Aquino - FILIPENSES 9


Capítulo 3

10
(
Ph 3,1-8)

Lección 1: Filipenses 3,1-8


Díceles que se gocen en el Señor, no en las observancias legales, y muéstrales qué aprecio hace de Cristo.
1. En fin, hermanos míos, vosotros alegraos en el Señor. A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es necesario.
2. Guardaos, pues, de esos canes, guardaos de los malos obreros, de los falsos circuncisos.
3. Porque los verdaderos circuncisos somos nosotros, que servimos en espíritu a Dios, y nos gloriamos en Jesucristo, lejos de poner confianza en la carne.
4. Bien que podría yo también gloriarme en la carne. Si alguno, pues, presume aventajarse según la carne, sepa que más puedo yo,
5. pues fui circuncidado al octavo día, soy del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo, hijo de hebreos, fariseo en la manera de observar la Ley,
6. celoso por el judaísmo hasta perseguir la Iglesia de Dios, y en cuanto a la justicia que consiste en la Ley ha sido mi proceder irreprensible.
7. Pero estas cosas, que las consideraba yo como ventajas mías, me han parecido desventajas al poner los ojos en Cristo.
8. Y en verdad todo lo tengo por pérdida, en cotejo del sublime conocimiento de mi Señor Jesucristo, por cuyo amor he perdido todas las cosas, y las miro como basura, por ganar a Cristo, y en El hallarme.

Ya que propuso ejemplos, luego que a su imitación los buenos, propone ahora a su evasión los malos, evitando primero a los que dan esos malos ejemplos, y tomando por norte para no seguirlos la compañía y trato de los santos, que, por juzgarlos dignos de imitación, serviríanles de medio eficaz para esquivarlos. Divídese a su vez la primera parte en otras 3 partecillas, porque adelanta primero el fin de esta doctrina; segundo, la necesidad de escribir sobre ella; tercero, el por qué de esa necesidad. El intento de la admonición es apartar a los fieles de las observancias legales a que algunos los inducían. Por eso dice: "¡Oh hermanos!, esto es, por la fe, en fin, es a saber, luego de haberos amonestado, como lo hice arriba, alegraos en el Señor, en El solo, no en las observancias legales (Ha 3); y esto, porque las mismas cosas, que dije en presencia vuestra, no me es molesto escribíroslas en ausencia; ya que lo hablado con facilidad se pasa, pero lo escrito permanece (Si 38).

La causa de esta necesidad es el hostigamiento de los embaidores; razón, por consiguiente, para escribiros con más apremio la verdad; de ahí que diga: ved, esto es, observad a esos hombres, a quienes nota: a) de una saña insensata de ánimo; razón por la cual los llama perros, que llevan de casta - dice la Glosa- por corajudos ser al instante ladradores, y por costumbre, no por motivo razonable. Así ésos: "perros sin rastro de vergüenza" (Is 56 Ap 22);

b) de sembradores de perversas doctrinas, "malos obreros", pues no trabajan a ley de fieles en la viña del Señor ni siembran la buena simiente en el campo (Mt 13 1Tm 2);

c) de cismáticos; y usa de esta palabra "cortadura" para darles en rostro con ella, puesto que predican la circuncisión, que no puede avenirse con la gracia de Cristo. "Mirad que os declaro yo, Pablo, que si os hacéis circuncidar, Cristo de nada os aprovechará" (Ga 5,2); de aquí que, aludiendo a la palabrita, diga: cortadura, como si dijera que no están circuncidados sino cortados.

Indica luego cómo han de evitar a esos hombres los santos, primero todos, después él mismo. Dice pues: yo digo que aquéllos son cortadura, nosotros la verdadera circuncisión, "que servimos en espíritu a Dios y nos gloriamos en Jesucristo". Y hay dos clases de circuncisión a saber, corporal y espiritual, "porque no está en lo exterior el ser judío ni es la verdadera circuncisión la que se hace en la carne; sino que el verdadero judío es aquel que lo es en su interior; así como la verdadera circuncisión es la del corazón, que se hace según el espíritu, y no según la letra de la Ley" (Rm 2,28); puesto que la circuncisión de la carne es por la que se cercena lo superfluo de ella, mas la del espíritu es por la que el Espíritu Santo mete a cuchillo la superfluidad de las concupiscencias interiores. Por eso dice: "los verdaderos circuncisos somos nosotros", esto es, a quienes internamente nos circuncida (el Espíritu Santo) para Dios (Rm 2 1Co 14).

Diose la circuncisión - como se demuestra en Romanos 1V- en señal manifiesta de la fe de Abraham, esto es, para que se acreditase verdadera, siendo como era sobre su futura descendencia (Ga 3). Es, pues, la circuncisión una señal de la fe de Abraham en Cristo, y circunciso el que por medio del Espíritu interiormente se renueva en Cristo, que da su virtud y ser a la circuncisión (Col 2).

- "en vez de poner confianza en la carne", esto es, en la circuncisión carnal, porque - como dice San Juan VI- "el Espíritu es el que da la vida; la carne de nada sirve para entender este misterio". Empléase algunas veces la palabra carne para significar en nosotros la concupiscencia carnal, otras en lugar de los cuidados carnales y otras en fin por las observancias carnales; y unas y otras hay que meter a cuchillo, ni hay por qué gloriarse en ellas;

- "bien que podría yo también gloriarme en la carne". Pone su propio ejemplo, con la eminencia que tenía en el estado legal, y cómo la despreció, primero en general y luego por partes. Cuanto a lo primero muestra la confianza que pudo haber tenido en las observancias legales: "bien que tenga", esto es, pudiera, si quisiese, tener; porque en cualquiera cosa de que alguno presumiere (os parecerá que hablo sin cordura), no menos presumo yo (2Co 11,21), y con un brocado de 3 altos, porque "yo les llevaré la delantera". Y monta todo este tinglado para dar el golpe de gracia a las observancias legales; pues muchos desprecian lo que no conocen o lo que no tienen, y esto es de ningún mérito; pero lo es grande cuando el desdén cae sobre lo que uno tiene y no se jacta de ello. Así si el Apóstol no hubiese sido persona de mucha suposición en el estado de las observancias legales, hubiérase dicho o pudiera decirse que por no tenerla se había pasado al estado evangélico; razón por la que saca a relucir su eminencia en aquel estado, y primero cuanto al linaje; segundo, cuanto a su proceder.

