no en la misma casa, ó en el mismo lugar, sino fuera de él, conforme á la costumbre, que tenian los Judíos de enterrar á los difuntos, como largamente lo hemos notado antes (822), y por tanto era un lugar, donde podia caber mucha gente; aconsejaré siempre al Pintor erudito, que en quanto lo permita la tabla, pinté, no á dos, ó tres personas, sino á muchas, y aun, como que atónitas, y con los ojos fixos, están contemplando este hecho maravilloso: cosa, en que sin duda tendrá mucha oportunidad el Pintor, de hacer lucir su Arte, y habilidad. Mas, el pintar, como hacen algunos, quitada la piedra, que cubria el sepulcro, de suerte que dexándola en el suelo (que nos lo representan enlosado de piedras quadradas) figuran, que por aquel agujero salió Lázaro resucitado, es un error, que (como sucede regularmente) dimanó de la ignorancia sobre las costumbres ??? antiguas, y que tuvo su origen en las ideas, y fantasía de una imaginación preocupada. Pues acostumbrados los Pintores á ver los sepulcros subterraneos, que hay entre nosotros, ó aquellos lugares, donde ponen á los difuntos (que en Castellano llamamos Bóvedas), y que freqüentemente se fabrican debaxo de los Templos, ó de otros lugares, adonde se baxa por medio de escaleras; vinieron á pintar así este hecho, sin reflexîonar bastante sobre ello: no leyendo, ó entendiendo poco aquellas palabras del Evangelio (823): Había una cueva, y una piedra sobre ella. Por lo que, será muy del caso decir lo que hemos advertido antes con mucho cuidado; esto es, que los Judíos tuvieron sus sepulcros en el campo, ó en los huertos, los quales por lo comun, particularmente los que se destinaban para hombres ricos, y nobles, los colocaban en peñas excavadas. Los Hebréos, pues, edificaban sus sepulcros á manera de cueva, pero que no llegaba hasta lo profundo de la tierra, sino que estaba á un lado de ella. En la misma cueva, donde cabían dos, tres, ó quatro personas, y donde se entraba por una puerta tan baxa, que nadie podia entrar sin encorvarse; hacian un lucillo en forma de poyo, de aquella longitud, que cómodamente pudiera estár tendido el cadáver, el qual una vez colocado allí, se cerraba la puerta con una grande piedra. Esta fué la que mandó quitar el Señor, quando dixo: Quitad esa piedra, y de la que hablan los Evangelistas tratando de la gloriosa Resurrección de Jesu-Christo: y esta es tambien la forma (para notarlo ya desde ahora) que tuvo el sepulcro de Christo Señor nuestro, como consta, así por los que han hecho mas cumplida, y puntual descripción de él (que son muchos) como por la exâcta fábrica de dicho sepulcro, que se vé trabajada perfectísimamente en el Convento ??? de PP. Franciscos, dedicado á S. Antonio de Padua, en la Ciudad de Salamanca, en una Capilla bastante grande: donde, como por el zelo, y diligencia de un Varon de la misma Orden, que había estado algunos años en el Convento, que tienen en Jerusalén, se hayan observado con la mayor puntualidad las dimensiones del sepulcro del Señor; dicha fábrica nos representa al vivo la estructura del sepulcro de Christo, la que he visto yo muchas veces, y la ven, y freqüentan muchos con gran fruto de piedad, y devocion.

