EL PINTOR CHRISTIANO Y ERUDITO-Juan Interián de Ayala - CAPITULO IX.


CAPITULO X.


Las Imágenes, y Pinturas de S. Mathéo Apostol, y Evangelista, de nuestra Señora de las Mercedes Redención de Cautivos, Fundadora, é Instituidora de la Orden de este nombre, de S. Cipriano, y Santa Justina, de los Mártires S. Cosme, y S. Damian, y de S. Gerónimo Doctor de la Iglesia.

I Si quisiera referir largamente lo mucho que se ofrece decir de S. Mathéo, pasaría sin duda los límites de mi asunto; pues habria no poco que tratar sobre materias, que versan mas particularmente sobre la Historia Eclesiástica, ó sobre la Theología que llaman Expositiva. Parémonos, pues, en lo que es peculiar de mi inspeccion. Y por lo que mira á las Imágenes, y Pinturas de este Apostol, y Evangelista, débese en primer lugar tener presente, que no se le ha de pintar joven, como pensaron algunos, sino verdaderamente viejo, y acaso mayor de setenta años. Pues habiendo muerto el año 70. de la Era vulgar Christiana, como lleva la opinion comun; y constando por otra parte, que Christo le llamó al Apostolado, no joven, como á San Juan Evangelista, segun afirman comunmente los Intérpretes ??? de los Evangelios (de donde se convence, que era Publicano, y tratante, que entendia en negocios del siglo, y en las cobranzas de tributos; lo que apenas puede convenir á un mozo) por consiguiente es verisimil, que era de la misma edad temporal de Jesu-Christo, el qual tenia treinta y un años, ó poco menos, quando llamó al Apostolado á S. Mathéo. Y si se admite que tenia entonces alguna mas edad que el Señor, lo que no es inverisimil; se colegirá debérsele pintar mayor de setenta años, como insinuábamos poco antes.

2 Y siendo una cosa comunmente recibida en la Iglesia, que todos los Apóstoles, á excepción de S. Juan Evangelista, acabaron su vida con martirio cruento, bien que no han faltado, aun entre los antiguos, quienes dudasen de ello; se deberá tambien pintar á S. Mathéo con las insignias, y tormentos del martirio. Mas quales sean estos, no será facil afirmarlo, por ser estas, y otras muchas cosas, del número de aquellas que apenas pueden saberse por otra parte, sitio por algunos escritos falsos, y apócrifos, como son los que llevan el nombre de Abdias Babilonio, y otros, si acaso los hay, de la misma muestra. Pero comunmente le pintan con una segur, con que le hirieron mortalmente mientras estaba celebrando el Santo Sacrificio de la Misa, conforme dice su rezo. Por lo que, no deben apartarse facilmente los Pintores de este modo de pintar ya introducido.

3 No ignorará aun el Pintor poco erudito, que se le debe tambien pintar con un libro: no solamente por ser este una de las insignias de su Doctrina Apostólica, y de haber propagado la Fé, lo que le es comun con los demas Apóstoles, conforme hemos advertido algunas veces; sino porque S. Mathéo tuvo tambien el oficio de Evangelista. Pues él entre los demas Apóstoles, y Discípulos del Señor, escribió el primero de todos la ??? Vida, y Celestial Doctrina de Jesu-Christo, y fué tambien el primero que la llamó Evangelio; esto es, buena, y feliz embaxada, por las razones que sabiamente expone S. Juan Chrisóstomo (1534). Añádesele á S. Mathéo, mientras está escribiendo el Evangelio, un Angel de hermoso semblante; porque entre aquellos quatro místicos animales que describió Ezechîel, tiene el primer lugar S. Mathéo, ó el semblante de hombre, como ademas de otros muchos, lo afirman S. Agustin, y S. Gerónimo. Baste haber advertido esto de paso sobre las Pinturas de S. Matheo.

