EL PINTOR CHRISTIANO Y ERUDITO-Juan Interián de Ayala - CAPITULO VII.


CAPITULO VIII.


Las Imágenes, y Pinturas de S. Gil Abad, de S. Esteban Rey de Ungria, de S. Lorenzo Justiniano, de los Santos Mártires Adriano, y Gorgonio, y de S. Nicolás de Tolentino.

I Un erudito Escritor de estas materias advirtió algunas cosas acerca de las Pinturas antiguas de S. Gil Abad, que reprehende él en varios lugares. Tal es (y esta es la principal) el que antiguamente le pintaban (pues en el dia de hoy no se vé nada de eso) imponiendo sus manos, y dando la absolución de sus pecados á Carlos Martel Rey de Francia, añadiéndole aquel verso rudo, y desaliñado, y que no concuerda muy bien consigo mismo:

Ægidii merito Caroli peccata dimitto.

Pero esto ya lo refuté arriba (1522), aunque de paso, y justamente lo condena, y refuta el mencionado Autor. Píntanle también orando fervorosamente, levantadas las manos al Cielo, y junto á él una cierva. La razon de ??? esto es la que se lée en su rezo, que se celébra con rito simple, donde se dice: Retiróse al yermo, donde vivió mucho tiempo con admirable santidad, sustentándose de las raíces de las hierbas y de la leche de una cierva, que todos los dias iba á él á horas determinadas: la qual como un dia se viese perseguida de los perros del Rey, y refugiádose á la cueva de Gil, fué ocasion de que el Rey de Francia le pidiese con sumas instancias, &c. Pero no por afirmarse que S. Gil fué Abad, se le ha de pintar con tonsura presbiteral, ú otros ornamentos de Sacerdote. Porque, si bien no faltan quienes afirman (1523), que S. Gil para ser Abad, se ordenó de Sacerdote; sin embargo no está claro, ni puede menos de saber qualquier docto, y erudito, que fué costumbre muy recibida en la Iglesia en aquellos siglos, el ser Abades, y por tanto Padres de algunos Monasterios, sin ser Sacerdotes, ni haber recibido ningúna Orden.

2 Celébrase á principios de Septiembre la memoria de S. Esteban Rey de Ungria, á quien llenan de elogios, no solo los Escritores de su vida, sino tambien los que han escrito de las cosas de la Ungria. De este Santo, apenas yo hubiera hecho mención aquí, á no moverme dos cosas, que acaso á algunos parecerán menudencias. La primera es, que á mi parecer, no será una Pintura cabal de este Santo (que ciertamente fué el primero que introduxo en Ungria la Fé Christiana, y la Dignidad Real) si no se le pinta con una Cruz: ó ya llevándola en su mano, lo que no sería fuera de propósito; ó á lo menos, levantada cerca de él, al modo que precede la Cruz en las santas Procesiones de los Christianos. Muévenme á esto las gravísimas palabras de su Rezo, que dicen: Llamado verdaderamente Apostol de aquellas gentes por su gran cuidado en propagar la Fé, á quien el Romano Pontífice concedió, que él, y sus ??? Reyes descendientes pudiesen llevar delante la Cruz. La segunda es, que me parece deberse pintar su mano derecha, brillante, y resplandeciente. No que con esto se signifique una historia, ó algún hecho, sino por ser esto un símbolo el mas á propósito para denotar lo que sucedió. Léanse otra vez las palabras de su Rezo, donde despues de haberse referido diligentemente las obras de caridad, de misericordia, y de un amor paternal para con todos, se añade muy al caso: En atención á estas virtudes, habiéndose consumido todo su cuerpo, permaneció incorrupta su mano derecha. Lo que, segun á mí me parece, no se puede demostrar de ningún otro modo mas conforme, y proporcionado, sino pintando resplandeciente su mano derecha, que permaneció incorrupta, aun en medio de las lobregueces del sepulcro.

