EL PINTOR CHRISTIANO Y ERUDITO-Juan Interián de Ayala - CAPITULO V.


CAPITULO VI.


De las Pinturas, é Imágenes de S. Felipe Benicio, de S. Bartholomé Apostol, de S. Luis Rey de Francia, y del Gran Padre S. Agustin.

I San Felipe Benicio, Florentino, de la ilustre familia de los Benicios, fué varon de mérito singular; cuyas alabanzas, hechos, y vida han escrito Arcangel Junio Florentino, y Felipe Ferrario, ambos de la Orden de Siervos ??? de María, que vulgarmente llaman Servitas. A la verdad, ilustró, y propagó en gran manera dicho Santo esta religiosísima Orden; pero hablando propiamente, no la instituyó, aunque le atribuye esta alabanza el Martirologio Romano al dia 23 de Agosto. Pero yo, ciñéndome á lo que es de mi asunto, notaré solamente algunas cosas acerca de sus Imágenes, y Pinturas. La primera: Que quando murió no era viejo, pues no tenia mas de cincuenta años cumplidos: y así sería cosa poco conforme á la verdad, el pintarle muy viejo, como hacen regularmente. Tambien debemos advertir algo, por lo que mira al Hábito religioso que traxo, y en que murió. Porque, si bien en muchas otras partes de la Europa es bastante conocido, pero en nuestra España, á que yo debo mirar principalmente, pocos, á lo que me persuado, tendrán noticia de él. Dicho Hábito se compone de una túnica con mangas, de escapulario, capilla, y de una capa: y para que se perciba mas, diré brevemente, que el Hábito de los Padres Servitas, sería el mismo que el que llevamos los Religiosos de la Sagrada, y Militar Orden de nuestra Señora de las Mercedes, Redención de Cautivos, á no mediar la diversidad de color, que es lo principal que los distingue: pues el nuestro es enteramente blanco, y el suyo totalmente negro. Lo que basta, para que en caso de ofrecerse, sepa el Pintor discernir uno de otro, y pintarle como es debido. Será tambien muy conforme, y puesto en razon, á mi entender, que por haber sido Felipe Siervo de María, y por lo mismo que fué dignísimo Siervo de esta Señora, se le pinte abrazándose con la Imagen del Crucifixo, á quien con igual piedad, y sabiduría llamaba Benicio su libro: siendo de ello una grande prueba lo que se lée en su Rezo, donde se dice: Finalmente en Todi el año de I285. partió santamente de esta vida, en el ósculo del Señor pendiente de la Cruz, á quien llamaba su libro. Pero no ??? quisiera que movido alguno de esta razon, pensase haber estado Felipe destituído de aquella doctrina, y sabiduría que se adquiere con trabajo, y con el estudio; pues no fué así, antes se dió mucho á las letras: y en París, antes de ser Religioso, tomó la borla de Doctor en Philosophía, y Medicina; lo que dicen haberlo hecho para heredar á su padre, pues era hijo del noble Médico Jacobo Benicio. Y sobre esto, despues de haber profesado en la Religion, en donde procuró, aunque en vano, estár escondido, sirviendo de Lego, ó de Donado, como llaman; se dedicó quanto pudo al estudio de las Sagradas Letras: en tanto, que dos famosísimos Maestros de la Orden de Predicadores, que casualmente iban de camino con él, le tuvieron por un asombro, y contemplando, y como palpando con sus manos los tesoros de profunda, y recóndita sabiduría, aun de la Sagrada Escritura, que estaban escondidos en un hombre lego al parecer; aconsejaron al Superior de los Servitas, que por mas que lo rehusase, y resistiese, le mandára ordenar. Pero el Santo, que no estimaba en mucho los libros de la sabiduría humana, y que mas que á ellos, se dedicaba á la contemplacion, y meditación de las llagas de Jesu-Christo; á su Imagen llamaba despues con profunda sabiduría, su libro.

2 Yo deseára, que quantas veces se quisiera pintar á este Santo, se hiciese tambien mención de una ilustre acción suya; de suerte que el omitirla, podria atribuirse á negligencia, ó impericia. Pues, aunque no renunció Benicio el Sumo Pontificado de la Iglesia, lo que mucho antes había hecho S. Pedro Celestino; sin embargo huyó esta suprema dignidad con tanto esmero, con quanto acaso otros la han solicitado. Cuenta claramente el hecho la Iglesia en su Rezo; y mas que con las mias, quiero que se léa con sus mismas palabras. Porque, despues de haber referido el milagro de haber sanado á un leproso vistiéndole con la túnica de que él se desnudó, ??? dice: Cundiendo por todas partes la fama de este milagro, algunos de los Cardenales, que se habían juntado en Viterbo, para elegir sucesor á Clemente IV. que había muerto, echaron sus ojos en Felipe, cuya prudencia celestial tenian bien conocida. Lo que habiendo llegado á oídos del siervo de Dios, por no verse acaso precisado á tomar sobre sí la carga del régimen Pastoral, se estuvo escondido en el monte Tuniato, hasta que fué elegido Pontífice Gregorio X. Muchas maneras puede haber para representar de algún modo esta acción de insigne humildad: pero como esto parece exceder los límites de mi intento, déxolo gustoso al juicio del Pintor cuerdo, y erudito.

