EL PINTOR CHRISTIANO Y ERUDITO-Juan Interián de Ayala - LIBRO SEXTO.


CAPITULO PRIMERO.


De las Imágenes de S. Francisco de Paula, de las de S. Isidoro Arzobispo de Sevilla, de Santa Casilda Virgen Española, y de las del Romano Pontífice S. Leon Magno.

I Aquel esclarecido Santo, superior á todo encarecimiento, nuevo Thaumaturgo del Universo, y que por haber querido, y mandado, que á él, y á sus hijos les llamáran Mínimos, puede con razon llamarse Máxîmo, y Mínimo; este mismo es el que por sus hechos (si se refiriesen con la dignidad que merecen) excede, y sobrepuja, por lo claro, y resplandeciente de ellos, no solo los colores de la Pintura, sino tambien las mas brillantes luces de la Retórica. Mas, por lo que es de mi asunto, hay poco que advertir acerca de sus Imágenes, lo que notaré brevemente, y de paso. Y en primer lugar, que su Hábito, guardando la forma, de que hoy usan tambien sus hijos, no debe ser de color negro, sino del que llamamos pardo, ú obscuro por haber usado de dicho color el Santo Varon, conforme lo atestiguan, así sus Pinturas, como los Escritores de su vida. Y así, he oído muchas veces á testigos dignísimos de toda fé, ??? que este color es el que usan en Francia, y en Italia, los que profesan este Instituto. Y aun, por ser dicho color señal de mas austeridad, y de mas estrecha observancia, consta haberlo usado algunos en nuestra España, y yo mismo he conocido, y visto muchas veces á un Religioso anciano de esta Orden, hombre de admirable madurez, y probidad, y recomendable tambien por su literatura, y erudicion, que por espacio de mas de veinte años, no había salido las puertas de su Convento de Madrid, el qual, aunque muy aseado, usaba el Hábito del color que he dicho. Debe tambien pintarse el Santísimo Varon, y Patriarca S. Francisco (si se representa de cuerpo entero) con los pies totalmente desnudos, por decirnos claramente sus Historias haber andado así, aun quando viejo. Finalmente es muy justo, que se le pinte, no como quiera viejo, sino muy viejo, y casi decrépito: pues murió cumplidos ya noventa y un años, lo que sobre causar alguna mas reverencia para con el original, es mas conforme á sus hechos, como hemos insinuado.

2 Pero pasemos ya á otro Varon ilustre, no solo por su santidad que es lo principal, sino tambien por su mucha sabiduría. Porque ¿quien ignora, quan grande hombre haya sido S. Isidoro Arzobispo de Sevilla, brillante lumbrera de España, y de toda la Iglesia? y aunque no hay muchas Pinturas, é Imágenes de tan gran Santo, bien que no pongo duda, en que habrá algunas en la Ciudad, y Diócesis de Sevilla; sin embargo no quise pasarle enteramente en silencio, siquiera por el honor que de ello resulta á España. Con efecto, no puedo detenerme aquí mucho por lo que mira á sus hechos, y á las esclarecidas obras que dió á luz este Santo. Véa el que quisiere saber esto con mas individualidad á un ilustre Canónigo de la misma Iglesia de Sevilla, y Autor de la Biblioteca Española, el sabio D.

??? Nicolás Antonio (1241), cuya primera parte de su obra, que intituló Biblioteca Antigua, y que todavía quedaba sin imprimir quando él murió, la dió despues á luz, con mucha gloria del nombre Español, y con igual utilidad de la República literaria, y Española, el Eminentísimo, y Reverendísimo Cardenal de Aguirre, grande ornamento de España, y particularmente de la Universidad de Salamanca, donde yo todavía mozo, admiré su erudicion, y afluencia casi inimitable en explicarse: y donde tambien (pues hallo gusto en acordarme de semejantes menudencias) en unas conclusiones de Theología que defendí públicamente, me honró poniéndome un docto, y sutíl argumento. Véa, pues, el diligente Lector (volviendo ya á mi asunto, de donde una ligera digresion nos había alejado algún tanto) véa, digo, los hechos de S. Isidoro, y el índice de sus insignes volúmenes en el citado Escritor de la Biblioteca Antigua Española: pues á mí me basta, por lo que mira á mi intento, notar una sola cosa, que podrá servir igualmente para otros muchos lugares, la que, si yo no me engaño, no se aparta mucho del objeto, que me he propuesto.