3 S. Lorenzo primer Patriarca de Venecia, fué descendiente de la nobilísima familia de Justiniano, por cuyo motivo le llaman comunmente S. Lorenzo Justiniano. Escribió las debidas, y justísimas alabanzas de este Santo el esclarecido Veneciano Bernardo Justiniano su sobrino, hijo de un hermano suyo, el qual tuvo pleno conocimiento de todo; pues casi treinta años enteros vivió muy familiarmente con el Santo. Salió á luz esta Vida, y púsose á la frente de las obras bastante voluminosas del Santo Patriarca, que se imprimieron en Basiléa el año de I580. en la Imprenta de Froben. De aquí pueden inferirse muchas cosas pertenecientes á las glorias de Lorenzo: pero no es de mi asunto referir las alabanzas de los Santos, sino lo perteneciente á sus Imágenes, y Pinturas. Y así será del caso saber, qué semblante, y figura exterior tuvo este Varon nobilísimo, y santísimo. Dícelo con palabras muy selectas el Escritor (1524) á quien ya hemos citado, y elogiado: Fué (dice) algo mas alto de lo regular, delgado, ??? el color blanco, andaba derecho, y en todo su semblante había decoro, y gravedad. Los ojos de tal suerte moderaban todo su cuerpo, que no parecian, sino que por todas partes respiraban veneracion, y santidad. Esto dice Bernardo, de la figura exterior del cuerpo de este gravísimo, y célebre Prelado: pues por lo que toca á los gestos de su noble ánimo, los representa con vivos colores dicho Escritor, refiriendo sus virtudes; pero todavía los pone á la vista con colores mas vivos, y expresivos el mismo Santísimo Prelado, como claramente lo verá el que leyere sus obras, que no respira mas que piedad, y están escritas con bastante buen estilo. Ofréceseme también advertir aquí, que habiendo sido S. Lorenzo antes de ser elevado á la dignidad Patriarcal, Canónigo regular de la Orden de S. Agustin en el Monasterio de San Jorge; sin embargo conservó, quanto se lo permitió su Dignidad, el Hábito, ó vestido Monacal, lo que no era muy freqüente en aquellos tiempos. Por esta razon se le deberá pintar, á lo menos con una túnica de color cerúleo de que usan dichos Canónigos. Finalmente, por lo que llevamos dicho aunque de paso, se echa bastante de vér, que se le debe pintar con las esclarecidas insignias de Doctor, y de Maestro, por haber escrito, no algunos breves opúsculos, ó pequeños libritos, sino obras mayores, como son: De triumphali Christi agone, De casto connubio animimæ, & Verbi, y otras no pequeñas obras.

4 Tengo presente haber advertido muchas veces, y nunca lo advertiré bastante, que los Pintores, no tanto se acomodan en sus Pinturas á la historia, quanto á su propia fantasía; y por tanto suelen pintar las cosas, no como ellas fueron en sí, sino, ó ya como pudieron suceder, ó conforme fingen haber sucedido en su errada imaginacion. Tal sería (pues no tengo presente que jamas lo haya visto) si, como ellos hacen freqüentemente, pintasen la gloriosa muerte del esclarecido ??? Martir de Christo San Adriano, desnuda su cervíz, y junto á él al verdugo desenvaynada la espada para cortársela al instante. Porque, á mas de que este género de suplicio no se usaba, sino con la gente mas noble; nada de esto hubo en la gloriosa muerte de S. Adriano, que murió á fuerza de crueles azotes, con que fué herido (causa horror el decirlo) hasta salírsele las entrañas: y por último le rompieron las piernas, y le cortaron manos, y pies, acabando de este modo su vida. Todo consta bastante por las notas del Martirologio Romano, y por su única leccion, que se lée en la Fiesta de la Natividad de la Virgen. De aquí es, que pintan con un yunque á este Martir, como lo atestigua un Autor (1525), cuyas son estas palabras: Píntanle con un yunque, por haberle cortado sobre él las manos, y pies. Y su muger Santa Natalia, que le animaba con mucho valor para sufrir el martirio, no solamente quiso asistir al suplicio, sino que ella misma ponia, y tenia las manos, y pies del Santo Martir sobre el yunque. Esto dice Molano: á que añade no sé que otra cosa del leon que pintan á este Santo; lo que por no ser cosa que tenga yo bastante averiguada, ni saber que sea freqüente en sus Pinturas, he querido mas pasarla en silencio, que referirla.