3 Como los hombres por lo comun estamos inclinados á querer saber, y divulgar aquellas cosas, de que puede haber menos noticia, ya sea por la obscuridad de ellas mismas, y por un silencio universal, ó ya por haber querido Dios que nos estuvieran escondidas, de suerte que, como hemos dicho muchas veces, son conatos de los que abusan de su propio ocio, y del ageno, querer decir, y publicar mas cosas de los hechos de los Apóstoles: esto puntualmente sucede en la historia, persona, martirio, y otras cosas semejantes del Apostol San Bartholomé. Pues no han faltado quienes fingieron acerca de esto varias cosas, de las quales se han introducido algunas en sus Pinturas, é Imágenes. Y para que se vea mas claro, será muy del caso saber quál es la fuente principal, de donde se tomaron, y fingieron. Dicen que hubo en los tiempos de Christo un tal Abdías de Babilonia, y que fué uno de sus Discípulos, el qual escribió los hechos, y martirios de los Apóstoles. No quiero yo decir quien haya sido este tal Abdías, y su libro; pues claramente lo ha dicho por mí un Varon Eminentísímo en dignidad, y sabiduría (1511) con las palabras ??? siguientes: Dicen que Abdías de Babilonia fué uno de los Discípulos del Señor. Pero las vidas de los Apóstoles, que corren con su nombre, son mas semejantes á fábulas, que á una narración verdadera. Ni véo que de dicho Abdías, ni de su libro, hagan mención alguna los antiguos.

4 Esto supuesto, tengo por fábula portentosa, y hablilla de viejas, que el Apostol San Bartholomé (ó como otros, para sostener la mentira, quieren escribir su nombre en Latin Barptolomæus) fuese Rey, ni hijo del Rey de Egipto que había en Syria: y por tanto no dudo afirmar, ser una pura mentira el pintarle con vestido de púrpura con que le adorna el fingido Babilonio; como, si fuese menester, podria manifestarlo con testimonios irrefragables. Mas, sobre el género de martirio que padeció, esto es, que por orden del impío Rey gentil, fuese enteramente desollado; por ser esta una cosa que la han escrito otros antes de salir á luz el fingido Abdías, no la contradigo: aunque no por esto afirmo seriamente que se deba pintar como le pintaron algunos, y verémos luego, sin internarme mucho en las demas cosas que suelen acompañar á esta Pintura.

5 Y para que no parezca á los imperitos (que acaso habrá algunos) que estas son cosas que yo las finjo en mi propia fantasía, quiero poner aquí casi entera la nota que puso á la Imagen de S. Bartholomé, un hombre pío, y Theólogo eruditísimo, el qual dice (1512): A este (habla de S. Bartholomé) algunos le pintan como noble en la Cena del Señor, y en otras partes. Lo que se ha tomado de las palabras del demonio en el falso Abdías: donde falsamente dice muchas cosas de S. Bartholomé, á saber, que los Angeles no permitian que tuviese hambre, ni se cansase: y que andaba vestido de ??? púrpura, y piedras preciosas.

¿Quién creerá que el Apostol, quando despues de recibido el Espíritu Santo, estaba exerciendo el ministerio Apostólico que se le había confiado, no quisiese por su nobleza, dexar el vestido de púrpura? ¿Y que (como añaden algunos con mayor temeridad) por esta causa debió de ser desollado? Y poco despues, sabiamente concluye el mismo Autor: No se haga, pues, ningún aprecio de la obscura ficción del vestido de púrpura de S. Bartholomé en el tiempo de su Apostolado. Despréciense también los diez libros sobre la historia del combate Apostólico, que salieron poco há de Alemania con el título de Abdías, y se imprimieron en la Imprenta de Oporino; á quienes, como á indignos de fé, puso el Papa Paulo IV. en el número de los escritos que condenó. En algunas partes le pintan sobrado crasa, y lascivamente, desollado de pies á cabeza, como si fuese un monstruo, y un hombre silvestre, llevando su piel en un báculo, como si así, segun fingen algunos ridículamente, hubiera ido á Roma. Hasta aquí este docto Autor, á quien, aunque en esta mi obra no he copiado, ni ha sido mi ánimo copiarle; sin embargo no negaré que ha sido el principal Autor á quien he seguido.

6 Muchos han escrito la vida, y hechos del esclarecido S. Luis Rey de Francia: pues ademas del Señor de Jionvilla, que fué muy familiar suyo, y estuvo sirviéndole á su lado veinte y dos años enteros, y á mas de otros, que con particularidad trataron esta materia; hablan largamente sobre este punto todos los Historiadores Franceses, cuyo catálogo omito poner aquí, huyendo (de lo que acaso otros no se apartan) de hacer alguna ostentación de hombre de mucha lectura, y erudicion. Acerca de sus Imágenes, y Pinturas, que apenas habrá quien no haya visto muchas, casi no se me ofrece que advertir cosa de alguna importancia: pero no me parece bien el que le pinten con vestidos usados, viejos, y casi rotos. Pues el Rey S. Luis fué tal, ??? que así como nada perdió por sus costumbres de su santidad, tampoco perdió nada de su magestad: antes fué Luis el primero de los Reyes de Francia que mandó (pues me acuerdo haberlo leído) que soldados armados, y con espada desenvaynada, fuesen delante de su Real carroza á caballo: por estár bien persuadido, que esto no solo era conveniente para su mayor seguridad, y resguardo, sino tambien muy conforme á su dignidad, y magestad. Finalmente (pues es mucha verdad, que el que posée perfectamente una virtud dimanada de la caridad, reyna de las virtudes, es preciso que las tenga todas) el insigne S. Luis Rey de Francia, fué igualmente Rey que Santo: pero prefería aquella santidad que era conforme á un Rey, y se portó de tal modo siendo Rey, como convenía á un Santo.

