EL PINTOR CHRISTIANO Y ERUDITO-Juan Interián de Ayala - CAPITULO II.


CAPITULO III.


De las Pinturas, é Imágenes de S. Marcos Evangelista, de S. Pedro Armengol Martir, y de Santa Catalina de Sena.

I Los que se han dedicado, y se dedican con algún cuidado al estudio de la Historia Eclesiástica, saben muy bien, ser muy pocas á la verdad, las cosas que con certeza, y testimonios inconcusos, pueden afirmarse sobre los hechos de los Apóstoles, y Evangelistas. Pues muchas de las que vulgarmente se refieren, son tomadas de rumores vagos, y de Escritores apócrifos, por exemplo, de aquel Abdias de Babilonia, y de otros del mismo jaez, como nadie lo duda aun de los medianamente eruditos. De aquí es, que la Iglesia se abstiene muchas veces en sus Rezos de la relación de sus hechos. ??? Y por lo que ahora nos hace al caso, en la Fiesta de S. Marcos Evangelista, y Patriarca de Alexandría, usa solamente de lo que nos dexó escrito S. Gerónimo en aquel celebérrimo Indice de los Escritores Eclesiásticos. Pero esto mira á la Historia, cuya explicacion, y série, no es de mi inspeccion. Veamos, pues, si hay algo que toque mas particularmente á la Pintura.

2 No ignora aun la gente del vulgo, que en aquellos quatro animales, que refiere Ezechîel, á saber, el hombre, el leon, el buey, y el águila, se significan místicamente, y con bastante claridad los quatro Evangelistas. Llenos de esto están los testimonios de los Padres, y Escritores antiguos, y así sería por demas el querer amontonarlos aquí: y entre ellos es sentencia unánimemente recibida, que en el hombre se significa á S. Mathéo, en el leon á S. Marcos, en el buey á S. Lucas, y finalmente en el águila á S. Juan. Lo que en tanto es verdad, que en el mismo Orden Romano (1273), que explica esto á la larga, se lée: Hijos mios muy amados, os expondrémos ahora que figura tiene cada uno de ellos (esto es de los Evangelistas), y porque S. Mathéo tiene la figura de hombre. Leído despues por el Diácono el principio del Evangelio segun S. Marcos, añade el Presbítero: S. Marcos Evangelista que tiene la figura de leon, empieza desde la soledad, diciendo: La voz del que está clamando en el desierto, aparejad los caminos del Señor. Por esta razon los Pintores de unánime consentimiento pintan al leon junto á S. Marcos: tan constantemente, que sobre nada se ha procedido con mayor concordia.

3 Con ser esto así, el vulgo, padre por lo comun de todos los errores, y perversas opiniones, dá ocasion especialmente en nuestra España, á que, ó los Pintores pinten á S. Marcos con el buey, ó que la gente mas ruda, y los que están imbuídos de las pésimas opiniones ??? del vulgo, pretendan ser S. Marcos, quando se vé pintado S. Lucas con el buey. Dexo á parte los dicterios, con que pretendiendo injuriar los truhanes á alguno por verse manchado con la nota de haber faltado su muger á la fé conyugal, ó queriéndole decir lo que ciertamente puede explicarse menos grave, pero mas propiamente, con sola la palabra de cornudo (como es el buey); le llaman Marcos, ó Cofrade de S. Marcos: y aun otros, con mas sal, Atril del libro de S. Marcos: por haber visto pintado repetidas veces, que el libro del Evangelio de S. Lucas (á quien ellos falsamente tienen por S. Marcos) está en medio de las astas del buey con que pintan á S. Lucas. Dexo á parte, digo, estas, y otras muchas cosas; y haciendo una digresion que no me parece será fuera del caso, referiré una cosa que saben bien nuestros Españoles; pero que tal vez la ignoran los extrangeros: tan cierta, que nadie con razon podrá ponerla en duda; de suerte que quien negase que ella fuese así por el motivo de no haberla visto, se manífestaría tan necio, y pertinaz, como el que negára que hubiese Roma, porque él nunca la había visto; ó como el que por no haber estado nunca en la esclarecida Ciudad de Venecia que tiene tanta veneración á S. Marcos Evangelista (Ciudad con efecto dignísima de verse, en tanto grado que de ella se dixo, que la tenía en menos quien nunca la hubiese visto) pensára, y persistiera en negar, que hubiese tal Venecia en el Universo. Yo mismo (pues no quiero mentir) no he visto el hecho de que voy á tratar, acaso por floxedad, ó pereza poco laudable de no emprender un viage de tres leguas. Vamos al caso.

