Aquino - A LOS HEBREOS 27

27
(
He 7,20-28)

Lección 4: Hebreos 7,20-28

Prueba que el sacerdocio de Cristo le hace ventaja al levítico por el juramento de Dios y la eternidad de su duración.

20 Y además, este sacerdote, Jesucristo, no ha sido establecido sin juramento (porque, ciertamente los otros fueron instituidos sacerdotes sin juramento);
21 mas Este lo fue con juramento, por Aquel que le dijo: juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote por toda la eternidad,
22 por lo que es mucho más perfecto el testamento de que Jesús salió fiador.
23 Además, aquellos sacerdotes fueron muchos, porque la muerte les impedía que durasen siempre;
24 mas Este, como siempre permanece, posee eternamente el sacerdocio.
25 De aquí es que puede perpetuamente salvar a los que por medio suyo se presentan a Dios, como que está siempre vivo para interceder por nosotros.
26 A la verdad, tal como Este nos convenía que fuese nuestro pontífice: santo, inocente, inmaculado, segregado de los pecadores, y sublimado sobre los cielos;
27 el cual no tiene necesidad, como los demás sacerdotes, de ofrecer cada día sacrificios, primeramente por sus pecados y después por los del pueblo, porque esto lo hizo una vez sola, ofreciéndose a Sí mismo.
28 Pues la Ley constituyó sacerdotes a hombres flacos, pero la palabra de Dios, confirmada con el juramento que ha hecho posteriormente a la Ley, estableció por pontífice a su Hijo, que es santo y perfecto eternamente.

Probada de una parte, con la autoridad del Salmista, que el sacerdocio de Cristo no sólo aventaja, sino aun pone fuera de combate al levítico, prueba ahora lo mismo con las dos partes restantes de dicha autoridad: "¡uro el Señor" y "Tú eres sacerdote para siempre"; y hace el siguiente razonamiento: lo que se establece sin juramento tiene menos fuerza que lo que con juramento. Ahora bien, el sacerdocio de Cristo ha sido establecido, como es notorio, con juramento, porque dice: "lo juró el Señor". No así el sacerdocio de Aarón, como consta también por el Éxodo: "une contigo a tu hermano Aarón" (28,1). Luego...

Cuanto a la mayor dice: "y además, este sacerdote, Jesucristo, no ha sido establecido sin juramento -porque, ciertamente, los otros fueron instituidos sacerdotes sin juramento; mas Este lo fue con juramento". Todo esto se pone para demostrar que el sacerdocio de Cristo tiene mayor firmeza, ya que -como va dicho- señal es de consejo divino inmutable toda promesa en el Antiguo Testamento hecha con juramento; y por habérsele hecho a David y Abraham esta promesa de Cristo con juramento, llámase Cristo de modo especial hijo de ellos (Me. 1). Tal juramento indica que su potestad es eterna (Dn. 7) y que "su reino no tendrá fin" (Lc 1).

-"Por lo que es mucho más perfecto el testamento de que Jesús salió fiador", porque su sacerdocio tiene más firmeza, como es notorio, pues fue establecido con juramento; razón por la cual es de esperar salga de él algo de más duración y calidad. De donde el texto anterior puede leerse hasta aquí con puntos suspensivos: que en cuanto no ha sido establecido sin juramento... tanto más perfecto es. Pero es de saber que el sacerdote es medianero entre Dios y el pueblo: "yo fui en aquel tiempo intérprete y medianero" (Dt. 5,5). Por tanto, ya que el intérprete es medianero, deber es del sacerdote reducir a concordia a Dios y al pueblo; lo cual se hacía a modo de pacto sobre bienes temporales, donde no descansaban sino afectos carnales, según aquello: "¿qué tengo yo en el cielo...?" (Ps XV). Por tal motivo fue menester sobreviniese otro sacerdote que saliese de fiador, esto es, que prometiese un testamento y un pacto mejor, a saber, de bienes espirituales y duraderos, y éste es Jesús. "He aquí que viene el tiempo, dice el Señor, en que Yo haré una nueva alianza con la casa de 1srael y con la casa de Judá; alianza, no como aquella que contraje con sus padres... mas ésta será la alianza que Yo haré... después que llegue aquel tiempo: imprimiré mi Ley en sus entrañas, y la grabaré en sus corazones; y Yo seré su Dios, y ellos serán el pueblo mío" (Jr 31,31; Mt 4).