5 El mismo juicio debe hacerse de San Gorgonio Martir de Nicomedia, el qual, aunque nobilísimo, y lo que es mas de extrañar, muy querido del mismo Diocleciano, de suerte que era uno de los que le servian con mas familiaridad, admitiéndole el Emperador aun en su recámara mas interior; sin embargo, despues de haberse enfurecido rabiosamente contra él, no le hizo morir, como era regular, cortándole la cabeza, sino con una muerte infame, qual es la de la horca. A que pudo dar ocasion el odio implacable que tenia ??? este Príncipe contra la Religion Christiana, por cuyo motivo había ya mucho antes quitado aun á los Christianos mas nobles los privilegios de nobleza, y derechos que les eran debidos: lo que significó por el edicto que mandó fixar en Nicomedia, como lo nota, y observa muy bien el Príncipe de la Historia Eclesiástica Eusebio Cesariense (1526).

6 Es bastante célebre la Ciudad de Tolentino, que está situada en aquella parte de Italia, que llaman Piceno, ó Marca de Ancona, á quien por haber vivido allí mucho tiempo, dió nombre S. Nicolás de la Orden de Ermitaños de S. Agustin, y se lo dió juntamente á sí mismo. No han faltado quienes han escrito largamente los gloriosos hechos de este Santo; pero, por lo que es de mi inspeccion, poco se ofrece que advertir. Y en primer lugar, se le debe pintar macilento, y casi consumido por el ayuno, por haberse entregado admirablemente á la mortificacion, y abstinencia, y ademas á fuertes, y crueles disciplinas: cosas, que aun separadas, bastaban para reducir á una extremada flaqueza el cuerpecillo de este Santo. Suelen tambien pintarle teniendo en su mano una perdíz, ave bien conocida, particularmente de la gente regalona: á que dió ocasion, no su gula, sino la abstinencia enemiga implacable, é irreconciliable de este vicio. Cuentan, pues, que estando el Santo gravemente enfermo, y no pudiendo recabar de él los que le asistian, que aun en aquel lance mitigára algún tanto su acostumbrada austeridad, y comiera de carne, acudieron al único remedio que quedaba, que era el de la obediencia. Mandóle el Prelado, que mitigando por entonces su severidad, comiese luego una perdíz, que ya estaba cocida, y bien guisada. Obedeció el Santo quanto estuvo de su parte, pues que sabía muy bien ser mejor la obediencia ??? que el sacrificio. Pero ¡ó hecho admirable! quando vá á poner en execución el precepto, apenas hizo sobre el plato la señal de la cruz, como era justo, quando la perdíz, como si ella misma rehusase manchar la boca de un abstinente tan prodigioso, cobró la vida, y reasumiendo todas sus partes, y cubierta de plumas, echó á volar desde la mesa por donde encontró abierta la puerta, huyendo muy lexos: con cuyo hecho quiso Dios advertir á los Prelados de las Congregaciones santas, y religiosas, que no deben quebrantar temeraria, y facilmente la voluntad de aquellos hombres muy santos, y que han dado pruebas de singular virtud desde que abrazaron un género de vida mas austera.

7 Pintan tambien á este Santo, adornado con numerosa multitud de estrellas, vestido con su Hábito propio de Religion, ó con el que fuera de casa, ó en los días mas solemnes, traen dentro del Coro los Ermitaños Augustinianos. Dicen comunmente ser la causa de esto, el que dicho Santo con sus fervorosas súplicas, y oraciones, libertó á muchas almas del Purgatorio. Finalmente he observado, que le pintan echado en una pobre cama, escuchando el dulcísimo, y suavísimo canto de los Angeles; lo que no podrán extrañar los que sepan, que por espacio de algunos meses oyó S. Nicolás todas las noches dicho canto, conforme leémos en su Rezo, donde se dice: Al fin, seis meses antes de su muerte, oyó todas las noches el canto armonioso de los Angeles, con cuya suavidad, habiendo ya gustado los gozos del Paraíso, repetia freqüentemente aquello del Apostol: Deseo ser desatado, y estár con Christo. Esto es lo que me ha parecido advertir de paso, acerca de las Imágenes, y Pinturas de este Varon eminente en santidad. ???




CAPITULO IX.


Las Imágenes, y Pinturas de los Santos Mártires S. Protho, y S. Jacinto, de la Exâltación de la Santa Cruz, del Martir S. Cipriano de Cartago, de la impresion de las Llagas de S. Francisco, y de Santo Thomas de Villanueva, Arzobispo de Valencia.