Cuanto a lo primero, en 3 cosas: a) en el sacramento de estirpe, porque fue circuncidado al octavo día, "en señal de la alianza contraída entre Mí y vosotros" (Gn 17,2); y dice "al octavo día", porque ésta era la diferencia entre los prosélitos y los de la estirpe de Abraham, porque aquéllos no se circuncidaban a los ocho días, sino ya adultos cuando se convertían; pero éstos a los ocho días según la ley (Gn 17). Así pues, no fue circuncidado como prosélito, sino como un verdadero israelita;

b) en el mismo linaje, "de la rama de Israel", porque de Abraham descendieron dos familias, una por Isaac, otra por Ismael. Del primero otras dos, una por Esaú y otra por Jacob; pero las dos, a saber, a que dieron origen Esaú e Ismael, no tuvieron parte en la herencia, sino sólo Jacob, que también se llama Israel. Por eso dice: "de la familia de Israel" (2Co 11). Asimismo cuanto a la tribu, porque en la familia de Israel las había por línea de siervas, es a saber, de Bala y de Zelfa, y de libres, Lía y Raquel, y entre éstas había algunas por siempre dedicadas al culto de Dios, esto es, Leví, Judá y Benjamín. Otras en tiempo de Jeroboam convirtiéronse del culto de Dios al de los ídolos. Por eso la tribu de Benjamín era privilegiada, porque permaneció en la fidelidad y amor de esposa y en ella estaba el templo. "Benjamín, el muy amado del Señor, estará cerca de El con confianza; allí morará siempre como en cámara nupcial, y reposará en sus brazos" (Dt 33,12). "Benjamín, lobo rapaz; por la mañana devorará la presa y por la tarde repartirá los despojos" (Gn 49,27), que se le aplica a San Pablo por haber sido un tiempo perseguidor de la Iglesia;

c) en el nombre y lengua, al decir: hebreo. Algunos dicen que hebreo se dice derivado de Abraham, como Agustín, que después se retracta de lo dicho, Pero que no venga de Abraham, sino de Heber (Gn 11), es cosa clara, porque también Abraham se dice hebreo (Gn 14). Dice la Glosa, comentando el Génesis, que en tiempo de Heber se dividieron las lenguas, y que aquella que antes hablaban todos quedóse en la familia de Heber y entre los hebreos y para el culto de un solo Dios. Nació también de padres hebreos, y por eso dice: "hijo de hebreos".

Demuestra en pos cómo descolló en su modo de proceder; y primero cuanto a la secta, al decir: "fariseo en la manera de observar la ley"; porque entre los Judíos había 3 sectas, a saber, de Fariseos, de Saduceos, de Esenios; pero los Fariseos se acercaban más a la verdad que los Saduceos, que negaban la resurrección y no creían ni en ángeles ni en espíritus, dogmas que sí reconocen los Fariseos (Ac 23), por cuya causa es más recomendable su secta que la de los Saduceos. Que haya vivido como fariseo consta por Ac 26,5: "es bien notorio a todos los judíos que yo, siguiendo desde mis primeros años la secta más segura de nuestra religión, viví cual fariseo".

Segundo, cuanto al celo que tuvieron los Judíos, aunque no según ciencia, en perseguir a los cristianos; por eso dice: "celoso por el judaísmo hasta perseguir la Iglesia de Dios" (Ga 1 Ac 26 1Co 15).

Tercero, cuanto a su inocente modo de proceder; razón por la que dice: "y en cuanto a la justicia que consiste en la Ley". Esta justicia estriba en exterioridades, pero la justicia de la fe es la del corazón (Ac 15). Pues cuanto a la justicia exterior el Apóstol vivió sin tacha; como él dice: "ha sido mi proceder irreprensible", mas no sin pecado, porque querella es pecado de escándalo para el prójimo en las cosas exteriores (Lc 1); y así no hay contradicción con lo que dice en Ep 2,3: "entre los cuales estuvimos también nosotros", ya que entonces no tuvo la verdadera justicia que da la fe y hace al hombre puro, sino sólo la de la ley.

- "Pero estas cosas, que las consideraba yo como ventajas mías, me han parecido desventajas, al poner los ojos en Cristo". Muestra con eso el poco aprecio que le merece el llevar la gala en materia de observancias legales; y en general y en especial demuestra por qué despreció esas observancias legales. Dice pues: "estas cosas que las consideraba yo como ventajas mías", esto es, las conceptuaba por grandezas de mucha cuenta, por ejemplo el ser fariseo, "me han parecido desventajas al poner los ojos en Cristo", quiere decir, las pongo en cuenta de cosas para mí dañosas; ya que las observancias legales, eficaces en tiempo de la ley, después de Cristo se han tornado nocivas y por eso las llama "desventajas, daños". Y el fin que tiene ante los ojos es Cristo; por eso dice: "al poner los olos en Cristo"; que quiere decir, primero, por conocer a Cristo; segundo, para alcanzarlo a El. Cuanto a lo primero dice: "pero todas las cosas las reputo pérdidas"; verdad dijera si estribara en ellas. Y esto que hice alguna vez lo reputo por pérdida, en razón del deseo de conocer cabalmente a mi Señor Jesucristo; "puesto que no me he preciado de saber otra cosa entre vosotros sino a Jesucristo, y Este, crucificado" (1Co 2,2); y esto "en cotejo del sublime conocimiento de mi Señor Jesucristo", que sobrepuja con mucho todas las otras ciencias; ya que no hay ciencia comparable a la palabra de Dios, al Verbo de Dios, en quien están encerrados y escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia.