3 Es muy freqüente entre los Pintores, quando pintan la efigie de algún Santo Doctor, representar un estante con varios volúmenes, añadiendo los títulos, ó epígrafes de aquellos libros, que consta haber escrito aquel Santo, cuya Imagen nos ponen á la vista: en que se cometen no rara vez errores, y anacronismos; como sería facil confirmarlo con exemplos, si esto fuera cosa, que mereciera tanto trabajo. Tan facil es deslizarse qualquier Artífice, emprendiendo cosas, que son sobre su Arte, ó fuera de ella, y como dice el proverbio, quando querémos meter la hoz en mies agena. De este modo podrá suceder facilmente, que un Pintor no indocto, y lo que es peor, un semidocto, y como suele decirse, un ??? bachillér, proponga entre los libros de S. Isidoro, aquel volumen, que algunos menos instruídos en las cosas Eclesiásticas, lo han tenido por obra, y parto legítimo del Santo; á saber, la Colección de las Decretales de los Pontífices antiguos (1242), cuya obra lleva ciertamente el nombre de Isidoro, aunque sin duda es espuria, y muy indigna de la erudicion, y sabiduría de tan gran Santo, como lo confiesan ya, no solo todos los sabios, y eruditos, sino que entre ellos, ó los primeros de todos, como es debido, son los Cardenales de la Santa Iglesia Romana, Eminentísimos en dignidad, y mérito, de los quales podría nombrar mas de siete, siendo el principal de todos el Escritor de los Anales Eclesiásticos (1243). Y aunque el citado Cardenal de Aguirre (1244) está por la contraria, pretendiendo con el mayor esfuerzo, aunque en Vano, que dichas Epístolas son de los Pontífices á quienes se atribuyen, bien que (conforme él mismo confiesa) añadidas, é interpoladas en muchos lugares; y tambien, que aquella Colección es obra, no de Isidoro Mercator, ó pecador, hombre conocido ya en todas partes, sino del Grande Isidoro Arzobispo de Sevilla: Aunque, digo, sea esto así, sin embargo, ello se tiene ya por fuera de duda, y el mismo Cardenal confiesa despues verse agoviado de dificultades insuperables, no faltándole mas, que desdecirse expresamente. Por lo que, si por Ignorancia de algún Pintor, se viera pintado un tal absurdo en la Imagen de este Prelado, y Doctor á todas luces Grande, como facilmente puede suceder juzgo que debería borrarse de sus libros semejante título.

4 Muchas Iglesias de España celébran el dia nueve de Abril á la esclarecida virgen Santa Casilla, ó segun la pronunciación Española de este nombre, á Santa Casilda: ??? cuyos hechos, como antes estuviesen escritos con mucha brevedad, los refirió despues con mas extension, sacándolos de varios monumentos, é Historiadores Españoles (1245), mi Amigo el Doctor D. Juan de Ferreras. Conforme, pues, á lo que nos dice este Historiador, era Casilda hija de Almenon Rey Mahometano, que por el siglo X. de la Iglesia mandaba en Toledo, virgen dotada de una índole, y genio benigno, y pío; por lo que, movida en gran manera de compasion, alimentaba, y favorecia por todos los medios posibles, quanto estaba de su parte, á los Christianos, que su fiero, y cruel padre tenia encarcelados. Cuya obra de misericordia, aunque natural, testificó Dios quan agradable le era con un insigne milagro, que por no deslucirlo con mi estilo, quiero referirlo con las mismas palabras de un esclarecido Historiador, que dice así (1246): Su Padre (Almenon) avisado de lo que pasaba, y mal enojado por el caso, acechó á su hija. Encontróla una vez, que llevaba la comida para aquellos pobres; alterado, preguntóla lo que llevaba? Respondió ella, que rosas, y abierta la falda las mostró á su padre. Desde entonces socorrió ella mucho mas que antes á los Cautivos con su benignidad, y compasion, á la vista de tan gran milagro: pues prosigue así el mismo insigne Historiador: Este milagro tan claro fué ocasion, que la Doncella se quisiese tornar Christiana, que de esta suerte suele Dios pagar las obras de piedad, que con los pobres se hacen; y fruto de la misericordia suele ser el conocimiento de la verdad. Padecía esta Doncella fluxo de sangre. Avisáronla (fuese por revelacion, ó de otra manera) que si quería sanar de aquella adolescencia tan grande, se bañase en el Lago de S. Vicente, que está en tierra de Briviesca. Su padre, que era amigo de los Christianos, por el deseo que tenía de ver sana á su hija, ??? la envió al Rey D. Fernando, para que la hiciese curar. Correspondió el suceso al deseo, siendo fruto de este viage el haber recibido la castísima virgen, no solo la salud del cuerpo, sí también la del alma; pues así concluye el mencionado Historiador: Cobró en ella en breve la salud, con bañarse en aquel Lago: despues recibió el bautismo, segun que lo tenia pensado, y en reconocimiento de tales mercedes; olvidada de su Patria, en una Ermita, que hizo edificar junto al Lago, pasó muchos años santamente. En vida, y en muerte fué esclarecida con milagros, que Dios obró por su intercesion: la Iglesia la pone en el número de los Santos, que reynan con Christo en el Cielo, &c.

5 Mas, sobre en qué año sucedió esto, no está averiguado bastantemente entre los Historiadores: Mariana, parece haberlo anticipado mucho, refiriéndolo al año de Christo M. L. el qual dice consiguientemente, que á Casilda la envió su padre con cartas para Fernando Rey de España, lo que también afirman algunos otros. Pero Ferreras, á quien no debo citar sin alabarle, piensa haber acontecido este hecho admirable el año de Christo M.LXXV., y de consiguiente afirma, que las cartas, que entregó Almenon á sus hijas, las dirigió á Alfonso Rey de Leon, que igualmente fué despues Rey de Castilla: á que también se inclinan otros. Pero como quiera que haya sucedido (que no es de mi intento averiguarlo con exâctitud) se debe pintar á esta Santa de mediana edad, y en trage de una virgen modestísima, aunque en hábito seglar, por no enseñarnos lo contrario los monumentos de España, que hemos alegado.