I Muchos son los yerros, aunque no de mucha importancia, que se cometen muy á menudo en la materia de que vamos tratando: no obstante apenas pueden libertarse de la nota de error, y por tanto deberá evitarlos el Pintor sabio, y erudito. Tal sería, si á los esclarecidos Mártires S. Protho, y S. Jacinto, les pintáran de aspecto totalmente varonil, y con barba: pues consta que fueron Eunucos de la insigne Virgen Eugenia, á quien habían servido fielmente, y con la qual (vestida esta en trage Monástico, y varonil) por mucho tiempo sirvieron juntos á Dios en un Monasterio, segun refieren algunos de los Historiadores Eclesiásticos (1527), á quienes no puedo, ni es menester copiar aquí.

2 No juzgo necesario referir ahora la Historia de la Exâltación de la Cruz del Señor, que ya muchos saben. Mas, como por otra parte es un hecho muy ilustre, y en que acaso no han reparado bien, aun los que están obligados á las Horas Canónicas; paréceme no será fuera de propósito el referirlo aquí en suma, y como en compendio: en cuya suposicion, no puedo hacerlo sino con las palabras que se léen en esta solemnidad; pues confieso ingenuamente no poderlo hacer con otras, que sean, ó mas verdaderas, ó mas elegantes. Dicen pues: Chôsroas Rey de Persia, en los últimos tiempos del imperio de Phocas, habiendo tomado á ??? Egipto, y á Africa, y apoderádose de Jerusalén, donde habían muerto muchos millares de Christianos, se llevó á Persia la Cruz de Christo Señor nuestro, que Helena había colocado en la montaña del Calvario. Heraclio, que había sucedido á Phocas, cansado por las muchas incomodidades, y calamidades de la guerra, pedía la paz, que Chôsroas ensoberbecido por las victorias que había conseguido, no le queria conceder, aun con pactos poco ventajosos á Heraclio. Por lo que, hallándose este en el mayor peligro, se mortificaba con ayunos, y oraciones continuas, pidiendo encarecidamente auxîlio á Dios: por cuyo aviso, habiendo juntado su exército, rompió por el del enemigo, y venció á los tres Caudillos de Chôsroas, y á sus tres exércitos. Hasta aquí la Historia inserta en el Oficio Eclesiástico, que está sacada de los Autores mas calificados. Acerca de la qual, y sobre el modo de hacer una bella descripción de este hecho en una tabla, habria mucho que decir, si el tiempo me permitiera seguirlo todo con individualidad. Mas como estas cosas, versan por lo comun acerca de los adornos que se añaden á la Pintura, y sobre los acostumbrados anacronismos de los Pintores, como son, el que en describir las batallas que se dieron entre los Persas, y Heraclio, se pintan unos géneros de armas, y de máquinas, que todavía no se conocian en aquellos tiempos, y otras cosas semejantes; tengo por mejor omitirlo todo: pues no soy tal que me persuada, que con esta mi obrilla se han de borrar, y quitar enteramente las inepcias, y errores, que aun los Pintores por otra parte célebres, aprendieron desde su niñez. Lo que ciertamente, ni aun podria conseguirse con grandes volúmenes llenos de mucha mas erudicion, y de mas largas observaciones. Por lo que, paso á cosas mas dignas de notarse, y que tienen mas relación con las cosas Sagradas, y Eclesiásticas.

3 Porque, como por las victorias que Heraclio consiguió sobre los Persas, se viese obligado Si roes, hijo ??? de Chôsroas, que le había sucedido en el Imperio, á restituír la Cruz del Señor, que habían llevado á Persia; determinó justamente el Vencedor Heraclio colocarla en el mismo Templo, y lugar de donde la habían quitado los Persas. Cuyo piadoso hecho, demostró el mismo Christo con un milagro, haber sido de su agrado: lo que quiero referir con las mismas palabras de la Historia, que dicen así: Fué, pues, recobrada la Cruz catorce años despues que había caído en poder de los Persas: la que, volviendo Heraclio á Jerusalén, llevó en sus mismos hombros con solemne pompa á aquel monte, en donde la había llevado el Salvador. Hecho, que fué recomendado por un ilustre milagro. Pues Heraclio, como anduviese adornado de oro, y piedras preciosas, fué obligado á pararse en la puerta que iba á la montaña del Calvario. De suerte que quanto mas queria adelantar el paso, tanto mas parecia que le detenian. Por cuyo motivo, como el mismo Heraclio, y todos los demas estuviesen atónitos: Zachârías Obispo de Jerusalén, Repara, ó Emperador, le dixo, no sea caso que con estos adornos triunfales con que llevas la Cruz, imites poco la pobreza, y humildad de Jesu-Christo. Al punto, quitándose Heraclio su riquísimo vestido, y sus zapatos, y tomando otro plebeyo, anduvo con facilidad lo restante del camino, y colocó la Cruz en el mismo lugar del Calvario, de donde se la habían llevado los Persas. Acerca de estas palabras, nada de especial se ofrece que advertir, con tal que el Pintor, atentamente, como es debido, las léa, y entienda.