6 Mas, por lo que toca á la representación de este hecho, en que se nos pinta á Lázaro saliendo del monumento, tendidos los brazos, y dispuestas las piernas como que iba á andar, segun parece lo pedia la razon natural; cometen los Pintores, por negligencia, y sin advertirlo, un error no pequeño. Porque Lázaro, resucitado ya por imperio de Christo, salió con efecto vivo del monumento; pero no del modo, que parecia natural, esto es, andando por sus pies, ó ayudándose de sus manos; sino de otro modo pasmoso siempre, y admirable, del qual hace mención el Evangelio, quando dice: Y luego salió el que había muerto, atado con vendas de pies, y manos. Y para que se perciba mejor, en quanto sea posible, lo contenido en la exâcta narración de este hecho sobremanera admirable, es menester advertir, y tener presente, que la costumbre, que obsevaban los Judíos en enterrar los cadáveres, y la que tuvieron tambien los Egipcios, como lo notó Herodoto en la Eutrepe; era, que despues de haber lavado el cadaver, y ungídole con aromas, lo apretaban estrechamente con una sábana de los pies hasta los hombros, y le cubrian toda la cabeza con un lienzo, ó sudario: luego, con cintas, faxas, ó vendas bastante largas, ceñian todo el cuerpo; y finalmente, lavado ya este, ungido, envuelto en la sábana, y apretado con las vendas, ó faxas, le ponian en el lucillo. Esta costumbre ??? significó en gran parte el Sagrado Historiador S. Juan, hablando del Santísimo Cadaver de Jesu-Christo, con estas palabras (824): Tomaron, pues, el cuerpo de Jesus, y lo envolvieron en lienzos con aromas, conforme á la costumbre de enterrar que tienen los Judíos. Y que todo el cuerpo, desde los pies hasta los hombros, lo atáran con aquellas cintas, ó faxas, que hemos dicho, consta de muchos testimonios. Yo solamente citaré algunos. S. Agustin dice (825): Por el sudario, que les ponian en la cabeza, y las vendas con que ataban todo el cuerpo, por ser todo de lino, aunque no hubo mas de una sábana, pudo decirse con mucha verdad, Lo ataron con lienzos, linteis; porque generalmente se llama lintea, todo texido de lino. Nonno, Poeta Christiano, exponiendo este mismo lugar de que tratamos, dice (826): Desde los pies hasta la cabeza, tenia atado todo el cuerpo con vendas de atar, y con faxas sepulcrales. Y como las vendas no sean otra cosa, sino un género de cintas, que en Castellano llamaríamos faxas; de un difunto, que estuviese atado con ellas, diríamos propísimamente: estaba faxado de pies á cabeza. Lázaro, pues, salió del monumento, atado todo con dichas vendas, ó faxas. De suerte que lo que hizo el mismo Christo, que obró ambos milagros, y que había mandado desatar á Lázaro (que ya había salido vivo del monumento) y que le dexáran libre para poder andar; esto mismo lo refiere el Evangelista exâcta, y puntualmente con estas palabras: Les dixo Jesus: desatadle, y dexadle ir. Lo que, aunque no necesita de pruebas, sin embargo me ha parecido bien, poner aquí la interpretacion, sacada de muchos, y gravísimos Padres, que da á este lugar el Autor, á quien he citado repetidas veces (827): Hase de entender (dice) que Lázaro, no solo salió del sepulcro, sino tambien de ??? la cueva, donde estaba el sepulcro: Y así, no solo resucitó, sino que caminó para salir, sin embargo de que estaba atado de pies, y manos. Y confirmando mas esto mismo, añade: Algunos de los mismos Autores (esto es de los Santos Padres) dan tambien otra razon, á saber, para que el un milagro se confirmára con el otro: pues ambas cosas eran milagrosas; el que un muerto resucitára, y que resucitado ya, caminára atado de pies, y manos, y tapado el semblante, &c. Para que solo de este lugar entienda el Pintor erudito, que lo que refiero, no son cosas meramente arbitrarias, ó soñadas á mi antojo; las que sin embargo parecerán á algunos, ó enteramente vanas, ó por lo menos cosas menos dignas de reparo. Quien quisiere averiguar, y saber mas sobre esta materia, y lo mas selecto, que hay en ella; lea al erudito Juan Jacobo Chîfflet in Crisi Historica de linteis sepulcralibus Christi Servatoris, cap. 7. pag. 36. Añado tambien, que yerran los Pintores, que pintando á Lázaro en el acto mismo de salir del monumento, le pintan echada la sábana sobre su cabeza, pero con el semblante enteramente descubierto; por repugnar esto á la misma narración del Evangelio, el qual despues de haber dicho: Atado con vendas de pies, y manos, añade: Et facies illius sudario erat ligata; y su rostro estaba envuelto en un sudario. Pésese la fuerza de la palabra ligata, atada; esto es, que no tenia cubierta como quiera la cabeza: no fuese caso, que alguno me objetase, que pudo el sudario, ó lienzo, con que que tenia cubierto el semblante, caerse naturalmente de la cabeza, quando se puso derecho sobre sus pies, que los tenia atados; lo que si hubiese sucedido, no nos hubiera referido el evangelista con tanta exâctitud, que el semblante del que había estado difunto, no estaba solamente cubierto, sí que tambien estaba atado con el sudario: pues todo esto en la descripción de un hecho tan portentoso, no se ha puesto ??? en balde, ni son cosas poco dignas de reparo.

7 Poco despues de la resurrección de Lázaro, y poco antes de la Pasion, y muerte del Señor, sucedió, que la hermana del mismo Lázaro María Magdalena (pues como largamente hemos dicho antes, esta fué hermana de Lázaro, y la misma que morando aun en Galiléa, lavó con sus lágrimas los pies de Christo, los ungió con ungüento, y se los limpió con sus cabellos); ungió, no solo los pies del Señor, lo que refiere San Juan, sí tambien su cabeza, como lo dicen expresamente S. Mathéo, y S. Marcos (828); y por tanto, los Santos Padres, é Intérpretes mas graves, llaman á este hecho, la segunda uncion, que tributó á Jesus la Magdalena. Sobre lo qual, hay muy poco que notar, y que advertir. Porque, el que varones graves sean de parecer, que aquel vaso, que contenia el ungüento precioso, y escogido (lo que expresó elegantemente S. Marcos, diciendo, que era de la espiga de nardo precioso); no fué, ni pudo ser de materia de alabastro, por mas que parezca, que lo dicen los Evangelistas, que llaman al mismo vaso alabastro de ungüento: por quanto, á haber sido de alabastro sólido, no parece que podia la muger quebrarlo tan facilmente, lo que sin embargo afirman expresamente los mismos Evangelistas, y principalmente S. Marcos, que dice: Y roto el alabastro lo derramó (el ungüento) sobre su cabeza: Esto no es muy del caso para la Pintura, aunque puede tener alguna relación con ella. Es muy creible, que dicho vaso fué de otra materia, pero que en algún modo fuera parecido, ó que tuviera tambien el color, y blancura del alabastro; ó que se llamó, así por otro motivo semejante. Sobre lo qual, será muy del caso leer las palabras de un Intérprete eruditísimo (829): Me persuado (dice este Escritor) que es mas verisimil, que dicho vaso no ??? era de alabastro, sino de otra materia fragil, y quebradiza; pero que se llamaba así, ó ya porque los vasos, que contenian ungüentos, se solían hacer de alabastro, de manera que aunque alguna vez se hicieran de otra materia, se llamaban de alabastro; ó ya porque eran de forma que no tenian asas, como vemos aun hoy que los tienen los Boticarios, y los que hacen ungüentos olorosos: esto último significa el nombre de alabastro, como notó Suídas.