-"Además, aquellos sacerdotes fueron muchos..."

Se vale de la otra cláusula que viene en el texto: "Tú eres sacerdote para siempre", e indica por qué se pone esta cláusula "para siempre", que le da pie para demostrar que el sacerdocio de Cristo es de mayor eficacia que el sacerdocio del Antiguo Testamento. Y demuestra la verdad de su sacerdocio en que la muerte les impedía que durasen siempre, ya que por fuerza tenían que morir. De aquí que muerto Aarón le sucedió Eleazar -como se ve en Números 20- y así en adelante. Y así como vemos en las cosas naturales, en que se significan las espirituales, que las incorruptibles -como ya se di¡o- no se multiplican dentro de la misma especie -de ahí que no haya sino sólo un sol; del mismo modo, por lo que hace al Antiguo Testamento, que fue imperfecto, en las cosas espirituales, multiplicáronse los sacerdotes; señal de que aquel sacerdocio era corruptible, porque las cosas incorruptibles -como queda dicho- no se multiplican dentro de la misma especie; pero este sacerdote, es a saber, Cristo, es inmortal, pues permanece para siempre, como el Verbo del Padre, eterno, de cuya eternidad redunda también la eternidad en su cuerpo, porque Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no vuelve a morir. Por consiguiente, "corno siempre permanece, posee eternamente el! sacerdocio"; por cuya razón sólo Cristo es verdadero sacerdote; los demás, ministros o servidores suyos (1Co 4).

-"De aquí es que puede perpetuamente salvar a los que por medio suyo se presentan a Dios". Demuestra su eficacia y el modo en que es eficaz. La eficacia estriba en que la causa es siempre de más poder que su efecto; por tanto, una causa temporal no puede producir un efecto eterno. Ahora bien, el sacerdocio de Cristo es eterno; no así el levítico, como queda probado. Luego Cristo "puede perpetuamente salvar"; cosa que no pudiera hacer, si no tuviera un poder divino (Is 45).

El modo está en "presentarse"; modo que describe por la excelencia del poder, de la naturaleza y de la piedad. Del poder, porque "se presenta por Sí mismo". Mas contra esto se objeta que el que se acerca a uno está a distancia de él, mas Cristo no está distante de Dios. Respondo: lo que el Apóstol quiere darnos a entender es la doble naturaleza de Cristo, es a saber, la humana -según la cual bien le cuadra acercarse, porque en ella está distante de Dios; pero ese acercamiento no es del estado de culpa al estado de gracia, sino por contemplación intelectual y afectiva y por consecución de la gloria-; y la divina, al decir que se acerca por Sí mismo a Dios; que, en caso de ser puro hombre, no pudiera por sí mismo acercarse (Jn 6). Por tanto, al decir el Apóstol que por Sí mismo se acerca, está demostrando el poder que tiene (Is 63). Luego se acerca en cuanto hombre, mas por Sí mismo en cuanto Dios.

La excelencia de su naturaleza la demuestra diciendo: "siempre vivo"; pues de otra suerte su sacerdocio tuviera fin (Ap. 1).

La excelencia de su piedad, al decir: "para interceder por nosotros"; que, aunque tan encumbrado y con poder tan grande, es júnto con eso de entrañas piadosas, porque intercede en favor nuestro (I.Co 2): a) mostrándole al Padre la humanidad que por nosotros tomó, b) haciendo patente el deseo que su alma santísima tuvo de nuestra salud, con que intercede por nosotros.

Otra letra dice: "a los que por medio suyo se presentan a Dios", y entonces se refiere a los que salva, porque, en virtud de la fe que en El tienen, se acercan a Dios (Rm 5).

-"A la verdad, tal como Este nos convenía que fuese nuestro pontífice..." De la excelencia de Cristo toma pie para demostrar la excelencia de su sacerdocio, haciendo ver: a) que la perfección de las condiciones que se requerían para el sacerdocio de la antigua ley, le ajusta cabalmente; b) sin tener sus imperfecciones. 4 son esas condiciones que debían hallarse en el sacerdote de la antigua ley:

l- ser santo; "pues ofrecen el incienso del Señor y los panes de su Dios, y por tanto deben ser santos" (Lv. 21,6). Cristo tuvo perfecta esta santidad, que consiste en una pureza consagrada a Dios, desde el principio de su concepción (Lc 1; Mt 1).

