EL PINTOR CHRISTIANO Y ERUDITO-Juan Interián de Ayala - CAPITULO XVI.


CAPITULO XVII.


De las Pinturas de la Crucifixîon del Señor, y de las Imágenes Sagradas del mismo Christo crucificado.

I Hemos llegado ya á un campo, por explicarme así, donde aun entre los doctos, y eruditos, hay fuertes disputas. Yo que no llevo otras miras, sino las de instruír á los Pintores cuerdos, escogeré lo mas selecto, y verisimil. Lo primero que se ofrece, segun refieren S. Mathéo, y S. Marcos (921) es, que á Jesu-Christo le diéron á beber vino mirrado, ó como se explicó San Mathéo, mezclado con hiel; ora fuese esto, por constar de ambas cosas la bebida, esto es, de hiel, y de mirra, ??? ó porque, lo que es muy amargo, solemos decir que tiene hiel, ó que está mezclado con hiel, como lo explicó S. Agustin (922). Ahora me acuerdo haber visto pintado en este caso despojado al Señor de sus vestiduras, y sentado sobre una piedra; cosa que no conviene con la verdad del hecho: pues á Christo le diéron á beber el vino antes de la crucifixîon; y era esta una bebida muy distinta de la que refiere S. Juan (923), é insinúa S. Lucas: y aun se la diéron á beber, ó bien los soldados, por costumbre que se observase con los reos condenados á muerte, particularmente de cruz, como lo prueba con muchas razones un Autor erudito (924): ó las mugeres que habían seguido á Christo, movidas del afecto, y compasion que le tenian; para que así sintiera poco, ó ciertamente mucho menos los horribles tormentos de la cruz. Pues es constante entre los Médicos (925), que el vino mezclado con mirra, y bebido con alguna demasía, embota los sentidos, de suerte que el que lo bebe siente poco, ó mucho menos, los mayores, y mas crueles tormentos, segun refieren, y no lo reprueban hombres eruditísimos. Pero las vestiduras, no se las quitaban á los reos, ni se las quitaron tampoco á Jesu-Christo antes de la misma crucifixîon, como nadie ignora por poco que esté medianamente instruído. Pero tratemos ya mas de cerca la materia.

2 Despojado enteramente el Señor de sus vestiduras, no sin grande ignominia, y nuevos dolores; pues es muy verisimil, que los impíos soldados se las quitarían con un ímpetu inhumano, y casi bárbaro, renovándole en gran manera las llagas que antes le habían hecho, de las quales como hubiese salido no poca ??? sangre, se había pegado á sus virginales carnes, y á su ropa: Despojado, digo, el Señor de sus vestiduras por aquellos verdugos rabiosos, mandáronle tenderse desnudo en el suelo sobre la Cruz. Nada rehusó, y obedeció con la mayor puntualidad aquel Señor, que como inocente cordero fué llevado al matadero, extendiendo al instante sus brazos sobre la Cruz, que estaba aparejada. Sigo gustoso este modo de pintar, y varias veces he observado, que así lo han pintado Pintores habilísimos. Porque, aunque no ignoro que estuvo en uso el crucificar á los reos de dos modos; el uno clavándolos primero en la Cruz, tendida esta en tierra, y levantándolos despues en alto; y el otro el de cogerles, y clavarles en ella arrimando escaleras, puesta ya en alto, y levantada la Cruz: y aunque no ignoro tampoco, que se inclina á esto último un Varon superior á toda alabanza, que ha escrito diligentísimamente sobre esta materia (926); yo sin embargo me inclino mas á lo primero: Así porque esto lo persuade generalmente hablando la misma razon (pues como advirtió muy bien el citado Autor, era mucho mas fácil clavar al reo en la Cruz, estando esta en tierra, y el reo boca arriba, que no, estando levantada, subir al hombre para crucificarle en ella, balanceando ya á una, ya á otra parte, y rehusándolo por lo comun, y resistiéndolo el reo): Como porque las Pinturas, que mas freqüentemente vemos de este hecho, y la narracion, y meditacion, que han hecho hombres muy doctos, y eruditos, dan á entender que realmente pasó de esta manera: lo que es de no poco peso, particularmente teniendo este hecho por sí mismo mucha probabilidad. A que se añade el que en las Actas de los Santos Mártires se describe expresamente de la misma manera. De S. Pionio enclavado en la cruz por confesar la Fé de Christo, se léen las siguientes ??? palabras en unas Actas antiguas de este Martir: Despojóse espontaneamente de sus vestidos, y levantando los ojos hácia el Cielo, y dando gracias á Dios, tendióse él mismo sobre el madero, y se entregó al soldado para que le crucificase. No podia decirse cosa alguna que fuese mas clara, ni mas evidente, á no ser lo que inmediatamente se sigue: Habiéndole, pues, clavado en el madero, le levantaron en alto. Acaso se leerán cosas semejantes en otras Actas de Mártires crucificados, aunque todavía no he logrado verlas. Y finalmente, porque del modo que hemos dicho, se hace (segun á mí me parece) mas recomendable la paciencia de Christo Señor nuestro, su mansedumbre, y la sumision que tenia á su Eterno Padre: pues parece que se demuestra mas el corazon manso, y obediente de Jesus en ponerse espontaneamente sobre la Cruz, extendiendo él mismo sus brazos para que se los traspasáran con clavos, que en permitir, que los verdugos le lleváran, y arrastráran con cuerdas al patíbulo.