6 Quiero añadir aquí, para recrear algún tanto el ánimo de mis Lectores, una cosa, que no parece será totalmente fuera del caso: esto es, que de dicha Santa tomó la denominación un cierto lago, que hay entre la Ciudad de Burgos, y el lugar de Pancorvo, á quien vulgarmente llaman el Lago de Santa Casilda. En este lago ??? se vén freqüentemente grandes céspedes, de los quales algunos, cuya figura es casi redonda, tienen mas de veinte pies de diámetro. Con efecto, graciosamente podrían llamarse unas pequeñas islas que van nadando: pues son de tal firmeza, y consistencia, que sostienen cómodamente, y sin ningún peligro, no solamente á los hombres, y á los ganados menudos, sino también á los asnos, yeguas, y bueyes; sin embargo de ser él lago bastante profundo, y de tal mobilidad, que con ligero impulso facilmente los pasa el agua (aunque estén cargados) de una á otra ribera de dicho Lago. El Abad D. Segundo Lanciloto (1247), hombre á la verdad de mucha lectura, de no muy mal juicio, y de un ingenio salado, y chistoso, dada mucho de estas islas nadantes; y al fin se inclina á que la narración es fabulosa. Pero lo que riendo se impugna, también riendo facilmente se defiende. Había él leído á Séneca, y á Plinio el mozo, testigos á la verdad gravísimos, y lo que es mas de admirar, testigos oculares, á quienes sin embargo no quiere dar asenso; pero no había visto, ni leído á otros muchos que mereciendo entera fé, nos aseguran firmemente haber visto, y experimentado lo mismo (por no decir nada de lo restante del Universo) en diversos parages de Europa. Si alguno quisiere enterarse á fondo de esta materia, léa á Claudio Dausquio Canónigo de Tornay en todo su erudito, y doctísimo librito, que intituló: Terra et Aqua, seu Terræ fluctuantes, principalmente en el libro I. desde el cap. II. hasta el I5., donde encontrará á cada paso muchas cosas dignas de saberse, y cuya lectura es gustosísima (1248). Lo que he dicho de paso con ocasion del lago, que llaman los naturales de Santa Casilda.

7 Despues del Grande Obispo, y Doctor S. Isidoro, ??? síguese decir algo de otro Grande Doctor, y Sumo Pontífice de la Iglesia S. Leon, el primero de los Romanos Pontífices, á quien justamente se le dio el renombre de Magno. En cuyas Imágenes, que con mucho gusto he visto esculpidas en bronce explicando la série de sus hechos, no notaré yo, el que se representa al Santo Pontífice vestido con aquellos ornamentos, que solamente despues de muchos siglos empezaron á usar los Romanos Pontífices. Es muy comun esta inadvertencia, ó negligencia de los Pintores, como lo he advertido repetidas veces en otros lugares. Una sola cosa me ha parecido del caso notar aquí. Pintan al insigne Pontífice en aquel célebre lance, que refieren sus Historiadores; pero mejor será referir el caso con sus mismas palabras. Con efecto, sea quien se fuere el que escribió el breve compendio de su Vida, que precede regularmente á sus obras, dice así hablando de Atila Rey de los Hunnos: Como Roma se viese saqueada con insaciable furor, y disponíéndose (Atila) para hacer pasar sus tropas por donde el Mincio desagua en el rio Pó, movido á compasion S. Leon por los males que amenazaban á Italia, le salió al encuentro: y con su divina eloqüencia persuadió á Atila á que se volviese. Lo mismo, y con formales palabras, se refiere, y expresa en el rezo de S. Leon, lo que á mí me hace sospechar, si esto se ha tomado acaso de aquel brevísimo compendio, del que sin embargo hace mención el Cardenal Baronio (1249). Pero séase lo que se fuere, así concluye hablando del Rey de los Hunnos: El qual preguntado por los suyos ¿cómo era que contra su costumbre, pusiese tan humildemente por obra, lo que le mandaba el Romano Pontífice? Respondió haber temido á otro, que estaba presente en trage Sacerdotal, el qual (mientras hablaba el Santo Pontífice) con espada desenvaynada le amenazaba la muerte, si no ??? obedecia á S. Leon. Hé aquí la Historia no solo digna de referirse, con palabras eloqüentísimas, sí de representarse tambien con el pincel mas delicado. Y aunque S. Leon en ningúna parte de sus obras hace mención de semejante hecho (lo que no ha faltado quien lo notára), se debe tener por del todo cierto, y como á cosa, que la observaron los Escritores coetaneos.

