VIDA DE LA VIRGEN MARÍA-JOAQUIN CASAÑ - EL CIELO SE MARAVILLA

EL CIELO SE MARAVILLA

El cielo se maravilla,
Virgen, viendo cómo a vos
junto a sí os ha dado Dios
La más eminente silla.
Sobre los altos confines
Del más levantado cielo
Subistes, Virgen, de suelo
En hombros de serafines.
Y mucho se maravilla
El cielo de ver que a vos
junto a sí os ha dado Dios,
La más eminente silla.
¡Oh Dios, quién supiera ahora
Significar la alegría
Que todo el cielo tendría
Con su nueva emperadora!
Ángeles podrán decilla,
Virgen, y lo que con vos

Hizo vuestro Hijo y Dios
Cuando os dio tan alta silla.
La Madre del inmortal
Hoy, sobre una blanca nube,
A tomar posesión sube
Del Imperio celestial.
Hasta la dichosa hora

De la Asunción de María
El cielo no conocía
Emperatriz ni señora;
Mas ya sí, y tan principal,
Que sobre una blanca nube
A tomar posesión sube
Del Imperio celestial.
No hay explicar lengua humana
El recibimiento honroso
Que hoy hizo el eterno Esposo
A la Esposa soberana.
Con toda su divinal
Corte baja hasta la nube
En que ella triunfante sube

Al imperio celestial.
La ciudad de Dios feliz
Luego con pompa solemne
A darla obediencia viene
A su nueva emperatriz,
Que ya en trono angelical
Trocada la blanca nube,
A tomar posesión sube
Del imperio celestial.

D. DE VARGAS.


JUSTAMENTE OS PAGA DIOS

Justamente os paga Dios,
Virgen y Reina del cielo;
Vos le bajastes al suelo,
Y él al cielo os sube a vos.
Como el soberano Padre
Para su Hijo os bendijo,
Quien bajó a ser vuestro Hijo
Os sube a honrar como a Madre.
El santo Espíritu Dios
Como a esposa os abre el cielo,
Porque bajastes al suelo
Quien os sube al cielo a vos.
A Dios y al hombre juntastes
Con tan recio y fuerte ñudo,
Que deshacer no se pudo
Lo que vos así añudastes.
Hombre hicistes a Dios,
Y al hombre Dios en el cielo,
Porque bajastes al suelo
Al que os sube al cielo a vos.
Virgen, vos fuistes el medio
Que ab aeterno Dios tomó,
Y el principio que se escogió
De todo nuestro remedio;
Ejecutando pues Dios
La traza de su modelo,
Vos le bajastes al suelo,
Y él os sube al cielo a vos.
Por el sí que humilde distes
Por remediar nuestros males,
Nos vino hacer inmortales
El Hijo que vos paristes.
¡Oh cuán bien os paga Dios
Vuestro puro y santo celo,
Pues bajando al mismo suelo
Os sube hoy al cielo a vos!

L. DE ÚBEDA.

HOY QUIERE DIOS

Virgen pura, hoy quiere Dios
Que subáis del suelo al cielo,
Pues cuando quisistes vos,
El bajó del cielo al suelo.
Si en la tierra daros quiso
Dios del bien que allá tenía,
¿Qué os dará en el paraíso,
Donde todo es alegría?
El amor vuestro y de Dios
Hoy se encuentran en el vuelo,
Pues por él a Dios vais vos,
Y él a vos vino del cielo.
El Padre os da la corona,
El Hijo su diestra mano,
Y la tercera persona
Os da su amor soberano.
Alcanzáis, Virgen, de Dios
Premios, honras y consuelo,
Y por él sois cielo vos,
Y él por vos hombre en el suelo.

L. DE ÚBEDA.

PLEGARIA A MARÍA

gracia en vos se encierra,
Virgen pura y singular,
Que sois estrella en el mar,
Madre de Dios en la tierra.
El eterno Padre esposa
Os llama con regocijo,
Dulce Madre os llama el Hijo,
Y templo el que en vos reposa.
Por vos nuestro mal destierra
El que en vos quiso encarnar;
Que sois estrella del mar,
Madre de Dios en la tierra.
Las tristezas con placeres
Por vuestra humildad obliga
A que el paraninfo os diga:
«Bendita entre las mujeres».
Vos ponéis paz en la guerra,
Y para el hombre guiar
Sois estrella de la mar,
Madre de Dios en la tierra.

L. DE ÚBEDA.


SALVE ENTRE LAS MUJERES ESCOGIDA

Salve entre las mujeres la escogida
Para Madre de Dios, honesta y bella,
Sola entre las doncellas la parida,
Sola entre las paridas la doncella;
Salve, autora del sol que nos da vida,
Sol de la tierra, de la mar estrella;
Madre de Dios, que Dios, Virgen, paristes,
Y siendo siempre virgen, madre fuistes.
Salve, descanso de Jesús cansado;
Salve, comida de Jesús hambriento;
Salve, defensa de Jesús buscado;
Salve, regalo de Jesús contento;
Salve, consuelo de Jesús penado;
Salve, bebida de Jesús sediento;
Salve, vestido de Jesús desnudo,
Pues poder tanto os dio quien tanto pudo.