4 Pero yo, considerando el piadoso, y solemne triunfo de Heraclio Emperador de Romanos, no puedo menos de advertir aquí brevemente su éxîto, y desdichado fin. Este tan grande Emperador (tal es la inconstancia de los hombres) envuelto despues en errores, y heregías; quantas pruebas, y monumentos ilustres había erigido antes de su Fé, y de su virtud; ??? otras tantas dexó despues, de haber perdido su piedad, y su juicio. Pues engañado con las fraudes de Pirrho Sergio, y con las de otros hereges, á quienes por el dogma que establecieron, de que solamente había en Christo una voluntad, y operacion, ó energía, llamaron Monothelitas; promulgó primero aquel decreto, que llamó , en que se atrevió á defender un dogma tan impío. Hízose luego caudillo, y fautor de dichos hereges, hasta que (pues sucede no raras veces, que al delito de haber violado la Fé, y la Religion, se le sigue el debido castigo) perdiendo despues la mayor parte del Imperio Romano que había en la Asia, murió infelizmente en Antiochîa en el baño de Daphnis, como afirma un Historiador de no poco nombre (1528). Ni fué este el único delito que se imputó á Heraclio, sí tambien el de haber fomentado, y conservado, no tanto por fraude, ó maldad, quanto por cobardía, y negligencia, á aquella bestia feróz, capital enemiga del nombre Christiano, que fué destruccion, no solo de los Christianos, sino casi de todo el linage humano, á Mahoma, digo, á quien antes de cobrar mayores fuerzas, con facilidad, ó á lo menos con poco trabajo, hubiera podido derrotarle enteramente: en cuya atención exclamó bien, y muy al caso un eloqüente Historiador (1529): ¿Con qué lágrimas podrá deplorar la infeliz posteridad la floxedad de Heraclio? Pero vamos ya á otra cosa, pues nos ha detenido mucho la memoria de este Emperador.