8 Pero, por lo que hace á mi asunto, ofrécese advertir aquí, que otros Autores refieren haber visto Atila, no á uno solo, sino á dos, los quales le hicieron desistir de su intento. Así lo dice un Escritor bastante célebre de las vidas de los Pontifices (1250): Obedeció Atila los preceptos del buen Pontífice, por quanto, mientras estaba hablando S. Leon, le pareció vér sobre su cabeza dos varones con sus espadas desenvaynadas, amenazándole la muerte, si no obedecía. Quienes fuesen estos, lo interpréta el mismo, diciendo: Se juzgó, que eran los Apóstoles S. Pedro, y S. Pablo. De lo qual, aunque no podria reprehenderse de error el Pintor que representase á uno solo en trage Sacerdotal, y con su espada desenvaynada, del qual se hiciera juicio, que era el primer Pontífice Romano S. Pedro; sin embargo, tampoco podria condenarse por erroneo el que se pintáran dos, intentando significar á S. Pedro, y S. Pablo: á saber, á los que defienden, y defenderán á Roma con su tutela y patrocinio, y á quienes la misma Iglesia Romana, Maestra de la verdad, llama Padres de Roma y árbitros de las gentes. No, porque quiera yo (lejos está mi ánimo de una ficcion, y delirio tan grosero) establecer aquí, ni aun imitar ligeramente la locura de los Hereges, de las dos cabezas del Obispado de Roma: antes solo intento decir, que el honor debido á S. Pablo, en nada deroga al inconcuso Primado de S. Pedro; pues esto es, y nada mas, lo que con su acostumbrada eloqüencia nos ha ??? dexado escrito el mismo Santo Pontífice (de quien tratamos) con estas palabras (1251): De cuyos méritos, y virtudes (de S. Pedro, y S. Pablo) que exceden á quanto de ellos se puede decir, no debemos sentir ningúna cosa diversa, ni distinta: la elección los hizo parecidos, el trabajo semejantes, y el fin iguales.




CAPITULO II.


De las Pinturas, é Imágenes del Martir S. Hermenegildo Rey de España, de S. Jorge tambien Martir; y de las del Buen Ladron.

I Muchos, aun de los Españoles, solo llaman Príncipe de España al esclarecido Martir de Christo, y Rey de España S. Hermenegildo: por quanto habiéndole hecho morir en odio de la Fé Católica su impío Padre Leovigildo, hombre por otra parte grande, si alguno ha habido; piensan (acostumbrados á lo que sucede por lo comun, y mas freqüentemente) que Hermenegildo solamente fué sucesor de su Padre en el dilatado Reyno de España. Por esta razon, he observado yo mismo, que le pintan sin cetro, y con aquella pequeña Corona, que segun dicen los peritos en estas materias, no es propia del Rey, sino del Príncipe. Pero engáñanse: pues el ilustre Martir (digan otros lo que quieran) fué Rey, aunque no de toda, pero sí de una grande, y noble parte de España; á saber, de la Bética: ó para hablar con mas propiedad, fué compañero de su Padre en el Imperio; á la manera que solían hacerlo los Emperadores del Imperio Romano. Porque, como su Padre Leovigildo, acérrimo defensor de la Secta Arriana, quisiese establecer con mas firmeza su Reyno, é Imperio, tomó por compañero á su hijo Hermenegildo, quando este profesaba ??? aun la misma perversa Secta, asignándole una gran parte de España, donde fixára su Trono, y su Corte (1252). Y aunque no faltan quienes digan, que esta parte de España fué la Lusitania, y que la Capital del Reyno fué Mérida; con todo es mas probable, y mas conforme á nuestros Historiadores, haber sido la Bética, y que la Corte de su Reyno, no fué otra, sino Sevilla. Lo que sucedió, segun la suputación mas verídica, el año 6I7. de la Era Española, ó, lo que es lo mismo, el año de Christo 578.

2 Con buena suerte escogió el Real joven Hermenegildo á Sevilla para asiento de su Corte, donde á la sazon era Prelado de aquella Ciudad el grande S. Leandro, varon á un tiempo muy docto, y santo, con cuya conversacion, trato, y exhortaciones, mediando los auxîlios, y gracia de Dios, consiguió Leandro el que abjurára Hermenegildo la Secta de Arrio, y abrazára la Fé Católica, confiriéndole el mismo Santo Prelado el Sacramento de la Confirmacion, en el qual conforme escribe S. Gregorio Turonense (1253), trocó el nombre de Hermenegildo con el de Juan: bien que freqüentemente no le llamaron despues Juan, sino Hermenegildo como de antes. De todo esto se echa de vér, deberse pintar á S. Hermenegildo con cetro, corona real, y demas insignias Reales de la púrpura, y (por explicarme así) manto Real. Porque, si bien le llamó despues su padre, y habiéndole con varios engaños hecho comparecer en su presencia, le despojó de dichas insignias (como lo refieren tambien los Historiadores de aquellos tiempos, y el mismo S. Gregorio de Tours)

(1254); todo esto nada importa, por no haberlo hecho su impío padre segun derecho, sino injustamente, ni el mismo Hermenegildo hizo mucho caso de ello, antes juntando ??? un exército, y peleando, no tanto á favor suyo, como á favor de la Religion, se tuvo despues por Rey, y por Rey legítimo, y reynó con singular amor, y fué muy estimado de sus vasallos. Por lo que es de extrañar (por tocar esto de paso) como, y con qué fundamento un Poeta Lírico, acaso el principal entre los nuestros, pudo decir hablando del Martir Hermenegildo (1255):

Hoy es el sacro, y venturoso dia En que la gran Metrópoli de España, Que no te juró Rey, te adora Santo.

