Aquino - FILIPENSES 6

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Ph 2,1-4)

Lección 1: Filipenses 2,1-4

Por devoción a Cristo, y por amor al prójimo, induce Pablo a los Filipenses a que le colmen de gozo, y ruégales que mutuamente se den la mano.

1. Por tanto, si hay para mí alguna consolación en Cristo de parte de vosotros, si algún, refrigerio de parte de vuestra caridad, si alguna unión entre nosotros por la participación de un mismo espíritu, si hay entrañas de compasión,
2. haced cumplido mi gozo, sintiendo todos una misma cosa, teniendo una misma caridad, un mismo espíritu, unos mismos sentimientos,
3. no haciendo nada por tema, ni por vanagloria, sino que cada uno por humildad mire como superiores a los otros,
4. atendiendo cada cual no al bien de sí mismo, sino a lo que redunda en bien del prójimo.

Ya que arriba se propuso de ejemplo de paciencia y santidad, ahora con el mismo intento propone el ejemplo de los demás, y a la cabeza el ejemplo de Cristo; luego el ejemplo de sus discípulos, que para confirmarlos en la fe les promete enviar. Cuanto a lo primero con previa exhortación les propone el ejemplo y concluye su intento con el dechado de Cristo. Asimismo es de considerar el medio de que se vale y para qué. Acerca de lo primero se vale de 4 medios: de la devoción al mismo Cristo, del amor al prójimo, de una especial unión o sociedad, de la compasión. Dice pues: "por tanto, si hay para mí alguna consolación…" Estos 4 medios, que aquí se ponen en cadena, refiérense todos a lo que sigue a continuación: "haced cumplido mi gozo"; que es como si dijera: quiero consolarme con vosotros. "Por tanto, si hay para mí alguna consolación", esto es, si queréis darme alguna consolación en Cristo, "haced cumplido mi gozo" (Is 61 2Co 1).

De parte del amor fraterno dice: "si algún refrigerio de parte de vuestra candad", haced cumplido mi gozo (Ga 3 Ps 132).

Asimismo de parte de la especial unión o sociedad entre los hombres que participan en la misma empresa, como los compañeros de armas; así también los buenos en el terreno espiritual que participan y comunícanse sus bienes espirituales. Por eso dice: "si alguna unión entre nosotros por la participación de un mismo espíritu", es a saber, tengo yo con vosotros, haced cumplido mi gozo; como si dijera: si os he consolado y os lo he demostrado de mil maneras, vosotros también consoladme y demostrádmelo, si sois compañeros míos (Ep 4 Pr 18).

Otrosí, de parte de la compasión: "si hay entrañas de compasión" (Col 3).

Y todo esto ¿para qué? Lo dice en general: "haced cumplido mi gozo", como si dijera: gozóme en vosotros por los bienes que vi y oí de vosotros, gozo que irá en aumento y se verá colmado cuando a su colmo vuestros bienes lleguen. Así que hacedlo cumplido y colmado yendo de bien en mejor en el camino de la perfección. Lo segundo a que amonesta en especial es a la mutua caridad, cuya unidad la constituyen dos cosas: el afecto por dentro, el efecto por fuera (1Jn 3). Desígnase la primera en el objeto de la caridad, al decir: "sintiendo todos una misma cosa" (ídem sapite); ya que la sabiduría es el conocimiento de altísimas causas, porque a ella le toca juzgar lo que nadie puede sin altísima causa; por cuya razón la sabiduría es el conocimiento de las cosas divinas. Así pues, "sentid lo mismo"; como si dijera: en materia de fe que no haya discrepancia (Rm 15). Pero esto se logra con la misma caridad; por eso, a renglón seguido: "teniendo una misma candad" (Col 3).

Asimismo, cuanto al efecto dos cosas son necesarias: el consentimiento afectivo de dos sobre el mismo objeto o materia y el juicio de la razón concorde en lo mismo.

Cuanto a lo primero dice: "unánimes" en obrar (Ps 65 Rm 15).

Cuanto a lo segundo: "teniendo unos mismos sentimientos", que difiere de lo que dijo: "sentid lo mismo", como "unánimes" es cosa diferente de "teniendo una misma caridad".