5 S. Gerónimo, hablando elegantemente, como siempre, de S. Cipriano Martir, y Obispo de Cartago (1530): Es superfluo (dice) dar indicios de su ingenio, siendo sus obras mas claras que la luz del Sol. Por lo que, nada quiero decir aquí de su doctrina, eloqüencia, y ??? fortaleza, que manifestó en la controversia ventilada mucho tiempo contra el mismo Romano Pontífice S. Esteban: supuesto que estoy tratando una materia, que es muy agena de todo esto. Ni es tampoco mi ánimo manifestar á todas luces, ser enteramente falso que la oracion, ó sermon de las alabanzas del Martir Cipriano, que anda entre las obras de S. Gregorio Nacianceno, pueda, y deba apropiarse al Prelado, y Martir Africano S. Cipriano: esto lo han hecho ya perfectamente hombres muy doctos, no solamente modernos, que acaso los podrian tener por sospechosos algunos doctos de nuestro siglo; sino antiguos, y testigos oculares de estas cosas, los quales juzgan, que en dicha oracion, ó se alaba á Cipriano Antiochêno, y no al Africano, ó que aquel se confunde algún poco con este; lo que facilmente pudo suceder á San Gregorio Nacianceno, Escritor Griego, y que no tuvo tanto conocimiento de las cosas de los Latinos, como de las suyas propias. Produzco por testigo, y aun por juez de todo esto al Cardenal Baronio: pero véase entretanto lo que siente sobre esto un Varon erudítisimo, que se propuso ilustrar particularmente este punto, Jacobo Bilio Abad de S. Miguel, Traductor de S. Gregorio Nacianceno, y el principal anotador de sus obras, el qual, despues de las anotaciones que hace sobre la oración de las alabanzas de S. Cipriano, añade luego prudente, y juiciosamente: Casi todo esto, lo mas breve que he podido, lo he sacado de los Intérpretes Griegos, á favor de los estudiosos. Y de lo dicho tengo por bastante dudoso, si este Cipriano es el mismo de quien tenemos ilustres obras en Latin y cuya autoridad es muy grande, y de mucho peso en la IgIesia, ó si acaso es algún otro: por constar entre los Historiadores, que ha habido dos de este nombre. Pone inmediatamente á la vista de los Lectores las razones gravísimas que hay para decir, que el Santo, á quien alaba S. Gregorio, no es el Obispo de Africa, sino otro ??? totalmente diverso, y Martir de Antiochîa, el qual consumó despues su Martirio en Bithinia, cuya memoria celébra la Iglesia á 26 de Septiembre: y dice, que si hay algunas cosas, aunque pocas, que no puedan convenir, y acomodarse á este; confundió en esta parte S. Gregorio Nacianceno, y los demas Griegos, al Prelado Cartaginense, con el Cipriano de Antiochîa. Esto supuesto, concluye así: Pero si debemos sentenciar segun la opinion que es de los mas, y que tiene mas razones á su favor, como siente muy bien en cierto lugar nuestro Gregorio; sería de parecer, que en esta oración se alaba no al Cipriano Africano, sino al Antiochêno. Por quanto á este se puede referir oportunísimamente casi toda la oracion, junto con la narración de Nicetas. Dixe casi, por aquel lugar, en que hace mención de Cartago, y del Obispado Cartaginense, lo que no puede atribuirse al Cipriano de Antiochîa. Pero no es de extrañar, que así como en los hermanos mellizos, engañados algunas veces por la semejanza que tienen entre sí, tomamos al uno por el otro; así Gregorio, engañado por tener dos un mismo nombre, y ser semejantes entre sí por sus muchas, y excelentes virtudes; haya atribuído algunas cosas al Cipriano Antiochêno, que convenian al Africano.

6 Léase ahora el parecer del grande, y doctísimo Baronio (1531): Se introduxo (dice) comunmente entre los Griegos, mientras confunden á este con el que fué Obispo de Cartago: los quales sin embargo se distinguen por muchas particularidades, por su patria, por su gerarquía, por el linage, por el tiempo en que florecieron, por sus actas, y lugar del martirio. Pues este de quien hablamos, fué natural de Antiochîa; de Mago que era, se hizo Christiano, despues fué Diácono, y en los tiempos de Diocleciano, siendo Presidente Eutholmio, puesto ??? juntamente con Justina en una sartén, consumó su martirio en Nicomedia, de suerte que de todo lo dicho está claro, que este Santo no tiene otra cosa comun con S. Cipriano Obispo de Cartago, sino el nombre, y título del martirio. Lo que, si bien había ya resuelto pasarlo en silencio por mis razones; no obstante determiné despues ponerlo, y transcribirlo, por haber muchos, que quando léen algunas cosas de diversa manera que las han leído en los libros, que casualmente han llegado á sus manos (que no son muchos), como acontecerá muchas veces en esta obra; todo es arrugar la frente, arquear las cejas, y persuadirse á que les están contando fábulas que han fingido gente ociosa, ó lo que es peor, los Hereges: y así, á mas de otros muchos exemplos que podria poner, este solo puede instruírles.