4 Llegamos ya, gracias á Dios, al lugar en que debo tratar, no cosas agenas, ó que sean comunes con otros, sino totalmente propias, y peculiarmente nuestras. Pues (por lo que hace á mi asunto) he de tratar de la revelacion, y aparición de la Sacratísima, é Inmaculada Virgen, con que se manifestó, y dió expresamente á entender la voluntad de su Hijo, y su piadosísimo afecto para con los afligidos Cautivos, á fin de que se erigiese una obra de caridad, nueva, grande, ilustre, excelente, y superior á toda alabanza; esto es, la verdaderamente Real, y Militar Orden de nuestra Señora de las Mercedes, Redención de Cautivos. Porque, como esta Augustísima Señora, Reyna del mundo, y de los Cielos, es verdadera Madre de Dios, y Madre benignísima de los hombres, particularmente de los Christianos, ha mirado siempre por sus bienes, y comodidades, con el mas tierno, y amoroso cariño, y con ojos llenos de clemencia, y de misericordia. ¿Y quién dexará de conocer, que entre los hombres, es una suerte infeliz, y verdaderamente deplorable la de aquellos, que siendo Christianos, están gimiendo baxo el yugo de la mas dura, y pesada esclavitud de los impuros, y malvados Mahometanos? Los quales tienen á los ??? Cautivos atados en prisiones, y obscuras cárceles, les maltratan, les dán de palos, y por decirlo de una vez, les tratan sin ningúna humanidad, y como bestias. No es mi ánimo (lo que me seria muy facil) decir, que quiera yo, ó que pueda engrandecer, y amplificar esto con muchas palabras, y vestirlo con los adornos de que se valen los Retóricos; bien que nunca corresponderian las palabras á los hechos: vale mas creér á los que lo han experimentado, ó á aquellos que lo han visto, no sin gemidos, ni sin lágrimas. Pero gracias á Dios, que la Augustísima Madre del Criador, teniendo á estos singularmente presentes, ocurriendo á tantos, y tan grandes males, manifestó su excesiva caridad en redemirles. Pues á S. Pedro Nolasco (son palabras de que usa la Iglesia, y que, dexando otras muchas, he querido transcribir del Oficio Eclesiástico) que florecia en piedad, y en riquezas, el qual ocupado en santas meditaciones, estaba pensando continuamente, como se podria socorrer á los trabajos de tantos Christianos que viven baxo el poder, é impiedad de los Moros; la misma Bienaventurada Virgen se le apareció con semblante sereno, y le dixo, que sería cosa muy agradable á ella, y á su Unigénito Hijo el que en honor suyo se instituyese una Religion, que tuviese el encargo de redimir de la tiranía de los Turcos (esto es, de los Infieles Sarracenos) á los Cautivos. Hasta aquí el Rezo de dicha Festividad, por lo que hace á mi intento.

5 En esta Pintura, pues (que hoy es muy freqüente, y lo fué, como verémos, ya desde la primera Institución de dicha Orden) no me persuado, que haya ningún escrupuloso, ó bachillér, que quiera notar de error, ó atribuír á defecto, el que á la Sagrada Virgen se la pinte con vestidos blancos, y resplandecientes, y de la misma forma que los traemos nosotros. Porque, á mas de que en otras apariciones, así de la misma Sacratísima Virgen, como de los Santos Angeles, ??? no hay cosa mas verdadera, que el haberse representado á los hombres con vestidos blancos, y resplandecientes, como facilmente podria demostrarlo con testimonios irrefragables, y lo que es de mayor peso, con claras, y expresas palabras de la Sagrada Escritura: En representar una tan señalada Aparicion, y Descension de la Virgen Santísima, no pudo haber cosa mas oportuna, ni mas verdadera, que pintar á la Soberana Señora con vestidos enteramente blancos, y resplandecientes, que significasen su Regia Magestad. Y que adornada, y brillante de este modo, se manifestó á su amantísimo Nolasco, que se empleaba en santas meditaciones, pues que había de ser Padre de una descendencia tan cándida, y refulgente; es esta una cosa tan clara, que no son menester razones, ni disputas para convencerlo. Por lo que, dexando á parte muchas cosas que podrian decirse para ilustrar esta materia, solo me valdré de dos pruebas; pero no vulgares, ni de fé mala, ó dudosa. La primera es, el testimonio de un esclarecido, y muy antiguo varon de la misma Orden, hombre versado en la literatura Sagrada, y Civil, y muy dado al estudio de las bellas, y amenas letras (pues así le llama D. Nicolás Antonio) (1535). Este es el Padre Fr. Pedro de Cixár, ó (como otros quieren) Sitjár, el qual floreció por el año de I422. Dicho Autor en la Obra que intituló: Opusculum tantùm quinque, impresa en Barcelona en I48I. hablando de la Fundación de la Orden (1536), dice: Una vez, como perseverase orando incesamenente, se le apareció aquella Abogada propicia de pecadores, adornada con vestiduras admirablemente blancas, llevando en sus brazos á su preciosísimo Hijo, Redentor del linage humano, y le habló de esta suerte: Carísimo devoto mio, por medio de tus lágrimas, y de tu continua oracion, se ha conmovido mi corazon para compadecerme de los Cautivos ??? Christianos, por cuya cautividad estás afligido, y atribulado. Y así, alégrate ya, y déxate de llorar: por quanto he conseguido de mi amantísimo Hijo, que se instituya una nueva Religion en esta Ciudad, cuyo fundador será nuestro amado Rey de Aragon. El título de ella será el de nuestra Señora de las Mercedes, cuyos Religiosos redimirán, y libertarán á los Cautivos Christianos del poder tiránico de los enemigos de la Fé: por cuyo motivo conseguirán muchas mercedes de mi Hijo. Hasta aquí son palabras de este esclarecido Varon; de suerte que en esto no puede quedar ningún motivo de duda al lector pío, y de buena fé.

6 La segunda razon, que ya insinuamos antes, es la antiquísima Pintura de esta Sacratísima Reyna, que cerca de quatro siglos ha se vé en Gerona, en la Capilla, que ya de tiempos muy antiguos, edificó la piedad, y devoción de los Fieles al insigne Martir S. Serapio, esclarecido lustre de la misma Orden. En dicha Capilla, está colocada sobre el Altar Mayor la Pintura de nuestra Señora de las Mercedes, del mismo modo, y con los mismos adornos con que hoy la veneramos pintada en sus efigies, é Imágenes: esto es, con vestido blanco, y enteramente semejante á los que usan sus hijos, y alumnos, adornada ademas con el blason de la misma Religion, tendidos ambos brazos, y abrigando con benignidad, y protegiendo debaxo de su capa, ó manto verdaderamente real, así á muchos hijos de su misma Orden, como tambien á otros varones ilustres, que están adornados con las insignias de Príncipes, y de Obispos.