Cuanto a lo segundo dice: "por cuyo amor he perdido todas las cosas y las miro como basura"; y muestra que en razón de ganar a Cristo despreció las observancias legales, y que puede ganar a Cristo. Dice pues: "todo lo doy por perdido", considerando esas cosas como detrimento y basura, "en razón de ganar a Cristo", esto es, de alcanzarlo como el logro de mis deseos, y unírmele por la caridad.



11
(
Ph 3,9-14)

Lección 2: Filipenses 3,9-14

Dales a entender su ardiente deseo de ganar a Cristo, que anhela se logre por la práctica de la justicia o por la tolerancia de los trabajos.

9. no con tener la justicia mía, la cual es la que viene de la Ley, sino aquella que nace de la je de Jesucristo; la justicia que viene de Dios por la fe,
10. a fin de conocerle a El, y la eficacia de su resurrección, y participar de sus penas, asemejándome a su muerte,
11. de modo que al cabo pueda arribar a la resurrección gloriosa de los muertos;
12. no que lo haya logrado ya todo, ni llegado a la perfección, pero yo sigo mi carrera para ver si alcanzo aquello para lo cual fui destinado por Jesucristo.
13. Yo, hermanos, no pienso haber tocado al fin de mi carrera. Mi única mira es, olvidando las cosas de atrás, y atendiendo sólo y mirando a las de adelante,
14. ir corriendo hacia el hito, para ganar el premio a que Dios llama desde lo alto por Jesucristo.

Mostró arriba que despreciaba por Cristo las ganancias pasadas y que ponía la mira en conocer y ganar a Cristo, materia que aquí intenta de propósito explicar; y primero cómo ansia ganar a Cristo y hallarse en El por medio de la justicia y de la tolerancia de la pasión. Cuanto a lo primero señala la diferencia entre la justicia que deja y la que busca. Sépase entonces que justicia unas veces se toma como una virtud especial, por la que el hombre obra con rectitud en las cosas que miran a la convivencia común y según que dicha virtud tiene el gobierno en ellas; pues la templanza tiene por blanco las internas pasiones; mas la justicia dice respecto a otro.

De otro modo dícese justicia una virtud general, según la cual guarda el hombre la ley por el bien común, acepción frecuentemente usada en la Sagrada Escritura para significar la observancia de la Ley divina. "Hice juicio y justicia", dice el Ps 118, esto es, cumplí con la ley, que guardaba por amor, como de propio impulso; y de esta manera es virtud, mas no de otra, es a saber, por alguna causa exterior, por ejemplo, por la ganancia o por las penas, y si le disgusta observarla. Según esto hay dos géneros de justicia: uno de justicia moral, otro de legal, por la que se observa la ley, no por amor, sino por temor. Por eso dice: "no con mi justicia, que de la ley dimana"; porque - como dice San Agustín- la pequeña diferencia entre la ley y el Evangelio es la misma que entre el amor y el temor (Rm 8).

Pero si es tuya dicha justicia, ¿cómo a la par es de la ley? Responde: sí, por cierto, es mía, pues tales obras hágolas por virtud humana, sin el hábito de la gracia interior que es la que justifica; pero es de la ley, como de maestra. O dígase mía, porque presumo observarla por mis propias fuerzas; "porque Moisés dejó escrito que el hombre que cumpliere la justicia ordenada por la Ley hallará en ella la vida" (Rm 10,5). De esta justicia, que es la que busca, dice 3 cosas: el modo de alcanzarla, el autor y el fruto.

a) el modo, porque no se alcanza sino por medio de la fe de Cristo (Rm 5 Rm 3);

b) el autor, que es Dios y no el hombre. "Dios es el que "justifica" (Rm 8 Rm 4). Por eso dice: "la que viene de Dios por la fe" (Ac 5);

c) el fruto está en conocerle a El, y la eficacia de su resurrección, y la compañía de sus santos. Acerca de este doble conocimiento, de dos modos se puede proceder: de uno, explicando el conocimiento del camino, según el cual 3 cosas es necesario conocer de El:

l- su persona, es a saber, que es verdadero Dios y verdadero hombre; por lo cual dice: "a fin de conocerle a El" (Jn 14);

2- la gloria de su resurrección: "y la eficacia de su resurrección", esto es, una resurrección virtuosa hecha por su propia virtud;

3- su imitación y en qué forma: "la compañía de su pasión", es a saber, para tener parte en sus penas, que a este fin padeció Cristo, para que, poniendo la muestra, fuésemos en pos de sus huellas (1P 2,21). De otro modo, por conocimiento experimental o posterior, que es primero en la intención, postrero en la ejecución; y así primero es el conocimiento de Dios por esencia, al cual lleva la fe (Jr 31), por lo cual dice: "para conocerle". En segundo lugar porque no sólo al alma, sino que por eso mismo también al cuerpo le cabrá gloria. Por eso dice: "y la virtud de su resurrección", esto es, por la cual resucitaremos (1Co 15). En tercer lugar la compañía, que por experiencia sabremos cuanto valga en sus penas tener parte (1Co 1).

- "asemejándome a su muerte". Muestra de qué modo, soportando la pasión, quiere lograr el galardón y ser hallado en El; y pone primero la tolerancia, segundo, el fruto. Dice pues: sea hallado no sólo justo sino hecho un trasunto o traslado de su muerte, para padecer por la justicia y la verdad, como Cristo: "porque yo traigo impresas en mi cuerpo las llagas del Señor Jesús". El fruto es "de modo que al cabo puada arribar a la resurrección gloriosa de los muertos"; que el camino para la gloria son los trabajos que aquí bien se llevan; "porque si hemos sido injertados con El por medio de la representación de su muerte, igualmente lo hemos de ser representando su resurrección" (Rm 5,5 1Tm 2 Rm 8). Y dice: "si de algún modo", por ¡o arduo y difícil y el trabajo que esto supone (Mt 7 Am 4); ya que si Cristo resucitó fue por virtud propia, no así el hombre, que no tiene ese poder, mas por gracia de Dios (Rm 8). O lo de "el encuentro" de Am 4,12, puede entenderse de los santos, cuando al bajar Cristo de los cielos a juicio le saldrán al encuentro.