4 En muchos lugares, y aun en algunas Ciudades de España, entre las quales no es la última la que llamaron los Romanos Arx Julia, y que nosotros, por haberse corrompido esta palabra, llamamos Truxillo; hay establecida una Hermandad, ó Cofradía, que celébra la memoria, y solemnidad de S. Marcos, con amansar ??? milagrosamente (como ellos pretenden) á un ferocísimo toro, al qual la víspera del Santo, le obligan con exôrcismos, y oraciones á asistir en la Iglesia á Vísperas, y en el dia de la misma Festividad todo el tiempo de la Misa Mayor, que por lo comun se celébra siempre con Sermon. Esta escena (que así quiero llamarla) pasa de este modo. Los hermanos de dicha Cofradía acompañados de otros, poco antes de las Vísperas, salen en procesion, precediendo los Acólitos con el que lleva la Cruz, y al último el Sacerdote vestido con las vestiduras sagradas de Alba, ó sobrepellíz, estola, y Capa Pluvial; y ya que han llegado á la manada de los toros (que el que corre con ello, hace que no esté muy distante del lugar) el Hermano Mayor, ó Prefecto de la Hermandad, descubriéndose la cabeza, llama al toro, diciéndole: Marcos, te mando en nombre de Dios, y de S. Marcos, que gustoso, y obediente asistas en el Templo á su Festividad. A esta voz se acerca el toro, que ya está señalado del año antecedente, quedando ya tan manso, y domesticado como una oveja. Rocíale luego el Sacerdote con agua bendita, y recitando sobre él no sé que preces, ú oraciones muy buenas, y pías, conforme lo indícan las palabras, se encaminan derechamente á la Iglesia, siguiendo el toro, á quien con una vara vá tocando el Alcalde ligeramente en el pescuezo. Sigue inmediatamente una multitud inmensa de ambos sexôs, que van apretando al toro, de conformidad que no tanto se diría, que anda un toro, ó un buey castrado, sino que vá andando el mas manso cordero; de suerte que no solo ............Circum pueri innuptæque puellæ, sino que promiscuamente unos, y otras adornan con coronas, y flores al toro, en cuyas astas atan, y lian cintas de seda: ademas, como los muchachos son naturalmente inquietos, van pellizcando al toro con los ??? dedos, y tocándole con las palmas de sus manos; todo lo qual toléra, y sufre la fiera, hecha ya mansa, como si de mucho antes estuviera acostumbrada á cosas semejantes. Al llegar á la Iglesia, póstrase en tierra junto al Altar, ó á sus gradas, y allí permanece inmovil todo el tiempo que se celébran los Divinos Oficios, los que concluídos, haciendo señal con la campana para que todos los del Lugar se retiren á sus casas, mandan salir al toro, el qual volviendo á su innata ferocidad, lo executa al instante, y se vá derechamente á la vacada. Y lo que hacen en la víspera del Santo, lo executan del mismo modo al otro dia en la misma fiesta de S. Marcos.

5 Mas, sobre si esto carece, ó no, de toda fraude del demonio, y de maleficio, ó supersticion, no es tan cierto entre los doctos, y eruditos, que no dexen de dudarlo, y con razon. Con efecto los Autores mas graves, y serios, que he podido vér hasta ahora, la tienen por cosa muy sospechosa, y otros abiertamente la condenan (1274). Entre los quales debe contarse el primero de todos el doctísimo Maestro Fr. Juan de Santo Thomas, Catedrático de Prima en otro tiempo de la Universidad de Alcalá, y Confesor del Rey Católico D. Felipe IV. hombre tan juicioso, y de tan excelente sabiduría, que apenas tiene igual en cosas Theológicas, el qual trató de propósito con mucho cuidado, y diligencia esta materia, con tal agudeza, y amenidad, que no puede menos de admirarse, que á un hombre ocupado en cosas mayores, le pudiera quedar tiempo para tratar este asunto: véale quien quisiere (1275); pues yo, que estoy tratando una materia muy diversa, no ??? puedo, ni quiero detenerme en indagar esto por extenso, ni en exâminarlo conforme á las reglas de Theología. Lo cierto es, que este hecho que se reitéra todos los años, viéndolo, y no impidiéndolo aquellos, á cuyo cargo parece que está el pronunciar sentencia sobre ello, proviene, ó bien de la erronea opinion del vulgo, en persuadirse, que el Evangelista á quien se pinta el toro, no es otro que S. Marcos, ó que de este hecho son llevados á aquel vano modo de pensar.