7 De todo lo dicho exâminado con madurez, y juicio, se echa de vér claramente, tanto el uso, que ha habido ya desde los principios de la Religion, de pintar, y esculpir las Imágenes, ó Pinturas de la Sacratísima Virgen de las Mercedes, y su Aparicion: como tambien, quan conformes á la verdad han obrado en la ??? descripción de este hecho los Pintores exâctos, y peritos. Pero con ser esto así, no han faltado algunos, y no del vulgo, que no han seguido el mismo rumbo, como me acuerdo haberlo advertido muchas veces en Salamanca, y en este Convento de Madrid, en una Imagen que está bastante á la vista;

donde se representa á la Soberana Virgen con magestad ciertamente decente; pero adornada con vestidos de color verde, y carmesí: Pintura, que hizo un excelente Artífice por cierto (1537), pero en que se alejó demasiado de la verdad. Pues, ademas de la desproporción del vestido, y del hábito; este buen Pintor (pero sobradamente engañado en esta parte) puso en el pecho de la Soberana Reyna, el blason, ó escudo de dicha Orden que todavía no exîstia, y sobre cuya fundación representaba á la Sagrada Virgen tratando el asunto con S. Pedro Nolasco. Vénse finalmente otras Imágenes de dicha revelacion, y aparicion, en que se describe mejor, y mas propiamente la verdad del hecho: teniendo en su mano esta piadosísima Madre de Dios, y de los hombres, aquella parte del vestido que llamamos Escapulario, y como que lo está entregando al Gran Patriarca Nolasco: manifestándose así con bastante propiedad, el habérsele demostrado á Nolasco en dicha revelacion, y aparicion, la institucion, y fundación de esta Sagrada, Real, y Militar Orden, que la Fundadora de tan grande Obra, quiso despues justísimamente, que se llamára de nuestra Señora de las Mercedes, Redención de Cautivos.

8 Y ya que hemos parado aquí, no será fuera de propósito decir algo por encima del Hábito eqüestre, y Militar de dicha Orden. Porque, á mas de que la Milicia de este Instituto, ya desde los principios de la Orden, fué bien conocido en todo el Orbe Christiano, no solo por sus gloriosas hazañas, y monumentos de ??? la antigüedad, si tambien por sus Imágenes, que vemos con freqüencia, aunque no pintadas conforme era razon: con todo en el dia de hoy, vénlo con tanta claridad los amadores de la verdad, que apenas habrá uno, que no confirme esta sentencia con su parecer, y su asenso. Yo mismo en la Apología, que dí á luz para vindicar el estado Religioso de S. Pedro Pasqual Valenciano, no tanto procuré juntar, quanto escoger muchas cosas sobre este asunto; á fin de que todo hombre cuerdo, y no preocupado con malas opiniones, consienta gustoso, y dé asenso á la Orden Militar de nuestra Señora de las Mercedes. Pero, gracias á Dios, que esta Institucion, ya por otra parte tan notoria, la hizo todavía mas evidente al Orbe Religioso, y literato, un Varon muy docto, y erudito, y versado como el que mas en estos monumentos de antigüedad, el R. P. Mro. Fr. Manuel Mariano de Ribera Historiador General de la Orden, y que ademas de otros empleos, ha sido dos veces Provincial de la Provincia de Aragon: este, pues, el año de I727. imprimió en Barcelona su obra inmortal, á la que puso este título: Centuria primera del Real, y Militar Instituto de la Inclita Religion de nuestra Señora de la Merced, Redención de Cautivos: en cuya obra, produciendo, y exâminando con mucho cuidado los reales testimonios de Notarios, é instrumentos mas antiguos, y poniendo á la vista las Imágenes esculpidas en bronce de los antiguos Caballeros, y Sacerdotes de dicha Orden, consigue su intento con tal diligencia, y felicidad, que no cabe mas. Remito, pues, á dicha obra al Lector, ó al Pintor, que quiera instruirse con mas exâctitud acerca de sus Pinturas (1538), que yo no puedo detenerme mas en esta materia.

9 Así Griegos, como Latinos, venéran á los Mártires ??? S. Cipriano, y Santa Justina. En cuyas Imágenes, conforme ya hemos notado tratando de las de S. Cipriano Martir, y Obispo de Cartago, lo que principalmente debe advertirse, es, el que no se represente al Martir Cipriano, compañero de Santa Justina con insignias Pontificales. Porque, si bien los Griegos no bastante instruídos en las cosas de los Latinos, han confundido á este Martir Cipriano con el Obispo de Africa, entre los quales (lo que no debe causar admiracion) tropezó con los demas el Gran Padre de la Iglesia S. Gregorio Nacianceno; sin embargo fueron enteramente diversos, como arriba hemos manifestado. No es mi ánimo repetir aquí las evidentes razones que manifiestamente lo convencen, particularmente no gustando yo de repetir lo dicho, ó como dicen los Latinos con un proverbio mas gracioso, eamdem crambem recoquere.