T. DE HERRERA MALDONADO.


SALVE DEL MAR ESTRELLA

Salve, del mar Estrella,
De Dios hermosa Madre,
¡Oh Virgen siempre virgen!
Puerta del cielo, salve.
Tú, la que el Ave oíste
De la boca del ángel,
En paz nos funda y muda
El hombre de Eva en Ave.
Da libertad al reo,
Lumbre al ciego ignorante;
Procúranos los bienes,
Destiérranos los males.
Madre de Dios te muestra,
Y acepte por su Madre
Nuestros ruegos, pues somos
Por quien tomó en ti carne.
Haznos, singular Virgen,
Sobre todos afable,
Mansos y castos, libres
De nuestras culpas graves.
Vida pura nos presta,
Senda segura y fácil,
Porque alegres veamos
A Jesús, nuestro amante.
Salve, arca de Noé,
Que entre mil tempestades,
Preñada de la vida
A la vida salvaste.
Salve, del pan del cielo
Bien artillada nave,
Que con el viento en popa,
Puerto en Belén tomaste.
Salve, nube de nieve,
De enrizados plumajes
En quien puso el sol trino
El arco de las paces.
Salve, hermosa paloma,
Que sin perderla, hallaste
La gracia por la oliva,
Con que hasta Dios volaste.
Salve, rosal gracioso,
Que entre hojas virginales,
A Dios, rosa encarnada,
Al hielo aljofaraste.
Salve, risa del cielo,
Pues la desenojaste
Con el sí poderoso
De los vivos corales.
Salve, arca de oro todo,
Que no abierta encerraste
La ley, vara y maná,
Que es Dios aunque a pan sabe.
Salve, santa raíz
Que, Virgen, germinaste
El árbol de la vida,
Nunca vedado a nadie.
Salve, capaz esfera,
Que lo eterno encerraste,
Y al que era sin medida
La medida tomaste.
Salve, sangre de Dios,
Pues que tomó su sangre
Para que, en él unida,
En él se deificase.
Salve, de Dios principio,
Pues al que sin él nace,
Del Padre en el principio
De ti le originaste.
Salve, la mejor Virgen,
Salve, la mejor Madre,
Toda virginidad,
Toda clemencia, salve.
Salve, sola del sol,
Desde el primero instante
De tu concepción pura,
Más pura que mil ángeles.
Salve, de Dios segunda,
Con quien el Hijo parte,
Engendrándole el Dios,
Tú Dios-hombre engendrándole.
Salve, toda de Dios,
Pues puedes alabarte
Que en tu virgineo gremio
Dios fue de ti una parte.
Sea alabanza y gloria
Al amor Hijo y Padre,
Igual honra a los tres,
Pues son los tres iguales.

J. DE VALDIVIELSO.


QUISIERA VIRGEN MARÍA

Quisiera, Virgen María,
Madre mía muy amada,
Tener el alma abrasada
En vuestro amor noche y día.
¡Oh dulce Virgen María
Madre de mi corazón!
¿Quién tuviera tanto amor
Que sobrepujara en ardor
A los serafines todos,
Amando por cuantos modos
Inventó el más fino amor?
¡Dios te salve, Virgen pura,
Reina piadosa del mundo,
Madre de vida y dulzura,
Acoge el ruego profundo
De tus hijos sin ventura!
¡Hijos que por ti clamamos
Desterrados hijos de Eva,
Que a ti ¡oh Madre! suspiramos
En este valle de prueba
Donde sin cesar lloramos.

¡Tus hijos siempre y ahora
Triste te elevan el alma!...
¡Óyelos, Madre y Señora,
Con esa piedad que calma
Los gemidos del que llora!

¡Ea, pues, nuestra abogada,
Vuelve a nos de esos tus ojos
La dulce y tierna mirada
Que purifica de abrojos
Nuestra mísera jornada.

¡Y preséntanos, María,
De este destierro en pasando,
A ese varón de agonía
Que paz y perdón clamando
Murió por la raza impía!

¡Fruto de tu entraña pura,
De la humanidad consuelo!
¡Si tú, Madre de ternura,
La dicha pides del suelo,
Dicha obtendremos segura!

Y pues tiene prometido
A los dignos, Madre mía,
Gozo eterno y bendecido,
¡Oh dulce! ¡oh clemente, oh pía!
¡Haz nuestro gozo cumplido!

P. A. CARRASCOSA, obispo de Ávila.


A LA EFIGIE DE LA VIRGEN

Cuando mira en el suelo
Da su imagen regocijo.
¿Qué bien será y qué consuelo
Mirarla viva en el cielo
De la mano de su Hijo?

DAMIÁN DE VARGAS.


VIRGEN BELLA, DE DIOS MADRE

Virgen bella, de Dios madre,
Honra y lustre del cristiano,
En todo tiempo no en vano
Invocamos tu favor.
Aunque se alce el hondo averno
Del dragón al ronco grito
Y talar mande el precito
Los vergeles del Señor,
Dañar no pueden las furias
A pecho limpio que fía
En la fuerza de María
Vencedora de Satán.
Si la Virgen nos protege,
No habrá guerra ni mal fiero,
Que caballo y caballero
Cual plomo al profundo irán.
Ella levanta en Solima
Como torre la cabeza;
Es murada fortaleza
En la ciudad de David.