3 Pero, ó yo me engaño mucho, ó el mismo Christo dió bastante á entender lo que estamos diciendo. Pues hablando el Señor de su crucifixîon (927): Quando levantareis en alto (dice) al hijo del hombre, entonces conocereis que soy yo. Lo mismo repite en otra parte con estas palabras: Y yo, quando fuere exâltado de la tierra, á todos traeré á mí mismo. Porque, si bien en ambos lugares puede entenderse sin ningún inconveniente, que Christo fué exâltado en la Cruz, aunque se le hubiese clavado en ella estando la Cruz en alto; sin embargo se entiende mucho mas facilmente que fué exâltado en ella, si habiendo sido tendido, y enclavado antes sobre la tierra, fué despues levantado en alto con la misma Cruz, y expuesto á la vista de todo el mundo. Con efecto, quanto puedo yo juzgar sobre este ??? punto, me parece mucho mas verisimil, que esto quiso significar el Señor, quando dixo: Y yo, si fuere exâltado de la tierra. Y para que no parezca de algún modo, que lo que acabo de decir, lo he dicho arbitrariamente, quiero confirmarlo con las palabras del mismo Christo, el qual hablando con Nicodemus, dice (928): Así como Moysés exâltó la serpiente en el desierto, así conviene que sea exâltado el hijo del hombre. Donde ciertamente se compara el Señor con la serpiente de metal que exâltó Moysés en el desierto, como se refiere en los Números (929). Si queremos, pues, exâminar, y penetrar bien las palabras del citado lugar, se hará evidente, que aquella serpiente de metal que fabricó Moysés, primero fué clavada en un palo, ó percha, y despues levantada en alto, para que todo el pueblo la pudiera ver: y así en aquellas palabras: Y puso á la serpiente por señal, se alude evidentemente á la señal, ó estandarte, que habiéndolo puesto antes en el palo, ó percha cerca de la tierra, lo levantan despues, para que todos lo vean. Sobre lo qual dice varias cosas un grave Intérprete, y muy perito en la fuerza, y energía de las palabras Hebreas (930). Parece, pues, mucho mas probable el decir, y pintar la crucifixîon de Christo del modo que hemos explicado: de manera, que primero fuese clavado el Señor en la Cruz sobre la tierra, y despues levantado en alto, ó como dice el mismo Christo, exâltado, fixada en tierra, y apretada fuertemente con cuñas la extremidad de la Cruz, para que no pudiera moverse con facilidad.

4 Muchas cosas tengo que advertir á los Pintores acerca de la Pintura, é Imagen de Jesu- Christo crucificado, que es tan freqüente entre Christianos, baxo cuyo nombre, solo entiendo á los Orthodoxôs: porque ??? contra aquellos, que quieren ser tenidos por Christianos, y no solo no admiten las venerables Imágenes de Christo, sino que las ensucian, y con rabia infernal se enfurecen contra ellas, ¿para que nos hemos de detener en nómbrarlos, y perder el tiempo en refutar semejantes errores? quando muchos tiempos há, que esto lo han hecho hombres insignes por su piedad, y sabiduría. Jesu-Christo, pues, fué crucificado, despojado de sus vestidos, y desnudo, lo que es tan cierto, como que es de Fé: ni de otra manera nos lo refieren los Evangelistas, como se echa de ver de sus mismas palabras. S. Mathéo dice (931): Despues de haberle crucificado, repartieron sus vestiduras, echando suertes. San Marcos: Y crucificándole, repartieron sus vestiduras, echando suertes. Lo mismo dicen S. Lucas, y S. Juan, como verémos mas abaxo. Por lo que, es poco conforme á la verdad (por no decir nada mas) el pintar á Christo crucificado vestido con una larga túnica, cubierta su cabeza con tiara, y con zapatos en los pies: á no ser que esto (lo que tengo por mas verisimil) se haya de referir á algún sentido simbólico, como es la dignidad del Imperio que le cupo en la Cruz, segun lo que él mismo había dicho: Quando fuere exâltado de la tierra, á todos traeré á mí mismo. Y esto mismo se ha de decir tambien de otros Mártires, que fueron crucificados: estando recibido por ley, y por la misma costumbre, el clavar á los reos en la cruz desnudos, y en ningún modo vestidos. Y si un Autor pío, eloqüente, y erudito (932), pintó vestidos á los Mártires, y con los ornamentos, que les eran propios, no lo hizo por pensar que así se había executado, sino movido de otras razones pías, y prudentes, que él mismo significó en el Prólogo á su obra, donde dice: En primer ??? lugar, aunque hubo costumbre entre los antiguos de despojar de todos sus vestidos á los que habían de ser crucificados; sin embargo á mí me ha parecido, que debia expresarse el vestido, con respecto á las vestiduras propias de cada qual, de su dignidad, de su empléo, y de su nacion: y por ser tambien cosa mas honesta, y magestuosa.