8 Mas del caso será advertir aquí, que á Christo Señor nuestro, no se le debe pintar sentado en la cama, sino (como antes lo hemos hecho patente con muchas razones) recostado en ella, conforme á la costumbre de aquellos tiempos. Así, porque expresamente lo dicen los Evangelistas; pues afirma S. Mathéo (830): Y derramó (el ungüento) sobre la cabeza de Christo, que estaba recostado á la mesa; y S. Marcos: Estando (Jesus) en Bethania en casa de Simon el leproso, como estuviese recostado á la mesa, vino una muger; y finalmente S. Juan refiriendo lo mismo: Lázaro (dice) era uno de los que estaban recostados juntamente con él: Como, porque de otro modo, en ningúna manera podia ser, que arrodillada la muger, ni aun postrada, ungiese la cabeza de Christo, estando sentado el Señor. Por el contrario, todo se entiende cómodamente, si la muger ungió á Jesu-Christo estando recostado en la cama, esto es, primero los pies, como lo refiere S. Juan; y despues su cabeza, quebrado ya el vaso, y derramando sobre ella el ungüento, que restaba: de suerte, que de este hecho, recibe nueva luz todo lo que hemos dicho arriba. Pero pasemos á otra cosa.

9 Mucho tienen que decir los Sagrados Intérpretes acerca de la entrada triunfante de Jesu-Christo, á saber, quando entró el Señor en la Ciudad de Jerusalén, ??? no sentado en algún carro de marfil, ni precedido de un grande esquadron de cautivos, sino montado humilde, y manso sobre un pollino, aclamándole el pueblo, y una muchedumbre casi infinita de gente, que le acompañaba. Pero, por lo que hace á mi propósito, únicamente me ha parecido del caso advertir una sola cosa: esto es, que á Jesu-Christo se le debe pintar, no montado sobre una burra; sino sobre un borrico, ó pollino: lo que está claro por las palabras de los Evangelistas, principalmente de San Marcos, y de S. Lucas, y aun del mismo S. Juan (831), los quales haciendo mención de este suceso, nada nos dixeron de la burra. Son muy dignas de notarse las palabras de S. Marcos, que dicen así: Hallareis un pollino atado, sobre el qual nadie todavía ha montado: desatadle, y traedle aquí. Y un poco mas abaxo: Y llevaron el pollino á Jesus, pusieron en él sus vestidos, y (Jesus) montó sobre él. Todo lo qual se opone expresamente á los que dicen, que el Señor se sirvió de ambos animales; afirmando, que primero se sentó sobre la burra, y despues sobre el asnillo, ó pollino; ó bien lo contrario, lo que han dicho tambien algunos de los Escritores antiguos. Porque esto, aunque se quiera recurrir á alegorías, ni fué menester, ni lo refieren los Evangelistas, ni aun el mismo S. Mathéo, que hace mención de la burra, y del pollino. Sin embargo juzgo no sin fundamento, que se ha de pintar la burra junto con el pollino, yendo tras él. Porque el que ambos animales los conduxeron los Apóstoles, está claro por las palabras de S. Mathéo: Y llevaron el asna, y el pollino, y pusieron sobre ellos sus vestidos. Y aunque inmediatamente se dice: Y le hicieron montar; esto no pos fuerza á decir, que en el diverso espacio de un camino brevísimo, ya montase sobre la burra, y ya ??? sobre el pollino: pues dichas palabras cómodamente se entienden por la figura sylepsis, de que usa en algunos lugares la Escritura, como quando dice, que los Apostoles murmuraron por el ungüento, que se había derramado; no obstante de ser constante que solamente murmuró Judas Iscariotes: ó quándo leemos, que los ladrones, que fueron crucificados con Christo, le baldonaron; sin embargo de que nos dice expresamente otro Evangelista, que solo fué uno de los dos. Y así, por lo que mira á este particular, no era menester, que se pintára la burra; y bastaba pintar solamente el pollino, sobre el qual, y no sobre la burra, montó Jesu- Christo. Mas, como S. Mathéo afirma claramente, que los Apóstoles llevaron la burra, y el pollino; ni solamente esto, sino que sobre ellos pusieron sus vestidos, como consta de las palabras, que ya hemos referido: Y llevaron el asna, y el pollino, y pusieron sobre ellos sus vestidos; esto me mueve á afirmar, que entrambos pueden cómodamente pintarse; esto es, el burro, que llevó á Jesu-Christo, y la burra, que le iba siguiendo, sobre la qual pueden pintarse parte de los vestidos, y capas, que usaban sus Discípulos. Pues no parece, que pueda haber cosa mas conforme á la naturaleza del hecho; de suerte que sobre el burro tendieran parte de sus vestidos, para que Christo se sentára con mas comodidad, y parte de ellos los colocáran sobre la burra, para estár los Apóstoles mas ligeros, y expeditos: particularmente no siendo menester aquí el recurrir á otra sylepsis. Lo demas que pertenece á la representación de este hecho, no necesita de particular advertencia, ni en estas Pinturas he echado de ver jamas error digno de notarse.

