EL PINTOR CHRISTIANO Y ERUDITO-Juan Interián de Ayala - CAPITULO XIV.


CAPITULO XV.


De las Pinturas, y representaciones de lo que hicieron contra el Señor, antes de pronunciar contra él la sentencia de muerte.

I De la casa, ó palacio de Caiphás, fué llevado Christo en derechura al Pretorio de Poncio Pilatos, acompañándole, ó siguiéndole una gran muchedumbre de pueblo, y la gente mas principal de los malvados Sacerdotes, y Pontífices. Era el Pretorio un edificio grande, y verdaderamente magnífico, como correspondia á la magestad del Senado, y Pueblo Romano, en cuyo nombre, ó mejor diré, por la autoridad de Tiberio Cesar, gobernaba Pilatos la Judéa, siendo él, segun refiere Josepho (858), el sexto en el orden, despues que los Romanos habían reducido en forma de Provincia la Judéa. Este edificio, ó palacio, por lo que toca á lo que vamos tratando, se puede representar de este modo: Abiertas las puertas, manifiéstese una grande sala muy ??? bien adornada con varias molduras de Arquitectura, y el suelo de la sala muy bien enladrillado con varias piedras; motivo, por el qual llama el Evangelista á aquella sala Litostrotos, esto es, enlosado de piedras. Frente de esta sala, figúrese un atrio adornado con hermosas, y gruesas columnas, añadiendo todo lo que parecerá decente al Pintor, que esté instruído, no solo en lo que mira á la Historia, sino tambien á la Arquitectura (que es una no pequeña parte de la Pintura): pues esto basta para representar á la vista de un modo decente las cosas, que allí pasaron. Acerca de las vestiduras del Presidente, que es muy creíble las llevaría á la manera de los Romanos, algo se me ofrecia, que decir aquí: pero no quiero detenerme demasiado en cosas, que son poco ciertas, y que por lo menos directamente, dicen poca, ó ningúna relación con las Imágenes Sagradas en quanto tales. Mas, sobre lo que pasó primero entre el Pueblo, y el mismo Presidente, como es cosa que mira mas á las palabras, que á la Pintura; nada hay que advertir, sino tal vez el que las cabezas erguídas, las bocas abiertas, y las manos levantadas en alto, deben manifestar de algún modo la ferocidad, y gritos de aquel Pueblo sedicioso, y casi amotinado.

2 Sucedió en esta ocasion, que Pilatos remitió á Christo á Herodes Tetrarca de Galiléa, pues el mismo (dice S. Lucas) (859) estaba en Jerusalén por aquellos dias, sin duda que por la solemnidad de la Pasqua, lo que tambien suele representarse en las Pinturas. Hase, pues, de pintar á Herodes con aparato verdaderamente Real, vestido de purpura, rodeado de tropa, y de Guardias Reales; y á Christo Señor nuestro estando en pie con mucha circunspeccion, y modestia ante el Tetrarca, á quien no se dignó de responder, ni siquiera una sola palabra: de suerte que por esto el mismo Rey, y su ??? exercito (como lo llama S. Lucas) (860) lo despreció, y habiéndole puesto un vestido blanco, lo volvió á enviar á Pitatos Presidente de la Provincia. Con efecto, por la mucha fuerza, que me hacía este lugar, afirmé arriba (861), que Christo Señor nuestro no usó por lo comun de vestidos blancos, á no ser que en lugar de vestido blanco, se quiera poner, ó entender cándido, y resplandeciente: sobre que me acuerdo haber tocado algo antes (862). Vuelto, pues, Christo á Pilatos, como aquel Pueblo insolente, instigado por los pésimos ancianos, y gente mas principal, pidiese á grandes voces, que se le condenára á muerte de Cruz; mandó el Presidente, no tanto por odio, quanto por apaciguar aquella muchedumbre de gente alborotada (como lo notó muy bien S. Agustin) (863), que azotáran á Jesu-Christo. Mas, por ser esta una de las cosas mas principales de la Pasion del Señor, y de que hay tantas Imágenes, y Pinturas, la hemos de considerar con mucha reflexîon, y así es menester poner á la vista, lo que hay mas digno de notarse sobre esta materia.

3 A fin, pues, de padecer el inocente Jesus un tormento tan grande, y terrible, ó para tributar á su Eterno Padre la mas sumisa, y rendida obediencia; quitáronle los vestidos, parte aquellos malvados ministros, y verdugos, y parte, como es creíble, se los quitaría él mismo. Mas ¿sobre si esta desnudez, como la que padeció en los demas tormentos de su Pasion, y particularmente, quando le crucificaron, fué total, de suerte que quedase tan desnudo, como le había parido su Santísima Madre; ó si solamente fué, la que era bastante para padecer dichos tormentos? sienten de diversa manera Intérpretes, y Theólogos gravísimos: porque, si he de decir la verdad, me embaraza poco el ??? parecer de algunos escritores del vulgo. Autores hay, que afirman, y no sin fundamento, que la desnudez, que padeció Christo en los pasos de su Sacratísima Pasion, no fué total, sino la que era bastante para padecer tan injuriosos, y crueles suplicios, quedando cubiertas aquellas partes, que el mismo pudor, y la naturaleza exîge, que se cubran. Lo contrario, dicen estos, no era decente, que el Señor lo permitiese en sí mismo. Otros dicen (y segun yo pienso con razones mucho mas fundadas) que la desnudez fué total, y que el muy vergonzoso, y modestísimo Jesus, no solamente en su flagelación (de que no se duda tanto), sí tambien en los otros tormentos de su Pasion, y por tanto en su crucifixîon, quedó tan desnudo, como le había parido su Santísima Madre. Dixe, que esto era lo mas probable: así por afirmarlo los Padres antiguos de la Iglesia (864) S. Ambrosio, S. Athanasio, S. Agustin, S. Cipriano, Ruperto, y Euchêrio, omitiendo á algunos mas modernos, como son S. Buenaventura, y Ludolpho, y á otros Theólogos de mucha fama tambien modernos, Jansenio Gandavense, Juan Lorino, y al que vale por muchos, el Padre Francisco Suarez, apellidado con razon Doctor Exîmio (865); como, porque es muy conforme á razon, que Christo Señor nuestro con su desnudez quiso cubrir la nuestra, y sufrir en su alma santísima este tan vil oprobrio de ser expuesto desnudo á la vista de aquellos ojos impudicísimos, y ofrecer esto mas á su Eterno Padre, para curar de este modo nuestra impudente liviandad.