La defienden los escudos
De mil valientes guerreros,
Los impíos altaneros
Huyen ante ella en la lid.
Que armada por Dios su diestra,
Llena de dones prolijos,
Alejará de sus hijos
Los golpes de la maldad.
Humíllense las naciones
Y cual de ángeles los coros
Canten en versos sonoros
A la augusta trinidad.

S. SEGURA (México, 1872).


NO BIEN SE ALZA LA ANTIGUA SERPIENTE

No bien se alza la antigua serpiente
Contra el reino de Dios y su gente
Difundiendo el espanto y terror,
Cuando baja la Virgen del cielo
Entre el iris de paz y consuelo
Y a los suyos da auxilio y valor.
Monumentos de eterna memoria
Nuestros padres pusieron con gloria
De la Virgen cantando el poder.
Lo publican insignes ejemplos
Y en los valles y montes y templos
Desde el alba a la noche doquier,
Permitidnos cantar a María
Nuevos himnos de pura alegría
Y de gozo las palmas batir.
Nuestra patria cual otras naciones,
De ella aguarda magníficos dones,
Que ella todo lo sabe cumplir.
¡Oh mil veces dichoso aquel día
En que al solio de Pedro volvía
Tras un lustro de ausencia y dolor,
El Pontífice sumo que grave
De la Iglesia conduce la nave
En que duele tranquilo el Señor!
Niños puros, doncellas y ancianos,
Y levitas y pueblos ufanos,
En amor y piedad competid,
Y los dones con férvido anhelo
Celebrad de la Reina del cielo,
Y sus glorias y triunfos decid.
Y tú, Virgen de vírgenes, bella,
De Jesús Madre santa y estrella
Del que gime en tiniebla mortal,
Nos dispensa tu gran poderío,
Y que el santo Pontífice Pío,
Nos conduzca a la vida eternal.
El misterio más grande adoremos;
Gloria al Padre y al Hijo cantemos
Y al Espíritu Santo también,
Y cual cantan del cielo los coros,
Alabémosle en versos sonoros
Por los siglos y siglos. Amén,

S. SEGURA (México, 1872).


EL HIMNO DE LOS TRISTES

CORO
¡Oh! tú Madre inmaculada
Que en la célica morada
Reinas ceñida de luz;

Tú de virtud templo santo,
Dígnate oír nuestro canto,
Por el que murió en la cruz.


VOZ
Desde que el hombre mísero,
Sus ojos abre al día,
Como a su estrella pía
Te mira en la aflicción;
Y cuando llega lúgubre
La dolorosa muerte
Seguro a ti convierte
Su amante corazón.

CORO
Salve, oh mística paloma,
Salve, estrella matinal,
Flor de rico aroma,
Gloria del mortal.

VOZ
Antes que el Padre Altísimo,
Los cielos y la tierra,
Cuanto la vida encierra,
Sacara del no ser,

Fijando en ti benéfico,
Su próvida mirada,
Mansión a Dios sagrada,
De ti se dignó hacer.

CORO
Salve, etc.

VOZ

Cuándo el cansado espíritu
Quiera tender su vuelo,
Su postrimer consuelo
De ti demandará.

Y en fervoroso cántico,
Dirá con alegría:
«Recíbeme, ¡oh María,
Libre de penas ya».

CORO
No desdeñas al que llora,
No rechazas al que implora
La clemencia de tu amor:
Que no en balde ¡oh Virgen! eres,
Entre todas las mujeres
De las madres, la mejor.

A. ARNAO.


ALMAS EN LA LID TERRIBLE

Almas que en la lid terrible
De este mundo seductor
Alzáis al cielo los ojos,
Guardáis puro el corazón;

Vírgenes que en el martirio
Llenas de divino ardor,
Disteis el postrer aliento
Del Esposo ante la voz;

Arcángeles misteriosos
Que junto al trono de Dios
Veis la hermosura sin mancha
De la Madre que Él amó;

Pues que agradable a los cielos
Fue siempre vuestro clamor,
Dirigid hasta María
Mi amante deprecación.

Volad, Volad y decidle,
Aunque a tanto indigno yo,
Que es su nombre mi esperanza,
Que vivo y muero en su amor.

Decidla que amiga torne
Sus ojos de compasión
A las penas que en mi alma
Fiero enemigo sembró.

Pues cual iris que en el cielo
Pinta en la tormenta el sol,
Es a mi afán su sonrisa,
Su clemencia a mi dolor:

Ya que quiere el dulce Esposo
Que para los hombres hoy
Brille en la gloria infinita,
Con que pródigo la ornó,

Recordadle cuando estaba
En esta humana aflicción,
junto a la cruz en que el Hijo
Madre nuestra la nombró.

Así, en piedad rebosando
Su celestial corazón,
Nos amparará en el seno
Que Jesús sacrificó.