5 Ciertamente debiera esto observarse, particularmente con las mugeres, por el pudor, y honestidad, en atención á las muchas razones, que hemos alegado arriba Lib. I. cap. 5. tratando de la desnudez de los cuerpos. Mas, sobre si la desnudez del cuerpo de Christo en la Cruz fué total, ó no; no hay para qué detenernos en esto con sobrada curiosidad. Bastante hemos dicho sobre esta materia tratando de su flagelación (933), adonde remito al Lector, pues á mí se me hace molesto repetir una cosa muchas veces. Solo quiero añadir ser cosa vana, y ridícula el pintar á Christo en la Cruz con pañetes, aunque un buen Autor enseña, que Christo fué crucificado, y sepultado con ellos; y refiere haberlo juzgado así otro Autor aun mas grave, y erudito (934). Lo que yo extiendo gustosamente á otro género de vestidura, que es mas propia de mugeres, que de hombres, y que llamamos en Castellano Enagüillas. Pues todo esto son invencioncillas, que no tanto parece que proceden de piedad, como de ignorancia. Y así, será propio del Pintor cuerdo, y erudito, poner, ó pintar unos pañitos en las partes vergonzosas del Sagrado Cuerpo, como suelen practicarlo los que no son enteramente rudos, é ignorantes en el Arte. Y si alguna vez, ó por ostentación del Arte, ó por otro qualquiera motivo (ciertamente poco decente, y prudente) algún Pintor, ó Escultor Católico ha pintado, ó esculpido la ??? Imagen de Jesu-Christo pendiente de la Cruz totalmente desnuda, aun por lo que mira á aquellas partes, que el pudor, y la honestidad misma exîgen que se cubran; nunca deberá imitarlo el Pintor, ó Escultor: antes será mucha prudencia, y piedad el echar un velo á semejantes desnudeces; lo que no podrá omitirse sin un género de sacrilegio. Por lo que, no repararé en poner aquí (por contener muy excelente instruccion) lo que nos dexó escrito un Autor, que he citado muchas veces (935), recomendable por su erudicion, y ciencia en el Arte de la Pintura. Estas son sus palabras: En el Altar del trascoro de S. Lorenzo el Real está un Crucifixo de mármol natural (de mano de Banbenuto Cellini famoso Escultor) que el gran Duque de Florencia envió á la Magestad de Filipo Segundo. El qual vino sin paño, y todo perfectamente acabado. Y entrando su Magestad á verlo, y en su seguimiento las dos Infantas de Saboya, y Flandes, con su acompañamiento, antes que llegáran, el Rey (como tan prudente, y prevenido) sacó un pañizuelo grande, y cubrid las partes que se debian cubrir del Santo Christo, porque sus hijas no se ofendiesen de su indecencia. Y en memoria de tan piadoso hecho, se quedó allí el lenzuelo de su Magestad: aunque adornaron despues el Crucifixo con paño mayor. Refiriéronme el caso (concluye el erudito Autor) los Religiosos, estando mirando yo, y los que iban conmigo año I6II.

6 Los Evangelistas callan enteramente, si estando Christo pendiente de la Cruz, le pusieron aquella corona de espinas, que enfurecidos los soldados le habían puesto antes por burla, y escarnio. Sin embargo una pía creencia, y una tradicion, que de algún modo se puede decir, que la Iglesia ha recibido, lo afirma, y asegura. Ni es de extrañar: porque ademas de Tertuliano (936), ??? que toca, é insinúa esto con bastante claridad quando dice de Christo Señor nuestro, que estando pegado en el travesaño de la Cruz, y rodea la su cabeza con la corona de espinas, &c. ademas desto, digo, lo dice clara, y expresamente el Papa San Gregorio Magno (937), el qual en las oraciones (si es que son suyas) de la Pasion del Señor, dice así: O Señor Jesu-Christo, te adoro á tí pendiente de la Cruz, y llevando la corona de espinas en tu cabeza. Ni faltan para esto conjeturas, y de bastante peso. Porque, como Pilatos hubiese entregado Christo á los Judíos, á fin de crucificarle, por el falso crimen que le habían acumulado de haber afectado el Reyno de Judéa, ó de todos los Judíos; y no habiendo tampoco nada mas que esto en el título, que le pusieron en la Cruz; y por otra parte no omitiesen nada los Judíos de quanto podia contribuír á deshonrar la Persona de Jesu-Christo, y á hacerle pasar ante el Pueblo por el hombre mas vil, é irrisible: es mucho mas probable (por no afirmarlo con mas certeza) que fué puesto el Señor, y levantado en la Cruz con la ignominiosa señal de la corona de espinas. Lo que sí bien podria probarlo, é ilustrarlo con muchos otros argumentos; con todo me abstengo de referirlos: así por parecerme, que esta es una cosa ya comunmente recibida; como porque la confirman varios Autores muy graves, y píos, que se ocuparon laudablemente en describir con mas exâctitud la Pasion y Crucifixîon de Christo Señor nuestro.

7 De mas importancia es aquella controversia, que vemos tratada con mucho esfuerzo, acerca del número de clavos, con que fué crucificado el Señor. Pero antes de entrar en esta disputa, en la qual, ayudándome Dios, y guiado no por mi propio juicio, sino por el de hombres doctísimos, manifestaré con firmísimas ??? razones, y argumentos, lo que se ha de afirmar, y seguir; será muy del caso saber, que no han faltado algunos, los quales han negado abiertamente, ó á lo menos dudado, de si Christo Señor nuestro fué crucificado con clavos de hierro, ó si solo fué atado con cuerdas en la Cruz. Algunos, digo: ¿pero quiénes, y quales son estos? Buen Dios! A saber, aquellos que no siendo de la grey de Jesu-Christo, que le adora crucificado en los Altares, sino de la inmunda piara de los Hereges, han inventado cosas ridículas, y absurdas: pues no hay para ellos cosa alguna tan santa, é inviolable, que al punto no la ensucien, ó despedacen hedionda, é impunemente (938):

¿Quién sabe (dice un Predicador herege) si acaso los Judíos ataron á Christo en la Cruz? Mas, dexando á parte la justísima invectiva, que con no menor solidez, que elegancia, hace contra este impío, el Autor que acabo de citar; no solo la autoridad de la Tradicion, y el unánime consentimiento de los Santos Padres convence de clarísima falsedad, y ridiculez el error, y delirio de este hombre mal intencionado; pero, lo que es mas, la fé inviolada, é incorrupta del texto Evangélico, disípa, y desvanece dicho pensamiento mas ligero que el viento, y que la niebla. Así lo leémos en el Evangelista S. Juan, testigo ocular de los hechos, y oprobrios del Señor, refiriéndonos lo que dixo aquel Discípulo incrédulo, que no quiso creér una cosa tan admirable, si no la veía con sus propios ojos, y la tocaba con sus manos. Estas son sus palabras (939): Si no viere en sus manos los agujeros de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y mi mano en su costado, no creeré. Lo que es tan claro, y evidente, que el querer añadir algo sobre lo ??? dicho, sería, si no superfluo, á lo menos trabajo poco necesario: solo advertiré de paso la fidelidad con que tratan las palabras del Evangelio, los que á són de trompetas, y de otros instrumentos, están voceando no ser lícito apartarse en la mas mínima cosa de ellas, ni de la Sagrada Escritura. Pero vamos al asunto.