6 No ignoro lo que suelen, ó pueden responder algunos que no se han de contar entre el vulgo, los quales quieren vindicar dicha costumbre de toda nota de supersticion, y maleficio: pero no me paro en esto; pues que he resuelto no decir mi parecer sobre esta materia. Solamente añado aquí de paso, que la esclarecida República de Venecia, profesa, y con razon, mucha veneración á S. Marcos, por estár persuadida á que ella tiene el mismo Evangelio, que de su propia mano escribió el Santo Evangelista, y las sagradas reliquias de tan glorioso Martir. Pero, por lo que á mí toca, apenas habrá quien ignore, que dicha ilustre República suele pintar en sus Estandartes, y en otros lugares á San Marcos, ó á sí misma, como defendida por el patrocinio, y nombre de este Evangelista, en figura, y símbolo de un Leon alado. Lo que á mí me hace venir á la memoria la prudente, y aguda respuesta de un esclarecido Senador de Venecia, el qual como estuviese de Embaxador en Roma, y le preguntase una vez el Embaxador de Alemania ¿en qué parte del mundo nacían los Leones con alas? Respondió el prudente, y astuto viejo: Que de esto no debia estár solícito un Embaxador de Alemania, pues que el lugar sobre que le preguntaba, distaba muy poco de aquel donde nacen freqüentemente Aguilas con dos cabezas, aludiendo á las Aguilas del Imperio Romano, ó al Aguila con dos cuellos, que es la noble insignia, ó las armas del Imperio. ??? Baste ya por lo que mira á S. Marcos, y al símbolo del Leon con que le pintan.

7 Todavía, ni la Iglesia universal, ni toda España (aunque ambas esperamos que lo abrazarán algún dia) sí solamente mi Religion, por indulto, y concesion de la Silla Apostólica, celébra el dia 27 de Abril la Fiesta de S. Pedro Armengol, esclarecido Martir de Christo, el qual por haber padecido los mas terribles tormentos en testimonio de la Fé de Jesu-Christo, con razon es tenido por Martir, aunque permitiéndolo así Dios, y la Sacratísima Virgen, no acabó la vida en el patíbulo. Acerca de sus Imágenes, que son ya bastante freqüentes, me parece advertir algunas cosas. Pues este es el Santo, que con haber perdido miserablemente la juventud en el siglo, ayudado con los poderosos auxîlios de Dios, se entró despues en mi Orden de nuestra Señora de las Mercedes, Redención de Cautivos, donde resplandeció tanto en virtudes, que compensó de mil maneras el modo de vivir que había tenido antes, y llegó en breve á la cumbre de la perfeccion. Este es aquel, que habiendo sido enviado algunas veces á Africa para redimir á los Cautivos, despues de haber libertado á muchos del yugo de la cruel servidumbre, al fin, como se hubiese entregado voluntariamente á sí mismo por los muchachos que corrian riesgo de perder la Fé, consiguió la corona del martirio. Pero mejor será oír las palabras tomadas de su Rezo, que dicen así: Doliéndose de no haber podido por falta de dinero, libertar á algunos muchachos que titubeaban en la Fé, él mismo se quedó en prenda por su redencion: entre tanto le ataron con grillos, y como el dia señalado no hubiese llegado la paga tasada por la redencion, y le tuvieran por despreciador de la superstición Mahometana, le ahorcaron en un madero. Hé aquí al Martir del Señor, que quanto estuvo de su parte, dió intrépido la vida por el nombre, y Divinidad de Jesu-Christo; y hubiera muerto ??? allí, si su dulcísima, y piadosísima Señora, y Patrona la Virgen Santísima, lo hubiera permitido, la qual le conservó libre sosteniéndole blandamente. Pero oigamos otra vez lo que se lée en su mismo rezo, que son palabras mucho mejores que las mias. En este intermedio vuelve de España á Africa (dice su rezo) su compañero Guillelmo con el precio de la redencion, y sintiendo en gran manera la pérdida del santo varon, acercóse al lugar donde permanecia colgado: encontróle todavía vivo, y que le decia: Carísimo hermano, no llores, pues vivo sostenido por las manos de la Virgen Santísima, que alegremente me ha socorrido estos dias. Lleno entonces de indecible gozo, le descolgó con admiración de todos, pero sin dar crédito los bárbaros, y habiendo libertado á los demas, se volvieron gozosos á su patria.

8 Vése pintado, y por buenos Artífices el triunfo de este ilustre Martir; pero alguna vez con descuido, que tal es la flaqueza del ingenio humano. Píntanle colgado del cuello con una cuerda, y cerca de él á la Santísima Virgen que le toca ligeramente con la mano; y lo que no puedo menos de admirar mucho, pintan tirante, y apretada la cuerda con el peso de su mismo cuerpo; sin embargo de que para describirse el caso oportunamente, debiera pintarse floxa como era verisimil que sucediera, quando estaba sostenido el cuerpo con fuerza superior: conforme he notado haberlo observado muy bien los Pintores en otras Imágenes, en que se vé representado este mismo hecho. Pintan tambien al ilustre Martir baxado ya del patíbulo, atada una cuerda al cuello en señal del martirio que padeció; pero sin observar bien la circunstancia, que verdadera, y elegantemente expresan las palabras del mismo Rezo del Santo, que dicen: Desde entonces el bienaventurado Pedro retuvo toda su vida torcido el cuello, por el suplicio, que le dieron, y el semblante flaco, y descaecido. Lo que, por mas que parezca menudencia, ??? me ha parecido advertirla á honor, y gloria de un varon, y Martir tan esclarecido.