7 Sería intento vano querer hacer aquí algunos elogios del Gran Padre, y superior á todo encarecimiento, el glorioso S. Agustin, despues de las muchas alabanzas que le han tributado los Sumos Pontífices, y los Concilios. Ciertamente muchas de estas son cosa facil de vér, no en libros raros, sino en los que se encuentran á cada paso, que por tanto no quiero ni ligeramente insinuarlos. En quanto á sus Imágenes, y Pinturas, podria tambien decirse mucho; pero procuraré decir en pocas palabras lo que se ofrezca. Y primeramente, acerca de aquella larga, y molesta qüestion sobre el Hábito de S. Agustin que se trató antiguamente, y que aun se trata, segun temo, en el dia de hoy, con tanto fervor, y empeño entre los Canónigos, y Ermitaños de su Instituto, será lo mejor dexarla á ellos mismos que la decidan. Porque ¿qué absurdo hay, qué mentira, ó qué error, en que los Canónigos, que miran á S. Agustin como á su Padre, le pinten en trage de Canónigo, y los Ermitaños de este Instituto, con Hábito religioso, y con cogulla? Véa, ruego yo, el pío, ??? y erudito Lector al Autor que poco há, y muchas veces he citado; por no verme en la precision de transcribir otra vez sus palabras, que son bastante largas. Sin embargo no quiero omitir su conclusion (1513): En las Crónicas (dice) de la Orden de San Agustin, que comenzó Onuphrio, y las concluyó Joseph Pámphilo Obispo Siñino, se nota al año I484, que Sixto IV. mandó baxo pena de excomunion latæ sententiæ, que no hubiese contiendas, ni disputas entre los Padres Agustinos, y Canónigos Reglares sobre el Hábito de S. Agustin, y sobre el trage en que se le debe pintar. Quede, pues, sentado entre los que son cuerda, y prudentemente doctos, y sabios, que puede muy bien pintarse á S. Agustin, ó ya en Hábito Canonical (si es que puede saberse el vestido que usaban entonces los Canónigos), ó ya en Hábito religioso, y con cogulla negra, que por decir la verdad, es lo mas recibido.

8 Otra Pintura hay del Gran Padre S. Agustin, tambien muy freqüente, y que todos han visto, y que no faltarán quienes justamente la reprueben (1514). Dicha Pintura, segun yo la he observado en varios lugares, es esta. Pintan á S. Agustin ya de bastante edad, con ornamentos Pontificales, y sentado á sus pies á un Niño hermosísimo, y muy resplandeciente, el qual con una concha vá sacando agua del mar, y la vá echando con mucho cuidado en un pequeño hoyo á la orilla del mismo mar; y ademas le representan como que está hablando con S. Agustin. Este modo de pintar á este Padre, omitiendo otro mucho mas absurdo que refieren otros, dicen haber dimanado, de que meditando el Gran Padre sobre el Misterio de la Santísima Trinidad, se le apareció el Niño Jesus en la forma que hemos dicho; y como S. Agustin le mirase sin conocer quien era, cuentan haberle dicho: Muchacho? ¿qué estas haciendo, ó ??? qué pretendes? Poner (respondió él) el agua del mar en este hoyo que he abierto. A que respondió S. Agustin, que aquello era imposible. Mas imposible es, dixo entonces el Divino Niño, lo que tú intentas, y maquínas, de querer encerrar en tu limitado entendimiento el recóndito, y vastísimo Océano de la Divinidad, y Trinidad, y como pueda compadecerse este Misterio con una suma Unidad. Dicho esto, dicen, que al punto desapareció. Pero, si puede decirse con libertad, y reverencia, lo que siente cada uno ingenuamente, ya hace mucho tiempo, que me desagrada semejante modo de pintar á S. Agustin. Porque dexando á parte, el que de esta narración (ó ella haya sido un hecho, que realmente pasase á Augustino estando despierto, ó bien una vision imaginaria, que se representase en la fantasía del santísimo Padre) no hace ningúna mención Posidio Obispo, y otros Escritores mas antiguos, si es que los hay, de la vida de S. Agustin (pues no me paro en lo que dicen los modernos, particularmente algunos de ellos) callan enteramente este hecho; dexando, digo, á parte todo esto, parece que dicha narracion, segun se nos representa en la Pintura, se contradice consigo misma, y por tanto, que no podemos darle fé, y prudente asenso. Lo que podrá convencerse con el siguiente discurso.

9 Porque una de dos ¿ó se pretende, que esto pasó á S. Agustin antes de bautizado, quando todavía era profesor de una loca sabiduría (pues el que ese Gran Padre haya sido en algún tiempo Herege, ni lo confieso, ni lo confesaré jamas, aunque esta expresion se les haya escapado sin advertir á hombres muy sabios) y á favor de esto pueden entenderse aquellas palabras, que se léen en su rezo: Sin embargo difirió por mucho tiempo la gracia del Bautismo; porque hinchado con la vana filosofia, queria comprehender con la razon natural, lo que un ánimo pío intenta conocer con la luz de la Fé: ??? O se dice haber acontecido esto despues de bautizado? Si lo primero, se opone á la misma narracion, y á la Pintura. A la narracion, porque dicen haberlo visto S. Agustin, quando estaba meditando sobre los libros de la Trinidad, que no los escribió, sino despues de bautizado, y quando ya Sacerdote. Opónese tambien á la Pintura: porque le pintan ya bastante entrado en edad, y de muchos mas años que quando recibió el Bautismo: y lo que es mas, le pintan de Obispo, y con vestiduras Pontificales, lo que no fué, ni pudo ser antes del Bautismo. Solo resta, pues, que esto lo viese, ó experimentase S. Agustin quando ya bautizado, y despues de haber hecho muchos servicios á la Iglesia, y á la Fé Católica. Pero hé aquí, lo que yo nunca podré persuadirme. Qué? ¿Por ventura S. Agustin, meditando sobre sus libros de la Trinidad, queria comprehender este Misterio con la razon humana? Qué? ¿pensaba él, ó discurria encerrar tan vasto Océano en el debil conocimiento de sí mismo? ¿Podrá decirse jamás una cosa tal de S. Agustin, de quien, dexando á parte otras infinitas alabanzas suyas, justamente se dixo no haber habido otro mas humilde que él? A la verdad no se compadece esto con lo que dixo el mismo Santo al concluír sus libros de la Trinidad: Señor Dios Uno, Dios Trinidad, quanto he dicho en estos libros de tí, conózcanlo los tuyos; y si algo he dicho de mi cosecha, perdóname tú, y los tuyos. Amen. Vayan, pues, fuera estas, y semejantes Pinturas de las Imágenes Sagradas, que por mas que á algunos les parecen cosas pías, son en realidad ficciones disparatadas, y ridículas, de que no es lícito, ni decente, imbuír los ojos principalmente de la gente mas ruda.