8 La opinion, que á lo menos en este tiempo, no se puede negar ser la mas recibida, y que además de la costumbre la abrazan clara, y expresamente hombres, y Escritores muy sabios, es, que Christo Señor nuestro fué clavado en la Cruz con solos tres clavos, del modo que lo vemos freqüentemente en sus Imágenes Sagradas, así pintadas, como esculpidas: de suerte que cada una de las manos fué clavada con distinto clavo, pero ambos pies fueron traspasados con uno solo, aunque mas largo, y mas recio. Todos los Autores que son de este parecer, pueden verse en Daniél Mallon, á quien siguen los demas, y particularmente el vulgo de los Pintores, los quales por el mismo hecho lo confirman; de manera que el pintarlo de otro modo, lo miran como una cosa no muy sólida, y de poco primor, y por tanto la reprueban abiertamente, y la desprecian. Mas, por lo que toca á los Pintores, cuyo oficio, si no vá acompañado de mucho discernimiento, y juicio, degenéra facilmente en la ligereza, y audacia de los que forman de barro las figuras, que se les antojan; verémos despues por testimonios fidedignos, quiénes fueron los primeros Pintores, que se atrevieron á pintar á Jesu-Christo clavado solamente con tres clavos. Y por lo que respeta á los Escritores que se citan; por algunos que alegan los modernos, píos sí, pero no igualmente versados en el conocimiento de la antigüedad, repondrémos otros, los quales (lo diré con su licencia) deben reputarse por testigos mas hábiles, é idoneos para el caso.

9 Para decir, pues, claramente lo que siento sobre ??? esta materia, digo, que me agrada mucho mas la opinion de los que dicen, que Christo Señor nuestro estuvo pendiente en la Cruz, y crucificado, no con tres, sino con quatro clavos: de suerte que cada una de las manos, y lo mismo cada uno de los pies fué traspasado con su clavo particular. Esta sentencia fundada en claros, y expresos testimonios de los Santos Padres, aun de los antiguos, y que la comprueban el dictamen de Escritores antiguos, y la costumbre recibida de Pintores, y Artífices, no solo de los Griegos, y Latinos antiguos, sí tambien de los modernos, como separadamente lo exâminarémos despues; quiero probarla en primer lugar por la autoridad de la Sagrada Escritura, formando este breve silogismo. Consta por la Sagrada Escritura, así por lo que escribieron los Profetas, como por lo que despues nos han dicho los Evangelistas, que á Christo Señor nuestro en su Sagrada Pasion, no le quebraron, ó rompieron ningún hueso: Es así, que si hubiese sido crucificado con solos tres clavos, apenas es creíble, que no hubiese sucedido lo contrario: Luego es falso, que Christo Señor nuestro fuese clavado no mas que con tres clavos. Y no quedando otro modo verisimil de la crucifixîon del Señor, se ha de decir absolutamente, que Christo fué crucificado con quatro clavos, y no solamente con tres, como dice el vulgo de los Pintores. A favor de la primera proposición de mi raciocinio, que llaman Mayor, está bastante claro el Evangelista S. Juan, testigo ocular de lo que pasó en la Pasion del Señor; el qual dice así (940): Los Judíos, pues (pondré todas sus palabras para que se eche de vér mas claramente la fé, y conseqüencia de la historia) por quanto era el dia de Parasceves (que era la víspera de la Pasqua) para que no quedáran en Sábado los cuerpos en la cruz (pues era ??? el grande dia del Sábado) rogaron á Pilatos, que les diera permiso de quebrarles las piernas, y quitarlos de allí. Vinieron pues, los soldados: y quebraron las piernas del primero, y del otro que fué crucificado con él. Pero llegando á Jesus, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza. Y poco despues: Sucedió todo esto (añade el mismo Evangelista) en cumplimiento de la Escritura, que dice: No le quebrareis ningún hueso. Y otra Escritura dice: Verán á aquel, al qual traspasaron. Hasta aquí S. Juan, el qual tomó los testimonios que alega, del Testamento Viejo: el primero del libro del Exôdo (941), y el segundo de la Profecía de Zachârías. Es, pues, verdaderísima aquella primera proposición que sentamos arriba, á saber, que á Christo en su Sacratísima Pasion, no le rompieron, ni quebraron ningún hueso. Y que, si Christo hubiese sido crucificado con solos tres clavos, debiera haber sucedido lo contrario, se echa de vér bastante por el juicio, y razones de los Anatómicos, y peritos en este Arte. Pues en tal caso, se nos figuran, y describen taladrados ambos santísimos pies con un solo clavo, y que (como era regular) fuera tan largo, y grueso, que su longitud fuese casi de la medida de pie, y medio, para que no solo pudieran taladrarse ambos pies, sí tambien fixarse profundamente en la madera, y aun traspasarla, remachando (como probablemente se puede colegir) y doblando su punta por la parte contraria. Debería ademas ser mucho el grueso que correspondería á la longitud del clavo: y que un clavo de semejante tamaño (que por tanto deberían los verdugos haberlo clavado con mucha furia, y violencia) no rompiéra, ni desmenuzára alguno de sus huesos, es cosa que apenas puede concebirse. Por lo que, no pudiéndose admitir esto por ser ??? contra lo que anunciaron los Profetas, y contra la verdad del mismo Evangelio; síguese de aquí, que ambos pies de Christo no fueron taladrados con un mismo clavo. Esta razon mereció el aprecio de un Pintor de mucha erudicion, y muy perito en su Arte: pues dice así (942): No hay duda sino que tiene suma dificultad (no dando lugar á milagro) clavar un pie sobre otro junto con el madero de la Cruz, sin que al romper el clavo con la violencia de los golpes se quiebren los huesos de los pies (siendo de fé lo contrario) y es cosa que á doctísimos hombres de nuestro tiempo les hace no pequeña repugnancia. Y para que no parezca, que este hombre cuerdo, y erudito, lo ha dicho sin fundamento, podemos confirmarlo bastante con el juicio de algunos otros.