9 Nadie ignora la santidad de la muy esclarecida Virgen, y Esposa de Jesu-Christo Santa Catalina de Sena, pero no es de mi intento explicar largamente aquí sus virtudes. Una sola cosa no quiero omitir, por ser ciertamente de mi inspeccion; á saber, que pintan muy á menudo á esta purísima Virgen con las expresas señales de las llagas de Christo Señor nuestro: lo que sin embargo llevan á mal, y con razon, algunos que han escrito sobre esta materia, cuyas disputas, y controversias no toca á mí el componerlas. Pero los que obran de buena fé, pueden tener por bastante cierto, que sucedieron ambas cosas; esto es, que el Señor imprimió á su amantísima Esposa Catalina sus sagradas llagas, y que estas de tal modo estuvieron escondidas á los ojos de los que la veían, que nunca se manifestaron afuera, por mas que la misma Santa sentia acerbísimos dolores por la impresion de dichas llagas, con que Dios la había favorecido. Nada digo, que no lo haya tomado de los Escritores de su vida, de Raymundo de Capua, de S. Antonino Arzobispo de Florencia (1276), y de otros. Y aun, esto mismo se refiere expresamente en su rezo, cuyas palabras por ser tan grave la materia, quiero ponerlas enteras aquí: Morando la Santa en Pisa (dice su rezo) un Domingo, despues de haber recibido la Comunion, quedándose arrobada, vió al Señor Crucificado, que venia con grande luz, y que de las cicatrices de sus llagas, baxaban cinco rayos á cinco partes de su cuerpo. Advierta esto de paso el pío, y erudito Lector, y se afirmará mas, y mas en la sentencia que defendí, arriba de haber sido Christo Crucificado con quatro clavos. Pero sigamos el hilo de las palabras: Advirtiendo ella el misterio, como ??? suplicase al Señor, que no se apareciesen las cicatrices, al punto mudaron los rayos el color de sangre en otro resplandeciente, y en forma de una luz pura, llegaron á sus manos, á sus pies, y á su corazon. Hé aquí el lugar, donde se hace expresa mención de las llagas; de suerte que quedando salva una autoridad de tanto peso, no puede prudentemente negarse. Hé aquí tambien, de donde, por singular favor de Dios, tuvieron origen sus dolores, y tormentos. Esta gracia (prosigue su rezo) que le hizo el amantísimo Señor, se la aumentó con otra nueva, de sentir el dolor de las llagas, imprimiéndole la fuerza de ellas, sin aparecerse las sangrientas señales. Con efecto es así, dirá alguno: Luego no deberá pintarse á Santa Catalina con las llagas visibles, como si en vida hubiera sido hermoseada, y adornada con ellas. No digo esto, pero á esta objeción tácita, si se puede llamar así, ocurre oportunamente la misma narración del rezo, que concluye con estas palabras: Lo que, como la sierva de Dios hubiese referido á su Confesor S. Raymundo haber acontecido de este modo, la pía devoción de los fieles, para que esto se representase tambien á la vista, pintó en las Imágenes de Santa Catalina rayos de luz, que llegasen á las dichas cinco partes de su cuerpo. De todo lo dicho, si se exâmina con maduréz, está bastante claro lo que debe colegir el Pintor prudente, y erudito.




CAPITULO IV.


De las Pinturas, é Imágenes de los Santos Apóstoles S. Felipe, y Santiago: de la historia de la Invención de la Santa Cruz; y finalmente de Santa Mónica Madre del Grande Augustino.

I No ignora aun el vulgo, que conforme á las reglas de Astronomía, lleva el mes de Marzo el signo de Géminis. ??? Pero por lo que hace á mi intento, acerca de las Pinturas, é Imágenes de los dos Santos Apóstoles S. Felipe, y Santiago, es poco lo que se ofrece advertir aquí de particular, que es lo que siempre he procurado. Porque, el que S. Felipe haya sido uno de los primeros que eligió Jesu-Christo, y el que habiendo pedido al Señor, que antes de seguirle, le permitiera ir á enterrar á su padre, le respondiese su Magestad (1277): Dexa que los muertos entierren sus muertos: mas tú vé, y anuncia el reyno de Dios: aunque esto lo digan antiguos, y sapientísimos Doctores de la Iglesia (1278); y además, que fué S. Felipe uno de los Apóstoles á quienes trató el Señor con mas familiaridad, como se echa de vér por los expresos lugares del Evangelio (1279): Estas, y otras cosas semejantes, aunque muy ciertas, y verdaderas, conducen poco para lo que vamos tratando, que es á que dirijo siempre toda mi atencion. Notaré, pues, lo que hace á mi asunto, que se reduce principalmente á tres cosas.