Llama Metrópoli de España á Sevilla, y con razon; principalmente en aquellos tiempos en que Hermenegildo consiguió la corona del martirio. Mas, que aquella Ciudad no jurase por Rey á Hermenegildo, por quien es constante que sostuvieron sus moradores un largo sitio, en que se vieron reducidos á los últimos apúros, no sé como puede afirmarlo este elegante, y erudito Poeta. Pero vamos á otra cosa.

3 Obtuvo finalmente el Rey Hermenegildo la palma del martirio á causa del furor de su padre impío, el qual habiéndole hecho poner en prisiones en Sevilla (bien que acerca del lugar, se dividen los Autores en varios parecéres, ni es de mi asunto exâminarlo ahora con suma exâctitud) le hizo morir en el mismo alcazar donde le custodiaban, por el motivo que refieren á la larga los Historiadores, y particularmente S. Gregorio Magno, el qual añade otras cosas, que debemos persuadirnos las sabría por noticias ciertas, y no por rumores vagos. Por lo que hace á mi propósito, afirmando expresamente el mismo Santo Pontífice, que la muerte, ó triunfo del glorioso Martir, sucedió dándole ??? un golpe de segur en la cabeza uno de aquellos impíos, que le guardaban; de este, y no de otro modo deberá pintarse al invicto Martir de Christo, é insigne defensor de la consubstancialidad del Hijo con el Padre. Porque, aunque otros únicamente dicen, que le mataron, y no falte quien diga, que le cortaron la cabeza; con todo, como un testigo de tanta magnitud refiere con palabras tan expresas el género de suplicio que le dieron; no le queda libertad al Pintor para pensar de otro modo, ni puede apartarse facilmente de una autoridad de tanto peso.

4 El objeto que me he propuesto, me obliga á notar aquí algunas cosas (y acaso muchas) sobre la Imagen eqüestre de S. Jorge, la que no solo se vé muy á menudo en los templos de los Griegos, sí que tambien es bastante freqüente en muchas partes de nuestra España, conforme advirtió oportunamente el Autor de estas materias, digno siempre de alabanza, y á quien hemos citado repetidas veces (1256). Pero antes de descender á lo que mira mas particularmente á mi intento, será muy del caso saber, que acerca los hechos de este Santo, y esclarecido Martir, cuya fiesta se celébra el dia 23 de Abril, no solamente los hombres poco instruídos, sino los mismos Hereges (lo que siempre es de temer) deliraron de mil maneras. No es este pensamiento mio, sino de hombres muy sabios, y lo que es mas, este es el dictamen del VI. Concilio General (1257), el qual nos advierte haber escrito los Hereges algunas historias de Mártires con el fin (como dice el mismo Concilio) de llenarles de oprobio, y con las miras, de que los que oyeran leér sus Actas, fuesen inclinándose á la incredulidad. Por esto prohibió dicho Concilio, que se publicáran semejantes historias, y mandó que se quemáran. Siguió el mismo rumbo el Concilio ??? Romano, que se celebró por los tiempos del Papa Gelasio (1258), el qual quiso se tuvieran por vanas, y apócrifas dichas historias, y señaladamente la que corria con el nombre de S. Jorge. Y así es por demas alegar aquí otros Autores de mucho nombre, que dicen lo mismo, entre los quales uno de ellos es S. Agustin (1259). Por lo que, sabia, y prudentemente se mandaron quitar las lecciones, que había antiguamente en los libros de los Divinos Oficios, las quales contenian los hechos de este Santo, y glorioso Martir. Estas, y otras muchas cosas, en que sin perder de vista mi asunto, podria dilatarme mas, quise tocarlas aquí, aunque de paso, solamente porque de ahí aprendan algunos, que son llevados de piedad, pero poco prudente, á no conmoverse, quando oigan que en las Historias de los Santos, y en las de los Mártires, se han introducido algunas cosas falsas, fabulosas, y aun monstruosas, por ignorancia, ó malicia de los hombres. Quien acerca de todo esto, y por lo que mira á S. Jorge, quisiere cerciorarse mas, léa á lo menos por encima al doctísimo Cardenal Baronio (1260), que puede servir por testigo el mas calificado. Pero exâminemos ya la mencionada Pintura eqüestre de este Santo.

5 En primer lugar, sobre esta Pintura hay una cosa verdaderamente monstruosa, y muy ridícula, la que no referiria, á no haberla escrito antes un varon muy erudito, y fidedigno. Este es Augerio Gislenio Busbek (1261), testigo de vista, Embaxador de su Magestad Imperial para con el Emperador de los Turcos, el qual dice así en las eloqüentísimas epístolas que escribió: Ni quiero tampoco pasar en silencio, que los Turcos se rien en gran manera de vér en los Templos de los Griegos á San Jorge (á quien, como he dicho, llaman su Chêderlé) pintado ??? de tal modo en sus quadros, que un muchacho sentado á las ancas del caballo detras de su amo, le vá dando vino. Pues de esta manera pintan freqüentemente los Griegos á S. Jorge. Esto dice el citado, y esclarecido Autor. Pero dexando esto á parte, aunque no del todo fuera de lo que hemos insinuado, venimos ya á parar en la Imagen eqüestre de S. Jorge, que es la mas recibida de este Santo, y como regularmente le pintan.