2- inocente. "Guarden mis preceptos, a fin de que no caigan en pecado" (Lv. 22,9). Propiamente dícese inocencia la pureza respecto del prójimo (Ps XV); y Cristo fue la misma inocencia, puesto que no hizo pecado (Ps 25).

3- inmaculado, y esto por lo que mira a Sí. "Ninguno en las familias de tu prosapia que tuviere algún defecto en el cuerpo ofrecerá los panes a su Dios" (Lv. 21,17); mas de Cristo se dice en figura que "será un cordero sin tacha" (Ex. 12).

4- "segregado de los pecadores". "No mezclará la sangre de su linaje con gente plebeya" (Lv. 21,15); y Cristo estuvo de todo punto segregado de los pecadores, lo cual es cierto en cuanto a llevar una vida como la llevan ellos (Sg 2); no así en el trato y conversación, porque "se ha dejado ver sobre la tierra y ha conversado con los hombres" (Br. 3,38); y esto en atención a ellos. "¿Cómo es que vuestro Maestro come con publícanos y pecadores?" (Mt 9,1 1). Y a tal grado llegó esa segregación que aun "traspuso los cielos", esto es, que la humana naturaleza fue sublimada en El sobre toda celeste criatura (He 3). Luego este sacerdote tiene harto y sobrado para llenar la medida.

Por consiguiente, al decir: "el cual no tiene necesidad, como los demás sacerdotes, de ofrecer cada día sacrificios, primeramente por sus pecados y después por los del pueblo", aparta de El lo que tenía de imperfección el sacerdote legal, es a saber, la necesidad de un sacrificio de expiación, como se ve en Lv. 16: "inmolará un becerro por sí y un macho cabrío por el pueblo". Luego oraba por sí, y no una, sino muchas veces; cuya razón es "porque la Ley constituyó sacerdotes a hombres flacos" (Sg 9); pero "la palabra divina, confirmada con el juramento que ha hecho posteriormente a la Ley, constituyó al Hijo, que no tiene ninguna de estas imperfecciones, sino que es de todo punto perfecto y para siempre", es a saber, durará en su sacerdocio; pues no se ofreció por pecados suyos, sino por los nuestros solamente (Is 53). Ni muchas veces tampoco, sino una vez sola (I P. 4); que para borrar los pecados de todo el género humano es sobrado y bastante un solo ofrecimiento suyo.

28

Capítulo 8

(He 8,1-5)

Lección 1: Hebreos 8,1-5

Prosigue en demostrar lo mismo por razón de que Cristo no estuvo al servicio de observancias legales.

1 En suma, cuanto acabamos de decir se reduce a esto: tenemos un pontífice tal, que está sentado a la diestra del trono de la majestad de Dios en los cielos,
2 y es el ministro o sacerdote del santuario celestial, y del verdadero tabernáculo, erigido por el Señor, y no por hombre alguno.
3 Que si todo pontífice es destinado a ofrecer dones y víctimas, forzoso es que también éste tenga alguna cosa que ofrecer;
4 porque si El habitase sobre la tierra, ni aun sacerdote sería, estando ya establecidos a este fin los hijos de la tribu de Leví, que según la Ley ofrecen los dones,
5 y sirven al templo material, bosquejo y sombra de las cosas celestiales. Como le fue respondido a Moisés, al construir el tabernáculo: mira -le dijo Dios-, hazlo todo conforme al diseño que se te ha mostrado en el monte.

Habiendo probado el Apóstol la excelencia del sacerdocio de Cristo en comparación del levítico, de parte de la persona; prueba aquí lo mismo de parte del propio sacerdocio, mostrando la excelencia de ese sacerdocio, en general y en especial, respecto del sacerdocio de la antigua ley; y, adelantando lo que va a decir, pone el modo de enseñarlo. Dice, pues: "en suma"; en latín, capítulo, que es una breve recopilación que abarca muchas cosas. Dícese así de cabeza, caput, porque, así como en la cabeza, virtual y como sumariamente, se contiene todo lo que está en el cuerpo, del mismo modo lo que ha de decirse en el capítulo. Diremos, pues: "cuanto acabamos de decir", en cierto capítulo, y como en cierta suma, se reduce a esto. La preposición super puede considerarse un adjúnto o agregado, y entonces el sentido será éste: lo que en suma diremos se añadirá a lo que dicho habernos. O puede indicar un exceso o redundancia, y entonces el sentido será: En resumen, lo que diremos son cosas de más tomo y consideración.