I0 Primeramente, el Reverendísimo P. Fr. Angel Roca de la Orden de S. Agustin, que despues fué Obispo de Tagaste, en el pequeño Comentario que escribió sobre la partícula de la Santa Cruz de Christo, que se guarda en el Sagrario Apostólico, dice: Algunos para encarecer mas los dolores de Jesu-Christo, y manifestar tambien mas la crueldad de los Judíos, dicen, que parece probable, que la crucifixîon del Señor se executó con solos tres clavos: pero estos no advierten, que semejante modo no solamente es inepto, sino tambien muy propio para que le hubieran quebrado los huesos: sin embargo que por el Profeta, y por su Intérprete S. Juan, es manifiesto, que á Jesu-Christo no se le quebró ningún hueso. La misma sentencia defiende el doctísimo Padre Maestro Fr. Vicente Durango de la Sagrada Orden de Predicadores, Prior del Convento de S. Pablo de Sevilla (943), con estas palabras: Lo otro que me inclina á abrazar esta sentencia, es, el que si hubiesen sido traspasados sus pies, uno sobre otro, el clavo que hubiera traspasado ambos pies, debería haber sido muy largo, y ??? grueso; y por consiguiente hubiera desgarrado uno, yotro pie, rompiendo los huesos, &c. lo que prueba elegantemente, y lo convence en el mismo lugar. Del mismo dictamen es tambien (omitiendo á otros muchos) un Religioso de la Orden del Seráfico Padre S. Francisco, que por aquellos tiempos vivía en Sevilla, cuy,o nambre no he podido averiguar, y dice así: Que los pies del Señor fuesen traspasados con un solo clavo, del modo que ahora lo vemos representado, moralmente hablando, es imposible, á no ser que recurramos á milagro, de que no hay en este caso ningúna necesidad. Porque es imposible (añade en el mismo lugar el Autor citado) taladrar ambos pies con un solo clavo, sin romper los buesos del un pie, ó de ambos: y no sería verdad lo que nos dixo el Profeta: No le quebrareis ningún hueso. Esto mismo confirman otros por extenso, fundados en dicha razon. Y este modo de pintar vulgarmente los pies de Christo traspasados con un solo clavo, se convence bastante de falsedad por la misma Sagrada Escritura.

II Añado ahora otra razon sacada del mismo Evangelio, á saber, que Christo Señor nuestro fué crucificado por quatro soldados: estas son sus formales palabras (944): Los soldados, pues, como le hubiesen crucificado, tomáron sus vestiduras (é hicieron quatro partes, una para cada soldado) y la túnica. Es, pues, muy conforme á razon, y á la verdad, que como fueron quatro los soldados que crucificaron á Christo, segun los quatro miembros que habían de ser crucificados, así fueron tambien no menos de quatro, los clavos con que le clavaron: á saber, uno en cada mano, y otro en cada pie. Me era muy facil probar esto con algunas razones y conjeturas. Pero baste alegar la autoridad de un varon muy grave, y de acendrado juicio, el Cardenal Toledo, hombre esclarecido por su gran sabiduría, ??? el qual, de haber sido quatro los soldados, que Crucificaron á Christo, infiere, sin poner en ello ningúna duda, haber sido absolutamente quatro los clavos, que traspasaron los miembros de Christo, pues dice así (945): Me ha parecido no ser una cosa improbable el decir, que la razon por que fueron quatro (los soldados que crucificaron á Christo) fué, porque el Señor fué crucificado con quatro clavos: pues á un tiempo le enclavaban sus manos, y pies. Y aunque muchos dicen que los clavos solamente fueron tres, sin embargo yo tengo por mas probable que fueron quatro. Esto parece que dá bastante á entender Rufino lib. I. Hist. cap. 8. y Theodoreto lib. I. de su Hist. cap. 8. cada uno de los soldados estaba ocupado á un mismo tiempo, &c. De suerte que á nuestra sentencia, que es la que tenemos por verdadera, se añade este nuevo peso, de decir el Evangelio, que fueron quatro los soldados que crucificaron á Jesu-Christo.