I0 Todos tienen noticia de los esclarecidos Mártires S. Cosme, y S. Damian, Arabes de nacion, y de profesion Médicos, los quales, como se refiere en su rezo, curaban enfermedades incurables, no tanto por lo peritos que eran en la Medicina, como por la virtud de Jesu-Christo. Venéranse estos Santos con particular devocion, no solamente en la Iglesia, sí tambien en varias partes del Orbe Christiano; y lo que no debo omitir, se hace mención de ellos en el Sacrosanto Sacrificio de la Misa. No es menester decir ahora nada de lo que obraron, ó padecieron. Mas, por lo que respeta á sus Imágenes, justamente seria tenido yo por injuriador, y traidor á la verdad, si no hiciera mención aquí de un absurdo, que me acuerdo haber observado ya quando muchacho. Ví entonces, no en un solo lugar, las Pinturas, é Imágenes de estos insignes Mártires, del modo siguiente. Tenian cubierta la cabeza con un pequeño sombrerillo, adornado con una borla de color de oro, ó amarillo, y cubiertos sus hombros con aquel capucho, que en Castellano llamamos Capirote, que era ??? tambien de seda, y amarillo: á la manera que en nuestras Universidades, los Catedráticos, y Doctores de Medicina llevan las insignias de Doctor. No me páro en esto: porque, si bien estas insignias de los Doctores son mucho mas modernas, que la edad en que florecieron los ilustres Mártires S. Cosme, y S. Damian; sin embargo los Pintores, particularmente los que no pasan, ni por doctos, ni por eruditos, no se embarazarán por eso, y facilmente responderán: que con este modo de pintar, solo pretenden significar, que los Santos Cosme, y Damian fueron Médicos: que en quanto á lo demas, no les toca á ellos. Pero no pára aquí el absurdo. Pues á uno de ellos le pintan llevando en la mano aquel instrumento que los Boticarios llaman paleta, ó con una palabra mas vulgar, espátula, en ademan de hacer un cataplasma para un enfermo. No quiero condenar esto, pues no es cosa indecente, y no ignoro que los antiguos Médicos, aun en los tiempos heroycos, se dieron mucho mas á la Cirugía, que á la Medicina que los Profesores de esta Facultad llaman Racional. Pero ¿quién podrá mirar con indiferencia, el que á uno de ellos, aun en los mismos Altares, le pinten llevando un orinal lleno de urina encendida, qual suele ser la de los calenturientos? ¡O delirio de quien está soñando, y absurdo intolerable! ¿Es posible, que para significar á un Santo Martir excelente en la Facultad de la Medicina, se ha de pintar (aun en los mismos Altares, como decia) una cosa, que la gente de buena crianza, y educacion, no se atreven á nombrarla claramente en sus conversaciones? ¿Una cosa, digo, de cuyo indicante, como la llaman los Médicos; esto es, de la urina (segun me acuerdo haberlo oído á excelentes Profesores de esta Facultad; pues yo, poco, ó nada entiendo en estas cosas) hicieron poco, ó ningún aprecio los Médicos antiguos, y aun los Príncipes de la Medicina? Otro rumbo, pues, debieran tomar los Pintores para ??? significar, que uno de estos Santos fué Médico de profesion.

II Dice un antiguo refrán, que quiere prestar luces al Sol, el que pretende hacer vér con palabras una cosa de suyo evidentísima. ¿Y qué otra cosa haría, pregunto yo, el que pretendiese encarecer con alabanzas al Grande, y Máxîmo Doctor de la Iglesia S. Gerónimo? Ciertamente, no haria este, ni pretenderia hacer, sino lo que dice aquel refrán: por ser tal la brillantez, y excelencia de este Santo, que á él se le puede aplicar muy bien lo que de la virtud misma, dixo un Poeta no despreciable:

Nil opis externæ cupiens, nil indiga laudis, Divitiis animosa suis....................................

Y así, voy á decir breve, y sucintamente, lo que es de mi propósito. Pintan á menudo al Doctor Máxîmo S. Gerónimo, viejo, y casi decrépito, y no sin razon: porque, si bien no llegó á aquella vejez, que quisieron no solo los Pintores, sí también hombres muy sabios, y eruditos, esto es, á la edad de noventa y dos años; sin embargo llegó á una edad muy avanzada, y que vulgarmente llaman decrépita, viviendo aun en la tierra este Santo viejo dignísimo del Cielo. En esta edad de noventa y dos años, dicen, haber escrito aquel excelente libro de Scriptoribus Ecclesiasticis: de cuya opinion fuí yo también en otro tiempo; pero exâminándolo después, como freqüentemente sucede, con mas reflexîon, y madurez, mudé de parecer, segun el aviso del Sabio. Tocando, pues, de paso, y por encima estos cálculos de Cronología (que no carecen de dificultades en la Historia Eclesiástica) digo, que S. Gerónimo murió el año de Christo 422. y de edad de 8I. años. Sobre lo qual habló grandemente, como acostumbra, el Cardenal Baronio (1539), y despues de él, puede verse á ??? un varon de mucha lectura, y erudición el R. P. Fr. Joseph Sigüenza, en la vida que escribió de S. Gerónimo, en todo el cap. ultim. Baste esto, para que se haya razon de la edad en que murió el Doctor Máxîmo, y de como deban pintarle los Pintores eruditos.