Amonesta en segundo lugar a la humildad, cuyos contrarios excluye, que nacen de la soberbia, y que son la vanagloria y la contienda exterior. Esta última, porque los humildes, para no enzarzarse en pleitos, no porfían con ella y ceden de su derecho (Pr 13 Jc 3); por eso dice: "no haciendo nada por tema". La vanagloria, porque el soberbio apetece desordenadamente su propia excelencia, aun en la opinión de otros (2Ps 5 Jn 8

Y sigue la admonición: "sino que cada uno por humildad mire como superiores a los otros"; porque como es propio de la soberbia entonarse sobre sí, es propio de la humildad, como pide su medida, abajarse y sujetarse. Pero ¿cómo un superior podrá llevar esto a efecto? Porque o bien de su virtud y su superioridad no advierte ni cae en la cuenta, y así no es virtuoso ni prudente; o bien lo sabe y entonces superior a sí no puede a otro juzgar. Respondo; no hay nadie tan excelente que no tenga algún defecto, ni nadie tan pésimo que no tenga nada bueno. De aquí que no convenga anteponer al otro simplemente, sino que para sus adentros hágase esta reflexión: quizá tenga yo un defecto que él no tiene; así como la que es virgen - lo trae San Agustín- da ventaja a la casada, que quizá es más fervorosa.

Mas demos que en cuanto a todo el uno sea bueno bueno, y el otro requetemalo: eso no obstante, él y tú lleváis en vuestras personas sobrepuesta otra persona, la ele Cristo. Si pues no le das ventaja, por razón de su persona, dásela por razón de la imagen divina que lleva en sí (Rm 12). En tercer lugar los amonesta a que mutuamente miren los unos por los otros diciendo: "atendiendo cada cual, no al bien de sí mismo, sino a lo que redunda en bien del prójimo" (1Co 13).





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(
1Co 2,5-6)

Lección 2: Filipenses 2,5-8

Exhorta a los Filípenses a la humildad con el ejemplo de Cristo, cuya humildad y majestad declara.

5. Porque habéis de tener en vuestros corazones los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en el suyo;
6. el cual, teniendo la naturaleza de Dios, no fue por usurpación, sino por esencia, el ser igual a Dios;
7. y no obstante se anonadó a Sí mismo tomando la forma de siervo, hecho semejante a los hombres, y reducido a la condición de hombre.
8. Se humilló a Sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Luego de haberlos exhortado el Apóstol, en lo tocante a sí, exhórtalos aquí a la humildad, a ejemplo de Cristo; y primero los mueve a imitar el ejemplo de Cristo, luego pone dicho ejemplo. Dice pues: sed humildes, como tengo dicho; por tanto, "sentid esto", esto es, probad por experiencia lo que experimentó "el mismo Jesucristo". Es de advertir que debemos sentir esto de 5 maneras, es a saber, con los 5 sentidos.

1- hemos de ver su claridad, para que con ella iluminados, a su dechado nos ajustemos (Is 33 2Co 3);

2- oír su sabiduría, para ser dichosos (3 R. X; Ps 17);

3- oler las gracias de su mansedumbre, para correr a El (Ct 1);

4- gustar la dulzura de su piedad, para ser siempre de Dios amados. "Gustad y ved cuan bueno es el Señor" (Ps 33,9);

5- tocar su virtud para salvarnos (Mt 9); y sentir de tal suerte como si tocásemos imitando sus acciones.

- "El cual, teniendo la naturaleza de Dios". Propone el ejemplo de Cristo, y para dar mayor realce a su humildad, la hace preceder de su majestad y seguir de su exaltación. Dos cosas propone tocantes a la dignidad de Cristo, es a saber, la verdad e igualdad de su naturaleza. Dice pues: "el cual, teniendo la forma de Dios". Cada cosa queda determinada en la naturaleza de su especie o género por su forma. De ahí que a la forma se la llame la naturaleza de la cosa; así que estar en forma de Dios es lo mismo que estarlo en naturaleza de Dios, con lo que se entiende que es verdadero Dios (1Jn 5); mas no que una cosa sea forma de Dios y otra el mismo Dios; porque en los seres simples y materiales lo mismo es la forma y aquello de quien es la forma, mayormente en Dios.

¿Mas ¿por qué dice más bien en forma que en naturaleza? Porque ésta es prerrogativa de los nombres propios del hijo, por 3 razones correspondientes a los 3 nombres de hijo, verbo e imagen; que hijo llámase el que es engendrado, y el fin de la generación es la forma; y por eso, para demostrar que es Hijo de Dios en toda su perfección dice: "en forma", esto es, como si tuviera, acabada y perfecta, la forma del Padre. Lo mismo la palabra o el verbo no es perfecto sino cuando lleva a conocer la naturaleza de las cosas; y así el Verbo de Dios dícese estar en - forma de Dios, porque tiene toda la naturaleza del Padre. Asimismo ni la imagen se dice perfecta si no tiene la forma de quien es imagen. "El cual siendo como es el resplandor de su gloria y vivo retrato de su substancia" (He 1,3).