7 Por lo que mira á las Imágenes, y Pinturas de San Cipriano Cartaginense, solo se me ofrece advertir, que he visto la descripción del martirio de este Santo vestido con ornamentos Pontificales; y lo que es mas de extrañar, estando en pie, y aguardando el golpe del verdugo para cortarle la cabeza. Ambas cosas están mal pintadas. Pues quanto á lo primero, es constante que el Santo se quitó todos los ornamentos, quedándose solo con los de lino, con lo qual se significa por ventura el ornamento que ahora llamamos Alba. Las Actas de su martirio sacadas de los Manuscritos antiguos dicen así (1532): Y habiéndose quitado la Dalmática, y entregádola á los Diáconos, se estuvo en pié con la vestidura de lino. Otras Actas del mismo Santo, dicen: Habiendo llegado el glorioso Martir al lugar destinado, se quitó la capa con que iba vestido, doblándola y poniéndola á sus rodillas. Quitóse despues la túnica, y dióla á los Diáconos. Y quedándose con solo el vestido de lino, estaba aguardando al verdugo. Mas por lo que respeta ??? á la situación del cuerpo, esto es, que estando en pié, presentó su garganta al verdugo (conformese vé pintado en la Imagen de que acabo de hacer mencion) por mas que esto pareció probable á un Varon, cuyo nombre callo por el honor, y respeto que le tengo; y aunque esto mismo parece que como quiera lo indican, bien que confusamente, las Actas del martirio que he producido; sin embargo (por decir la verdad) á mí siempre me ha desagradado infinito. Muévome, y me persuado ser así, por tres argumentos tomados, ya de las Pinturas, ya del orden regular, y natural de las cosas, y finalmente de la autoridad de los Escritores. Por las Pinturas: porque apenas hay una, en que aquel á quien se le ha de cortar la cabeza, no se nos represente arrodillado en tierra, y desnudo el cuello, y la garganta hasta sus mismos hombros. Por el mismo orden de las cosas: porque ¿quién se persuadirá, que á un hombre, particularmente si fuese de estatura muy alta, ó mas alto que lo regular, pudiera cómodamente el verdugo cortarle la cabeza, descargando el golpe sobre su cervíz, estando él en pié? Créalo quien quisiere, que yo apenas puedo entenderlo. Finalmente, describen esto muy bien los Escritores antiguos; pero bastará alegar por todos á uno, que no tanto es Poeta, como Historiador. Este es Lucano, el qual, describiendo la oración que hizo el Cesar á los soldados, que con no poco alboroto habían intentado desertar de su exército, añade, hablando con algunos, á quienes se les había de cortar la cabeza (1533):

At paucos quibus hæc rabies auctoribus arsit Non Cæsar, sed pSna timet. Procumbite terræ: Infidumque caput, feriendaque tendite colla.

Et tu, quo solo stabunt jam robore castra, ???

Tiro rudis, specta pSnas, & disce ferire, Disce mori......................

Lo que es tan claro, que me parece sería cosa superflua, y perder el tiempo, si quisiera confirmarlo con otros testimonios. Ni debe hacernos la menor impresion (por quitar aun la mas ligera duda que podria quedar sobre esta materia) el que en el martirio de la insigne Virgen Santa Inés, segun refiere S. Ambrosio, se dice habérsele cortado la cabeza á la tierna Virgen, estando ella de pies: Estuvo de pies, hizo oracion, inclinó la cervíz, &c. Pues no tengo inconveniente en confesar, que pudo suceder, que quando los verdugos querian cortar la cabeza á los de menor edad; para executar con mas destreza la accion, advirtiesen ellos mismos á las niñas, y párvulos, que estuviesen en pie: ¿Y quién negará que esto quadre muy bien á Santa Inés, de quien poco antes había dicho el mismo pío, y elegante Escritor: ¿Hubo por ventura en aquel cuerpecillo lugar para las heridas? Pero la que no le tuvo para recibir el acero, le tuvo para vencerle. Pero esto mismo es, lo que no puede convenir á S. Cipriano, ni á los demas hombres. Por lo que, es mejor, y mas proporcionado, pintar el martirio de S. Cipriano, como regularmente se acostumbra.

8 Manifestó Dios una cosa admirable, é imperceptible á los sentidos humanos, quando á su humildísimo, y amantísimo siervo S. Francisco, le imprimió, y renovó las insignias de su Pasion, y de sus Llagas. Describió el hecho con tanta belleza, y elegancia S. Buenaventura, Escritor de la vida de este Varon santísimo (á quien despues han seguido muchos otros), que abrió el camino, aun á los Pintores poco instruídos para representar este ilustre testimonio de Christo para con su santo Siervo. Por esta misma historia, procuré manifestar antes con bastante solidez, que Christo Señor ??? nuestro fué crucificado, no con tres, sino con quatro clavos. Resta, pues, advertir aquí de paso lo que mucho tiempo ha he reparado en sus Imágenes, no siempre, pero sí bastantes veces; esto es, que al Seráfico S. Francisco se le debe representar no estando en pie, ni puesto en tierra de rodillas (cosa que con dificultad puede concebirse, ó explicarse, pero que la han intentado, aunque con poco acierto, Pintores del vulgo) sino en el ayre, rodeado por todas partes de rayos, y resplandores, y levantado en alto con cierto ímpetu, y movimiento extático. Lo que, á mas de haberlo representado así Pintores de mas acendrado juicio; lo persuade tambien la misma naturaleza del hecho: porque si no (si pretendiese alguno entenderlo de otro modo)