2 En primer lugar no me agrada, que los Pintores nos representen á este Apostol de edad tan decrépita, que dán á entender haber cumplido 87. años, por mas que esto parece colegirse expresamente de aquellas Historias, que merecen poca aprobación al Cardenal Baronio (1280). Pero sí me gusta, el que le pinten con las insignias del Martirio, esto es, con la Cruz, en que le clavaron despues de haberle apedreado; lo que afirma Eusebio (1281), como puede verse en el citado Cardenal. Porque, si bien no han faltado Autores antiguos, que nada nos han dicho del martirio de S. Felipe, como ciertamente nada nos ha dexado escrito de él Policrates (1282) Obispo de Epheso; y aunque no han faltado tampoco ???

(que es mas) quienes pensasen, que S. Felipe había acabado su vida en paz, y tranquilidad sin padecer martirio (1283): hemos de estár sin embargo, y tener por mas cierto lo contrario, por tener á nuestro favor, ademas de algunos testimonios de los antiguos, la práctica, y tradición de la Iglesia. Finalmente, el que le pinten con un libro, es muy bien hecho; pues á todos los Apóstoles les conviene esta noble divisa, por haber sido los que anunciaron á las Gentes la doctrina del Evangelio, que por esto les llama S. Hilario, sembradores de la doctrina celestial. Pero harían muy mal los que por vér á S. Felipe con el libro, infiriesen de ahí habernos dexado escrito algo dicho Apostol, como dixeron algunos Hereges, á quienes condena el Papa Gelasio (1284), así como el Evangelio apócrifo de S. Felipe; y aun afirma Epifanio, que este falso Evangelio es un libro impurísimo, y muy propio de sus Autores, que fueron los Gnósticos, ó como dice el proverbio Latino dignum patella operculum.

3 Acompaña á S. Felipe, Santiago, aquel primer Obispo de Jerusalén, pariente del mismo Jesu-Christo, y que por tanto es llamado muchas veces en la Escritura Hermano del Señor. De este Apostol, si quisiera referir aquí con exâctitud las cosas admirables que de él se pueden decir, debería extenderme demasiado, lo que sería muy ageno del asunto que me he propuesto. Pues es mucha verdad, aunque algunos quieran decir lo contrario, lo que escribieron de él no solamente Hegesípo, Autor Eclesiástico (1285), á quien siguieron Clemente Alexandrino, Eusebio de Cesaréa, S. Chrisóstomo, y otros muchos; sino tambien (que es mucho mas de ??? extrañar) lo que dixo el Judío Josepho, el qual añade, haber acontecido la destrucción de Jerusalén por vengar la muerte de Santiago, á quien los Judíos á una voz llamaban el justo.

4 Mas, por lo que hace á nuestro caso, es muy poco lo que debemos advertir. Y en primer lugar, aunque hemos observado arriba (1286) haber sido una cosa comun á los demás Apóstoles el vestir ropas de lana; sin embargo á Santiago, por su especial modo de vida, se le debe pintar con vestidos enteramente blancos, no de lana, sino de lino. Dícelo expresamente S. Gerónimo (1287), siguiendo la narración de Hegesípo: y fuera de esto, que usó de una lámina de oro en la frente, no solamente lo afirma el mencionado S. Gerónimo, sí tambien Eusebio, y S. Epifanio (1288), movidos de los mismos documentos. Ademas, es cierto deberse pintar este Santo con un libro, no solo por la razon, que dimos hablando de S. Felipe, sino porque escribió (son palabras de S. Gerónimo) una epístola, que es de las siete católicas, que afirman haberla otro dado á luz baxo su nombre, aunque poco á poco, y con el tiempo, haya obtenido autoridad. Ni solo, dicen, haber escrito esta epístola, sino tambien, como lo atestigua el mismo Doctor Máxîmo, El Evangelio, que llaman segun los Hebreos, que poco ha he traducido en Griego, y en Latin, de quien se vale muchas veces Orígenes, el qual refiere despues de la resurrección del Salvador: Como el Señor hubiese dado la sábana al siervo del sacerdote, se fué, y apareció á Santiago; pues había jurado este no comer pan, desde que había bebido el caliz del Señor, hasta que le viese resucitado de entre los muertos. Y poco despues: Traed, dice el Señor, la mesa, y pan, y lo bendixo, é hizo pedazos, y dió á Santiago el Justo, y le dixo: Hermano mio, come tu pan, porque ha ??? resucitado el Hijo del hombre de entre los muertos.