-"Tenemos un pontífice tal". Adelanta lo que va a decir: primero, la dignidad de este sacerdocio; segundo, su oficio. Su dignidad está en tener "un pontífice tal, que está sentado a la diestra del trono de la majestad de Dios en los cielos". El trono es símbolo del poder judicial, que a algunos les viene a la medida como a ministros de Dios, por ejemplo, a todos los reyes, porque le adorarán pecho por tierra, como se dice en el Salmo 71; y a todos los prelados (1Co 4). Así que el trono de la majestad significa la excelentísima potestad de juzgar.

Asimismo, por ser la diestra la parte de más fuerza en el animal, significa los bienes espirituales. Así, pues, ya que Cristo tiene la potestad judicial, se dice que está sentado, "pues el Padre diole al Hijo todo el poder de Juzgar" (Jn 5,22); y, puesto que después del Padre tiene este poder en grado excelentísimo, sentado está a la diestra de su majestad en las alturas, esto es, el que en los bienes de más quilates ocupa el primer lugar (He i). Y eso de sentarse conjúntamente puede aplicarse, en cuanto Dios, a Cristo; y así se asienta con El, porque tiene la misma autoridad de juzgar que el Padre, aunque es distinto en persona. De modo que lo "de la majestad" tómase en lugar de la persona del Padre. O refiérese a Cristo, considerado como hombre, y esto es más conforme a la intención del Apóstol, porque habla del pontificado de Cristo, que es pontífice en cuanto hombre; y así se explica la sesión conjúnta, porque la humanidad que tomó tiene una cierta sociedad con la deidad y se asienta con ella para juzgar: "le ha dado la potestad de juzgar, en cuanto es Hi¡o del hombre" (Jn 5,27; Salmo 8). Así, se pone de manifiesto la dignidad sacerdotal.

Por consiguiente, al decir: "y es el ministro o sacerdote del santuario celestial", declara la dignidad de su oficio. Y dícese "ministro de las cosas santas", esto es, de las casas santas o santuarios; ya que antiguamente los ministros recibían el ministerio a fin de guardar las cosas sagradas y estar de servicio en el tabernáculo; y en esto de modo más aventajado se señala Cristo, que es ministro, no por cierto en cuanto Dios, que en cuanto

Dios es autor, sino en cuanto hombre (Lc 12); puesto-que la humanidad de Cristo es como el órgano de la divinidad, Así pues, es "ministro de las cosas santas", porque al presente administra los sacramentos de la gracia, y, en lo futuro, los de la gloria.

Es, asimismo, "ministro del verdadero tabernáculo", que o es su 1glesia militante (Ps 83), o la triunfante-(Is 33; Salmo 14). Ahora bien, Cristo es ministro suyo, ya que por sus manos pasan y se dispensan todos los bienes de la gloria. Y dice "del verdadero", por dos razones: 1* por su diferencia con el antiguo, que era figura de éste (1Co X), y éste la verdad de aquél. Es pues el verdadero, esto es, el que, respecto de la figura, contiene en sí la verdad; 2? porque aquél fue obra» del hombre; éste, en cambio -de la gracia o de la-gloria- de solo Dios (Ps 83; Rm 6). Por eso dice: "erigido por el Señor, y no por hombre alguno" (2Co 5).

Explica luego la excelencia de este sacerdocio de Cristo, en especial, al decir: "que si todo pontífice es destinado a ofrecer dones y víctimas", mostrando que Cristo es ministro de algunas cosas santas; que no lo es de la antigua ley; que lo es de algunas cosas mayores; y el primer razonamiento que hace es éste: todo pontífice para esto está destinado, para ofrecer dones y víctimas, y por eso se le llama ministro sagrado. Ahora bien, Cristo es pontífice, como ya está demostrado. Luego es necesario que disponga de algo que ofrecer (He 5). La víctima es ofrenda animal, los dones otra cosa cualquiera (Lv. 21). Siendo, pues, necesario que ofreciese algo, se ofreció a Sí mismo: oblación la suya inmaculada, por no tener su carne la más mínima mancha de pecado. (Ex. 12).

Congrua, asimismo, pues era congruente que para dar satisfacción por el hombre se señalase para eso a un hombre (He 1X).