3 Pero, por lo que toca á mi intento; aunque sea conveniente, y oportuno, que esto no lo ignoren, singularmente los hombres píos, y doctos, sin embargo ??? no conviene ser sobradamente curiosos sobre esta materia, y querer averiguar mas de lo que es justo. Porque es cierto, y fuera de toda duda, que no de otra manera se debe pintar á Jesu-Christo en su Sagrada Pasion, sino tapadas, y cubiertas aquellas partes, que el pudor, y la honestidad mandan que se cubran. Por lo que, pintarle de otro modo, no solo sería una cosa indecente, sino sacrílega. Hase, pues, de pintar, y de esculpir como hemos dicho; atendiendo así, no solo á su magestad, dignidad, y reverencia, sino tambien á la enfermedad, y flaqueza de nuestros ojos.

4 Desnudado ya Christo de sus vestiduras para padecer el tormento de los azotes, tormento lleno de dolor, y de ignominia, pues no se daba sino á los esclavos, como consta del mismo Derecho Civil (866); atáronle á una columna, segun lo enseña la antigua, y recibida tradición de la Iglesia. Acerca de esta columna, reparo, que los Pintores, freqüentemente nos la representan pequeña, acomodándose á las idéas de su fantasía, pintando en la parte superior de ella una argolla, de donde están pendientes las cuerdas, con que fué atado el Señor. Yo discurro de muy diverso modo, y juzgo, que dicha columna fué una de las que había en el atrio del Presidente, y sobre las quales se afianzaba la parte superior del pórtico. Muéveme á pensar así S. Gerónimo (867), el qual tratando de los lugares de Jerusalen: Se manifestaba allí (dice) una columna, que mantenia el pórtico de la Iglesia, y estaba teñida con sangre del Señor, á la qual, dicen, que fué atado, y azotado. Porque, el que se vea en Roma una columna mucho mas pequeña de lo que es menester, para poder sobre ella afianzarse el pórtico, esto solo prueba, que tal vez es parte de aquella en que ataron á Jesu-Christo. Y aquí (á no haberlo dicho antes ??? un Autor de mucha nota) (868), diría yo, que es mas digno de risa, que de impugnacion, el afirmar, que Christo fué azotado por las mismas manos de Pilatos, por decir S. Juan: Tomó Pilatos á Jesus, y le azotó: como si la pena, que manda executar el Juez, ó el Rey, no se dixera, que la executa el mismo Juez, solo por haberla mandado. Ni fué azotado Christo Señor nuestro, como lo dice el vulgo, y lo que es mas de extrañar, algunos, que no quisieran ser contados en esta clase, por manos de los Judíos; sino por los verdugos, ó Soldados Romanos: lo que expresó claramente el Evangelio hablando de la Coronación de espinas, y de su Crucifixîon, como verémos despues: antes al contrario, los Judíos, ó á lo menos los mas principales entre ellos, quisieron ser tenidos por tan religiosos, é hipócritas, que ni se atrevieron á entrar en el Pretorio del Presidente. Notólo esto S. Juan con estas palabras (869): Y ellos no entraron en el Pretorio, por no contaminarse, á fin de poder comer el cordero de la Pasqua. Mas, en caso de estár presentes algunos de la gente vulgar entre los Judíos, es de creer, que incitarían á los Soldados, ó los sobornarían con dinero, para que le azotáran con mas fuerza, y crueldad: pero el decir, que ellos mismos le azotaron, le coronaron de espinas, ó que le crucificaron, es un absurdo. Hanse, pues, de pintar medio desnudos, cubiertos los pies con aquel género de botines militares, que usaban los Romanos, alargando con fuerza sus brazos, y azotando de un modo verdaderamente atróz á Jesu-Christo.

5 Acerca de la Pasion del mismo Señor en este terrible paso, y tormento, es cierto en primer lugar, y así se ha de suponer, que dicha flagelación fué grave, y cruél, y que en ella padeció Jesus grandes, y vehementísimos dolores, y que se le hincharon sus carnes ??? con terribles cardenales, y que hubo mucho derramamiento de sangre. Porque Pilatos mandó azotar á Christo con ánimo de que este tormento fuese bastante pena por todas las acusaciones, que le habían hecho, y para apaciguar á sus enemigos los Judíos, y para que en vista de esto, no exigieran otra pena mayor. Es, pues, verisimil haber mandado Pilatos, que le azotáran cruelísimamente con nervios, que le desgarráran, y rompieran sus carnes, y que todo esto se executase como él lo había mandado. A que aludió lo que mucho antes había dicho el Profeta Evangélico Isaías (870) con estas palabras: Fué herido por nuestras iniquidades, fué molido por nuestros pecados: el castigo que nos debia traer la paz, cayó sobre él, y nosotros habemos sido curados por sus llagas. De aquí se echa de ver, que es enteramente ridícula, y poco pía la opinion de algunos, que afirmaron temerariamente haber recibido Jesu-Christo solamente quarenta azotes, como se mandaba por la Ley, ó treinta y nueve, segun acostumbraban los Judíos, los quales por no parecer que traspasaban lo establecido por la Ley, no solo no añadian algún golpe mas á los quarenta, sino que aun los disminuían; como sucedió en el Apostol, segun refiere él mismo, quando dice (871):