Mas ¿por ventura la tiene perfecta? Así es: "que no tuvo a latrocinio adjudicarse con Dios la paridad o igualdad", que pudiera entenderse en dos sentidos: o bien de la humanidad, - no lo entendía así Pablo, que entonces fuese herejía, por sonar a usurpación, referir dicha igualdad a la pura humanidad- o bien de la divinidad, y en este sentido se dice de Cristo. Decir lo contrario aun a la razón repugna; porque la naturaleza de Dios no es receptible en materia; pero que alguno, por tener una naturaleza, más o menos participe de ella, procede de la materia, pero no está en la materia. Luego hay que decir que "no tuvo a usurpación juzgar ser igual a Dios", porque está en la forma de Dios y conoce bien su naturaleza. Y por conocer esto se dice en San Juan (Jn 5: "que se hace igual a Dios"; mas eso no fue rapiña, como cuando el diablo y el hombre querían tal igualdad (Is 14); que ésta sí fue rapiña, usurpación, latrocinio, y por dar satisfacción de ella bajó Cristo (Ps 68) (a hacerse hombre).

- "sino que se anonadó a Sí mismo tomando la forma de siervo"; y al decir esto pone por las nubes la humildad de Cristo, que así se humilló hasta anonadarse en el misterio de la Encarnación y en el misterio de la Pasión. Cuanto a lo primero pone la humillación, segundo, su modo y forma. Dice pues: "no obstante tal dignidad, anonadóse a Sí mismo". Mas esto ¿quiere decir que estando lleno de la divinidad quedó vacío de ella? No, porque si tomó lo que no era, permaneció lo que era; sino que esto hay que entenderlo de la toma de lo que no tuvo, no de la toma de lo que tuvo. Porque así como descendió del cielo, no porque dejase de estar en él, mas porque de nuevo modo empezó a estar en la tierra; lo mismo se anonadó, no dejando su divina naturaleza, sino tomando la humana.

¡Y qué tan lindo lo dice: "anonadóse a Sí mismo"!,

porque lo inane o vacío lo contrario es de lo lleno; y la naturaleza divina está llena y sobrellena, siendo el depósito de toda perfección y bondad; la humana, en cambio, no está llena, ni tampoco el alma humana, sino en potencia o disposición a llenarse, pues fue creada como tabla rasa. Así que la naturaleza humana está vacía. Dice pues: "se anonadó", porque tomó la naturaleza humana. Toca pues primero la toma de la naturaleza humana diciendo: "tomando la forma de siervo"; porque el hombre por su creación es siervo de Dios, y la naturaleza humana es la forma del siervo (Ps 99 Is 42 Ps 3).

Mas ¿por qué es más conveniente decir forma de siervo que siervo a secas? Porque siervo es nombre de hipóstasis o persona, que no fue la tomada, sino la naturaleza, que lo que se toma distinguese del que toma. No tomó, pues, el Hijo de Dios al hombre, pues pudiera entenderse que el hombre era cosa diferente del Hijo de Dios, con todo y haberse hecho hombre el Hijo de Dios. Tomó pues la naturaleza en su persona, para que fuese el mismo en persona el Hijo de Dios y el hijo del hombre.

Toca en segundo lugar la conformidad de naturaleza diciendo: "hecho semejante a los hombres", esto es, según la especie (He 1). Mas si objetares que al Señor Jesucristo no le convenía tomar la especie, fuera verdad si esa especie fuese un compuesto humano divino, como si divinidad y humanidad se júntasen en una naturaleza común. De donde se seguiría que la divina naturaleza - por así decirlo- se mudaría.

Pone en tercer lugar las condiciones de la naturaleza humana al decir: "y reducido a la condición de hombre", porque tomó todos los defectos y propiedades de la especie, excepto el pecado; por consiguiente, reducido a la condición de hombre, es a saber, en la comunicación y trato exterior, pues como hombre tuvo hambre, sed, fatiga… (He 4 Ba 3). Y así podemos referir la palabra hábito a los usos externos o costumbres. O hábito, en hablativo, porque la misma humanidad la tomó como un hábito, que podemos dividirlo en 4 clases:

Uno muda al que lo tiene sin mudarse él, como la sabiduría para el necio.

Otro que muda y se muda, como la comida.

Un tercero que ni muda ni se muda, como el anillo en el dedo.

Un cuarto que se muda y no muda, como el vestido.

Así podemos decir que fue la naturaleza humana en Cristo un hábito, que así le cayó a la divina persona que no la mudó, sino que ella se mudó y mejoró, porque fue llena de gracia y de verdad (Jn 1).

Dice pues: "hecho semejante a los hombres", pero de tal suerte que en Sí no sufrió mudanza porque fue reducido a la condición de hombre. Pero es de advertir que esta palabra hábito dio pie a algunos errores; donde se trae a cuento una triple opinión (6 dist. 3 Sent.):

1- que la humanidad a Cristo le cayó en forma accidental, lo cual es falso, porque el supuesto de la naturaleza divina le sirvió de supuesto a la humana; por tanto, ésta no le cayó accidentalmente, sino substancialmente; no porque la divinidad no le caiga en forma natural, sino porque substancialmente se predica del mismo. Y con esto, de paso, pónese fuera de combate el error de Fotino, que afirmó que Cristo no era más que hombre, no nacido de la Virgen, porque se dice de El que "teniendo la forma de Dios…". Luego antes de tomar la forma de siervo, por la cual es menor que el Padre, ya tenía la forma de Dios. Queda, pues, demostrado que mereció por la forma de siervo.