I0 Finalmente, por lo que toca á la última cena, que celebró Jesu-Christo con sus Discípulos, ya arriba diximos algo del aparato, y magnificencia del Cenáculo, y por tanto no quiero repetir lo mismo otra vez. ??? Mas, quanto al modo de ponerse á la mesa (lo que ya muchas veces hemos advertido) no tiene duda, que fué, no el de sentarse en bancos, como regularmente pintan este hecho no solo los Pintores ignorantes, sí tambien los mas excelentes en el Arte, y que por otra parte están bastantemente instruídos; sino el que tantas veces hemos dicho, de recostarse sobre camas tendidas. Y aunque me persuado, que esto ya lo hemos manifestado bastante de otros lugares; pero como hace mucho por lo que vamos tratando, me parece no será fuera del caso detenernos en ello un poco mas. Quando Christo cenó la última vez con sus amados Discípulos, no se sentó á la mesa en algún banco, ó silla, sino que se estuvo recostado en la cama: pues todos los quatro Evangelistas lo han dicho, y expresado con formales palabras. S. Mathéo dice (832): Y llegada ya la tarde: estaba recostado con los doce. S. Marcos (833): Y llegada ya la tarde, vino con los doce, y estando ellos recostados, y comiendo, &c. San Lucas: Y habiendo ya llegado la hora, se recostó, y con él los doce Apóstoles: y finalmente esto mismo dice S. Juan, el qual despues de haber referido largamente el lavatorio de los pies, añade: Despues de haber lavado los pies á sus Discípulos, tomó sus vestiduras, y como se hubiese recostado otra vez, &c. Hé aquí, como no uno, ú otro de los Evangelistas, si no todos quatro usaron, no de la palabra estár sentado, sino de la de estár recostado. Sería sin duda muy necio, quien dexára de advertir esto, y el que no infiriese de aquí, que en esta cena, la mas sagrada de todas, asistió tambien Christo á la mesa con los Apóstoles, no sentado, sino recostado en la cama, segun era costumbre. Pero, para aclararlo todavía mas, suplico al que juzgase, que propongo cosas nuevas, y paradoxas, advierta lo que en el lugar citado refirió ??? S. Juan. Estaba, pues (dice) recostado en el seno de Jesus, uno de sus Discípulos, á quien amaba el Señor. Y poco despues: Como él se hubiese recostado sobre el pecho de Jesus, &c. No solamente los Intérpretes Sagrados, sino tambien los que han puesto algún cuidado en aprender las Letras humanas, han advertido mucho tiempo há este pasage, y han notado sobre él algunas cosas á nuestro favor: pues de este lugar, se infiere á la verdad lo que afirmamos. Porque si no ¿cómo era posible, que S. Juan (pues este es el Discípulo de quien se habla) estando sentado á la mesa, se recostára en el seno de Jesu-Christo? ¿Por ventura pensará alguno, que á esto se satisface, diciendo, que S. Juan reclinó algún tanto la cabeza sobre el pecho del Señor? Pero esto no era cosa muy decorosa, ni tan fácil. Y al contrario, era cosa facilísima, y muy decorosa, si se entiende, que en la misma cama, en que se recostó Jesu- Christo, estuvo tambien recostado San Juan: y por tanto (como es muy fácil á los que están recostados en una misma cama) que puso, y reclinó su cabeza sobre el pecho de Jesus. Por lo que, habló ignorantemente, y sin hacer bastante reflexîon sobre ello (por no decir otra cosa peor) un Autor Italiano bastante conocido (834), quando dixo, que los Hebréos tuvieron una costumbre contraria á la que hemos referido, y lo que es mas de extrañar, dice, que la tuvo el mismo Christo: Nosotros (dice este Autor) siguiendo á nuestro Salvador, comemos sentados segun la costumbre de los Hebréos. Yerra en dos cosas: porque, aunque es verdad, que en los tiempos antiguos, y remotos, quales fueron los heroicos, que describió Homero, estuvo en uso la costumbre de comer sentados á la mesa; lo que tambien podria probarse de algunos lugares de la Escritura: sin embargo, en los siglos ??? posteriores, siguieron los Hebréos, ó Judíos, la costumbre comun de las Naciones del Oriente, como lo prueban los mismos Intérpretes de los Evangelios. Tropieza tambien en otra cosa, aunque no tanto la afirma, quanto la supone (bien que de ningún modo la prueba, ni puede probar) esto es, que Christo estuvo sentado á la mesa: no obstante que hemos hecho ver bastantemente lo contrario, por las mismas narraciones del Evangelio. Pero, gracias á Dios, que los Pintores mas peritos en las costumbres, y ritos de la antigüedad, han pintado este hecho conforme lo hemos explicado. Y por no omitir lo que hace mucho al caso, he visto ya una estampa pintada de este modo, en el Breviario de la edición mas moderna de Antuerpia.




CAPITULO XIV.


De lo que hay mas digno de notarse, y advertirse acerca de las Pinturas, é Imágenes de la Pasion de Jesu-Christo.