6 La Imagen es esta: Pintan montado sobre un caballo brioso á un Caballero armado, que con la punta de la lanza mata á un dragon, junto al qual está pintada una doncella alargando humildemente sus manos, é implorando su patrocinio. Con las mismas palabras, si no me engaño, describe dicha Imagen el Cardenal Baronio en el lugar que citamos antes, cuya censura referirémos despues con mas oportunidad. Pero no será fuera del caso advertir aquí, que con razon se le pinta á S. Jorge montado á caballo; pues Autores nada sospechosos, dicen de él haber sido soldado, como se evidenciará mas por lo que dirémos abaxo. Por este motivo pintan muy á menudo á este esclarecido Martir montado á caballo:

y aun nos refieren las historias, que el mismo caballo pintado dió un relincho, no sin milagro, y admiracion. Sobre lo qual es muy digna de admirarse la razon, que trae el noble Escritor Nicéforo Gregoras: la que, para dar gusto á los que se deleytan en gran manera con semejantes noticias, y no tienen lugar, ó proporción de registrar estos libros, me pareció trasladarla aquí toda entera; y aun, para complacer á los eruditos, la pondria en Griego, á no temer, que (si algún dia sale á luz esta mi obra) totalmente falten caractéres Griegos en las Imprentas: pues así van nuestras cosas (1262). Doy, pues, aquí sus palabras ??? en Castellano: Entonces (1263) (dice Nicéforo, testigo que estaba presente, y oyó lo que pasaba sobre este hecho) allá á media noche estando yo presente, y oyendo la doxôlogia, viene uno de parte del Emperador, para darte una noticia, y preguntarle su parecer. Porque poco ha (dice) quando iban á acostarse los archeros del Emperador, y los soldados, y demas de la guardia, se oyó cerca del palacio un relincho tan grande, que todos se conmovieron. Pues á deshora de la noche, quando los caballos del Emperador, ni los de los Senadores no estaban ya en palacio, ni á la puerta de él; una cosa improvisa turbó de repente los ánimos de los oyentes, y unos á otros se preguntaron, qué cosa era aquello? Todavía no se había apaciguado este alboroto, oyóse otro relincho mayor que el primero, y lo oyó tambien el mismo Emperador, el qual envió á un page suyo, preguntando de donde había venido aquel ruído; pero no se le respondió otra cosa, sino que aquel relincho lo había dado el caballo, en que iba montado el Mártir de Christo S. Jorge, que antiguamente había pintado el famoso Pintor Pablo, cuya Imagen estaba frente la Capilla de nuestra Señora de la Victoria. Entonces chanceándose el Logothéta, como solia, con el Emperador, le respondió: Doyte la enhorabuena, ó Emperador, por las victorias que has de conseguir. El monstruoso relincho de este caballo, no significa otra cosa, segun pienso, sino tu expedición contra los Agarénos, que están destruyendo nuestra Asia. Como el Emperador hubiese oído tal respuesta, enviándole otro mozo, le dixo: A la verdad, que con la respuesta, que acabas de dar, ó ya para divertirme, como sueles, ó por otro motivo, me parece estás ignorante del hecho. Yo te diré lo que juzgo que hay en esto de verdad: Este caballo, como sabemos por tradición de nuestros antepasados, relinchó tambien otra vez, quando Balduíno ??? Príncipe de los Latinos, á quien echó nuestro padre, había de perder la Ciudad. Y como él quedase amedrentado con esta señal que miraba como de mal agüero, finalmente no mucho despues, lo experimentó él mismo, quando vió que los Romanos destruían la Ciudad. Entonces el Logothéta, no teniendo ya que responder, mandó al page irse: que él al dia siguiente respondería al Emperador. Hasta aquí el citado Historiador: para que de ahí se eche de ver no ser cosa nueva el pintar á S. Jorge montado á caballo.

7 Pero entre los Griegos (por notar tambien esto de paso) es muy freqüente pintar á caballo á los Santos que siguieron la milicia. Acuérdome haber leído en Leon Alacio (1264), hombre doctísimo, que por este motivo pintan ellos montados á caballo á los Santos Sisynio, y Synidoro, persiguiendo á cierto monstruo, que ellos llaman Gylon. He aquí algunas cosas de las muchas que él dice: Dándoles esfuerzo el Señor Omnipotente (dice un Escritor Griego poco conocido) enfrenaron los caballos (á saber, S. Sisynio, y S. Synidoro) y empezaron á perseguir al exêcrable Gylon, buscándole por los caminos, y preguntando por él á quantos encontraban. A que añade otras cosas, que mas parecen propias de quien en sueños está delirando, que parecidas á una historia. Lo mismo escriben otros, aunque en menos palabras, como pueden verse en el citado Alacio, que refiriendo sus palabras, dice así (1265): Los Santos hermanos Sisynio, y Synidoro de Mitilene (hoy Metelin) servian en la milicia en Numeria, ó en Arabia. Y poco despues: Habiendo salido ellos de la torre, y montado en sus caballos, que tenian las riendas como si fueran alas, registraron las profundidades, y cavernas del monte Líbano. Pero pasemos á cosas mas serias. ???