Cinco veces recibí de los Judíos quarenta azotes, menos uno. Digo, que esta es una opinion ridícula: así porque á ella se opone, lo que acabamos de decir, como porque esta pena no la mandaron executar los Judíos con arreglo á su Ley, sino los Gentiles, que no estaban obligados á ella por ningúna ley civil: los quales consta bastante, que mataron muchas veces á azotes los reos, que estaban condenados á semejante pena: pues nada hay mas freqüente en las Actas de los Santos Mártires. Hase, pues, de pintar á Jesu-Christo, azotado cruel, y acerbísimamente, derramando mucha ??? sangre, hinchada, y muy acardenalada su carne. En quanto á los instrumentos de la flagelacion, y del número de golpes que le dieron, se dicen muchas cosas pías á la verdad, pero que no son bastante ciertas. Pues por lo que toca á lo primero, hay algunos, que describen el hecho de un modo extravagante, ó por mejor decir, con mucha exâgeracion, diciendo, que primeramente fué herido Christo con gruesas cuerdas: luego con escorpiones de hierro; despues con ciertas cadenas armadas con abrojos tambien de hierro; y finalmente con varas espinosas: no porque ellos sean de parecer, que Christo fué azotado quatro veces (pues que lo fuese dos, lo dicen otros, aunque no con algún fundamento sólido); sino porque en una misma flagelacion, estos, y otros instrumentos (si los hay mas atroces) se fueron sucediendo mutuamente. Mas esto, aunque se ha discurrido piamente, es poco cierto, y muy distante de las costumbres, que tenian los Romanos en aquellos tiempos. Y así, el Pintor erudito, si quiere oírme, absténgase de semejantes modos de pintar sobradamente estudiados, y exquisitos, pero poco sólidos. Y para que nadie pueda pensar, que esto lo digo yo temerariamente, ó por mi antojo, quiero poner aquí las mismas palabras de un eruditísimo Cardenal (872), que en el original Italiano, pues nada finjo, dicen así: Dal modo ancor può causarsi il non verisimile, di che varii esempli si scorgono in molti atti dell' istessa passione, come nel coronarlo con le spine smisurate, nell' batterlo alla colonna con flagelli inusitati, nell' inchiodarlo in croce con maniere stravaganti, &c. Que puestas en Castellano quieren decir: Del modo tambien puede nacer la inverisimilitud, sobre lo qual pueden observarse varios exemplos en muchos pasos de la misma Pasion: por exemplo, coronándolo con espinas sobremanera grandes, azotándole ??? atado en la columna con azotes no usados, y crucificándole con modos extravagantes. Y así es mas verisimil, y segun me parece, mas conforme á verdad, lo que dixo Euthimio, y otros despues de él, que los instrumentos de la flagelación de Christo fueron cuerdas ásperas, y retorcidas, ó duras corréas hechas de cuero de bueyes, como las de que hace mención la Escritura, y con que el Rey Antiochô mató á aquellos santos, y esforzados Jóvenes: Sucedió (dice la Escritura) (873) que habiendo preso á siete hermanos juntamente con su madre, dándoles con azotes, y vergas de toro, les compelía el Rey á que comieran carnes de puerco. Este tormento, pues, fué el que se dió á Christo, tratándole como á un hombre de la mas ínfima plebe, y casi digno de compararlo con los esclavos: y que á estos, y á los hombres viles, fuese costumbre azotarlos con corréas, es cosa muy sabida, y lo dió á entender Horacio, quando dixo (874):

Qui lora restrictis lacertis Sensit iners, timuitque mortem.

Pero el que quiera enterarse de esto mas, vea el Pentecontarchô de Ramirez (875), que está lleno de mucha erudicion, á quien había precedido el mas delicado, y exâcto de los eruditos Lipsio (876), al qual podrán consultar los doctos: pues basta lo dicho para instruír al Pintor, que no quiera sentir con el vulgo.

6 Por lo que toca á lo segundo, que diximos antes, esto es, al número de golpes, que dieron á Jesu-Christo, muchos Escritores píos, singularmente de los modernos, afirman, que los golpes que dieron al Señor en su flagelacion, pasaron de cinco mil. Pero esto, otros ??? Varones doctos, y gravísimos, y no menos piadosos, que los primeros, lo tienen por increíble. Porque ademas que los Romanos (por no decir nada de los Judíos) no acostumbraron entonces azotar á los reos con tan grande número de golpes; no fué el ánimo de Pilatos acabar con Christo á azotes, antes por el contrario, mandó azotarle, para librarle (aunque de un modo cruel) del furor, y rabia de los Judíos, que pedian su muerte, y crucifixîon. No es, pues, verisimil, que mandase, ni permitiese Pilatos, que le azotáran tan cruelmente, y con tan evidente peligro de la muerte (877). Y aunque algunos afirman, que este número de golpes fué revelado á cierta muger piadosa: sin embargo (son palabras de un Escritor gravísimo, y de un Doctor llamado con razon Exîmio) (878), ni estas revoluciones de mugeres nos obligan á que creamos, que son verdaderas; ni allí se dice, que excedieron este número los golpes de los azotes, sino las heridas de la Pasion. De lo dicho se echa bastantemente de ver, quál sea el modo mas verdadero, y mas conforme á razon, de pintar este hecho. Y para que no parezca, que quiero omitir algo, añado, que algunos Varones sabios, é insignes en piedad, acostumbran proponerse la meditación de que á Christo Señor nuestro, despues de tan cruel flagelación en las espaldas, le obligaron los malvados verdugos á volverlas á la columna, y á recibir en el pecho, y en el vientre nuevos, y crueles golpes. Pero yo, aunque he leido haberse esto executado con algunos Mártires, para que su tormento fuera mas acerbo, é ignominioso, y resplandeciera mas su martirio; con todo no me atrevo á aprobar, que se executase así con el Señor, ni que se pueda representar de este modo: por oponerse el silencio de los Evangelistas, ??? y el no estár en uso semejante vileza en aquellos tiempos, la que no se puede afirmar, y mucho menos pintar, sin algún firme, y sólido testimonio de la Escritura, ó de los Santos Padres.