- "No que lo haya logrado ya todo ni llegado a la perfección". Muestra cómo se le dilata el cumplimiento de su deseo, e indica primero lo que siente de sí y exhorta a los otros a que sientan lo mismo. Asimismo, como lo explica, cómo se siente menguado y desflaquecido en punto de perfección. Cuanto a lo primero declara no haber llegado a la perfección, pero que allá endereza sus pasos. El que en algo pone la mira dos cosas pretende: alcanzar lo que busca y disfrutarlo; pues bonita búsqueda la que no es para júntarse con el ser amado y disfrutar de su compañía; por lo cual dice: "no que la haya logrado", es a saber, la gloria que busco (Sg 5), "ni llegado a la perfección" (1Co 13).

Mas parece que va en contra de esta doctrina el "sed perfectos" y "sé perfecto" del Evangelio y del Génesis. - Respondo que hay dos clases de perfección, la de la patria y la del camino; pues la perfección del hombre consiste en estar unido a Dios por la caridad, ya que cada ser es perfecto según el modo con que se une a su perfección. Por lo que mira al alma, puede unirse a Dios perfectamente de dos maneras: o de suerte que todas sus acciones las refiera actualmente a Dios, y lo conozca como es de sí conocible, y esta perfección es la de la patria; o de arte que, manteniéndose alejada de todo lo que milita contra Dios, habitualmente refiera toda su vida a El. Y esta perfección, a la que alude el Señor: "amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón…", es uno de los modos de unirse con Dios en el camino, de todo punto para salvarse necesario. El otro es de supererogación, cuando la unión con Dios va más allá de la obligación del propio estado, que entonces acaece cuando en el pecho mientras la caridad más y más crece, tanto más el amor por lo vano y terreno descaece, y ataja aquélla para la patria, extinta en el corazón, en la misma medida, la llama de la ambición. Y esto que aquí se dice entiéndese de la perfección de la patria.

- "pero yo sigo mi carrera para ver si alcanzo aquello para lo cual fui destinado por Jesucristo". Muestra el empeño que en ello pone diciendo: "sigo, esto es, a Cristo" (Jn 8 Jn 10); y esto "para ver si alcanzo" (1Co 9).

Pero se objeta en contra que Dios es incomprensible, porque se dice en Jr 31,37: "si podrán medirse allá arriba los cielos, y escudriñar allá abajo los cimientos de la tierra". Respondo que comprender tiene dos sentidos: uno el de incluir, como el de la casa que nos incluye. Otro el de asir y tocar. En el primer sentido es incomprensible, pues no es posible le incluya el entendimiento creado, siendo como es simplísimo, ya que perfectamente no le ves ni le amas como es en la realidad visible y amable; así como el que ignora la demostración no tiene conocimiento demostrativo sino opinativo; mas Dios conócese a Sí mismo cabal y perfectamente como es en sí conocible, por razón de que una cosa es conocida según el modo de su ser y verdad; y Dios es luz y verdad infinita, mas nuestra lumbre es finita. Por eso dice: "sigo para ver si alcanzo", entendiéndolo del segundo modo por asir: "encontré al que adora mi alma; asile y no le soltaré" (Ct 3,4).

- "para lo cual fui destinado por Jesucristo", que puede entenderse de 3 maneras; pues toda la gloria consiste en esa dicha comprensión de Dios, es a saber, de suerte que Dios a nuestra alma esté presente. Mas no en todos en la felicidad hay igualdad, porque unos verán con ojos más de águila, como otros arderán con más amor y con más gozo gozarán. De donde cada uno tendrá su felicidad cota y medida, y esto en virtud de la predestinación divina. Por eso dice: "en la cual también yo he sido comprendido", como si dijera: mi intento de comprender ha de ser a la medida que me ha dispuesto Cristo; o sigo para tratar de comprender como comprendido he sido, como si dijera: para verle a El yo como El a mí. "Le veremos como El es" (1Jn 3,2), esto es, no por semejanza, sino por esencia. O digamos, comprenderé con la visión, viendo a Cristo glorioso, por el cual fui comprendido (preso, cautivo, encadenado, asido) con aquella gloria con la que se apareció cuando me convertí.

- "Yo, hermanos, no pienso haber tocado al fin de mi carrera". Explica lo que había dicho: que porque no había tocado la meta de la perfección proseguía en su ascensión. Dice pues: "yo, hermanos…"; como si dijera: no soy tan soberbio que me atribuya lo que no tengo, sino que, pues no he llegado, sigo al sitio señalado; que puede interpretarse de 3 maneras: o mi única mira es, olvidando las cosas de atrás, y atendiendo sólo y mirando a las de adelante, ir corriendo hacía el hito; o no pienso haber tocado al fin de mi carrera, pero me empeño en una cosa, es a saber, en conseguir el premio a que me llaman de lo alto; o no pienso haber comprendido aquello de arriba (Ps 26). Y entonces muestra lo que dejó: o ganancias temporales o bienes temporales o méritos pretéritos, ya que a par de Dios no debe el hombre poner en parangón sus méritos.

Indica a continuación a dónde se encamina, es a saber, a lo que tiene por delante, esto es, o a lo tocante a la fe de Cristo, o a mayores méritos o cosas celestiales (Ps 83). Y dice: "extendiéndome"; que el que quiere coger algo, (por ejemplo una rama), extiéndese cuanto puede; extensión que por el deseo ha de tener el corazón, porque "el deseo de la sabiduría conduce al reino eterno". Pero ¿a qué se encamina? "Al premio destinado" a sólo el que corre; y no a todos; "porque todos corren, pero uno se lleva el premio" (1Co 9); y me refiero al premio que a mí tiéneme Dios destinado, que es "el de su celeste llamamiento" (Rm 8). Y esto "por Cristo Jesús", esto es, por la fe de Cristo.