I2 En quanto á lo demas, le pintan como á Monge: lo que es mas que cierto, si estamos á lo que significa esta palabra, por decirlo el Santo de sí mismo en distintos lugares. No que por esto me persuada á que deba pintarse con el hábito que llevan los Monges Religiosísimos, y observantísimos, que tienen á grande honra el llamarse Monges de S. Gerónimo, cuyo hábito consta de una túnica blanca, de capa, capucho, y escapulario. Porque, omitiendo otras cosas que son mas dificiles de averiguar, no usaron de tal hábito los Monges Orientales con quienes moró S. Gerónimo. ¿Mas á qué fin querer persuadir esto con muchas razones? Píntanle (lo que es mas) vestido, y adornado con la Púrpura de que usan hoy los Eminentísimos Señores Cardenales, por haber sido el Santo (dicen) Presbítero Cardenal, gobernando la Iglesia el Papa S. Dámaso. Pero ¿quién dexará de vér, que se amontonan aquí muchas cosas, que si se ventiláran, segun merecen, exîgirian un exâmen mas riguroso? Yo no me he tomado el trabajo de querer parecer un Crítico rígido, ni el de desechar lo que freqüentemente vemos recibido, aun entre el vulgo de los eruditos. Con efecto, aunque el mencionado Autor (1540), y Escritor de la vida de S. Gerónimo que citamos arriba, defienda tenazmente, que el Santo fué Presbítero Cardenal de la Santa Iglesia Romana, no le agradó esto á un Escritor eruditísimo, de quien nadie duda que fuese Cardenal (1541). Pero no quiero porfiar obstinadamente, ni tomar de mas atrás el origen ??? de esta dignidad. Sea enhorabuena S. Gerónimo, ó lo haya sido, Presbítero Cardenal ¿acaso por esto vistió alguna vez Púrpura? Como si ignoráran, aun los menos instruídos, que el Papa Inocencio IV., por el siglo décimotercio, esto es, el año de I254, concedió el uso de la Púrpura á hombres de un grado tan eminente. Es así: ¿pero qué hace esto para los Pintores, dirá alguno los quales apenas pueden dar á entender, que S. Gerónimo fuese Cardenal, si no le pintan vestido de grana, ó pendiente de la pared el sombrero encarnado? He dicho poco ha, y lo vuelvo á repetir, que yo no escribo todo esto por espíritu de partido, ni por gana de disputar: y así, pinten al Máxîmo S. Gerónimo, como quieran los doctos, y pónganle las insignias de esta Eminentísima dignidad.

I3 Pero ¿por qué se le ha de pintar tan desnudo, y algunas veces tan indecente? ¿Por ventura puede esto fundarse en la verdad de su Historia, ó en ciertas noticias Eclesiásticas mas recónditas? Así es, pretenderá alguno: pues el mismo Santo Doctor describiéndose á sí mismo, quando habitaba en el desierto de Belén (1542): Mis miembros (dice) flacos, y secos, envueltos en un pobre saco, ponian horror, y espanto á quien los veía. Y á fin de que esto se represente á la vista, se le pinta desnudo de medio cuerpo. Excusa vana: como si no pudiese manifestarse bastante la mutación del color, en el semblante, y en el cuello. Pero los Pintores solo han razon de los Profesores de su Arte, y no de los demas que miran sus Pinturas. Dirán, que es así: Porque de este modo pintaron á S. Gerónimo los mas famosos Pintores de nuestra Arte. Con efecto, aquel Jacobo, á quien los Italianos llamaron Tintoreto (que ciertamente pintaba con el mayor primor los cuerpos viejos) pintó muchas veces á S. Gerónimo; pero siempre ??? con tal desnudéz, que no podía convenir á un hombre, y Doctor gravísimo, y que yo no quiero describir exâctamente, por no caér, al paso que no lo apruebo, en el mismo absurdo que estoy reprehendiendo. Y así, segun mi dictamen, será lo mejor, que el Pintor modesto, y erudito, ponga freno á su ingenio, y habilidad sobre estas cosas, de que hablamos mucho en su propio lugar (1543).