A. ARNAO.

PLEGARIA DE LAS HIJAS DE MARÍA

María, cuya frente
Baña la aurora eterna,
Cual sol resplandeciente,
Consuelo del mortal;

A todo el que te implora
Con voz humilde y tierna,
Muestra por fin, Señora,
La patria celestial.

María, cuyo seno
Del Verbo fue morada;
Edén por gracia lleno
Del más divino amor:

Pues miras el quebranto
Del alma conturbada,
Preste tu excelso manto
Refugio al pecador;

María poderosa,
Reina del cielo y tierra,
Que huellas victoriosa
La frente de Luzbel;

Por Dios que hacerte pudo
Vencer en cruda guerra,
Sé del cristiano escudo,
Imán del pecho infiel.

Cual siervo de tu nombre,
Lucero de los mares,
Así se humilla el hombre
Buscando vida y luz.

Y al fin, de polo a polo,
Del mundo en los altares,
Reine doquier tan sólo
La gloria de la cruz.

A. ARNAO.

EVA Y MARÍA

Cuando Jehová, del mundo soberano,
Sacar los orbes de la nada quiso,
De su bondad por inefable arcano,
Formó al hombre en celeste paraíso.
Compañera, le dio su santa mano
Y cuanto a su ventura fue preciso;
Y Eva y Adán, que juntos se veían,
En almo Edén con júbilo vivían.

Su dicha viendo, siempre tentadora
Turbarla codició de envidia llena;
Y a la mujer sedujo, que en mal hora
Cual Dios queriendo ser, labró su pena.
Y la que hermosa fue cual limpia aurora,
Y tuvo el alma noble al duelo ajena,
Prevaricando al punto se convierte
En sierva, del dolor y de la muerte.
«¿En dónde estás, Adán?» clamó indignado
El Supremo Hacedor a tal delito,
Y él se escondió sabiendo su pecado,
Puesta en su faz la mengua del precito.
Y en la frente de aquel infortunado
Con signos invisibles quedó escrito:
«De vil soberbia tu dolor procede;
Sólo excelsa humildad salvarte puede».

Noche de siglos con pesado vuelo
Pasaron cien y cien generaciones,
Y sin descanso el hombre ni consuelo
Víctima fue de rudas aflicciones.
Abrojos por doquier brotaba el suelo,
Siervo se vio de impúdicas pasiones,
Y en tal tiniebla, sólo en lontananza
Lanzaba un rayo el sol de la esperanza.

Radió, por fin, su luz; ¡Jehová clemente
Quiso cortar tan bárbara pelea,
Y suscitó una Virgen inocente
En un modesto hogar de Galilea.
Nuncióle Dios un Verbo Omnipotente,
Y ella repuso: «¡Cual lo quieres, sea!»
Y en el seno de aquella Inmaculada
El santo Redentor hizo morada.
¡Oh divina mujer! Por ti el profundo
Dolor trocóse en goces inmortales,
Si Eva perdió con su soberbia el mundo,
Borraste tú con la humildad sus males.
Calló el rugido del dragón inmundo,
Himnos de paz sonaron celestiales,
Y do brotaban cardos punzadores,
Fue nuevo Edén de inmarchitables flores.
¿Cómo no amar a Virgen tan piadosa?
¿Cómo no hacerla imán de nuestra vida,
Si es dulce Madre que humilló gloriosa
Con su pie la serpiente aborrecida?
Madre de Cristo, Inmaculada Esposa,
Tú eres estrella siempre apetecida:
Y al venir a la vida te invocamos,
Y al llegar a la muerte en Ti esperamos.
¿Pedís un nombre excelso? La mirada
Volved, y escrito lo veréis doquiera,
Y os lo dirá la alondra en la enramada,
Y el nardo y el clavel en la pradera;
Cántalo el hombre en su mortal morada,
Cántalo el ángel en la azul esfera:
Mi labio en repetirlo se gloria...
¡Oh dulcísimo nombre de María!

A. ARNAO.



AQUELLA FLOR ESPLENDIDA

Aquella flor espléndida,
Verde honor al jardín,
Suave lisonja al céfiro,
Rubia pompa al Abril;
Rosa que supo, cándida,
En un punto exprimir
Puros fragmentos, ámbares
Del azar infeliz;
Leyes da al pensil diáfano
En solio de zafir,
Sobre esmeralda nítida,
Majestad de rubí,
Y a toda flor en nácares
Enciende su matiz,
Porque en respeto tímido
Le hace el color salir.
De verla el clavel pálido,
Y corrido el jazmín,
Aquél, nevada es púrpura,
Y éste es rojo marfil,
Da lo alegre en las márgenes
Que admiran al pensil,
Y en las fuentes lo músico
Da al alba que reír.
Si serena es dulce el pájaro,
Si no alado violín,
Que aquí florece cítara,
Y suena flor allí.
Culto es a la flor mística,
Que fénix carmesí,
Arde en pira aromática
Plumas de oro y carmín.