5 Por lo que mira al instrumento de su martirio, que es la gloriosa insignia de los Apóstoles, y demas Mártires, debe pintarse con aquella vara, ó palo grosero, de que se servian antiguamente los lavanderos, para exprimir el agua de los vestidos mojados; por haber acabado de este modo la vida, conforme dicen los esclarecidos Autores que citamos antes: óigase por todos á Eusebio (1289), ó á Hegesípo, de quien él lo tomó, el qual, despues de muchas otras cosas, dice expresamente: Por fin, subiendo á un lugar elevado, desde allí le despeñaron en un precipicio, y dixeron entre sí: que convenia matar á pedradas á Santiago el Justo. Y por quanto despeñado ya, no murió luego, sino que levantando arriba el semblante, y puesto de rodillas, dixo: Suplícote Señor Dios Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen, empezaron á tirarle piedras. Y continuando en apedrearle, uno de los sacerdotes, é hijos de Rechâb, hijo de Rechâbim.... levantando el grito, dixo con voz esforzada: ¿Qué haceis? El Justo ruega á Dios por vosotros. Sin embargo uno de ellos, que era lavandero, tomando el palo con que solía sacudir la ropa, dió con él en la cabeza del Justo. De este modo perdió la vida maltratado con el dichoso, y feliz tormento del martirio. Hasta aquí, Hegesípo.

6 Podría disputarse aquí, si debe pintarse este Apóstol muy parecido á Christo en el semblante, por haber habido no pocos que han dicho clarísimamente, que este varon santísimo tuvo el aspecto, y figura del Señor, fundados en un testimonio, que segun á ellos les parecía, era del esclarecido Martir S. Ignacio: los quales con efecto no se engañáran, si una epístola que se dice escrita á S. Juan anciano, y es la segunda en número de las que tenemos solamente en Latin, y preceden ??? las Greco-Latinas, las quales están todas en el tomo I. Greco-Latino de la Biblioteca de los Padres Antiguos, fuese legítimo parto de S. Ignacio. Pero esto es lo que nadie admite de los Doctores que tratan sobre las epístolas de tan ilustre Martir: pues Eusebio, y S. Gerónimo solamente hicieron mención de siete, las que no niega ningún Católico, y aun admiten tambien comunmente otras cinco, que juntas con las siete dichas, hacen doce. Pero no admiten, y con razon, las quatro de que ahora acabamos de hablar, por constar haber dudado muchos de su legitimidad, y casi enteramente rechazádolas dos varones de mucho nombre, insignes por su púrpura, y erudicion, los Cardenales Baronio, y Belarmino (1290). Sin embargo, tenian otros Autores por tan cierto (pues de esta manera confirmaban su opinion) que Christo S. N. y su pariente Santiago llamado el Justo, eran muy parecidos entre sí, que por esto, dicen, haber dado el traidor Judas una señal á los que habían de prender al Señor, para que no se equivocáran prendiendo al uno por el otro; pero es muy diversa la razon genuína de aquel lugar, como con su acostumbrado juicio, lo prueba Maldonado, á saber, porque los soldados, que se destinaban para executar aquella accion, eran Romanos, que ni oían á Christo, ni le conocian aun de vista. Pero esto es de poca monta; ni el pintar á Santiago algún tanto parecido al Señor, es cosa en que se interese, ni se perjudique mucho la verdad, ni la piedad.

7 El tercero dia de este mes, celébra con festivos júbilos la Iglesia particularmente Occidental, la Invención de la insigne Cruz de Jesu-Christo; cuya Historia, si la hubiese escrito aquel Eusebio de Cesaréa, que es sin duda el Xefe, y Príncipe de la Historia Eclesiástica, juzgo no se hubieran atrevido algunos enemigos de la ??? Iglesia (que quanto está de su parte, procuran argüir de falsas, ó dudosas las narraciones que con unánime consentimiento ha recibido la Santa Iglesia Romana) á infamar del mismo modo la esclarecida Historia de la Invención de la saludable Cruz de Christo. Pero Eusebio (espontaneamente lo hemos de confesar) no tocó nada sobre este particular, ni en su Historia Eclesiástica, ni en su librito de la Vida de Constantino dado que esta sea verdadera obra suya, lo que en este siglo ilustrado, dudan, ó niegan claramente aun Autores Católicos.

8 Mas nadie de sano entendimiento, y juicio, puede poner en duda la verdad, y antigüedad de dicha Historia: pues la refieren expresamente, y á la larga Autores gravísimos, y entre ellos, aquellos mismos que escribieron casi al mismo tiempo, en que Eusebio podia haber hecho mención de ella: tales son S. Ambrosio (1291), Sulpicio Severo, S. Paulino, Rufino, Sócrates, Sozomeno, y Theodoreto. Y por quanto S. Paulino, varon siempre recomendable por su erudicion, y piedad, trata este punto con alguna mas elegancia, y extension, no puedo menos de poner aquí sus mismas palabras aunque algo largas. Este Santo, pues, despues de haber dicho muchas cosas de Santa Elena, Madre de Constantino Augusto, añade: Aquella venerable Reyna, así que vino á Jerusalén, aplicando su curiosidad á indagar con piedad, y cuidado las divinas insignias en aquellos lugares, y sus alrededores; y deseosa de informarse por la vista de aquellas cosas, que había sabido por relacion, y escrito, emprendió buscar con el mayor empeño la Cruz de Jesu-Christo. Mas ¿qué medio podia haber para encontrarla, quando no había hombre alguno, ???