I0 Otra Pintura hay todavía mas freqüente, y celebrada de pintar, ó representar á S. Agustin, qual vemos en el grande Convento de Padres Augustinos de Salamanca, en su mismo Altar Mayor (de cuyo Convento, ??? como tambien de la santidad, y erudición de sus moradores, no me atrevo á decir nada, sin protestar antes mi profundo respeto, y reverencia) esto es, el pintar arrodillado al Santo Padre, elevado su pensamiento en Dios, tendidas las manos, y contemplando á un lado á Jesu-Christo crucificado, y al otro á la Sacratísima, y dulcísima Virgen alimentando con su sagrada, y celestial leche al tierno Niño Jesus, con aquel lema que se vé particularmente en sus estampas: Puesto en medio, no sé donde volverme. Por la una parte (esto es, en la que se representa á Jesu-Christo) me alimento de las llagas: y por la otra (esto es, donde está la Santísima Virgen) me alimento de leche. Todo me parece muy bien, y el que hombres tan grandes lo hayan recibido, y expuesto en lugares tan célebres, es mas que bastante para reconocer en dicha Pintura mucho peso, y autoridad. Sin embargo, no puedo menos de advertir al Lector pío, y erudito, que dichas palabras no deben tomarse á la letra, como dicen, y que no hay mucha certeza de este acontecimiento, si es que con efecto sucedió. Y por tanto, que esta Pintura, como observó el R. P. Fr. Luis de los Angeles (1515), aunque bastante comun; pero que hablando con mas propiedad, no es literal, ó histórica, sino mucho mas simbólica, y geroglífica. Observólo esto antes que yo, un varon erudito, y de ameno ingenio el P. Fr. Manuel de los Santos (1516) Augustino descalzo, amigo mio en otro tiempo, y á quien ya muchos años hace, se lo llevó la muerte en medio de la carrera de sus gravísimos estudios. Este Autor, pues, en un sermon bastante docto, é ingenioso que predicó en alabanza de S. Agustin, dice elegantemente como acostumbra: Esta fué la mejor librería de Augustino, y lo fué siempre; que aquel Puesto en medio, ??? tan celebrado, y pintado, neutral siempre Augustino entre el costado de Christo, y los pechos de María, bebiendo de aquí leche, y de allí sangre, sin saber donde volverse; yo pienso que fué algún lance espiritual símbolo de toda la vida de Augustino. Jamas se apartó de allí, &c. Y añade despues oportunamente, y muy al caso en la margen: Cítase á favor de esta sentencia á Valdens. in Theatr. Religios. f. I23, y 338. á Lanciloto lib. 3. de la Vida del P. S. Agust. Véase al M. Ang. sobre su vida, y alabanzas en el folio de mi impresion 209. c. 2. Es esta una cosa muy freqüente en las Crónicas, y Pinturas mas modernas. Pregúntase ¿si este fué un hecho, ó si es un geroglífico? Y así la Imagen de S. Agustin celebrada en todas partes, y que á mí mas me agrada, es, en la que se le representa con los ornamentos acostumbrados, llevando en una mano su corazon ardiente, abrasado con muchas llamas, y herido tambien con saetas de amor, y de caridad, y teniendo en la otra, esto es, en la derecha, aquella pluma que á manera de rayo, ó de espada, desenvaynó contra los Hereges, y que al mismo tiempo supo manejar con tanta destreza para amor, y gloria de Dios. En dicha Imagen, no hay cosa alguna recóndita que necesite de mucha explicacion, ó interpretacion: todo está patente á la vista, aun de los menos eruditos. Y ya que en ella vémos pintados á un tiempo el corazon, y pluma de Augustino, séame permitido poner aquí unos versos, que muchos años hace compuse sobre este asunto, los quales dicen así:

Quid est pod igneum altera ostentans manu, Ignite Præsul, atque Doctor optime, Cor, altera prælucidam pennam geris? Hoc credo, non id pessime conjecerim. Tuæ movetur impetu pennæ cor hoc, Aut corde tracta penna pingit literas. ???

Esto se me ha ofrecido decir acerca de las Imágenes, y Pinturas de S. Agustin: para con el qual, como á hijo, y alumno que soy de su Santa Religion, me siento movido con extraños afectos. Porque, el que alguna vez (yo no lo he visto, pero hombres dignísimos de toda fé, me han asegurado haberlo visto) el que alguna vez, digo, se haya expuesto en algún lugar bastante famoso la Imagen de este Gran Padre, varon el mas modesto de quantos ha habido, no sentado, ó en pie, sino sobre una águila, arrojando rayos á la manera del Júpiter Tonante de los Gentiles, aunque no faltarán quienes quieran ensalzar esta Pintura como á geroglífico sublime, y elegante; pero á mí nunca ha podido, ni podrá agradarme una Cosa tal: antes siempre la miraré como invencion, no de algún docto, sino de algún Artífice, que considera con poca gravedad, y madurez, una cosa tan seria, y grave.




CAPITULO VII.


Las Pinturas, é Imágenes de la Degollación del sagrado Precursor, y de su cabeza separada de sus hombros, de Santa Rosa del Perú, y de S. Ramon Nonnato Cardenal.