I2 Por lo que, siguen esta misma sentencia, que ya qualquier docto la tendrá por cierta, y verdadera, no pocos de los Santos Padres. S. Cipriano pintándonos á Jesu-Christo crucificado (946): Traspasando (dice) los clavos sus sagrados pies. Sobre cuyas palabras Jacobo Pamelio, esclarecido Intérprete de dicho Santo, dice: Fué S. Cipriano de opinion, que los pies del Señor fueron traspasados, no con uno, sino con dos clavos. Y añadiendo algo de suyo el erudito Intérprete, prosigue: Con efecto se confirma esto mismo por algunas pinturas muy antiguas. El Grande Augustino dice (947): Los inmaculados pies de Christo traspasados con crueles clavos, donde se vé, que el Santo habla clarísimamente en plural de los clavos de Christo, que le traspasaron sus pies: y lo mismo confirman otras palabras del mismo Santo (948), en que dice: ¡Cómo, ó alma mia, no te traspasa á tí ??? en especial un cuchillo de agudísimo dolor, quando no tendrías ánimo para vér, que se taladraban con clavos los pies, y manos de tu Criador! S. Gregorio Turonense exponiendo mas claramente que la luz lo que vamos tratratando (949): La razon (dice) por que fueron quatro los clavos, con que fué crucificado el Señor, es, porque le clavaron dos en las plantas de sus pies, y dos en sus manos. Lo mismo afirma un Doctor de primera clase, el Romano Pontífice Inocencio III. (950), no menos insigne por su piedad, que por su sabiduría: Quatro (dice) fueron los clavos, con que fueron clavadas las manos y los pies. Omito á otros muchos, que por no hablar tan claramente, y con alguna obscuridad, no quiero citarles por testigos. Pero no quiero, ni puedo pasar en silencio á dos Escritores recomendables por su gran literatura, y santidad, que aprueban expresísimamente este modo de pensar, y por tanto el pintarlo de dicha manera. Estos son el Abad Ruperto, y el Cardenal Belarmino: el primero exponiendo pía, y elegantemente, como acostumbra, aquellas palabras de la profecía de Amós: Ví al Señor que estaba sobre el altar, explica todo esto, diciendo: Verdaderamente se nos manifiesta con esto una grande vision. Pregunto yo ahora: ¿dónde, ó quándo sucedió una cosa tal, en señal de la qual debiera verse el Señor estando sobre el altar? Y buscando lo dicho en todo el Evangelio, ó en todos los arcanos de la gracia Evangélica, nada me ocurre tan grande, ni que sea tan evidente, segun la propiedad de esta vision, como la figura y positura de Jesu-Christo crucificado. Porque puesto el Señor en Cruz, y hecho sacrificio por nosotros, estuvo sobre el altar de la Cruz en una positura dificil, y trabajosa: lo que debemos advertir diligentemente, y nunca debe borrarse de nuestro entendimiento ??? aquel espectáculo. Estaba el Señor pendiente, y de pies, enclavadas sus manos en los brazos de la Cruz; y clavados sus pies en aquella peana de madera tambien con clavos, y á la manera de quien está en pie. Estando de este modo, era él mismo la hostia, y la Cruz el altar. He querido poner todas sus palabras, porque nada podia decirse, que fuera mas verdadero, ó mas elegante. El segundo, aunque superior en dignidad, y que en materia de erudicion, no hay con quien no pueda compararse, dice (951): En quanto á la estructura de la Cruz, es comun sentencia de los antiguos, que constó de tres maderos; el uno largo, en el qual estaba tendido el cuerpo del crucificado: el otro transversal, en el qual se le clavaban las manos: y el tercero fixado en la parte inferior, adonde caían los pies del crucificado, pero traspasados con clavos para que no pudieran moverse. Así lo enseñan los Padres antiquísimos S. Justino, y S. Irenéo, los quales indícan con bastante claridad, queo sobre otro. De que se sigue, que los clavos de Christo, fueron quatro, y no solamente tres, como piensan muchos, que por este motivo pintan crucificado al Señor teniendo el un pie sobre el otro. Pero Gregorio Turonense abiertamente siente lo contrario, cuya sentencia confirman las Pinturas antiguas. Yo mismo he visto en la Biblioteca Real de París, manuscritos de los Evangelios muy antiguos, en los quales se veía freqüentemente la Imagen de Christo Crucificado y siempre con quatro clavos. Hasta aquí el Cardenal Belarmino.

I3 Y así, por quanto parece, que esto mira directamente á nuestro asunto, y para dar la mas cabal explicación de la Sagrada Imagen del Crucifixo; indagarémos aquí brevemente, lo que notaron estos dos gravísimos Intérpretes: á saber, que Christo Señor nuestro ??? fué crucificado, de manera que se representaba, como que estuviese en pie: lo que sucedió, clavando ambos pies de Christo sobre un pedazo de madera que le servia de escabel, y estaba firmemente unida á la misma Cruz, como que estaba clavada con ella. Este modo de crucificar á los hombres así, se usó freqüentemente, como lo han observado Autores muy doctos, á quienes sigue finalmente, despues de haber exâminado mejor este punto, el Príncipe de los eruditos Justo Lipsio (952): el qual tiene á la verdad por mucho mas probable, el que así se practicó en la crucifixîon del Señor. Con efecto, segun notó Belarmino, fué de este mismo dictamen el Autor antiguo S. Irenéo (953), el qual dice: La figura de la Cruz tiene cinco puntas, ó extremidades, dos por lo largo, dos por lo ancho, y una en medio, donde descansa el crucificado. A quien había precedido S. Justino Martir, quando dixo (954): Hay en la Cruz un madero, ó palo recto, cuya parte, ó extremo superior se levanta en punta: quando á este madero se le aplica, ó junta otro se manifiestan dos puntas mas de uña, y otra parte, unidas como extremos con la primera. Y el madero que está clavado en medio tambien sobresale, formando un género de punta, en la qual descansan, y estriban los crucificados. Pero mas claro todavía afirmó despues lo mismo S. Gregorio Turonense: En el tronco levantado (dice este Santo) (955) es manifiesto, que abrieron un agujero, y en él pusieron una tablilla, sobre la qual clavaron las sagradas plantas de Christo, como si estuviera de pies. Nada podia decirse con mas claridad. Y á esta misma sentencia subscribe el Papa Inocencio (956), que citamos arriba, diciendo: Hubo quatro maderos en la Cruz del Señor: el uno derecho, el otro transversal, el pedazo ??? de madera que estaba debaxo de los pies, y el del título, que estaba arriba. Palabras que confirman clarísimamente nuestra sentencia, y lo que hemos dicho de la peana, ó tablilla, que tenia Christo debaxo de sus pies.