2- Debelado queda asimismo el error de Arrio, que dijo era menor que el Padre, "porque el ser igual a Dios no lo tuvo a usurpación".

3- Igualmente el de Nestorio, que dijo que por unión se ha de entender la habitación en el sentido de que Dios hizo del hombre su habitación, y que una cosa es ser hijo del hombre y otra Hijo de Dios. Pero Rábano dice que el Apóstol a la Encarnación la llama anonadación. Consta por otra parte que el Padre habita, y también el Espíritu Santo, y éstos se anonadaron, lo cual es falso. Dice asimismo: anonadóse a Sí mismo; luego es lo mismo anonadado que el que anonada. Pero el Hijo de Dios es ése, porque El a Sí mismo se anonadó; luego hay unión en la persona.

Queda también por tierra el error de Eutiques, que dijo que de dos naturalezas viene resultando una. Luego no tomó la forma de siervo, sino otra, que va contra esto.

Otrosí el de Valentín, que dijo que el cuerpo lo trajo del cielo.

Y el error de Apolinar, que dijo no tuvo alma; pues si así fuera, no se hubiera hecho semejante a los hombres.

Enaltece, en segundo lugar, la humildad de Cristo, por lo que hace al misterio de su Pasión, al decir: "humillóse a Sí mismo"; y muestra con la humildad el modo: "hecho obediente". Es pues hombre, mas fuera de lo común, porque es Dios y hombre, y, no obstante eso, se humilló (Qo 3 Mt 11). El modo de humillarse y el distintivo de la humildad es la obediencia; porque, lo propio de los soberbios es seguir su propia voluntad, ya que los soberbios buscan lo elevado, y lo elevado no se deja gobernar sino que él es el que gobierna, y por eso la obediencia es contraria a la soberbia. De aquí que queriendo mostrar la humildad perfectísima de la Pasión de Cristo, dice que se hizo obediente; porque si hubiese padecido, mas no por obediencia, no fuese tan alabado, ya que la obediencia da el mérito a nuestros trabajos y padecimientos. Mas ¿cómo se hizo obediente?

No con voluntad divina, porque es la regla, sino con la humana, que en todo se dejó gobernar por la voluntad paterna (Mt 26). Y muy a pelo introduce en la Pasión la obediencia, pues la primera prevaricación fue por desobediencia (Rm 5 Pr 21). Y es claro que esta obediencia es de gran precio y aprecio; que entonces la obediencia es grande, cuando contra el impulso propio sigue la orden ajena; ahora bien, la voluntad humana a dos cosas se mueve instintivamente: a vivir y a ser honrado; mas Cristo no rehusó morir (1P 3), ni hurtó el cuerpo a la ignominia, como acto continuo dice: "y muerte de cruz", que es ignominiosísima (Sg 2). Así pues, ni rehusó la muerte, ni el género de muerte ignominiosa.



8
(
Ph 2,9-13)

Lección 3: Filipenses 2,9-13

Exhorta a los Filipenses a la obediencia, por la que Cristo fue exaltado.

9. Por lo cual también Dios le ensalzó y le dio nombre superior a todo nombre,
10. a fin de que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el infierno,
11. y toda lengua confiese que el Señor Jesucristo está en la gloria de Dios Padre.
12. Por lo cual, carísimos míos, (puesto que siempre habéis sido obedientes) trabajad con temor y temblor en la obra de vuestra salvación, no sólo como en mi presencia, sino mucho más ahora en ausencia mía.
13. Pues Dios es el que obra en vosotros, por su buena voluntad, no sólo el querer, sino el ejecutar.

En la lección precedente enalteció la humildad de Cristo, aquí enaltece su premio, que es la exaltación y la gloria (Lc 14 Lc 18 Jb 22). Notad que la exaltación de Cristo es triple: cuanto a la gloria de su resurrección, cuanto a la notificación de su divinidad, cuanto al acatamiento de toda criatura. Dice pues: "por lo cual también Dios le exaltó", a saber, para que resucitara de la muerte; asimismo para mudarse en inmortal de mortal (Rm 6 Ps 117). Otrosí lo exaltó poniéndolo a su derecha (Ep 1). Verdad es que también otros son exaltados a la inmortalidad y a la gloria, pero El mucho más, porque le fue dado "un nombre que está sobre todo nombre". Impónese el nombre para significar una cosa, y el nombre es tanto más alto cuanto la cosa por él significada, y, por consiguiente, el nombre más alto es el divino (Ps 8). Luego este nombre, para llamarse y ser Dios, dióselo a Cristo el Padre, como a verdadero Dios. Pero Fotino replica que le dan este nombre como premio de su humildad, y dice que no es verdadero Dios, sino que le han dado cierta eminencia entre las creaturas y semejanza divina; lo cual no es cierto, como dijimos arriba: "que teniendo la naturaleza de Dios…"