¿cómo podria concebirse, que los rayos de luz pudiesen llegar á los pies de S. Francisco, estando el Santo de rodillas, y en tierra? Quede, pues, sentado, que este modo de pintar, y representar á S. Francisco, es mucho mas apto, y verisimil. Lo que (por no dexar esto sin tocar) nadie debe extrañarlo en este Santo, el qual como afirman los Escritores de su Vida, tenia con tanta freqüencia semejantes raptos, y éxtasis, que se le vió repetidas veces teniéndose firme sobre el ayre, como si no le embarazára nada la mole de su cuerpo, y tan alto, que excedia la cumbre de los árboles mas elevados.

9 Muchos, no solo de la Orden de S. Agustin, sí tambien de otras Ordenes, se han empleado en elogiar, y ensalzar, como era justo, al esclarecido Prelado, y Arzobispo de Valencia Santo Thomas de Villanueva, lo que todavía hacen varios, pues durarán eternamente los monumentos de su insigne piedad, y doctrina: y así, no es menester detenerme mucho en esto, particularmente teniendo presente el intento de mi Obra. Pintan, pues, freqüentemente á dicho Santo, adornado con las insignias Pontificales: no hacen en esto mal; aunque consta por otra parte, que á excepción de quando celebraba ??? los Divinos Oficios, no solamente acostumbró omitir, ó no usar las vestiduras, que suelen usar los Obispos Regulares, contentándose con solo el Pectoral, y el anillo, como todavia se vé en una efigie de buena mano; sino que amó siempre en gran manera la humildad, manteniéndose en su hábito pobre, y humilde de Religioso particular. Suelen también representarle, dando por sus propias manos limosna á los pobres. No reprehendo yo semejante accion, aunque apruebo mas el que este oficio de piedad, y de misericordia, que fué el distintivo de su santidad, y virtud, como lo celébra la misma Iglesia con su voto; de suerte que con gran razon se le atribuye á él solo aquel singular elogio: Toda la Iglesia de los Santos referirá sus limosnas: Apruebo, digo, mas el que se represente executando esta acción por mano de algún familiar suyo, como en efecto solía practicarlo.

I0 Pintan también con mucha razon, y verdad á este Varon excelente en santidad, vestido con la Beca de Colegial del Colegio Mayor de S. Ildefonso de Alcalá; pues fué uno de los primeros que admitió por Colegial el Cardenal Ximenez Arzobispo de Toledo, varon digno de eterna memoria, fundador de aquel Colegio Mayor, que es domicilio de sabiduría, y de nobleza; como lo hicieron vér, y lo probaron en Roma los mismos Colegiales con monumentos irrefragables de la antigüedad: entre los quales no obtiene el último lugar la escritura que todavía se conserva de su admision á aquel Colegio, hecha por la propia mano de Santo Thomas, en la que se nombra el Santo, no Thomas de Villanueva, sino Thomas Garcia, tomando el apellido de su Padre, á quien mientras vivió, le llamaron Alfonso Thomas Garcia, y fué vecino noble de Fuenllana, lugar del Arzobispado de Toledo: aunque á su hijo Thomas, le llamaron despues de Villanueva, por haber pasado inocentísimamente su puericia en el lugar mas noble, y ??? famoso, que llaman Villanueva de los Infantes: renombre que mantuvo siempre despues de haber abrazado en Salamanca el Instituto de Ermitaños de S. Agustin.

II Finalmente, he observado en muchas Imágenes de este Santo, que le pintan de edad robusta, como de un hombre de quarenta años, sin canas algunas, ni otras señales de vejez: lo que no debiera ser así, segun la regla que pusimos arriba, por haber nacido dicho Santo el año de Christo I488. y muerto el de I555. cuya edad, aunque no llega á una vejez decrépita, y consumada; sin embargo se acerca mucho á ella.




EL PINTOR CHRISTIANO Y ERUDITO-Juan Interián de Ayala - CAPITULO VII.