7 Despues de su flagelacion, padeció Jesu-Christo la ignominiosa, y dolorosísima coronación de espinas, que largamente refieren los Evangelistas. Sobre cuyo hecho, para pintarlo con juicio, y prudencia, hemos de advertir algunas cosas. La primera, que á esta acción llena de crueldad, é ignominia, concurrió toda la guardia del Presidente Romano, como consta expresamente de S. Mathéo (879), que dice: Entonces los soldados del Presidente haciendo entrar á Jesus en el pretorio, juntaron allí al rededor de él toda la cohorte. Lo mismo dice San Marcos: para que de esto solo se eche de ver, que hubo muchos soldados de los Gentiles Romanos, que estuvieron mezclados en la Pasion de nuestro Salvador; pues la cohorte entera constaba á lo menos de quatrocientos y veinte hombres, como lo demuestra un Escritor muy versado en estas materias (880), el qual lo tomó de buenos Autores. Por lo que, en este hecho de la coronacion, como tambien en el prendimiento de Christo en el huerto, será del caso (ademas que de suyo es cosa elegante) representar no á uno, ú otro soldado, sino á muchos, segun lo permita el campo del lienzo:

pues, que no solamente en el caso de que hablamos, sí tambien en el huerto, se juntó toda la cohorte, lo da á entender S. Juan con estas palabras (881): Como Judas hubiese tomado la cohorte, y los ministros que le daban los Pontífices, y Fariséos, &c. De aquí consta tambien, lo que diximos arriba, á saber, que los Judíos, aunque fueron los autores, y los que incitaron los ánimos para hacer padecer á Christo; pero ??? que no fueron ellos (como dice malamente el vulgo, y acaso sienten tambien lo mismo, algunos, que no les parece ser del vulgo) los que executaron la sentencia con sus propias manos. Este oficio de poner por obra la sentencia contra los reos, que los Jueces condenaban á muerte, no tocaba á otros, sino á los soldados: sobre que leémos un excelente pasage en Tertuliano (882), donde disuade á un Christiano á que no siga la carrera de la milicia con estas palabras: Aquel que no puede vengar sus injurias, será ministro de las prisiones, de las cárceles, de los tormentos, y de los suplicios. Pero todo esto lo confirman bastante los Evangelios, de suerte que por lo que hace á nuestro intento, parecen superfluos los testimonios de los sabios, que podria alegar. Reparo á mas de esto, que aunque algunos son de parecer, que los malvados, é impíos soldados, luego despues de su flagelacion, estando todavía desnudo el Señor, hicieron burla, y mofa de él: sin embargo es mas cierto, y mucho mas probable, que para mofarle le desnudaron nuevamente de las vestiduras, con que se había vestido despues de los azotes; diciéndonos expresamente S. Mathéo (883): Y desnudándole, le vistieron un manto de grana; lo que me parece será muy del caso no lo ignore el Pintor erudito.

Advierto tambien, que esta injuriosísima coronación de espinas, no se executó en el atrio, donde fué azotado Jesu-Christo, sino en el mismo Pretorio del Presidente, ó á lo menos, en algún zaguán de él, segun lo afirma, y expone con bastante claridad S. Marcos quando dice (884): Los soldados lo llevaron al atrio del Pretorio. Qué es lo que se haya de entender por el Pretorio, y de qué manera se deba pintar este lugar, ya lo diximos arriba (885); y así no es menester volverlo á repetir. ???

8 Adviértase aquí, que aquella vestidura, que San Marcos (886) absolutamente llama púrpura con estas palabras: Y le visten de púrpura; la llamó San Mathéo, chlamydem coccineam, manto de grana: y con mucha razon. Porque, aunque hablando en un sentido mas propio, haya alguna diferencia entre púrpura, y vestido de grana; sin embargo los Antiguos usaron promiscuamente de estos dos nombres, como lo podria convencer con varias pruebas, que de propósito omito. Fué, pues, aquella chlamys, ó vestidura de púrpura, un manto de los que se había servido el Presidente de la Provincia Pilatos; no que fuese nuevo, ó brillante, antes estaba gastado por el mismo uso, que se había hecho de él, y tal vez estaba roto por alguna parte, de suerte que no tanto le sirviese de adorno, como de burla. Consta esto, porque los Rectores, ó Presidentes de las Provincias usaban de un manto de púrpura, para que en ellos se echára de vér, y reluciera algo de la magestad del Emperador, como bastantemente lo expresó S. Paulino escribiendo á Licente, en estos versos:

Quanto sudoris pretio, damnoque decoris Constet tibi chlamys, hic honor officii.

Este género de adorno lo define muy bien Clemente Alexandrino, quando dice (887): Chlamys, que algunos llaman capa, ó manteleta, otros manto real, ó insignia militar, y algunos Berum, porque cubre el cuerpo. Este adorno, pues, que no era otra cosa, sino una capa rica, y vistosa, solo se ponia por una parte, como suelen tambien ponerse hoy las capas, ni se cosía, sino que se ataba con una hebilla, y colgando del cuello, caía tendida libremente por las espaldas. Lo que elegantemente expresó Stacio, quando dixo (888):

..................Tergo demissa chlamys. ???

Cubría dicho adorno el cuerpo por las espaldas, no solo hasta la cintura, como malamente lo han interpretado algunos; sino hasta las rodillas, ó un poco mas abaxo. Varios son los Autores que afirman todo esto, y sobre todos lo explicó con mucha elegancia Coripo Africano en estos versos (889):

Substrictoque sinu vestis divina pependit Poplite fusa tenus, pretiosa candida limbo Cæsareos humeros ardenti murice texit Circumfusa chlamys, rutilo quæ ornata metallo Principis exserta vincebat lumina dextra.

Quien quiera enterarse, y saber mas sobre esta vestidura Militar, é Imperial, y sobre dicho manto Real, y otros vestidos de esta clase, vea al eruditísimo Julio Cesar Bulengero (890), que ha escrito difusamente de Imperatore, & Imperio Romano. Lo cierto es, que los Reyes usaron tambien de este manto de grana, y que lo dieron los Emperadores Romanos á los que querian aclamarles por Reyes, como lo prueba con muchas razones el mencionado Autor. Y así, los impíos soldados, que por burla, y escarnio quisieron saludar á Christo por Rey de los Judíos, le vistieron con dicho manto de grana, el qual, por lo que llevamos dicho, consta de qué manera deberá pintarlo el Pintor erudito.