I Entramos ya en un campo mas espacioso, donde será preciso notar, y advertir muchas mas cosas, que en otras materias; pues vamos á hablar de la historia de la Pasion, y Muerte de nuestro Redentor, cuyas Imágenes, y Pinturas son muy freqüentes, y por tanto sujetas á algunos errores, en que facilmente pueden tropezar los Pintores poco sabios, é instruídos. Del Cenáculo de Jerusalén, donde Christo había celebrado la Pasqua legal (pues esto no puede justamente ponerse en duda, por mas que defiendan lo contrario algunos Autores Católicos; pero modernos, y mas amigos de novedades de lo que era razon), y donde había instituido el inefable Sacramento de su Cuerpo, y Sangre; se fué derechamente al lugar del combate, esto es, al huerto, granja, ó villa de Gethsemaní. Era ya de noche, y sacando el ??? cómputo arreglado á nuestras horas, serian mas de las nueve, quando Christo se encaminaba á aquel lugar, y le iban acompañando sus Discípulos, aunque no sin miedo: de modo que por ellos, me parece se puede aplicar aquí lo del Poeta:

Horror ubique animos, simul ipsa silentia terrent (835).

Los Pintores, para describir con mas primor esta noche, pintan en medio del Cielo á la Luna, despidiendo mucho resplandor, aunque cercada por todas partes de algunas nubes. Hacen bien en esta parte; pues ya entonces había salido la Luna, Mense ferè medio quanta nitere solet:

pero no hacen bien en pintarla (como muchas veces lo he observado) rematando en puntas, ó cuernos, conforme la vemos, quando estando algo mas distante del Sol, empieza á crecer. No dudo, que esto parecerá cosa de poquísima importancia á los Pintores, y aun á otros: pero sepan todos, que en aquella noche, estaba la Luna muy cerca de su plenilunio, ó ya se contára este, de la misma conjuncion, y desde que empezaba la Luna nueva, ó bien, desde que se descubria, ó aparecia, lo que no sucede, sino despues de un dia de su conjuncion, y solo se puede ver de lugares muy elevados: de que no es ahora lugar propio de disputar, y de tratarlo por extenso. Basta saber, que la grande fiesta de la Pasqua, no la celebraban los Judíos, sino en el dia catorce de la Luna del mes, segun lo mandaba la Ley por estas palabras (836): Y lo guardareis (esto es, el Cordero Pasqual) hasta el dia catorce de este mes: y toda la muchedumbre de los hijos de Israel lo inmolará á la tarde. ???

2 Como Christo Señor nuestro hubiese entrado ya en el huerto, y lugar donde había de orar, sucedió todo lo que refieren los Evangelistas, acerca de lo qual nada de particular se ofrece digno de nota, contentándome con advertir, que algunos, sin reflexîonarlo bastante, ponen sobradamente juntos á Christo, á los tres Apóstoles escogidos, á saber, Pedro, Diego, y Juan, sin observar una justa proporcion, y distancia, sin embargo de afirmar señaladamente el Evangelista, que Christo se apartó de ellos para orar, á una no muy pequeña distancia; pues nos dice San Lucas (837): Y Jesus se apartó de ellos como un tiro de piedra. En quanto al modo, ó positura, en que oró Jesu-Christo, quantas Imágenes he visto de esto, todos le pintan arrodillado, lo que no me parece mal, diciéndonos expresamente el Evangelista que acabamos de citar (838): Y dobladas las rodillas, oraba. Mas, como otros Evangelistas afirman, que Christo Señor nuestro, por mas reverencia con su Padre, no solamente se arrodilló, sino que hizo ademas alguna cosa de mas humillacion; desearía haberlo visto pintado tambien de este modo. Pues nos dice claramente S. Mathéo, que se postró en tierra (839): Y habiéndose adelantado un poco, se postró sobre su rostro, orando, &c. Y S. Marcos (840): Y habiendose adelantado un poco, se postró en tierra, y oraba. De lo qual, segun me parece, se viene á los ojos, que Christo Señor nuestro hizo una, y otra cosa; esto es, que primero postró en tierra su rostro, como es de creer lo haría al empezar la oracion, y que despues prosiguiendo en orar, se arrodilló. Mas, el que al Angel, que (segun nos refiere S. Lucas) se le apareció desde el Cielo confortándole, se le pinte teniendo en su mano un caliz como los que usamos en el Sacrosanto Sacrificio de la Misa, ó muy parecido á ellos, no tenia ??? ningún motivo de reprehenderlo un caviloso Gramático, y mal Theólogo, y por decirlo de una vez, un aborrecedor de los Sacramentos de Christo. Pues no hay Católico alguno medianamente instruído, que no sepa, que aquellas palabras de S. Mathéo , no menos cómodamente pueden traducirse por estas: Pase de mí este vaso, que por estotras: Pase de mí este caliz, como lo expresó muy bien nuestro Intérprete. Pero ademas que S. Gerónimo, el qual exâminó con mucha puntualidad la version de los Evangelios, y los restituyó segun los exemplares Griegos; con tener mucha mas noticia de la lengua Griega, que el Theologastro de Ginebra, no tuvo ningún reparo en verter caliz, en lugar de la voz ; así en este lugar, como en los de S. Marcos, y de San Lucas, lo vertieron tambien del mismo modo los Autores profanos; y lo que es mas, los mismos que formaron diccionarios, y aun aquellos, que en otras cosas no se avergonzarian de pasar por discípulos de Calvino. Y así, sobre este particular, que mas merece desprecio, que impugnacion, véase á un Varon muy docto (841): pues deteniéndose hombres gravísimos en impugnar, como es razon, estas cosas tan futiles, Nos hac ab scabie tenemus ungues.