I4 Siendo esto así, no tiene que amedrentarnos para hacernos desistir de esta sentencia el vér un grande número de Imágenes de Jesu-Christo crucificado con solos tres clavos, lo que se ha introducido de algunos siglos á esta parte, y cuyo modo de pintar han seguido en todos países, insignes Pintores, y Escultores. Porque primeramente, las venerables Imágenes de los siglos mas remotos, nos representan lo contrario, no solo las que hay entre los Griegos, los quales (como son muy tenaces en conservar sus antiguos ritos, y costumbres) no ponen en esto la menor duda; sí tambien las que vemos entre los Latinos, á saber, en Italia, en Alemania, en Flandes, en Francia, y en nuestra España: lo que hombres muy doctos que citaré despues, han ilustrado con muchos exemplos. Fuera de que, aun hoy, en muchos parages donde florece la mas exâcta inquisición sobre estas cosas, no pintan de otra manera á Jesu Christo crucificado, sino del modo que hemos dicho. Con efecto, así lo vemos en muchas Imágenes ya pintadas, ya esculpidas sutilmente en metal, ó en plata, ó trabajadas de marfil, ó de otra materia, que vemos á menudo, y se han hecho de pocos años acá, particularmente en Flandes, y en Francia, y acaso en otras regiones, donde constantemente se nos representan los pies de Christo, separado el uno del otro, y afianzado cada uno de ellos en aquel palo, ó tablilla, y traspasado separadamente con distinto clavo: no habiendo entre ellas otra diferencia, sino el que en algunas se representan los brazos de Christo levantados en alto, acaso mas de lo que corresponde; y en otras solo medianamente levantados. Sobre lo qual podrá el Pintor erudito juzgar, y pintar como mejor le pareciere. ???

I5 Ni importa, el que contra lo que hemos dicho hasta aquí, nos quiera objetar alguno. Primeramente, que habiendo tan grande número de Imágenes de Jesu-Christo crucificado pintadas, ó esculpidas con solos tres clavos; parece que lo contrario es querer inducir alguna novedad, por cuyo motivo, quando no hubiese otro, todo hombre cuerdo debiera no admitir, y reprobar semejante modo de pintar. Además: porque, si es verdad que Christo fué crucificado, no solamente con tres, sino con quatro clavos, lo que he probado con tanto peso de razones, y autoridades; ciertamente no se echa de vér el origen de donde dimanó la costumbre contraria que vemos ya introducida casi en todas partes: sin embargo de que es muy verisimil, que habría alguna causa verdadera, ó quando menos probable, para variar en este punto. Digo, que todo esto no importa. Porque, ó bien parezcan, ó sean en realidad estas razones del peso que se quiera, todas ellas se disuelven con mucha facilidad. En quanto á lo primero, respondo, que el pintar, ó representar á Jesu-Christo del modo que realmente sucedió, esto es, no con tres clavos, sino con quatro, no es en ningúna manera introducir novedades, sino seguir, y anteponer la verdadera, y sólida antigüedad, y reprobar lo que de nuevo han introducido los que, ó ya llevados de una falsa imaginacion, ó ya de ignorancia, ó lo que es peor, de malicia, representaron á Jesu-Christo crucificado no mas que con tres clavos, como constará mas por lo que irémos diciendo despues. Quanto á lo segundo, afirmo constantemente, que el origen de representar al Señor crucificado con solos tres clavos, ha dimanado no de un solo capítulo. Porque en primer lugar, algunos poco dedicados á inquirir la verdad de los hechos, antes á soltar las riendas á su propia imaginacion, y fantasía, pintaron de este modo la crucifixîon del Señor, por parecerles (como dicen ellos ??? mismos) mas elegante la situacion, y positura del cuerpo crucificado: y que el pintarle con quatro clavos (que es el verdadero modo de pintarse) parecería una cosa mas inepta, y desayrada, donde no podrian ostentarse tanto los primores del Arte, como lo vió muy bien el Autor (957), que muchas veces hemos citado, alegando al erudito Grethsero. Otros, llevados de algún género de piedad, pero indiscreta, abrazaron semejante modo de pintar, por parecerles mas bárbaro, y cruel, y por tanto mas apto para representar los tormentos de Christo, y para expresar la fiera crueldad de los Judíos, que persuadieron á los soldados lo hiciesen así, como lo vimos antes en el citado Angelo Roca. Otros, sin reflexîonar ningúna de estas cosas, se dexaron, y se dexan llevar del uso, y de la costumbre, como freqüentemente sucede: muy semejantes á aquellos de quienes dice Séneca, que van á algún determinado lugar por donde vén que ván los demas, y no por donde se ha de ir: lo que tambien se ha de reducir á ignorancia. Pero lo que es mas de extrañar, de suerte que quien lo léa sin saberlo de antemano, se llenará de pasmo, y admiracion, es, que no solo muchos de los Autores, sino los primeros en efecto, que representaron á Christo crucificado con solos tres clavos, fueron los Hereges Albigenses, los quales no lo hicieron por ignorancia, y mucho menos á impulsos de piedad, sino por malicia, y llevados de un indecible odio contra la Iglesia Católica. Pero (se me dirá) ¿qué testigo produces (pues es preciso que haya alguno, y que este sea famoso) para probar tan grande atentado? Digo, que produzco un testigo el mas clásico, y calificado, que pueda producirse en semejante materia. Este es Lucas, llamado Tudense, ó de Tuy, del Obispado de este nombre, que hay en la Provincia ??? de Galicia, Varon de mucha piedad, y de exquisita erudicion, el qual vivió en el mismo tiempo, que dichos Hereges, de quien no es creíble, que se engañase en una cosa de tanta importancia, ni que quisiese engañar á los demás. Este, pues, omitiendo ahora muchas cosas, que no son del presente asunto, dice así: Pretenden tambien, clavando con un solo clavo ambos pies del Crucifixo un pie sobre otro, hacer burla, y mofa de la Cruz de Christo, é introduciendo novedades, borrar, ó poner en duda la fé de la santísima Cruz, y las tradiciones de los Santos Padres. E interpolando algunas palabras, repite lo mismo, diciendo: Hicieron entonces los mencionados hereges una Cruz, solamente con tres extremos, donde había la imagen de un Crucificado con tres clavos, que te da el un pie sobre el otro, y viniendo los Pueblos, adoraban dicha imagen con mucha devocion, en vez de la Cruz de Christo. Y hablando en otro lugar de los mismos Hereges Albigenses, á quienes llamaban nuevos Manichêos: Otros (dice) sin tener para ello ningúna autoridad, afirman, que Christo fué crucificado con solos tres clavos, y que la lanza no traspasó su costado derecho, sino el izquierdo. Hé aquí, quiénes, y quáles son los Autores del modo de pintar á Jesu-Christo crucificado con solos tres clavos: y hé aquí en fin, lo que me ha parecido decir sucintamente sobre esta materia controvertida por ambas partes. El que quiera instruirse mas plenamente sobre esto, véa á Francisco Pacheco, y á Cornelio Curcio de la Orden de San Agustin, Provincial de Flandes, que han tratado difusamente este punto: pues yo no puedo detenerme mas en esta materia, y me es preciso pasar á otra, advirtiendo antes únicamente al Lector, que aunque las Imágenes de Jesu- Christo crucificado con solos tres clavos, contienen error en la Historia, y descripción del hecho, como lo he convencido bastantemente; con todo no deben contarse en la clase de las que dan ocasion á error peligroso ??? por traér su origen estas Pinturas de los Hereges. Pues, aunque esto sucedió en aquellos tiempos, quando se extendian, y propagaban dichas heregías; nadie sigue ahora este modo de pintar con el mal fin que llevaban los referidos Hereges, y acaso son pocos los que saben haber dimanado primero de los Albigenses esta costumbre; moviéndose únicamente á pintar á Christo clavado con solos tres clavos, ó por piedad, ó por querer imitar á los demás. Y así, sería de desear, que en adelante Pintores, y Escultores formasen las Imágenes del Señor puesto en la Cruz, del modo que hemos explicado. Pero el condenar de error, y particularmente de error peligroso, las que se han formado hasta aquí con solos tres clavos, ni yo, ni ningún hombre cuerdo podrá atreverse á ello.