V. SÁNCHEZ.



SALUTACIÓN ANGÉLICA Y GLORIAS DE ELLA (FRAY H. DE TALAVERA)

¡Oh suma de nuestros bienes,
Y de todos nuestros males
Fin y quito!
¡Oh Virgen, que, virgen, tienes
Apretado ya en pañales
A tu Hijo, Dios chiquito!
¡Oh nuestra torre más alta,
Donde la gracia y verdad
Nunca mengua!
Pues sabéis cuánto me falta,
Vos, Señora, me la dad,
Conque os alabe mi lengua.


AVE

¡Oh desculpa original
Donde la gracia se estrena!
Dios te salve;
Pues te hizo toda tal,
Tan del todo toda buena,
Que ningún mal no te malve.
Dios te salve; de dolor
Nunca cubra el rostro tuyo
Triste velo;
El divino resplandor
A ti hizo centro suyo
Para mirar desde el cielo.


MARÍA

¡Oh mar amarga, salada,
Cuya sal saló la carne
Corrompida,
Cuya mirra aheleada
No sufre que se descarne
La carne convalescida!
¡Oh mar nunca peligrosa
Sino a quien no se te acerca,
De cobarde!
Oh medicina famosa,
La salud del que te merca
No puede ser que se tarde.

GRATIA

Que tres gracias y donaires
Sanan la rabia muy fiera
Del pecado,
Con aquellos frescos aires
Que corren por tu ribera
Y reposan en tu vado.
Lustre de las gracias todas
Es el sonido jocundo
De tu voz,
Que contrajo tales bodas,
Que te dan lugar segundo
En el palacio de Dios.


PLENA

Donde pariste sin pena,
Sin dolor y sin presura,
Mal ni daño;
Porque fuiste Virgen, llena,
Recibiéndolo natura
Por injuria y por engaño;
Llena de la inmensidad
De aquel Dios inmensurable,
Dios de Dios;
Llena de sonoridad
Del Verbo eterno inefable,
De quien fue San Juan la voz.

DOMINUS

Aquel Señor que David
Ser su Señor confesó,
No de sí;
Por el cual venció la lid,
Por el cual sólo reinó,
Por él solo, y no por sí;
Señor que hace escoria
Los consejos de las gentes
Cuando exceden;
Aquel gran Rey de la gloria,
Contra quien los más potentes
Menos pudieron y pueden.

TECUM

Porque sólo amor le doma,
Con esta dulce porfía
Llama a ti;
Ven ya, ven, la mi paloma;
Ven ya, ven, amiga mía;
Ven ya, ven, hermana, a mí;
Ven ya, ven, fuente sellada;
Ven ya, ven, huerta cenida;
Ven ya, ven;
Ven ya, ven, Virgen preñada;
Ven ya, ven, Virgen parida,
Reina de Hierusalem.

BENEDICTA

Siempre bendita del Padre,
Siempre del divino Amor
Muy querida;
Del Hijo para su Madre
Por la mayor y mejor
Ab aeterno prevenida;
Todas las generaciones
Siempre bienaventurada
Te dirán;
Que de los divinos dones
Ni sube ni sobra nada
Sobre a los que a ti se dan.

TU

Tú la fuerza y la virtud;
Tú la virtud y la gracia
De la ley;
Tú la vida y la salud,
Tú la sola do se espacia
La gran majestad del Rey;
Tú le tienes, tú, le das
A quien quieres y te place,
Sin cohecho,
Pues ¿qué quieres, Virgen, más,
Que quien servicio te hace,
A Dios piensa que le ha hecho?

IN MULIERIBUS

¡Oh gloria de las mujeres!
Ya por ti el Cerbero triste
No les ladre;
Porque tú la Virgen eres
Virgen después que pariste
Hombre y Dios, tu Hijo y Padre.
¡Oh mujer toda perfecta!
¡Cómo abarcará mi voz
Tu renombre!
Que es verdad, aunque secreta,
Que hiciste al hombre Dios,
Y a Dios hiciste hombre.

ET BENEDICTUS

Glorificado y bendito,
Alabado y ensalzado
Siempre sea
Nuestro gran Ser infinito,
De tus manos abarcado,
Vestido de tu librea.
El cielo y toda su corte
Gracias y gloria le den
Sin medida
A este divino norte,
En el cual sólo se ven
Las horas de nuestra vida.

VENTRIS

¡Oh tierra nunca maldita,
Vientre bienaventurado
De María!
Por quien tanto mal se quita,
Por quien tanto bien se ha dado
A quien tanto mal tenía.
Vos sois vientre consagrado,
La tierra de promisión
De Israel,
La que mana de su grado
Por divina bendición
Blanca leche y dulce miel.

TUI

¡Oh Virgen! tuya es la caja
Donde Dios dobló los velos
De su rima;
El licor de tu almarraja
Llenos tiene ya los cielos,
Y aún rebosa por encima.
Secretos del vientre tuyo,
Al serafín que más sabe
Más se encubren;
Que de él hizo nido suyo,
Del corto manto que cabe,
A quien mil mundos no cubren.

JESÚS

Toda carne y corazón
El sacro sacre Jesu
Desdeñó;
Mas tu limpia concepción

Al primero Huco Hu
Por las pihuelas le asió.
Con gran gana se abatió,
Y se asentó sin pereza
En tu humildad;
Porque le engolosinó
El cebo de tu pureza
Con olor de suavidad.