Apta, otros, para ser inmolada, puesto que era mortal (Rm 8).

Idéntica también a quien le ofrece el sacrificio (Jn 20).

Y lazo de unión entre Dios y por quienes lo ofrece (Jn 17).

-"Porque si El habitase sobre la tierra, ni aun sacerdote sería". Prueba que Cristo no es ministro de observancias legales. Acerca de lo cual, trae primero una consecuencia, explica luego el porqué de lo que dice y lo demuestra con una autoridad de la Escritura. La consecuencia es ésta: "iuego si El habitase sobre la tierra", -éste es el antecedente- "ni aun sacerdote sería" -éste es el consecuente-. Es, pues, la consecuencia una oración condicional, y se lee de muchas maneras: Primera, según la Glosa, tal como va, sin nominativo y se entiende así: pues si lo que se ofrece estuviese sobre la tierra... , que tiene dos sentidos. Uno: si lo que se ofrece fuese algo terreno,. Cristo no sería sacerdote; como si dijera: no habría necesidad de su sacerdocio, estando ya establecidos muchos que lo ofreciesen. Mas ¿por ventura la carne de Cristo no era terrena?

Respondo: materialmente habrá que decir que sí (Jb 1X); mas, si se dice que no es terrena, es:

I9 por razón de la unión (Jn 3): "el que ha venido del cielo es superior a todos", esto es, el Hijo de Dios que efectuó esa unión;

2° por razón de la virtud activa, es a saber, el Espíritu Santo, que le dio forma;

39 por razón del fruto, puesto que su oblación no tiene por fin la consecución de una cosa terrenal, sino celestial (Jn 3).

Esta es la primera exposición y la que lleva más camino. La segunda es así: aunque lo que se ofrece estuviese sobre la tierra, ya que es de necesidad que se ofrezca algo, no sería sacerdote, esto es, no se hallaría otro idóneo, pues para tal ofrenda no podría hallarse uno que diese la medida.

Hay otras 3 lecturas o modos de leer el texto en que se sobreentiende el oferente, y primero, en general, de suerte que el sentido sea éste: si hubiese un sacerdote terreno, que pudiese ofrecer por los del cielo, Cristo no sería sacerdote. Otra lectura se refiere a Cristo especialmente: si Cristo fuese sacerdote terreno, no tendría derecho al sacerdocio, habiendo, según la Ley, quienes ofreciesen los dones. La otra lectura sería de este tenor: si Cristo estuviese aún sobre la tierra, de modo que todavía no subiese, no sería sacerdote, por no haber llenado cabalmente su oficio.

Pero, según la primera exposición, continúase el texto de esta manera, y prueba que habría muchos "que según la Ley ofreciesen tales dones", es a saber, los que sirven al templo material, bosquejo y sombra de las cosas celestiales. Los sacramentos de la ley fueron figura de otros en lo tocante al conocimiento y al cumplimiento de las cosas. Cuanto al conocimiento, al decir: bosquejo, porque en la antigua ley podía escogerse el blanco a donde enderezar nuestro conocimiento.

Pero este modo de hablar no parece apropiado, ya que el ejemplar o dechado está primero que lo ejemplarizado, que propiamente se dice ejemplo. Ahora bien, las cosas celestiales son anteriores a las terrenales, ni han sido hechas a semejanza de la antigua ley, sino más bien al contrario. Respondo que prius, antes, se dice de dos maneras: o sencillamente príus, antes, y tiene valor la objeción; o respecto de nosotros, y entonces verdad es que aquéllas no fueron antes.

Cuanto a lo segundo, dice: sombra, porque, como la sombra representa al cuerpo, empero, no lo toca; así aquéllas representaban al Nuevo Testamento (He X).

Prueba, por tanto, por autoridad, lo razonable de la consecuencia, al decir: "como le fue respondido a Moisés", esto es, por el Señor: "mira, es a saber, considera con atención, y hazlo todo conforme al diseño que se te ha mostrado en el monte"; pues por naturaleza las cosas inferiores inclínanse a asemejarse a las superiores: ya que fue voluntad del Señor que las cosas sensibles nos llevasen como de la mano a las inteligibles y espirituales (Jb 38).

29
(
He 8,6-10)

Lección 2: Hebreos 8,6-10

Hace ver que Cristo estuvo al servicio de cosas mejores que las legales, y añádense las condiciones del Nuevo Testamento.