I6 Establecida ya la crucifixîon de Christo con quatro clavos, y además, aquella tablilla, ó escabel debaxo de sus pies, conforme me ha parecido mas verisimil, solo me resta advertir á los Pintores, y Escultores de Imágenes Sagradas, ser una cosa disparatada, y que se aparta mucho de la verdad, el pintar á Jesu-Christo, no solo en el semblante, sino tambien en lo restante de su cuerpo (segun suelen hacerlo regularmente) como que no le hubiesen maltratado, ó atormentado, con un rostro de buenos colores, y lleno de carne, y con lo que los Pintores llaman morbidéz, que es cierta blandura, y suavidad. Apártese semejante inconsideración de un ánimo poco reflexîvo. Christo Señor nuestro no estuvo así pendiente de la Cruz, como le pintan por lo comun, sino que estuvo pendiente de ella para darnos exemplo de su amor, y paciencia, despedazadas, y abiertas sus carnes, y lastimado con heridas, llagas, y cardenales: lo que no es menester confirmarlo, y manifestarlo ahora á la larga, particularmente, si se hace una seria consideración sobre los muchos, y horribles tormentos que padeció el Señor ??? antes de su Crucifixîon. De propósito paso ahora en silencio algunas cosas, que podian ilustrar, y hacer esto mas patente; pues debe bastarnos el texto, y lugar del Profeta Evangélico, el qual por demostrarlo admirablemente, y hacernos en cierto modo una bella pintura de todo el suceso, no haré reparo en poner entero todo el pasage. Hablando, pues, Isaías de Christo Señor nuestro con aquella perspicuidad, y evidencia, que solamente la ceguera, y dureza de corazon de los Judíos, han podido dexar de conocerla, dice expresamente (958): No había en él parecer, ni hermosura: vímosle, y no parecia él, tanto que lo deseamos (ó echamos menos) despreciado, y desechado entre los hombres, varon de dolores, experimentado en flaqueza: su rostro estaba como escondido, y abatido, por lo que no lo estimamos. A cuyas palabras, aunque de suyo clarísimas, y muy oportunas para demostrar, é ilustrar lo que tratamos (959), añade: Verdaderamente llevó él mismo nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores, y le reputamos por leproso, y como que Dios le había herido, y abatido. ¿Dónde están, pues, los que pintan á Jesu- Christo pendiente de la Cruz, de tal forma, y con un cuerpo, como que no hubiese padecido ningúna grave, ó molesta injuria, azotes, golpes, heridas, cardenales, ni otras cosas semejantes? Con efecto, los que meditaron esto mas profundamente, é hicieron reflexîones mas serias sobre este punto, pintaron de muy diversa manera á Jesu-Christo crucificado. Nada digo de las Imágenes de los primeros siglos que vulgarmente dicen ser de Nicodemus, ni de las demas antiguas, así pintadas, como esculpidas: una sola cosa no quiero omitir. Fuera de las murallas del Lugar de Alba junto al rio Tormis, hay un Monasterio, que segun dicen, y es constante, fué antiguamente de Padres Canónigos ??? Premonstratenses, pero que muchos tiempos hace, es de PP. Gerónimos; entre otras muchas, y excelentes Imágenes, que allí se veneran, hay una de Jesu-Christo Crucificado, de una estatura casi regular, y labrada con mucho primor: la qual no solo nos representa al Señor abiertas sus llagas, su sangre, como que va corriendo, la crueldad de los azotes, descarnadas las rodillas, y otras cosas á este tenor; sino tambien las heridas, y cardenales de los golpes en todo su cuerpo: de suerte que á los que la miran, no solo les mueve á afectos piadosos, sí que tambien les llena de un santo horror, pasmo, y estupor. Este es el modelo que desearía yo siguiese todo Pintor, y Escultor Christiano, quando se propone representar al vivo la Imagen de Christo Crucificado.




EL PINTOR CHRISTIANO Y ERUDITO-Juan Interián de Ayala - CAPITULO XVI.