9 Despues de haber hecho esto: Texiendo (dice el Evangelista) una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y una caña en su mano derecha. Hablan con variedad los Intérpretes sobre qué género de espinas eran estas con que los soldados texieron la corona para colocarla en la venerable cabeza de Jesus; pero lo cierto es, que fueron grandes, y penetrantes. Unos afirman, que fueron de juncos marinos, que tienen las ??? puntas largas, y agudas, y mas duras que las terrestres, á cuyo parecer adhieren principalmente los que juzgan, que las espinas de dicha corona, no solo traspasaron el cutis, y la sacratísima carne de Christo, sino tambien su mismo cranio: lo que sin embargo no se le hace creíble á un Doctor ciertamente pio, y que sin duda es docto, y erudito (891). Otros dicen, que dichas espinas fueron de las que nacen en el arbol llamado rhamno, que son mas fuertes en los lugares de Syria, donde crecen estos árboles con mucha abundancia. Esto me parece á mí mas verisimil, juzgando con el Autor, que acabo de citar, que aquellas espinas traspasaron no solo el cutis (que no es muy delgado en la cabeza), sí tambien la carne de Jesu-Christo; y que en cierta manera la desgarraron, como dice Tertuliano (892), Autor verdaderamente severo, y que no suele hablar con ligereza. No obstante no traspasaron aquel hueso, que llamamos calavera, ó cranio; porque á mas de que, si aquellas puntas hubieran traspasado dicho hueso, no podian dexar de causar heridas mortales, lo que ciertamente Pilatos, el qual intentaba librar á Christo de la muerte, no solo no lo habria mandado (pues parece mucho mas verisimil, que no lo mandó); pero ni lo habria permitido: á que sin embargo se inclinan los Padres de la Iglesia (893) San Agustin, S. Chrisóstomo, y el Pontífice S. Leon: A mas de esto, digo, ¿qué espinas podrian ser las que tuviesen tanta penetrabilidad, y dureza, á no ser, no digo marinas, sino de hierro? Resta aquí un gran campo á los Pintores para representar el semblante de Christo, su cabeza, y cabellos manchados, y humedecidos por la mucha sangre, que salia de las heridas, que le habían abierto las espinas. ???

I0 Acerca de la forma que tenia dicha corona, dicen algunos (894), que se la pusieron á Christo á manera de morrion, ó capacete, de suerte que fué no solo circular, sino esférica; y que no solamente rodeó su cabeza por las sienes, sí que la cubrió tambien toda hasta lo sumo. Acaso será esta una cosa pía, que no disputo, ni quiero controvertirla en ningúna manera: pero sí diré (con el permiso de los que discurren así) que esto se dice con fundamentos poco sólidos. Porque, ademas que las coronas con que honraban los Romanos á los vencedores, y á los que habían hecho un gran servicio á la República, no estaban hechas á manera de morrion, sino de círculo, que rodeaba la cabeza; ora fuesen ellas de hierba, de laurél, ó de olivo, lo que trata Lipsio (895) con mucha extension: ademas desto, digo, ¿quién ignorará, que la corona, que por burla pusieron á Christo, era muy parecida en la forma, no solo á las que hemos referido, pero principalmente á las que usaban los Reyes, y que freqüentemente llamaban diademas? En tanto parece esto cierto, que en el himno, que por lo comun se canta en la solemnidad de la Corona del Señor, sea quien se fuere el Autor de él, se dice:

Cum spinarum aculeum Christus pro nobis pertulit, Per diadema spineum Vitæ coronam contulit.

Y que el diadema fuese una venda, ó cinta blanca, que circuía, y apretaba las sienes del Rey, y toda su cabeza; es cosa, que ni aun los muchachos la ignoran. Por esto no sin elegancia cantó Silio Itálico (896):

....................Vitaque majorum ....................Decoramen fronte sine ullo ???

Delapsa attactu nudavit tempora regis.

Y en el mismo libro:

.................Regnique insigne vetusti Gestat læva decus: unguntur tempora vitta Albenti.................................................

A que aludiendo Luciano, usa de las siguientes palabras, para significar que el Rey Alexandro estaba coronado con el diadema:

ceñida la cabeza con una cinta blanca: Ni ignoran tampoco los muchachos aquello tan trillado de Valerio Máxîmo (897): Dixo Favonio á Pompeyo que tenia atada la pierna con una faxa blanca: No importa en qué parte del cuerpo esté el diadema: chanceándose de Pompeyo que afectaba el Reyno, quando aun estaba floreciente la República. Sobre lo qual podrian todavía notarse otras cosas á mas de las muchas que juntó el citado Julio Bulengero (898). Quítese, pues (á lo menos á mí así me parece) semejante imaginacion; y píntese la Corona del Señor texida de penetrantes espinas, del modo que han acostumbrado pintarla habilísimos Pintores, no á manera de capacete, sino de una Real diadema rodeando la cabeza por las sienes.

II El que por mofa dieran los soldados á Christo un cetro vano, y ridículo, esto es, una caña, lo expresan bastantemente los Evangelistas, diciéndonos S. Mathéo (899): Pusieron (esto es, la corona texida de espinas) sobre su cabeza, y una caña en su mano derecha; y S. Marcos (900): Y heríanle su cabeza con una caña. Pero no nos dicen, que apretáran fuertemente sus manos ante el pecho: bien que esta parece ser una costumbre comunmente recibida por la Iglesia, no discrepando en este particular, ni las Pinturas, ni los Autores.