I Digo sin recelo alguno, que no sería tan miserable la condición de los Príncipes, y de los Reyes, si pudieran, ó quisieran carecer de aquellas fieras, y furias domésticas, que baxo el obsequioso nombre de amigos, hacen el papel de sus mayores enemigos. Todo hombre cuerdo echará de vér fácilmente, que he querido significar á los aduladores, por ser estos los que de dia, y de noche, no procuran inculcar otra cosa á los oídos de los Príncipes, sino aquellas palabras lisonjeras: Pasa adelante, obra como quieras: no dudes ser bastante tu voluntad, para que quanto se te antojare, ??? sea digno de que se execute: mandando tú, no tienes que poner duda en nada: te es, y seráte siempre permitido qualquier antojo. Finalmente, sea tu querer la medida de la razon. Pero muy desemejante á estos fue el Ermitaño áulico, pues uno, y otro fué el Gran Precursor de Christo S. Juan. Habitó este los desiertos de los bosques: pero quando llegó su tiempo, freqüentó el palacio de Herodes Tetrarca, para haber de aprovecharle; repitiendo freqüentemente á los oídos del Rey incestuoso, aquella suave palabra, como notó S. Juan Chrisóstomo, aunque al mismo tiempo libre, é ingenua: No te es lícito tener la muger de tu hermano. Muy caro le costó al pregonero de la verdad (en cuya alabanza he dicho esto brevemente) su libertad en el hablar; pues lo pagó con su santísima cabeza, que le mandó cortar el injustísimo Rey (1517), no tanto por el odio que él le tuviese, como por el que le tenia una muger.

2 Todo lo dicho es sabido por la misma Historia del Evangelio, sobre cuyas Imágenes tengo que advertir algunas cosas. Paso en silencio el que en la cena de Herodes se representan los convidados, no echados, ó recostados en sus camas, como era debido, sino sentados en sus sillas, ó bancos, lo que hizo tambien el excelente Pintor Rubens. Pues esto, conforme he notado muchas veces, contiene error en los ritos, y costumbres, aunque solamente lo advierten los que han puesto mucho cuidado, y diligencia en tener conocimiento de la antigüedad: sin embargo de que todos podian haberlo aprendido de las mismas palabras del Evangelio, donde se dice de la hija saltatriz de Herodías (1518): Y como hubiese entrado la hija de la misma Herodías, y hubiese saltado, y dado gusto á Herodes, y á los que estaban con él á la mesa, &c. Y un poco mas abaxo: Por los que ??? estaban con él á la mesa, no quiso entristecerla. Paso, digo, todo esto en silencio, y advierto ahora únicamente, que el acto mismo, ó la escena funestísima de cortar la cabeza al Bautista, no sucedió, y por tanto que no debe representarse (como lo han practicado alguna vez) en el mismo palacio, ni tampoco en campo descubierto; por decirnos claramente el Evangelio, que el lugar, donde por orden de Herodes se cortó la cabeza á San Juan, no fué otro, sino la misma carcel (1519): Y lo degolló en la carcel. Tal fué la vilísima acción que cometió el Rey impío, cegado del torpe amor, por dar gusto á la muchacha saltatriz: accion, que describe S. Ambrosio con mas fuerza de palabras, y mayor eloqüencia de la que suele (aunque suele siempre usar mucha) de suerte que parece poner el hecho como que realmente está pasando delante de la vista: cuyo hecho ha dado á los Oradores Christianos sobradísima ocasion de detestarlo, de que luego voy á decir algo, aunque con mucha brevedad.

3 Pero entre tanto quiero notar brevemente dos cosas acerca de la misma cabeza del Bautista arrancada ya de sus hombros, y puesta en un grande plato, que si bien no perjudican nada á la historia, con todo parece que está cayendo aquí de su peso el hablar de ellas. Lo primero, que algunos para ostentar, ó exâgerar su habilidad, pintan, ó forman extrañamente disforme la cabeza del sagrado Bautista, lo que lejos de representar la santidad, y constancia que tuvo en su muerte el Gran Precursor, parece nos pone á la vista la ferocidad, y aun la embriaguez de algún Holofernes; pintan, digo, la cabeza del Bautista extrañamente disforme, esto es, sin cerrar totalmente los ojos, abierta en gran manera la boca, sacando ferozmente la lengua, y otras cosas semejantes: lo que es muy ??? ageno de una cosa tan sagrada, como es la cabeza del Divino Precursor. Lo segundo que debo advertir, es, que algunos sin poner bastante atención á la naturaleza de las cosas, le pintan con el cuello mas largo de lo que corresponde á una cabeza cortada. Sobre que me acuerdo haber leído una historia muy oportuna para lo que vamos tratando. Un Emperador de los Turcos muy aficionado al Arte de la Pintura, mandó llamar á un Pintor veneciano, que á no engañarme, se llamaba Belino. Este, á mas de otras cosas, que hizo por su orden, le regaló la Pintura de la cabeza del Precursor, que á su parecer estaba trabajada con mucho primor. El Sultan, alabando no poco en todo lo demas su artificio, solamente advirtió á Belino, que aquella cabeza no estaba conforme, ni proporcionada á lo que exîgia la naturaleza. ¿No ves (le dixo) que ese cuello ha quedado mucho mas largo de lo que pide la verdad del hecho, y el orden de la naturaleza? ¿No lo confiesas? Callaba el Pintor, sin atreverse á chistar delante de un Señor tan soberbio. Pero el Sultan, Para que te enteres (prosiguió) por tus propios ojos, que es como yo digo, trae, dixo (volviéndose á uno de sus colaterales) qualquiera de los cautivos, y preséntalo aquí al instante. Obedeció el otro: traen luego al infeliz, mándanle ponerse de rodillas, y en positura de cortarle la cerviz: executó al momento lo que se le mandaba. Entonces el feroz Sultan, que casi tiene por cosa agradable, y deliciosa, jugar impunemente con las vidas, y cabezas de los hombres, dixo sin titubear, volviéndose al verdugo: Tú corta luego á este la cabeza, y sepárasela de sus hombros. Hízolo el verdugo con un fuerte golpe de cuchilla: y al instante presentó al Pintor la cabeza cortada, contraídos por todas partes los nervios, y muy corto el cuello, para que la exâminára con atencion. Miróla el Pintor, pero con tanto temor, y temblando tanto, que apenas tenia palabras para alabar ??? la pericia del gran Emperador. Lo que advirtiéndolo el Sultán, Véte, le dixo; mandaré á mi Visír, que te despache quanto antes, para que otra vez no pases en mi presencia igual miedo. He querido referir este caso, para que los Pintores, aun los mas peritos, adviertan de aquí, que las Imágenes que no se conforman con la naturaleza, y verdad de los hechos, desagradan aun á los que no reparan tratar de bárbaros. Pero este es un punto muy diverso, y pasa con efecto los límites de mi propósito. Por lo que, dexando este asunto, séame permitido poner aquí el Epigrama que insinué antes, el qual dice así:

Ecce taces, Christi præco venerabilis: ecce Vivida quæ fuerint lumina, clausa tacent. O caput! ó toto longè pretiosior auro Gemma! quid in disco pallida facta notas? Sed scio: saltatrix temulentum femina regem Impulit, ut sceleri præmia tanta daret.