que diese indicio de ella, en un lugar, en que la antigüedad del tiempo, y la diuturnidad de una superstición impía, había borrado la memoria, y el cuidado de conservar aquellas noticias de religion, y de respeto? Pero esta muger fiél mereció por su piedad, que la ilustrára Dios que es sabidor, y testigo de quantos secretos hay en la tierra, y en nuestros corazones: por cuya ilustracion, como hubiesen sido en vano todas las diligencias que había puesto antes para indagar una cosa, que Dios había escondido á los hombres, procuró cerciorarse solamente del lugar donde padeció el Señor. A este fin llamó, y congregó en Jerusalén, no solo de entre los Christianos, á unos varones llenos de doctrina, y santidad, sino tambien á los mas peritos de los Judíos, como testigos de su propia impiedad (de que se glorían estos infelices). Entonces ella sola, confirmada en la noticia del lugar que le habían dicho, mandó al instante, impelida sin duda por el instinto de la revelación que había tenido, que se hiciese una excavación en aquel lugar; y aplicados á ella los brazos de los Ciudadanos, y de la tropa, se cumplió en breve lo mandado: y abiertos los senos de la tierra con la profunda excavacion, se manifestaron (segun la confianza de la Reyna, y contra la de todos los demas) los arcanos de la Cruz escondida. Pero como se hubiesen hallado al mismo tiempo tres Cruces, segun habían sido fixadas, y erigidas en el Calvario para el Señor, y los ladrones; el gozo de este hallazgo empezó á turbarse con la duda congojosa, y el justo temor de los píos, y fieles, de elegir tal vez en lugar de la Cruz del Señor el patíbulo del ladron, ó de violar el leño saludable, desechándolo por el palo en que el ladron fué clavado. Miró el Señor á tan pías, fieles, y fervorosas ansias; y á la que había tenido la principal parte en tan piadosa solicitud, le infundió particular luz para tomar la resolución de mandar buscar, y traér á alguno que poco antes hubiese muerto. Cúmplese al punto ??? lo mandado, traen el cadaver, déxanle en tierra, aplícanle las Cruces una despues de otra: despreció la muerte las de los reos. Por fin la resurrección del difunto manifestó la Cruz del Señor, y huyendo la muerte al tacto del leño saludable, quedó deshecho el funeral, levantóse el cuerpo, y temblando los vivos, estuvo en pie el muerto; y suelto ya de las ataduras sepulcrales, como antiguamente Lázaro, anduvo el resucitado en medio de los que estaban mirando (1292). Y así, la Cruz del Señor, oculta por tantos siglos, escondida por los Judíos en el tiempo de la pasion, y no manifestada á los Gentiles, quando para la edificación de su Templo, hicieron sin duda la debida excavación ¿no deberémos decir, que quedó escondida milagrosamente, para hallarla quando se buscaba con tanta religion? De este modo, conforme convenia á la Cruz de Christo, se halló, y probó ser tal por la experiencia de la resurreccion; y luego en el lugar de la pasion, se edificó, y consagró una basílica de correspondiente ámbito, que hermoseada con techos dorados, y rica por sus altares de oro, conserva la Cruz, colocada en lo escondido de su Sagrario, &c. Hasta aquí este varon santo, pío, y eloqüente.

9 De lo dicho se echa de vér lo que deberá observarse en la Pintura de esta Historia, si acaso conviniere pintarla alguna vez. Por lo que toca á sus adornos, será justo pintar á Santa Elena con vestido Imperial, adornada con insignias de Reyna, rodeada de Guardias, y con mucho acompañamiento. En quanto á S. Macario Obispo de Jerusalén, se le debe pintar con vestiduras Pontificales, y Clérigos que le van acompañando. Quanto á lo demas, deben pintarse tres Cruces enteramente semejantes, lo que se convence claramente solo por este lugar, conforme dexamos notado arriba (1293): las dos echadas en el suelo, y levantada en ??? alto la otra, y junto á ella, el cadaver de un hombre que resucita; todo lo qual no le será nada dificil de practicar al Pintor erudito. Pues con este estupendo milagro, como dicen las palabras que he trasladado, se manifestó, qual de las tres Cruces encontradas debaxo de la tierra, era la verdadera en que Christo padeció su muerte, libertando á todo el género humano de la muerte eterna. Porque, el que la Iglesia, usando siempre de mucha cautela, y circunspeccion, diga solamente, haber recobrado luego la salud una muger que estaba enferma de peligro, con estas palabras (1294): El qual (habla del título de la Cruz) como no constase á qual de las tres había sido clavado, quitó la duda un milagro: Porque Macario Obispo de Jerusalén, habiendo hecho oración á Dios, aplicó cada una de las Cruces á cierta muger gravemente enferma, la que, como no hubiese experimentado ningún alivio en las dos primeras, así que se le aplicó la tercera, la sanó de repente: es esto mucha verdad, y en nada contrario á lo que hemos dicho. Pues ambas cosas pudieron suceder, como oportunamente lo notó el Cardenal Baronio: y que de hecho aconteció así, lo dice expresamente, ademas de S. Paulino, de Sulpicio, y de otros testigos mas antiguos, que solo hablan del difunto, un Historiador Eclesiástico, aunque no tan antiguo (1295), con estas palabras: Dicen tambien, que despues (esto es, despues de haber sanado la muger)