8 El motivo de que á S. Jorge, como á Soldado, ó Capitan de caballería, se le pinte oportunamente en trage militar, y á caballo, es además de lo que se ha dicho ya, porque antiguamente los Reyes, quando estaban para dar la batalla, solían invocar al Mártir S. Jorge: y que muchas veces le experimentaron propicio, lo indíca expresamente lo que escribe Cedreno del Emperador Nicéforo (1266), y Pablo Diácono del Rey Cuniferto, el qual, por la insigne victoria que consiguió de los enemigos, erigió una Basílica, y un Monasterio en honor de dicho Mártir. Mas: la misma Iglesia Romana, para combatir contra los enemigos de la Fé, ha solido invocar principalmente á los Santos Mártires S. Mauricio, S. Sebastian, y S. Jorge, como lo atestigua el Orden Romano (1267). No puedo omitir aquí lo que leémos en nuestras historias, en las que se refiere, y consta por testimonios convincentes, que en la insigne, y memorable batalla, que se dió no muy lejos del lugar que llaman Alcoraz, reynando en Aragon Pedro el Primero; como los nuestros se viesen acosados por una multitud casi inmensa de bárbaros, y no teniendo ya, ni manos, ni fuerzas para herir, y rebatir los esquadrones de los Sarracenos, advirtió prudentemente el Rey, y esforzado Caudillo, defenderse los bárbaros en un Templo antiquísimo dedicado á S. Jorge, y que de allí salían para hacer nuevas incursiones. Levantó entonces las manos al Cielo, y dirigiendo sus ruegos al Santo Martir, le pidió no permitiese, que aquellos brutales enemigos se defendieran, é hicieran fuertes en un lugar de que abusarian despues, si cediese á su favor la victoria. Al instante vió el mismo Rey á un noble, y generoso Caballero, montado á caballo, vestido con una grave, y resplandeciente armadura, con una Cruz ??? encarnada en su pecho, y á las ancas de su caballo (pues esto añaden tambien) á otro compañero, el qual desmontando, rompió junto con el Caballero por medio de las tropas enemigas, con tal constancia, valor, y felicidad, y causando tan gran destrozo de enemigos, qual correspondia á los que venian á pelear desde el Cielo. Creyóse sin duda ningúna, no haber sido otro aquel Caballero, que S. Jorge Martir, de que hubo entonces, y restaron despues claras, é insignes pruebas. Cuenta todo el suceso con la agudeza, y elegancia, que le es familiar, un Escritor no vulgar, y en otro tiempo Maestro mio (pues así quiero llamar á un hombre, á cuya memoria, y beneficios, me confieso, y confesaré perpetuamente obligado por muchos títulos) el R. P. Pedro Abarca, el qual dice elegantemente hablando de esta aparición (1268): Se escribe, que al punto se vio como aparecido, un bizarro Caballero cubierto de armas blancas, con Cruz bermeja en medio del pecho, armado ó representado de acero: y como si esto no bastára para la victoria, y para su fiesta, añaden algunos, y han hecho creér á muchos, que el Santo traía á las ancas de su velocísimo caballo, otro Caballero tambien cruzado. De este modo partió (dicen) desde la frente de nuestros esquadrones contra los de los Moros, fortificados con el Templo; y antes de herirlos, se apeó el compañero: y ambos como dos Generales de la Caballería, y de la Infantería del Rey, embistieron divididos á los Sarracenos, y atropellándolos con furor sereno, enseñaron, ó infundieron otro semejante á los Aragoneses, y Navarros. Lo cierto es, &c.

9 Ni quiero tampoco pasar en silencio, que el mismo S. Jorge parece haberse mostrado tambien propicio, y benéfico para con el Emperador, Cesar Augusto Carlos V., quando este peleaba á favor de la Fé, y de ??? la Iglesia Católica; pues el mismo dia dedicado al Santo Martir, esto es, el dia 23. de Abril del año 1547, en la famosa batalla, que se dió á las orillas del Elba, consiguió una ilustre victoria contra Juan Federico Duque de Saxonia, y Elector del Sacro Romano Imperio, Príncipe adicto á los dogmas del malvado Lutero, y que junto con Felipe Landgrave de Hesse, pretendia que todos los suyos, y otras Provincias de Alemania, siguieran las perversas máxîmas de aquel Heresiarca: en cuya batalla fué preso dicho Juan Federico, como lo leémos á cada paso en las Historias. De todo lo qual se echa de vér, quan apta, y oportunamente se pinta á S. Jorge montado á caballo. Pero volvamos á exâminar la Imagen de este Santo, conforme vulgarmente la representan.