6 Mas nuestro pontífice Jesucristo ha alcanzado un ministerio tanto más excelente cuanto es mediador de un testamento o alianza más apreciable, la cual fue otorgada sobre mejores promesas.
7 Pues si aquel primero fuera sin imperfección, de ningún modo se trataría de sustituirle por otro.
8 Con todo, culpándonos, dice a los prevaricadores de la ley antigua: He aquí que vendrán días, dice el Señor, en que otorgaré a la casa de 1srael, y a la casa de Judá, un testamento o alianza nueva;
9 no como el testamento que hice con sus padres cuando los tomé por la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, por cuanto ellos no guardaron mi alianza, y así, Yo los deseché, dice el Señor.
10 El testamento que he de disponer, dice el Señor, para la casa de 1srael, después de aquellos días, es el siguiente: imprimiré mis leyes en la mente de ellos, y escribirlas he sobre sus corazones; y Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo;

Demostró el Apóstol que Cristo era pontífice y, por consiguiente, ministro de los sacramentos, no empero según la vieja ley; ahora hace ver que es ministro de sacramentos mayores y mejores que aquéllos, acerca de lo cual propone su intento, señala su causa, prueba lo segundo y tercero. Dice entonces: digo que su ofrenda no tiene resabios de tierra, "sino que ahora", esto es, en el tiempo de gracia, ha alcanzado, esto es, recibido por suerte, un ministerio mejor, es a saber, un sacerdocio más digno. Llámase el sacerdocio de Cristo ministerio, pues no dice con El sino en cuanto fue ministro (Rm XV) como hombre.

Y dice "ha alcanzado", esto es, recibió por suerte, porque lo que se tiene por suerte lo espera uno del Señor (Ps 30); por cuya razón, todo lo que se hace por distribución, al arbitrio divino, se dice que se da por suerte, como son los efectos de la gracia. "Fuimos llamados como por suerte" (Ep 1,1 1), esto es, por elección divina, pues cuando acontece flaquear el juicio humano, suelen los hombres, echando suertes, disponerse a la elección y disposición divina, como se ve en los Hechos cuando la elección de Matías. De ahí que digan los Proverbios: "métense en el cántaro las suertes, pero el Señor es quien dispone de ellas" (16,33). Así que Cristo alcanzó este ministerio por suerte, esto es, por disposición divina.

-"Ha alcanzado, pues, un ministerio tanto más excelente, cuanto es mediador de un testamento o alianza más apreciable". Señala la causa de por qué su ministerio es mas excelente; pues todo sacerdote es mediador; pero Este lo es de una alianza más apreciable, es a saber, del hombre para con Dios; por ser propio del mediador avenir los extremos; y Este hizo descender sobre nosotros los dones divinos, ya que por El fuimos hechos partícipes de la naturaleza divina, como se dice en 2P 1.

Ofrece asimismo lo nuestro a Dios, y por eso dice el Apóstol: "medianero de Dios y de los hombres el hombre Cristo Jesús" (I Ti. 2). Allí se prometían cosas temporales (Is 1); aquí celestiales, como está dicho. Así que este ministerio es más excelente cuanto a lo que el Señor promete a los hombres.

Otrosí, en aquel ministerio se dicen ciertas cosas que pertenecen al culto de Dios, de índole ceremonial, y ciertas otras para llevar una vida ordenada; éstas son preceptos morales, que permanecen, no así las otras. En cambio, en el Nuevo Testamento, a esos preceptos se añaden los consejos, que se dan a los perfectos, que tienen capacidad para entender y gustar de las cosas espirituales; de suerte que, permaneciendo los mismos preceptos, diferentes son las promesas. Lo mismo los sacramentos; porque allí solamente la figura, aquí la expresión de su verdad. Así que, por todos cuatro costados, este testamento es mejor que aquél.

-"Pues si aquel primero fuera sin imperfección, de ningún modo se trataría de sustituirle otro". Demuestra la excelencia del testamento, de que Cristo es mediador, con este razonamiento: si el primer testamento no hubiese tenido defecto, no se buscara otro para corregirlo; pero, pues, se busca, luego... Pónese el antecedente, y está claro en el texto. Pero, al contrario, en Romanos Vil: "esto supuesto, ¿qué diremos? ¿Es la Ley la causa del pecado? No digo tal". Luego no está en lo justo al decir que no tenía defecto.