Nempe eguit capite ingenium, cui mobile ad imos Arte levi, vanos fluxerat usque pedes.

Nil furor at nocuit: nunc surgis ad æthera. CSpit Avulsum hoc humeris celsius esse caput.

4 Es cosa muy sabida, de suerte que no habrá hombre medianamente docto que la ignore, lo que fingió la antigüedad, esto es, que Venus, tropezando acaso con las espinas de una rosa que le hizo derramar copiosa sangre, manchó las rosas, que antes eran blancas; cosa que, dicen, llevaron estas muy á mal, y de que se resintieron en gran manera: de donde fingieron vanamente los Poetas haber ellas nacido coloradas, ó encarnadas. Por esto uno de ellos, que no tengo muy presente quien es (ni me avergüenzo, ó me pesa mucho de que siendo yo Theólogo, se me haya olvidado) dixo con gracia, y agudeza: ???

Constat adhuc facti pSnituisse rosas.

Pero vamos al caso. El Nuevo Mundo, que conquistaron nuestros Españoles, en la parte de la América Meridional, dió á luz una flor muy suave, y de admirable fragrancia, y hermosura, á Santa Rosa, digo, de Santa María, de la Orden Tercera de Santo Domingo, á quien, aunque resplandeciente ya con tantas flores de santidad, é inocencia, le sirve del mayor lustre, y adorno. De las Imágenes de esta Santa hemos de tratar ahora, sin desviarnos un punto del intento.

5 A la verdad, que si á esta esclarecida Virgen, y Esposa de Jesu-Christo, se la debiera pintar conforme al ingenio, y capacidad humana, debiera representársenos sin sangre, seca, pálida, casi enteramente extenuada, y medio muerta. Porque, aunque esta Rosa careció de todas aquellas espinas que pudiesen punzar aun ligeramente á los demas; sin embargo estuvo armada de espinas para atormentarse á sí misma. Pues entregada sobre manera al ayuno (que son las palabras de su rezo) mortificóse tambien con muchas otras austeridades, y tormentos, y se ensangrentó cruelmente á sí misma: en tanto grado, que á no ser la divina gracia, que la ayudaba de un modo admirable, no solamente hubiera extenuado su cuerpecito virginal en el espacio de algunos años, sino que hubiera acabado con él en pocos meses, ó dias. De aquí es, que teniendo presente el Pintor esta idéa, debiera pintarla totalmente pálida, y casi muerta. Pero no es así, ni sucedió de esta manera. Porque Rosa como Virgen prudente, cautelándose mas que de otra cosa, de todo el orin de vanagloria, pidió á su amado Esposo, y lo consiguió, que aunque debilitada, y quebrantada con tantos trabajos, no apareciese á los que la mirasen, pálida, y flaca, sino llena de carnes, y sangre, y con semblante robusto, aunque modesto. Describe todo el hecho con la elegancia que le es familiar, el M. R. P. Mro. Fr. Leonardo ??? Hansen, que escribió su vida en Latin, Provincial de Inglaterra, y compañero del R. P. Mro. General de la Orden de Predicadores, cuyas palabras no puedo menos de trasladarlas, las quales dicen así (1520): Pero luego que reparó, que gentes curiosas, con estas señales conocian, estimaban, y ensalzaban la grande austeridad de sus ayunos, persuadida, que mas debia temer la vanagloria, y la polilla de las alabanzas, que su peregrina hermosura; refugióse á su acostumbrado asílo de la Oracion, y con repetidas súplicas alcanzó de Dios, le diese un semblante tal, que á lo menos no entendiesen los mortales los rigores de su abstinencia, y las señales exteriores de tan continuados ayunos. ¡Cosa admirable! Al punto volvió el color natural á sus mexillas consumidas, la carne á su rostro haciéndole mas corpulenta, la hermosura á su frente, el vigor á sus ojos, de suerte que casi se hubiera podido jurar, que enteramente ignoraba Rosa, lo que era ayuno. Logró con esto sus deseos la humilde Virgen, y recibió con creces la recompensa del daño de que se había cautelado. Porque, como dice este eloqüente Escritor, algunas veces, y quando lo merecia menos, tuvo que sufrir las calumnias de impostores, siendo notada, y murmurada, como que no ayunaba, no sin irrision, cavilaciones, y risadas de hombres perdidos, y truhanes. Pero vamos al asunto.