I4 Mas, el que freqüentemente le pinten arrodillado, derramando gran copia de lágrimas, é hiriéndose fuertemente el pecho, es cosa que debe aprobarse, por estár tomada del lugar que acabamos de citar, el qual por ser digno de que todos le tengan presente, no será fuera del caso transcribirlo todo entero. En dicho lugar, habla de este modo el Santo: ¡O quántas, y quántas veces estando yo en el yermo, y en aquella vasta sociedad, que abrasada por los ardores del sol, daba una habitación horrible á los Monges, me imaginaba estar en medio de las delicias de Roma! Sentábame á solas, porque estaba lleno de amargura. Mis miembros flacos, y secos, envueltos en un pobre saco, ponian horror, y espanto, á quien los veía; y mi piel áspera, y quemada por los ardores del Sol, parecia ya la de un Ethiope. Cada dia estaba llorando, y gimiendo, y si alguna vez el sueño (por mas que lo resistia) me vencia, y oprimia, mi cama era la tierra desnuda, en ella revolcaba mis huesos, tan secos, que apenas se juntaban unos con otros. Yo mismo, pues, que por huír del Infierno me había condenado á vivir en aquella carcel, donde solo tenia por compañeros á los escorpiones, y á las fieras, me hallaba muchas veces con el pensamiento, en las danzas, y compañía de las doncellas: y con tener el rostro amarillo por los ayunos, con todo esto, en el cuerpo frio, herbía el corazon, y pensamientos con los malos deseos, y en la carne ??? muerta antes que su mismo hombre, solamente bullían los incendios de la concupiscencia. Y así, desamparado de todo socorro, me arrojaba á los pies de Jesu Christo, los regaba con lágrimas, los limpiaba con mis cabellos, y sujetaba mi carne, que lo contradecia, con ayunos de semanas enteras. No me avergüenzo de confesar la miseria de mi infelicidad: antes lloro, y siento mucho no ser ahora tal como entonces. Acuérdome que me sucedia muy á menudo juntar el dia con la noche, dando voces á Dios, y pidiéndole misericordia, y que no cesaba de herir reciamente mi pecho, hasta que mandándolo el Señor, cesaba la tempestad, y quedaba con quietud, y sosiego. Hasta aquí este varon santísimo, no menos recomendable por su erudicion, y eloqüencia, que por su piedad, y fervorosísimo amor que tenia á Jesu-Christo. Pero nuestros Pintores, como suelen por lo comun exâgerar, y abultar las cosas, no se contentaron con pintar á S. Gerónimo dándose golpes con el puño, sino que le añadieron una dura piedra en las manos, dándose fuertemente con ella en el pecho, hasta derramar sangre: aunque estas, y otras cosas, son mucho mas fáciles de pintar, que de hacerlas. Con todo no me atrevo á reprehenderlo, por temer, de que con razon, ó sin ella se me critique.

I5 Por lo que toca al adorno de sus Pinturas, me he reído muchas veces, ó deplorado la ignorancia, ó estupidez de los Pintores, los quales por haber oído, ó leído, que el Santo murió muy viejo, y que fué muy dado á la lectura, y al estudio, le pintan con anteojos. Ignoran ellos, que esta maquinilla utilísima, y casi necesaria para los viejos, á fin de coadyuvarles la vista, es una invención casi mil años posterior á S. Gerónimo. No es este lugar de disputar de semejante menudencia, sobre la que hemos tocado algo arriba: pero constantemente afirmo, que el uso de los anteojos fué enteramente desconocido á los antiguos, ó por lo menos no ??? tan conocido como debiera ser, para que se haya de pintar á S. Gerónimo con ellos. Es verdad, que el Santo, siendo ya muy viejo, no tenia la vista tan perspicaz, la que sin duda se le había acortado mucho, estudiando, y revolviendo libros. Sobre lo qual, escribiendo él á la misma Virgen Eustochîo, le dice (1544): Añádese á la dificultad de dictar, el que estando yo medio ciego por la vejéz, y teniendo en parte enferma mi vista como el bienaventurado Isaac, no puedo en ningúna manera volver á leér los códigos Hebréos con la luz de la noche: puesto que aun en medio del dia, y de los rayos del Sol, no alcanzo á leerlos por la pequeñez de los caractéres. Todo esto es mucha verdad: pero no por eso (segun mi dictamen) se ha de pintar á San Gerónimo con anteojos;

no fuese caso que tropezase en ello la vista de los eruditos: pues no siempre se hacen las Pinturas para rústicos, é ignorantes. Píntanle tambien una trompeta como que hace un horrendo ruído en sus oídos, y hácia la qual volviendo el rostro, muestra el terror de su ánimo, aun quando está mas embebido en el estudio. No hay en esto cosa que reprehender: por significarse con dicha Pintura, como qualquier rústico lo conocerá, la trompeta del Juicio final, que conforme dice el mismo vigilantísimo Santo, estaba resonando muy á menudo en sus oídos.

I6 Pintan finalmente repetidas veces junto al Santo á un fiero leon con su grande melena. Sobre cuyo asunto, un insigne Autor (1545) habla muchas cosas, y (si me es permitido decirlo) algo agenas de su objeto. Yo juzgo, que el pintar un leon junto á las Imágenes de S. Gerónimo, no significa otra cosa, sino que el Santo, á lo menos por espacio de muchos años, vivió separado del trato, y comercio con los hombres, morando en las vastas soledades del desierto. A que, si se ??? añade la severidad, y austeridad de vida que practicó, se echará de vér bastantemente, por qué motivo se le pinta un leon junto á él. Lo dicho me parecia bastante para ilustrar lo que mira á las Imágenes del Doctor Máxîmo: pero, como aun los muchachos saben, lo que dicen haber acontecido á San Gerónimo, y yo mismo lo he visto pintado alguna vez por un excelente Pintor; séame permitido detenerme algún tanto en la narración de este hecho.