Finalmente, el que algunos en la representación de este hecho, pinten á Santiago hijo de Alphéo, ó el Menor (que fué llamado hermano del Señor) del todo parecido á Jesu Christo en el semblante, en la estatura, y en los demas lineamentos del cuerpo, son ridiculeces, que reprehende el Escritor que citamos poco há, y que yo refutaré tambien en su propio lugar.

3 Mas, sobre si á Christo Señor nuestro, preso, y ??? atado ya por los soldados, y ministros de los Judíos, esto es, por los siervos de la gente mas principal entre ellos (pues todo esto sucedió, como consta de aquellas palabras (842): La cohorte, pues, el Tribuno, y los ministros de los Judíos prendieron á Jesus, y le maniataron), se le debe pintar atadas las manos ante el pecho, ó á las espaldas; parece una cosa muy dudosa, no constando nada de esto de los Evangelios. Con efecto, de ambos modos lo he visto pintado por excelentes Artífices. Pero siendo todo esto una cosa incierta, me parece lo mejor se le pinte atadas las manos á las espaldas. Así porque los Romanos, los quales concurrieron á este hecho en bastante número, como lo demostrarémos despues, usaban comunmente de este modo de atar, como consta de aquello del Poeta:

Ecce manus juvenem interea post terga revinctum Pastores magno ad regem clamore trahebant Dardanidæ (843):

y no hay cosa mas freqüente en los buenos Autores, é Historiadores: como, porque el atarle de este modo era cosa mas ignominiosa, tratando al inocentísimo Jesus, como á ladron, é insigne malhechor, de que se quejó el mismo Señor á los que habían ido á prenderle, y atarle (844). Y finalmente, porque aquel pésimo traidor, así parece que lo había persuadido á los principales de los Judíos, quando les dixo (845): Aquel, á quien yo diere un beso, él mismo es, prendedle, y llevadle con seguridad: por temer, que como muchas veces se había escapado de las manos de los Judíos, que querian prenderle; lo hiciese tambien ahora, si no se aseguraban llevándole bien atado: pues de lo contrario, él perdería á su Maestro, y el dinero, que habían concertado, ??? como lo notaron muy bien los Intérpretes sobre este lugar. Por lo qual es muy creíble, y digno de que se pinte al Señor, no solo atándole los Soldados sus manos á las espaldas, sino tambien, que echándosele encima con sus manos impuras, le prendieron, y llevaron atado por los brazos, y por la parte superior de la túnica. Mas, el que le pinten arrojado de una puentecilla á aquel arroyo, que está junto á Jerusalén, y media entre dicha Ciudad, y la granja, ó huerto de Gethsemaní, que en las Escrituras se llama Arroyo de Cedrón; es objeto de pías meditaciones, y (si así se quiere) de revelaciones, las que como no las tengo por muy dignas de reprehension una vez pintadas, tampoco persuadiré con facilidad que se pinten.

4 En quanto á otro hecho en que se refiere, que como Pedro estuviese armado, y saliese á la defensa de su amantísimo Maestro, acometió con la espada desenvaynada contra aquella turba de gentes, que tambien iban con armas, y errando el golpe, hirió á Malco, y le cortó la oreja derecha; no hemos de pensar, que se la cortase enteramente, sino que se la dexó algún tanto colgada de la cabeza. Muévome á creer esto, porque si hubiera sucedido de otro modo, quando el Señor, benéfico con sus mismos perseguidores, curó luego al atrevido siervo del Pontífice, no habria usado el Evangelista de estas palabras (846): Y habiéndole tocado la oreja, le sanó; sino de otras, con que se daría á entender, que levantó de tierra la oreja, que la aplicó á su propio lugar, y que de este modo se la restituyó, y le sanó. Por lo que, quando se ofreciere, así deberá pintarse semejante hecho.

5 Sobre esto mismo, nos refirió S. Marcos una cosa, que como de poca importancia, la omitieron todos los demas Evangelistas. Pero pongamos sus mismas palabras (847): ??? Seguíale un cierto mozo, que estaba desnudo, y cubierto solamente con una sábana: le prendieron; y él dexando la sábana, se huyó desnudo de entre sus manos. Dos cosas son las que se suelen exâminar sobre este hecho: pero la primera no tiene relación con la Pintura, á saber, quién era aquel mozo: qüestion, que tratan diligentemente los mas antiguos Padres, é Intérpretes de la Iglesia. Acerca de la qual, dexando á parte varias opiniones, que segun yo pienso, son poco probables, juzgo que aquel mozo sería algún amante de Christo, que acaso moraba en la casa, que facilmente se puede creer, habria en el mismo huerto, ó granja de Gethsemaní: el qual oyendo el ruido, sospechando, que no era otro sino Christo, que solía ir con freqüencia á orar en aquel lugar, y que él mismo era, á quien llevaban atado; como estuviese ya en la cama, se salió de repente: y por no perder tiempo vistiéndose, tomando una sábana de la misma cama para cubrirse de algún modo, salió al público, ó ya para socorrer á Christo, si pudiese; ó en caso de no poder, para ver á lo menos, en qué paraba aquel hecho. Con esto se satisface á la segunda disputa, que insinuamos arriba. Porque aquello con que el mozo se cubrió, y que el Evangelio llama sindon, no significa otra cosa, á mi parecer, sino lo que vulgarmente entendemos; esto es, un velo de lienzo, que hablando en Castellano llamamos sábana, con que se cubrió el joven en aquel caso repentino saliendo de la cama. No ignoro, que opínan de diverso modo hombres doctísimos (848), á quienes yo respeto mucho: pero á mí me parece mejor esta explicación mas sencilla; pues, aunque admiro á hombres tan célebres, sin embargo no adhiero con tanta tenacidad á sus opiniones, que jure en sus palabras. Y así, este hecho, que he visto pintado algunas ??? veces, puede cómodamente representarse como hemos explicado.