SANCTA

Santa nunca mancillada,
Porque desde aquella luz
De eterno día
Fuiste pieza señalada
Para ser rico capuz,
De que Dios se vestiría;
El cual se vistió de ti
(Todas las naturas hartas
De socorros),
Con aquel tu carmesí,
Al cual las divinas martas
Se juntaron por aforros.

MARÍA

¡Oh mar por do navegó,
Hecho Dios mercadería,
Y el amor,
Mercader que le trocó,
Dejándote cual solía,
Por un hombre sin favor!
¡Oh mar por donde navegan


Los que quieren ir al cielo!
Van sin guerra.
¡Oh mar do todos se anegan
Los que toman por consuelo
Desembarcar en la tierra!

MATER

¡Oh árbol, delante quien
La fruta más sana buena
Causa tos!
No demandes ya más bien,
Pues todos a boca llena
Te llaman Madre de Dios;
Y aún cantan lo que mereces
Las estrellas que llamamos
Matutinas;
Nuestras tierras enloqueces
Con las flores de tus ramos,
Que llevan frutas divinas.

DEI

El que en todo Dios se espacia,
Y es la inmensidad del Padre
Su escondrijo,
Te pide, Virgen de gracia,
Que te plega ser tu Madre,
Que él desea ser tu Hijo.
¡Oh princesa soberana!
¿No basta que tal riqueza
Se te entregue,
Sino que con tanta gana
Aquella divina alteza
Te lo mande y te lo ruegue?

ORA

Ruégale pues te rogó
Y es tu Hijo, y tanto privas
Ya con él;
Nuestras almas que formó,
Queden sanas, queden vivas;
Después de juzgadas del
No prosiga la sentencia
Por el rigor de justicia,
Mas pregone
Misericordia y clemencia
Antes que nuestra malicia
Su braveza más encone.

PRO NOBIS

Por nosotros que ya estamos
Ahogados en dulzores
De pecados;
Por nosotros imploramos
No nos dejen tus favores
Al mejor tiempo olvidados;
Por nosotros que no vemos
Porque con graves delitos
Nos cegamos,
Que las sillas heredemos
De los ángeles malditos,
De que no se contentaron.

PECCATORIBUS

Esclavos de mil pecados
Nos dejó hechos Adán
En sus lomos;
Mas ya, por ti libertados,
Del Rey a su mesa y pan
Mantenidos, Virgen, somos;
Esclavos de nuestras obras,
En que ya nos reveemos,
Siempre malas
Si tú, Virgen, no nos cobras
Gracia para que volemos
So la sombra de tus alas.

AMEN

Dí, Virgen, amén, amén;
Y pues tanto nos amastes,
No nos dejes;
Porque nuestro sumo bien
Contigo nos le acercaste,
Nunca ya te nos alejes.
¡Oh tregua de nuestra paz!
Manda luego apaciguar
Mis temores;
Vaya yo donde tú estás,
Do mejor pueda cantar,
Amén, amén, tus loores.

FRAY H. DE TALAVERA, primer Arzobispo de Granada.



SOIS PALMA EXCELSA

Sois palma excelsa ¡oh Virgen! triunfadora
Del árbol del error. Sois verde oliva,
Que en lo supremo de las aguas mora,
Verde a pesar de su diluvio y viva.
Sois vid, que el golpe de la hoz ignora,
Ciprés, que, exento de la muerte esquiva,
Anuncia muerte con funesta guerra
Al que esperaba derribarle en tierra.
Sois lirio asido a la pungente y dura
Rama de espinas, y jamás violado;
Rosa, cuya beldad intacta y pura
No marchitó la noche y viento helado.
¡Oh sin igual purísima criatura,
Que preservada del común pecado,
Sois en desprecio suyo victoriosa
Palma, oliva, ciprés, vid, lirio y rosa!
Sois plátano de ramas tan copioso
Al fértil riego de perpetua fuente,
Que nunca el hielo su verdor frondoso
Ha penetrado ni el agosto ardiente;
Mirra escogida, bálsamo oloroso,
Cuya interna virtud perpetuamente
Os reservó incorrupta y sin ofensa
Contra el contagio de la culpa inmensa.
Sois el cinamo de fragante y fina
Especie, oculto en aspereza tanta,
Que ni guadaña al tronco se avecina,
Ni falta un ramo de la fértil planta.
¡Oh en los humanos excepción divina,
Y del Criador imagen sacrosanta!
Por mil blasones dignamente os llamo
Plátano, mirra, bálsamo, cinamo.
Sois torre ebúrnea, altísima y fundada
Para asilo feliz del bando amigo,
Que su notoria inmunidad sagrada
Fue siempre incontrastable al enemigo;
Ciudad en cuya cerca levantada
No abrió el contrario entrada ni postigo,
Escala del Olimpo, inaccesible
Al pie atrevido de la bestia horrible.

Puerta que aun antes que su autor la abriera
Ya estaba al adversario defendida;
Fuente que al áspid y culebra fiera
Dios negó de sus ondas la bebida.
¡Oh en soberanas honras la primera,
Sin sombra de pecado concebida!
Bien sois con semejanza preeminente
Torre, ciudad, escala, puerta y fuente.