Digamos, pues, que en Cristo hay dos naturalezas y un supuesto o persona, y esta persona es Dios y hombre, y, por tanto, puede explicarse de dos maneras: de una, diciendo que el Padre le dio este nombre, en cuanto es Hijo de Dios, y esto desde la eternidad por la generación eterna; y esta donación no es cosa distinta de su eterna generación (Jn 5). De otra manera, en cuanto Cristo hombre, y así diole el Padre a ese hombre un nombre para que fuese Dios, no por naturaleza, porque una es la naturaleza de Dios, y otra la del hombre, mas para que fuese Dios por gracia, no de adopción sino de unión, por la que fuese Dios y hombre a un tiempo, "predestinado Hijo de Dios con soberano poder" (Rm 1,4), es a saber, el que le nació, según la carne, del linaje de David. Esta es la explicación de San Agustín a tenor de la que pretende el Apóstol. Algo parecido en Ac 2: "persuádase, pues, certísimamente toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este mismo Jesús, al cual vosotros habéis crucificado". La primera explicación es de San Ambrosio.

Mas preguntarás, en son de objeción, cuanto a las dos explicaciones, ¿por qué, luego que dijo: "humillóse a Sí mismo", sigúese aquí "por ¡o cual Dios lo ensalzó", siendo así que el premio no precede al mérito? Así pues, no porque antecede la eterna generación, es premio de la Pasión, tampoco la Encarnación; sino que en la Sagrada Escritura dícese que algo se hace cuando se da a conocer. Dio pues, esto es, hizo al mundo manifiesto, que había de llevar este nombre: que así lo hizo en la Resurrección, ya que antes no era así conocida la divinidad de Cristo. Y con éste concuerda el texto siguiente, como si no hubiese dado lo que no tenía, mas para que todos lo venerasen.

Y pónese una doble veneración, a saber, en la sujeción de obra y en la confesión de boca. Dice pues: "y le dio un nombre que está sobre todo nombre", aun en cuanto hombre. Por eso agrega: "para que en el nombre de Jesús", que es nombre de hombre, "toda rodilla se doble" (Ph 2 Is 45). Pero aquí es donde se le fueron los pies a Orígenes; porque al oír que toda rodilla se doblase, que significa rendir acatamiento y pleitesía, dio por hecho que algún día toda criatura racional, fuesen ángeles, hombres o demonios, habría de estar sujeta a Cristo, con sujeción de caridad. Mas contra esta fantasía está la verdad fulminada en San Mateo (Mt 25): "¡apartaos de Mí, malditos, al fuego eterno!"

Digamos entonces que hay dos sujeciones: una voluntaria, otra involuntaria; y es cosa cierta, sin duda, que todos los ángeles santos sujetáronse a Cristo de grado; por eso dice: "dóblese toda rodilla"; y pónese la señal en lugar de lo señalado: "adoradle todos sus ángeles" (Ps 96). Asimismo es cosa cierta que los bienaventurados, los hombres justos y santos, se someterán de este modo (Ps 85). No empero así los demonios y los condenados, que sí han de estar sometidos, mas contra su voluntad (Jc 2).

- "y toda lengua confiese". Pónese, con la confesión de boca, la muestra de reverencia. Toda lengua, es a saber, en el cielo, en la tierra y en los infiernos. Sobreentiéndese, al hablar de infierno, que no se trata de confesión de alabanza, sino de reconocimiento; con que, si a Dios confiesan, por fuerza lo confiesan y mal de su grado (Is 40 Ps 98). Y esto "porque el Señor Jesucristo", es a saber, este hombre, "está en la gloria de Dios Padre"; no dice: en parecida, sino en la misma. "Todos honren al Hijo de la manera que honran al Padre" (Jn 5,23). Y hay que advertir que al principio dice: "el cual teniendo la forma de Dios"; aquí dice: "la gloría", porque día llegaría en que a todos diera a conocer lo que eternamente tuvo, como lo dice San Jn 17,6: "glorifícame Tú, ¡oh Padre!, en Ti mismo, con aquella gloria que tuve Yo en Ti, antes que el mundo fuese".