6 Despues de preso, y atado Jesu-Christo, le llevaron los Soldados, y aquella turba á casa de Caiphás, Príncipe de los Sacerdotes. De Caiphás, digo, porque aunque primero le conduxeron á casa de Anás, suegro de Caiphás, por la mucha reputacion, y autoridad, que este tenía en el pueblo; con todo, ni los Evangelistas refieren, que sucediese cosa digna de notarse en casa de Anás, ni por tanto se ofrece aquí algo digno de advertirse: no porque ignore yo, que hay muchos, y graves Autores, que son de parecer, que muchas de las cosas sucedidas despues en casa de Caiphás, acontecieron en casa de Anás su suegro, por exemplo la primera negación de S. Pedro, el primer exâmen, que se le hizo á Christo sobre sus Discípulos, y doctrina, y el bofetón, que le dió un siervo insolentísimo. Pero esta sentencia nunca me pareció bien, aun antes de leerla impugnada, y refutada con grande acierto por el Autor muchas veces citado (849), y que citarémos en adelante, á quien deberá leer el que quiera cerciorarse mas sobre este hecho. Presentaron, pues, á Jesu-Christo los impíos guardias, atadas las manos á las espaldas (como diximos) ante Caiphás, Principe de los Sacerdotes, y ante un Senado numerosísimo, y gravísimo, segun lo indicaba su grande aparato. Acerca de la Pintura de este hecho, hemos de notar de paso algunas cosas, que deberá tenerlas presentes el Pintor erudito. Porque en primer lugar, es menester pintar el palacio de Caiphás, magnífico, segun la grande autoridad, que tenia en el Pueblo: en la sala interior, que ha de ser bastante capaz, y espaciosa, se deben pintar sentados en sus bancos los ancianos, y el mismo Pontífice Caiphás en su trono, y que con ambas ??? manos rasga sus vestiduras; pues así sucedió, y así lo refiere S. Mathéo (850): lo que tambien acostumbraron hacer otras naciones (como lo han notado los doctos) en casos de llanto, y de indignacion: pues llevó muy á mal el iniquo Pontífice, ó mejor diré, lo llevó muy bien, el poder tomar ocasion de aquí, para poder condenar á muerte á Jesu-Christo. Delante de la sala, se ha de pintar un atrio, esto es, lo que nosotros llamamos patio, donde encendida lumbre, se está calentando Pedro con los ministros. Y acerca de la tercera negación de este, será mas del caso pintar, no que le está hablando algún hombre, ó algunos á un mismo tiempo, sino solamente una muger criada del Pontifice. Porque, aunque ambas cosas sucedieron, á saber, que los que estaban con Pedro le preguntaron, y le hablaron; sin embargo es mucho mas célebre lo de la muger, y mas digno de que se observe, y represente: así por constar, que por una, y otra criada del Pontífice, fué combatida la constancia de Pedro (851); como porque de este modo, se echa de ver mas su flaqueza. Advierto aquí, que á Jesu-Christo, y á Pedro, se les debe colocar en tal disposicion, de donde, sin estár muy cerca, pudiesen verse mutuamente: pues consta haberse movido Pedro al arrepentimiento de su fragilidad, y cobardía, por haberle mirado el Señor, como expresamente lo significan las palabras del Evangelista (852): Y volviéndose el Señor (dice) miró á Pedro, y este se acordó de la palabra, que el Señor le había dicho, &c.

7 Refiere S. Juan, que respondiendo Christo á las preguntas, que le iba haciendo el Pontífice; un vil, y atrevido criado, ó ministro suyo, hirió el venerable semblante del Señor con una bofetada (853): Habiendo respondido esto (dice el Evangelista): uno de los ministros, que estaban allí, dió una bofetada á Jesus, ??? diciéndole: ¿Así respondes al Pontífice? Acerca de describir esta acción verdaderamente indignísima, ya sea con palabras, ó ya con el pincél, se dicen varias cosas, que no todas deberá aprobarlas el lector, ó el Pintor. Hay quienes afirman, que fué tan atróz la bofetada, que estando Christo en pie con la debida modestia, le hizo caér, y le derribó en tierra. Será esto tal vez una cosa pía, pero segun yo pienso, es enteramente falsa, aunque no sea mas, sino porque el Evangelista no hace mención de una circunstancia tan notable. Con efecto, los que en cosas de tanta monta discurren así, ó fingen semejantes modos, no me parece que atienden bastante á la magestad del mismo Jesu-Christo: como si fuera poco, ó no fuera de suyo una cosa bastante ignominiosa, el que un hombre vil, é impuro, diera un bofetón á Dios; de manera que fuese menester añadir haber sido este tan fuerte, y cruel, que le derribó en tierra. Por lo que, no debe pintarse así este hecho, ni á mi parecer, es cosa, que se pueda creer. Otros refieren, que uno de los ministros le dió el bofetón teniendo la mano armada, y cubierta de hierro, á saber, con aquel género de armadura, que se usaba antiguamente, y que nosotros llamamos corazas, y á aquella parte, que arma la mano, le damos el nombre de manopla.