I7 Pintan, pues, al santísimo viejo, postrado ante el tribunal de Jesu-Christo, desnudas sus espaldas, y azotándole fuertemente dos Angeles. Represéntase en dicha Imagen, lo que el Santo refiere de sí mismo con la mayor elegancia que cabe. Pues habiéndonos pintado antes su vehemente, y extremada pasion para la lectura, y estudio de los libros profanos, con estas palabras (1546): Yo miserable, y desventurado ayunaba para leér á Tulio; y despues de las vigilias ordinarias de las noches, y haber derramado muchas lágrimas, las quales me sacaba de lo íntimo de mis entrañas la memoria de mis pecados pasados, tomaba en las manos á Plauto, y leía en él; y si alguna vez volviendo en mí, comenzaba á leér en los Profetas, dábame pena su lenguage desaliñado: añade despues, que este mal, tal qual era, lo pagó bien á su costa, diciendo: Fuí arrebatado en espíritu, y llevado como por fuerza, y arrastrado ante el Tribunal del Juez, donde había tanta luz, y tanto resplandor de la claridad de los circunstantes, que caído en tierra, no osaba mirar arriba. Preguntáronme ¿qué religion profesaba? Yo respondí, que era Christiano; mas el Juez, que allí presidía, dixo: Mientes: que eres Ciceroniano, no Christiano; pues donde está tu tesoro, allí está tu corazon. Oyendo yo esto, al punto enmudecí; y entre los azotes (pues me había mandado azotar) mas tormento ??? recibia con el fuego de mi propia conciencia, meditando entre mí mismo aquel versículo que dice: ¿Señor, en el Infierno quién os confesará? Entonces comencé á dar voces, y á decir llorando: Señor, habed misericordia de mí: Señor, apiadaos de mí. Esta sola voz era la que se oía, y resonaba entre los azotes. Finalmente, arrojados á los pies del Presidente los que allí estaban, le suplicaron que perdonase mi culpa, propia de mozo, y me diese lugar para hacer penitencia de mi error;

con condicion, que si de allí adelante, en qualquier tiempo leyese los libros de los Gentiles, me castigase mas ásperamente: y yo, que puesto en tan grande aprieto, quisiera prometer aun cosas mayores, comencé á jurar muchas veces, y hacer protestaciones, y á poner por testigo su Santo Nombre, y decir: Señor, si de aquí adelante yo tuviere libros seglares, y los leyere, haced cuenta que os he negado. En haciendo esta promesa, me soltaron, y volví á esta vida, y con grande admiración de todos, abrí los ojos, tan llenos de lágrimas, que á qualquiera, aunque fuera incrédulo, le hiciera creér el dolor que había pasado: y no piense nadie, que este fué adormecimiento, ó sueño vano, con los quales somos muchas veces engañados. Pongo por testigo á aquel Tribunal, ante el qual estuve postrado, y á aquel juicio triste que temí: y así plegue á Dios, que nunca yo me vea en trance semejante, como digo verdad, y así lo confieso, que me hallé las espaldas llenas de cardenales, y que sentí las llagas despues del sueño; y así quedé tan escarmentado, que de allí adelante leí las cosas Divinas con tanta diligencia, y atencion, con quanta no había leído jamas las humanas. Hasta aquí San Gerónimo, el qual lo pinta tan clara, y elegantemente, que apenas podrian hacer otro tanto con su pincel un Apeles, ó un Timantes. Sobre lo qual no se ofrece otra cosa que advertir, sino el que los Pintores, acostumbrados siempre á pintar viejo á San Gerónimo, le pintan tambien tal en este lance: lo que, por las mismas ??? palabras del Santo, puede convencerse de falso, y que no viene al caso; pues dice él mismo, que los que estaban á su lado rogaron al Juez que le perdonára por mozo.

I3 Y ya que parámos aquí, sería yo insensible, si no hablára de un escrúpulo que tienen algunos, el qual es mas impertinente de lo que buenamente puede decirse. Muchos hay, que no sin enfado objetan este pasage á los Religiosos que están aprendiendo, ó enseñando Theología, si por ventura oyen hablar á algunos de ellos con alguna mas propiedad, ya sea en sus disputas, ó dictando sus quadernos. ¿Y qué dirán, si vén que se cita alguna vez, aunque no con freqüencia, algún verso de los antiguos, bien que muy al caso? Qué? ¿si llegan á saber, que estos hombres aficionados á las letras, sean los que se fuesen, no ignoran enteramente la Poesía, ó la Retórica? O se enfurecen, ó se rien á carcajadas, diciendo, que esto en ningúna manera dice bien con un Theólogo, el qual, con arreglo á la dignidad de su profesion, no debe hacer ningún aprecio de semejantes adornos de palabras: que le tendrán por mas profundo, quanto hable con menos pulidez, y sin aséo: y que al contrario, por la afición que tenia S. Gerónimo á la eloqüencia, y á los Poetas, y Oradores, llevó justamente el castigo merecido. Estas, y aun cosas mayores, suelen decir algunos contra los Theólogos que usan un estilo mas culto, y aliñado. ¡Pero buen Dios! ¿quiénes, y quáles son estos? No es mi ánimo nombrar aquí, ni impugnar señaladamente á ninguno: pues que no es lícito, ni necesario tampoco, para refutar, y desvanecer un absurdo tan ligero. Estos son, digo, no los que usan un estilo humilde, y baxo, sino un estilo enteramente tosco, y grosero: que tienen por honorífico, y acaso por glorioso, el hablar, y escribir, pero con mil impropiedades, y muchas veces (por decirlo de una vez) bárbaramente: y que al fin están persuadidos ??? á que no puede, ó debe hablarse seria, grave, y doctamente, á lo menos segun el genio Escolástico, sin echar mil solecismos á cada paso. No fueron tales los que antiguamente admiró respetosa la Escuela; los Victorias, digo, los Melchores Canos, los Medinas, los Basilios, por no decir nada de los mas modernos, ni tampoco de aquel Fr. Luis Ponce de Leon, porque solo hago mención aquí de los Theólogos Escolásticos; los quales con sus mismos hechos, y exemplos, manifestaron claramente, que la verdadera, y sólida Theología, no estaba tan reñida con la erudicion, y con el uso moderado de las bellas, y amenas letras. Pero ya que esto parece que es dar (como dicen) música á un sordo, dexo á otros el que exâminen mas esta materia, mientras yo gustoso me vuelvo á S. Gerónimo.