Concluye la exhortación diciendo: "por lo cual, carísimos míos", y primero los exhorta a bien obrar; segundo, cómo han de hacerlo, y tercero, con qué fruto. Asimismo les recuerda su obediencia de antes y les muestra qué han de hacer y confianza da de llevarlo a efecto. Dice entonces: así pues, ya por haberse humillado, con lo que ha sido exaltado, habéis de saber vosotros que, si os humilláis como Cristo, seréis también exaltados como El; y ya que siempre obedientes habéis sido, en esto sedlo también. Y hace mención de la obediencia enalteciendo sus bienes, pues por la obediencia entiéndese toda virtud; que en esto consiste ser justo un hombre, en guardar los mandamientos de Dios (Rm 6). Asimismo todo bien, cuanto quiera bueno en sí, mejor torna la obediencia (Pr 21). También porque la obediencia entre las otras descuella y es mayor; porque hacer ofrecimiento de las cosas exteriores sin duda que es cosa grande, mas si del cuerpo lo ofrezco es mayor ofrecimiento, si del alma y voluntad es máximo, y esto lo hace la obediencia, que "vale más que los sacrificios… e importa más que el ofrecer la grosura de los carneros" (1S 15,22). Pero si así lo habéis hecho, así lo sigáis haciendo; a esto os exhorto y aliento.

Al decirles luego: "no sólo como en mi presencia", les muestra lo que han de hacer; y amonéstalos en primer lugar a que lo que tienen que hacer lo hagan fielmente; porque el siervo infiel no sirve sino cuando el amo lo está mirando, pues no le importa sino agradar; pero el fiel obra en todo siempre bien, y por eso dice: "no sólo cuando estoy presente"; que así al parecer no lo haríais impulsados de buena voluntad (Col 3,22).

2- lo hagan humildemente, "con temor y temblor"; porque el soberbio no teme, sino el humilde (1Co 10 Pr 28 Ps 2);

3- saludablemente "en orden a vuestra salvación" (Mt 10,24);

- "pues Dios es el que obra en vosotros…" Confírmalos en su confianza y da de mano a 4 opiniones falsas:

lº de los que creían que el hombre con su albedrío podía salvarse, sin el auxilio divino. Contra éstos dice: "Dios es el que obra en vosotros" (Jn 14) y "sin Mí nada podéis hacer";

2º de los que de plano niegan el libre arbitrio diciendo que el hombre por fuerza está sujeto o al hado, o a la providencia divina. Y esto también lo rechaza diciendo: "en vosotros"; porque por dentro mueve instintivamente la voluntad a obrar bien (Is 26);

3º la de los Pelagianos, como la primera, que afirman que en nuestra mano está el elegir, y en la de Dios proseguir nuestras obras, porque el querer nuestro es, y de Dios llevarlo a efecto; error que descarta diciendo: "no sólo el querer, sino el ejecutar". "Así que no es obra del que quiere, es a saber, querer, sin el auxilio de Dios, ni del que corre, esto es, correr, sino de Dios, que usa de misericordia" (Rm 9);

4º la de los que dicen que Dios hace todo el bien en nosotros, y esto por nuestros méritos; que excluye también diciendo: "por su buena voluntad", suya, dice, no por méritos nuestros, que no tenemos ningunos antes de con nosotros tener la gracia de Dios (Ps 50).



9
(
Ph 2,14-30)

Lección 4: Filipenses 2,14-30


A ejemplo de muchos discípulos suyos enseña a los Filipenses a trabajar por su salvación.

14. Haced, pues, todas las cosas sin murmuraciones ni perplejidades,
15. para que secas irreprensibles y sencillos hijos de Dios, sin tacha, en medio de una nación depravada y perversa, en donde resplandecéis como lumbreras del mundo,
16. conservando la palabra de vida que os he predicado, para que yo me gloríe en el día de Cristo, de que no he corrido en balde, ni en balde he trabajado.
17. Pues aun cuando yo haya de derramar mi sangre a manera de libación sobre el sacrificio, y víctima de vuestra je, me gozo y me congratulo con todos vosotros.
18. Y de eso mismo habéis vosotros de holgaras, y darme a mí el parabién.
19. Yo espero en el Señor Jesús enviaros muy presto a Timoteo, para consolarme yo también con saber de vuestras cosas,
20. porque no tengo ninguna persona tan unida de corazón y espíritu conmigo como él, ni que se interese por vosotros con afecto más sincero;
21. visto que casi todos buscan sus propios intereses, no los de Jesucristo.
22. Pues ya sabéis vosotros la experiencia que tengo de él, habiéndome servido en la predicación del Evangelio, como un hijo al lado de su padre.
23. Así que espero enviárosle, luego que yo vea arregladas mis cosas.
24. Confío asimismo en el Señor que aun yo en persona he de ir dentro de muy poco tiempo a veros.
25. Entretanto me ha parecido muy necesario el enviaros ya a Epafrodito, mi hermano y coadjutor en el ministerio, y compañero en los combates, apóstol o enviado vuestro, y que me ha asistido en mis necesidades,
26. porque a la verdad él tenía grande ansia de veros a todos, y estaba angustiado, porque vosotros habíais sabido su enfermedad.
27. Y cierto que ha estado enfermo a punto de morir; pero Dios tuvo misericordia de él; y no sólo de él, sino también de mí, para que yo no padeciese tristeza sobre tristeza.
28. Por eso le he despachado más presto, a fin de que con su vista gocéis de nuevo, y así esté yo sin pena.
29. Recibidle, pues, con toda alegría en el Señor, y con el honor debido a semejantes personas,
30. en atención a que por el servicio de Cristo ha estado a las puertas de la muerte, exponiendo su vida, a trueque de suplir lo que vosotros no podíais hacer en obsequio mío.