??? Por lo que, así debe pintarse á Christo en este escarnio, que hicieron de su Magestad en su Pasion, y en este acto de triunfo, por lo que toca á la piedad, y al espíritu. Pero las cosas acerbas, y contumeliosas, que de aquellos viles truhanes sufrió el Señor en este paso, ya de palabras desvergonzadas, ya de acciones sobremanera injuriosas, apenas pueden expresarse con palabras, y mucho menos con el pincél. Léa el pío, y erudito Pintor lo que sobre esto han escrito los Evangelistas, y tendrá abierto un campo exquisito, y espacioso para representar semejante hecho. Lo cierto es, que despues de haber hecho burla de Christo Señor nuestro, y herídole tan gravemente, y estár el Señor lleno de llagas, y cardenales, y cubierto de sangre por todas partes, lo presentó así Pilatos al Pueblo; ó ya tal vez desde las mismas puertas del Pretorio, ó desde una ventana, de donde se podia ver de lejos, diciendo á aquel Pueblo obstinado: Ecce homo. Caso es este muy digno de toda consideracion: mas por lo que mira á la Pintura, es un error, en que cayó, segun nos refiere el citado Francisco Pacheco (901), un Pintor por otra parte habil, y excelente, el pintar á Christo en este lance sin la corona de espinas; diciéndonos expresamente lo contrario el Evangelista (902) con estas palabras: Salió, pues, Jesus llevando la corona de espinas, y la vestidura de grana. Pero no puede tan claramente condenarse de error, el que se le pinte sin llevar la caña en su mano; por lo que, se puede escusar de algún modo á Pablo de Céspedes, por haberle pintado así: con todo no debe tolerarse; porque Pilatos sacó á Christo para manifestar al Pueblo, como sus ministros habían hecho mofa de él, y tratádole verdaderamente como Rey de burlas; lo que expresó despues el mismo Evangelista, quando dixo: Y dice (Pilatos) á ??? los Judíos: Ved aquí á vuestro Rey. Por lo qual, como la caña, que por burla, y escarnio habían puesto en las manos del Señor, representára la insignia del cetro, no es verdad, ni aun verisimil, que Pilatos manifestase á Christo sin la caña en sus manos.

I2 Mal satisfechos sin embargo los enemigos, y dando grandes voces, para que Pilatos mandára crucificar á Jesu-Christo; condescendió finalmente el iniquo Juez, y pronunció contra él la sentencia de muerte. Sobre que nada se ofrece que advertir de particular, sino que en este hecho debe pintarse á Pilatos Presidente de Judéa, sentado en su tribunal, como expresamente lo advirtió el Evangelista. Era el tribunal una silla, adonde se subía por algunas gradas; á fin de que, el que proferia sentencia sobre algún hecho, fuera mas visto de todos, y se echára mas de vér su dignidad. Mas, sobre si estando sentado Pilatos en el mismo tribunal, se lavó las manos, lo que refirió San Mathéo (903), no lo dice claramente el Evangelista; pero se puede colegir con bastante verisimilitud, que sentado en dicha silla, y estando ya para pronunciar la sentencia de muerte, quiso ostentar él esta ceremonia, que no la había aprendido de los Romanos, sino de los mismos Judíos con quienes vivia.




CAPITULO XVI.


De las Pinturas de Christo Señor nuestro llevando la Cruz acuestas, y conducido al suplicio.

I Pronunciada ya contra el Señor la sentencia de muerte, le despojaron los soldados de aquel manto Imperial, que por burla le habían puesto, y volvieron á vestirle con sus propias vestiduras. Todo esto lo expresó ??? S. Mathéo con estas palabras (904): Y despues que hubieron hecho burla de él, le desnudaron el manto Real, y le vistieron con sus vestiduras, y lo llevaron para crucificarle. Y casi con las mismas palabras lo dice S. Marcos. Quáles fuesen las vestiduras de Christo, bastante lo hemos notado arriba (905). Por lo que, no puedo aprobar dos cosas, que representan en este paso los Pintores. La una es, que freqüentemente le pintan vestido solamente con la túnica, y esta de color morado: sin embargo de que Christo no usó de dicho color (principalmente si este fué supuesto, y no natural); aunque, si se quiere pretender que el color obscuro, que tenia la lana, tiraba á este color, no me opondré á ello con tenacidad. Salió, pues, Jesus del Pretorio vestido con tres vestiduras, segun diximos antes, á saber, con la túnica inconsutil, que tal vez era blanca; con la túnica superior, que era del mismo color que el de la capa, y con la misma capa: lo que (como es creíble) procurarían los Judíos, que eran enemigos malévolos de Jesu-Christo, para que generalmente todo el Pueblo le conociese por el mismo vestido, con el qual pocos dias hacía (esto es, cinco ó seis dias antes) había entrado en la Ciudad de Jerusalén con muchas aclamaciones del Pueblo, y casi á manera de triunfo. Mas, sobre si llevó, ó no, la corona de espinas, quando iba al lugar del suplicio, no lo dicen los Evangelistas: y ha habido un Pintor de primera clase (906), que pintó á Christo en este acto sin dicha corona. Pero la pía, y universal sentencia de los Autores, y la misma costumbre de los Pintores, es el pintar á Christo coronado de espinas llevando la Cruz acuestas. Lo que tambien se hace verisimil por otra razon; porque el principal delito, que con suma maldad acumularon los Judíos á Jesu-Christo, era el que queria hacerse Rey: en cuya atencion, para hacer burla de esto ??? los soldados, le pusieron sobre su cabeza la corona texida de espinas: y por tanto es mucho mas verisimil, que causándole nuevas llagas, se la volvieron á poner entonces para manifestarle al público espectáculo del Pueblo. Por lo que, todo persuade al Pintor erudito á que siga esta costumbre, sin que haya cosa alguna, que le precise á apartarse de ella.