Respondo que a la ley puede tocarle de dos maneras lo que de ella se dice: o en sí misma considerada, y así era buena, o por razón de aquellos a quienes fue dada, y en este sentido se dice haber sido imperfecta por dos motivos: primero, porque no daba virtud curativa para expiar los pecados cometidos (He X); segundo, porque tampoco daba gracia que ayudase a evitar los pecados, sino para conocerlos nada más, y así, era ocasión de pecado (Rm 7). Y en este sentido se dice no estar exenta de culpa, por cuanto los hombres en ella se quedaban en culpa.

Pero dice: de "ningún modo se trataría de sustituirle otro", porque, de la manera que el cuerpo no sosiega del todo, sino que siempre se mueve, hasta que llega a su lugar; del mismo modo, cuando a una cosa le falta algo, no descansa el deseo, sino prosigue adelante, hasta llegar a su perfección. Buscaba, pues, otro testamento sustituto el hombre que ansiaba por él; pero más Dios que, deseoso de nuestra salud, se dice la busca.

-"Con todo, culpándonos, dice a los prevaricadores. .." Prueba que el consecuente es verdadero, es a saber, que se busca el lugar del testamento, y esto por la autoridad de Jeremías: "he aquí que vendrán días en que otorgaré un testamento nuevo". Acerca de lo cual, fundándose en la autoridad, que echa por delante, arguye con ella. En otra división, adelanta la profecía de la otorgación del Nuevo Testamento, que describe a continuación. En otra subdivisión indica la oportunidad del tiempo en que se dio, la perfección del Nuevo Testamento y a quiénes se dio.

Dice, pues: "culpando el Señor, no ciertamente a la Ley, sino a los que estaban sujetos a ella, dice: he aquí que vendrán días..." Esta es la autoridad, de Jeremías, que no se cita enteramente con las mismas palabras, sino mudadas pocas; porque el texto del profeta dice así: "he aquí que viene el tiempo, dice el Señor, en que Yo haré una nueva alianza con la casa de 1srael y con la casa de Judá; alianza no como aquella que contraje con sus padres el día que los cogí por la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; alianza que ellos invalidaron, y, por tanto, ejercí sobre ellos mi soberano dominio". Queda, pues, claro, por lo dicho, que los pactos se mudan.

Cuanto a la oportunidad del tiempo, dice así: "he aquí que vendrán días", esto es, el tiempo de gracia, que se compara al día por verse iluminado por el sol de justicia (Rm 13).

Cuanto a la perfección del Nuevo Testamento, dice: "consumaré o pondré en su punto el Nuevo Testamento"; y dice consumaré, que suena a perfección (Ap. 21); aunque esta palabra no se halla allí, mas la usa el Apóstol para indicar la perfección del Nuevo Testamento (Is X), que la tenía para poner en orden la vida, arte que en el Nuevo Testamento no se reduce a una disciplina así en general, sino a una justicia consumada y perfecta (Mt 5).

Asimismo en el Antiguo Testamento no había más que figuras; pero en el Nuevo la verdad de ellas; así que el Nuevo pone en consumada perfección el Viejo.

Cuanto a lo tercero, dice: "a la casa de 1srael y a la casa de Judá". Mas ¿por ventura sólo a la casa de Judá? No, porque "no todos Sos descendientes de 1srael son verdaderos 1sraelitas" (Rm 1X,6), ni todos los que son del linaje de Abraham son por eso hijos suyos, esto es, "no los que son hijos de la carne, éstos son hijos de Dios, sino los que son hijos de la promesa, éstos se cuentan por descendientes". Así que llamaremos 1srael por la fe, y Judá por la confesión, a los que cupo en suerte la gracia de Dios (Rm X).

Y dícese: "a la casa de Judá", por tres razones:

a) porque Cristo en propia persona predicó a los Judíos, no a los Gentiles: "no he sido enviado sino a las ovejas que perecieron de la casa de 1srael" (Mt XV);

b) porque los Gentiles fueron hechos partícipes del Nuevo Testamento, así como el acebuche, injertado en el olivo de casta, participa de su grosura (Rm XI, i 7);

c) porque en tiempo de Roboam y Jeroboam dividióse el reino de Judá del reino de las 10 tribus, que permanecieron idólatras, no así el reino de Judá que, por contrapartida, más se hizo del bando de Dios, aunque no del todo; por cuya razón refiérese a uno y otro.