Ya que el Apóstol en lo dicho antes los movió a hacer obras de salvación, enséñales ahora el modo de hacedas e indica por qué motivo. El modo es doble: sin murmuraciones ni perplejidades; pues son obras de virtudes, no como quiera, sino muy cuesta arriba, donde el diente ponzoñoso hinca la murmuración (1Co 10). Y no pongáis en tela de juicio si han de hacerse sí o no; "porque quien anda dudando es semejante a la ola, que rodando con el viento trastórnase acá y allá" (Jc 1,6). Y la razón que da, una es de parte de ellos, otra de parte del Apóstol; mejor dicho, es una múltiple razón:

1º- en comparación de los fieles, al decir: "para que seáis irreprensibles" (Lc 1). Estar sin pecado nadie lo puede, pero es posible sin queja, y a estarlo los amonesta;

2º en comparación de Dios: "hijos sencillos"; porque el hijo es semejante al padre; pero en Dios doblez no hay; luego seamos sencillos cual conviene a hijos de Dios; y esto es cuando la intención es sencilla, sin doblez; "que el hombre de ánimo doble (o dividido entre Dios y las criaturas) es inconstante en todos sus caminos" (Jc 1,8 Mt 10).

3º en comparación de los infieles: "sin tacha", esto es, que en el trato con los infieles se porten bien, es a saber, sin ofensa de nadie, "en medio de una nación depravada", por lo que mira a las malas obras, "y perversa", cuanto a la infidelidad, esto es, que no puedan amancillarlos con alguna infamia (1Tm 5). La razón es porque "entre ellos resplandecéis como lumbreras del mundo"; pues de cualquier modo que el mundo se mude, las lumbreras del cielo permanecen derramando su luz (Mt 5).

Y vosotros también resplandecéis, aunque esencialmente no, que así solo Dios es luz (Jn 1), mas no los santos (Jn 1); pero son luz, por cuanto alguna luz participan de quien era la luz de los hombres, es a saber, del Verbo de Dios que a nosotros sus rayos comunica. Por eso dice: "conservando la palabra de vida", es a saber, la palabra de Cristo (Jn 6 Ps 118).

Pone a renglón seguido la razón de parte del Apóstol: "para que yo me gloríe"; porque los súbditos deben obrar bien, aun para que redunde lo que hacen en gloria de los prelados; que gloria suya son unos súbditos bien adoctrinados (Pr 10 1Th 2). Y esto "en el día de Cristo", es a saber, cuando se le presente con su cortejo de fieles; que por dos motivos le será glorioso: por el trabajo de la predicación y por la pasión del género de muerte que le dieron. Por eso dice: "de que no he corrido en balde, ni en balde he trabajado". A su predicación la llama carrera, por la agilidad con que de Jerusalén partiendo, hasta llegar a España, recorrió Europa. Llámala asimismo trabajos por las contradicciones y penas que sufrió, mas no de balde, sino con mucho fruto (1Co 15).

El otro motivo es por la pasión: "pues aun cuando yo haya de derramar mi sangre"; porque el convertir a algunos es como si ofreciese a Dios un sacrificio de los mismos que convirtió; pero alguna vez sobre el mismo sacrificio que ofrecían dieron muerte - como dice San Lucas- los tiranos (Lc 13). De ahí que diga: ofrezco a Dios un sacrificio de vosotros; mas si por acaso aconteciere que sobre el sacrificio que yo ofrezco me inmolaren, esto es, con ocasión del sacrificio de vuestra conversión me dieren muerte, "me gozo" por mí causa (Jc 1); "y me congratulo con todos vosotros" de que tenéis fe, aun a riesgo de mi persona, con quien aun en esto os congratuláis. Por eso dice: "y de eso mismo habéis vosotros de holgaros y darme a mí el parabién" (Rm 12).