6 Píntanla casi siempre con el Niño Jesus, ó ya abrazándolo con sus puras, y virginales manos, ó ya teniéndole sentado sobre un libro que trae la Santa. Esta Pintura, es tan propia de dicha Santa, que á no pintarla así, juzgaría yo no ser perfecta efigie de Santa Rosa. Porque aquel Señor, cuyas delicias son estar con los hijos de los hombres, de mil maneras inefables se deleytaba freqüentemente en figura de tierno Niño con su escogida Esposa. No quiero que esto se léa con ??? mis palabras toscas, y casi balbucientes: oigase segunda vez al citado Maestro, cuya lectura, si agradó una vez, como me persuado, agradará tambien otras muchas. Dice pues (1521): El mismo pequeñito Jesus se aparecia muchas veces á la amante Rosa apenas mas alto de un dedo, en la misma plana de la página: estaba en pie el pequeño, y desnudo amor: ya caminaba á paso muy lento, y algunas veces agasajaba á la Virgen con una mirada serena, tierna y suave, y se introducia como á Verbo dignísimo de la atenta lectura de Rosa, en que están todos los tesoros de la ciencia, y sabiduría de Dios. Todo esto dice este eloqüente Autor: á que añade lo que él llama mas familiar; pero que por lo mismo, es mas admirable, é inefable, diciendo: Mientras Rosa se ocupaba en coser lienzos, hé aquí otra vez al amado Jesus que á la manera de niño, aunque con mucha quietud, se sentaba en la almohadilla de la Santa: de allí con señales mudas hablaba al corazón de su amada: con esta se sonreía, á esta alargaba sus manecitas como que iba á abrazarla, á esta abrasaba continuamente con sus ardientes ojos, y con todos sus gestos, movimientos, y vueltas, le protestaba el amor que le tenia. Deleytábase finalmente el muy tierno Esposo con su queridísima Rosa, no ya como niño pequeñuelo, sino en trage, y figura de muchacho algo mas grande. Refiérelo el citado Autor, que quiero se vuelva á leér, por ser, como pienso, dignísimo siempre de ser leído: Esta (dice hablando de una niña, que apenas tenia siete años) quando ya había dexado á Rosa entregada á la meditacion, se fué á escondidas á su madre que estaba haciendo labor en la próxîma recámara: al cabo de una hora se salió para vér si Rosa se había levantado de la oracion, y hé aquí que junto á la Virgen vió al Niño Jesus muy bien vestido con una túnica de color ceruleo, y encarnado: al ??? qual, así que le vió rodeado con tan gran claridad, y resplandeciente por los rayos de luz que despedia por todas partes, no atreviéndose á interrumpir su conversacion, paróse de lexos, contentándose con que se le permitiese gozar de un tal espectáculo, cuyos arcanos no entendia aun por razon de la edad, ni los descubrió mientras vivió Rosa. Seiscientas otras cosas podrian decirse aquí sobre el mismo asunto; pero baste lo dicho, para que el Pintor erudito, y Christiano quede instruído de que apenas se puede representar á la vista á Santa Rosa, sin que de algún modo se pinten también los favores, y gracias especiales que hizo Dios á su muy amada Esposa, con quien tan familiar, y algunas veces tan puerilmente se entretenia.

7 Casi al mismo tiempo que estaba dictando esto al amanuense, contemplé con atención una lámina de bronce en que estaba esculpida la Imagen de Santa Rosa: trabajo verdaderamente primoroso; pero en que desde luego advertí dos errores, como suele suceder muy á menudo. El primero, que la Santa Virgen estaba pintada con aquel velo negro con que van cubiertas las Monjas dedicadas al Coro: lo que es enteramente falso, y contra la verdad de la Historia. Porque, si bien el Divino Esposo colmó á Rosa con tantas gracias, y favores de su divino amor; sin embargo nunca fué Monja, ni vivió en ningún Monasterio, sino en casa de sus padres, á excepción de los tres últimos años de su vida, que los pasó en casa de ciertos nobles, y honestos consortes, pero donde no había clausura alguna, aun mucho tiempo despues del Sagrado Concilio de Trento: siendo una de las que llaman de la Orden Tercera, y que el vulgo llama Beatas. Esta es la causa, por que no deben pintarla con velo negro de que usan las Monjas, aunque quando salía al público, andaba cubierta de pies á cabeza con una capa, ó velo negro, largo, y de lana, pero no muy espeso. Veíase tambien pintada con ??? una corona de flores, y de fragrantes rosas: y aunque esto pueda entenderse en algún sentido simbólico; pero realmente nunca fue así. Llevaba ciertamente Rosa una corona en su cabeza. ¿Pero quál era esta? Buen Dios! Descríbela largamente el elegante Historiador, pero en su lugar, bastará referir lo que nos dice su Rezo, donde se lée: Debaxo del velo (hase de entender, blanco, y de lino, de que siempre usó) llevó de dia, y de noche una corona con espesas puntas hácia dentro. Pues con tales puntas debia estar armada una Rosa tan querida del Divino Esposo.

8 Tuvo, y celebró la antigüedad sus Césares, y Cesones, que dicen haber conseguido este nombre por haber nacido, no segun la ley comun de los demas hombres, sino de un modo insólito, esto es, abierto el vientre de sus madres. Todo esto es manifiesto; pero igualmente es sabido, que tiene tambien la Iglesia en sus Fastos á un insigne Héroe condecorado con semejante título, ó con otro mas expresivo. Este es aquel célebre Ramon por renombre Nonnato: pues contra la ley comun de la naturaleza, salió á luz abierto el costado de su madre difunta, como lo dicen expresamente las palabras de su rezo. Cuyos hechos, virtudes, y glorias casi inmensas, si pretendiese yo trasladarlas aquí, sería lo mismo que querer encerrar en un pequeño vaso todas las aguas del vasto Océano. Pero no tratamos ahora de esto, sino de sus Imágenes, ó efigies. Primeramente debe pintarse al esclarecido S. Ramon Nonnato vestido con el Hábito propio de mi Sagrada, y Militar Orden, que á poco de haberse instituído, abrazó el Santo, siguiendo las inspiraciones de la Sacratísima Virgen: pues esta Señora le significó, que sería muy de su agrado, que se entrase en la Religion baxo el título de las Mercedes, ó de la Misericordia de Redención de Cautivos, que por su voluntad acababa de fundarse. Con tal aviso, partiéndose luego á Barcelona, ??? tomó allí el Hábito de dicho Instituto, que es de tan singular amor para con los próximos. Débesele tambien pintar con insignias Purpureas, y Cardinalicias: por ser constante, que habiendo trabajado con gran valor, y esfuerzo por la gloria de Dios, le nombró Cardenal el Sumo Pontífice Gregorio IX. como se nota tambien en su Rezo, donde se dice: Por estos, y otros esclarecidos hechos suyos, se extendió en gran manera la fama de su santidad: de que movido Gregorio IX. lo admitió en el amplísimo Colegio de Cardenales de la Santa Iglesia Romana. He dicho de propósito con insignias purpureas: porque, aunque no ignoro, que en aquellos tiempos la Silla Apostólica aun no había concedido dichos adornos á los Señores Cardenales, de que he tocado algo arriba, y acaso lo trataré en otra parte mas largamente; sin embargo ¿qué otro modo puede haber mas propio para dar á entender á los Fieles píos, y no muy doctos, que S. Ramon fué Cardenal? En nada se falta aquí á la fé de la historia; solo se pretende demonstrar de algún modo la verdad del hecho. Con efecto, si (como hemos dicho en otra parte) vémos aun en la Sagrada Escritura, que á la Ciudad que Alexandro mucho tiempo despues, ó edificó enteramente de nuevo, ó la adornó en gran manera, se le dá el nombre de Alexandría, por la figura bastante conocida, que llaman Prolepsis, esto es, Anticipación ¿por qué no ha de ser permitido en la Pintura, el que se atribuya á los Cardenales el color de púrpura, que había de ser su insignia mas honorífica, aunque todavía no se les hubiese concedido? Finalmente, lo que es una gran gloria de este insigne Héroe, se le ha de pintar cerrados cruelmente los labios con un candado de hierro, conforme lo demuestra la sucinta serie de sus hechos, que refiere su rezo con estas palabras: Pero, como abrasado de un ardentisímo deséo de la salvación de las almas, convirtiese con sus sermones para Jesu-Christo ??? á muchos Mahometanos, lo pusieron los Bárbaros en una estrecha prision, atormentándole con varios suplicios: luego le taladraron los labios, y cerrándoselos con un candado de hierro, sufrió por mucho tiempo este cruel martirio.