-"no como el testamento que hice con sus padres". Describe el Nuevo Testamento, haciendo ver, primero, su diferencia con el Antiguo; en segundo lugar, según sus propias condiciones; y júnto con esa distinción de Antiguo y Nuevo Testamento, mostrando la flaqueza e imperfección del Viejo; ya que alguno pudiera decir: ¿por ventura éste, Nuevo, es como aquél? Por eso, como si respondiera, dice: No; pues no está cortado al talle del que hice con sus padres; con lo cual da a entender que a par del Nuevo no ha de conservarse el Antiguo; que el vino nuevo no se echa en pellejos viejos (Mt 1X; Ga 5; Rm Vil); pues, si en el Viejo se hallase cosa mandada observar a los Gentiles, habrá que entenderla en sentido espiritual, como aquello de Is : "le honrarán con hostias y ofrendas" (XIX), que ha de entenderse en ese sentido.

-"el día que los tomé de la mano". Señala la imperfección del Viejo Testamento por dos capítulos: por haber sido entregado a gente flaca y de condición servil, -siervos, porque alguna vez se escaparon de la servidumbre de Egipto (Ga 4); flacos, pues no podían valerse por sí mismos (Ps 72; Rm 8)- y por el temor servil que era como su sello distintivo (Rm 8). En breve, dice San Agustín: la diferencia entre el Antiguo y el Nuevo Testamento estriba en estas dos palabras: temor y amor.

Y dice: "con sus padres", es a saber, Abraham,1saac y Jacob, con quienes de modo especial entabló su alianza (Ps CIV); pero a éstos, a su salida de Egipto, les hizo promesas de tejas abajo.

-"por cuanto ellos no guardaron mi alianza". Muestra la imperfección del Antiguo Testamento por lo que acaeció con elios, que, por no llevarlo escrito en su corazón, no bien dada la ley, hiciéronse un becerro de fundición y lo adoraron (Ex. 32; Salmo 105). Esto cuanto a la culpa: "por cuanto ellos no guardaron mi alianza". Cuanto a la pena: "y así, Yo los deseché"; que lo que uno deja perecer se dice que lo desecha. De ese modo los desechó, pues permitió les diera muerte el ángel exterminador, como dice el Salmo 1 18 y 1 Corintios X. En otro texto se lee: "y Yo me enseñoreé de ellos", esto es, "me mostré Señor de ellos castigándolos".

Al decir luego: "porque éste es el testamento que he de disponer", describe las condiciones del Nuevo Testamento; acerca de lo cual nos habla del modo como fue entregado y del efecto que hizo. Dice, pues: "porque éste es, esto es, tal es el testamento que he de disponer para la casa de 1srael". La disposición lleva consigo la congruencia del orden; por eso dice: "después de aquellos días", esto es, luego de dada la ley; puesto que a ley vieja debió seguirse una nueva, como primero viene el ayo, luego el maestro, para que el hombre caiga en la cuenta de que está enfermo; con lo cual queda patente qué a tiempo se le dio el Testamento Nuevo.

El modo de entregarlo es doble: uno interior, otro exterior, por palabras, para que uno se entere; puede hacerlo el hombre, y así fue entregado el Antiguo Testamento.

El interior es propio de Dios, que obra por dentro (Jb 32); y así fue dado el Nuevo Testamento, porque consiste en la infusión del Espíritu Santo, que internamente instruye. No basta, pues, conocer, sino que es necesario llevar a efecto lo que se conoce; en razón de lo cual primero ilumina el entendimiento para conocer; por eso dice: "imprimiré mis leyes en su mente"; y las pone en plural por los diversos preceptos y consejos; y ésta es obra del Espíritu Santo (1Jn 2; Jn 14).

Asimismo, inclina el afecto a obrar bien, de donde se graba en el corazón; a cuyo propósito dice: "y escribirlas he sobre sus corazones", esto es, por encima del conocimiento escribiré la caridad; "pero sobre todo mantened la caridad" (Col 3,14); "la caridad de Dios se ha derramado en nuestros corazones" (Rm 5). Y ésta es la carta de la cual añade: "escrita no con tinta, sino con el espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne, que son vuestros corazones" (2Co 3).


Aquino - A LOS HEBREOS 27