Sois encendido sol y tan fogoso,
Que no permite congelar nublado,
Ni el factor de las sombras espantoso
Ha visto el globo de su luz turbado;
Sois lucero del alba luminoso,
Que en los solares rayos inflamado,
Huye el eclipse lóbrego funesto,
Cercano siempre al sol y nunca opuesto.

Norte, que de las ondas se retira
Sin ver jamás en ella triste ocaso;
Luna, que al sol supremo siempre mira,
Ni el mundo estorba de su vista el paso.
¡Oh singularidad que al cielo admira!
Rindo a tan pura luz mi ingenio escaso,
Pues no se incluye en alabanza alguna
Vuestro sol y lucero, norte y luna.

J. DE JÁUREGUI.


ABRE SEÑOR MIS LABIOS

Abre, oh Señor, mi labio: a mí descienda
Tu espíritu, y encienda
Mi alma en tu amor. Agradecido suene
No indigno de tu aliento,
En himno humilde de tu bondad mi acento;
Y cruce el mar y el universo llene.

Do quiera anuncie el regocijo puro
De que el mortal seguro
Gozo por fin, tras larga noche umbría;
Y la feliz aurora

Recuerde en que tu mano bienhechora
Amparo de Israel nos dio a María.
¡Oh dulce instante, memorable y santo!
Calmó del orbe el llanto

Y el hondo afán de su natal la nueva,
De tu amor infinito
Diste al formar su corazón bendito,
Al linaje de Adán excelsa prueba.

¡Ah! de la noche el estrellado velo,
El siempre rico suelo,
El sol brillando en la mitad del día,
Menos el pecho inflaman,

Menos la fuerza de ese amor proclaman
Que el alma santa de la Madre mía.

Escogida por ti, de gracia llena,
La bárbara cadena
Un punto no arrastró del enemigo:
Tú alzaste el brazo airado,
Y no llegó ni sombra ni pecado
Al blando seno, que iba a darte abrigo.

Te debías a Ti tan alta gloria:
Por tu insigne victoria,
Necesaria, Señor, a tu grandeza,
Pudo, modesta y pía,
Sola a tus ojos ofrecer María
No indigna de la tuya su pureza.

El grande privilegio verdadero
Confiese el orbe entero:
En ningún corazón la duda habite.
¿Quién, Padre soberano,
Contó las maravillas de,tu mano?
¿Quién hay, Señor, que tu poder limite?

¿Retroceder no hiciste la corriente
Del Jordán a su fuente?
¿Al pueblo de Israel no dio camino
Seco el mar a tu acento?
¿Y en la piedra de Oreb no halló sediento
Fresco raudal, y puro, y cristalino?

¿No cantan las angélicas legiones,
No cantan las naciones
En esa joya de inmortal valía
Inclinada la frente,
Un prodigio, Señor, más excelente?...
¿No es Madre y Virgen la feliz María?

¡Ah! que por siempre en soledad se vea,
Que negado le sea
El sol y gima sin hallar consuelo,
El pecho descreído
Que tu gracia no admire agradecido
En la Reina hermosísima del Cielo.

Yo te adoro, Señor, ferviente el labio
Te aclama bueno y sabio;
Al levantar tu mano sacrosanta
A esa Doncella pura,
También, Señor, a singular altura
A la mujer de que nací levanta.

A. ARANGO Y ESCANDÓN


VIRGEN HERMOSA

Virgen hermosa que en el triste suelo
Brillante cual la estrella matutina,
Que de la noche el tenebroso velo
Con sus fúlgidos rayos ilumina,
Al canto de los ángeles del cielo
Unen tus hijos su canción divina,
Que naciste sin culpa irá sonando
Por doquiera que el sol vaya alumbrando.

Tú eres del arca la gentil paloma
Que vuela entre las nieblas y la bruma,
La que sin mancha ante su puerta asoma
Batiendo alegre la nevada pluma;
Tú la mística flor de blando aroma,
La madre Virgen de la gracia suma
Que con la oliva de la paz avanza
Y al hombre muestra el iris de la alianza.

Del delicioso Edén salen proscritos
Nuestros primeros padres suspirando,
Y la cadena vil de sus delitos
Por ellos van sus hijos arrastrando;
Mas duélente sus males infinitos
Y al ángel dices con acento blando:
«Madre seré del Salvador que anhelo»,
Y a la raza de Adán abres el cielo.

J. S. SEGURA.

INVOCACIONES PARA CANTAR LAS GLORIAS DE MARÍA.

Santa Virgen escogida,
De Dios Madre muy amada,
En los cielos ensalzada,
Del mundo salud e vida.

Del mundo salud e vida,
De muerte destruimiento,
De gracia llena e cumplida,
De cuitados salvamiento
De aqueste dolor que siento
En presión sin merecer,
Tú me dona estorcer
Con el tu merecimiento.

Con el tu merecimiento,
Non catando mi maldad
Nin mi desmerecimiento,
Mas la tu propia bondad;
Yo confieso, en verdad,
Que so pecador errado,
De Ti sea ayudado
Por la tu virginidad.