Al decir luego: "espero en el Señor Jesús…", propone de ejemplo a sus discípulos, y en primer lugar a Timoteo, recomendable por varios capítulos, a quien les enviará luego que vea arregladas sus cosas. Dice pues: "espero en el Señor Jesús enviaros muy presto a Timoteo". Notemos que el Apóstol tal confianza tenía en Dios que aun en retartalillas y menudencias la depositaba en El (2Co 3). El texto es claro. Alábalo en pos y recomienda, y primero por el amor que les tiene y por su devoción al Apóstol, como hace un buen mediador, que a ellos los ama y a él (a Pablo) lo venera. Y la carta de recomendación estriba en que "todos buscan sus propios intereses, no los de Jesucristo". Dice pues: os lo envío, "porque no tengo ninguna persona tan unida de corazón y espíritu conmigo como él, ni que se interese por vosotros con afecto más sincero" (Ps 67 Rm 12), porque sólo lo hace por Dios (2Co 1). La razón de por qué no tiene a ninguna otra persona es porque "todos buscan sus propios intereses", esto es, no lo que mira al provecho de los prójimos y al honor de Dios, sino a su ganancia y gloria.

Mas ¿por ventura Lucas y Epafrodito y otros que andaban con el Apóstol buscaban sus propios intereses? Respondo que en compañía del Apóstol había muchos que sólo miraban su interés y lo desampararon (2Tm 4); pero también es costumbre en la Escritura hablar algunas veces de algunos como si hablara de todos (Jr 6). Por tanto, es una distribución acomodadiza según venga a pelo. Y si queréis saber qué tal se porta conmigo, respondo que de eso tengo experiencia, esto es, cual si con título especial fuese mi hijo. "Con este fin he enviado a vosotros a Timoteo, el cual es hijo mío carísimo y fiel en el Señor" (1Co 4,17). "Así que a este varón, tan solícito en mirar por vosotros, y tan para mí querido, espero enviárosle". Mas ¿por qué no al punto? Acerca de lo cual es de saber que en esta materia no se sigue una misma regla con Cristo y con los otros santos; pues Cristo, por tener la plenitud de gracia, la tuvo también de conocimiento; no así los santos. De aquí que el Apóstol, en previsión de lo futuro respecto de su persona, si sabía unas cosas, otras las ignoraba; y así no le fue revelado si habría de salir libre de la cárcel; por lo cual dice: "tan pronto vea arregladas mis cosas"; que si se ofreciera coyuntura, yo mismo vendré en persona, como confío. Con todo, no salió libre de la cárcel; "porque Tú haces lucir mi antorcha, Señor, Dios mío, iluminas mis tinieblas" (Ps 17,29); pues siempre hay algo tenebroso en los santos.

A continuación propone de ejemplo a su otro discípulo, Epafrodito, a quien de igual modo, describiéndolo, alaba y recomienda; les indica y explica por qué lo manda, y cómo hay que recibirlo. Dice pues: "entretanto me ha parecido necesario el enviaros ya a Epafrodito". Nómbralo hermano por la fe (Mt 23); coadjutor en el trabajo de la predicación (Pr 18) y compañero en los combates, porque a una padecieron tribulación (2Tm 2); apóstol, esto es, doctor. Este fue obispo de los Filipenses, y enviado por ellos para servir al Apóstol, por lo cual dice: "y que me ha asistido en mis necesidades", a tal grado que "ahora lo tengo todo y estoy sobrado; colmado estoy de bienes, después de haber recibido por Epafrodito lo que me habéis enviado, y que he recibido como una oblación de olor suavísimo, como una hostia acepta y agradable a Dios" (Ph 4,1 Ph 8). Mas ¿por qué lo envía? Para satisfacer al deseo que tenía de veros (Rm 1). Asimismo para dar un lenitivo a su tristeza, que, al enterarse de que estabais tristes por saber de su enfermedad, también él se puso triste. Y explica la causa con decir: "y cierto que ha estado enfermo a punto de mo- esto es, a juicio de los médicos, no según los designios de la Providencia divina, mas para gloria de Dios (Jn 11); por eso "Dios tuvo misericordia de él" (Ps 6); "y no sólo de él, sino también de mí, para que no padeciese yo tristeza sobre tristeza"; porque en sus aflicciones tuvo tristeza temporal y natural, así como se lee de Cristo que en alguna ocasión también la tuvo.

Concluye, pues, con el asunto del envío de Epafrodito - la letra no ofrece dificultad- e indica cómo ha de recibírsele y por qué motivo. Ha de recibírsele con toda la honra que se merece un ministro del Señor (Ga 4 1Tm 5); y esto "en atención a que por el servicio de Cristo", esto es, por Dios y por la salud de los fieles, "ha estado a las puertas de la muerte" (Jn 15), "exponiendo su vida" (Jn 10), a trueque de suplir lo que vosotros" personalmente no pudisteis hacer en obsequio mío.


Aquino - FILIPENSES 6