habiendo puesto la Cruz sobre un difunto, lo resucitó de repente. Ni, segun á mí me parece, se aparta de esto la Iglesia, pues que en el mismo rezo, celébra ella misma el haber resucitado los muertos por el contacto de la Cruz que se halló, quando dice: Mientras por inspiración celestial se descubre la sagrada prenda, se afirma mas la Fé de Jesu- Christo.... ??? Al contacto de la Cruz resucitan los muertos, y se manifiestan las maravillas de Dios. Por lo que, juzgo muy del caso, y lo mejor, pintar á un cadaver que resucita. Será tambien muy propio el pintar á hombres, y mugeres al rededor, llenos de pasmo, y admiracion, y aun daría mas gracia á la Pintura, el representar, como amedrentados los muchachos están acogiéndose á sus madres, por vér que se movía, y resucitaba un difunto, cosa casi inaudita para todos.

I0 Con razon la Iglesia nuestra Madre, á la insigne viuda Santa Mónica (á quien nombro siempre con mucha veneracion, y respeto) la llama dos veces Madre de S. Agustin, por haberle parido para el mundo, y para el Cielo: para el mundo, quando siendo casada dió á luz al que había de ser grande lumbrera, y sustentáculo de la Iglesia; y para el Cielo, porque siendo mozo su hijo, y de un ingenio vivo, y fuerte, aunque estaba escrito en el catálogo de los Catecúmenos, no fiándose, como era debido, de la humildad, y sencillez Christiana, abrazó la absurdísima secta de los Manichêos, á causa del freqüente trato que tuvo con aquellos, que á él le parecia que sabian mucho, como eran entonces dichos Hereges. Esto (pues quiero decirlo de paso) nadie lo ignora; pero no parece que lo sepan aquellos (y entre estos hay algunos muy graves, y sabios), los quales sin observar la debida cautela, dicen, que por esta caída, fué algún tiempo herege S. Agustin: no obstante que era facil de reparar, que el error de los Manichêos, aunque hacía hereges á los que estaban bautizados, pero no podia constituir tales, á los que no lo estaban; pues saben aun los muchachos, que aquel es herege solamente, que siendo bautizado, y profesando la Fé de Jesu-Christo, comete con pertinacia algún error contra ella, conforme lo hemos advertido de paso en otros lugares. Vamos ahora al asunto. La piadosísima Madre, sintiendo infinitamente la infeliz suerte ??? de su amado hijo, estaba llorando con incesantes lágrimas su caída, hasta que siguiéndole con tierno afecto á Milán, donde se había ido Augustino, vió allí con increíble alegría, y júbilo su conversion, y que recibia el Bautismo de manos de S. Ambrosio. Con que verdaderamente se pudo decir, que Santa Mónica parió para el Cielo al que antes había parido para el mundo. Lo que celebrándolo piamente la Iglesia en su rezo, dice: La piadosísima madre de Augustino, al que antes había parido para el mundo, lo engendró despues para Christo en las entrañas de su caridad con mucho derramamiento de lágrimas. El Lector deberá disimularme el haber notado esto brevemente, en honor de tan Gran Padre, y de su piadosísima Madre, volviendo ya á lo que es de mi intento.

II Si aconteciere, pues, el pintar á Santa Mónica (lo que, á mi parecer, sucederá no pocas veces), podrá representarse, ó ya en la edad, en que estaba llorando la caída, é infeliz suerte de S. Agustin, que sería entonces de unos quarenta y seis años; ó bien, quando habiendo muerto ya mucho tiempo antes su marido, y dexando ya convertido á su hijo, se partia de Milán volviéndose á Africa su Patria, siendo entonces de edad de cincuenta y seis años, como expresamente, y sin ningúna duda lo afirma el hijo de tan buena madre (1296). Mas, de qualquier modo que se pinte, debe pintarse vestida siempre con mucha honestidad, y cubierta su cabeza con un velo; pues tal se debe representar á una muger, ocupada siempre en santas obras, y en continuas lágrimas, así antes como despues de la conversion de su hijo, quando se volvía á Africa meditando solamente en las cosas celestiales. ???




EL PINTOR CHRISTIANO Y ERUDITO-Juan Interián de Ayala - CAPITULO II.