2 El Evangelista S. Juan (907) dice tan clara, y expresamente, que Christo llevó sobre sus mismos hombros la Cruz, en que había de ser crucificado, que en ningún modo se puede dudar de lo contrario: estas son sus palabras: Y llevando su Cruz, salió á aquel lugar, llamado el Calvario. Un sabio Pintor (908), á quien hemos citado muchas veces, es de parecer, que se portaron así con el Señor, por el singular odio que le tenian; pues no era, ni hubo nunca tal costumbre, de que esto se practicára con los mismos malhechores. Y para que no parezca, que yo quiero fingir algo, hé aquí sus mismas palabras, que he copiado con la mayor fidelidad: Pues saliendo el Señor::::: llevando su Cruz; cosa que no se hacía jamas con los malhechores, ni se hizo con los ladrones, que le acompañaban, &c. Pero engáñase: porque no hubo en la antigüedad cosa mas usada, que llevar el instrumento en que habían de ser crucificados, los que estaban condenados á muerte de cruz. Artemidoro en su tratado de los sueños, dice (909): Llevar sobre sí alguno de los dioses infernales, es indicio para el malhechor que lo sueña, de que ha de ser crucificado: porque la cruz es semejante á la muerte, y la lleva antes sobre sí el que ha de ser enclavado en ella. Lo mismo confirma Plutarco, diciendo (910): Cada malhechor lleva consigo su misma cruz, &c. Y que esta no solamente fuese costumbre de los antiguos, sino que aun hoy la observen ??? las naciones del Oriente, puedo producir en su abono á un testigo ocular. Pues el ilustre, y bastante conocido Viagero de las Regiones Orientales, refiere haber visto él mismo en la Ciudad de Memphis (que los Turcos en el dia llaman Cairo) á un reo condenado á aquel género de muerte muy freqüente entre ellos, que es, el que clavando al reo un palo alto, y agudo por las partes obscenas, le levantan despues, y traspasándole todas las entrañas con el peso de su mismo cuerpo, sale la punta del palo, ya por el hombro, ya por el cuello, y algunas veces por la misma cabeza, muriendo el reo una muerte infeliz. Vió, digo, que al mismo reo, desde el tribunal, ó casa del Juez, hasta el lugar del suplicio, le obligaban con fuerza, y á golpes á que llevára, y cargára sobre sus hombros el mismo palo en que le habían de clavar. Y si alguna vez, impaciente lo rehusaba, le forzaban á puñadas, y á palos á que lo volviera á tomar. Lo mismo me contó tambien otro testigo ocular de muchísima autoridad, haber visto él mismo durante el sitio de Buda, Capital de la Hungría; donde un reo, que era de religion, ó mejor diré, de impiedad, Calvinista, fué condenado á este mismo género de muerte, y á llevar sobre sus mismos hombros el palo, en que le habían de clavar, por la horrible traición en que se le había sorprehendido. Para que de aquí se eche de vér, como no solo se observó antiguamente, sí tambien en estos últimos tiempos, que el reo condenado á padecer muerte de cruz, la llevase él mismo: contra lo que afirmó con sobrada confianza el citado Pintor, mostrándose en esta parte, menos instruido en los hechos de la antigüedad. Porque, lo que él dice de los Ladrones, que fueron crucificados juntamente con Christo, que no llevaron sus cruces, en que habían de ser enclavados; esto no lo prueba con ningún testimonio, ni razon alguna, sino que lo supone, llevado de un argumento negativo, ??? y tomado del silencio de los Evangelistas, los quales ocupados enteramente en referir, y contar los hechos de Jesu-Christo, no había para qué se detuvieran en referir otras cosas agenas, y de menor monta: aunque ni del todo se olvidaron de esto, pues afirma S. Lucas (911), que fueron llevados al suplicio aquellos dos ladrones; bien que ni este, ni otro Evangelista ha dicho, que lleváran ellos mismos sus cruces, diciéndonos solamente: Eran llevados con él otros dos malhechores para ser ajusticiados. Y así, mientras no pruebe este Pintor, ú otro mas instruído, que los mencionados ladrones, no llevaron sobre sus hombros las cruces en que habían de ser crucificados, hemos de estár á lo contrario; y por lo que hace á nuestro propósito, hanse de pintar llevando cada qual de ellos su cruz acuestas: y (por notar tambien esto de paso) no se han de pintar desnudos, como parece lo han querido algunos, sino vestidos; pues así por lo comun llevaban los reos al suplicio, ni les quitaban sus vestidos, sino poco antes de crucificarles, lo que sabiamente, como acostumbra, advirtió Lipsio (912): particularmente habiendo cabido la misma suerte á aquellos malhechores, que á Jesu-Christo, á excepción de muy pocas cosas que voy á notarlas luego. De este modo se cumplió plenísimamente aquel vaticinio predicho muchos siglos antes: Y fué reputado entre los malhechores (913).

3 Llevó pues, Christo Señor nuestro por medio de la Ciudad de Jerusalén sin ayuda de nadie la Cruz, en la que estuvo pendiente por la salud del género humano. Porque, lo que se dice de Simon Cirinéo (de quien hablarémos luego) es mas probable haber sucedido, quando ya había salido, ó al salir el Señor las puertas de la Ciudad: y el que fatigado Jesus con la carga de la Cruz, estando ya por otra parte debil, y ??? teniendo quebrantadas las fuerzas por los muchos, y gravísimos tormentos que por espacio de algunas horas había padecido antes; cediese dos, ó tres veces al grave peso de ella, y cayese debaxo de la misma Cruz; es cosa que piamente se crée, y de hecho es bastante verisimil. Por lo que, es cosa tambien pía el pintar, y representar á la vista este tan grave, y acerbo espectáculo con muchos sentimientos de piedad, aunque de esto, ni de otras muchas cosas, no nos hayan hecho expresa mención los Evangelistas. Ademas: el que veamos freqüentemente pintado á alguno de los soldados, amenazándole con un palo para que se levante, no es absurdo, ni inverisimil, particularmente siendo cierto, que los que estaban condenados á muerte de cruz, eran llevados muchas veces al suplicio, haciéndoles muchas injurias, y vexaciones, lo que hacían por lo comun aguijoneándoles. No tiene duda (dice el erudito Autor que acabamos de citar) (914), que le impelieron, le hicieron caér, y le levantaron, ó por crueldad, ó por burla. Y lo que él mismo añade, es muy digno de que lo pongamos aquí: Nuestros Pintores, dice, ya de antiguo pintan hoy en la orla inferior del vestido de Christo un género de tablilla, que sembrada de clavos muy agudos, le lastimaba los pies, y talones, quando iba andando: ¿acaso quieren ellos aludir á las punzadas, que daban al Señor?

pero esto lo hacían con otros aguijones largos, que traían á este fin, y eran de varas muy agudas, ó tambien con puntas de hierro en sus extremidades; tomándolo del modo de aguijonear á los bueyes. Pero si esta no es la mente de los Pintores, allá se las hayan: que yo no soy autor, ni intérprete de esta invencioncilla. Hasta aquí Lipsio: y yo añado gustoso adhiriendo á él, que realmente este modo de pintar de que él habla, es una invencioncilla falsa, y temerariamente ??? imaginada por los Pintores: sin embargo confieso no haberla visto nunca.