Esto tambien es acaso una cosa pía: pero que contiene en sí gran sospecha de falsedad, y de ligereza. Lo uno, porque no leémos, que el que dió la bofetada, fuese algún Soldado de las tropas Romanas, sino ministro, ó criado del mismo Pontífice, á quien ciertamente, estando entre los Romanos, no le era lícito este género de armadura, ni aunque lo hubiese querido, se lo hubieran permitido: lo otro, porque este género de armadura, que, segun diximos, llamamos corazas, con que se viste de hierro todo el cuerpo, aun las manos, y los pies; ó yo me engaño mucho, ó no lo usaron, ni conocieron los Soldados Romanos. ??? Y finalmente, porque aquel género de guante (para explicarme así), por la parte interior, ó palma de la mano, que es la que solamente hiere el semblante del que recibe el bofetón, no está cubierta de hierro, ni tiene hierro, sino un lienzo muy espeso de lino; de suerte que no hay ningúna necesidad de imaginarse, ó de que se pinte este género de armadura: aunque, á los que no lo exâminan con mucha reflexîon, les parecerá acaso cosa tolerable.

8 En aquella misma noche, en que aquel Apostol, y Discípulo escogido, negó tan abiertamente á su amado Maestro, padeció el Señor infinitas, é ignominiosas afrentas, no solo de aquellos impíos, y desvergonzados pícaros, como realmente lo eran los criados del Pontífice, y tal vez los de los principales de los Judíos, y ademas los del vulgo de los Soldados Romanos, que habían preso á Christo Señor nuestro; sino tambien de los mismos Judíos de mayor autoridad, que freqüentaban la casa del Pontífice, y se habían hallado presentes en aquel lance. Porque en primer lugar es verisimil, que de estos últimos sufrió el Señor aquella insigne afrenta de ignominia, y contumelia, que refiere San Mathéo con estas palabras (854): Entonces le escupieron en su rostro, y le hirieron á bofetadas: y otros con las palmas de sus manos herian su rostro. Sobre cuyo texto, muchos de los Intérpretes antiguos han entendido, que Christo Señor nuestro padeció de la gente mas principal entre los Judíos, el que le dieran de palos con los báculos, y bastones en que se afirmaban, y lo que todavía causa mas admiracion, que quitándose sus chapines, ó chinelas de los pies, fué herido, y lastimado, no solo en su cabeza, sí tambien en su misma cara, y venerable semblante. A esto se agrega, que la vil turba de siervos (me horrorizo al referirlo) empezó á escupirle ??? en su rostro, y á abofetearle con sus manos, y puños, y para colmo de su mayor ignominia, tapándole los ojos al que era luz clara, y resplandeciente, le herían con las palmas de sus manos, gritándole por burla, y escarnio: Profetízanos, ó Christo, quién es el que te ha herido. Todo esto consta expresamente de la misma narración del Evangelio, por no decir nada de las injurias que le hicieron de palabra, las que dió bastante á entender S. Lucas (855), quando dixo: Y blasfemando, le decian otras muchas cosas. Aquí es, donde los Pintores aunque sabios, tienen abierto un campo dilatado, y espacioso, para poner á la vista de muchas, y varias maneras esta lastimosa accion, y aun por ventura nadie de ellos acertará en representar bien esta lúgubre escena, pudiéndose en verdad decir aquí oportunamente (856):

Quis cladem illius noctis, quis funera fando Explicet? et possit lacrymis æquare dolorem?

Pero antes de concluír este punto, he de advertir dos cosas. La primera, que pertenece á la misma Arte de la Pintura; es, que quando se haya de pintar á Jesu-Christo sufriendo semejantes oprobrios, y contumelias, debe hacerse á la luz de una vela, ó pequeña hacha, por haber sucedido esto despues de anochecido, y quando ya estaba bastante adelantada la noche, y había cantado el gallo. Mas, quando se le haya de pintar delante del Pontífice, y ancianos, y entregado á ellos, no se debe pintar así, sino siendo ya de dia. Pues consta haber sucedido así, por el Evangelio de S. Lucas, el qual notó mas exâctamente el tiempo (857): Y así que amaneció (dice) se juntaron los ancianos del Pueblo, y los Príncipes de los Sacerdotes, y los Escribas, ??? y lo llevaron á su concilio, &c. aunque los demas Evangelistas no refieren el hecho con esta determinada circunstancia de tiempo. La segunda es, que quando se pinte al Señor tratado por los soldados, y ministros tan cruel, y contumeliosamente, como hemos dicho; no se le ha de pintar quitadas las vestiduras, aun por lo que toca á los hombros, y espaldas, como, si no me engaño, lo he visto pintado en alguna parte. Pues como de esta desnudez, nada nos han dicho los Evangelistas, ni tampoco han hecho mención de ella los Santos Padres, é Intérpretes mas graves, estaría cerca de error el pintarlo de este modo por antojo de los Pintores.




EL PINTOR CHRISTIANO Y ERUDITO-Juan Interián de Ayala - CAPITULO XII.