12
(
Ph 3,15-21)

Lección 3: Filipenses 3,15-21

Exhorta el Apóstol a los Filipenses a que no sientan altamente de sí, sino que piensen más bien no haber llegado a la última raya de la perfección que echa el sello a la vida, y que de lo malo se guarden, a ejemplo suyo y de los demás.

15. Pensemos, pues, así todos los que somos perfectos; que si vosotros pensáis de otra suerte, confío en que Dios os iluminará también en esto y sacará del error.
16. Mas en cuanto a los conocimientos a que hemos arribado ya en las verdades de la fe, tengamos los mismos sentimientos y perseveremos en la misma regla.
17. ¡Oh hermanosi, sed imitadores míos y poned los ojos en aquellos que proceden conforme al dechado nuestro que tenéis.
18. Porque muchos andan por ahí, como os decía repetidas veces (y aun ahora lo digo con lágrimas) que se portan como enemigos de la cruz de Cristo,
19. el paradero de los cuales es la perdición; cuyo dios es el vientre, y que hacen gala de lo que es su desdoro, ajenados a las cosas terrenas.
20. Pero nosotros vivimos ya como ciudadanos del cielo, de donde asimismo estamos aguardando al salvador Jesucristo Señor Nuestro,
21. el cual transformará nuestro vil cuerpo, y le hará conforme al suyo glorioso, con la misma virtud eficaz con que puede también sujetar a su imperio todas las cosas.

Trató arriba de cuan menguado se sentía en materia de última perfección, y ahora exhorta a los otros a que sientan lo mismo, y qué requisito para esto se les exige. Dice pues: "pensemos así los que somos perfectos", es a saber, lo que yo pienso y siento: que no soy perfecto. Mas ¿cómo no sentirnos como no perfectos si perfectos somos? Respondo que sí, efectivamente, no nos sentimos perfectos con la perfección de comprensión de la patria, es a saber, cuando actualmente toda la intención se pone en Dios; no así en la perfección de la vía, en que habitualmente referimos lo que hacemos a Dios, es a saber, que nada hagamos en contra suya.

Y dice: "todo el que", porque cuanto es más uno perfecto por más imperfecto se tiene (Jb 42 He 5). "Que si vosotros pensáis de otra suerte…" Esto lo expresa la Glosa de 4 modos, dos de cuyos sentidos, los más ajustados a la letra, se ponen primero. Uno de ellos dice así: digo que sintáis lo que yo, es a saber, que sois imperfectos; con todo, si otra cosa pensáis, esto es, en mejor concepto os tenéis que en el que yo me tengo, sin duda se os ha dado a conocer por revelación divina. Si así es, no os voy a llevar la contra, tanto con mayor razón cuanto la revelación que habéis tenido se os ha comunicado con más luz y fuerza que no a mí, y cedo de mi derecho; mas no quisiera que, por tal revelación, de la unidad de la Iglesia se os siga separación; mas como fruto de ella, esto es, de la unidad, mantengamos, donde estamos, que el mismo sentir tengamos. Y esta unidad de la Iglesia consiste en otra unidad: de la verdad de la fe y rectitud de la buena obra, que hay que guardar en su ser (2Co 13). Apliqúese la misma regla a la virtuosa vida y buenas obras (Ga 6).

O de este segundo modo: digo que, aunque por ignorancia o por flaqueza, otro sentido le deis al que tiene la verdad, con verdadera humildad así lo reconozcáis, ni con necia terquedad protervos lo defendáis (Mt 11).

O de este tercero: digo que lo mismo sintamos, es a saber, que aún no comprendimos; mas si ahora sois de otro parecer que el que tendremos en lo futuro, porque ahora vemos como en espejo, entonces cara a cara, en aquel mundo futuro, Dios lo dará a conocer (Ps 28).

O de este cuarto: sea que aquí a obscuras, o allí a plena luz, vuestros sentires tengáis, puesto que la fe es de Dios, Dios lo dará a conocer y os sacará del error. Lo siguiente en v. 16 con lo anterior no se muda.

- "¡Oh hermanos!, sed imitadores míos". Indúcelos, para evitar a los malos, a imitarlo a él y a otros buenos; propone su intento y la razón de él. Dice pues: ya que por basura tengo estas cosas… ; y en esto me habéis de imitar, puesto que soy el pastor, vosotros ovejas mías, si os dais a mi imitación (Jn 10 1Co 4 1Co 11). - "y poned los ojos", esto es, considerad atentamente "a aquellos que proceden conforme al dechado que tenéis en mí"; lo que podéis averiguar por la enseñanza y normas que os he dado (1Tm 4 1P 5).

- "Porque muchos andan por ahí… que se portan como enemigos de la cruz de Cristo". Este es el por qué de la admonición, y primero de parte de los que han de evitar; luego de los que han de imitar. Mas porque no parezca que lo dice movido de odio, se adelanta a manifestarles su afecto, y señala (como con el dedo) a los que han de hurtarles el cuerpo. Dice pues: digo que es menester someter a observación a los que como dechados proponéis a imitación; porque con otra andadura, yendo de mal en peor, unos andan por ahí (Ps 1 Ps 8), "como os decía repetidas veces", en presencia vuestra, "y aun ahora lo digo con lágrimas" de compasión (Jr 9). ¿El motivo? Porque son "enemigos de la cruz de Cristo", cuya enemistad describe de obra y de intento: "cuyo dios es el vientre", y cuyo paradero, "la perdición". Ocúpanse éstos en ejercitar su enemistad contra la cruz de Cristo, por decir que nadie puede salvarse sino por medio de las observancias legales, con lo que reducen a nada la virtud "de la cruz de Cristo"; ."porque si por la Ley antigua se obtiene la justicia, luego en balde, esto es, sin ningún provecho, murió Cristo". "A la verdad que la predicación de la cruz parece una necedad a los ojos de los que se pierden; mas para los que se salvan, esto es, para nosotros, es la virtud y poder de Dios" (1Co 1,18). ¿Y qué consecuencias traerá eso? Ciertamente para nosotros la vida por la cruz de Cristo; para ellos, por el contrario, la muerte en que incurrirán; en razón de lo cual dice: "cuyo paradero es la perdición", es a saber, de la muerte eterna (Jb 28).