4 Acerca del mismo Jesu-Christo cargado ya lastimosa, ó mejor diré, victoriosamente con su Cruz, y encaminándose al lugar del suplicio, se refieren algunas cosas de las quales se hace expresa mención en el Evangelio, y otras, que las ha adoptado una pía, y recibida tradicion, lo que dió á entender S. Lucas (915), quando dixo: Le seguia una muchedumbre grande de pueblo, y mugeres, que se compadecian, y lamentaban de él. Pero volviéndose Jesus á ellas, les dixo: Hijas de Jerusalén, no me lloreis á mí, &c. En pintar este hecho, no tiene, ni puede tener embarazo alguno el Pintor, por referirlo tan clara, y expresamente el Evangelista. Y así basta el que se representen las mugeres llorando, ó enjugando con pañuelos sus lágrimas. Mas dificultad tiene el pintar lo que piamente se crée, y afirma como recibido por una constante tradicion; esto es, que la Virgen Santísima traspasada de un piadosísimo dolor, á la vista de un espectáculo tan triste, salió al encuentro á Jesus, no metida con las demas mugeres de quienes se hace mencion, sino separada de ellas: en que no me parece haya cosa alguna que reprehender, con tal que se execute el hecho con el debido decoro, y circunspeccion. Pues como despues se nos represente á la misma Señora estando en pie junto á la misma Cruz de Christo Señor nuestro, é Hijo suyo; es muy creíble, que le fuese siguiendo quando iba al suplicio, y que le saliese al encuentro, quando llevaba la Cruz acuestas. Ni se hace menos creíble, que del tierno corazon de la Virgen saldrian, y saltarían piadosas lágrimas sin poder del todo reprimirlas. Por lo que, no hay inconveniente en pintar semejante lance, con tal que se guarde, como ya he advertido, la debida ??? circunspeccion, y decoro. Porque el representar á la mas piadosa de las Madres, como tambien á la mas constante de las mugeres, tendidos los brazos, abierta la boca como que está dando grandes voces, arrancándose los cabellos, y de otros modos indecentes; esto no es adornar el hecho, como era razon, sino desfigurarlo. Todo lo abrazó muy bien un pío, y elegante Poeta en un Himno antiquísimo, que se canta en el Rezo de los Dolores de la Virgen (916), y dice así:

Non ejulantem cernimus, Non ungue vellentem comas:

Silensque plus novit pati

Virtus dolore fortior.

Mucho menos se la ha de pintar, como que algún soldado la cogiera furiosamente, y la echára, y derribára en el suelo: pues estas, y otras cosas semejantes, lejos de inspirar piedad, y devoción (como neciamente les parece á algunos, que quieren ser píos, pero no con discrecion) es ligereza; siendo una irreverencia (por no decir algo de mas acre) el decir semejantes cosas al Pueblo, ó el representarlas en las Pinturas. Pero el que entre las mugeres de que hace mención el Evangelista, le saliéra á Christo al encuentro una cierta muger llamada Verónica, ó como á otros les parece mas verisimil, Bernice, que enjugó su rostro con un lienzo, en el qual quedó impresa al vivo su efigie, por el sudor como de sangre que salía de su semblante: aunque esto ningún Evangelista lo refiere, y (lo que es mas) ninguno de los Padres antiguos; ya sin embargo es una cosa recibida: y aun afirman, que la misma Imagen se conserva, y manifiesta en Roma; ó segun ??? dicen comunmente, se dexa ver en nuestra España en Jaén. Por lo que puede sin ningúna nota pintar se dicha Verónica: la que yo conservo pintada en un quadro no muy moderno; pues segun me han asegurado los peritos, es de Othon Bergamasco, uno de los que salieron de la famosa escuela de Rafael.

5 Llevó, pues, Christo Señor nuestro, aunque quebrantado por los trabajos, y crueles azotes, y fuera de esto, por la vigilia que había padecido, llevó, digo, su Cruz hasta la puerta de la Ciudad por donde se iba al Calvario: y en saliendo el Señor por aquella puerta (segun se colige con bastante fundamento del texto del Evangelio, que luego alegarémos) quitáronle la Cruz de sus hombros, y la cargaron sobre las espaldas de otro: no que hicieran esto movidos de caridad, ó amor que tuvieran á Jesu-Christo; sino, ó ya porque le veían tan débil, y tan sin fuerzas, que enteramente no podria llevar mas la Cruz, y temian que si se le apretaba mas, espiraría en suas manos: ó ya, porque querian apresurar mas su muerte (segun lo explican diversamente los Santos Padres, é Intérpretes) instigando los principales de los Judíos, á los impíos, y desapiadados soldados Romanos, para que se diera fin á tan funesta tragedia. Hé aquí las palabras del Evangelio (917): En saliendo, encontraron á un hombre Cirinéo llamado Simon: á este cargaron para que llevára su cruz. Nuestros Pintores por lo comun, no pintan de otra manera este hecho, sino representándonos á Christo llevando su Cruz acuestas, y á Simon Cirinéo la extremidad de ella: lo que atendido el peso de la Cruz, no sé si era ayudarle, ó impelerle mas, y ponerle en mayor riesgo de caér. Pero dexémonos de conjeturas: pues el Evangelista S. Lucas nos quita todas las dudas que podia haber, quando dice (918): Y llevándolo tomaron á un ??? Simon Cirinéo, que venia del campo, y pusiéronle encima la cruz, para que la llevára detrás de Jesus. Y así (como juzgan comunmente los Santos Padres, é Intérpretes, que pueden verse en el Escritor, que muchas veces he citado) (919); habiendo quitado la Cruz de los hombros de Christo, obligaron despues á aquel Simon Cirinéo, á que la llevára él solo. Los Santos Padres dicen, que esto no careció de misterio; entre los quales dice elegantemente S. Ambrosio (920): Buen orden es este para nuestro aprovechamiento, que primero erigiera Christo el troféo de su Cruz; y despues lo entregára á los Mártires, para que lo erigieran tambien, &c. Pero el averiguar, y explicar largamente, quién fué aquel Simon, si Judío, ó extrangero? y qué signifique propia, y expresamente aquella palabra de que usa el Evangelio angariaverunt? que es lo mismo, que obligar por precio; es un accesorio, que poco, ó nada conduce para mi asunto.




EL PINTOR CHRISTIANO Y ERUDITO-Juan Interián de Ayala - CAPITULO XIV.