9 Ultimamente, es muy comun, y recibido el representar á S. Ramon Nonnato, ya en sus Imágenes pintadas, ó en las de bulto, teniendo en su mano derecha el Santísimo Sacramento, encerrado en lo que vulgarmente llamamos Custodia: lo que no se practica sin fundamento, ni sin razon; por denotarse de este modo aquel admirable suceso, que no tanto dió fin, quanto coronó la vida de este esclarecido Confesor, y Martir de Christo. Estaba Ramon enfermo en la cama en Cardona en casa de un noble pariente suyo: aumentábasele la calentura, y ya casi iba el Santo perdiendo las fuerzas, que tenia debilitadas por sus muchas austeridades, y trabajos. Pedia con instancia que le dieran la Sagrada Euchâristía, por no emprender un tal camino sin tan grande Viático. Instaban lo mismo los que asistian: iban una, y otra vez los criados á casa del Párroco: pero este, ó porque entonces no estaba en casa, ó porque estaba ocupado en otras cosas, se detenia, y retardaba mucho con no poca aflicción del piadosísimo, y religioso corazon de S. Ramon, el qual callando, y triste, pensaba ya irse de esta vida, destituído de un tan gran socorro: quando se vió de repente un raro resplandor, en medio de los rayos del sol, que deslumbró los sentidos, y la vista de quantos asistian: de suerte que podria decirse, que una numerosa multitud de estrellas acudió con nuevo orden á tributar luces, y obsequio á la Divina Magestad, ó que las mismas estrellas del Firmamento, habían dexado los palacios del Cielo para asistir á una escena tan agradable. Al instante los Angeles, de dos en dos, llevando velas hermosísimas en sus manos, y vestidos con el Hábito ??? blanco de nuestra Señora de las Mercedes, entraron en el Palacio del Duque de Cardona, que no cabía de gozo, al vér, que por el extraordinario honor del nuevo huesped, y pariente suyo, había de recibir á tales huéspedes. Cerraba la procesion uno mucho mas resplandeciente en magestad, y dignidad, que á los circunstantes, á lo menos en la figura, y en el resplandor, les pareció ser el mismo Christo, el qual escondido entonces baxo las especies Sacramentales, de un modo admirable, é inefable, se llevaba á sí mismo en sus manos. ¿Qué mas? Acercóse lleno de magestad á la cama del enfermo, el qual no pudiendo apenas creér lo que estaba viendo, se había levantado animoso, y puéstose de rodillas. Finalmente, hablando, y consolando dulcemente al enfermo, llenóle de gozos interiores, y le sació con aquel pan, que es el que solo puede deleytar á los Reyes. Desapareció luego el blanco esquadron de Cortesanos Celestiales, y el mismo Rey de los Cielos. Y el Santo, habiendo vivido todavía algún rato, y recibido la Extrema Uncion, no quiso mas ser habitante de la tierra, pues que ya casi había experimentado los gozos del Paraíso Celestial. Por esta razon, y acontecimiento, de que hace también mención ilustre la Iglesia, pintan á S. Ramon teniendo en su mano el Santísimo Sacramento. Es también freqüente (pues no quiero pasarlo en silencio) pintarle teniendo en la mano izquierda una palma con tres coronas de oro, para denotar, que le quadran muy bien dichas coronas, por Confesor, por Martir, y por Virgen. Pero yo volviéndome á aquel terrible martirio, que padeció por espacio de algunos meses, de tener cerrados los labios con un candado de hierro, me parece tengo justos derechos para concluír este breve tratado con el Epigrama, que sobre dicho asunto compuse en otro tiempo, el qual dice así: ???

Quid furor hic, rabiesque animo, gens impia prodest?

Noscitis ah! virtus quam sit amare valens?

Ora viri obstruitis ferro: sed credite stulti;

Nulla Dei verbum vincla ligare queunt.

Nempe hoc est puras retineri vectibus auras, CSlestesque sera claudere velle focos.

En loquitur Christum, atque aures vox aurea tangit, Undique quam strictim ferrea claustra premunt.

Ite ergo, atque operam miseri ne ludite: vanis Artibus his, mutus non amor esse potest.




EL PINTOR CHRISTIANO Y ERUDITO-Juan Interián de Ayala - CAPITULO V.