Por la tu virginidad,
Que non ha comparación,
Nin hubiste igualdad
En obra e intención;
Cumplida de bendición,
Magüer non so mereciente,
Venga a Ti, Señora, en miente
De cumplir mi petición.

De cumplir mi petición,
Como a otros la cumpliste;
Sácame de tentación,
En que sólo caído triste;
Pues poder has e hubiste,
Tú me guarda en tu mano
Bien acorres muy de llano
Al que quieres e quisiste.

J. RUIZ, arcipreste de Hita.


SEÑORA, ESTRELLA LUCIENTE

Señora, estrella luciente.
Que a todo el mundo guía,
Guía a este tu sirviente,
Que su alma en Ti fía.

A canela bien oliente,
Señora, eres comparada,
De la mirra del oriente
Has loor muy señalada;

A Ti fas clamor la gente
En sus cuitas todavía,
Quien por pecador se siente
Llama a Santa María.

Al cedro en la altura,
Te comparó Salomón,
La Iglesia tu fermosura
Al ciprés del monte Sión;

Palma fresca en verdura,
Fermosa y de gran valía,
Y oliva la Escritura
Te llama, Señora mía.

De la mar eres estrella,
Del cielo puerta lumbrosa,
Después del parto doncella,
De Dios Madre, Fija, Sposa,
Tu amansaste la querella
Que por Eva nos envía,
Y el mal que fizo ella
Por Ti hubo mejoría.

LÓPEZ DE AYALA.


POR CIERTO, MUSA MIA

Por cierto, musa mía,
Muy gran razón sería
Que diésemos de mano
Al vano trastear del mundo vano.

Mudemos el señuelo
A las cosas del cielo
Porque infinito yerra
Quien le pone en las cosas de la tierra.

¡Oh Virgen y Señora,
A quien el cielo adora!
Sed vos de aquí adelante
El blanco y fin de cuanto escriba y cante.

Mas vuestra luz serena
Influya oro en mi vena,
Porque el alto conceto
Se ilustre al rayo de tan alto objeto.

Que es vil la ciencia nuestra,
Y en comparación vuestra,
No tienen estima alguna
Cuanto hay bajo del cielo de la luna.

Mas ¿qué digo en el suelo?
Si tampoco en el cielo
Hay pura criatura
Que no se humille a vuestra inmensa altura.

Admiradas se humillan
¡Oh Reina! y se arrodillan
A vuestros pies reales
Todas la hierarquías celestiales.

Los ángeles hermosos
Y arcángeles gloriosos,
Con las dominaciones,
Os adoran y dan mil bendiciones.

También los principados
Y tronos encumbrados,
Potestades, virtudes,
Os dan perpetuas loas y saludes.

Los sabios querubines
Y ardientes serafines
A vuestros pies se asientan,
Y en sus cabezas de oro los sustentan.

Los santos patriarcas,
Profetas y monarcas,
Y apóstoles sagrados
Se glorian de ser vuestros criados.

Y a proporción de aquesto,
¡Oh Virgen! todo el resto
De santos y de santas
Pornán la boca adonde vos las plantas.

Sois de beldad abismo,
Pues el Hacedor mismo
De la naturaleza
Se enamoró de vuestra gran belleza.

Y así vos sois la hermosa,
Y cualquiera otra cosa
Bajo de Dios criada,
De vuestra lumbre queda deslumbrada.

Mas hay un negro abuso,
En todo el mundo intruso
Por trovadores vanos,
De usurpar vuestros nombres soberanos.

Dan estos poetillas
A cuantas mujercillas
Hermosas les parecen,
Los nombres que a vos sola pertenecen.

Llámanlas más que humanas,
Divinas, soberanas,
Ideas celestiales,
Estando llenas de un millón de males.

Dicen a sus cabellos
Que el sol no luce ante ellos
(Notad que es lindo chiste),
Siendo excremento de su cuerpo triste.

Intitulan divinos
Unos ojos malinos,
Incitadoras furias
De carnales antojos y lujurias.

También llaman divina
Una boca ladina,
Cuya lengua contino
Es como tarabilla de molino.

Y llaman esos vanos
Divinas unas manos
Que aunque más señoriles,
Sirven al cuerpo en menesteres viles.

No sé cómo no acaban
De ver que esas que alaban
Son unos gusanillos
Que al fin la tierra en sí ha de convertillos.

¡Oh, pues, Reina excelente,
Y cuán injustamente
La gente pecadora,
Dejando a Vos, de aquélla se enamora!

Siendo Vos sola aquella
Más amable y más bella
Que todas las del suelo
Y que todos los ángeles del cielo.

A Vos, pues, sola honremos,
Y a sola Vos amemos,
Después de Dios eterno,
De un amor grande, afectuoso y tierno,

Pues a Vos solamente
Conviene propiamente
Llamaros más que humana,
Divina idea y diosa soberana.

DAMIÁN DE VEGAS.



VIDA DE LA VIRGEN MARÍA-JOAQUIN CASAÑ - EL CIELO SE MARAVILLA