Descríbelos luego cuanto a su intención, que pone de manifiesto e indica su paradero. Dice pues: "cuyo dios es su vientre"; como si dijera: tiéneles cuenta esparcir tales errores, es a saber, la guarda de las observancias legales, por la ganancia y gloria propia, para dar gusto a su vientre (Rm 16 Si 6). Y llámalo Dios porque es propio de Dios ser el primer principio y el fin último; de ahí que a quien tiene por fin otra cosa que no Dios, esa cosa le es su dios.

Asimismo, contra lo que dice San Juan: "yo no busco mi gloria", ellos buscan su gloria; mas lo que de ahí sacarán será su propia confusión (Os 4). ¿Quiénes? "Los que se aferran a las cosas terrenas", esto es, los que huelgan con ellas y buscan esas bagatelas. Se llenarán de confusión, porque su estado es transitorio. "Si viviereis según la carne moriréis" (Rm 8,13). A propósito del dios vientre comenta la Glosa: es propio de Dios justificar; por tanto, quienes en los manjares ponían su justificación llamaban dios a su vientre. Dígase otro tanto de la confusión, por tratarse de cosas que la acarrean, es a saber, la circuncisión en las partes vergonzosas y la matanza de brutos animales.

Indica, por consiguiente, a quiénes hay que imitar: "pero nosotros vivimos ya como ciudadanos del cielo",

y describe en ellos esa celeste vida, su utilidad y la espera del Salvador. Dice pues: aquéllos están resabiados a cosas terrenas y de otra cosa no gustan; no así con nosotros, que vivimos ya como ciudadanos del cielo, esto es, cuyo trato y granjería recibe su perfección de contemplar lo divino (2Co 4).

Asimismo por el afecto, que se nos va a solo lo celestial.

También por la operación que da en representación de la vida celestial (1Co 5). Pero ¿por qué está en el cielo nuestro trato y granjeria? Porque esperanza tenemos en él del mejor socorro (Ps 120 Mt 6). De ahí que diga: "de donde asimismo aguardando estamos a nuestro Salvador" (Is 30 Lc 12). Tres efectos obrará esta venida:

a) la común resurrección: "el cual reformará nuestro vil cuerpo", esto es, abyecto, porque está sujeto a la muerte (Jb 25 1Co 15). Este cuerpo así envilecido lo reformará, esto es, lo tornará al molde primitivo (Rm 8);

D) la imitación de los santos; por eso dice: "le hará conforme al suyo glorioso"; puesto que el Cuerpo de Cristo fue glorificado por la gloria de su divinidad, gloria a que llegó por los méritos de su Pasión. Así pues, todo aquel que por la gracia de la virtud divina participa y la pasión de Cristo imita asimismo será glorificado (Ap 3 1Jn 3 Mt 13). Y esto lo hará según la operación de su divinidad, esto es, por su virtud sobre él, por la cual podrá tener todo rendido a sus pies; pues todos estarán sometidos a Cristo, unos en orden a la salud y otros con destino a la pena; en los primeros ejercerá su misericordia, en los segundos su justicia (Ps 8 1Co 15 Jn 5).


Capítulo 4

13
(
Ph 4,1-9)

Lección 1: Filipenses 4,1-9


Háceles patente su afecto a los Filipenses, a quienes exhorta a perseverar en la virtud, con la que estarán alegres en Cristo.

1. Por tanto, hermanos míos carísimos y amabilísimos, que sois mi gozo y mi corona, perseverad así firmes en el Señor, queridos míos.
2. Yo ruego a Evodia, y suplico a Síntique que tengan unos mismos sentimientos en el Señor.
3. También te pido a ti, ¡oh fiel compañero!, que asistas a ésas que conmigo han trabajado por el Evangelio con Clemente, y los demás coadjutores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.
4. Vivid siempre alegres en el Señor; vivid alegres, repito. Sea vuestra modestia patente a todos los hombres, el Señor está cerca.
6. No os inquietéis por la solicitud de cosa alguna, mas en todo presentad a Dios vuestras peticiones por medio de la oración y de las plegarias, acompañadas de hacimiento de gracias.
7. Y la paz de Dios, que sobrepuja a todo entendimiento, sea la guardia de vuestros corazones y de vuestros sentimientos en Jesucristo.
8. En lo demás, hermanos, todo lo que es conforme a verdad, todo lo que infunde pureza, todo lo justo, todo lo que es santo, todo lo que os haga amables, todo lo que sirve al buen nombre, toda virtud, toda disciplina loable, esto sea vuestro estudio.
9. Lo que habéis aprendido, y recibido, y oído, y visto en mí, esto habéis de practicar; y el Dios de la paz será con vosotros.

Habiéndoles propuesto en el capítulo anterior dechados a su imitación, muéstrales ahora, amonestándolos en lo mora!, cómo se han de portar, y primero para lo futuro, ya que en lo pasado se han hecho dignos de aplauso. Cuanto a lo primero, exhórtalos a perseverar en lo que ya se les hizo costumbre y a ir de bien en mejor subiendo. A la perseverancia los mueve a todos, pero también a determinadas personas con especiales modos: a Evodia y Síntique. Recuérdales asimismo su afecto y los amonesta otra vez. Su afecto lo encarece por 5 títulos: a) por la fe, mostrando que le son queridos; por eso dice: hermanos, esto es, por la fe (Mt 23); b) por la caridad: "carísimos" (1Co 10); c) por el deseo: deseadísimos. "Dios me es testigo de la ternura con que os amo a todos en las entrañas de Jesucristo" (Ph 1); y por eso deseadísimos, o porque me deseáis, o porque a vosotros yo os echo menos; d) por el gozo: mi gozo, precisamente porque sois buenos (Pr 10); e) por la razón del gozo: mi corona (1Th 2).

- "perseverad así firmes en el Señor". Exhórtalos a la perseverancia diciéndoles estas palabras, esto es, perseverad como yo, o como habéis perseverado (Mt 10).