I9 Casi esto mismo es, lo que le había objetado al Doctor Máxîmo su émulo Rufino de Aquilea. Pero le costó muy caro: porque el venerable Viejo escribió contra esta objecion, y calumnia una Apología tan fuerte, y llena de fuego, y energía, conforme á la severidad de su genio; que no tiene duda que á Rufino le pesaría de su hecho, y atrevimiento. Oigase al mismo Santo Doctor, como deshace bellamente dicha cavilación (1547): Me objeta (Rufino) haber cometido yo un perjurio envuelto en un sacrilegio: por quanto en el libro en que hablo del modo como debe educarse la Virgen Christiana, puesto ante el Tribunal del Juez, prometí, que jamas me aplicaría al estudio de libros seglares, y que sin embargo me acuerdo alguna vez de la erudición que yo mismo había condenado. Y un poquito mas abaxo, dice: He dicho que en adelante no leería mas los libros seglares: es promesa de futuro; pero no ofrecí borrar lo que tenia ya en la memoria. Hé aquí, Lector mio, lo mismo que un Religioso, y un Theólogo puede justísimamente responder ??? á sus calumniadores. Pero pasemos adelante: pues habiendo expuesto S. Gerónimo el vano modo de opinar de Rufino, manifestando, que todo él era una mera cavilacion, dice en el mismo lugar: Esto diria, si hubiese prometido yo alguna cosa estando despierto: pero ahora es un nuevo género de desvergüenza, objetarme el sueño que he tenido. Y por último, le dice poco despues: No te basta lo que finges de mí, quando estoy despierto, sino que acusas tambien mis sueños. Tan curioso eres de mis acciones, que aun exâminas lo que hice, ó dixe, quando dormía. Véan, pues, los que tan fuertemente reprehenden en los Theólogos el aplicarse algún tanto al estudio de las letras humanas, fundados (segun ellos piensan) en la autoridad, y confesion de S. Gerónimo, como no objetan otra cosa, sino sueños vanos.

¿Pero hanse de llamar vanos, y meros sueños (replicará alguno importunamente) aquellos, de quienes San Gerónimo hizo tanto caso, que dixo, como antes referimos, que no fué aquello adormecimiento, ó sueños vanos, con los quales somos muchas veces engañados, lo que prosigue despues en confirmarlo, y persuadirlo? Podria remitir á otros semejante qüestion, y el deshacer esta aparente contradicción en las palabras de S. Gerónimo. Pero quiero quitar ahora mismo este escrúpulo. Fué ciertamente aquella, segun á mí me parece, una vision, que se manifestó entre sueños á San Gerónimo: pero no por esto dexó de ser sueño, aunque pío, y lleno de enseñanza; y por lo mismo, no debió objetarlo su émulo á S. Gerónimo. Y baste ya sobre este asunto, en que me he extendido, aunque no fuera del caso, para ilustrar las Pinturas del Doctor Máxîmo.

El pintor christiano, y erudito, ó Tratado de los errores que suelen cometerse freqüentemente en pintar, y esculpir las Imágenes Sagradas.

dividido en ocho libros con un apéndice ... ; escrita en latín por ... Juan Interián de Ayala ... ; y traducida en castellano por D. Luis de Durán y de Bastéro Marc legal ???

El pintor christiano, y erudito, ó Tratado de los errores que suelen cometerse freqüentemente en pintar, y esculpir las Imágenes Sagradas. dividido en ocho libros con un apéndice ... ; escrita en latín por ...Juan Interián de Ayala ... ; y traducida en castellano por D. Luis de Durán y de Bastéro

LIBRO OCTAVO.


DE LAS PINTURAS, É IMAGENES de los Santos, que venéra la Iglesia en el último trimestre del año.




EL PINTOR CHRISTIANO Y ERUDITO-Juan Interián de Ayala - CAPITULO IX.