I0 Pintan, como diximos antes, á un Caballero armado, que con la punta de su lanza hiere, y mata á un dragon, y junto á él nos representan á una doncella arrodillada, que alargando las manos está implorando su auxîlio. Esta Imagen, si por ella se pretende hacer relación á alguna historia, es ridícula, y fabulosa, pues no se lée tal cosa en ningúna parte, á no ser entre cuentos pueriles de algunos Griegos: por mas que el Autor de la Leyenda, á quien me abstendré de nombrar con su propio nombre, lo refiera á una Historia verdadera. Pero este Autor (como suele hacerlo con bastante freqüencia) tratando asuntos sérios, admite fruslerías. Y para que el Lector pío, y erudito, no piense ser esta una cosa, que me la haya fingido, pongo las mismas palabras del Cardenal Baronio (1269), que dicen así: Juzgo ser dicha Imagen, mas simbólica, que representativa de alguna historia: pues no se lée una cosa tal en ningúna de las Actas de S. Jorge que he referido. Aunque Jacobo de Voragine, sin monumerto alguno de los mayores, pretende referirla á una Historia: pero no es así, ??? sino que en aquella virgen (segun era la costumbre de nuestros antepasados) se simboliza alguna provincia, ó ciudad, que contra las fuerzas del demonio (pues este es el verdadero dragon, y la antigua serpiente) está implorando el auxîlio de tan gran Martir. Hasta aquí este varon doctísimo, y sólidamente pío; el qual advierte á propósito, haber habido antigüamente costumbre en la Iglesia de pintar estas Imágenes simbólicas, las que, si se refieren á alguna historia, ó hechos sucedidos, parecerán monstruos, ó mentiras; pero si se hace reflexîon á las alegorías que encierran, se echará de ver que son conformes á verdad. Esto mismo lo confirma bien la Pintura, de que hace mención Eusebio, ó el que sea el Autor de la Vida del Gran Constantino, diciendo (1270): Ademas, hizo representarse á sí mismo en un quadro que había colgado de un lugar elevado frente los umbrales del palacio, é hizo, que expresase la Pintura la saludable insignia de la Pasion sobre su cabeza: y á aquella bestia enemiga, y feroz, que había impugnado la Iglesia de Dios valiéndose de la tiranía de los impíos, mandó describirla en figura de un dragon sumergido en lo profundo del mar. Hasta aquí Eusebio: lo que he querido trasladar con particular cuidado, por ser muy del caso para los que desean saber, qual es el verdadero, y genuíno sentido de las Imágenes de esta clase. Baste lo dicho por lo que toca á la Pintura, é Imagen eqüestre de S. Jorge Martir.

II Había determinado por cierto no hacer mención aquí, sino de las Imágenes de los Santos, que tienen señalado expreso lugar en los Fastos de la Iglesia, ó lo que es lo mismo, en el Martyrologio Romano; y aun solamente de aquellos que se contienen en el Breviario: pero no hay regla que no tenga alguna excepcion; bien que hasta aquí hemos admitido muy pocas, y menos admitirémos en adelante. Rara vez suelen pintar solo á aquel ??? feliz, y Buen Ladron, que siendo crucificado con Jesu-Christo, consiguió el Reyno celestial, y que, si puedo explicarme de este modo, por un efecto de la liberalísima Gracia de Dios, fué robado, y arrebatado para el Cielo: rara vez, digo; pues algunas lo hacen, como yo mismo lo he observado: por lo que, no me ha parecido fuera de propósito decir aquí algo de él, aunque de paso: particularmente rezando mi Religion del Santo Ladron con rito doble el dia 24. de Abril, en cuyo dia hace elogio de él el Martirologio Romano.

I2 Quando suceda, pues, que se quiera pintar á este Santo, sería cosa ridícula el pintarlo en una Cruz enteramente de diversa forma de aquella en que padeció Christo Señor nuestro, ó el querer representarle, no traspasado con clavos, sino atado con cuerdas en la Cruz, por haber reprobado todo esto en su propio lugar; lo que sin embargo practican ignorantemente los que se manifiestan poco instruídos en estas materias, quando pintan sola, y separada la Imagen del Buen Ladron. Mas, como por otra parte deba pintarse con luces en la cabeza, que sean señal de la gracia santificante, de que al punto, por un efecto de la inmensa, é inapeable Providencia, y singularísimo favor de Dios, estuvo llena su alma; ¿que ha de hacer en tales circunstancias el Pintor cuerdo, y erudito? Pues esta Imagen, no parecerá la del Buen Ladron, que confiesa ya á Jesu-Christo, sino la del mismo Señor crucificado. ¿Que hará pues? ¿Pondrá acaso debaxo de dicha Imagen el nombre de Dimas, por creerse vulgarmente, que se llamó así? Pero esto, á mi parecer (y este es tambien el dictamen de hombres muy sabios) es la cosa mas disparatada de todas. Pues en el Martirologio Romano, se hace mencion, y elogio del Buen Ladron, sin darle ningún nombre; en cuya atención el Cardenal Baronio, dice (1271): A ??? este, muchos le llaman Dimas: pero por sacarse semejante noticia de monumentos apócrifos, por esto parece haberse omitido aquí de propósito su nombre propio. Por lo que no tengo por absurdo, que si bien se pinte el un pie á lo menos clavado en la Cruz, se le represente sin embargo algo mas levantado, como lo he observado en otras Pinturas de Santos crucificados. Añado tambien, que no parecería mal el pintarle saliendo de su boca estas palabras: Domine memento mei, lo que quitaría toda duda: ademas que siempre debe pintársele sin corona de espinas, que es otro distintivo de la Imagen de Christo crucificado. A que parece atendió diligentemente el insigne Pintor Antonio del Castillo natural de Córdova, quando pintó esta Imagen, como lo nota muy al caso mi Amigo D. Antonio Palomino (1272), Pintor de S. M. y muy instruído, á quien he citado muchas veces.




EL PINTOR CHRISTIANO Y ERUDITO-Juan Interián de Ayala - LIBRO SEXTO.