- "Yo ruego a Evodia, y suplico a Síntique": sendas moniciones a cada una de estas personas. Habla, pues, de concordia y para lo mismo solicita ayuda: "también te pido a ti". Estas dos santas mujeres estaban al servicio de los santos en la ciudad de Filipos, y, porque quizá tenían sus diferencias, trata de hacerlas comer en un plato: "que tengan unos mismos sentimientos en el Señor (2Co 13).

- "También te pido a ti". Ruégale a uno de allá que se sirva terciar para ayudar a ciertas personas. Y llámale compañero, porque lo era de su predicación (Pr 18). "que asistas a ésas que conmigo han trabajado"; y acudo con el mismo ruego a todos aquellos "cuyos nombres están en el libro de la vida". No designa a los nombrados, no fuera a suceder que, al mencionar su nombre, se alborotaran los otros no nombrados; como si dijera: poco importa que no escriba su nombre, escritos como están en mejor libro: en el de la vida (Mt 5).

Según la Glosa, la predestinación de los santos es el libro de la vida; lo cual es verdad, pero con esta diferencia. Antiguamente había la costumbre de matricular en un registro a los que destinaban para algún oficio o dignidad, como los soldados o senadores, que eran registrados para servir en palacio. Todos los santos predestinados son elegidos por Dios (para algo más que para servir en palacio), es a saber, para la vida eterna; y esta ordenación o destinación es la predestinación; y el registro de esta ordenación llámase libro de la vida, registro que está en la memoria divina, porque en cuanto ordena predestina; mas en cuanto a saberlo sin mudanza se llama prescripción. Así que el conocimiento estable de los predestinados llámase libro de la vida. ¿Mas acaso de allí son borrados algunos? Todo depende de cómo estén escritos, o sencillamente, o según y conforme; porque algunos están predestinados por Dios en orden a poseer la vida eterna sin más, y éstos escritos están con tinta indeleble; otros para tener la vida eterna, mas no en sí sino en su causa, en cuanto dicen relación a la justicia presente, y de éstos se dice: "bórreseles del libro de la vida" cuando se descantillan de la presente justicia.

- "Vivid siempre alegres en el Señor". Exhórtalos a ir de bien en mejor, y para eso pone en orden su ánimo y sus acciones. El ánimo en 3 cosas: en el gozo espiritual, en el sosiego espiritual y en la paz. Cuanto a lo primero describe cómo ha de ser nuestro gozo e indica cuál es su causa; que todo el que quiere aprovechar menester es tenga gozo espiritual, ya que "el ánimo alegre mantiene la edad florida" (Pr 17,22). Toca el Apóstol las condiciones del verdadero gozo, que son 4:

1- que ande derecho, es a saber, cuando uno se goza del bien propio del hombre, que no es cosa creada sino Dios (Ps 72). Por eso dice: "en el Señor"; que entonces anda derecho cuando es en el Señor (Ne 8);

2- que sea continuo; por lo cual dice: "siempre" (1Th 5); que entonces lo es cuando no lo interrumpe el pecado. Algunas veces lo interrumpe una tristeza temporal, y eso significa imperfección; pues cuando uno está perfectamente alegre, no se le interrumpe el gozo; que poco se le da de lo que poco dura. Por eso dice: siempre;

3- que sea multiplicado; porque si te alegras de Dios, está puesto en razón te alegres de su encarnación (Lc 2). Asimismo si te alegras de la acción (Pr 21), alegrarte has de la contemplación; si en el bien propio pones tu gozo, ponió también en el bien ajeno; y si te gozas por lo presente, gozarte debes por lo futuro; por lo cual dice: "vivid alegres, os lo repito";

4- que sea moderado, es a saber, que no pare en disolución, como sucede con la alegría mundana; razón por la cual dice: "sea vuestra modestia patente a todos los hombres"; como si dijera: tan medido sea vuestro gozo que no pare en relajación (Jdt 16); y vuestra vida tan a compás en lo exterior que a quien la mire no le cause escándalo; pues fuera un tropiezo para vuestro trato.

- "porque el Señor está cerca". Tócase el por qué del gozo; que al hombre alegra la cercanía del amigo. Ciertamente el Señor está cerca por la presencia de su majestad (Ac 17). Asimismo por la vecindad de la carne (Ep 2). Otrosí por su gracia que habita en nosotros (Jc 4); y por su clemencia en oír nuestros ruegos (Ps 144). Finalmente para retribuir a cada uno según sus obras (Is 14).

- "No os inquietéis por la solicitud de cosa alguna". Da a entender con esto que hemos de tener el alma tranquila, y muestra primero en qué está esa solicitud demasiada y qué ha de ocupar luego su lugar en la mente. Y muy a pelo añadió: "no os inquietéis por cosa alguna", a lo que había dicho: "porque el Señor está cerca"; como si quisiese decir: El os lo dará todo; no hay pues por qué inquietarse (Mt 6). Mas parece sonar lo contrario lo que dice en Rm 12: "el que preside hágalo solícitamente". Respondo: la solicitud unas veces lleva consigo la diligencia en buscar lo que hace falta, y esto es loable y opónese a la negligencia; otras la ansiedad de ánimo con falta de esperanza y temor de no obtener lo que con tantas ansias se busca; y ésta es la que prohíbe el Señor (Mt 6) y aquí el Apóstol; pues no ha de desesperar de que el Señor le conceda lo necesario; sino que, en vez de andar ansiosos, hagamos recurso a Dios (1P 5); lo cual se hace orando; y por eso dice:

- "mas en todo presentad a Dios vuestras peticiones por medio de la oración y de las plegarias". Y muy a propósito viene esta añadidura de las peticiones luego de haber dicho: el Señor está cerca; que a quien se acude con ellas es al nuevo señor que viene. Y pone 4 condiciones necesarias en toda oración:

a) oración dice subida de la mente a Dios; por eso dice: "en toda oración" (Si 35);

b) debe hacerse con confianza de alcanzar lo pedido, y esto por la misericordia de Dios (Da 9); por lo cual dice: obsecración, que alega en su abono para ser oído la gracia y santidad de Dios; por tanto, es propia del que se humilla (Pr 18); como cuando decimos: por tu cruz y pasión;

c) mas porque el ingrato a los beneficios recibidos no merece se le hagan otros, por eso agrega: "con hacimiento de gracias";

d) y en pos viene la petición: "presentad vuestras peticiones" (Mt 7).

Y estas 4 cosas, si bien se considera, tienen todas las oraciones de la Iglesia: pues primero se invoca a Dios; recuérdase un beneficio divino, pídese un beneficio, pónese la obsecración: por Nuestro Señor Jesucristo. Pero notemos que dice: "dense a conocer a Dios vuestras peticiones". ¿Por ventura el Señor ignora esto? Por eso la Glosa lo explica de 3 maneras:

1º "Innotescant", esto es, deles Dios el visto bueno, en cuyo acatamiento comparezcan como dignas y santas (Ps 140);

2º O llegue a nuestra noticia, séanos cierto y notorio que están siempre en el acatamiento de Dios; como si dijera: no oréis para granjearos el favor del pueblo (Mt 6);

3º O dense a conocer a los que asisten delante de Dios, es a saber, los ángeles, por cuyo ministerio son presentadas a Dios, no como si las ignorase, sino porque interceden por nosotros (Ap 8).

- "y la paz de Dios guarde vuestros corazones". Dispuesto el ánimo con lo sobredicho, lo ordena cuanto a la paz, que les desea a modo del que hace oración. La paz es la tranquilidad en el orden - según San Agustín- ya que trastornado éste se destruye la paz; y a 3 visos puede considerarse:

1º en el principio del orden, es a saber, en Dios (Rm 13). De este abismo profundo, en que mora la paz, derívase primero y con más perfecto modo sobre los bienaventurados, en quienes ni de culpa o de pena hay perturbación alguna, y, por consiguiente, derívase también sobre los varones santos, que, cuanto más santos, menos expuestos a tener la mente perturbada. "Gozarán de mucha paz los amadores de tu ley" (Ps 118). Pero en los bienaventurados es perfecta, en quienes Dios derramará como un río de paz (Is 66).

Mas ya que este corazón nuestro no puede estar del todo sosegado si Dios no lo pacifica, será necesario que El lo haga; he ahí por qué dice: de Dios. Y esto considerado en su mismo principio sobrepuja todo entendimiento creado, porque - como se dice en 1 Timoteo 6 - "su morada es una luz inaccesible" (Jb 36);

2º según que está en la patria, sobrepuja todo entendimiento angélico;

3º según que en los santos viadores, (sobrepuja) todo entendimiento humano ds los que no viven en gracia de Dios (Ap 2).

Así que esta paz "sea la guardiana de vuestros corazones", esto es, vuestros afectos, para que no os descarriéis lo más mínimo de la senda del bien. "Guarda tu corazón con toda vigilancia, porque de él mana la vida" (Pr 4,23). Guarde asimismo "vuestros entendimientos", para que no os desviéis ni un negro de uña de la verdad.

Y esto "en Cristo Jesús", por cuya caridad consérvase el afecto alejado del mal, y por cuya fe el entendimiento persevera y mantiénese firme en la verdad.

- "En lo demás, sea vuestro estudio todo lo que es conforme a verdad". Pone en orden los actos, e indúcelos primero a bien obrar, con que señala el objeto de la buena acción, es a saber, el bien que se hace, el motivo de hacerlo, el acto mismo, el fruto del acto; 4 cosas que tenemos aquí. El objeto de la buena acción o es objeto del conocimiento o de la afección. Si mira al entendimiento es verdadera, si al afecto es buena. Por eso dice: "en lo demás", esto es, desde que habéis echado esas firmes raíces, "poned vuestro pensamiento en lo que la fe os ofrece como verdadero" (Za 8).

Cuanto al afecto, es de saber que para que el acto sea virtuoso unas cosas son necesarias, otras sobreañadidas. Necesarias son 3:

1- que en sí tenga entereza: "todo lo honesto", esto es, casto (Jc 3);

2- que se enderece al prójimo: "todo lo justo" (Mt 5);

3- que diga orden a Dios: "todo lo que es santo" (Lc 1).

(Las galas de adorno, digamos así), sobreañadidas son dos: un atractivo para la amistad y un guardián de la buena fama. Cuanto a lo primero dice: "todo lo que os haga amables", esto es, todo lo que es incentivo de amistad mutua (Si 7 Pr 18). Cuanto a lo segundo: "todo lo que sirve al buen nombre"; pues muchas cosas pudieran hacerse con buena conciencia que por el buen nombre hay que dejar de hacer (Si 41).

El motivo para obrar es doble: la inclinación del hábito interior y la exterior disciplina o instrucción. Cuanto a lo primero dice: "toda virtud", esto es, si tenéis algún hábito virtuoso que os mueva a esto (Si 44). Cuanto a lo segundo: "toda disciplina", esto es, loable, si la tenéis, practicad lo bueno (Ps 118). Y explica en qué consiste esta disciplina diciendo: "esto sea vuestro estudio"; es a saber, "lo que aprendisteis" teniéndome a mí de maestro (Mt 11 1Th 2), "y visteis" por los ejemplos que os di. Así se hace patente el motivo y el objeto del acto, pues no hay disciplina sin doctrina; y es necesario que primero se entienda, por lo cual dice: "sea esto vuestro estudio". Asimismo se le dé asentimiento: "aprendisteis y recibisteis". Apréndese también viendo y oyendo: "oísteis y visteis".

El acto bueno es a manera de un vestido forrado, es a saber, uno interior, lo que allí dice: "esto sea vuestro estudio" (1Tm 4), y otro exterior: "esto habéis de practicar" (Is 1). El fruto es Dios: "y el Dios de la paz será con vosotros"; como si dijera: condición para que Dios esté con vosotros es que hagáis esto (2Co 13).






Aquino - FILIPENSES 9